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ESPECIALIZACIÓN EN LEGISLACION TRIBUTARIA

Módulo Impuesto a las Ventas

LECTURA DE APOYO Nº 1-4


Tema:

ARMONIZACIÓN FISCAL

1. − INTRODUCCIÓN

Al hablar de armonización, en primer lugar, tenemos que delimitar el ámbito en el que nos
vamos a centrar. Es bastante irracional e irreflexivo pensar en una armonización fiscal en
el ámbito global, así pues, nos centraremos en la Unión Europea ya que es uno de los
temas pendientes y de gran trascendencia.

A menudo podemos encontrar artículos en la prensa que hablan de ello, citando algunos:
es uno de los temas más conflictivos y menos resueltos de la UE, la Unión Europea está
todavía lejos de ser un mercado verdaderamente único por su diversidad tributaria,
armonizar la tributación indirecta significa asegurar la neutralidad fiscal para el comercio
comunitario, el proceso de construcción europea es lentísimo y sólo de vez en cuando se
producen avances importantes, etc.

1.1. − CONCEPTO DE ARMONIZACIÓN FISCAL

Es un término que está empleado en el artículo 99 del Tratado de Roma (1955), hace
referencia expresa a la armonización de las legislaciones nacionales de los impuestos
sobre el volumen de los negocios, impuestos especiales y otros impuestos indirectos. Dice
que el Consejo, por unanimidad, a propuesta del la Comisión y previa consulta al
Parlamento Europeo y al Comité Económico y Social, adoptará las disposiciones referentes
a la armonización de las legislaciones relativas a los impuestos anteriormente
mencionados, en la medida en que dicha armonización sea necesaria para garantizar el
establecimiento y el funcionamiento del Mercado Interior. Es evidente que existe una gran
sensibilidad sobre la armonización de los impuestos indirectos, ha influido mucho que
buena parte de los fondos comunitarios provengan de la recaudación del IVA, así como el
deseo de facilitar la libertad de comercio en el interior de la Comunidad.

En un sentido amplio el término armonización se puede definir del siguiente modo:


significa limar las disparidades entre legislaciones internas a fin de que sean susceptibles

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de realizar un objetivo común. Debido a que son muchas las definiciones existentes
podrían ser divididas en dos grupos:

Considerar la armonización fiscal como un mecanismo en sí mismo, una modificación


parcial de los sistemas impositivos nacionales sin que estos se hagan uniformes, sino que
exige una adaptación mutua en la medida en que sea necesario hacerles neutrales desde
el punto de vista de la competencia.

Definir este mecanismo ateniéndose a su relación con la unificación fiscal, la armonización


fiscal consiste en un proceso dinámico de aproximación progresiva de los sistemas fiscales
que conduce a la unificación fiscal y debe perseguir, por tanto, la supresión de aquellas
distorsiones capaces de impedir la realización de un Mercado Común o de cualquier otra
forma de cooperación económica internacional.
·
Las propias Comunidades han optado por la armonización, a la que consideran
únicamente como una aproximación de los sistemas impositivos nacionales mediante
modificaciones parciales de los mismos.

Es frecuente que en el ámbito de la armonización fiscal se realice la siguiente afirmación:


armonizar no supone en ningún momento la construcción de un sistema fiscal europeo
que sea único para todos los países miembros; por consiguiente, se intenta distinguir
armonización y unificación como si se tratase de dos nociones jurídicamente diversas y
con dos contenidos también diferentes.

La doctrina, tomándola de los propios Tratados constitutivos, se encuentra con la


expresión aproximación y pretende hallar en ella un tercer sentido diferente de las
anteriores. Se trata de un término de significado poco preciso y ello como consecuencia
de la variedad de lenguas que se emplean oficialmente en la Comunidad, lo que en
ocasiones hace que ciertas voces tengan significados diferentes en los distintos idiomas y
en algunos de ellos puedan crearse problemas. El término armonizar hace referencia a
una vía concreta, a un cauce, y no a una finalidad ni a un resultado de fondo.

En los últimos años se ha ido implantando con fuerza la idea de propugnar una
armonización fiscal gradual, teniendo en cuenta que no constituye en sí misma una
finalidad de la Comunidad Europea, sino un instrumento para evitar que la disparidad
entre los sistemas tributarios sea de tal naturaleza y magnitud que provoque distorsiones
permanentes en el Mercado Interior Europeo, que no puedan evitarse con el recurso a
mecanismos de compensación.

El informe Neumark (1962) dice lo siguiente: ¿Cuál es el objetivo esencial de la


armonización fiscal?

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Consiste en incentivar la interacción de la competencia de forma que la integración y el
crecimiento económico pueda conseguirse de una manera simultánea y gradual. No es un
problema de estructura de los sistemas tributarios, sino de los efectos y la incidencia de
los impuestos existentes en cada país sobre los procesos de integración y crecimiento
económico.

Una posible interpretación identificaría a la armonización con la coordinación, mediante el


establecimiento de procesos de consulta entre los Estados miembros, y de acuerdos
flexibles entre ellos para establecer los impuestos sobre las bases similares y a tipos
parecidos. Otra interpretación identificaría a la armonización con la estandarización, lo
que implicaría que la base y los tipos de los impuestos se igualarían en todos los Estados
miembros a instancias de las decisiones de la Comunidad Europea. En la práctica, la
armonización se ha situado entre los conceptos de coordinación y estandarización.
Para Saint Paul (1965), el proceso de armonización fiscal puede analizarse como una
obligación, pactada en el plano internacional, de no obstaculizar el funcionamiento del
mercado concurrencial, de permitir la utilización óptima de los factores de producción y
de reducir los costes al nivel de la integración económica. El fin será el crecimiento de los
productos nacionales por el ejercicio de la concurrencia a través de la eliminación de las
distorsiones fiscales, con el fin de permitir el libre juego de los mecanismos del mercado.
Por tanto, se admite el carácter instrumental de la armonización fiscal, aunque existen
discrepancias sobre la funcionalidad de la misma. Con un carácter limitado, se configura la
armonización como un medio de evitar las distorsiones fiscales que impiden la
consecución de los objetivos perseguidos por la integración económica. Desde un
punto de vista más amplio, la armonización fiscal es susceptible de ser valorada, además,
como un instrumento necesario para forzar a los sistemas fiscales nacionales a colaborar
en la consecución de los objetivos económicos de cada uno de los países integrados, en
función de las orientaciones comunes adoptadas por el tratado regulador de la integración
económica.

En segundo término, hay que destacar la consideración de la armonización fiscal como


diferente de la unificación fiscal. La plena integración financiera puede concebirse como
una alternativa para eliminar las distorsiones fiscales. Existe unanimidad en considerar la
unificación fiscal como el objetivo último de los países que se integran económicamente, a
la vez que como el resultado final del proceso de armonización fiscal.

Frente al concepto de unificación fiscal, otros autores han analizado la posibilidad de una
Uniformidad fiscal, es decir, el establecimiento, en todos los países que forman un
Mercado Común, de un sistema fiscal idéntico, conservando los Estados miembros su
independencia. Sin embargo, y en un sentido dinámico, un Mercado Común plenamente
realizado exigiría la unificación de los sistemas fiscales. Pero, por otra parte, hay que
tener en cuenta que la unión económica y política plena no puede realizarse sino
gradualmente, y, por tanto, la unificación fiscal solamente se alcanzará en la medida en

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que se consiga una verdadera unión económica y política. El grado de armonización fiscal
está condicionado por la intensidad de la homogeneidad económica, social y política. Así
pues, la unificación fiscal deberá alcanzarse progresivamente mediante la armonización
fiscal. En otros términos, un Mercado Común que pretende una verdadera unión
económica exige que los sistemas fiscales sean homogéneos en función de los objetivos
de ese Mercado Común.

La armonización como potestad y el objeto de la armonización.

Por lo que respecta al ámbito fiscal hay que hacer dos observaciones que tienen un interés
especial: la primera se refiere al carácter normativo que tiene la potestad armonizadora
en nuestro ámbito, pues la finalidad de la misma es la de armonizar normas, esto es, la
legislación de los Estados miembros. Hay que tener presente la existencia de facultades de
control, de dirección, que han de coexistir junto a la potestad fundamental de signo
normativo. En segundo término hay que destacar que el ente que ejerce la potestad
armonizadora se sitúa necesariamente en una posición de superioridad. Ello no quiere
significar la existencia de una facultad de contenido general en cuya virtud exista la
posibilidad genérica de realizar actos de supremacía como si existiese un apoderamiento
global.

Otra cuestión que se plantea es la de delimitar el ámbito de las figuras tributarias que se
van a incluir en dicho proceso o, lo que es lo mismo, los tributos que deben ser
armonizados, los que podrían mantenerse sin armonizar y los que deberían suprimirse. No
hay que caer en la idea de que deban ser suprimidos todos los impuestos indirectos que
vienen aplicándose en los distintos Estados miembros de la Comunidad y que no son
el IVA o las accisas que recaen sobre las categorías de productos petrolíferos, el alcohol, el
tabaco. Los Estados miembros pueden, en efecto, mantener o establecer otros impuestos
indirectos tanto si recaen sobre bienes que son objeto de las accisas armonizadas o sobre
otros bienes o prestaciones de servicios, siempre y cuando se reúnan determinadas
condiciones.

Por lo que respecta a la potestad armonizadora hay que decir que se contempla en el
Tratado de Roma. El artículo 95 dice: Ningún Estado miembro gravará directa o
indirectamente los productos de los demás Estados miembros con tributos internos,
cualquiera que sea su naturaleza, superiores a los que graven directa o indirectamente los
productos nacionales similares. A su vez el artículo 99 dice: El Consejo, por unanimidad, a
propuesta de la Comisión y previa consulta al Parlamento Europeo y al Comité Económico
y Social, adoptará las disposiciones referentes a la armonización de las legislaciones
relativas a los impuestos sobre el volumen de los negocios, los impuestos sobre consumos
específicos y otros impuestos indirectos, en la medida en que dicha armonización sea
necesaria para garantizar el establecimiento y el funcionamiento del Mercado Interior.

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La armonización como instrumento de política económica

La acepción más generalizada del término armonización se considera equivalente a


igualación (con respecto a bases y tipos impositivos). Concepto de igualación, según el
cual la armonización fiscal conduce hacia el establecimiento de impuestos y tipos de
gravamen idénticos en todos los países que componen el Mercado Común. Este concepto
es el más usualmente sostenido y su justificación podrá realizarse atendiendo a dos
factores: está de acuerdo con el objetivo de mejora de la competencia que se persigue
con la unión económica y responde a la opinión de aquellos que ven en la unión
económica un preludio de la unión política. Este enfoque es criticable por las siguientes
razones:

1) Tal igualación es inalcanzable ya que los países integrantes de la UE mantienen su


soberanía y el sentido de independencia nacional se encuentra muy arraigado.
2) La plena igualación puede no ser necesaria para el logro de los objetivos del Mercado
Único. En la medida que pueden subsistir diferencias impositivas que no afecten al logro
de dichos objetivos.
3) La igualación no será conveniente si entre los países existen diferencias
socioeconómicas, ideológicas, etc., que justifican las diferencias fiscales.

Hay que hacer mención de una tercera acepción: el concepto estándar. Lleva implícito el
establecimiento de impuestos idénticos, pero con tipos de gravamen diferentes. Este
concepto consiste en la admisión de unos objetivos ideales ya establecidos con
generalidad (eficacia, equidad), pero no fijados por los países del Mercado Común, siendo
armonización fiscal todo cambio impositivo que conduzca hacia estos criterios ideales.

