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cruz
nuestra
de
cada
día
TEMAS DE ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ
Aportación al Congreso Internacional de la Espiritualidad de la Cruz
la
cruz
nuestra
de
cada
día
Pablo Héctor González Alarcón M.Sp.S.
Carlos Francisco Vera Soto M.Sp.S.
Section 1 1
Nihil Obstat
Enrique Sánchez Hernández MSpS.
7 de Octubre de 1996
Imprimatur
Jorge Ortiz González MSpS.
7 de Octubre de 1996
Ilustraciones
P. Guillermo Ameche S.J.
Portada y Diagramación
P. Carlos Balandra M.Sp.S.
Tipografía
Gertrudis Rodríguez Glez.
2
PRESENTACION
PRESENTACIÓN
Por ello, estas sencillas páginas estan dedicadas y destinadas a todos
aquellos hombres y mujeres que tienen fe en Jesús y viven envueltos en un
sufrimiento anónimo y cotidiano. Intentamos con ellas presentar la espiritu-
alidad de la Cruz como una respuesta de fe a la pregunta por su sufrimiento.
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Hay que decir que la mayoría de estas historias, son reales, aunque
los nombres hayan sido cambiados. Pero a pesar de ser historias particu-
lares, expresan -como se darán cuenta, situaciones de cruz que suelen ser
comunes a muchos. La historieta de cada capítulo esta narrada respetando
las expresiones propias del pueblo tabasqueño. Nos parece que estas ex-
presiones locales, no dificultan la comprensión del texto.
PRESENTACIÓN 5
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CAPITULO 1
OBJETIVO:
Reflexionar sobre las distintas
maneras de enfrentar el suf-
rimiento en la vida y descubrir
que hay modos de enfrentar el
dolor que no son cristianos.
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-Yo también quiero contarles un caso que yo conocí -dijo Carlos-. Pues verán,
un compañero de trabajo, que se llama Nemesio, empezó con unos temblores
en las manos y como que le daba calentura. Entonces, se preocupó mucho y
de la fábrica, donde trabajamos, lo mandaron a hacerse unos análisis. No sacó
nada, pero siguió enfermo. Entonces, para colmo de males, le quitaron el trabajo
porque lo cacharon haciendo una transa con unas notas de gasolina. Como a los
ocho días que perdió su chamba, no me lo van a creer, pero estaba su esposa
guisando la comida cuando de repente que le explotó el tanque de gas y se
quemó una pierna. La casa casi se ardió toda. La verdad que no le faltaba más
que lo orinara un perro. Pues el otro día lo fui a ver y estaba bien desesperado.
Nomás me decía: ‘No, Carlos, ora sí que estoy fregado. Fíjate, todo eso que
me pasó no tiene otra explicación más que me mandaron hacer el mal. Ya fui a
consultar a uno de ésos que hablan con los espíritus y me dijo que una persona
desde hace mucho buscaba mi ruina. ¡Y cómo no!, si nomás fíjate lo que me
pasó. Me pidió que le consiguiera agua bendita de 9 templos y tres veladoras
prendidas en viernes. Me dio a tomar una agüita verde y unos polvos blancos
para que riegue alrededor de la casa. Con eso me aseguró que va a neutralizar
el mal y que se va a alejar de mí este pesar que siento en el pecho’.
-¡Ay, qué tarugo tu amigo, Carlitos!, intervino doña Lucita. Seguro le sacaron
unos buenos billetes por esas cochinadas.
- Sí, aseguró Carlos, eso es lo peor. Fregado Nemesio, y el brujo le quitó lo
único que tenía.
- Pero, ¿saben qué es lo grave, preguntó Carmen? Como que no hay manera de
vivir el sufrimiento. Hemos platicado mucho y a las claras se ve que es difícil
agarrarle a eso de la cruz.
-Así es, intervino don Neto, la cruz del cristiano tiene su sabiduría. Hay que
alumbrarse de la Palabra de Dios, meditar y saber cómo se ha de vivir eso que
los cristianos llamamos ‘cargar la cruz’.
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3 LOS CAMINOS ANTE LA CRUZ
a) La huída
Una actitud muy común frente al sufrimiento que se padece es la huída.
Mucha gente que sufre busca escaparse de esa realidad, huir del momento
porque es doloroso. Las gentes que toman este camino intentan salvarse del
sufrimiento huyendo de él.
Hay muchas maneras de huir del sufrimiento: para algunos, la huída es a
través del alcohol; para otros, a través de la droga, del placer; o quizá para otros
b) La "falsa resignación"
Otra actitud muy común es la «falsa resignación». La gente que toma
este camino piensa que no hay salida. Que ese sufrimiento que está viviendo es
el destino que tiene fatalmente marcado en esta vida, y que no hay otra solución
más que resignarse. Entonces la persona se hace dura para poder resistir lo que
le pasa y para poder sobrevivir; o también se hace apática, no se interesa por
nada, lo único importante es resistir, sobrevivir.
También la religión mal vivida puede llevarnos por este camino equivo-
cado, cuando pensamos que Dios nos ha destinado ese sufrimiento desde que
nacimos, y entonces no nos queda más que resignarnos. Si Dios así lo decidió,
¿qué podemos hacer? Frecuentemente escuchamos a gentes que han tomado
este camino y que dicen: «es que Dios así lo quiere», «Dios así nos dejó». Y
entonces no hacen ningún esfuerzo para superar ese sufrimiento.
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salida a ese sufrimiento será acudir a las personas que manejan esos «espíritus»
(brujos) para quitarse ese mal y librarse de ese sufrimiento.
Este es otro camino que mucha gente, que no tiene firme su fe, escoge
para salir del sufrimiento. Este camino también es equivocado porque sólo
engaña. Recurrir a la brujería y la superstición es un engaño, no nos quita el
sufrimiento.
También la religión puede vivirse por este camino, cuando la gente se
acerca a Dios por puro temor. No se acercan a Dios por amor sino por temor.
