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DEL 04 DE JUNIO

AL 10 DE JULIO DE 2015

CÁMARA DE COMERCIO DE BOGOTÁ


SEDE EMPRESARIAL CHAPINERO
SALA DE EXPOSICIONES

CURADORA
CRISTINA LLERAS

Portada
Gustavo Zalamea, Fósil de tiranosaurio.
Congreso de la República. Antigua Plaza Rafael Núñez.
Collage para el Proyecto Bogotá, 1995.
Cortesía familia Zalamea Cánfora.
BOGOTÁ SAS
CRISTINA LLERAS

Bogotá SAS surge de la aparente contradicción


que puede haber entre un espacio colectivo –
este caso la ciudad– y aquellas siglas (Sociedad
­ en
individuos a este espacio y la continua negociación
de unos acuerdos mínimos.

por Acciones Simplificada) que indican que ha sido El resultado es una colosal máquina de convi-
apropiado para un uso privado. Señala, así, algunos vir, organizada de acuerdo con una «mecánica
Keshava Liévano (foto y grafiti). “El humor contamina el miedo ambiente”. de los debates contemporáneos sobre las ciudades sin mecánico», que no aspira a ser congruen-
Calle 26 con carrera 19, Cementerio Central, 1989. que evidencian las tensiones entre lo público y lo te, ya que da por supuesto que los individuos
privado: la capacidad de los Estados para generar y segmentos que la componen son, pueden o
desarrollo urbano en procura del bienestar de los incluso deben ser distintos entre sí, y hasta
ciudadanos a un costo demasiado alto, privatizan- incompatibles.1
do la ciudad y excluyéndolos del espacio público.
En este marco, trabajamos en algunas líneas En esta lógica, este espacio es como el tejido
que parten de este tire y afloje entre lo público y lo de Penélope: se tejen acuerdos que se destejen al
privado, en especial en lo que concierne al espacio momento y es necesario volverlos a instituir. Y es
urbano y el derecho que tienen los habitantes de así porque es el lugar de los desconocidos. Para la
la ciudad a su uso y modificación. Bajo esa premisa investigadora española Gemma Galdón:
nos remitimos a la década de los noventa que sig-
nificó para Bogotá –y para el arte–, un momento La ciudad no tiene por qué reconciliarnos con el
de especial interés, puesto que desde las políticas mundo, ni hacernos amar al prójimo. Compartir
públicas se complejizó la relación entre los ciuda- espacios de diversidad supone imponer sobre
danos y el espacio público. La capital vivió una serie un único lugar una lista interminable de usos,
Intervenir el entorno o parte de la ciudad, con- de cambios respecto a lo que la década de 1980 y colectivos y expectativas que están condenadas
cebir los ritos ciudadanos, recuperar lugares principios de 1990 había significado en cuanto a la a chocar y a mal entenderse, sobre todo en con-
para remarcarlos con el uso social son, entre concepción de ciudad. Heredaba una época san- textos de desarticulación social, desconfianza
otros, modos de hacer ciudad desde el arte…Ser grienta y pretendía hacer borrón y cuenta nueva, y colapso de los mecanismos de comunicación.2
ciudadano desde la perspectiva estética puede reconstruir sobre la ruina. No obstante, veinte años
entenderse así: el arte de aprender a habitar, después y miles de preguntas sobre lo que padece Tanto Delgado como Galdón describen el espa-
y habitar podría ser definido como el arte de la capital actualmente es relevante preguntarse cio urbano como aquel lugar dispuesto para que las
completar la ciudad. El arte urbano reaparece ¿qué podemos aprender de ese pasado?, ¿qué cuen- diferencias se encuentren. A pesar de esto o quizá
entonces, ya no para convertir una calle en ga- tas están pendientes? y ¿cuál es el espacio público justamente por esa razón, se trata entonces de un
lería, como en los 70, sino para enfrentar las que nos merecemos hoy los bogotanos? Más que espacio que constantemente, e infructuosamente,
presiones del poder (en últimas, económico) que una retrospectiva, buscamos actualizar y generar
pretende hacer de la ciudad tan solo un buen nuevas miradas sobre procesos vividos en dicha
1 Delgado, Manuel. Sociedades movedizas. Pasos hacia
negocio donde nos vamos consumiendo.1 época cuya vigencia se mantiene en el presente.
una antropología de las calles. Barcelona: Anagrama,
Para el antropólogo español Manuel Delgado 2007, 49.
1 Silva, Armando. Ciudad imaginada “Arte, ciudad el espacio urbano –en el cuál está inscrito el es- 2 Galdón, Gemma.“El derecho a la ciudad segura”,
y política”, en El Tiempo, 19 de enero de 1997, pacio público– es fundamentalmente un espacio en El derecho a la ciudad, Serie Derechos Humanos
compilada en Polvos de ciudad. Bogotá: de comunicación. Está en constante delimitación Emergentes 7. Barcelona: Institut de Drets Humans
