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Ciudadanía digital
Democracia y ciudadanía en la era digital.
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Contenido
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................................................................................4
PRIMER CAPÍTULO .................................................................................................................................................................9
DEMOCRACIA DIRECTA; UN VIEJO RECUERDO .........................................................................................................9
La democracia directa ......................................................................................................................................................9
La democracia radical en el periodo de Pericles ............................................................................................... 11
Un modelo perfectible de gobierno......................................................................................................................... 13
La República Romana .................................................................................................................................................... 14
Nuevos intentos por definir la democracia.......................................................................................................... 15
Instrumentos de la democracia directa................................................................................................................. 19
Los desafíos de la democracia directa ................................................................................................................... 20
SEGUNDO CAPÍTULO .......................................................................................................................................................... 22
DEMOCRACIA INDIRECTA Y SU CRISIS DE PARTICIPACIÓN ............................................................................ 22
Representatividad y democracia.............................................................................................................................. 22
Tenencia y transferencia del poder; la burocracia. .......................................................................................... 23
La crisis de representatividad, gobierno, élites y privilegios....................................................................... 25
Representatividad y participación efectiva ......................................................................................................... 28
La democracia del consumo ....................................................................................................................................... 29
Redefinir el papel del Estado ..................................................................................................................................... 30
Tecnologías de Información y Comunicaciones, la gobernanza digital. .................................................. 32
TERCER CAPÍTULO .............................................................................................................................................................. 33
PARTIDOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN: LA DEMOCRACIA INFINITESIMAL ....................................... 33
Los Partidos Políticos .................................................................................................................................................... 33
Las elecciones y la búsqueda del poder................................................................................................................. 34
Los medios de comunicación ..................................................................................................................................... 35
Atomización del Poder.................................................................................................................................................. 38
Vicisitudes de la democracia mexicana ................................................................................................................. 39
Las tecnologías de la información y comunicación como alternativa en la sociedad de la
información, desinformada. ....................................................................................................................................... 43
La democracia infinitesimal ....................................................................................................................................... 45
CAPÍTULO CUARTO ............................................................................................................................................................. 46
DESARROLLO Y POSIBILIDADES DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y
COMUNICACIONES: HACÍA UNA CIUDADANÍA DIGITAL .................................................................................... 46
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INTRODUCCIÓN
La democracia se ha convertido en una noción de uso común sobre cuyo significado rara vez nos
detenemos a reflexionar. Nos pasa con ella un poco lo que a San Agustín le sucedía con el tiempo,
con respecto al cual llegó a decir: “Si pienso en el tiempo, sé lo que es, si me lo preguntan, ya no lo sé”,
frase que sin dificultad alguna podríamos aplicar al concepto de democracia, en la medida en que
todos nos referimos a él y lo entendemos más o menos claramente, pero pocos la concebimos en
forma precisa y bien definida, y menos aún estamos de acuerdo respecto a lo que significa.
Ello no tendría mayor importancia si aquello que concebimos como democracia no fuera un aspecto
tan relevante ni si el debate alrededor de la misma no fuera un elemento central de la vida política
e institucional en nuestras sociedades.
Como dijera José Ortega y Gasset en su libro En torno a Galileo,
Una misma cosa se puede pensar de dos modos: en hueco o en lleno. [Cuando
pienso en hueco uso las palabras] fiduciariamente, a crédito, como uso un
cheque, confiado en que siempre que quiera lo podré cambiar en la ventanilla de
un banco por el dinero contante y sonante que representa. (…) Este pensar en
hueco y a crédito, este pensar algo sin pensarlo en efecto, es el modo más
frecuente de nuestro pensamiento. La ventaja de la palabra que ofrece un apoyo
material al pensamiento tiene la desventaja de que tiende a suplantarlo, y si un
día nos comprometiéramos a realizar el repertorio de nuestros pensamientos
más habituales, nos encontraríamos penosamente sorprendidos con que no
tenemos más que los cheques, pero no las monedas que aquellos pretende valer;
en suma, que intelectualmente somos un Banco en quiebra fraudulenta
(1982:35).
Con palabras como democracia sucede con frecuencia precisamente lo descrito: la utilizamos todo
el tiempo, damos por descontado lo que significa, pero si nos detenemos un momento a reflexionar
sobre su sentido nos quedamos pasmados y comenzamos a balbucear incómodamente sin tener
plena confianza sobre lo que entendemos por ella.
No sólo eso, en la actualidad observamos una gran paradoja con respecto a la democracia: mientras
que nunca antes en la historia de la humanidad había habido tantos países bajo regímenes que se
califican a sí mismos como democráticos, la democracia sufre una de sus mayores crisis de
legitimidad, en la medida en que pareciera respirarse un desencanto generalizado respecto a su
capacidad para responder a las necesidades y demandas del mundo actual.
En palabras de Carlo Galli (2013:9-10):
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Esto es doblemente paradójico, ya que no sólo vivimos en una época en la que se podría decir que la
democracia como sistema político ha triunfado casi indiscutiblemente, sino porque tal vez, desde la
época de su invención en la Grecia de los siglos VI y V a.c., en ninguna otra época –salvo tal vez
aquella que la vio nacer– se habían dado como hoy las condiciones sistémicas y tecnológicas para
alcanzar el mayor grado de participación posible ni existían los mecanismos para regular y vigilar
el desempeño del gobierno que hoy tenemos a la mano.
En muchos sentidos –como insinuamos más arriba–, el problema de la democracia tiene que ver con
la multiplicidad de sentidos y significados que se le asocian, así como con la variedad de
conceptualizaciones que de la misma se han hecho, a tal grado de que a veces es dudoso que estemos
hablando de lo mismo. Olvidamos demasiado fácilmente que el debate político e ideológico se da en
primer término en torno a la definición legítima de las categorías claves de la lucha política, y hoy
por hoy una de estas categorías es sin lugar a dudas precisamente la democracia, y detrás de los
discursos y las polémicas que experimentamos se fragua una lucha por lograr que se acepte la
definición de la misma que le es más conveniente a cada actor político. De tal forma que no podemos
suponer que existe algo así como La Democracia, con “D” mayúscula, ante la que todas las otras
democracias de carne y hueso y con “d” minúscula no serían más que encarnaciones imperfectas que
se acercan más o menos a la definición legítima.
Y esto es precisamente lo que está en el tintero. Para algunos, la democracia se limita a la repartición
de poderes, el respeto irrestricto a las leyes y a la formalidad de un proceso electoral. Para otros, en
cambio, si bien las anteriores son necesarias, lo que justamente está en juego es la distribución justa
y equitativa del poder y de las oportunidades, en la que exista un verdadero sistema de participación
que garantice la inclusión en la tomas de decisiones de todos los sectores de la sociedad. En esta
última definición, el proceso electoral es sólo un aspecto de lo que se persigue, sin lugar a dudas
imprescindible pero no el único ni forzosamente el más importante.
Por otra parte, el contexto en el que se ha podido desarrollar aquello que entendemos como
democracia ha ido cambiando en forma por demás significativa, desde sus inicios en la Grecia
clásica, con sociedades relativamente simples y con apenas decenas de miles de “electores”, hasta
las sociedades contemporáneas con padrones superiores a la decenas de millones, como es el caso
de México, con un padrón que supera los 60 millones de electores. Además del número de
ciudadanos con posibilidades de participación en el sistema democrático, la forma democrática ha
variado desde la directa hasta la universal y participativa, pasando por la censitaria y representativa.
Otro cambio significativo que aquí nos ocupa de manera especial, tiene que ver con los cambios
tecnológicos que han favorecido uno u otro tipo de participación ciudadana en los asuntos públicos,
como el ocurrido a mediados del siglo XV con la invención de la imprenta de tipos móviles por parte
de Johannes Gutemberg (1398-1468), o la emergencia de lo que hoy se conoce como opinión pública
posibilitada por el surgimiento y la generalización de la prensa escrita a finales del siglo XVIII, lo que
ocurrió en primer lugar en Inglaterra con el inicio de la circulación diaria del Daily Courrant (1702).
La historia de la democracia se encuentra íntimamente relacionada con el cambio en las Tecnologías
de la Información y Comunicación (TIC), como magistralmente lo expuso Jürgen Habermás en su
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libro Historia y crítica de la opinión pública y como los nuevos y sorprendentes desarrollos en esta
materia nos lo demuestran día con día. Aunque esta relación no es sencilla ni unilateral, sino
compleja y polivalente.
Como ya dijimos antes, y como lo desarrollaremos más adelante en el capítulo II, después de la ola
democratizadora de fines de los 80 y los 90, la democracia indirecta y representativa entró en una
grave crisis de legitimidad y participación, en muchos sentidos debido a la incapacidad para cumplir
sus promesas y hacer frente, al mismo tiempo, a los retos que la globalización le ha impuesto a los
sistemas estatales, por un lado; y por el otro, e íntimamente relacionado con lo anterior, debido a la
fragmentación, atomización y anomia que dichos procesos han provocado, junto con otros más
directamente relacionados con el desarrollo político de cada país.
Detrás de dicha crisis de legitimidad, también se encuentran las distintas distorsiones y
perversiones observadas en formas diversas en la gran mayoría de los sistemas democráticos del
mundo, tanto en aquellos que habían alcanzado su madurez en los países más avanzados del orbe,
como en los que iniciaron hace relativamente poco tiempo su periplo democrático después de haber
experimentado regímenes totalitarios (como en Rusia), autoritarios o semi-autoritarios, como
creemos que es el caso de México; en los cuales la desigualdad, la inseguridad, el clientelismo, el
corporativismo, la falta de mecanismos claros y confiables de rendición de cuentas y transparencia,
la corrupción y, en fin, la falta de una cultura democrática sólidamente establecida, entre muchos
otros factores, han mermado en forma grave la confianza en las relativamente jóvenes instituciones
democráticas.
Entre los factores asociados con la globalización como causantes de la crisis democrática que nos
ocupa, tal vez uno de los más importantes tenga que ver con las fallas que aquella ha provocado en
los mecanismos de contrapesos que constituyen la columna vertebral de toda democracia, debido
al surgimiento en el seno del sistema global de fuerzas de distinta índole que trascienden el marco
estatal dentro del que, y para el cual, el sistema democrático funciona.
Algunas de estas fuerzas son por su misma naturaleza globales, como la transnacionalización del
capital, la fragmentación mundial del proceso productivo, las finanzas globales, los cárteles del
crimen organizado, las compañías transnacionales y los medios de comunicación que operan a nivel
planetario; y otras locales, si bien asociadas a los procesos desarticuladores provocados por la
globalización, como lo son la fragmentación y feudalización del poder estatal, la relativa
independencia respecto a la regulación en el seno del espacio estatal, el excesivo poder de algunos
grupos de interés nacionales e internacionales, la pérdida de intermediación ciudadana por parte
de los partidos y las instituciones estatales, la oligopolización de las estructuras partidarias y la
partidocracia resultante, entre muchos otros factores.
Por debajo de todos estos fenómenos pensamos que se encuentra la pérdida de valores
democráticos y, sobre todo, la atomización ciudadana y la desvinculación y des-intermediación
comunicativa entre las instituciones democráticas del estado y la ciudadanía, la cual se siente cada
vez menos representada y no ve reflejados sus intereses y aspiraciones en la agenda nacional.
A nuestro entender, es aquí donde las nuevas TIC pueden llegar a jugar un papel determinante, en
la medida en que se pueden convertir en un nuevo espacio público dentro del cual el ciudadano
pueda participar en forma significativa. Ya que si hay algo común a cualquier noción de democracia
es el reconocimiento del derecho de todo ciudadano a participar activamente en el diseño de las
instituciones y las leyes que lo van a representar y gobernar, a emitir su opinión respecto de la cosa
pública, así como respecto del proyecto colectivo dentro del que se inserta su propio proyecto de
vida personal. La democracia, en este sentido, no es tanto el poder del pueblo como entidad
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abstracta y anónima, sino la defensa del derecho de toda persona a participar activamente, a través
del diálogo y la argumentación racional, en la definición de los asuntos públicos y en el diseño de las
instituciones y leyes bajo las cuales se desarrolla su vida, y esto es así ya desde sus inicios, en la
Grecia clásica.
En aquella sociedad el uso directo de la palabra en la discusión de los asuntos públicos era
materialmente posible en virtud del tamaño de la comunidad y del espacio público de las asambleas.
Las discusiones, por ejemplo, tenían lugar ya sea en el Consejo (boulé) (conformado por 500
representantes de las 10 fylai (tribus) en las que se agrupaban las 30 tryttes y los más de 150 demoi
que conformaban la sociedad ateniense), ya en la Asamblea (ekklesía) que “se reunía en un lugar
abierto, la Pnix, cuya capacidad máxima apenas sobrepasó las seis mil personas” (García Moreno,
2008).
Por sus dimensiones, en las sociedades contemporáneas las discusión directa y en persona de los
asuntos públicos es materialmente imposible, razón por la cual la representación política a través
de delegados ha constituido la mejor opción para llevar a cabo la discusión en vivo de los asuntos
de interés general. Gracias a las TIC, sin embargo, hoy es posible ampliar el espacio público y hacer
un uso directo de la palabra en espacios virtuales de dimensiones extraordinarias, con lo que se
abren enormes posibilidades para el diseño de formas de participación directas que hace tan sólo
algunos años habría sido imposible si quiera imaginar.
Después de una revisión y discusión crítica en los capítulos I y II de la historia de la democracia
directa en la antigüedad y del surgimiento y consolidación de la democracia indirecta y
representativa a finales del sXVIII, durante el sXIX y a lo largo del siglo XX, revisaremos en el capítulo
III la relación entre los partidos y los medios de comunicación y la democracia infinitesimal que
parecen haber producido, y en el capítulo IV el desarrollo y posibilidades de las TIC con miras a la
emergencia de una ciudadanía digital, para finalmente, en los capítulos V y VI discutir una propuesta
para transparentar el poder legislativo y esbozar las características de la ciudadanía digital en la
sociedad abierta, respectivamente.
La tesis general del libro se centra en el potencial de las TIC para facilitar la consolidación del
ciberespacio como espacio público en el que se puedan desarrollar formas eficaces de participación
ciudadana directa como estrategia para el fortalecimiento de una democracia plural, abierta y
participativa en las sociedades complejas contemporáneas.
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PRIMER CAPÍTULO
La democracia directa
La democracia como forma de gobierno introduce desde su etimología la noción del “poder del
pueblo” como política igualitaria y liberal para la solución y el manejo de los problemas de una
comunidad; constituye un ideal inherente a la vida política y social de las sociedades modernas,
garantía indispensable, mas no suficiente, de libertad e igualdad, como principio máximo de una
sociedad que se concibe como justa, racional, ejemplar y afable.
El régimen político y social que conocemos como democracia se originó en la Atenas de finales del
s. VI a.C., con las reformas impulsadas por Clístenes en el 506-507, a.C., precedidas por las de Solón
a principios del mismo siglo (Fernández Nieto, 2008; García Moreno, 2008; Osborne, 2007).
Se trató de un sistema de gobierno que más que poner el poder en manos del pueblo llano, amplía a
todo ciudadano la posibilidad, el derecho y la obligación, de participar libremente en los asuntos de
la polis, un sistema que tal vez merezca más el nombre que recibía en el vocabulario político griego
de politeia, que
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Se trata de un sistema político que se regía no tanto por el principio del poder ‘exclusivo’ del pueblo
(acepción un tanto errada que ha prevalecido a lo largo del tiempo), como por el de la igualdad o
isonomía entre todos los ciudadanos de la polis: “igualdad para hacer propuestas (isegoría), igualdad
para votarlas (isopsefía) y plena libertad de palabra (parrhesia) para cualquier asambleísta (García
Moreno, 2008:87); igualdad que se extendía a la libertad (eleuthería) –exigencia, incluso– de todo
ciudadano para participar en los asuntos de la polis como parte del deber cívico que se esperaba de
él.
Como puede apreciarse, la democracia en la Grecia clásica, de la misma forma que la versión
moderna que emerge, lenta y fragmentariamente primero –en la Europa del siglo XVII y principios
del XVIII (particularmente en los Países Bajos e Inglaterra)–, violenta y vertiginosamente después –
a finales del sXVIII y a lo largo del XIX en algunos países de la Europa occidental y en los Estados
Unidos–, representa antes que nada el esfuerzo por frenar los abusos absolutistas, aristocráticos o
tiránicos del poder, así como por alcanzar el derecho a la libre participación de todos en el diseño,
el gobierno y la administración de la polis, primero, y del Estado, después.
En sus inicios, en la Atenas de los siglos VI, V y IV a.C., tales anhelos tomaron la forma de democracia
directa, dada la existencia de sociedades relativamente pequeñas –comparadas con las actuales–, en
las que predominan las relaciones cara a cara y en las que la decisión de los asuntos más relevantes
de la comunidad se ventilan en asambleas ciudadanas mediante la discusión libre y abierta, en la
que impera el diálogo, la argumentación racional, la persuasión y la defensa ponderada de las ideas.
Sin embargo, si bien no cabe duda de que se trata de una democracia directa en la que participan
potencialmente todos los ciudadano de la polis, es un error de perspectiva asumir acríticamente, a
partir de su etimología más evidente, que la democracia ateniense se distingue por ser un “gobierno
del pueblo”, entendiendo por este a las masas desposeídas en contraposición a las élites dominantes,
aristocráticas y oligárquicas.
Al igual que sucede en la época moderna, el trasfondo de la democracia ateniense tiene que ver con
los esfuerzos llevados a cabo para poner límites al abuso despótico y tiránico del poder; en el caso
concreto de Atenas, al que tuvo lugar a mediados del siglo VI a.C. por parte de los así llamados
Pisistrátidas, primero el tirano Pisístrato y, después, su hijos Hiparco e Hipias.
No debemos pasar por alto el significado dado al demos a partir del cual se construye el término
demo-cracia. Los demos a partir de los cuales construye Clístenes el régimen que habría de
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Lo realmente histórico de las reformas de Clístenes era que permitía por vez
primera el ejercicio de plenos derechos al demos, a la masa de ciudadanos
carentes de bienes raíces (…) Clístenes había partido de una correcta
comprensión de las profundas transformaciones socioeconómicas sufridas por
Atenas a lo largo del siglo VI a.C., de tal manera que sólo un nuevo edificio
institucional que estableciera el equilibrio entre las antiguas y nuevas realidades
sociales sería capaz de asegurar la paz política. Sería precisamente esta
luminaria conciencia política de los elementos más dinámicos del demos y de
ciertas familias de la nobleza, que prestaron su colaboración, lo que otorga su
gran singularidad histórica a los acontecimientos atenienses del 508-507 a.C.
(García Moreno, 2008:96-97).
Esto es de capital importancia para la comprensión, antes que nada del contexto que da origen por
vez primera a la democracia, así como del que permitió su resurgimiento, bajo condiciones
ciertamente distintas, en la época moderna; pero sobre todo, del contexto que hoy estamos viviendo
en donde los cambios socia-políticos, económicos, culturales y tecnológicos nos obligan a reformular
la democracia y hacer uso de nuevas y novedosas formas de ejercer la ciudadanía, acorde con las
realidades del siglo XXI. Para lo cual resulta necesario detenernos un poco más en la reflexión sobre
las características de la democracia en la cultura que la vio nacer: la griega.
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entre otros asuntos de la polis. El acceso a la palabra era una de las peculiaridades apreciables de
las asambleas, la palabra era el objeto de intercambio político en la democracia. Las asambleas se
caracterizaban por debates extensos y populares en el que todos los participantes tenían la libertad
para hablar, proponer, deliberar y votar, en condiciones de igualdad y equidad. La centralidad de la
palabra hacía que el éxito dependiera sobre todo de las habilidades oratorias, antes que del
prestigio, el poder o la riqueza de los participantes, aunque ciertamente llegaban a pesar, sobre todo
el prestigio, en la autoridad conferida a los oradores. Los atenienses realizaban la votación a mano
alzada, pues se asociaba el voto y la voluntad de la mayoría con la proporción y lo justo, valores
fundamentales, junto con el respeto a la Ley –escrita y no escrita–, misma que fundamentaba y era
fundamentada por los principios de la libertad y la igualdad. Es decir, tanto una como otra se
constituían en el marco de la Ley y ésta se legitimaba sobre estos principios fundamentales que al
mismo tiempo garantizaba y respaldaba.
