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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA MARÍA

FACULTAD DE CIENCIAS E INGENIERÍAS FÍSICAS Y FORMALES


ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA ELECTRÓNICA

FÍSICA: MECANICA
RESUMEN: “ISAC NEWTON: UNA VIDA”
CAPITULOS 5 AL 8

CHALCO MAMANI EDDISON JOEL


HUILLCA GUTIERREZ ARNOLD RAUL
Alván Ventura Franklin Hans
Bautista Martínez Cristian Gilbeth

AREQUIPA 2019
Capítulo V
Publicación y crisis
El documento sobre los colores que Newton envió a la Royal Society a principios de 1672,
en forma de carta dirigida a Henry Oldenburg, no contenía nada nuevo desde el punto de
vista de Newton. La ocasión brindada por el telescopio había llegado en un momento
oportuno. Newton había estado revisando las conferencias de Barrow para su publicación
No le pareció demasiado importante detenerse a escribir un resumen de su propia teoría.
Newton creyó relevante incluir una discusión especial sobre cómo el descubrimiento le
había llevado a idear el telescopio reflectante. En 1672, no había separado
completamente el concepto de la heterogeneidad del concepto corpuscular de la luz, y se
permitió asegurar que, gracias a su descubrimiento, no podía «discutirse por más tiempo
que la luz sea un cuerpo». No podía estar más equivocado. Newton aprendió a insistir en
que la esencia de su teoría de los colores residía solamente en la heterogeneidad.
La polémica que siguió al documento nos dice más sobre Newton que sobre la óptica.
Había permanecido encerrado, durante ocho años, en una titánica lucha con la verdad.
Un genio como el de Newton exigía un precio. En 1672, Newton había vivido con su teoría
durante seis años, y ahora le parecía obvia. Sin embargo, para todos los demás, parecía
rechazar el sentido común y resultaba difícil de aceptar.
Sin duda, la respuesta inicial no parecía presagiar la crisis que seguiría. Casi antes de
que la tinta de su documento del 6 de febrero se hubiera secado, Newton recibió una
carta de Oldenburg. Impregnada de un tono elogioso, le informaba de que su documento
había sido leído en la Royal Society, donde «fue recibido con singular atención y
reconocimiento poco común…». Si Newton daba su aprobación. En el alivio de Newton,
tras la lectura de la carta de Oldenburg, se adivina la tensión que le había causado la
decisión de enviar el documento.
Newton aceptó la publicación del documento con la ligera vacilación que nunca podía
eludir. Consecuentemente, el documento apareció en las Philosophical Transactions el 19
de febrero de 1672. Junto a la descripción de su telescopio, fue el responsable de la
reputación de Newton en el mundo de la filosofía natural. El telescopio captó
inmediatamente el interés de los más importantes astrónomos.
Como consecuencia del telescopio y del documento sobre los colores, Newton comenzó
enseguida a recibir copias de libros de Huygens y Boyle. Newton había dado fin al
documento con una aparente invitación al comentario y a la crítica: «De forma que, si
existe algún defecto o problema de expresión, tenga la oportunidad de corregirlo o de
reconocer mis errores, si los hubiera cometido.», Newton recibió una crítica de Hooke sin
embargo Newton prefirió ignorar el tono de Hooke.
Hooke envió su crítica a la Royal Society el 15 de febrero, una semana después de que
se leyera el documento de Newton. Newton tuvo una copia de ésta el 20 de febrero.
Hooke aceptaba los experimentos de Newton, pero no la hipótesis por la cual los
explicaba.El peso de la crítica de Hooke era la confirmación de su propia versión de la
teoría de la modificación, tal y como la había publicado en la Micrographia. Hooke
protestó también contra el abandono de Newton de los telescopios refractores. Hooke
seguía remitiéndose a imágenes plásticas, como la de los rayos desdoblados, para
expresar su teoría de los colores. Veía la teoría de Newton en términos similares,
esencialmente como una exposición de la hipótesis corpuscular, y aseguró a Newton que
resolvería los fenómenos de la luz y los colores, no sólo a través de su propia hipótesis,
sino de otras dos o tres, todas ellas diferentes a la de Newton. Hooke no supo abordar en
absoluto la demostración experimental de Newton sobre la heterogeneidad.
Al incluir el primer esbozo de su «Hipótesis de la luz» (1675), contenía un material
análogo a algunas de las Cuestiones. Publicado en 1672, el pequeño tratado hubiera
hecho avanzar treinta años la ciencia de la óptica.
El telescopio y el documento sobre los colores demostraron que su miedo era fundado A
principios de mayo, cuatro meses después de enviar el telescopio a Londres, había
recibido doce cartas y contestado a once sobre el telescopio y los colores.
Newton no podía quitarse el asunto de la cabeza y, después de un párrafo dedicado a su
trabajo matemático, volvió a ello. Cuando finalmente envió su respuesta, el 11 de junio,
Newton había eliminado el discurso sobre las películas delgadas y la mayor parte del
material de sus Lectiones.
Los sucesivos borradores de varios pasajes tuvieron tres y cuatro versiones, cada cual
más ofensiva que la anterior. Después de aclarar ese punto, Newton volvió a las
consideraciones de Hooke sobre su teoría. Newton demostró a Hooke cómo reconciliar la
hipótesis ondulatoria de la luz con su teoría de los colores, incluso Newton instruyo a
Hooke.
Newton procedió entonces a reducir su teoría a ocho preguntas que podían ser
respondidas por medio de experimentos. Que toda objeción derivada de una hipótesis
quedara al margen, que se demostrara la insuficiencia de sus experimentos o que se
crearan nuevos experimentos que le contradijeran. Newton quería decir que los
experimentos que ya había enviado respondían a sus ocho Cuestiones.
Desafortunadamente, la Royal Society quiso que se llevaran a cabo los experimentos que
la probaran, y Oldenburg, con toda la delicadeza de un ternero recién nacido, le pidió a
Newton que señalara algunos. Su respuesta no llegó hasta el 21 de septiembre, y en ésta
se limitó a decir que estaba ocupado en otras cosas. Oldenburg no supo nada más de él
aquel otoño.