Por tanto, propugna que la armonización de los impuestos debe producirse a través de un
proceso que tienda con el tiempo al acercamiento de los mismos. Este enfoque presenta
mayores posibilidades de aplicación práctica, debido a que sólo exigiría la armonización de
aquellas figuras especialmente vinculadas a los objetivos de Mercado Único y sólo en la
medida necesaria para no obstaculizar dichos objetivos, implicando, consecuentemente,
menores cesiones de soberanía.

Principios característicos de la armonización fiscal

El principio de unanimidad: Supone una cortapisa operativa fundamental en materia de


armonización fiscal.

Ello provoca que propuestas con un amplio respaldo no puedan prosperar por la oposición
de algún Estado miembro. El requisito que se aplica en el Consejo a todas las decisiones
relativas a la fiscalidad es, sin lugar a dudas, sumamente estricto. El número de propuestas
importantes de la Comisión en el ámbito fiscal que se encuentran actualmente ante el

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Consejo y el número de propuestas en ese mismo ámbito retiradas por la Comisión son
claramente una prueba de ello.

Desde el momento en que se establece la regla de la unanimidad aplicable a cualquier


cuestión que afecte a la armonización de las fiscalidades, se da una prioridad a los
intereses particulares, y se dificulta el proceso de integración. Para conseguir levantar esta
regla se requiere un grado más avanzado de integración en la construcción europea.

La noción de soberanía y el temor de los Estados a perder capacidad en esta cuestión


afloran como causas últimas de que no se adopte una regla de mayorías que podría ir en
contra de intereses de las fiscalidades nacionales.

El principio de subsidiariedad: Todo el proceso de armonización fiscal comunitaria, en la


medida que supone uno de los retos en el logro de mayor integración económica para
Europa, ha sido influido por el principio de subsidiariedad que, en esta concreta materia,
ha actuado como un límite al alcance de las actuaciones comunitarias.

El artículo 99 del Tratado de Roma propugna la armonización de las legislaciones fiscales


en la medida en que dicha armonización sea necesaria para garantizar el establecimiento y
funcionamiento del Mercado Interior....

El artículo 3 B del propio Tratado Constitutivo, en su formulación del principio de


subsidiariedad no resulta más explícito, al señalar que en las materias que no son de su
exclusiva competencia −como ocurre con la armonización fiscal− la actuación comunitaria
se producirá sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no pueden ser
alcanzados de forma suficiente por los Estados miembros y, por consiguiente, pueden
lograrse mejor, debido a la dimensión o a los efectos de la acción contemplada a nivel
comunitario.

Resulta necesario por tanto, establecer el marco de actuación de las instancias


comunitarias en este terreno intentando delimitar las competencias que en el marco de la
fiscalidad deben permanecer en mano de los Estados miembros y aquellas otras que
deben traspasarse desde estos a las instancias comunitarias.

Inexistencia de una política común de armonización fiscal

El punto de partida que hay que formular consiste en el reconocimiento de que en los
Tratados no se han conferido competencias a las instituciones para que desarrollen una
política fiscal común. Esta idea resulta básica para afirmar que las instituciones
comunitarias no tienen necesariamente que actuar en este campo, ni tienen unos plazos
obligatorios a los que atenerse, ni unos objetivos trazados previamente.

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Los únicos preceptos que tienen efecto directo en los tratados y que se refieren a la
armonización fiscal 4explícitamente encierran prohibiciones para los Estados o bien
imponen obligaciones de no hacer.

A modo de conclusión, la armonización fiscal significa actuar de tal modo que las
consideraciones de tipo fiscal dejen de influir sobre los movimientos de bienes, servicios y
factores de producción. Entonces los movimientos serán solamente para conseguir
mejoras en la productividad y se cumplirá el objetivo de igualación de los precios. Es un
requisito de la competencia, pero al mismo tiempo hace difícil actuar de forma diferente
en un punto donde las cosas van peor, o van mejor, que en el conjunto.

La armonización fiscal es un aspecto muy importante de la política fiscal, en realidad


debería acompañar de una manera lógica la construcción de un espacio económico
comunitario. Pero no es el único. Cuando hablamos de política fiscal estamos pensando en
la tributación sobre la actividad económica, sobre las rentas del trabajo y de la propiedad,
sobre el patrimonio. Elementos que tienen o pueden tener un gran significado
redistributivo. Por esto, la elaboración y la aprobación del presupuesto es el momento
más importante de la vida democrática; se discuten y se deciden las políticas de
solidaridad entre regiones y generaciones. Cuando hace más de 30 años se pensaba en un
presupuesto europeo se insinuaban las bases de una política europea. Es posible que el
funcionamiento de una política monetaria nos conduzca al establecimiento de una política
fiscal, es necesario si queremos evitar tensiones sociales. Se trata que las instituciones
europeas ejerzan la soberanía que les corresponde.

2. − IMPUESTOS DIRECTOS

2.1. − IRPF

El impuesto sobre la renta que se paga al final varia de uno a otro país, como resultado de
la interacción de todo un conjunto de elecciones diferentes en cuanto a la manera de
imponer y de calcular este impuesto. Las más importantes de estas diferencias se refieren
a los siguientes puntos:

· La renta sujeta al impuesto.


· La unidad de imposición.
· Las degravaciones fiscales.
· Las escalas de gravamen.
· La aplicación de un impuesto global.
· Los métodos de recaudación.

a) La renta sujeta al impuesto

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Ciertos elementos de rentas generalmente excluidos de la renta total a los fines del
calculo de la renta sujeta al impuesto. El Cuadro 1 resume los elementos de rentas sujetas
al impuesto en los países miembros. En este se puede ver que...

· Las rentas asalariadas (sueldos y salarios).


· La renta neta de las actividades no asalariadas.
· Los alquileres percibidos.
· Las pensiones publicas.

... están sujetas al impuesto. También muestra que existen diferentes tratamiento a otros
elementos de renta como son las prestaciones sociales y los intereses recibidos. Y en casi
todos los países las cotizaciones de los empleados a los sistemas del seguro de
enfermedad y los sistemas privados de pensiones no están sujetas al impuesto.

b) Unidad de imposición

En los países en los que las rentas de los 2 cónyuges se acumulan, el importe se calcula por
aplicación del tipo apropiado de la escala a la renta imponible de cada cónyuge. Ciertos
países, que entran en la categoría de aquellos en los que las rentas son gravadas
separadamente, pueden considerar a la pareja casada la unidad de imposición global,
mientras que en otros países que gravan conjuntamente las rentas, pueden autorizar a los
cónyuges a declarar separadamente sus rentas, o incluso utilizar escalas de gravamen
distintas para cada cónyuge.

La mayoría de países que utilizan un sistema de imposición conjunta (pero no todos),


consideran que los 2 cónyuges tienen la misma renta, cualquiera que sea su renta
efectiva, lo que reduce los impuestos de estos en un sistema de impuesto progresivo.
En el Cuadro 3 podemos ver que 14 países han escogido la imposición individual, que 7
países han optado por la imposición conjunta o por hogar, y que otros 2 han elegido un
sistema opcional o una mezcla de los dos.

Se ve igualmente, que a excepción de Portugal, la evolución se ha hecho de la imposición


individual, pero que ha habido muy pocos cambios en los últimos 10 años.

c) Degravaciones fiscales

Los países miembros de la OCDE ofrecen desgravaciones fiscales bajo diversas formas. Las
principales distinciones entre los diferentes tipos de desgravaciones se pueden resumir
como:

Deducciones: es uno de los modelos mas frecuentes para aplicar las desgravaciones
estándares.

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Toman la forma de deducciones de la renta sujeta al impuesto, de modo que, cuando las
escalas de gravamen de la renta sean progresivas, su valor aumente a medida que la renta
aumente.

Créditos fiscales: son deducciones estándar del impuesto a pagar y, por tanto, su valor
absoluto es independiente de la renta del contribuyente. En ciertos países, el importe de
los créditos fiscales puede exceder al importe exigible, siendo entonces pagada la
diferencia al contribuyente.

d) Escalas de gravamen

Los cambios que se han introducidos en las escalas de gravamen se indican en el Cuadro
12 y son:

· El tipo marginal mas alto ha bajado en todos los países excepto Suiza y Turquía, donde no
se ha cambiado.

El primer tipo impositivo ha bajado en 9 países, ha aumentado en otros 11 y se ha


mantenido igual en otros 3.

. El numero de tramos ha disminuido en 17 países, no ha aumentado mas que en


Luxemburgo y se ha mantenido igual en Dinamarca, Francia, Irlanda, Suiza y Turquía.

· Existen 2 sistemas diametralmente opuestos de gravamen de la renta de las personas


físicas:

· El impuesto cedular: los diferentes elementos de la renta (salarios, intereses, beneficios,


...)

· El impuesto global: todas las rentas netas se acumulan y se someten a una sola escala de
gravamen.

En la practica la mayoría de países de la OCDE utilizan sistemas globales, pero con ciertas
características de los sistemas cedulares en ciertos casos.

El impuesto se calcula normalmente sobre la base de la renta de un año dado, que puede
ser el año civil o cualquier otro periodo de 12 meses.

En cualquier caso, el impuesto se recauda sobre la renta efectivamente recibida u


obtenida durante el año, y en otros puede cargarse sobre una cantidad calculada sobre la
base de la renta de los años precedentes.

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El método de recaudación del impuesto sobre la renta afecta especialmente al importe de
los ingresos fiscales recibidos. A los plazos de percepción de estos ingresos, a la relación
del coste de recaudación al importe de los impuestos recaudados y a la actitud de los
contribuyentes con respecto a la fiscalidad.

La parte esencial del producto del impuesto sobre la renta proviene de los salarios, cuyas
remuneraciones en todos los países de la OCDE, excepto Francia y Suiza, están sujetas, en
el momento de su pago, a una retención del impuesto y de las cotizaciones sociales
realizadas por los empleados. En Francia, los asalariados son gravados por las rentas
percibidas durante el año anterior y en Suiza, pagan un impuesto al estado federal
sobre la renta de la media de los 2 años anteriores.

Nuevas cuestiones

a) Mejora de la equidad del impuesto sobre la renta: las modificaciones recientes que son
susceptibles de afectar a la equidad del impuesto sobre la renta han revestido varias
formas:

− Ampliación de la base imponible: se puede conseguir, bien suprimiendo o limitando las


desgravaciones fiscales ligadas a ciertos gastos, o bien haciendo entrar en el campo del
impuesto ciertas rentas hasta ahora exentas o ampliando la definición de la renta. Parece
que la mayor parte de los países de la OCDE han ampliado la base imponible de una o de
otra manera.

− Revisión del régimen fiscal relativo a las rentas de orígenes diferentes: en la mayoría de
países, el régimen aplicable en el impuesto sobre la renta difiere según el origen de la
renta, debido a la diversidad de las desgravaciones

− Lucha contra la evasión y el fraude fiscal y mejora de la gestión del impuesto: la evasión
y el fraude fiscal constituyen dos medios por los cuales algunos ciudadanos tienen la
posibilidad de reducir sus cargas fiscales en relación con las de otros contribuyentes, cuya
capacidad contributiva es la misma, pero que no pueden hacerlo o no lo hacen. Esta
cuestión se examina en la publicación de la OCDE Derechos y obligaciones de los
contribuyentes.

− Ajuste de las diferencias de régimen fiscal entre diversas unidades familiares con
diferentes niveles de renta: en el curso de los 20 últimos años, se ha observado una fuerte
tendencia a poner mas énfasis en la neutralidad fiscal con respecto al matrimonio y en los
incentivos a favor de los preceptores del segundo salario, lo que contrasta con las
actitudes más tradicionales con respecto a la familia. Esta tendencia se ha manifestado en
un cierto numero de países por el paso de una situación de imposición conjunta
obligatoria a una situación de imposición separada obligatoria u opcional.

