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LOS MONOLOGOS DE LA VAGINA

(Eve Ensler)

Obra en un Acto
ACTO UNICO
Los monólogos que a continuación se muestran se presentaran en forma de lista, no de
dialogo.
(Tres sillas acomodadas en proscenio a distancias iguales una de la otra. Toda la puesta se
llevara a cabo en ellas. Suena música y entran tres mujeres vestidas de negro y descalzas,
toman asiento y empieza la obra.)

Solo te voy a hacer unas cuantas preguntas y contesta lo que sea cómodo responder, no
profundices nada y si sientes como… dime. Y si quieres adicionar algo después de una
pregunta que te haya hecho, eso también está bien ¿sí?
¿Cuándo fue la primera vez que la viste?
- Fue como una cosa accidental, había un espejo en el piso y camine y dije: ¿Qué? ¿Qué
fue eso?
- Jajajaja
- Hice una investigación
- Ni siquiera le digo la palabra a mi ginecólogo
- Creo que no me vi hasta en la universidad
- Yo fui a la biblioteca y estaba husmeando en la biblioteca, viendo entre los libros pero ya
sabes, cubriendo el libro con otra cosa. Y decía: “admírala, es una bella flor, son como
rosas” y yo dije: “No hablamos de lo mismo”
-Yo le tome fotos, tenía una cámara Polariod y me metí al baño y… tomaba fotos
- Me avergüenza
- Todas esas cosas son como secretas ¿sabes? Y no son para… Son para tu propio disfrute.

Así es como la feminista Eve Ensler empezaba a crear el movimiento más grande de
vaginas que hasta el momento conocemos, dándose cuenta de que no había contexto
para que las mujeres hablaran de sus vaginas inicio esta corriente una tarde cuando
casualmente le pregunto a sus amigas: “¿Qué piensas de tu vagina? ¿Qué crees?” Y en el
transcurso de tres a cinco años ya había entrevistado a más de 200 mujeres.

¿Qué se siente estar hablando de tu vagina?


-Es extraño
-Creo que es liberador pero también es gracioso
-Ansiosa como nerviosa, con miedo a lo que voy a decir
-En verdad pensé que iba a ser algo incomodo pero no lo es. Lo haces fácil.

Y lo que cada mujer le decía era más sorprendente, más escandaloso, perturbador, más
emocionante que la siguiente y una mujer me decía: “Realmente tienes que hablar con tal
y tal sobre su vagina, tiene una historia impresionante” y ella me decía: “No, necesitas
hablar con tal sobre su vagina, ella…” y antes de darse cuenta estaba hasta el cuello con
este asunto de la vagina. Ya lleva un rato en esto y no creo que se zafe del mundo de las
vaginas en mucho tiempo.
Desde diálogos de la vulva, pasando por monólogos de la vagina hasta las crónicas de la
viagra ha recibido por nombre este soliloquio vaginal. Por eso hoy estamos aquí curiosos,
morbosos, hombres y en especial mujeres. Para descifrar el enigmático mundo de las
vaginas. ¿Qué piensan de su vagina?

1. Apuesto a que están preocupados, yo estaba preocupada por eso inicie este
espectáculo, estaba preocupada sobre las vaginas, me preocupaba lo que
pensábamos sobre las vaginas y estaba aun más preocupada por qué no pensamos
en ellas. Estaba preocupada sobre mi propia vagina, necesitaba un contexto, una
comunidad, una cultura de otras vaginas. Hay tanta oscuridad y secreto alrededor
de ellas como el triangulo de las bermudas, nunca nadie jamás regresa de ahí. En
primer lugar ni es tan fácil siquiera encontrar tu vagina. Las mujeres pasan días,
semanas, meses sin vérsela. Entreviste a una ejecutiva de mucho poder y me dijo
que no tenía tiempo, verse la vagina me dijo, es trabajo de todo un día. Tienes que
acostarte sobre tu espalda, frente a un espejo tamaño grande, tienes que ponerte
en la posición perfecta con la luz perfecta que luego se ensombrece por el ángulo
en el que estas, estas torciendo la cabeza, arqueando la espalda, es extenuante.
Estaba ocupada, no tenía tiempo. Así que yo decidí hablarles a las mujeres sobre
sus vaginas. Empezaron como entrevistas casuales de vaginas y se convirtieron en
los monólogos de la vagina. Hable con más de 200 mujeres jóvenes, mujeres
mayores, mujeres casadas, lesbianas, mujeres solteras, hable con profesoras
universitarias, profesionistas corporativas, actrices, sexoservidoras, hable con
mujeres afroamericanas, hispanas, mujeres nativas, norteamericanas, mujeres
caucásicas, mujeres judías. Al principio las mujeres eran un poco tímidas, un poco
renuentes a hablar pero una vez que empezaban no podía pararlas. Las mujeres
aman hablar sobre sus vaginas. En verdad, lo adoran. Principalmente por nunca
nadie les había preguntado antes.
Empecemos solamente con la palabra “vagina”. “Vagina”. Suena como una
infección gravísima, tal vez un instrumento medico: “Rápido enfermera, páseme la
vagina”. “Vagina”.”Vagina”. No importa cuántas veces digan la palabra, nunca
suena como la palabra que quieren decir, es una palabra completamente ridícula,
completamente anti sexual. Si la usan haciendo el amor, tratando de ser
políticamente correctos, matarían el acto ahí mismo. “¿Qué onda papi? ¿Quieres
ver mi vagina?”. Me preocupa como la llamamos y como no. En Nuevo York le
dicen “pussycat”, en español seria gatito. Una mujer me dijo que su madre le
decía: “No uses pantaletas debajo de la pijama, querida. Necesitas airear el gatito”
En Tepito la llaman pucha, los albañiles la torta, le dicen la polvera, la pusa, la
pepa, la pipi, la papaya, la panocha y el pozo, le dicen trinchera, chimuela, nicho,
dignidad, la caverna del oso, cosita, labiosa, la funda del puñal, pan, mico, la jaula
del gallo, la saca mocos, el mondongo, la come plátano, la pijama, el agujero, el
bombón, la goloso, la me prestas, el tamal, tortita, concha, la tarántula en el norte.
La amazona en Veracruz y la apestosa en el sur. Estamos preocupadas por las
vaginas.

