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América y el diccionario
A Coruña 2006
Servizo de Publicacións
Universidade da Coruña
4
América y el diccionario
Campos Souto, Mar; Córdoba Rodríguez, Félix; Pérez Pascual, José Ignacio (eds.)
A Coruña, 2006
Universidade da Coruña, Servizo de Publicacións
176 páxinas.
17 x 24 cm.
Índice: páxinas 5-6
ISBN: 84-9749-215-3
Depósito legal: C 2804-2006
Edición:
©Universidade da Coruña
Distribución:
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ou transmitirse por ningún procedemento electrónico ou mecánico, incluíndo fotocopia,
gravación magnética ou calquera almacenamento de información e sistema de recupe-
ración, sen o permiso previo e por escrito das persoas titulares do copyright.
5
Índice
Presentación ............................................................................................................. 7
ESTHER HERNÁNDEZ
«Influencias de método y concepción entre los vocabularios novohispanos del
siglo XVI» ............................................................................................................ 63
HUGO MEDRANO
«Diccionario de aquí y ahora: Definiciones desde la lógica y la cultura regional
de los Altos de Jalisco, México» ........................................................................ 91
REINHOLD WERNER
«Voces de origen aimara y quechua en el Diccionario del español de
Bolivia» .................................................................................................................... 165
63
ESTHER HERNÁNDEZ
Instituto de la Lengua española (CSIC)
Durante el siglo XVI tuvo lugar en la Nueva España una producción lexicográ-
fica considerable. Los misioneros de las distintas órdenes religiosas redactaron gra-
máticas y vocabularios de las principales lenguas indígenas americanas y, gracias a
esta labor de codificación gramatical y léxica, hay en Hispanoamérica una obra lin-
güística temprana. La finalidad de sus autores fue la de dar un instrumento a los
evangelizadores para aprender las lenguas indígenas y, además de su celo misionero1,
les guió la actitud de esfuerzo descriptivo y codificador que sobre las lenguas vulga-
res cristalizó en la ideología renacentista.2
Algunas de las obras gramaticales han sido objeto de estudio;3 sin embargo, los
diccionarios, normalmente elaborados por los mismos autores que escribieron las gra-
máticas, no han sido estudiados en profundidad y falta una visión de conjunto de los
mismos.4
1
Vid. Esparza Torres 2003.
2
Esta información suele aparecer en el prólogo de las obras; por ejemplo, Córdova explicaba el
propósito de su diccionario del siguiente modo: «para prouecho a los naturales de la dicha nación çapoteca,
para lo tocante a su conuersión y doctrina». Alvarado, por su parte, aseguraba: «ser el dicho vocabulario
muy vtil y necessario para los ministros que predican el Sancto Euangelio y doctrina Christiana, a la
nación misteca»; más adelante, éste escribía: «para que sus ministros puedan mejor doctrinarlos y enc
aminarlos a su saluación, ha compuesto y ordenado vn vocabulario dela lengua misteca, de cuya empre-
sa y vso se conseguirá mucha vtilidad general».
3
Para las gramáticas, véanse las recopilaciones de estudios editadas por Zimmermann (1997),
Zwartjes (2000) y Zwartjes y Hovdhaugen (2004). En cuanto a los trabajos que dan cuenta o tratan de las
obras lexicográficas, vid. Viñaza 1892 y Niederehe 1994, 1999; así como Hernández de León-Portilla
2003, Lara 2003 y Smith Stark, inédito.
4
Como ha señalado López Morales (2000: 161), la historiografia de los diccionarios americanos
es de «una debilidad extrema».
63
64 ESTHER HERNÁNDEZ
LEXICOGRAFÍA NOVOHISPANA
5
Salvo en el caso del Vocabulista arábigo de fray Pedro de Alcalá (1505).
6
Si bien en este último su exclusión está justificada por cuestiones de índole práctica, no por
cuestiones de contenido o científicas (Nieto Jiménez 1992: 1274).
7
Una opinión contraria a esta afirmación de Gili Gaya ofrecen Smith Stark (inédito), Acero (2001:
96) y Hernández (2006, en prensa).