Los tribunales de justicia (dikasterioi), otra de las instituciones fundamentales de la democracia
ateniense, estaban conformados por ciudadanos comunes, y la mayoría de las magistraturas eran
cargos públicos que debían rotarse periódicamente y a los que se accedía mediante sorteo. La
administración de la justicia también estaba en manos del pueblo, pues votaban tanto la
culpabilidad como la pena. Los tribunales o jurados populares se organizaban con criterios similares
a la Asamblea, los magistrados eran elegidos por periodos de un año y cumplían funciones
ejecutivas, diseñándose además una variedad de métodos para seleccionarlos, como el sorteo y la
elección directa, una manera radical de ver la igualdad.
Los ideales de la democracia ateniense pueden verse sintetizados en la oración fúnebre de Pericles,
plasmada por Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso:
Tenemos un régimen político (politeia) que no envidia las leyes de los vecinos,
sino que más somos ejemplo para otros que imitadores de los demás. Su nombre
es democracia, por no depender el gobierno de pocos, sino de un número mayor;
de acuerdo con nuestras leyes, cada cual está en situación de igualdad de
derechos en las disensiones privadas, mientras que según el renombre que cada
uno, a juicio de la estimación pública, tiene en algún respecto, es honrado en la
cosa pública; y no tanto por la clase social a la que pertenece como por su mérito,
ni tampoco, en caso de pobreza, si uno puede hacer cualquier beneficio a la
ciudad, se le impide por la oscuridad de su fama. Y nos regimos liberalmente no
sólo en lo relativo a loa negocios públicos, sino también lo que se refiere a las
sospechas recíprocas sobre la vida diaria, no tomando a mal al prójimo que obre
según su gusto,, ni poniendo rostros llenos de reproche, que no son un castigo
per sí penosos de ver. Y al tiempo que no nos estorbamos en las relaciones
privadas, no infringimos la ley en los asuntos públicos, más que nada por un
temor respetuoso, ya que obedecemos a los que en cada ocasión desempeñan las
magistraturas y a las leyes y de entre ellas, sobre todo a las que están legisladas
en beneficio de los que sufren la injusticia, y a las que por su calidad de leyes no
escitas, traen una vergüenza manifiesta a quien las incumple.
De las palabras de Pericles que sintetizan el ideal de la democracia ateniense, Héctor Ceballos
(1995) extrae los siguiente principios democráticos: 1) El gobierno debe estar al servicio de la
mayoría y no de la minoría, 2) La ley tiene que regir en igualdad de condiciones tanto para los ricos
como para los pobres, 3) La democracia es una forma buena de gobierno que se caracteriza por el
imperio de las leyes y no de los hombres, y 4) El respeto irrestricto a la libertad ciudadana ya se
trate de la vida privada o de la pública.
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La República Romana
Si bien en el régimen romano no se utiliza el término democracia, se puede argumentar en forma
convincente que la noción de república utilizada por los romanos guarda similitudes importantes
que nos autoriza a compararlas. Los romanos denominaron a su sistema República, compuesto del
latín res, que significa “cosa o asunto”, y publicus, que se refiere a lo “público” y que deriva de la
palabra popûlus, que significa “pueblo”. La república comprendía, entonces, lo perteneciente al
pueblo romano.
La cosa pública, res pública, es asunto del pueblo, y el pueblo no es cada grupo
de hombres, asociados de cualquier manera, sino un amplio conjunto de
hombres unidos por un acuerdo común acerca de la ley y los derechos y por el
deseo de participar de mutuas ventajas (Cicerón, s.f ).
Aristóteles afirmaba que la democracia existía cuando una mayoría de ciudadanos pobres ejercían
la soberanía, y en torno escribió:
La república consolidó la Ley como elemento fundamental para cuidar los principios sobre los cuales
estaba construido el régimen de gobierno. La democracia se legisló y la igualdad de condiciones ante
la ley permitía que a los asuntos de la república se les dieran salidas justas. Así mismo, la idea de
república se basa en la de soberanía, como pilar y residencia del poder, aunque el ejercicio de la
misma no se realizaba de manera directa; se necesitó de representantes e instituciones para dar
salida a los requerimientos de ciudades más populosas e indiscutiblemente más complejas. Al
respecto, Aristóteles resumió los retos de la democracia, y propuso algunos componentes para dar
forma a la organización de la república:
Donde quiera que el territorio tiene tal extensión que le permita alejarse mucho
de la ciudad, es fácil construir una excelente democracia o república, toda vez
que la masa de la población se ve obligada a establecerse en el campo, y por más
que haya gente que frecuente la plaza pública, es mejor para las democracias no
celebrar asambleas sin la población campesina. Queda dicho en suma, cómo
debe establecerse la democracia mejor y primera; y es claro también como
deben organizarse las demás, las cuales se desviarán progresivamente de aquel
modelo, y en este grado deberán admitir un pueblo siempre inferior. La última
forma de democracia por ser aquella en la que todos participan, no puede
llevarla cualquier ciudad ni es fácil que perdure a menos de concurrir la
influencia de las leyes y las costumbres. Para establecer, pues, esta democracia
y hacer fuerte el elemento popular, sus dirigentes tienen por costumbre hacer
de su pedido a todos cuantos pueden, y otorga la ciudadanía no los a los hijos
legítimos , sino a los bastardos. (…) De este modo por tanto suelen proceder los
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La idea romana de ciudadanía en el seno de la República hace referencia a una posición de hombres
libres con derechos y deberes, pero generó nuevos debates acerca de lo que es la cosa pública y
sobre lo que se considera necesario resolver en colectivo. Este debate sigue vigente en la actualidad,
con la aparición de nuevos actores y la diversidad de intereses característica de nuestras sociedades,
con la natural heterogeneidad y contraposición entre algunos de ellos a causa de la enorme
desigualdad existente entre las distintas clases sociales.
En este sentido, la república se manifiesta como un sistema político de raigambre humanística “que
considera que el objetivo de la política es la libertad del hombre, o sea, no ser dominado” (Galli,
2013:22), con lo que se recupera la preocupación griega por la libertad bajo la ley, al tiempo que se
desplaza el acento desde la igualdad como isonomía y del ‘gobierno del pueblo’ –como la expresión
de la deliberación entre las partes que conforman un todo unido por la idea de ciudadanía, pero
diferentes en tanto que parcialidades dialogantes encontradas–, hacia la soberanía y la voluntad
general, bajo las cuales en adelante se definirán y distinguirán tanto la igualdad como la libertad;
entendida la primera en un sentido abstracto como igualdad ante la ley y dentro del contrato social
que instituye la soberanía y expresa la voluntad general; y la segunda, la libertad, como el derecho
a no ser gobernado más que por sí mismo a través de representantes delegados y electos, y como la
posibilidad de ver garantizada, también bajo la ley y por la ley, su independencia como sujeto
autónomo e individual.
Es en el espacio de tales concepciones que los teóricos políticos de la democracia moderna y
representativa discurrirán sus ideas y concepciones sobre la misma, más preocupados, desde los
primeros pensadores, por el origen de la soberanía, por los frenos posibles al despotismo regio
absolutista, por la división de poderes y el impedimento y distribución del poder monopólico, así
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como por la legitimación del Estado a través de la constitución de una unidad legal encargada de
garantizar, antes que nada, los derechos humanos, políticos y sociales de los individuos para los que
él se instituye y quienes son instituidos por él mismo como los ciudadanos que lo dotan de sustancia.
En una época relativamente temprana, John Locke (1632-1704) desarrolla su teoría contractualista
de la sociedad y el Estado, que anticipa muchos de los principios del liberalismo dieciochesco y
decimonónico. En el Segundo tratado sobre el gobierno civil (1690), por ejemplo, describe que todo
gobierno y toda formación de una comunidad legítima es la representación de un contrato social
donde todos tienen el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, así como a resistirse a
cualquier gobierno injusto y arbitrario. Locke, en este sentido uno de los principales precursores
del liberalismo y de la teoría política moderna, supo identificar el conflicto permanente entre los
derechos humanos y las exigencias de la propiedad privada, equiparando la protección de las
libertades civiles con los derechos de propiedad, para lo cual es menester limitar el poder del Estado,
a través de dispositivos democráticos y republicanos como el federalismo y la división de poderes,
proponiendo un sistema político que articula la libertad económica del individuo con la existencia y
preeminencia de un Estado fuerte capaz de dirimir las querellas entre sus ciudadanos.
Por su parte, Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (1689-1755),
adopta como preocupación principal en sus escritos no tanto la democracia en sí misma, sino la
tendencia del poder del Estado a convertirse en un poder absoluto y, por lo tanto, se preocupa antes
que nada por idear fórmulas y mecanismo que permitan equilibrarlo. En El espíritu de las leyes
(1748), Montesquieu distingue tres tipos ideales de gobierno: la monarquía, el despotismo, y el
gobierno republicano o popular, que demanda de las personas en el poder virtud pública o el deseo
de alcanzar el bien común. El pueblo escoge a hombres a quienes confía la autoridad con base en la
virtud mostrada por éstos a través de su interés por el bien común y por representar la voluntad
general. Montesquieu afirma que el pueblo tiene la capacidad de discernir, y que dudar de sus
capacidades es olvidar las admirables elecciones que los atenienses y romanos hicieron bajo
regímenes democráticos y republicanos. Así mismo, sostuvo que la duración y prosperidad de una
democracia depende de la división de clases, más las distinciones entre los que tienen derecho al
sufragio y los que no. Para Montesquieu, la naturaleza del gobierno se compone entre la diferencia
de lo que le hace ser, es decir sus estructuras y los principios que lo hacen obrar o el producto de las
pasiones humanas que lo mueven. Es así que en todo Estado se necesita más que las Ley, se requiere
de la virtud y los valores que contribuyan a canalizar los deseos y las pasiones humanas.
Por su parte, Thomas Hobbes (1588-1679), enaltece la libertad del hombre y considera que la virtud
del gobierno radica en su capacidad para garantizarla. El gobierno se basa en el control de la opinión
pública, pero toda sociedad vive en la paradoja de someterse a los gobernantes, aunque su fuerza
resida en ellos.
Jean Jacques Rousseau (1712-1778) es uno de referentes ineludibles del pensamiento democrático
moderno, para quien, sin embargo, la democracia es incompatible con los principios
representativos, pues considera que la soberanía del pueblo no puede ser representada, cuando el
pueblo consiente en ser representado deja de ser libre.
La soberanía no puede ser representada, por la misma razón que no puede ser
enajenada (...) Los diputados del pueblo, no son, por tanto, ni pueden ser sus
representantes, no son más que delegados; no pueden concluir nada
definitivamente. Toda ley que el pueblo en persona no haya ratificado es nula,
no es una ley.”(Rousseau, 1762.)
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Rousseau sugiere que los gobiernos democráticos son viables si se reúnen en confederaciones, y
aunque acepta la existencia de varias formas de gobierno, admite sólo una forma de Estado: la
República.
Ya en el siglo XIX, John Stuart Mill (1806-1873), sostiene también a la necesidad del hombre libre
como elemento esencial de la democracia, pero a diferencia de Rousseau defiende al gobierno
representativo
En Sobre la libertad (1859), Mill sostiene que entre las libertades esenciales para una democracia
funcional se encuentran la libertad de asociación, de pensamiento y discusión. Para Mill, la forma de
gobierno ideal es la democracia pues es la que mejor cumple con dos fines característicos del buen
gobierno: una gestión pública eficaz y el progreso individual y social. La democracia es la forma más
eficaz de administrar los asuntos públicos y favorece el progreso humano al fomentar la
participación pública de los ciudadanos. La democracia es presentada por Mill, como una forma de
vida y un componente necesario para evitar la deshumanización.
Años después, John Dewey (1859-1952), en Democracia y educación (1916), concibe a la democracia
no sólo como una forma de gobierno sino, más aún y sobre todo, como una forma de vida; explica
que en la democracia los ciudadanos cooperan entre sí para solucionar los problemas comunes a
través de vías racionales, en un espíritu de respeto mutuo y buena voluntad, de tal forma que la
participación en una democracia exige hábitos mentales críticos, una inclinación hacia la
cooperación y el deseo de alcanzar el bien común.
También para Karl Popper (1902-1994), filósofo racionalista austriaco compañero de viaje del
famoso Círculo de Viena, partiendo del el supuesto de que la esencia de la democracia es la
soberanía, considera que la proporcionalidad se revela también como esencial. Sostiene que el
resorte y el motor de la evolución y el progreso es la variedad del material que puede llegar a ser
objeto de selección, siempre que se seleccione mediante la fuerza de la crítica y de la argumentación
sin necesidad de recurrir a la violencia. Popper dice además, que la función de los partidos es
canalizar la opinión pública, por lo que a mayor pluralismo mayor participación crítica y mayor
democracia; si bien no piensa que la pluralidad de ideologías necesariamente debe traducirse
siempre en pluralidad de partidos.
Desde un enfoque diferente, respecto a otros pensadores liberales en lo que se refiere al papel del
Estado y de la propiedad privada, Karl Marx (1818-1883), considera que la democracia representa
la superación entre la división de lo público y lo privado, es decir, piensa que las sociedades alcanzan
su máxima libertad cuando se establece una plena soberanía popular. Para Marx, el ideal de la
democracia se puede ejemplificar con lo sucedido en la Comuna de París, un movimiento
insurreccional que tuvo luga en París, entre 18 de marzo al 28 de mayo de 1871; puesto que, para
este pensador, el resultado de este movimiento fue la instauración por primera vez en la historia de
un verdadero proyecto político popular.
La Comuna fue un gobierno de la clase obrera que buscó transformar las instituciones vigentes en
una democracia directa, con la finalidad de realizar redistribuciones del ingreso, perseguir la
igualdad y eliminar las divisiones de clase existentes. La Comuna estableció la elección directa y por
sufragio universal de sus representantes en diferentes distritos de la ciudad, los cuales eran
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Guanajuato , Morelos, Tabasco, Yucatán , Coahuila , Distrito Federal , Guerrero , Nayarit, Tamaulipas
, y Zacatecas
El jurista mexicano Ignacio Burgoa Orihuela criticó la rigidez al respecto de la Constitución Política
Mexicana, argumentando que ésta no contempla el referéndum popular para que las reformas o
adiciones constitucionales que impliquen actos supresivos o restrictivos se sometan a plebiscito,
haciendo que el pueblo externe su voluntad al aprobarlas o rechazarlas. En este sentido me parece
que nuestra Constitución requiere de reformas que refuercen el sistema de pesos y contra pesos
entre los poderes e impulsen la participación directa de la ciudadanía en los asuntos generales del
Estado y en la formulación e implantación de las leyes que afectan sus intereses y regulan su vida
privada y en sociedad.
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la emisión del voto para la elección de representantes y gobernantes, haciendo imperativo recurrir
a la ideación e implementación de otros mecanismos como el referéndum y el plebiscito para
fortalecer la democracia y el ejercicio igualitario y responsable del poder. Los instrumentos de la
democracia directa pueden ser complejos, a veces ambiguos y contradictorios, de difícil articulación
o de discutible eficacia, haciendo equívoca su incidencia e idoneidad en el proceso de toma de
decisiones o en su capacidad de inclusión, lo que vuelve urgente el diseño y la implementación de
nuevos instrumentos jurídicos capaces de promover y garantizar una mayor participación de la
ciudadanía en la toma de decisiones del Estado, lo cual augura un impacto significativo en el
desarrollo de estructuras normativas y de prácticas de gobierno más acordes con las aspiraciones
democráticas de las sociedades actuales.
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SEGUNDO CAPÍTULO
Representatividad y democracia
La democracia indirecta y representativa es para Sartori (1984), es la transformación de la voluntad
popular en actos de gobierno, “el principio en el que se basa la representación política es
exactamente la antítesis de aquél en el que se fundamenta la representación de los intereses, en la
que el representante, al tener que velar por los intereses particulares del representado, está
sometido a un contrato obligatorio”. Dicho contrato, implica el respeto al fundamento básico de la
democracia que es la soberanía y a que el representante se inserte en las estructuras e instituciones
del sistema de gobierno con el fin de perseguir el bien común.
El nuevo proceso de toma de decisiones bajo el esquema de la democracia indirecta, consiste
entonces en la delegación, a través de la celebración periódica de comicios, del poder de decisión de
la mayoría en un individuo o grupo de individuos. Esta nueva dinámica de la democracia, pone de
manifiesto la creación de estructuras cada vez más verticales y jerárquicas –de democracia vertical
como apunta Sartori– dando lugar a un nuevo debate sobre la voluntad del pueblo expresada por la
mayoría a través de sus representantes electos, donde se entiende a la mayoría como lo mayoritario
o lo de mayor número, o como él lo señala, “la democracia es el mandato de la mayoría, entendiendo
que las decisiones se someten a la regla mayoritaria”(Sartori, 1984); tal ideal sobre el consenso se
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ciñe a la adhesión que otorgan distintos grupos y clases sociales a las formas y medios que se usan
para dirigirlos.
Esta perspectiva concuerda con lo expuesto por Gramsci, quien además señala que el consenso
brinda legitimidad y confianza y que sólo es viable obtenerlo mediante la democracia indirecta.
La democracia indirecta y los procesos de participación de selección de quienes son depositarios
del poder de decisión, representando a quienes los han elegido, busca evitar la monopolización
absoluta del gobierno en una persona o un grupo de personas en detrimento del todo social. Las
elecciones constituyen la nueva forma de reunir a los ciudadanos para que tomen decisiones de
forma colectiva a través de sus representantes.
En este sentido, Weber ve las elecciones más que nada como mecanismos para garantizar la lealtad
popular, aunque, “si bien constituyen un pilar central de la eficiencia democrática, también
representan la fuente de los riesgos inherentes a la dinámica democrática”. Entre estos riesgos,
menciona, “el mayor es el de que a través de las elecciones, lleguen a predominar los elementos
emocionales en la configuración de las políticas estatales”. Este nuevo régimen de gobierno enfrenta,
pues, contrariedades a resolverse en el curso del paso entre la teorización y su aplicación efectiva;
que son actualmente los retos de los gobiernos que definen sus acciones y arreglos institucionales
bajo esquemas democráticos, al igual que las sociedades que inscriben y forman su cultura política
alrededor de esta visión.
El Estado-nación como lo conocemos ahora se encuentra lejos de la situación vigente en los tiempos
en que Aristóteles teorizó al respecto, así como la legada por la civilización griega y romana. Al
respecto, Bobbio señala que el Estado, el Gobierno y la política han sido sistemas políticos
inventados por del hombre “para organizar el poder”, para generar y mantener organizaciones
sociales que aseguraran un mínimo de orden y estabilidad capaces de salvaguardar al mismo tiempo
el bien común o la voluntad general. La democracia indirecta, a través de la representación, es
también una organización de las relaciones políticas y de poder en sociedades diferenciadas en las
que existen relaciones desiguales de dominación y oportunidades, con el fin de vincular a los
individuos entre sí y con el Estado, y mediar, regular y equilibrar los diferenciales de tal forma que
se mantenga la igualdad, la libertad y la equidad junto con la armonía y el orden social.
La democracia representativa lleva a cabo una división del poder en legislativo, ejecutivo y judicial,
e introduce mecanismos de contrapeso entre ellos, con el fin de evitar la excesiva centralización del
poder. Ella requiere de una sociedad civil para aprovechar las instituciones creadas y garantizar su
adecuada articulación. Desde el enfoque de Robert Dahl, para el mantenimiento de una cultura
política insertada en una democracia representativa existen instituciones y arreglos institucionales
que deben satisfacer algunos criterios, tales como: representantes electos, elecciones libres, libertad
de expresión, de circulación, asociación, posesión y de participación, y una ciudadanía inclusiva con
una participación efectiva, el control de la agenda, la igualdad de voto, la comprensión ilustrada de
los problemas públicos, así como una inclusión plena.
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Para este esquema de gobierno, resulta fundamental el surgimiento de liderazgos que orienten la
política y fomenten la participación y la inclusión de la ciudadanía en la vida política. En su libro, La
política como vocación, Weber sostiene que las masas suelen elegir de forma emocional, es decir
seleccionan líderes ante la incomprensión de los asuntos públicos. Lo que hace necesaria la
existencia de asociaciones políticas, grupos de interés, de presión y partidos políticos, que como
describe Robert Dahl, son esenciales para brindar educación cívica y colaborar en la inculcación
competencias políticas entre los ciudadanos.