De todos los filósofos naturales de Europa, era Huygens quien sometía la teoría de
Newton a su examen más riguroso. En enero de 1673, envió su cuarto y más profundo
comentario. Era también el más crítico.
Una vez más, la filosofía mecánica y su demanda de imágenes plásticas explicativas
obstruía la comprensión del descubrimiento de Newton: que la luz es heterogénea.
Newton esperó dos meses más para responder, y sólo lo hizo para indicar que la carta
privada que Huygens había enviado a Oldenburg no demandaba una respuesta suya.
Ante la amenaza de su renuncia, Oldenburg intentó persuadirle y le ofreció liberarle de las
«molestias de enviar sus pagos cuatrimestrales». Newton, que deseaba evitar
complicaciones, más que multiplicarlas, no insistió y lo dejó pasar. En abril, le envió a
Huygens una respuesta, basada de nuevo en el tema de las hipótesis explicativas. No
podía contentarse con dos colores porque los experimentos demostraban que otros
colores eran igualmente primarios y no podían obtenerse del amarillo y el azul.
Newton continuó debatiendo sobre los distintos temas suscitados por Huygens y, aunque
evitó el tono deliberadamente insultante que había empleado en su respuesta a Hooke, no
fue capaz de contener su vehemencia. Ciertamente, el hecho no pasó desapercibido para
Oldenburg. Después de una carta de alguna forma más contenida de Newton, el
intercambio llegó a su fin. Aunque Huygens tenía sobrados motivos para sentirse
ofendido, reconocía la calidad de su oponente y decidió abstenerse. La misma carta que
contenía su respuesta, adjuntaba una lista de científicos ingleses a quienes Oldenburg
debía hacer entrega de su recientemente publicado Horologium oscillatorium.
Cuando Collins le mostró esta carta, Oldenburg le pidió a Newton que «olvidara las
injusticias» cometidas contra él por miembros de la Royal Society. Después de todo, toda
asamblea tenía miembros que adolecían de falta de discreción.
Oldenburg no recibió ninguna otra carta de Newton en dieciocho meses. También Collins
vio su correspondencia interrumpida. En el verano de 1674, Newton acusó el recibo de un
libro sobre artillería, e, incluso comentó su contenido. A fines de 1675, Collins le dijo a
Gregory que no había visto ni escrito a Newton en un año. La relación epistolar entre
Collins y Newton no volvió a reanudarse.
Oldenburg y Collins habían representado el puente de conexión entre Newton y el mundo
ilustrado, fuera de Cambridge. Aunque había tenido muchas oportunidades de cartearse
directamente con hombres de la talla de Gregory y Huygens, Newton no quiso
aprovecharlas, y eligió comunicarse con otros a través de estos dos intermediarios,
quienes monopolizaron totalmente su correspondencia. Al cortarles un acceso directo a su
persona, Newton pretendía reconquistar su soledad anterior.
En 1676, la correspondencia matemática que Oldenburg había llevado a cabo con la
ayuda de Collins, como parte de su programa de comunicación filosófica, incluyó a
Newton. Leibniz hizo de las matemáticas el tema central de su correspondencia con
Oldenburg, iniciada durante una visita a Londres en la cual fue elegido miembro de la
Royal Society. Oldenburg, que no era un matemático, solicitó la ayuda de Collins para
mantener este intercambio. Por supuesto, Collins había asumido la tarea de mantenerse
en contacto con los líderes de los matemáticos británicos, especialmente con Gregory y
con Newton.
Una nueva vía de correspondencia ponía en tela de juicio su teoría de los colores, y
Newton no podía evitar que este tema le agitara en gran medida. No obstante, accedió a
esta petición y, el 13 de junio de 1676, terminó una carta para Leibniz.
Newton escribió dos cartas para Leibniz en 1676. Cuarenta años más tarde, las citaría
como pruebas contra éste en la disputa de la prioridad, y las tituló: la carta anterior y la
carta posterior, la Epístola prior y la Epístola posterior.
Ya antes de la visita de Leibniz, Collins había quedado muy impresionado por la
respuesta a la Epístola prior, y volvió a presionar a Newton para que publicara su método.
Obsesionado por las últimas críticas sobre los colores, Newton no lo creyó oportuno.
El primero de estos dos datada de 1672, aunque Newton pudo haber revisado la primera
versión y haberle dado su forma final en 1675. En muchos aspectos, la «Hipótesis de la
luz» tampoco era nueva. Newton había comenzado a esbozarla en 1672, como parte de
su réplica a Hooke, y parte de su contenido ya había aparecido en su ensayo «Sobre los
colores» en 1666. Es necesario que leamos el comentario de Newton sobre este tema, en
una carta introductoria dirigida a Oldenburg.
la «Hipótesis de la luz» contenía mucho más que una explicación de los fenómenos
ópticos. La primera parte presentaba un sistema general de la naturaleza, basado en el
mismo éter. Todos los fenómenos cruciales que habían hecho su aparición en las
«Quaestiones», una década antes, volvían a hacerlo en la «Hipótesis», bien para ser
explicados por mecanismos etéreos o para ofrecer analogías ilustrativas.
También se produjo cierta polémica, especialmente por parte de Hooke. Deliberada o
inconscientemente, Newton le había aludido con bastante frecuencia en la «Hipótesis»,
tanto en la introducción —que justificaba todo el trabajo con una referencia a la crítica de
Hooke de 1672— como en la discusión sobre la difracción en la conclusión.
La manipulación de la primera carta de Newton tiende a confirmar la sospecha de Hooke
de que Oldenburg había echado leña al fuego. Aunque Oldenburg leyó un pasaje de ésta
a la Royal Society, el 30 de diciembre, no leyó el comentario sobre Hooke ni informó a
éste sobre ella. Hooke se enteró por sorpresa en una reunión, el 20 de enero.
Newton dio por terminada su correspondencia sobre los colores. Oldenburg estaba
muerto; había interrumpido su correspondencia con Collins. Newton se aisló todo lo que
pudo. Entre junio de 1678 y diciembre de 1679, y hasta donde nos es dado conocer, sólo
escribió dos cartas: una (que no ha sobrevivido) a Arthur Storer y otra a Robert Boyle. Al
final de su vida, Newton recordaba este retiro como una decisión consciente, y creía que
había marcado una etapa en su vida.