INFLUENCIAS DE MÉTODO Y CONCEPCIÓN ENTRE LOS VOCABULARIOS NOVOHISPANOS 65
NÓMINA DE VOCABULARIOS
No he incluido en este análisis los vocabularios del siglo XVI de las lenguas
mayas o mayances por su particular idiosincrasia.11 Los más representativos son el
Calepino maya de Motul de fray Antonio de Ciudad Real, de fines del XVI, de la
lengua maya; el de fray Domingo de Ara, de ca. 1571, de la lengua tzedal; y el de fray
Domingo de Vico, que murió en 1555, del cakchiquel, quiché y zutujil.12
8
Según recoge de manera exhaustiva Smith Stark en el trabajo inédito antes citado, que ha tenido
la amabilidad de facilitarme.
9
Por ejemplo, el manuscrito Ayer ms. 1478 de la Biblioteca Newberry de Chicago es una
copia literal, según Clayton (1989 y 2003), del Vocabulario de Nebrija de 1516, con equivalencias
en náhuatl.
10
No he tenido en cuenta el diccionario de fray Juan Bautista de Lagunas de 1574 por tratarse de
un diccionario de raíces en lengua tarasca con definiciones en lengua castellana, sin entradas en castellano.
11
Estoy preparando un trabajo sobre los vocabularios mayas, los cuales están manuscritos y cuya
parte con entradas en castellano permanece inédita. Por ejemplo, la edición del vocabulario de Ara (1986
[ca.1571]) solo contiene la parte tzeldal-castellana y el manuscrito original conservado en la Biblioteca
de Brancroft (Berkeley) consta de una segunda parte castellano-tzeldal, que no he podido consultar
todavía. Lo mismo sucede con el Calepino de Motul, depositado en la Biblioteca de John Carter Brown
(Providence).
12
En el caso de fray Domingo de Vico, su diccionario también permanece inédito en la Biblioteca
Nacional de París.
66 ESTHER HERNÁNDEZ
13
Esta investigación se enmarca en un proyecto más amplio de realización de una historia crítica
y un tesoro lexicográfico de los diccionarios americanos (vid. Hernández 2006): «Corpus de vocabula-
rios bilingües iberoamericanos (siglos XVI-XVIII): Tesoro lexicográfico y léxico histórico del español de
América» [HUM-2005-01633/ FILO].
14
Esto puedo asegurarlo tras la informatización completa de las dos partes de este diccionario que
realicé para el estudio sobre el diccionario de Olmos (Hernández 2005).
15
En las Introducciones de Nebrija, aparecen, como señala Perona (1992: 21), dieciséis columnas
con «ristras de construcciones de verbos con caso».
16
Según Colón y Soberanas (1979: 32), parece ser que la primera muestra de los dos léxicos
(latino-español y español-latino) de Nebrija, impresos en un solo volumen, apareció en Sevilla en 1503,
de las prensas de Stanislaus Polonus y Jacobo Cronberger.
17
Galeote (2002-2003: 399-400) ha afirmado que yo considero a Molina un «mediocre, oscuro y
servil copista del Nebrija andaluz» (y cita, sin precisar las páginas, mis trabajos de 1996a y 2000). Nadie
capaz de leer en castellano puede ignorar que, en los distintos trabajos que he publicado sobre la obra de
fray Alonso, he reclamado para él un lugar destacado en la historia de la lexicografía española (sin ir más
lejos, justamente en Hernández 1996a: 19 y 23 y 2000: 3, pero también, por ejemplo, en 2001: 35-37).
Desde luego, nada ha estado más lejos de mi intención que atribuir a Molina calificativos como los
arriba citados. Ignoro, pues, por completo cuáles pueden ser las fuentes de Galeote para hacer una
aseveración semejante, pero haría bien este autor en proporcionar a sus lectores unas referencias biblio-
gráficas menos genéricas. De este modo sus críticas estarían mejor fundadas y, de paso, podría yo misma
enterarme de cómo y dónde menosprecié la admirable obra lexicográfica de fray Alonso de Molina.
INFLUENCIAS DE MÉTODO Y CONCEPCIÓN ENTRE LOS VOCABULARIOS NOVOHISPANOS 67
ga, basta, bastante, etc. (Hernández 2000). Compruébese en el siguiente grupo léxico
cómo Molina introduce un nuevo lema (barriga), ausente en Nebrija, y cómo lo si-
guen el resto de los vocabularios hispanoamericanos. Incluso puede observarse el
modo en que Molina aquilata las entradas de la edición de 1555 en la de 1571.
18
Esta misma opinión la defiende Smith Stark (inédito).