Para Weber las democracias se consolidan cuando hay límites de territorio y de participantes, poca
diferenciación socioeconómica, una determinación objetiva de los medios y fines, así como cuando
las tareas de gobierno son estables y simples; características con las que no cuentan un sinnúmero
de países en la actualidad: la diferenciación socioeconómica en nuestra sociedad es evidente, la
determinación de objetivos está sujeta a quienes ostentan el poder y las tareas del gobierno se han
ido complejizando cada vez más. Lo cual ha favorecido la formación de burocracias como formas
prácticas de organización del Estado que concentran poder, garantizan y sistematizan su eficacia y
extienden su marco de control.
Bobbio (2001) coincide con la anterior perspectiva: “todos los Estados que se han vuelto más
democráticos a su vez se vuelven más burocráticos, porque el proceso de burocratización ha sido
en gran parte una consecuencia del proceso de democratización”.
Osbourne y Gaebler en su libro La reinvención del gobierno, a su vez, coinciden en dicho diagnóstico,
por lo que sostienen que
En un sentido similar, Bobbio (2001) reflexiona sobre la incapacidad de los regímenes democráticos
para solucionar los problemas de sus gobernados y describe el rendimiento del sistema democrático
explicando la ingobernabilidad concomitante al crecimiento inagotable de demandas cada vez más
inalcanzables y costosas por parte de la sociedad civil, de tal forma que cuando las comunidades
crecen, crecen sus problemas y la jurisprudencia se complejiza en grado superlativo.
A lo que se suman los problemas de credibilidad y legitimación asociados con la separación
creciente entre gobernantes y gobernados propiciado por el mismo proceso de burocratización que
acompaña al desarrollo democrático, provocando el divorcio cada vez más acentuado entre las
necesidades del Estado y las de la ciudadanía.
Recordando a Gramsci, la consolidación de un proyecto político se funda sobre un sistema de
creencias y de concepciones comunes sobre el mundo. Cuando estas presentan desajustes, dejan de
asumirse los intereses de los gobernados y se pierde la cohesión social; la hegemonía –entendida
como la capacidad de una clase, fracción de clase o grupo de hacer pasar su visión del mundo y sus
concepciones políticas y culturales como las legítimas y ganarse de este modo el reconocimiento y
el consentimiento (aunque sea parcial) de su liderazgo por parte de las clases subalternas– requiere
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Por su parte, en noviembre de 2013, el Foro Económico Mundial publicó su informe Perspectivas de
la Agenda Mundial 2014, que situaba el aumento de la desigualdad en los ingresos como la segunda
mayor amenaza mundial de los próximos 12 a 18 meses, detallando que la apropiación de los
procesos políticos y democráticos por parte de las élites económicas tiene efectos perniciosos para
las sociedades democráticas. Situación descrita en la cita de Louis Brandeis dentro del informe:
“podemos tener democracia, o podemos tener la riqueza concentrada en pocas manos, pero no
podemos tener ambas”.
México no es ajeno a tales los retos; todo lo contrario: en 2010 el índice de Gini2 alcanzó la cifra de
47,2; además de que de acuerdo a los indicadores del Banco Mundial la tasa de incidencia de la
pobreza en México en 2012, sobre la base de la línea de pobreza nacional, fue de 52,3%, dato que
muestra el porcentaje de personas que vive debajo de la línea de la pobreza nacional.
2Indicador que mide el alejamiento de la distribución en el ingreso entre los individuos de una economía, donde 0
es la equidad perfecta y 100 la inequidad perfecta.
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Figura 1.0 Elaboración propia con base en datos del Banco Mundial. El coeficiente de Gini en México
es más alto que en países con tasas de pobreza más elevadas, el desarrollo inequitativo es uno de
los grandes retos en la actualidad para el fortalecimiento de la democracia. Cerrar las brechas en las
desigualdades permitirá a los países brindar mejores oportunidades a sus habitantes, fortalecer la
cohesión social y así tener una participación ciudadana de mayor calidad y que los gobiernos
trabajen por los intereses en equidad de representación política.
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40
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20
10
0 República República
México Perú Tanzanía Uurguay Venezuela Mongolia India Guinea
Dominicana Checa
Series1 52.3 25.8 40.9 28.2 12.4 25.4 8.6 27.4 21.9 55.2
Figura 2.0 Elaboración propia con base en datos del Banco Mundial. El porcentaje de pobreza en
México es sumamente elevado, este es un desafío compartido con América Latina, en el caso de
nuestro país la población joven es un foco de atención en tanto que al canalizar acciones para
garantizar su acceso a la educación permitirá que estos se reintegren en la vida productiva
permitiendo romper con los ciclos de la pobreza.
En cuanto a la desigualdad en América Latina y el Caribe, la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) concluye que la heterogeneidad estructural es una de las causas que
permea las brechas de productividad, de capacidades y por tanto de incorporación al progreso
técnico, al poder de negociación, al acceso a la protección social y a la movilidad ocupacional en la
vida laboral. En gran medida la heterogeneidad estructural contribuye a explicar la profunda
desigualdad en América Latina y el Caribe, ya que las brechas de productividad reflejan, y a la vez
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refuerzan, las brechas de las capacidades, de la incorporación del progreso técnico, de poder de
negociación, de acceso a redes de protección social y de opciones de movilidad ocupacional
ascendente a lo largo de la vida laboral, de modo que se generan círculos viciosos no sólo de pobreza
y bajo crecimiento, sino también de lento aprendizaje y débil cambio estructural" (CEPAL, 2010).
Las instituciones políticas insertadas en contextos con altos niveles de pobreza y desigualdad,
sufren graves distorsiones y enfrentan serias dificultades para mantener las instituciones
democráticas; pues los actores que ostentan el poder, a saber, los partidos políticos, grandes
empresas y uniones sindicales, construyen monopolios de privilegios que se reparten las ganancias
del crecimiento (Byrdall, de la Torre y Valencia, 2010: 31).
La consolidación de un régimen democrático requiere que los ciudadanos sean colocados en
situación de igualdad política, cultural, económica y social, y cuenten con mecanismos y procesos
que les permita participar libremente en la elección de sus representantes, al igual que en las
discusiones, debates y procesos deliberativos sobre los asuntos que los afectan, en un marco en el
que se respeten las reglas del juego electoral, dentro de un sistema económico equitativo con iguales
oportunidades para todos los agentes involucrados, y en el que la distribución del ingreso se realice
de forma igualitaria, a través de la cobertura de las necesidades sociales básicas.
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El mundo del consumo genera publicidad que crea a su vez constructos sociales en forma de
necesidades para albergar nuevos productos, de tal forma que el ciudadano queda expuesto
constantemente a la manipulación en sus elecciones. El poder de consumo erosiona el ideal de la
soberanía, pues expone que la inestabilidad política puede controlarse a través del manejo de la
opinión política, de la misma forma que se influye en el consumo a través de la publicidad. Esquema
en el que el ciudadano como consumidor e insertado en las dinámicas del mercado remite a un
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sustituir normas y regulaciones por incentivos, establecer objetivos con base en resultados y
sobretodo buscar la satisfacción del usuario: el ciudadano.
Se puede explicar la gobernabilidad como la capacidad del gobierno de dar respuesta a las demandas
de la ciudadanía, lo que nos remite a la delimitación de la presencia del gobierno para que una
sociedad funcione. Bajo los escenarios actuales y los retos que deben enfrentar los gobiernos
democráticos, anteriormente descritos, urge el replanteamiento del papel del gobierno.
“La palabra gobierno proviene de la voz griega ‘kibernetes’ que significa <<llevar el timón>>”, lo que
en el fondo y sobre todas las cosas implica que éste se convierta en un catalizador que asiste a la
comunidad para resolver sus problemas, tal como lo sugiere E.S Savas: “La tarea de gobierno
consiste en llevar el timón de la nave, no en remar. Prestar servicios es remar, y el gobierno no es
muy bueno remando” (citado por Osbourne y Gaebler, 1994).
Replantear la administración pública implica pensar de manera estratégica en un enfoque de largo
plazo, tomando en cuenta las necesidades de los ciudadanos para satisfacer sus expectativas. La
reinvención del gobierno implica plantear un modelo de gobernabilidad donde la democracia se
traduzca en la canalización de las demandas más que en la provisión de servicios, en la que se
redefina la relación entre gobernantes y gobernados. Las transferencia de poder del ciudadano a sus
representantes serán más una alianza estratégica que una dominación o mandato.
Los gobiernos que se centran en llevar el timón dan forma a sus comunidades,
Estados y naciones. Toman más decisiones políticas. Ponen en movimiento más
instituciones sociales y económicas. Algunos incluso practican más regulación.
En vez de tomar más empleados públicos, se aseguran de que otras instituciones
presten servicios y satisfagan las necesidades de la ciudad (Osbourne y Gaebler,
1994).
Un sistema político en la actualidad será más gobernable como flexibles sean sus instituciones y
dispuestas al constante cambio externo, de tal forma que la gobernabilidad se traduzca en la
búsqueda de nuevas formas de organización que incidan además en la percepción del ciudadano
respecto de sus representantes y de sus necesidades atendidas; es decir aunque siempre existan
conflictos de intereses y el flujo de las demandas no cese, la forma de darles salida y la gestión de
los recursos pueden hacerse de forma eficiente y generar condiciones de equilibrio y equidad,
permitiendo que los sectores de la población marginados de la toma de decisiones políticas sean
atendidos.
Philipe Schmitter (1974), propone una gobernabilidad desde el neocorporativismo considerado
como “un tipo de arreglo institucional para articular los intereses organizados de la sociedad civil
con las estructuras decisionales del Estado”, lo que de acuerdo con el autor podría coadyuvar a la
generación de nuevas fórmulas de concertación entre diferentes sectores de la sociedad y entre
diferentes actores políticos. El desafío de la gobernabilidad en las democracias consiste en
vincularse con la ciudadanía y cerrar las brechas que separan y distinguen a gobernantes y
gobernados, creando mecanismos que permitan no sólo una mayor participación de la ciudadanía
sino una mayor injerencia directa mediante la cual se compartan la responsabilidad del diseño del
gobierno y en la construcción del proyecto de país, además de generar acuerdos entre las élites para
permitir el desarrollo social generando intercambios justos y mantener el liderazgo político.
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Las TIC tiene un carácter estratégico ante el ineludible imperativo de cerrar la brecha entre las
necesidades de la población y la forma en la que son atendidas. En los regímenes democráticos es
función de las instituciones proveer información sobre los problemas públicos y las formas como
están siendo atendidos, para lo cual el uso de tecnologías novedosas para el procesamiento de
estadísticas y mecanismos de recopilación de datos pueden hacer más eficiente el diseño de
programas de gobierno, y de toma de decisiones políticas, pues la información verificable y con
posibilidades de establecer bucles de retroalimentación, muestra panoramas más claros de las
demandas, evitando el diseño de políticas bajo supuestos o bajo intereses de actores en las élites
políticas. Las TIC incurren juegan un papel de la mayor importancia en la mejora de las capacidades
organizacionales y los procesos de deliberación en las agencias gubernamentales, su incorporación
en la administración y provisión de servicios permite modernizar los sistemas existentes y mejorar
el ambiente organizacional.
De cualquier manera, la incorporación de las TIC trae consigo retos correspondientes a las
características inherentes de las mismas y las maneras de concebirlas. Se corre el riesgo de caer en
una democracia mediatizada, como lo denuncia Richard Rorty (2005), en la que el ciudadano se ve
reducido a ser un espectador de la cosa pública y los medios de comunicación generan simulacros
para distraer a la población. Las contrariedades entre los beneficios y los riesgos de las democracias
digitales serán abordadas en los siguientes capítulos, bosquejando algunas posibilidades para
potencializar su uso y efectividad y contrarrestar los riesgos.
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TERCER CAPÍTULO
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La teoría institucional, desarrollada por exponentes como Duverger y Max Weber, parte de la
premisa de que las asambleas legislativas con participación política limitada facilitan la
organización de grupos; teoría de las crisis históricas, explicada por La Palombara y Weiner,
sostiene, en términos generales, que no todos los partidos políticos surgieron desde los parlamentos
sino que las crisis en el proceso de construcción de las naciones generaron grupos que cuestionaban
la legitimidad del status quo; mientras que la teoría desarrollista vincula el surgimiento de los
partidos políticos con la modernización de las sociedades, el desarrollo urbano y el surgimiento de
sociedades industriales.
Los partidos políticos de acuerdo a Cárdenas Gracia, cumplen importantes funciones sociales como
la movilización de la opinión pública, la representación de intereses y la legitimación del sistema
político en tanto que conforman los órganos electorales, tienen funciones institucionales como el
reclutamiento, la organización de las elecciones y la composición de los órganos del Estado. Estos
entes, al fungir como movilizadores de la opinión pública, generan vínculos con la ciudadanía y en
muchos de los casos empatizan con los intereses que los individuos persiguen.
La identificación de la ciudadanía con un partido político, desde la perspectiva de Alejandro Moreno,
se puede dar de tres maneras: la primera son las causas individuales de identificación y todas
aquellas causas primarias de identidad sociopolítica como la familia, la segunda, los aspectos de
identidad social y política asociados con el partidismo, es decir, todos aquellos elementos del
contexto social , y la tercera los cambios individuales y agregados en el partidismo o aquellas causas
que generan competencia política .
Los procesos electorales, antes del establecimiento del sufragio universal, eran
procesos públicos en el sentido de que los resultados eran colectivamente
vinculantes, afectaban a lo común y a lo general, y legitimaban la autoridad
pública (en el primer sentido); pero los mecanismos de procesamiento y
expresión de esa voluntad no eran públicos, entendido esto como
colectivamente accesibles, “abiertos”, al conjunto de la población (Rabotnikof,
2010).
La apertura de los procesos electorales generó que los partidos políticos experimentaran la
necesidad de captar el voto para poder ganar espacios en el gobierno, mientras que el ciudadano
podría plasmar su voluntad política y el gobierno seleccionado legitimar su autoridad por
aceptación de la mayoría.
Sin embargo, en demasiadas ocasiones, la complejidad del proceso en la búsqueda del poder, en
tanto que las elecciones son una competencia áspera, ha pervertido la función social de los partidos
políticos; ya sea a causa de la ausencia de democracia interna al interior de los mismos, ya a través
de fenómenos contrarios al espíritu democrático como el clientelismo, la formación de élites
políticas apartadas con agendas disociadas de, y hasta encontradas con, el interés general y nacional,
y el olvido y uso oportunista de los proyectos políticos y plataformas ideológicas que debían
empatizar con los intereses y necesidades de la ciudadanía, además del abuso de alianzas
oportunistas y sin otro trasfondo político-ideológico que de la búsqueda oportunista de mayorías
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Las campañas políticas no sólo se personalizan para segmentos de la población, sino que buscan a
su vez incidir en la opinión pública, brindando a los medios de comunicación la oportunidad para
colocarse como piezas claves del juego político.
Los partidos políticos son conscientes del papel persuasivo de los medios de comunicación y del
poder que ello les otorga, con la capacidad para superar ampliamente las estrategias de
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acercamiento con la ciudanía que realizan éstos, con lo que cada vez con mayor frecuencia obliga al
candidato a supeditarse a los imperativos y las agendas que le condicionan los medios de
comunicación. Éstos, amenazan con suplir a los partidos políticos como aparatos ideológicos del
Estado, quizás porque ellos diferencian entre actores y espectadores como explica Lippman (2003),
Lo que ha desembocado muchas veces en alianzas perversas y oportunistas entre partidos y medios
de comunicación que tergiversan la función que los mismos cumplen en una democracia
participativa.
Al respecto, podemos coincidir con Crespi en concibir a “la opinión pública como la suma de las
opiniones de los individuos que conforman el electorado, más que como una fuerza que emerge de
una sociedad organizada” (Crespi, 1989). Si bien la opinión pública no puede disponer el modo en
cómo se ejerce el poder, parece ser determinante en delinear el rumbo de las acciones de los agentes
del sistema político.
La emergencia de la opinión pública remite a la Ilustración, en la que los intelectuales discutían,
hacían críticas y conformaban grupos de opinión tanto en espacios de asociación libre como cafés
públicos como a través de medios impresos cuyas opiniones contribuían en forma importante en la
orientación general de la población sobre los asuntos públicos y los problemas sociales.
Locke identificaba tres leyes generales que gobiernan la conducta humana: la ley divina, la ley civil
y la ley de la reputación o de la opinión; lo que se dice de lo público o la apertura de las democracias
ha dado lugar a que se puedan intercambiar información y críticas.
No obstante, vale la pena hacer una distinción entre la opinión de masas y la opinión pública. De
acuerdo con Staats (citado por Cantú, 2010), la opinión pública se conforma cuando “el público
puede: 1) expresar opiniones al igual que recibirlas 2) tiene la oportunidad de responder a cualquier
opinión expresada públicamente 3) encuentra opciones para la acción efectiva, incluso, si es
necesario, oponerse a la autoridad y 4) se mantiene autónomo y aislado de la penetración de las
instancias de autoridad”. En tanto que, para el mismo autor, la opinión de masa refleja una condición
patológica de las elites de poder en la que los que expresan opiniones son menos de los que las
reciben, no se ofrecen medios de participación para contestarla e la manifestación de las opiniones
está controlada por las autoridades, con lo que el colectivo público no goza de autonomía.
La distinción entre opinión pública y opinión de masas nos permite ver que el vínculo entre partidos
políticos y medios de comunicación puede llegar a perseguir otros fines, dejando de lado todo aquel
interés que se relacione con la incorporación de la ciudadanía como actor fundamental dentro de la
fórmula de participación en el sistema político y bajo la visión de un régimen democrático.
Podemos observar así mismo, la desproporción en los niveles de incidencia y de posesión del poder
entre unos y otros actores, donde la ciudadanía cuenta una menguada capacidad de ejercer sus
derechos y colocar en la mesa sus temas de interés, mientras que se reafirma que la formación de la
agenda puede estar sujeta a los partidos políticos, en tanto fuerte sea su alianza con los medios de
comunicación; ya bien descritos por varios como el cuarto poder:
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otros sectores más amplios que no sean los propietarios o representantes del
gran capital interno y transnacional en el país. Esta situación ha alcanzado su
mayor esplendor en el caso de la televisión mexicana, tanto pública como
privada pues es el medio que más ha llegado a ser monopolizado por el poder
nacional al grado de que a través de éste se ha construido otro proyecto cultural
contrario al de los grandes grupos que sostienen nuestra nación (Esteinou citado
por Cantú, 2010).
Al estar controlados por élites políticas y económicas que, precisamente por el poder que les
confiere el monopolio sobre los medios, logran hacer uso de los mismos en la consecución de sus
propias agendas e intereses, desvinculándose de la ciudadanía –a la que convierten en mera
audiencia o en consumidor pasivo– y desmarcándose de cualquier tipo de control y responsabilidad
social, consolidándose, de esta manera, en verdaderos monopolios fuera del alcance de los sistemas
de pesos y contrapesos, pervirtiendo la función social y política, tanto de partidos como de los
medios de comunicación.
En una verdadera democracia plural y participativa los medios de comunicación conforman el
espacio donde el ejercicio del poder se hace visible y se regula su ejercicio, lo cual nos hace
reflexionar sobre los alcances que deben tener en el campo de la opinión pública y en el de campo
de la negociación política. El empoderamiento sin contrapesos y desregulado de los medios de
comunicación, les ha permitido en muchas ocasiones perseguir intereses particulares e incluso
generar su propia agenda en función de los sectores de poder a los que están asociados. Lo anterior
expone la falta de mecanismos eficaces en el sistema político para controlar las irregularidades y
excesos, en justo balance con el mantenimiento y la garantía de la libertad de prensa.
Hay pocas industrias que funcionen de manera tan autoritaria como los medios
de comunicación: unos cuantos tienen que asumir decisiones sobre los mensajes
que serán transmitidos a muchos otros. La posibilidad de difusión reforzada por
las nuevas tecnologías, que ya están en aptitud de superar prácticamente todo
tipo de fronteras, multiplica el poder de los medios y de esa manera, también, la
influencia de sus operadores (Raúl Trejo, s.f).
Los mecanismos de control sobre los medios de comunicación por parte del Estado se resumen
quizás a las interacciones y negociaciones entre los que integran las élites de poder dentro del
sistema político, sin embargo, dichos mecanismos son irrelevantes ante el abuso del poder de los
medios para con el ciudadano. Por ello podemos cuestionar qué mecanismos le quedan a la
ciudadanía para poder ampliar sus opciones de acceso a información y canales de difusión. En este
caso las TIC se presentan como una posibilidad de primer orden y de la mayor importancia para
como alternativas para disminuir el poder excesivo de los medios de comunicación sobre la opinión
pública y para recuperar el espacio público como lugar de debate, diálogo y deliberación sobre los
asuntos de interés general en la conformación de proyectos sociales inclusivos y plurales.
