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En España, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2014 la custodia de los hijos se
concedió a la madre en el 73,1% de los casos, al padre en el 5,3% de los procesos y en el 21,2% de los casos fue
compartida. Solo en el 0,4% se otorgó a otras instituciones o familiares. ¿Por qué decide el juez dársela a un
progenitor u otro? ¿En qué se fija? A continuación, se enumeran siete aspectos que se tienen en cuenta para
conceder la custodia.
La custodia no es un derecho de los padres, sino de los hijos. Por eso es esencial tener en cuenta la estabilidad
emocional del hogar donde vivirá el menor, que le dará el equilibrio necesario para crecer y desarrollarse. El
entorno social o familiar, no separar a los hermanos, el ejemplo de los padres, que exista una buena relación
con la nueva pareja (si la hay) y los hijos de ésta son aspectos que también tendrá en consideración el juez,
pues son determinantes para que el niño viva equilibrado.
Además, el equilibrio del pequeño se verá afectado, si el custodio tiene problemas de salud mental. Por ello,
debe observarse si alguno de los progenitores es inmaduro, violento o conflictivo. También se tiene que tener
en cuenta si se encuentra en estado depresivo o tiene algún trastorno desde antes, durante o tras la
separación.
Se puede querer a toda costa tener a los hijos, pero no se dispone de tiempo. ¡Los horarios laborales pueden
jugar en contra! Si la agenda de trabajo de uno de los progenitores está repleta, no será fácil que le otorguen la
custodia, pues se tiene muy en cuenta la disponibilidad del padre o la madre para brindar a los niños el cuidado
que necesitan. Hay que darles calidad sobre todo, pero también cantidad, para poder fraguar con ellos una
relación de amor, respeto y estabilidad.
Es más importante la afectividad que el dinero. Pero el juez, antes de decidir el tipo de custodia, se fijará
también en que el progenitor tenga capacidad económica suficiente para poder mantener a sus hijos. Es
imprescindible entregar los menores a quienes puedan hacerse cargo de cubrir sus necesidades básicas.
4. Vínculo afectivo previo
Un juez debe siempre valorar el vínculo afectivo previo. Esto es, revisar en retrospectiva la calidad del nexo que
ha establecido el niño con su padre y su madre. Son esenciales en este punto el tiempo compartido, quién ha
favorecido en mayor medida la autoestima o con cuál de los progenitores es mejor la comunicación del menor.
Estas cuestiones son vitales de cara al futuro, puesto que el hijo irá creciendo y un padre o una madre que le dé
confianza y autoestima le ayudará más a la hora de ser independiente y de socializarse.
Es importante que el niño o adolescente sea escuchado, y que su opinión sea atendida. ¡Hay que tener
precaución en este punto! Los pequeños son manipulables y pueden elegir el progenitor que menos les corrija,
que les prometa más bienes materiales o que se haga la víctima. Aun así, según los psicólogos, hay que
escucharles y tener en consideración sus opiniones, sobre todo si son ya adolescentes.
Para garantizar el acierto en la resolución judicial, los jueces pueden solicitar que se practiquen las pruebas
necesarias para dictaminar quién debe ostentar la custodia. Por ejemplo, que los padres y los hijos realicen
entrevistas con psicólogos, etc. y se le entregue un informe. No es determinante, pero el contenido del informe
psicológico influye en la decisión final.
Si los progenitores son personas conflictivas o que resuelven sus problemas de manera violenta, tienen
problemas importantes con deudas o alguna adicción, no se estimará oportuno concederles la custodia. Por
ello, el juez también tendrá en cuenta los antecedentes del padre y la madre y cómo han evolucionado al
respecto.