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Malaquías 1:2
“Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste?
Como los Israelitas, algunas veces nosotros también enfrentamos el tema del amor de Dios con algunas dudas
o sospechas. Algunos de nosotros pensamos “si el Señor verdaderamente me ha amado hubiera respondido
mi oración o no hubiera permitido que esto o aquello me pasara”. Si algunas expectaciones personales no se
cumplen luego esto puede que tenga un impacto negativo en la forma en que algunas personas ven a Dios y
Su amor. Sin embargo, independientemente de la opinión que la gente pueda tener es la opinión de Dios, como
está en las Escrituras, es que es la verdad y la única que realmente importa. Es precisamente esa opinión la
que hoy queremos estudiar.
La Palabra de Dios, la única verdad, contiene muchos pasajes que ponen en claro el amor que Dios tiene para
nosotros así que empezando en 1 de Juan 4:8-10 leemos:
“DIOS ES AMOR”
La mera definición de Dios es: AMOR. Y continuando:
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para
que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.”
La mera definición de Dios es: amor y este amor lo ha demostrado de la forma más abierta y clara: aunque
nosotros no lo amamos, Él nos amó y dio a Su único hijo en propiciación por nuestros pecados. Hoy podemos
tener relación con Él, y esto se hizo posible solo por Su amor con el cual ni si quiera negó a Su Hijo para hacer
esto posible.
1 Juan 3:16
“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros”
El amor de Dios no es ni teorético ni retórico. ¡Es real! Costó la Sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios sin pecado.
Esa sangre se derramó por ti, por mí y cualquiera en esta tierra. Como El Señor dijo en otro punto:
Juan 15:13
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.”
Sin embargo, El Señor no hizo solamente esto. No ofreció Su vida por la gente que ya era amiga de Dios. Fue
más allá de eso: lo hizo por la gente “que aún era pecadora”. Como leemos en Romanos 5:
Romanos 5:5-11
“y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues
mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados,
seremos salvos por su vida. Y No sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro
Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
Se necesita mucho amor para morir por un buen hombre. Muy pocos lo harían. Imagínate qué tanto amor se
necesita para morir por pecadores e impíos. Y eso es exactamente lo que Dios hizo a través del sacrificio de
Su Hijo. Se dio así mismo por nosotros, pecadores, a quienes como quiera amó. Como también leemos en
Efesios 2:
Efesios 2:1-7
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis
en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo
en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor
con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia
en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.”
Somos salvos por fe pero la razón no es nuestro valor u obras sino que Dios nos amó. Estamos sentados en
los lugares celestiales y no es por nuestro buen carácter o valor sino porque Dios nos amó. Ya no somos hijos
de ira sino hijos amados y la razón es porque Dios nos amó.
Juan 3:16
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Y 2 Corintios 5 dice:
2 Corintios 5:14-15, 18-21
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y
por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Y
todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los
hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores
en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos
con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en él.”
Dios no nos salvó porque tenía algún beneficio con nosotros, porque éramos “gente buena”. Éramos hijos de
ira, muertos en pecados y delitos. Aun así Él quiso hacernos sus amigos, reconciliarnos con Él mismo, porque
nos amó. “Como si Dios rogase por nosotros” es la frase que la Palabra usa. Dios ama al hombre y ruega por
él para que se reconcilie con Él. “Al que no conoció pecado, (el Señor Jesucristo) por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
Romanos 8:28-39
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su
Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que
llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por
nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo
no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es
el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos
contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo
por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro”
¿Quién nos separará del amor de Cristo? No hay nada, ni cosa creada que pueda separarnos del amor de Dios. Ahora
Él nos ama con el amor más cálido. Como dice en Efesios 3:
Efesios 3:16-19
“Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis
plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud
de Dios.”
La dimensión del amor de Cristo para con nosotros es realmente sin medida. SU AMOR POR NOSOTROS, POR TI
PERSONALMENTE, SOBRE PASA TODO ENTENDIMIENTO.
1 Juan 3:1
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque
no le conoció a Él.”
