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Marco teórico. Los ‘makeover shows’ en el contexto de la
telerrealidad
1. Introducción
2. La telerrealidad
2.1. Definición
Introducción
El contexto televisivo
Al mismo tiempo, estos programas, por su bajo coste, eran una opción
perfecta para los canales de nueva creación que pretendían hacerse
un hueco en el mercado televisivo. Un ejemplo paradigmático es la Fox
(nacida en 1986), que pronto basó parte de su prime time en
programas de telerrealidad como Cops, America’s Most Wanted o
Manhunter, siguiendo una estrategia de programación barata pero
efectiva para atraer a los espectadores. Precisamente, Hickethier
(1995) también identifica este patrón de comportamiento en los
canales privados alemanes nacidos a principios de la década de 1990
(especialmente RTL y Sat1).
Precedentes
Ahora bien, hay que tener en cuenta que todos estos ejemplos son
casos aislados, extrañezas dentro de su contexto televisivo. No será
hasta finales de la década de 1980 que la hibridación entre
documental y ficción se convertirá en una de las tendencias más
importantes de la televisión occidental.
Yann Vallée (citado por Lacalle, 1995: 98) afirma que en esta primera
época existían dos tendencias muy diferentes en relación a los realities
que dominaban el panorama televisivo estadounidense (y del norte de
Europa) y el de los países del sur de Europa (Francia, Italia, España).
En el primer caso, eran programas centrados en la emoción-acción y,
en el segundo, en la emoción-afecto21. Es decir, en los Estados
Unidos, en el Reino Unido y otros países como Alemania, los realities
mayoritariamente se centraban en el relato de crímenes,
investigaciones policíacas, situaciones extremas… mientras que en
Francia, Italia y España dominaban los reality shows, centrados en la
expresión de las emociones de personas anónimas que narraban
experiencias íntimas. Con el tiempo, sin embargo, estas diferencias se
atenuarán y en países como Italia (o España) encontraremos también
programas centrados en el relato de crímenes, accidentes y
emergencias como Un giorno in Pretura, I racconti del 113, Pronto
polizia, Telefono giallo, Chi lo ha visto? o Delitti irrisolti.
El docusoap
A partir del año 2000 los reality game shows entrarán también en el
terreno musical, inaugurando otra línea de grandes éxitos de audiencia
y formatos que se extenderán por todo el mundo. En 1999 se estrenó
en Nueva Zelanda Popstars, un formato que un año más tarde fue
adaptado en Australia y desde allí se extendió internacionalmente (ver
Holmes, 2004a: 151). El objetivo del programa era formar un grupo
vocal de pop femenino: las participantes competían entre ellas para
formar parte de este, de manera que el premio era un contrato
discográfico. A partir de Popstars apareció Pop Idol (Reino Unido, ITV,
2001), que superó el éxito del primero, y en el que cantantes (chicos y
chicas) amateurs competían individualmente para ganar un contrato
discográfico. En los Estados Unidos fue adaptado por la Fox (
American Idol, 2002-actualmente) con un éxito abrumador y
convirtiendo la primera ganadora, Kelly Clarkson, en una estrella. En
estos formatos reencontramos la intervención de la audiencia, que
elige a los cantantes que superan cada ronda y, finalmente, al ganador.
•La inmersión.
•Los monólogos.
La telerrealidad en España
Introducción
Al mismo tiempo, se recogerán las reflexiones que tienen que ver con
el impacto que ha supuesto la llegada de la telerrealidad a nivel
televisivo y social, consecuencia de sus características.
Evidentemente, resulta imposible dar cuenta de todas las
investigaciones hechas alrededor de la telerrealidad, de manera que
nos centraremos en aquellos conceptos que nos puedan ser útiles
para analizar y entender los makeover shows. Concretamente, nos
fijaremos con las reflexiones sobre la nueva configuración de la esfera
pública que propone la telerrealidad, la redefinición del concepto de
servicio público y el carácter conservador de estos programas. Al
mismo tiempo, también se trazarán brevemente las principales críticas
hechas a la telerrealidad en relación a su bajo valor cultural y sus
peligros para el espectador, los participantes y el contexto televisivo.
