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La Habana, 2011
Catalogación Editorial Ciencias Médicas
WE 180
Capítulo 1
Consideraciones generales/ 4
Seudoartrosis/ 4
Aspectos históricos/ 5
Patogenia/ 6
Factores de producción/ 8
Bibliografía/ 11
Capítulo 2
Fracaso de la consolidación/ 13
Patología del callo seudoartrósico/ 13
Estructura del callo seudoartrósico/ 14
Descripción histológica / 15
Seudoartrosis sinovial / 16
Bibliografía / 18
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Consideraciones terapéuticas/ 73
Actualización general/ 73
Métodos invasivos sin manipulación focal / 76
Métodos invasivos con manipulación focal/ 79
Osteosíntesis externa con manipulación del foco/ 80
Transportación ósea/ 81
Osteosíntesis interna compresiva/ 83
Osteosíntesis intramedular/ 87
Injertos óseos/ 89
Materiales bioactivos para implantes óseos/ 94
Decorticación tipo Judet/ 96
Implante de células madre/ 99
Métodos no invasivos/ 103
Estimulación eléctrica y electromagnética/ 103
Estimulación por laserterapia/ 105
Estimulación por ultrasonido pulsado de baja intensidad/ 107
Estimulación por ondas de choque/ 109
Tratamientos para lesiones asociadas/ 114
Cirugía láser/ 115
Oxigenación hiperbárica (OHB)/ 118
Ozonoterapia/ 120
Injertos de piel/ 123
Tratamientos complementarios o alternativos/ 125
Rehabilitación/ 126
Medicamentos/ 127
Medicamentos que se deben utilizar con precaución o no usar/ 130
Resumen del tratamiento de las seudoartrosis sépticas/ 131
Bibliografía/ 132
Capítulo 7
Capítulo 9
Bioética/ 158
Ética en la investigación/ 159
Ética en el tratamiento a los pacientes con seudoartrosis/ 162
Consideraciones finales/ 163
Bibliografía/ 165
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casos de retardo de la consolidación y, algunos que van hasta el fallo total de esta,
existiendo además pacientes que hacen dudar en el curso del tratamiento de frac-
turas, artrodesis u osteotomías en cuanto a la calidad de su curación; en la conso-
lidación per-primans, por citar un ejemplo, no se observa ya un callo ostensible (o
“hermoso”al decir del profesor Jordá) y surgen dudas sobre la utilidad de una
unión que soporte las solicitaciones a que será sometido el hueso.
Es innegable que en la actualidad los fracasos de la consolidación, tan fre-
cuentes en antaños, son cada vez menos observables gracias a los avances en los
conocimientos de su fisiología y en los campos de las osteosíntesis e implantes; sin
embargo, todavía se detectan casos, sobre todo, en traumatismos graves, fractu-
ras complicadas con contaminaciones sépticas, después de procedimientos tera-
péuticos infelices y, en menor grado, en pacientes con enfermedades sistémicas.
Las dificultades que, en ocasiones, se enfrentan para diagnosticar o evaluar la
magnitud de un defecto de la consolidación estimuló al autor a emprender un
estudio, fruto de varios años de labor, a veces difícil de realizar, y resultado de la
acción mancomunada de una serie de factores que de no haberse logrado no
hubiera sido posible concluir, para después poder realizar un diagnóstico confiable
sobre la detención del proceso de consolidación ósea, dado el hecho de que todos
se han encontrado algo no previsto en el quirófano al enfrentar su tratamiento o
han tenido dudas acerca de la certeza del diagnóstico.
También se ha tratado de identificar las medidas terapéuticas que pueden ser
más eficaces en la solución de los trastornos graves de la consolidación sobre la
base de las conclusiones obtenidas y además reseñar las que se han acreditado
con su uso.
Es de interés exponer algunas reflexiones en relación con el tema en cuestión:
_ “ La seudoartrosis debe ser tratada por el mismo procedimiento que la provocó,
pero bien realizado”. M. D’Aubigné.
_ “ Cuando implanto un injerto quiero hueso que luche por mí”. R. Watson-Jones.
_ “ Por lo general la evaluación del estado de las partes blandas que rodean a la
seudoartrosis y la cubren antes de proceder a la intervención quirúrgica es tan
importante como la evaluación de los huesos mismos” . H. Crenshaw.
_ “ En las seudoartrosis viables y no sépticas, el material del foco no se reseca
pues significa el gran esfuerzo del organismo para consolidar”. R. Álvarez
Cambras.
_ “La unión fibrosa se produce cuando ha sido inadecuadamente inmovilizada
una fractura; como consecuencia del deslizamiento, la flexión y la torsión com-
binados en el callo de fractura en formación, esos tejidos jóvenes fracasan en
su función; las trabéculas óseas no se forman en el callo primario y el tejido
fibroso formado es incapaz de calcificar ni osificar” . J. Martínez Páez.
_ “La combinación de varios factores ha conducido en nuestro medio a múltiples
operaciones con su cortejo de éxitos y fracasos, pero desde siempre es necesa-
rio: el acto quirúrgico sangrante, el uso de medios de fijación, el largo p eríodo de
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Capítulo 1
CONSIDERACIONES GENERALES
“Es más útil pensar que saber y más aún, observar”
Goethe
Seudoartrosis
Las complicaciones de la consolidación ósea se dividen en grados de acuerdo
con su intensidad, y van desde una consolidación lenta, hasta una retardada y a un
fallo total, se conoce como seudoartrosis; este término se ha impuesto, ya que su
definición etimológica presupone el grado superlativo del defecto de la consolida-
ción que es: la formación de una falsa articulación con características bien defini-
das (neoartrosis o seudoartrosis sinovial), pero como su denominación práctica
para definir los defectos espontáneamente, irreversibles de la consolidación es
común de forma universal, esta forma se refiere a la falta de cicatrización de las
lesiones diafisarias de los miembros , que es el motivo de este trabajo.
En términos generales, la seudoartrosis se define como la incapacidad com-
pleta de consolidación de una fractura por fracaso definitivo de la osteogénesis,
determinada de manera clínica y radiográfica.También se les denomina así a las
fracturas que no se han consolidado en un espacio de 8 meses, lo cual correspon-
de a la denominación inglesa de non-union.
Autores como Edmonson y Crenshaw en el texto de Cirugía ortopédica de
la clínica “Campbell”, en su edición de 1981, expresaron que las fracturas diafisarias
de los huesos largos no se debían considerar como seudoartrósicas hasta, al me-
nos, 6 meses posteriores al traumatismo. En sus ediciones de 1992 y 1994,
Edmonson y Daughert, también de la clínica “Campbell”, señalan que en 1986 un
grupo de la FDA (EE.UU.) definió la seudoartrosis establecida, “cuando ha trans-
currido un mínimo de 9 meses desde el traumatismo y la fractura no muestra
signos visibles y progresivos de curación durante 3 meses”.
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Michiels en 1984 define la entidad como una fractura que por razones biológi-
cas o mecánicas no se consolida de forma espontánea y niega el concepto
temporario, considerando, además, algunas fracturas como seudoartrósicas desde
el traumatismo inicial, por ejemp lo, las fracturas con pérdida de sustancia ósea.
Aspectos históricos
A pesar de haberse encontrado trastornos de la consolidación en fósiles y con
una mejor conservación en momias egipcias, lo cual habla de la aparición de esta
complicación desde el inicio de la vida, no es hasta 1760 que aparece la primera
referencia que se tiene de ella, cuando Ch White preconiza la resección del foco
en fracturas con falta de unión; en 1820 Phillip von Walter realizó el primer caso
de injerto autólogo de hueso; y fue en 1842, en la quinta edición de Astley Cooper’s,
donde por primera vez se afirma que la “no-unión o falsa articulación se debía a
dificultades existentes para inmovilizar adecuadamente el foco de fractura”.
Volkman expresó en 1862 que una severa presión entre los fragmentos inhibe
la formación ósea y estimula la resorción, y en 1881 plantea que la rapidez de
reunión de los fragmentos es directamente proporcional a la rigidez con que se
mantienen adosados.
Ollier en 1885 escribió acerca de la resorción ósea en la seudoartrosis de la
tibia; un año después Bruns reportó 440 casos de seudoartrosis y recomendó una
clasificación, que es la primera descrita y conocida para esta complicación.
En 1886 Hugh Owen Thomas, reconoció en una evaluación crítica de su tra-
tamiento de las fracturas de “martilleo y estancamiento”, que la inmovilización
continuada tenía una mayor importancia que la simple función de restablecer la
simetría del hueso, pues comprobó que si hubiera fijado de forma correcta los
huesos fracturados, el tiempo de reparación se había acortado; en 1890 infirió que
no se debe esperar la unión de los huesos, si se permite la movilidad de los frag-
mentos.
En 1889, Nusbaum y Hahn publicaron el tratamiento de dos casos: uno por
injerto óseo y otro por transferen cia del peroné a la tibia.
Michiels (1984) afirmó que en la evolución conceptual de las seudoartrosis
existen tres épocas:
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Patogenia
Según Watson Jones en su edición de 1965, la falta de consolidación de una
fractura “se debe más al fracaso de los cirujanos que al de los osteoblastos”;
planteó que la seudoartrosis, con pocas excepciones, es una complicación evitable
y enumeró una serie de factores como causas de retardos (los que son esgrimidos
por algunos autores como productores de seudoartrosis), pero acepta la inmovili-
zación inadecuada como única causa de fallo de la cicatrización, y recomienda
que cualquiera que sea el tiempo transcurrido después de una fractura, esta debe
“dejarse tranquila” y protegerse mediante una inmovilidad adecuada.
Wilson, en 1980, en la revisión del texto de Watson Jones repite las mismas
aseveraciones hechas 15 años atrás por este, y afirma que “la colocación de pla-
cas y clavos en fracturas se debe considerar, no como una alternativa para el
tratamiento conservador, sino, más bien, como un incidente en su curso”, y reafir-
ma las teorías conservadoras que preconizan el uso de métodos naturales de cica-
trización antes que sacrificar estos en aras de la rapidez.
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Factores de producción
Múltiples factores intervienen en el mecanismo que provoca la falta de conso-
lidación. Algunos de estos se enumeran a continuación:
– Estabilidad: el movimiento excesivo, en particular las fuerzas de roce, perturban
la osteogénesis, las células indiferenciadas se transforma en fibroblastos y
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FRACASO DE LA CONSOLIDACIÓN
“Para alcanzar la verdad hay que deshacerse de todas las
opiniones que se han recibido”
Descartes
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Descripción histológica
Fig. 2.1. Consolidación con formación de callo, si existe movimiento entre los fragmentos. Consoli-
dación indirecta.
Tomado del original de Tadashi Tanaka, Retardo de consolidación/No unión .
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Seudoartrosis sinovial
El término seudoartrosis sinovial, del griego syn (con) y ovia (huevo), se des-
cribe como la no-unión en la cual hay una cavidad con su membrana, llena de
líquido fluido entre los extremos, con la finalidad de ser diferenciadas de las que la
cavidad no está presente; esta denominación coincide con la del término neoartrosis,
fruto de la existencia de un considerable movimiento en el foco de fractura duran-
te meses o años, muy frecuentes en antaño y menos observables en la actualidad.
A continuación se muestran los resultados de los estudios anatomopatológicos
de un paciente portador de una seudoartrosis sinovial del tercio distal del fémur
por conminución o necrótica, variedad de Weber y Cech (Fig. 2.2), con 16 meses
de evolución y con característic as de una neoartrosis.
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Fig. 2.3. Se observa tejido fibroso denso con vasos de neoformación, vasos esclerosados y tejido
inflamatorio. Coloración de hematoxilina y eosina.
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Clasificación
Múltiples clasificaciones se han realizado, solo se muestran las más represen-
tativas.
Bruns en 1886 realizó la primera clasificación y la dividió, de acuerdo con: la
apreciación macroscópica de las lesiones aisladas de los extremos de los frag-
mentos; unión fibrosa de los extremos óseos; y formación de una neoartrosis.
Con la aparición a finales del siglo XIX de la técnica radiográfica se realizaron
otras clasificaciones más detalladas que son:
Ramos en 1970 las clasificó en seudoartrosis apretada (que a su vez subdivi-
dió en infectadas o no infectadas) y en seudoartrosis flotante.
Weber y Cech en 1976 publicaron un trabajo basado en estudios de captación
de estroncio-85 para cuantificar el aporte sanguíneo en los extremos de los frag-
mentos y surge una clasificación (Fig. 3.1) la cual, a juicio de los autores, permite
decidir el tratamiento más apropiado y establecer el pronóstico de la lesión, que es
la siguiente:
– Seudoartrosis capaces de reacción biológica o viables: es hipervascular, ya que
los estudios de captación revelan un abundante aporte sanguíneo en los extre-
mos de los fragmentos y a su vez se subdividen en:
• Seudoartrosis hipertróficas (ricas en callo óseo).
• Seudoartrosis ligeramente hipertróficas (con poco callo óseo).
• Seudoartrosis oligotróficas (sin callo óseo).
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De todas las clasificaciones, las descritas por Weber y Cech, y por el grupo
AO de Suiza son las más conocidas y utilizadas por los diferentes autores, entre
los que se encuentra el autor de este libro, que las empleó para la elaboración de
los datos primarios del trabajo inicial.