Van a misa, prenden veladoras, hacen oraciones, o tratan de ser buenos sólo
para que Dios no los vaya a castigar. Su fe es supersticiosa.
Estos tres caminos no llevan a la vida. La huida sólo entretiene el
sufrimiento pero por otra parte lo hacer crecer y produce más dolor. La falsa
resignación endurece y amarga el corazón, y no nos hace más humanos. La
superstición no nos ayuda a enfrentar las verdaderas raíces del dolor, sino que
sólo nos engaña. Ninguno de estos caminos nos salva; ninguno de estos cami-
nos nos humaniza. Ni la huída, ni la falsa resignación, ni la superstición son
caminos verdaderamente cristianos frente al sufrimiento. No nos llevan a Dios,
ni nos dan vida.
Entonces, ¿no hay salvación para el sufrimiento? ¿habrá una salida
verdadera al camino del sufrimiento que sí libere?
Por otro lado, sabemos que mucha gente ha sufrido y ha logrado en-
contrar un sentido digno a su sufrimiento. El dolor y el sufrimiento han sido
una experiencia a través de la cual muchos cristianos han llegado a conocer a
Dios, y han conseguido la salvación para sí mismos y para otras personas. La
vivencia y el testimonio de estos cristianos y cristianas nos demuestra que existe
un modo de vivir la cruz que sí libera, que santifica, que lleva a Dios y ayuda a
los hermanos. Estas personas han encontrado un nuevo camino espiritual para
vivir el sufrimiento o, dicho en otras palabras, han vivido una espiritualidad
salvadora del sufrimiento. Han vivido una espiritualidad de la cruz liberadora,
aunque no le hayan llamado así.
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CAPITULO 2
OBJETIVO:
Comprender que todas las perso-
nas viven alguna espiritua-lidad
y descubrir que una espirituali-
dad cristiana es dejarnos mover
por las mismas motivaciones
por las que se movió Jesús.
20
3 ESPIRITUALIDAD ES LO QUE NOS MUEVE
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Entonces, una espiritualidad particular será un modo concreto de se-
guir a Jesús, de acuerdo a una época histórica o a una realidad concreta. Dios
despierta entre los cristianos distintos carismas, es decir, distintos modos de
cómo seguir a Jesús. Un carisma resalta algún elemento de la espiritualidad
cristiana que ha sido olvidado o que es oportuno para el momento o situación
que viven la Iglesia y el mundo. Cada espiritualidad nos viene a recordar
alguna dimensión de la fe cristiana, quizá un poco olvidada, o necesaria para
un tiempo y un lugar concreto.
Y así existen en la Iglesia muchas espiritualidades, es decir, muchos
carismas o modos como se sigue al Señor Jesús.
1 Pedro Casaldáliga; José Ma. Vigil; Espiritualidad de la liberación; Centro de Reflexión Teológica;
México; 1993; Págs. 22-23
OBJETIVO:
Descubrir cómo nuestra pri-
mera experiencia de sufrimien-
to nos oculta el misterio del
Dios amor.
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3 DIOS SE OCULTA DETRAS DEL SUFRIMIENTO
30
responsabilidad. Por otra parte hay que decir que el sufrimiento es muchas
veces producto del pecado, pero no mandado por Dios, sino por el hombre.
Hoy en día millones de seres humanos sufren situaciones de miseria a causa del
pecado social; de la codicia que se ha hecho sistema en nuestro mundo. No es
Dios quien manda la pobreza y todo el sufrimiento que viene con ella; son los
hombres quienes la fabrican, y frente a todo este dolor podemos decir que Dios
sufre con los que sufren. Dios se identifica con las víctimas del sufrimiento que
viene por el pecado, incluso Dios quiere quitar esos sufrimienos innecesarios
y que generan muerte.
En resumen, el sufrimiento personal, los desastres naturales o sociales
no son castigo de Dios. En esta historia Dios no nos castiga, más bien nos tiene
paciencia y deja que convivan en el mundo buenos y malos (Mt 13,30). Pero
muchas veces el sufrimiento sí es producto del pecado y la irresponsabilidad
personal y social de los hombres. No mandado por Dios, sino como consecuencia
de la libertad humana.
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Por otra parte hay que reconocer que el sufrimiento purifica la imagen
que tenemos de Dios. Su omnipotencia es también misericordia pero, por otra
parte, Dios permite que el mundo y la sociedad se rijan por sus propias leyes y
desde que creo al hombre ha decidido respetar la libertad de las personas, aun
cuando se opongan a la suya y provoquen sufrimientos para otros.
Podemos decir que aunque el sufrimiento siempre nos abre una ocasión
para crecer y madurar, no corresponde a la imagen de Dios que nos comunica
Jesús, pensar que nuestro Padre nos hace sufrir para examinarnos. Como si Dios
estuviera probando y mandando cruces a los hombres. De ser así, la realidad
de sufrimiento generalizado y hondo que vivimos nos podría traer una imagen
de un Dios sádico, que manda pruebas casi hasta aplastar al hombre. Si nos
fijamos detenidamente en el libro de Job, aparece muy claro que sus penas y
sufrimientos son ciertamente una prueba a su fe y su fidelidad, pero esta prueba
no es provocada por Dios sino por el diablo.
Jesús mismo no interpretó su pasión y su cruz como una prueba man-
dada por Dios. Jesús sabe muy bien que lo que su Padre quería era su fidelidad,
y que en su historia concreta ser fiel a su Padre significaba morir en la cruz, a
causa del pecado de los judíos.
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CAPITULO 4
DIOS ESCUCHA
EL CLAMOR DE SU PUEBLO
OBJETIVO:
Descubrir con ayuda de la
Biblia que Dios no está lejos de
quien sufre, sino que escucha
nuestros sufrimientos.
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3 DIOS ESCUCHA EL DOLOR DE SU PUEBLO
40
Dios nos ha castigado; se ha olvidado de nosotros, ya no nos escucha» (Jueces
6, 13; Is 49, 13-15).
