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En términos
teóricos, la comunicación encarna el encuentro de mínimo dos agentes sociales alrededor
de los cuales se produce una suerte de intervención recíproca que genera alteraciones en
los procederes de los involucrados. De hecho, la dinámica de esta relación de intercambio
de información a que da lugar el acto comunicativo, explica buena parte del ascenso
económico de muchas sociedades occidentales.
Efectivamente, la complejización del sistema de necesidades que se fraguó desde el siglo
XVII, junto a fenómenos como el crecimiento poblacional, los flujos migratorios, la
diversidad de demandas y ofertas de bienes y servicios, los adelantos tecnológicos, la
implementación de modelos políticos liberales y la aceleración del ritmo de acumulación
de capital, dio pie para que los procesos de intermediación comunicacional adquirieran tal
nivel de protagonismo, que hoy es imposible hablar de procesos de desarrollo sin
considerar el papel de los medios de comunicación como agentes de cambio. Como bajo
el nuevo escenario capitalista del desarrollo el crecimiento de los conglomerados
humanos no permitía vínculos directos de interrelación social, se dificultaba conectar las
ofertas y las demandas de bienes y servicios para dinamizar los mercados y asegurar la
unidad social y política; entonces emergieron los medios de comunicación masiva como
las organizaciones que se encargarían de subsanar estos y otros baches para el normal
desenvolvimiento socioeconómico. Haciendo uso de canales como la prensa, la radio o la
televisión, a este tipo organizaciones se les encargaron labores como las de informar,
entretener y enseñar, permitiendo conectividad entre grupos de personas que fungen
como generadoras de información y de mensajes, con otras que cumplen la función de
receptores. Con la primera función, el mensaje que se transportaba a través de los
llamados “Mass Media” originariamente se buscaba suministrar datos en forma de
noticias que posibilitarían la toma de decisiones rápida y oportuna (Zallo, 1988; Herrero
Subías, 2009). Con la segunda función se intentaba recrear la vida de las personas
generando imágenes que rompieran con las actividades rutinarias para recomponer la
fuerza de trabajo. Finalmente, la labor de enseñanza apuntaba a incorporar en el público
receptor nuevos valores sobre la base de la experiencia y los adelantos científicos, que
redundaran en un cambio de actitudes en el largo plazo para incidir en ámbitos como el
político y el económico
Antes del Renacimiento no existía ninguna manifestación gráfica exactamente repetible, y
hasta hace un siglo las estampas obtenidas con las viejas técnicas cubrieron todas las
funciones que ahora cubren nuestros fotograbados de líneas (plumas) y de trama
(directos), nuestras fotografías y heliografías, nuestros diversos procesos cromáticos y
nuestras caricaturas políticas y anuncios gráficos. Si definimos los impresos desde el punto
de vista funcional, en lugar de hacerlo a través de cualquier restricción técnica o cualquier
valor estético, resulta obvio, que sin impresos, la ciencia, la tecnología, la arquitectura o la
etnología moderna apenas existirían, pues todas dependen, más o menos directamente,
de la información transmitida por declaraciones visuales o pictóricas exactamente
repetibles. Esto significa que las estampas lejos de ser simplemente obras de arte de
segunda fila, constituyen una de las herramientas más importantes y poderosas de la vida
y el pensamiento modernos. Desde luego no podremos comprender su papel actual a
menos que nos circunscribamos a su papel de manifestaciones o comunicaciones gráficas
exactamente repetibles, sin que tenga mayor importancia su mayor o menor mérito
artístico.
En el Urabá, el 10% de las emisoras son de la Fuerza Pública. Existen tres emisoras: una
emisora de la Marina, una del Ejército y una de la Policía Nacional, en tres municipios de la
región.
En la región del Urabá hay 30 medios de comunicación y tres son emisoras de la Fuerza
Pública. La radio es la plataforma más utilizada; hay 15 emisoras y dos canales de
televisión. Los medios digitales y la prensa escrita son escasos, hay dos portales y
ocho periódicos.
Entre julio y octubre de 2014, el proyecto Hacemos Memoria elaboró un diagnóstico de
medios de comunicación del Urabá antioqueño.
Esta investigación permitió identificar el enfoque y la capacidad de cobertura que tienen los
medios locales de esta región frente a temas de conflicto armado y memoria histórica;
además, reunió algunos datos que muestran cómo están conformados sus equipos de
trabajo, cuáles son las temáticas que abordan, cuáles son sus necesidades de formación,
cuál es su público objetivo y cómo interactúan con él.
http://www.scielo.org.co/pdf/pacla/v13n2/v13n2a08.pdf
https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd8285.pdf
https://flip.org.co/cartografias-informacion/content/urab%C3%A1-
antioque%C3%B1o#secondPage
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-75502009000200018
http://hacemosmemoria.org/2015/11/18/diagnostico-de-medios-de-comunicacion-de-uraba/