La Balsa, 2005. como resultado de las diferencias que llevan los de Catalunya, 2011, 82.
se trata de domesticar y de hacer estable, “protegi- que se señalaba al principio, ese de las diferencias inquietudes sociales, cambios. Zalamea ya trabaja-
do de las dinámicas que lo convertirían a la menor y los desacuerdos, de lo que incomoda, de lo que ba esta relación arte-ciudad con anterioridad en su
oportunidad en escenario para el conflicto, a salvo estorba (a ojos de algunos), de lo que choca. obra. Se había interesado desde fines de los años
de los desasosiegos que suscita lo social en ac- En la década de 1990 algunos proyectos ar- setentas por el espacio público, en especial la Plaza
ción”.3 Bajo esa lógica, para Delgado, las políticas tísticos buscaron justamente una renovada mi- de Bolívar. Al respecto dice el artista:
y la forma como se concibe este espacio no dan rada de la relación arte-ciudad mediante la con-
lugar para lo que tiene movimiento, para el azar, lo vocatoria y exposición Arte para Bogotá (1995) Llego a la Plaza con una intención política, y me
imprevisible, lo improductivo, para errar. organizada por el Instituto Distrital de Cultura ocurre lo mismo, que con otros temas: se im-
La realidad del espacio urbano se caracteriza y Turismo y Facultad de Artes de la Universidad pone la intuición artística. El espacio político se
entonces por su temporalidad y las “colonizaciones Nacional en alianza con El Tiempo. De acuerdo convierte en un espacio plástico con múltiples
transitorias” de las que habla Delgado. Es un es- con el catálogo, contó con 67 proyectos selec- lecturas que conducen a una comunicación más
pacio en constante negociación y transformación. cionados y uno fuera de concurso. Ninguno fue certera y profunda.5
Sobre un mismo espacio distintos grupos e indivi- llevado al espacio urbano. Se trató de un esfuerzo
duos escenifican sus necesidades ya sean políticas, por pensar el arte más allá de la conmemoración Para él las ciudades invitan al consumo o al
económicas o sociales. En especial el espacio pú- o del embellecimiento instaurado por la cultura sufrimiento y por tanto los artistas tienen un rol
blico, de uso colectivo y de convivencia, donde se “oficial” como lo describe Alberto Saldarriaga en que cumplir en la configuración de nuevas formas
ponen en escena los conflictos. De alguna manera el catálogo de la exposición: “La concepción con- de interpretar y vivir la ciudad.
el espacio público y lo que hacemos en este nos vencional de arte público es ‘pasiva’, en cuanto el
refleja como sociedad o como comunidad. artista simplemente se limita a disponer obras en Concebida al mismo tiempo como el lugar físico
Bogotá SAS propone indagar algunos fenóme- la ciudad y el ciudadano a admirarlas o rechazar- de los encuentros y los intercambios, y como
nos que están por fuera del control de las políticas las, según sea su entendimiento y apreciación de una red de relaciones y de signos capaces de
públicas y que tienen que ver con formas en que lo que le ponen por delante”.4 ser interpretados y leídos por los ciudadanos,
los ciudadanos intervienen la ciudad. En ocasio- Para el artista bogotano Gustavo Zalamea, la ciudad puede ser un enorme collage de múl-
nes se trata de escritura sobre la infraestructura quien fungió como coordinador del proyecto, el tiples propuestas visuales que alimente la vida
misma o de intervenciones imaginarias; en otras, arte podía llegar a ser un vehículo que le diera sen- ciudadana. Lo constructivo y lo geométrico, lo
resistencia a los fenómenos de privatización de tido a la ciudad. Pero Zalamea también pensaba monumental y lo íntimo, lo sagrado y lo falso,
la justicia o la mal llamada “limpieza social”. Son que el artista era un agitador que puede provocar lo humorístico y lo crítico, lo local y lo popular Gustavo Zalamea, Trancón
estos conflictos los que nos interesa revisar y ha- –entre decenas de categorías– pueden entrar en (Avenida de las Américas con carrera 50), Proyecto de varios
cer visibles. Se trata de poner en escena lo que la historia de una ciudad posible. Hay que trans- alcaldes. Tarjeta postal del Proyecto Bogotá (Jaime Vargas,
4 Saldarriaga Alberto. “Arte público y cultura ciudada-
Arte Dos Gráfico, Villegas Editores, Colcultura), 1995.
Delgado y Galdón postulan arriba: la dificultad y na”, en Catálogo. Arte para Bogotá. Bogotá: Instituto formar la ciudad en utopía6.
Cortesía familia Zalamea Cánfora. 
necesidad de aprehender culturas y expresiones Distrital de Cultura y Turismo, Universidad Nacional,
sociales diversas y en ocasiones incómodas para 1997, 49. Justamente esto es lo que aplica en su proyec-