Entonces Dios vuelve a llamar jueces, profetas y sabios, hombres y mu-
jeres que anuncien su voluntad salvadora. Los profetas son enviados al pueblo
para recordarle el plan de vida que Dios tiene para todos. Y así los profetas
anuncian que «Dios no quiere la muerte del pecador sino que se arrepienta y
viva» (Ez 33,11).
Podemos descubrir momentos especiales de revelación de Dios, mo-
mentos en que el profundo misterio de Dios es descubierto al pueblo: cuando
el pueblo vivió con más intensidad la realidad de sufrimiento y muerte; cuando
fue sacado de su tierra y volvió a la esclavitud en Babilonia, es entonces, cuando
Dios se manifiesta con mayor fuerza como el Dios de la Vida.
Por eso, en un mundo de dolor y de sufrimiento, Dios promete «un cielo
nuevo y una tierra nueva, donde se olvide el pasado de dolor y de angustias y la
alegría sea para siempre». «Dios quitará los sollozos de tristeza y los gritos de
angustia». En ese mundo que Dios quiere construir para su pueblo «no habrá
niños que mueran a corta edad, sino que la vida del pueblo será tan larga como
la de los árboles». «No habrá que trabajar para otros sino que cada quien podrá
comer del fruto del trabajo de sus manos» (Is 65, 17-24).
Dios le muestra al pueblo, a través de sus profetas, sus deseos de
consolarlo, de terminar los días de su servidumbre, de enjugar sus lágrimas y
aniquilar la situación de muerte que vive (Is 25, 6-10).
Los profetas también son enviados por Dios a denunciar lo que genera
sufrimiento y muerte, como el culto a los dioses extranjeros, la idolatría, la
opresión, el latifundio, la corrupción. Todos estos pecados sólo producen muerte
y sufrimiento inútil. Los profetas invitan al arrepentimiento y a la conversión,
denuncian a los que fabrican sufrimientos para los demás, invitan al pueblo a
no perder la esperanza.
En algunas partes del Antiguo Testamento no sólo se denuncia el pecado
y la injusticia y se anuncia un mundo mejor, sino que también se descubre que
DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO 41
el dolor y el sufrimiento pueden ser un camino para llegar a esa vida mejor.
Por ejemplo, Isaías descubre que el pueblo de Dios tiene una misión para la
salvación de muchos pueblos, y que esa misión se realiza a través del mismo
sufrimiento del pueblo (Is 53, 1-12). El mismo profeta anuncia que el dolor
puede tener una fuerza liberadora, es decir, que hay un modo de vivir el dolor
que trae salvación a los demás. Entonces el sufrimiento no es siempre un velo
que oculta a Dios, puede ser también un camino para salvar y liberar al pueblo.
El libro de la Sabiduría, por otra parte, nos enseña que todos los suf-
rimientos del justo no son inútiles sino que al final tienen una recompensa (Sab
3, 4-9).
Las promesas de Dios a través de los profetas se fueron realizando en
lo poco que el pueblo iba respondiendo a Dios. Los profetas, en fin, anunciaron
que vendría un día en que Dios actuaría a través del Mesías para realizar su
Reino de Vida.
Jesús viene al mundo como Mesías para anunciar al pueblo que Dios ha
decidido realizar su Reino. El mensaje que Jesús anuncia no es de condena, ni
principalmente de juicio. Jesús viene a anunciar la Buena Noticia, es decir, el
Evangelio. Dios ha querido comenzar a reinar. Pero para ello, el hombre tiene
que responder, debe convertirse, cambiar de vida y de mentalidad, creer en la
voluntad salvadora de Dios y comprometerse con ella (Mc 1, 14-15).
El Evangelio que Jesús anuncia es buena noticia para todos, pero espe-
cialmente para aquéllos que sufren. Su suerte va a cambiar porque Dios quiere
reinar en el mundo. Es mensaje de felicidad para los pobres, para los que tienen
hambre y los que lloran, para los que son perseguidos (Lc 6, 17-23).
El evangelio de Jesucristo es noticia de vida, de felicidad, de liberación
de todo aquello que oprime al hombre. Jesús también se encuentra con el su-
frimiento, lo toca, lo padece, no lo puede quitar todo porque existe el pecado.
Entonces Jesús, como Isaías, manifiesta que hay una manera de sufrir este dolor
que lleva a la vida, que no amarga, que no destruye, sino que se convierte en
salvación para los demás.
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En Jesús se cumple plenamente lo que había anunciado Isaías en el
poema del siervo sufriente. Jesús es el «hombre de dolores, familiarizado con
el sufrimiento» pero su dolor y su carga traen la salvación a los demás: «El
soportó el castigo que nos trae la paz»; «ofreció su vida como sacrificio por el
pecado». «Se ha negado a sí mismo hasta la muerte, y ha sido contado entre
los pecadores, cuando en realidad llevaba sobre sí los pecados de muchos e
intercedía por los pecadores» (Cfr. Is 53).
Jesús viene a anunciar la buena noticia al mundo. Dios Padre quiere la
vida para todos sus hijos, y una vida plena, sin mezquindades ni miserias; con
la alegría de la fiesta y la plenitud del banquete de bodas. Pero en este mundo
tan lleno de pecado, el camino para llegar a esa plenitud pasa por la cruz. Jesús
recorrió ese camino con fidelidad para llegar a la hermosa aurora de la Resur-
rección.
1.-¿De qué manera esto que acabamos de leer ilumina la historia de Doña
Chuy?
2.- ¿Cómo hemos experimentado que Dios nos escucha cuando
sufrimos?
3.- Según lo que hemos leído ¿qué quiere Dios de nuestro pueblo hoy?
4.- ¿Cuál es el camino cristiano para llegar a una vida más humana?