Este primer monologo está basado en la historia de una mujer, muy parecido a como
lo escuche. Aunque el tema de esta entrevista apareció en otras entrevistas, fue muy a
menudo comentado y el tema es: vello.

“VELLO”

2. – El vello me gusta porque vello – vaginas, vaginas – vello. La vagina es vello. Me


gusta mi vello. Me gustaría inclusive tener más vello de hecho. Vello
- Soy pelirroja y vaya, todo es rojo, rojo, rojo, rojo.
- Nunca me he afeitado la línea del bikini, uso trajes de baño adecuados para que
se cubra bien pero yo no, yo nunca, sentí que tenía, que debía hacerle ningún
corte.
-Yo me he afligido por el vello desde que tenía ocho años. En mi vagina, me da
mucha curiosidad como se sentiría no tener vello.
- No me refiero a un corte, porque ya sabes, no es nada así de loco por que yo me
lo hago sola, así que ¿Qué tan loco puede ser? Solo como una cosa linda, limpia,
normal ¿entiendes? Pensé que todas hacían eso ¿no?
No pueden amar a una vagina a menos que amen el vello, muchas personas
detestan el vello. Mi primer y único esposo detestaba el vello, decía que era
enredado y sucio, él me hacía afeitar mi vagina, se veía abultada y expuesta como
una niñita, esto lo excitaba. Cuando me le hacía el amor a mi vagina, se sentía
como debía sentirse una barba, se sentía rico rascarla y era doloroso como rascar
un piquete de mosco, había irritados puntos rojos, se sentía como si estuviera
quemada así que me rehusé a rasurarme de nuevo. Y entonces mi esposo tuvo un
amante, cuando fuimos a la terapia marital dijo que cogía por ahí porque no lo
complacía sexualmente, no me afeitaba mi vagina. La terapeuta tenía un fuerte
acento alemán y aspira ahm entre las oraciones ahm para mostrar su empatía. Ella
me pregunto ¿por qué no quería complacer a mi esposo? ¿Por qué no quería
afeitar mi vagina? Le dije que pensaba que era raro, me sentía infantil cuando mi
vello no estaba ahí abajo y no podía evitar hablar con voz de bebé. Ni siquiera la
mejor crema podía detener la irritación. Ella me dijo que el matrimonio era un
compromiso. Le pregunte que si afeitándome la vagina podría hacer que mi esposo
dejara de coger por ahí, le pregunte si ya había tenido muchos casos como este y
me dijo que las preguntas diluían el progreso. Estaba segura de que era un buen
principio de que yo solo debía dar el brinco. Esta vez cuando llegamos a casa él
pudo afeitar mi vagina era como el premio especial de la terapia, la corto unas
cuantas veces y hubo un poco de sangre en la bañera, él no lo noto, estaba tan
emocionado afeitándome y luego cuando mi esposo estaba presionándose contra
mí yo podía sentir su larga agudeza metiéndose en mi desnuda y expuesta vagina.
No había protección, no había pelitos. Me di cuenta entonces que el vello está ahí
por una razón, son las hojas alrededor de la flor, el jardín alrededor de la casa.
Tienes que amar el vello para poder adorar a la vagina, no puedes elegir las partes
que quieres. Y además, mi esposo, bueno… no dejo de coger por ahí.

Entreviste a un todo grupo de mujeres de entre 65 y 75 años de edad y sin duda fue el
grupo más mordaz, principalmente porque creo que ninguna mujer de ese grupo había
tenido una entrevista vaginal antes. Una mujer en especial tenía 72 años y nunca había
observado su vagina. Se la lavaba siempre a la hora del baño pero nunca con una idea
consiente de conocimiento y además nunca había tenido un orgasmo. Cuando cumplió 72
fue a terapia por primera vez y trabajo con una terapeuta maravillosa que la hizo irse a
casa sola, me dijo que encendió unas velas, puso música, tomo un baño, se recostó y me
dijo que le tomo más de una hora porque era artrítica, pero cuando en verdad encontró su
clítoris dijo que lloro. Esto es para ella: “El diluvio”

“EL DILUVIO”

