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LITERATURA EN FLOR - SEGUNDA EDICIÓN

En esta segunda edición de Literatura en flor encontraremos una selección de textos literarios donde se
expresa la idea de Transformación como concepto que remite al movimiento, la continuidad,
el paso de un estado a otro.

Esta antología es corolario de un certamen pensado por la Dirección de Juventudes de la Municipalidad


de Rosario como una manera de fomentar la escritura en las juventudes, reconociendo las dificultades
que existen para entrar en los circuitos literarios, para publicar un libro o editar un disco.
Consideramos que el Estado debe brindar estas oportunidades a jóvenes escritorxs emergentes o con
iniciativa de escritura, por lo cual vimos en la creación de un certamen “amable”, sin demasiadas
restricciones, con criterios de selección amplios, un jurado reconocido y premios de calidad, una buena
ocasión para que las juventudes puedan sentirse motivadas a participar.
Lanzamos la convocatoria a las juventudes de toda la ciudad para que se sientan invitadas a dar su voz y
puedan sentirse y ser percibidas como actores de la comunidad, en una diversidad que
verán plasmada en la publicación.

Queremos hacer visible que ser joven es mucho más que usar los peinados de moda
o seguir a un influencer en las redes. Esta única juventud como tal no existe ni ha existido nunca;
lo que existe y que ha venido ganando presencia son las juventudes en tanto portadoras de diferencias
y singularidades que construyen su pluralidad y diversidad en los distintos espacios sociales, y que
van surgiendo con distintos rostros, olores, sabores, voces, sueños, dolores, esperanzas.
Juventudes que han redefinido sus maneras de habitar estos tiempos: desde el barrio y la escuela, las
universidades y las cárceles, los amores, el arte y la cultura. Juventudes a las que debemos darles
oportunidades para que puedan involucrarse, darse la palabra, y la acción.
Vértigo y potencia

Escribir poesía en los días que corren es un acto valiente y eso es lo que quiero celebrar hoy. La palabra
poética propone el vértigo y la posibilidad de la caída. Es un pacto mágico donde aparecen tesoros y
sobras que la marea alta deja cuando se va. Las voces de estxs poetxs son eso, el mar revuelto y las olas
calmas, el torbellino de arena que nos puede regalar una palabra al final de un verso.
Los aquí elegidxs son escritorxs que están comenzando su camino en la escritura y encontrando su
propia voz que enarbolan como estandarte de lucha e identidad. Comenzar muchas veces es difícil, por
eso celebro su valentía y el acompañamiento de las instituciones que hacen posible que estas banderas
crezcan, que estas voces se visibilicen y que puedan encontrar puentes para seguir maravillándose con el
mundo que nos rodea.
Felicito a lxs que quedaron seleccionadxs. Y a los que no, los felicito más. También es de valientes saber
esperar otras oportunidades pero por sobre todo, no bajar los brazos, les escritorxs se hacen escribiendo
contra viento y marea, escribiendo, escribiendo, probando, leyendo, escribiendo más, recibiendo elogios
y críticas a veces devastadoras pero escribiendo siempre, con la convicción en ese deseo de nombrar
como la palabra nunca jamás soñó ser nombrada. Si desean escribir sigan haciéndolo, busquen nuevas
lecturas, prueben nuevas formas de jugar con la palabra.
Les deseo que este comienzo sea el abrazo o el tropezón que les motive a seguir adelante y me pongo a
disposición de cada unx para charlar de poesía, de esta bandera que yo también quiero tanto, que es
vértigo, que es lucha y que es potencia infinita.
Un honor haberlxs leído a todxs. Gracias, gracias, gracias.

Maia Morosano
A los quince, en tercer año de la secundaria en uno de los tantos trabajos prácticos que hacíamos en la
materia Lengua y Literatura, Laura Capara, la profesora, nos dio a elegir entre una serie de libros para
trabajar. Influído por mi fanatismo en la ciencia ficción, opté inocentemente por uno que llevaba un título
sugestivo: “La metamorfosis”. Sí, nada más y nada menos que de Franz Kafka. Leer e investigar sobre esa
obra fue revelador. De allí en más puedo asegurar que mi forma de ver el mundo cambió para siempre.
Supe así que la literatura y el arte era un prisma por donde cada observador podía interpretar diferentes
lecturas sobre una misma obra, así como también que detrás de la literalidad de las palabras se
esconden, a veces, ideas aún más poderosas. Hay mensajes detrás del mensaje.

Dicha revelación me empujó a producir mis propios textos, cuentos, poesías y notas para la revista de mi
escuela secundaria. Después estudié cine y los guiones eran mi rubro preferido de dicha carrera. Una
cosa llevó a la otra y pronto descubrí que escribir canciones era donde más a gusto me sentía. Desde
aquel trabajo práctico hasta el día de hoy las letras y las palabras siempre estuvieron presentes en mi vida,
de alguna u otra manera fueron actores fundamentales de mi propia historia.

Mientras hacíamos la selección de textos junto a Maia y Leo hallé en éstos ese mismo rastro iniciático de
mi adolescencia. Jóvenes describiendo su entorno, sus sentimientos, sus transformaciones, rescatando
instantes íntimos, imaginando mundos posibles, revelándonos y rebelándose. No puedo tener certeza
qué será del futuro de los nóveles escritores que integran este libro, algunos quizás sigan escribiendo,
otros no, pero de lo que sí puedo estar seguro es de que ninguno de ellos será el mismo después
haberse lanzado a nadar en las aguas de la literatura.

Juan Manuel Godoy


 A la edad en la que estos muy jóvenes colegas han participado de este concurso, yo me estaba llevando
Lengua y Literatura a marzo. Y para aprobarla, entre otras cosas que tuve que preparar, tenía que leer y
comentar algunos de los relatos de Crónicas marcianas. Inesperadamente haber leído esos cuentos, y
después el libro completo de Ray Bradbury, me hicieron salir por primera vez de mi barrio. Y no solo a
otro planeta. Leer, escuchar música, bailarla; desde aquel momento se volvieron indispensables para mí.
Más de una década pasó hasta que me puse a escribir. Y también, gracias a un concurso, fue que por
primera vez publiqué. Y que empecé mi carrera como escritor.

Por eso, cada vez que me toca ser jurado, lo asumo con mucha responsabilidad. Porque sé muy bien
todo lo que está en juego en cada texto que llega a mis manos. Es una oportunidad. Muy valiosa. Es un
incentivo para seguir haciéndolo. Es alguien aprobando lo que otro hace en soledad con todas sus
inseguridades y su timidez. Y así y todo es solo una opinión. Y el azar de que uno haya estado justo ahí,
para encontrarse con estas historias y conmoverse con ellas.

Lo fundamental, después de todo este tiempo, me lo señaló aquella profesora de Lengua y Literatura que
tanto me sufrió y que también tanto me quiso como para solicitar entregarme el diploma cuando
terminé la escuela secundaria. Al dármelo, también me dio un beso y al oído me pidió: nunca dejes de
leer. Con lágrimas en los ojos y con una sonrisa de felicidad tremenda. Es eso lo que les pido a todas y a
todos los que son parte de este libro. Y a todas y a todos los que lo estén leyendo: nunca dejen de
hacerlo. Nunca dejen de leer. Lo que sea.

Leonardo Oyola
LI
TE
RE
TURA
EN
FLOR
Segunda
Edición
Albor
Giuliana Andino
Primavera encuéntrame,
abrazada al sol
iluminada por mi ser,
Aspiro una mudanza que no apetezca ese gran farol,
de compañías tales que ilumina mi senda,
como claveles del aire la libertad de cada flor.
ni claros de luna
corroídos en duda.

Encontrar esa sustancia,


ramificada en mis haces vasculares,
hay un límite, una muralla,
un corazón vuelto olvido,
juguete roto.

¡Camino te emprendo!
Denuncio las sonrisas
del verano en el que sé,
lo que hicimos.

Amor, castigo…
suspiro por escuchar la melodía más serena,
la caja musical que comienza la pérdida de mi tesoro
y atraviesa con su vibra mi piel sin resoplo.

Quiero abatir los senderos


engrandecer el interior,
la puerta que abrí,
cuarto de arena y mar,
sea solo mío,
como mi puesta,
mi crepúsculo,
el albor.
Cuatro letras te sostienen
Juan Ignacio Salvi
Hay que sacudirles el pelo,
sus gritos desesperados
buscarán impregnarse en cuerpos
Deja verse para quien no respira por costumbre. que ya los han olvidado.
Es un encuentro cósmico
el convivir con los fantasmas, Inspirarse con ellos
una hermosa locura. captar la nueva idea
hacer del miedo movimiento.
A sus encuentros llevo el cuerpo, Del Arte los cimientos.
entrego intensidad y movimiento.
Me acobijo entre sus brazos
que batallan soledad y lamento.

A los fantasmas se les da guerra


paz amistosa que nos encuentra.
Compartimos el espacio, los cuerpos
se los registra y saluda.

Se hacen bolas de humo


se elevan al cielo.
Se los come el fuego
quemando los egos.

De a poco y sufriendo
no les faltará nada en tal momento.
Se irán como cenizas amargas
combatiendo el humor del viento.

Cuerpos y encuentros han castigado.


Les toca ahora padecer
chicote cuero y madera
castigos de metal, tierra y polvareda.
Desvelo
Paulina Rodríguez

La oscuridad y el desgano
se apoderan de todo
todo
se tiñe de tristeza
como una mancha de petróleo
arrasando lenta e inevitablemente
como el fuego en los bosques del sur
como una explosión atómica
me despierto en el medio de la noche
perdida en laberintos que no tienen final
todo
es abismo
trato de sostenerme de imágenes concretas
pero la bruma lo borra todo
pienso en ausencias,
cuando sos grande los fantasmas
son más tristes que aterradores.
¿Soy?
María Emilia Díaz

Yo no creía.
Yo no creía en mí.
Yo no creía que alguien se pudiera enamorar de mí.
Yo no me quería.
Y yo, ¿quién soy?
Ni más, ni menos
que una construcción
con cada una de las partes
de quienes me rodean.
Soy, somos lo que nos rodea,
no sus miradas.
Somos más que ojos.
Somos oídos, tacto, olfato, gusto.
Somos sentidos.
Somos como vivimos
y de quienes nos rodeamos.
Somos entorno y contorno.
Somos y hacemos al otro.
Somos el otro y el otro es uno.
Amen, ámense.
Mensaje
Sofía Medina

Véanlo.
Piénselo.
Háganlo.
Vuelvan a ver, vuelvan a pensar, mejoren lo que
hicieron.
no se dejen llevar por el qué dirán
Cámbienlo.
pues sus palabras son como barco de papel en
Ayuden al mundo a ser mejor.
/canaleta
Esas pequeñas acciones que logran grandes
la corriente misma se lo lleva.
/cambios,
Dejen de pensar si los van a ayudar o no,
pequeñas palabras con grandes mensajes,
háganlo ustedes,
sean el cambio que quieren ver en el mundo
transfórmenlo y háganlo mejor.
El paso del tiempo
Bárbara Ausili
Es domingo al mediodía, la mesa está
tendida, y el solcito entra por la ventana pegando
en el pan, haciéndolo más crujiente.
Pongo la pava en el fuego.
Mi papá habla con mi abuelo de política
Mientras sacudo el mate para sacarle el
mientras yo busco en la puerta de la heladera los
polvillo a la yerba, miro la pava negra y oxidada.
caramelos que mi abuela me dejó…
Todo se pone en pausa, todo se detiene.
Alguien cierra fuerte la puerta del edificio.
La pava oxidada y el portarretratos del
Pestañeo: Estoy sola en mi departamento
mueble de la cocina parecen querer hablarme.
sacudiendo el mate.
Mi mente se rebobina velozmente como
En la soledad de mi mañana, me preparo
las películas en casete que veíamos los domingos
para mi día, a kilómetros de donde nací.
en casa cuando era chica.
Es domingo, ya no me espera una mesa
Me veo en ese filme, salgo a paso ligero de
tendida al sol y nadie me guardó golosinas hoy.
la escuela.
Hiervo los fideos más berretas que
Llevo mis cuadernos forrados en la mochi
encuentro y arranco.
y una ranita de chocolate que compré en el recreo.
Unos cuantos libros, mi bicicleta y el
Con el guardapolvo blanquisucio a tablas
equipo de mate, me acompañan al parque.
voy hacia mi mamá que me está esperando, como
Mis domingos ya no son los mismos.
siempre, a las cinco de la tarde.
Crecí…
En mi casa me espera el nono Coco, como
Pero este escenario es perfecto, aunque
todos los lunes, con una bolsa repleta de heladitos
sea distinto.
de invierno, gallinitas y golosinas.
Y yo quisiera aferrarme a él con todas mis
El nono es tan pero tan flaco que, cuando
fuerzas, para que no se discurra entre mis manos
lo voy a saludar, él infla el cachete para que le dé un
como las tardes de mi niñez.
beso.
Pero no puedo hacerlo.
El agua de la pava se hierve y el vapor
Porque el tiempo, si es que existe.
humedece los azulejos de la cocina.
Ese, somos nosotres, transformando en
Me invade un aroma y mi cabeza navega
nuestra historia, este preciso instante.
rápidamente en un mar de recuerdos. Mi abuela
Pirula hierve el agua para los tallarines caseros que
mi hermano y yo le pedimos que nos haga.
La niñez que nunca volverá
Amilcar Unsain

