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La cosa juzgada: valor absoluto o relativo

Angel Landoni Sosa

«{ .. ] ma quando si tratta di estirpare la mala pianta


del/a frode processuale tutti i mezzi sono buoni».
Francesco Carnelutti 1

l. Concepto

La cosa juzgada es la cualidad de inimpugnable e inmutable asignada por


la ley a la decisión contenida en una sentencia firme dictada en un proceso
contencioso con relación a todo proceso posterior entre las mismas partes
(u otras personas afectadas) que verse sobre el mismo objeto y se funde
sobre la misma causa.
La cosa juzgada -como lo señalara Liebman2 y a quien han seguido
numerosos autores-3 no es un efecto de la sentencia sino que es, en rigor,
una cualidad que la ley le agrega a aquella a fin de acrecentar su estabili-
dad.
Cuando a una sentencia se le ha conferido el valor de cosa juzgada, ya
no será posible revisar lo decidido, ni pronunciarse sobre su contenido, así
sea en el mismo sentido, en un proceso posterior. En presencia de tal
sentencia, el juez del proceso ulterior deberá-salvo casos de excepción-
abstenerse de fallar sobre el fondo, si existe identidad entre lo ya resuelto

1 Francesco Carnelutti, «Contro ilprocesso fraudolento», en: Rivista di Diritto Processua/e


Civile, 1926, Parte segunda, pp. 14-25.
2 Enrico Tullio Liebman, Efficacia ed autoritá del/a sentenza, Ed. Giuffré, Milano,
1935, p. 27.
3 Lino Palacio, Derecho Procesal Civil, Ed. Abeledo- Perrot, Tomo V, p. 499 y autores
allí citados.
Hernando Devis Echandía, Teoría General del Proceso, Ed. Universidad, Tomo II, Bue-
nos Aires, 1985, p. 561.
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entre las mismas partes y la nueva pretensión verse sobre idéntico objeto y
se funde en la misma causa.

11. Fundamento

La necesidad de certeza -enseñaba Couture en «Fundamentos»-4 es


imperiosa en todo sistema jurídico.
El tema de la impugnación de la sentencia no es otra cosa que una
lucha entre las exigencias de verdad y las exigencias de firmeza, ya que de
no existir el derecho nunca se sabría en qué consiste. Pero -agregaba-
la necesidad de firmeza debe ceder, en determinadas circunstancias ante la
necesidad de que triunfe la verdad. La cosa juzgada no es de razón natu-
ral. Antes bien, la razón natural parecería aconsejar lo contrario: que el
escrúpulo de verdad sea más fuerte que el escrúpulo de certeza y que siem-
pre, en presencia de una nueva prueba o de un nuevo hecho fundamental
antes desconocido, pudiese recorrerse de nuevo el camino andado para
restablecer el imperio de la justicia. Y continuaba afirmando: «La cosa
juzgada es, en resumen, una exigencia política y no propiamente jurídica:
no es de razón natural sino de exigencia práctica».
En el mismo sentido indicaba Gelsi: 5 «podría considerarse la cosa juz-
gada, como respuesta o, mejor, solución por vía de determinación, a la
incertidumbre en el derecho. Las situaciones jurídicas inciertas, quedan
aseguradas, fijadas, precisadas, cuando sobreviene a su respecto una sen-
tencia pasada en autoridad de cosa juzgada. De donde, la función propia
de tal instituto no debería conectarse con la justicia, sino con la seguridad,
en el campo de los valores jurídicos o de los fines que se procuran por los
medios del derecho. Obtenida aquella sentencia, podrá disputarse aun, si
el juez erró al dictarla, pero no se podrá dudar que lo establecido por él, es
el derecho para el caso resuelto».

4 Eduardo]. Courure, Fundamentos del Derecho Procesal Civil, Ed. Depalma, 1958,
pp. 405-408.
5 Adolfo Gelsi Bidart, «Bases positivas para la noción de cosa juzgada>>, en: Estudios
jurídicos en memoria de Eduardo J. Couture, Montevideo, 1957, pp. 341-361.
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III. Justicia y certeza

La posibilidad de revisión de la cosa juzgada pone en aparente colisión


intereses fundamentales para la existencia de un sistema jurídico; por un
lado, la necesaria inmutabilidad de la cosa juzgada como pilar de la segu-
ridad jurídica y por otra parte, la necesidad de tutelar a la verdad como
contenido intrínseco del valor justicia.
Creemos --con Hitters-6 que la temática debe plantearse y resolverse
en su justo medio, ni una cosa juzgada con toque de divinidad, de carácter
infalible e indiscutible, ni una total posibilidad de revisión sin límites de
tiempo y de motivos. Por eso la problemática ha de llevarse a su lugar
exacto con sincronización de los principios de justicia y seguridad.