3. Ahí abajo. No he estado allí abajo desde 1943, no, no tuvo nada que ver con el
descubrimiento de América. No, no, créanme, no querrían bajar ahí es muy
húmedo huele a moho y se pega la ropa, es horrible. No, no hubo ningún accidente
haya abajo, no explotamos ni nos incendiamos, no fue tan dramático. ¿Qué hace
una chica tan linda como tú hablando con quien sabe cuántas viejas sobre sus haya
abajos? No hacíamos este tipo de cosas cuando tenía tu edad. Bueno, había un
chico, oh Dios. Andy. Andy Lepcof. Él era tan guapo y alto como yo. Me invito a
salir con él en su nuevo y blanco Chevrolet y oh por Dios. No puedo hacer esto. Lo
siento pero no puedo hablarte sobre ahí abajo. Sabes que está ahí como el sótano,
puedes oír las tuberías, hay cosas que se atoran de vez en cuando, algunos
animales y cosas. Se humedece, vienen personas que tapan las goteras de otra
manera las puertas quedan cerradas. Te olvidas de ello. Andy… era un rorro, así les
decíamos en mis tiempos, estamos en su auto y en lo único que pienso es en mis
rodillas, tengo piernas muy largas y mis rodillas están aplastadas contra el tablero
cuando Andy solo me toma y me besa en este tomarte desprevenida como lo
hacen en las películas románticas y bueno, me excite, sí la verdad me excite. Y
había un, bueno había un, había un diluvio ahí, este rio de vida, este fuerza de
pasión salía a torrentes de mí a través de mis pantaletas justo hasta el blanco del
asiento de su nuevo Chevrolet. Bueno no era pipi y no era oloroso. Bueno Andy
dijo que olía como leche acida y que estaba ensuciando su asiento. Yo era una rara
y olorosa chica él dijo. Trate de explicarle que su beso me tomo desprevenida y
que yo no era habitualmente así. Trate de limpiar el diluvio con mi vestido, era un
vestido hermoso nuevo color crema y se veía horrible con el diluvio en el. Andy me
llevo a casa y él nunca jamás me dirigió una sola palabra. Cuando baje de su auto
les juro que cerré, tapie, forcé la tienda, nunca he abierto el negocio de nuevo. Así,
solía tener unos sueños, pero son unos locos, sueños estúpidos ¿Por qué? Ben
Reynalds, no sé porque, el tipo no hizo nunca nada por mí en la vida pero siempre
en mis sueños éramos Ben y yo, Ben y yo, Ben y yo. Salimos a cenar, a uno de esos
restaurantes lujosos que siempre ves por Polanco, enormes candiles, miles de
meseros con sus chalecos. Ben estaba ahí, me daba un ramo de orquídeas y lo olía
todo el tiempo, nos reíamos. Siempre estábamos riéndonos Ben y yo, risa y risa,
un coctel de camarones, delicioso, enormes camarones. Entonces Ben se inclinaba
hacia a mí y cuando estaba justo casi por besarme el restaurante completo
comenzaba a temblar, palomas volaban desde debajo de la mesa, no sé que hacían
ahí las malditas palomas y el diluvio venia, directo de ahí abajo. Este se derramaba
desde ahí, se derramaba y se derramaba, había botes ahí mismo y pequeños peces
y el restaurante entero se inundaba con mi diluvio y ahí estaba Ben en el con el
diluvio hasta la cintura, viendo horrorizado, horriblemente desilucionado de que lo
hubiera hecho de nuevo y mientras veía a sus amigos Ricky y Marvin nadando ahí
con sus smokings y trajes de noche. Ya no tengo esos sueños jamás, no. No desde
que sacaron todo lo que estaba conectado con lo de abajo, sacaron las trompas, el
útero, todo el asunto. Mi doctor cree que es un gran comediante, me dice: “sino
gozas lo trozas” pero en verdad era cáncer, tenía que sacar todo, altamente
escandaloso de todos modos. Hago otras cosas, amo las exhibiciones de perros,
vendo antigüedades. Disculpa, de nuevo ¿Qué le pondría? ¿Qué tipo de pregunta
es esa? ¿Qué le pondría? Le pondría un letrero: “cerrado debido al diluvio” ¿Qué
diría? Te he dicho que no es una persona que habla, es una parte, una parte a la
que no vas. Clausurado, bajo la casa, ahí abajo. ¿Estás contenta? Hiciste que una
anciana hablara de esto ¿Te sientes mejor? De hecho, te diré la verdad. Tú eres la
primerísima persona con la que hablo sobre cualquiera de estas cosas. Me siento
un poco mejor.
¿Alguna vez has visto tu vagina?
-Nunca lo hice, nunca. No lo creo, no lo creo y eso que he tenido varios hijos
¿Cómo imaginas que se vea?
-Bueno, creo que la he visto en el consultorio del doctor, cuando estoy en los estribos y
hay un espejo, estoy segura de que la he visto con el paso de los años
-Paso que miraba hacia abajo y ahí estaba esa horrible cosa que me regresaba la mirada,
hay por Dios.
¿Hiciste bien el amor hoy?
-Sí. Dijiste bien no que tan seguido
¿Hay algo especifico que desees?
-Bueno, ahora mismo tal vez sexo. Por qué ha pasado mucho tiempo. Tal vez ha llegado a
ser solo deseo. Solo deseo. ¿Por qué no entras en razón y me hechas una manita aquí
abajo?
-Me duele porque todavía me gusta jugar a la casita. Estoy vieja no muerta.

Este próximo monologo se basa en una entrevista que hice con una mujer que tuvo una
buena experiencia con un hombre. Sí, las hay.

“POR QUE LE GUSTABA VERLA”

4. Esto es como llegue a amar a mi vagina, es embarazoso, porque no es


políticamente correcto. Mira yo sé cómo debía de haber pasado, en un baño con
varias sales del mar muerto, con música de Enya, mi persona amando a mi ser
femenino. Conozco la historia, las vaginas son preciosas, nuestro auto desprecio es
solo nuestra represión interna y el odio de la cultura patriarcal, no es real, gatitos,
tortas como quieras decirle, únanse. Me las sé todas, es como si hubiéramos
crecido en una cultura que diga que los muslos gordos son hermosos, todas
estaríamos atascándonos de malteadas y donas pasando nuestros días recostadas
como vacas sin hacer nada engordando el muslo pero no crecimos en esa cultura
¿verdad? No. Yo odiaba mis muslos y odiaba a mi vagina aun más. Pensé que era
increíblemente fea, era una de esas mujeres que la había visto y desde ese
momento en adelante desee olvidarla. Me dio asco. Me compadecía del que tenía
que bajarse. Para sobrevivir tenía que pretender que había algo más entre mis
piernas. Me imaginaba muebles. Cómodas repisas forrados con tela de algodón,
pequeñas mesas de centro o pequeñas cosas, pañuelos de seda, cositas para
masetas y teniendo el pensamiento de esto ya no tenía el recuerdo de que tenía
una vagina. Cuando un hombre estaba dentro de mi me imaginaba que estaba una
edecán haciendo el que hacer, metiéndole la mano a mi jarrón chino. Entonces
conocí a Bob. Bob era el hombre más ordinario que hubiera conocido. Delgado,
alto, indefinido, usaba ropa color caqui. A Bob no le gustaba la comida con
especias y no veía la televisión. No tenía interés en la lencería sexy. En el verano
pasaba horas en la sombra. No compartía sus pensamientos internos, no tenía
problemas ni nada y además no era alcohólico. No era muy gracioso, ni articulado,
ni gracioso. No era grosero, inaccesible, no era egoísta, ni carismático. No
conducía rápido. Particularmente creo que no me gustaba Bob. Ni siquiera lo
hubiera notado sino hubiera recogió el cambio de estaba en el piso del café.
Cuando él me entrego mis billetes y centavos y su mano toco accidentalmente
toco la mía algo pasó… me fui a la cama con él. Ahí es cuando el milagro ocurrió,
resulto que Bob amaba las vaginas. Era todo un conocedor. Amaba como olían,
como sabían, como se sentían, pero lo más importante era que Bob amaba como
se veían. Tenía que verlas. La primera vez que hicimos el amor me dijo que tenía
que verme. “Estoy aquí Bob”. No, a ti dijo. Necesito verte a ti. Prende la luz le dije,
pensando que era un loco que estaba enloqueciendo en la oscuridad. Encendió la
luz y dijo: bueno estoy listo. Estoy listo para verte. “Aquí estoy Bob, justo frente a
ti” Empezó a desvestirme. ¿Qué estás haciendo Bob? Necesito ver cómo eres. Pero
ya has visto una mesita de centro antes. Y Bob continuaba. No pararía y yo quería
vomitar y morir. Esto es demasiado íntimo Bob ¿No puedes solo hacerlo? No, el
dijo, es quien eres; necesito mirar. Contuve mi respiración, el vio y vio y jadeo
mucho y sonrió y gimió. Comenzó a respirar mucho y su cara cambio, ya no era el
mismo, ahora parecía una bestia fuerte y hambrienta. Eres tan bella, dijo, eres
elegante y profunda e inocente y salvaje. ¿Viste eso ahí? Le dije. Era como si
hubiera leído mi mano. Yo vi eso, me dijo, eso y mucho, mucho más. Bob se quedo
mirando por más de una hora, como si estudiara un mapa, mirando a la luna,
mirándome a los ojos pero era mi vagina. Con la luz yo lo veía mirándome, estaba
tan excitado, tan en paz, eufórico que comencé a excitarme. Me excite, comencé a
verme de la manera en que el me veía, comencé a verme como algo hermoso,
como una hermosa pintura o una gran cascada. Bob no tenía miedo, no estaba
siendo vulgar. Comencé a gozar. Comencé a sentirme orgullosa, a amar mi vagina y
Bob enloqueció ahí y yo estaba ahí con él, en mi vagina y perdimos la razón.

