Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cuando El Pasado Reciente Se Hace Historia: Notas Sobre Teoría de La Historia
Cuando El Pasado Reciente Se Hace Historia: Notas Sobre Teoría de La Historia
En: Revista de
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Universidad Nacional del Comahue. Año 8, n° 9,
Gral. Roca, 2003, ISSN 950-9859-51-6, Dpto. de Publicaciones, Facultad de Derecho y Cs.
Sociales, Revista con referato, pp. 115 a 128.
A modo de presentación
La historia –como res gestae o como rerum gestarum– remite al pasado. Los
relato histórico que los articula es una configuración lingüística en tiempo pretérito. En
hoy. ¿Pero cuál es la distancia pasado-presente estimada oportuna para que los acontecimientos
sean dignos de la reconstrucción historiográfica? Toda reconstrucción histórica es, por otro lado,
una empresa intelectual desarrollada desde el presente. En este sentido ¿cómo influye ese
presente en las consideraciones sobre el pasado que se intenta reconstruir? Mejor aún ¿cómo
hacer para que esa reconstrucción no esté teñida de problemas y conceptos extemporáneos?
#
Centro de Investigaciones en Filosofía de las Ciencias Sociales y las Humanidades. Facultad de
Humanidades, Universidad Nacional del Comahue.
movido sino por el sólo afán de un conocimiento imparcial, lo más alejado posible de sus
Sin embargo en los últimos 40 años, al calor de una profunda transformación en los
situación cobró actualidad por la aparición de un nuevo campo historiográfico: la historia del
pasado reciente (para algunos historia del tiempo presente). Las producciones desarrolladas en
este nuevo campo abordan acontecimientos muy cercanos en el tiempo, tanto que pueden formar
parte de la memoria de generaciones vivas, incluida la del historiador. En este contexto se han
El propósito de este trabajo es analizar los rasgos que caracterizan al nuevo campo
historiográfico, y presentar a la consideración de los lectores los alcances y los problemas que se
puede advertirse una importante disparidad en cuanto a los temas abordados, así como a los
límites cronológicos que los encuadran. Estas particularidades tienen mucho que ver con los
Historia del Tiempo Presente a fines de los ’70. Concebido como continuación del Comité de
de Francia en Argelia.1 En España, por su parte, los estudios sobre el pasado reciente centraron
Berlín y la descomposición del orden creado por el socialismo real impulsó, en Europa Oriental,
una importante cantidad de trabajos históricos en los que la mirada retrospectiva se tendió hasta
1
Cfr. Conan, Eric y Rousso, Henry (1996): Vichy, un passé qui ne passe pas. París, Gallimard. Stora,
Benjamín (1991): La gangréne et l’oubli. La mémoire de la guerra d’Algérie. París. La Découverte.
2
Cfr. Aguilar Fernández, Pilar (1995): La memoria histórica de la guerra civil española (1936-1939). Un
proceso de aprendizaje político. Madrid, Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones.
1918.3 En Alemania, entre tanto, las jóvenes generaciones de historiadores enrolados en la
nueva corriente historiográfica se abocaron a analizar las repercusiones que sobre la memoria
colectiva alemana tuvieron el ascenso del nacionalsocialismo y los traumas dejados por la
constitución del campo han sido los ensayos y los trabajos dedicados a explorar los últimos
estos trabajos un propósito común: re-significar el pasado reciente. Si la reflexión sobre los
“terrorismo de Estado” en América Latina– provocaron una disrupción del tiempo histórico que
de algún origen remoto -las revoluciones liberales o los procesos de emancipación del siglo
XIX-, sus límites han entrado en tensión. Las experiencias mencionadas imprimieron un nuevo
3
Cfr. Bartosek, Karel (1998): “Los regímenes poscomunistas y la memoria del tiempo presente”. En
Cuesta Bustillo, Josefina (comp.): Historia y Memoria. Madrid, Marcial Pons.
4
Cfr. Lorenz, Chris (2000): “¿Historia como trauma? Algunas reflexiones acerca de los debates alemanes
sobre la historia nazi”. Ponencia en “Actas del I Congreso de Filosofía de la Historia. La Comprensión del
Pasado”. Bs.As., 25, 26 y 27 de octubre de 2000. UBA. (versión digitalizada).
