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Eduardo Sepúlveda Murga

Profesor de Estado en Castellano


Magíster en Educación
Magíster en Humanidades, Literatura y Artes
EL DERROTERO ESTÉTICO NERUDIANO

Emprendí la más grande salida de mí mismo: la creación, queriendo iluminar las


palabras. Diez años de tarea solitaria, hacen que con exactitud la mitad de mi vida,
han hecho sucederse en mi expresión ritmos diversos, corrientes contrarias (Neruda:
Para nacer he nacido: 1980, 25)

En la pléyade demiúrgica de la lírica nacional: Huidobro, Mistral, Parra y Neruda,


destacan por su universalidad e intensa fuerza creativa, especialmente este último. Las voces
especialistas que eclosionan de la crítica, el canon y la tradición literarios así lo aseveran.
Por supuesto que siempre existirán divergencias taxonómicas e interpretativas de la
valoración artística de una figura tan connotada internacionalmente, porque el camino
sinuoso de la crítica se puede desviar hacia espacios de intereses personales e ideológicos.
Por lo tanto, todo lector analítico que cuente con los insumos epistemológicos, sígnicos,
conceptuales, hermenéuticos y literarios tendrá mayores posibilidades de acercarse al linde
de una mejor apreciación y juicio estético. Así podrá efectuar una mejor valoración de la
autonomía del objeto artístico, excluyendo aquellos elementos extrínsecos que pueden
obscurecer o contaminar la correcta concreción ontológica del objeto artístico. Por esta
razón, el autor de este lacónico artículo pretende demostrar algunas características que
justifiquen la calidad estética de la obra nerudiana. Para una mejor comprensión de este
propósito, se escinde este texto-discursivo-argumentativo en dos apartados de análisis
artístico: la crítica especializada y consideraciones estético-literarias.

1. La Crítica Especializada. Una de las posibilidades para producir un constructo de


valoración artística de una obra es el juicio estético elaborado por aquellos especialistas que
ejercitan el análisis y evaluación rigurosos de creaciones literarias. Para cumplir tan delicada
y difícil misión, es necesario que posean sólidos conocimientos de estética, narratología,
teoría literaria, semiótica y filosofía del arte, entre otras disciplinas ad hoc a este objeto en
estudio. Es menester realizar esta aclaración para evitar confusiones con aquellos “seudo-
críticos” que habitualmente utilizan sus fundamentos escurridizos que vagan entre la levedad
y el desplazamiento hermenéutico.

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Entre estos especialistas connotados se pueden mencionar académicos, intelectuales,
investigadores y los propios demiurgos del fenómeno literario. Es un consenso en el mundo
artístico, que muchos de los integrantes de la denominada “ciudad letrada” actual consideran
a Pablo Neruda como el mayor exponente y representante de la lírica latinoamericana,
considerado por muchos de ellos el mejor sucesor y heredero de la poesía de grandes vates
como Vallejo, Darío y Whitman. Su obra fue catalogada como una poesía plena de lirismo,
rebosante de fecundidad e intensidad de fuerza creadora material e inmaterial. Entre los
especialistas de la crítica más destacados que analizan y ensalzan la calidad e importancia
universal de la obra del poeta, destacan: Federico Schopf, Amado Alonso, Harold Bloom,
David Schidlowsky y Alaín Sicard. Este último, considerado como uno de los mayores
conocedores y especialistas en la obra nerudiana menciona en “Entre lo inhabitado y la
fraternidad”:

Antes que nada el poeta del Canto General es materialista porque la


materia es inagotable y su canto aspira a lo inagotable. Esta aspiración
toma un doble camino: el primero, horizontal (…) lo invita a abarcar el
mundo en toda la multitud de sus aspectos. Proponemos llamarlo el camino
de la celebración. El otro, vertical, el del hundimiento, de “la entrada en
la profundidad de las cosas en un acto de arrebatado amor”, para decirlo
con palabras del manifiesto de 1935, ambiciona alcanzar aquel centro desde
el cual el mundo se le rebelará en su unidad. Será el camino de la
identificación. (Sicard: 2010, 37)

También su genialidad creadora es destacada por sus homólogos: Jorge Edwards,


Miguel Ángel Asturias, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Antonio Machado, Luis
Cernuda y Octavio Paz, entre otros. El Nobel mexicano en su obra Los Hijos del Limo se
refiere a Pablo como “Más agua de mar que de lago. La influencia de Neruda fue como una
inundación que se extiende y cubre millas y millas.” Sin embargo, en el caleidoscopico
mundo de las opiniones e interpretaciones no pueden estar ausentes algunas voces disidentes
a su actividad de creación lírica. Verbigracia: el poeta nacional, autor de Los Gemidos, Pablo
de Rokha y Jorge Luis Borges, uno de los autores más destacados de la narrativa del siglo
XX. El creador argentino se refiere a Neruda con estas “perfumadas” palabras:

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Le considero un hombre muy mezquino… escribió un libro sobre los
tiranos de Sudamérica, y a continuación varias estrofas contra los Estados
Unidos. Ahora sabe que todo eso es basura. Y no dice una palabra contra
Perón. Porque tenía un pleito en Buenos Aires, eso me lo explicaron luego,
y no quería arriesgarse. Y así, cuando se suponía que escribía a voz en
cuello, lleno de noble imaginación, no tenía nada que decir contra Perón.
Y estaba casado con una dama argentina, y sabía que muchos de sus amigos
estaban en la cárcel. Conocía la situación de nuestro país, pero no dijo ni
una palabra contra Perón. (Bloom: 2012, 489)

Por supuesto que esta es solo una opinión de Borges con respecto a la vida personal de

Pablo. No obstante, en el relato El Aleph de 1949 –un año antes de la publicación de Canto

General-, el trasandino se mofa del vate nacional comparándolo con el personaje Carlos

Argentino Daneri, un poeta bastante malo e imitador de Whitman que aparece como

antagonista del propio Borges en el cuento mencionado previamente. A pesar de estas

singulares apreciaciones, hasta hoy, la obra de Pablo Neruda no deja de ser analizada y

estudiada en muchas universidades extranjeras por ser considerada un creador por excelencia

e ingente hipotexto de las prospectivas savias líricas creadoras.

A parte de lo anterior, es necesario mencionar que el destacado crítico y teórico literario

Harold Bloom en 1994 publica El Canon Occidental en el que incluye a veintiséis autores

connotados e imprescindibles dentro de la tradición literaria occidental: entre ellos incluye

a Pablo Neruda.

2. Consideraciones Estético-Literarias. La triada autor, obra y lector ha alterado su


foco valorativo en el devenir histórico del objeto artístico. En un principio, las intenciones,
sensibilidad y mirada creadora del primero fue la preocupación de los estudiosos del tema
artístico. Posteriormente, la obra ocupó el interés puesto que desde el momento de su
concepción dejaba de pertenecer a su creador y se convertía en un fenómeno estético
heterónomo. Con el tiempo se optó por una cosmovisión dialógica entre obra-lector.

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Sin embargo, la teoría de la recepción volcó únicamente su mirada hacia el receptor-lector-
observador, quien es el único que puede efectuar la concreción, interpretación y actualización
semántica de todos esos espacios indeterminados o en blanco –en palabras de Gadamer- que
deja el autor en la obra. El lector-receptor es el único llamado a completar esos vacíos
sígnicos con la actualización que realiza de la obra literaria en su proceso de lectura
convirtiéndose en coautor de los vacíos de significación textual presentes en el objeto
estético. Iser, Jauss e Ingarden comparten también estos nuevos postulados, Incluso el
último agrega el concepto “Horizonte de expectativa” para demostrar que el lector deja de
ser un ser neutral para convertirse en alguien que realiza este proceso según lo que espera
para alcanzar un determinado fin, apropiándose así de la significación y comprensión de la
obra como unidad de sentido.
Se debe aclarar que el lector debe poseer múltiples insumos polidisciplinarios si
pretende realizar una mejor “lectura” y concreción de la obra de arte como objeto
ontológicamente ficcticio y multisígnico. Así está mejor preparado para evaluar
cualitativamente una obra literaria y “abortar” aquella que se aleje del valor estético.
Después de estos prolegómenos, es más fácil juzgar la importancia del lector-experto
en su capacidad de determinar el valor artístico literario de la obra de Pablo Neruda.
No se pretende abordar aquí realizar un análisis atomizado y fragmentario de la vasta
obra nerudiana completa, puesto que su camino sería irresponsable, intrincado, arduo e
infinito.
Para acercarse a la demostración de la calidad de su ingente creación lírica, basta
recorrer algunos poemas de Canto General, Residencia en la Tierra y Odas Elementales para
comprobar la originalidad, musicalidad y universalidad de sus metáforas e imágenes que
deambulan entre la autorreferencialidad, la temporalidad y el deseo de abarcarlo todo con su
pluma intensa -a veces calma y otras frenética-, soñadora, telúrica y mágica orientada en
todas direcciones simultáneamente, bajo un manto pleno de lirismo evocador, prospectivo,
diverso e infinito. El continuum dialéctico de verso-musicalidad y materia-imagen de sus
poemas se direccionan desde el elemento corpóreo hacia la aprehensión de la unidad
semántica global de cada estrato constituyente de su estructura ontológica.
El valor artístico de sus creaciones líricas se materializa en la perfección de la
estructura, coherencia, significación y eximio tratamiento del lenguaje que efectúa el vate en

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cada una de estas composiciones. La representación de lo representado parece cobrar vida
en cada nueva lectura, en cada momento que la voz se alza desde el nadir al cenit del tiempo
y el espacio de la palabra hecha fuego, hecha agua, hecha cielo, y hecha tierra.
En síntesis, las aseveraciones de la crítica especializada de Neruda y los análisis
estéticos-literarios de sus creaciones líricas, demuestran que su obra es objeto de estudio
actual y continuará siendo foco de muchos nuevos análisis de la tradición literaria para
intentar acercarse algún día a completar y llenar esos espacios de sentido vacíos que aún
esperan su oportunidad.

Por vuestra recepción y silente paciencia,


Ingentes gracias.

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