Si tu vagina se vistiera ¿Qué llevaría?


-Oh, sabía que me ibas a hacer esa pregunta y dije que todas dirían probablemente que
llevarían una falda cara o un vestido Calvin Klein o algo parecido
-Le pondría un sombrero
-Mucho brillo
-Algo de seda roja
-Jeans
-Una boa rosa
-Unas botas y bloqueador solar
-Algo de los 40
-Adoro el cuero es sexy
-Seria calva y tendría un aro
-De hecho si vagina es nudista
-Ya no lleva nada de ropa
-Unos zapatos, unas chanclas, tal vez un gorro
-Llevaría un vestido antiguo
-Pantalones moteados negros y una camiseta transparente negra
Después de un espectáculo en Pittsburg una mujer se acerco a mí y me dijo: tengo que
hablar con usted de inmediato, estaba molesta. La llame cuando había regresado a Nueva
York, me dijo que le había gustado la obra pero que sentía que había perdido la textura de
la vagina, ella necesitaba hablar de la textura. Durante la siguiente hora me hablo de la
textura de la vagina con tal conocimiento y detalle, que para ser honesta me tuve que
recostar al final de la conversación. Sin embargo, durante el curso de la conversación
también me dijo que yo había dicho algo acerca de una palabra en particular, una palabra
peyorativa, que se usa para denigrar a la vagina y que necesita reivindicarme para decir
esta palabra, así que durante la siguiente hora me hablo de esta palabra y cuando se retiro
me había convertido. Escribí esto para ella: “Reivindicando coño”

“REIVINDICANDO COÑO”

5. Yo le digo coño. Lo reivindico: coño. Enserio gozo al decirlo: coño. Solo escúchenlo,
escúchenlo, cccc oooo ññññ, cccooo, ccccoooñññoooo, ah, ccc caverna, concha,
clítoris, coño, venas, acércate, vamos entra, entra, entra, cc, cc, luego oo luego
auh, luego curva invitante cortándote a ti. Honorable, oscuro, oh, duro si una oh.
Si tú, luego eñe. Luego coñ coñ. Estas letras embonan a la perfección. Con eñe
araño, rasguño, añoro, ensueño, siempre profundo, siempre rasgando el enorme
coñ coñ, un loco, un fuerte, rabioso y eléctrico pozo. Dentro, dentro, luego suave y
húmedo y coñ, y coñ y luego oo y luego oo. La filosa y odiosa letra oo. Olorosa,
oculta, orgullosa, ofrecida, onerosa, honrada, onda, ondulada, orgasmo, olfatea,
dime, dime coño, coññño, dime, dime, atrévete, dime coñññño. COÑO. Amo esa
palabra, me enloquece decirlo. No puedo evitar estar en el aeropuerto
malhumorada y diciendo esa palabra todo cambiaria. Es mi palabra favorita. Coño,
coño, coño, coño, coño, coño. Se siente bien rico. Inténtelo, dígalo a ver. Coño,
coño, soy un coño. Coño. No diré esto mi madre lo verá. Coño. Díganlo, dejara de
cabeza su día. Se los prometo.
Les pregunte a las mujeres: Si tu vagina pudiera hablar ¿Qué diría?
-Ve despacio
-Las dos primeras palabras que pensé fueron Oh no, pero no se que signifique eso para ti
una pregunta o es lo que diga mi vagina oh no.
- Paquete helado
-Aliméntame
- (Relincha como caballo)
-Cómeme es lo que viene a mi mente
-Entra y pásatela bien
-¿Dónde está Tom?
-¿Qué quieres?
-¿Ya merito?
-¿Tan rápido?
-Quiero sexo
-Si
-Necesito sexo
-Más
-Ayúdame
-Entre bajo su propio riesgo
-¿Qué tal?
-Ve despacio
-¿Qué onda?
-Hola maestra
-¿Qué pasa querida?
-Dale
-Aquí estoy
-Aquí estoy
-Aquí estoy
-Gracias
-Acepto obsequios
-Estoy feliz
-Salte salte
-Vente vente
-Esto es para carros no para trailers
Durante 10 años tuve el privilegio de trabajar con mujeres en Nueva York que no tenían
hogar, en esos tiempos yo hacia cualquier tipo de cosas: vagueaba, comía, tenia grupos,
iba al cine y entreviste a cientos y cientos de mujeres indigentes y tengo que decirles que
en todos esos años, en todas esas entrevistas solo conocí a una mujer que no fue
sexualmente abusada cuando niña o que no fue violada cuando adolescente. Esta es la
mujer en particular que conocí hace 7 años en el albergue y esta es su historia tal y como
me la conto, yo no le aumente o cambie nada. Lo que no está en su historia es que
conoció a una mujer en el albergue, se enamoraron y a través de su amor pudieron salir
del sistema de albergues. Hago esta noche esto para ella, porque yo la ame.