La globalización ha puesto en marcha un proceso de interconexión a nivel mundial y ha añadido
complejidad a la vida de los Estados en aspectos como la construcción de las agendas públicas y en
la definición de la esfera pública y la privada. La incorporación de las tecnologías de la información
y comunicaciones a la vida de los individuos y las sociedades impacta en forma por demás
significativa e irreversible el flujo de la información y, como tal obliga a acrecentar su uso por parte
de los diferentes agentes sociales.
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El tratamiento del poder desde una perspectiva democrática, requiere de espacios más flexibles
para la negociación, la canalización de intereses y la persecución del bien común; espacios que
podrían generarse a través del uso y diseño democrático de las TIC. Anteriormente hemos referido
a que no son las tecnologías por sí solas la respuesta para enfrentar los retos de la democracia, esta
debe plasmarse a través de la política, misma que con sus carencias ha producido desconfianza hacia
los actores que la representan.
Con muy escasas excepciones, las prensa mexicana del siglo XX se sujeta
voluntaria e involuntariamente al control, gubernamental y a la idea mítica de
ese control, y en la cobertura informativa de las “razones de Estado”, tan amplias
como indefinidas, rigen las supresiones el ocultamiento […] Se propician, y en
gran escala, la mentira simple y directa, el manoseo y la tergiversación de datos
y los hechos, el linchamiento moral de los disidentes y los opositores,
etcétera(Monsivais citado por Cantú, 2010)
México fue el primer país latinoamericano en contar con televisión, y sin lugar a duda ésta ha sido
el medio cuya influencia es tal que ha logrado permear en la cultura política, desarrollando procesos
de aculturación y de construcción social de la realidad, así como de generación de opinión masiva
y del delineamiento del rumbo del poder. Los dueños de dichas concesiones son actores con grandes
privilegios y siempre cercanamente vinculados e interdependientes del gobierno en turno:
39
40
2010 5,828
2011 5,804
2012 5,505
2013 5,037
Figura 3.0 Elaboración propia con base en Informes de la Fundación Konrad Adenauer. La calidad
del desarrollo democrático se ha visto influenciada por la baja confianza en las instituciones políticas
en nuestro país. La inseguridad se percibe como uno de los grandes retos de México, y uno de los
aspectos que refleja el déficit democrático al vincularse la seguridad con la libertad y otros derechos
políticos. Para elevar los niveles de participación de la ciudadanía deben fortalecerse los medios de
vinculación de los representantes con las necesidades de quienes los han elegido.
40
41
El estado de más alto desarrollo democrático en 2013, es Yucatán seguido por Baja California Sur,
Coahuila, el Distrito Federal y Guanajuato. Aunque cabe destacar que hay 19 estados por debajo del
promedio del índice nacional, mientras que otras 9 entidades calificaron con un índice de bajo
desarrollo y 6 entidades con apenas un mínimo de desarrollo democrático.
Figura 4.0 Elaboración propia con base en Informes de la Fundación Konrad Adenauer. El índice de
desarrollo democrático entre las entidades federativas muestra disparidades que reflejan la
heterogeneidad de contextos que los estados tienen que hacer frente para generar ambientes
amables en sus sistemas políticos. Las entidades mejor evaluadas han desarrollado estrategias
diversas para el perfeccionamiento de sus democracias, en el caso de Yucatán destaca sus bajos
niveles de inseguridad, Coahuila ha apostado por la seguridad financiera, Baja California Sur enfocó
41
42
su atención en el sistema educativo a nivel secundario, el Distrito Federal cuenta con altos niveles
de involucramiento ciudadano, mientras que Guanajuato expone un clima de confianza para el
ejercicio de los derechos civiles.
La primera variable referida a la dimensión de derechos políticos y civiles, dentro de la medición
del índice trata de explicar el desarrollo democrático desde la visión de la ciudadanía, en esta
variable se obtuvo un resultado promedio de todas las entidades federativas de 4,219 puntos un
20% menor respecto de 2012, siendo el Estado de Guanajuato el que obtuvo mejor puntaje con
6,933.
Dentro de esta variable hay un subíndice que mide el condicionamiento de libertades y derechos
por inseguridad, lo cual es un situación de atención a lo largo del país por el fenómeno vivido en los
últimos años y que ha influido en las decisiones políticas y en el desarrollo de las instituciones
gubernamentales, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública (ENVIPE) de 2014, 58% de los
mexicanos consideran a la inseguridad como uno de los principales problemas del país, 33.9 por
ciento de los hogares en México tiene al menos una víctima de delito, se generaron 33.1 millones de
delitos y solo 3 de cada 100 delitos que ocurrieron en México en 2013 tuvieron una resolución
judicial. Así el indicador de esta variable describe de acuerdo al estudio que sin seguridad no hay
libertad y de esta manera se condicionan los derechos, por lo tanto este aspecto es uno de los puntos
que representa uno de los déficit de la democracia más urgentes y significantes.
Observamos también que otra de las dimensiones de estudio del índice de desarrollo democrático,
es la Calidad Institucional y Eficiencia Política, es decir la democracia al interior de las instituciones,
esta variable permite comprender la eficiencia y calidad en el sistema político institucional con
aspectos como la rendición de cuentas y el balance de poder o aquellos mecanismos que permiten
controlar a los funcionarios públicos y autoridades en sus acciones y cómo dan respuesta a las
necesidades de la población.
El primer componente de esta dimensión de estudio es el Índice de Percepción de la Corrupción en
el que 17 de los Estados califica por encima del promedio nacional, y son los estados de Guerrero,
Distrito Federal, Oaxaca y el Estado de México las entidades con mayores niveles de corrupción.
El siguiente indicador es la Participación de los partidos políticos en el Poder Legislativo, que
permite evaluar la gobernabilidad de este poder, el estudio destaca sobre este aspecto que el sistema
político mexicano se caracteriza por no contra con partidos políticos estatales estables, lo cual
podría deberse a la debilidad de las leyes electorales de las entidades. Lo cual los hace competir en
desventaja respecto de los federales. Sin embargo se describe a México como un país dentro de los
estándares ideales democráticos por tener una cantidad ideal de partidos políticos participando en
la vida legislativa, lo cual permite que haya diversidad en la representación y podría asegurarse la
gobernabilidad.
Otro de los indicadores es la Participación en
las decisiones públicas, esto refiere a que la
participación política no solo se resume al voto, sino que las obligaciones políticas y civiles de los
ciudadanos han cambiado, dando más espacios de incidencia. Las entidades mejor calificadas en
este rubro son aquellas que cuentan con instancias de participación y que instrumentan su propia
normativa estatal; no obstante en México solo el Distrito Federal, el Estado de México, Durango y
Michoacán se encuentran en esta situación.
El último indicador de esta dimensión es el de accountability entendida desde un enfoque legal y
otro social, dentro del primer enfoque se contemplan los mecanismos institucionales que han sido
diseñados para asegurar que los funcionarios públicos realicen sus acciones en un marco legal y
42
43
El beneficio peculiar de las TIC y los medios de comunicación que hacen uso de éstas para difundir
mensajes es que aceleran el flujo de la información:
43
44
Cubrir las noticias del ciudadano hacia arriba, en vez de hacerlo desde el experto
hacia abajo. Tomando en cuenta a la gente ordinaria y asume el tratamiento de
44
45
La democracia infinitesimal
La democracia es una forma de vida del Estado que se vincula con las acciones del individuo y la
sociedad condicionadas a su vez por la cultura y sus patrones. Las condiciones socioeconómicas, el
tamaño de la población y el territorio son aspectos que contribuyen a dar forma a la cultura política
y al ejercicio del poder, que constantemente plantea contradicciones pues da lugar a acciones que
muestran el comportamiento de los actores en el sistema político.
En la democracia representativa podemos replantearnos el valor del voto, ya que la ciudadanía
necesita en muchas ocasiones de los partidos políticos para acceder al poder, y el ciudadano observa
que hay una credencialización del mismo. Su integración a un padrón electoral y el diseño de las
estrategias para conquistar su voto se basan en el comportamiento de las unidades electorales, lo
reduce al ciudadano a apenas una partícula del sistema político, a un fragmento atomizado que no
puede definir el cambio por sí sólo. Hemos transitado de una democracia de ciudadanos a una
democracia de electores en la que el sistema electoral otorga una nueva condición y serias
limitaciones al ejercicio de la ciudadanía, que se reduce a la emisión del voto, momento fundamental
pero insuficiente de la conformación ciudadana en una democracia plural y participativa.
Por otro lado, a su vez por una parte el ciudadano se ha reducido a un mero espectador de la cosa
pública, y por otra, en el actor que puja por hacer oír su voz en medio del caos y del ruido de la faena
política; situación que combinada expone las contrariedades entre el beneficio y los riesgos de la
incorporación de las TIC en la vida política, pero que sin duda permite revalorizar el papel del
ciudadano y replantear su participación en la vida política.
En La democracia ciudadana el acento se desplaza del régimen político hacia el ejercicio de los
derechos políticos, creando mecanismos que limitan la capacidad de los partidos y los medios de
comunicación para modelar a su antojo las preferencias ciudadanas. Hablar de este tipo de
democracia requiere de una concepción de la misma más amplia y compleja que implica además
concebir el poder de forma distinta. Así, observaremos que si el Estado es una forma de organización
de la sociedad y el flujo de poder se organiza con la finalidad de construir un régimen democrático,
cambiarán las dinámicas entre los actores del sistema político; para lo cual se requiere afirmar que
el poder en tanto capacidad de hacer, nunca es individual sino social y su ejercicio desde una
perspectiva democrática deberá facilitar los medios para hacerlo, transformando la participación
de la pasividad hacia la actividad y la proactividad ciudadana.
Las TIC plantean respuestas, pero al mismo tiempo demandan cambios al interior del sistema
político. Una transformación de las relaciones entre Estado y sociedad implica la transformación de
la política. La relación entre el ideal de la democracia y la realidad es compleja y divergente; y
aunque los sistemas electorales se han ido adaptando a los procesos de transformación de la cultura
política para que todos puedan hacer y ampliar sus medios de participación, para perfeccionar el
régimen democrático habrá que expandir la ciudadanía, eliminar las desigualdades, ampliar el
espacio público y armonizar la interacción entre los poderes fácticos –como los medios de
comunicación–, la sociedad civil y el Estado; pero sobre todo recuperar la gobernabilidad, entendida
como la representación de la ciudadanía en el gobierno. Así otra de las tareas de la democracia
consiste en la reconstrucción del espacio institucional de ‘la polis’, de tal forma que la política vuelva
a tener sentido como una actividad que articula y genera vínculos entre actores sociales.
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46
CAPÍTULO CUARTO
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en inglés, cuyo objetivo era resguardar la información. A principios de la década de los setenta se
financia un protocolo de transferencia de datos (TCP/IP) denominado Internet, mas es hacia
mitades de los setenta que la parte científica y militar se separan de este proyecto, dando lugar a
otras redes como la comercial American Online y es a partir de la década de los noventa, que después
de una fase de experimentación las conexiones aumentan popularizando su uso.
En México, el internet llega gracias a la colaboración de la Universidad Autónoma de México
(UNAM) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) hacia 1991. Un
año más tarde, la Universidad de Guadalajara fundó MEXNET, una asociación académica integrada
por varias universidades del país, enlazándose directamente a internet a través de la Universidad
de California en Los Ángeles (UCLA). En 1993, el CONACyT estableció su propia red denominada
Red Total CONACyT que se conectaba a un satélite directo al Centro Nacional de Investigación
Atmosférica en Colorado, EEUU. En el sector comercial, se puede citar como antecedente el
establecimiento de un Capítulo de la empresa Net Work Solutions en México hacia el año de 1995.
Actualmente casi 2 mil millones de personas se conectan a internet alrededor del mundo y algunas
redes sociales como facebook tienen hasta 600 millones de usuarios. El internet cambió la
organización del día a día en millones de personas, la forma de hacer negocios, y poco a poco el
ordenamiento del sector público. La Asociación Mexicana de Internet AMIPCI, ha expuesto que
México cuenta al 2013 con 51.2 millones usuarios de internet, la penetración de internet en México
aumentó un 13% respecto de 2013. Y se sabe que el promedio de antigüedad del internauta
mexicano es de 6 años, mientras que el tiempo promedio de conexión del internauta es de 5 horas y
36 minutos, 5 de cada 10 internautas se conectan a través de su smartphone, 9 de cada 10
internautas acceden a alguna red social.
50
51.2
40 45.1
40.6
30 34.9
30.6
27.6
20 23.9
20.2
10
0
2013 2012 2011 2010 2009 2008 2007 2006
Figura 5.0 Elaboración propia con base en datos de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI).
El crecimiento de usuarios de internet en México a lo largo de los últimos años ha sido notable,
empero esto no necesariamente podría ser a causa de las políticas o programas gubernamentales,
sino al inevitable avance de la tecnología que ha puesto el acceso a esta última de manera más
asequible. Aunque la brecha en conectividad ha disminuido, aún se necesitan acciones para
promover la apropiación de las tecnologías de información y comunicaciones a través del
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Las estrategias de movilización deben estar fundadas en la difusión de información para promover
la reconformación del espacio público, una de ellas es la creación de redes que necesita empatizar
con elementos de la identidad. Los movimientos sociales también han ganado nuevas formas y
colaboradores a través del ejercicio del ciberactivismo, que ha mostrado reforzar las acciones y la
amplificación de las voces en los movimientos sociales, introduciendo conceptos como las
multitudes inteligentes, o las personas actuando de manera conjunta a pesar de estar localizadas en
distintos lugares y de no conocerse. Yochai Benkler, profesor de la Harvard Law School, ha descrito
los beneficios del trabajo en red con base en internet, denominando producción colaborativa al
producto de individuos estimulados por diferentes incentivos sociales que no siguen la lógica del
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Figura 6.0 autor V.Carrera “Marcos y McDonald´s”. El movimiento zapatista hizo su aparición en
Enero de 1994, exponiendo los niveles de pobreza y falta de servicios públicos en las comunidades
del sur de México. Para los integrantes de este movimiento la idea de autonomía estaba vinculada a
la idea de un mundo donde quepan muchos mundos, respeto a los usos y costumbres y la propuesta
de un modelo económico basado en la colaboración y la solidaridad, manifestando así alternativas a
las estrategias económicas adoptadas por el gobierno.
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Figura 7.0 autor Movimientos de Género, sin título. Lina Ben Mhenni, fue una de las voces de la
revolución tunecina impulsando las demandas de la democracia en Egipto a través de su sitio web
“A Tunisian Girl”, en donde cubrió las revueltas de la Primavera Árabe. Fue candidata al Premio
Nobel de la Paz en 2011.
La Primavera Árabe invitó al ejercicio de un periodismo ciudadano en el que la información de los
sucesos de primera mano, venían de los blogs y redes sociales pues muchos de los medios de
comunicación tradicionales escondían los sucesos reales. La autonomía de la red, mostraba brindar
un espacio de libertad que el sistema político negaba, por ello observamos como los movimientos
sociales del siglo XX y XXI, ofrecen además nuevos códigos culturales y de valores.
50
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Un año más tarde, en España se desarrolló el movimiento social llamado 15M, en medio de las
campañas para elecciones municipales y bajo una crisis económica que había ocasionado
numerosos recortes. La intención del movimiento era la de promover una democracia participativa
como alternativa al sistema bipartidista, que pugnaba por atención a los derechos constitucionales
como vivienda digna, salud pública gratuita y refuerzo del sistema educativo. Este movimiento
criticaba la reforma fiscal y de condiciones laborales, de impuesto al patrimonio y sucesiones.
Exhortaba a que los medios de comunicación fueran éticos y veraces, al cierre de centrales nucleares
y la promoción de energías renovables. El movimiento se describía a sí mismo como un movimiento
de indignados, y diversos colectivos convocaron a acampar en la Puerta del Sol de forma pacífica.
Figura 8.0 autor Ale Arillo. “Concentración del movimiento 15M en la Plaza de la Encarnación,
Sevilla”. El descontento social después de la crisis del 2008 que provocó recortes de los apoyos
sociales, los integrantes se describieron como “indignados” al estar en desconformidad con las
reformas políticas y económicas y la falta de escucha de los actores políticos. La visión de una
sociedad con democracia directa y participativa con una ciudadanía activa y acceso a los medios
de
El Estudio sobre el 15M en las redes sociales realizado por el Instituto Universitario de Investigación
en Biocomputación y Sistemas Complejos (BIFI) de la Universidad de Zaragoza y la empresa Cierzo
Development, entre 25 de abril y el 26 de mayo de 2011 analizó palabras claves relacionadas con el
15M, cuantificando 581.749 mensajes provenientes de 87.569 usuarios tan solo en España,
concluyendo que el movimiento fue de forma espontánea, no manipulada y que su crecimiento se
dio de forma viral.
Un caso también interesante, por ser una iniciativa direccionada a organismos internacionales, fue
Ocupa Wall Street o Toma Wall Street, Occupy Wall Street en inglés, que han acampado desde 2011
en el Paque Zuccotti en Nueva York. El enfoque del mensaje de este movimiento es una protesta
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hacia el poder de las empresas y de la distribución de la riqueza inequitativa, por la crisis económica
acontecida en 2008 en Estados Unidos y que permeó al resto del mundo. Dicha protesta nació en
septiembre de 2011 en EE.UU. con el objetivo de denunciar los enormes niveles de desigualdad
entre la minoría más rica del país y el resto de los ciudadanos. El sitio web de este movimiento busca
inspirar a los ciudadanos para participar en la arena política, e incluso se encuentran desarrollando
su propia red social para garantizar la seguridad de la información y autenticidad de sus miembros.
Figura 9.0 autor Darwin Yamamoto. “Occupy Wall Street takes over Washington Square Park”. El
poder de los bancos y de las corporaciones multinacionales sobre los procesos democráticos, fue la
motivación al llamado de este movimiento para llamar la atención de los actores del distrito financiero
de Wall Street. A través de una ciudadanía reunida en solidaridad que convocó a hacer ejercicio de
los derechos constitucionales como la libertad de expresión y de asociación, se hizo un llamado a
la revolución mundial para combatir las disparidades de la economía global y de la distribución
inequitativa de la riqueza, a la par de un futuro incierto tras el colapso económico que causó la
recesión mas grande en la historia de los Estados Unidos
México vivió su propio fenómeno social durante las campañas electorales de 2012, llamado
#YoSoy132 donde estudiantes universitarios y simpatizantes de otras ciudades del mundo,
comenzaron movilizaciones que demandaban la democratización de los medios de comunicación,
señalando el duopolio televisivo que coadyuvaba a la manipulación de la información durante la
jornada electoral. Algunas peculiaridades de este movimiento fue que integró a población juvenil de
clase media y media alta, que exhortaban a la transparencia de la información y mostraban que
existen nuevas opciones de consumo de información en la red, además de que el consumo de
información con conocimiento está relacionado con el empoderamiento ciudadano.
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53
Figura 10.0 autor IttaiF. .”Debate 132”. En una plaza pública del municipio de Cuernavaca Morelos,
colectivos juveniles se organizaron para proyectar la transmisión del debate no oficial de los
candidatos a la presidencia en 2012. El movimiento universitario #YoSoy132 logró convocar a los
aspirantes presidenciales a un ejercicio de debate transmitido por internet a través de la plataforma
de YouTube, y generó más vistas que el que fue organizado por el Instituto Federal Electoral. Este
fue el tercero de dos más que fueron mostrados a través de las principales televisoras nacionales,
el primero organizado por la ciudadanía que además permitió que llegaran preguntas de los
ciudadanos para ser hechas a los candidatos a través del moderador.
El valor agregado de este tipo de movimientos sociales, fue mostrar que ahora estos pueden
verdaderamente generar organizaciones horizontales y con liderazgos extensos, mostraron además
el desencanto de las juventudes y su renuencia a hacer uso de vías tradicionales para negociar. Los
movimientos sociales de la última década que han hecho uso del internet constituyen alternativas
viables ante los medios tradicionales, el trabajo en red que han generado les permitió pasar de la
predisposición a la acción, en tanto que aquellas personas dispuestas a participar encontraron
espacios de incidencia al contactar fácilmente con organizaciones ciudadanas horizontales e
incluyentes.
También han puesto de manifiesto que la movilización social acelera o relaja la acumulación crítica
de esas necesidades no atendidas por los sistemas democráticos, y que un resultado de éstas puede
ser el generar disrupción o innovación en los sistemas políticos y en el quehacer del gobierno en
tanto se aproveche el uso del pensamiento colectivo donde las diferencias enriquecen una idea
común.
