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MODELO BIOMÉDICO”
Introducción.
A finales del siglo XIX y durante el siglo XX hubo grandes avances en la medicina por lo
que se logró erradicar o por lo menos superar muchas de las enfermedades que azotaban a la
humanidad. Muchas de éstas impactaban en los índices de mortalidad. Esta situación la
podemos verificar si revisamos los índices de mortalidad de finales del siglo XIX y que, a
comparación, en la actualidad podremos ver que la expectativa del promedio de vida ha dado
pasos agigantados lo cual puede concebirse como un resultado a las técnicas y avances en
medicina pero además por los hábitos que han ido cambiando a través del tiempo.
Comenzando por los profesionales de la salud.
Un ejemplo de dichos cambios implementados por la comunidad médica fue el “lavado de
manos” ya que se descubrió que cuando el médico que participaba en el parto tenía las manos
limpias, esto propiciaría a que hubiera menos probabilidades a que el recién nacido muriera.
Otro ejemplo de los cambios de hábitos que se han ido implementando desde la parte de los
profesionales de la salud ha sido precisamente el trato hacia el paciente en cuanto la parte
sanitaria ya que para evitar el contagio del paciente-médico; se deben de adoptar en ciertos
momentos previos-durante-final de la consulta en los que el médico deberá de asear sus
manos para evitar contagiarse y contagiar al personal de la clínica u hospital. Este tipo de
cambios de hábitos (de los cuales más tarde hablaremos más adelante) y más aparte los
avances en medicina han logrado que los promedios de vida aumenten. La cuestión es que
el aumento del promedio de vida ha traído consigo otro tipo de problemáticas y retos. Por
ejemplo, si antes hablábamos de enfermedades como la polio, la viruela, rubeola entre otras
que mermaban la calidad de vida de la población e incluso que fomentaban la muerte de
poblaciones enteras mediante las epidemias; hoy en día podemos decir que muchas de éstas
han quedado en el pasado. Pero en la actualidad ha surgido el reto de otro tipo de
problemáticas que atentan contra la salud de la población las cuales son las denominadas
conductas patogénicas.
En efecto, existen todavía muchas enfermedades crónicas como el VIH, el cáncer, la diabetes
que si bien no matan al instante al paciente, si logran perdurar durante mucho tiempo
mermando su salud. Pero además de esto, se ha detectado que muchas ocasiones la salud
viene a ser afectada precisamente por la adopción de hábitos que la ponen en riesgo. Tales
hábitos son el consumo de tabaco, alcohol, estimulantes, sustancias, una vida sexual
desordenada etc. Otro tipo de hábitos que al inicio parecen inofensivos como es el dormir
tarde, tener una vida acelerada, no comer a las horas adecuadas, consumo de alimento
chatarra, no conservar el peso adecuado según las características del cuerpo entre otros.
La repetición constante de estos llamémosles “malos hábitos” generan a la postre
enfermedades que reducen la expectativa de vida. Es por tanto que se han implementado
campañas de concientización a la población acerca de éste tipo de hábitos. Ahora bien, con
todo esto será suficiente hacer frente a estas nuevas problemáticas con tan solo medidas de
prevención? ¿Y qué hacer con las enfermedades relacionadas con la ansiedad y el estrés, que
son ya parte de las enfermedades propias del siglo XXI? ¿Qué nuevos marcos metodológicos
deberán tomarse para hacer frente ante tales situaciones? Es por tanto que daremos respuesta 1
tales interrogantes mediante una revisión del modelo actual y sus antecedentes además de
hablar de las nuevas posturas del modelo biomédico o dicho de otra manera su nuevo
paradigma.
Conclusión.
Para finalizar hagamos rápidamente un recuento el tema. Como se señaló anteriormente, el
modelo biomédico tradicional estaba enfocado en el reduccionista donde imperaba el ver y
observar al paciente como un ente cuyo cuerpo funge como un recipiente contenedor de
dolencias físicas y portador de enfermedades y se olvidaba completamente del aspecto
humano. Frente a este enfoque los tiempos de ahora en los que se han logrado grandes
avances de la medicina han planteado un panorama donde el enfoque reduccionista ya no es
suficiente para atender las necesidades de ahora. E por tanto el nuevo paradigma que se
ajusta a los problemas a los que se enfrentan los profesionales de la salud se enfocan
principalmente en la atención a la prevención, al cuidado del medio ambiente y también al
cuidado del individuo desde una perspectiva integral, es decir tomando en cuenta sus
vivencias, contexto cultural etc. Este cuidado puede llevarse a cabo mediante un enfoque
transversal en el que el especialista pueda vislumbrar las patologías presentadas por el
paciente desde un punto de vista más global donde no solo su perspectiva se centre en su
campo sino que obtenga datos y propuestas de tratamiento que provengan desde otras aristas.
Este es un caso diferente a lo multidisciplinar (este enfoque fue de los primeros aplicados en
la segunda mitad del siglo pasado)ya que el enfoque multidisciplinar invita al paciente a
tomar diversas atenciones pero separadas unas de otras por lo que no había un flujo genuino
ni una visión unificada que pudiera dar respuesta a la patología. Esperemos que ya con la
transversalidad y estos cambios de visión atendiendo por supuesto a que las terapias tengan
rigor científico, puedan dar respuesta favorable a los nuevos retos que presenta el siglo XXI