“LA PEQUEÑA CUEVA DEL OSO QUE PUDO”

6. Recuerdo diciembre de 1985. Cinco años de edad. Mi mama me dice con una voz
muy amenazante, fuerte y muy aterradora que pare de rascarme mi cueva del oso,
me aterro porque ya me había rascado mucho allá abajo y no vuelvo a rascarme
nunca más. Aun en el baño tengo miedo de que se me meta el agua y me llene y yo
explote. Me pongo banditas sobre la cueva del oso para cubrir el hoyo pero se
caen en el agua. Me imagino un tapón, un tapón del baño para prevenir que se
metan dentro de mí. Duermo con tres pares de calzoncitos con de tres cortes de
corazón feliz de algodón debajo de mi pijama. Aun quiero tocarme por ahí, pero no
lo hago. Recuerdo, 7 años de edad. Edgar Montain quien tiene 10 años se enoja
conmigo y me golpea con todas sus fuerzas entre mis piernas, se siente como si
me hubieran destrozado por completo. Me voy cojeando, no puedo mear y mi
madre me pregunta: ¿Qué le pasa a tu cueva del oso? Y cuando le digo lo que
Edgar me hizo me dice: nunca dejes que nadie te toque allá abajo. Yo trato de
explicarle, no me toco mamá, me golpeo. Recuerdo, 9 años de edad. Juego en la
cama brincando y me caigo y empalo mi cueva del oso con el poste de la cama.
Pego gritos atroces que vienen desde la boca de mi cueva del oso. Me llevan al
hospital y cosen allá abajo donde se desgarro toda. Recuerdo, 10 años de edad.
Estoy en la casa de mi padre y el tiene una fiesta allá arriba, todos están bebiendo.
Estoy jugando yo sola en el sótano y llevo los nuevos calzoncitos blancos de
algodón que la novia de mi padre me dio. De repente un hombre alto, el mejor
amigo de mi papá, Alfred, aparece por detrás y jala mis nuevos calzoncitos y mete
su largo y duro pene justo dentro de mi cueva del oso. Grito, pateo, trato de
quitármelo pero el ya está adentro. Mi papi baja hasta ahí y tiene una pistola y hay
un fuerte y horrible sonido y hay sangre embarrada y Alfred encima de mí. Hay
mucha sangre. Y me aseguro que mi cueva del oso haya sido abandonada. Alfred
está paralizado de por vida y mi mamá no me deja ver a mi papá durante 7 años.
Recuerdos, 13 años de edad. Mi cueva del oso esta en un lugar muy malo, un lugar
de dolor, malicioso, de golpes, invasión y sangre. Un lugar para accidentes. Es una
zona de mala suerte. Me imagino una carretera entre mis piernas y reina voy
viajando, me voy muy lejos de aquí. Recuerdo, 16 años de edad. Hay una
hermosísima, en verdad, hermosísima mujer de 24 años en nuestro vecindario y yo
no sé porque, pero no logro poder dejar de mirarla todo el tiempo. Un día me
invita a subir a su auto, me pregunta si me gusta besar chicos y le digo que no, que
no me gusta hacer eso y luego me dice que quiero mostrarme algo y se inclina un
poco y luego me besa tan suavemente juntando sus labios con mis labios y luego
mete su lengua en mi boca, wow. Me pregunta si quiero ir a su casa y luego me
besa de nuevo, y me dice que me relaje, que lo sienta, que deje que nuestras
lenguas lo sientan. Le pregunta a mi mamá si puedo quedarme en la noche, mi
mamá está encantada que una mujer tan bella y exitosa se haya interesado en mi.
Tengo miedo pero en verdad no puedo esperar. Su departamento es fantástico, lo
tiene muy arreglado, todo al estilo de los setenta, las cortinas, las almohadas, las
luces. Decido que voy a ser secretaria como ella cuando crezca. Se hace un vodka
para ella y luego me pregunte que quiero beber, le digo que lo mismo que ella esta
bebiendo pero me dice que a mi mamá no le gustaría que yo bebiera vodka y le
digo, tal vez no le gustaría que besara chicas tampoco, y la bella dama me prepara
un trago. Luego se pone un lindo camisón satín de color chocolate. Ella es tan
bella, porque yo siempre pensé que las lesbianas eran feas. Y le dije: estas
maravillosa y me dijo que yo también. Y le digo no, yo solo traigo este braseare y
este calzón blanco de algodón. Así que ella me lleva a su cuarto y me ofrece otro
bello camisón de satín, es de color lavanda, como los primeros días suaves de la
primavera. El alcohol se ha ido a mi cabeza y estoy suelta, estoy lista. Me doy
cuenta, mientras ella me acuesta sobre la cama que hay un cuadro enorme de una
mujer negra desnuda con un enorme afro. Y ella lentamente y gentilmente me
recuesta sobre su cama y solo nuestros cuerpos frotándose, solo nuestros cuerpos
frotándose, me hace venir. Y luego ella nos hace de todo a mí y a mi cueva del oso
que antes siempre pensaba que era horrible. Y oh por Dios, estoy tan excitada y
me dice: tu vagina jamás tocada por un hombre es tan fresca, tan húmeda, tan
linda, ojala la pudiera mantener así por siempre. Enloquezco, enloquezco toda.
Y entonces suena el teléfono, es mi mama. Siempre me pesca en todo. Trato de
actuar normal cuando voy al teléfono. ¿Qué te pasa niña? ¿Has estado corriendo?
Y digo no mamá, hacia ejercicio. Después la hermosa dama me enseña todo sobre
mi hermosa cueva del oso, me hace masturbarme frente a ella y me enseña todas
las diferentes maneras para darme placer. Ella es muy bondadosa. En la mañana
tengo miedo de haberme convertido en lesbiana porque estoy muy enamorada de
ella. Ella se ríe pero nunca la vuelvo a ver. ¿Saben? Me di cuenta después de que
ella fue mi desesperada, errónea y políticamente incorrecta salvación. Ella
transformo mi trastornada cueva del oso y la alzo a la cúspide de cierto tipo de
paraíso.
En 1946 me puse muy feliz al ver una fotografía en la portada del Times, era una fotografía
de seis jovencitas Bosnia que acaban de regresar de un campo de Estupro, en la antigua
Yugoslavia. La fotografía era muy estremecedora por que por un lado se ve que son seis
jovencitas muy hermosas entre los 18 a 20 años pero por otro lado es muy claro que
acaba de sucederles algo que cambiara su vida por siempre. Dentro del periódico habría
otra fotografía y había 30 chicas que habían regresado de un campo de Estupro y todas
estaban paradas en semicírculo mientras les tomaban las fotografías y sin embargo
ninguna de ellas podía ver a la cámara. Están fotos me atraparon por completo y fueron
las responsables de que fuera a la antigua Yugoslavia. Varios meses después durante la
guerra, durante la cual pase meses entrevistando a cientos de mujeres refugiadas en
campos y en centros. Las historias eran horribles. Cuando regrese a Norteamérica sentí
enloquecer y no sabía porque no estábamos haciendo algo frente al hecho de que entre
20 y 70 mil mujeres estaban siendo violadas a la mitad de Europa en 1993 como una
táctica sistemática de guerra. Hasta que finalmente me dijo una amiga. ¿Por qué estas
sorprendida? En este país, y no exagero, es un hecho documentado, en este país en un
año más de 700 mil mujeres son violadas y en teoría no estamos en guerra. Escribí esto
por las valientes y hermosas mujeres de Bosnia y Kosovo.