En suma, internet genera la posibilidad de conectividad y efectividad política donde apenas existe,
en este contexto se ve la relevancia del uso de herramientas digitales como YouTube, Facebook y
Twitter, usadas habitualmente por los jóvenes, las cuales se sustraen de la posible influencia y
manipulación del gobierno y de los partidos políticos.
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Nuevas tendencias
Las tecnologías de la información y comunicaciones, y en especial el internet, no están limitados al
uso de las redes sociales para la movilización social y para generar acciones que las consoliden como
posibilidad democratizadora, otras de las posibilidades que vale la pena mencionar es la tendencia
denominada internet de las cosas y el big data.
El internet de las cosas, surge como resultado del crecimiento exponencial de individuos con objetos
y dispositivos conectados en cualquier momento y lugar a internet, por lo que se comienzan a
desarrollar iniciativas donde convergen lo físico y lo digital en la vida cotidiana, creando ambientes
permanentemente conectados. De tal suerte que todo objeto conectado a internet se vuelve una
fuente de datos, permitiendo predecir el comportamiento de los usuarios y su monitorización.
Ahora el almacenamiento, procesamiento y análisis de datos son actividades fundamentales de la
economía, ya que la información se consolidó como otra fuente de capital productivo. El big data o
megadata es un término que describe una situación en la que el volumen, la velocidad y la variedad
de los datos excede el almacenamiento o el cálculo de la capacidad de una organización para la
precisa y oportuna toma de decisiones. Un ejemplo es que la empresa Wal Mart maneja más de una
millón de transacciones por hora a nivel mundial, generando una base de datos en constante cambio
con cientos de millones de entidades y relaciones.
Las áreas de aplicación del internet de las cosas y de la megadata, plantean un nuevo paradigma en
la solución de las demandas de la población, sea por medio del sector público o privado, pues sugiere
que es necesario dar espacio a la innovación social, al mismo tiempo que se reconceptualiza la
movilidad de la población, pues ahora todo es más inmediato que inmediato. En la era de los grandes
datos, podemos triturar una cantidad incomprensible de la información, que ocasiona que la
información se constituya como elemento determinante de poder y riqueza.
Las tecnologías de la información y comunicaciones apoyan no solo a recopilar la información, sino
a entenderla y sacarle provecho. Incluso la información acerca de la información o metadatos, están
generando nuevas industrias, ya sea para el control de la búsqueda de ellos o servicios de
organización. La visión esperanzadora del uso de datos, es que las organizaciones serán capaces
hacer uso de información para tomar las mejores decisiones.
Estas nuevas tendencias en torno a las TIC han planteado nuevas interrogantes, como la regulación
de la misma información, y el constante e inevitable monitoreo, en contraposición al derecho a la
privacidad. Por un parte los individuos están perdiendo la noción de la exposición a la que están
sometidos, y por otra los gobiernos se ven rebasados por la velocidad del cambio tecnológico que
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55
los desafía en un espacio de naturaleza público, pero que origina situaciones en las que se necesita
de la intervención para marcar pautas en la interacción y uso. Además de la premisa de que en las
sociedades informatizadas del presente el poder no reside ya en el ejercicio de la fuerza física, sino
en el uso de informaciones que permiten influir y controlar las actividades de los ciudadanos.
El desarrollo de algoritmos, ha avanzado para gestionar los datos como principal activo estratégico,
obtener información rápida de datos grandes y ha permitido aumentar la capacidad de resolver
problemas cada vez más complejos, así como desarrollo de servicios de software que los hacen
accesibles, dando lugar a que los activos intangibles se conviertan en los recursos críticos de los que
depende el éxito de una organización.
Hay diferentes posiciones respecto a la posibilidad de regulación del ciberespacio incluso
contrapuestas, desde la perspectiva de Theodore Roszak (1986): “las tecnología de la información
tienen la capacidad obvia de concentrar el poder político, de crear nuevas formas de ofuscación y
dominación sociales”. Mientras que Sagástegui opina que existe un mito en torno a esto pues “la red
se utiliza de diferentes maneras y con distintos propósitos y que no es susceptible a los intentos de
institucionalización” (Sagástegui, 2004).
Para control, hay diversas formas de institucionalización, como la privatización del servicio y limitar
el acceso, incluso la misma gestión de la información pues en la práctica consigue su unificación en
el espacio virtual, por ello vale la pena hacer una distinción entre regulación y censura. Internet es
un sitio de investigación en el que se da la posibilidad de estudiar los procesos sociales
fundamentales y en el que se eleva la perdurabilidad de los elementos de la interacción social, se
visualiza al ciberespacio también como la promesa de espacio abierto, libre y alterno.
La gobernanza en internet
La gobernanza en internet es un tema que nos permite acercarnos al debate sobre su
institucionalización, su configuración determinará el respeto a algunos derechos civiles o el
mantenimiento de privilegios a ciertos actores. La lucha para el mantenimiento del carácter libre,
público, abierto, descentralizado del internet será ardua en tanto que se sigan engrosando y
fortaleciendo los monopolios de información y comunicación, por ello es menester comenzar a
generar los primeros esfuerzos para definir los denominados derechos digitales.
Las telecomunicaciones son un medio en el que se ejercen algunos derechos fundamentales, como
el derecho a la información y a la libertad de expresión, al tiempo que representa una de las bases
para el desarrollo económico, social y democrático de un país.
En México, recientemente se propuso, discutió y aprobó la reforma en telecomunicaciones, en la que
destacan la modificación al artículo sexto constitucional que obliga al Estado a garantizar el acceso
a banda ancha e internet para todos los mexicanos, una política de inclusión digital, nuevas
disposiciones sobre la administración del espectro radioeléctrico que es el medio de transmisión de
los servicios de telecomunicaciones, y la apertura a nuevos espacios de competencia en la provisión
de servicios para evitar distorsiones en el mercado. Sobresale, así mismo, la creación de un Instituto
Federal de Telecomunicaciones y la transformación de la Comisión Federal de Competencia en la
Comisión Federal de Competencia Económica.
Si bien las problemáticas no solo se resuelven con modificaciones a la constitución, algunas
recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para
México versaron sobre la necesidad de simplificar el otorgamiento de concesiones, garantizar la
transparencia y la aplicación efectiva de las regulaciones, estimular la competencia, liberar espectro
radioeléctrico para satisfacer la demanda de servicios de datos en banda ancha móvil. La banda
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56
56
57
Podemos observar también, que son en su mayoría los jóvenes quienes hacen uso de internet, en la
Figura 11.0 vemos que las personas que tienen entre 12 y 17 años son los principales usuarios de
internet (24%), seguido por un porcentaje similar de quienes se encuentran en un rango de edad de
entre 18 y 24 años (21%) y 25 a 24 años (18%). Lo cual permite apuntar que la brecha digital
también es generacional pues apenas un 4 por ciento de los usuarios de internet tiene 55 y más
años de edad. Con datos similares, de acuerdo a la empresa de estudios de opinión pública Consulta
Mitofsky, en 2013 la mitad de los mexicanos dijo haberse conectado alguna vez a internet , aunque
dicha situación cambia en relación a grupos de edad la generación de adultos entre 18 y 29 años ya
tuvo contacto con internet en 79% de los casos. En cambio, la de mayores de 50 años sólo reportan
este contacto en 18%.
13% 18 a 24
24% 25 a 34
18% 35 a 44
45 a 54
21%
55 y más
Figura 11.0 elaboración propia con base en datos del INEGI. Los jóvenes son principalmente los
usuarios de internet, bien a causa de la distribución de la pirámide poblacional o por el estilo de vida
que ha modificado sus formas de relacionarse y comunicarse. La población de 55 años y más aún
muestra un rezago en el contacto con este medio, lo cual muestra un área de oportunidad para la
elaboración de programas gubernamentales que les permitan insertarse en la era digital.
El nivel de escolaridad es uno de los aspectos que influye entre quienes hacen uso de internet y
quienes no, como observamos en la Figura 12.0. La mayor parte de los usuarios de internet cuentan
con estudios a nivel de preparatoria (29%), secundaria (24%) y licenciatura hasta un 23 por ciento.
57
58
20% Primaria
23% Secundaria
Preparatoria
Licenciatura
24% Posgrado
29% Otro / No especificado
Figura 12.0, elaboración propia con base en datos del INEGI. El nivel de escolaridad de los usuarios
de internet esta relacionado con la distribución de la tasa de nivel educativo de la población en
México, es decir, el grado de estudios no es una variable que incida sobre el uso o no uso de este
medio; al ser actualmente una herramienta que las personas sin importar la cantidad de años en la
escuela han incorporado paulatinamente en su vida cotidiana.
Los usuarios de internet que realizaron compras por este medio fueron 1,910, 256 personas, en la
gráfica 3.0 podemos observar que lo realizaron principalmente con una frecuencia semestral (35%),
mensual (28%) y anual (24%). Las compras por internet han ganado la confianza de los usuarios
paulatinamente, respecto de 2012 se incrementaron los usuarios de internet que realizaron
compras en un 16.4 por ciento.
10%
24% Diario
Semanal
Mensual
28% Semestral
Anual
No especificado
35%
58
59
Figura 13.0, elaboración propia con base en datos del INEGI. La confianza de los usuarios de internet en México
para realizar compras por este medio, ha incrementado ligeramente a pesar de que el clima de la economía
mundial ha mostrado tendencias a la baja. En nuestro país aún preocupa la falta de normatividad eficiente para
evitar riesgos y garantizar la seguridad de los datos del usuario; aunque ha habido esfuerzos para armonizar la
legislación nacional con las normas internacionales suscritas, aún existen lagunas jurídicas para hacer frente a
las nuevas dinámicas que la informática incorpora a las actividades económicas y mercantiles.
59
60
estudios de primaria terminada, así mismo el origen de las personas condiciona a las mismas en el
nivel medio y medio superior.
Ciudadanía Digital
El perfeccionamiento de la democracia a través de los movimientos sociales para generar un
reajuste en el ejercicio del poder debe cambiar de enfoque, de tal manera que no se persiga el poder
si no la revaloración y consecución de la dignidad humana, pues la consolidación de la democracia
requiere de la humanización de la política. Desde la perspectiva de John Holloway (2005) en
Cambiar el mundo sin tomar el poder, la lucha contra el poder deberá residir en la transformación de
su propia existencia, que implique el reconocimiento de la dignidad humana en las relaciones
sociales y el cuestionamiento de la naturaleza del Estado. Lograr una diferenciación con los que
ostentan el poder, requiere de la búsqueda de nuevas formas, no se necesitan nuevos partidos ni
más guerras, incluso a veces no se necesita ganar las elecciones, si no cambiar el mundo sin tomar
el poder.
Esto sin duda representa una tarea compleja, donde el proceso no merme el optimismo y abunde en
frustraciones, por ello las TIC podrían permitir la documentación y viralización de lo positivo,
mientras canalizan las frustraciones o las aminoran al hacer procesos un tanto más fluído. Y aunque
bien hemos insistido en que las tecnologías no transforman la realidad por sí mismas, su utilización
60
61
inteligente y creativa en las acciones sociopolíticas deberá ser crítica, entendiendo las limitaciones,
alcances y formas en las que éstas han reordenado la vida social.
La esperanza en ellas reside en su capacidad para facilitar que el ciudadano se sirva de ellas para
ampliar su margen de acción y participación, formar redes sociales y solidaridades compartidas,
para debatir ideas y hacer propuestas plurales y novedosas, en fin, para fortalecer su presencia,
incidencia y participación en el fortalecimiento de la democracia y el mejoramiento de la sociedad
en su conjunto, incluida su forma de gobierno. Las TIC facilitan extraordinariamente el acceso a la
información y la gestión del conocimiento. En lo que se refiere al ámbito organizacional permite
adaptarse y ser flexibles a nuevas circunstancias. Y desde luego en tanto el ciudadano aproveche y
potencialice beneficios de las mismas pujando y abriendo nuevos espacios; y sobre todo conforme
el ciudadano se entienda a sí mismo como ciudadano digital.
La ciudadanía digital puede describirse desde la perspectiva de los derechos humanos en la
denominada sociedad de la información, que se interroga sobre los derechos y deberes de los
individuos entorno a las nuevas tecnologías. Finlandia, por ejemplo, declaró como derecho
constitucional la conexión a internet, al considerarlo como servicio público básico.
La ciudadanía digital supone ciudadanos mejor informados que enriquezcan la opinión pública
general y estén más atentos a las cuestiones de la vida pública. Este concepto nos habla de la
generación de conciencia de participación, la ciudadanía política deberá complementarse con la
ciudadanía digital, que a su vez implica la formación de identidades globales y multiculturales que
interactúan de forma igualitaria. El que se concibe a sí mismo como ciudadano digital ha pasado por
un proceso de empoderamiento, sabe hacer uso de sus capacidades para aprovechar las
oportunidades que ofrecen los nuevos escenarios de las nuevas tecnologías en forma crítica y
creativa.
El avance en el desarrollo de estrategias e incorporación de tecnologías de información y
comunicaciones en los países en desarrollo dista de la realidad de los países que ya han logrado
generar desarrollos digitales sólidos. México, por ejemplo, desde hace trece años ha incorporado en
sus planes de desarrollo nacional este tema y lo ha incorporado a la agenda pública nacional, sin
embargo esto no ha sido suficiente. El contexto al interior de las entidades federativas es una
muestra de las diversas realidades sociales, económicas y políticas que describen a una nación con
problemáticas complejas y particulares, que requieren de generación de políticas públicas
adaptadas a las necesidades propias de cada entidad; es decir además de las estrategias para el
desarrollo de TIC a nivel nacional, habrán de generarse las pertinentes a nivel local.
Por agenda digital entendemos como un conjunto de políticas públicas para el desarrollo
tecnológico de un país, entidad federativa, región o ciudad. La mayoría de las estrategias, se enfocan
en incrementar el uso del internet para crear un impacto en el desarrollo económico y social.
Para conocer, como han desarrollado algunos gobiernos sus estrategias de desarrollo de las
tecnologías de información y comunicaciones, se presenta a continuación la misión, visión y ejes
estratégicos u objetivos de las llamadas agendas digitales de Chile, Colima, y la reciente Estrategia
Digital Nacional, lanzada por el gobierno de la república en Noviembre de 2013.
Agenda Digital Chile Imagina Chile 2013-2020
La Agenda Digital de Chile –una de las naciones latinoamericanas que ha mostrado avances
significativos en el tema desde hace varios años– fue lanzada por el Presidente Sebastiá n Piñ era
Echenique. Descrita como una agenda ambiciosa, se lanza además como una invitación a todos los
sectores de la población a sumar esfuerzos.
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La misión de esta agenda, también llamada Imagina Chile, es transformar la economía chilena en
una economía del conocimiento, sustentable e inclusiva, logrando que las tecnologías de
información y comunicaciones representen al 2020 un 10% del PIB del país, a través del uso
generalizado de las tecnologías como facilitadoras del cambio. El gobierno de Chile, habla de la
necesidad de que sus ciudadanos estén insertados plenamente en la era digital, y describe a la
tecnología como el paso para que los países encuentren su pleno desarrollo, así pues, cuenta con
una visión sintetizada de la siguiente manera:
Los ejes estratégicos de esta agenda son Conectividad e inclusión, Entorno para el desarrollo digital,
Educación y capacitación e Innovación y emprendimiento; y en cada uno de ellos se describen líneas
de acción e iniciativas concretas para alcanzar la misión y la visión anteriormente descritas. Si bien,
la conectividad y cerrar la brecha digital continúan siendo uno de los grandes propósitos de esta
agenda, es notable la mención que hacen hacia generar busca una economía del conocimiento,
fortaleciendo el capital humano.
Estrategia Digital Nacional México
El 25 de Noviembre de 2013, se dio a conocer la Estrategia Digital Nacional, un proyecto del
gobierno federal que tiene como objetivo general mejorar el índice de digitalización establecido por
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2018. Para ello cuenta
con la siguiente misión “Facilitar el acceso y promover la utilización de las tecnologías de
información y comunicaciones en la vida cotidiana de la sociedad y del gobierno para que éstas
contribuyan al desarrollo económico y social del país, y a mejorar la calidad de vida de las personas”
(Presidencia de la República, 2013)
Plantea además una visión que busca “Un México Digital con una sociedad conectada, participativa
e innovadora que potencializa sus capacidades para tener mejores oportunidades; y un gobierno
abierto, cercano, moderno y transparente, que garantice que la tecnología sea motor del desarrollo
del país.” (Presidencia de la República, 2013)
Para el logro de la misión y visión antes descritos, la Estrategia Digital Nacional, cuenta con cinco
objetivos principales: Transformación gubernamental, Economía Digital, Educación de Calidad,
Salud Universal y efectiva y Seguridad Ciudadana; así mismo cuenta con objetivos transversales
denominados habilitadores y que son Conectividad, Inclusión y habilidades, Interoperabilidad,
Marco jurídico y Datos abiertos.
La Estrategia Nacional Digital, toca algunos puntos que anteriormente se plantearon en el proyecto
e-México, proyecto desarrollado en la administración 2000-2006 a cargo del presidente Vicente
Fox. El proyecto e-México, estaba integrado por las dependencias de la Administración Pública
Federal, y funcionó bajo la figura de fideicomiso. Como política pública, el Sistema Nacional e-
México, de acuerdo a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), buscaba impulsar la
tradición del país a un nuevo entorno social, económico y político, propiciar la transición de México
a la Sociedad de la Información y el Conocimiento, dar cumplimiento a los compromisos
internacionales en esa materia. Para su diseño se realizó un Foro de Consulta Ciudadana, después
del cual se definieron tres estrategias básicas: Conectividad, Contenidos y Sistemas; sobre los cuáles
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se desarrollarían los servicios del Sistema Nacional e-México. Además se crearon cuatro pilares para
el desarrollo de contenidos y servicios: e-aprendizaje, e-salud, e-economía y e-gobierno.
Ante estos dos proyectos de agenda digital para México, que cuentan con puntos similares, podemos
cuestionar y analizar los esfuerzos o proyectos incompletos, sin olvidar que para el éxito de las
políticas públicas en esta materia, deben contemplarse la intervención de otros factores como la
educación y la cultura de los mexicanos. Es evidente que para alcanzar las metas planteadas habrá
que resolver cuestiones fundamentales como las relativas a las normativas y regulaciones en sector
de telecomunicaciones y las leyes secundarias aún no aprobadas de la reforma en
telecomunicaciones.
Agenda Digital Colima
Desde hace varios años, el estado de Colima ha sido citado como referente y experiencia
exitosa en la implementación de estrategias para el desarrollo de las TIC. Parte del éxito de
Colima en este rubro se debe a que lo impulsó en forma tempran y oportuna, desde la reforma
constitucional realizada el 9 de Octubre de 2010, donde se plasmó el derecho a los ciudadanos
de acceder a la sociedad de la información y el conocimiento.
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El documento Base de conocimiento sobre el PROSOFT 2.0 realizado por la consultoría C230 para la
Secretaría de Economía señala que “entre 2005 y 2011, las ventas del sector de Tecnologías de la
Información (TI) en México aumentaron en más de 100%, alcanzado casi 169 mil millones de pesos
(aproximadamente 13 mil millones de dólares) en 2011. De este monto, aproximadamente 40%
provino de las exportaciones. En 2012, México se convirtió en el tercer país exportador de servicios
de TI a nivel mundial, sólo después de India y Filipinas.” (C230, 2012)
Así mismo, describe la ampliación del capital humano empleado en el sector de tecnologías de la
información, señalando un total de 180, 000 trabajadores en empresas de desarrollo de software, y
una perspectiva de crecimiento en 2016 de hasta 212, 000 mil empleos. Las empresas que operan
en este sector son en su mayoría micro, pequeñas y medianas, en 2011 se contabilizaban 3237 de
ellas, adicionalmente existen siete transnacionales con operaciones en nuestro país que concentran
hasta el ochenta por ciento de los ingresos y empleo de esta industria.
Por otra parte, en el Diagnóstico del Sector TIC en México: Conectividad e Inclusión Social para la
mejora de la productividad y el Crecimiento Económico del Instituto Mexicano para la Competitividad
2012, se describe el impacto de la industria de medios interactivos en México, compuesta
principalmente por micro y pequeñas empresas, dicho diagnóstico señala que “el 56% de las
empresas de esta industria emplean como máximo 10 trabajadores, mientras que el 33% son
pequeñas compañías que ocupan entre 10 y 50 trabajadores” (Palacios, 2012)
El sector de las tecnologías de la información y comunicaciones es atractivo para la inversión y la
generación de valor agregado, lo cual expone su relevancia para el desarrollo económico en el país.