OBJETIVO:
Descubrir cómo en los momentos
de más grande sufrimiento Dios
descubre su misterio a través de
profetas que nos ayudan a com-
prender el sentido del dolor
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2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
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Los obispos de America Latina han dicho que en nuestros países son
muchos los clamores que suben hasta el cielo de hombres y mujeres que sufren
y que buscan una respuesta ante su dolor.2
Frente a esta situación de muerte y de dolor, Dios no se ha quedado cal-
lado, sino que sigue llamando a nuevos profetas que den sentido y fuerza a los
hombres y las mujeres, para que luchen por quitar las cruces que son inútiles,
que matan, que no tienen sentido. Y por otra parte, para que iluminen aquellas
cruces que son camino de vida.
A finales del siglo pasado Dios llama a una mujer para que sea de nuevo
su profeta: Concepción Cabrera de Armida. Le comunica un camino espiritual
que impulsa a buscar la salvación del mundo en una realidad que parece rodar
hacia la muerte.
Conchita va recibiendo este mensaje de Dios, y lo va entendiendo con
la mentalidad y el lenguaje de su tiempo. Lo va comprendiendo, asimilando,
viviendo, para transmitirlo a la Iglesia y al mundo. Al conjunto de estas ense-
ñanzas que Dios nos transmite a través de su profeta Conchita le llamamos
«Espiritualidad de la Cruz».
La espiritualidad de la Cruz es una respuesta cristiana a la realidad del
dolor, del sufrimiento y de la falta de la salvación que vive hoy el pueblo. Dios
regala al mundo, a través de ella, un camino espiritual. Una espiritualidad que
libera de muchos sufrimientos inútiles y le da sentido salvador al dolor experi-
mentado por la causa de Dios.
Esta espiritualidad no es principalmente una reflexión sobre la cruz o
sobre el amor, o sobre el sacerdocio de Cristo; no es un conjunto de conceptos
que Dios dictó a Conchita y que luego ella nos comunica a nosotros. No, la
espiritualidad de la Cruz fue primeramente el camino espiritual o la vida de fe
que vivió Conchita, y que luego fue tratando de poner por escrito con la inspi-
ración de Dios, según las palabras y la mentalidad de su tiempo.
Por eso, para conocer realmente nuestra espiritualidad hay que intentar
vivirla, y en ese camino iremos comprendiéndola.
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CAPITULO 6
OBJETIVO:
Conocer algunos rasgos
de la vida de Conchita y
descubrir cómo Dios la
llama para transmitirnos
la Espiritualidad de la
Cruz.
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3 QUIEN FUE CONCHITA
Esta mujer, mexicana, laica, madre de familia, con pocos estudios,
de clase acomodada, bonita y cariñosa, fue llamada por Dios a ser
profeta de la Espiritualidad de la Cruz.
Nació en San Luis Potosí el 8 de Diciembre de 1862, en medio de
una grande familia. Tuvo 11 hermanos entre los cuales fue la séptima.
Sus padres la educaron como solían educar muchas familias de
aquella época, enseñando todos los quehaceres domésticos y algunas cosas más
como canto, piano, bordado, etc. Su madre puso especial cuidado en formar el
carácter de Conchita; la enseñó a orar y a asistir las necesidades de los más pobres
y enfermos. Conchita cuenta cómo su mamá la llevaba a los hospitales para asistir
a los agonizantes. Desde muy niña estuvo en contacto con el dolor y el sufrimiento.
Contrariamente a lo que les pasa a muchos, en lugar de «acostumbrarse», la sensi-
bilidad de Conchita la hizo profundizar en ese misterio del sufrimiento humano.
Conchita llevó la vida de una mujer normal, de su época: asistió a bailes y
fiestas, se enamoró de un muchacho, Francisco Armida, al que correspondió desde
los 13 años y con el cual se casó a los casi 23 años. Con él tuvo 9 hijos y después
de 17 años de una convivencia armoniosa y feliz, quedó viuda a los 39 años, llena
de responsabilidades.
Pero es necesario hacer notar que Conchita llevó siempre una relación muy
estrecha con Jesús; desde niña lo amó apasionadamente y toda su vida es un intento
por responderle a quien tanto amó.
Jesús se hizo presente en la vida de Conchita de muchos modos y ella
misma nos cuenta: «Jesús me habla con mucha frecuencia». Una vez, haciendo
unos ejercicios espirituales, oyó la voz de Jesús en su interior que le decía: «Tu
misión es salvar almas». Conchita escribió después: «Yo no entendí cómo podía ser
esto, ¡me parecía tan raro e imposible!»1 Jesús la estaba invitando a tomar parte
activa en la salvación que Él mismo trajo. Aunque en un principio no entendió cómo
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CAPITULO 7
OBJETIVO:
Descubrir que la cruz del
apostolado es un símbolo que
nos propone un camino de
vida espiritual para nosotros
y entender las condiciones que
hay para poder comprender
este símbolo.
Ayer que doña Ramona estaba calentando agua para pelar un pollo,
sucedió un accidente. Resulta que, al bajar el agua de la estufa,
le pegó el vapor en un brazo y eso la hizo soltar de una mano el
cazo, de tal manera que desparramó algo del líquido caliente.
Con tan mala suerte que Armandito, su nieto, en ese momento corría a abrazar
a su abuelita. El agua hirviendo le quemó una parte de la cara y toda su bar-
riguita; alcanzó también a llevarle casi toda la pierna izquierda. Armandito
gritaba de dolor y doña Ramona en un momento se quedó como paralizada. Ya
después reaccionó dando de gritos también, por lo que acudieron las vecinas.
Rápidamente se aplicaron más de 4 o 5 remedios caseros sobre las horribles
quemaduras del muchacho: que echarle agua fría para que no se le esponje el
cuero; que rodajas de papa cruda para refrescar, que aceite de coche, pero del
usado. ¡Vaya usted a ver qué tanta cosa!. Sólo la llegada de Luis, el papá del
niño, hizo entrar en razón al mujeral. Calmado como es, en un momento se dió
cuenta de la magnitud del accidente. Tomó al niño, lo desnudó, lo envolvió con
una sábana limpia y se lo llevó en un taxi al hospital.
El enjambre de vecinos no dejaban de hacer sus reflexiones.
- Ay doña Ramona, ora sí, qué cruz le acaba de mandar Diosito.