5
Cfr entre otros textos: AA.VV.(1988): La nueva democracia argentina 1983-1986). Bs.As.,
Sudamericana; Blanch, José (coord.) (1991): El Precio de la Paz. Asunción del Paraguay, CEPAG;
Cotler, José (1994): Política y sociedad en el Perú. Cambios y continuidades. Lima, Instituto de Estudios
Peruanos; Grez, Sergio y Salazar, Gabriel (comp.) (1999): Manifiesto de historiadores. Santiago de Chile,
LOM; Groppo, Bruno y Patricia Flier (comp.)(2001): La imposibilidad del olvido. Recorridos de la
memoria en Argentina, Chile y Uruguay. La Plata, Ediciones al Margen; Vezzetti, Hugo (2002): Pasado y
presente. Guerra dictadura y sociedad en la Argentina. Bs.As., Siglo XXI;
6
Sobre los desafíos que implica para la historiografía el uso de categorías psicoanalíticas ver Mudrovcic,
Ma. Inés (2000): “El historiador como terapeuta de memorias traumáticas”. Ponencia presentada en: VIII
Jornadas Interescuelas/Dptos. de Historia. Salta, octubre de 2001. (mímeo)
7
Se ha mostrado que la periodización cuatripartita de la historia: antigua, media, moderna y
contemporánea es una construcción occidental. Más aún de factura francesa. Cfr. Chesnaux, Jean (1984):
¿Hacemos tabla rasa del pasado ? A propósito de la historia y de los historiadores. México, Siglo XXI.
a discutir si las categorías analíticas y las formas de “hacer” historia no deberían repensarse a la
entorno donde la defensa de los derechos humanos y el repudio a los crímenes contra la
humanidad se han globalizado. Y en un ambiente intelectual que ha sido propicio, por otra parte,
cultura ha servido de anclaje a grupos que han visto amenazada su identidad por la
fragmentación política –el conflicto en los Balcanes y la ex URSS, son un ejemplo- o por la
Kosovo, por citar algunos casos-.9 Por estas razones los debates en torno a las historias del
pasado reciente refieren, en muchos casos, al impacto que las investigaciones pueden tener
para que un acontecimiento pueda ser abordado “históricamente”? ¿Cuál debe ser el rol del
historiador que investiga ciertos acontecimientos, como crímenes contra la humanidad? ¿Qué
profesionalización del saber histórico, bajo la influencia del paradigma científico positivista, se
delineó un proyecto bien preciso: hacer de la historia una disciplina cognitiva con posibilidades
de reconstruir lo real pasado. Para lograrlo se propuso el apego a una visión “documentalista”, y
de escisión sujeto-objeto. Criterio epistémico con el que se buscó un doble propósito. Impedir la
pudiera ligarlo a su comunidad de pertenencia. El criterio se consolidó, años más tarde, con el
principio weberiano según el cual “jamás puede ser tarea de una ciencia empírica proporcionar
normas e ideales obligatorios, de los cuales puedan derivarse preceptos para la práctica”.12
aparecidas en los últimos cuarenta años13 han favorecido debates sobre aspectos epistémicos y
disciplinas no son universales. En este enfoque la comprensión del pasado se ha orientado desde
11
Quienes promovieron elevar el conocimiento histórico a la categoría de ciencia pretendían alejarse de
las elaboraciones de los filósofos de la historia. En ellos reconocían que sus teorías estaban animadas por
principios filosóficos políticos sobre los cuales se fundaban visiones de las sociedades contemporáneas.
Cfr. Le Goff, Jacques (1991) : Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso. Barcelona, Piados,
pp. 76 a 104. Cfr. White, Hayden (1992): “La política de la interpretación histórica: disciplina y
sublimación”. En El contenido de la forma. Barcelona, Piados, pp. 75 a 103. Un análisis de los vínculos
entre la filosofía de la historia y algunas propuestas ideológico-políticas reconocibles entre el siglo XVIII
y el siglo XX puede verse en Pescader, Carlos (1999): “Filosofía de la historia e Idelogía política”.
Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Año 4, número 4, Universidad Nacional del
Comahue, Gral. Roca. pp. 21 a 33.
12
Weber, Max (1990): “La ‘objetividad’ cognoscitiva de la ciencia social y de la política social (1904)”.