Hace unos años para salir en televisión hacía falta ser un personaje
importante o hacer algo fuera de lo normal; la gente corriente no salía
en televisión. La gente de la calle ha tomado la televisión y
actualmente es frecuente que en las cadenas se dé la palabra al
ciudadano de a pie. (Pérez Ornia, 2003: 66).
Este gusto por el simulacro refleja una cuestión muy posmoderna que
atraviesa el corazón de lo que hemos denominado postelerrealidad: la
realidad existe más en las formas de representar que en los
contenidos, lo que significa que lo real se ha convertido en hiperreal,
un espacio simbólico donde el grado de realidad es tan solo el grado
de visibilidad. Este territorio simbólico implica que la telerrealidad
constituye una promesa de contacto con la realidad, pero que dicha
relación se establece desde una distancia segura: es un espacio
alternativo, compensatorio, para conocer —incluso sentir— la verdad.
(García Martínez, 2008: 243).
La interactividad
Un macrogénero híbrido
Man vs. Wild, aun siendo un programa que se sitúa en los límites del
género, también utiliza este tipo de estrategias. Bear Grylls vive
experiencias extremas delante de la cámara intentando así crear
escenas que apelan a la autenticidad. Por ejemplo, en el capítulo
dedicado al desierto de Baja California70 Grylls sufre una picadura de
abeja en la frente que desencadena una fuerte reacción alérgica. Se
nos muestran primeros planos del aventurero y planos detalle de sus
ojos hinchados, unas imágenes que claramente sirven para anclar el
programa a la realidad.
Murder (Estados Unidos, Spike TV, 2008) también utiliza este tipo de
estrategias. En este reality se recuerda continuamente la relación del
programa con el mundo histórico: al inicio de cada episodio se avisa al
espectador que los crímenes que se ponen en escena son reales
(«The henious crimes you’re about to see are real»), se combinan las
imágenes de la escena del crimen recreada con imágenes reales y en
los títulos de crédito se mezclan imágenes estereotipadas de series
policíacas con expresiones como real homicide o actual evidence.
En resumen, a través de todos estos recursos, la telerrealidad
reivindica una conexión con la realidad, a pesar de la complicada
naturaleza de la realidad profílmica mostrada en estos programas
(como hemos visto, próxima a los pseudoacontecimientos).
Uno de los elementos que sirve como punto de partida del debate
sobre el valor cultural de la telerrealidad es su carácter híbrido. Que la
telerrealidad incluya elementos de géneros televisivos ya establecidos
se ha utilizado para argumentar que no es un género nuevo o
innovador sino que, tal como afirma Richard Kilborn (2003: 53-55),
tan solo es «old wine in new bottles». Es decir, que los diferentes
subgéneros y formatos de la telerrealidad no aportan nada nuevo al
panorama televisivo y que son programas hechos con el único objetivo
de conseguir el máximo éxito posible con el mínimo esfuerzo creativo.
A nuestro parecer, críticas como las de Kilborn no tienen en cuenta la
dialéctica que se crea en el interior de cada subgénero y formato de la
telerrealidad entre los diferentes elementos genéricos que los forman,
estableciendo relaciones nuevas e interesantes.
Desde este punto de vista, los docusoaps son una amenaza para el
género documental: ocupan su espacio (empujando los documentales
serios hacia franjas marginales) y, en lugar de ser vehículos de
reflexión, son un entretenimiento ligero. Al mismo tiempo, son vistos
como un claro síntoma de la presión que sufre la BBC para conseguir
mejores datos de audiencia, consecuencia del aumento de los canales
privados y la fragmentación de las audiencias. Es decir, son una
muestra de la comercialización de la cadena y la erosión del concepto
de servicio público. Además, las características que el docusoap
adopta de la ficción (tramas paralelas, personalización, dramatización)
son vistas como una manera de hacer programas de fácil visionado y
digestión, evitando otras formas que pidan más esfuerzo intelectual a
los espectadores. Así, este tipo de críticas fueron espoleadas por el
hecho de que la BBC presentase los docusoaps como un género de
servicio público capaz de popularizar los documentales, un género
habitualmente minoritario.