Capítulo VI
Rebelión
Newton implemento sus estudios con distintas ciencias que se inmersaron en la década
de 1670, dando a cuestionarse sobre si las matemáticas y la óptica había perdido la
capacidad de dominación, uno de los estudios que había suplantado era la química,
consecuencia que esta materia se desarrolló un poco más tarde que su interés por la
filosofía natural. Tres años y medio más tarde, postergó la redacción de un tratado
general sobre los colores por unas obligaciones no especificadas
Tenía una habilidad única para organizar lo que aprendía, de forma que podía
recuperarlo, era un importante aspecto de su genio, registro sus readaptaciones cerca de
la década 1660, Newton registró numerosas anotaciones sobre el mercurio, incluyendo el
mercurio sublimado que “abre” el cobre, el estaño y la plata, pero no el oro, una de sus
anotaciones describe el “menstruum peracutum” de Boyle, también extrajo contenidos
inéditos de sus notas de “Philalethes” sobre Ripley.
Los datos apuntan que al año 1669,concluyo su trabajo en el campo de la óptica, y
después sus cuestionamientos dieron fruto a su nueva investigación planteadas a la teoría
de los colore a la alquimia, descubrió su absurdidad y se encamino hacia una química
seria y racional, o bien se podría decir que comenzó con la química seria y la abandono
con bastante rapidez por lo que consideraba mayor profundidad de la alquimia, Sus notas
señalan que, en su viaje a Londres de ese año, compró la gran colección de escritos
alquímicos Theatrum chemicum, en seis pesados volúmenes en cuarto. Newton también
compró dos hornos, material de vidrio y productos químicos. Probablemente un maestro
del Arte introdujo a Newton en esta materia.
La impaciencia de la que dio muestras en la década de 1670, sobre las cuestiones
planteadas a la teoría de los colores, viene en parte de su total dedicación a un nuevo
trabajo de investigación
Entre sus manuscritos se encuentra un grueso muestrario de tratados alquímicos, no
impresos en su mayoría, el hecho que le prestaron libros apuntes para poder hacer su
colección fue una gran idea aunque algunos no los devolviera, Newton tomó muchas
notas de un manuscrito de Philalethes, titulado «Ripley Revivid» y durante los siguientes
veinticinco años continuó recibiendo gran número de manuscritos alquímicos que copió
personalmente, un londinense conocido de Boyle y de Edmund Dickinson visitó a Newton
en Cambridge para discutir sobre temas alquímicos. No se trató de un encuentro casual:
el hombre fue a Cambridge para encontrarse con él. Newton guardó memoria de su
conversación en un memorándum. La alquimia fue el tema inicial de la correspondencia
que mantuvo con Boyle a partir de 1676. Su amistad con John Locke y Fatio de Duillier
estaba relacionada con la alquimia, aunque se iniciara con ambos a fines de los años
ochenta.Newton seguía su investigación aparte en torno a 1669, leyó profundamente
literatura alquímica.
Gran parte de la atención que Newton dedicó a la alquimia se produjo más tarde.
Alrededor de una sexta parte del total “con creces más de un millón de palabras
dedicadas a la alquimia” parece pertenecer al periodo anterior a 1675. Sostener esto no
es decir que la química que perseguía fuese aceptada por las academias científicas de su
tiempo, ni que los científicos del siglo XX lo acepten como química. En cualquier caso,
Newton entendía que los procesos químicos eran los elementos constitutivos del Arte.
Sus primeros experimentos (basados en Boyle e influidos quizá también por Michael
Maier) estaban dirigidos hacia la extracción del mercurio a partir de varios metales. En el
mundo intelectual de la alquimia, el mercurio (el mercurio de los filósofos) constituía la
primera materia común de la cual estaban formados todos los metales. Liberarla de su
forma fija incluida en los metales, limpiarla de impurezas contaminantes, significaba
vivificarla y prepararla para la Obra. Las imágenes de la purificación y la vivificación que
aquí nos encontramos, (incluían la generación por el masculino y el femenino)
impregnaban la literatura alquímica que Newton leía, Newton dedicó
Concluyo que en la filosofía mecánica rechazaba sus estudios de alquimia que veía la
naturaleza como vida y no como máquina, mientras que, en la filosofía mecánica,
separaba por la naturaleza el cuerpo y el alma en sí.
Newton incluyó una expresión de origen desconocido sobre el concepto de generación
sexual a la cual aludía Effararius en su frase final.
La alquimia sostenía la existencia de un agente activo: la piedra de los filósofos, el objeto
del Arte. Todo tipo de imágenes se aplicaban a la piedra y todas ellas expresaban un
concepto de actividad completamente opuesto a la inercia de la materia mecánica
caracterizada únicamente por la extensión, siguió en su investigación ya que la filosofía y
la alquimia no satisfacción sus pensares, dando a una nueva pasión, o una infinita
variedad de ellas, Newton nunca abandonó por completo su primera pasión; nunca dejó
de ser un filósofo mecánico, en su sentido más estricto y trascendente. Siempre creyó que
las partículas de materia en movimiento constituían la realidad física. Sin embargo, así
como los más persuadidos filósofos mecánicos insistían en que sólo las partículas de
materia en movimiento constituían la realidad física, Newton creyó desde muy temprano
que estas categorías eran demasiado limitadas para expresar la realidad de la naturaleza.
En su odisea intelectual, la alquimia ensancha sus miras y le ofrece categorías
adicionales que enriquecen y completan las estrechas miras mecanicistas.
Volvió a repetirse en la “Hipótesis de la luz” según el cual los fluidos y los espíritus no se
mezclan con unas cosas y sí con otras. Newton imaginaba la condensación del éter en los
cuerpos que fermentan y arden, y su exhalación en vapores, de forma que toda la Tierra
«hasta su mismo centro, puede encontrarse en un estado de incesante transformación».
Si, como sugiere la evidencia del manuscrito, la intensa actividad de Newton en la
alquimia se redujo por un tiempo después de los primeros años de la década, no le
faltaron otros intereses. Sus documentos muestran cómo en ese tiempo comenzó a
interesarse por un nuevo campo de estudio, la teología.
En 1672 Newton completaba su cuarto año como Magister en Artes y fellow del Trinity. En
los tres años siguientes, debía ser ordenado en el clero anglicano o enfrentarse a la
expulsión del colegio. El comienzo de un serio estudio teológico pudo derivarse de la
proximidad de la conclusión de ese plazo, sus notas revelan un profundo compromiso.
Existen muy pocas fechas seguras relacionadas con los manuscritos, durante la década
de 1670, su preocupación era la teología.
Aunque la lista de encabezamientos parece irreprochablemente ortodoxa, las entradas de
Newton bajo éstos sugieren que ciertas doctrinas habían empezado a fascinarle. En su
lista original, dedicó un folio a “Christi Vita”, y en la siguiente, a “Christi Miraculi”, Newton
reunió pasajes de la Biblia que definían la relación del Hijo de Dios con el Dios Padre.
Bajo “Deus Pater” ya había anotado media página de referencias sobre ese mismo tema,
incluyendo tres que comenzaban a sonar de forma bastante significativa:
Newton fue dudar sobre el estado de Cristo y la doctrina de la Trinidad. Si, la proximidad
de la fecha de su ordenación había obligado a Newton a comenzar sus lecturas
teológicas, la lectura misma comenzó a amenazar su ordenación, Newton empezó
nuevamente a escribir notas sobre su investigación, volvió a los trabajos de los hombres
que habían formulado el trinitarismo (Atanasio, Gregorio Nacianceno, Jeremías, Agustín y
otros), para obtener una información correcta sobre la doctrina. Sus “Observaciones sobre
los trabajos de Atanasio”, y otras anotaciones, tenían la misma finalidad. Su interés iba
más allá de la doctrina. Newton quedó fascinado por Atanasio, el hombre, y por la historia
de la Iglesia en el siglo IV, cuando se produjo un apasionado y encarnizado conflicto entre
Atanasio y sus seguidores a resultas del cual se produjo la escisión entre, por un lado, los
que pasaron a convertirse en cristianos ortodoxos, y por el otro, Arrio y sus seguidores,
quienes negaban la Trinidad y la condición divina de Cristo. Newton también leyó
extensamente sobre éstos. Una vez en marcha, Newton se dispuso a dominar todo el
corpus de la literatura patrística.
Comenzó a obsesionarse con la idea de que un impresionante engaño (siglos IV y V),
había dudado de la legalidad de la antigua Iglesia. Este engaño se basaba principalmente
en las Sagradas Escrituras creyo que éstas habían sido corrompidas para apoyar el
trinitarismo. Resulta imposible saber cuándo esta convicción hizo presa de él. Las mismas
notas originales testimonian la existencia de dudas desde muy temprano. Lejos de
silenciarlas, dejó que éstas le poseyeran.
Las corrupciones de las Sagradas Escrituras llegaron relativamente tarde. La primera
corrupción de la doctrina tuvo lugar en el siglo IV, cuando el triunfo de Atanasio sobre
Arrio impuso la falsa doctrina de la Trinidad en el cristianismo, En cualquier caso, el
debate les llevó a sostener que el Hijo era “homoousios con el Padre”. Un estudio
concienzudo reveló a Newton que Atanasio había manipulado deliberadamente a Dionisio
para dar a entender que aceptaba un término que, de hecho, consideraba herético. Otros
Padres antiguos habían sido manipulados también. Por ejemplo, se habían “introducido
clandestinamente” algunas palabras en las epístolas de Ignacio, en el siglo II, para darles
un sabor trinitario. Atanasio había manipulado también la proclamación del Concilio de
Sárdica con el mismo propósito.
A los ojos de Newton, adorar a Cristo como un Dios era una idolatría, al final Newton se
convenció de que a la capital corrupción de la doctrina había seguido una corrupción
universal de la cristiandad. Newton se había comprometido a reinterpretar la tradición
central de toda la civilización europea. Mucho antes de 1675, se había convertido en un
arriano, al casi concluir sus estudios dio a conocer que reconocía a Cristo como un
mediador divino entre Dios y la humanidad, subordinado al Padre que le había creado.
Sus nuevas convicciones probablemente influyeron en su relación con Cambridge. Por lo
tanto, Newton puso tanto celo en ocultar sus puntos de vista que sólo hoy tenemos pleno
conocimiento de ellos.
Newton puso en práctica su creencia escribiendo su primera interpretación de la
Revelación mientras estaba embarcado en sus primeros estudios teológicos. Resultó ser
mucho más que un interés pasajero. Su primer discurso contiene numerosos añadidos
que nos hablan de la frecuencia con que volvió sobre éste
El interés por las profecías había sido común en la Inglaterra, y con el paso de los años,
también se interesó por la fecha de la segunda llegada, que nunca situó en las
postrimerías del siglo XVII. En la Revelación la apertura de los seis primeros sellos, que
representaban periodos sucesivos de tiempo, estaba relacionada con la historia de la
Iglesia hasta su definitivo establecimiento dentro del imperio, en el reino de Teodosio.
Detrás del elemento específicamente anti-católico de la denuncia de Newton, es posible
ver una condena mucho mayor. En su vida diaria, Newton ya se había separado de los
aspirantes a clérigos que le rodeaban, y asi concluyo que sii estudiáis las profecías, los
hombres os llamarán fanáticos y heréticos, les advertía:

Cualquier estatuto podía alterarse por medio de una dispensa real. A fines de 1674,
Francis Aston, el fellow a quien Newton escribió en 1668, intentó obtener una dispensa
para evitar la ordenación. Una carta de Barrow al Secretario de Estado, Joseph
Williamson, del 3 de diciembre de 1674, presentaba las alegaciones del colegio en contra
de la dispensa. Ésta destruiría la sucesión y subvertiría la principal finalidad del colegio,
que era la formación de clérigos. El subdirector se opuso con firmeza y los seniors se
sumaron a esta oposición. A principios de 1675, Newton había perdido toda esperanza.
Pero el cielo se despejó en el último momento. Menos de un mes después de su carta a
Oldenburg, Newton viajó a Londres.
Barrow era quien sabía lo que acontecía en la corte. Aunque en su carta a sir Alexander,
Newton decía que hacía causa común para ganar una dispensa, la carta de Barrow al
Secretario Williamson, en diciembre, sólo menciona a Aston. En la carta a sir Alexander
sobre su propuesta, Newton decía concretamente que el director “la recibió
amablemente…”. Sólo podemos especular sobre lo que pasó entre Barrow y Newton.
Barrow estaba profundamente comprometido con la Iglesia, y es difícil creer que aceptara
un argumento sobre el arrianismo. No es difícil creer, por el contrario, que aceptara el
argumento de que Newton no tenía vocación para el ministerio. Barrow reconocía el
mérito de Newton y valoraba el conocimiento. Es más, hubiera reconocido que Newton,
en contraste con Aston, no habría sentado un precedente. Como catedrático lucasiano,
era único. La dispensa se otorgaba a perpetuidad, no a Isaac Newton, fellow del colegio,
sino a la cátedra lucasiana. Fue, probablemente, el último servicio que Barrow prestó a su
protegido. Una vez más, antes de que llegara a estallar, la crisis que amenazaba la
carrera científica de Newton se diluyó. Por fin, a pesar de una gran herejía que le hubiera
convertido en un paria, había superado el obstáculo final y se encontraba seguro en su
santuario. Había demostrado una nueva faceta de su genio: podía tener su pastel y
comerlo también.