En Alcaraz, allá por principios del 2000, no


había mucho que hacer. Sin celulares ni consolas
de videojuegos, los niños marchaban todos los
días a la plaza para disputar un partidito de fútbol o
una partida a las bolitas, o se juntaban en una casa
a imaginar miles de situaciones con los juguetes de
por medio, en donde la solidaridad y la creatividad
eran valores básicos para compartir un momento
de puro divertimiento.
Partidos que terminaban 10-0, con
golazos que cualquier relator hubiese querido
gritar; jugadores de bolitas con botellas de plástico
llenas de esos pedacitos de vidrio, que mostraban La infancia de ahora es virtual. Los niños, si
todos los triunfos que habían obtenido; juergas y se juntan, juegan con una consola (uno al lado del
situaciones locas que sólo ocurrían en el mundo otro, pero en una pantalla). Para el cumpleaños no
de los muñecos, vehículos y todo lo que podía ser piden más una pelota, el nuevo muñeco de
utilizado como juguete. Estos momentos, y Dragon Ball o un juego de mesa, sino un joystick,
muchísimos más, constituían una infancia unos auriculares o un celular. La pregunta que
maravillosa. surge al observar este panorama es: esa niñez, ¿es
Hoy en día, las plazas del pequeño pueblo real?
entrerriano están vacías. Las troyas (círculos sobre Por suerte todavía hay algún que otro
la tierra donde se colocaban las bolitas que se atrevido que sigue pateando un balón con cascos
apostaban) desaparecieron con la crecida de los celestes y blancos en la canchita, algunas
pastos, y los juguetes están en alguna caja sucia en amiguitas que siguen yendo a hamacarse a la
donde se amontona “todo lo que no sirve”. placita, y pequeñines que escriben su cartita de
Navidad y piden un Woody o un Buzz Lightyear.
Por suerte —no sé hasta cuándo— hay quienes
quieren vivir una niñez real. Esa niñez que, si la era
tecnológica sigue avanzando a pasos agigantados,
nunca volverá.
Masdurar
Carla Soledad Prado
La Agustina jugaba mejor que todos ellos,
la goleaba, y lo sabían. Alta bandada de pibes
peloteando éramos.
La pelota y los pibes me enseñaron de
Hasta que vino la escuela,
disidencia más que toda la escuela junta.
cada vez más formal.
Salía a la vereda cuando escuchaba que
Los boliches,
venían,
lo hétero.
el Tincho traía el bolo
Una tarde que no estaban, el Ángel me tiró
y
la boca contra el tapial y yo ni enterada. Capaz me
aunque era el más cheto de la cortada
gustaba pero había interferencia de clase.
la compartía hasta con el Ángel,
Nos vio mi viejo, un quilombo. Miedo,
el pibito de siete hermanos.
miedo de hablar de ciertas cosas: qué onda un
A veces venía el Puchi, cuando Pablito
beso, loco.
tenía casi un año y todavía no tenía que cuidarlo.
Seguimos jugando igual, aunque estuviera
El arco estaba dibujado con ladrillo en el
la pica, hasta que la normalidad nos ganó la
tapial de mi casa. No sé si me dejaban jugar sólo
chancha y comenzamos a chatear y flashear
por eso, pero igual me gustaba.
juntarnos a coger.
Algunos me hacían medio el ole porque no
Juguemos a no crecer fuera del tiempo.
me querían tocar. Mientras los más amigos sabían
que estaba todo bien, que estábamos jugando.
Yo corría como una campeona mientras
aprendía a bajarla de pechito sin que me dolieran
las tetas. Y cada tanto me tocaba el arco.
Una tarde en la explanada del rulo a Santa
Fe me fulminaron. Puntinazo a la boca del
estómago: le hubiese dolido a cualquiera.
Paramos un rato y volvimos a jugar. Casi no me
invitaban esa vez porque ya iban casi diez en el
auto pero sabían que a mí eso no me molestaba.
Sala 76
Nahuel Juárez

Mira su reloj pulsera por última vez. Tic.


Escucha toser a su compañero. Toc. Lo mira. Tic.
Observa cómo el hijo le alcanza un poco de agua.
Toc. Palpa con la lengua las grietas de sus secos
labios. Tic. Nota a los pies de la cama de al lado,
una silla repleta de bolsos y ropa. Toc. Recorre con
la mirada la junta de las grises baldosas. Tic. Un hilo
de luz en el suelo se abre lentamente como un
abanico. Toc. Blancos zapatos sobre blancas
medias que cubren las pálidas piernas de la
enfermera entran a la habitación. Tic. Cuatro
tirones al rollo de cortina iluminan cada rincón.
Toc. Mira a la enfermera. Tic. El sol entra abrupto
por la ventana abierta. Toc. No siente en su piel el
roce de la brisa. Tic. Ni a la enfermera esconder las
sábanas bajo sus tiesos pies. Toc. La sigue con la
mirada al alejarse por el pasillo. Tic. Ve unos
zapatos marrones bajo la cama vecina. Toc. No
encuentra sus zapatos. Tic. Ve reír al vecino y su
hijo. Toc. No los escucha. Tic. Imagina el sonido.
Toc. Mira hacia la puerta. Tic. Sus ojos, lentos,
perciben el vaivén de personas en el pasillo. Toc. Se
detienen en los detalles del marco de la puerta. Tic.
Curtida. Toc. Por los años. Tic. De uso. Toc.
Una pequeña muerte
Emanuel Martín Canedo

Con las mariposas es más fácil. Si bien el


mito dice que hay especies que sólo viven días, lo
cierto es que algunas, como las monarcas, llegan a
meses, pero en la práctica es lo mismo, si sabés
que te vas a morir pronto te adaptás más rápido.
Nosotros en cambio somos hijos e hijas Nacemos en cada palabra que transforma
del rigor. A veces ni la amenaza de dejar este y cura; somos cada frase que te hace detener a
mundo nos basta para cambiar. pensar mirando el ocaso, apagando por un rato el
¡Mirá cómo se vistió! ¡Mirá lo que se hizo en celular y las malditas redes. Somos los que se caen,
el pelo! ¡Mirá ese tatuaje! Mirá, mirá, mirá, pero para aprender a levantarse; los que experimentan
mejor frená y observá. cambiar la verdad con sus reglas, y no me vengan
Observá que detrás de cada cambio hay con eso de que los tiempos no se modifican,
una pequeña muerte y una vida nueva. Esa remera porque las revoluciones nacieron para eso, para
rosa te costó años de deconstrucción usarla; ese romper con todo.
pelo flúor es ya no creerte lo que eras mucho Ya sé, a vos también te dejaron en cenizas
tiempo; y ese tatuaje fue un recuerdo que se te el corazón, y casi nunca es sencillo esto de ser
pegó para siempre. fénix, pero te aseguro que pasa más seguido de lo
A veces ni siquiera es algo físico. ¿No te que pensás.
pasó mirarte al espejo y no saber quién sos? Porque para ser como una mariposa no
¿Cuántas mañanas te levantaste tan cucharita hace falta mucho. Bastan dos alas bien coloridas, y
revolviendo el café con leche sin poder el sueño necesario de emprender el vuelo hacía
azucararte? ¿Cuántas noches no supiste si la una vida por estrenar, una que por fin nos cambie,
oscuridad era por un farol quemado o la llevabas nos arda por dentro, y haga que esta mentira de
adentro? andar buscando néctar y flores valga toda la pena.
Por más que lo digan, no hay mentira más
grande que esa que solo se nace una vez. Dirán los
respetables científicos que biológicamente no
podemos venir a este mundo más que en una
ocasión, y algo de razón tendrán, pero yo creo que
nacemos infinitas veces.
Ciclos
María Eugenia Briata

Cerrar círculos viciosos.


Limpiar las heridas con sal.
Cambiar de camino y de guía.
Dejar que todo vuelva a empezar.

Perder las esperanzas oxidadas,


corroídas lentamente por la espera.
Comenzar el duelo inevitable.
Renacer como el Ave Fénix.

Volver al punto de partida.


Tirar los dados, girar la rueda.
Y confiar en que la próxima jugada
traerá de nuevo primavera.

Abrir camino a lo nuevo.


Cambiar el matiz del lente.
Recuerdos con enseñanzas
que duelen por estar latentes.
Mutar.
Constructo Mover.
Cambiar.
Sabrina Marinozzi Elegir.
Liberar.
Construir.
Aprender. Desear.
Transformar.
Hacer. Es que nadie se quiere hacer cargo
Soñar. #Soltar.
Conocer. Soltar, una mierda.
Enseñar. No soltemos, hagámonos cargo.
Vencer. Sostengamos.
Porque sostener es meterse en la porquería
Todo panfletario, todo de manual, hurgarla, organizarla.
todo neoliberal.
Que frase de Facebook, El mal ya se inventó con el bien.
que tatuaje berreta, No hay buenos.
que cuadrito en la pared, Solo son jodidos, que no tienen ganas de
que stiker en la carpeta, /hacerse cargo de su mal
en el termo, de ubicarlo en el mejor lugar, donde más brille
en la compu, donde no haga daño.
en el orto. Hay que saber dispararlo,
contra algún enemigo competente, con buenas
Todas planicies, /armas
porque las planicies, decidieron dejar una tercera alguna que queramos tener en nuestra cancha,
dimensión fuera no sé, el aborto.
/negarla
porque no tranzan con las formas. Un gran bien es organizar nuestros males.
Planicies que nos dicen cómo vivir, cómo amar, No negarlos fundando ciencias absolutas
/cómo subjetivarnos, cómo comer ni frases escuetas.
/cómo, como,
cómo comer a otros. La cosa se hizo, ya existe.
Descuarticémosla, y volvamos a armarla
Plagadas de verbos en infinitivos, con todos su pedacitos de historia,
acciones individuales, con sus deseos, todos,
exentas de sujeto. los verdes esperanza, los azules eléctricos, los
Decir que alguien las hace y nadie las recibe. /rosas, los negros.
Decir que nadie las hace y nadie las recibe La real transformación, no termina.
es no decir nada. Es acción constante.
Cines los cines el perfume dentro
los videoclubes de un frasco o el calor
Laura Inés Miyara los arcades de una sopa la
los cibercafés vida
Cuando era chica es demasiado se va extinguiendo
y caminaba tarde pero yo a la vuelta de
con mi padre había encontrado cada cine en
por la peatonal una salida y el fondo de
San Martín era no aferrarme cada yogur
él señalaba una a nada a ningún si la guerra es
construcción sabor a ningún absurda
abandonada y decía sitio vivir qué decir de
“Esto antes era un cine” para siempre la paz el más
y miraba en el no lugar controlador
perplejo de la juventud en de los dispositivos
los fósiles la ovulación permanente en no queda
de su tiempo un el plexo solar en esta cuadra
tiempo de cines del optimismo ningún cine
sembrados aliento fresco cabello en esta arruga
por toda Rosario un suave colores ningún fósil
tiempo de vibrantes y siquiera
yogures aunque de los cines pero
más ácidos de no pueda en vez de evocar
inviernos desentenderme en vez
más fríos de del efecto estético de buscar
céspedes renunciar en vez de seguir de largo
amarillos a su seducción hay
miraba sin admitir que reunir algunos
hacia arriba en en ese acto la ladrillos
busca de una complicidad lijas clavos
esencia de mis poros baldes
perdida en la tersos mis de pintura
mudanza de caderas y construir
los años en indoloras y para nosotros
la traslación mis aguas dulces sobre esta tumba
terrestre no hay los alcances en calle
alquimia posible de mis atributos San Martín
para son limitados un cine
recrearla una como es nuevo.
vez que limitado
desaparecen
De pibe siempre quise ser un superhéroe
Gabriel Acosta

Como los que hay en los dibujos que vemos en la tele


un día como hoy
mientras viajaba en mi mente con mi traje de superhéroe
pensaba que volaba y me tiré de la terraza.
Qué tonto fui, qué golpe me di
al darme cuenta que no volaba.
Mientras mis amigos se reían a carcajadas
me llovían los balazos de todos lados
creo que ni el piso toqué de la vergüenza que pasé en el aire.
Me levanté sin pestañar
lo enfrenté.
Y a los golpes me crié.
El cauce correcto (Go with the ow)
Paula Pascuali

Me acostumbré a muchas cosas en la vida Una ráfaga de viento sacude mi rostro


pero hay una que siempre me sorprende. la realidad me golpea de repente
Cada vez que miro el río se ve diferente anticipando que algo nuevo se acerca
su esencia se mantiene pero nunca es el mismo. todavía no sé qué es pero me dejo llevar por la
Debe ser que cada vez que me acerco /corriente.
yo también estoy distinta
muto, germino constantemente
aunque por fuera me vea igual.
Me trepo a una de las barandas
intentando buscar mi reflejo en ese espejo
/infinito
y recuerdo los días cuando éstas ni siquiera
/existían
paseando en auto asomados por la ventanilla
para ser los primeros en ver un pedacito de agua
/amarronada
a través de los frondosos árboles.
Comprendo entonces cómo dejar esa niña atrás,
que siempre buscó su imagen plasmada
inquieta por poseer una identidad
ha sido el motor para atravesar el tiempo
y convertirse en la mujer que soy ahora.
Cada rayo de sol encandila un espectro
de millones de gotas de agua alborotadas
en constante movimiento y excitación
como cada instante efímero de esta vida finita,
como la primera vez que fuimos al parque,
como la primera vez que vimos a “Mi nave”,
como la primera vez que dormimos juntos
el sol salió diferente esa mañana en plaza San
/Martín.
Hondura
Georgina Rivolta

Me descalzo, pongo los pies en el agua.