Cuadro clínico
Se presenta una disyuntiva al intentar realizar un diagnóstico de certeza ante
un trastorno de la consolidación: existe detención del proceso reparativo o no.
La diferenciación clínica entre la consolidación normal, el retardo de la conso-
lidación y la seudoartrosis en las fracturas diafisarias es, frecuentemente, difícil
porque, como se expresó, no existe un criterio absoluto para definirlas.
El diagnóstico de seudoartrosis no se define hasta que se tienen pruebas clíni-
co-radiográficas de que la curación se ha detenido y es muy improbable que la
fractura consolide; por otra parte el trazo de fractura en las seudoartrosis no se
define de manera clara con frecuencia en los rayos X. También hay que recurrir a
maniobras de exploración clínica.
En la anamnesis existe como antecedente, la historia de una fractura u
osteotomía con varios meses de evolución sin evidencia clínico-radiográfica de
consolidación.
Al examen clínico no se encuentran datos en la inspección que sean patogno-
mónicos de la complicación, salvo deformidades acompañantes y/o signos de le-
siones de piel, cicatrices, hipotrofias, secreciones serosas o purulentas y fístulas.
A la palpación se encuentran los clásicos signos de movilidad anormal del
foco, en algunos casos ligera y difícil de demostrar, en otros se muestra en cual-
quiera de los planos espaciales y acompaña a esta, generalmente, la ausencia de
dolor; sin embargo, en ocasiones se encuentran pacientes que presentan movilidad
ligera o exagerada acompañada de dolor en los más diversos grados, sobre todo a
la marcha, cuando aún es posible.
Al realizar la percusión no se encuentran, generalmente, síntomas dolorosos
referidos al foco seudoartrósico, tampoco se refiere dolor al percutir a distancia
sobre el calcáneo en el caso de la pierna, la rodilla en el caso del muslo, o el codo
en el caso del brazo.
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Factores de riesgo
Está comprobado que en la aparición de una seudoartrosis existen muchos
factores de riesgo, los que se consideran más importantes se mencionan a con-
tinuación:
Factor hueso
Cuando se habla de seudoartrosis por los elementos óseos se menciona la tibia
en primer lugar en orden de frecuencia, solo Edmonson y Crenshaw la mencionan
en segundo lugar en una estadística de 122 pacientes, superada en este reporte
por el fémur en 10 %; sin embargo en otra estadística, citada por los mismos
autores sobre 842 pacientes, el fémur ocupa el segundo lugar en frecuencia supe-
rado en 16 % por la tibia; por lo general en todas las series el fémur ocupa el
segundo lugar de forma invariable, el húmero ocupa el tercer lugar y los huesos del
antebrazo ocupan el cuarto y quinto lugar, indistintamente entre sí; solo unos pocos
autores integran a este grupo la clavícula en el último lugar. El peroné no se men-
ciona en las estadísticas.
En el tren inferior ocurre como promedio 53,5 % de todas las seudoartrosis y
dentro de todos los elementos la tibia, la cual es el hueso diafisario que más se
fractura en los miembros inferiores y que con mayor frecuencia hace una exposi-
ción focal aguda, ya que presenta un factor anatómico (que atenta de forma inne-
gable contra una óptima reparación de las partes blandas y, por ende, una
consolidación útil) que es la ausencia de músculos en su cara anterior e interna, lo
cual favorece los defectos de piel por mala cicatrización y las fracturas con expo-
sición focal aguda traumática.
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En la figura 3.4 se muestran las fracturas transversales las cuales tienen una
posibilidad de aposición ósea. Tienen iguales posibilidades e igual área para ambos
fragmentos focales, lo mismo sucede con las fracturas oblicuas cortas, por lo que
un fallo de reducción (manual o quirúrgica) reduce de manera proporcional el área
de contacto y limita o reduce la formación de callo óseo.
Es posible que las fracturas conminutivas presenten fragmentos focales
desvitalizados que puedan llevar a la necrosis y dificultar o impedir la consolida-
ción, ya sea como un factor mecánico o impidiendo la inducción por falta de las
condiciones necesarias para esto.
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con menor frecuencia en la tercera edad, ocupan los últimos lugares en la produc-
ción de seudoartrosis, porcentualmente.
Para los factores que se pueden computar desde un inicio se puede establecer
un patrón de evaluación pronóstica (Tabla 3.1) el que sin pretensiones de infalibi-
lidad se pone a la consideración general.
En el patrón mostrado se puntean sobre 10, los cinco factores objetivos más
importantes y se da mayor valor a la asociación de los factores más graves entre sí.
Cinco factores con puntuación de 10, cuatro con esa puntuación o una puntua-
ción total entre 40 y 50 hacen que el riesgo sea mayor (riesgo de seudoartrosis
máximo = 0).
Tres factores con puntuación de 10 o una suma total entre 25 y 39 hacen que
el riesgo sea menor, pero aún con un gran peligro pronóstico, RP máx (riesgo de
seudoartrosis máximo).
Dos factores con puntuación de 10 o una puntuación menor de 24 hacen que
las probabilidades decaigan de forma proporcional, aunque no se descarta total-
mente el riesgo de seudoartrosis, RPmín (riesgo de seudoartrosis mínimo).
Elemento óseo
Tibia 10
Fémur 8
Húmero 6
Cúbito 4
Radio 4
Exposición focal
Aguda traumática 10
Quirúrgica 2
Sepsis focal
Osteomielitis 10
De partes blandas 4
Región anatómica
Medial 10
Distal 8
Proximal 2
Trazo de fractura
Transversal u oblicua corta 10
Pérdida de sustancia 10
Conminutiva 8
Bifocal (segmentaria) 8
Oblicua larga o espiroidea 4
Total de puntos posibles 50
Tomado del original de Escarpanter Buliés, J.C. Rev Cubana Ortop Traumatol .
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Estudios radiográficos
Existen signos radiográficos que sirven para afirmar la consolidación útil de
una fractura; sin embargo, ese callo ostensible al que se estuvo acostumbrado por
tantos años es menos frecuente en la actualidad, debido al uso de la osteosíntesis
por compresión.
Key y Charnley demostraron que una fractura bien reducida, comprimida y
fijada, realiza una consolidación sin callo perióstico ni cortical ( per-primans) a las
que Danis llamó “soldadura autógena” y consideran que el callo óseo exuberante
es síntoma de movilidad y falta de consolidación en este tipo de osteosíntesis.
En la fijación externa se encuentran “reabsorciones del callo” al retirar el
equipo, siendo en realidad retardos o fallos de la consolidación no diagnosticadas
que se hacen evidentes al cesar la compresión.
Cuando se observan radiografías, en vistas simples anteroposteriores, latera-
les y oblicuas en ocasiones con el uso de la tomografía lineal, se establecen carac-
terísticas para cada variedad que son:
– En las hipertróficas la persistencia y el ensanchamiento de la línea de fractura,
la obliteración del canal medular, la eburnación ( ebúrneus-marfil; o sea el au-
mento morboso de la densidad de un cartílago o un hueso) del tejido óseo adya-
cente, la esclerosis y el ensanchamiento de los extremos óseos; como símil se
señala la formación de una imagen de los cabos fracturarios que recuerda una
“copa invertida”.
– En las atróficas el ensanchamiento de la línea de fractura, la obliteración del
canal medular, la eburnación del tejido óseo adyacente, la esclerosis y los extre-
mos óseos atrofiados, recuerdan l a imagen de “un lápiz con la punta afilada”.
Estudios especiales
Se describen en la actualidad medios diagnósticos auxiliares diversos para el
estudio del sistema esquelético, por lo que se citan solo algunos que se reportan de
utilidad para diagnosticar trastornos en la consolidación y, además enfermedades
del callo óseo en general:
– Venografía intraósea: se describe que el proceso normal de curación de una
fractura debe tener un patrón o esquema establecido a través o alrededor de la
fractura, lo cual es demostrable por la inyección intramedular de un contraste
radioopaco a las 12 semanas después de haber sufrido la fractura; la no apari-
ción de este patrón se considera como signo sugestivo de seudoartrosis.
Se plantea que la mayor ventaja de este método es evitar un procedimiento
invasivo (quirúrgico) en los casos en que se pueda demostrar la evidencia de
curación espontánea y como desventaja severa que se trata, a su vez, de un
procedimiento invasivo y doloroso.
– Osteomeduloangiografía: este procedimiento estima la consolidación de las frac tu-
ras de la tibia. Se realiza inyectando contraste en la metáfisis distal y se eva lúa
utilizando la sustracción digital; se considera positivo cuando se encuentran ve-
nas intraóseas que cruzan el foco o cuando existe una red sinusoidal en el
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Bibliografía
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DIAGNÓSTICO
MORFOLÓGICO-FUNCIONAL
DE LAS SEUDOARTROSIS
“Los síntomas no se cuentan, se pesan”
Payr
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A B
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Fig. 4.10. Rayos X de sección de la arteria Fig. 4.11. Sección de la arteria peronea.
tibial anterior.
Patrón evaluativo
En ausencia de trabajos similares para poder tomar referencia, se decidió,
de forma arbitraria , de acuerdo con la repetición de las imágenes angio-
gráficas obtenidas, conformar un patrón de similitudes; para poder establecer
el patrón general se fraccionó en tres regiones para evaluar: proximal, distal y
focal. Además, de forma independiente, el paso de algún vaso a través del
foco seudoartrósico.
La cuantificación vascular se realizó por conteo mecánico con un equipo
intensificador de imágenes radiográficas.
Se decidió utilizar la siguiente nomenclatura sobre la base de la vascularidad
observada (Fig. 4.12).
Seudoartrosis hipervasculares :
Tipo I: Red vascular proximal abundante con una red
vascular distal marcada y presencia de una red
vascular perifocal ostensible con visualización de
vasos transfocales.
Tipo II: Red vascular proximal abundante con una red
vascular distal marcada, con presencia de algu-
nos vasos perifocales y ausencia de vasos
transfocales
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Seudoartrosis hipovasculares:
Tipo I: Afluencia proximal cuantificable menor de
tres vasos, con una afluencia distal
cuantificable menor de tres vasos y pre
sencia mínima de vasos perifocales
Tipo II: Afluencia proximal cuantificable menor de
tres vasos, con una afluencia distal
cuantificable menor de tres vasos y ausen
cia de vasos perifocales
Seudoartrosis avasculares:
Tipo I: Presencia mínima de vasos en la afluencia
proximal, con ausencia en la afluencia distal
y en la región perifocal
Tipo II: Ausencia de vasos en la afluencia proximal
y en la región perifocal, con presencia mí
nima de estos en la región distal
Tipo III: Ausencia de vasos en las regiones proximal,
distal y perifocal
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que todas sus muestras han aparecido de una forma u otra hipovascularizadas y
que, además, ninguna forma radiográfica es patognomónica de un tipo particular
de vascularidad.
Sus afirmaciones se basan, tanto en el estudio microscópico, como en los
resultados de estudios angiográficos (microangiografías y osteomedulografías) rea-
lizadas previamente.
En este estudio, utilizando la ASD, se pudo comprobar que los extremos
seudoartrósicos, en general, presentan grados de anemia más o menos severa sin
llegar a constituirse en lesiones avasculares y muertas, a pesar de no conocerse el
patrón vascular, el cual se pudiera calificar con pretensiones de funcionalidad, que
podría variar de acuerdo con condiciones locales disímiles y que serviría como
punto de reparo al hacer aseveraciones. Los resultados de los estudios que se
muestran concuerdan con muchos estudios recientes y algunos sostienen la tesis
de que ninguna seudoartrosis, por atrófica que parezca en los estudios radiográficos
simples, lo es y niegan la posibilidad de esta división entre atróficas e hipertróficas
guiándose solo por estas imágenes.
Se puede afirmar, que la relación entre la imagen radiográfica simple y la
inferencia sobre la vascularidad según esta, es muy discutible y coincide con quie-
nes afirman que el aporte vascular no se puede determinar por dichas imágenes.
En este estudio se pudieron observar importantes redes vasculares en lesio-
nes catalogadas como no viables y comprobar una afluencia pobre en las tres
regiones que se evaluaron en seudoartrosis, descritas previamente como viables y
con un alto grado de confiabilidad, pues la ASD muestra una imagen nítida de los
distintos vasos que es comprensible de forma aceptable (Figs. 4.13 a 4.18) aunque
pueden existir falsas imágenes al igual que con otros métodos.
Es muy importante conocer la vascularidad focal antes de decidir una conduc-
ta terapéutica quirúrgica o no, sobre todo en aquellos pacientes en que se ha
comportado esta complicación de forma recalcitrante y refractaria a todo intento
de curación; con este método diagnóstico se puede llegar a conocer con certeza el
estado vascular del foco en cuestión y trazar una adecuada estrategia terapéutica
para llegar a conclusiones que ayuden a seleccionar el tratamiento que ofrezca los
mejores resultados.
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Escintigrafía ósea
La escintigrafía ósea también se conoce como gammagrafia ósea (GO). El
seguimiento en ortopedia por trazadores radioisotópicos proporciona información
básica relativa a la estructura anatómica y a la función del sistema esquelético;
para conseguirlo es necesario administrar al paciente por vía intravenosa un pro-
ducto radiofarmacéutico selectivo para el hueso y detectar entonces su distribu-
ción en el interior del sistema esquelético por medio de un dispositivo externo.