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− Elección entre deducciones y créditos fiscales: en la mayoría de países las desgravaciones
de la base se conceden bajo la forma de deducciones, aunque algunos piases utilizan los
créditos fiscales y otros el gravamen al tipo cero del primer tramo de la renta, método que
presenta ciertas características de la deducción sobre la renta imponible y ciertas
características del crédito fiscal. Existen muchas diferencias entre países de la OCDE en la
elección entre deducciones y créditos fiscales con respecto a otras desgravaciones.

− Introducción de un mínimo y un máximo de imposición para los grupos de rentas más


altas: algunos países de la OCDE han adoptado medidas destinadas a asegurar, por una
parte, que la imposición de los grupos de renta alta no descienda por debajo de una
cantidad mínima y, por otra, que las rentas de estos grupos no soporten un tipo de
gravamen penalizador. La introducción de un mínimo de imposición, destinado a asegurar
que el tipo efectivo del impuesto aplicable a los preceptores de rentas altas no caiga por
debajo de un nivel mínimo determinado, esta considerado por algunos países como un
medio de mejorar la equidad vertical de la fiscalidad de las rentas. Los grupos con rentas
altas se hallan frecuentemente en situación de eludir 7completamente el impuesto sobre
la renta o de limitar sus cargas fiscales a niveles muy bajos, sacando ventaja en diversos
gastos fiscales. Para evitar estas situaciones, se han introducido sistemas de imposición
mínima en Canadá, EUA, Dinamarca y Noruega.

b) Importancia nueva de los objetivos de eficiencia: los debates sobre la reforma fiscal han
puesto a la luz dos cuestiones principales que se refieren, por una parte, a los efectos de
los impuestos sobre el ahorro y el endeudamiento, y por otra, a sus efectos sobre los
incentivos al trabajo.

En cuanto al endeudamiento, la mayoría de los piases consideran que los intereses


pagados deben ser deducibles de toda renta asociada al endeudamiento, pero que no hay
lugar para una deducción cuando no haya ninguna renta asociada. Así la mayoría de piases
admiten la deducción de los intereses de prestamos contraídos en el marco de la actividad
comercial del prestatario, pero no admiten embargo, algunos países (Dinamarca, Noruega,
Holanda, Suecia y Suiza), no hacen ninguna distinción entre las diferentes utilizaciones
que se hacen de los prestamos.

Y sobre los incentivos al trabajo, se observa que en teoría, un crecimiento del tipo
marginal del impuesto sobre la renta provoca una sustitución de ocio por trabajo (efecto
sustitución), mientras que una elevación del tipo medio del impuesto sobre la renta
induce a un esfuerzo suplementario de trabajo para compensar la pérdida de renta
(efecto renta). El resultado global depende, pues, de la relación entre el tipo medio y el
tipo marginal del impuesto y de la importancia relativa de los efectos resultantes de
sustitución y renta.

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El efecto negativo de los altos tipos impositivos sobre el esfuerzo de trabajo y el incentivo
a participar en una economía sumergida figuran entre los factores que han conducido,
estos últimos años, a una bajada de los tipos del impuesto sobre la renta. Desde 1986, los
tipos mas altos han bajado o están en vías de reducción en casi todos los piases de la
OCDE. En algunos de ellos (Bélgica, EUA, Japón, Noruega, Nueva Zelanda y Reino Unido),
esta baja del orden de 17 a 20 puntos, pero alcanza los 30 puntos en Suecia.

2.2. − IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES

La competencia en el plano fiscal es, sin duda, una de las principales razones por las cuales
los sistemas de imposición de las empresas han ocupado estos últimos años un lugar tan
amplio en las discusiones habidas, en un gran numero de países, sobre la política fiscal.
La casi totalidad de los países de la OCDE han reducido, por ello, los tipos y ampliado la
base de la fiscalidad.

Durante este periodo, la mitad de los países de la OCDE han modificado igualmente su
sistema de imposición de las empresas, desde el punto de vista de las interacciones entre
el impuesto sobre la renta de las sociedades y el IRPF.

El análisis de los sistemas de imposición de las empresas y las modificaciones introducidas


actualmente en ellas deben, por tanto, examinarse en un contexto mucho más amplio que
el de las distorsiones de origen fiscal que afectan a las inversiones a las inversiones puede
incrementar el nivel y mejorar la calidad de estas ultimas.

La bajada de los tipos de imposición para atraer inversiones a un país dado puede permitir
un incremento del empleo y sus efectos harán, por tanto, mas que compensar la
reducción directa de los ingresos fiscales.

El producto de los impuestos sobre los beneficios depende de 3 factores:

· La base de imposición de las empresas.


· El tipo/s nominal/es del impuesto sobre las empresas.

Las interacciones entre el sistema de imposición de las empresas y el IRPF (lo que se
conoce como el problema de la doble imposición económica). Base imposible e inflación

La renta imponible de las empresas se calcula según métodos análogos en todos los países
miembros de la OCDE. Todas las rentas, de cualquier origen que sean, comprendidas los
beneficios industriales o comerciales y las otras rentas, están normalmente incluidas en la
base. Aunque no se da habitualmente ninguna definición de renta, la renta imponible se
calcula sobre la base de las practicas contables generalmente admitidos, a partir
de los datos que figuran en los registros de las empresas.

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Por regla general, son deducibles todos los gastos totales y exclusivamente habidos para
realizar la renta imponible y preservar los activos que emplea la empresa para llevar a
cabo sus actividades.

Apenas se dispone de información sobre las razones que han guiado a los diferentes
países en la elección de la base de su impuesto sobre sociedades. Esto refleja
probablemente el hecho de que los sistemas han evolucionado a lo largo de los años y de
que las modificaciones que les han sido introducidas han sido influenciadas, en cierta
medida, por circunstancias económicas, coyunturales o políticas específicas, mas que
por una serie fija de criterios o de objetivos ideales.

Una de las principales cuestiones que se plantean un bien numero de países de la OCDE es
la del método que convendría utilizar para corregir la base fiscal de los efectos de la
inflación. Todos los sistemas de imposición de renta conllevan medidas que apuntan a
gravar la renta económica real, procediendo a ajustes por la inflación. La razón de ser de
estos ajustes por la inflación es esencialmente evitar que los tipos efectivos de
imposición de la renta de las inversiones sean afectados diferentemente por las tasas de
inflación, según los tipos de activos y las ramas de actividad y, por tanto, hacer de forma
que las decisiones de inversión estén motivados únicamente por las realidades
económicas y no por consideraciones fiscales.

En la practica, la imposición de la renta real se obtiene, en la mayoría de los países, gracias


a un sistema heterogéneo, en el sentido que las fracciones de ganancias de capital estén
exentas, pero que el impuesto se base al mismo tiempo en las ganancias nominales. La
corrección de los efectos de la inflación es, sin embargo, un trabajo muy complejo con
respecto (por ejemplo) a la puesta a punto de los procedimientos de indexación, la
definición de los intereses reales,... Esta complejidad es probablemente una de las
principales razones por la que los sistemas actuales parecen tan heterogéneos.

Las practicas de los diferentes países en varios campos son:

a) Medidas de la base de imposición

− Renta de las sucursales e imposición del grupo: las sociedades tienen generalmente en
cuenta los resultados de las sucursales en el extranjero, en el cálculo de su renta
imponible. Ciertos países excluyen los beneficios sucursales en el extranjero, si están
sujetos localmente a impuestos. Otros países como Alemania, excluyen los
beneficios de las sucursales situados en países con los que exista un acuerdo especial.
Francia utiliza el principio de la territorialidad, en virtud del cual en las sucursales
extranjeras, incluso cuando están situados en paraísos fiscales, se libran del impuesto
sobre la renta de sociedades. La imposición del grupo no existe generalmente en los
países de la OCDE.

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− Tratamiento de los dividendos pagados entre sociedades: los dividendos pagados en el
interior de un grupo, por filiales locales o extranjeras, no están normalmente sujetos a
ningún impuesto suplementario y están exentos o dan lugar a créditos fiscales indirectos.

− Tratamiento de las ganancias de capital: la mayoría de los países aplican el tipo


completo del impuesto sobre las sociedades a las ganancias de capital, pero un cierto
numero de ellos exime a las ganancias de capital que sé reinvierten en la sociedad.

− Medidas antievasión fiscal: varios países han adoptado medidas que apuntan a gravar
ciertas rentas de las filiales implantadas en el extranjero, en ausencia de toda declaración
de pago de dividendos Ex: Canadá, 9Francia, Alemania, Japón y EUA.

− Prórroga: en cierto numero de países, existe sistemas de ayudas fiscales especiales que
prevén la prórroga de los pagos al Tesoro Publico relacionados, por ejemplo, con ingresos
a la exportación o con rentas procedentes de regiones especiales en desarrollo (en Irlanda
e Italia especialmente).

b) Deducciones de la base de imposición

− Tratamiento de las perdidas: todos los piases autorizan a las sociedades a llevar el
importe de sus perdidas de explotación a los ejercicios posteriores, y algunos a los
ejercicios anteriores. El numero de años futuros sobre los cuales se pueden llevar las
perdidas varia entre 5 y el infinito. En ocho países de la OCDE (Canadá, Francia, Irlanda,
Japón, Holanda, Reino Unido, EUA), las perdidas de explotación se pueden llevar sobre
uno a tres años anteriores.

− Métodos de amortización: la amortización de los activos esta autorizada en todos los


piases. Los métodos de amortización deben dirigirse a asegurar una amortización fiscal
que corresponda lo más posible a la amortización económica, la cual tiene en cuenta el
desgaste de los activos así como su obsolescencia. Si este objetivo no se alcanza, los tipos
de imposición efectivos tenderán a variar según los activos, y tenderán a variar a lo largo
de los años para el mismo activo.

Los métodos utilizados varían según los piases, siendo los mas frecuentes el de la
amortización lineal y el de la amortización degresiva.

− Tratamiento de las existencias: diversos métodos son utilizados para la evaluación fiscal
de las existencias (coste efectivo, precio medio ponderado, LIFO, FIFO), pero estos
métodos son todos ellos, en efecto, variantes de los sistemas LIFO/FIFO.

− Investigación y desarrollo: los gastos corrientes debidos a actividades de I+D son


generalmente deducibles el año en que se ha incurrido en ellos, excepto en Holanda

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donde, en ciertos casos (investigaciones o compra de patentes) los costes deben ser
distribuidos en un cierto numero de años.

c) Los tipos de impuestos de las empresas

− Tipos impositivos de las sociedades a nivel de la administración federal/central: En todos


los países, la administración central recauda impuestos sobre las sociedades a tipos
comprendidos entre 25 y 56 por 100, excepto Irlanda y Suiza, donde los tipos son mucho
más bajos. Igualmente están previstos tipos preferenciales para las empresas que
obtengan pequeños beneficios en Bélgica, Canadá, Finlandia, Japón, Suiza, Reino
Unido y EUA.

− Tipo impositivo de las sociedades a los niveles inferiores de administración: cuatro países
de la OCDE (Canadá, Noruega, Suiza y EUA) recaudan impuestos a nivel intermedio de
administración, y diez países (Austria, Finlandia, Alemania, Italia, Japón, Luxemburgo,
Noruega, Portugal, España y Suiza) a nivel local.

El tipo global del impuesto sobre la renta de las empresas se establece entre el 35 y el 56
por 100, excepto en Suiza y Irlanda.

− Retención domestica en origen sobre los intereses: en trece países (Austria, Bélgica,
Canadá, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Japón, Nueva Zelanda, Portugal, España,
Suiza y Turquía) sé efectúa una retención en origen sobre los intereses pagados a los
residentes, a un tipo comprendido entre el 10 y el 45 por 100. en Bélgica, Francia y
Portugal, el beneficiario de los intereses puede optar por la recaudación en origen a
titulo de recaudación liberatoria.

