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“Aguanté que mi esposo me pegara para que nuestra familia siguiera unida”

08.04.2012 09:32 AM Una joven cuenta cómo fue golpeada por su esposo por casi 5
años, durante los cuales prefirió callar para que sus hijos crecieran al lado de su padre

Katy Jurado kjurado@eltiempo.com.ve

Es importante, que el maltrato sea denunciado antes de que la situación desencadene en


fatalidadesFoto: Archivo

Puerto La Cruz.- Durante años, las mujeres han luchado por lograr el reconocimiento de
sus derechos humanos, sociales y políticos. La violencia de género constituye
actualmente un grave problema de salud pública que ha obligado a los gobiernos a crear
leyes para proteger a las féminas.

En Venezuela, desde el 19 de marzo de 2007 está vigente la Ley Orgánica sobre el


Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la cual contempla medidas de
protección a las agredidas que formulen la denuncia ante los órganos receptores.

Aunque inicialmente, las víctimas tenían temor a recurrir a las instancias judiciales, las
estadísticas de los departamentos de atención a la mujer en los municipios Bolívar y
Sotillo revelan que las cifras se han duplicado en los últimos dos años.

Uno de esos casos corresponde a una joven portocruzana de 24 años, quien tras casi
cinco años de recibir golpes e insultos de su pareja, decidió colocar la denuncia para
acabar con el maltrato y evitar que terminara en tragedia.

Ella proviene de un hogar donde su padre agredía a su madre y por ello llegó a pensar
que esta conducta era normal. Aunque no se identificó, por razones obvias, accedió a
contar su historia para que otras mujeres lo tomaran como experiencia.

“Cuando nos casamos yo tenía 15 años y él 25. Al principio todo iba bien, mi esposo
trabajaba en un taller mecánico y aunque se tomaba sus tragos, era tranquilo. A los dos
años, todo cambió. Se empezó a encompinchar con sus compañeros y se echó a perder.
Gastaba el dinero en alcohol y drogas”.
Para la muchacha allí comenzó su sufrimiento, pues todos los fines de semana su marido
llegaba a la casa gritando y exigiendo que le sirvieran la comida, aunque no había dado el
dinero para hacer la compra. “Discutíamos muy fuerte y me golpeaba con lo que primero
conseguía. Después se ponía a llorar”.

A pesar de que la relación era tensa, la pareja concibió tres hijos que en la actualidad
tienen ocho, siete y cinco años, todos varones. La joven dijo que en sus arrebatos de ira,
el padre les pegaba y les dejaba moretones.

“Yo siempre me metía para tratar de protegerlos, por ello se enfurecía y arremetía contra
mí. Incluso embarazada de mi último niño, me dio correazos hasta en la barriga”.

Una de las situaciones más graves que recuerda fue cuando su cónyuge agarró “la
cadena del portón y me dio con toda su fuerza, fue cuando me llené de valor, tomé un
machete y le hice una cortada en la mano, pero cuando lo vi sangrando, salí corriendo a
casa de mi suegra para que me ayudara, como siempre”.

Decisión

Hace cuatro años decidió denunciar a su marido ante el departamento de Atención a la


Mujer Víctima de Violencia del Centro de Coordinación Policial de Sotillo, después de
conocer de la existencia del ente.

No obstante, siguieron viviendo juntos en su residencia, ubicada en el sector Vidoño de


Puerto La Cruz. “Aguanté que mi esposo me pegara para que nuestra familia siguiera
unida. Él es el padre de mis hijos y quería que ellos crecieran a su lado, pero hoy
entiendo que fue un error”.

La situación no mejoró, pues las peleas siguieron y los golpes también. Fue hace dos
años que decidió dejarlo definitivamente, pero no ha logrado recuperar la tranquilidad, ya
que el hombre va dondequiera que ella esté viviendo para intimidar a las personas que le
brindan ayuda.

“Mientras el gobierno me construye una casita a través de la Misión Vivienda y consigo un


empleo, mi mamá me ayuda económicamente porque mi expareja no me da nada a mí ni
a los niños, y vivo arrimada en la casa de unos amigos, pero él los tiene amenazados con
denunciarlos por maltrato a menores”.

Nuevamente, hace dos semanas la joven acudió al órgano protector para exponer el
acoso de que es víctima por parte del padre de sus hijos. Relató con tristeza que el mayor
de los niños estudia tercer grado, pero un informe psicopedagógico reveló que tiene un
alto nivel de frustración y agresividad, y bajo rendimiendo escolar, a causa de la violencia
familiar

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