68 ESTHER HERNÁNDEZ
19
Por copiar, copia hasta las erratas (cf. la entrada bramar el torro [sic]).
INFLUENCIAS DE MÉTODO Y CONCEPCIÓN ENTRE LOS VOCABULARIOS NOVOHISPANOS 69
Por tanto, la filiación entre estos vocabularios permite establecer tres grupos:
1º) Los vocabularios bilingües novohispanos del siglo XVI no incluyen nom-
bres propios y siguen un orden alfabético.
2º) Las entradas de estos repertorios son sintéticas, como las de Nebrija. Sue-
len ser pluriverbales y recurren a explicaciones del lexema base mediante aposición,
disyunción o mediante un sintagma cualquiera. Lo habitual es que sean breves.
Sin embargo, a veces sucede que los americanos reducen la entrada de Nebrija;
por ejemplo, en bahear o baladrear se observa cómo Molina reduce la entrada de
Nebrija. En la reducción de baldres, infra, se aprecia cómo los americanos siguen a
Molina y no a Nebrija, pues no incluyen la definición ‘pelleja curtida’ en el lema.
3º) En cuanto al registro lexicográfico, son múltiples las muestras de lemas que
contienen nuevos lexemas y que permiten adelantar la fecha de documentación
lexicográfica.20 Son palabras de uso, como baçucar (1547 Olmos [NTLLE: 1611 Ro-
sal]), badana (1578 Córdova [Tesoro: 1580 Brocense; NTLLE: 1585 López Tamarit]),
baybén21 (1585 Córdova [NTLLE: 1591 Percival]), baldía (1555 Molina [NTLLE:
1607 Oudin]), bambalear (1593 Alvarado [NTLLE: 1604 Palet]), barda (1585 Córdova
[Tesoro: 1601 Rosal; NTLLE: 1604 Palet]), barraco (1555 Molina [Tesoro/ NTLLE:
20
El análisis ha sido realizado a partir de los materiales del Tesoro y del NTLLE. Como es sabido,
en el Tesoro la nómina de repertorios es más completa que la del NTLLE y hay, por tanto, más referen-
cias. Por el contrario, hay referencias en el Tesoro que no aparecen en el NTLLE (cf. s. v. barda para la
que el Tesoro aporta una documentación de Covarr. de 1611 y otra de Perciv. de 1623 que no figuran en
el NTLLE). Sin embargo, también hallamos en el NTLLE documentaciones que no aparecen en el Tesoro
(cf. barrigudo: Tesoro, s. v. barriga: Covarr. 1611, mientras que en el NTLLE: Alcalá 1505). En definiti-
va, es necesaria la utilización de ambos repertorios. De hecho, esta pequeña muestra de registros nuevos
de los diccionarios americanos de la letra b ejemplifica las diferencias de materiales entre los dos reper-
torios, motivadas por la diversidad de fuentes y por la intervención en la confección de los lemas en el
Tesoro, frente al registro de las voces con las grafías con que aparecen en los originales en el NTLLE.
21
Molina permitía adelantar la documentación del DCECH, vid. Hernández (1996b).
72 ESTHER HERNÁNDEZ
1607 Oudin]), barrañón (1571 Molina [Tesoro: 1607 Oudin; NTLLE: 1609 Vittori],
bastante (1555 Molina [Tesoro, NTLLE: 1570 Casas]), bastidor (1585 Córdova [Te-
soro: 1601 Rosal; NTLLE: 1604 Palet], bimbrar (1585 Córdova [Tesoro, NTLLE: 1604
Palet], bisoño (1585 Córdova [Tesoro: 1599 Percival; NTLLE: 1604 Palet]), blasfe-
mia (1555 Molina [Tesoro, NTLLE: 1570 Casas], blasonar (1571 Molina [Tesoro,
NTLLE: 1604 Palet), bochorno (1585 Córdova [Tesoro: 1599 Percival; NTLLE: 1591
Percival]), bodoque (1555 Molina [Tesoro: 1599 Percival; 1604 Palet]), bofetón (1593
Alvarado [Tesoro: 1601 Rosal; NTLLE: 1604 Palet), borbollonear (1585 Córdova
[NTLLE: 1803 Academia]), borla (1593 Alvarado [Tesoro: 1601 Rosal; NTLLE: 1604
Palet]), borrachear (1555 Molina [Tesoro, NTLLE: 1604 Palet]), braça (1555 Molina
[Tesoro: 1570 Casas; NTLLE: 1604 Palet), braçalete (1555 Molina [Tesoro: 1570
Casas; NTLLE: 1604 Palet]), brama (1555 Molina [Tesoro, NTLLE: 1604 Palet]),
breuaje (1571 Molina [Tesoro: 1570 Casas; NTLLE: 1617 Minsheu]), brisna (1593
Alvarado [Tesoro: 1601 Rosal; NTLLE: 1617 Minsheu), bronco (1585 Córdova [Te-
soro: 1601 Rosal; NTLLE: 1604 Palet]), buzano (1555 Molina [Tesoro: 1581 Nebrija;
NTLLE: 1607 Oudin).22
Mención aparte merecen los indigenismos léxicos, registrados por vez primera
como lema en estos vocabularios: batata, batea, batey (Molina), bexuco (Córdova).