− Retención domestica en origen sobre los dividendos: todos los países, a excepción de
Australia, Francia, Irlanda, Turquía, Reino Unido y EUA efectúan una retención en origen
sobre los dividendos, cuyos tipos sé sitúan entre el 10 y el 53 por 100. en Bélgica y
Portugal, el accionista puede optar por la recaudación en origen a titulo de liberación
definitiva del impuesto.

Conclusión

Como se ha podido observar hasta ahora, hay una ausencia de consenso, en el seno de la
zona de la OCDE, sobre un sistema especifico de imposición de las sociedades, o sobre las
características especificas de un sistema determinado. Existen, sin embargo, numerosas
similitudes, a partir de las cuales, es posible facilitar un cierto numero de líneas
directrices.

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En primer lugar, todos los países de la OCDE hacen una clara distinción entre las entidades
constituidas en sociedad y las que no lo están, estando las primeras sujetas al impuesto
sobre la renta de sociedades, y las segundas al IRPF.

En segundo lugar, en cuanto a la elección del sistema de imposición de las empresas, no


existe un verdadero consenso dentro de la zona de la OCDE.

En tercer lugar, la administración y el control de la fiscalidad serán facilitadas si el sistema


contable escogido esta armonizado con la reglamentación fiscal: la definición de la renta
imponible, de los activos amortizable, etc., debe parecerse lo mas posible a los
correspondientes conceptos contables. El control de la fiscalidad puede ser igualmente
facilitado, si los impuestos sobre la renta de sociedades y el IVA son administrados por
los mismos servicios, lo que permite confrontar los documentos suministrados para estos
diferentes impuestos y lo que reduce además el trabajo exigido a los contribuyentes.
Y en cuarto lugar, en los países de estructura federal, una cuestión esencial es la de la
autonomía fiscal de las republicas: que se apliquen diferentes sistemas de imposición en
una administración central y en una republica.

3. − IMPUESTOS INDIRECTOS

3.1. − ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA ARMONIZACIÓN DEL IVA

Introducción al proceso de armonización

La cuestión de la armonización fiscal ha ido ganando en precisión sobre sus ámbitos,


necesidades y proyección futura, así como sobre el grado de compromiso que debe
alcanzarse entre las instituciones de la UE. En los primeros momentos predominaron los
informes técnicos, que conformaron la base teórica necesaria para articular
posteriormente un conjunto de medidas y normas, como por ejemplo el Informe
Neumark; En los últimos años han sido las mismas instituciones quienes han elaborado un
conjunto de documentos para avanzar en el proceso de armonización.

Tal como se dispone en el Tratado constitutivo de la CE, es necesario un alto grado de


armonización de los impuestos indirectos ya que el mantenimiento de diversas
excepciones tanto respecto del IVA como de los impuestos especiales no es conveniente.

LOS IMPUESTOS SOBRE LAS VENTAS: ANÁLISIS DE LOS IMPUESTOS MONOFÁSICOS,


IMPUESTOS EN CASCADA E IMPUESTO SOBRE EL VALOR AÑADIDO

Con carácter general existen dos tipos de impuestos sobre las ventas:

· Impuestos monofásicos

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11· Impuestos plurifásicos o multifásicos

Impuestos monofásicos

Este tipo de impuesto somete a gravamen, de manera uniforme, la totalidad de las ventas
o facturaciones que se realizan en una sola fase o estadio dentro del proceso de
producción−distribución. De esta forma, el gravamen realizado en ese punto es excluyente
de cualquier otra tributación sobre las ventas en fases previas o posteriores.

Según la etapa sobre la que se aplica la imposición, existen tres modalidades de impuesto:

· Impuesto sobre fabricantes (etapa de producción)


· Impuesto sobre mayoristas (etapa de venta al por mayor)
· Impuesto sobre minoristas (etapa de venta al por menor)

Impuestos multifásicos o en cascada sobre el precio total

Este tipo de impuesto se aplica sobre la totalidad de las ventas u operaciones económicas
que se realicen en el sistema y la base sometida a gravamen está constituida por el
importe íntegro de la venta, sin que se permita deducir ni de la base imponible, ni de la
cuota resultante, ninguna cantidad. El impuesto va sometiendo a gravamen todas las
ventas que se efectúen en los distintos productos a lo largo del recorrido que se inicia con
los primeros estadios de producción hasta terminar con su consumo final. Por esta razón a
esta modalidad se la conoce como impuesto "en cascada".

Los impuestos multifásicos someten a una mayor presión fiscal a todos aquellos bienes
que son objeto de un gran número de transacciones, y originan el llamado efecto
"piramidación", porque al constituir el impuesto cargado en anteriores etapas un
componente del coste del producto, en las sucesivas es objeto posterior de
nuevo gravamen, por lo que no sólo se vuelve a someter a tributación a los componentes
anteriores, sino que, además, entre la base imponible se incluye la anterior carga fiscal.

Además, la ausencia de neutralidad y la mayor fiscalidad que han de soportar los bienes
que son objeto de un mayor número de transacciones comerciales puede generar un
aliciente fiscal a la integración empresarial, en contra de la especialización ya que esta
modalidad de impuesto penaliza a aquellos productos que se han de ver sometidos a un
elevado número de transmisiones, bien por su naturaleza, bien por la organización
productiva o distributiva en la que se hallan inmersos.

Debido a que el impuesto en cascada somete a gravamen a los bienes de inversión, y que
el coste de estos se incluye en los precios de los productos a través de la vía del coste
(amortización), se produce una doble imposición del importe de la inversión en bienes de

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capital, así como una evidente discriminación en contra de aquellos productos en los que
se requiere la participación de los bienes de equipo frente a aquellos otros en
cuya manufacturación prevalece el uso de la mano de obra.

En resumen, este tipo de impuestos carecen de neutralidad ya que afectan a los distintos
bienes con diferente intensidad, según que el camino de transformación recorrido haya
sido más o menos largo, por lo que no existe proporcionalidad entre el precio de venta e
impuesto. El impuesto discrimina en contra de los largos procesos de transformación, a
favor de la aplicación de la mano de obra para su producción, en contra de la
realización de largos recorridos o elevado número de transacciones, ya que todo ello
supone la existencia de una larga cadena económica en la que el impuesto se aplica en
cada eslabón y no sobre el contenido económico del mismo sino sobre la dimensión total
de la misma, generando por ello una multiplicidad impositiva y una sobrecarga fiscal no
deseable.

Los impuestos sobre el volumen de negocios antes de la implantación del IVA eran
impuestos en cascada plurifásicos. Desde hace muchos años se advirtió la necesidad de
suprimir los impuestos en cascada existentes en la mayoría de los países miembros de la
CE, por sus efectos distorsionadores derivados de la falta de neutralidad de dichos
impuestos. La naturaleza de estos impuestos hacía peligrar el objetivo de la integración
económica europea y de su primera fase, la Unión Aduanera, ya que contribuían a
mantener las fronteras fiscales y, por lo tanto, constituían un obstáculo a la libre
circulación de productos. Por esta razón se comenzó a trabajar dentro del campo de la
armonización fiscal en el problema que planteaban los impuestos en cascada.

El Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA)

El IVA es una modalidad de impuesto plurifásico que recae también sobre la totalidad de
las operaciones de venta que se realizan en el sistema, cualquiera que sea la fase o estadio
en que se efectúe. Pero a diferencia de los impuestos en cascada, en el IVA la base
imponible está formada solamente por el "valor añadido" en la fase en que se somete a
gravamen, y no por el precio total de venta. Esto permite eliminar muchos de los
inconvenientes de la modalidad multifásica sobre el precio total y alcanzar objetivos tan
importantes como los de neutralidad, uniformidad de la carga fiscal y transparencia.
La obligación tributaria de pagar la cuota nace, no por el hecho de tener la condición de
fabricante, mayorista o minorista, sino porque el empresario ha agregado valor a los
productos, bienes o servicios que entrega o presta dando lugar a la existencia de valor
añadido, y sin que el gravamen que se origine por tal motivo tenga relación más que con
el importe del mismo. En consecuencia, el importe del gravamen que un producto lleva
anexionado en el momento de su consumo no dependerá del mayor o menor número de
transacciones de que el bien hay sido objeto hasta ese momento, sino única y
exclusivamente de su precio, es decir, de su valor añadido global, que se habrá pagado a

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lo largo de las múltiples transacciones en que haya intervenido y en tantos
fraccionamientos como transacciones de hayan realizado.
El IVA es un impuesto general porque se aplica sobre la totalidad de las transacciones, así
como sobre la totalidad de los sujetos que intervienen en ellas cualquiera que sea su
condición de fabricantes, mayoristas o minoristas.

El importe de la carga fiscal no somete a sobreimposición a aquellos componentes de


precio que han sido objeto de anteriores transacciones (ya que se somete a gravamen el
importe del valor añadido en cada fase), sino únicamente el mayor valor incorporado al
coste de los bienes y servicios adquiridos o prestados por terceros, de modo que no se
producen, como ocurría en la modalidad "en cascada" el efecto piramidación que
atenta contra la uniformidad de la carga fiscal, ya que el impuesto pagado es siempre
proporcional al valor del bien.

Esta uniformidad en la carga tributaria que soportan los bienes hace que el Impuesto
sobre el Valor Añadido sea neutral y que, en consecuencia, no dé lugar a efectos
económicos discriminatorios contra bienes y servicios según la longitud del circuito
producción−distribución que favorecería la integración empresarial.

La aplicación del IVA permite un tratamiento igualitario para los distintos bienes tanto si
son de importación como de producción nacional, lo que beneficia la transparencia en las
relaciones económicas internacionales como exigen los artículos 95 y 96 del Tratado de
Roma.

El IVA, en su modalidad de "crédito del impuesto" fomenta los intereses contrapuestos


entre el comprador y el vendedor a la hora de la elusión del tributo. Si el vendedor omite
el pago de un impuesto ya retenido, el comprador en cuanto que el IVA soportado es
deducible de su deuda tributaria será contrario a esta ocultación, de ahí que el
procedimiento permita efectuar con un buen nivel de perfeccionamiento la
"comprobación cruzada" ya que "lo que es venta para unas empresas es compra para
otras" y ello favorece la comprobación e inspección del tributo.

No obstante, este impuesto presenta algunos inconvenientes, como el excesivo número


de sujetos pasivos quesupone su aplicación, frente a las modalidades de tributación
monofásicas y la dificultad que supone la determinación de la base imponible. Sin
embargo, la multiplicidad de sujetos pasivos representa una mayor garantía en el
cumplimiento y la aplicación del tributo, ya que se establece un mayor entramado
tributario más difícil de evadir, y la dificultad en la determinación de la base es sólo un
dato histórico ya superado cuando el impuesto adopta la modalidad liquidatoria de
"crédito del impuesto", en el que la base imponible del impuesto no la constituye el valor
añadido, con lo que puede obviarse su definición, sino el importe total de las
contraprestaciones sujetas a tributación.

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Este impuesto también implica un mayor nivel de exigibilidad documentaria y registral
para los sujetos pasivos. Esto es debido del hecho de que la modalidad aplicada en los
distintos sistemas es la del crédito del impuesto, lo que permite al contribuyente
descontar por vía de compensación el importe del IVA soportado por él, lo que requiere
en base a razones cautelares de la Administración, como garantía, el registro y la
exigencia contable de las operaciones que confieren dicho derecho.

A la hora de elegir el impuesto que supuestamente debería ser adoptado por los países
miembros de la Comunidad Europea en 1967, se eligió la implantación del IVA frente a
otras modalidades de imposición posibles por las ventajas de su utilización, más allá de la
supresión de las barreras fiscales. Se tuvieron en cuenta como criterios decisivos la
neutralidad, la influencia sobre los precios y la influencia sobre la productividad.