Pienso las olas como augurio de limpieza
de todo atisbo de pasado o, tal vez, presagio de futuro.
¿A quién le hablo de pasado y de futuro?
¿A quién le hablo de pasado y de futuro
si el presente se desarma furioso en la orilla,
descansa y se retrae para volver a armarse?
Una vez, dos veces, tres, infinitas.
Pierdo la cuenta. Me levanto y camino, me sumerjo sin ropa.
Ya no soy una simple espectadora,
ahora soy yo misma estas olas. Ahora soy electricidad pura
alcanzando profundidades insospechadas,
con peces en mi estómago danzando.
Tan lejos de lo estático,
soy ese naranja que se asoma en el horizonte. Me escribo sobre estos granos de arena
que antes fueron rocas y hablan del devenir,
en mi cuerpo que hoy es una fiesta.
Mujeres de nueva historia
Luciana Redondo
Hoy te miro, mujer,
y te abrazo,
Te miro y puedo comprender siempre se me ha dado fatal
cada uno de los lugares donde te duele. respirar cerca de una injusticia.
Vamos en el 133 y estoy sentada enfrente tuyo. Ya no seremos más esa que se dormía,
No te conozco, despojada de hasta su último aliento,
pero aun así te siento cerca, con la mitad de ellos perdida en alguna parte de
será que tenemos una historia en común: /su cuerpo.
somos mujeres. Rotas, caminaremos igual,
Reconozco en tus párpados que estás cansada, Porque ¿quién va a saber de ausencias más que
llevás con vos la sensación de haber visto ya /nosotras
demasiados golpes de la mano de otros nombres que somos una menos cada 30 horas?
que nunca dieron un peso por vos. Quiero decirles
Yo también estoy harta, que no nos dejaron más remedio
llevo acalambrada el alma de tanto que se nos ha que aprender por nuestra cuenta
/quitado. otras maneras de usar los labios
Somos un montón de heridas abiertas que para nunca más volver a callar.
/caminan Como en los viejos tiempos,
en una habitación rodeada de cuchillos. en los que se cantaba para medir el tiempo
Hoy llevás ese dolor, mujer, cuando todavía no existían los relojes,
porque no te has pertenecido desde hace ahora el latido de nuestra lucha marca el ritmo
/décadas. de esta nueva historia.
A puro sedante hemos sido criadas Hoy la mano salvadora viene de nosotras
para ser obedientes y hacer silencio. /mismas.
¿Pero quién nos ha podido mentir tanto Qué bien brillas, mujer
para que nos creamos seres incapaces? olés a libertad
Si nacimos mitad espada mitad flor, tanto como yo.
si llevamos en la sangre la capacidad de La vida se nos dio en medio de todo este caos
/transformar la oruga en mariposa. y no está en mis planes volver a ocultarme.
Con el tiempo nos convertimos en esas ciudades Hoy me apropio de la escritura,
que están tan rotas que se vuelven poesía, de las calles
de tanto arder empezamos a iluminarnos. de mi cuerpo
Avanzamos con todos los semáforos en rojo, de todo lo que siempre fue mío.
agarramos la bronca atornillada en la garganta Hoy me quito la muerte,
y los adjetivos que no existían para describir tanta como mejor me sale:
/violencia, con un poema.
y nos volvimos a pertenecer.
Paloma Siemens

Se seca la última lágrima.


Nace un vello en un ombligo gris.
Se rompe una maceta con una esperanza
en un patio triste sin esperanza alguna.
A dos cuadras
una anciana arrellanada en su sillón
da vuelta la página del diario.
Un niño
sin saberlo
presencia el último vuelo de una mariposa.

Te vuelvo a llamar
pero no contestas.

Lejos
en algún patio interno
cae un mosquitero.

Fin de una ventana.


Hueco.
Olvido.
Mosquito.
Primavera somos
Ayelén Farías

Hablamos y nos miramos Nos callamos y no nos miramos


al borde del colchón verde ahora
de agua embobados
que ya era tu pileta miramos
que combinaba perdidos
con el pasto del patio el panal vacío que colgaba del árbol del fondo
con tu remera sin ver
y tus ojos que las abejas volaban
(hermosos). sobre nosotros.

Sin darnos cuenta, habíamos florecido.


Vos
Candela Settecase

El significado de la palabra “vértigo”, lo descubrí cuando volvía del parque,


un viernes a la tardecita,
con los auriculares puestos:
tu voz en un audio cantándome un tema
desde el patio de tu casa.

Cuando me da miedo la distancia


busco en el mapa el camino que deja tu delineador
en la funda de la almohada
y te encuentro.

En un rincón de mi boca siento el perfume


que me dejaron los besos que te di en el cuello.
Dignidad – Lealtad – Educación
o Las Metamorfosis De Silvio.
Pedro Silvio Vivono

I. EXHORTACIÓN. III. ALUCINACIÓN. IV. PUNTA.

Bajo luz de Atenea, Sumerge tu cerebro Como de Echeverría,


justa senda pisemos. en el éter onírico, mis rimas son políticas.
El paso de un estado y trasplanta tus ojos Doy mensajes del día
a otro, analicemos. a lugar psicodélico: que hacia el futuro envían.
Los problemas difíciles revoluciona torno
serán que moldeemos. al corazón esférico, Vivir con dignidad,
Extrañas soluciones transita por no euclídeos, respeto y autoestima
combinados forjemos. fractales edificios, con certeza yantar.
junto al mármol que cubre, Para salvar lo bueno,
II. CAMBIO Y CONTINUIDAD. blanquísimos caminos, vivir con lealtad.
a los cuales animan Una vida educada:
El nuestro movimiento, obesos Dendrosicyos. saber que nuestro hogar
muta como Proteo, no vamos a entregar.
el que anula lo actual, IV. CRUDO.
guarda vigilia atenta. Joven, abrí la puerta,
Te saco de un idilio aplicá cierta dosis,
Combate erguido contra para al fango caer. para dar el acmé
Scrooge explotador. Volvamos al concreto, de una metamorfosis.
Ráfaga armada sobre hay mucho por hacer.
narco envenenador. Sólo muy fuertes brazos
lograrán deshacer
¿No querés esta opción? entuertos y crueldades
Queda aceptación, o huida: que hacen languidecer.
adentrate en lo insano,
de irrealidad fluida. Ya que la sociedad
vive larga agonía,
sin ideas perdió
a su alma en simonía;
sin gana o compromiso
a hedoné seguiría;
aplastada y engañada
yugo no quitaría.
En todos lados está
Matías Bengoechea

Esta primavera transformamos todo,


paisajes, pasajes, camuflajes.
Llamálo como quieras, y sea lo que sea,
en este paraje llamado vida se transforma todo.
Tomando un mate en el lago,
hago metamorfosis, dosis de cambios, como una relación de simbiosis.
En este período, todos parecemos alquimistas,
porque es donde formamos días de oro.
Transformación, mutación de todo ser vivo,
por un simple motivo, supervivencia.
La esencia, la belleza de la naturaleza,
tanto nos otorga, desborda gentileza,
sin esperar ninguna ofrenda.
Es como una diosa, pero más bien
es una princesa que en primavera se vuelve reina.
Tantos cambios, ni nos damos cuenta,
vivimos ocupados en nuestra jungla de asfalto,
faltos de consciencia…
En vez de aprovechar los espacios verdes,
vivimos pensando en ganar unos billetes verdes.
Y no es primicia,
llegamos a los cuarenta y nos damos cuenta,
cuánto tiempo se desper-dicia.
Como se transforma una idea en una mente crédula,
como se trasforma una larva en una libélula,
como un átomo con ayuda de otros pasa a ser célula,
como un hueso solo no es nada, pero muchos forman
una médula espinal, y para la primavera no hay final,
porque en todos lados está.
Entre luz y sombra
Dani Blue

Hoy te veo pasar,


entre luz y sombra.
Ya es algo natural,
como quién lo nota.

Cuando te nombran y me emociona,


es la ilusión...
En la que tu boca a mí me convoca,
en corazón.

Entiendo que no sos el centro, no,


del universo.
Pero sí un color más,
que se satura,
se derrite,
y se desdibuja entre las líneas,
cuando lo pidas.

Voy a tener tu mente en frente de nuevo.


No sé si pueda calmarme ahora que te veo.
Mi historia no tiene nada que ver en esto.
Sos la magia que inunda mi mundo hoy.
Cuando te nombran y me emociona,
es la ilusión…
En la que tu boca a mí me convoca,
en corazón.

Entiendo que no sos el centro, no,


del universo.
Pero sí un color más,
que se satura,
se derrite,
y se desdibuja entre las líneas
cuando lo pidas.
Aquelarre
Juan Ignacio Ramírez

El bosque brillaba de magia aquella noche. Podía sentir la energía flotando en el aire
y por todo el lugar. Las luces de una fogata resaltaban entre los árboles, como luciérnagas
en la oscuridad. La llamaban. Debía estar allí. Se internó entre los árboles, apartando ramas
a su paso. Apurada, como con miedo a que aquello tan maravilloso desapareciera. Cuando
llegó al claro del bosque, quedó extasiada con la escena que presenció.
Decenas de brujas bailaban alrededor de la enorme hoguera. Sus pechos estaban
desnudos y sus cabellos y cinturas adornados con flores frescas del bosque. Danzaban
abrazadas a faunos de pelos rizados y pezuñas de cabra. Saltaban al son de la música que
tocaban bellos elfos de cabellos plateados y rostros angelicales. Danzaban y saltaban libres.
Y cantaban. ¡Ay de aquel que pudiera oír ese canto! Las voces del aquelarre se
elevaban al estrellado cielo nocturno junto al humo de las ramas sagradas.
Al verla, chillaron de alegría ante la presencia de una igual. Con manos juguetonas,
la tomaron de los brazos y la hicieron saltar y girar alrededor del fuego. Su mente estallaba
de emociones y sensaciones. El olor de las ramas de pino al quemarse, el rocío del pasto en
sus pies y las manos de los seres apretando las suyas. Danzó y danzó hasta que sus piernas
no pudieron más. Y, finalmente, cayó agotada entre las hojas que cubrían el suelo para
sumergirse en un pesado sueño.
Cuando despertó no quedaba rastro alguno que demostrara que la pasada noche
había sido real. Parecía todo salido de un delirante sueño. Sin embargo, su vida cambiaría
por completo cuando descubriera más tarde las marcas de pies y pezuñas en el pasto verde
de aquel paraíso terrenal.
Brindis por el silencio
Adwin Akin

El silencio da su invitación cordial; nos expone a la conciencia de dos


factores, corazón fríamente, y nos enfrenta a una realidad que, aceptándolo o no,
nos empuja a transformarnos por la realidad que se aproxima entre estragos de la
sociedad moderna global contemporánea. Surge ese desconfiado origen del
dilema "ser o no ser" y por lo dislocado de la propuesta competitiva de consumo
de cosas necesaria e innecesarias lleva el interrogante "qué ser" ¿qué nos gustaría
ser?
No nos dejemos engañar, la materia es efímera y en momentos
compartidos activa nuestra naturaleza social compartir el calor de ser benignos
unos con otros y entender que estamos todos juntos en las crisis y victorias.
Ahora ¿cómo transformar mi distraído corazón y mente con tanta distracción
tecnológica? El incómodo pero sabio silencio me pone a pensar, retractarme y
autovalorarme, y saber qué me transforma.
Brújula
Pablo Daniel Herrera

No quiero que seas testigo de mi experiencia, quiero que seas cómplice de mi


devenir. Una venganza moderna hoy, volver a las raíces del uno a uno. Quien pudiera.
¿Cuándo fue que caminar de un lugar a otro se convirtió en una balsa a la deriva? Ya no
hay norte, estamos en el medio de la brújula girando continuamente. Moralejas surcan mi
cabeza esta mañana de sábado. Crucé fabulas en el tiempo para encontrarme, pero abro
los ojos y ya no reconozco el paisaje. Quedan rastros, siempre los habrá, las migajas para
pegar la vuelta. Sólo quiero que la lluvia las desaparezca
Por eso miro el río, esperando que me arrastre con él. Al otro lado del mundo,
miraba los remolinos armarse y desvanecerse. Otros tonos y otros ecos. Allí, en la
soledad de otro instante me sentía feliz. No sólo por mirar el horizonte eterno, sino por
ver otro cielo caerse a la distancia.
Auriculares, una voz susurra que puedo parar y respirar, sin necesidad de buscar
más lejos por la felicidad, porque el corazón encontró el hogar. Le creo, es sincera. Ansío
que un poco de esa honesta paz derrame en mis oídos. Se apodera del día una fresca
brisa otoñal, esas que entumecen las mejillas, la única piel que le muestro al sol. Se abre
paso en el noreste, obligándome a achinar los ojos, y por instantes cerrarlos.
La rutina irrumpe, mi compañero es joven, despierto para sus incipientes veinte
años, y yo aquí, pisando otra década. Estudiante, cínico y comprometido. Cualidades que
hacen un gran expediente en mi inmarcesible búsqueda romántica, pero no es para mí.
Otra oportunidad perdida que pesa sobre mis hombros. Necesito romper con el
anonimato voyerista de estar siempre unos metros atrás del amor. Validar quien soy, con
quien soy, yo. Diseminar una sonrisa en mi alma inquieta.
Un llamado rompe el silencio. La música sigue recitando: ella está sentada en el
techo del mundo, sin saber cómo llego, ni cómo bajar. No puedo evitar añorar, con mis
manos heladas ¿alguna vez me sentiré así, con los pies lejos del piso, pendiente solo del
momento, de ese momento?
Bucles de presunta Resiliencia
Brenda Maela Guaglianoni

“Cambiaste”. No sería la que primera vez que alguien te soltaría esas palabras, así como tampoco
sería la última.
De a poco. Con cada caída. Con cada golpe. Con la culpa sobre los hombros. Con la rabia en la
mente. Una opresión en el pecho. Todo comienza a distorsionarse. Cicatrices. Escozor. Estigma. Te
preguntás en qué momento te percataste que las cosas no volverían a ser como antes.
En qué momento te percataste que la música tenía un sonido distinto. Que los sabores los
percibías con otro gusto. Que los colores los veías a través de nuevos cristales. Que los aromas te
despertaban incluso otros recuerdos. Que ahora vos disfrutabas de ciertas cosas con un deje agridulce,
la nostalgia se te presenta con la melancolía como su compañera indiscreta.
Y a la vez que todo te resultase tan sospechosamente familiar, como un constante déjà vu.
¿Debiste sobrepasar la vida como una pista de obstáculos? ¿Cuál ha sido la recompensa? Quizás
en cada una has logrado una metamorfosis. Seguir sobreviviendo, cada día, cada minuto. Algunas por
etapas. Otras eran una mentira para sobrellevar todo mejor. ¿Te ha costado lo que has querido? ¿O sentís
que aún no te recuperaste del todo?
Si pudiste lograrlo: ¿Crisis se convirtió en Oportunidad? ¿Escuchaste esas palabras de apoyo y
cliché: "Sé fuerte y podrás superarlo todo”? Miserable ley del más fuerte. A pesar de tus oportunidades,
¿pudieron contra tus desventajas? ¿Alcanzaste o no la famosa Resiliencia?
Comenzás a aprender de tus errores del pasado para entonces cometer otros. E incluso, con tus
ausencias y tu misma inexistencia, para otras personas será parte de su propia metamorfosis, constante.
Te reinventás y los demás a su manera, a tu alrededor también.
No te has detenido alguna vez a pensar: ¿Serías esa persona de siempre si todo aquello jamás
hubiera sucedido? ¿Pensaste alguna vez que aquellas personas que forman parte de tu vida las
conocerías? Que muchos de ellos tuvieron que sufrir para ser esas personas amables. Que muchos de
ellos tuvieron una vida difícil y por eso su actitud austera y desconfiada. ¿O nacieron así? ¿Los astros han
tenido que ver o son sólo una mera excusa?
“Cambiaste”. De nuevo, pensás en esa palabra ¿Realmente cambiamos? ¿O tan sólo aprendiste a
adaptarte, acostumbrarte, y quizás un poco, a resignarte? Te queda eso o simplemente seguir en tu
bucle. Pero algo dentro tuyo dejará siempre de ser igual.
Caleidoscopio
Yanin Mariel Gulam