Capítulo VII
Años de silencio
A fines de 1676, absorto en la teología y la alquimia, y perturbado por la correspondencia
y la crítica en el terreno de la óptica y las matemáticas, Newton se había separado
completamente de la comunidad científica. Humphrey Newton esbozó algunas facetas de
la vida de Newton a fines de la década de 1680. A Newton le gustaba dar una vuelta por
su jardín, sobre el cual se sentía muy interesado, no soportando ver una sola mala hierba
en él. Sin embargo, no llegaba al extremo de ensuciarle las manos, y tenía a un jardinero
para hacer ese trabajo.
Un año más le llevó terminar con la correspondencia sobre óptica, pero lo consiguió a
mediados de 1678. Tan pronto como le fue posible, se apartó de la política de la
comunicación pública que comenzó con su carta a Collins en 1670 y se retiró a la
tranquilidad de su santuario académico. Tardó casi una década en volver a emerger.
Al declararse en Londres la gran epidemia, Cambridge cerró sus puertas y Newton
regresó a Woolsthorpe. Newton pudo reemprender definitivamente sus estudios en abril
de 1667, más tarde, aquel mismo año, consiguió traer a un joven de su propia escuela de
Grantham, Humphrey Newton, para que viviera con él y trabajara como su amanuense.
Según Stukeley, quien conversó con Humphrey en 1727 y en 1728, éste se encontraba
«bajo la tutela de sir Isaac…». Esto sugiere la posición de sizar, aunque Humphrey
Newton nunca fue admitido en el Trinity. En los cinco años siguientes, compartiendo la
habitación de Newton, como Wickins había hecho antes, copió numerosos escritos; los
primeros, en su mayoría, sobre teología y matemáticas.
Su carta póstuma, de Newton describió los años de 1665 y 1666 como su época más
fecunda de invención, durante la cual pensaba en las matemáticas y en la filosofía mucho
más que en ningún otro tiempo desde entonces. De 1667 a 1669, emprende activamente
investigaciones sobre óptica y es elegido fellow del Trinity College. En 1669, Barrow
renuncia a su cátedra lucasiana de matemáticas y Newton le sucede y ocupa este puesto
hasta 1696. El mismo año envía a Collins, por medio de Barrow, su Analysis per
aequationes número terminorum infinitos. Para Newton, este manuscrito representa la
introducción a un potente método general, que desarrollará más tarde: su cálculo
diferencial e integral.
En 1672 publicó una obra sobre la luz con una exposición de su filosofía de las ciencias,
libro que fue severamente criticado por la mayor parte de sus contemporáneos, entre ellos
Robert Hooke (1638-1703) y Huygens, quienes sostenían ideas diferentes sobre la
naturaleza de la luz. Como Newton no quería publicar sus descubrimientos, no le faltaba
más que eso para reafirmarle en sus convicciones, y mantuvo su palabra hasta 1687, año
de la publicación de sus Principia, salvo quizá otra obra sobre la luz que apareció en
1675. El templo original, con el fuego en el centro e iluminado por siete lámparas que
representaban los planetas, simbolizaba el mundo. Aceptaron que el firmamento era el
verdadero templo de Dios y, por ello, que Prytanaeum era el nombre digno de este
Templo que enmarcaron lo mejor que pudieron para que representase todo el sistema
celeste. Una creencia religiosa que no puede ser más racional. De forma que había un
modelo de la primera institución de la religión verdadera que proponer a la humanidad, en
el marco de los antiguos Templos, el estudio del marco del mundo como Templo
verdadero del gran Dios que adoraban, de forma que la primera religión fue la más
racional de todas, hasta que las naciones la corrompieron.
La atracción gravitatoria, relacionadas con la permanencia de la Luna en su órbita en
torno a la Tierra, fueron los logros que Newton mencionó como fechados en esos años y
él mismo se encargó de propagar, también hacia el final de su vida, la anécdota que
relaciona sus primeros pensamientos sobre la ley de la gravedad con la observación
casual de una manzana cayendo. En 1676 Newton renunció a proseguir la polémica
acerca de su teoría de los colores y por unos años, se refugió de nuevo en la intimidad de
sus trabajos sobre el cálculo diferencial y en su interés por dos temas alejados del mundo
de sus investigaciones sobre la naturaleza: la alquimia y los estudios bíblicos. Su
búsqueda de la unidad en la naturaleza mediante métodos científicos, fue paralela a su
persecución de la verdad a través de la lectura de las Sagradas Escrituras. Para finales
de 1676, tan absorto en teología y alquimia como distraído por la correspondencia y las
críticas sobre óptica y matemáticas, Newton prácticamente se había separado de la
comunidad científica.