En: Ensayos sobre metodología sociológica. Bs.As., Amorrortu, p. 41.
13
Una rápida mirada sobre las producciones de las últimas cuatro décadas permite distinguir, entre otros,
los siguientes campos historiográficos: historia social, historia oral, historia de las mentalidades, historia
intelectual, historia de las imágenes, historia de género, microhistoria, historia de la juventud, historia de
la lectura, historia de la vida cotidiana, antropología histórica, etnohistoria, historia de ultramar, historia
de la vida privada, historia de la historiografía, historia de la prensa, historia cultural, etc.
14
Sobre estas cuestiones pueden consultarse, entre otros: Braudel, Fernand (1968): La Historia y las
Ciencias Sociales. Madrid, Alianza; Le Goff, Jacques y Pierre Nora (comp.) (1978): Hacer la historia.
Barcelona, Critica; Fontana, Joseph (1982): Historia: análisis del pasado y proyecto social. Barcelona,
Crítica; Cardozo, C y Brignoli, C. (1987): Los métodos de la historia. Barcelona, Crítica; Ferrarotti,
Franco (1990): La historia y lo cotidiano. Bs.As., CEAL; White, Hayden (1992): El contenido de la
forma. Narrativa, discurso y representación histórica. Bs.As., Piadós; Chartier, Roger (1992): El mundo
como representación. Barcelona, Gedisa; Burke, Peter (Edit.) (1993): Formas de hacer historia. Madrid,
Alianza; Fontana, Joseph (1992): La historia después del fin de la historia. Barcelona, Crítica; Revel,
Jacques (1995): “Historia y Ciencias Sociales: una confrontación inestable”. En: Estudios Sociales.
Revista universitaria semestral. nº 10, Año VI, primer semestre 1996, Santa Fé.; Palti, Elías (1998): Giro
lingüístico e historia intelectual. Stanley Fish, Dominick La Capra, Paul Rabinow y Richard Rorty.
Bs.As., Universidad de Quilmes. Iggers, Georg (1998): La ciencia histórica en el siglo XX. Las
tendencias actuales. Barcelona, Idea Books S.A.
ha defendido una historiografía garante de la reconstrucción de la realidad pasada. Alejada de la
ficción y de la valoración. Apegada a una idea de verdad histórica que deviene del
esclarecimiento de las “fuentes”. Esta última posición teóricamente debilitada mantuvo, sin
“hacer historia”, proporciona una serie de nociones con las cuales se “tensionan” las
desde el presente. Y es igualmente difícil aproximar una delimitación a partir de los núcleos
generaciones vivas. También entran en la órbita de su interés los modos de transmisión de esas
principio ella permite delimitar el alcance temporal del “pasado reciente” eludiendo la necesidad
15
Cfr. Barros, Carlos (1996): “El paradigma común de los historiadores del siglo XX”. En: Estudios
sociales. Revista Universitaria Semestral. Nº 10, Año VI, Primer Semestre, 1996. Universidad Nacional
del Litoral. Santa Fé.
16
Esta conceptualización toma nociones de la definición desarrollada por Ma. Inés Mudrovcic en
“Algunas consideraciones epistemológicas para una Historia del Presente”. Revista Hypania Nova,
número 2, diciembre de 1999. (soporte virtual www.hyspanianova.es)
investigación estará dado, en cada caso, por la duración vital de los grupos generacionales
Paralelamente se estimula una indagación más profunda sobre los intrincados vínculos de la
relación sujeto–objeto, porque quien investiga está en situación de ser un integrante o al menos
colectiva, presente histórico- proporcionan un marco desde el cual pueden pensarse las
La teoría de las generaciones, utilizada con frecuencia para estudiar el tiempo histórico,
es igualmente útil para indagar la influencia de las experiencias vividas en la construcción del
conocimiento histórico. Al mismo tiempo provee elementos que permiten comprender las
disputas surgidas en torno a la resignificación del pasado. Una cohorte o unidad generacional18
implica que hayan estado sometidos a las mismas influencias. Es la “ubicación” quien permite
identificar las experiencias como únicas. Así, el núcleo de las afinidades entre los miembros de
un grupo estaría dado por el haber recibido influencias de los mismos acontecimientos y el
compartir experiencias similares. Estar sometidos al efecto de los mismos eventos públicos,
permiten, a quienes viven esas circunstancias, forjarse una identidad. De este modo el vínculo
generacional tiene mas que ver con “lo padecido y recibido”, que con lo “intencional y
activamente buscado”. El elemento biológico –la edad– se complementa con otro carácter
17
Mientras que en Europa del Este se avanza hasta las primeras décadas del siglo XX y en Francia,
Alemania o España hasta la tercera década de ese siglo, en América Latina, en general, el límite temporal
se fija alrededor de las décadas de 1970 y l980, aunque para el caso argentino es posible encontrar uno
más lejano, la década de 1950.
