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MR TECH.

La primera vez que lo vi, fue cuando trabajé en aquel popular programa de televisión, recuerdo que
me encontraba sentado charlando con mis cuatro compañeros de equipo, cuando notamos que
había información inusual en el formulario de los inscritos. Se trataba de un personaje muy peculiar,
algo completamente diferente a lo que habitualmente estábamos acostumbrados a recibir en este
tipo de shows, los datos sobre este enigmático concursante eran poco reveladores:

Nombre: Desconocido.

Sexo: Masculino.

Nacionalidad: Desconocida

Ciudad: Desconocida.

Edad: Desconocida.

Estado civil: Desconocido.

Empresa: Desconocida.

Localización de la empresa: Desconocida.

Actividad comercial: Desconocida.

Teléfono: Desconocido.

Correo electrónico: Desconocido.

Domicilio: Desconocido.

Ingresos: Desconocido.

Historia en el mundo de los negocios: Desconocido.

Alias: Mr. Tech.

Ansiosos por la curiosidad le dijimos al editor que estábamos preparados para recibir al completo
«desconocido», por lo tanto, era preciso que lo dejara pasar. Al abrirse las marrones y pesadas
cortinas retráctiles, pasó caminando suavemente a través de ellas un hombre atlético vestido
completamente de negro; no creo que llegaba al metro con ochenta de estatura, estaba usando
un pasamontañas que le cubrían todo el rostro, salvo los ojos que estaban ocultos tras unas gafas
oscuras parecidas a los de un paracaidista. Tanto la chaqueta, la camiseta de manga larga, los
pantalones tipo jeans, sus guantes, zapatillas, incluso el morral que llevaba sobre su espalda eran de
color negro. Lo único diferente en su vestimenta era una llamativa y colorida esfera del tamaño de
una pelota de béisbol, la cual era sostenida con su mano izquierda.
A pesar de su extraña apariencia y su misteriosa actitud no percibimos peligro alguno, ya que el
personal de seguridad no le habría permitido ingresar más allá de la recepción, ni mucho menos los
policías que se encontraban en la entrada del complejo habrían permitido su acceso.

Mis compañeros y yo nos mirábamos las caras, estoy seguro de que la mayoría de las personas en el
estudio de grabación estaban en un estado de asombro igual que nosotros, otros no lograron
contener las ganas de reír a causa de la extraña pinta de este peculiar personaje, quizás salido del
Carnaval de Barranquilla o tal vez, porque parecía un ferviente seguidor del hombre araña cuando
aún estaba en sus inicios buscando la vestimenta adecuada para sus habilidades heroicas.

Antes de que este hombre se ubicase en el centro del set de grabación, varios curiosos lo seguían a
expectativas sin mencionar palabras, solo por breves instantes se escuchaba un ligero cuchicheo
mientras algunos no disimulaban las ganas de reír a razón de una multiplicidad de bromas de todo
tipo; pero, pronto se silenció completamente el estudio cuando se oyó la ronca pero sutil voz del
presunto «héroe» al decir una frase mientras sacaba un pequeño trozo de papel de su bolsillo
derecho:

—Aquí se encuentra escrito el veredicto de esta noche. Les pido el favor, de abrirlo y leerlo solo
cuando todo se haya consumado.

Arrugó el papel solo con su mano derecha para luego arrojarlo cerca de nuestros pies.

A nadie le causó gracia el acto, las ganas de reírse se habían esfumado por completo, hasta llegué
a pensar que este tipo se estaba burlando de nosotros; este era un programa muy serio y los
acuerdos que se daban entre los participantes y las empresas a las cuales representábamos eran
auténticos negocios comerciales. Así que enérgicamente me levanté de mi silla sintiéndome muy
ofendido y sin tapujos le dije:

—¿De qué circo haz salido?, creo que eres un maniaco irrespetuoso y por lo tanto… ¡no estoy
interesado en tus payasadas!

