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La desidia y el abandono social

El término abandono puede ser aplicado en un amplio contexto de situaciones Asi como
el abandono a personas de la La Tercera Edad no es una enfermedad, es una etapa
psicobiológica de comportamiento racional en interacción con el medio circundante , se
resume en una desventaja social acrecentada por la globalización neoliberal transferida
a la deshumanización y despersonalización del sujeto paciente como el agente.
En cuanto a las obligaciones, se habla de desidia cuando una persona falta al
cumplimiento de las mismas y está vinculada con la falta de atención y el abandono

EL ABANDONO SOCIAL

PROBLEMÁTICA EN INCREMENTO

25 ABRIL 2016,
MARGARITA MEZA GHENNO

El término abandono puede ser aplicado en un amplio contexto de situaciones. En


general hace alusión al acto de dejar de lado o descuidar cualquier elemento, persona o
derecho que se considere posesión o responsabilidad de otro individuo. En este artículo
hago referencia al abandono entre personas que forman un entorno familiar y que se ven
afectadas también debido a la nula salvaguarda de sus derechos humanos
fundamentales.

Las razones por las que una familia o grupo decide abandonar a algún integrante son
muy variadas, pero comparten el hecho de la vulnerabilidad del abandonado, siendo la
mayoría niños y adultos mayores.

En México el 1% de la población concentra el 43% del total de la riqueza, por lo que 55.3
millones de mexicanos viven en la pobreza. Siendo el factor económico un fuerte
detonante del abandono, al no poder afrontar las responsabilidades económicas que
conlleva la manutención de los integrantes de la familia.

En el caso de los niñas, niños y adolescentes, el abandono social es la “omisión de


cuidado y atenciones por parte de padres o tutores, familia extendida, maestros, Estado
y otros actores sociales que interactúan con ellos y que son directa e indirectamente
responsables de su desarrollo pleno e integral”. Al haber sido sometidos a factores como
son maltrato, indiferencia, migración, explotación, abuso sexual, marginación social,
entre otros, los niños se ven forzados a salir a la calle a buscar un medio de supervivencia
sin ninguna red de apoyo, lo que los lleva a otra serie de problemáticas iniciando con una
baja autoestima que los lleva a conductas autodestructivas, volviéndolos presa fácil de
situaciones más complejas como lo son trata de personas, esclavitud, adicciones,
desesperanza aprendida, etc.

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El total de la población infantil en México es de 39.2 millones, de los cuales 21.2 millones
de niños viven en situación de pobreza y 4.7 millones viven en pobreza extrema
(CONEVAL, 2010). De ellos, 3.6 millones, entre los 5 y 17 años de edad, están
trabajando, lo anterior equivale al 12,5% de la población infantil de este mismo rango de
edad. De ellos, 1.1 millones son menores de 14 años; es decir, no han cumplido con la
edad mínima para trabajar marcada por la Ley Federal del Trabajo. Por si esta
información no fuera suficiente, en lo que respecta a las adicciones, el rango de edad de
personas atendidas en centros públicos y privados por consumo de drogas se ubica entre
los 15 y los 19 años de edad. Mientras que gracias a la violencia, en México se registra
la muerte de dos niños menores de 14 años cada día.

Pero este problema viene de muchos años atrás. En la década de los 80 del siglo pasado,
la UNICEF identificó como niños de la calle y niños en la calle al fenómeno social de
la población infantil viviendo en calle afrontando mendicidad, trabajo infantil, drogas,
prostitución, violencia, cero autoestima y desesperanza.

Después de más de treinta años, esta problemática sigue. Ahora vistos con mayor
indiferencia y formando parte de nuestro entorno cotidiano.

Llama la atención el caso de Glyselle, una niña filipina de 12 años que tuvo la oportunidad
de preguntarle al papa Francisco "¿Por qué Dios deja que pasen estas cosas, incluso si
no es culpa de los niños?" y contarle como ella tuvo que recoger comida de los basureros
y dormir en plena calle... cuestiones que raramente analizamos a pesar de tener frente
a nosotros a niños que evidentemente viven en la calle y seguramente recurren a esas
opciones.