N. Naturaleza jurídica

La doctrina ha tratado de explicar la cosa juzgada de diversas formas:


como ficción de verdad, como presunción de verdad, tesis que hoy han
sido superadas, pero que aún perduran en algunos de nuestros códigos
civiles.
El meollo de la cuestión radica en desentrañar la esencia de la cosa
juzgada y para ello es necesario determinar si la cosa juzgada obliga bajo la
forma de un derecho nuevo, no existente antes de la sentencia (función
creativa), o si, por el contrario, eso ocurre por la mera declaración (fun-
ción declarativa) de los mismos derechos que se hallaban instituidos en el
ordenamiento jurídico.
Couture7 señalaba que existen dos posiciones opuestas:

<<Por una parte se sostiene que la sentencia y su consecuencia, la cosa


juzgada, no constituyen sino una determinación concreta del dere-
cho material o sustancial existente antes del proceso. Es el mismo
derecho anterior, actualizado y hecho indiscutible en el caso decidi-
do. Y lo que da su principal acento a esa nueva forma del derecho, es
el carácter de obligatoriedad y de vinculación que reviste frente al

6 Juan Carlos Hitters, Revisión de la cosa juzgada, Librería Editora Platense SRL,
1977, p. 172.
7 Eduardo]. Couture, Fundamentos[ ... ], op. cit., p.410.
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juez de cualquier otro litigio futuro que pudiera provocarse sobre el


mismo tema. Nada ha alterado el derecho anterior; solo ha sido apli-
cado; nada hay de nuevo, solo situaciones impeditivas de la revisión
en un nuevo proceso, ligan al juez que eventualmente pudiera ser
llamado a conocer de él.
Frente a esa orientación se halla otra que advierte en la cosa juzgada
un poder vinculatorio diverso de la simple declaración del derecho
anterior. La cosa juzgada, se sostiene, no encuentra su eficacia en el
derecho sustancial preexistente a la sentencia, sino en la fuerza de la
sentencia misma una vez que ésta se ha hecho indiscutible. Pasado en
cosa juzgada el fallo, ha nacido en el orden del derecho una nueva
norma. Su eficacia vinculatoria emana de ella misma y no de la nor-
ma sustancial anterior. Hasta puede darse el caso de que esa norma
no coincida, por diversas circunstancias, con el derecho sustancial; y
aun así, la cosa juzgada es obligatoria y eficaz».

En el derecho uruguayo ha habido ejemplos que permitirían avalar


esta segunda tesis.
Así, nuestra jurisprudencia aplicó las astreintes mucho tiempo antes de
que un texto legal las consagrara. Lo mismo ocurrió cuando se desechó la
tesis nominalista y se procedió al reajuste de las obligaciones afectadas por
la inflación, sin que existiera texto legal que lo habilitara.
Devis Echandía8 en tesis ecléctica, señalaba que la cosa juzgada tiene
naturaleza procesal, porque es una consecuencia del proceso y la emana-
ción de la voluntad del Estado manifestada en la ley procesal.
Pero sus efectos jurídicos -en su opinión- se extienden también
indirectamente fuera del proceso y sobre las relaciones jurídicas sustancia-
les, como una consecuencia de la inmutabilidad de la decisión, que es su
efecto directo, produciendo así la definitividad de la certeza jurídica de
aquella.
Ambos son efectos jurídicos de la cosa juzgada; directo y procesal la
inmutabilidad de la decisión; indirecto y sustancial la definitividad de la
certeza jurídica del derecho sustancial declarado o rechazado.

8 H. Devis Echandía, Teoría general del proceso, op.cit., p. 561.


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V. Los efectos de la cosa juzgada

5.1. El efecto negativo o impeditivo

La cosa juzgada tiene un efecto negativo que prohíbe a los jueces deci-
dir sobre lo ya resuelto, es decir, que impide toda decisión judicial futura
que verse sobre el mismo objeto, tenga idéntica causa y sea entre las mis-
mas partes o personas a las que la cosa juzgada afecte.
El referido efecto negativo ha sido consagrado en el Art. 219° del
Código General del Proceso uruguayo (Código Modelo Art. 193° en
redacción similar), que dispone: «efecto de la cosa juzgada en otro proce-
so. La cosa juzgada, obtenida en proceso contencioso, tendrá efecto en
todo proceso entre las mismas partes siempre que versare sobre el mismo
objeto y se fundare en la misma causa.»
La exclusión del proceso posterior o, en todo caso, del pronuncia-
miento de fondo en el mismo, -como lo señala Ortells-9 se debe pro-
ducir tanto si se formula la pretensión procesal en el mismo sentido en
que se propuso en el proceso anterior, lo que puede ocurrir si aquella fue
desestimada y se insiste en reproponerla con diferencias que no determi-
nan un objeto diferente. Como si se plantea como una pretensión dirigi-
da a obtener la declaración contraria sobre el objeto del pronunciamiento
que adquirió cosa juzgada, que es la posible reacción del demandado ante
una sentencia estimatoria de la pretensión.