“MI VAGINA ERA MI PUEBLO”

7. Mi vagina era agua verde, suaves campos rosas, vacas mugiendo, sol caliente,
suave novio acariciándome con un trozo de linda paja dorada. Hay algo entre mis
piernas y ya no sé que es. Ya no sé donde está, no ahora. No, ya no mas desde que
mi vagina era platicadora. No aguanto, hay mucho que decir, muchas palabras,
habladurías, no puedo dejar de intentar, no puedo dejar de decir sí, sí. No desde
que soñé que había un animal muerto sembrado ahí abajo, con una línea de pescar
gruesa y negra. La peste del animal muerto no puede desaparecer y su garganta
está cortada y sangra todos mis vestidos de verano. Mi vagina canta todas las
canciones de niña, todas las canciones de campanas de cabras, todas las canciones
enloquecidas del campo veraniego, canciones de vaginas, todas las canciones del
hogar de las vaginas. Ya no desde que los soldados pusieron un largo y grueso rifle
dentro de mí, tan frio, la varilla de acero cancelo mi corazón, no sé si van a disparar
o enterrármelo hasta mi cerebro vacilante, seis de ellos con mascaras negras me
meten botellas también. Había astillas en la punta de una escoba. Mi vagina irradia
agua cristalina de rio, agua limpia corriendo sobre piedras doradas por el sol, sobre
clítoris, clítoris piedra de nuevo y de nuevo… Ya no desde que rasgo e hizo sonido
de limones exprimidos. Cientos de pedazos de mi vagina quedaron en mi mano, no
quedo nada del labio, un pedazo del labio no existe ya. Mi vagina viva, húmeda,
agua del pueblo. Mi vagina fue alguna vez mi residencia. No desde que se
turnaron, se turnaron durante siete días, oliendo a heces y a carne ahumada.
Dejaron su esperma sucio dentro de mí. Y yo me convertí en un rio de veneno y de
pus y todas las cosechas murieron y los peces. Mi vagina viva, agua, húmeda del
pueblo, ellos la invadieron. Ellos la masacraron y después la quemaron. No me
toco ya, no la visito, vivo en otro lado ahora. No sé donde esta eso.

¿Alguna vez han lastimado tu vagina?


-Definitivamente fue la vez en que fui violada
¿A qué edad fue?
-Fue a los catorce años, fue la primera vez que un hombre entraba dentro de mí
¿Paso cuando eras virgen? ¿Y qué paso?
-Me corto con las uñas de sus dedos y luego empecé a caminar tratando de no orinar,
porque dolía
-Yo sufrí una violación en la universidad, era un amigo muy cercano mío, se quedo a
dormir en mi habitación y me despertó en la madrugada, me arranco mis pantaletas, las
metió en mi boca, separo mis rodillas con sus rodillas y me violo.
-Iba caminando rumbo a casa cuando apareció un hombre mayo y puso su mano en mi
boca y con la otra me pego en la espalda y me dijo: No grites o te mato, y me pego, me
acuchillo, me violo y trato de matarme.
-Es tal la herida emocional que deforma tus sentimientos sobre tu condición de mujer,
sobre tu ser, las relaciones personales
-Me tomo mucho, mucho tiempo confiar en alguien y hacerme consciente de que no
había sido realmente mi culpa
-Gracias a Dios que no me contagie de nada pero quede más lastimada que mi vagina

“MI VAGINA FURIOSA”