A nivel mundial la UNICEF estima que hay más de 100 millones de niños en el mundo
entero que viven en las calles, de los cuáles 40 millones se encuentran en Latinoamérica.

La dimensión del problema se vuelve aún más inmanejable al saber que de esos niños
en situación de abandono, ya sea por rechazo de los padres, orfandad o procesos
jurídicos que obligan a los niños a desarrollarse en un ámbito "institucionalizado" (en
albergues, hospicios e instituciones similares), sólo se cuenta con 922 albergues, cuyo
trabajo arroja el resultado de un promedio de entre 100 y 150 niños reintegrados a su
familia en un año... Y aquí es donde el papel del Estado también le falla a nuestros niños,
ya que dichos albergues no están del todo regulados (7 de cada 10 orfanatos tienen
deficiencias), y los procesos para adopciones son bastante complicados y largos,
privándole así a los niños el derecho fundamental de tener una familia.

El otro sector de la población que ve el abandono social al alza es el de los adultos


mayores. De esta población sólo el 10% recibe una pensión suficiente para cubrir sus
necesidades. En México, el envejecimiento poblacional avanza rápidamente. La
vulnerabilidad de los ancianos respecto a sus familiares aumenta porque la mayoría
carece de una fuente de ingresos para solventar sus necesidades. Contamos con un total
de 10.8 millones de adultos mayores, 4.1 millones perciben una pensión, pero sólo 1.1

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millones reportan ingresos suficientes para atender sus necesidades de alimentación,
medicamentos y habitación; el resto, 9.7 millones, dependen sus familiares para vivir y
atender sus padecimientos crónico-degenerativos.

Ante la pobreza y los nuevos sistemas de contratación vía outsourcing, el esquema de


ahorro para una futura pensión es nulo.

Para el 2018 se alcanzará una población de 18.5 millones de personas mayores de 60


años en México, situación que paulatinamente se recrudecerá, hasta que en el 2050 el
perfil demográfico quede totalmente invertido; es decir, un tercio de los mexicanos será
adulto mayor.

La Encuesta sobre Maltrato a Personas de la Tercera Edad, realizada por El Colegio de


México, apunta que el 70% del total de ancianos es víctima de agresiones físicas y
verbales por parte de sus familiares. Los que más infligen ese tipo de castigos son los
hijos, con un 56%; la pareja, 11%; los nietos, 10%, y personas ajenas, un 23%. El estudio
destaca que a las agresiones verbales y físicas se suma la constante amenaza de
familiares de abandonarlos o recluirlos en un albergue, lo que ya sucede frecuentemente,
sobre todo en las clínicas públicas de salud, en donde mensualmente se reportan entre
cinco y 10 ancianos olvidados por sus parientes, luego de haberlos ingresado para ser
atendidos de padecimientos congénitos, enfermedades mentales. Poco o nada se puede
hacer para aliviar la frustración e inestabilidad emocional que les provoca el sentimiento
de haber sido abandonados por sus propios familiares.

Todo ello refleja la disolución del esquema familiar como se conocía anteriormente que
lejos de ofrecer apoyo y herramientas de contención, reacciona con violencia ante sus
integrantes más vulnerables, alejándolos y rechazándolos, repitiendo patrones en donde
se carece de responsabilidad y aceptación conjunta.

¿Qué análisis podría darnos respuesta, responsables y opciones de cambio? Nos


enfrentamos a un círculo vicioso en donde pobreza, Estado y familia juegan un papel
igualmente responsable, mientras que el número de personas que viven en abandono
social va en aumento.

CONCLUSIÓN
Es indispensable el aceptar que todos algún día llegaremos a un estado de vejez,
tenemos que aprender a convivir con ello y con personas que ya son adultos mayores y
el abandono no es una solución para olvidar esto.