5.2. El efecto positivo o prejudicial

La cosa juzgada otorga definitividad a la declaración de certeza conte-


nida en la sentencia, haciéndola indiscutible en nuevos procesos, salvo
casos de excepción, como más adelante procederemos a su análisis.
La referida definitividad de la declaración de certeza implica, además,
el deber de ajustarse a lo ya decidido, si ello es condicionante o prejudicial
sobre la pretensión pendiente de juzgar. Pueden ser ejemplos de esta últi-
ma situación, entre otros, los siguientes:

a) la declaración positiva o negativa de una relación de filiación respecto


de una ulterior pretensión de condena por alimentos entre familiares;

9 Manuel Ortells Ramos, Derecho Procesal Civil, Ed. Aranzadi, 2a edición, 2001, p. 600.
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b) la declaración de validez o de nulidad de un testamento respecto de la


condena a la entrega de un legado dispuesto en el mismo.

VI. Los alcances de la cosa juzgada

6.1. El límite subjetivo

Al respecto el Art. 218° del C.G.P. (Código Modelo Art. 196°, en


redacción casi idéntica) dispone:

«Eficacia de la sentencia frente a terceros.


218°.1 -La cosa juzgada alcanza a la partes y a sus sucesores a título
universal.
218°.2 -También alcanza a: a) a los codeudores solidarios; b) a los
titulares del dominio desmembrado cuando se refiere a un desmem-
bramiento que no es el propio respecto del mismo bien.
218°.3 -Los socios, los comuneros, los terceros de cuyos derechos
dependen los de las partes, aquellos cuyos derechos dependen de
estas, o del acto o del contrato cuya validez o eficacia ha sido juzgada,
son terceros a los que alcanza la cosa juzgada solamente si han tenido
conocimiento judicial del pleito o si se amparan a la decisión en la
primera oportunidad de que dispongan. También comprenderá a los
que pudieron conocer a la cuestión debatida en el proceso en virtud
de información registra!, la hubieren o no solicitado>>.

6.1.1. Análisis de las diversas situaciones planteadas por el texto legal

A) La cosa juzgada alcanza a las partes y a sus sucesores a título universal.

Por parte debe interpretarse lo sustancial, es decir, la persona que dedu-


ce la pretensión en nombre propio o en cuya representación se hace valer
y aquella frente a quien se interpone.
Por consiguiente, en los casos de representación (de personas físicas o
de actuación de personas jurídicas a través de sus órganos) la cosa juzgada
es eficaz respecto del representado, no del representante.
Corresponde destacar que la noción de parte engloba al actor, al de-
mandado, a los terceros coadyuvantes, excluyentes y aquel cuyo emplaza-
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miento se practicó conforme al Art. 51° del C. G.P. que consagra la inter-
vención necesaria por citación.
La cosa juzgada también afecta a los sucesores a título universal, pero
para ello es necesario que el causante haya fallecido con posterioridad al
emplazamiento, pues si el deceso ocurrió antes de dicho acto, la demanda
debió ser dirigida contra los herederos, bajo apercibimiento de nulidad
insanable por vicio en el emplazamiento (C.G.P. Art. 129°.1, Código
ModeloArt.ll9°.l).
En caso de transmisión por acto entre vivos de la cosa litigiosa dispone
el Art. 35°.2 que el sucesor podrá sustituir a la parte en el proceso salvo
que se oponga la contraria, en cuyo caso el tribunal resolverá.
Aceptada la sustitución la cosa juzgada afectará al sucesor a título sin-
gular en su calidad de parte.

B) También afecta a los codeudores solidarios y a los titulares del domi-


nio desmembrado cuando se refiere a un desmembramiento que no es
el propio respecto del mismo bien.

En ambas hipótesis, la cosa juzgada los afecta aun cuando no hayan


tenido conocimiento judicial del proceso.
En el supuesto del dominio desmembrado si se ha fallado, por ejem-
plo, respecto de lanuda propiedad, ello alcanza al titular de otro derecho
real limitado (por ejemplo, el del usufructuario). Este no podría discutir
lo ya decidido respecto de los derechos del nudo propietario.