algunos, como parte inevitable de la construcción to Bogotá (1994-1995), que consiste, principalmen- Un huevo de cóndor gigante sobre la 26, o la ca-
de nuestra ciudad. te, en una serie de postales de paisajes urbanos que rrera 13 como transporte fluvial, hombres tapando
revelan intervenciones imposibles para una ciudad huecos al lado de un separador Ellsworth Kelly o un
posible. Las postales dan cuenta del “collage” visual parador de bus Louise Nevelson. Un ojo de Picasso
¿ARTE PARA VIVIR JUNTOS? que hace parte de la vida urbana. Las imágenes alumbra finalmente Ciudad Bolívar. Otras son me-
señalan, simultáneamente, desastre y esperanza. nos graciosas: sobre el Palacio de Justicia tal como
Mientras que la cultura ciudadana del alcalde Con humor y también crítica. Vemos la Plaza de se conoció antes de 1985, un tanque de guerra.
Antanas Mockus (1995-1996 y 2001-2003), bus- Bolívar inundada de mar, pero también de basuras;
caba armonizar moral, cultura y legislación en el aparece un ringlete gigante que inevitablemente
comportamiento de los individuos, las prácticas resonará con los 800 ringletes que invadieron la VAGAR Y OTROS DESTINOS
artísticas muchas veces no coincidieron con lo ciudad con motivo de la campaña “Bogotá coqueta”
que éstas percibían como “la domesticación” del para su cumpleaños 458; el colectivo Feliza o el Más que preguntarnos qué podemos compartir, en
espacio urbano. Esto aún se siente así. A pesar de monumental trancón “obra de varios alcaldes” que esta muestra nos preguntamos si podemos con-
lo que muchos quieren o buscan, el rol del arte no resultan ser imágenes tremendamente actuales. vivir con quienes están “fuera de sí”. Pensamos
es armonizar sino justamente lo contrario, ir a des- en el Adentro y afuera, en lo privado y lo público.
tiempo, ser estridentes, interferir. Se subraya ese Gustavo Zalamea, El mar en la Plaza 5 En AAVV. Gustavo Zalamea. Bogotá: Ediciones Jaime Para Manuel Delgado el adentro está asociado al
carácter disímil e incongruente del espacio urbano Tarjeta postal del Proyecto Bogotá Vargas, 1999, 174. espacio habitable. Los pactos son evidentes, con-
(Jaime Vargas, Arte Dos Gráfico, Villegas Editores, Colcultura), vencionales, hay estructuras familiares, profesio-
6 Zalamea, Gustavo. “La ciudad es la utopía”, en
1995. Cortesía familia Zalamea Cánfora. 
3 Delgado, 14. Catálogo. Arte para Bogotá, 207. nales, comerciales, escolares. El afuera, en cambio,
es inestable, abierto, móvil: “Estar fuera es estar
siempre fuera de lugar, con la sospecha de que en
el fondo no se tiene. Estar fuera es también estar
fuera de sí, dado que es uno mismo lo primero que
se abandona cuando se sale”.7 Estar afuera es estar
en movimiento, es errar, es vagar, es equivocarse.
Las 12 postales sonoras y 5 silencios de
Mauricio Bejarano nos señalan un afuera, un mapa
de la ciudad, un territorio que ha sido transforma-
do para la escucha por el artista. Análogamente
diríamos que los sujetos modifican su paisaje y el
paisaje, a su vez, los modifica. Bejarano colecciona
y transforma el sonido de la ciudad y para ello
tiene que recorrerla. Él tuvo en la década de los 12 postales y cinco silencios de Bogotá.
noventa una serie de trabajos relacionados con el Mauricio Bejarano, 2000.
espacio urbano que luego condensó en este traba-
jo del año 2000. Aquí oímos el río, la plaza, la calle, encuentro, un desencuentro, un atraco, un des-
esos espacios que compartimos como ciudadanos. falco, una depre, una alucinación, una lánguida
La ciudad está hecha de flujos como los que buseta donde millones de almas se debaten con
Bejarano capta en sus paisajes sonoros. El lugar los ojos teñidos de sangre en medio del ruidoso
donde se descubren es la calle y ese transitar pa- concierto espiritual de los gases.9
rece estar en contradicción con ese estado de pro-
ductividad constante que nos imponemos a noso- Sus escritos se asemejan a una fotografía, a
tros mismos. Asimismo, las crónicas periodísticas una radiografía de un momento que a veces se
de Rafael Chaparro Madiedo, de fines de la década parece mucho al presente, aunque de nuevo nos
de 1980 y principios de los noventas, dan muy bue- remite a esa “apocalipsis” de la primera parte de la
na cuenta de esa calle, quizá de la que sigue siendo década de los noventa, heredera trágica de los años
aún hoy, la misma calle. También cuentan una ciu- ochenta. La diversidad de ese espacio urbano que
dad que cambia, y en la cual hay poco espacio para es lo que hoy tiende a homogeneizarse, se describe
el ocio. Dice Chaparro: en una escena de la Calle 19 con Séptima;