Así pues, en este estudio y otros similares, hay un esfuerzo por parte
de los analistas por separar los programas de telerrealidad de la idea
de una representación verdadera y objetiva de la realidad.
3.1. Introducción
3.2. Definición
Hasta aquí, hemos visto que los makeover shows se limitaban, tanto
en el Reino Unido como en los Estado Unidos, a relatar
transformaciones materiales y físicas. A partir del año 2004, se
produce una evolución en los makeover shows y se amplían los
ámbitos en los que el programa actúa. A partir de ese momento, se
incluirán también transformaciones interiores, ligadas a
comportamientos y actitudes, más difíciles de llevar a cabo (en
España a veces llamados programas de coaching).
Otros canales estatales han probado también con el género, pero con
menos regularidad: Antena 3 con Cambio Radical (adaptación de
Extreme Makeover), en el que se transformaba mediante la cirugía
estética a hombres y a mujeres acomplejados, que consiguió poca
audiencia y finalmente, fue cancelado; Esta casa era una ruina
(adaptación de Extreme Makeover: Home Edition), en el que se
reformaba una casa en malas condiciones propiedad de una familia
con problemas económicos; y La gran dieta (adaptación de The
biggest loser incluida dentro del magazine de tarde Tal Cual lo
contamos).
Tal como dice Moseley (Brunsdon et al., 2001: 33), las categorías
como hard y soft (que sirven para explicar este cambio de
programación y denunciar la pérdida de importancia de los debates y
temas serios en el prime time) están definidas culturalmente en
relación al género masculino y femenino. Así, identificar estos
programas como femeninos sirve para identificarlos como programas
con poco valor cultural.
Guy Redden (2007 y 2008) va más allá y afirma que estos programas
representan a menudo el consumo de bienes como una forma de
mejorar socialmente. De esta manera, se relaciona consumo con
autorrealización. Y es que la movilidad social ascendente es una de las
principales aspiraciones que aparecen en los makeover shows. En
estos, cambiar la decoración de la casa o la forma de vestir es
representado como una inversión social, de manera que
«consumption is rendered not only economically, but also socially
productive109.» (Redden, 2007: 162).
En definitiva, programas como What not to Wear o Queer Eye for the
Straight Guy defienden que es posible mejorar personal y socialmente
a través del consumo110. Ahora bien, Gareth Palmer alerta que estas
transformaciones solamente afectan a las apariencias. Es decir, que el
efecto conseguido por estos programas en los individuos es similar al
que puede producir un cambio en la decoración de una habitación que
hace que esta parezca más grande: «the aim thus becomes the trying
if elementary one of erasing the unacceptable signs of lower class
origins and making them respectable merely by looking
respectable111.» (Palmer, 2008: 4). Este es el carácter democratizador
de los makeover shows: cualquier persona de clase trabajadora puede
hacerse pasar por un miembro de una clase superior y encajar con las
«personas respetables» mediante el aprendizaje del capital cultural de
estas.
Al mismo tiempo, este interés por las apariencias tiene que ver
también con las características del medio: para estos programas «all
that matters is the look for it is on the surface that it can make its most
striking interventions112.» (Palmer, 2008: 4). Es decir, se elige este
ámbito de intervención porque es donde la televisión puede ser más
efectiva.
11. Esto queda claro, por ejemplo, en las declaraciones del productor
de 999 Lifesavers: «We are using all ^e available film techniques to
make engaging films ^at include non-documentaty drama techniques.
Once you would have done it in a straight documental^ way, but this is
a way of making factual televtision more accessible to a big
audience.» («Estamos utilizando todas las técnicas fílmicas
disponibles para hacer películas atractivas, incluidas técnicas
dramáticas que no son del género documental. Antes habríamos
hecho estos progamas con un estilo estrictamente documental, pero
esta es una manera de hacer televtisión sobre la realidad más
accesible para una gan audiencia.»). (Citado por Bondebjerg, 1996:
38).