18
Para los comentarios siguientes se han tenido en cuenta los planteos elaborados por Paul Ricoeur . El
autor recupera y completa las ideas elaboradas por Karl Manheim Cfr. Ricoeur, Paul (1987): Tiempo y
Narración. Tomo 3. Madrid, Cristiandad, pp. 794 y 795. (En adelante TyN)
sociológico, la “disposición”, entendida como las propensiones a sentir, pensar y obrar de cierta
quien yo sé que coexiste conmigo en el tiempo pero a quien no vivencio en forma inmediata”19.
Definido de este modo, el concepto involucra tanto relaciones personales como impersonales. A
quienes conozco por contacto cara a cara, a quienes no conozco pero forman parte de entidades
colectivas y anónimas en las cuales me incluyo -la clase, el Estado y la nación- y, finalmente, a
quienes quizá no conoceré nunca porque forman parte de entidades anónimas que están fuera de
mediación entre el tiempo del individuo y el tiempo histórico, como ha manifestado Ricoeur20.
Los contemporáneos comparten un mismo tiempo presente. En este sentido son contemporáneos
los actores directos, los testigos de un acontecimiento que permanecen vivos, los descendientes
de ambos grupos, y todos aquellos que sin tener noticias de lo ocurrido están incluidos en el
Las ideas esbozadas permiten imaginar el conocimiento del pasado bajo la influencia de
la dinámica social que depende de los encadenamiento de las generaciones. Manhein reconoció
grupo por otro, y simultaneidad, cuando aparece una cierta “estratificación” en un mismo
momento de grupos con edades y experiencias distintas. De este modo la dinámica social puede
innovación; otro vinculado con la repercusión producida por el cuestionamiento que los jóvenes
hacen de las certezas de los más adultos.21 Esta distinción es más bien analítica porque en
superponen a las que las anteceden e interactúan en un espacio social común dominado, en
19
Schutz, Alfred (1972): Fenomenología del mundo social. Introducción a la Sociología comprensiva.
Bs.As., Paidós, p. 209.
20
Cfr. Ricoeur, Paul, TyN, pp. 796 - 798.
21
Cfr. Ricoeur, Paul: TyN., p. 795.
principio, por las generaciones “más viejas”. Con frecuencia esta situación trae aparejada cierta
nuevas perspectivas referidas al pasado reciente del siglo XX corto, como lo llama.22 El relevo
generacional permitiría incluir en la representación del pasado heredado elementos nuevos sin
recuperarse episodios olvidados que, aunque modificando el objeto del recuerdo, se integran al
conjunto de valores que otorgan identidad al grupo. 23 En cualquiera de las dos alternativas, el
histórica depende más del rol social y del poder que dispongan los grupos interactuantes. En
este caso hay que tener en cuenta el lugar ocupado en la sociedad por los portadores de la
memoria, y si los contenidos de esas memorias son capaces de satisfacer nuevas demandas o
pueden resistir los embates críticos de los sucesores de los actores directos de los
acontecimientos. Pennebaker y Basanick24 han advertido que las memorias colectivas son
22
Cfr. Hobsbawm, Eric: “El presente como historia”. En: Hobsbawm, E.: Sobre la historia. Barcelona,
Crítica, 1998, p. 235
23
Cfr. Yerushalmi, Y.: ob. cit., p. 22. Para Yerushalmi las recuperaciones de acontecimientos olvidados
(las anamnesis) transforman inevitablemente su objeto. Pero lo resultante de esas anamnesis, si no se
muestra efímero, deberá convertirse a su vez en una tradición, será incorporado a la halakhah, palabra
hebrea que significa “el camino por el que se marcha”, conjunto de ritos y creencias que da a un pueblo el
sentido de identidad y de destino.