Ya nadie se interesa por las cometas. Ya nadie se Allí nace una cultura compleja donde se mezcla
interesa por asuntos sensatos, como la magia el contrabando con la legalidad, el grafiti con
o el ocio de irse una buena tarde de agosto a el código de comercio que venden en las esqui-
ver cómo el viento frío de las tres de la tarde se nas, los gamines trabados con bóxer que piden
lleva el tiempo mientras la cometa se regocija y asustan a las señoras, los viejos cachacos que
allá arriba con un mar transparente.8 salen a la 19 a tomar el transporte después de
una larga y nostálgica tarde de tinto y charla
Sus relatos, sin embargo, no son nostálgicos. con sus amigos, paraguas en mano y corbatines
Bogotá es para él “apenas suramericana”. rojos o de pepitas, paño inglés o del Restrepo.10

Bogotá, una ciudad donde la gente tiene los Es la ciudad que reconocemos como muchas
pulmones llenos de odio y humo. Bogotá, una ciudades, la ciudad en crisis perpetua. La ciudad
inmensa mosca que se despierta con los per- de la calle y de la gente que vive sus días a pesar
fumes de la pestilencia. Bogotá, un camino, un de la ciudad. Chaparro describe los contrastes sin
juzgarlos, sino como un fiel cronista:
7 Delgado, 33.
Gustavo Zalamea, Plaza del Congreso. Basura. 8 Chaparro Madiedo, Rafael. “Agosto sabe a octubre”, 9 Chaparro Madiedo, Rafael. “Bogotá subcultural”, en
Tarjeta postal del Proyecto Bogotá (Jaime Vargas, Arte Dos Gráfico, Villegas Editores, Colcultura), en Consigna 15 de agosto de 1989, compilada en La Prensa, 14 de septiembre de 1989, ibid., p. 95
1994. Cortesía familia Zalamea Cánfora. 
Zoológicos urbanos, comp. Alejandro González Ochoa. 10 Chaparro Madiedo, Rafael. “De Lenin a Pink Floyd”,
Medellín: Universidad de Antioquia, 2009, 157. en La Prensa, 14 de agosto de 1988, ibid., 14.
armado y el afianzamiento del discurso de derechos propone una estrategia más cercana a la acupuntura
soportado por la Constitución de 1991– apareció urbana donde, en lugar de generalizar y reprimir, se
una figura que le planteaba a la sociedad capitali- puedan buscar las soluciones acorde a los problemas
na una nueva mirada sobre aquellos considerados específicos de las comunidades.
“indeseables”. Se trata de Comanche, el “comandan- Los estudios sobre el derecho a la ciudad, fren-
te del Cartucho”, una figura a la que el colectivo te al descuido y abandono que muchas de ellas pa-
CaldodeCultivo se interesa por rescatar, no solo decen, debaten la privatización del espacio públi-
para señalar los eventos del pasado de los que fue co como una constante alrededor del mundo. No
protagonista, sino para conferirle un nuevo estatus siendo ésta la solución a todos sus males. Quizá el
a un hombre que luchó por posicionar una mirada caso más dramático-emblemático de este objetivo
positiva y distinta sobre los habitantes de calle y de mejoramiento de la apariencia de la ciudad lo
sobre lo que se conoció como El Cartucho, parte del ejemplifica Guayaquil donde la “regeneración urba-
antiguo barrio Santa Inés que fue derribado durante na” llevó a “la emergencia de una ciudad basada en
la administración de Enrique Peñalosa. El Proyecto la abolición de lenguajes arquitectónicos propios, la
Prometeo (2002) de Mapa Teatro dio cuenta, a tra- repetición del modelos de reordenamiento espacial
vés de historias de vida, del impacto de este proceso que privilegian el remozamiento físico, la exacer-
sobre de algunos de sus antiguos habitantes. bación de políticas poblacionales excluyentes, y la
Mediante la propuesta de CaldodeCultivo se ampliación radical de la privatización del espacio
pone el dedo en la llaga sobre las formas en que se público”.15 Allí las políticas de la municipalidad ter-
excluyen y reprimen –o eliminan– aquellos compor- minaron por apoyar los intereses de unos pocos
tamientos considerados despreciables que en las (en forma de corporaciones) que no solo dictan las
políticas represivas se entienden como preludio a reglas de comportamiento “correcto” sino que pue-
la delincuencia. den excluir apoyados por la ley a quienes no consi-
La homogeneidad social da una falsa imagen deran “apropiados” para el espacio público. Basta
de seguridad. Como lo explica Gemma Galdón en ver sus parques públicos “con derecho de admisión”.
Rafael Chaparro, “Santa Carroña de Bogotá”, arte de Gustavo Zalamea, “El derecho a la ciudad segura”: Es un debate abierto considerar el grafiti como
publicada en La Prensa el 24 de noviembre de 1991. una expresión contra la ciudad-mercado y la ciudad
La voluntad de hacer accesible el centro urbano privatizada. En la novela de Arturo Pérez Reverte,
Una cultura callejera que se extiende como un En la medida que se privatizaba el uso de la a una pujante nueva burguesía comercial, ga- El francotirador paciente, un exgrafitero lo resume
pulpo en una forma muy colombiana: hamburgue- fuerza acompañada por la falta de unas sanciones rantizándoles su limpieza y atribuyendo higiene así: “Una vez comentó que, según las autoridades,
sas, rock, Monserrate, riqueza, pobreza y lujuria.11 contundentes, a las formas de vida y ocio no populares ¿no for- el grafiti destruye el paisaje urbano; pero nosotros
ma parte también de esta voluntad de propor- debemos soportar los luminosos, los rótulos, la pu-
Es la ciudad que nos acostumbramos a vivir, se hicieron más frecuentes las campañas de ‘lim- cionar seguridad a través de la homogeneidad blicidad, los autobuses con sus anuncios y mensajes
“una ciudad donde Dios no ha huido, sino que lo pieza social’, en las que se buscaba reemplazar social y la eliminación visual de las víctimas de estúpidos”. 16 Es el caso del grafiti en la propuesta
han secuestrado”.12 con la ejecución preventiva de delincuentes la la industrialización?14 del artista y grafitero Santiago Castro en la que
incapacidad de acción del Estado; muchos de los elabora una suerte de mapa-archivo a partir de la
que tenían recursos adecuados contrataron pro- La autora explora la relación entre el miedo y las experiencia itinerancia de varios grafiteros con el
SUJETOS Y ESPACIOS tección privada, capaz de vengar con las armas promesas de su control en el desarrollo de las ciuda- ánimo de dar cuenta de las lógicas de esos gestos
las ofensas o sancionar el incumplimiento en los des. Este siglo se ha caracterizado por tres procesos: que en ocasiones son incomprensibles o considera-
Las estadísticas de homicidios de la época mostra- negocios. Un ejército de defensores y vigilantes la amenaza terrorista, las migraciones (sur-norte) dos vandálicos. Incorpora también el grafiti como na
ban que para 1993 Bogotá era la ciudad más violen- privados, sin adecuado control ni entrenamien- y la competencia entre ciudades por su imagen de expresión de escritura en el espacio urbano y como
ta del país. Una buena parte de la población estaba to, susceptibles a la corrupción o al fanatismo, confort. Estos cambios resultan en una falsa imagen una suerte de resistencia frente al miedo. El grafiti
armada y crecía la tendencia a que los ciudadanos alimentaba a su vez las corrientes de violencia.13 de un espejo roto de tranquilidad, como si el pasa- es consideraro por muchos como una agresión vi-
respondieran por su cuenta a la carencia de protec- do efectivamente hubiese sido mejor. Irónicamente sual y para otros un medio de libertad de expresión.
ción. El historiador Jorge Orlando Melo atribuía dicha En medio de la contradicción que se vivía en mientras se incrementa el control, hay menos cul-
violencia en la capital al narcotráfico y sus legados, Bogotá –fruto de la radicalización del conflicto tura cívica. Para el caso de Bogotá diríamos menos
15 Andrade, Xavier. “”Más ciudad”, menos ciudadanía:
así como a la incapacidad por parte de los organis- cultura ciudadana. Parecería que las políticas de se- renovación urbana y aniquilación del espacio público
mos del Estado para enfrentar esta situación. 13 Melo, Jorge Orlando. “Cultura ciudadana y homicidio en guridad y miedo puestas en práctica no van a hacer en Guayaquil”, en Ecuador Debate, núm. 68, agosto
Bogotá”, 2009, 3. Revisado en http://www.jorgeorlan- más que retraernos hacia el espacio privado. Galdón de 2006, 195.
11 Ibid. domelo.com/bajar/culturahomicidios.pdf, 18 de mayo 16 Pérez-Reverte, Arturo. El francotirador paciente.
12 “Bogotá subcultural”, 97. de 2015. 14 Galdón, 72. Bogotá: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2013, 82.
ERRANCIA
SANTIAGO CASTRO