- Ay Luchita, ya ni me diga. ¿Por qué a los pobres nos pasan todas estas cosas?
Encima de lo que ya sufrimos... estos accidentes.
- Pos ya sabe que llueve sobre mojado.
- ¿Será que Dios nos está castigando?
- Pos a lo mejor, ya ve usté cómo la mamá de Armandito es tan volada de genio.
- Cállese, doña Tere; no sé ni qué cara voy a poner cuando ella se entere. Me
va a agarrar odio.
- Miren, yo creo que ya está bueno de comentarios -dijo Adela- mejor vamos a
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3 LA CRUZ DEL APOSTOLADO SINTESIS DE LA
ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ.
a) La fe en el Dios de la Vida
Aunque pueda parecer evidente, hay que decir que lo primero que se
requiere para comprender el sentido de la Cruz del Apostolado es tener fe.
Para quien no tiene fe, esta cruz no le dice nada. Quizá, si tiene conocimientos
religiosos, puede tener una cierta definición de lo que significa el corazón o la
cruz o la paloma, pero en definitiva no le dice mayor cosa a su existencia. Este
símbolo no tiene un sentido real y concreto.para su vida. Sólo quien tiene fe
puede descubrir en este símbolo todo su sentido y significado
Además hay que aclarar que no basta tener fe a secas, es necesario
tener fe en el verdadero Dios, en el Padre de nuestro Señor Jesucristo. No en
un dios que castiga, ni en un dios lejano ni que se complace en el sufrimiento
del hombre, sino en el verdadero Dios que Jesús nos vino a comunicar.
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Por último, también entendemos que la fe no es sólo “creer”, sino se-
guir a Jesús, vivir como Jesús. Para que la Cruz del Apostolado pueda tener un
significado para nosotros, se requiere que nos encuentre en el camino de Jesús,
siguiéndole a él.. La Cruz del Apostolado es un camino de vida y sólo en este
camino vamos desentrañando su significado.
b) La experiencia de la cruz
Otra condición importante para entender el símbolo de la Cruz del
Apostolado es tener de alguna manera una experiencia de la cruz. Quien no
sufre o quien no es sensible al sufrimiento de los demás, nunca se preguntará
por el sentido del dolor. La respuesta que le trae la Cruz del Apostolado puede
ser quizá interesante pero no la respuesta a una pregunta personal y existencial.
Sólo quien ha sufrido o sufre o quien es capaz de acercarse al sufrimiento de
otros encontrará en este signo la respuesta a una pregunta profunda de su existir.
En nuestro mundo, tan lleno de dolor y sufrimientos, la Cruz del Aposto-
lado viene a ser un signo de vida y esperanza. La espiritualidad de la cruz es un
camino de amor en el dolor; una vivencia espiritual de servicio y compromiso.
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CAPITULO 8
EL ESPIRITU SANTO
ILUMINA LA CRUZ
OBJETIVO:
Comprender que el Espíritu
Santo está sobre la cruz para
iluminarnos y ayudarnos a en-
tender que hay distintos tipos
de cruces: unas que llevan a la
muerte y otras que dan vida;
y para poder actuar frente a
ellas como Jesús.
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3 LA PALOMA ARRIBA DE LA CRUZ
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b) La cruz que es fruto del pecado
Otras cruces en cambio, son fruto del pecado personal o social. Son,
por ejemplo, las cruces que cargamos y hacemos cargar a nuestra familia o a
los que nos rodean cuando pecamos o cuando nos esclavizamos en algún vicio;
son sufrimientos que nos vienen por nuestra irresponsabilidad personal, o por
la irresponsabilidad de otros, por el pecado personal o social. Son las cruces
que sufre la familia cuando está desintegrada porque nadie quiere renunciar a
su egoísmo. Son, también las cruces del pecado del mundo, o dicho en otras
palabras, son las cruces que el sistema capitalista en que vivimos fabrica en serie,
para ponerlas sobre las hombros de una gran multitud de hombres y mujeres,
de niños, de ancianos, campesinos, indígenas, obreros, desempleados.
El Espíritu Santo, con su luz, nos hace ver cuándo una cruz es fruto del
pecado. Nos da la capacidad de ver y analizar con profundidad esta realidad de
pecado en que vivimos. Ilumina y desentraña las raíces de la injusticia y de la
muerte a pesar de ser obscuras, y nos hace descubrir en ella el anti-reino: una
realidad que se opone al plan salvador de Dios.
También el Espíritu Santo nos impulsa como a Jesús a quitar estas
cruces. Es él quien nos da fuerzas para revelarnos contra estas cruces, porque
niegan a Dios. Este Espíritu llevó a Jesús a tomar una doble actitud frente al
pecado que produce cruz. Por un lado invitó a los pecadores a la conversión.
Hay que cambiar de mentalidad y de vida para que desaparezca el pecado porque
trae dolor. Pero por otro lado, Jesús también luchó contra aquellos grupos que
por su modo de vivir o de pensar sólo producían cruces para los demás. Estas
cruces hay que denunciarlas, hay que quitar sus consecuencias. Dios, su Padre
y el nuestro, no quiere esas cruces, porque llevan a la muerte, porque niegan al
Dios de la Vida.
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CAPITULO 9
OBJETIVO:
Ayudar a comprender que la
cruz grande significa todo el
dolor que viene por el peca-
do y que manifiesta la gran
necesidad de salvación que
tenemos de Dios.
82
3 LA CRUZ DE LOS QUE NO TENEMOS VOZ
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5 LA CRUZ GRANDE.
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mi vecino, para que ya no nos hagan sufrir tanto! Pero frecuentemente cuando
pasa esa situación de dolor nos olvidamos de la salvación de Dios.
b) Vivir crucificado
Por otro lado hay quienes viven permanentemente en la cruz. No sola-
mente cargan una cruz, sino que están crucificados. La cruz está tan unida a
sus personas como cualquier parte de su propio cuerpo. Esta cruz es la de los
pobres, quienes sufren las consecuencias de un mundo que se ha estructurado con
injusticia y con muerte. La cruz de los campesinos oprimidos, los desempleados
y subempleados, las mujeres marginadas, los niños de la calle, los indígenas
explotados. Son ellos quienes cargan una inmensa cruz colectiva que los va
matando. Esta segunda manera de vivir la cruz es permanente y colectiva. No
solamente cargan una cruz, sino que están crucificados.