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del metabolismo del hueso, muchos no son factibles por no poseer las propiedades
físicas necesarias para la detección externa.
En consecuencia se han desarrollado otros como: estroncio (Sr 85 y Sr 87
metaestable), flúor, pirofosfato o polifosfato marcado con tecnesio 99 metaestable
y difosfonato marcado con tecnesio 99 metaestable, el cual es el agente de elección
por las ventajas siguientes:
– Tiene una vida media de 6 h.
– Conveniente energía de su radiación gamma (140 ke/V).
– Bajo riesgo de su radiación.
– Fácil obtención.
– Bajo costo relativo.
– Indicación específica para la detección de osteogénesis patológica.
A los 28 pacientes se les administró por vía venosa antecubital una dosis de
20 milicurie de tecnesio 99 metaestable con metilendifosfonato; se tomaron imágenes
de 1 s durante el primer minuto para el estudio dinámico inicial y una imagen de 1 min
para control final; 3 h más tarde se realizó una imagen estática de 400,000 conteos y la
información se guardó en matriz de 256 por 256 celdas mediante el histograma de las
regiones de interés para la cuantificación de la actividad regional.
Por similares motivos a los planteados en el estudio por sustracción digital solo
se realizaron tomas en cuantas vistas anteroposteriores fueron necesarias sin te-
ner complicaciones mediatas o inmediatas que comentar; se utilizó el s istema de
cámara gamma (Cámara 11 Siemens) acoplado a una computadora PDP 11-34
(Fig. 4.19).
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Tipo II:
Captación marcada y uniforme de todo el foco de
forma ovalada o redondeada (medallón), sin pre
sencia de hendidura
Tipo III: Captación marcada y uniforme del foco de forma irre
gular u ovalada con presencia de zona afotónica c entral
Metabolismo adecuado (normal):
Tipo I: Captación moderada y uniforme de todo el foco de for
ma irregular, sin presencia de hendidura
Tipo II: Captación moderada y uniforme de todo el foco de for
ma ovalada o redondeada (medallón) sin presencia de
hendidura
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Tipo III:
Captación moderada y uniforme del foco de forma irre -
gular u ovalada, con presencia de zona afotónica cen -
tral (hendidura)
Metabolismo disminuido:
Tipo I: Captación pobre focal, sin presencia de hendidura
Tipo II: Captación ausente.
Tipo III: Captación pobre focal con presencia de hendidura.
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Fig. 4.22. Gammagrafía de seudoartrosis del fémur con hendidura sinovial comprobada en el acto
quirúrgico.
Fig. 4.23. Gammagrafía de seudoartrosis del radio con hendidura sinovial comprobada en el acto
quirúrgico.
Esta imagen fue encontrada en 25 % de los pacientes, los cuales fueron clasi-
ficados inicialmente como portadores de seudoartrosis sinovial y al aplicarles el
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Fig. 4.31.TAC de
seudoartrosis de tibia con oclu-
sión total del canal medular.
Fig. 4.32. Figura de la izquierda: TAC de seudoartrosis necrótica de tibia con obliteración
parcial del canal medular (estudio radiográfico). Figura de la derecha:TAC de seudoartrosis
necrótica de tibia con obliteración parcial del canal medular (TAC).
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Monnier y en general todos los autores, citan como signo clásico de cual-
quier variedad de seudoartrosis el relleno total del canal medular; en este
trabajo se utiliza el estudio radiográfico simple, se había clasificado a todos
los pacientes como portadores de seudoartrosis con oclusión total del canal
medular, sin embargo, la TAC mostró que existen casos sin un canal comple-
tamente obstruido.
Visibilidad de los contornos óseos
Siguiendo el patrón de Ceballos en cuanto a la definición de las imáge-
nes, se encontró que todos los modelos descritos en su estudio se presenta-
ron en este estudio también: en 32,1 % de los pacientes se encontró la forma
de crenado (Fig. 4.33) en 17,9 % hubo englobamiento óseo: 3 de tibia a
peroné (Fig. 4.34) uno de cúbito a radio y otro de radio a cúbito (Fig. 4.35) y
en 39,3 % la imagen obtenida remedó la forma de pera o pico (Fig. 4.36)
mientras en 10,7 % los contornos se presentaron de forma irregular; no hubo
diferencia significativa entre los diferentes tipos de imágenes obtenidas.
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fragmentos; esto fue interpretado como un índice de conminución, con unión útil o
sin esta, a cualquiera de los extremos focales. Esta unión y su utilidad para la
consolidación no se determinó en el estudio realizado (Fig. 4.37).
En los resultados, de acuerdo con el elemento óseo en particular, se observa
que en el húmero ningún paciente tuvo oclusión total del canal medular y que en
todos los casos hubo fragmentación focal; en el cúbito la oclusión medular fue
total en los tres pacientes, mientras que en ninguno hubo fragmentación focal; en
el cúbito la oclusión medular fue total en los 3 pacientes, mientras que en ninguno
hubo fragmentación focal.
De los 12 pacientes con seudoartrosis de tibia, 5 tuvieron fragmentación
focal.
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Se debe imponer, de acuerdo con los resultados obtenidos del DMF el trata-
miento que cada caso requiera dentro de la gama terapéutica de que se dispone.
Se debe profundizar en el diagnóstico de las complicaciones de la consolida-
ción ósea y tratar de definir preoperatoriamente las variantes que se puedan pre-
sentar en el quirófano.
Proposición terapéutica
De acuerdo con los resultados obtenidos del estudio morfológico y funcional
expuesto, se somete a la consideración el siguiente esquema terapéutico (Tabla 4.1)
surgido a tenor de las conclusiones del trabajo investigativo realizado que sin pre-
tensiones de infalibilidad, al menos resulta una guía para pensar en el mejor trata-
miento a seguir. Se pueden adicionar otros métodos terapéuticos, su utilidad o no
será cuestión de que el tiempo lo asegure o lo niegue.
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Capítulo 5
APLICACIÓN PRÁCTICA
DEL DIAGNÓSTICO MORFOLÓGICO-
FUNCIONAL
“La observación científica es siempre
una observación polémica”
Bachelard
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– Transportación ósea.
– Osteoclasia.
– Ostectomía y apoyo con yeso o tutores.
– Secuestrectomía y/o cirugía láser en casos sépticos.
Datos primarios
Se hace un recuento de la muestra utilizada en este estudio de comprobación:
en la distribución etárea no hubo predominio de grupo alguno y en cuanto al sexo,
hubo predominio del masculino sobre el femenino; los trazos fracturarios iniciales
transversales y conminutivos fueron los más frecuentes y la tibia y el fémur, en
ese orden, fueron los huesos que presentaron con más frecuencia esta complica-
ción, el tren inferior fue predominante sobre el superior; en lo referente a la distri-
bución topográfica de la lesión, su mayor frecuencia fue en la región medial.
La lesión primaria estuvo complicada al inicio con una apertura del foco en
65 % de los pacientes y la osteomielitis estuvo presente también, en el mismo
porcentaje.
Los pacientes fueron tratados previamente con diversos métodos quirúrgicos
realizándose en 60 % de estos más de una operación previa; 50 % sufrió más de
tres operaciones con anterioridad, en 45 % fueron realizadas una o dos interven-
ciones y solo un paciente se consideraba “ virgen” de tratamiento cruento.
Según los resultados de los rayos X simples en vistas anteroposteriores, late-
rales y en ocasiones oblícuas, se encontró en 100 %, obliteración del canal medular
y esclerosis de los extremos seudoartrósicos; en 85 % de estos, ensanchamiento
del trazo de fractura inicial y en 55 % se encontró reacción ósea; el resto de los
datos radiográficos (afinamiento o hipertrofia de los extremos) están en concor-
dancia con el tipo de seudoartrosis observada.
Utilizando la clasificación biológica de Weber y Cech, se aprecia la no exis-
tencia de predominio estadísticamente confirmado entre las seudoartrosis viables
o no viables, ni por subgrupo alguno en la casuística; 55 % correspondió a las
seudoartrosis capaces de reacción biológica y 45 % a las incapaces de reaccionar
biológicamente.
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También se clasifican los casos de acuerdo con los criterios del grupo AO y se
pudo ver que tampoco existió predominio por sub grupo alguno.
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iniciales, que 35 % de los casos estudiados no tenía una oclusión medular total;
mientras que en 65 % restante sí hubo coincidencia entre ambos estudios.
Es de señalar que no se encontraron casos con un canal totalmente libre de
masa interior.
Se decidió en este estudio correlacionar los resultados con la clasificación del
grupo AO de Suiza y se encontró que no existe diferencia significativa entre los
resultados y la condición previa de sepsis del foco.
Entrelazando los resultados del estudio morfológico de los extremos focales y
la clasificación biológica no se pudo demostrar diferencia significativa entre las
diversas imágenes obtenidas, ni tampoco entre seudoartrosis viables o no viables.
Valoración terapéutica
El tratamiento se indicó en cada paciente de acuerdo con los resultados obte-
nidos del diagnóstico clínico-radiográfico habitual, correlacionados con el resulta-
do del DMF.
De los tratamientos realizados se destacan como los más usados los diversos
métodos de compresión externa (40 %) e interna (30 %); se utilizó la combinación
de ambos.
También fueron utilizados el injerto óseo, la decorticación tipo Judet, la trans-
portación ósea, la remoción del foco, la ostectomía y apoyo, y la secuestrectomía
con apoyo subsiguiente.
Dentro de las complicaciones observadas en la aplicación de los diversos
métodos terapéuticos se comprobó que 50 % de los pacientes presentó algún tipo
de complicación dependiente del tratamiento impuesto; del total de 10 complica-
ciones, 7 fueron resueltas y 3 no se pudieron resolver.
La magnitud de las complicaciones observadas utilizando esta terapéutica no
presentó diferencia significativa con las registradas por otros autores, estando
presentes la sepsis del trayecto del alambre en la fijación externa en 15 %, la
sepsis de la pared en 5 %, la apertura secundaria de la piel también en 5 % y la
rigidez articular en 10 %.
De los pacientes a los que se les realizó la transportación ósea, en 10 % se
produjo una seudoartrosis del nuevo foco y en 5 % se produjo la necrosis del
fragmento transportado.
Se comenta en análisis y discusión las complicaciones que no fueron resueltas
debido a que se presentaron en pacientes que no fueron tratados y a quienes no se
les realizó el tratamiento que fue propuesto en su discusión preoperatoria.
En cuanto al tiempo de consolidación, si se correlaciona con la clasificación
biológica, se puede observar que las seudoartrosis viables consolidaron en
5,1 meses como promedio, mientras que las no viables lo hicieron en 7,1 meses.
Campbell informa un promedio de 7,0 meses y no hay diferencia significativa
entre ambos resultados; otros autores i nforman tiempos de entre 8 y 9,4 meses de
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tasa general y al realizar una comparación entre esos resultados y los de este
estudio, se encontró que sí existe diferencia demostrada estadísticamen te.
Resultados
Los resultados generales del trabajo de comprobación de la eficacia del trata-
miento impuesto de acuerdo con los resultados del DMF se reflejan a continua-
ción:
– Los resultados no favorables se obtuvieron en seudoartrosis no viables.
– Estos resultados adversos recayeron en seudoartrosis que en algún momento
de su evolución presentaron un cuadro clínico séptico de los elementos óseos
involucrados.
– Los resultados no favorables asentaron en la región medial.
– Las seudoartrosis no resueltas afectaron los huesos del antebrazo y el fémur.
– Las seudoartrosis no resueltas fueron diagnosticadas como hipovasculares en
la angiografía por sustracción digital (ASD).
– Los malos resultados se observaron en seudoartrosis con metabolismo normal
en 10 % de los pacientes y aumentado en 5 %, todos portadores de seudoartrosis
sinovial y también en 5 % concomitando con una osteomielitis en activo.
– De acuerdo con la TAC, todos los pacientes en quienes fracasó el tratamiento
presentaban oclusión medular total, en 10 % de ellos con forma de pera o pico
redondeado y en 5 % con forma de crenado.
– El tiempo de consolidación focal osciló entre 3 y 6 meses para 45 % de los
casos y por encima de este tiempo para el resto.
– Los fracasos de la terapéutica utilizada recayeron en los tres focos en los que
se realizó transportación ósea.
Análisis y discusión
La comprobación muestra que para realizar con un alto grado de eficacia y
confiabilidad en el resultado final el tratamiento de esta complicación de la ortope-
dia y la traumatología, en ocasiones tan difícil de tratar y, sobre todo en casos
difíciles y con una larga historia, es conveniente establecer previamente las con-
diciones focales de vascularidad, metabolismo y morfología.
Se ha mostrado que la aplicación de los resultados del estudio ha incidido
favorablemente en la curación de los pacientes; esto se avala por el hecho de
haber resuelto 100 % de los casos a los cuales se les aplicó el tratamiento de
acuerdo con lo obtenido en el diagnóstico morfológico-funcional.
Los pacientes que recibieron tratamiento en otros centros, por decisión propia,
no tuvieron el mismo desenlace; por desconocimiento no se tuvieron en cuenta los
resultados de las investigaciones realizadas y se les impuso un tratamiento, que si
bien se respeta y relaciona dentro de los que se justifican en el tratamiento de las
seudoartrosis, se considera que no er an los indicados para esos paciente s.