Sin perder el tiempo el enigmático hombre giró su cabeza con su mirada fija hacia mí, admito que
me asusté un poco por su intimidante actitud, pero alcancé a ver con mucho asombro, como el
interior de sus gafas negras se tornaron a un color rojo oscuro dándole una sensación de que estaba
enojado, me imaginé que el color interactuaba con su cambio de estado de ánimo. Como si se
tratase de un cazador atinando a su presa, arqueó su brazo izquierdo hacia atrás y con un rápido
pero competente movimiento me lanzó la pelota que sujetaba en su mano.

Instintivamente por reflejo me doblé bajando mi cabeza y cubriendo mi rostro con mis brazos en un
pobre intento de proteger mi integridad, en ese breve instante escuché los fuertes gritos de los
presentes, pero posteriormente no sentí ni escuché absolutamente nada más, solo podía abrigar un
extraño escalofrío. Aunque un silencio penumbroso se apoderó de todo el lugar, creo que podía oír
claramente como mis latidos estaban al máximo nivel, estaba sudando frio, lentamente me descubrí
el rostro alzando la vista para poder observar lo inimaginable. La pelota que se había vuelto
completamente roja, estaba girando sobre su propio eje «sostenida» en el aire a solo unos pocos
centímetros de mi cabeza.

Todos en el estudio estábamos atónitos, boquiabiertos y estupefactos. ¿Cómo era posible?

El misterioso hombre autonombrado míster Tech, aún seguía con su brazo extendido, pero luego,
como si hubiese querido hacer un intento por devolver el tiempo retrocedió lentamente su brazo
izquierdo y como por arte de magia la pelota se reconfiguró en el aire, sus coloridas figuras
geométricas se empezaron a mover disolviendo el color rojo hasta formar un tonalidad negro
uniforme (como si fuera un cubo de rubik de forma esférica), luego retrocedió por la misma vía
hasta posarse nuevamente en su mano. La iluminación roja en el interior de sus gafas también se
había esfumado volviendo a su habitual color negro.

Los maquilladores, editores, escenógrafos, utileros, personal de servicio y en fin, todos se


conglomeraron muy cerca del plató de grabación como nunca antes había sucedido en toda la
historia del programa. En especial nuestro robusto jefe de seguridad llamado Jonathan, quien
ansiosamente aguardaba en primera fila con dos miembros uniformados y esperaba nuestra
aprobación para sacar del set a cualquier amenaza posible, pero ninguno de mis compañeros y
mucho menos yo, nos atrevimos a dar indicaciones pertinentes, por lo tanto el sorprendente y casi
inverosímil acto siguió su curso.

Segundos después de esta extraña pero poderosa demostración de control, el hombre miro a todos
lados como si estuviese buscando a alguien o como si hubiese tratado de contar a los espectadores
que estaban alrededor del plato, detuvo su ojeada unos segundos sobre los tres miembros del grupo
de seguridad, luego volvió a fijarse en mí para decirme:

—Señor Yoc, usted y sus cuatro compañeros inversionistas son los que eligen con quien quieren
asociarse, sin embargo, yo los veo por igual a todos ustedes, yo no vine a ser elegido sino a elegir a
quien quiero a mi lado en el ambicioso proyecto que me dispongo a emprender, ustedes
representan esas cinco variables, y si usted quiere estar fuera de esta ecuación, no me opondré.
Entonces, “Ha sido eliminado para mí”.

No tuve tiempo de reaccionar, aún me encontraba en estado de shock, pero a mi derecha se


encontraba mi compañera Cristina a quien no le agradó mucho la arrogante actitud de este
personaje, así que sin levantarse de su silla, se decidió a reprocharle que no se sentía a gusto con sus
aires de prepotencia y le preguntó cuál era la razón de su extraño actuar.