Esta cruz así sola es maldita, es fruto del pecado del mundo, no salva,
lleva a la muerte, niega al Dios de la Vida, no tiene ningún sentido.
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CAPITULO 10
OBJETIVO:
Descubrir que el corazón que
está en medio de la cruz nos
muestra que Dios a través
de Jesús, quizo salvarnos
acercándose a nuestro sufri-
miento para liberarnos de él.
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3 EL CORAZÓN EN MEDIO DE LA CRUZ
Esta cruz de muerte que vió Conchita no está sola, tiene en el centro
un corazón. Es el Corazón de Jesús. En nuestra cultura, el corazón
representa al amor. Así, este corazón que aparece en medio de la
cruz expresa el amor de Jesús por la humanidad.
El Corazón está en medio de la cruz grande significando el amor
de Jesús que se acerca a la cruz de la humanidad. El se acerca a todo el dolor
humano, lo carga, lo asume al encarnarse. Aunque no comete pecado, Jesús
también carga la cruz que es consecuencia del pecado del mundo.
Jesús le comunica a Conchita, en muchas ocasiones, que el inmenso
amor que tiene a su Padre y a la humanidad lo llevó a hacerse hombre, a sufrir
durante su vida hasta morir en la cruz. El corazón en la cruz representa la unión
del amor y del dolor. Amor y dolor son dos realidades que, como nos enseña
Conchita, van unidas.
Vamos a ver de qué modo se unen estas dos realidades en Jesús. El
amor de Jesús le lleva a tomar dos actitudes ante la cruz.
Jesús no sólo carga la cruz que vive cualquier ser humano; no se queda
sólo ahí, sino que vive y asume la cruz de los crucificados. Jesús, al encarnarse,
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no sólo se mete en el mundo de todos los hombres, entra más allá, hasta lo más
profundo, se mete al mundo de los crucificados, al mundo de los pobres. Jesús
lleva su encarnación hasta sus últimas consecuencias. Sin asumir el pecado,
asume, carga sobre sí las consecuencias del pecado del mundo.
Toda la vida de Jesús es acercarse, encarnarse en su mundo concreto y en
su historia. Nace en un pesebre, desde pequeño tiene que vivir fuera de su tierra
como exiliado, trabaja de carpintero, no tiene ni dónde reposar su cabeza.
Sus enseñanzas nos muestran cómo conoce y comparte el sufrimiento de
los pobres. Usa imágenes de lo que vive la gente sencilla, sabe las dificultades
que pasan los pobres. Ha visto a muchos ansiando en las plazas que alguien les
dé trabajo, sabe de las luchas y sufrimientos de los campesinos. La vida de la
gente sencilla es un modo para dar a conocer el misterio del Reino de Dios. Es
acosado y perseguido por las autoridades de su tiempo y, por fin, es procesado
en un juicio injusto y muere abandonado como malhechor en una cruz.
Así pues, la primera actitud de Jesús el Hijo de Dios frente a la cruz
del mundo es la de la encarnación, es decir, la de acercarse a la cruz de la
humanidad y especialmente a la cruz de los sufridos. El carga su misma cruz.
Por eso, quien quiere seguir a Jesús ha de acercarse a quienes están en la
cruz. La encarnación, la inserción, la solidaridad con quien sufre son actitudes
propias de la espiritualidad de la Cruz.
En consecuencia, vivir la espiritualidad de la Cruz es acercarse al suf-
rimiento de los demás. Es acercarse al enfermo que está desahuciado, o visitar
al preso o al anciano. Es compartir de cerca los sufrimientos y las luchas de los
campesinos, de los indígenas, de los obreros.
96
lloran, los que son perseguidos deben llenarse de alegría, porque su situación
va a cambiar (Lc 6,17-22) , porque el Dios de la vida ha decidido comenzar a
reinar.
Jesús frecuentemente compara el Reino de Dios, que es su mensaje
central, con un banquete de bodas, con una fiesta. Dios es un Dios de vivos y
no de muertos. El quiere la paz, la justicia, la armonía y felicidad entre todos
sus hijos.
Jesús también descubre que muchas cruces eran fabricadas por quienes
tenían el poder y escribían las leyes sociales y religiosas de su tiempo. Por
eso Jesús también lucha por quitar estas cruces desde su raíz, denunciando a
aquellos «que hacen cargas muy pesadas para echarlas en las espaldas de la
gente sin que quieran tocarlas ni con la punta del dedo» (Lc 11,46). Jesús le
da poca importancia a tradiciones y costumbres sociales y religiosas que sólo
servían para explotar a los más débiles: el sábado, las purificaciones, el ayuno
son preceptos que no deben utilizarse para hacer sufrir a las personas, porque
«el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado». (Mc.2,27)
98
CAPITULO 11
OBJETIVO:
Descubrir que la cruz más
propia de Jesús y del cristia-
no es la que nos viene cuando
por amor trabajamos por la
salvación de los demás.
102
3 LA CRUZ PEQUEÑA, LA CORONA DE ESPI-
NAS, LA LANZA.
b) La persecución
La corona de espinas y la lanza expresan de alguna manera la existencia
de un verdugo que hace sufrir, que clava estos instrumentos de tortura. Son por
eso los dolores causados por aquellos que rechazan y atacan directamente a
Jesús y a su Reino.
En la misión de anunciar la Buena Nueva a los pobres, de quitar las
cruces inútiles que los oprimían, Jesús se encuentra con una nueva cruz, o mejor
dicho, con su más auténtica cruz: la cruz que viene por amar y buscar la liber-
104
ación de la humanidad. El conflicto, el rechazo, la indiferencia, la calumnia, la
oposición y la persecución, son realidades que le llegaron a Jesús en el camino
de la construcción del Reino.