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No tenemos que sentarnos ajenos a esta situación (abandono), esta arraigada en la
sociedad y debemos extirparla para que no se propague y no nos afecte directamente.
Es lamentable el olvido que tiene la sociedad para con la tercera edad, ellos son
personas, historia y conocimiento, personas que nos pueden entregar una infinidad de
sabiduría y cosas útiles, tanto para el desarrollo propio, familiar y de la sociedad con una
visión de fortalecimiento de la misma.
La sociedad necesita y debe entregar amor, se debe empezar por la familia fortaleciendo
este lindo vinculo que nos une el amor.
A modo de sugerencia se deberían implementar técnicas para el desarrollo de la
aceptación de personas de la tercera edad.
Desarrollo de la conducta humana siendo más tolerable ante toda persona con el apoyo
de la psicología conductista, virtud de un crecimiento y una comunicación sana,
interacción, afectividad, y principalmente fortalecer los sentimientos, para que así la
tercera edad sea tomada en cuenta como cualquier otro ser social y que es parte de la
vida social.

Abandono Social

El abandono social es una realidad, y su consecuencia es la ausencia del reconocimiento


que todos los seres humanos necesitan para desarrollarse satisfactoriamente. El
reconocimiento social de todos sus miembros es el pilar del crecimiento de una
colectividad.
Restringir el acceso a los bienes culturales, a la información y a la formación de calidad,
forma parte de históricos encorsetamientos clasistas que presumíamos olvidados.
El abandono social priva de las capacidades de aprendizaje que facilitan las relaciones
interpersonales y condiciona las trayectorias de los individuos. Instituciones como la
escuela no pueden justificar la desatención de los que no están en buena posición de
salida, bajo el manido discurso de la falta de recursos o de la sobrecarga soportada.
El abandono también conforma la realidad de grupos tradicionalmente invisibles: parados
de larga duración, jóvenes en riesgo, personas con discapacidad, ancianos, minorías,
etc, sin olvidar a colectivos históricamente discriminados por género o condición sexual.
La invisibilidad social es una situación que afecta a los que, persiguiendo la integración,
topan con la apatía y la relegación de una colectividad que no les considera. Si a todo
ello, añadimos un cúmulo de exigencias convencionales, inasumibles por la ignorancia
fruto de desatenciones enquistadas en un sistema poco generoso e inclinado por
naturaleza a justificar realidades excluyentes, no puede sorprendernos la utilización de
la fuerza en lugar de la razón, pues las personas privadas de espacio, de palabra, de
opciones participativas, pierden la capacidad de tomar decisiones, de resolver conflictos
racionalmente. En muchas ocasiones, las causas no son las condiciones personales o

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formativas sino la coyuntura que dificulta el acercamiento.
Cómo “la magia” que despliega la protagonista de Bagdad Café, posiblemente ha llegado
el momento de aceptar guías en un proceso delicado de concienciación de la necesidad
de eliminar la zona árida que separa los extremos, porque el rechazo se percibe y el
esfuerzo carece de sentido, la norma desaparece y surge en escena la anomia, la falta
de valores, de realidades satisfactorias y de sentimientos positivos.
Subestimar al otro en pro de privilegios individuales, la acumulación de derechos que
compartidos, se nos antojan inútiles, provoca la desnudez del prójimo.
Y cuando estalla el conflicto, ante situaciones que demandan urgentes cambios, el grupo
que goza de autoridad ejemplarizante percibe la amenaza del cambio demandado, a
través de la expresión de una sintomatología llamada inseguridad, violencia, falta de
garantías, etc.
El comportamiento sintomático del colectivo discorde contribuye a totalizar sobre él la
tensión, focalizando soluciones sobre el síntoma dejando aparte las realidades que
provocan el problema.
Es una respuesta accidental, una tentativa de solución, generalmente acciones
ejemplarizantes que no hacen sino extender el desierto.No olvidemos que la inteligencia
social va asociada a la capacidad para aprender de los errores colectivos. Si el
aprendizaje colectivo produce saberes, no podemos permitirnos el lujo del abandono
social en pro de la razón individual.

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INTRODUCCIÓN
El abandono que sufre la tercera edad es una dinámica que se vive a diario, son innumerables las
historias que existen sobre el abandono, desplazamiento o el destierro del núcleo familiar. Historias
que describen la realidad de miles de adultos mayores.
Es por esto de la elección del tema a describir, la importancia que se le debe atribuir al abandono,
situación que todos como personas sufrimos en alguna etapa de nuestras vidas, pero ante la mirada
de la sociedad no es mucho lo que se hace para remediar esto, educando a la sociedad para evitar este
hecho.