Oldenburg murió en septiembre de 1677, ya que no tenía noticias de Newton desde hacía
más de medio año.
Newton terminó su intercambio con Collins por el contundente recurso de no escribir.
Tardó un año más en concluir la correspondencia sobre óptica, pero a mediados de 1678
tuvo éxito. Tan cerca como pudo, había revertido la política de comunicación pública que
comenzó con su carta a Collins en 1670 y se retiró a la tranquilidad de su santuario
académico. No surgió durante casi una década.
En 1679, Newton se ausentó de Cambridge durante varios meses con motivo de la
muerte de su madre, y a su regreso en el mes de noviembre, recibió una carta de Hooke,
por entonces secretario de la Royal Society, en la que intentaba que Newton restableciera
su contacto con la institución y le sugería la posibilidad de hacerlo comentando las teorías
del propio Hooke acerca del movimiento de los planetas, esta carta devolvió a Newton su
interés por la dinámica y pronto constató que la trayectoria seguida por un cuerpo que se
mueva bajo el efecto de la fuerza de gravedad con otro, tendría forma elíptica (y no sería
una espiral, como él creyó en principio).
Robert Hooke tuvo una enorme influencia en los sabios de su época y, sin duda, el
descubrimiento y consecuencias de la gravitación universal se debe un gran parte al
respeto que Newton sentía por él y por sus ideas.
Desde entonces, postuló que la Tierra debe moverse en una órbita elíptica alrededor del
Sol. Humphrey Newton esbozó algunas facetas de la vida de Newton cuando la encontró
en la década de 1680.
Edmond Halley visitó a Newton en Cambridge y le preguntó cuál sería la órbita de un
planeta si la fuerza de gravedad disminuyese con el cuadrado de la distancia. La
respuesta de Newton fue inmediata: "una elipse".
Maravillado por la rapidez con que Newton consideraba resuelto un asunto en cuyo
esclarecimiento andaban compitiendo desde hacía varios meses Hooke y el propio Halley,
éste le preguntó cómo era posible que conociera la forma de la curva. Newton esbozó una
sonrisa y le dijo: “La he calculado”. La demostración por el cálculo marcaba la diferencia
fundamental entre Newton y los aristotélicos. Al recibir la corrección, el anunciado placer
de Newton por escuchar objeciones se evaporó como el rocío en agosto. Igual que le
había sucedido a Hooke en 1672, la prisa le había traicionado y había sido sorprendido en
su error. Podemos juzgar la honda impresión que la corrección de Hooke causó en él por
el hecho de que, seis años y medio más tarde, recordaba en detalle el contenido de la
correspondencia. Más de treinta años después, su memoria era todavía tan clara que
intentó minimizar el error aludiendo que se trataba de «un negligente trazo de su pluma».