Podemos descubrir en la vida de Jesús que este rechazo va creciendo
conforme realiza su misión, hasta llegar a su muerte. Los cuatro evangelios
nos hablan continuamente de los conflictos que vive Jesús por hacer presente
el Reino de Dios.
Sus paisanos lo desprecian: «¿No es éste el hijo de José y de María?».
Los más religiosos de su tiempo lo espían, le ponen trampas, lo calumnian. Las
autoridades lo buscan para matarlo. Lo acusan de estar endemoniado o de ser un
borracho y un comilón. Incluso muchas veces intentan matarlo, despeñándolo
o apedreándolo. Finalmente, es apresado, torturado, juzgado injustamente y
asesinado en una cruz como un malhechor.
Todos estos sufrimientos no hacen retroceder a Jesús en su misión, al
contrario, Él carga esta cruz con decisión e invita a sus discípulos a hacer lo
mismo. (Mt 16,21-26). Para seguirlo hay que decidirse a pasar por el conflicto.
Siempre que Jesús invita a cargar la cruz en los evangelios, invita también a
seguirlo. Así pues, la cruz que Jesús nos invita a cargar no es cualquier cruz,
es sólo aquella cruz que nos viene por seguirlo.
Por eso, la carga de Jesús es suave y llevadera. (Mt 11,28-30) No es una
cruz que entristece sino que llena de alegría. Jesús abraza decididamente esta
cruz, porque es consecuencia de amor y fidelidad a su Padre y a la humanidad.
El Reino de Vida tiene que pasar por la cruz.
La cruz que Jesús nos invita a cargar no es cargar con cualquier su-
frimiento. Ya vimos que hay sufrimientos o cruces que Dios no quiere, que
hay que quitar. La cruz de Jesús es aquella que nos viene cuando acercamos la
salvación de Dios a los demás; la cruz que nos viene por el compromiso con
su Reino.
106
CAPITULO 12
OBJETIVO:
Descubrir que cuando car-
gamos una cruz como la
de Jesús, siempre hay una
semilla de victoria y de Re-
surrección.
27 de Diciembre de 1991
«Muy querida Manuela: En esta carta que te escribo y que te llevará
Miguel, te mando todo mi cariño y mis mejores deseos: ya han pasado
12 días desde que salimos de Villahermosa y hemos caminado sin parar.
Por las noches, cuando llegamos a cualquier poblado y la gente sale a re-
cibirnos, traigo los pies hinchados y el cansancio que ya me quiere vencer,
y cuando me voy a dormir, tirado en un petate y sintiendo el roce de otros compañeros,
me pongo a pensar en muchas cosas. La verdad que me pongo triste recordando cómo
fui liquidado por Pemex, así tan de repente, y cómo batallé para mantenerte a ti y a los
4 chamacos. No sabes cómo se me hace un nudo grande en la garganta de pensar que tú
y mis niños tengan que sufrir por no tener lo necesario, yo sé que no nos ha faltado qué
comer ni qué beber, pero sí siento feo que no pueda darles un poquito más. Yo sé que
se merecen mucho, pero el desempleo de verdad nos tiene reducidos. Y luego, ¿cómo
no me voy a poner triste? si, después de todo esto, me encuentro tan lejos de ti y de mis
niños por venir luchando, exigiendo, gritando que nos respeten el voto. Yo le pregunto
a Diosito, muy adentro de mi corazón, por qué permite todo esto de la injusticia, el
desempleo, el abuso de autoridad. ¿Será porque quiere probarnos si podemos cargar
con esas cruces tan pesadas? Él no me responde nada pero me queda mucha paz en mi
corazón. Como que en lugar de desanimarme, me enciendo y me digo a mi mismo: «¡tú
estás luchando, tú vas a darle a tu familia algo mejor de lo que tuviste tú!», y con este
pensamiento en el corazón me duermo y muchas veces sueño con ustedes.
Manuelita de mi vida; ya sabes que te amo a ti y a los niños, más que a mí mismo;
por eso vale la pena agarrar la cruz y no rajarse».
Te llevo en mi corazón. Liborio.
15 de Enero de 1992
“Manuelita de mi vida. Recibí tu carta en la que me platicas de las dificultades que
has pasado junto con los chamacos. Te agradezco mucho tu apoyo para que yo pudiera
110
3 LA LUZ Y LAS NUBES QUE RODEAN LA CRUZ
Las nubes y el fuego que alumbra son aquí signos muy claros de la
presencia de Dios que actualiza la liberación de su pueblo.
El profeta Daniel tiene también una visión de un “como Hijo de hom-
bre que venía de las nubes del cielo” (Dn 7,13). Y luego Jesús recogerá esta
visión del profeta Daniel para anunciar su triunfo definitivo después de la gran
catástrofe (Mt 24,30). También aparece el signo de las nubes cuando Jesus se
tranfigura en el monte; y el texto dice que desde las nubes se escucha la voz
del Padre, que dice: "Este es mi Hijo amado, escúchenlo". (Mc 9,7).
Así, el signo de las nubes nos expresa la presencia de Dios Padre y no
112
armas, su poder económico, su dominio político, no hay lugar para un mundo
mejor. Pero el problema es sólo cuestión de tiempo. La historia está del lado
de la vida, del amor porque Jesús ha vencido a las fuerzas de la muerte. Porque
su amor y su entrega fueron más poderosas que el odio y la cerrazón de sus
adversarios.
1.- ¿Qué entendiste de lo que significan las nubes y las luces que
rodean la cruz del apostolado?
2.- ¿Cuáles son los sufrimientos que generan vida?
3.- ¿Haz experimentado alguna vez sufrimientos de este tipo?
4.- Cuando sufrimos alguna cruz de vida ¿En que nos ayuda la fe
en la resurrección?