Como señala Barrios de Angelis: 10

«[ ... ] más que una extensión de los efectos de la cosa juzgada (en el
sentido de que la sentencia declare, modifique o extinga un derecho
propio) la norma es una confirmación de su falta de legitimación
para intervenir a favor o en contra de lo decidido>>.

C) Los casos contemplados en el Art. 218°.3 (C.Modelo Art. 192°.3).

La disposición distingue dos situaciones: por un lado, aquella en la


cual el tercero se ampara en la cosa juzgada y aquella otra, en que la cosa

10 Dante Barrios deAngelis, El proceso civil, Ed. IDEA, 1989, p. 177.


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juzgada se extiende al tercero, es decir, lo alcanza cuando se dan -según el


caso- dos hipótesis posibles: a) el tercero tuvo conocimiento judicial del
pleito y b) el tercero pudo conocer de la cuestión debatida en virtud de
información registra!.

C. l.) El amparo del tercero a la cosa juzgada

En este supuesto no interesa la forma en que el tercero conoció la


decisión que lo favorece y que habilita su amparo a la cosa juzgada. Basta
con que demuestre interés y se ampare a la eficacia de la sentencia invo-
cando la circunstancia de pertenecer a alguna de las categorías menciona-
das en la norma.
Conforme al texto legal dicho amparo debe efectuarse en la primera
oportunidad de que se disponga y puede realizarse válidamente hasta tan-
to no operen los efectos extintivos de la prescripción.

C.2.) Afectación por la cosa juzgada en razón del conocimiento judicial


del pleito.

En nuestra opinión, no basta con el mero conocimiento, como podría


ocurrir en el caso de un testigo que se enterara del proceso al concurrir a
declarar, sino que además es necesario que no se violen las garantías del
debido proceso, esto es, el afectado deberá tener una oportunidad razona-
ble para articular sus defensas y producir pruebas.
V éscovi y colaboradores 11 indican que solo cuando un texto legal im-
pone dar conocimiento judicial al tercero sería de aplicación el Art. 218°.3.
En tal sentido refieren, a vía de ejemplo, los arts. 53° y 54° del C. G.P., 12
los artículos 47° y 40° de los Decretos Leyes No 14.219 y 14.384, que
imponen la colocación de un cedulón genérico que comunica el decreto
de desalojo del inmueble urbano o rural a los ocupantes a cualquier tí tu-

11 Enrique V éscovi y colaboradores, Código General del Proceso, Ed. Ábaco, agosto,
2000, Tomo 6, p. 346.
12 C. G.P. Art. 53°: Denuncia de terceros: El demandado, en un proceso en el que
considere que otra persona, además o en lugar de él, tiene alguna obligación o responsabi-
lidad en la cuestión controvertida, debe denunciarlo, indicando su nombre y domicilio, a
los efectos de que se le noticie del pleito, bajo responsabilidad de los daños y perjuicios que
correspondieren por su omisión.
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lo, el Art. 369° de la Ley de sociedades N° 16.060 que prevé en el proceso


de impugnación de asambleas de sociedades anónimas la publicación de
edictos por tres días a fin de posibilitar la intervención de los sujetos inte-
resados que pretendan coadyuvar con el impugnan te o con la sociedad, y
el Art. 370° de la misma ley que establece que los efectos de la sentencia
obligan a todos los accionistas hayan o no comparecido.
En el mismo sentido el emplazamiento genérico que se efectúa para la
prescripción treintenaria (C.G.P. Art. 127°.4) y para la acción de
inconstitucionalidad (C. G.P. arts. 517°.1 y 521 °) posibilitan extenderlos
efectos de la sentencia en base al Art. 218°.3.
No extensión de la cosa juzgada a terceros cuando no se tuvo conoci-
miento judicial del proceso.
En tal sentido, resulta oportuno referir que la Suprema Corte de Justi-
cia13 acogió por unanimidad un recurso de casación en un proceso en el
que se pretendía extender la eficacia de una sentencia que había decidido
la nulidad de una escritura de compraventa de un inmueble, a los terceros
que habían sido adquirentes con posterioridad y que no habían tenido
conocimiento judicial del pleito.
En dicho fallo la Suprema Corte expresó:

<<En el sublite se trata de extender ilegítimamente la eficacia de la


sentencia precedentemente referida contra terceros que, a la postre,
adquirieron a XX los inmuebles y quienes no fueron parte en el refe-
rido juicio. La situación de estos terceros no encuadra en las excep-
ciones al principio contenido en el acápite del Art. 479° del CPC de
que <<La sentencia debe concretarse en su literal disposición a las par-
tes en litigio», como tampoco ingresa en ninguna de las previsiones
legales del Art. 218° del C.G.P.; es más, la pretendida extensión está
en el nuevo ordenamiento procesal expresamente vedada: <<Son terce-
ros a los que alcanza la cosa juzgada solamente si han tenido conoci-
miento judicial del pleito o si se amparan a la decisión en la primera

C. G.P. Art. 54°: Llamamiento de oficio en caso de fraude o colusión: En cualquiera de las
instancias, siempre que se presuma fraude o colusión en el proceso, el tribunal de oficio o a
petición del Ministerio Público o de parte, ordenará la citación de las personas que puedan
ser perjudicadas para que hagan valer sus derechos, pudiéndose, a tal fin, suspender el
proceso hasta por cuarenta días.
13 La justicia uruguaya, Tomo 109, Caso No 12.612, Sentenciadel29/1lf1993.
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oportunidad de que dispongan» (Art. 218°.3), situaciones en las que


no se encuentran los demandados de autos». 14

Idéntica tesis fue la sostenida por nuestro máximo Tribunal en fallo


dell2 de noviembre de 1997, 15 donde reiterando conceptos ya vertidos
en la sentencia No 73 del mismo año indicó:

«[... ] en principio, es posible la extensión de la cosa juzgada a otras


personas que tienen con la condenada un cierto grado de relación.
En función de la fecha de la sentencia y a lo dispuesto por la Ley
16.060 (Art. 511 °), esa extensión subjetiva de la pretensión ejecutiva
era posible (ejusdem Art. 77°; además Código General del Proceso
Art. 218°)».
<<Claro, en el caso de los socios, ello es posible -como en el caso de
todos los demás terceros que se enumeran en el Art.2l8°.3 del cita-
do cuerpo legal- <<[ ... ]solamente si han tenido conocimiento judi-
cial del pleito[ ... ]», que no es sino en la etapa inicial del proceso pues
el fundamento de esta exigencia, <<[ ... ] no puede ser otro que el de
permitir la plena intervención [... ]» (Dante Barrios de Angelis, en
Curso de Derecho Procesal T.3 p.28) o también, <<[ ... ] si se han
amparado a la decisión en la primera oportunidad de que dispon-
gan[ ... ].» Y ninguna de estas hipótesis es la de autos».
<<No fueron parte en el proceso principal -o etapa de pleno conoci-
miento- pues la demanda se dirigió contra XX S.R.L. y ni siquiera
fueron noticiados posteriormente y menos aún se ampararon a la
cosa juzgada, razón por la cual dicha extensión de la cosa juzgada no
es admisible».

14 Como detalle anecdótico cabe referir que en el caso la madre había realizado una
partición con su hijo, que luego fue declarado incapaz, y casi simultáneamente el mencio-
nado hijo había procedido a la venta de sus bienes a dos personas respecto de las cuales la
madre, que había realizado la referida partición con una anticipación de seis días a la
referidas ventas, pidió posteriormente la nulidad de dichas escrituras, pretensión que fue
acogida, y luego intentó hacer extensiva la nulidad decretada a los antes mencionados
compradores, sin haberlos citado al juicio.
15 La justicia uruguaya, Tomo 117, Caso No 13.450.
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C.3.) Extensión de la cosa juzgada en razón del conocimiento registra!.

El Art. 218°.3 in fine establece que: «También comprenderá a los que


pudieron conocer la cuestión debatida en el proceso en virtud de infor-
mación registralla hubieren o no solicitado».
El tema está vinculado con la existencia o no de buena fe por parte de
los terceros, dado que si estos pudieron tener conocimiento respecto de la
situación de los bienes a través de la información registra! y no lo hicie-
ron, la cosa juzgada los afectará.
Nuestro ordenamiento jurídico, ha ido incorporando una serie de de-
mandas que deben ser registradas por las consecuencias que ellas producen
sobre las situaciones jurídicas involucradas y las que han sido ampliadas
por la Ley de registros N° 16.871 de 28 de setiembre de 1997, vigente
desde el 1° de mayo de 1998.
La referida ley en su Art. 17° establece que en el registro de la propie-
dad Sección Inmobiliaria se inscribirán:

«N° 8: Las demandas y sentencias ejecutoriadas que tengan por ob-


jeto el reconocimiento de derechos en relación con bienes inmuebles,
que afecten o puedan afectar los derechos registrados o que se regis-
tren en el futuro.
N° 9: Los embargos específicos y demás medidas cautelares que dis-
pongan los Jueces, siempre que tengan relación con bienes inmuebles.»