Debemos que la población mundial crece día a día y que un gran porcentaje de este rendimiento será
atribuido por la tercera edad, siendo esto ultimo, objeto de la aplicación de leyes y políticas sociales a
favor de la tercera edad.
Desde el punto de vista personal creo que toda intervención que se realice tanto en los niños, mujeres
y adultos en general, es importante y es materia de estudio para profesionales a futuro, no obstante
no es mucho lo que se hace para conocer este tipo de situaciones o para evitar esto.
Es importante ondear en temas de esta índole, ya que todos llegaremos a esta etapa de la vida o
alguien cercano a nosotros cómo un familiar, amigo o como ser social.
Tenemos como futuros profesionales, saber identificar las carencias visibles en
la gestión laboral existente en nuestros días. Tengo la sensación que es relevante dar la importancia
que se debe a lo nuevo y a lo antiguo en conjunto en pos de una construcción social horizontal sin
desmedro de ninguna etapa de la vida (niñez, adultes, vejez, etc.). la familia necesita mantener y
cuidar la historia que se encuentra en la vida y los recuerdos de la tercera edad, en lo personal
mi familia perdió esa instancia y es triste el ya no poder recuperar u oír de los labios de mi abuela
como ejemplo.
En un grupo familiar hay distintas etapas en donde se clasifica o se encasilla cada miembro de la
familia como por ejemplo etapa infantil, adultes y vejez o en otras palabras la tercera edad. El o los
miembros que se encuentran o han llegado a esta etapa, en la mayoría de os casa son excluidos o
desplazados por el resto o mayoría de los miembros de la familia.
Existiendo una ruptura en los planos afectivos, de comunicación, interacción como ser social, dentro
de un grupo familiar social.
La familia como grupo social tiene cambios y es mutable a la época que se vive, en donde se da mas
importancia a lo personal que a las relaciones que existen dentro de los componentes sociales.
ABANDONO O DESPLAZAMIENTO
Una de las razones mas comunes es cuando una persona de la tercera edad es cuando ha cumplido
con su vida laboral útil, persona que no es productiva en términos económicos para un grupo
familiar, transformándose en una carga potencial de gastos para la familia a la que pertenece.
Situación que se transforma en causal de rompimiento de interacción humana, relaciones,
comunicación y hasta la afectividad, etc. Siendo esta ultima de gran importancia para el
fortalecimiento y crecimiento de una familia.
Al producirse un quiebre en los puntos antes nombrados (comunicación, afectividad, etc.), la tercera
edad se repliega o es desplazada a un "rincón" del hogar, reduciéndose su mundo social provocando
en el sujeto (tercera edad)una serie de repercusiones tales como abandono familiar social,
aislamiento transformación o cambios en los lazos afectivos, cambios bruscos en los estadios de
animo, etc.

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Otro de los casos recurrentes es en situaciones en donde el sujeto de la tercera edad es padre o madre
y recibe a su hijo (a) con su familia (allegados), siendo estos una apropiamiento del hogar en una
forma temática y paulatina de este (hogar), desplazando al sujeto en estudio a dependencias
reducidas el ignoro de su opinión y/o en muchas situaciones se produce un ambiente de agresión
tanto fisco, verbal y psicológico, ocasionando en el agredido daños psicológicos, neuronales,
emocionales, conductuales y en algunos casos físicos que por la avanzada edad del sujeto son daños
irreparables médicamente hablando
Cuando el sujeto en cuestión pertenece a un grupo familiar extenso y nadie de los componentes de la
familia se quiere preocupar o hacerse cargo del cuidado de este. Viviendo periodos cortos en los
hogares de quien le haya tocado el turno de cuidarlo, haciendo sentir que es una carga. Circunstancia
que lo lleva a estados de depresión, desequilibrio emocional, rechazo y el estado anímico decae,
llevándolo a cuadros depresivos que en muchos casos se desea que llegue al momento de morir para
llegar al termino de su calvario. Siendo esta etapa de la vida la más dura y triste para una persona
que debería disfrutar y descansar con agrado hasta el término de su vida, instancia que todo persona
desea.
Las situaciones antes descritas son unas de las muchas que existen a diario en perjuicio de las
personas de la tercera edad, situaciones que tienen una repercusión dañina para un grupo familiar y
para la sociedad en sí.
Existe una perdida de identidad para la familia y la sociedad, se extingue la historia que se trasmite
verbalmente, sabiduría que se adquiere a través de los años y el adulto mayor la posee.
REPERCUSIONES
El abandono o desplazamiento tiene consecuencias sobre las personas como ser social
y problemas que afectan directamente sus emociones, salud, sentimientos, etc. Algunas de las
repercusiones son gracias a las razones o circunstancias antes nombradas y descritas anteriormente.
La tercera edad es afectada en un principio con un abandono social familiar, es decir, se rompe la
comunicación dentro del grupo familiar, los sentimientos pasan al olvido en combinación con el
aislamiento desplazando al sujeto a un margen del olvido que es una persona y no un objeto que
sirve para decorar el hogar.
Los lazos afectivos se rompen ocasionando un quiebre dentro de una familia al igual que las personas
afectadas. La comunicación se interrumpe cortando toda relación e interacción entre los
componentes familiares y el sujeto de la tercera edad.