El nutrido grupo alrededor del plató de grabación incluyéndonos a nosotros quienes éramos los
cinco negociadores, creíamos que ya habíamos visto lo impensable, cuando nuevamente el
misterioso personaje fijó su mirada sobre Cristina, al tiempo en que soltaba de su mano la pelota
negra la cual no cayó al suelo sino que se quedó estática flotando en el aire mientras iba
cambiando su color a un verde oscuro, la iluminación en el interior de sus gafas también
adquirieron la misma tonalidad verdosa y esto permitió entrever un poco sus ojos, prontamente se
levantó por el aire como a unos treinta centímetros sobre el suelo moviéndose hacia ella durante el
tiempo que tarda un pestañeo, deteniéndose justo cuando estuvo frente con frente a escasos tres
dedos de Cristina; nuevamente el personal de seguridad estuvo a punto de entrar en acción, pero
una vez más estábamos tan atontados que no pudimos dar autorización para que intervinieran; por
otra parte, aunque eran extraños y atípicos los eventos que estábamos viviendo, el director
tampoco quiso realizar cortes en ningún momento de la grabación.

Los que estábamos allí, nos sentíamos como hipnotizados viendo como las piernas de Mr Tech
estaban recogidas como si estuviese arrodillado en el aire. ¿Qué clase de ilusión es esta?, ¿acaso
era alguna broma del productor?, no lograba poner en orden mis pensamientos, no estoy seguro si
escuchaba algún motor o algo parecido, solo sentía una fuerte vibración como la de una abeja
zumbando por los aires pero sin alas. De toda esta situación, sin duda la más seducida era Cristina
quien parecía una cobra encantada por la mirada fija del inédito y peculiar Mr Tech, quien luego
de varios segundos de tensión le contestó con una voz tranquila pero confiada:

—Señorita, discúlpeme por favor si la he ofendido, le aseguro que esa jamás fue mi intención, esto lo
hago porque hay un motivo primordial cuyo propósito ha sido minuciosamente planificado, además
simplemente creo que puedo y es por ello que debo hacerlo. Estoy en capacidad de realizarlo y
hoy se los demostrare. Por otro lado… no es nada personal, simplemente son solo negocios.

Los que estaban observando no solo gritaron de emoción al ver tan impresionante espectáculo, sino
que también empezaron a aplaudir y mover afirmativamente la cabeza en señal de aprobación,
cosa que nunca había sucedido ni pasó jamás en el programa mientras estuvo al aire en todas sus
seis temporadas.

Mi compañero Andrés se notaba un poco más relajado a diferencia de todos los demás, se dirigió
al personaje quien regresaba levitando lentamente en el aire a su puesto exacto en el centro del
plató de grabación, mientras se diseminaba el color verde tanto en sus gafas como en la pequeña
esfera levitante, posicionó sus pies sobre el piso de una manera tan extremadamente suave, como si
no pesara ningún kilo sino unos cuantos gramos.

Señor Tech, tengo dos preguntas para usted, ¿Qué es lo que desea? Y ¿Cómo lo hace?

—Gracias Andrés por dirigirte a mí tan amablemente. Lo que deseo de mi futuro socio son diez
millones de dólares.

—¿Para que desea esa cantidad?

—Ocho millones irán directo a financiar el proyecto de “gravedad cero” para la producción en
serie de la catapulta inversa de gravitones que dará comienzo a la masificación de la nueva era del
transporte. Deseo reducir el tamaño de la batería de súper condensadores de ciclo profundo que
llevo en mi morral a una simple batería de radiación cósmica del tamaño de un teléfono celular con
inversión de polaridad en las partículas bosones.

—¿y los otros dos millones?

—Son para materializar un sencillo ejercicio matemático de conversión de ondas hertzianas en bits
reflejadas en una aleación de grafeno y placas de germanio para que puedan ser extrapoladas en
mis gafas permitiéndome así ver todo tipo de ondas electromagnéticas. El detalle de todo esto y la
forma de cómo lo hago, solo lo revelaré a aquel que se haga mi socio.

