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El ESTRÉS

Es el proceso que se pone en marcha cuando una persona percibe una


situación o acontecimiento como amenazante o desbordante de sus recursos. A
menudo los hechos que lo ponen en marcha son los que están relacionados con
cambios, exigen del individuo un sobreesfuerzo y por tanto ponen en peligro su
bienestar personal.

La popularidad que ha alcanzado el tema del estrés, si bien pone de manifiesto


la preocupación que suscita hoy en día, también ha llevado a cierta confusión
del concepto y a un exceso en su patologización.

El estrés no siempre tiene consecuencias negativas, en ocasiones su presencia


representa una excelente oportunidad para poner en marcha nuevos recursos
personales, fortaleciendo así la autoestima e incrementando las posibilidades
de éxito en ocasiones futuras.

¿De Qué depende la aparición del estado subjetivo de malestar o distrés?

Un mismo hecho no resulta igual de estresante para todas las personas, ni


siquiera en todas las circunstancias o momentos de la vida para el mismo
sujeto. Varios son los factores que lo determinarán:

- La forma de evaluar el suceso y/o las capacidades para hacerle


frente: mientras alguien, por ejemplo puede considerar un ascenso laboral
como una amenaza, para otro puede suponer un reto personal.

- La manera de hacer frente a las dificultades: negar el problema,


aplazarlo o poner en marcha conductas de autocontrol, por citar sólo algunas,
conlleva distintas consecuencias en la percepción del estrés.

- Características personales: las personas tenemos diferentes estilos de


reaccionar ante las circunstancias que demandan un esfuerzo de nuestra parte,
son rasgos que si bien no pueden considerarse como definitivos, sí es cierto
que se van consolidando con la acumulación de experiencias, como por
ejemplo la emotividad o la reactividad al estrés. La tensión o el nerviosismo
son variables individuales, tanto en su percepción como en sus consecuencias.

- Apoyo social: el número y calidad de relaciones que el individuo mantiene


puede servir como amortiguadores o amplificadores de los acontecimientos
potencialmente estresantes, así como la habilidad para pedir consejo o ayuda.

Si bien el ambiente físico puede ser un generador de estrés, es en el social


donde se dan la gran mayoría de las situaciones que lo provocan. Mientras
algunos autores han considerado los cambios vitales, pérdidas de personas o
relaciones importantes, nueva situación laboral o nacimiento de un hijo, por
poner unos ejemplos, como los desencadenantes del estrés, otros señalan que
los acontecimientos diarios, pequeñas contrariedades, al ser más frecuentes y
próximos a la persona pueden alterar en mayor medida la salud. Es posible,
que ambos tipos se relacione y determinen de forma mutua.

¿Cómo prevenir los efectos negativos del estrés?

El estrés es necesario, es la fuerza que nos ayuda a avanzar en nuestra vida.


La clave entonces consiste en aprovechar la fuerza que proporciona la
activación psicofisiológica que
surge al encontrarnos ante situaciones que demandan nuestro esfuerzo, así
como saber detectar cuando este estado se repite con demasiada frecuencia y
de manera inútil, poniendo en peligro el bienestar y la salud.

En ocasiones es necesario revisar la forma como se está evaluando la


situación. Hay algunas personas, o momentos en nuestra vida, en que
cualquier situación o asunto lo percibimos como amenazante, dejando de
actuar y perpetuando el problema. En otras se vive como desafío o reto, un
hecho que si lo analizásemos más ampliamente o desde otro punto de vista
nos daríamos cuenta que el derroche de energía que empleamos en su
resolución no es necesario.

Algunas estrategias como la resolución de problemas o la toma de decisiones


se hacen necesarias cuando el actuar ciertas el cambio de una situación o
problema. Sin embargo en otras ocasiones, por ejemplo pérdidas de seres
queridos o finalización de relaciones importantes los esfuerzos se deben
encaminar a amortiguar o cambiar el estado emocional o el malestar
fisiológico. En estos casos realizar actividades placenteras, pasear o hacer
deporte, mantener relaciones gratificantes o aprender y poner en práctica
ejercicios de relajación, son algunas soluciones eficaces.

Existen determinadas características que parecen proteger del estrés. Las


personas que las poseen suelen tender a comprometerse con lo que hacen y
creen que los resultados en gran medida dependen de sus acciones.
Reconocen y confían en sus valores, metas y prioridades y aprecian su propia
capacidad. Su sistema de creencias minimiza la sensación de amenaza ante
ciertos acontecimientos y ante otros consideran que el desafío es una
oportunidad para el crecimiento personal. Son flexibles y toleran la
ambigüedad, jugando un papel importante en su comportamiento la propia
responsabilidad. Las creencias existenciales son fundamentales a la hora de
que el sujeto atribuya significados y sobre todo
para mantener las esperanzas en situaciones difíciles.

