Está en la página 1de 2

Escribirte un poema

Emilio Mendez

Esa noche me senté frente a mi computador, pensado en tu cabello ensortijado, en tus ojos color
miel, pensando en cada facción de tu rostro intentando recordarte para escribirte un poema. En
mi cabeza sonaban millones de versos, millones de palabras pero ninguna lograba salir de ahí,
todo se quedaba cómo un simple recuerdo de lo que pudiera haber pasado ¿será que esto es por
lo que paso entre nosotros?¿o acaso lo que pudo pasar pero no? Sentarme a escribirte es lo único
que tengo de ti, no me importa si nunca lo llegas a leer, por lo menos voy a tener el consuelo de
que al menos estuviste en mi miente por un rato, de que al menos en mi mente te logré decir todo
eso que nunca logré decirte.

Empecé a teclear algunas tantas palabras que pasaban por mi mente, escribí todo lo que sentía
por ti pero las borré sin pensarlo dos veces. Cada vez que borraba lo que había escrito, veía una
imagen borrosa de tu rostro impregnada en ese penetrante blanco con su cursor que nunca para
de titilar. Pienso ya no en tu rostro si no que pienso en mis memorias a tu lado, pienso en todas
esas veces que sonreíste por mi culpa, pienso en todas esas veces que sonreíste por alguien más,
pienso en tus mejillas enrojecidas por algo que te dije, pienso en como tus mejillas se enrojecen
por los demás. Pienso en todas esas veces que pude llegar a sostener tu mano en la mía, en el
sudor que sentía en tu mano ¿acaso será por mí? Pensaba. Pero también pensaba en las veces que
te veía sujetando la mano de alguien más.

Volvía a escribir todo lo que sentía, mis más profundos recuerdos plasmados en ese penetrante
blanco, pero el cursor no paraba de titilarme, como si me estuviera retando. Leí todo lo que
escribí y me di cuenta que esas palabras no eran de lo que sentía por ti, no eran las palabras que
te quería decir, eran palabras de odio. Ese odio no era hacia ti, no, yo nunca podría sentir odio
hacia ti, era odio hacia mí mismo por no aprovechar los momentos que tenía contigo. Esas
palabras de odio no te las mereces, no puedo dejarlas ahí esperando. Volví a borrar todo lo que
había escrito y tu cara volvió a aparecer, esta vez más borrosa que la anterior.

Miré a través de mi ventana los edificios que se encontraban allí y vi muchas luces apagadas,
pero también vi luces encendidas ¿acaso cada luz que podía ver era otra alma en pena pensando
en el amor que perdió? No puede ser, esto que yo siento por ti es algo que nadie más puede
sentir. Tal vez esas luces son de personas que lograron encontrar eso que yo buscaba en ti. Me di
cuenta de que todo los que me decían esas pocas luces es que ya estaba tarde, bajé la mirada a mi
pantalla e intenté escribir otra vez, pensé en el sol de las mañanas rebotando en tu rostro, en tu
cabello cuando te cubría la cara. Recordé todas esas veces que estaba admirando tú belleza y tú
me mirabas, todo lo que podía hacer era darte un sonrisa incómoda o girar mi cara o hacerme el
dormido, que buena respuesta de mi parte.

Ya era muy tarde en la noche y todavía no tenia nada que escribirte, vagué en mis pensamientos
por tanto tiempo que no pude escribir una linea que te hiciera justicia. Pero eso es lo que siento
por ti, tanto tiempo que pensé en decírtelo, tantas veces que me enamoré más y más de ti pero
perdí mi tiempo enamorándome porque cuando lo quería intentar de verdad, tu ya no estabas ahí,
hacía tiempo que ya no estabas, y puede que en algún momento eso se hubiera podido dar o por
lo menos poder decirte, pero esta es mi maldición, pensar tanto en ti me hace quedarme sin
decírtelo, pensar tanto en ti me hace no poder escribirte un poema.

También podría gustarte