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El sacrificio, pues, que ofrecen a Dios los cristianos, por primera vez
lo instituyó Cristo, nuestro Señor y maestro, cuando encomendó a
sus apóstoles su cuerpo y su sangre antes de ser entregado, como
se lee en el Evangelio: Tomó, dice, Jesús el pan y el cáliz, y
bendiciéndolo se lo dio. Y Melquisedec, rey de Salem, fue el primero
que ofreció este sacramento de manera figurada como tipo del
cuerpo y sangre de Cristo, y el primero que en imagen expresó el
misterio de tan gran sacrificio, ostentando la semejanza del Señor y
Salvador nuestro, Jesucristo, sacerdote eterno, a quien se dice: Tú
eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
Por lo demás, si no hay tan grandes pecados que uno sea juzgado
merecedor de ser apartado de la comunión, no se debe alejar de la
medicina del cuerpo del Señor, no sea que, si se le prohíbe y ha de
abstenerse largo tiempo, se separe del cuerpo de Cristo. Pues es
cosa manifiesta que aquellos viven que se llegan a su cuerpo. De
ahí que también se ha de temer no sea que, mientras uno es
separado por largo tiempo del cuerpo de Cristo, permanezca ajeno a
la salvación, pues dice Él mismo: Si no comiereis la carne del Hijo
del hombre y bebiereis su sangre, no tendréis vida en
vosotros. Pues quien cesó ya de pecar, no deje de comulgar.
Sentencias
La Resurrección:
«Laudes Hispaniae»:
Etimologías
Dicen los filósofos que la luna tiene luz propia y que una parte de
ella es lúcida y la otra obscura y que, dando vueltas poco a poco, va
adoptando diversas formas.
Otros, por el contrario, dicen que la luna no tiene luz propia, sino
que es iluminada por los rayos del sol, y de aquí que sufra eclipses
si entre ella y el sol se interpone la sombra de la tierra. El sol está
más alto que la luna, y de aquí que cuando ésta permanece bajo él
queda iluminada la parte superior, pero la inferior que mira a la tierra
está obscura (...)
La luna está más cerca de la tierra que el sol; de aquí que siendo su
órbita más breve, la recorra antes, pues el camino que el sol recorre
en trescientos sesenta y cinco días lo hace la luna en treinta días;
por eso ya los antiguos determinaron por la luna el curso de los
meses y por el sol el de los años.
El cobre y el hierro:
Aes (cobre): se llama así porque brilla como el oro y la plata. Entre
los antiguos se conoció el uso del cobre antes que el del hierro; con
cobre araban la tierra, con él se armaban para la guerra y se tenía
en gran precio el cobre, en tanto que se rechazaba el oro por su
inutilidad; hoy ocurre lo contrario (...)
Auricalco, dicho así porque tiene el brillo del oro y la dureza del
cobre; es nombre compuesto' de la lengua latina y griega, pues el
cobre en lenguaje griego se llama jalkos. Se hace del cobre;
aplicándolo a un fuego muy fuerte y agregándole otras materias, se
produce el cobre de oro.
Las Sentencias de San Isidoro es tal vez la obra más leida durante la
Edad Media. Lo atestiguan los miles de manuscritos copiados durante
toda la época previa a la aparición de la imprenta. Se trata de un
compendio de fe (libro I) y de moral (libro II). Por el aspecto sistemático
preludia la escolástica. El libro I (De Summo bono) trata en 30 caps. los
atributos divinos y el conoc. de Dios; su eternidad; la creación del
mundo; el mal; los ángeles y la naturaleza humana; Cristo y los Santos;
la Iglesia, las herejías y el paganismo; las diferencias entre el A.T. y el
N.T.; sobre el Símbolo de la fe, el bautismo y los sacramentos; la
Escatología. Los libros II y III sobre las virtudes teologales, la gracia y
las virtudes en general. La obra en primera instancia parece destinada a
la formación del clero. Fue escrita entre el 612 y el 615 en plena madurez
intelectual y pastoral del santo.