—Señor Tech, para esa increíble tecnología existen cantidades de capitalistas dispuestos a dar
mucho más de lo que nos pide a nosotros, ¿Qué lo hizo venir al programa y desechar las otras
opciones?

—Esta tecnología es limpia, renovable, no contamina, es asequible y sin duda será el dolor de
cabeza de los grandes petroleros dirigidos por los Iluminatis; el socio que me siga deberá ser muy
valiente en la empresa que nos proponemos a crear, sin duda era necesario un motor de arranque
que debe ser un punto visto por muchos, un catalizador que se dispare como efecto bola de nieve
en todos los medios y redes sociales, por ello he elegido cuidadosamente este programa como
catapulta para mi visión del futuro. De hecho las trabas y obstáculos que he superado para venir
hasta aquí han sido inmensos, pero de eso se trata la vida, de seguir adelante y luchar por tus
ideales hasta verlos realizados. Y una de esas personas que no se detiene se encuentra justo en
frente de mí.

Cristina intervino con otra pregunta:

—¿Señor Tech, qué beneficio recibirá aquel que se haga su socio?

—Mi socio recibirá el cincuenta por ciento tanto de la empresa que fundemos como de las regalías
de las patentes que estoy por registrar.
Nuevamente Andrés se dejó escuchar notoriamente mostrando su entusiasmo al subir los decibeles
de su voz.

—Señor Tech creo que no sé mucho de tecnología pero me apunto a su visión futurista y le ofrezco
los diez millones de dólares que solicita.

Sin perder tiempo, Cristina se pronunció y ofreció doce millones y medio.

Ronald quien solo escuchaba y no había dicho una sola palabra durante todo el evento, levantó
sus dos brazos como si fuera el ganador de alguna competencia mientras lanzaba la increíble
oferta de catorce millones de dólares.

Yo por mi parte, no podía dejar que esos aprovechados que no tenían más capacidades
tecnológicas que yo, me arrebataran la oportunidad que había deseado toda mi vida, así que me
levanté de la silla y grité a todo pulmón:

— ¡Veinte millones!, veinte millones de dólares.

Mis cuatro compañeros me miraron asombrados como si hubiese perdido la cabeza por la emoción,
pero ya estaba decidido y no pensaba echarme para atrás.

Mr. Tech se elevó nuevamente, pero a una altura superior a la anterior, a unos ciento cincuenta
centímetros del suelo y nuevamente en menos de lo que tarda un parpadeo se posó frente a mí,
descendió un poco mientras su peculiar esfera levitadora junto con sus gafas brillaban mostrando
un color azul cielo, posteriormente extendió su brazo derecho y me estrechó la mano diciendo:

—Trato hecho. Ahora me disculpo por la impresión que le causé al inicio de esta presentación,
aunque solo hacia parte de la demostración, pero antes de seguir con esta negociación,
humildemente te pido el favor que levantes el papel que arrojé sobre vuestros pies al comienzo del
show y luego lo leas en voz alta delante de todos.

Inmediatamente busqué el trozo de papel que estaba cerca de los pies de Cristina e hice lo que me
pidió este extraño y ahora carismático hombre. Al abrirlo me sorprendió aún más lo que vi. Tragué
saliva, giré mi cabeza mirando los ojos de curiosidad de mis compañeros, después lo miré a él a los
ojos mientras en mi mente me hacia la pregunta ¿Quién rayos es este tipo?, volví mis ojos al pedazo
de papel arrugado y lentamente leí en voz alta para los presentes lo siguiente:

—«Hoy haré negocios con el decidido señor Honyin Yoc, el cual se convertirá en mi socio al
ofrecerme veinte millones de dólares»

Todos los presentes en el lugar aplaudieron incesantemente mientras yo no paraba de reír de la


emoción estrechando la mano a mi nuevo socio, quien no se conformó con este gesto sino que
descendió por completo y me abrazó efusivamente como si fuese mi hermano de toda la vida.
Aproveche entonces la ocasión para preguntarle discretamente que si yo podía levitar como él lo
hacía y para mi sorpresa, me respondió que sí, que solo tenía que tocarle cuando estuviese en el
aire. La verdad es que no le entendí lo que quiso decir, pero él pudo percibir mi confusión así que
me pidió el favor que me apartara de su lado por un momento.