24
Pennebaker, James y Becky Basanick (1998): “Creación y mantenimiento de las memorias colectivas”.
En: VV.AA.: Memorias Colectivas de Procesos Culturales y Políticos. Bilbao, Universidad del País
Vasco, p. 41 (en adelante McdePCyP). Según los autores en determinados momentos grupos de
individuos o sociedades enteras miran hacia atrás colectivamente motivados por tres procesos que se
interrelacionan. El primero se refiere a la idea de que la gente atraviesa un período crítico en su vida en el
cual es más probable que los sucesos nacionales puedan afectar a su identidad. El segundo se apoya en un
argumento generacional: los monumentos, películas y otros símbolos del pasado se crean cuando una
generación que se ha visto afectada por los hechos tiene el dinero y el poder suficiente para poder
construir estos monumentos. La tercera explicación se refiere al papel que juega el tiempo al hacer
desaparecer poco a poco el dolor que produce recordar sucesos negativos.
“alimentadas” cada tanto –señalan períodos regulares de 20 o 30 años–, cuando la generación
afectada por los acontecimientos influye en la organización de las memorias colectivas porque
conmemoraciones.
transmisión-recepción de las memorias colectivas. Por un lado sugiere que los contenidos de la
memorias diferirán de generación en generación por los “énfasis puestos en” y las
“interpretaciones de” aspectos particulares más que por las innovaciones, aunque éstas no deben
ser descartadas. Por otro lado permite poner en evidencia hasta qué punto llegarían a diferir en
del pasado a partir de los relatos de sus predecesores. De cualquier manera el pasado recordado
es colocado en el centro de una pugna de intereses, lo que permite anticipar no sólo las
dificultades socioculturales que deberán enfrentar quienes haciéndose del poder propongan
La memoria colectiva –tematizada desde principios del siglo XX, más exactamente
desde que el sociólogo durkhemiano Maurice Halbwachs25 polemizara con H. Bergson–, refiere
al registro colectivo de ciertos eventos sociales. La memoria es social por sus contenidos en
tanto es la memoria de un pasado intersubjetivo, vivido con otras personas; porque se apoya en
remarcar estos aspectos ya que, como recordó Paul Ricoeur26 “no se puede presuponer la
existencia de un sujeto colectivo de la memoria que se hiciese cargo del carácter propio de los
recuerdos”.
25
Cfr. Halbwachs, Maurice (1994): La mémoire collectiva. París, Albin Michel. [Utilizo una versión del
capítulo “Memoria colectiva y memoria histórica” traducido por Amparo Lasén Díaz publicado en la
revista Sociedad, nº 12 / 13, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, pp. 191 a 201.
26
Ricoeur, Paul (1999): Lecturas del Tiempo Pasado: Memoria y Olvido. Madrid, Ediciones de la
Universidad Autónoma, pág. 17.
Del cúmulo de acontecimientos vividos a la memoria colectiva interesa sólo aquel
“recorte” que puede integrarse en el sistema de valores compartidos. Se recuerda “lo edificante,
miembros del grupo asimilen ciertas tradiciones comunes. En este sentido es necesario pensar
imagen de los hechos a las necesidades del presente. Así la experiencia vivida se perpetua en el
tiempo pero no será la misma; estará renovada, alterada respecto de su constitución original. De
ahí que el sentido de la memoria colectiva no se establezca de una vez y para siempre. Y por eso
mismo es posible concebir la transmisión de los recuerdos como ámbitos de disputa por el
significado del pasado recordado entre quienes son portadores y quienes son receptores.28
Ahora bien, una unidad generacional determinada está constituida por distintos
estar bajo los efectos del mismo, es imposible imaginar que compartieron las mismas
sujetos. Pero esto no implica que todos los que estuvieron bajo los efectos de un mismo
experiencias comunes son, más bien, muestras de tipos particulares de experiencias.29 Podría
pensarse que hay “tipos de experiencias”: de guerras civiles, de políticas de exterminio, de crisis
económicas, etc., de las cuales las memorias específicas de individuos y grupos son muestras.