Newton enseñó álgebra y teoría de ecuaciones, en comienzos de 1673 hasta 1683, pero
asistían pocos estudiantes a sus cursos. Mientras tanto, Barrow y el astrónomo Edmond
Halley (1656-1742) reconocían sus méritos y le estimulaban en sus trabajos.

Hacia 1679, verificó su ley de la gravitación universal y estableció la compatibilidad entre


su ley y las tres de Kepler sobre los movimientos planetarios.

Desde 1684, su amigo Halley le incita a publicar sus trabajos de mecánica, y finalmente,
gracias al sostén moral y económico de este último y de la Royal Society, publica en 1687
sus célebres Philosophiae naturalis principia mathematíca. Los tres libros de esta obra
contienen los fundamentos de la física y la astronomía escritos en el lenguaje de la
geometría pura.

El libro I contiene el método de las "primeras y últimas razones" y, bajo la forma de notas
o de escolios, se encuentra como anexo del libro III la teoría de las fluxiones. Aunque esta
obra monumental le aportó un gran renombre, resulta un estudio difícil de comprender, y
parece que Newton quiso que fuera así con el fin «de evitar ser rebajado por pequeños
semisabios en matemáticas». Quiso escapar así a las críticas suscitadas por sus textos
sobre la luz.

En 1679, dedicó casi el mismo tiempo a su hacienda que el que había dedicado a su
madre en todas sus visitas de los doce años precedentes, algunos cálculos de Newton,
chocaron con un obstáculo al demostrar que la fuerza de atracción entre dos esferas es
igual a la que existiría si las masas de cada una de ellas estuviesen concentradas en los
centros respectivos.

Resolvió ese problema en febrero de 1685, tras comprobar la validez de su ley de la


atracción gravitatoria mediante su aplicación al caso de la Luna; la idea, nacida veinte
años antes, quedó confirmada entonces gracias a la medición precisa del radio de la
Tierra realizada por el astrónomo francés Jean Picard.
Nunca pudo Newton hallar una explicación satisfactoria acerca de cómo se transmite la
fuerza gravitacional. Sabía que era una fuerza que actuaba a distancia, suponía que la
transmisión es instantánea y que no necesita de un medio de transmisión. Pero afirmó
con humildad que no sabía cuál era la causa de todo esto. Todavía, a fecha de octubre de
2012, nadie lo sabe.
El camino quedaba abierto para reunir todos los resultados en un tratado sobre la ciencia
del movimiento: “Los principios matemáticos de la filosofía natural”, que se conocen como
Los Principia. La intervención de Halley en la publicación de la obra no se limitó a la de
haber sabido convencer a su autor de consentir en ella, algo ya muy meritorio tratándose
de Newton; Halley supo capear el temporal de la polémica con Hooke, se encargó de que
el manuscrito fuese presentado en abril de 1686 ante la Royal Society y de que ésta
asumiera su edición, para acabar corriendo personalmente con los gastos de la impresión,
terminada en julio de 1687. Esta obra está considerada como uno de los
libros cientìficos más importantes de la historia.
La extraordinaria longevidad de los seniors de ese tiempo hizo que una especie de
senilidad general reinara entre aquellos que podrían haber suplido las carencias de los
directores. A fines de la década de 1680, la crisis económica originada por la biblioteca
había creado un caos económico en todo el college, y los dividendos empezaron a
descender. Los problemas del college tuvieron que afectar a Newton. Éste no abandonó
completamente la vida académica y, por ejemplo, votó en varias elecciones universitarias.

En 1675, cuando todavía era pronto para reconocer la disminución en los números que
acababan de establecer, Isaac Barrow comprometió a la universidad a construir una
biblioteca extravagante. La magnífica estructura de Wren se convirtió en un adorno para
toda la universidad, como pretendía Barrow, pero su carga de gastos paralizó a la
universidad durante dos décadas hasta su finalización en 1696.