Se demostró que en concordancia con lo planteado por Weber (1976), las
seudoartrosis no viables carecen de una vascularidad útil y coincidiendo con Ficat
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Weber, B., O. Cech (1976): "Pseudarthrosis: patology, biomechanics, therapy, results". Berna. Hans
Huber Med Pub.
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CONSIDERACIONES TERAPÉUTICAS
“El ideal más elevado de una curación es restablecer la salud
de manera rápida, suave y permanente o quitar y destruir
toda la enfermedad por el camino más corto, más seguro
y menos perjudicial, basándonos en principios de fácil
comprensión”
Hahnemann, 1833
Actualización general
En la actualidad, el tratamiento de las seudoartrosis se ha convertido en un
problema de solución más factible que en tiempos precedentes, aun así, en ocasio-
nes existe dificultad para instaurar el mejor tratamiento; no existen reglas, porque
cada seudoartrosis es singular y hay que hacer un detenido estudio y una evalua-
ción de todos los factores que inciden sobre esta antes de tomar determinaciones,
se debe valorar el tratamiento de acuerdo con las posibilidades que se posean en
relación con la viabilidad que tengan los fragmentos óseos y la obtención de una
fijación efectiva y estable.
En un trabajo de revisión retrospectivo de la relación existente entre sepsis y
trastornos de la consolidación, en 109 fracturas abiertas se encontraron como
resultados fundamentales que, a pesar de que los trastornos de la consolidación
son complicaciones de aparición frecuente en las fracturas abiertas, no existe una
relación directa en la frecuencia de aparición de seudoartrosis con la contamina-
ción séptica ósea en fracturas expuestas, y que la frecuencia de aparición de
seudoartrosis es mayor en casos con osteosíntesis interna que con osteosíntesis
externa y decrece aún más en casos tratados por métodos conservadores, no
quirúrgicos.
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José Martí dijo: “(…) la verdadera medicina no es la que cura, sino la que
precave” y un autor anónimo sentenció…. “ generalmente el primer tratamiento es
el que cura”; ambos darán el mejor camino para tratar las seudoartrosis, su pre-
vención, que se trata de resumir como:
– Diagnosticar a tiempo y tratar de manera adecuada un retardo de consolida-
ción, la causa más común de seudoartrosis.
– Evaluar cuidadosamente, los signos clínicos y radiográficos anormales.
– Realizar un adecuado tratamiento posoperatorio.
Para lograr un tratamiento eficaz del traumatismo inicial existen muchas va-
riantes terapéuticas y también, cuando aparece el cuadro clínico de no unión, sur-
gen en estos momentos variadas posibilidades; de estas, unas son invasivas y otras
no, pero de cualquier forma constituyen agresiones en el supuesto caso de no ser
necesarias; de ahí que un diagnóstico efectivo evite tratar una “complicación”
que quizás aún no ha aparecido.
Existen factores que dificultan el tratamiento de las seudoartrosis, entre estos
se encuentran:
– Infección.
– Mala calidad de los tejidos blandos.
– Fragmentos periarticulares cortos.
– Deformaciones marcadas.
Una vez valorados los riesgos y beneficios se debe elegir el método más sim-
ple, el mejor tolerado y el de mejor manejo por parte del cirujano.
La cirugía de la seudoartrosis tiene que ser agresiva y solo se realiza cuando
existe claridad sobre el diagnóstico.
El tratamiento de la seudoartrosis, en general, es más complejo a medida que
los componentes predisponentes aumentan: infección, deformidad, acortamiento,
defecto óseo, etc.
Las seudoartrosis hipertróficas (hipervasculares) se pueden tratar con fija-
ción estable de los fragmentos óseos exclusivamente, mientras que las seudoartrosis
atróficas (avasculares) requieren decorticación o injerto óseo para su consolidación.
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pero de todos estos solo sobrevivió hasta la actualidad, el diseñado por Charnley,
en 1948, para realizar la artrodesis de la rodilla.
A partir de la década del 50 comienza la revolución de la fijación externa con
la aparición de nuevos fijadores en cuadro y aún más, con los fijadores circulares.
En la actualidad, la fijación externa ocupa un lugar importante y a la vez insustitui-
ble en la solución de las lesiones traumáticas de los miembros, especialmente, en
las fracturas expuestas y para el tratamiento de las complicaciones y secuelas de
estas.
En el tratamiento de las seudoartrosis que no precisan manipulación focal, la
fijación externa (Ceballos, 1991, describió al referirse a los equipos circulares y
que es extensible a la mayoría de los fijadores conocidos) brinda las ventajas
siguientes: operación poco traumática, facilidad con que se tolera el equipo, fija-
ción contenida en el foco de seudoartrosis, movilidad de las articulaciones vecinas,
carga de peso precoz en miembros inferiores y mejoría en la intensidad del riego
sanguíneo y por tanto, mejoría del proceso de regeneración ósea, es decir se inten-
sifica la circulación, que se va normalizando al final del período de consolidación y
con la estabilidad que garantiza el aparato se asegura la estabilización del aporte
sanguíneo.
En Cuba los modelos de fijación externa más utilizados son:
– Sistemas RALCA ® del Profesor Alvarez Cambras del Complejo Científico
Ortopédico Internacional “Frank País”, Ciudad de La Habana.
– Sistema CIMEQ® de los profesores Ceballos Mesa y Balmaseda Manent del
Centro de Investigaciones Medicoquirúrgicas, Ciudad de La Habana.
– Sistemas europeos de los profesores Ilizárov, Volkow y Kalnberz.
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En las seudoartrosis con los elementos antes mencionados basta con una com-
presión axial progresiva (de 0,25 a 1 mm/día) en el caso de estar los extremos
afrontados y en el caso de desviaciones angulares o rotacionales se tiene que
realizar previamente una reducción según los requerimientos del equipo seleccio-
nado; cuando la reducción cerrada se hace imposible hay que recurrir a la apertu-
ra del foco y en algunos casos a la remoción de este.
En los casos en que se pudieran llamar “simples”, la terapéutica extrafocal
brinda resultados excelentes y en poco tiempo, en ocasiones, inferior al que toma
la consolidación de una fractura reciente en el mismo segmento óseo, el foco se
oblitera y se puede definir como curado; esta opinión es compartida por todos los
autores que utilizan la fijación externa (Figs. 6.1 y 6.2).
La fijación externa se puede utilizar para obtener la estabilización temporaria
o definitiva. Una ventaja es su baja invasividad relativa y que no perturba los
tejidos blandos que rodean a la seudoartrosis. Otra ventaja es su capacidad para
corregir deformaciones y la posibilidad de promover una fijación estable.
Un método en el tratamiento de fracturas diafisarias, no reciente, consiste en
pasar uno (o varios) clavos que atraviesen cada fragmento óseo e incluirlos en un
enyesado, después de una osteoclasia o de una reducción incruenta (y a veces
cruenta). Fue utilizado por Steiman a finales del siglo XIX. Este procedimiento
sencillo, precursor de los actuales fijadores externos se ha utilizado en el trata-
miento de algunas seudoartrosis con buenos resultados, sobre todo las contactantes
y comprimibles que ocurren en miembros inferiores que permita el apoyo y con
este, el estímulo funcional necesario para la osteogénesis.
Cuando se trata de una seudoartrosis de la pierna con el peroné intacto, es
recomendable su ostectomía para eliminar el tope que este puede representar
para la interpresión focal en el apoyo.
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Este método se puede utilizar como solución en caso de precisar una fijación
por compresores externos en servicios que no posean estos, o como alternativa
más económica. Pero solo en casos con focos que reúnan los requerimientos de
no necesitar una compresión progresiva, lo cual, obviamente no se puede lograr
por este medio.
Con la variante de incluir los alambres en cemento acrílico, en lugar del yeso
original que describió Steiman, el profesor Aybar de Perú diseñó su sistema de
fijación externa descartable (FED) con el que reporta buenos resultados en
seudoartrosis con características similares a las expresadas anteriormente. Este
sistema es fácil de aplicar y abarata mucho los costos, siendo idóneo para el trata-
miento de pacientes de bajo ingreso con lesiones del sistema osteomioarticular
(SOMA) que son los que reporta en su libro como mayores beneficiarios.
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Se debe reiterar que este protocolo solo se realiza cuando se coloca un fijador
externo como único método terapéutico para lograr la solución del problema.
En los pacientes que no es posible colocar un fijador externo se recomienda el
esquema siguiente: limpieza quirúrgica respetuosa, estabilización del foco even-
tual, aposición de hueso autólogo y cobertura de piel.
Si la seudoartrosis tiene una buena cobertura cutánea y si es comprimible se
recomienda una osteosíntesis de compresión con un equipo de fijación externa; si
el foco no es comprimible y existe pérdida de sustancia de 2 cm (aproximadamen-
te) se puede realizar una osteosíntesis compresiva externa e injerto intertibioperoneo;
si existe una pérdida de sustancia máxima de 5 cm, se puede realizar injerto
intertibioperoneo o se puede incorporar una tibialización del peroné en el caso de
la pierna; si la seudoartrosis presenta una dehiscencia de la piel se puede utilizar la
compresión externa y una escarificación del hueso necrótico expuesto (Vidal-
Colchero, 1987) pero solo si existe continuidad ósea; si el foco es expuesto y
existe continuidad ósea, al menos parcial, se coloca el fijador externo y un injerto
de hueso esponjoso; Papineu reportó resultados excelentes con este método exhi-
biendo cifras para una cicatrización completa de la piel en 4 meses, consolidación
radiográfica a los 5 meses y cicatrización del injerto a los 10 meses como prome dio
(Fig. 6.3).
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Fig. 6.3. Rayos X de seudoartrosis necrótica del fémur tratada por fijación extrafocal e injerto.
Transportación ósea
Este método terapéutico, el cual utiliza la fijación externa como principio fun-
damental, ha resuelto un problema de difícil solución anteriormente: la ausencia de
hueso de considerable extensión en una diáfisis, secuela de una resección ya sea
por un proceso tumoral, por un proceso séptico o por un área de necrosis, o tam-
bién por la pérdida de hueso consecutivo a un traumatismo de gran envergadura.
Hasta hace algunos años se enfrentaba esta situación, acortando el miembro,
realizando injertos óseos libres y en los casos insalvables se planteaba la amputación.
La primera referencia sobre esta técnica se conoció por el profesor Gavril A.
Ilizárov, cuya experiencia realizada en el Instituto de Kurgan en 1967 ofrecía la
solución al realizar una compactectomía con posterior deslizamiento del fragmen-
to hasta rellenar el defecto óseo por medio de su equipo de fijación externa circu-
lar; en la actualidad se ha demostrado que con una osteotomía total y no solo en la
compacta, se obtienen similares resultados.
Este método de práctica común en la actualidad y para el cual se han adicio-
nado los complementos necesarios a los distintos equipos de fijación externa, brin-
da las ventajas siguientes:
– La distracción diaria de 1 mm garantiza que no sean necesarias operaciones de
desinserción muscular o para realizar tenotomías.
– La neoformación ósea que se produce en el tubo perióstico y su posterior soli-
dificación hace innecesaria la suplementación en el defecto con injertos óseos.
– Es posible realizar alargamientos importantes en longitud y espesor.
– El control y la posibilidad de dejar libres las articulaciones vecinas que puede
experimentar el paciente del tratamiento.
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Fig. 6.4. a) Rayos X de seudoartrosis por defecto de la tibia; b) El mismo paciente en período de
transportación, con callo “nuboso”; c) En la fase final.
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Fig. 6.6. Esquema donde se observa el transporte óseo en fémur con FE monopolar.
Tomado de: Satízabal Azuero CA. Transporte óseo mediante osteogénesis por distracción para el
tratamiento de los defectos óseos de las extremidades. Rev Colomb Ortop Traumatol . 1998; 12(2):
http://www.encolombia.com/orto12298.
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A
B
Fig. 6.9. A. Radiografía de seudoartrosis reactiva de la tibia. Fractura por fatiga de la placa DCP
colocada; B. Resultado final después de reosteosíntesis AO.
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– Seudoartrosis infectadas (con fístula): en este caso existen dos problemas para
resolver: la consolidación de la seudoartrosis y la curación de la infección. Pos-
teriormente se comenta el plan terapéutico medicamentoso sistémico y local. Si
la osteosíntesis es estable, se recomienda la resección de secuestros, la
decorticación y el aporte de hueso esponjoso autólogo amplio (Figs. 6.12 a 6.14);
si la osteosíntesis es inestable, la escisión del hueso y tejidos blandos desvitalizados
hasta llegar a hueso sano, retirando la osteosíntesis anterior, si la tuviera, y
estabilizar el foco con placa y tornillos; para la tibia da como opción la osteotomía
del peroné y la realización de una sinostosis tibioperonea más o menos extensa.
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Osteosíntesis intramedular
La técnica del enclavamiento intramedular para las fracturas diafisarias de los
miembros fue ideada por Hey Groves en 1916, para ser utilizada en el fémur y el
húmero, pero los resultados fueron mediocres por múltiples razones.
En 1931, después del perfeccionamiento del acero inoxidable y del vitalium su
empleo se convierte en práctica sistemática; en 1939 Kuntscher introdujo un clavo
en forma de V, que se usa, desde entonces, para las fracturas de todas las diáfisis
e inclusive, para el tratamiento de los trastornos de la consolidación.