8. Mi vagina está furiosa. Está muy enojada. Mi vagina está encabronada y necesita
hablar. Necesita hablar de todas estas estupideces. Necesita hablar contigo. O sea,
¿De qué se trata? - hay todo un ejército de personas pensando en formas de cómo
torturar a mi pobre, inocente y gentil vagina... Se la pasan los días enteros
ingeniando productos dementes e ideas macabras para subyugar a mi querido
agujero. Chingados anti-vaginistas.
¿Qué es toda esa mierda que constantemente nos quieren ensartar para
limpiarnos - rellenarnos? ¿Qué, quieren hacer que desaparezca? Bien, pues mi
vagina no va a desaparecer. Está muy enojada y aquí se queda. Cómo los tampones
- ¿¡Qué carajos es eso!? Un cacho de algodón seco embutido ahí. ¿Por qué no
encuentran una manera de lubricar el tampón? En el instante en que mi vagina los
ve, entra en estado de shock. Dice, "Ni madres, güey", Se cierra. Uno necesita
trabajar con la vagina, presentarle las cosas, preparar el camino. Eso es lo que uno
hace al fajar. Tienes que convencer a mi vagina, seducirla, hacer que confíe en ti.
Eso no se puede hacer con un pinche pedazo de algodón.
Dejen de embutirme cosas ahí. Dejen de embutir y de limpiar. Mi vagina no
necesita que la limpien. Huele bien. No la traten de decorar. No les crean cuando
les dicen que debe oler a pétalos de rosa cuando debe oler a ella. Eso es lo que
están haciendo, tratando de limpiarla, hacer que huela a desodorante de baño o a
jardín. ¿Y qué se traen con esas duchas vaginales - con aroma a flores, a moras, o a
lluvia. Yo no quiero que ahí me huela a lluvia. Toda limpiecita, como si lavaras un
pescado después de cocinarlo. Si yo pido un pescado, es porque quiero el sabor del
pescado.
Y luego el ginecólogo. ¿Quién lo inventó? Debe de haber algo mejor que esas
exploraciones. ¿Por qué nos ponen esas horrendas batas de papel que te raspan
las chichis, y que crujen cuando te acuestas? Sólo te hacen sentir como un bola de
papel que alguien tiró a la basura.
¿Y para qué los guantes de hule, y la linterna qué te meten hasta el fondo? ¿Quién
creen que son? ¿Jaime Maussan buscando extraterrestres ahí adentro? ¿Para qué
te enchufan esas malditas pinzas que parecen pato recién sacado del congelador y
por qué el estribo parece un horroroso invento de tortura china? O sea, ¿que
onda? Mi vagina está furiosa por todas estas visitas al doctor; cuatro semanas
antes ya se está defendiendo y no quiere salir de la casa. Entonces llegas al
consultorio, ¿no lo odias? "Relaja tu vagina, relaja tu vagina?", ¿Para qué?, ¿Para
qué me puedan meter esas pinzotas heladas? Ni madres.
¿Por qué no buscan un delicioso terciopelo morado y me cubren con él? ¿Y por
qué no me acuestan en un edredón de algodón relleno de plumas de ganso, y se
ponen unos lindos y cordiales guantes de color rosa o azul, y descansan mis pies en
un estribo forrado de pieles? Pongan a calentar las pinzas. Colaboren con mi
vagina.
Pero no, hay más torturas - un piche trozo de algodón, espejos fríos y tangas de
hilo dental. Eso es lo peor. Tangas de hilo dental. ¿A quién se le ocurrió? Se te
mueven todo el tiempo y se te pega en la parte de atrás de tu vagina. El resultado:
un trasero bien cochambroso.
Se supone que las vaginas deben sentirse holgadas y amplias, y no amarradas. Por
eso las fajas son tan malas. Necesitamos movernos y abrirnos y hablar y hablar. Las
vaginas necesitan comodidad. Inventen algo así. Algo para darles placer. No, por
supuesto que eso no lo van a hacer. Odian ver que una mujer pueda sentir placer,
en especial placer sexual. ¿Qué tal unas lindas pantaletas de algodón con un
vibrador de bolsillo integrado? Las mujeres estarían felices todo el día, viniéndose
en el supermercado, en la micro, vaginas en perpetuo clímax. Ver a todas esas
vivas, independientes, húmedas y felices vaginas. No lo podrían soportar.
Si mi vagina pudiera hablar, hablaría de ella misma como yo, hablaría de otras
vaginas, imitaría a otras vaginas.
Usaría joyería fina, sin ropa, estaría ahí, sólo decorada con diamantes.
Mi vagina ayudó a sacar a un bebe gigante. Ella pensaba que haría mucho más de
eso. Pero no lo hace. Ahora, quiere conocer el mundo. A todo el mundo. Quiere
leer y saber cosas y salir más. Quiere sexo. Adora el sexo. Quiere ir más profundo.
Tiene hambre de profundidad. Quiere bondad. Quiere cambio. Quiere silencio y
libertad y besos suaves y calor y un toque profundo. Quiere chocolate y confianza y
belleza. Quiere gritar. Quiere dejar de estar enojada. Quiere venirse. Quiere
querer. Quiere. Mi vagina, mi vagina. Pues... lo quiere todo.

También entreviste a sexo servidoras y descubrí que eran las que tenían un conocimiento
más profundo de lo que era su vagina y todo lo que conllevaban. Conocí en especial a una,
ella hacia trabajo sexual pero solo con mujeres. ¿Te imaginas salir con alguien que está en
el mismo carril que tú y cinco minutos después de conversar dices: Oh por Dios? Tratas de
aparentar si claro, mientras tu cabeza está dando vueltas y espera que una mascada la
detenga. Escribí esto para ella.

“LA MUJER QUE AMABA HACER FELIZ A LAS VAGINAS”