La misma ley en su Art. 25° dispone que en el registro nacional de


vehículos automotores -dependiente del registro de la propiedad sec-
ción mobiliaria- se inscribirán:
- Los embargos específicos y demás medidas cautelares que dispongan
los tribunales, que afecten los poderes de decisión de los titulares de
derechos inscriptos.
- Las demandas y las sentencias ejecutoriadas que tengan por objeto el
reconocimiento de derechos en relación con el vehículo automotor
que afecten o puedan afectar los derechos registrados o que se registraren
en el futuro.

Asimismo dicha ley entre los actos inscribibles en el registro nacional


de actos personales sección interdicciones contempla en su Art. 35° los
siguientes:
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l. Las interdicciones, limitaciones generales a la facultad de disposición


y demás medidas cautelares relativas a la persona natural o jurídica decreta-
das por los jueces, en los casos, formas y alcances previstos por la ley.
2. Los embargos generales de derecho.
3. La pérdida, suspensión, limitación y restitución de la patria potes-
tad y los convenios de los padres sobre la administración de los bienes de
sus hijos bajo su patria potestad.
4. Las pretensiones de prescindencia de la personalidad jurídica de una
sociedad a las que hace referencia el Art. 191° de la Ley N° 16.060 del4
de setiembre de 1989.
En la sección regímenes matrimoniales se prevé -Art. 39° N° 2-la
inscripción de los casos de disolución de la sociedad conyugal.-
En la sección universalidades del citado registro de actos personales se
inscriben, entre otros:
Art. 45° N° 3: la demanda de petición de herencia y toda otra acción
reivindicatoria a título universal.
Art. 45° N° 7: la acción pauliana y la dispuesta por el Art. 1066° del
C. Civil, cuando tengan por objeto la rescisión o revocación de enajena-
ciones del todo o parte de una universalidad jurídica. El plazo para inscri-
bir estas acciones caducará en el término de un año, a partir de la fecha de
inscripción del acto impugnado.
La doctrina uruguaya señala 16 la importancia que ha adquirido la parte
final delArt. 218°.3 pues leída dicha norma en consonancia con la legis-
lación registra!, produce relevante extensión del alcance subjetivo de la
cosa juzgada.
El sistema, así diseñado, termina vinculando de modo eficaz la nor-
mativa registra! con la procesal, adecuándose al amplio campo de infor-
mación accesible que comporta el moderno régimen de inscripciones, de
incidencia clave en el ámbito de la circulación de bienes y servicios, y por
ende, de consulta exigible a todo sujeto que actúe con mediana diligencia
y buena fe.
Es en protección de ese sistema, de esos principios y del de seguridad
en la contratación -se afirma- que se incorporó la parte final del Art.
218°.3 conectando de modo coherente los aspectos procesales, registra! es
y sustanciales involucrados.

16 Enrique Véscovi y colaboradores, Código General del Proceso, op.cit., p. 349.


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La Suprema Corte de Justicia en reciente Sentencia N° 250 del2 de


noviembre de 200 1, haciendo lugar a un recurso de revisión señaló que el
adquirente conocía el cuestionamiento de la titularidad del bien y la ale-
gación de la simulación antes del remate efectuado, y ello resultaba:

a) De la circunstancia que los terceristas en la ejecución habían denuncia-


do en ella la existencia del juicio de nulidad por simulación y acción
pauliana.
b) Dichos terceristas habían incorporado en los autos constancia de ins-
cripción del oficio librado al registro general de Inhibiciones comuni-
cando las acciones de nulidad entabladas.
e) El juez con carácter previo al remate ordenó que: «[... ] En atención a la
existencia de una inscripción de acción pauliana en el Registro respec-
tivo deberá el Sr. Rematador prevenir a los compradores, alertándoles
respecto de dicha inscripción. Debiendo igualmente la Sra. Alguacil
por escrito dando cuenta del cumplimiento de dicha asignación», lo
cual fue efectivamente cumplido, según surge del acta de remate de fs.
242 del expediente.

«Las circunstancias relacionadas llenan, en opinión de la Corte, la


exigencia del Art. 218°.3 C.G.P [... ] habiendo permitido al adquirente
conocer oportunamente la situación existente y el consiguiente ries-
go».

