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Historia Argentina, 2

De la revolución de independencia a la confederación rosista


Tulio Halperin Donghi
La organización social

Primera parte: Revolución, independencia, guerra.


1. Los orígenes de la Revolución

2. Invasiones inglesas
Las Invasiones inglesas son el efecto de las dos incursiones llevadas adelantes por las
fuerzas británicas en 1806 y 1807, introducen bruscamente al Río de la Plata en el
conflicto mundial. No son inesperadas, hace más de una década que ma metrópoli
preparó un plan de resistencia. A pesar de eso, encuentran al Rio de la Plata mal
preparado para la defensa. Debido a los años se han gastado el aparato militar, con
menos de dos mil soldados regulares para defender algunos millones de kilómetros
cuadrados, el virrey de Buenos Aires, marqués de Sobremonte, tiene que enfrentar
como puede la amenaza británica. Esa amenaza se materializará en una expedición
apoyada en una tropa de mil quinientos soldados, luego de conquistar a los
holandeses en el Cabo de Buena Esperanza, son lanzados por el comodoro Popham y
el brigadier general Beresford a la conquista del puerto desde Buenos Aires (en el cual
la plata peruana comenzaba la travesía atlántica), cabe aclarar que Londres no dio
instrucciones para dicha expedición.
Los directores de esta empresa tenían dos objetivos, el desencadenamiento de una
revolución en Indias con apoyo de Inglaterra y por otro lado la captura del cargamento
de plata y oro concentrado en Buenos Aires para su traslado a la metrópoli. Para
lograr cualquiera de estos objetivos es necesario conquistar la capital del Virreinato.
Primero tomaron Montevideo, desde el 8 de junio. Sólo el 25 desembarcarían en
Quilmes. El virrey pensando que la amenaza se diría solo a Montevideo envió su
escasa tropa veterana.
El 25 de junio, tras el desembarco de las tropas de Beresford en Quilmes, lo obligó a
improvisar una resistencia a cargo de blandengues (veteranos en la lucha de
fronteras) y milicianos urbanos. Estas tropas improvisadas no son eficaces, sus
tácticas no funcionan y debido a su falta de experiencia, los ingleses logran romper la
línea de defensa. Beresford entra en Buenos Aires. Encuentra una recepción favorable
inesperada, el virrey se ha marchado con lo más importante de los caudales, se
encontraba en Lujan esperando refuerzos. Las corporaciones urbanas adhieren al
nuevo orden, persuaden al virrey para que entregue los caudales al conquistador, así
salvar las fortunas privadas a las que Beresford había amenazado recurrir como forma
de botín.
Manuel Belgrano deja testimonio de su indignación ante este cuerpo que hasta
entonces eran de los más leales a la corona española.
Había una aparente unanimidad de las adhesiones, lo cual hizo debilitar al ocupante,
le hizo desechar cualquier tentativa de buscar apoyo político en ciertos sectores
descontentos con el régimen español, ya que lo consideró peligroso.
El dominio británico introdujo cambios, el 4 de agosto, fue implantado el comercio libre,
con muy bajas tasas aduaneras. Este es el núcleo de un nuevo pacto colonial, para los
comerciantes porteños no fue fácil seguir prosperando.
Comenzaron a tramarse conspiraciones.
Buenos Aires estaba sitiada por hambre, el invasor estaba obligado a dispersar sus
escasos hombres en la conquista de provisiones en la zona rural. La paz relativa de
esta zona proveía a Buenos Aires, ya que proveía alimentos esenciales, ofrecía a
Beresford lo que necesitaba, la posibilidad de sobrevivir hasta la llegada de refuerzos
metropolitanos lo que le permitiese encarar una conquista sistemática en el país.