Sentada frente a las facturas que ella misma había llevado -no podía caer con las manos
vacías a ese pueblo en donde nada abría hasta después de las cinco- se preguntó si alguna vez
tendría con Juani lo que miraba en la televisión. Dos viejitos bailaban tango agarrados firmes de la
mano. Se miraban y sonreían, vestidos con trajes que parecían disfraces. ¿Se habrán acordado de
las fiestitas de la escuela, cuando también tenían que producirse y parecer más jóvenes de lo que
eran? ¿Hacían festejos escolares en los años treinta? Celina se perdía en divagaciones mientras
escuchaba la explicación de ese viejito de la tele que ahora estaba al lado de ella, y que le contaba
de esa vez en el crucero -15 de abril de 2010- cuando se había animado al concurso de talentos
con Rosita y los turistas habían aplaudido, y ellos se habían reído de vergüenza y felicidad.
Los abuelos de Juani eran unos genios. Eso quería decirles cuando terminara el
video. Habían comenzado a disfrutar aquello que los jóvenes -decía Rosita- habían logrado
obtener sin esperar al reuma ni a la artrosis: el tiempo de ocio.
Tan distinto a lo de su papá. A Celina eso la angustiaba. Él se había muerto sin poder
disfrutar de su jubilación. Le había agarrado un ataque en su consultorio, en pleno trabajo. Ella
creyó que su mamá se moriría de pena, siempre pegada a él, tan amorosa, tan frágil. Había sido
muy difícil.
Sus papás se amaban, y estos abuelos también, así que no podía ser tan complicado,
pensó. Pero un miedo la seguía, y parecía susurrarle amenazas al oído. Ella quería ser Rosita dentro
de cuarenta años. Y nada más.
La canción de tango frenó de golpe y los turistas se pararon a aplaudir. Celina vio a una
mujer colorada que después del vitoreo besó con énfasis a su acompañante. Un hombre de traje y
corbata, algo canoso, de aspecto cansado. El señor miró a la cámara por un instante, y fue
suficiente para que ella comprendiera lo que ahora sabe y nunca quiso ver: su padre y sus
congresos eternos. Quince días antes de haberlo llorado mirando su ataúd. Esas lágrimas, que
habían corrido a velocidad crucero, se repetían ahora, lentas, impasibles, frente al televisor. Eran
unos genios y ella se había emocionado, sólo eso iba a decir. Sólo eso.
Cambios de estado
Silvina Joana Di Vito

“Nada se pierde, todo se transforma”, escuchó desde pequeña, en el estribillo de la famosa


canción. La inocencia de cantar sin comprender el mensaje, sin preocuparse del mañana, llevó
esas estrofas al olvido, porque no significaban nada, porque no era el momento. La vida sigue.
Los años pasaron. La niña creció. Su cuerpo ya no era el mismo. Sus pensamientos
tampoco. En la convulsionada neblina en la que se encontraba, donde no había aparente salida,
pudo hallarse de a poco. Construir su yo, en un mundo donde el hoy no es igual al mañana. Los
cambios siguen.
La joven no entendía, sin embargo, la razón de sus alteraciones. La canción preferida que
variaba constantemente. Las amistades que se fueron y las que llegaron. Las ganas de luchar y de
permanecer inmóvil. El hielo derretido y el agua evaporada. Las transformaciones siguen.
En el presente todo parece más claro que nunca. Esa etapa de reposo, donde cada cambio
es aceptado e incorporado lentamente, casi disfrutándolo. Ahora ella escucha muy seguido esas
palabras, y explican el universo a su alrededor. Se deja arrastrar por la corriente invisible que nos
lleva, inevitablemente, a seguir.
“La energía no se crea ni se destruye, se conserva y se transforma”. Primera ley de la
termodinámica. Así lo enseñan, y así lo escuchó la mujer también. Incluso al abrazar la física años
más tarde seguía siendo confuso, como la canción. Pero llegó el momento donde comprendió
que ella también es energía y experimenta lo mismo que todos los demás sistemas. Sólo en ese
entonces, estas palabras cobraron sentido.
Como cuando jugaba con mis hermanos en verano
Mauro Iván Granata

Siento asfixia. Como cuando jugaba con mis hermanos en verano, metidos en la pileta.
Veíamos quién aguantaba más, quién podía lograr administrar eficientemente el oxígeno
circulante por todo el cuerpo. Siento la misma presión que sentía sobre los oídos o dentro de ellos
y la cabeza a punto de estallar de un momento a otro. Algo pesa sobre mis espaldas. No es el
agua, tampoco es una mochila cargada de libros, ni una bolsa para hacer mandados. Desconcierto
y duda. No sé qué hacer; si salir al exterior o quedarme ahí, sumergido y relativamente protegido
aunque asfixiado en aquella oscuridad. Oscuridad llena de puntos blancos como estrellas que no
iluminan; su luz restringida a su lugar. Están bailando y moviéndose como una pareja de
enamorados en una pista de baile, al son del silencio que se transforma en un silbido estridente,
que aturde, pero que uno aprende a hacerlo suyo. El silbido se transforma en un insulto, el insulto
en una escupida, la escupida en un golpe en la cara que trasciende al corazón y al alma, si es que
existen; ¿tengo corazón? ¿Tengo alma? me pregunto. Los golpes duelen pero queman como debe
quemar la onda expansiva de una bomba atómica; y me ciegan como debe cegar la luz de la
explosión. Ya no puedo respirar. El oxígeno se extinguió y mi cuerpo lo reclama como se reclama
a aquél amor perdido que no se sabe que existía hasta que no se tuvo más. Esa dicotomía entre
existir muerto o vivir, llega. Sabía que llegaría en algún momento. No, siempre estuvo ahí, presente,
pero ahora se revela como un secreto que estuvo latente en la boca de todos y me llega, tarde,
pero lo hace al fin. Sé que es una cuestión de decisión, aunque suponga la destrucción de lo que
fui. Grito, pero el agua impide que tenga sentido lo que digo: solo salen burbujas y algún sonido
deforme. Me empujo y rompo la superficie que estaba calma. Una llanura mentirosa que intentaba
representar un orden que no existe más que en la mente de los demás. El aire ingresa y llena cada
rincón de mis pulmones como el agua de la lluvia que se mete en las grietas de la tierra arrasada
por la sequía. Por momentos abruma y es asfixiante, pero el peso del que fui desapareció. Ahora
soy y eso es lo que importa.
De cuando ella regresa
Josefina Toscano

Era abril y Olivia recordó lo mismo que el abril anterior: las cosas no eran igual que antes.
Cerró los ojos y se vio a sí misma sentada en el sillón del living con su papá y su hermano,
abrazándola, por última vez. Del otro lado de la casa estaba su mamá. Cerró más fuerte los ojos
pero no pudo recordar qué estaba haciendo. La imaginó en su cuarto, echándole agua a las
hortensias que su papá le regalaba cada aniversario de cada mes. Olivia sentía una especie de
magia en ese ritual.
Mientras la escena familiar se desdibujaba poco a poco, trató de recordar lo que había
hecho en ese momento, pero un año atrás. Antes que el vendaval que le tocó en suerte
cambiara su vida para siempre. Se pensó riendo, abrazando a su hermano o haciendo nada. Le
dio vértigo lo que su memoria olvidaba con el tiempo.
De pronto abrió los ojos, se posó sobre la ventana del dormitorio de su papá. Olivia se
miró al espejo y se notó menos colorida que el día anterior. Había pasado un año y todavía no se
acostumbraba a que el color de sus alas no la dejase mentir sobre cómo se sentía. A veces, la
felicidad la teñía de naranja y, otras, la soledad de color gris.
Revoloteó por la habitación un rato. Quiso volar con los ojos cerrados pero se chocaba
con los muebles que ahora habían cambiado de lugar. Extrañaba lo fácil que era su vida cuando
sencillamente podía aferrarse a las cosas importantes.
Su padre interrumpió su paseo matutino, estaba un poco más viejo y más cansado. No
del todo rendido. Lo vio regar las hortensias donde a ella le gustaba reposar por las mañanas y,
que ahora, le traían el perfume del pasado.
Batió sus alas con furia esperando que algo sucediera, pero las cosas solo parecían
cambiar cuando cerraba sus ojos. El vuelo era cada vez más intenso y, mientras surcaba de un
lado a otro alrededor de las hortensias como si aquello mágico volviera a ocurrir, se preguntó
cuál sería el huracán que su aleteo estaría causando en ese momento.
Despedida
Fabrizio De Lisa

Lara giró por última vez a mirar. Todo parecía tan siniestramente tranquilo esa tarde que ni
el perro de los Roble se animó a romper el hilo de silencio que recorría la casa. No sabía bien por
qué pero sentía que la luz coloreada del vitral, a través de su molino geométrico e incompleto, no
le permitía dejar el lugar. Con una especie de nostalgia prestada (sólo recordaba haber estado en el
campo una vez de niña) se despidió de aquella imagen como quien se despide de un viejo amigo al
que nunca volverá a ver. En su paso triste y pesado, abstraída en sus recuerdos, tropezó con una
baldosa floja del pasillo del este, tropiezo que le valió la mesita ratona del teléfono la cual no
resistió el desesperado abrazo. La baldosa, que había saltado por los aires con la patada, dejó ver
un papel amarillento y ajado que guardaba secretamente bajo su espalda. “Ja, los albañiles del siglo
XX más que con alambre lo arreglaban todo con papel” pensó, y le causaba gracia. Mas cuando fue
a acomodar todo en su lugar descubrió que ese papel era algo más que un nivelador provisorio. Lo
desplegó, con el cuidado de quién desencofra una momia, y leyó:

13 de marzo de 1934.

Dejo constancia, en este papel que firmo, de que jamás volveré a pisar este suelo. No a
ningún otro sino a mí mismo; A mí, yo futuro, que pronto será pasado, será olvidado. El humear de
esa chimenea no es más que la quema de mi historia; El buque un candado, mi punto final; Y esta
baldosa suelta lo último que me detiene, la última piedra en mi camino. No tengo dudas: quien no
comprende mis pasiones no merece mi compañía. Y no digo más porque es hora de partir. ¿Pudo
haber sido diferente? Quizás, nunca lo sabré. Hoy creo comprender mi destino. Ya no me resisto a
él.
Francisco S.

Lara terminó de leer, guardó el papel en su bolsillo y acomodo todo. Miró su reloj, se hacía
tarde. Apuró el paso poniendo atención esta vez en no chocarse con nada. Revisó su agenda:
“Muelle 8”. Tomó los pasajes. Cerró la puerta y dio al cerrojo dos vueltas por última vez.
El árbol de la plaza
Berenice Guitard

Gala iba todos los días al árbol de la plaza. Se sentaba a las tres de la tarde y
a las seis partía devuelta. No hacía nada en especial. Simplemente se apoyaba contra
la áspera corteza, tomaba aire fresco, se nutría del sol.
Gala no era una mujer cualquiera, por más que lo parecía.
No tenía hijos, pareja o amigos. Su sobrina era una de las pocas personas
con la cual podía compartir cafés y un poco de charla. Pero ni siquiera le satisfacía
hacerlo. Sólo cumplía con la obligación ya que resultaba la única pariente familiar
viva y con la que no estaba peleada.
Gala era demasiado inteligente. Sabía más de cuatro idiomas, estudio dos
carreras universitarias al mismo tiempo, y siempre lograba salirse con la suya.
Disfrutaba hablar sobre política, literatura, filosofía griega. Cine y temas tabú.
Pero los hombres con los que ella siempre recaía en salir, se mostraban reticentes
de besarla al final de la cita ya que no les agradaba ni un poco el hecho de que una
hermosa mujer con suave nombre y larga cabellera se mostrase tan letrada y
orgullosa de ello.
Por eso, solo se concentraba en sus diarios personales, en militancias, en
recetas veganas. Todo para ella. Pero no lograba disfrutarlo.
Los fines de semana, los feriados, cualquier rato que tuviese libre se lo
tomaba para ir al árbol de la plaza. Amaba el árbol de la plaza. Su gran tronco donde
los jóvenes enamorados escribían sus iniciales, las hojas amplias y elevadas, la
sombra que solo él, entre todos los árboles, brindaba.
Pero Gala últimamente había estado muy cansada. Ya no escribía cartas a su
difunta madre, ni iba a la pileta de natación. Solo quería descansar en un melodioso
lecho de hojas verdes, suaves, como las que soltaba el árbol de la plaza en
primavera.
Una mañana, después de tanta espera, sucedió. Fue el inusitado sentimiento
de ver por medio de algo que no eran ojos, aquel ilusorio amanecer. El sol saliente,
los colores por todas partes, la luz. Fue la alegría de escuchar, por algo que no eran
oídos, los pájaros cantando, los ruidos humanos.
Fue la cálida emoción de poder sentir, por algo que no era corazón, pero
que si era alma (verdadera y dulce alma), el sosiego de un domingo por la mañana.
Entre escalofríos y estructuras
Valentina Terrazzino

Margarita Azcuénaga tenía sesenta y un años y era una señora de rutinas.