En julio, Otto Mencke, editor del Acta Eruditorum, escribió a Leibniz paradecirle que, en
Inglaterra, alguien había atribuido su cuadratura del círculo a Newton. Leibniz ya se había
enfrentado con otro matemático alemán, Ehrenfried von Tschirnhaus, con relación a unos
escritos sobre tangentes y máximos y mínimos, que Leibniz acusó de plagiarios. El
mensaje de Mencke le urgió a escribir un documento sobre su cálculo diferencial que el
Acta publicó en octubre.
Capítulo VIII
Principia
Los antecedentes de la visita de Halley a Cambridge, en agosto de 1684, se encuentran
en una conversación del mes de enero anterior.
El contexto de este enunciado implicaba que había llegado a la relación del inverso del
cuadrado sustituyendo la tercera ley de Kepler por la fórmula de la fuerza centrífuga
recientemente publicada por Huygens. No fue el único en hacer esta sustitución. Después
de que Hooke se quejara de plagio en 1686, Newton recordó una conversación con sir
Christopher Wren de 1677 en la cual habían considerado el problema de «determinar los
movimientos celestes sobre principios filosóficos».
Aunque Halley mencionaría la visita, el mejor relato que tenemos viene de Newton, según
le informó de ésta a Abraham DeMoivre.
En 1684, el Dr. Halley fue a visitarle a Cambridge. Transcurrido un tiempo uno en
compañía del otro, el doctor le pidió su opinión sobre cómo pensaba que sería la curva
descrita por los planetas, suponiendo que la fuerza de atracción hacia el Sol fuese
recíproca al cuadrado de su distancia de éste. Sir Isaac respondió inmediatamente que
sería una elipsis. El doctor dio muestras de gran alegría y, sorprendido, le preguntó sobre
cómo lo había sabido. Lo he calculado, contestó él. El Dr. Halley, entonces, le pidió que le
mostrase enseguida su cálculo. Sir Isaac miró en sus papeles, pero no pudo encontrarlo.
Sin embargo, le prometió que lo volvería a hacer y que se lo enviaría.
El repetido paso en falso de su correspondencia con Hooke sobre este mismo tema debió
hacerle actuar de forma más precavida que de costumbre. Sin embargo, al prometer
enviar la demostración a Halley, se comprometió a revisar el documento.
En noviembre y a través de Edward Paget, Halley recibió, de alguna forma, algo más de lo
que esperaba: un pequeño tratado de nueve páginas con el título De motu corporum in
gyrum (Sobre el movimiento de los cuerpos en una órbita).
La causa de que Halley tuviera que esperar tanto tiempo la corrección del tratadofue el
proceso de trabajo que se desarrolló en Cambridge, un proceso típicamente newtoniano,
no menos maravilloso por eso. El problema había hecho presa de Newton y no le dejaba
tranquilo. Había en él esa misma majestad que años antes había despertado la
admiración de un escolar en Grantham.
Los Principia no sólo constituyeron el mayor logro de Newton, también significaron el
punto crucial de su vida. Como sabemos por sus escritos, había llevado a cabo
verdaderos prodigios en una serie de campos, pero también sabemos que no había
terminado ninguno. En 1684, su mesa estaba cubierta de tratados matemáticos
inconclusos. No había continuado sus prometedores y penetrantes análisis en el terreno
de la mecánica. Sus investigaciones alquímicas sólo habían producido un caos de notas
desorganizadas y ensayos inconexos. Si Newton hubiera muerto en1684 y sus papeles
hubiesen sobrevivido, sabríamos por ellos de la existencia de un hombre de genio.
Sin embargo, en vez de alabarle como a una figura que modeló la inteligencia moderna,
nos habríamos limitado a mencionarle brevemente, Newton: Una vida
www.librosmaravillosos.com Richard S. Westfall Colaboración de Sergio Barros 198
Preparado por Patricio Barros lamentando que no llegase a alcanzar la terminación de su
proyecto.
Los Principia dieron una nueva dirección a la vida intelectual de Newton, dominada
durante más de una década por la teología y la alquimia; interrumpieron sus estudios
teológicos, que no volvió a retomar en otros veinte años; y no terminaron con su carrera
de alquimista, pero desviaron el rumbo de los conceptos alquímicos de un mundo privado
de imaginería arcana a un inesperado y concreto reino del pensamiento, donde el rigor de
la precisión matemática podía colaborar en la tarea de volver a dar forma a la filosofía
natural.
La definición 1 trataba sobre la lección relativa al movimiento circular que Hooke le había
enseñado en 1679, con el fin de aportar una nueva palabra al vocabulario de la mecánica.
Llamo fuerza centrípeta a aquello que hace que un cuerpo sea impelido o atraído hacia
algún punto observado como un centro.
Newton explicaría más tarde que había acuñado el término centrípeta, dirigido hacia el
centro, en un consciente paralelismo con el término de Huygens centrífuga, que si separa
del centro. Ninguna palabra caracteriza mejor los Principia que, más que ninguna otra
cosa, era una investigación sobre las fuerzas centrípetas y su influencia en el movimiento
orbital.
La definición 2 concernía al movimiento rectilíneo.
Y llamo la fuerza de un cuerpo o la fuerza inherente a un cuerpo a aquello que hace que
persevere en su movimiento en línea recta.
La hipótesis 2 ampliaba la definición a una concepción general del movimiento.
Por su fuerza inherente, todos los cuerpos avanzan uniformemente en línea recta hasta
él.
En su origen, el análisis del problema de los tres cuerpos estaba únicamente dirigido al
problema de múltiples planetas alrededor del Sol y al conflicto aparente entre la
gravitación universal y las leyes de Kepler. Casi de inmediato, Newton se dio cuenta de
que podía utilizarlo en sentido contrario, no para explicar por qué las órbitas pueden
aproximarse tanto a las leyes de Kepler a pesar de la mutua atracción, sino para explicar
la fuente de las perturbaciones observadas. En primer lugar, esto hacía referencia a la
Luna.
A continuación, y basado en la proposición XXXVI, el libro II sugería brevemente que el
principio de la gravitación universal podía dar respuesta a otros fenómenos observados.
En un párrafo se afirmaba que podía explicar las anomalías observadas en el movimiento
de la Luna;

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