Los textos que aquí presentamos tomados del libro II pueden darnos un
marco de referencia del proceso seguido en la asimilación de los pueblos
bárbaros a lo que será la españa visigótica cristiana.
CAPITULO IX
2. Entonces cada uno conoce que está más abrumado por la fuerza del
vicio cuando ha llegado al conocimiento de Dios, a la manera como el
pueblo de Israel era agobiado por los egipcios con un peso mayor cuando
Moisés le descubría el conocimiento de Dios.
CAPITULO X
LA CONVERSIÓN DEFICIENTE
CAPITULO XI
LOS EJEMPLOS DE LOS SANTOS
4. Deben conocer los que están entregados al vicio cuán útilmente para
ellos se les proponen los ejemplo de los santos; a saber, o bien para que
tengan modelos que imitar en orden a la enmienda, o por lo menos para
que, al compararse con éstos, experimenten un castigo más duro por su
desobediencia.
5. Dios ha propuesto las virtudes de los santos para ejemplo nuestro con
este fin: para que de la misma manera que, si les imitamos, podemos
conseguir los premios de la justicia, así también, si persistimos en el mal,
tendremos castigos más dolorosos.
6. Porque, si faltasen, como estímulo para el bien, los preceptos divinos
que nos lo muestran, nos bastarían como orientación los ejemplos de los
santos. En cambio, puesto que Dios nos amonesta con sus preceptos y
nos propone ejemplos de bella conducta en la vida de los santos, no
tenemos ya excusa de nuestro pecado, puesto que todos los días la ley de
Dios resuena en nuestros oídos y conmueven lo íntimo de nuestro
corazón los testimonios de santas obras.
8. Hemos de suplicar a Dios, a fin de que las virtudes que preparó a los
santos para su corona, nos sean ofrecidas para beneficio nuestro no para
castigo. Mas aprovecharán para nuestro bien si nos decidimos a imitar
tan grandes ejemplos de virtud. En cambio, si los rechazáramos en lugar
de imitarlos, servirán para nuestra condena, porque, a pesar de
conocerlos, rehusamos ponerlos en práctica.
12. Los ejemplos de los santos, que edifican al hombre, hacen que las
distintas virtudes revistan un carácter sagrado: la humildad, por Cristo; la
devoción, por Pedro; la caridad, por Juan; la obediencia, por Abraham; la
paciencia, por Isaac; el sufrimiento, por Jacob; la mansedumbre, por
Moisés; la constancia, por Josué; la benignidad, por Samuel; la
misericordia, por David; la templanza, por Daniel; y así, en las restantes
virtudes de los justos que nos precedieron, el varón santo considera, al
imitarlas, el esfuerzo, la moderación, la rectitud y el espíritu de
penitencia con que se practicaron.
CAPITULO XII
LA COMPUNCIÓN DEL CORAZÓN
7. De qué modo el alma del varón justo se vea afectada por la verdadera
compunción y cuán debilitada vuelva 1 por la grandeza de la luz que
contempló, puede saberlo aquel que experimentó ya algo de ello.
BIBL.: Ediciones: F. ARÉVALO, S. Isidori Hispalensis episcopi Hispaniarum doctoris opera omnia, 7 vol., Roma
1797-1803 (reproducida en: PL 81-84); G. BECKER, De natura rerum, Berlín 1857; TIt. MOMMSEN, Chronica
minora, en MGH, Auctores antiquissimi, XI, 1894; W. M. LINDSAY, Isidori Hispalensis episcopi etymologiarum
libri XX, Oxford 1911; A. C. VEGA, De haeresibus, El Escorial 1935; J. FONTAINE, Traité de la nature, Burdeos
1960; L. CORTÉS GÓNGORA y S. MONTERO DÍAZ, Etimologías, BAC, Madrid 1951; VARIOS, Santos Padres
Españoles, II, BAC, Madrid 1971 (ed. crítica bilingüe).
F. MENDOZA RUIZ.