En la actualidad, el criterio generalizado para su uso se limita a las seudoartrosis
diafisarias del tercio medio del fémur y de la tibia; el grupo AO de Suiza y autores
como Böhler, Lottes y Crenshaw coinciden con estas apreciaciones.
De forma general se procede del modo siguiente: si existe una obliteración del
canal medular, este se fresa (paso necesario), tanto para colocar el clavo, como
para tratar la enfermedad; se puede o no combinar con osteotomía del callo
seudoartrósico y se combina o no con una decorticación y/o injerto suplementario;
esto permite la opción de una marcha precoz que actúa como estimuladora de la
osteogénesis (Fig. 6.15) y se puede combinar con otros métodos terapéuticos como
la fijación externa (Fig. 6.16).
En las seudoartrosis no infectadas y susceptibles de tratarse por el enclavijado
intramedular, este método se recomienda de elección por algunos autores.
En el protocolo general el tratamiento que se recomienda es el siguiente: cuando
hay buena alineación y no existe esclerosis de los extremos óseos ni se necesita la
colocación de injerto, la exposición focal no es necesaria y se puede colocar de
forma “cerrada”.
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Fig. 6.15. Rayos X que muestra seudoartrosis de fémur tratada con clavo intramedular.
A B
Fig. 6.16. A. Rayos X que muestra seudoartrosis oligotrófica de la tibia; B. Se muestra el mismo
paciente tratado por fijación con clavo intramedular combinado con fijación externa (RALCA).
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Injertos óseos
La palabra injerto, que viene del latín insertus (introducido) y que se traduce
como un tejido destinado a la implantación plástica y trasplante, el cual se define
como la aplicación de tejidos a una parte del cuerpo, que se toman de otra parte
del mismo cuerpo o de otro cuerpo, se utilizan de manera indistinta y no se estable-
cen diferencias entre ambos vocablos en este trabajo.
A pesar de haber citado en tratamientos anteriores la importancia de este
método terapéutico, es de interés hacer algunos comentarios al respecto.
Cuando se habla de injerto óseo se refiere a un pedazo de hueso que se im-
planta en una pérdida de sustancia ósea y se plantea que tiene las funciones si-
guientes:
– Inmovilización: para el que se utiliza hueso cortical denso y generalmente se fija
con tornillos metálicos. Hueso que es tomado, por ejemplo, de la cara subcutá-
nea de la tibia.
– Osteogénesis: en este caso la sustitución por hueso nuevo es rápida y activa
cuando se aplica hueso esponjoso, en particular, de origen autólogo, fuente de
células óseas vivas, “estándar de oro” tanto mecánica como biológicamente (el
hueso ilíaco es una fuente excelente); es también osteoinductor y actua como
reclutador de células mesenquimales locales.
– Sustitución: para rellenar grandes defectos óseos, generalmente tomado en banco
(su fuente fundamental de obtención son los cadáveres o las extremidades
amputadas), sirve como andamio para su reemplazo por hueso nuevo
(osteoconducción).
Cuando los fragmentos se encuentran bien alineados pero separados por teji-
do fibroso, se debe evitar una disección amplia; la conservación del periostio, el
callo y el tejido fibroso intactos alrededor de los fragmentos principales, mantiene
la vascularización y la estabilidad.
Cuando los injertos colocados en puente se hayan integrado a los fragmentos,
el tejido fibroso interpuesto y el callo se osifican. Las seudoartrosis desplazadas y
especialmente las desviadas en bayoneta, de cualquier hueso largo, se pueden
reducir casi por completo mediante tracción gradual con fijador externo antes del
enclavado intramedular a foco cerrado.
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De todos estos tipos los más utilizados son el injerto onlay, introducido por
Campbell para modificar el de Henderson, el injerto deslizante masivo (Gill), el
injerto tipo Phemister y el injerto onlay dual; se prefiere el injerto autólogo (de
íleon y tibia para hueso esponjoso y el de tibia y peroné para hueso cortical) al
injerto homólogo de banco (liofilizado o refrigerado) porque el primero es más
osteogénico.
Los injertos de hueso de banco son utilizados desde mediados del pasado
siglo; el precursor del método fue el ortopédico
cubano Alberto Inclán Costa (Fig . 6.17.) y tiene
como ventajas evitar una segunda operación sobre el
paciente para obtener el hueso deseado y permitir
que se pueda modelar de antemano el tipo de injerto
que se ha de colocar, lo que ayuda a disminuir el tiempo
quirúrgico.
En la actualidad se muestra como desventaja,
además de ser menos osteogénico que el injerto fres-
co, ser una vía poco frecuente, pero descrita de trans-
misión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH)
responsable del síndrome de inmunodeficiencia ad-
quirida (Sida). Esto se explica porque generalmente
se desconoce el estado de infección en los donantes Fig. 6.17. Dr. Alberto Inclán
fallecidos por causas violentas. Costa.
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Fig. 6.18. Esquema que muestra tipos de injertos y zonas donadoras por excelencia.
Tomado del original Tadashi Tanaka, Retardo de consolidación/No unión Chiba, Japan. P Point AO
International.
Injertos óseos vascularizados
El injerto (o trasplante) microquirúrgico de tejidos tiene como objetivo funda-
mental llevar al foco: piel, tejido celular subcutáneo, masa muscular y/o hueso con
su aporte vascular segmentario que se anastomosa al vaso principal que irriga la
zona receptora.
El peroné ha sido seleccionado por sus bondades anatómicas y fisiológicas
como donante específico para este tipo de tratamiento; esto resuelve grandes
defectos diafisarios en un solo tiempo quirúrgico y permite que se incorporen en el
tiempo promedio de consolidación de una fractura complicada.
El empleo de esta técnica es prácticamente ilimitado, ya que por la longitud del
peroné, este puede sustituir cualquier diáfisis de hueso; se pueden sustituir seg-
mentos de hasta 20 cm de longitud y su indicación precisa es:
– Seudoartrosis congénitas.
– Agenesia parcial o total de diáfisis largas.
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Fig. 6.20. Colocación de injerto óseo por mínimo acceso y FE modelo CIMEQ ® colocado.
Tomado del original de Balmaseda Mannent R y Ceballos Mesa A. Injerto óseo por abordaje mínimo.
Rev Avances Médicos de Cuba . 1998; V (16):38.
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Los inconvenientes presentados por los diferentes tipos de injerto óseo han
determinado la necesidad de buscar otros materiales naturales o sintéticos que
logren sustituir el injerto óseo con mejores resultados.
Estos nuevos materiales implantológicos deben tener las condiciones siguientes:
– Soportar carga cuando sea necesario.
– Ser osteoactivos (osteoinductor y/o osteoconductor).
– No deben causar molestias, fracturas, deformidad, sangrado excesivo, reacción
a cuerpo extraño o transmisión de enfermedades.
– No se deben reabsorber antes de la formación del hueso.
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A B
Fig. 6.22. A. Superficie de hidroxiapatita Coralina ® apreciándose la estructura porosa tridimensional
interconectada, muy similar al hueso esponjoso; B. Presentación industrial.
Tomado del original de González Santos R y Guerra-López García. Materiales bioactivos para
implantes óseos. Características y aplicaciones. Editorial CENIC. 1993:7.
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Fig. 6.23. Esquema de vista longitudinal de un Fig. 6.24. Imagen que muestra el hueso
hueso en decorticación. decorticado.
Tomado del original de Judet R, Orlandini J, Patel Tomado del original de Judet R, Orlandini J,
A. Rev Chir Orth 1967; 52(I):43. Patel A. Rev Chir Orth 1967; 52(I):43.
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Fig. 6.26. Estudios de rayos X progresivos que muestran donde se realiza el implante de células madre.
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oro” (injerto óseo) y esta; su rango de éxito clínico y radiográfico fue comparable
con el del injerto óseo y un tiempo el rango de infección operatoria en el sitio del
implante fue significativamente, menor en los pacientes tratados con la OP-1.
Basado en esto, se autorizó el uso de la OP-1 en la forma de aplicación direc-
tamente dentro del foco. El precio de cada bulbo de $ 5 000.00 USD. Para el
injerto de células madre se toman por aspiración de la pelvis del paciente y se
inyectan, percutáneamente, dentro del foco bajo control fluoroscópico, o usando
un arco en C.
El implante de células madre hematopoyéticas adultas en el tratamiento de las
afecciones óseas constituye una técnica avanzada y de reciente introducción en la
especialidad, por lo que aún se encuentra en fase de estudio. En el servicio donde
trabaja el autor del libro, está en desarrollo una investigación sobre este aspecto;
mientras que un grupo de trabajo de otro centro sugiere una metodología para la
aplicación de la terapéutica celular, en la cual García plantea lo siguiente:
– Se coloca un fijador externo para alinear y dar compresión en el acto quirúrgico.
– Se prepara el producto celular a partir de células madre adultas, que tienen la
característica de ser inmaduras, tener gran poder de renovación y gran capaci dad
de diferenciación hacia células diferenciadas; estas células madre ( stem cell)
se obtienen de la médula ósea o de la sangre periférica del propio paciente.
– Una vez preparadas quedan listas para realizar el implante; se inyecta aproxi-
madamente 80 mL del producto celular en el foco seudoartrósico.
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una posible fuente de tratamiento, pero existen pocas terapias que hayan podido
movilizar el potencial de estas células.
Los científicos, dirigidos por Nadia Benkirana-Jessel, desarrollaron una cáp-
sula nanoestructurada que incluyeron entre dos factores de crecimiento en capas
separadas.
Las cápsulas provocaron que las células madre embrionarias de ratón se trans-
formaran en estructuras óseas mineralizadas in vitro. Para los estudios en anima-
les vivos, los investigadores incuban las cápsulas con células madre en una matriz
de gel alginato que utilizan para la producción de tejidos.
Cuando lo implantaron en ratones lesionados, la cápsula promueve la regene-
ración ósea en el lugar de la inyección, así como la formación de vasos sanguíneos
alrededor y su infiltración en la matriz.
Los autores sugieren que la incorporación de diferentes tipos de moléculas en
las capas permite crear tratamientos para una variedad de enfermedades óseas y
del cartílago, donde se incluyen los defectos de la consolidación ósea.
Este reporte se suma a otros como el de investigadores de la Universidad de
Northwestern, en EE.UU., que han diseñado un nanomaterial bioactivo que pro-
mueve el crecimiento de cartílago in vivo sin necesidad de emplear caros factores
de crecimiento. Esta nueva terapia, mínimamente invasiva, activa las células ma-
dre de la médula ósea y así logra producir cartílago natural, algo que no consigue
ninguna otra terapia utilizada antes.
En este sentido, Ramille N. Shah, profesor adjunto de Ciencias de Materiales
e Ingeniería de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Escuela
McCormick y otro de los autores de este trabajo, explicó que el nuevo material,
formado por fibras nanoscópicas, “estimula a las células madre presentes en la
médula del hueso para producir cartílago con colágeno tipo dos y reparar la articu-
lación dañada”.
El biomaterial ideado por estos científicos estadounidenses es un gel que se
inyecta como un líquido en el área dañada de la articulación, donde se acopla y se
hace sólido. Esta matriz extracelular protege uno de los más importantes factores
de crecimiento para la reparación y regeneración del cartílago. Si se mantiene el
factor de crecimiento concentrado y localizado, las células del cartílago tienen
oportunidad de regenerarse.
El diseño molecular del gel hace que el factor de crecimiento, que ya está
presente en el cuerpo, sea suficiente para regenerar el cartílago. Así, esta matriz,
basada en el autoensamblaje de determinados péptidos biodegradables como los
nutrientes, solo necesita estar en el organismo un mes para producir el crecimiento
del cartílago.
Según investigadores británicos, tienen la capacidad de convertirse en condrocitos,
en número suficientemente elevado como para utilizarlos terapéuticamente.
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Métodos no invasivos
Dentro de los métodos no invasivos que se utilizan se mencionan los si-
guientes:
– Estimulación eléctrica y electromagnética.
– Estimulación por laserterapia.
– Estimulación por ultrasonido pulsado de baja intensidad.
– Estimulación por ondas de choque.
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A B
Fig. 6.27. Maqueta con fijador externo modelo CIMEQ con equipo estimulador de corriente directa
bipolar acoplado (A) y en modelo Ilizárov colocado en un paciente (B).
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Sin embargo, los estudios más importantes en el tema se realizaron por parte
de Haupt en 1996, quien realizó un estudio experimental en ratas con fracturas
humerales tratadas con ondas de choque, encontrando mejoría del callo radiográfico
en los especímenes tratados y sin diferencias en cuanto a las características
histológicas o biomecánicas del callo óseo habitual.
Johannes en 1997 desarrolló un modelo animal de fracturas en perros, y
Seeman, Forriol y Claes trabajaron en modelos bovinos de osteotomías metafisarias.
Sus resultados muestran similitud en el proceso de cicatrización ósea, sin encon-
trar diferencias en tiempo de consolidación o en características biomecánicas. A
partir de este momento los estudios clínicos se han enfocado al manejo de fractu-
ras con retardos de consolidación, en las que la estimulación de la vascularidad, la
reacción perióstica y la respuesta celular y humoral a las microfracturas ocasiona-
das por las ondas de choque, permiten resultados significativamente similares a los
procedimientos de decorticación e injertos óseos.