En materia de inversión en este sector “México tiene un largo camino por recorrer. Si comparamos
el sector de capital de riesgo (VC) en México con el de EE.UU., las diferencias son impresionantes.
EE.UU. cuenta con 923 empresas de capital de riesgo registradas, que en el año 2012 realizaron
3,752 inversiones por un total de 29 mil 100 millones de dólares. Por su parte, en México existen 14
organizaciones de este tipo, que en el 2012 realizaron 19 inversiones por 200 millones de dólares.”
(Kieffer, 2013). Las inversiones que se realizan en empresas de este rubro son principalmente de
capital nacional, de acuerdo a datos de la empresa SELECT, en 2012 el 86% de la inversión de capital
era nacional, en comparación con tan sólo 14% capital extranjero. México se ha posicionado como
un destino para la subcontratación en el rubro de tecnologías de la información, logrando una
participación del 5% en el mercado mundial de subcontratación.
De manera adicional el diagnóstico describe que los ingresos del sector han crecido de manera
sostenida en los últimos años, y que su crecimiento ha superado el incremento del PIB, el uso de
tecnologías de información y comunicaciones ha estado asociado con un incremento de hasta 20 por
ciento en la productividad de las empresas. Una apuesta reciente para el desarrollo de este sector
es el apoyo hacia empresas de base tecnológica innovadoras, las denominadas startup. El apoyo
gubernamental necesario para que estas se desarrollen debe ir tendiente a destinar financiamiento,
y generar reformas a los marcos regulatorios.
De acuerdo a las estadísticas de comercio exterior reportadas por el Instituto Nacional de Geografía
y Estadística en 2012 el total de exportación de bienes en Tecnologías de Información y
Comunicaciones ascendió a 31 340 millones de dólares en contraste con la importación realizada de
estos bienes que sumó un total de 37 698 millones de dólares. En relación a los bienes exportados
observamos en la siguiente gráfica que en su mayoría fue en computadoras y equipos electrónicos
(69%). “El principal destino de las exportaciones del sector de tecnología es EEUU que recibe
aproximadamente 80% del total, seguido por los países de la Unión Europea que reciben alrededor
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de 15% de las exportaciones y los países de América Latina que son destino de la mayor parte de las
exportaciones restantes. (Secretaría de Economía, 2012)
Computadoras y equipo
16% relacionado
Equipo de telecomunicaciones
9%
Equipo de audio y video
9%
62% Componentes electr_nicos
Las agrupaciones empresariales en este sector han ayudado a impulsar la economía del mismo, así
como la de otros sectores a través de los clusters. Estos pueden definirse como “un grupo,
geográficamente próximo, de empresas interconectadas entre sí e instituciones asociadas en un
campo particular y ligadas por externalidades de varios tipos” (Porter, 2003). La proximidad e
interdependencia son componentes esenciales de los cluster, la proximidad se puede entender como
la cercanía entre las empresas y la interdependencia como la interrelación funcional.
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Además, un cluster cuenta con otras características de acuerdo a Cortrigth (2006) como la relación
entre oferentes y demandantes y las cadenas de valor con un ciclo de vida o como un continuo
proceso, donde es esencial la innovación. Consideramos importante mencionar, algunas
perspectivas teóricas de Humphrey y Schmitz, (2002) que incorporan el concepto de gobernanza a
la idea de cadenas de valor, entendiendo por ello a la manera en que se gobiernan las relaciones
entre los varios actores y segmentos productivos involucrados en una misma cadena, además
describe las relaciones entre empresas y los mecanismos institucionales que crean coordinación,
misma que se alcanza cuando actores negocian, y se fijan parámetros a cumplir. En este sentido, se
entiende la toma de decisiones, en los clusters.
La Secretaría de Economía define los cluster de tecnologías de información, como agrupaciones
empresariales que, regularmente se constituyen en una Asociación Civil, con el principal objetivo
de promocionar las capacidades de las empresas, organizaciones e instituciones que la integran. En
México se han identificado 23 clusters de tecnologías de la información , ubicados en 20 Entidades
Federativas.
En el desarrollo del sector de las TIC el factor clave es el capital humano, por lo que se requiere de
una política educativa de fondo, que fomente el desarrollo de recursos humanos altamente
calificados que precisan las corporaciones internacionales, y que al mismo tiempo permita el apoyo
y creación de empresas nacionales. También es necesario que los clusters consideren un enfoque en
demandas de la región, sin olvidar que el enfoque de cadenas de valor globales permite dar cuenta
de las actividades que ocurren fuera del cluster y, sobre todo, entender el significado de las
relaciones de los productores locales con los principales actores externos, el rol los compradores
globales y la forma de organización de la cadena de valor definen las oportunidades de
modernización de las de las empresas locales.
La política pública federal para este sector denominada Programa para el Desarrollo de la Industria
del Software (PROSOFT), fue creada en octubre del 2002 con el objetivo principal de aumentar la
competitividad en la industria TI a través del fortalecimiento del sector y la consecución de tres
metas principales: alcanzar una producción de Software de 5 mil millones de dólares, alcanzar el
gasto promedio mundial en tecnologías de la información y ser el líder en producción de Software
de Latinoamérica y España. En 2012 de destinaron a este programa 715.8 millones de pesos que en
su mayoría se destinaron a subsidios para difundir el uso de las tecnologías de información y
comunicaciones en el país y para volver competitiva a la industria del software.
Para 2013, los objetivos de PROSOFT 2.0 fueron: alcanzar una producción anual de servicios de TI
y de software de 194 mil millones de pesos, incrementar el empleo en este sector, posicionar a
México como líder latinoamericano, incrementar el gasto en tecnologías de información a 2.3% del
PIB (de 1.0% en 2006)
En 2011, se contabilizaban aproximadamente 54 mil personas trabajando en proyectos de
desarrollo en servicios de tecnologías de información y comunicaciones de los 43 de los 180 mil
empleados del sector, de acuerdo a datos de la consultoría C230. Lo cual muestra la necesidad de
contar con personal especializado en carreras relacionadas con las tecnologías de información y
comunicaciones, en relación a ello podemos señalar que en 2011, casi 38,000 estudiantes se
graduaron con títulos de educación superior (licenciatura y posgrado) en áreas relacionadas.
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CAPÍTULO 5
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La presentación de esta propuesta busca además detonar preguntas que enriquezcan el debate en
torno a la democracia en nuestro país y mostrar nuevas posibilidades de diseños institucionales en
el que se muestre la voluntad política de contar con nuevas prácticas participativas en las agencias
gubernamentales.
Como ya vimos, en la democracia de la antigua Grecia la configuración de lo público requería de la
participación activa de todos los ciudadanos, bajo el entendimiento de que se consideraba público
todo aquello que afectaba a, o era de interés de, la comunidad y la participación se realizaba en un
ambiente de libertad.
La idea del espacio público de acuerdo a Habermas, citado por Sahuí (2002), está se refiere al lugar
de la vida social donde se forma la opinión pública, se trata de un escenario institucionalizado de
interacción entre ciudadanos donde examinan, debaten y deliberan sobre sus asuntos comunes. El
espacio público es así el lugar donde se discuten y dirimen de forma racional y argumentativa, las
inquietudes de la vida en sociedad y se articulan la suma de voces que configuran la opinión pública.
Las TIC plantean la posibilidad de reconfiguración del espacio público, es decir, abren o visibilizan
nuevos problemas públicos, interrogan sobre el papel de los distintos actores del sistema político
ante su configuración como espacios ciudadanos de participación y toma de decisiones.
El incalculable flujo de información de los nuevos medios de comunicación puede hacer que la
reconfiguración del espacio público a través de las TIC no logre articularse o valorarse de forma
sistemática; ello evidencia, además, la necesidad de la apertura de información pública para generar
diálogos más sustantivos y que el espacio público se forme a partir de verdaderos asuntos comunes
y de interés general, y no sólo por aquellos relacionados con grupos o actores de mayor influencia
política. En ese sentido, la transparencia es ahora más que nunca una herramienta valiosa e
indispensable para el fortalecimiento de la democracia.
Lo transparente se relaciona con los objetos a través de los cuales puede verse claramente, cuando
se puede observar a través de un cuerpo es posible conocer su estructura, o en el caso de los
fenómenos sociales sus causas y posibles consecuencias. Relacionar la transparencia con el espacio
público minimizar los espacios fuera de la vista y escondidos, y reducir al mínimo la información
que no se muestra o de la que no se habla, pues solo así se enriquece la vida política de la comunidad
y la participación democrática.
Poder acceder a información pública para conocer cómo se darán soluciones a los problemas de la
ciudadanía permite a su vez que ésta no se desvincule de la vida política, es decir que no se sienta
ajena a los asuntos políticos, ni se atomice o cierre sobre sí misma. Una ciudadanía bien informada
sobre los asuntos públicos genera compromiso con el desarrollo de su país, y sólo aquellos
gobiernos descritos como transparentes ofrecen datos de su quehacer para promover la
participación, y para recibir retroalimentación; es decir la transparencia contribuye no solo a evitar
la corrupción, sino también para facilitar la rendición de cuentas y hacer más eficientes los procesos
y mecanismos de gestión, en medida que el ciudadano tiene derecho a recibir información sobre lo
que hacen con el dinero de sus impuestos y está, en consecuencia, en posibilidades de participar
más activamente en el debate sobre su mejor uso social.
La transparencia del espacio público permite, así mismo, al ciudadano mantener una vigilancia
sobre la acción del Estado y evaluar su desempeño de mejor manera, permitiéndole emitir su
opinión con la finalidad de brindar una retroalimentación pertinente y oportuna, así como una
valoración del desempeño de las autoridades para que éstas puedan mejorar su quehacer.
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3Tomando en cuenta que se ha calculado sobre una escala del 0 al 100, donde a menor puntaje menor
corrupción.
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Para promover la transparencia, desarrollar estrategias sobre Gobierno Abierto puede ayudar a las
entidades gubernamentales a poner a disposición información y datos públicos de utilidad, para que
la ciudadanía colabore a través de su derecho a la información a prevenir la corrupción e incentivar
las buenas prácticas. Así mismo, facilitará enfrentar algunos de los retos de la democracia que hemos
descrito anteriormente como la crisis de representatividad, las desigualdades sociales, la pérdida
de confianza en los actores políticos; observamos que el gobierno debe comenzar a concebirse a sí
mismo desde un enfoque de apertura y participación y en este sentido explorar las maneras de
consolidarse como gobiernos abiertos.
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a los problemas públicos se comprenden desde perspectivas más amplias toda vez que se hace uso
de la inteligencia colectiva y se crean marcos de confianza en las instituciones al establecer diálogos.
Esto se genera a través de la apertura de información que al ser usada en el diseño de soluciones
genera valor agregado e innovación.
El Gobierno abierto, se puede entender como una política pública con visión al fortalecimiento del
Estado desde un enfoque innovador, en la que la información pública será de vital importancia para
que en suma con las tecnologías de información se afiancen los procesos de toma de decisiones.
Además se asume como una propuesta viable en costos y redituable en resultados porque habilita
los proceso de comunicación entre los diferentes actores del sistema político y la retroalimentación
sobre las acciones gubernamentales. Esta tendencia promete cerrar brechas entre el gobernante y
el gobernado y llenar las carencias de la democracia representativa resultando en el contrato de
compromisos por todos los participantes de la vida política de los Estados. Al final, no solo se trata
de la persecución de un ideal democrático sino de una apuesta por construir una ciudadanía más
integral y de una cultura política más afable. Como una tendencia que más allá del discurso, ha
mostrado en aquellos gobiernos y sociedades que comienzan a incorporar prácticas y acciones de
esta índole, los beneficios de permitirse transformar sus instituciones, su normatividad, sus
procesos de toma de decisiones y en general la forma en como se relaciona el sector público, con el
sector privado y el sector social.
Las políticas de gobierno abierto, dificultan el abuso del poder, y permiten que los actores políticos
tomen mejores decisiones. Así mismo, permiten desarrollar una mejor gobernanza, y obtener
legitimidad con base en resultados. El gobierno abierto, está vinculado con la democracia
deliberativa y participativa, este genera espacios para la conexión entre la sociedad civil, y la ruptura
de brechas entre sectores marginados, de tal manera que la gestión de los asuntos públicos permite
además la redefinición del papel del gobierno.
Calificar al gobierno como abierto es concebirlo desde la apertura, esto implica que esta receptivo a
las propuestas, que busca innovar para perfeccionarse, que reconoce sus puntos débiles y áreas de
oportunidad y que se encuentra disponible a la colaboración con otros sectores para brindar
mejores servicios, incluyendo la facilitación de recursos. Además de integrarse a la comunidad y de
modificar sus estructuras para permitir la inclusión de todo actor que busque contribuir a la mejora
del funcionamiento de la sociedad.
El establecimiento de un gobierno abierto, requiere de ir más allá de solo la incorporación de
tecnologías de información en su quehacer, o el denominado gobierno electrónico, pasando de la
implementación de mecanismos técnicos a la habilitación de instrumentos que cambian la lógica del
funcionamiento de sus estructuras para dar resultados, con nuevas concepciones del poder esto a
su vez reivindica su rol, y lo prepara para atender los grandes desafíos del contexto actual y las
crecientes demandas de la ciudadanía.
El gobierno abierto también implica cambiar la manera en la que se formulan las políticas públicas,
la participación de la ciudadanía en este proceso se ve fortalecida toda vez que hace uso de la
información que el gobierno pone a disposición y que sirven para la formulación de soluciones y
planes de acción, así como el posterior monitoreo y evaluación de los resultados. El ciudadano funge
como contralor social, no solo acompañando la materialización de los proyectos sino como impulsor
de esta transformación. Por otro lado, la implementación de gobiernos abiertos tiene como reto que
el sector público asuma la responsabilidad y se cuente con la voluntad política, al tiempo que
visualice sus beneficios sociales y alcance.
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En 2011, se lanzó una iniciativa a nivel mundial denominada Alianza para el Gobierno Abierto
(AGA), en la que más de sesenta países hicieron compromisos para promover la transparencia, la
participación ciudadana, el combate a la corrupción y el uso de tecnologías de la información para
promover la gobernanza. Para ser elegible para participar de la alianza, se realizó una medición del
compromiso de los países a través de diferentes indicadores en áreas como transparencia fiscal,
acceso a la información, divulgación de información relacionada con funcionarios de alto rango, y
participación ciudadana. El Comité promotor de la AGA, ha enlistado cinco grandes retos para esta
iniciativa, a saber, que países mejoren sus servicios públicos, elevar la integridad pública, el manejo
eficiente de los recursos, crear comunidades más seguras y aumentar la responsabilidad
corporativa.
Figura 16.0 autor OGP/Evan Abramson. “Reunión de alto nivel. Nueva York, 2014” Alianza por el
Gobierno Abierto.
Para integrarse a la AGA los países interesados deben adoptar una declaración y desarrollar un plan
de acción realizado como resultado de una consulta pública, y comprometerse a informar sobre los
avances, seleccionando al menos uno de los grandes desafíos: mejora de los servicios públicos como
salud, educación, agua potable, justicia penal, telecomunicaciones contemplando la participación del
sector privado. Disminuir la corrupción, promoviendo la rendición de cuentas a través de reformas
financieras y habilitación de facilidades a los organismos de la sociedad civil para su
desenvolvimiento. Manejar los recursos públicos con presupuestos más eficaces, con visión de
sustentabilidad y protección a los recursos naturales. Seguridad publica más eficiente con mejora
de la atención ante situaciones de desastres naturales. Promoción de la responsabilidad empresarial
y su rendición de cuentas para protección del consumidor y de salvaguarda del medio ambiente.
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Figura 17.0 autor Comisión Especial de Agenda Digital y Tecnologías de la Información. “Reunión
Extraordinaria Telecom”.
Dentro de las primeras tareas que desarrollamos está la aprobación de la reforma en
telecomunicaciones. Para esta reforma, el Congreso se dispuso trabajar sobre las leyes secundarias,
en particular con las que tienen que ver con la agenda digital y las tecnologías de la información. En
este sentido una de las acciones prioritaria dentro de la agenda digital es la generación de un
parlamento abierto, es decir la transformación de los mecanismos de interacción de los congresistas
con los ciudadanos y las formas de generar espacios de participación a fin de que permeen en la
ejecución de las acciones gubernamentales.
Consolidar un Parlamento Abierto es inclinarse por la búsqueda de transparencia en el desempeño
de las funciones legislativas, para cambiar la forma cómo interactuamos con los ciudadanos y cómo
podemos ejercer una comunicación efectiva a fin de generar políticas legislativas más acordes a las
realidades y necesidades de las y los ciudadanos a quienes representamos en pos de un México más
justo y próspero.
El entusiasmo generado por internet puede aprovecharse e impulsarse para de transformarlo en
estrategias efectivas, que tengan la posibilidad de integrar a grupos minoritarios en el debate de sus
intereses y su integración en las agendas legislativas.
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por tanto el parlamento el escenario óptimo para comenzar a disminuir y, eventualmente, cerrar
esta brecha.
En México, hemos tenido un arduo proceso de consolidación democrática, en el que después
de haber transitado por sistema presidencialista con un partido hegemónico, con un marco de
participación democrática muy limitado, se ha alcanzado un régimen democrático de partidos
que es necesario apuntalar hacia una democracia plural y participativa plenamente constituida.
En forma similar a la de muchos países latinoamericanos, adoptamos el sistema
estadounidense del presidencialismo, combinando la existencia de un presidente electo por
sufragio, con un congreso sólido y un poder judicial autónomo. No obstante, la adaptación de
este modelo al contexto de América Latina le daría ciertas peculiaridades, distantes del modelo
original. La figura presidencial adquirió durante muchos años poderes meta-constitucionales,
debido a los arreglos dentro del sistema político y al papel de las élites políticas y económicas
en el ejercicio del poder.
Mientras que el congreso se integra a partir de las distintas perspectivas y realidades del país, como
una pequeña muestra de la población en su totalidad.
En el caso de México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se constituyó como partido
hegemónico de Estado, en el que las decisiones presidenciales incluían desmesuradamente –
y demasiadas veces, despótica y autoritariamente– en las elecciones estatales y municipales,
así como en los otros poderes, haciendo que a su vez que los candidatos electos, funcionarios,
gobernantes y legisladores ajustaran su conducta a los lineamientos del partido. En tanto que
la oposición política veía limitada su acción en la espera de la consolidación de un régimen más
democrático:
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Para concluir con la transición democrática, la política mexicana debe concentrarse en mejorar la
interacción entre partidos y de éstos con la ciudadanía para resolver los asuntos sustantivos del
país. En todos los sistemas de gobierno quien gana las elecciones necesita de mayorías legislativas
para viabilizar su gobierno, por ello transparentar el proceso de tomas de decisiones podría sortear
este factor y generar nuevos incentivos de colaboración y negociación. Los sistemas parlamentarios
se han fundado en el principio de la soberanía popular, permitiendo una separación orgánica del
poder ejecutivo. La confrontación de legitimidades urge a que haya mecanismos democráticos para
rebasarlas. La fragmentación y el sistema de representación proporcional ocasiona conflictos
políticos que comprometen el funcionamiento eficaz de los gobiernos dificultando la articulación de
la democracia representativa; en este sentido el congreso será vigilante de las acciones del poder
ejecutivo y tiene responsabilidad política además de influir en la opinión pública y ser, al mismo
tiempo, la principal correa de transmisión entre el Estado y la sociedad civil.
El parlamento equivale en Estado moderno al ágora de la antigua Grecia, donde se discuten los
problemas comunes, se expresan t atienden las demandas, necesidades e intereses de la ciudadanía
y donde se construye y da viabilidad a la agenda pública. Sus integrantes representan la soberanía
popular, sin embargo dada la crisis de representatividad y del déficit de la democracia, el
parlamento necesita revitalizarse; la relación entre los parlamentarios y los votantes que los han
elegido ha dejado de ser bilateral y se ha perdido la búsqueda por atender sus necesidades entre la
diversidad de alegatos por intereses que en muchas ocasiones responden a las presiones de las élites
políticas y económicas del país.
