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RESEÑA:
EL HOMBRE DE ARENA
Alumna:
Emily Yovana Vila Rincón
V- 15775851
Sección 1.
1T Psicología
Natanael relata el sentimiento tenebroso que ha inundado su vida al comienzo del relato.
Natanael insiste en que conozcamos cuales fueron los motivos de su desgracia. Se reirán
sin ninguna duda es más el así lo desea ¡Reíros os lo ruego reíros de mi de todo corazón¡
En las primeras líneas del relato muestra una manifestación siniestra. Sus miedos sus
miedos tienen algo que ver con un vendedor de barómetros tenemos una vinculación
directa entre lo siniestro y lo monstruoso pero lo siniestro tiene rostro.
A pesar de que su madre le reitera de continuo que el hombre de la arena no existe y que
sólo es una invención suya para que se vayan a la cama, la imaginación del niño no puede
aceptar (que el monstruo no exista) y necesita encontrar o dar forma a eso que a él tanto
le asusta. Necesita ponerle un rostro a lo siniestro.
Más adelante Natanael, cuando es un poco más mayor, se da cuenta de que la historia del
hombre de la arena no podía ser totalmente cierta, pero sin embargo al mantenerse los
signos que representaban al monstruo (los ruidos por la escalera, el sonido de abrir la
habitación de su padre), él continua sintiendo terror porque no podía habituarse al
monstruo: yo no podía acostumbrarme al monstruoso fantasma, y durante todo ese
tiempo ni tan siquiera palideció la imagen que tenía de aquel hombre aterrador.
Es decir, a pesar de que el relato se debilitaba, la imagen persistía con la misma nitidez en
su mente. Y esa fuerza de la imagen siniestra le lleva a Natanael a representarlo por todas
partes: nada me gustaba tanto como escuchar o leer historias de miedo, de fantasmas, de
brujas, de hombrecillos, etc., pero en la cima se encontraba siempre el hombre de la
arena, al cual iba dibujando con facetas cada vez más espantosas en las mesas, armarios y
paredes, en todas partes, con tizas y carbones.
¡El hombre de la arena, el atroz hombre de la arena es el abogado Coppelius, el mismo
que a veces almuerza a mediodía en nuestra casa!
Sin embargo, al tomar forma real el monstruo, algo cambia también rotundamente en su
configuración como ser maligno y pasa a ser un ente que puede aparecer y desaparecer
en cualquier momento y en cualquier sitio.
Según vamos avanzando en el relato, Natanael nos explica los “tratos” que su padre
mantenía con Coppelius y cómo murió su progenitor en una explosión que tuvo lugar en
una ocasión cuando estaban los dos parece ser que entretenidos en prácticas relacionadas
con la alquimia.
Después de este trágico final, Coppelius desapareció sin dejar ninguna huella, hasta que
apareció el vendedor de barómetros que, según cuenta a Lotario y a Clara, él cree que es
Coppelius aunque muy cambiado. A pesar de esos manifiestos cambios, Natanael puede
seguir viendo los rasgos del monstruo: Estaba vestido de otra forma, pero el tipo y los
rasgos de Coppelius están grabados con demasiada nitidez en mi memoria como para que
me sea posible equivocarme.
Tal es así que, incluso Clara que es la que finalmente lee la carta retoma la imagen actual
del monstruo y la hace presente en sus pesadillas: el vendedor de barómetros, el funesto
Giuseppe Coppola, me perseguía a cada paso y, casi me avergüenza confesarlo, logró
incluso turbar mi tranquilo sueño con toda suerte de espantosas imágenes.
Clara cree ver en el relato de Natanael ciertos “rasgos delirantes” y, en lo que respecta a la
construcción de la imagen del monstruo, ella considera que todo se ha debido a su
imaginación infantil: es natural que en tu espíritu infantil se entremezclaran entonces el
espantoso «hombre de la arena» de los cuentos del ama con el viejo Coppelius que para
ti, aunque no creyeras en el hombre de la arena, seguiría siendo un espectro monstruoso.
Clara le anuncia, además, que él es el único responsable de que el poder siniestro haya
tomado una imagen. Al tiempo que le expresa su total y absoluto desprecio al monstruo y
a sus supuestos poderes: no le temo en absoluto ni a él ni a sus garras asquerosas ni como
abogado va a echar a perder mis golosinas, ni como hombre de la arena mis ojos
desaparecidos.
No sospecha de los hechos más evidentes como que le instalen en un nuevo apartamento
justamente frente a Olimpia (esa muñeca que han construido para conducirle
directamente hacia la locura), ni de Coppola (el anterior Coppelius) que le vende una lente
que le permite ver desde más cerca de Olimpia; aunque su inconsciente sí lo perciba: fue
como si un profundo y agónico gemido retumbara en la habitación. ¡El miedo cortó la
respiración de Natanael!
Su delirio está ahora instalado en una ceguera absoluta, a pesar de que sus propios
amigos le alertan, él no encuentra nada raro en que Olimpia sea extrañamente rígida e
inanimada nos parecía como si sólo se hiciese pasar por un ser vivo.
Después descubrirá que Olimpia es una muñeca y cae en una crisis que le lleva al
psiquiátrico. Sale de la clínica, pero tras una aparente cura, intenta tirar a Clara desde la
torre del ayuntamiento. Lotario acude a salvarla y es finalmente Natanael el que se suicida
ante los ojos atentos de Coppelius que se encontraba entre el grupo de curiosos que
observaba la escena.
El delirio, que comenzó con Coppelius, el hombre de la arena, va a terminar también con
él. Es un retorno continuado de lo siniestro de la mano del monstruo. Y es que lo que más
nos va a interesar de este relato es constatar cómo se ha ido constituyendo, poco a poco,
la representación visual de lo siniestro. Es decir, la forma en que se ha ido creando el
monstruo a la par que nace el delirio que conducirá a Natanael a la locura y a la muerte.
¨El arenero es un símbolo de terror que se presenta desde la infancia de Nataniel terror
que lo acompaña a lo largo de su existencia como no puede destruir ese terror infante lo
eleva por medio de la locura involuntaria, locura que no se salva de su final trágico¨