En la heladera colgaba un calendario a modo de agenda para labores esporádicas. Si
antes no las anotaba, era inviable llevarlas a cabo.
La impulsividad, la espontaneidad y el "carpe diem" no se llevaban muy bien con su
personalidad.
En la adolescencia, por ejemplo, se limitaba a salir a bailar sólo si era un acto
planificado. El "¿Hoy salimos?" de su amiga Martita le revolvía el estómago.
Pero un día pasó algo que no sólo le revolvió el estómago. Su garganta se anudó, sus
ojos se pusieron como platos y sus piernas temblaron. La llamaron para, ese mismo día, hacer
el Camino de los Siete Lagos ¡y ella dijo que sí!
El "problema" no fue que la invitaran a hacer algo no programado. Ya que eso, si bien la
incomodaba, le ocurría día a día. El "problema" fue que ella aceptó sin pensárselo dos veces.
Su padre le había contado maravillosas anécdotas de esa travesía por lo que el Camino de los
Siete Lagos ha sido su sueño desde muy corta edad.
"¿Acaso el deseo rompe con la estructura?", se planteó Margarita mientras se mordía las
uñas cual viejita nerviosa que no comprende sus emociones.
Sesenta y un años. Sesenta y un años habían pasado sin ella poder hacer algo por
impulsividad sin sentirse culpable por haberlo hecho.
Pero, ¿por qué Margarita era así?
No es que fuese temerosa, ni mucho menos cobarde: Margarita no quería cambiar. Le
asustaba hacer algo diferente porque, según ella, "las cosas no le iban a salir bien".
Le comentó a su íntima amiga, Rosita, lo del inesperado viaje y esta le preguntó: "Pero
Margarita, ¿alguna vez cambiaste?".
De pronto, la anciana divisó todo con más claridad. ¿Cómo le iba a tener miedo al
cambio si nunca había querido aceptar que a diario cambiaba? ¡Por supuesto que había
cambiado! No era la misma persona que hace cinco años, ni la misma que hace tres días, ni la
misma que hace un segundo.
Ella era estructurada, un rasgo intangible de su personalidad. Pero luego de cumplir su
deseo y disfrutar como nunca, llegó a la reflexión de que los cambios son inevitables y
necesarios. Negar una transformación es como oponerse a que las flores crecen, a que
después de la primavera viene el verano o a que el universo se expande constantemente.
Herencia
Bruno Borelli

Es así, como cuando el nono nos dijo que caminaba diecisiete kilómetros, ida y vuelta, para
ver a la nona. Que la vida era muy parecida a la vuelta; pero que de vez en cuando, hay alguna que
otra ida.
Metamorfosis
María Eugenia Chulibert

Cuando me adentré en mí ser, me transformé. A mi de edad pude sentir por primera vez la
metamorfosis, pasé de ser una oruga a ser una mariposa. Ustedes dirán cuántos años duró esta
transformación. Y yo se los afirmo. Un cambio radical emerge de extensas navegaciones, de un largo
recorrido entre neuronas, piel, emociones, abrazos, dolor, llanto. El cambio es aquello que subyace de la
experiencia acompañada de sabias teorías. Somos seres dinámicos, estamos en constante
transformación, tal como ocurre con el ciclo de agua. Cambia de líquido a gaseoso, de gaseoso a
líquido, de líquido a sólido pero siempre y jamás deja de conservar su esencia. ¿No es maravilloso acaso
transformarse pero conservar aquello que nos identifica?
Cuando me desnudé frente a mí, me habité. Y fue lo más hermoso que alguna vez sentí.
Haber descubierto que amo mi compañía, mis charlas, mi momento conmigo y que algunos seres
tienen la potencia de fortalecer y hacerme sentir mucho más.
Cuando me miré al espejo, me gusté. Y aprendí que no necesito halagos, aunque de vez en
cuando necesito de un estímulo externo, acaso la mirada de un otro es parte de mi propia mirada.
Cuando me animé a tomar mates sola en un parque, entendí que puedo hacer lo que quiero sola
y que nada me detiene en la búsqueda de mis deseos.
Cuando sentí con alegría y placer estar sola, encontré la piedra preciosa más valiosa. Aprendí que
soy una mariposa con alas para volar, para buscar y perseguir mis anhelos sin querer copiar a otros.
Asumí que cada cual debe necesariamente emprender su propio vuelo y en esos vuelos me
cruzaré con mariposas con las que haré dulces danzas y seguiré.
La vida es eso que transcurre mientras vamos cambiando de disfraces, de pensamientos, de ideas,
de gustos, de necesidades, de intereses. La vida es sinónimo de cambio, de transmutación.
Cuando supe que soy una mariposa me dejé volar, me habité y viví el presente y dejé que el reloj
no se quede sin pilas.
Después de todo, la belleza que se puede llegar a vivenciar, guarda escondida la voluntad que
requiere escalar.
Pasajes de la vida
Sebastián Monzón

¿Podrá cambiar esta sociedad? Cambia la vida cambia. La juventud pareciera perdida en un
mundo sin salida. Laburar o delinquir, ¿cuál voy a elegir? Algunos curan su alma con el amor, otros
con la música, no es olvidar el pasado sino empezar desde cero en un mundo nuevo.
La diferencia entre pasado y presente no es revolución en sí, sino es uno mismo que al
cambiar está cambiando el mundo.
Mientras en un mundo paralelo alguien se levanta con alarmas para ir a laburar, otros se
levantan por disparos en el barrio.
“Andá a laburar” le gritan al que junta cartón de sol a sol. “Están ahí porque quieren” dicen
mientras ven a una familia bajo el puente. Pareciera que la gente naturaliza la pobreza que está ahí
frente a nuestros ojos pero decidimos no mirar.
Tener que decidir entre dos opciones, el camino fácil: aceptar la propuesta de aquel chico
que te dice que no va a pasar nada si salís de caño a robarle al de las garrafas y podés comprarte
las zapas que tanto soñás. Capaz no volvés a casa pero puede que valga la pena. El camino difícil:
estudiar, terminar la escuela, tirar CV aun sabiendo que no te van a tomar por falta de experiencia,
aguantarte que cada persona te diga que eso no es para vos. ¿Para qué? ¿Por qué lo hacés? ¡Mejor
es estar en la esquina, no servís!
Seguir tu sueño para sacar adelante a tu vieja, para poder tener qué comer, para un futuro
mejor. Verdaderamente ¿quién tiene la solución? ¿El gobierno? ¿Las empresas? ¿Nosotros mismos?
Si todos pudieran poner su granito de arena a su metro cuadrado el mundo mejoraría,
porque si no seguimos poniendo tierra bajo la alfombra y no cambia nada.
Primavera árabe
Camila Levrand

"Es brillante", todos asentimos. Destruimos nuestro mundo a pasos agigantados y, aun así, miramos
con asombro nuestra guerra. Nos deleitamos con la belleza de una flor, aunque esté marchita, sentimos
compasión por ella y al ayudarla, necesitamos que se nos vea. Somos humildes, por fuera. No sé qué
somos por dentro.
Llega el final del invierno y nuestro principal motor son los rayos del sol, que iluminan, pero
también arden y queman. Son despampanantes, y a la vez, no los quiero cerca, que duele. El brillo del
arcoíris, formado por el pincel del cielo, tiene tonos alegres, aunque llovió y todo a su alrededor, está con
colores oscuros. Pero qué más da, si habrá más días soleados o eso pedí en soledad, para sostenerme,
porque nadie me toma la mano, aunque soy bastante cobarde para desistir.
Tengo miedo y no dejan de decirme que la temperatura aliviará mi frío. Es que a veces lo siento tan
intrínseco a mí, que no sabría cómo me sentía antes de empezar a percibirlo. En la época en donde todo
crece, florece, me encuentro con tristeza y anhelo al menos el ramé de las cosas. Me siento un taciturno
en horarios diurnos, y deduzco que mis ojos no pueden ver la claridad del día. Me olvidé los anteojos, no
importa, prefiero no ver.
El desinterés constante no me daña, prefiero eso antes de que me dé migraña de tanto escuchar
palabras, idealizando futuros, en donde yo sería el futuro. Y ahora estoy debajo de una cama. Si me subo,
capaz esté con telarañas, y así estoy seguro. Dijeron tantas cosas, formaron mi esperanza, pero la
primavera no la quiero más, estoy exhausto de experimentarla. Desde que comenzó, solo quiero
apaciguarla y prefiero mil ventiscas, que escuchar armas. Dicen que pasará, o eso me dijo mi maestra,
pero no la veo desde que corrí del salón de clases. Ella me mostró lo que es la primavera y los girasoles
no se parecían a las máscaras de gases. Quizá es mi culpa creer en la alegría, la realidad no se parece en
nada, pero al no ser el único que lo creía, pensé que no estaba tan equivocado, que en realidad existía.
Es brillante, sí. Y viene hacia aquí. No tengo mucho tiempo para pensar pero quisiera unos minutos
más jugando a las canicas con mis hermanos. Me dijeron que las estrellas fugaces, cumplen tus deseos.
Separaciones
Santiago Izaguirre

Felipe Castro tiene la calidad que solo se alcanza cuando en algún laboratorio se conjugan dos
poderosísimas y preciadas pociones: el talento y la humildad. En el patio de su casa en el barrio
montevideano de Malvín, Felipe me ceba un mate y, sin quererlo, hace sociología espontánea: “No
podemos esperar nada. Queremos ya. Queremos la moto ahora, la casa ahora, queremos casarnos
ahora, queremos todo y ahora”, arranca. Y cuando Felipe se envalentona ya no para.
Dice que la impaciencia de la gente está en que esta se muere por llegar a lo suyo. Los
accidentes de tránsito se dan porque la gente está apurada. ¿Apurada para qué? ¿Para llegar a dónde?
¿Qué es lo que te tiene tan apurado? Apurarte para llegar a tu casa, ver tu televisor y ver tus cosas. Por
eso los comités están vacíos, y las comisiones de fomento tanto como la escuela pública están como
están.
Felipe cree que por diferentes razones la gente se separó. Se separó del vecino y puso rejas. Se
separó de sus cosas, de su cultura, de tomar decisiones, se separó de sentirse parte responsable y
activa de lo que ocurre en la sociedad. Empieza en la casa de uno, empieza desde la computadora, de
los momentos familiares, empieza en la madre y el padre no estando en la casa de uno tanto tiempo
como estaba antes, de la cantidad de colegios privados que te hacen dejar a tus hijos y que vos te
vayas a hacer lo tuyo, y puntualmente y claramente, en las rejas.
Y antes de irse a cambiar la yerba, concluye: “¿Sabes cuándo se pudrió todo esto? Cuando la
gente se separó de la gente”.
Su magia
Tamara Aguirre

Tan pequeño es el espacio, pero tan acogedor también. Lindo lugar para sentir su calor, su amor.
Así de triste, me acuesto a su lado, de costado y derecha como un palito, intento quedarme lo más
quieta posible, mientras siento sus rulos pegados a mi cara y escucho su fuerte respiración.
Mágicamente me siento mejor. Mientras duerme me da la espalda, pero así, sin darse cuenta, sin hacer
nada, me cura el alma entera.
Un lugar incómodo para cualquier otro, el lugar más lindo para mí. Cualquiera que mire este
pequeño sommier de una plaza, en el que me acuesto casi con medio cuerpo afuera, y ella también,
pensaría que es el peor lugar para dormir de a dos. Pero para mí, para mí es donde puedo ir siempre,
cada noche que me sienta mal. Pero no porque sea el lugar el que sana, sino porque es ella, quien
ocupa ese espacio para descansar, quien sólo haciéndome un lugar a su lado, apaga mi dolor, cura mi
alma y enciende nuevamente todo mi amor.
Todo está manchado
Camila Sánchez

Vos, yo, todos, somos esto, lo mismo. Somos, carne y hueso.


Con sentimientos, pensamientos, con vida de salir del agujero.
¿Pero ellos? ¿Qué son?
Almas frías, con miradas de robots.
Quieren intentar superar su ego interior.
Están hechos de ira, de desamor, de no buena intención.
Se ahogan en dinero, algunos más otros menos.
El pueblo cae y pide a gritos una salvación. Lo someten a retorcerse de dolor, de engaño y
frustración al darle esperanzas, con habladurías insensatas.
Mientras que ellos se enriquecen, tras debates, jueces, fiscales, policías, tratando de mostrar
empatía, por nosotros, ocultándonos verdades.
Están ciegos de poder, no pueden vernos.
El trabajo, en este entonces, es nuestro sostén, nuestra transformación.
Vamos a seguir gritando, cada vez más fuerte, alguien tiene que escucharnos.
Mientras tanto, creamos sensores de protección, para cuidarnos, para tener la esperanza de una
posible transformación.
Transformación del alma
Nerina Aldana Gutiérrez

En un pueblo muy cerca de la ciudad vivía un joven de 20 años llamado Ángel Metatrón que se
dedicaba a dar clases de gimnasia para todas las edades, y en sus momentos libres invitaba a sus
alumnos a meditar y disfrutar de la naturaleza. Al cumplir 25 años le llegó una importante oportunidad
de trabajar en la ciudad, luego de evaluar las condiciones y pensarlo, decidió aceptar la propuesta.
Su primer día en Rosario, Ángel se encontraba ansioso y con muchas ganas de conocer a sus
nuevos alumnos y compañeros, hasta que al fin llegó la hora de su clase. En el gimnasio lo esperaban
muchos jóvenes con buenas energías y ganas de aprender.
Pasaron los días, las semanas y comenzó a meditar en parques donde empezó a observar a los
ciudadanos, sus comportamientos, sus formas de hablar, sus costumbres y muchas cosas más. Ángel
se llevó una gran sorpresa, adonde miraba había discusión, falta de respeto, alteraciones y malas
energías, todo eso lo entristeció.
Al día siguiente en su clase contó lo que le sucedió y lo triste que estaba, por esa razón propuso
hacer una meditación en su hora y escuchar también las distintas maneras de pensar de cada uno,
todos sus alumnos le agradecieron por mostrarle otra manera de ver la vida y al otro ser humano.
Ángel decidió aportar a la ciudad algo distinto, por eso en los parques se acercó a invitar a las
personas a meditar al aire libre de forma gratuita y darles charlas. Muchos ciudadanos se animaron a
esta nueva experiencia y se dieron cuenta que la mayor parte de Rosario estaba llena de malas
energías, motivo por el cual no se podía avanzar como sociedad.
Gracias a Ángel todo se empezó a transformar en aquel lugar, las personas ya no miraban el error
ajeno, sino que comenzaban a corregir sus propios errores y cambiar, cuidando la naturaleza,
respetando la opinión ajena, ayudando al prójimo y eligiendo distintas artes para dar color a la ciudad.
Finalmente aquel joven comprendió que su misión en Rosario iba más allá que dar actividad
física, y de eso se trata la vida, transformar cada lugar oscuro o alma oscura que conocemos en color y
buenas energías, respetar al de al lado y a la naturaleza es la manera de que se avance como sociedad.
Transformarte
Ana Paula Signorelli Larumbe