E
n este proyecto se ponen en circulación una serie
de operaciones callejeras establecidas por ciuda-
danos que han intervenido su propia ciudad, ge-
que han encapsulado durante un poco más de 10
años una escena de grafiti, de formas muy espon-
táneas, azarosas, divertidas o rebeldes. Estos ar-
nerando cambios tanto en la arquitectura como chivos de fotografías, como el de Ecksuno, Ospen,
en la forma de habitar la ciudad. Estas prácticas, Cam, AlfaNLT o TheDeen, se construyen a partir
producidas de manera banal y al azar, son deto- del registro de los grafitis propios y de otros cole-
nantes para generar aproximaciones críticas sobre gas que, como ellos, se desplazaban por la ciudad
los usos del espacio público de Bogotá, haciendo estampando sobre los muros sus firmas, apodos y
visible el histórico problema entre la utilización de los nombres de sus colectivos.
la calle planeada por los gobiernos de la ciudad y el Las fotos registran las ‘pintadas’ en la calle con
empleo cotidiano de sus ciudadanos. Las dinámicas el fin de tener el testimonio y el recuerdo de esa
del grafiti no pretenden armonizar esa noción de pintura. Estas fotografías también eran comparti-
espacio público construido por la institucionalidad. das e intercambiadas entre ellos mismos para co-
En Errancia se indaga sobre las tensiones entre el nocer grafitis de otras zonas de la ciudad, descubrir
miedo y la seguridad, el errar y el vagabundear la alguno que no se pudo tomar y revivir memorias.
ciudad, la tensión sobre lo que es permitido ver en
la calle, y el uso del texto en el mural como un he-
cho urbano crudo, sin intermediaciones, infinito.