Esas muestras no tienen por qué ser idénticas, aunque todas remitan a experiencias
acontecimientos impactan en las personas según sea la ubicación social dentro de un grupo, y la
27
Yerushalmi, Yosef (1998): “Reflexiones sobre el olvido”. En: VV.AA. Usos del olvido. Bs.As., Nueva
Visión, pág. 22.
28
En este punto se retoman algunas consideraciones planteadas con anterioridad, pero desde otro ángulo.
29
Cfr. Conway, Martín (1998): “El Inventario de la Experiencia: Memoria e Identidad”. En: VV.AA.:
MCdePCyP. Ob.cit, pp. 59 - 60
del grupo en la unidad generacional. Esta situación impide el reconocimiento de una “memoria
colectiva común” cuyo soporte es una unidad generacional, y por eso es más adecuado hablar de
experiencias” no hace otra cosa que introducir una fragmentación entre aquellos que son el
soporte o sostén de los recuerdos. Este fenómeno se ha caracterizado según los casos como
ocurrido. En este contexto “hacer memoria” significa, parafraseando a Vázquez,30 efectuar una
cierto sentido a los acontecimientos es prescindir de otros posibles y, por lo tanto, de acciones y
de prácticas que podrían modificar la situación presente en otro y otros sentidos posibles. Para
cada grupo los acontecimientos, los lugares, la historia no revisten la misma importancia. Más
distancia temporal que separa el pasado del presente permite, junto a reinterpretaciones
sucesivas de los acontecimientos, evitar que las diferencias se agudicen. En otros casos la
naturaleza del pasado hace que su procesamiento tenga lugar en contextos sociales y políticos
sumamente conflictivos.
investigación. O de los valores y creencias compartidas por los contemporáneos del historiador
que investiga.
como un “observador analítico”. Esta práctica lo sumerge en una especie de zona de sombras en
la que –como sugirió Hobsbawn- se debilita la delimitación entre “el pasado como registro
parte recordada o como trasfondo de la propia vida del individuo”33. Por eso Hobsbawm mismo
señaló –en otro lugar–: “Nadie puede escribir acerca de la historia del siglo XX como escribiría
sobre la de cualquier otro período, aunque sólo sea porque nadie puede escribir sobre su propio
período vital como puede (y debe) hacerlo sobre cualquier otro que conoce desde fuera, de
Desde mediados del siglo XIX el saber sobre el pasado se ha validado científicamente a
partir de una rigurosa metodología. Con ella se ha regulado el valor de las interpretaciones, se
han prescripto estrategias de clasificación y uso de las evidencias, y se han señalado tipos de
podido evitar que las perspectivas de investigación hayan sido establecidas por una conciencia
32
Cfr. Ricoeur, Paul (1987): Tiempo y Narración. Tomo 3. Madrid, Cristiandad, pp. 378 - 379.
33
Hobsbawm, Eric (1989): La era del imperio (1875-1914). Barcelona, Labor, p. 2.
34
Hobsbwam, Eric (1998): Historia del siglo XX. Bs. As., Crítica, p. 7. De manera similar Luis A.
Romero plantea el problema en el prefacio a su Breve Historia Contemporánea de la Argentina, al
afirmar que el rigor profesional se desequilibra frente a la opinión cuando el trabajo del historiador se
orienta hacia acontecimientos que constituyen elementos de la experiencia y de la vida de quien investiga.
Cfr. Breve Historia Contemporánea de la Argentina, Bs.As., FCE, p. 11
del pasado reciente esta situación se hace mucho más evidente. Y, además, se deja traslucir una
ambigüedades, ocultamientos. Pero el “saber histórico” del pasado reciente recibe la impronta
de las memorias colectivas en tanto éstas se modulan en un presente que es el contexto del que
emerge la historiografía. Por eso el auge de la historia del pasado reciente ha revitalizado la
comunidad que integraba. Estas cuestiones se han vuelto a plantear desde el momento en el que
la tensión planteada por Hobsbawm tiene derivaciones públicas; y se relacionan con la pregunta:
La historia del pasado reciente es en cierto modo una especie de autobiografía colectiva,
y su función cognitiva puede tener un impacto directo sobre las verdades contenidas en las
conocimiento del pasado puede revelar, además, que la identidad colectiva se ha forjado en
medio de una puja por la hegemonía sobre el pasado y puede dejar al descubierto aquellas
memorias negadas pero vivas, porque sus titulares todavía sobreviven.36 Finalmente se podrían
35
A mediados de 2000 se publica la edición polaca de “Los vecinos” escrito por Jan Tomasz Gross,
sociólogo y figura líder entre los “nuevos historiadores” de Polonia. El libro relata la masacre de 1600
judíos-polacos, quemados vivos en el pueblo de Jedwabne. El debate se abrió. Casi un año después de la
publicación del libro y a sesenta años de la masacre, el 10 de julio de 2001, el presidente polaco
Aleksander Kwasniewski, pidió perdón público por el crimen cometido.