El estrés y la salud

Estas relaciones en ocasiones han estado sobrevaloradas e incluso mal


interpretadas, no obstante hoy en día se puede afirmar que el estrés, en
general, es el principal factor causante de trastornos psicológicos, presente en
la mayoría de las psicopatologías, y uno de los principales factores causales o
de riesgo de las alteraciones orgánicas.
El estrés afecta de una manera directa a la salud, facilitando la aparición de
determinadas enfermedades o acelerando el progreso de una enfermedad ya
crónica, o de forma indirecta, bien estimulando la realización de conductas
nocivas o reduciendo la probabilidad de que aparezcan conductas saludables.

ESTRÉS LABORAL

Estrés laboral o estrés en el trabajo es un tipo de estrés propio de las


sociedades industrializadas, en las que la creciente presión en el entorno
laboral puede provocar la saturación física o mental del trabajador,
generando diversas consecuencias que no sólo afectan a su salud, sino
también a la de su entorno más próximo.
El estrés laboral aparece cuando los recursos del trabajador son superados por
uno o varios factores laborales a los que no puede hacer frente, y
puede manifestarse de diversas formas. Sus síntomas van desde la irritabilidad
a la depresión, y por lo general están acompañados de agotamiento físico y/o
mental.
Además, el estrés en el trabajo está asociado con una reducción de la
productividad de las empresas y un descenso de la calidad de vida de aquellos
que lo sufren, pudiendo incluso ser motivo de baja laboral en los casos más
graves, por lo que es conveniente aprender cómo combatirlo y
conocer técnicas eficaces para su manejo. También puede ser útil la realización
de determinados ejercicios para eliminar la tensión y la escucha de música
antiestrés u otros audios relajantes, como una buena meditación guiada.
En cuanto a sus causas, el estrés laboral puede estar originado por factores
como una excesiva carga de trabajo, un elevado nivel de responsabilidad que
pone a prueba la capacidad del individuo o unas relaciones sociales
insatisfactorias e incluso tóxicas en el puesto de trabajo. Si bien cualquiera de
estos factores puede originar estrés laboral, en ocasiones una combinación de
los mismos puede resultar en situaciones más graves que a larga son más
difíciles de tratar. Además a estos tres factores se añaden otros que pueden
generar situaciones estresantes, como la mala planificación de turnos u
horarios o una remuneración inadecuada del trabajador.
Las reacciones negativas provocadas por el estrés laboral pueden
ser fisiológicas, cognitivas, conductuales o emocionales y suelen estar
acompañadas de una gran frustración por parte del trabajador, al verse
incapaz de controlar la situación o situaciones que generan ese estrés.
Un ejemplo clásico de estrés laboral es el Síndrome de Burnout o síndrome del
trabajador quemado, que suele darse en aquellos puestos de trabajo
relacionados con atención al público (aunque no exclusivamente). Este tipo de
puestos, en muchas ocasiones van acompañados de una sobrecarga laboral
(por ejemplo por una exposición continua a reclamaciones o quejas de
clientes), lo que genera una situación de estrés permanente y acumulativo en
el empleado. Finalmente el trabajador pierde toda motivación y se produce una
dinámica mental negativa que le hace percibir cada nueva jornada laboral
como interminable. Si quiere conocer su nivel de estrés, le recomendamos
nuestro test de estrés laboral

En cuanto a las causas, es también importante resaltar que unos mismos


factores estresores pueden ocasionar diferentes respuestas dependiendo del
individuo: para algunos trabajadores una elevada responsabilidad
generará eustrés, lo cual potenciará la sensación de confianza y control,
mientras que, para otros, la misma situación se convertirá en un factor de
riesgo y podrá producir distrés.

TIPS PARA EVITAR EL ESTRÉS LABORAL

1. Mide el tiempo

2. Haz una lisa de las tareas del día

3. Establece prioridades

4. Toma tiempo para pensar

5. Descansa al menos cada dos horas

6. Organiza tu lugar de trabajo

7. Evita las distracciones

Existen varios hábitos que te pueden ayudar a ser víctima de los efectos
ocasionados por el estrés.

1. Habla con tu familia y amigos

2. Comprométete con una actividad física diaria: Se relaja la tensión física y


mental del cuerpo.

3. Acéptalo hay cosas que no puedes cambiar: Establécete metas a corto


plazo y trabaja para hacerlas realidad.

4. Recuerda siempre reír: La risa nos relaja

5. Acaba con los malos hábitos: alcohol, cigarro o la cafeína puede


incrementar el stress

6. Cálmate: Recuerda que la vida no es una carrera, planea tus actividades


y date tiempo para realizar las cosas más importantes.

7. Duerme lo suficiente: De 6 a 8 horas.

8. Organízate: Haz una lista de tus actividades y enfócate en tus tareas


mas importantes. Toma las tareas grandes de una, organizar el closet,
cocina.

9. Trata de no preocuparte: El mundo no se va a acabar sino limpiaste a


tiempo, siempre hay tiempo para realizar las cosas si nos organizamos.

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