Algunos nos proponemos cambiar el mundo, arrojando ideas hacia un contexto egocentrista que
busca un bienestar material individual y deja de lado los valores de un amor colectivo.
Crecemos un poco y vamos aumentando velocidad sin pensar en riesgo alguno. Soltamos una
parte del manubrio y confiamos en que seguiremos haciendo equilibrio, que somos irrepetibles y
omnipotentes ante un suelo que a lo alto se ve más pequeño. Esa grandeza también tiene un límite que
no vemos. Creemos conocer todo lo que nos vayamos a encontrar porque suponemos que es como nos
decían. Seguimos pedaleando y la fuerza que hacemos va disminuyendo, cada día es un poco más fácil
pero lo difícil, es hacerlo cada día. Nuestros utópicos pensamientos le dan un permiso inconsciente a
nuestros brazos diciéndoles que se levanten, que suelten ese manubrio, y ahí es cuando nos hacen caer.
Entonces, dudamos:
-¿Será que esta bicicleta tiene las ruedas pinchadas? O ¿será que el suelo está minado de
obstáculos que no percibimos?
Te levantás, estás lastimado viviendo una situación frustrante en compañía de errantes culpas que
buscan encerrarte. Seguís creciendo con el olvido de tus dolorosas caídas y de a poquito se van tus días
despejados de cielos azules, solo y sin más que con una bicicleta sucia, oxidada y algo destartalada que a
pesar de toda imperfección, te hacía pasar los mejores momentos con tu verdadera vos, el viento
cariñoso que te despeina y te acaricia las mejillas. Vuelven los recuerdos y es impensable para los demás
ver cómo te divertís con tan poco, cuando algunos viajan por el mundo, tienen una heladera repleta, un
guardarropa infinito de prendas elegantes aún sin estrenar, un servicio doméstico competente y aun así
viven amargados porque no les alcanza. Se quedan dentro de un mundo en el que soñar y transformar no
tiene significado alguno. Yo me animé a romper con ese pensamiento impuesto y sobrevalorado de
“perteneces acá o allá”. Cada caída sirve para mi propio avance como persona en esta sociedad que cree
muchas veces que comenzar de nuevo no es posible. Hoy me desperté pensando en transformarnos
mutuamente. ¿Vos también te animás?
Un orecer en mi amor
Victoria Leones

El cruce de nuestras palabras me avisa que debo besarte, entonces corrí hacia un lado aquellas
penas que nos manchaban y te puse delante de mí.
No sabía que debía decirte, pero sostuve tus mejillas sonrojadas porque eran lo más lindo que
había visto en mi vida.
Entonces no te besé, te abracé porque el roce de tus labios era comenzar un incendio que nadie
podría apagar.
Te sostuve por segundos y me quede callada sin musitar palabra alguna, pero avanzaste con tu
alma de acero y me tocaste.
Tus labios en los míos mientras las hectáreas de mi cuerpo se desmoronaban con tu tacto y es
que a veces no sabes la catástrofe que podrías ocasionar en mí.
Me armas y me desarmas, me agregas y me quitas, se siente una zona de guerra a mí alrededor.
Mis ojos se transforman en un océano y vos, mi hechizo catastrófico, te encargas de hacer que el
sol se pose a lo alto iluminándolo.
Fragilidad, cada vez que te miro y un poco de miedo siente mi ser.
Cansada ya de haber perdido a tantas personas en mi vida, se acerca mi temor más grande:
perderte.
La furia de la tormenta se desata junto con el mar de mi interior.
Me doy vuelta lentamente y una lágrima en silencio se dispara por mi mejilla, quito todo rastro de
pena y trago en mi garganta aquello que a veces golpea mi corazón. Hay muchos capítulos de la vida
que se cierran para dar comienzos a libros enteros, enfoco mi mirada en el piso de la habitación, hay
tantas cosas de las que me arrepiento.
Siento tu brazo deslizarse por mi cuerpo y todo de mí se desmorona.
¿Cómo es que percibes que necesito a alguien? ¿Cómo es que siempre eres tú?
En cada instante, eres tú.
Perdida en el eco de este laberinto, me estoy volviendo adicta a cada curvatura de tu cuerpo y
recorro esa comisura donde cada noche salto ahogándome en los roces de tus labios.
Que inhumano es de tu parte hacerme tan bien, sin notar lo necesitada que me estoy volviendo
de tus besos, tu atención y afecto.
Un pequeño escrito
Jeremías Santiago Alvarez

¿Qué es lo primero que piensas al escuchar “Transformación”?

La gente de mentalidad cerrada pensará en cosas simples, como una oruga se transforma en
una mariposa, ya sea literal o metafóricamente.

Personalmente prefiero ir a la realidad, después de todo de qué te sirve que andes con
vueltas si al fin y al cabo la vida te enseña por las malas. Y nosotros no aprendemos hasta que nos
lastiman. Las personas tenemos la manía de tomarnos todo a la ligera hasta que salimos
lastimados.

¿Querés transformarte en una mejor persona?

Vive la vida, no vivas en una burbuja. Piensa antes de actuar o alguien saldrá lastimado. En
esta vida puedes caerte mil veces pero te daré un consejo: cuando te caigas, antes de levantarte
reflexiona lo que hiciste mal. Entonces levántate y vuelve a intentarlo.

No existen personas perfectas, solo personas que se equivocaron demasiado pero


aprendieron de cada uno de sus errores.
Volviste
Camila Benítez

Te vi, te sentías tan mal, tan poca cosa… ¿Era tu culpa? Él te gritaba porque vos te
peinabas, te decía puta porque te maquillabas. No quería que hables con nadie. ¿Y era tu
culpa?
Dejaste que se apodere de tu ser, dejaste que te borre tu brillo y tu sonrisa. Te hice la
pregunta que no supiste contestar, "¿Por qué no lo dejas?" Costumbre tal vez, porque no creo
que lo ames.
Pasaron días y no te vi, semanas, meses.
Hasta que un día iba por la calle y no te reconocí, estabas hermosa, tu sonrisa volvió, tu
brillo volvió, me acerqué, te saludé y me lo dijiste. Me contaste, por fin lo dejaste. Fue difícil,
pero lo lograste.
Adolescencia en el terrario
Mateo Nazareno Tasso

un cuerpo tendido allí supe


perdiendo el vigor que lo envuelve que cargar baldes a montones
la adolescencia como flor en un terrario con la tierra arrinconada en abandono
para hacer una mezcla de agua y moho
¿se inscribirá en la piel algún signo del ego? y construir una ciénaga
para sumergirme en lo más profundo
ahora y sentir
que estoy lejos en el tiempo cómo mi cuerpo
-lo suficiente enchastrado de lodo
como para formular escurriéndose frente a tus ojos
un acto de creación- concentre la potencia necesaria
recuerdo cuando dijiste para traspasar la barrera
que el vacío que impide
es permeable al crecimiento a tus brazos
que donde muere un amor infatuar mi imagen
el deseo desde fuera del terrario
-la promesa de sentir-
nos mueve

señalaste
la posibilidad de ver
del otro lado del cristal
y encontrarme
entre las paredes agrietadas y descascaradas
un jardín
que me ofrece el fruto
de su conocimiento
Como el ave fénix
Candela Fumale

¿Cuántas veces puede una


morirse y renacer?
Dejar caer la piel muerta,
dejarse caer,
dejarse
Pararse de entre las cenizas,
lamerse como un gato las heridas.
Mirar en el espejo y notar
que la propia cara cambió un poco,
apenas, pero está distinta.
Así como crecen las plantas
de un verano a otro.
Crecer
Jackeline Mercedes Paz

Creer y tener fe
fue lo que me cambió
Mi transformación en alguien mejor
Para cada cosa, un propósito
Para cada daño, un perdón
Para cada lágrima, una gota
Para cada mentira, una verdad
Para recibir, dar
Poner en orden cada cosa
Manejar el temperamento,
Y sobre todo tener paz
Paz en cada circunstancia
Todo va a estar bien
De porqué el pájaro vuela y vos no
Florencia Pérez

Pensá, callá, sé paciente Ya no te necesito


todo llega ¿qué seguís haciendo acá?
no es fácil trabajar bajo presión. nadie te llamó.
Pensá lo que decís No me respondas
todo queda grabado no podés
todo vuelve alguna vez. no te dejo.
Esclavizáte Pará de quejarte
pasá nueve horas sentado te di un montón de oportunidades
pasá nueve horas centrado. tu tiempo ya pasó.
No te pierdas nada Estás solo
ni un detalle pensá
no dejes de mirar para adelante. ¿qué hacés?
Pensá pero no pienses Pensá
no razones estás solo
no desarrolles nada propio. ya no servís.
Sé eficiente Pensá
mecanizáte no sos útil
no sientas. seguí pensando.
Las máquinas no sienten Pensá no te sirve
no sienten y funcionan no te sirve de nada
funcionan mejor que vos. no servís para nada.
Todos funcionan mejor que vos Pensá pensá
no sientas abstraete
sólo sentáte y no me cuestiones. ya todo terminó.
El pájaro te saluda desde afuera
no pienses
no necesitás saber por qué él es libre y vos no.
No necesitás saber
yo te voy a resolver todo
no pienses.
Independizáte
no te voy a resolver siempre todo
no hacés nada.
No sabés
ni siquiera te interesa pensar
no me servís.
Desde el punto más sentido del alma
Jonathan Gastón Reimondi

Sentirás mi ausencia y tu ser se reducirá a cenizas.


Serás la mismísima nada intentando respirar.
Tus ojos perderán la mirada,
tu boca querrá hipotecarse a sí misma para poder pronunciar una palabra.
Perturbadoras paredes blancas rodearán tu presencia,
un silencio ensordecedor se apoderará de tu sombra,
alivio sentirás si escucharas caer paja.
Serás piel cubriendo una carne roja,
huesos vestidos por consumido tejido muscular.
Carecerás de sentido.
Tu vida perderá sentido.
Sentirás mi ausencia y tu suerte sería ser menú para los carroñeros.
Saldrá de tus entrañas quien de sangre es bombeador,
serán tus propias extremidades culpables de ello.
Y ni siquiera así estarías en reposo,
porque morir sería un desmerecido premio.
Sentirás el ardor de mil purgatorios.
El infierno de Dante bañará tus pies dolidos,
subirá por tu tronco y eclipsará el resto de tu diminuto ánimo.
El jadeo del mismo Lucifer penetrará en tu cerebro.
El salado sanguíneo rebalsará de tus mejillas
Sentirás mi ausencia, sufrirás mi ausencia.

Sentirás mi ausencia y tarde habrá sido.


Yo, ya no estaré aquí en cuerpo.
Tu sufrir, será mi sufrir disminuido.
Mi sufrir, tu sufrir potenciado.
Un sufrir que hace rato me ha llegado.
Padecer que con el peor final cerró el telón de mi destino.
Sentirás mi ausencia así como yo no soporté,
con anterioridad, la tuya.
Destino Soledad
Micaela Sol Basso

Siento que me ahogo


Y no estás
Se terminó la magia
No soy la princesa de tu cuento
Ni del mío

Soy esa chica a la que se olvidaron


En el andén de los sueños y el amor
La cual se quedó esperando el siguiente tren
Con las mismas esperanzas
Pero sólo se encontró con uno vacío

Uno que no iba a destino ni a tiempo


Que la llevaba devuelta al olvido
Al dolor sin escala, a la oscuridad habitual

Siento que me ahogo, me falta el aire


El tren va rápido, y ahí es cuando la veo
A mi lado, siempre, la soledad me saluda
Avisándome que ya es hora de descender
Y volver a casa.

Una casa que al llegar huele a desazón y tristeza que contagia hasta a los pájaros que la
rodean.

Una casa que será refugio de mi último viaje


Del cual volví más perdida de lo que me encontré al llegar
La soledad me abruma, las personas ya no me reconocen, ni yo no lo hago, sólo ella.

¿Y si al final de todo mi amor está a su lado? Si la soledad, mi eterna amiga fiel, es la que
me da la mano siempre al volver, ¿por qué no aceptarla y quedarme a su lado para el
resto de la eternidad?
Dulce compañero
Virginia Isabel Cuel

De pronto una mañana mis ojos se abrieron


y en el hueco de mi corazón que hirieron
había sentado un dulce compañero.
Sus muecas y sus risas
de a poco reconstruyeron,
con las herramientas del alfarero
y el reloj del relojero,
un jardín de ensueños.
Risas rosas, palabras mariposas
abrazo de árbol y fuerza de vientos.
Hicieron todo nuevo y con esmero
el jardín de ensueños quedó completo
sano y abierto.
Hoy, es el refugio cuando hay vientos,
de los olvidados en el tiempo,
de los callados con tormentos,
de los muertos viviendo.
Hoy, el jardín de ensueños
está en funcionamiento.
El día ya empezó
Humberto Kuperman

Amanecer frío
Que aburrido
Acá siempre lo mismo
Te pienso y por eso sigo
Los versos de amor son para vos
Vivimos el hoy
Capacito a lo mejor
Yo sin vos sigo pero es un bajón
Te extraño y se siente el dolor
Muy pronto estaré mejor
Me expreso porque me lo dice mi corazón
Transformo noches de invierno
Porque sos mi sol
Y la literatura presente
Porque el día ya empezó
En brigadas
Emiliano Ramos

Y si caminando nos encontramos tomaremos la inmensidad de la plaza


una vida durmiendo en la respiración del olvido y cantaremos para dormir a las bestias
en el polvo de los días
no podemos echarnos consigo a dormir Y si cae en nuestra paciencia
la dificultad de la alegría
sus miradas temblorosas dejarán y la tierra gime de innaturales
el odio por donde calla el fuego aventuras productivistas

Y si se nos acercara une niñe daremos vuelta los edificios


a mendigar monedas opacas las estaciones y los colores
las que después de una jornada
no podemos darle un centavo ¿Pero, cómo haremos todo esto?

cuando retumben las calles Saldremos en brigadas cargadas


sus cansados pies anidarán la esperanza con abrazos
con panes
Y si asesinan a un sueño por la espalda con libros
y después vemos a los entrañables llorar
la justicia de esteras mutiladas Serán brigadas que duerman
no podemos dar testimonios sobre un cerro con la
marca de un río enterrado
cuando caigan los cielos
traeremos mil vidas con memorias Brigadas de quienes observan
el horizonte a través de sus lágrimas
Y si los uniformados rompieran el dibujo esperando el sol de lunar estallido
que les artistas callejeres para marcar sus armas en las manos
decoraron con flores alegres
para regalarle al rostro endurecido Esas armas son un misil poético

pintaremos enérgicamente
la noche con miles de soles

Y si el temblor opaco de las guerras


se multiplica en los rincones
y se sienten en los cuerpos
las heridas insanables de la historia
Esquivar la muerte
Gabriela Requino

La clepsidra lentamente se seca El agua se evapora,


y con ella la sangre se seca
cada latido del corazón se ralentiza. y el latido se debilita aún más.
La muerte espera en el umbral del poeta La rosa transmuta
y este se desespera Y con ella los versos comienzan a florecer.
escarbando en sus heridas Con ingenuidad el poeta recibe a la muerte,
buscando el poema perfecto esta le sonríe
que logre espantarla. gozando de como él piensa
No hay nadie más bello que la muerte que logró retener el agua de la clepsidra.
pero el poeta se paraliza Un cuchillo en la espalda de la muerte
con solo pensar en enamorarla. espera apuñalar a la rosa
Silencio melancólico regálale un verso. justo cuando el reloj se diseque;
Primavera justo cuando el corazón deje de latir.
busca parir una rosa sin espinas
que ablande el hosco corazón de la muerte.
El tiempo se agota
y la flor se niega a florecer en las sombras.
Allí donde reina el olvido
el corazón del poeta se esfuerza
en latir para destilar cálidos rayos de luz
que logren iluminar a la rosa.
La muerte sigue a la espera
buscando lapidarlo
porque este odia al amor
y así se torna difícil manipularlo.
Estaciones
Lautaro Emmanuel Juárez

La primavera me cambia de humor


Los días comienzan a alargarse y las alarmas se detienen
Las plantas florecen
Me recuerda las flores secas
que necesitaron caerse
Para abonar la tierra
para abonarnos
¿Cuál es el secreto del buen comer?