9. Yo amo las vaginas, amo a las mujeres, y no las veo como cosas separadas. Las
mujeres me pagan para dominar dominarlas, excitarlas, para venirse. No, yo no
empecé así, por el contrario yo comencé como abogada. Pero a los 30 comenzó la
ambición de ser feliz a otras mujeres. Comenzó como una ambición de algún tipo,
pero después me involucre, me hice muy buena en ello, casi brillante. Se podría
decir que encontré mi llamado. Empecé a dejar que me pagaran por ello. Llevaba
atuendos espectaculares cuando dominaba a las mujeres: encaje, seda, cuero, usa
objetos: látigos, cuerdas, esposas. No había nada como esto en la ley de
impuestos, no había objetos, no había emoción y odia los trajes azules
corporativos. Aunque debo decirte que los ocupo ahora en mi nueva línea de
trabajo y encajan perfectamente, el contexto lo es todo. No había húmeda, no
había un juego erótico, oscuro y misterioso, no había pezones erectos, no había
deliciosas bocas pero principalmente no había gemidos, no del tipo de los que
estoy hablando por su puesto. Veo ahora finalmente que los gemidos fueron la
clave fueron lo que me sedujo y me hizo adicta a hacer felices a las mujeres. Yo le
hacia el amor a mujeres calladas y en encontraba un lugar dentro de ellas que las
impactaba a sí mismas por sus gemidos. Le hacia el amor a las que gemían y
encontraba un gemido aun más profundo. Me obsesione, quería estar a cargo
como el director de una banda o un conductor. Era como una ciencia, una
operación exacta, tratar de encontrar el lugar del gemido, así le digo yo. Algunas
veces lo encontraba con los pantalones puestos, algunas veces lo descubrí, aquí
entre nos, desconectando las alarmas existentes e internándome. Algunas veces
ocupaba la fuerza, pero no la fuerza opresiva y violenta, no. A veces era
simplemente mundano. Había veces que encontraba el gemido antes de
desvestirnos, cuando cenábamos pollo y tenía las manos llenas de grasa con
bálsamo y vinagre. Algunas veces ocupaba objetos, los adoro. Algunas veces hacia
que la mujer encontrara su propio gemido frente a mí. Yo esperaba, esperaba a
que se abrieran frente a mí y no me dejaba engañar por esos gemidos menores
nada obvios, no, la llevaba más allá, justo directo al lugar que sugieren un mito de
poder. Bien, esta el gemido del clítoris, el gemido vaginal, el gemido combo clítoris
vaginal, el casi gemido, el gemido ido, el gemido elegante, el gemido Vitor, el
gemido perdido, el gemido semi religioso, el gemido de la cima de la montaña Oh
le rei ji ju, el gemido de bebe, el gemido perruno, el gemido sureño, el gemido de
militar de bisexual desinhibido, el gemido de ametralladora, el gemido de tortura
zen, el gemido de diva y finalmente el sorpresivo gemido de un orgasmo triple. Es
riquísimo. Sigue, sigue, sigue, así oh sí, oh sí. ¿Pueden creer que estemos haciendo
esto aquí? Orgasmos por La Casa de cultura. Que emocionante.
He coleccionado hechos de vagina desde hace tiempo y tengo que decirles que me
he visto forzada a conseguir un feliz hecho vaginal, encontré este y creo que he
vivido para decirlo. El clítoris tiene un propósito puro, es el único órgano en el
cuerpo masculino o femenino diseñado solamente para el placer. El clítoris es una
sección de nervios, 8000 fibras nerviosas para ser precisa. Es la concentración más
alta de fibras nerviosas encontradas en cualquier parte del cuerpo, incluyendo las
puntas de los dedos, los labios y la lengua y son el doble, doble, doble de nervios
del pene.

Durante el periodo de escritura de los monólogos, mi nuera se embarazo y ella y mi hijo


me invitaron para estar en el nacimiento de mi nieta y tengo que decirles que si yo
admiraba a las vaginas desde ese momento las venero profundamente. Escribí esto para
mi querida nuera Silvia y mi hermosa nieta Coco.

“YO ESTUVE AHÍ EN LA HABITACIÓN”

Yo estuve ahí cuando su vagina se abrió, todos estábamos ahí, su madre, su esposo y yo y
la enfermera Ucraniana con toda su mano dentro de su vagina, sintiendo y volteando con
su guante de plástico y hablando tranquilamente con nosotros como si estuviera abriendo
un tanque lleno. Yo estuve ahí en la habitación cuando sus contracciones la hicieron
caminar en cuatro patas. Hicieron que gemidos desconocidos clamaran desde sus poros, y
aun así, después de horas, respirando y gimiendo agudamente, el aire electrizado, yo
estuve ahí, en ese cuarto, cuando su vagina cambio de un hoyo sexual a un túnel
arqueológico, un recipiente sagrado, un canas veneciano, un profundo pozo con una
pequeña niña atorada en el, esperando ser rescatada. Vi los colores de su vagina, como
cambiaron, vi los moretones azulados, el rojo tomate brillante, el rosa, el gris, el oscuro, vi
la transpiración tipo sangre a lo largo de las orillas. Vi el líquido blanco amarillo, la caca,
los coágulos, saliendo de todos los orificios pujando más y más. Vi a través del hoyo, la
cabeza de la bebe, algunos rasgos de cabello negro. Lo vi justo ahí, detrás del hueso, como
un recuerdo difícil, total. Hasta que la enfermera de Ucrania estuvo buscando con su
lubricada mano. Yo estuve ahí cuando cada una, su madre y yo, sostuvimos sus piernas y
se las abrimos mientras gemía incontrolablemente, mientras su esposo precisamente
contaba 1, 2, 3 concéntrate, concéntrate más. Nosotros vimos dentro de ella entonces, no
podíamos apartar nuestros ojos de ese lugar. Nos olvidamos de la vagina, quien mas
podría explicar nuestra falta de veneración, nuestra total falta de reverencia. Yo estuve ahí
cuando el doctor metió las cucharas de Alicia en el país de las maravillas y su vagina se
convertía en una gran boca grande operística cantando con toda su fuerza. Primero la
pequeña cabeza, luego el débil brazo grisáceo. Luego ella, como un hermoso pez nadando
hasta nuestros brazos lacrimosos. Yo estuve ahí y cuando me voltee y encare su vagina,
me dispuse y me permití a verla toda abierta, mutilada, hinchada, calmada entre las
manos del doctor que estaba cociendo tranquilamente ahí. Me quede y mientras veía su
vagina súbitamente se convirtió en un gran rojo y pulsante corazón. El corazón es capaz de
sacrificarse, así también la vagina. El corazón es capaz de perdonar y sanarse. Puede
cambiar de forma para dejarnos entrar, puede expandirse para dejarnos salir. Así pues la
vagina puede dolernos y expandirse por nosotros y morir por nosotros y sangrar y
sangrarnos en este difícil y maravilloso mundo. También la vagina puede. Yo estuve ahí, en
la habitación y nunca lo olvidare.

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