114
CAPITULO 13
CONCLUSION
SEGUIR A JESUS
SACERDOTE Y VICTIMA
OBJETIVO
Ayudar a que cada comu-
nidad haga una síntesis del
recorrido que hemos llevado
entendiendo que vivir la
espiritualidad de la Cruz es
seguir a Jesús, Sacerdote y
Víctima
118
encontramos en el templo, y en ocasiones cuando está en el templo, su modo
de hablar provoca conflictos entre los sacerdotes judíos. En muchos textos del
evangelio parece que Jesús no se entendió bien con los sacerdotes de su tiempo.
Sin embargo, con el tiempo los primeros cristianos fueron descubriendo
que Jesús había conseguido por un camino muy distinto lo que intentaban los
sacerdotes antiguos. Fue entonces cuando la comunidad cristiana comprendió
que Jesús había inaugurado un nuevo sacerdocio que consiguió en definitiva
lo que pretendían los antiguos.
Los sacerdotes del Antiguo Testamento pretendían ser mediadores entre
Dios y el pueblo. Como intermediarios los sacerdotes se encargaban a través de
sacrificios externos de conseguir el perdón o la salvación para el pueblo. Pero
para poder ser mediadores, el sacerdote tenía que separarse de su pueblo. Así
un sacerdote se consagraba con toda una serie de separaciones que lo alejaban
de su comunidad y lo capacitaban para poder ser mediador.
La verdad es que este sacerdocio sólo era una imágen muy imperfecta
del que había de venir, puesto que sus sacrificios externos no conseguían en
realidad la salvación por parte de Dios.
Los primeros cristianos, al reflexionar sobre la vida de Jesús y sobre
todo en su entrega total en la cruz, descubrieron que esa manera de vivir y de
entregar la vida nos había conseguido la salvación. Fue entonces cuando descu-
brieron que Jesús es el auténtico sacerdote, más aún, el único sacerdote. Pero
por otro lado, constataron que Jesús nos alcanzó la salvación por un camino
radicalmente distinto al de los antiguos.
Mientras los sacedotes antiguos se consagraban separándose del pueblo
y de la comunidad para poder entrar en el mundo de lo sagrado, Jesús inicia su
sacerdocio acercándose a la humanidad por su encarnación y vive un ministerio
en continua cercanía a su pueblo.
Mientras los sacerdotes antiguos ofrecían a Dios continuamente muchos
sacrificios externos, Jesús ofrece un sólo sacrificio: su vida entregada hasta la
a) Jesus Contemplativo
Jesús vive su sacerdocio a lo largo de toda su vida. Todo su actuar fue
sacerdotal, porque toda su vida acercó la salvación a la humanidad. Sin em-
bargo, destacamos la contemplación como una actitud primordial en su vivencia
sacerdotal.
Jesús contempla a su Padre y nos lo revela a nosotros. Toda su práctica,
su acción salvadora emana de esta contemplación de Dios: “yo hago lo que
veo de mi Padre”. No viene por cuenta propia, ni hace las cosas por sí mismo,
sino viene en el nombre de su Padre. Esta actitud contemplativa se refleja en
la búsqueda de momentos explícitos en que Jesús intenta apartarse de las mul-
titudes para ponerse en contacto con su Padre. Es relevante descubrir cómo en
los momentos que parecen más importantes en el ministerio de Jesús es cuando
él busca con mayor fuerza estar a solas con su Padre. Pero la contemplación de
Jesús no se reduce a los momentos de oración, sino es una actitud, una manera
como Jesús ve toda la vida y realiza su misión.
Jesús contempla a Dios, su Padre, y reproduce para nosotros su rostro
como un Dios de misericordia. El viene a enseñarnos no un Dios lejano o
ajeno, sino a un Dios que se acerca y escucha el clamor de la humanidad. El
es la imágen de Dios invisible, por eso, si Dios es quien “escucha el clamor de
su pueblo y baja a liberarlo”, Jesús, su Hijo también se muestra como quien se
acerca, se encarna para salvar a la humanidad. Jesus no hace otra cosa sino lo
que ha visto de su Padre.
120
La contemplación de Jesús también le hace descubrir todo lo que se
opone al plan de Dios en la historia. Al contemplar esta oposición a la voluntad
salvadora de Dios en la historia, Jesús sufre en lo más profundo de su ser. La
cruz pequeña que aparece en el Corazón de la Cruz del Apostolado refleja este
dolor profundo, interno, más grande que el de la pasión. Por eso de esta con-
templación brota una fuerza que lo lleva a luchar por transformar todo aquello
que se opone a la salvación de Dios.
Pero también Jesús es capaz de contemplar la obra de Dios que se va re-
alizando en la historia en lo pequeño y sencillo, por eso anuncia a sus discípulos
que hay que saber ver la realidad y descubrir cómo el Reino se va desarrollando
en el mundo como el pequeño grano de mostaza que parece insignificante pero
que tiene la capacidad de convertirse en un gran arbusto.
Así seguir a Jesús sacerdote y víctima significa vivir en una actitud con-
templativa, es decir, descubrir, al igual que Jesús, cómo es Dios para reproducir
su cercanía y su misericordia para los demás.
Significa también tener la capacidad de ver la historia y descubrir todo
lo que se opone al plan de Dios y así compartir con Jesús el dolor ante tanta
oposición al plan salvador de Dios. Pero por otra parte, vivir la contemplación
de Cristo sacerdote también es saber descubrir los signos del Reino ya presente
en medio de la historia.
122
de los pobres, de los marginados, de los sufridos, de los enfermos. No se trata
solamente de mirar desde lejos el sufrimiento sino de acercarse y compartirlo
para poder experimentar la misericordia sacerdotal de Jesús. Es significativo
que la carta a los Hebreos después de haber reflexionado sobre el sacerdocio de
Jesús ponga entre las primeras recomendaciones el acercarse a los sufrimientos
de los presos y de los maltratados, invitándo a ponernos en su lugar:
“Acordaos de los presos, como si estuvieraís con ellos encar-
celados, y de los maltratados, pensando que también vosotros
teneís un cuerpo” (Heb. 13,3)
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ORACION
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PRESENTACION
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