La obtención de una respuesta similar mediante el empleo de un procedimien-
to no quirúrgico ha hecho que la utilización de las ondas de choque en seudoartrosis
sea cada vez mayor. Para la obtención de estos resultados es necesario que las
fracturas sean estables, el tratamiento primario haya concluido y que se encuen-
tren en un estado demostrable de actividad celular. Parte del protocolo de manejo
del paciente incluye la realización de una gammagrafia ósea que documente esta
actividad metabólica en el foco de fractura. No se aconseja su empleo en casos de
seudoartrosis atróficas o inestables, en las cuales siempre se recomienda el trata-
miento quirúrgico.
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Procedimiento:
– Lubricación de la zona de tratamiento con aceite para transmisión de las ondas
de ultrasonido.
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Fig. 6.33. Arriba Litotritor de la firma DIREX para tratamiento por ondas de choque.
Tomado de Rev. Avances Médicos de Cuba . 2004; XI (38):9. Debajo equipos de otras marcas.
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Cirugía láser
Láser es el acrónimo de los vocablos ingleses light amplification by simulated
emisión of radiation (amplificación de la luz por estimulación de la emisión de
radiaciones) que tiene propiedades diferentes a la luz normal, ya que se trata de un
haz direccional, monocromático y coherente.
Einstein describió en 1917 el fenómeno de la emisión estimulada, en el que un
fotón del mismo nivel de energía que el que excitó a un átomo, choca con este
último que está en estado excitado y el resultado de la acción es la generación de
dos fotones que viajan en la misma dirección y están “en fase” mutuamente.
Fue Teodore H. Maiman en 1960 el primero que lo usó con éxito en cirugía;
Yahr y Stully en 1966 descubrieron la posibilidad de seccionar tejidos vivos con
láser de CO 2; Polanyi, Wallace y Pecjchar en 1974 crearon el micromanipulador
que permitió utilizar el láser junto al microscopio quirúrgico; Strong y Jako fueron
los primeros en emplear láser de CO 2 en cirugía de laringe; Goldman en los EE.UU.
y Kaplan en Israel han creado diversas técnicas del uso del láser en la piel; Bellina
en 1974 comenzó a tratar condilomas y adenosis, y a utilizar el láser en técnicas
quirúrgicas para corregir la infecundidad.
El nombre que se le agrega a los tipos de láseres denota el material usado
como medio para la generación de la resonancia; el medio activo o de generación
del láser es el componente sólido, líquido o gaseoso que rige la longitud de onda de
la emisión.
El medio activo denota el conjunto de átomos, moléculas o iones que son
estimulados para emitir un haz de luz monocromática (de una sola longitud de onda
o color) y coherente (en una sola dirección).
La selección del medio activo (sólido, líquido o gaseoso) define la longitud de
onda y las características temporales del haz resultante; la luz emitida puede estar
en fracciones del espectro ultravioleta o del infrarrojo y también dentro de todo el
espectro visible. Se han creado nuevos sistemas de láseres que tendrán longitudes
de onda de barrido desde las zonas visibles hasta las regiones radiográficas (rayos
X) del espectro electromagnético.
Un átomo, molécula o ion (“átomo”, para referirse a cualquiera de los tres) se
encuentran normalmente en su mínimo estado de energía; si absorben energía
(térmica, eléctrica u óptica) están en estado de excitación (o de mayor estado de
energía) por lapso breve antes de disminuir espontáneamente al estado de menor
energía (emisión espontánea); los tres procesos: absorción, emisión espontánea y
emisión estimulada se pueden utilizar para describir la acción del láser.
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debe utilizar el láser como elemento combinativo con otros métodos terapéuticos
para potencializar su acción (Fig. 6.34).
Fig. 6.34. A la izquierda, equipo Ercelas (R) 80; al centro modelos más actuales, y a la derecha, bisturí
láser.
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Está demostrado que la OHB ejerce efecto directo sobre los microorganismos
patógenos, específicamente sobre los anaerobios y microaerofílicos y en menor
grado sobre los aerobios; también está demostrado que el aumento de la PCO 2 a
30 o 40 mm Hg, favorece la fagocitosis efectiva, la formación de colágeno y la
actividad de los fibroblastos y de los osteoblastos, además, la aceleración de la
neovascularización. Combinada con la cirugía y el tratamiento antibiótico, se han
obtenido resultados muy favorables en la solución de los problemas que se relacio-
nan dentro de las indicaciones del método y como coadyuvante de los tratamientos
habituales de estas complicaciones; de forma selectiva, las seudoartrosis sépticas
son una indicación precisa para esta forma de tratamiento (Fig. 6.35).
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Ozonoterapia
El ozono es un estado alotrópico del oxígeno, formado por una molécula
triatómica de dicho elemento, por lo cual posee un mayor poder oxidativo que el
oxígeno biatómico y una acción sobre los compuestos orgánicos mucho más se-
lectiva; esto le permite poder reaccionar con algunos de estos, sin afectar a otros.
Su olor característico y desagradable en condiciones atmosféricas específi-
cas, se menciona en la Odisea de Homero, pero no es hasta 1840 en que se
descubre como tal.
Su aplicación médica comienza en 1912 cuando David trató la tuberculosis
intestinal con insuflación de ozono; Wolf lo utilizó en la Primera Guerra Mundial
para la desinfección de heridas y otras enfermedades, pero confrontó dificultades
por no disponer de materiales adecuados para la manipulación del gas.
Para las enfermedades osteomioarticulares, comienza su uso en 1935 por las
vías subcutánea, intraarticular y endovenosa; en 1959 comienza su empleo más
sistemático, después del desarrollo de los materiales plásticos; Fahmy lo utilizó en
reumatología en 1982.
En 1987 comienzan en Cuba los trabajos de investigación sobre el ozono en el
Centro de Investigaciones Medico-Quirúrgicas (CIMEQ), en estrecha coordina-
ción con el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CENIC) y posterior-
mente, con el Centro de Investigaciones del Ozono (CIO), todos situados en el
Polo Científico del Oeste, en La Habana.
El ozono tiene comprobados los mecanismos de acción clínicos siguientes:
– Germicida para bacterias, virus y hongos.
– Produce una serie de peróxidos hidrofílicos en su reacción con los ácidos grasos
insaturados de la membrana fosfolipídica que estimulan la formación de sustan-
cias desoxigenantes al actuar sobre la oxihemoglobina, lo que libera oxígeno y
por tanto, produce un aumento del suplemento de este a los tejidos.
– Como estimulante de la oxigenación hística es capaz de activar los mecanismos
oxidativos celulares de la glicólisis, al actuar sobre los sistemas redox-glutation
(NADH-NADPH) y activar el paso pentosa-fosfato que incrementa la trans-
formación de la glucosa.
– Desagrega los eritrocitos y los hace más elásticos y permeables, tiene poder
analgésico y antiinflamatorio, actúa como inmunomodulador y mejora los esta-
dos anémicos y de la circulación sanguínea.
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Fig. 6.36. Equipos Ozomed ®. Aplicación por contacto directo a la piel a presión subatmosférica
sobre la lesión.
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Injertos de piel
Dentro de las medidas necesarias para lograr la consolidación de un foco
seudoartrósico, está la de proveerlo de cobertura cutánea en caso de faltar esta.
Se han descrito múltiples técnicas para utilizar en dependencia de la zona expues-
ta, el espesor del injerto que se ha de colocar, las condiciones locales que pueden
atentar contra el éxito del procedimiento y otras que se deben tener en cuenta a la
hora de decidir la ideal.
Se conoce que “mientras más fino es el injerto, mejor prende”, pero cuando se
quiere que este injerto sea permanente “cuanto más grueso, mejor es la función”;
el injerto fracasa, si existe un hematoma subyacente que lo separe del lecho vascular
y es raro que sobreviva, si existe una infección franca, así como cuando este se
implanta sobre una superficie ósea, si no se realiza una técnica que provea una
vascularización adecuada.
Los injertos cutáneos más utilizados son: los injertos dermoepidérmicos de
espesor parcial, los injertos libres de espesor total y los colgajos locales, la técnica
de Filatov, los injertos del tipo cross-legg, etc.
La evaluación del estado de las partes blandas que rodean y cubren la
seudoartrosis es tan importante como la evaluación de su estado, ya que un hueso
expuesto, generalmente sufre necrosis, lo cual atenta contra la solución del proble-
ma fundamental.
Se cree que siempre es importante la presencia de un especialista en cirugía
reconstructiva para evaluar y si fuera posible, ejecutar la técnica más recomenda-
ble; las razones que motivan a plantear esto son obvias.
Injertos miocutáneos vascularizados
La reconstrucción mediante injertos vascularizados con microanastomosis se
realiza con colgajos miocutáneos de la región inguinal y fundamentalmente, del
dorsal ancho; las ventajas más notables de este último son: tener un pedículo largo,
de entre 10 a 15 cm, lo que es apropiado para el tratamiento de lesiones de las
extremidades y cubrir una superficie considerable, lo cual posibilita un cierre pri-
mario.
Tiene como desventajas, ser voluminosa y dejar una deformidad cosmética,
pero permite en una sola operación resolver problemas que hasta hace años re-
quería de prolongadas inmovilizaciones, con posiciones antifisiológicas y larga es-
tadía hospitalaria; se reportan resultados satisfactorios, en general, a pesar de
presentarse ocasionalmente trombosis en vasos de los colgajos.
Tiene como inconveniente que necesita un equipo multidisciplinario entrenado
y un equipamiento microquirúrgico costoso y fuera del alcance de la mayoría de
los servicios; estos problemas se deben resolver con el decursar del tiempo y su
incorporación paulatina permitirá una utilización más amplia del método y de este
modo una evaluación integral.
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realiza con anestesia local, por lo cual no se necesita una preparación previa;
posteriormente se realizan curas en el salón de operaciones o en la sala de
ingreso, cada tres días.
Todos los pacientes tuvieron aparición de tejido de granulación útil, compro-
bado desde la segunda cura; el tiempo que medió entre la colocación del
injerto y hasta que la zona injertada se tornó aceptable para realizar sobre
esta un injerto libre de piel u otro procedimiento similar, fue variable. Desde
la primera cura se comienzan a observar señales de autolisis del epiplón y
disminución de los signos inflamatorios locales debido a la propiedad
bioestimulante y a su resistencia a las infecciones, entre otras propiedades
que posee; en ocasiones se ha necesitado hacer otro injerto debido a que la
autolisis producida así lo ha recomendado.
El injerto libre homólogo de epiplón mayor favorece la aparición de tejido de
granulación, aun sobre superficies óseas; su comportamiento en un medio
séptico es adecuado al disminuir los signos inflamatorios locales; la
prematuridad en el implante del injerto no influye en los resultados finales , al
comportarse de forma similar, tanto el colocado de urgencia como el tomado
de banco, no se constata en caso alguno rechazo al implante del epiplón.
En los casos sin supuración activa, los resultados son mejores que cuando
ésta se encuentra presente, pues en ocasiones, en los casos que tienen una
infección marcada debe repetirse el injerto en más de una oportunidad.
– Ozonoterapia: sus formas de aplicación son versátiles, pero para este trabajo se
utiliza el ozono de la forma siguiente:
• Vía rectal. En el Departamento de Ozonoterapia se aplicaron diariamente,
durante las sesiones necesarias, 200 mL de ozono a una concentración de
50 mg/L. El gas se pasó lentamente a través de un catéter plástico colocado
en el orificio anal a una profundidad de 15 a 20 cm.
• Infiltración perilocal. Se inyectaron en forma de gas, de 20 a 40 mL de ozono
en la región seleccionada diariamente hasta que se observó mejoría de la
granulación, se negativizaron los cultivos y se mejoró ostensiblemente el es-
tado circulatorio local.
Una vez solucionado el defecto de los tejidos afectados y en los casos en que
este procedimiento se requirió, se procedió a realizar injerto libre de piel para
concluir el tratamiento; es de notar que este protocolo se sumó, en los casos afec-
tados de seudoartrosis, a los procedimientos de osteosíntesis necesarios para lo-
grar la consolidación ósea.
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Rehabilitación
La actividad fisiológica de la extremidad involucrada, en la mayoría de los
casos, está afectada en pacientes con una “enfermedad fracturaria”, por lo que se
deduce que su resistencia a la infección y su aptitud para la curación están lógica-
mente disminuidas; por tanto, el reacondicionamiento local reviste particular im-
portancia, ya que el aporte de sangre arterial es malo y el drenaje venoso y linfático
están comprometidos.
Los pacientes tratados con enyesados u otros métodos con compromiso de la
función articular presentan daños articulares de mayor o menor magnitud y está
demostrado que el estado local del hueso, la osteoporosis por desuso y los signos
clínicos de la “enfermedad fracturaria”, mejoran ostensiblemente cuando las arti-
culaciones vecinas y la musculatura se movilizan de forma activa.
Antes de emprender un tratamiento quirúrgico con pretensión de curar el de-
fecto de la consolidación y en los casos que lo favorezcan, se debe realizar un
tratamiento de rehabilitación fisioterapéutica que permita la mejoría del drenaje
venoso y linfático, mejore en lo posible el aporte vascular a la zona lesionada y
además, que acelere la rehabilitación posoperatoria una vez tratado y resuelto el
defecto.
Se recomiendan ejercicios fortalecedores del miembro afectado, que pueden
comenzar con ejercicios isométricos (en ocasiones los únicos posibles de realizar)
y deben continuar con ejercicios, los más intensivos que permita el estado del
paciente.
