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CARTAS DE MIGUEL GRAU SEMINARIO

"Muy queridísima esposa:

Ayer tuve el grato placer de recibir tu ansiada y esperada cartita del 19 en curso,
cuya lectura me llenó de contento porque me anunciabas que tú, vida mía, y los
niños se conservaban a Dios gracias sin novedad. Te aseguro esposa querida,
que tanto como tú, lamento la inseguridad que hay ahora con la venida y salida
de los vapores; pues me parece que sólo cada siglo recibo carta tuya, razón por
la cual más me aburro de estar separado de ti tanto tiempo."

La Primera Digital | 10 octubre 2013 12:10 AM | Cultura | 26.4k Lecturas

Última carta de Miguel Grau escrita a su esposa

Sin embargo, tu crees que no te extraño y que cuando te escribo, es sólo el


momento en que me acuerdo de ti, lo que te prometo no es exacto, porque te
tengo siempre presente en mi memoria y en el corazón.
Hoy tengo que salir acompañando al “Chalaco” que lleva tropa para Iquique;
regresaremos mañana a este puerto, donde espero al vapor que debe llevarte
esta carta, anunciándote que yo sigo bien de salud.
Se está moviendo el buque con el balance, que apenas puedo escribir. Tu mamá
me ha mandado una gorra muy lujosa. Salúdala y dale las gracias en mi
nombre. Parece que ella te ha ocultado que me la enviaba, porque creías que
era regalo de Dolores.
Había resuelto no contestarte nada respecto al asunto presidencia, porque
francamanente, me parecía era una broma, pero al ver que me lo repites
nuevamente con cierta seriedad, debo decirte, que no pienso en tal cosa; por lo
menos por ahora, que aún conservo la razón.
No recuerdo si en alguna de mis anteriores te he dicho que he resuelto
definitivamente quedarme de simple comandante del Huáscar y al tomar esa
medida, ha sido obligado por varias razones entre otras la de tener que huir a
la vista de un blindado como lo hago ahora, con mi insignia izada; cosa que
no podría soportar sin morirme de vergüenza como almirante. Segundo: que
yo no veo un solo jefe, para comandante del «Huáscar», que maneje este buque
como lo hago yo, por la larga experiencia que tengo de él. Esto puede ser
vanidad o todo lo que se quiera, pero es la pura verdad.
Luego el Gobierno al remitirme el despacho, ha debido también mandarme el
nombramiento de Comandante General de la escuadra y no dejarme de simple
jefe de la ridícula división que tenía a mi cargo, en fin hay otras circunstancias
más que sería largo enumerar. Hazme el favor de reservar esta, porque no
conviene todavía que se sepa. Sólo a mi hermana Dolores se lo puedes referir,
con la indicación conveniente.
Para proceder con decencia en este asunto, renuncié también al sueldo de
contralmirante, pero el director de la Guerra no ha aceptado esta parte.
No dejes de darle a la madre del barbero Flores, treinta y dos soles que me ha
entregado por este mes .El Colán se ha gastado todo su sueldo, pues poco rato
después de haberle pagado, dijo que ya no tenía, dale, sin embargo, los nueve
soles a María.
No olvides de decirle a Gómez que vaya a la “Paternal” a cobrar la inscripción
ya vencida de María Luisa. Con parte de este dinero puedes complarle a los
muchachos un poco de ropa de paño y blanca.
Necesito un retrato grande para la Municipalidad de Sucre. Mándalo hacer
donde Courret. Te mando un barrilito de aceitunas para que me hagas el favor
de enviárselo a Rosita Orbegoso a mi nombre y sin que nadie lo sepa para que
no se resientan otros.
Ahora cuatro días cuando estuve en Ilo, me dijo Vicente Vico (alias) Garibaldi,
que te había mandado por conducto de su agente un barrilito de aceitunas, pero
que ignoraba si lo has recibido o no porque nada le has contestado
Creo vida mía que me olvidé darte las gracias por el riquísimo dulce que me
mandaste con Ferreyros, recíbelas pues, aun que sea tarde.
En mi cámara nada puedo tener, porque como somos tantos de mesa, se
consume todo lo que se compra, al instante. Dile a mi hermana Dolores, que
después de cerrada su carta, me acordé de pedirle que cuando haya guayabas,
me haga un poco de dulce de esa fruta. "
Septiembre 28
Son las 12 y media del día y acabo de fondear de regreso de Iquique. Aquí me
he encontrado con un vapor alemán, que probablemente saldrá hoy día directo
al Callao, así que felizmente vas a recibir esta carta con más anticipación que
lo que yo había pensado, pues el vapor de la carrera tiene ya dos días de atraso,
y no está aún a la vista.
También he encontrado otro vapor del norte, que seguramente me habrá traído
carta tuya. Ya he mandado un bote a tierra por ella. Ojalá no sufra alguna
decepción, pues es el único consuelo que tengo por acá, es ver tus cariñosas
letras.
No dejes de mandarme hacer un terno de ropa de uniforme, con sus respectivas
insignias, menos presillas y gorra que ya me han regalado.
Mis cariños a los muchachos y tú vida mía, recibe un abrazo junto con el
corazón de tu esposo que te idolatra. Miguel
Saluda a todos los amigos. He leído tu cariñosa cartita del 23, en estos
momentos, y por ella sé que a Dios gracias, que tú, vida mía y los niños
quedaban sin novedad. No te digo más,porque temo se vaya el vapor
alemán........(ilegible)...siempre borracho, ayer lo castigó Aguirre bañándolo
porque se emborrachó y nos dejó sin almorzar.. Recibe un millón de caricias
en premio a tu deseada y larga cartita.
Miguel
El mismo día que Grau partió de Arica al Sur, escribió apuradamente otra
carta corta a su esposa. Sería esa la última comunicación que enviaría a
doña Dolores Cabero de Grau.
Monitor «Huáscar”, Iquique, 30 de setiembre de 1879
Muy querida esposa:
Esta tarde llegué a este puerto convoyando al transporte «Rímac» que ha
desembarcado la tropa aquí. En este vapor creí recibir carta tuya,
desgraciadamente no ha sucedido así, lo que me ha contrariado, pero
comprendo que no lo has hecho, porque seguramente ignorarías la salida de
esos buques del Callao
El “Huacho” va a salir para el Callao y he querido vida mía, aprovechar esta
oportunidad para ponerte cuatro líneas, saludándote y mandándote un millón
de cariños, lo mismo que a los niños.
Reservado.-Esta misma noche voy a salir con la «Unión» a una corta
excursioncita por el sur. No hay peligro ninguno, por consiguiente, no tienes
porque alarmarte, ni menos asustarte. Saluda a mis hermanas y a Gómez, lo
mismo que a Misia Luisa y demás familia.
Con un fuerte y cariñoso abrazo, se despide tu constante esposo que te idolatra
y recuerda a cada instante.
Miguel
P.D. A Justiniano no lo he visto