El IVA fue el primer impuesto armonizado en la CE y su adopción entre otros impuestos


fue debida, entre varias razones, a la posibilidad de aplicar el principio de gravamen en
origen, las reflexiones recogidas en varios informes sobre los efectos distorsionadores de
los impuestos sobre los impuestos en cascada y la necesidad de comenzar un proceso de
armonización fiscal en la CE, con base legal en el artículo 95 del Tratado de Roma.

Existen diferentes clasificaciones de IVA. El IVA adoptado por la CE es un impuesto sobre


el valor añadido de campo general, tipo consumo, cuya forma de aplicación es la de
crédito al impuesto y con un sistema de deducción financiera.

Como hemos dicho anteriormente, una de las máximas virtudes del IVA y la gran ventaja
de este impuesto respecto a otro tipo de impuestos, que fue decisiva para su elección, es
la neutralidad. Podemos distinguir, dentro de la neutralidad:

Neutralidad negativa: la política fiscal no debe intervenir en el mecanismo competitivo


donde exista una competencia aproximadamente perfecta.

Neutralidad positiva: debe realizarse una política fiscal que estimule la competencia en
tanto y cuando esta sea imperfecta.

Esto significa que para que exista neutralidad deberá llevarse a cabo la eliminación de
figuras impositivas que distorsionen el mercado y su sustitución por otras figuras neutras,
es decir, impuestos que no tengan ningún efecto sobre la asignación de recursos en la
economía. Esto implica la sustitución de los impuestos sobre las ventas por el IVA.

Neutralidad externa: efecto que tiene el impuesto en relación con el comercio exterior,
evitando cualquier distorsión en ese campo. El IVA libera de incidencia fiscal a las
exportaciones para que estas puedan competir en los mercados de destino con la misma
carga fiscal que los productos de estos últimos, sometiendo a las importaciones a

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tributación similar a los productos nacionales. Con el IVA se otorga un tratamiento igual a
los bienes nacionales y a los importados, al procederse a la devolución exclusiva de la
carga soportada en fases precedentes. El IVA no distorsiona la competencia y permite una
libre circulación de bienes y servicios entre los países miembros, sin influir en los costes
comparativos de los productores o en los precios relativos pagados por los compradores.

Neutralidad interna: el IVA no estimula la alteración de los procesos de producción, ni la


Estructura de las empresas. Los productos gravados soportan el mismo porcentaje de
impuestos cualquiera que sea su proceso productivo, sin que se produzcan situaciones de
estímulo a la integración vertical. La carga fiscal es la misma cualquiera que sea la longitud
del proceso de producción y distribución y no existe discriminación contra los procesos
mecanizados contra los que utilizan mano de obra, como ocurría con los impuestos en
cascada, ya que el IVA permite la deducción de las inversiones. Dos productos iguales
adquiridos por el consumidor al mismo precio soportarían siempre la misma carga
final, cualquiera que sea la longitud y características de los procesos de producción o
distribución de los mismos. Si no existe neutralidad interior, se falsearían los condiciones
de competencia gravando doblemente los bienes de inversión, y fomentando los
fenómenos de interacción vertical de las empresas. El problema tendría repercusiones
indirectas sobre el comercio internacional al proceder al intercambio comercial de estos
bienes.

Además de la neutralidad, son importantes las características de transparencia y


uniformidad de este impuesto:

Transparencia: se puede determinar en cada fase del proceso productivo y de distribución


la carga exacta soportada por el bien, lo que permite la perfecta aplicación del principio de
destino.

Uniformidad: el impuesto supone un porcentaje uniforme del precio de venta cargado al


consumidor final y que se produce una traslación completa hacia adelante sin afectar a los
precios de los factores productivos. La carga total por IVA se correspondería con la
cantidad percibida por un impuesto único sobre el valor final del producto. Ahora bien, si
existen exenciones, la carga total por IVA, resultado de la aplicación del impuesto en todas
las fases del proceso de producción y distribución, no coincidiría con el valor obtenido al
aplicar un impuesto sobre el valor final del producto.

EL INFORME NEUMARK

Este Informe se redactó con fecha 7 y 8 de julio de 1962. Se puede considerar como el
primer Tratado sobre la armonización fiscal en la CEE. Debe su nombre al presidente del
Comité Fiscal y Financiero cuando se elaboró.

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Su contenido eran reflexiones sobre la armonización de los sistemas fiscales y de la
política financiera de los Estados miembros. En este Informe se establecía que el objetivo
del Mercado Común no es lograr una uniformidad sino lograr la armonización de los
sistemas fiscales.

El Informe se preocupa de las disparidades que presentan los sistemas fiscales de los
países miembros. Por un lado, de las disparidades relativas al nivel global de los impuestos
y a la composición de la carga fiscal, y por otro, de las disparidades relativas al tipo de
impuestos esenciales determinados.

Según el Informe Neumark, la armonización de los sistemas fiscales y de las políticas


financieras de los Estados miembros debe tender a que las medidas de política financiera
no tengan ninguna clase de efectos que se opongan a la creación de las condiciones
necesarias para lograr un Mercado Interior en los intercambios económicos de los 6 (en
aquellas fechas Francia, Italia, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda y Luxemburgo). El
Informe establecía que era necesario examinar en particular si la supresión de las
fronteras fiscales podría suponer la supresión de las aduanas, y cómo, cuando y hasta qué
punto. Otro objetivo era evitar todas las discriminaciones fiscales y otras diversas
fundamentadas la nacionalidad o en el domicilio fiscal. Por ello es necesario eliminar entre
los Estados miembros las disparidades que conducen a las empresas a escoger las
localizaciones más favorables, natural o técnicamente. Esto supone la eliminación de las
discriminaciones fiscales fundadas en criterio de nacionalidad y, a menudo, de
domiciliación fiscal.

Por otra parte, afirma que es necesario que ningún tipo de obstáculo de política financiera
dificulte la libre circulación de trabajadores y de los capitales, ni la libertad de
establecimiento. Debe producirse el intercambio de factores de producción como si de
una zona económica unificada se tratase.

En resumen, el objetivo de la armonización fiscal en la CEE debía consistir en establecer


condiciones de fiscalidad y de gastos públicos semejantes a los que existirían en un
espacio económico unificado, teniendo en cuenta, no obstante, que en un estado
completamente integrado pueden aceptarse ciertas diferencias en el tratamiento fiscal
dado a los ciudadanos.

Ahora bien, el Comité Fiscal y Financiero que redactó el Informe opinaba que las medidas
de adaptación indispensables no podían ponerse en práctica de golpe. Se propuso un plan
para la armonización que incluía un número de etapas cuyo objetivo final era la
integración. El fin perseguido no es una uniformación sino solamente una harmonización
de los sistemas fiscales y de las políticas financieras. Con ello se pretende eliminar o
entorpecer todas las medidas financieras de los Estados miembros que pudieran perturbar
o falsear la competencia dentro de la CEE.

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La unificación completa de los sistemas fiscales de los Estados miembros no se
consideraba necesaria desde el punto de vista de la política de integración, porque se
había observado que diferencias moderadas relativas a la naturaleza y el tipo de los
impuestos no entorpecen el libre juego de la competencia. Además, debía suponerse que
en el curso de la realización progresiva de la integración tal y como estaba prevista en el
Tratado de Roma, el propio Mercado Común empujaría a los Estados miembros a
armonizar sus políticas fiscales y financieras.

PRIMERA DIRECTIVA

Primera Directiva del Consejo 67/227/CEE, de 11 de abril de 1967 en materia de


armonización de las legislaciones de los Estados miembros relativas a los impuestos sobre
el volumen de negocios

El objetivo esencial del Tratado constitutivo de la CEE o Tratado de Roma es crear, en el


marco de una unión económica, un Mercado Común que logre la libre competencia
comercial. Conseguir este objetivo exige la aplicación previa en los Estados miembros de
legislaciones en materia de impuestos sobre volumen de negocios que no falseen las
condiciones de competencia y que no obstaculicen la libre circulación de bienes y
servicios en el Mercado Común.

Por tanto, hay que lograr una armonización de las legislaciones en materia de impuestos
sobre el volumen de negocios para eliminar en la medida de lo posible situaciones
susceptibles de falsear las condiciones de la competencia. Esta armonización debe
conducir a la desaparición de los sistemas de impuestos acumulativos en cascada y a la
adopción por todos los Estados miembros de un sistema común de IVA. Para ello es
necesario proceder progresivamente, por etapas, ya que la armonización de los impuestos
sobre el volumen de negocios provocaría en los Estados miembros una modificación
considerable de su estructura fiscal y tendría consecuencias en los órdenes
presupuestarios, económico y social.

Esta Directiva establece la sustitución de los sistemas de impuestos acumulativos en


cascada vigente en la mayoría de los Estados miembros por el sistema común de IVA, que
debe conducir a una neutralidad en la competencia, de forma que el interior de cada país
las mercancías de naturaleza similar soporten la misma carga fiscal, sea cual sea la
longitud del circuito de producción y distribución de los mismos.

SEGUNDA DIRECTIVA

Segunda Directiva del Consejo 67/228/CEE, de 11 de abril de 1967, en materia de


armonización de las legislaciones de los Estados miembros relativas a los impuestos sobre

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el volumen de negocio−estructura y modalidades de aplicación del sistema común de
Impuesto sobre el Valor Añadido.

Hasta la supresión de los gravámenes a la importación y de las desgravaciones a la


exportación, puede dejarse a los Estados miembros una amplia autonomía en lo que
concierne a la fijación de los tipos impositivos.

Existía la posibilidad de autorizar con carácter transitorio determinadas diferencias en las


modalidades de aplicación del impuesto en los Estados miembros. Pero era necesario
prever procedimientos adecuados para garantizar la neutralidad en materia de
competencia entre los Estados miembros y de reducir gradualmente o suprimir dichas
diferencias para alcanzar la convergencia de los regímenes nacionales del IVA. Es muy
importante tener en cuenta que hay que limitar los regímenes especiales y las medidas de
excepción para poder avanzar en el campo de la armonización.

SEXTA DIRECTIVA

Sexta Directiva del Consejo de las Comunidades Europeas 77/388/CEE, de 17 de mayo de


1977, en materia de armonización de las legislaciones de los Estados miembros relativas a
los impuestos sobre el volumen de negocios−sistema común del Impuesto sobre el Valor
Añadido: base imponible común.

Cuando se aprueba esta Directiva el objetivo de la implantación del IVA común ya estaba
alcanzado. Como segunda fase se establece la armonización de las bases del IVA.
El presupuesto de la CE está, sin perjuicio de otros ingresos, íntegramente financiado por
los recursos propios de la comunidad, entre los que destacan las procedentes del IVA.

Estos recursos procedentes del IVA se obtienen aplicando un tipo impositivo común a una
base imponible fijada uniformemente de acuerdo con las normas comunitarias.

Esta directiva pretende crear una base imponible uniforme en todos los Estados miembros
que posibilite la aplicación de un tipo impositivo común sobre los mismos, para hacer
efectiva la recaudación de 1% de IVA como componente del sistema de recursos propios.

EL LIBRO BLANCO SOBRE LA PLENA REALIZACIÓN DEL MERCADO INTERIOR

En este Libro, aprobado en Milán en junio de 1985 por la Comisión, se establecen las
líneas básicas que deben dirigir el proceso hacia el Mercado Único, libre de restricciones a
la libre circulación de productos, personas y capitales en el interior de la comunidad.

El Libro Blanco establece un programa con horizonte temporal en 1992 para la creación de
un Mercado Común en Europa, que se convierte en instrumento clave para determinar el

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futuro de la armonización fiscal europea, y fija como acciones imprescibles para la
consecución del Mercado Común:

Eliminar las fronteras físicas que suponen controles de las personas y bienes que pasan
por las aduanas.