Esto se debe suplementar con la ayuda de un programa elaborado por un
especialista en rehabilitación junto con el ortopédico de asistencia y si es posible,
en unión de un psicoterapeuta, ya que los pacientes con seudoartrosis diafisarias
se han apartado de sus funciones habituales (familiares, sociales, laborales, do-
centes, etc.) durante 8 a 9 meses como mínimo, lo que repercute negativamente
en su estado psicológico y de su contribución depende el éxito de la acción tera-
péutica emprendida.
Este programa de rehabilitación física se puede auxiliar, de tratamientos de
hidromasaje, si no hay comunicación del foco con el exterior, método ideal para
disminuir los edemas y propiciar la mejoría del estado circulatorio en general y de
los baños con parafina (o parafango), los cuales contribuyen a la disminución de
los edemas residuales; se puede adicionar, a la vez, un tratamiento con
magnetoterapia, la cual ha reportado buenos resultados.
En los pacientes con seudoartrosis sépticas, en tratamientos por fijación ex-
terna y que mantengan algún tipo de supuración por los alambres transfixiantes, se
puede sumar a la acción del tratamiento de sostén, la terapéutica con
ultraaltafrecuencia, con resultados muy satisfactorios reportados por todos los
autores. La rehabilitación preoperatoria tiene tanto valor como la rehabilitación
posoperatoria, la cual es obligada siempre en este tipo de paciente.
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Medicamentos
Se utilizan de diferentes maneras en relación con el tipo de seudoartrosis que
se presenta.
Seudoartrosis aséptica
Cuando se está en presencia de un defecto de la consolidación, que no tenga
historia de infección, que presente buena cobertura cutánea, sin lesiones concomi-
tantes que interfieran con la evolución ideal para la curación, son pocos o ninguno
los medicamentos que generalmente se prescriben, ya que no está probada la
eficacia de alguno en la consolidación.
Sin embargo, existe un reporte de curación de un paciente de 34 años de edad,
que presentó, inicialmente, una fractura mal tratada del cúbito que evolucionó a
una seudoartrosis, con el uso de: calcitonina (3 sesiones de 10 ámpulas inyectables
cada una) e hidroclorotiazida, calcio y vitamina D, todos por vía oral, con resulta-
dos apreciables (Fig. 6.37). Se muestran los resultados pero no se puede opinar
sobre la efectividad o no de tal tratamiento.
Fig. 6.37. Rayos X de seudoartrosis de cúbito tratada con los medicamentos citados.
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Las bacterias detectadas en los distintos focos a los que se les aplicó esta
modalidad, en el examen in vitro, presentaron resistencia a la actividad
antimicrobiana de la penicilina y con el uso de las sustancias tensioactivas asocia-
das y de forma local, se obtuvieron resultados satisfactorios.
Los profesores Valdés del Valle y Pereda Cardoso, del Hospital Docente “Dr.
Carlos J. Finlay” reportaron recientemente que el aloe B o sábila que se cultiva en
Cuba, tiene un efecto bioestimulante en las fracturas con gran riesgo de no conso-
lidar, al igual que en las que lo tienen, y que con la administración de un ámpula
diaria (1 mL = 3 mg del extracto) a partir de las 24 h de estabilizada la fractura, por
un período de 30 días, se obtuvo 75 % de resultados excelentes y solo 9 % tuvieron
resultados malos, o sea, no consolidaron o lo hicieron después de un retardo en la
consolidación; la muestra estuvo constituida por 200 pacientes portadores de frac-
turas graves de la tibia, las cuales consolidaron en un promedio de 12,1 semanas,
o sea, 2,5 semanas por debajo del promedio del grupo control con el que contó su
estudio.
Se describe por algunos autores el uso de medicamentos antiinflamatorios
para disminuir los edemas, ya sean o no esteroideos; se prefiere no usar los
antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), sobre todo en pacientes de la tercera
edad, pero la opinión generalizada es que estos edemas se evitan o se combaten
siguiendo el precepto de Müller de que “movimiento es vida”; no obstante, cuando
la movilidad activa es limitada o nula, están indicados siempre con precaución y su
utilización puede ser eficaz según algunos autores, mientras otros contraindican su
uso (ver a continuación).
Otros medicamentos que a veces se indican para mejorar el estado local y
general son los esteroides, por su acción antiinflamatoria, pero se deben tener en
cuenta las advertencias que para su utilización se plantean en presencia de algún
foco séptico; se ha utilizado la administración de sales de calcio, en diferentes
formas para tratar la osteoporosis, en combinación con un suplemento vitamínico
y hormonal, si los pacientes son ancianos y sobre todo, si son mujeres que ya han
rebasado el climaterio.
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Particularidades
En las edades extremas de la vida: la niñez y la senectud, los trastornos de la
consolidación tienen características propias y por eso se deslindan de los concep-
tos aplicados a las edades fértiles y/o productivas de la vida, en el rango de 15 a
60 años.
En las fracturas corrientes y no complicadas en cualquier edad por lo general
hay una continuidad del tejido de granulación en unas pocas semanas, una unión
por callo primario en 1; 2 o 3 meses y la consolidación ósea en 4 o 5 meses.
La edad es la causa de la diferencia entre la unión de un hueso fracturado de
3 o 4 semanas en el niño y de 3 o 4 meses en el adulto; pero las fracturas del
fémur, por ejemplo, se unen en todas las edades, incluso después de los 90 años.
La malnutrición, la caquexia, la osteoporosis senil y las enfermedades por caren-
cia pueden ejercer una influencia retardatriz en cualquier edad.
Fracturas en el niño
Las fracturas de los niños difieren de las de los adultos porque los huesos en
aquellos tienen diferencias anatómicas, fisiológicas y biomecánicas que hacen
aparecer determinados tipos de fracturas que entrañan problemas diagnósticos
específicos y en muchos casos, tratamientos diferentes. Esto es lo que llevó a
Rang en 1983 a afirmar que “los niños no son precisamente adultos pequeños”.
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138 Seudoartrosis diafisaria
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Capítulo 7. Seudoartrosis en niños y ancianos 139
• Los ligamentos suelen tener más resistencia a su rotura que los cartílagos de
crecimiento. Luego es más frecuente la fractura fisaria que el esguince o la
luxación.
Todas estas características hacen que en los niños aparezcan fracturas dife-
rentes a las del adulto y también lo sea la respuesta ósea de dicha fractura ante un
traumatismo y por tanto, su tratamiento.
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140 Seudoartrosis diafisaria
Seudoartrosis en el niño
En el niño se define generalmente la seudoartrosis como “ una entidad patoló-
gica caracterizada por desosificación de un hueso largo que soporta peso, con
incurvación, fractura patológica e incapacidad para formar callo normal durante la
curación”. Casi en la mitad de los casos se comprueba por lo menos cierta mani-
festación de neurofibromatosis concomitante.
Seudoartrosis congénita
Lo que se describe aquí es el primer estadio de la seudoartrosis congénita, ya
sea en la tibia o en otro hueso largo.
En los niños son infrecuentes los defectos de la consolidación, excepto en los
casos con seudoartrosis congénita (de tibia, clavícula, etc., que no son tema de
este trabajo) ya que, a diferencia de los adultos en que el periostio es muy fibroso
con un lecho de células osteoblásticas inactivas en la superficie ósea, en ellos el
lecho osteogénico es muy grueso con osteoblastos de un alto rango de actividad
proliferativa, lo cual ha sido demostrado por estudios de captación de timidina.
No por eso se diferencia conceptualmente la seudoartrosis postraumática del
niño de la del adulto, pero por su infrecuencia y por la “bondad osteogénica” del
hueso en esa etapa de la vida, se enfoca el tratamiento con más amplitud de
posibilidades.
El tratamiento de las fracturas en los niños, cuya definición según Crider (1995)
es “aquella que ocurre en el niño que tiene las placas de crecimiento abiertas”, se
diferencia, en lo fundamental del tratamiento de la de los adultos en el hecho de
que en pocos casos es necesaria la intervención quirúrgica.
La mejor reconstrucción de las fracturas en niños se aprecia en los pacientes
más jóvenes con fracturas cerca de la terminación de un hueso largo y la angulación
o desplazamiento de la fractura en el plano de movimiento de la articulación adya-
cente; la peor reconstrucción se observa en los paciente mayores con fracturas en
la diáfisis media del hueso largo, sin angulación en el plano de movimiento de la
articulación adyacente, deformidades de la rotación y fracturas del cuello del fé-
mur y del radio.
En una serie de 46 niños atendidos en el Servicio de Ortopedia y Traumatolo-
gía del Hospital Pediátrico Docente “Juan M. Márquez” de La Habana, con una
casuística compuesta por 18 fracturas diafisarias expuestas, 20 fracturas cerra-
das y 8 como componentes de un politrauma, no se encontraron trastornos de la
consolidación a pesar de haberse presentado sepsis en algún grado, ocurriendo en
2 pacientes una sepsis profunda con el uso de fijadores externos, que fue el méto-
do de tratamiento utilizado.
En otro trabajo reportado por el mismo centro se informó una serie de 91 niños
con fracturas de la diáfisis femoral, con edades que abarcaron hasta los 14 años,
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Capítulo 7. Seudoartrosis en niños y ancianos 141
predominaron las fracturas cerradas (92,3 %) sobre las abiertas (7,7 %), de estos
73,6 % recibió tratamiento conservador y 26,4 % fueron operados con enclavado
intramedular, placa AO más injerto óseo y otros métodos. De estos pacientes 2
presentaron un retardo en la consolidación y uno evolucionó a una seudoartrosis lo
que muestra un bajo índice de 4,16 %.
En el Level I Trauma Center, en una serie consecutiva entre 1985 y 2000, se
encontraron 43 seudoartrosis en 42 pacientes pediátricos, con un rango de edad
entre 3 y 14 años (media de 9,9 años); de las 43 fracturas, 11 fueron expuestas y
5 presentaron una infección activa; todas tenían, al menos, un año de evolución
como mínimo y 50 meses como máximo; de las lesiones, 47 % asentaron en el
codo, 39 % fueron fracturas diafisarias; se requirieron como mínimo 3,6 cirugías
(rango de 1 a 19 cirugías) para lograr la consolidación.
Usualmente se utiliza para el tratamiento la escisión del tejido fibroso del foco,
la incorporación de injerto óseo y la fijación interna, con un tiempo promedio de
14,7 meses hasta lograr la consolidación.
Las seudoartrosis en el niño tienden a ocurrir después de un trauma de alta
energía, particularmente cuando la fractura es acompañada de daño importante
de las partes blandas, las cuales muchas veces desarrollan una infección.
El criterio de algunos autores es que la apertura del foco para realizar una
fijación interna, puede contribuir al desarrollo de una seudoartrosis, particularmen-
te cuando la fijación es inadecuada, así como cuando hay manipulaciones repetidas.
La seudoartrosis en niños es una complicación rara; el primer reporte fue
descrito en 1891 por James Paget, pero en la literatura reciente es pequeña su
incidencia.
Muchos estudios del desarrollo de seudoartrosis en el niño son descritos en
algunas epífisis y en las fracturas abiertas de tibia, por lo que reciben una especial
atención. En grandes series, como la de Lewallen y Peterson en 1985, reportan
solo aislados casos en niños durante la década de los años 70; una más reciente
serie (Turkey) describe 26 seudoartrosis diafisarias en pacientes de edades
pediátricas, incluyendo las ocurridas en fracturas patológicas debidas a osteomielitis.
La experiencia que se muestra en este trabajo, así como la de la mayoría de
los autores, es escasa en el tema de las seudoartrosis en menores; un tratamiento
que ha demostrado sus virtudes en estos casos con sepsis (las más frecuentes en
esas edades) es la transportación ósea, realizada cuando han fallado otros méto-
dos menos agresivos, los que generalmente yugulan la situación en retardos de la
consolidación, evitando que evolucionen a una detención del proceso fisiológico.
En el servicio, en 28 años de trabajo se han atendido múltiples fracturas
diafisarias en niños y en ese tiempo se tienen solo 2 pacientes con fallas graves de
la consolidación: se presentó un niño de 14 años con una osteogénesis imperfecta
y una “tibia en sable” que fue operado mediante osteotomía en rosario y osteosíntesis
intramedular, hizo un retardo de la consolidación que derivó en una seudoartrosis,
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142 Seudoartrosis diafisaria
la cual fue resuelta mediante una osteosíntesis interna compresiva tipo AO con
injerto esponjoso, consolidando finalmente a los 17 meses de tratamiento. En frac-
turas diafisarias la excepción fue un paciente de 9 años de edad que sufrió un
accidente de tránsito, presentó una fractura expuesta, con un tercer fragmento en
“alas de mariposa”, del tercio medio de la tibia izquierda (Fig. 7.1), al cual se le
colocó un fijador externo (tipo RALCA) de urgencia; posteriormente se presentó
una osteomielitis y hubo que resecar el fragmento libre, dejando una seudoartrosis
séptica con defecto óseo como secuela. Finalmente se resecó el foco séptico
dejando un defecto óseo de 9,5 cm (Fig. 7.2) y una vez resuelto el cuadro séptico,
se procedió a realizar una compactectomía, con transportación ósea (Fig. 7.3) con
lo que se logró la consolidación (Fig. 7.4).