Cabe añadir todavía que en la hipótesis prevista en la parte final del


referido Art. 218°.3 basta la posibilidad de conocer «la cuestión debatida»
a través de la información registra! para que opere la extensión de la cosa
juzgada, esto es, no se requiere conocimiento judicial alguno.
Consecuentemente, en vista de la inscripción de la acción pauliana
efectuada con anterioridad al remate, el adquirente está alcanzado por la
cosa juzgada relativa a la invalidez de la ejecución y a la no titularidad
dominial de la vendedora aún cuando -contra lo indicado antes- pu-
diera sostenerse que el conocimiento resultante del aviso efectuado en el
momento del remate no cumplió con la exigencia prevista en la primera
hipótesis de la norma, por no tratarse de un «conocimiento judicial»
habilitante de una defensa eficaz.
La Suprema Corte llega a la conclusión de que el adquirente no puede
ser considerado de buena fe, ya que al momento del remate conocía el
310 Angel Landoni Sosa

proceso de simulación pendiente, por lo cual no podía tener la seguridad


de que estaba adquiriendo el inmueble a su verdadero propietario.

6.2. El límite objetivo.

El Art. 219° del C. G.P., ya citado, exige para que opere la cosa juzgada
en su efecto negativo o impeditivo, que se haya obtenido en proceso con-
tencioso y que se dé en la especie la denominada regla de la triple identi-
dad respecto de los sujetos, del objeto y de la causa.
La mencionada identidad entre los sujetos activos y pasivos debe exis-
tir con prescindencia de la posición que los mismos hayan ocupado en el
proceso anterior y tengan en el ulterior.
En tal sentido, la cosa juzgada sería de aplicación en las siguientes hi-
pótesis:

a) en un primer proceso acciona una persona reivindicando un bien y el


demandado se defiende aduciendo la prescripción, obteniendo el pri-
mero una sentencia favorable y rechazándose la excepción. Resulta
claro, que el perdidoso no podría intentar, con éxito, un nuevo proce-
so esgrimiendo la prescripción, pues ya existe cosa juzgada sobre el
punto, con independencia de la actual posición de las partes en el nue-
vo proceso.
b) en otro caso, un sujeto pretende el cumplimiento de un contrato y el
demandado esgrime la excepción de contrato no cumplido, la que es
desestimada. Dicha decisión impide que el vencido pueda pretender,
con éxito, la resolución del contrato por incumplimiento.

62.1. Identidad del objeto y de la causa

El análisis de la identidad del objeto requiere necesariamente el exa-


men de la causa, ya que no es suficiente que las pretensiones versen sobre
un mismo bien de la vida, ya que si la causa invocada es diferente no será
de aplicación la cosa juzgada.
Así, nuestra jurisprudencia ha entendido 17 que no hay identidad obje-
tiva y, por ende, no existe cosa juzgada entre dos procesos en que se pre-
tenda el mismo bien, si en uno posterior se adujo como causa la reivindi-

17 La justicia uruguaya, Tomo 90, Caso N° 10.329 y Tomo 1O1, Caso No 11.482.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 311

cación invocando la calidad de titular del dominio del bien y en el otro,


anterior, se había solicitado y obtenido el desalojo invocando la calidad
de comodatario precario del ocupante del bien.
Como se puede apreciar el límite objetivo lo forman, en conjunto, el
objeto y la causa pretendida; si aquel es el mismo (inmueble, por ejem-
plo) pero la causa varía (prescripción en vez de la adquisición por compra-
venta) ya no existirá identidad objetiva entre ambos procesos, ni tampoco
cosa juzgada. 18
Corresponde advertir que la cosa juzgada, en cuanto al objeto se refie-
re, se extiende a aquellos puntos que sin haber sido materia expresa de la
decisión, por ser su consecuencia necesaria, resultan resueltos tácitamente,
por ejemplo, si la sentencia condenó a la restitución del bien y nada dijo
sobre el pago de frutos, debe entenderse que el demandado quedó absuel-
to de ellos.

6.2.2. La cosa juzgada se debe haber producido en un proceso contencioso


anterior con sentencia firme

La norma excluye de la autoridad de la cosa juzgada a las providencias


dictadas en los procesos voluntarios y a su vez permite que la cosa juzgada
pueda a su vez invocarse en todos los procesos ulteriores cualquiera sea su
estructura, ya sea contenciosa o voluntaria siempre que se de la regla de la
triple identidad.

