Cuando Dios cambiaba el nombre de una persona y le
daba uno nuevo, generalmente era para establecer una nueva identidad. Dios cambió el nombre de Abram, que significa "padre enaltecido", por el de "Abraham", que significa "padre de una multitud" (Génesis 17:5). Al mismo tiempo, Dios cambió el nombre de "Sarai", la esposa de Abraham, que significa "mi princesa", por el de "Sara", que significa "madre de naciones" (Génesis 17:15).
Dios cambió el nombre de Jacob, que significa
"suplantador", por el de "Israel", que significa "tener poder con Dios" (Génesis 32:28). Ya Jacob no iba a ser un suplantador y tramposo. Por el contrario, él sería identificado como aquel que "había luchado con Dios y con los hombres y venció" (Génesis 32:28).
En el nuevo testamento, Jesús cambió el nombre de
Simón, que significa "Dios ha escuchado", por el de "Pedro", que significa "piedra", cuando por primera vez lo llamó para que fuera Su discípulo (Juan 1:42).
¿Por qué Dios escoge nuevos nombres para algunas
personas? La biblia no nos da Sus razones, pero quizás era para hacerles saber que estaban destinadas para una nueva misión en la vida. El nuevo nombre era una manera de revelar el plan divino y también para asegurarles que el plan de Dios se cumpliría en ellos. El uso de nombres en los tiempos de la Biblia, especialmente en los días del Antiguo Testamento, llevaba mucho más importancia que hoy en día. La gente frecuentemente usaba nombres para dar a conocer algo sobre las características, historia o naturaleza de los individuos, y Dios hizo lo mismo.
“Para los antiguos el nombre es una parte de la persona,
una extensión de la personalidad del individuo. Dios usó nombres como un medio de revelación personal progresiva. Por ejemplo, en Éxodo 6:3 Dios dijo, “Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, más en mi nombre JEHOVA no me di a conocer a ellos”. Los versículos 4 al 8 hacen claro que el significado del nombre Jehová a Israel era su asociación con la redención y la salvación.