Mr tech se dio la vuelta y con la mano derecha le insinuó a Jonathan, nuestro jefe de seguridad que
se acercara. Nadie entendía lo que pretendía hasta que vimos como la pelota azul se ubicó sin que
nadie la dirigiera sobre la cabeza de su dueño y en conjunto con las gafas de nuevo cambiaron a
un color rojo mientras Jonathan se aproximó acelerando su paso hacia su objetivo, cuando estuvo a
menos de dos metros se lanzó con una fuerza lo suficientemente arrolladora como para intentar
derribar o dejar fuera de combate a Mr Tech, pero este se limitó a flexionar sus piernas, levantó su
mano derecha y tocó el brazo izquierdo de Jonathan cuando este se encontraba lo
suficientemente cerca mientras aún volaba por el aire, tan solo a escasos centímetros antes del
impacto. Ni siquiera hubo efecto rebote, fue como si todo la aceleración y el peso de 130
kilogramos hubiesen sido esfumados instantáneamente y reemplazados en cambio por un globo de
helio.

Una vez más todos aplaudimos y quedamos boquiabiertos, nuestro enigmático y admirado
personaje tenia a nuestro robusto jefe de seguridad levantado en el aire con el solo hecho de
sostenerlo suavemente por un brazo y sin realizar el más mínimo esfuerzo, también nos desconcertó
cuando Jonathan comenzó a reír a carcajadas mientras realizaba movimientos graciosos como si
estuviese nadando al estar flotando en el aire, fue allí cuando descubrimos que se había
confabulado con Mr Tech previamente para realizar esta magnífica demostración de habilidad.

Entonces comprendí a que se refería Mr tech cuando me dijo las palabras de que tenía que tocarlo
cuando me encontrase por el aire, como si tuviésemos telepatía me acerqué a él para realizar un
pequeño salto, asumo que no fue un gran salto, pero si lo suficiente como para que mi nuevo socio
con sus buenos reflejos me tocase en el brazo izquierdo mientras estaba en el aire y fue allí cuando
recordé lo que era ser niño nuevamente, la sensación era única, recuerdo que reí mucho, me sentía
libre, me emocioné grandemente al ver como mis compañeros entusiasmados igual que niños
pequeños, aguardaban por un turno para subir al nuevo centro de entretenimiento. Pero esa noche
conocerlo a él no fue lo único que marcó nuestras vidas para siempre, también fue el hecho de que
por primera vez en mi vida sentí la sensación de anti gravedad.

Pocos meses después de conocerlo, fue difícil no quererlo, aunque sin duda era un genio, era un
tipo increíblemente humilde, era un hombre que por encima de todas las cosas amaba a su familia,
esa fue siempre su prioridad, pero aun así, siempre apoyó a todo aquel que se unió a la empresa,
incluso a todo aquel que se cruzara en su camino, no trataba a nadie como empleado sino como a
un socio, como la vez aquella cuando Cristina pidió unirse a nuestro grupo, él la recibió como una
hermana más en su equipo. Si bien sus patentes siempre fueron poderosas manifestaciones dignas
de un Nobel, nunca las registró como suyas, las hizo a nombre de la empresa y jamás quiso que su
nombre fuera una celebridad pública. Con un poco de vergüenza debo admitir que todos los logros
me los atribuían a mí, cuando en realidad el verdadero protagonista siempre fue nuestro querido Mr
Tech.

Así fue como nos embarcarnos en esta maravillosa y gratificante aventura que significó el comienzo
de la nueva era de la humanidad.

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