Somos Hijos de Dios. Somos de Su casa (Efesios 2:19), miembros de Su propia familia. Si crees en el Señor Jesucristo y
Su resurrección de los muertos (Romanos 10:9) entonces Dios es tú Padre. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para
que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él.” De muerte, a nacidos
de nuevo. De hijos de ira, a hijos amados, que nada los puede separar de Su amor. Sí, ahora hablándole al Señor puedes
usar el nuevo término que Su amor nos hizo posible y legítimo para que pudiéramos usar: llamarlo PADRE.
Hebreos 12:5-10
“y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del
Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por Él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe
por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte,
tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor
al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía,
pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.”
Si no fuéramos parte de la familia de Dios no habría disciplina del Padre. Sin embargo, pertenecemos a Su casa. Somos
Sus hijos, Su familia, y como Padre de esa familia es responsable de nuestra disciplina. Su amor es el que lo motiva a
hacer esto, el que soporta la disciplina es amado y eso es bueno para nosotros, “para que participemos de Su Santidad”.
Juan 16:27
“pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios.”
Y Juan 14:21-23
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre,
y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a
nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada con él.”
Si crees en el Señor Jesucristo, el amor de Dios ha sido derramado en tú corazón por el Espíritu Santo (Romanos 5:5).
Romanos 6:15-18
“¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En
ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para
muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque
erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de
doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser
siervos de la justicia.”
Santiago 4: 7-8
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios,
y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble
ánimo, purificad vuestros corazones.”
Filipenses 2:5-11
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo,haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios
también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los
cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo
es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Mateo 26:36-39, 42
“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus
discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a
los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran
manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte;
quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su
rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero
no sea como yo quiero, sino como tú. Otra vez fue, y oró por segunda vez,
diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba,
hágase tu voluntad.”
1 de Samuel 13:13-14
“Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el
mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová
hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no
será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual
Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has
guardado lo que Jehová te mandó.”
Probablemente, ese fue la prueba crítica de Saúl. Si la pasaba, si obedecía al
Señor y su mandamiento, su reino sería establecido. Pero como no obedeció, su
reino se iba a perder. Como Samuel le dijo: “pues ahora Jehová hubiera
confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será
duradero”. Obviamente, Saúl no pasó la prueba de obediencia a Dios. Cuando vio
que Samuel no llegaba, abandonó el mandamiento del Señor para hacer lo suyo.
Después lo vemos repitiendo el mismo pecado. En 1 de Samuel 15:1-3 leemos:
1 de Samuel 15:1-3
“Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su
pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así ha dicho
Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en
el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo
que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de
pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.”
1 de Samuel 15:7-9
“Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al
oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató
a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas
y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo
bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable
destruyeron.”
A pesar del hecho de que Dios le había dicho muy claro a Saúl que tenía que
destruir completamente a Amalec, no llevó a cabo Su mandamiento, o más
precisamente, lo ejecutó solamente hasta el punto donde mejor le parecía a él y
al pueblo. Así que destruyeron lo que les parecía más despreciable, pero salvaron
LO QUE CONSIDERARON MÁS CONVENIENTE. Sin embargo, eso no es obedecer.
Obedecer a Dios no significa el hacer Su voluntad parcialmente, hasta el grado
donde te guste más. Sino que es hacer lo que Dios te ha ordenado exacta y
completamente. Como en Jeremías 47:10 dice:
Jeremías 48:10
“¡Maldito el que sea negligente para realizar el trabajo del Señor!”
1 de Samuel 15:22-23
“Samuel respondió: ¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos
y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el
sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. La rebeldía es tan
grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría. Y como
tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado como rey.”
Saúl buscaba agradar a los hombres. Les daba más importancia a ellos y a su
opinión que a la opinión de Dios. Después, cuando admitió su pecado, lo que
tenía miedo de perder no era su relación con Dios sino su honor frente al pueblo:
“Luego [Saúl] dijo: “He pecado; hónrenme ahora, por favor, ante los ancianos de
mi pueblo y ante Israel, y vuelvan conmigo…” David, el sucesor de Saúl, también
cometió adulterio y asesinato. Sin embargo, cuando Natán lo confrontó (2
Samuel 12:1-14), lo que le preocupaba, no era su trono sino su relación con Dios
(Salmo 51). Es por eso que David, buscando la restauración de su relación con
Dios, fue perdonado, mientras que Saúl buscando restauración del trono, fue
rechazado.