Lo mismo ocurre con americanismos como beçote (Molina).
Son muchos también los derivados cuyo registro tiene lugar por vez primera en
estos vocabularios novohispanos, por ejemplo: barbado, barredor (Córdova), barre-
nado (Molina), barrenador (Córdova), barrida (Molina), barrido (Córdova), barri-
guda, barrimiento, barrizal, batanado (Molina), bateador (Córdova), bendita, besa-
do, besador, bestialidad (Molina), blanqueación (Córdova), blanqueado,-a, -dor, -dura,
-miento, blasfemar, blasfemo, basta, batido, bautizado, bautizador (Molina), baxarse
(Córdova), boqueada, boqueamiento (Molina), bordada (Córdova), borrachez, bo-
rrada, borrador, borradura, bossada, boyerizo (Molina), braçal (Córdova), bracelete,
burlado, buscada, -o, -dor, -miento (Molina).
Por otra parte, es interesante comprobar que muchas entradas no interesan a los
americanos, y no las registran, como badeha, baharí, baía, balitar, bandujo, barrán,
barrera, barrunte, bastida, bastón, beril, bernia, berrendo, berrocal, bodigo, bonica,
borrax, botilla, botinero, botor, boxedal, boyero, boyuno, breço, breva, breval, breve-
dad, brial, bruneta, bueytre, búfalo, burdégano, buril. Si análizaramos en detalle este
grupo de vocablos, probablemente se apreciaría que muchos de ellos son arcaísmos.
Por ejemplo, bular y bullón no las copian los americanos; la Academia en 1726 señala
22
Además, son muchos los registros contemporáneos con los europeos: casi todos los que no
proceden de Nebrija (cf. bostezar y botija en Córdova 1570, y en Casas 1570 [apud NTLLE]).
INFLUENCIAS DE MÉTODO Y CONCEPCIÓN ENTRE LOS VOCABULARIOS NOVOHISPANOS 73
que la registra Nebrija y que está anticuada; lo mismo ocurre con bullón. Probable-
mente también lo estaban en el XVI, lo que muestra la modernidad de estos dicciona-
rios y la seriedad de sus autores.
5º) Por lo que respecta a las variantes gráficas o morfológicas: hay grafías o
variantes de términos más modernas en Córdova y Alvarado (cf. sentarse en vez de
assentarse, s. v. banco). La modernidad de las grafías de los vocabularios de las últi-
mas décadas del siglo XVI puede comprobarse, por ejemplo, en el lema berenjena o en
la grafía margaxita/ margajita (vid. supra registro de barniz en Alvarado). Suele ocu-
rrir que los adjetivos de Nebrija, del tipo barbara cosa, los recojan los americanos
con el género masculino y sin el apoyo de cosa. Y con el género también hay diferen-
cias: Molina copia a Nebrija barranco, pero distingue del femenino barranca, lo mis-
mo que en barrendero, a. En cambio, no copian los americanos en femenino borrica,
borrega pero prefieren el masculino en el adjetivo bruto. Ocurre lo mismo con el
número, que los americanos a veces prefieren el plural, por ejemplo en las palabras
bledos o en buelcos.
Solo muy ocasionalmente se desliza algún rasgo gráfico-fonético, revelador
del ya extendido seseo, como en la entrada bretón del diccionario de Alvarado.
6º) Para terminar, es obligado decir que hay entradas que singularizan estos
documentos, porque reflejan la cultura indígena y proporcionan información
etnográfica, como en badil o bruxo:
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