Mientras que en Córdoba el virrey organiza una nueva fuerza para marchar sobre
Buenos Aires, en esta ciudad se organizan grupos de resistencia: Juan Martín de
Pueyrredón y Manuel de Arroyo y Pinedo, los están armando en la inmediata
campaña, en relación con ellos está Santiago de Liniers (emigrado francés), él prefiere
marcharse a la banda opuesta, utilizar sus recursos para la reconquista. Tras hacer
vela de armas en el convento de Santo Domingo, pasa a La Colonia y el 18 de julio
está en Montevideo, persuade al gobernador militar español para que le confíe la tropa
veterana enviada por el virrey. Con esos quinientos cincuenta soldados y cuatrocientos
milicianos vuelve a embarcarse en La Colonia, el 3 de agosto (dos días antes, los
paisanos reunidos por Pueyrredón son dispersados en las chacras de Perdriel) El 10,
con la toma de los corrales de Miserere y del Retiro, domina los accesos de la ciudad
por el norte y el oeste. El 12 se lucha en las calles, mientras desde las azoteas se
arrojan al ocupante piedras y tizones ardientes (trozo de madera a medio quemar).
Beresford capitula cuando el fuerte ya está rodeado por una muchedumbre
amenazante. Y se teme una masacre. Aún antes de la capitulación, en un acto de dar
calma, se vuelve a izar la bandera de España.
La opinión pública ataca al virrey, hay una oleada de indignación popular que aleja a
Sobremonte del ejercicio efectivo de su cargo. Ya que es acusado de culpas, aunque
no solo eran suyas.
El Cabildo está ansioso de liberarse del fastidioso virrey. Le pide a Sobremonte que
designe teniente o capital general al reconquistador de Buenos Aires. Se resiste, pero
finalmente le encarga a Liniers el comando de las tropas de la capital y la Audiencia
del despacho de los asuntos más urgentes.
El Cabildo y Liniers presiden la militarización de la ciudad, sobre la base de un servicio
de milicias obligatorio para todos los vecinos de 16 a 50 años, con ejercicios
cotidianos. Esta militarización está creando una nueva élite urbana, es la que forman
los comandantes y jefes de los cuerpos milicianos. Hasta cierto punto nueva élite, ya
que los jefes son elegidos por la tropa, los comandantes por los jefes. Los
comandantes fueron en casi todos los casos reclutados en los sectores altos, estaban
encargados de la provisión de uniformes y equipos para las tropas.
El Cabildo, junto con el Consulado de Comercio y la Catedral, era la institución que
agrupaba a figuras provenientes de los sectores altos locales, poseía una gravitación
política creciente se tendió a cerrarse, se transformó en el dominio de un grupo no
demasiado representativo del conjunto de sectores altos y medios superiores de la
ciudad. Sobre todo en relación con la previa militarización, que significaría una
apertura. Ya que no solo se crea una nueva élite sino que mantiene y estructura la
movilización política que había significado la reconquista; institucionaliza los canales
de vinculación entre las nuevas élites y las masas urbanas así organizadas. Para el
Cabildo ese cambio significada un gran peligro, para contrarrestar creó él mismo un
cuerpo miliciano, el de Artilleros de la Unión.
Desde el principio la organización de milicias, los cuerpos se distinguiían por la
comarca de origen de sus integrantes. Puso en evidencia las diferencias profundas
que en la sociedad urbana dividía a peninsulares y americanos, 5 mil de estos últimos
agrupados en cuerpos de patricios y arribeños, en el de pardos y morenos, los
peninsulares divididos por el origen regional: gallegos, vizcaínos, catalanes,
andaluces. A través de esta división se podía a comenzar a distinguir otra
consecuencia de la militarización: aunque los criollos eran minoría en los sectores
altos, su gravitación/peso crecía en el predominio de los americanos en el conjunto de
la población urbana, marginados por la estructura social existente, incapaz de
ampliarse al ritmo de la expansión demográfica aún de los sectores altos, los criollos
formaban la nueva élite creada por la militarización. Por eso el recelo con el que es
visto el proceso para la alta sociedad.

No terminó 1806 sin que tuvieran ya los primeros anticipos de la esperada segunda
invasión: desde diciembre se halla en Maldonado el brigadier Auchmuty con cuatro mil
quinientos hombres, el invasor de dirige a Montevideo, el 20 de enero los ingleses
desembarcan en el Buceo y de inmediato toman contacto con la ciudad amurallada y
fortificada; el 2 de febrero tras combates logran abrir una brecha en la muralla; al día
siguiente la ciudad es suya, lo será por ocho meses, en los cuales los conquistadores
la transformaran en una base de penetración mercantil. Auchmuty no quiere repetir lo
que sucedió con Beresford, pide refuerzos a la metrópoli y el 10 de mayo llega a
Montevideo el teniente general Whitelocke, ahora los soldados británicos destacados
en el Plata llegan a diez mil y la toma de Montevideo es completada en la de La
Colonia. El 1° de junio llegan a Quilmes, el 2 cruzan el Riachuelo.

Hace meses que Buenos Aires se estuvo preparando para la nueva amenaza, pero la
toma en Montevideo provocó una nueva agitación en el Cabildo de Buenos Aires.
Propuso el reemplazo de Sobremonte. Se llevó el problema a una Junta de Guerra
donde finalmente se decidió que mientras Liniers queda a cargo de los asuntos
vinculados a la defensa (no solo de las tropas urbanas) el regente de la Audencia,
Muñoz y Cubero, atiende los de gobierno, administración y hacienda.
La segunda invasión comenzará a introducir tensiones entre los dos. En ella Liniers
intentará en vano retener el papel protagónico que la Reconquista le ha deparado.
El 5 de julio la ciudad serpa invadida por los soldados británicos que han tomado el
Retiro y la Plaza de Toros. De nuevo las calles y azoteas se revelan amigas a los
defensores y el grupo británico que ha combatido en los accesos meridionales de la
fortaleza se rinde. Al día siguiente Whitelocke pide tratar una tregua; Liniers no acepta
sino negociaciones de rendición, que finalmente son entabladas. El 7 se firma el
tratado, se les concede a los ingleses 70 días para abandonar Montevideo y se
dispone el intercambio de los prisioneros de ambas partes, incluidos los británicos de
la primera invasión.
El héroe de la jornada no fue Liniers, sino Martín de Alzaga, comerciante y alcalde de
primer voto en el Cabildo porteño.
En mayo de 1808 Liniers recibirá de la Corte su designación de virrey interino.

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