MAPEANDO EL ANDAR – CARTOGRAFÍA


DE GRAFITI EN BOGOTÁ 1995 – 2002

Los mapas son representaciones abstractas del te-


rritorio y como tales han sido usados por el poder,
generalmente, con objetivos de control político so-
bre la población; sin embargo, muchos ciudadanos
en la cotidianidad dibujan mapas sobre los cuales
trazan recorridos, lugares comunes, sensaciones y
tareas. En Australia, por ejemplo, algunos pueblos
crean esas cartografías durante el andar. Y los pun-
tos clave de la geografía, como montañas, pozos y
ríos están ligados a historias, cánticos y mitologías.17
El itinerario y mapa colectivo que hace parte
de la exposición es conformado por las coleccio-
La Etnnia. Fotografía de Ecks1, grafiti sobre la Calle 19 con carrera 7, 1999. nes y archivos personales de grafiteros/fotógrafos
Cartel de concierto de La Etnnia, 1997. Archivo de Ospen.
FEAR. Fotografía de Ecks1, grafiti en el Barrio Galerías, 1999. 17 Careri, Francesco. Walkscapes. El andar como práctica
Fotografías del archivo de Ospen, 1995-2003. estética. Barcelona: Editorial G. Gili, 2013, 38. Centro de Bogotá. Fotografías de Santiago Castro, 2012.
Las fotografías fueron tomadas con cámaras caseras, sin precisión, en pelí- de contrapropaganda; más bien representa la ne-
culas de 35 mm, con revelado automático de ampliaciones 10 x 15 cm, muy gación caprichosa de los servicios que ésta pro-
similares al tamaño postal. mueve, descubriendo estos espacios que pagan por
En el mapa se pueden leer y distinguir diferentes transformaciones de la la visibilidad en la ciudad como superficies impor-
ciudad, en su arquitectura y urbanización, así como diferentes procesos de tantes para ser pintadas como “lienzos” perfectos
apropiación del espacio público que revelan el uso de la calle y las relaciones que ofrece la ciudad para decir algo propio, perso-
que en ella tienen los habitantes de Bogotá. Claramente no es exhaustivo ni nal, arbitrario e irregular.
documenta la totalidad del grafiti. Es un ejercicio cartográfico que fragmenta
la ciudad en instantáneas que develan diferentes momentos de la ciudad y
de la misma práctica del grafiti. Pero funciona como una ciudad en miniatura, Keshava Liévano (foto y grafiti). MIEDO Y SEGURIDAD
a escala, manchada y dividida. La inestabilidad constitutiva de la práctica “No sólo de paz vive el hambre”.
se puede también traducir a la inestabilidad constitutiva de la arquitectura Calle 32 y carrera 19, 1987. Mi mamá me mimaba pero desapareció
bogotana, de la ciudad misma. Una ciudad que se revela cuando se recorre, Keshava Líevano
se transita y habita en el andar. para recorrer la ciudad. Dicho espacio, sin principio
ni fin, propone al espectador errar y vagar a través En un artículo de la revista Semana de septiembre
de las palabras, construyendo puentes volubles y 22 de 1992 titulado Al paredón se decía: “Después
TEXTO INFINITO–CIUDAD INFINITA arbitrarios que dan lugar a nuevos significados. de una década de furor, el graffiti pierde fuerza
como expresión contestataria. Los ‘veteranos del
El libro Graffiti: Una ciudad imaginada del semiólogo Armando Silva, publicado en 1986 aerosol’, sin embargo, están empeñados en resuci-
por la Universidad Nacional, además de tratar de responder a la pregunta qué es DEJARSE VER tar el fenómeno”.
un grafiti, desde la teoría filosófica, lingüística, sociológica y psicoanalítica, también Esa década de furor, a la que hace referencia
es un testimonio de un movimiento que acercaba el grafiti de consigna con el arte. Cuando alguien sale de su hogar, no está dispuesto la nota, señalaba aquellos grafitis que aparecieron
Muchas ciudades de Latinoamérica como Sao Paulo, Buenos Aires y Caracas, ni preparado para asumir la invasión de anuncios principalmente en la Universidad Nacional, en don-
vivieron procesos parecidos, en donde el impulso libertario de mayo de 1968 fue el enormes de Cocacola, Pepsi, grandes superfi- de en medio del tradicional enfrentamiento entre
motor para la creación de diferentes movimientos pictóricos en la calle. Bogotá lo cies cubiertas con el próximo evento en el Teatro marxistas y capitalistas, que pintaba frases como
vivió de una forma muy particular desde la Universidad Nacional, particularmente Municipal, anuncios personales que no le importan, “USA nos usa” o “¿A ud no lo pone el sistema ner-
en las Facultades de Artes y de Humanidades. Este fenómeno ideológico también nombres sin apellido, juegos de palabras con o sin vioso?”, también aparecieron una serie de letreros
se dejó influir de una manera muy contundente por la subcultura del Punk, que un sentido social, comunicaciones de todo tipo, en cargados de humor, filosofía, ironía, literatura y
no solo proponía una apuesta radical en la moda, sino que también proponía neón o electrónicas y brillantes, denuncias anóni- problemáticas de género como aquellos que reza-
habitar la ciudad interviniéndola y agitándola. mas, garabatos enigmáticos; sin embargo, a esta ban “Nadie sobre mí” o “Yo soy mía”. Y, claro, sin
Este acercamiento que tuvo el grafiti desde las facultades de arte les ha persona, que somos todos, le toca aprender a vivir dejar de lado las denuncias de las problemáticas
permitido a los artistas plásticos realizar una serie de ensayos en las que apa- con esto y más, tiene que volver invisible lo que no sociales del país, donde por ejemplo, en medio de
rece este arte como medio. Es así como Ana María Montenegro ha trabajado le importe y tomar el resto para orientarse difícil- la violencia, el miedo y el terror producido por la
el texto y el grafiti como un medio recurrente en su trabajo plástico. Para esta mente por sus recorridos en la ciudad. guerra del narcotráfico aparecían mensajes como
muestra presenta la escritura de un mural infinito, que se lee una y otra vez. Este es el caso del grafiti; un medio que está “Estamos locos por la vida”, “Mi mamá me mimaba,
Su ejercicio de escritura cruda permite explorar la lectura como un método ubicado en la disputa sobre lo que se ve en el es- pero desapareció”, “A tirar a tirar que el mundo se
pacio público de la ciudad; interferencia que se va a acabar”.
describe entre los avisos de organizaciones priva- Semana relacionó el decaimiento del grafiti a
das y públicas mediados por el dinero y los avisos un surgimiento de culturas emergentes como el
espontáneos que aparecen en todas las calles sin Breakdance, el Rap y el Punk, que, con su imponen-
intermediación alguna. Este problema decanta en te discurso global, empezaron a formular nuevas
el malentendido eterno entre la legalidad e ilega- maneras de habitar en la ciudad. Sin embargo, gra-
lidad del grafiti. fiteros como Keshava Liévano han mantenido vivo
Por ejemplo, una valla publicitaria intervenida y vigente su mensaje, desde todas aquellas carac-
aleatoriamente con los nombres de Ecks y Beek terísticas que acompañan al grafiti: la marginalidad,
pintados sobre los letreros y servicios ofrecidos por el anonimato, la espontaneidad, la escenicidad, la
un comerciante. Esta acción contiene una carga precariedad y la fugacidad.18
política, aunque no sea evidente. Este gesto no se
suma a la tradicional propaganda anticonsumista, 18 Silva, Armando. Una ciudad imaginada: Graffiti y ex-
que por lo general busca usar los mismos medios y presión urbana. Bogotá: Universidad Nacional de
Fotografía de Ecks1, grafiti en Cendritos, 2001. logos de las empresas para construir una especie Colombia, 1986.
COMANCHE
CALDODECULTIVO