Alumbra el paisaje
En el invierno me hundo
La fórmula que contiene el medicamento me hará mal
Por fin descalzo converso conmigo mismo
¡Al fin los sospechosos sospecharon del detective!
Y el año comenzó a marchitarse

La cobardía superó las expectativas


El silencio se expresó a través de la música
Uno se siente vacío cuando el amor se pierde
¡Que sea caos todo aquel movimiento que transforme!
Su casa era mediocre…
Pero su alma era digna de celebración

La llegada de la primavera me desanima


Prefiero la tranquilidad de la soledad
Lo real es lo actual
La decepción de una mala compañía
Nuevamente…
Tengo que ser valiente para que la mierda no me pese
Juventud
Sebastián Antonio

Aquí me encuentro,
caminando sin silueta,
y a ti veo a lo lejos
con la garganta verde de la libertad.
Quien lo hubiera dicho,
albriciada de universalidad.
Tan fresca y florecida,
si era yo, quien te invitaba a pensar.
Hoy levantas banderas que yo he dejado hace tiempo
mi juventud murió la tarde en que me despedí de tus besos.
Me siento muy orgulloso de ti,
pero no puedo esconder cierta pena
ni este pérfido remordimiento.
Injustamente tuve que amar la noche nuestra.
(No es que la ame, es que no la tengo)
Vi lo peor de ti y me quedé,
y te di lo mejor de mí.
Pensé entonces,
¿Qué hago con toda esta ternura que se muere
por dentro porque a quien dársela no tengo?
Si todo te lo llevaste, todo te lo di
¡Hasta mis versos!
Pero gracias a Dios me dejaste estas ganas de seguir amando.
¿Qué haré con todo el amor que nace nuevamente y que ahora me queda?
Lo volveré un poema.
Tú tienes el bocado más dulce que se puede ofrecer.
Yo nada de eso tengo, todo te lo di.
Pero canto, y que más da.
Se hace visible otra vez la primavera,
y esta vez prometo ya no volver a hablar de los restos de aquel árbol.
La danza de las mareas
Luisina Ruiz Díaz

Si existiera algo que nunca cambia, los sentimientos y las mareas perderían su esencia.
Si existiera algo que nunca se mueve, mi danza y el horizonte no se perderían en la efímera
oscuridad del atardecer.
Si existiera algo que nunca se convierte, todos los pasos que damos no llegarían a ningún lado.
Pero a pesar de todo, a veces el movimiento se estanca, nunca se detiene, pero sí se vuelve
pequeño.
Si al bailar me siento sola me acuerdo de ella, que no llora, y solo así puedo seguir sin perder el
paso. Es entonces cuando la música se vuelve silencio que aturde, sólo queda esperar, que el
dolor se disipe.
Aquel movimiento inconcluso que tanto se hace desear, en algún momento dejará de ser
pensamiento, en los lugares más oscuros yace la verdad, y lo que está a simple vista es un
misterio.
Las miradas que a veces enamoran, que cosas tan bellas pueden decir, incontrolables se
convierten en algo que hiere, y como si todo lo que tocara se volviera vacío, dolor,
desesperanza.
Solo en ese momento es cuando me doy cuenta que las palabras se desdibujan, no tienen
sentido y pierden su valor original.
El tiempo impasible no se deja esperar,
siento sobre mí el pasar de las horas revolviendo en el interior de las sombras.
Encuentro un suspiro que me estremece por completo.
El destello de aquel momento fue único.
Se impregnaba en el aire,
su presencia dejó una estela de sensaciones indescriptibles.
Me desarmo y me dejo caer al suelo,
tal vez,
este no sea el momento para decirte que te quiero.
Solía recorrer con la mirada los torbellinos de basura acumulada
de aquel característico patio, que de manera peculiar demostraba tener personalidad,
ser irremplazable.
Si te escribo un verso no es para dejarte ganar,
es para contarte que no voy a estar y
que si me voy es para no volver más.
La memoria de América
Javier Alejandro Colussi

¿Qué ha pasado con el árbol que ayer aquí estaba?


¿Por qué para ellos el tiempo se gasta?
¿Qué es entonces el tiempo?
Parece que tendré que pisarte mi tierra.
Olvidar tu olor, tus colores y animales.

Pensé que ambos éramos uno.


Pero estas gentes separan todo como ninguno.
Subía y bajaba por las sierras y a la vuelta estaba mi gente.
Aquel pasto y aquella agua hoy se ven diferente.

Eiyopeuos o Europeos se hacen llamar.


Pero ni conmigo ni contigo quieren hablar.
Ha pasado poco tiempo desde 1492 y ya pisan sobre ti.
No te ven. No te sienten.

Quizá con estas líneas te podrán recordar.


Querer ver y sentir lo que tú nos das.
El agua es a la tierra lo que la sangre a la vida.
Animales, aguadas, plantas es lo menos que nos das.
Mañana serán los jóvenes los que te querrán visitar.
Si tú vives ellos vivirán.
Los ojos detrás del sol
Xavier Izurieta

Un nuevo horizonte que se orienta con un nuevo tiempo


una nueva brújula
un nuevo norte
un nuevo movimiento

Será hora de renovar


para no naturalizar
las manos que tocan
los labios que besan
los pies que caminan
la boca que habla

Será tiempo
de reconocer
la inmensidad que habita dentro
Ese fuego que arde
revelando misterios

Será hora de destrabar el tiempo,


que todo pausaba,
que todo media
Que marchitaba
que no se movía

Serán tiempos nuevos


de esos que son
Y van entrando al cuerpo
como una brisa marina
que solo avanza
que nada la intimidad

Y así todo surge

Lento, a su tiempo y sin prisa


Me enamoré de tus colores
Maitena Leone

“Si somos capaces de pasar media hora en una tienda dudando


sobre qué tono elegir para una pared o qué zapatillas combinan
mejor con nuestra ropa, es porque los colores nos importan… y mucho.
Es que para bien o para mal ellos nos afectan profundamente.”
Ana von Rebeur

me enamoré de tus colores me enamoré de tu azul


me enamoré de tu rojo temible
sangre costoso
alquímico fermentante
carmesí me enamoré de tu púrpura
me enamoré de tu naranja imperial
sabroso inteligente
antiestético violento
destinal me enamoré de tu rosa
me enamoré de tu amarillo alegre
amargo femenino
venenoso masculino
mortal me enamoré de tu luz
me enamoré de tu verde me enamoré de tu oscuridad
esperanzado me enamoré de tus colores
clorofílico me enamoré de ti
sexy
Metamorfosis
Zoe Ramírez

Me veo encerrada en la rueda del cambio


me veo aburrida si me trabo en el camino
Avanzar implica un hilo
Que no sé si estoy preparada para sentirlo

Quema como ceniza de pucho fresca


La sensación de algo nuevo
Me atormenta
Quiero vivir sin la presión de la arena

Baja y sube en un recipiente de vidrio


¿Es hora ya? De que pase de libro
¿Es hora ya? De teñirme de rubio
¿Es hora ya? De sentirte distante y turbio

Lo que sé es que esto no me va ayudar


Limón y agua destilada no son la mejor receta
Mejor algo que me empuje de la meseta
Mejor algo que me lleve hasta mi meta

Y cuál es la pregunta que te tengo que hacer


Para que me digas la respuesta que necesito
Si al final todo esto es un hito
Que te pida ayuda, sin hacer ningún grito

Esperar no transforma dicen en los sobrecitos


Quién dijo que yo estoy esperando
Más bien necesito un empujoncito

Metamorfosis para lograr la plenitud


Parece ser la más acertada opción
Para que en este momento
Deje de sentir este tormento
Mudar el alma
Maitena Leone

Un día domingo El sol junto al río


me vine a buscar se funde en metal
la calma del río destello dorado
y mi propio cantar. en el verde caudal.

Remada a remada La pava en el fuego


se ve el litoral a punto ya está
no hay nada más lindo y el mate, ansioso
que camalotear. no puede esperar.

Las olas del río Aroman la tarde


rompiendo se irán el sauce y la flor
y el canto del viento los árboles muestran
me viene a acunar. sus hojas al sol.

Mis pies en la costa Abejas curiosas


alegres están danzando al compás
pues sienten lo suave buscando lo dulce
del barro ancestral. el néctar será.

Mis ojos al cielo Veleros y barcos


reposan en paz el cauce abrirán
y el canto de un ave trayendo el oleaje
se acerca a trinar. del gran Paraná.

Repollos del agua Poquito a poquito


costeando se van la calma vendrá
con la bajante la carga del día
camino hacia el mar. ya se alejará.
No lo sé
Tatiana Rita Prandi

Lo azaroso, la incertidumbre,
lo volátil, lo liviano, lo ligero.

El instante, la intermitencia,
el flash, el pasar, la existencia.

El segundo, la milésima,
la felicidad y la tristeza.

La vida… La vida… La vida.


La transformación… ¿Florecer?
Tal vez vivir.
Oíd Mortales.
Candela Sarmentero

De política me hastía hablar,


y posiblemente vaya a resguardarme bajo el techo del estado.
Como escudo para anunciar, que de aquello no relato.

Pobres son estos cimientos,


de cristal deben de estar hechos.
Y no alcen mano las mujeres,
que no son para ellas los lamentos.

Ya cansados respiramos,
y a la cabeza del gato nos apuntamos.
Que mundo tan polar, aquel que juró por los que pagamos.

Y recordar a la europea cuando por sus años fallezca.


Desastrosa resultaba en su tierra, y renació en una nueva.
Sin dejar de ser quien era,
sin renunciar a la esencia que le queda.
O quedaba en un futuro, ya que olvidada y envidiada estará entre tantos y muchos.
Mañero aquel padre, y pensar que aquella vez, entendí se refería a una madre.

Con refunfuño de caballo y temblando de la molestia,


a paso galope caminaba entre las oscuras calles que pintaban la hora de las doscientas.
Desolada la esperaba, aunque abrumada estuve,
al sentir el aire tan espeso como el de quien respira una nube.
Cuántos habrían llevando a cabo esa tarea.
¿Serían aquellos de edificios negros, o los que viven con ventanas rotas, incluso de madera?

Y qué difícil es perderse en una juventud que agobia.


Muy sencillo me resulta inmiscuirme en este tema que da fobia.
¡A tener cuidado! Que la cuna del futuro debe de mecerse y no sacudirse.
Muerden sus labios aquellos que afirman que estos nacidos en moisés residen.

Pasados los años y siguen repitiendo lo que los hombre en la punta de la mesa declamaban.
La autonomía de la persona, dura mientras no se diga nada.

¿Y qué tanto se puede esperar de alguien como yo?


Que un día es adolescente exagerado,
y al otro un adulto contrariado.

Los edificios pueden ser más grandes, la ropa más bonita,


pero a pesar de eso, el mundo sigue sentado en dinamita.

Mientras hay chicos corriendo en la noche, armados con latas,


hay hombres de panzas llenas y sonrisas ingratas.

Tengo miedo de salir a la calle, por suerte no a manifestarme,


pero sí a que algún día, alguien decida matarme.

Oíd mortales, ya nada es como antes.