Monitor “Huáscar”, Pisagua, Junio 2 de 1879

Dignísima señora:

Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a usted y siento


profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar,
contribuya a aumentar el dolor que hoy, justamente, debe dominarla.

En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas
de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso
esposo, el Capitán de Fragata don Arturo Prat, Comandante de la
“Esmeralda”, fue, como usted no lo ignorará ya, víctima de su temerario
arrojo en defensa y gloria de la bandera de su Patria.

Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola


en su duelo, cumplo con el penoso deber de enviarle las, para usted,
inestimables prendas que se encontraron en su poder y que son las que
figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún
pequeño consuelo en medio de su gran desgracia, y para eso me he
anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la
oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con
que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.

Miguel Grau

Asimismo, la viuda de Prat respondió el gesto de Miguel Grau con una


misiva de agradecimiento:

Valparaíso, 1° de Agosto de 1879

Señor don Miguel Grau.

Distinguido Señor:

Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del "Huáscar", en 2 de


Junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se
digna usted a acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la
muerte de mi esposo, y tiene la generosidad de enviarme las queridas
prendas que se encontraron sobre la persona de mi Arturo, prendas para
mí de un valor inestimable, por ser, o consagradas por su afecto, como
los retratos de mi familia, o consagradas por su martirio, como la espada
que lleva su adorado nombre.

Al proferir la palabra martirio, no crea usted, señor, que sea mi intento


inculpar al jefe del "Huáscar" de la muerte de mi esposo. Por el contrario,
tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de
innobles pasiones, sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor,
cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y
de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada,
y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un valioso trofeo,
poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio
extraordinario por el hecho mismo de no haber sido rendida; un jefe
semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, a
haberlo podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un
sacrificio tan estéril para su Patria como desastroso para mi corazón.

A este propósito, no puedo menos de expresar a usted que es altamente


consolador, en medio de las calamidades que origina la guerra,
presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas
inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres
de la epopeya antigua.

Profundamente reconocida por la caballerosidad de su procedimiento


hacia mi persona, y por las nobles palabras con que se digna honrar la
memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente de usted atenta
y afectísima,

S.S. Carmela Carvajal de Prat.

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