Nos da risa la incapacidad oficial que se vuelve nombre de “limpieza social”. Si es posible hablar
violencia cuando no puede volverse respuesta19 de “desechables”, “condenados”, o “enfermos sin
(…) remedio”, resulta lógico pensar que la única solu-
La gente dice que los de la calle somos ción posible sea la “solución final”. Bajo esta lógica
un monumento a la libertad, opera también el ordenamiento urbano; así, de-
yo creo que sí.20 trás de la Mano Negra que limpia viene la Mano
Comanche Invisible del mercado que a su antojo “reordena” y

E
“revitaliza” el espacio.
La “limpieza social”, perpetrada por la Mano
Negra –sujeto gaseoso e inimputable–, se consti-
n medio del apagón de principios de los noventa, tuyó como una práctica sistemática de exterminio,
Bogotá estrenaba Constitución, modelo económi- visible, en el sentido en el que aparecían cadáveres
Foto de Timothy Ross, co y policía motorizada; la ciudad se debatía entre en las calles, pero prácticamente invisible para la
1993, archivo del autor. bombas, desaparecidos y bolardos. Mientras tanto, prensa local, la acción judicial y la opinión pública,
el cerro de Guadalupe se convertía en fosa común más preocupados por la guerra contra el narco-
y Bogotá en la capital de los carros sin placas y los tráfico y la insurgencia que por el asesinato de
verdugos sin nombre. Aparecieron en las calles del indigentes y jóvenes drogadictos que con su sola
centro avisos fúnebres que invitaban a ratas, putas, presencia “ensuciaban” las calles. No es arriesgado
ñeros y maricas a su propio entierro, y, en efecto, afirmar que estas prácticas de para-justicia han
entre julio de 1992 y agosto de 1993, se reportó contado, y cuentan, con el beneplácito del estado y
la muerte violenta de 8.08921 personas, 1.000 de el silencio cómplice de la sociedad en general, que
ellas clasificadas como NN (nomen nescio)22 y 622 ven en los “ñeros“ la encarnación de la decaden-
denominadas “desechables”.23 cia urbana, sí, pero también un cuestionamiento
Es el lenguaje el primer signo de agresión y
deshumanización que permite justificar la violencia
brutal y sistemática que azotó la ciudad bajo el

19 Citado en: Navia, J. R., “La Marcha de los Condenados”,


en EL Tiempo, 29 de septiembre de 1993, 1D y 2D.
20 Herrera, José Javier Darío & Zárate, María Antonia.
Comanche. Comandante del Cartucho. Bogotá: Fondo
Editorial para la Paz Fundación Progresar, 1995.
21 Intervención en el Concejo de Bogotá de la Concejala
Aida Avella, acta 41 y 61, Casete No. 01., Comisión
Conjunta. 27 de septiembre de 1993, 34.
22 Intervención en el Concejo de Bogotá de Antonio
Bustos Esguerra, Personero de Bogotá, acta 41 y 61,
Comisión Conjunta, 27 de septiembre de 1993, 8.
The Miami Herald. International Edition. 23 Redacción Justicia. “Justicia Privada, 30 años a la Vía Choachí, cerro de Guadalupe,
10 de abril de 1994, archivo de Timothy Ross. orden del día.” El Tiempo, 8 de mayo de 1994, 24A. foto de Timothy Ross, 1993, archivo del autor.
Comanche.
Fotografía de Richard Emblin, 1992.