12. De hecho, hay autores que afirman que estos formatos están
desterritorializados, es decir, que se borran todos los signos culturales
del país de origen para que puedan gustar a todo tipo de públicos
(Waisbord, 2004).
30. La idea del programa era del productor británico Charlie Parsons,
que vendió el formato a Endemol y posteriormente fue comprado por
una productora sueca.
34. Se puede decir que este aspecto de Big Brother es una evolución
llevada al extremo de la exhibición de las propias experiencias y
sentimientos que veíamos en los reality shows.
36. En él, una familia debe vivir en las mismas condiciones que las
familias londinenses durante la Segunda Guerra Mundial.
38. En este reality, varias familias viven como los mineros del sur de
Gales en 1921. Los hombres y jóvenes de más de 14 años deberán
trabajar en la mina, mientras que las mujeres y chicas jóvenes tendrán
que cuidar de la casa.
53. Fue el programa más visto de 1992 a 1995 (Pérez Ornia, 2001:
228).
54. Podía ser de cualquier ámbito: la política, la crónica rosa o la
crónica negra. Algunos de los personajes que pasaron por el programa
fueron Alfonso Guerra, Antonia Dell’Atte, Joselito, José María Ruiz
Mateos, Amparo Muñoz, el Dioni, John Wayne Bobbitt, Carmina
Ordóñez y Jesús Gil y Gil.
57. Las ganadoras del programa formaron Bellepop, con una efímera
carrera musical.
59. Para una historia de los reality game shows en España, ver
Monclús y Vicente (2009).
71. Concepto utilizado en los game studies. Ver Frasca (2001: 15-54;
2003) y Oliva; Besalú y Ciaurriz (2009).
72. «Los Angeles es una de las muchas ciudades que han quedado
devastadas. Las infraestructuras están colapsadas. Reina el caos. Esta
es la ambientación de The Colony.»
89. Moseley (2000) hace una breve genealogía del género y explica
cómo durante los años ochenta era habitual incluir espacios centrados
en la transformación física de una mujer (ropa, maquillaje, peluquería)
en los magazines matinales: por ejemplo, This Morning (Reino Unido,
ITV, 1988) y Nine O’clock Live (Reino Unido, 1993). Posteriormente, se
convirtieron en programas del daytime, como Style Challenge (Reino
Unido, BBC1, 1996), donde un equipo de expertos debían transformar
la apariencia tanto de mujeres como de hombres en veinte minutos, o
Real rooms (Reino Unido, BBC1, 1997), en la que se transformaba una
casa real ciñéndose a un presupuesto limitado.
96. Analiza Clothes that Count (Reino Unido, BBC, 1967), sobre
costura, y Gardener’s World (Reino Unido, BBC, 1972), sobre
jardinería.
99. «En la medida que los makeover shows han pasado de lo didáctico
a la transformación y mostración, las oportunidades de aprendizaje se
limitan a ’ideas’ en lugar de conocimientos prácticos.»
100. «El programa avanza sin pudor hacia este momento climático,
habiendo el presentador preguntado a cada pareja a lo largo del
programa cuál sería para ellos la peor cosa que se podría hacer con su
habitación: pocas veces nos sentimos defraudados en nuestro
deseo/miedo por ver una respuesta horrorizada o ambigua —
Changing Rooms habitualmente parece hecho a medida para
representar “el peor de los casos".»
102. Por ejemplo, la ABC, como empresa privada que decide hacer
actos caritativos a través de sus programas, ha puesto en marcha un
proyecto llamado A better community, en el que se transmiten estos
valores de la caridad, el voluntariado y la filantropía y se da
información sobre cómo ayudar.
116. Guy Redden relaciona esta idea con la evolución del marketing,
que pasa de informar sobre las características de los productos a
promocionarlos por su valor social.
119. Otras autoras (Davis, citada por Tait, 2007) ven la cirugía estética
como la forma que tienen las mujeres de actuar dentro de los
estrechos márgenes que les permite la sociedad actual.