Suprimir las fronteras técnicas que entorpecen los intercambios por medio de
regulaciones y normas internas de los Estados miembros, debido a la existencia de una
gran diversidad entre los reglamentos europeos en materias como la sanidad, el consumo,
medio ambiente, etc.

Eliminar las fronteras fiscales. El Libro Blanco hace mención expresa a las diferencias en
los tributos indirectos (gravados en destino), en particular el IVA y los impuestos
especiales, aunque también hay que considerar los problemas relativos a la imposición
directa, que pueden distorsionar enormemente los movimientos de capital. La eliminación
de las barreras fiscales tiene mucha importancia sobretodo para los impuestos indirectos,
fundamentalmente en el IVA.

EL IVA COMO RECURSO PROPIO

Los ingresos comunitarios están formados por los recursos propios tradicionales, las
aportaciones previstas del recurso IVA y el aporte en concepto de recursos PNB.

Los recursos propios tradicionales están formados por exacciones agrícolas y derechos de
aranceles aduaneros comunes.

El recurso IVA se determina mediante la aplicación de un tipo uniforme, válido para todos
los Estados miembros, a la base imponible de IVA, calculada también de manera uniforme
con arreglo a las normas comunitarias.

El actual sistema de recursos propios entró en vigor el 1 de enero de 1995. Actualmente


hay una tendencia descendente de los recursos propios tradicionales, así como la parte de
las contribuciones IVA. Por el contrario, la contribución del recurso PNB al presupuesto
comunitario está aumentando.

La parte cada vez menor de la contribución de los ingresos IVA refleja básicamente la
política de reforma introducida en las decisiones de recursos propios de 1988 y 1994. En
1988 se acordó reducir la base IVA de los Estados miembros al 55% de su PNB. En 1994 se
decidió descender este límite al 50%, a partir de 1995, en aquellos Estados miembros cuyo
PNB por habitante fuera inferior al 90% de la media UE (Grecia, Irlanda, Portugal y España)
y reducir progresivamente la nivelación de la base IVA de los restantes Estados miembros,

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del 54% en 1995 al 50% de los respectivos PNB para todos los Estados miembros. Además,
en 1994, se decidió reducir, a partir de 1995, el tipo máximo IVA del 1.4% al 1% en 1999. El
tipo máximo de aplicación a la base imponible fue del 1% en el año 2000.

PROCESO DE ARMONIZACIÓN DEL IVA

ETAPAS EN LA ARMONIZACIÓN DEL IVA

La Comisión Europea siempre ha tenido muy claro el orden en que debía avanzarse en la
armonización del IVA en los diferentes Estados miembros, de forma que se progresaría en
este aspecto siguiendo el siguiente plan, teniendo siempre presente que la armonización
de las bases imponibles tiene que ser previa a la de los tipos impositivos.

· Armonización de la base imponible del IVA


· Armonización de los tipos impositivos

Establecimiento del principio de gravamen en origen que sustituiría al actual principio de


gravamen en destino

· Armonización de la base imponible del IVA

La base imponible del IVA determina, mediante la aplicación del tipo correspondiente, la
cuota de IVA devengado repercutible sobre el adquirente del bien o destinatario del
servicio prestado. Pero el carácter de impuesto comunitario atribuye a la base imponible
del IVA una función adicional relacionada con la política de financiación de la UE, ya que el
IVA forma parte de los denominados recursos propios. El IVA nació con la vocación de
convertirse en el primer impuesto comunitario percibido mediante reglas uniformes para
toda la Comunidad, y de forma paralela como ingreso de los presupuestos nacionales.

En lo que se refiere a la armonización de la base imponible, la Comisión considera que se


ha conseguido al menos en el 95%. Actualmente se encuentra bastante adelantado el
proceso de armonización de la base del impuesto. Por esta razón la Comisión está
centrando su esfuerzo en la armonización de los tipos impositivos y la adopción de un
principio de gravamen en el país de origen que permita la desaparición de las fronteras
fiscales entre los Estados miembros.

Pero no hay que conformarse con una armonización bastante adelantada, sino buscar una
armonización total de la BI. Toda desigualdad o falta de armonización que se manifieste
en las bases del IVA en los diferentes Estados miembros conlleva la falta de neutralidad y
de generalidad del impuesto. La persistencia de diferencias entre las bases del IVA en
diferentes Estados, por pequeñas que sean, entre las cuales la pervivencia del tipo cero es
un ejemplo (el tipo cero se configura como una exención con derecho a devolución),

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atentarán contra el principio de no discriminación o libre competencia, y constituirán un
claro impedimento para el avance en la armonización del impuesto (en tipos impositivos y
adopción del gravamen en origen).

· Armonización de los tipos de gravamen en el IVA

El IVA es un impuesto proporcional en relación con el consumo y la existencia de varios


tipos de gravamen del IVA tiene entre sus objetivos aumentar su progresividad.

La armonización de los tipos de IVA ha de entenderse como una aproximación de los tipos
entre los diferentes

Estados miembros.

La armonización de los tipos de gravamen engloba tres vertientes:

· Número de tipos
· Nivel de tipos
· Unificación de las listas de bienes sometidos a cada uno de los tipos de gravamen

Número de tipos

La postura oficial de la Comunidad fue inicialmente la de otorgar a los Estados miembros


una amplia autonomía en el campo de la determinación del tipo o tipos de IVA. Pero la
flexibilidad existente en materia de tipos ha de cambiar ante la próxima supresión de las
fronteras fiscales.

En un primer momento la Comunidad se decantó por conceder la máxima libertad a los


Estados en la determinación del número de tipos aplicables en su propio ámbito nacional,
hasta la supresión de los gravámenes a la importación y de las desgravaciones a la
exportación, podría dejarse a los Estados una amplia autonomía en lo concerniente a la
fijación de los tipos.

En 1985 se realizó una propuesta de Directiva mediante la cual los Estados miembros se
comprometerían a no modificar los tipos de gravamen y, siguiendo esta pauta, los Estados
con más de tres tipos de gravamen los reducirían a tres, y los Estados con un único tipo
(Dinamarca) lo ampliarían a dos. Aunque esta propuesta quedó retirada con el paquete de
Directivas de 1987, tiene la importancia de ver la voluntad comunitaria en esta materia.

En 1987, todos los Estados miembros, excepto Dinamarca y el Reino Unido, aplicaban más
de un tipo impositivo. A pesar de que la Comisión acepta que, en teoría, un sistema de IVA
con un único tipo es la estructura más simple y eficaz, este enfoque tendría consecuencias

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perjudiciales para todos los Estados miembros, excepto para los dos anteriores, y es poco
probable que fuera aceptable por la Comunidad, en su conjunto. Por esta razón se
propuso la adopción de un sistema con varios tipos impositivos. Pero determinar el
número de tipos del sistema común de IVA no era fácil.

En la práctica, los Estados miembros se dividen en dos grupos principales: los que aplican
un tipo normal y un tipo o varios tipos reducidos y aquéllos que aplican tipos normales,
reducidos e incrementados. Pero si se tiene en cuenta que en aquellos Estados miembros
que aplican más de tres tipos impositivos los tipos más altos normalmente sólo se aplican
a un número muy limitado de productos, sólo quedan dos opciones: un sistema de dos
tipos impositivos de IVA y un sistema de tres tipos. El segundo crearía más
complicaciones, por lo tanto se optó por el primero: un sistema de dos tipos, un tipo
normal y un tipo reducido, únicamente.

En las propuestas de 1987, la Comisión optó abiertamente por este sistema y esto se
recoge en la Directiva 92/77/CEE sobre aproximación de tipos impositivos en el IVA, en la
que se fija el número de tipos de gravamen aceptable para el IVA en dos: un tipo normal y
otro reducido.

Nivel de tipos utilizable

La razón por la que se debe aproximar el nivel de los tipos IVA en los diferentes Estados
miembros radica en el hecho de que los impuestos indirectos y el IVA como tal quedan
incorporados en el precio final de los bienes. Por tanto, la existencia de diversos niveles de
tipos puede ocasionar diferencias de precios considerables, provocando a su vez
distorsiones comerciales, desviaciones de tráfico o efectos sobre la competencia en el
interior de la comunidad.

Como ya hemos expuesto anteriormente, el IVA es el mejor ejemplo actual de neutralidad


impositiva: tanto de la neutralidad externa, al proporcionar un trato igual a los bienes
importados y a los nacionales ante la aplicación del principio de destino; como de
neutralidad interna, concediendo un mismo trato fiscal a todos los bienes objeto del
impuesto independientemente de la longitud de su proceso de producción. En un futuro
próximo la no existencia de un nivel similar de tipos IVA en los países miembros, dada la
estrecha relación del impuesto con los precios ocasionará la violación de ambos principios
y se podrían producir distorsiones de comercio, desviaciones de tráfico y distorsiones de la
competencia.

La postura comunitaria ha variado en el tema de la aproximación del nivel de tipos a lo


largo del tiempo.

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La propuesta de Directiva sobre la harmonización del IVA de 1987 daba dos abanicos de
tipos impositivos (del 4% al 9% para el tipo reducido, del 14% al 20% para el tipo normal) y
constituyó la base de las discusiones en el Consejo y en el Parlamento Europeo. Estas
discusiones se refirieron a tres temas:

La amplitud de los abanicos, a menudo considerada como excesiva, y con el riesgo de


provocar distorsiones de competencia en especial en lo que atañe al abanico del tipo
normal

· Los productos que deben someterse al tipo reducido del IVA


· El problema de los productos sometidos al tipo cero

Por lo que se refiere al tipo normal del IVA, en 1989, la propuesta Scrivener daba una
solución alternativa que consistiría en reemplazar el abanico existente por un tipo mínimo
aplicable a partir del 1 de enero de 1993, sin que se defina el tope máximo a respetar por
los Estados miembros en cuanto al tipo impositivo normal del IVA.

Respecto al tipo reducido del IVA, la Comisión estimaba que el abanico propuesto, del 4%
al 9%, era lo mejor y que sobretodo interesaba ponerse de acuerdo en los productos a
someter al tipo reducido o con referencia a los comprendidos en el tipo normal del IVA.

En cuanto a los productos sometidos al tipo cero del IVA, la propuesta Scrivener de 1989
decía que el derecho comunitario no consideraba los tipos cero aplicados a ciertos
productos en varios Estados miembros como tipos impositivos del IVA propiamente
dichos, sino como derogaciones temporales a los principios generales del IVA ligadas al
mantenimiento de una situación transitoria. La aplicación de un tipo cero constituía, salvo
en el caso de las exportaciones, una medida temporal que estaba llamada a desaparecer
cuando se alcanzase la plena realización del Mercado Interior.

En la Directiva 92/77/CEE (vigente en la actualidad) se fijan unos tipos mínimos


obligatorios que señalan el 20nivel de tipos impositivos a utilizar por los Estados
miembros. Por lo que respecta al tipo normal, se establece un tipo mínimo obligatorio del
15%. Y como tipo reducido se establece un tipo mínimo obligatorio del 5% y la aceptación
transitoria de uno o dos tipos superreducidos y entre ellos del tipo cero. Por tanto, a partir
del 1 de enero de 1993, los Estados miembros aplicarán un tipo normal que hasta el 31 de
diciembre de 1996 no podrá ser inferior al 15%. Los Estados miembros podrán aplicar
asimismo uno o dos tipos reducidos. Dichos tipos reducidos no podrán ser inferiores al 5%
y se aplicarán solamente a las entregas de bienes y prestaciones de servicios de las
categorías enumeradas en el anexo H (art.12.3.a de la Sexta Directiva). Además, pueden
aplicar un tipo reducido al suministro de gas natural y electricidad siempre y cuando ello
no entrañe riesgo de distorsiones para la competencia.