Sus emociones también sufren un cambio en el proceso del olvido, transformándose (adulto mayor)
en personas sensibles y que se ven afectadas por cualquier tipo de situación y/o problemas que hacen
que caigan en cuadros depresivos que en consecuencia afectan su salud, su percepción d los
estímulos y sensaciones.
La conducta se transforma su sensibilidad crece y todo a su alrededor le molesta, ruidos, cosas en
general, etc. Como por ejemplo si un niño pasa corriendo le molestará reaccionado en forma violenta
y agresiva en el trato que tendrá con el niño. Esto a su vez provoca un mayor aislamiento en perjuicio
de si mismo.
La soledad que afecta al adulto mayor se ve reflejada muchas veces en el desear la muerte, para no
ser carga de nadie y también para no ser una molestia . Anímicamente decaen siendo vulnerables a
cualquier cosa que los pudiese afectar.
La salud psicológica se ve afectada, la percepción de la realidad cambia no es la misma que los demás
perciben , a esto último debemos agregarlaresponsabilidad que tienen el abuso físico que muchos

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adultos mayores sufren por parte de sus familiares (hijos, nueras, yernos, nietos, etc.), esto además
de los estímulos externos , en sus alteraciones nerviosas, etc. Ocasionando un desequilibrio en
su personalidad afectan sus relaciones cono ser social.
LLEGAR A LA TERCERA EDAD EN CHILE ES UNA CONDENA
Cada vez que sale a la luz un nuevo caso de ancianos maltratados, ignorados o abandonados, llueven
las acusaciones a diestra y siniestra sobre quién asume la responsabilidad. Generalmente, estas
personas que durante muchos años aportaron con su trabajo o con su experiencia, se ven
enfrentados al olvido y pasan a ser una molestia para esta sociedad, que no permite defectos tan poco
gratos como ser un fracasado, ser pobre, discapacitado, gordo o viejo.
Entonces todos nos pasamos la pelota, que el Gobierno, que las instituciones de caridad, que los
inescrupulosos que lucran con los pobres "abuelitos", etc. Llegar a viejo en Chile es casi una condena,
es un tema del que no se quiere hablar, y no sólo es un problema que viven los ancianos pobres.
En este país se subestima a los ancianos. No todos están enfermos de la cabeza para que los traten y
les hablen como si fueran unas guaguas. Tener dificultades para desplazarse no significa que no
puedan hacer pequeñas tareas que los hagan sentirse útiles.
El que disminuyan su capacidad auditiva no quiere decir que no puedan mantener una conversación
interesante. El que tengan 80 años no quiere decir que dejaron de tener sueños.
Muchos ancianos se desconectan del mundo porque están terriblemente solos, porque son
marginados de toda actividad familiar, porque nosotros los jóvenes no les damos cabida. No nos
hacemos el tiempo para caminar un poco más lento, ni para escuchar una frase mal articulada.
A los ancianos hay que escucharlos, con mucha paciencia. Ellos son los que nos han legado todo lo
que alguna vez le legaremos a los que vienen luego de nosotros. El deterioro sería menos penoso si
cada uno que tiene un familiar, un amigo o un vecino de la tercera edad comenzara por
ponerle atención, por tratarlo como un igual que tiene cosas que decir; basta un saludo, una sonrisa y
no subestimarlo.
SENTIDO Y VALOR DE LA VEJEZ
Las expectativas de una longevidad que se puede transcurrir en mejores condiciones de salud
respecto al pasado; la perspectiva de poder cultivar intereses que suponen un grado más elevado de
instrucción; el hecho de que la vejez no es siempre sinónimo de dependencia y que, por tanto, no