En los niños las fracturas no se pueden ver como “fracturas en adultos peque-
ños”, en ellos se tienen que tratar según los preceptos establecidos en los clásicos.
Se puede aseverar que solo un ínfimo porcentaje de pacientes va a tener alguno de
los trastornos de la consolidación que se describen, solo aparecerán en los casos
en que coincidan varios eventos como la sepsis y la pérdida de fragmentos en una
fractura expuesta, por ejemplo, que presenten alguna enfermedad previa o que no
reciban el tratamiento adecuado (Figs. 7.5 y 7.6).
A pesar de que las seudoartrosis diafisarias en niños acontecen en una peque-
ña proporción, las fracturas producidas por agentes de gran energía se deben
tratar de acuerdo con protocolos establecidos para evitar engrosar las pequeñas
estadísticas de que se dispone.
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Capítulo 7. Seudoartrosis en niños y ancianos 143
Seudoartrosis en el anciano
En el transcurso de la infancia y la juventud se desarrolla la masa ósea, la cual
a los 35 años aproximadamente, se conoce como “ pico de masa ósea”. De ahí en
adelante se produce una pérdida progresiva en ambos sexos según avanza la edad
y continúa durante toda la vida. En las mujeres, durante los años siguientes a la
menopausia esta pérdida se acelera por lo que un mayor número de estas llegarán
a un nivel de masa ósea por debajo del “umbral de fractura” y la incidencia de
osteoporosis y por ende, la probabilidad de fractura será mayor que en el varón,
pero en ambos la probabilidad de tener trastornos de la consolidación está latente.
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144 Seudoartrosis diafisaria
Fig. 7. 5. Seudoartrosis de radio en niña de 12 años sin tratamiento adecuado; aspecto clínico. La Paz,
Bolivia, 2008.
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Capítulo 7. Seudoartrosis en niños y ancianos 145
Fig. 7. 6. Seudoartrosis hipertrófica del radio de la niña de la figura 7.5. Radiografía preoperatoria a
la izquierda y a la derecha, resultado inmediato del injerto de la diáfisis del peroné al radio.
Envejecimiento
Es un proceso continuo, heterogéneo, universal e irreversible que determina
una pérdida progresiva de la capacidad de adaptación y tiene las características
siguientes:
– Universal: propio de todos los seres vivos.
– Irreversible: a diferencia de una enfermedad, no puede detenerse ni revertirse.
– Heterogéneo e individual: para cada especie pero la velocidad de envejecer
varía de sujeto a sujeto y de órgano a órgano dentro de la misma persona.
– Deletéreo: lleva a una progresiva pérdida de función.
– Intrínseco: no es debido a factores ambientales modificables.
Teorías del envejecimiento
Se han propuesto muchas pero Goldstein y cols., las han dividido en dos gran-
des categorías:
– Teorías estocásticas (pertenecientes o relativas al azar, envejecimiento como
consecuencia de alteraciones que ocurren en forma aleatoria y se acumulan a
lo largo del tiempo):
• Teoría del error catastrófico: acumulación de errores en la síntesis proteica,
que determina daño en la función celular.
• Teoría del entrecruzamiento: enlaces, entrecruzamientos entre proteínas y
otras macromoléculas, determinando envejecimiento y desarrollo de enfer-
medades dependientes de la edad.
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146 Seudoartrosis diafisaria
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148 Seudoartrosis diafisaria
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Capítulo 7. Seudoartrosis en niños y ancianos 149
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Capítulo 8
CRITERIOS DE CURACIÓN
“Acuérdate de invocar primero la experiencia, luego la
razón”
Leonardo Da Vinci
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Seudoartrosis no resueltas
A pesar de contarse en la actualidad con los más modernos métodos de trata-
miento en aras de solucionar los defectos de la consolidación, aún persisten algu-
nos casos en los cuales fallan todos los medios al alcance y aún en las mejores
manos, el fallo no se logra resolver (Figs. 8.1 y 8.2); esas son las seudoartrosis no
resueltas, recalcitrantes o inveteradas.
Para los pacientes en quienes la seudoartrosis y/o la suma de todo el “cortejo”
de complicaciones o el número de intervenciones previas con la consiguiente le-
sión irreversible de las partes blandas y óseas hacen intolerable la búsqueda de
nuevos horizontes terapéuticos, porque el tiempo ya ha transcurrido demasiado o
porque lo aconseje su estado general o social y finalmente sean casos portadores
de una seudoartrosis recalcitrante y refractaria a todo tratamiento, se pueden to-
mar las opciones que se consideran son las más recomendables.
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Órtesis
En las seudoartrosis del miembro superior (húmero o antebrazo) se colocan
órtesis que, como tutores externos, mantienen la alineación del miembro y permi-
ten cierto grado de utilidad; esta depende del grado de movilidad y funcionalidad
de las articulaciones vecinas. Se pueden fabricar de plástico, acero revestido o de
materiales más flexibles como la piel.
En las del miembro inferior (fémur o tibia) se colocan tutores de acero o
plástico de alta densidad (revestidos ambos), los que en muchos casos permiten la
marcha, siempre que el estado funcional de las articulaciones vecinas y el estado
del miembro contralateral lo permitan.
Estas son soluciones recomendables en aquellos pacientes en quienes su esta-
do general permita el mantenimiento del foco seudoartrósico, ya sean sépticos o
no; también se tiene en cuenta el caso de los ancianos, pues influye a la hora de
tomar decisiones, ya que estos suplementos son más tolerables en pacientes adul-
tos que en los jóvenes (Fig. 8.3).
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Amputación
En los pacientes que no toleren el uso de órtesis o en los casos en que la
amputación sea una indicación precisa, es recomendable realizarla sin dilación.
Campbell recomienda este procedimiento en los casos siguientes:
– Si la reconstrucción ha fracasado o no se puede realizar.
– Si la función futura fuera más satisfactoria con una prótesis.
– Si son ancianos, para no comprometer la función de toda la extremidad.
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De todas formas, el uso de una órtesis como tutor externo o una prótesis en un
muñón de amputación, se debe ver como un fracaso y a la hora de evaluarlo se
debe comenzar por el principio con la seguridad de encontrar donde fue que falló
el sistema de tratamiento.
En la actualidad se recurre cada vez menos a estas soluciones y se opina que
con un tratamiento acorde a los requerimientos que en cada momento necesite
cualquier paciente, sea bastante difícil en el futuro acudir a estas.
No obstante, cada vez son más complejos los traumatismos y sus repercusio-
nes en el esqueleto, dados por el envejecimiento global de la población con lo que
aumentan los pacientes de la tercera edad, por guerras con armas cada vez más
letales y por accidentes a velocidades cada vez más altas. Todo esto obliga a
desarrollar “armas” terapéuticas cada vez más eficaces para que cuando se pre-
senten, curar los trastornos de la consolidación.
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Capítulo 9
BIOÉTICA
“El médico nunca debe dejarse absorber por la enfermedad
al grado de olvidar al paciente que la padece”
E. Braunwald
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Ética en la investigación
Existe un precepto de la UNESCO que asegura que “no hay verdadera ense-
ñanza universitaria sin investigación” y bajo este se realizó el estudio base para
obtener un óptimo procedimiento diagnóstico de las seudoartrosis diafisarias y en
consecuencia, instaurar el mejor protocolo de tratamiento posible.
En Cuba, la creación de centros de investigación permite acumular experien-
cias en la correcta aplicación de las normas éticas que regulan dicha actividad, las
cuales deben ser cumplidas y contemplan aspectos relacionados con el consenti-
miento informado del paciente, aprobación de los comités de ética, protección de
los que participan en la investigación, así como su confidencialidad e integridad.
Aunque el médico ejerce sus actividades desplegando una autoridad caracte-
rizada como un reconocimiento, cualidad, posición o prerrogativa, que lleva a te-
nerle confianza y a obedecerlo, la aceptación de esa autoridad por parte de los
pacientes significa una subordinación de su juicio al consejo y a la decisión profe-
sional, lo que genera, por ende, dependencia; sin embargo, últimamente la autori-
dad del médico viene siendo objeto de discusión en todas las latitudes.
Esta autoridad no era tan cuestionada tiempo atrás en el país, hoy la situación
ha cambiado, sobre todo, cuando se habla de estudios diagnósticos que “se salen
de lo común”, la respuesta no es tan afirmativa como generalmente se escucha
ante otras propuestas. En algunos pacientes se confronta la negativa a realizarse
estudios, al adherirse a su soberano derecho de no participar en un ensayo, siendo
los argumentos esgrimidos el temor a someterse a un estudio sin la requerida
información “popular” o el temor a estos, generado por un sinnúmero de causas
arrastradas a lo largo del tortuoso camino que la mayoría ha recorrido por su
complicación.
La ética médica es una manifestación de la ética en general y se refiere a los
principios y normas que rigen la conducta de los profesionales de la salud, que
debe estar basada en la estricta observancia de varios principios, entre estos,
evitar que se produzcan daños a personas sanas o enfermas en los trabajos de
investigación y propiciar qu e se realicen en cada paciente los estudios comple-
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Consideraciones finales
En la realización de una investigación biomédica se entrelazan varios factores
que son de imprescindible conocimiento, tanto por el grupo de investigadores como
por los pacientes que van a ser sometidos a las diversas pruebas y que garantizan
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una culminación feliz del o de los experimentos; se dice feliz y no se debe interpre-
tar como que se cumplirán siempre los objetivos planteados en la hipótesis de
trabajo; puede suceder que se cumplan parcialmente o que no se cumplan todo lo
satisfactorio que se diseñó.
Si todo se realizó de acuerdo con lo planificado, si el daño al objeto del expe-
rimento o de estudio, de existir, fue mínimo y a la vez imposible de soslayar, los
investigadores pueden sentirse satisfechos.
Una investigación es acertada si al final niega o afirma algo útil, pero también
es acertada si se desarrolla siguiendo principios éticos; en esta investigación los
resultados obtenidos se correspondieron con los objetivos planteados en la hipóte-
sis de trabajo y la satisfacción final estuvo dada por lo que esta significa para un
diagnóstico eficaz de la entidad estudiada, lo cual redundó en un mejor resultado
del tratamiento impuesto en aras de su solución.
Si el error médico no se asume como tal y se dan a los pacientes, ante una
complicación, explicaciones eminentemente teóricas o “científicas” y se culpa a
los mecanismos biológicos de la falla de la cicatrización, cuando en realidad, estos
son los menos culpables, entonces se está evaluando a los pacientes como objetos
de trabajo, no como lo que son: personas.
Estas respuestas para explicar el problema, que dejan de lado la verdadera
respuesta que merece una persona, faltando a la implicación humana y ética que
esta debía tener, lo que va más allá del conocimiento médico, da la idea de la
importancia que tiene el conocimiento y la aplicación de las ciencias sociales en la
elaboración de una investigación biomédica y en la actitud del personal médico y
técnico ante los problemas que tienen que ver con la salud.
El desarrollo científico de la última mitad del siglo XX y principios del siglo XXI,
quizá no da tregua para una reflexión ética serena; se puede afirmar que uno de
los problemas más acuciantes de la medicina contemporánea es de índole bioética;
hoy muchas de estas técnicas se encuentran perfeccionadas y se realizan con
suficiente éxito; sin embargo, cada día se discute en el ámbito de los profesionales
de la salud con mayor fuerza, conceptos tan controvertidos como: calidad de vida,
muerte digna y dignidad de la persona humana, entre otros, los cuales se interpre-
tan de forma disímil sin que se llegue a un consenso en su definición y aplicación.
El desarrollo científico en las ciencias de la salud resulta indiscutible, aunque no
siempre la aplicación práctica de todo este progreso científico es ciertamente in-
discutible. La medicina actual continúa insistiendo en un modelo biomédico en el
que la salud significa ausencia de enfermedad y esta, a su vez, tiene un origen
monocausal, considerándose como un inadecuado funcionamiento de los mecanis-
mos biológicos, excluyendo otros aspectos como los psicológicos y los sociales.
La bioética, entendida como el estudio de las implicaciones morales y sociales
de las nuevas tecnologías que resultan del avance de las ciencias, propone una
metodología de solución racion al a los complejos problemas que afrontan los que
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tienen que tomar decisiones con respecto al cuidado de la salud de las personas y
de la comunidad.
Surgida como una necesidad de la época posmoderna, esta nueva disciplina
supone asumir una actitud reflexiva ante los aspectos éticos que, de alguna mane-
ra, están implícitos o explícitos en las ciencias de la salud. Se caracteriza por un
acercamiento racional y humanista a los graves problemas existenciales que con-
fronta la humanidad en estos momentos.
Se considera que el debate bioético contemporáneo puede plantear cuestiones
relevantes en la formación de los científicos y técnicos; es en este contexto en el
que se puede superar el reduccionismo profesional, superar la insensibilidad de
cariz tecnocrático, contribuir a la realización de verdaderos valores ciudadanos y
expandir socialmente los valores fundamentales que existen en el núcleo de la
actividad científico-técnica.
La formación de los científicos y técnicos para asumir su responsabilidad so-
cial no puede ser de ningún modo un asunto exclusivamente curricular, sino que se
debe activar en el seno de las organizaciones e instituciones profesionales, donde
se debatan profundamente problemáticas como el respeto a la dignidad personal y
el de la reverencia hacia la vida en todas sus formas.
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