2. El ejemplo de Abraham
Génesis 22:1-2
“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo:
Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac,
a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno
de los montes que yo te diré.”
Dios sabía muy bien cuánto amaba Abraham a Isaac. Sabía que el era el “hijo
que amaba”. Después de todo, había sido Dios quien se lo había dado. Sin
embargo, ¿A caso amó Abraham a Isaac, la bendición de Dios, más que a Dios
mismo? Teniendo que escoger entre los dos, ¿qué escogería realmente? ¿Se
sometería a Dios, incluso si eso implicara un enorme costo personal? o como Saúl
¿se rebelaría haciendo lo que él quería? Volteando esta pregunta a nosotros:
¿Seguimos realmente a Dios porque queremos conocerle y porque queremos
estar con él? o ¿le seguimos solo por Sus bendiciones, por los “Isaacs” que nos
ha dado? o ¿qué esperamos que nos de? ¿Qué haríamos? si como en el caso de
Abraham lo que fuéramos llamados a poner en el altar, fuera la bendición más
grande que Dios no haya dado o que esperamos que nos de, cualquier cosa que
ésta sea. ¿Lo haríamos? Aunque hay incontables bendiciones del Señor, por
supuesto que esas no son el foco de nuestra relación con Él. Más bien, el centro
debería ser el conocerlo íntimamente y a su maravilloso Hijo el Señor
Jesucristo.Como Pablo dijo:
Filipenses 3:8-15
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo,
y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi
propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que
es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la
participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.”
TODO, aun la bendición más grande de este mundo no es más que basura
en comparación con la EXCELENCIA del conocimiento del Señor Jesucristo.
Regresando a Abraham, veamos lo que hizo finalmente:
Génesis 22:3-10
“Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos
siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue
al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de
lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el
muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tomó
Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su
mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a
Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo:
He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y
respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E
iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí
Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar
sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su
hijo.”
Conclusión
Miqueas 6:6-8
“¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me
presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará
Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi
primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti:
solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
Santiago 1:2-4
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia
su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa
alguna.”
Hebreos 12:1-2
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la
cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
1 de Corintios 9:24-25
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno
solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que
lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible,
pero nosotros, una incorruptible.”
Hebreos 12:3
“Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo,
para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.”
Y Hebreos 10:35-36
“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es
necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis
la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.”
2 de Timoteo 2:3
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.”
Filipenses 2:5-11
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios
también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los
cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo
es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Santiago 5:7-8
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el
labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta
que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y
afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.”
Lucas 8:11-15
“Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al
camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra,
para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído,
reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo,
y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los
que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres
de la vida, y no llevan fruto. Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que
con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
perseverancia.”
a. El caso de Job
Santiago 5:11
“He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la
paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy
misericordioso y compasivo.”
Santiago 5:10
“Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas
que hablaron en nombre del Señor.”
Juan 14:12
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará
también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”
2 de Timoteo 3:10
“Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor,
paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en
Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha
librado el Señor.”
2 de Timoteo 4:7-8
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo
demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez
justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”
Juan 17:4
“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese”
Cristo, Pablo, los profetas no eran masoquistas a los que les gustaba sufrir.
Eran GUERREROS, MARINES ESPIRITUALES, que estaban listos para sufrir y a
hacer lo que fuera necesario para el cumplimiento du se misión, para la obra del
Ministerio. Aquel entonces eran Pablo y los otros, hoy somos nosotros, los que
peleamos la misma batalla BAJO EL MISMO JEFE: EL SEÑOR JESUCRISTO.
Caminemos como ellos. Peleemos la buena batalla y terminemos la carrera. No
es una carrera fácil, pero ciertamente es la mejor carrera que podemos correr y
con el mejor final: El Señor Jesucristo esperando para honrar nuestra paciencia
con la corona de justicia, exactamente como hará con muchos más, que a través
de los siglos escogieron pelear la misma batalla, negándose a sí mismos y
poniéndose bajo el mandato de su SEÑOR.
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo
que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba,
esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
Y Santiago 1:2-4
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia
su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa
alguna.”