intrínseco a la lógica del bienestar, la racionalidad acumulativa y la noción de


progreso.24
De ese caldo de cultivo, de las profundidades de El Cartucho, emergió a
principio de la década de 1990 la figura de un hombre: Comanche, el líder de
los ñeros, la cara visible del parche, el Comandante del Cartucho, su Quijote
particular, quien demandando respeto, justicia y dignidad, se convertiría en el
vocero y representante de los indigentes. Una voz que desde la calle denunció
las campañas de exterminio ante los medios y las autoridades, presidió pro-
testas, pronunció discursos y promovió decretos.
A partir del mito de la figura de Comanche, CaldodeCultivo se ha propues-
to indagar en esta forma de violencia llamada “limpieza social” como signo de
esa década y como presagio de otras violencias por venir. Los noventas culmi-
nan con la puesta en marcha del plan de “renovación urbana” en El Cartucho,
un proceso no menos violento de desalojo que devino en una operación de
“limpieza urbana”, una solución ornamental a un conflicto social, en el que va- Diseño de CaldodeCultivo a partir de una fotografía de Richard Emblin.
rias manzanas fueron demolidas, “pavimentadas” y convertidas en un parque
público, quizás el más triste de la ciudad.
Si bien Comanche no alcanzaría a ser testigo de la destrucción del
Cartucho –su hogar y proyecto político al que quería llamar “República
Independiente Ciudad Cartucho […] un barrio de ñeros, hasta con policías”25–
podría decirse que su influencia para hacer ver a las instituciones, y a la so-
ciedad en general, que quienes hacen de la calle su hogar son seres humanos
y sujetos de derecho, logró cierto efecto, al menos en términos discursivos,
pues a partir de ese entonces aparece el término que al día de hoy utilizamos:
“habitante de calle” o “ciudadano de calle”, y con él arrancan políticas específicas
dirigidas a mitigar las consecuencias del consumo y la habitabilidad en calle.
Hoy, veinte años después, es fértil el terreno de la construcción de me-
moria, la reparación simbólica a las víctimas y la conmemoración de hechos

24 Herrera, Jose Darío & Zárate, María Antonia, 19. Comanche.


25 Ibid, 110. Fotografía de Richard Emblin, 1992.
violentos en el marco del conflicto armado en la mirada de los medios de comunicación y el dis-
Colombia, pero aún estamos lejos de cuestionar curso ñero que lo interpela. Nuestra única arma
las justificaciones morales que hacen posible la es el mugre, video instalación de un discurso de
“limpieza social” como una forma de violencia útil, Comanche pronunciado en el Concejo de Bogotá
tolerada y tantas veces legitimada, y también de en septiembre de 1993, proyectado en Centro
preguntarnos como sociedad por las consecuen- de Memoria, Paz y Reconciliación en el marco
cias de la obsesión con la seguridad de la vida co- Cumbre Mundial de Arte y Cultura por la Paz el 10
tidiana que promueve que el otro y los lugares que de abril de 2015; Busto a Comanche es una apro-
habita sean percibidos como amenaza. piación del lenguaje de lo monumental que cues-
Con este proyecto, CaldodeCultivo busca in- tiona la mirada hegemónica sobre la identidad
vocar el espíritu de Comanche y hacer circular su urbana y la memoria local; Memorias de Archivo,
palabra, en homenaje a las miles de víctimas del una exploración del archivo documental como
progreso, la limpieza y la seguridad. El proyecto fuente para acceder a las versiones oficiales del
se materializa en distintos soportes que en con- pasado y Comanche una pieza audiovisual que
junto, construyen un panorama de la experiencia construye a muchas voces el mito de Comanche
urbana en los años noventa que se mueve entre y contextualiza sus luchas.

“Nuestra única arma es el mugre”


intervención de CaldodeCultivo en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación en el marco Cumbre Mundial de Arte y Cultura “El Cartucho despidió a su querido Comanche”
por la Paz (10.04.2015), proyección del discurso de Comanche pronunciado en el Concejo de Bogotá en septiembre de 1993. en El Tiempo, 5 de octubre de 1996.
OBRAS Y ARTISTAS PARTICIPANTES

PROYECTO BOGOTÁ
GUSTAVO ZALAMEA

12 POSTALES SONORAS Y 5 SILENCIOS


MAURICIO BEJARANO

SELECCIÓN DE CRÓNICAS DEL PERIÓDICO LA PRENSA


RAFAEL CHAPARRO

ERRANCIA
SANTIAGO CASTRO PULIDO
CON PARTICIPACIÓN DE
ALFANLT
ANA MARÍA MONTENEGRO
CARLOS RODRÍGUEZ RICO - OSPEN
DAVID ÁLVAREZ - BEEK
JUAN SEBASTIÁN GARCÍA - ECKSUNO
LUIS LIÉVANO - KESHAVA LIÉVANO
THEDEEN

COMANCHE
CALDODECULTIVO UNAI REGLERO, GABRIELA CÓRDOBA VIVAS Y GUILLERMO CAMACHO
ESCULTURA DE ANDRÉS BONILLA GUTIÉRREZ
FOTOGRAFÍAS DE TIMOTHY ROSS Y RICHARD EMBLIN
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A JOSÉ DARÍO HERRERA,
PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Y AUTOR DEL LIBRO
COMANCHE. EL COMANDANTE DEL CARTUCHO

AGRADECIMIENTOS
ALEJANDRO GONZÁLEZ OCHOA
ARTE DOS GRÁFICO
BIBLIOTECA NACIONAL DE COLOMBIA
DOMINIQUE RODRÍGUEZ
ELBA CÁNFORA
EMILIANO ZALAMEA
JAIME VARGAS
JOSÉ DARÍO HERRERA
JUAN FRANCISCO POVEDA
JULIÁN ZALAMEA
TROPO EDITORES
RAFAEL CHAPARRO BELTRÁN

CRÉDITOS
LA SILUETA DISEÑO GRÁFICO Y PRODUCCIÓN DEL CATÁLOGO
LA PRODUCTORA, AGENCIA EN ARTES PRODUCCIÓN Y MONTAJE
ADHERENCIA SAS MATERIAL GRÁFICO
TECNORENTAL EQUIPOS AUDIOVISUALES

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