La gran cantidad de ciudadanos que integran los distritos electorales, que son unidades de
representación, hace sumamente complicado absorber sus demandas y canalizarlas. Los procesos
de comunicación entre los representantes y los representados, dificultan en la práctica conocer lo
que reamente piensan y sienten; la gente quiere hacer oír su voz y del mismo modo, y con mayor
razón, quiere que ella se vea reflejada en forma veraz y oportuna en el debate legislativo.
La creciente importancia que siempre ha tenido el poder legislativo, en el que recae la soberanía
popular –tanto en el funcionamiento de las democracias de la región como en los procesos de
integración–, requiere de una institución sólida y capaz de cumplir cabalmente sus funciones y
responsabilidades. Por ello, se busca promover el desarrollo y fortalecimiento institucional, que
depende en gran medida de la capacidad que una institución tiene en términos de recursos
estratégicos como el conocimiento, la información y los recursos humanos calificados.
Existen experiencias de buenas prácticas alrededor del mundo, que buscaron parlamentos abiertos,
analizar estas propuestas permite aprender de ellas para apoyar la formulación de acciones
estratégicas en el parlamento nacional.
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ciudadanos participantes desde sus casas pudieron enviar preguntas y escuchar las respuestas de
los congresistas, se seleccionaron los participantes de forma aleatoria, y recibieron información
sobre el objeto de la discusión de tal manera que pudieron prepararse para el debate.
Como conclusiones del experimento, los investigadores mostraron que la tasa de aprobación de los
parlamentarios participantes aumentó, y que los ciudadanos al conocer los puntos de vista de los
congresistas llegaron cambiar su opinión mostrando más confianza en ellos, incluso coincidiendo
con las argumentaciones que presentaron en los foros. Además el estudio mostró que los jóvenes,
las minorías raciales y los trabajadores de bajos ingresos estuvieron más dispuestos a participar.
La ventaja del uso del internet para difusión de este espacio de participación, mostró que los
mensajes directos, contrario a la amplia difusión en los distritos contribuyó a que se alcanzaran
sectores de electores normalmente no localizables por métodos tradicionales de selección. Y al final
el noventa y cinco porciento de los participantes se comprometieron a participar con proyectos
similares.
Respecto de las cuestiones técnicas, los investigadores destacaron que el uso de interfaces
amigables coadyuvo a hacer más viable el proceso participativo, al usar software sencillo de
entender y que no exigiera de ordenadores sofisticados para sus instalación y ejecución. Por lo que
los medios digitales, al permitir una interacción en tiempo real, se convierten en una forma de
aproximar a los votantes con sus representantes.
Brasil
La Cámara de Diputados en Brasil cuenta con una plataforma en línea que se ha desarrollado desde
la visión de incentivar a la participación ciudadana, a través de una interfaz amable y sencilla que
permite el intercambio de información e incluye foros de discusión sobre los procesos deliberativos,
además proporciona la posibilidad de construir colaborativamente los textos legislativos.
El proyecto del sitio web se denominó e-Democracia y se ha descrito como un espacio abierto que
alberga comunidades virtuales por temas, entre sus características más notables destaca que no
existe una moderación de contenido al interior de las comunidades salvo aquella con criterio que
evita los mensaje ofensivos. Al interior de las comunidades se crean redes sociales de pequeña
escala donde los participantes pueden conocer el perfil de otros participantes lo cual tiene como
objetivo acumular capital social.
Uno de los aspectos más innovadores de este portal, es la incorporación de un mecanismo que
facilita la redacción de las propuestas en un lenguaje legislativo, dicho mecanismo se ha nombrado
Wikilégis y ha permitido que las contribuciones sean más proactivas y que se visualicen las
implicaciones técnicas de las mismas.
El desarrollo de este proyecto requirió de integrar actores variados como la Secretaría de
Comunicaciones cuya función consistió en dar difusión a los contenidos generados en la plataforma,
el Centro de Informática que constantemente mejoraba las herramientas tecnológicas, el Centro de
Documentación e Información que proveía información para apoyar las discusiones, la Cámara de
Diputados a través de los asesores legislativos que daba soporte en la elaboración de dictámenes,
textos legislativos y estudios técnicos y el Departamento de Comisiones que vinculaba los debates
presidenciales con los sucedido en la plataforma de e-Democracia.
Desde la perspectiva de Cristiano Ferri Faria, el impacto de esta iniciativa se puede explicar en cómo
impulso a las instituciones a abrirse a la participación ciudadana y que a su vez los actores
gubernamentales visualizaran la necesidad de innovación y las innumerables posibilidades de
nuevas formas de comunicación con el sector social, disminuyendo su resistencia a implementar
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proyectos colaborativos. Así mismo observaron las ventajas de construir equipos de trabajo mixtos
para estimular la creatividad.
Nueva Zelandia
A través de formularios de contribución, el Parlamento de Nueva Zelandia ha generado
instrumentos de participación popular que son analizados por comités en diferentes áreas
temáticas. En estos formularios el ciudadano expone sus motivos de aprobación o rechazo a un
proyecto de ley así como sus propuestas de modificación al texto legislativo, posteriormente se
canalizan a los legisladores para que puedan apoyar sus argumentaciones y sumar al debate
legislativo.
¿Qué ha pasado en México?
En México, algunas de las iniciativas que han comenzando a desarrollarse se impulsaron a partir de
la integración de nuestro país a la Alianza para el Gobierno Abierto, descrita anteriormente. México
fue parte de los países integrantes del Comité promotor de la AGA y presentó en Septiembre del
2011 un Plan de Acción cuyo enfoque residía en la mejora de los servicios públicos, el aumento de
la integridad pública, el manejo de los recursos públicos y el incremento en la rendición de cuentas
corporativa.
En Septiembre de 2014, asumió la presidencia del Comité promotor. Previo a asumir la presidencia
se desarrolló la Semana de la Transparencia y del acceso a la información, una iniciativa que fue
coordinada desde el Senado de la República a través de la Comisión de Relaciones Exteriores y
Organismos Internacionales en conjunto con el Comité de Garantía de Acceso y Transparencia de la
Información y algunas organizaciones de la sociedad civil como el Instituto Nacional Demócrata
(NDI), FUNDAR Centro de Análisis e Investigación y Transparencia Mexicana, durante este evento
se abordaron temas como el Gobierno Abierto, la Transparencia, el Acceso a la Información, la
Rendición de Cuentas y el Parlamento Abierto, que ha sido definido por la organización
Transparencia Mexicana de la siguiente manera:
Es de destacar que los senadores del Partido Acción Nacional propusieron a la Comisión Permanente
una iniciativa para que los órganos de gobierno de ambas cámaras del Congreso de la Unión y de las
legislaturas locales impulsen el modelo de “Parlamento abierto”, los legisladores panistas
consideraron necesario que el Senado, la Cámara de Diputados, los congresos estatales y la
Asamblea Legislativa del Distrito Federal adopten dicho modelo, pues esto reafirmará el
compromiso con la transparencia y la invitación a la ciudadanía a involucrarse con los procesos de
toma de decisión de las cámaras de legisladores. La propuesta de los legisladores, busca que los
ciudadanos puedan accesar de forma sistemática a la información del quehacer parlamentario, así
como hacer uso de los recursos existentes y contar con la posibilidad conocer e interactuar con sus
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representantes, podrán también identificar las propuestas y debates entre grupos parlamentarios,
así como conocer las reformas que se realizan y el impacto que generan en su vida cotidiana.
Hablar de la construcción de un Parlamento Abierto es profundizar en más allá de un proyecto
legislativo para transparentar la información del mismo, es lograr que el Congreso adquiera la
cualidad de abierto, es decir que cambie de manera sustancial la manera en la que los legisladores y
la ciudadanía interactúan, lo que sólo podrá conseguirse a través del establecimiento de espacios de
participación en los procesos de deliberación y toma de decisiones.
Esta propuesta tendrá además que hacer uso de las ventajas de las TIC para su materialización y así
permitir conexiones directas y dinámicas. A la par habrá que contemplar y sumarse a las iniciativas
existentes de apertura de datos públicos y de incentivar la producción y recopilación de datos
relacionados con el quehacer legislativo para motivar a que los legisladores al contar con un acervo
informativo, generen modificaciones sustantivas en la manera en que la que llevan a cabo sus
funciones legislativas como la presentación de iniciativas y reformas, así como la perspectiva desde
la que abordan las diferentes temáticas de discusión en el pleno y generan argumentaciones.
Dentro de los objetivos que esta propuesta persigue, es necesario fortalecer primordialmente el
combate a la corrupción y promover la cultura de las transparencia. Se busca además robustecer el
empoderamiento de la ciudadanía a través del constante monitoreo de los legisladores al mismo
tiempo que se promueve el uso y la apropiación de las TIC en instituciones gubernamentales, así
como la búsqueda y reconocimiento de mejores prácticas. También se persigue el aprovechamiento
de la inteligencia colectiva generada de las acciones colaborativas y la participación social, pues el
potencial de la creatividad de las y los ciudadanos en los procesos de formulación de políticas
públicas hasta ahora ha sido poco explorado.
Una de las metas principales de esta propuesta es que el contenido de los espacios de participación
se logre reflejar en las decisiones legislativas, además de hacer que la ciudadanía entienda mejor los
procesos legislativos y se familiarice con ellos para que pueda participar proactivamente.
Es necesario reconocer que el complejo contexto político e institucional influirá en la adopción e
implementación de estrategias y acciones para poner en marcha un Parlamento Abierto, por lo que
habrá de contemplarse un proceso de sensibilización para que los funcionarios públicos se
relacionen con estos nuevos mecanismos de participación, así como con la incorporación de
tecnologías de información y comunicaciones en la actividad legislativa; esto representa uno de los
retos para la materialización de esta propuesta pues en muchos casos las organizaciones que las
adoptan pueden enfrentar cierta renuencia al cambio.
La propuesta de Parlamento Abierto debe contemplar las siguientes líneas de acción:
I) Elaboración de un sistema de presentación de sugerencias y proposiciones para modificación a
iniciativas de ley o leyes existentes a través de formularios en línea que se canalizarán a comisiones
legislativas por área temática para que se analicen y robustezcan la argumentación y debate.
II) Implementación de consultas públicas por medio de foros en línea sobre anteproyectos de ley y
encuestas electrónicas. Además de promover la realización de debates en vivo a través de
plataformas digitales con objetivos claros sobre los resultados de participación, como orientación
sobre el problema de importancia pública que pretende atacar a través de la ley, posibles soluciones
para resolver o minimizar el problema, y cuestiones relacionadas al contenido de la ley.
III) Plan estratégico de uso de redes sociales para acceder a información sobre el parlamento,
incorporando nuevos formatos digitales de difusión de información como videos e infografías.
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IV) Promoción del uso de los datos abiertos, a través de la realización de una política de publicación
de datos legislativos en formatos reutilizables para su transformación en contenidos que permitan
visualizarse, además de la gestión de expedientes legislativos, como minutas y puntos de acuerdo
que muestren el trabajo de las comisiones.
V) Visualización digital en tiempo real de los procesos legislativos que de seguimiento desde la
presentación de iniciativas, resúmenes del debate legislativo, votación y aprobación.
VI) Agenda de colaboración con Organizaciones de la Sociedad Civil para integración, difusión y
retroalimentación de observatorios ciudadanos y plataformas ciudadanas de monitoreo legislativo.
VII) Elaboración de protocolos digitales de recepción y seguimiento de proyectos de ley
patrocinados por la ciudadanía, que faciliten su difusión y publicación.
VIII) Diccionario de Consulta Digital de términos legislativos, con tutoriales para elaboración de
estructuras de presentación y formalización de las propuestas e iniciativas ciudadanas con la
finalidad de eliminar la barrera del lenguaje o “jerga legislativa”.
IX) Cambio en los procedimientos administrativos para organizar y procesar los contenidos
resultantes de las contribuciones ciudadanas, reingeniería de procesos.
La idea del parlamento participativo, por lo tanto, está asociada con la intensificación de la relación
entre la representación y la participación, bajo la premisa anteriormente discutida sobre la
incorporación de las aportaciones de la sociedad en el proceso legislativo, que traerá beneficios en
la toma de decisiones legislativa y enriquecerá sus contenidos y agendas, acercándolas a las
necesidades y preocupaciones de los ciudadanos a lo que representa y ante quienes debe responder
en todo momento y prioritariamente.
Para poder medir el impacto de las líneas de acción anteriormente descritas para consolidar un
Parlamento Abierto se sugiere realizar constantemente un análisis cuantitativo y cualitativo de
enfoque sistemático del contenido de las participaciones en las que se agrupen el tipo de
preocupaciones predominante por parte de los participantes, los puntos que merecen mayor
atención y el perfil de los participantes en las plataformas digitales.
Las plataformas en línea pueden incorporar métricas que muestren los niveles de interacción entre
la institución y la ciudadanía, y la rapidez y calidad de la respuesta por parte de los legisladores. Se
puede además valorar el impacto o la incidencia del contenido generado en la plataforma sobre el
discurso de los congresistas, así como la influencia de las propuestas en las decisiones legislativas.
Además, habrá que hacer un diseño y análisis constante de las interfaces tecnológicas utilizadas para
garantizar la sostenibilidad del proyecto, ya que el cambio constante de la tecnología requiere de la
innovación persistente para mejorar los rendimientos de la participación. Mientras que para
asegurar una adopción de la tecnología por parte del usuario de la plataforma se deberán incorporar
tutoriales de simple explicación sobre el uso del sitio web del Parlamento Abierto, que respondan y
se adelanten a preguntas frecuentes por parte del ciudadano facilitando su navegación por la página.
Así se podrá dejar en claro qué se espera de la participación en el sitio, cómo y cuándo participar y
cómo dar seguimiento a sus propuestas. Integrar un equipo multidisciplinario para dar soporte
técnico y crear las herramientas tecnológicas permitirá tener actualizada la plataforma, a la par del
desarrollo de protocolos de inversión en tecnología que aseguren un coste más bajo del
mantenimiento del proyecto.
Es así que esta propuesta de Parlamento Abierto se concibe de manera general como una forma de
asociación entre el Estado y la sociedad, que pone a su disposición mecanismos de participación.
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Los resultados de esta iniciativa podrán fortalecer la capacidad de mediación política durante los
procesos legislativos, a la par de agregar valor a participación social a través de la tecnología; en
suma, el Congreso podrá viabilizar interacciones de mayor calidad que permitan recobrar la
confianza de la ciudadanía.
Lograr la consolidación de un Parlamento Abierto es modernizar el poder legislativo y fortalecerlo,
lo cual a su vez contribuye a la gobernabilidad democrática. Hablar de gobernabilidad democrática
es aludir a la calidad y eficacia de las instituciones, donde se contempla a la ciudadanía desde un
enfoque de derechos y de respeto a la soberanía. Es así que la propuesta sobre Parlamento Abierto
permite explorar otras formas de democracia, que contribuyan a fortalecerla y profundizarla, y que
se adaptan al contexto actual y a las modalidades contemporáneas de democracia deliberativa y de
la democracia digital.
La democracia deliberativa es aquella que se genera a través de un modelo basado en la toma de
decisiones en espacios abiertos y colaborativos, donde participa activamente la sociedad civil en los
asuntos públicos. Lo anterior requiere la acción gubernamental desde una perspectiva de
integración de la ciudadanía en la discusión pública que fomenta además la participación de los
diferentes sectores en el diseño y prestación de los servicios; así como la conformación de la agenda
pública. Podemos visualizar la democracia deliberativa como la afirmación de la razón en la
soberanía popular y de su derecho a exigir el complimiento y el refrendo cotidiano del contrato
social.
Para generar democracias deliberativas se requiere, como expresa Habermas(1996) citado por
Ferri Soares (2013), que se cumplan por lo menos cuatro condiciones: a) Cada persona necesita
tener la habilidad de expresar sus propias ideas y criticar abiertamente a otra b) La asociación de
los conceptos de fuerza y poder con el estatus social debe ser eliminada c) Los argumentos basados
en el apelo a la tradición o al dogma necesitan estar expuestos d) La verdad se logra mediante la
búsqueda del consenso. Así mismo se necesita de aprender a hacer gestión de la participación, es
decir buscar calidad en las prácticas participativas, especialización de los temas debatidos, así como
lograr que el resultado de las mismas presione a los representantes a que ejerzan sus funciones en
mejora continua.
Cambiar de esquemas en el ejercicio gubernamental significa impulsar el desarrollo de nuevas
habilidades en quienes ocupan los cargos públicos, esto redimensiona la democracia y a su vez invita
a renovar la ciudadanía, recuperando la voz de la sociedad civil en los asuntos públicos.
Se puede comprender la democracia digital como las prácticas en las instituciones políticas que
hacen uso de las tecnologías de información y comunicaciones para auxiliar a la ciudadanía a
fiscalizar a los gobernantes y sus acciones. Por otro lado, la democracia digital no solo refiere a la
incorporación de tecnologías de información y comunicaciones, sino el cambio de mentalidad de la
ciudadanía sobre las burocracias tradicionales, donde la colaboración y los enfoques participativos
son el medio para lograr cambios fundamentales. Por tal razón, como no nos cansaremos de repetir,
las tecnologías de información y comunicaciones sólo son un medio para lograr un cambio
fundamental en la forma en la que el sector pú blico se relaciona con el sector privado y social.
La democracia digital puede hacer uso de diferentes técnicas según el fin que pueda lograr, este
puede ser desde garantizar la transparencia de los procesos políticos o generar opinión pública de
mayor calidad a través de nuevos espacios de participación, hasta afirmar el compromiso ciudadano.
Este enfoque de la democracia permite que se dé mayor visibilidad y viabilidad a las contribuciones
de la ciudadanía y que influyan en la toma de decisiones.
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SEXTO CAPÍTULO
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Las sociedades actuales enfrentan algunas dificultades para actuar colectivamente, los individuos
se encuentran preocupados por conservar sus derechos e intereses particulares por lo que
difícilmente se ocupan de la procuración de intereses más generales, lo anterior hace necesaria una
reflexión seria de la importancia de hacer compatibles la libertad individual con la vida en
comunidad y de alguna manera volver a generar sentido de pertenencia en el establecimiento de
metas comunes.
Para la consecución de esta tarea, es menester recuperar la noción de comunidad y mostrar su
compatibilidad con la del individuo, con el que guarda una relación de mutua implicación: no hay
comunidad sin individuos ni individuos más que en el seno de la comunidad. La actividad en
comunidad implica alinear el interés individual con la solución de los problemas sociales, al tiempo
que se salvaguardan la integridad de los derechos individuales.
Al final la sociedad funciona como un todo y se articula como un sistema, por lo que acercarse a su
entendimiento a partir de la teoría de sistemas permite tener una perspectiva más amplia en torno
a su desarrollo y el de la democracia.
La teoría de sistemas pone el acento en el análisis de las estructuras y sus dinámicas complejas. Un
sistema se constituye a partir de la distinción con su entorno, diferenciándose e integrando
elementos en su seno. Los elementos que lo componen interactúan y se retroalimentan formando
cadenas de acciones que pueden llevar al desarrollo o estabilización del mismo. En este sentido
hablar de un sistema político, incluye el planteamiento sobre que los ciudadanos introducen
demandas de sus necesidades que al procesarse dan como resultado políticas públicas, al
satisfacerse las necesidades de la población el sistema se estabiliza, mientras que la acumulación de
demandas no resueltas tensa la dinámica, por ello la solución a una problemática dentro del sistema
requiere de establecer conexiones entre los actores del sistema a través de sus interrelaciones e
interacciones más o menos organizadas.
Para Niklas Luhmann (1996:77-78) un sistema
Esto es de la mayor relevancia porque corta de tajo una dicotomía que ha sido sumamente
perniciosa en el pensamiento social y político y que opone al individuo con el sistema, el individuo,
desde esta perspectiva, es un elemento del sistema que se constituye como tal, como individuo,
mediante la diferencia, por la diferencia y en la diferencia que conforma al mismo sistema, de tal
forma que el sistema social se conforma como “una específica configuración de relaciones sociales
(Zolo, 1992:4).
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Aunque los elementos solidarios de las sociedades contemporáneas se han visto erosionados por
procesos diversos, entre los que cabe destacar el aumento de la complejidad y la diferenciación
social y la agudización de la competencia política y económica que le acompaña, la integración y
solidaridad siguen siendo elementales para el sistema en su conjunto. En este sentido la democracia
es el sistema social que ha mostrado responder mejor y de manera más equilibrada a la complejidad,
que se manifiesta como “la amplitud de rango de posibles elecciones y en el alto número de variables
que los agentes debe tomar en cuenta en sus intentos por resolver problemas de conocimiento,
adaptación y organización” (Gleizer, 1992:20).