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Por tanto, la postura comunitaria en la cuestión de la aproximación del nivel de los tipos
ha variado desde la propuesta de un sistema dual de bandas cerradas en 1987 hasta la
solución finalmente adoptada por la Directiva 92/77/CEE en la que se fijan unos
determinados tipos mínimos obligatorios que señalan el nivel de tipos impositivos a
utilizar por los Estados miembros, vigente en la actualidad.

Evolución de los tipos del IVA aplicados en los Estados miembros entre 1994 y 1996
(salvo los tipos del régimen transitorio)

Fuente: COM(97) 559 final de 13 de noviembre de 1997.

En este cuadro podemos ver que los niveles de los tipos del IVA aún varían
considerablemente: los tipos normales oscilan entre el 15% y el 25%. Cuatro Estados
miembros tienen dos tipos reducidos del IVA (salvo Finlandia que tiene tres tipos
reducidos). Los tipos reducidos que se aplican oscilan entre el 5% y el 17%.

La Comisión da por hecho que el actual grado de armonización de los tipos del IVA es el
mínimo que los Estados miembros han considerado imprescindible para el
funcionamiento del Mercado Interior. Pero las crecientes diferencias entre los tipos del
IVA de los diversos Estados miembros pueden originar desequilibrios estructurales y
falseamientos de la competencia en determinados sectores de la actividad económica.
La unificación de las listas de bienes sometidos a cada uno de los tipos
La Comisión, en su propuesta COM(87) 321 final 2, elabora una lista de 5 o 6 grupos de
bienes y servicios que se benefician del tipo reducido, siendo sometidos el resto de
operaciones al tipo normal:

· Productos alimenticios (a excepción de las bebidas alcohólicas)


· Productos energéticos, para la calefacción y el alumbrado
· Suministros de aguas
· Productos farmacéuticos
· Libros, revistas y periódicos
· Transporte de personas

Estos bienes y servicios son los más importantes de consumo diario. La Directiva
92/77/CEE, en el Anexo H recoge y desarrolla esta lista de bienes y servicios. Que podrán
estar sujetos al tipo reducido del IVA.

Pero existen dos problemas en la actual estructura de tipos del IVA que son la causa de
determinados efectos distorsionadores de la situación competitiva de los sujetos pasivos:
el carácter facultativo del Anexo H (los Estados miembros son libres de aplicar o no tipos
reducidos a estos bienes y servicios)y la falta de definiciones comunes de las categorías
enumeradas en dicho anexo.

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· Sustitución del principio de gravamen en destino por el principio de gravamen en origen

El objetivo de consecución de un Mercado Interior significa, entre otros aspectos, que los
intercambios comerciales que tienen lugar entre los países miembros de la UE deben
recibir el mismo trato que si se tratasen de transacciones ocurridas en el interior de los
países.

En la actualidad, un producto fabricado en el interior de un país y destinado a la venta y


posterior consumo en un lugar distinto pero perteneciente al interior de dicho país, llega
al punto en el que va a ser consumido con una repercusión en origen por IVA. Sin
embargo, si el producto es vendido fuera de las fronteras nacionales, dicha operación se
encuentra exenta de IVA en origen manteniendo el derecho a deducción de los IVA
soportados. Es decir, que opera como si se tratase de un tipo cero. Posteriormente,
cuando el producto traspasa las fronteras y llega a su lugar de destino se le repercute el
IVA que, de acuerdo con la legislación nacional del país de destino le corresponde, el cual
puede ser igual, superior o inferior al IVA que le hubiese correspondido de aplicarse el tipo
impositivo del país de procedencia.

El objetivo de ofrecer un trato a las ventas intracomunitarias como si se tratasen de


ventas en el interior de un país significa que el IVA deberá ser facturado por el sujeto
pasivo que efectúa la venta en el Estado miembro de exportación y deducido por el sujeto
pasivo que efectúa la compra en el Estado miembro de importación.

La aplicación del IVA a la exportación pasa de basarse en el criterio de destino para


aplicarse el criterio de origen del producto o servicio. Por lo tanto, no se efectúan
diferenciaciones fiscales en función de lugar geográfico de destino del bien o servicio. Este
es uno de los objetivos primordiales para la consecución de un auténtico mercado
interior.

El IVA es un impuesto indirecto sobre el consumo y como tal, el total de IVA facturado
corresponde al país en el que tiene lugar el consumo final del bien, independientemente
de su lugar de fabricación, es decir, los ingresos de la aplicación del IVA corresponden al
país de destino final del bien o servicio. Así, en un sistema en el que prevalece el principio
de gravamen en destino, el IVA facturado en la exportación se aplica en el lugar y al tipo
correspondiente al país de destino final de la misma. En un sistema de gravamen en
origen, como el que se pretende aplicar, el lugar donde se repercute el IVA a la
exportación no coincide con el lugar de consumo del bien y, por lo tanto, tampoco
coincide con el lugar donde corresponde la recaudación por dicho impuesto. Es por ello
que es necesario establecer un mecanismo de compensación o clearing, que
permita que las cuotas repercutidas e ingresadas en un país miembro en concepto de
exportación sean devueltas al resto de los Estados miembros en los que las cuotas

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impositivas van a ser deducidas y en los que va a tener lugar el consumo final del bien o
servicio.

El IVA será facturado por el sujeto pasivo que efectúa la venta en el Estado miembro de
exportación y deducido por el sujeto pasivo que efectúa la compra en el Estado miembro
de importación.

EL SISTEMA TRANSITORIO DEL IVA

La Comunidad implantó desde el 1 de enero de 1993 un sistema transitorio con el que se


mantiene el principio de destino con carácter general, a pesar de suprimirse los controles
del IVA en las fronteras intracomunitarias.

Este régimen transitorio se desarrolla por la Directiva 91/680/CEE, de 16 de diciembre,


reguladora del régimen jurídico del tráfico intracomunitario (que modifica la Sexta
Directiva de 1977), el el Reglamento 92/218/CEE, de 27 de enero de 1992, sobre
cooperación de las Administraciones Tributarias y en los acuerdos alcanzados sobre la
armonización de tipos impositivos.

En resumen, el tipo normal de IVA no puede ser inferior al 15%, pueden aplicarse uno o
dos tipos reducidos a la lista de productos de consumo diario, sin que puedan ser
inferiores al 5% y no se puede aplicar un tipo incrementado. Pero existen diferentes
particularidades: España y Luxemburgo pueden aplicar un tipo reducido especial no
inferior al 3%, el Reino Unido e Irlanda pueden mantener sus tipos cero tradicionales, etc.
Se crea el hecho imponible de "adquisición intracomunitaria de bienes" que implica
desdoblar cada transacción intracomunitaria de bienes en dos operaciones: una entrega,
en gereral exenta, pero con derecho a deducir el IVA soportado por quien realiza la
entrega, y una adquisición, en general sujeta, que inicia el ciclo del IVA en el país de la
adquisición.

Para que se produzca el hecho imponible es imprescindible el transporte de un bien de un


Estado comunitario a otro. El control de las transacciones se logra a través de la
contabilidad empresarial y de la información incluida en el Sistema Permanente de
Recogida Estadística (INTRASTAT) referente a los intercambios de
mercancías en el interior del Mercado Único.

En relación con el comercio de bienes con terceros países se mantiene el criterio de


destino con ajuste fiscal en frontera. Es decir, el exportador comunitario no aplica el IVA
de su país de origen y tiene derecho a la deducción del IVA soportado relativo a su
exportación; y el importador comunitario soporta el IVA que se le aplica al efectuar su
importación.

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Pero este régimen se complica por una serie de regímenes particulares:

Que los viajeros residentes en la Comunidad que transporten bienes destinados a


consumos personal o regalos, o sea que actúen como consumidores finales o particulares,
tributen de acuerdo con el país de origen donde efectúen sus compras.

Que la adquisición de medios de transporte nuevos (automóviles, aviones, barcos y


motocicletas) tribute siempre en el país de matriculación (destino) sea quien sea el
adquirente.

Que los sujetos pasivos del régimen especial de agricultura, ganadería y pesca, respecto
de los bienes destinados a su actividad, los sujetos pasivos que sólo realicen operaciones
exentas que no dan derecho a deducción total o parcial del IVA y las personas jurídicas
que no actúen como empresarios o profesionales tributen en origen, excepto en el caso
de medios de transporte nuevos o de bienes sujetos a los Impuestos Especiales, hasta que
su volumen total de adquisiciones de otros países comunitarios no supere ciertos límites
por año natural, salvo que opten por la tributación en destino que se aplicaría como la de
cualquier otra adquisición intracomunitaria sujeta.

Que las ventas a distancia en cuanto a las adquisiciones efectuadas por las personas
enumeradas en el punto anterior y las personas físicas que no tengan la condición de
empresario o profesional tributen en origen si el volumen de ventas del vendedor no
excede, por año natural, de ciertos límites (en España 35000 Ecus, en otros países 100000
Ecus)y, salvo que el vendedor a distancia opte por aplicar el IVA del país de destino.

Que las prestaciones de servicios de transporte intracomunitario se entiendan realizadas


en destino si el destinatario comunica al transportista un número de identificación fiscal
del Estado de destino y, en su defecto, se les aplique el IVA del lugar de salida. La misma
lógica general se sigue con los servicios accesorios a los transportes
intracomunitarios(destino o donde se presten materialmente), con los servicios de
mediación, en nombre y por cuenta de terceros, en esos transportes (Destino o
lugar de inicio) y con los servicios de mediación, en nombre y por cuenta ajena, en los
servicios accesorios a los transportes intracomunitarios de bienes (destino o donde se
presten materialmente).

Divergencias de aplicación entre Estados miembros

Exiten divergencias de aplicación desde que se implantó el sistema común de IVA, debido
al propio método de introducción (directivas que confieren numerosas facultades y
opciones a los Estados miembros) entre los diferentes Estados miembros.

Las divergencias del sistema común de IVA entre Estados miembros, que se consideran,

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cada vez más, el obstáculo más pernicioso dentro del Mercado Único, son de origen
diverso: regímenes especiales, opciones y facultades otorgadas por la directiva,
excepciones temporales o transitorias no suprimidas, otras excepciones autorizadas por el
Consejo, normas no incorporadas al ordenacmiento jurídico nacional o diferencias de
interpretación de las disposiciones comunes dan lugar a aplicaciones divergentes entre
unos Estados miembros y otros.

RÉGIMEN PREVISTO COMO DEFINITIVO

El sistema común de IVA debe tener las características de un auténtico espacio fiscal
comunitario, otorgando la misma consideración a las transacciones nacionales e
intracomunitarias.

El mercado único debe funcionar en las mismas condiciones y de la misma forma que un
mercado nacional.

Debe ofrecer a los operadores la posibilidad de desarrollar actividades en todos los


Estados miembros y el nuevo sistema común de IVA ha de garantizar que ninguna
actividad sea más difícil de ejercer por motivos fiscales en un Estado miembro que en otro
y que pueda realizarse cualquier adquisición en las mismas condiciones en toda la UE.
La supresión de toda distinción entre las operaciones interiores y las intracomunitarias
permitirá a los operadores reducir tan sólo a dos los regímenes fiscales que habrán de
aplicar: el que rija las transacciones con terceros países y el relativo a las transacciones
comunitarias. Así se logrará una importante simplificación, en beneficio tanto de las
empresas, como de los consumidores y las administraciones fiscales, simplificación que
responde plenamente a las conclusiones del Consejo en las que se definen las condiciones
fundamentales para 24la transición a un régimen definitivo.

Necesidad de un régimen definitivo

El régimen transitorio da a los Estados miembros la impresión ilusoria de seguir


disfrutando de una total soberanía en la determinación de sus ingresos y el
funcionamiento global del IVA.