36
Paolo Pessino desarrolla esta idea en relación a la memoria antipartisana que se constituyó en la
localidad de Guardistallo, provincia de Pisa, Italia a raíz de una matanza cometida por tropas alemanas el
29 de junio de 1944. Cfr. Pessino, Paolo (2000): “Juez e historiador. La ‘memoria dividida’ de los
italianos y la responsabilidad del historiador”. En Páginas de Filosofía. Año VII, número 9, Dpto. de
Filosofía, Facultad de Humanidades, UNCo, diciembre de 2000, pp. 17 y 18.
abordar cuestiones escasamente exploradas.37 Así, con o sin intención manifiesta, el historiador
torno al pasado nazi, Jürgen Habermas ha reafirmado la ubicación del historiador como
“observador analítico”. Habermas demanda diferenciar, como tipo ideal, “entre la perspectiva
del observador y la del participante”. En su opinión, en el momento en que el punto de vista del
observador analítico se confunde con las perspectiva asumida por aquellos que participan en un
queda resentida.
Al respecto interesa señalar que la pretensión explicativa del discurso histórico provoca
una ruptura con el discurso de las memorias colectivas. Buscar las causas, las razones y las
motivaciones que llevaron a alguien o a algunos a hacer algo, introduce una toma de distancia
explicaciones históricas se organizan con la lógica de “lo probable”, sin perder por esto
algunas explicaciones como más probables que otras, en función de criterios retóricos39. La
multiplicidad de relatos sobre un mismo acontecimiento no debilitan los esfuerzos críticos, los
37
Para el caso argentino H. Sábato sugiere trabajar con lo que en el escenario alemán se ha denominado
“la responsabilidad colectiva por el contexto mental y cultural en que los crímenes fueron posibles”.
Sábato, Hilda (2000): “La Cuestión de la Culpa”. En: Revista Los Puentes de la Memoria. Año 1, número
1, Agosto de 2000. p. 17.
38
En el contexto del debate historiográfico que ocurre en Alemania en torno al pasado nazi, Jürgen
Habermas ha reafirmado que la ubicación del historiador como “observador analítico” aparece como
condición de necesidad del conocimiento científico del pasado. Según Habermas en el momento en que el
punto de vista del observador analítico se confunde con las perspectiva asumida por aquellos que
participan en un discurso de autocomprensión colectiva, la ciencia histórica degenera en política de la
memoria. Cfr. Habermas, Jürgen (1999): “Goldhagen y el uso público de la historia”. En Finchelstein,
Federico (Edit.): Los Alemanes, el Holocausto y la Culpa Colectiva. El debate Goldhagen. Bs.As.,
Eudeba, pp. 208-209.
39
Ricoeur dice concretamente: “Es posible oponer una explicación más probable a otra que lo sea menos
en virtud de los criterios que ponen en juego nociones caras a la retórica como ‘importancia’, ‘peso’,
‘refutación’, ‘configuración’, ‘aprobación’, ‘aceptación’, etc. Ob. cit., p. 46.
historiográficas sucesivas adoptan la forma de un “contar de otra manera” o “ser contados por
otros”, lo que para Ricoeur aporta una dimensión terapéutica, si las narraciones refieren a
acontecimientos traumáticos.
historiografía rivaliza con otros modos de dar cuenta del pasado: el arte, la literatura, la
cinematografía. Por lo mismo conviene señalar que el conocimiento histórico del pasado
pensarse como una instancia de intermediación –una más entre tantas– que ofrece a los actores
del presente elementos con los cuales, por el entendimiento y la deliberación racional, pueden
es necesario tener presente la relación de fuerzas existente entre los distintos grupos sociales
provocaba intensos debates epistémicos y metodológicos. Quienes se han visto seducidos por
incorporando nuevas reglas y rompiendo con “viejas” prescripciones. En cierta forma estos
cuestionamientos debilitaron la autoridad que la historiografía había logrado entre las ciencias
sociales y las humanidades como garante de la reconstrucción de lo real pasado. Pero por otra
40
Al respecto conviene revisar los conceptos con los cuales Agnes Heller distingue entre interés
pragmático e interés práctico de la historiografía. Cfr. Heller, Agnes (1993), Teoría de la Historia.