menoscaba la calidad de la vida, no parecen ser condiciones suficientes para que se acepte un
período de la existencia en el cual muchos de nuestros contemporáneos ven exclusivamente una
inevitable y abrumadora fatalidad.
Está muy difundida, hoy, en efecto, la imagen de la tercera edad como fase descendiente, en la que se
da por descontada la insuficiencia humana y social. Se trata, sin embargo, de un estereotipo que no
corresponde a una condición que, en realidad, está mucho más diversificada, pues los ancianos no
son un grupo humano homogéneo y la viven de modos muy diferentes.
Existe una categoría de personas, capaces de captar el significado de la vejez en el transcurso de la
existencia humana, que la viven no sólo con serenidad y dignidad, sino como un período de la vida
que presenta nuevas oportunidades de desarrollo y empeño. Y existe otra categoría -muy numerosa
en nuestros días- para la cual la vejez es un trauma. Personas que, ante el pasar de los años,
asumen actitudes que van desde la resignación pasiva hasta la rebelión y el rechazo desesperados.
Personas que, al encerrarse en sí mismas y colocarse al margen de la vida, dan principio al proceso
de la propia degradación física y mental.
Es posible, pues, afirmar que las facetas de la tercera y de la cuarta edad son tantas cuantos son los
ancianos, y que cada persona prepara la propia manera de vivir la vejez durante toda la vida.

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En este sentido, la vejez crece con nosotros. Y la calidad de nuestra vejez dependerá sobre todo de
nuestra capacidad de apreciar su sentido y su valor.
Rectificar la actual imagen negativa de la vejez, es, pues, una tarea cultural y educativa que debe
comprometer a todas las generaciones. Existe la responsabilidad con los ancianos de hoy, de
ayudarles a captar el sentido de la edad, a apreciar sus propios recursos y así superar la tentación del
rechazo, del auto-aislamiento, de la resignación a un sentimiento de inutilidad, de la desesperación.
Por otra parte, existe la responsabilidad con las generaciones futuras, que consiste en preparar un
contexto humano, social y espiritual en el que toda persona pueda vivir con dignidad y plenitud esa
etapa de la vida.
CONCLUSIÓN
Es indispensable el aceptar que todos algún día llegaremos a un estado de vejez, tenemos que
aprender a convivir con ello y con personas que ya son adultos mayores y el abandono no es una
solución para olvidar esto.
No tenemos que sentarnos ajenos a esta situación (abandono), esta arraigada en la sociedad y
debemos extirparla para que no se propague y no nos afecte directamente.
Es lamentable el olvido que tiene la sociedad para con la tercera edad, ellos son personas, historia
y conocimiento, personas que nos pueden entregar una infinidad de sabiduría y cosas útiles, tanto
para el desarrollo propio, familiar y de la sociedad con una visión de fortalecimiento de la misma.
La sociedad necesita y debe entregar amor, se debe empezar por la familia fortaleciendo este lindo
vinculo que nos une el amor.
A modo de sugerencia se deberían implementar técnicas para el desarrollo de la aceptación de
personas de la tercera edad.
Desarrollo de la conducta humana siendo más tolerable ante toda persona con el apoyo de
la psicología conductista, virtud de un crecimiento y una comunicación sana, interacción,
afectividad, y principalmente fortalecer los sentimientos, para que así la tercera edad sea tomada en
cuenta como cualquier otro ser social y que es parte de la vida social.

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