Los problemas de estancamiento de la política de armonización fiscal europea, exigen


soluciones graduales, objetivos menos ambiciosos que, sin embargo, permiten aquellos
avances puntuales que van creando el contexto necesario para que se den las condiciones
para el logro de un objetivo final al que la Comunidad no renuncia: la implantación de un
principio de gravamen en origen en el seno de un Mercado Único Europeo.

Cualquier avance en las cesiones estatales necesarias para la implantación de un régimen


definitivo, sólo puede conseguirse lentamente con carácter gradual.

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Por último, la falta de consenso acerca del mecanismo de compensación financiera que
debe adoptarse es una de las cuestiones que más pueden entorpecer el logro final de un
sistema común de IVA, dado que esta compensación es indispensable en la configuración
del régimen definitivo del impuesto.

SITUACIÓN ACTUAL DE LA ARMONIZACIÓN DEL IVA Y PERSPECTIVAS DE FUTURO

Durante el mandato de la Comisaria Scrivener hubo una aceleración del proceso de


armonización de la fiscalidad indirecta. Se estableció un régimen de IVA transitorio, que se
concretó posteriormente en dos Directivas que fijaron el camino a seguir por los Estados
miembros: la Directiva 91/680 de 16 de diciembre de 1991, modificando el sistema común
de IVA y suprimiendo las fronteras fiscales dentro del territorio comunitario y la Directiva
92/77 de 19 de octubre de 1992 sobre la aproximación de tipos impositivos en el
IVA. Ambas directivas debían incorporarse al derecho nacional antes de 1 de enero de
1993 y actualmente forman parte de la legislación impositiva de cada uno de los Estados.
El objetivo final del proceso de armonización fiscal consiste en la supresión de las
fronteras fiscales para las operaciones realizadas entre los Estados miembros, de tal forma
que en lo referente al IVA, el tratamiento fiscal que reciba la venta, por ejemplo, de un
producto en el interior del país sea la misma que si se realiza a un Estado miembro de la
hoy UE. Esto significa pasar de aplicar el criterio vigente actualmente de destino al
de origen. No importa el país mientras sea comunitario, todo forma parte del mismo
territorio. Por ello, es indispensable la armonización de los tipos impositivos, que no es
fácil ni puede ser inmediata.

La Directiva aprobada en esta materia definió un régimen transitorio provisional durante


el período que comprendería desde el 1 de enero de 1993 hasta el 31 de diciembre de
1996 y el Consejo se reservaba el derecho de extender el período de aplicación del
régimen transitorio hasta que el régimen definitivo no esté preparado.

En el momento de la supresión de controles fronterizos el 1 de enero de 1993, no se había


logrado el sistema basado en el origen y, por lo tanto, se escogió un sistema de transición
que suponía la tributación en el país de consumo, a los tipos y en las condiciones
aplicables en ese país. Este sistema transitorio tiene varios defectos, especialmente
porque es complicado, susceptible de fraude y desfasado.

En 1996, la Comisión propuso un programa que entrañaba una aproximación gradual al


sistema definitivo basado en el origen y se han hecho desde entonces varias propuestas
en este sentido. Sin embargo, se ha puesto de manifiesto en los últimos años que, a causa
de la importancia del IVA en el conjunto de los recursos tributarios, la mayor parte de los
Estados miembros son reacios a ponerse de acuerdo sobre propuestas concebidas para
conducir hacia el sistema definitivo. No están dispuestos, en esta fase, a aceptar ninguna

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otra armonización de tipos y estructuras, o la redistribución de los ingresos tributarios,
que exigiría el sistema definitivo, por miedo a sufrir pérdidas de recaudación fiscal.
Teniendo en cuenta estas dificultades, en junio de 2000 la Comisión propuso una nueva
estrategia que fue muy bien acogida por los Estados miembros cuando se presentó al
Consejo. Esta estrategia actual se concentra en una mejora global en el funcionamiento
del sistema actual del IVA que beneficiaría directamente a los contribuyentes de la UE,
aunque un sistema definitivo basado en el origen sigue siendo un objetivo comunitario a
largo plazo. La estrategia actual se centra en la simplificación, la modernización y
aplicación más uniforme de los actuales acuerdos en materia de IVA, y en una mayor
colaboración administrativa. Estas medidas fomentarán las transacciones comerciales
legítimas en el Mercado Interior y prevendrán el fraude.

Algunas de las nuevas propuestas son, por ejemplo, modificar el régimen de aplicación del
IVA a algunos servicios prestados por vía electrónica, para proteger la competitividad de la
UE eliminando una desventaja importante para prestatarios de servicios de la UE en
relación con sus competidores no pertenecientes a la UE.

En cuanto a los tipos del IVA, se considerará a medio plazo la revisión y racionalización de
las reglas y las derogaciones aplicables a la determinación de los tipos reducidos de IVA,
pero no antes de finales de 2002.

3.2. − OTROS IMPUESTOS INDIRECTOS

IMPUESTOS ESPECIALES

El régimen comunitario de impuestos especiales actualmente en vigor se implantó el 1 de


enero de 1993 y se modificó ligeramente en 1999. Es el resultado de los debates que se
iniciaron en 1985 con el Libro Blanco sobre la realización del Mercado Interior, en el que la
Comisión proponía la plena armonización de los tipos de los impuestos especiales. Con él
se establece una estructura común de imposición en los Estados miembros dotada de un
sistema de tipos mínimos y de procedimientos armonizados para la tenencia y circulación
de las mercancías sujetas a impuestos especiales. Estos regímenes son regímenes
generales definitivos que se aplican a las bebidas alcohólicas, al tabaco manufacturado y a
los hidrocarburos, y permiten que circulen mercancías sin controles en las fronteras
intracomunitarias.

Para este tipo de productos han existido tipos mínimos de impuesto desde 1992. No
obstante, hay muchos impuestos especiales diferenciados entre los Estados miembros por
encima de estos tipos mínimos, situación que provoca graves obstáculos para los
intercambios comerciales transfronterizos de algunas mercancías.

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Las directivas sobre la aproximación de tipos de los impuestos especiales establecen la
obligación de examinar la estructura y los tipos de tales impuestos cada 3 años.

IMPUESTOS SOBRE EL ALCOHOL Y EL TABACO

La Comisión ha adoptado recientemente un informe y una propuesta sobre los impuestos


del tabaco. Un análisis actual de la evolución de los precios y los tipos del impuesto
especial para los productos del tabaco en la UE muestra que aún subsisten diferencias
considerables entre los Estados miembros (por ejemplo para cigarrillos, el impuesto
especial en el Estado miembro que más los grava cuadruplica la cantidad impuesta por
el Estado miembro que grava menos). Pero los productos del tabaco que compiten entre
sí deberían gravarse del mismo modo, a menos que posean características especiales que
justifiquen la aplicación de tipos diferentes. Las medidas propuestas deberían aumentar la
convergencia entre los niveles fiscales de los diversos Estados miembros y restringir el
fraude y el contrabando en el Mercado Interior.

Los impuestos especiales sobre el tabaco constituyen una importante fuente de ingresos
para los Estados miembros. Al decidir sobre el nivel de los tipos de estos impuestos, los
Estados miembros tienen en cuenta factores tales como la salud, la política agrícola, el
fraude y el empleo, a condición de que no perturben el funcionamiento del mercado
interior.

IMPUESTOS MEDIOAMBIENTALES Y SOBRE LOS PRODUCTOS ENERGÉTICOS

La tributación de la energía se asienta en tres pilares: impuestos sobre consumos


específicos, IVA y exacciones específicas. Si bien los impuestos especiales sobre los
hidrocarburos y el IVA son sistemas comunitarios de imposición, no hay ningún marco
aplicable a escala comunitaria a los productos energéticos con excepción de los
hidrocarburos.

En lo que se refiere a los hidrocarburos, un sistema comunitario unánimemente acordado


prevé un tipo mínimo de impuesto especial para cada producto según su uso, desde 1992,
(propulsores, uso industrial y comercial, para calefacción. Actualmente, sin embargo, los
impuestos sobre consumos específicos se recaudan a menudo a tipos que son
significativamente superiores a los tipos mínimos, que no se han actualizado desde
1992. Los tipos reales de impuestos sobre consumos específicos difieren sustancialmente
entre los Estados miembros. La tributación a tipo cero es obligatoria para algunas
actividades (tráfico aéreo internacional) y pueden también concederse excepciones
nacionales por razones políticas específicas a favor, por ejemplo, de productos ecológicos
o de sectores económicos (agricultura, transporte público, transporte por carretera). En

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muchos casos, las excepciones previamente mencionadas se conceden para mantener la
competitividad de empresas locales en casos en que se aplican regímenes impositivos a la
energía/medio ambiente más altos.

Por otra parte la multiplicación de los impuestos nacionales que difieran en cuanto al
alcance, métodos de cálculo, tipos, etc. compromete la unidad del Mercado Interior y
podría afectar negativamente al funcionamiento de los mercados liberalizados del gas y la
electricidad.

Los mecanismos actuales, tanto a nivel nacional como comunitario, provocan de esta
manera posibles distorsiones en la elección de los consumidores entre las fuentes
energéticas o los productos y en las condiciones de competencia. El remedio más eficaz a
estas dificultades sería un marco comunitario para facilitar la aproximación de los sistemas
fiscales de los Estados miembros.

La Comisión propuso en 1997 una Directiva del Consejo para reestructurar el marco
comunitario de imposición de los productos energéticos, con objeto de ampliar el ámbito
de las directivas relativas a los hidrocarburos a otras fuentes energéticas, por ejemplo el
carbón, la electricidad y el gas natural, y de incrementar los impuestos sobre consumos
específicos mínimos comunitarios sobre los productos energéticos.

Según la Comisión es conveniente establecer un marco común para la tributación de los


productos energéticos, no sólo por lo que se refiere a la estructura de dichos impuestos
sino también a los tipos impositivos. Esto prevendrá distorsiones en el Mercado Interior,
garantizará que los precios de los productos energéticos reflejan su coste exterior en
términos ambientales y ayudará a la Comunidad a cumplir sus compromisos ambientales
internacionales. Según la Comisión, podría ser muy útil contar con un marco común con
tipos diferenciados en función de objetivos ambientales.

IMPOSICIÓN DE LOS VEHÍCULOS

En este tema la intención de la Comisión es poner en marcha una discusión sobre


opciones futuras para actuar a nivel comunitario en el campo de la imposición de
vehículos. Actualmente, por ejemplo, no hay ninguna coordinación referente a impuestos
de matriculación para vehículos de pasajeros. En once Estados miembros, una persona
que compra un coche tendrá que pagar un impuesto de matriculación. Si esa persona
entonces se traslada a vivir y trabajar en otro Estado miembro, es necesario volver a
matricular el coche con placas de matrícula locales y, en por lo menos once de los Estados
miembros, pagar otro impuesto de matrícula allí, sin que exista un sistema de devolución
o desgravación respecto de los impuestos de matriculación pagados en el primer país.

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Además del impuesto de matriculación, regímenes de tributación muy diferentes sobre los
vehículos causan también problemas desde la perspectiva de la libre circulación de
mercancías.

Según la Comisión debería fomentarse la aproximación de los impuestos sobre los


vehículos, sobretodo con vistas a una mayor transparencia de los precios de los vehículos
tras la introducción del euro.

4. − BIBLIOGRAFIA

· LA ARMONIZACIÓN DEL IVA COMUNITARIO: UN PROCESO INACABADO;


Moreno Valero, Pablo Antonio; CES Colección Estudios, 2001

· LA FISCALIDAD EN LOS PAISES DE LA OCDE; Ediciones Mundi−Prensa; 1995

LA ARMONIZACIÓN FISCAL EN LA COMUNIDAD EUROPEA; Corona, Juan Francisco; Valera,


Francisco; Ariel Economía; 1989.

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