México, Fontamara, p. 80.
41
Chris Lorenz ha analizado cómo el relevo generacional permitió, en Alemania, que la corporación de
historiadores revisara lo acontecido durante el pasado nazi. Cfr. Lorenz, Chris (2000): “¿Historia como
trauma? Algunas reflexiones acerca de los debates alemanes sobre la historia nazi”. Ponencia en “Actas
del I Congreso de Filosofía de la Historia. La Comprensión del Pasado”. Bs.As., 25, 26 y 27 de octubre de
2000. UBA. (versión digitalizada).
parte proveyeron nociones y perspectivas interdisciplinarias que enriquecieron las formas de
imaginar los vínculos entre el pasado y el presente. Y al poner de relieve que en toda
Bibliografía:
AA. VV.: Memorias Colectivas de Procesos Culturales y Políticos. Bilbao, Universidad del
País Vasco
Barros, Carlos (1996): “El paradigma común de los historiadores del siglo XX”. En: Estudios
sociales. Revista Universitaria Semestral. Nº 10, Año VI, Primer Semestre, 1996. Universidad
Nacional del Litoral. Santa Fé.
Cuesta Bustillo, Josefina (comp.) (1998): Historia y Memoria. Madrid, Marcial Pons.
Groppo, Bruno y Patricia Flier (comp.)(2001): La imposibilidad del olvido. Recorridos de la
memoria en Argentina, Chile y Uruguay. La Plata, Ediciones al Margen
Habermas, Jürgen (1999): “Goldhagen y el uso público de la historia”. En Finchelstein,
Federico (Edit.): Los Alemanes, el Holocausto y la Culpa Colectiva. El debate Goldhagen.
Bs.As., Eudeba.
Halbwachs, Maurice (1994): La mémoire collectiva. París, Albin Michel.
Heller, Agnes (1993), Teoría de la Historia. México, Fontamara.
Hobsbawm, Eric (1998): Sobre la historia. Barcelona, Crítica, 1998.
Huyssen, Andreas (2002): En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de
globalización. Bs.As., F.C.E.
Iggers, Georg (1998): La ciencia histórica en el siglo XX. Las tendencias actuales. Barcelona,
Idea Books S.A.
Koselleck, Reinhart (1993): Futuro Pasado. Para una semántica de los tiempos históricos. Edit.
Paidós, Barcelona, Bs.As., pp. 338 - 340.
Lorenz, Chris (2000): “¿Historia como trauma? Algunas reflexiones acerca de los debates
alemanes sobre la historia nazi”. Ponencia en “Actas del I Congreso de Filosofía de la Historia.
La Comprensión del Pasado”. Bs.As., 25, 26 y 27 de octubre de 2000. UBA. (versión
digitalizada).
Mudrovcic, Ma. Inés (1999): “Algunas consideraciones epistemológicas para una Historia del
Presente”. Revista Hypania Nova, número 2, diciembre de 1999. (soporte virtual
www.hyspanianova.es)
Ricoeur, Paul (1987): Tiempo y Narración. Tomo 3. Madrid, Cristiandad, pp. 378 - 379.
Ricoeur, Paul (1999): Lecturas del Tiempo Pasado: Memoria y Olvido. Madrid, Ediciones de la
Universidad Autónoma.
Vázquez, F. (2001) : La memoria como acción social. Relaciones, significados e imaginario.
Barcelona, Bs.As., México.
Vezzetti, Hugo (2002): Pasado y presente. Guerra dictadura y sociedad en la Argentina. Bs.As.,
Siglo XXI;
White, Hayden (1992): El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación
histórica. Bs.As., Piadós.
Yerushalmi, Yosef (1998): “Reflexiones sobre el olvido”. En: VV.AA. Usos del olvido. Bs.As.,
Nueva Visión.