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Daniela Perrone 3°C Literatura 12/9/2019

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Trabajo de autorreflexión: ​ sobre la visita al Instituto de Derechos Humanos con el texto


“Los ciclos de la memoria en el Uruguay postdictadura: 1985-2011” de Carla Larrobla y
Alvaro Rico.

Tal como lo plantean Carla Larrobla y Alvaro Rico, al hablar de la dictadura


uruguaya de 1973, me surge de forma inmediata conceptos, ideas y diversas
perspectivas, que en su conjunto, se podría decir que fue un periodo que marcó
indudablemente un antes y un después en el Uruguay, delimitando una parte
“oscura” dentro de la historia de nuestro país.

La estrategia del miedo tuvo un gran impacto en la población, dentro de el


entramado social. No logró impedir la resistencia pero sí generó un clima de
desconfianza y aislamiento entre la gente. Estimuló los peores valores de la derecha
como la denuncia, la persecución, la justificación a la violación a los derechos
humanos.

Son tan fuertes estos hechos, marcaron tanto la historia nacional, que una y otra vez
vuelven a la escena política, motivan nuevos enfrentamientos, a veces retrocesos y
otras veces avances democráticos. Lo que me hace pensar que todavía quedan
demasiados capítulos pendientes para nuestra democracia, como lo fue el
testimonio de Sara Méndez , al contarnos por ejemplo sobre las atrocidades que le
tocó vivir desde el día 0 de su secuestro , pasando por momentos tan difíciles y
sensibles como la pérdida de un hijo dentro de la clandestinidad, un hijo que le fue
arrebatado, y que hasta en la actualidad, Sara -y como muchos más- continúa su
lucha por la búsqueda de Simón :​“Yo he querido liberarme un poco de ser la madre
de Simón”, explica.
Se refiere al símbolo, y no a su hijo, a quien llama Aníbal. El hijo que le arrebató la
dictadura, el que recuperó en 2002, el padre de ese nieto que ese 24 de marzo le
mandó fotos desde la marcha por la memoria, la verdad y la justicia en Argentina. Y
,aceptar el nombre que le puso su apropiador, dice, es “aceptar los 25 años que
vivió alejado de ella”.
Es muy interesante saber que en la casa donde funciona el Instituto Nacional de
Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH) es un Sitio de Memoria. Allí
hombres y mujeres sufrieron graves violaciones a los derechos humanos durante el
terrorismo de Estado; e inclusive por muchos años , permaneció María Claudia
García Iruretagoyena, donde dio a luz a su hija, Macarena Gelman.
El sitio ofrece una muestra permanente sobre los hechos conocidos como “La gran
farsa”, una operación orquestada por el Servicio de Información de Defensa (SID)
para justificar la presencia en Montevideo de 62 hombres y mujeres que habrían
entrado al país con el fin de preparar acciones subversivas cuando en realidad la
mayoría fue secuestrada en Buenos Aires.

Lo que me remite a pensar que es un sitio donde “historia” y “memoria” conviven


juntas. Es donde se encuentra parte de la memoria resistente que insiste en
recordar , investigar , analizar y reconocer públicamente los hechos y las grandes
violaciones a los Derechos Humanos ocurridos durante estos doce años de
secuestro, encierro, oscuridad, tortura y silencio.
Un silencio que dentro de el carácter político de la memoria, siempre va a ser
rememorado por sus protagonistas, por los testigos sobrevivientes, como lo es Sara
Méndez.

En​tonces, si recordar que hubo dictadura en el 73, es aproximar el pasado al


presente para explicar (entender o asumir) que todavía los asesinos del Estado,
que cometieron delitos de lesa humanidad, se atreven impunemente a transitar por
nuestras calles, plazas, paseos y playas, como si nada hubiera pasado, con la
indignante idea de que nuestros pedidos de justicia no son otra cosa que planteos
revanchistas o de neta venganza.

Pero también es recordar que hubo dictadura, es repudiar la impunidad y es


distanciarse de nuestra conciencia; es educar a nuestra juventud a pensar en
valores de justicia; es educar a nuestra juventud a mirar hacia adelante pero sin
ignorar, sin olvidar y sin minimizar los daños de una asonada criminal que se jacta
de mantenerse cobijada por la impunidad y amparada en la mentira.

Entonces, recordar, es crear conciencia para que se trabaje bajo diferentes formas y
a diferentes niveles, para que “el pacto de silencio” de la casta militar se derrumbe
por mandato de la Justicia y no pueda contar con la complicidad de algunos
políticos, que por motivaciones de cuño ideológico y en ocasiones mafioso, no
permiten que se separe el trigo de la cizaña dentro de las Fuerzas Armadas, para
construirnos sin lastres ni asignaturas pendientes.
Entonces, ¿qué significa recordar la dictadura?.

A mi entender es homenajear a quienes lucharon contra ella. A quienes dieron su


vida. A quienes estuvieron presos.A esos “subversivos” . A quienes perdieron hijos,
nietos, padres, hermanos, amigos, correligionarios y compañeros de resistencia.

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