Bienvenidos al país, de los no cambiantes.
Otoño
Manuel Lautaro Páez

Las soberanas latitudes del cenit


construirán la cadencia declinante del polvo iluminado.
Los árboles entregaran al viento el fruto
dorado de su efímera eutanasia,
sometida a las penumbras equinocciales
La tarde perderá su jovial lentitud,
ante el movimiento de la orbita
Se inclinará lo sensible,
sumergidos en su vértigos
Los rostros mutaran su identidad,
¡oh divina entidad de la Renovación!
En tu esencial metamorfosis crearé el silencio de mi caos,
en las profundidades de tu halito polar
encontraré la dicha de sentirme vivo.
Raíz insumisa
María Laura Giudici Navarro

¿Cuál es la palabra
que condensa el hechizo
para liberar a Dafne?
La desesperación
de la persecución
que convierte un instante
en temporalidad infinita,
en muerte hecha carne
de pies rotos
de tanto escapar.
La desesperación
de saberse presa,
de exhalar con presión
el dolor de mil cuerpos
que se saben idos.
Dafne prefiere ser una
con la naturaleza noble
porque al menos transmutada
logra seguir siendo suya
y no un vacío
con sello de propiedad.
Devora, Dafne,
devora todo a tu alrededor,
véngate, ajustíciate,
devora con la potencia
de todas las que somos raíces,
madera, frutos,
aroma en el viento,
que acaricia tu piel,
que baila junto a tus hojas.
La sombra del recuerdo
Luisina Martin

¿De qué manera impactó la fuerza de tu alma que hoy, aún sin el deseo vivo de
encontrarte, o sí, no sé, sigue ejerciendo peso sobre mí? Esto no es una carta de amor, ni
mucho menos un momento de melancolía. Es más una pregunta filosófica acerca de
cuánto impacta un cuerpo contra otro cuerpo, un nombre junto a otro nombre, un ser
fundido en otro ser. ¿Cómo se puede ser siempre la misma persona si vivimos entre
flechas, balas y plumas, si un paso nos arma y el otro nos desarma? ¿Por qué mientras
más amamos nos hacemos les tontes y sonreímos a escondidas y cuando se tiene que
amar de frente nos cagamos encima y nos sentimos estúpides por sentir tanta gracia
recorriéndonos el cuerpo? Si todo aquello que se suspendió en la humedad de esa
habitación se guardó en cada parte de mí, haciéndose sangre, ¿cómo es que nos
enseñan que está bien olvidar las cosas que más nos hicieron florecer? ¿De qué se trata
todo esto? ¿Cuál es el plan macabro que llevamos adelante?
Reexión sobre mi transformación
Brenda Sariah Abonizio

Me transformó esa indiferencia de mis compañeras del preescolar.


Me transformó ese libro de Pescetti que leí a los seis.
Me transformó el insulto de ese niño en segundo grado.
Me transformó ver las huellas del Ratón Pérez al lado de mi cama una mañana al despertar.
Me transformó aquella vez que vi a mi papá llorar.
Me transformó esa burla frente a todo el curso por parte de mi maestra en cuarto grado.
Me transformó la mención que gané en ese concurso literario a los diez.
Me transformó esa vez que armé mi primer grupo de amigas.
Me transformó pasar a secundaria sintiéndome como una niña asustada por el hecho de crecer.
Me transformó aprender cosas nuevas que me llevaron a pensar.
Me transformó pasar otro año y escuchar las críticas por mi forma de ser.
Me transformó sentirme sola y ver la vida color gris.
Me transformó pensar que ya no podía seguir... y ver la sangre correr por mi mano.
Me transformó hablar con una amiga, mirar al cielo y sonreírle a Dios.
Me transformó viajar a ese campamento y sentirme querida otra vez.
Me transformó su sonrisa cuando sus ojos encontré.
Me transformó esa nueva escuela en la que comencé.
Me transformó levantar la mano en clase para responder.
Me transformó aquel libro que leí aquella vez, y aquel también, y aquel...
Me transformó ese otro año que pasó y el día de lluvia (y mucho llanto) en el nuevo campamento que llegó.
Volvió a transformarme su sonrisa y su mirada al bailar.
Me transformó despedirme con abrazos de aquellas personas que iba a extrañar.
Me transformó organizar un baile, y otro, y otro más...
Me transformó... soltarme, dejarme ser, liberarme...
Me transformó y me transforma hacer las cosas que más quiero; bailar, escribir, reír a carcajadas al hablar con las
personas que quiero o al leer un libro.
Llorar, caer de rodillas y levantarme; mirar al frente y seguir caminando.
Me transforma y me hace crecer el pensar en las personas que me importan. Porque pueden pasar mil cosas,
pero sin todas esas situaciones no llegaría donde he llegado y no sería quien soy ahora.
No puedo saber qué va a pasarme después, pero sí sé que, sea lo que sea, la forma en la que yo lo afronte va a
transformarme en la persona que llegaré a ser. Y esa será, sin lugar a dudas, la mejor versión de mi misma.
Rosa china
Victoria García

Rosa china, exótica,


tranquila, llena de pasión.
Que no sabe del mañana,
que no entiende de dolor

Flor eterna, caótica,


agotada de compasión.
Que las paredes araña
sin perder la convicción.

Cara bella, hipnótica,


que con tierna expresión
me dedicás por la ventana
tu oscura preocupación.

Te aseguro que mañana


todo va a ser mejor:
cuando te mueras y renazcas
con otra cara, como otra flor.
Silencio
Laura Pizzorno

Tuve una sólida conversación conmigo


que soy muchas,
ayer
y fue un día de tanto llover por los ojos.
Limpié mi vacío porque es hora de dejar de llenarlo, soportar la pausa.
- Vos no te aflijas - me dije
también hay brillo en lo triste, en el saquito de té que ya tomé, por ejemplo, encuentro cierta luz si
hago un esfuerzo, y en el polvo del sahumerio o en el último beso sin saber su condición de
irrepetible.
Vi brillando una perla, grano de sal rosa, espectro de sol en todo.
Y entonces me dije
- Silencio -
me estoy transformando.
Arístides Marcucci
Elías Piedrabuena

Me pongo el cabezal de esgrima


escucho los tambores de guerra
El tatami está presentado
Tomo mi caña
saludo a mi rival con respeto
y el kali se comparte
como cultura
Me transformo en yaguareté
Mi rival me apresa
con destreza la adrenalina
despierta mis sentidos
se evapora mi sangre
Mi respirar es perfecto
mi corazón se normaliza
y evado el ataque
sabiendo que ya gané la batalla
Con una clavada de bandera
lo tengo donde quería
mientras él tapea
Mis ojos eyectados en la victoria
como un yaguareté
para atrapar un antílope
represento lo que se me enseñó
Mis ojos de yaguareté
Kohay Ornelas Patlan

en el departamento de Ana
encuentro un boletín de la escuela
recuerdo
mi boletín con las materias de biología
pienso que pude haber sido
una exploradora, bióloga, antropóloga
cuando le dije a mis padres
que quería ir a África
lo dije con una mano en la tarjeta de crédito
—si hubiera tenido una
a los catorce años—
pero hace once decidí estudiar literatura
—con ninguna tarjeta de crédito
y como si fuera posible estudiarla—
como si no fuera posible
que la poesía me tome a mí
me lleve a contemplar el río
y me diga
qué bueno que estamos aquí
en una isla
con la piel tostada bajo el sol
el tereré listo
y las amigas tocando una guitarra
Sobre el Paraná
Victoria Mac Clay
Soy sus aguas quietas y calmas.
Soy su correntada turbia,
invadida por camalotes,
De niña imposible de penetrar,
solía jugar en el río, ahuyentando a quien
me dejaba llevar por las olas decida acercarse.
imaginando Pero así como el río,
que estaba fluyo,
dentro de un mar, me transformo,
sin ninguna preocupación. soy un sinfín
Eso extraño: de emociones variables,
no tener miedo. en constante movimiento.
Ahora, Aunque parezca mansa,
escribo sobre el Paraná mi procesión va por dentro
porque desconfío, (y es equilibradamente caótica)
de sus aguas. Soy el agua del Río
La vida pero también
es como un espiral, soy la tierra fértil...
hay cosas Solo que
que siempre nos acompañan, a veces
solo que a veces, me olvido
toman otras formas. de regarme.
Ya no me divierte tanto el río (y mojar la tierra,
ya no juego en él, es siempre
ahora lo observo necesario
desde lejos para florecer)
parada en la orilla,
casi como una extraña.
Del Paraná aprendí
que yo también,
soy un remanso del río.
Transformación
Emanuel Olivera

Cuántas definiciones se me vienen a la mente


cuántos lugares, momentos, decisiones, sistemas.
Así como la oruga se transforma en mariposa,
una mala decisión transformó mi vida.
Pero en este caso es a la inversa
porque yo volaba libre por la vida
y hoy me encuentro arrastrando.
Pero esta transformación logró transformar mi mente, mis pensamientos.
Por eso hoy agradezco
y no dejo de asombrarme.
Esta transformación transformó mi vida
porque la misma estaba destinada a ser oruga
pero hoy mi mente transformada me empuja a ser mariposa.
Sé que ya termina este tiempo de transformación
y que ya pronto voy a volver a volar libre por la vida
y a disfrutar del mundo.
Por eso "transformación" bienvenida a mi vida.
Transformándonos
Mila Martínez

Todos vivimos el cambio… Nos deshojamos o nos podan.


Hoy es invierno, mañana será verano.
Y así como en el ecosistema,
cada etapa aporta algo distinto, Entonces…
porque suceden cosas diferentes. es fácil entender,
para un anciano,
A cada uno de nosotros… también. un joven de 16;
Ese pedacito de vida tan bien creado… es un retoño,
Y no, no nos damos cuenta, un loto en la penumbra de su lodo,
de todo lo que nos habita. un bulbo de narciso aferrándose.
Y aunque… para alguien de unos 26;
Y así, vamos caminando… puede que su vida, hoy huela a rosas,
Un tiempo siendo gusanos, puede que para otros, duela a rosas…
brillando como orugas,
convirtiéndonos en elegantes mariposas.
Todos, todos ellos,
los que están en su florecer,
A veces… existiendo como cactus, que se ve acontecer con un sin fin de matices,
acumulando reservas para sobrevivir. ese ambiguo pero histérico sentir.
Otras… viviendo como jazmines, Donde se permite descubrir,
esparciendo de nosotros la fragancia. lo dulce del perfume,
lo suave de los pétalos,
Pero… al recordar lo experimentado, lo amargo de las espinas.
¡está la vida surgiéndonos! Yaciendo así, rosas por un instante…
Es el vivir, ése poquito de naturaleza...

Que aunque no parezca, Tal vez…


se ausenta la certeza, lo agrio de la vida,
de que permanezca en nuestras cabezas, sea el continuo cambio.
y en nuestro ser… crezca. Tal vez,
lo que nos unió,
sea el lío de no dejar de crecer…
Ahí estamos…
Siendo otoños, Que comprender sea,
saliendo del capullo, ¡transformación!
mudándonos de piel. Trans – flor - ando.
Y de vez en cuando, como en la niñez,
soltando todo lo que somos,
para volver a nacer… Sólo transmutando,
florecemos amando…
Transfórmate antes que el mundo lo haga por ti
Leila Cortes

La flor que hoy nace, Donde lo único que se recicla,


mañana puede ser ceniza. son las sonrisas,
Y nuestro grito más fuerte, y los únicos desechos,
mañana puede quedarse sin voz. son sueños.

El mundo donde cómodamente tienes todo a la mano, Y el viento con polvo te arrastrará,
mañana puede ser difícil de sostener. y te soplará en el oído,
Y los ríos donde hoy nadas, que antes que el mundo se hubiera transformado,
mañana pueden desaparecer. habrías tenido tú que haberlo intentado.
La percepción hoy cambia cuando tú ríes,
y el ambiente muere.

El cielo se puede tornar gris,


si las nubes se acumulan a tu alrededor.
Puede cambiar ese paisaje reluciente,
por un cuadro sin luz,
y cuando ya no haya vuelta que dar, te vas a cuestionar.

¿Por qué el mundo se transformó en esto?


En ríos negros,
y plantas sin flores.
En océanos eternos,
y animales sin hogares.

Donde aquí el oro vale en cuestión de comida,


y vale más un techo
que una vida.
Una or y la chica de ojos limón
Milagros Moresco

Ella se despertó Ella se asustó


y bajo un cielo gris lloró y de su miedo floreció
pero en el fondo de su corazón un jazmín que la abrazó
una raíz nació. y una herida desenclavó.
Ella se levantó Ella se aferró
y cabizbaja llamó a la transformación
al vecino del galpón y de repente entendió
que no la saludó. que nada era una ilusión.
Ella se encaminó Ella observó
hacia el puente Pueyrredón desde el puente Pueyrredón
pero en la esquina se encontró que el amor que recibió
con una chica de ojos limón. sus cadenas rompió.
Ella se enfrentó
a una fuerte emoción
que no la controló
y del pasado se olvidó.
Y si es de mirar
Natalia Gurini

Pienso si es de mirar hacia adelante y si es de mirar afuera a la calle hacia varias partes de la calle,
al espacio para respirar y piensa que la vida es mejor ser libre con su tranquilidad al verlo.

Y si es de mirar algo más profundo de lo que siento y hago en el momento correcto


y si es de llenar ese camino de amor.

No sé si es de mirar varios colores en el dibujo, pero sé que es de mirar color en su vida,


porque la hizo a su brillo y a su manera sorprendiéndose más aun de lo que se imaginó.
Intendenta Agradecimientos
Mónica Fein
Queremos agradecer a todas las personas y
Dirección de Juventudes equipos sin los cuales esto no hubiese sido
posible:
Dirección
Rocío González Maia Morosano, Juan Manuel Godoy, Leonardo
Coordinación general institucional Oyola; Claudia Giri, Ignacio Benitez y Equipo
Emmanuel Vaskas Matricial en Contexto de encierro del programa
Coordinación territorial “Nueva Oportunidad”; Mirna Calamari, Roxana
Carolina Cardozo Gómez y Gabriel Alba del espacio de Creación de
cuentos ilustrados; Gabriel Antille; Guadalupe
Coordinación general de Literatura en flor Freire, Alejandra Fábregas, Jimena Fossa y Maite
Cecilia Ducca Dujovne del equipo de Comunicación de la
Dirección de Juventudes; Laura Peretti y Pablo
Asistencia general y Edición de textos Carcovich del DIS en la Unidad 6; y a todas las
Pablo Colacrai juventudes que se sumaron a esta propuesta.

Arte de tapa y Diseño editorial


Francisco Toledo

Ilustraciones
Joan Leyton para “Albor”
Guido Martinelli para “Cuatro letras te sostienen”
y “Una pequeña muerte”
Tamara Ojeda para “Desvelo”
Micaela Pérez para “¿Soy?”, “El cauce correcto” y
“Hondura”
Ramona Brevel para “Mensaje”
Álvaro Barquero para “La niñez que nunca
volverá”
Stefanía Aballay para “Masdurar”, “De pibe
siempre quise ser un superhéroe”, “Mujeres de
nueva historia” y “Primavera somos”
Jonatán Ayala para “Ciclos”
Nahuel Castillo para poema sin título
Karen Arredondo para “Sala 76”, “Cines” y “Vos”

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