Se necesita del desarrollo de características como la cohesión social y la confianza interpersonal
entre sectores de las sociedades, ya que cuando existen dichos factores la acción colectiva se vuelve
más sencilla y los ciudadanos recurren con mayor frecuencia a la resolución de problemas
comunitarios.
La esencia de la democracia y de la ciudadanía activa es la vida en comunidad, en donde los
individuos buscan resolver de manera conjunta y solidaria sus necesidades. La actividad
comunitaria involucra esfuerzos colectivos para solucionar problemas sociales, lo cual nos lleva a
pensar en las debilidades de la acción colectiva en nuestros días y cómo la participación ciudadana
podría beneficiar al funcionamiento de la democracia.
Una de las estrategias a seguir por los Estados es el fortalecimiento de su capital social para
favorecer la coordinación de los individuos en su beneficio mutuo, siendo así la confianza entre los
actores de la sociedad primordial para los regímenes democráticos. “El capital social es considerado
como un lubricante que logra una sociedad más eficiente, ya que las personas se organizan en
grupos para demandar más de sus gobernantes y resolver problemas comunes” (Putnam, 2000).
Desde la perspectiva de James Coleman, el capital social consiste en los recursos a los que acceden
los individuos que se insertan en estructuras basadas en las relaciones sociales, ya que al ser una
forma de capital implica que este puede ser productivo y que es vital para el logro de ciertos fines,
pues se hace un aprovechamiento de la buena relación que existe entre los individuos de una
sociedad y por tal es un activo imprescindible.
El capital social se puede medir con base en la cantidad y calidad de redes de relaciones, el grado de
confianza que las personas tienen entre sí y hacia las instituciones, así como a través de la
efectividad del gobierno para representar, solucionar conflictos y prestar servicios. Las redes y los
vínculos que se dan entre personas generan valor para la comunidad “de la misma manera que el
destornillador (capital físico) o una formación universitaria (capital humano) pueden aumentar la
productividad (tanto individual como colectiva), así también los contactos sociales afectan la
productividad de individuos y grupos” (Putnam, 2000).
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a su vez ha de considerar que para contar con legitimidad en el sistema político es necesaria la
participación activa de quienes los eligen.
En la actualidad la ciudadanía tiene dificultades para identificarse con ‘lo público’, al relacionarlo
con los asuntos de gobierno o con aquello que solo concierne a los actores políticos. Es común que
la ciudadanía sólo reconozca el voto como medio de participación política directa, por lo que aún no
se visualiza como actor estratégico en la democracia con la capacidad de transformar su entorno.
En México la ciudadanía aún se encuentra en un proceso de construcción por lo que se tiene el reto
de superar la desconfianza que aún guarda –desgraciadamente, muchas veces con razón –, hacia el
sistema político y con el sistema social en general, sobreponiéndose a los desencantos y decepciones
experimentados con los magros e insuficientes resultados de nuestra democracia. El nivel de
participación y ejercicio de los derechos y recursos democráticos directos como el referéndum o
plebiscito sigue siendo demasiado endeble, además de que apenas dieciocho entidades cuentan con
leyes de participación ciudadana.
Para conocer con mayor profundidad las características y el panorama actual de la ciudadanía
mexicana, así como aquellos factores que han incidido en su desarrollo, la lectura del Informe País
sobre la Calidad de la Ciudadanía en México 2014 realizado por el Instituto Federal Electoral (IFE),
presenta algunos datos importantes que podrían ayudarnos a profundizar en su comprensión.
En dicho informe, el Instituto Federal Electoral remite la calidad de la ciudadanía al régimen de
libertades, derechos y verdaderos mecanismos de protección existentes en una sociedad. El informe
señala graves debilidades en los sistemas legales, así como una operación deficiente por parte de las
agencias gubernamentales para generar confianza en su actuación y lograr un Estado de derecho
democrático.
La democracia es percibida por una parte importante de la ciudadanía mexicana como un sistema
donde muchos participan y pocos ganan –lo contrario de lo que una democracia tendría que ser–; lo
cual puede relacionarse con el sistema electoral en el que unos cuantos son seleccionados para
ocupar puestos públicos, generando, adicionalmente, un déficit de representación.
Por ejemplo, el 48% de los encuestados estuvo de acuerdo con la afirmación de que en la
democracia muchos participan y pocos ganan. Algunas diferencias de opinión varían conforme al
nivel de estudio de los encuestados, es decir, hasta un 55% de la ciudadanía con estudios superiores
concibe a la democracia mexicana como un sistema
donde muchos participan y pocos ganan, en
contraposición al 46% de quienes contaban con menos estudios.
Los partidos políticos exponen un déficit de representatividad y confianza, sobre todo entre los más
jóvenes, de 18 a 29 años de edad, quienes en un 52% no se identifican con ningún partido; además
de que cerca de tres cuartas partes de la población cree que los políticos no se preocupan por ellos.
En relación a la confianza en las instituciones, se muestra que ésta en México es baja; siendo el
Ejército (62%), los maestros (56%) y las iglesias (55%) las instituciones en las que la ciudadanía
mexicana tiene más certidumbre. Se muestra de la misma manera que los encuestados confían un
poco más en el gobierno federal (36%) que en el gobierno de su estado y municipio (30%). Por su
parte, la confianza en los partidos políticos y los diputados está por debajo con un 20%, y la
confianza en la autoridad electoral es de un 34 por ciento.
Las conversaciones entre personas sobre política es la actividad o forma de participación más
común entre la ciudadanía mexicana, dicha actividad constituye casi un 40% de la participación no
electoral. La segunda actividad más común consiste en la asistencia a reuniones de cabildo
municipal o delegacional, mientras que apenas un 11% de los ciudadanos colabora en actividades
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de las campañas electorales con los partidos y un porcentaje similar comparte o lee información
política en las redes sociales. Un aspecto interesante de la región sur es que es donde se encuentran
más ciudadanos que realizan firma de peticiones en señal de protesta (58%) y que participan en
manifestaciones o protestas públicas (68%).
La asociación es todavía una práctica que la ciudadanía mexicana requiere fortalecer, aún se observa
cierta incapacidad de cooperación en el ámbito político para poder generar influencia en el gobierno
y unir intereses. El informe sobre calidad de la ciudadanía muestra que aún es baja la membresía en
grupos y asociaciones de la vida comunitaria, para ello se preguntó en torno a la pertenencia de 12
tipos de organizaciones, siendo las más concurridas en participación las asociaciones religiosas
(21%). En segundo lugar se ubican las asociaciones de padres de familia, donde 6% de los
encuestados es miembro activo y 13% ya lo era con anterioridad, sumando en total 19 por ciento.
Las organizaciones deportivas ocupan el tercer lugar, con una tasa de participación total de 15%,
mientras que los partidos políticos cuentan con un 3% de pertenencia de los encuestados y un 4%
se ha asociado a sindicatos. La participación en grupos estudiantiles tiene un nivel total de 10%, y
en el caso de asociaciones culturales 8% de los mexicanos reporta ser miembro. En relación a las
asociaciones vecinales el nivel de membresía llega a 7% a nivel nacional, mientras que las
asociaciones de voluntariado o beneficencia, cuentan con un nivel de participación de 5% en total.
Las ventajas del asociacionismo posibilitan constituir más fácilmente capital social y generar
eventualmente un compromiso cívico ya que el trabajo en red permite generar reciprocidad,
intercambio y equidad en el trato. Las interacciones constantes entre las personas generan lazos de
confianza e intercambio de información, asociarse es un medio para conseguir el empoderamiento
de los ciudadanos y fortalecer su voz en el sistema político. De manera adicional el sentido de
pertenencia a una sociedad revalora la democracia e invita al entendimiento de las diferencias entre
los diferentes grupos y sus intereses.
Cultura política
El rol de la cultura política en el sistema político repercute en el diseño institucional y las formas de
conducirse de los actores políticos, en su conformación influyen aspectos sociales, económicos,
educativos así como procesos de desarrollo histórico particulares a cada sociedad. Esta se integra a
su vez por el comportamiento de la ciudadanía, la dinámica del electorado, la actuación de los
partidos políticos y grupos de presión, la colaboración ciudadana y de la sociedad civil, dando
detalles sobre como socializan los actores del sistema y cómo norman su proceder.
Así como la cultura puede entenderse desde el conjunto de creencias, valores, tradiciones, rituales
y costumbres de un grupo social determinado, en el ámbito político estos se convierten de igual
forma en aspectos influyentes. Por otro parte la percepción de los individuos respecto de los
asuntos políticos condiciona sus pautas de acción, aunque desde una perspectiva sociológica se
puede afirmar que la cultura política se delinea alrededor de las estrategias para la conservación del
poder.
Hacer una descripción de la cultura política permite observar algunas modificaciones significativas
en las instituciones y procesos del sistema político. México cuenta con un desarrollo histórico lleno
de sucesos que han modificado a lo largo del tiempo sus estructuras sociales. Para la consolidación
de un régimen democrático el país ha pasado por acontecimientos como la Revolución Mexicana a
principios del siglo XX que llevaría a la promulgación de la Constitución de 1917, con ideales
sociales, nacionalistas y liberales, pero con enérgicos disposiciones a favor de la concentración del
poder en una presidencia de carácter fuerte. Posteriormente se formaría un partido hegemónico
nacional convocado por Plutarco Elías Calles para unificar las distintas facciones revolucionarias y
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La noción de que la participación en la sociedad civil es una forma de generar contrapesos a los
poderes políticos ha ido permeando poco a poco en la ciudadanía y, pese a todo, ha contribuido en
forma relevante al fortalecimiento de la democracia. Una de sus labores más importantes ha sido el
monitoreo electoral para evitar que se cometan fraudes, así como la posterior reducción del gasto
de los partidos políticos en campaña. A pasos cortos pero significativos se han comenzado a delinear
políticas públicas que impulsen este sector, como es el caso de la generación de una Ley Federal de
Fomento a Actividades realizadas por Organizaciones de la Sociedad Civil.
La cultura política es cambiante y está sujeta a muchas condiciones del entorno que la permean. Es
así que en un escenario más reciente podemos describirla a partir de a Encuesta Nacional sobre
Cultura Política y Prácticas Ciudadanas realizada por la Secretaría de Gobernación, que mide
aspectos tales como el interés en la política y en los asuntos públicos, los niveles de información y
conocimiento político, la confianza en las instituciones, los niveles de acción y hábitos políticos, la
eficacia ciudadana, la ideología y preferencia partidista, la participación electoral, la tolerancia,
discriminación, libertad y las expectativas ciudadanas, entre otros.
Realizada en el 2012, la encuesta fue aplicada a 3 mil 750 hombres y mujeres mayores de 18 años.
Entre sus principales resultados destacan que ocho de cada diez ciudadanos perciben la política
como un tema muy complicado o algo complicado. El setenta y seis por ciento de los ciudadanos
eligieron a la televisión como el medio de comunicación al que acuden con mayor frecuencia para
enterarse de lo que pasa en política. Seis de cada diez ciudadanos ven a la democracia como la forma
de gobierno que más prefieren. En cuanto a la confianza institucional, las siguientes instituciones
resultaron ser las mejor evaluadas por parte de los ciudadanos: Médicos, Iglesia, Maestros, Ejercito,
Televisión y los Militares. Los que recibieron la peor calificación por parte de los entrevistados
fueron: Sindicatos, Diputados, Senadores, Partidos Políticos y la Policía. Un sesenta y cinco por
ciento de los ciudadanos entrevistados declararon tener poco interés en la política.
Los niveles de corrupción que perciben los ciudadanos en los tres niveles de gobierno resultaron
ser muy elevados; sin embargo, ubican al municipio como el nivel de gobierno en el que se registra
un menor grado de corrupción. Cuatro de cada diez ciudadanos piensan que en el futuro tendrán
menos posibilidades de influir en las decisiones de gobierno. Sobre la idea que tienen los ciudadanos
del rumbo que lleva el país, sesenta y cuatro por ciento contestó que el país no va por el rumbo
adecuado. Ante la existencia de un problema que aqueja a la ciudadanía, resultó que las acciones
más frecuentes a las que recurre el ciudadano para darle solución son: organizarse con otras
personas, quejarse ante las autoridades y firmar cartas de apoyo.
Sobre la necesidad que tiene nuestro sistema político de contar con partidos políticos, un tercio de
los encuestados los percibe como poco o nada necesarios. Mientras que cuarenta y cuatro por ciento
de la población entrevistada encuentra que para trabajar en una causa común resulta difícil o muy
difícil organizarse con otros ciudadanos. Ocho de cada diez ciudadanos está de acuerdo o muy de
acuerdo en que el ejercicio del voto es el único mecanismo con el que cuentan para decir si el
gobierno hace bien o mal las cosas y tres cuartas partes de los ciudadanos entrevistados dijeron
sentirse muy orgullosos de ser mexicanos.
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El ciberespacio podría concebirse como un nuevo espacio para la actividad política, que además de
ser un espacio abierto sin forma definida, se encuentra en constante transformación y recibe
retroalimentación activa de sus participantes, en él se construyen nuevas identidades resultado de
las interacciones entre sus diversos usuarios y se rompe con las jerarquías, obligando a que se
generen formas de organización horizontales, muchas veces con liderazgos difusos e influencias
desde muchas aristas.
El ciberespacio es flexible y moldeable, y ha abierto nuevos horizontes para la discusión política,
creando modos variados para el activismo donde hay lugar para la experimentación y para retar los
viejos paradigmas, así como para desafiar las viejas estructuras. Dentro de la interacción que se
realiza en él hay espacio para los argumentos encontrados en la divergencia, para poder expresarse
con libertad y disentir de la opinión de otros, pues el orden en la participación colectiva o la
democracia en las discusiones se da de forma orgánica por la naturaleza de las plataformas o de los
mismos aparatos electrónicos.
Las TIC han permitido que este proceso ocurra en forma continua, pues permite reconocer espacios
con quien sumar para cierta causa, pudiéndose generar nuevas formas de participación ciudadana
y aprovechar su valor agregado, pues facilitan el trabajar en red, lo cual a su vez propicia ejercicios
de inteligencia colectiva.
Las redes que se generan a través del ciberespacio pueden verse como estructuras sociales, como
sistemas abiertos, dinámicos y extremadamente sensibles a la innovación, lo que permite agilizar
extraordinariamente el flujo de la información y compartir intereses comunes a través del dialogo
y la concertación.
Las redes tienen un valor significativo como el capital social, ya que a través de ellas la cooperación
se realiza de forma ordenada logrando interacción con reciprocidad entre sus miembros. Si bien el
reto de la ciudadanía es incrementar su capacidad para asociarse y organizarse, de manera
optimista podemos recordar la teoría de los seis grados de separación que explica que cualquier
persona puede estar conectada con otra persona del planeta en no más de seis conexiones, situación
que en la actualidad puede darse de forma más asidua a partir de una mayor penetración de internet
y del nacimiento y auge de las redes sociales que ha contribuido a disminuir las distancia y aumentar
la conectividad entre las personas alrededor del mundo.
Esta teoría surge de un experimento realizado por el profesor de Harvard, Stanley Milgram, quien
midió la longitud de conexiones entre personas en algunas ciudades de Estados Unidos. Para el
desarrollo de este experimento seleccionó diferentes individuos al azar y les entregó un paquete
con una carta explicándoles que debían hacerlo llegar a alguna persona en otra ciudad con solo
algunos datos del destinatario sin incluir la dirección, para ello podían entregar el paquete a alguien
que viviera en la misma ciudad y que tuviera posibilidades de conocer al destinatario. Una vez que
lo enviaban ponían su nombre en una lista y el siguiente destinatario realizaba lo mismo, al tiempo
que enviaban una carta a Milgram, para que pudiera seguir la pista del paquete. Una vez que el
destinatario final recibía el paquete, los investigadores contaban el número de personas a las que
había sido enviado y concluyeron que la población de Estados Unidos estaba separada por un
promedio de seis personas.
Posteriormente, en 2008 una empresa de mensajería instantánea repitió el experimento analizando
30 millones de conversaciones electrónicas entre cerca de 180 millones de sus usuarios en el
planeta, y concluyeron de igual manera que se necesitaban 6,6 personas para llegar a cualquier ser
humano en el planeta.
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Se requiere de ciudadanos que constituyan y den vida a los espacios públicos desde la reflexión y la
propuesta; el ciudadano forma parte de una sociedad y no sólo se construye desde la individualidad
sino que es interdependiente de las relaciones y el contacto con otros individuos y con la comunidad.
Junto con una nueva concepción de la ciudadanía, hemos de incluir su extensión en el plano digital,
bajo cuyo enfoque se observa al individuo consiente de la posibilidad de generar contacto con otros
individuos y con el resto de la sociedad haciendo uso de todo el potencial de las tecnologías de
información y comunicaciones; el ciudadano digital reconoce en la tecnología una herramienta
fundamental para dinamizar los procesos sociales y políticos.
El reto para la consolidación de una ciudadanía digital reside en que el individuo se apropie de las
nuevas herramientas de comunicación y haga uso de tales espacios para impulsar y catalizar su
participación en aquellos temas que le conciernen como integrante de una sociedad. Esta visión de
las TIC busca humanizarlas, recordando que las comunidades se fundan a partir de la comunicación
abierta y racional, así como del intercambio de información y recursos en la búsqueda de soluciones
compartidas a los problemas individuales y colectivos.
Para habilitar una ciudadanía digital habrá que generar estrategias de aprendizaje que permitan
aumentar las habilidades digitales, así como para lograr hacer uso de los espacios de participación
de manera responsable y con miras a la transformación social.
Quedará como tarea del Estado garantizar el acceso a internet de forma igualitaria e incluyente,
proveer de infraestructura, generar espacios y dotar de recursos para el aprendizaje y desarrollo de
habilidades digitales, así como garantizar el derecho de acceso a la información, en un marco de
transparencia y velando por la seguridad y privacidad de la información particular; además de
gestionar espacios de todo tipo que promuevan y faciliten la participación toma de decisiones
colectiva. Por su parte, el ciudadano digital deberá trabajar para incrementar sus habilidades de
manejo de información, como la valoración de las fuentes, la búsqueda de datos, la toma de
decisiones a través de ellos y la creación de nuevos productos.
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Figura 18.0 autor Organización Desarrollando América Latina. “Hackathon en Santiago de Chile
dentro de DAL2013 en la Universidad Finis Terrae”. Iniciativa para el desarrollo de aplicaciones de
impacto social y promoción de la innovación y el emprendimiento en diversos países de América
Latina. Desde 2011, organizadores en diversos países se han sumado para gestionar eventos de
datos abiertos en toda la región, a través de competencias colaborativas de desarrollo de
aplicaciones que den soluciones creativas a las diversas problemáticas de las ciudades
latinoamericanas.
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A este respecto resulta conveniente hacer alusión a lo que me parece que debemos perseguir en pos
de avanzar hacia un horizonte utópico de la democracia al que si bien nunca se llega siempre se
avanza hacia él y siempre está ahí para orientar el presente.
Democracia es un anhelo y un principio rector que se encarga de consolidar una repartición del
poder tal que nunca nadie en particular tenga todo el poder y en el que la negociación y el consenso
se impongan a los distintos actores como lo más económico en la lucha por ese mismo poder; es un
sistema de contrapesos, incentivos y castigos que involucra a sus actores a luchar dentro del marco
de las reglas establecidas y acordadas, so pena de quedar fuera del juego político.
Así, se tiene que llegar a un arreglo que logre limitar el afán ilimitado de poder por parte de
cualquiera. La búsqueda del poder debe quedar inextricablemente mediada por la limitación al
mismo que impone el sistema. En una democracia el que busca el poder acepta, entiende, cree y se
ve obligado a verlo limitado y a cederlo. En una democracia real nunca nadie tiene todo el poder ni
nadie carece totalmente de él, nunca nadie lo detenta indefinidamente ni nadie se ve excluido de su
ejercicio de manera sistemática. La ciudadanía digital y el gobierno abierto nos acercan, sin lugar a
dudas a este ideal democrático
Creo profundamente que sólo si se está convencido de todo esto existe la posibilidad de avanzar
hacia principios plurales de tolerancia, libertad, justicia e igualdad, y, por su intermediación, hacia
formas de convivencia colectivas siempre mejores y perfectibles. Lo contrario nos lleva de vuelta a
los umbrales de autoritarismos y totalitarismos que se supone habíamos dejado atrás y en los que
la ley siempre es la ley del más fuerte y la norma es la aplicación arbitraria y violenta del poder
unilateral.
Bibliografía Consultada
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