VII. La cosa juzgada y los intereses difusos 19

7.1. Introducción

De todas las complejidades que plantea la fuerte irrupción de los inte-


reses difusos y colectivos en la sociedad y, como consecuencia en el dere-

18 Cfr. H. Devis Echandía, Teoría General del proceso, op.cit., Tomo II, p. 574.
19 Reiteramos aquí gran parte de los conceptos vertidos en el estudio que realizáramos
con el Profesor doctor Santiago Pereira Campos para el Congreso Internacional de Derecho
Procesal que tendrá lugar en Roma del 16 al 18 de mayo de 2002 en el Centro di Studi
Giuridici Latinoamericani de la Universitá « Tor Vérgata», y que denominamos <<Tutela de
los intereses colectivos y difusos en el Uruguay».
312 Angel Landoni Sosa

cho, la que presenta mayores dificultades es la relativa a los efectos de la


cosa juzgada.
La doctrina procesal uruguaya ha dedicado esfuerzos al concepto de
intereses difusos y colectivos y a la legitimación para defenderlos. No
obstante, han sido escasos los estudios dedicados al análisis de los efectos
de la cosa juzgada en estos procesos. 20
Por ello, nuestras conclusiones al respecto deben considerarse solo
aproximaciones provisorias a un tema difícil, donde una única y escueta
norma legal -el Art. 220° del CGP- 21 deja planteadas grandes
interrogantes cuyas respuestas en uno u otro sentido proyectan importan-
tes consecuencias sobre el sistema procesal y, por ende, deben ser adopta-
das con gran cautela. Será menester, por ello, que la doctrina procesal
prosiga e intensifique el análisis del punto en Uruguay, no debiendo des-
cartarse reformas legislativas en este sentido.
Apartándose del principio por el cual el fallo vincula exclusivamente a
las partes que intervinieron en la litis, ante la naturaleza tan particular del
objeto e intereses de estos procesos, se prevé que, de regla, los efectos de la
sentencia se proyectan «erga omnes». De este modo, se establece una ex-
cepción al tradicional principio de que la cosa juzgada solo alcanza a las
partes intervinientes.
De acuerdo con las previsiones del Art. 220° -cuya fuente es la legis-
lación brasileña al igual que la del Art. 194° del Código Modelo-, pue-
den distinguirse claramente tres situaciones:

20 E. V éscovi, M. De Hegedus, S. Klett, L. Simón, F. Cardinal y S. Pereira Campos,


<<Código [... ]>>,op. cit., t. 6, comentario al Art. 220°; A. Landoni, <<La tutela de los derechos
del consumidor en el derecho uruguayo», en: Estudios de derecho procesal en homenaje
al profesor doctor Enrique Véscovi, FCU, Montevideo, 2000, p. 281 y ss.; y <<Legitima-
ción para la defensa de los intereses difusos», en: RUDP 4/81, p. 350 y ss.; S. Pereira
Campos, <<Intereses difusos y efectos de la cosa juzgada», en: Estudios de derecho procesal
en homenaje al profesor doctor Enrique Véscovi, op. cit., p. 313 y ss.; e <<Intereses difusos
y colectivos en Uruguay: marco conceptual, legitimación y efectos de la cosa juzgada», en:
RUDP 2/2000.
21 Art. 220°. Efectos de la cosa juzgada en procesos promovidos en representación de
intereses difusos: <<La sentencia dictada en procesos promovidos en defensa de intereses
difusos (Art. 42°) tendrá eficacia general, salvo si fuere absolutoria por ausencia de pruebas,
en cuyo caso, otro legitimado podrá volver a plantear la cuestión en otro proceso».
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 313

A) La pretensión es acogida: la sentencia pasa en autoridad de cosa


juzgada para todos los miembros de la colectividad, tendrá eficacia gene-
ral. 22
B) La pretensión es rechazada por inexistencia de fundamentos: tam-
bién aquí los efectos se producen «erga omnes», de forma tal que la preten-
sión ya no podrá volver a ser planteada por igual fundamento, aunque lo
fuese por iniciativa de otro interesado. 23
C) La pretensión es rechazada por ausencia o insuficiencia de prueba:
la sentencia no pasará en autoridad de cosa juzgada respecto de los no
litigantes (sí respecto de los que litigaron) y cualquier otro interesado
podrá volver a plantear la cuestión en otro proceso, sin preverse plazo
alguno para ello. En este caso, a nuestro juicio el otro legitimado podrá
demandar invocando igual o distinto fundamento y -obviamente-
aportando y produciendo nueva prueba. En esta hipótesis los efectos de
la cosa juzgada siguen los principios generales: solo alcanza a los litigantes
intervinientes.

La sentencia que se dicte en el nuevo proceso que tramite otro intere-


sado, a su vez, tendrá eficacia «erga omnes» o no, según se verifiquen en
este nuevo proceso las hipótesis señaladas en los literales A, By C prece-
dentes, según corresponda.

22 No resuelve la norma del Art. 220° en forma expresa qué sucede cuando la preten-
sión es acogida parcialmente.
En nuestra opinión, en caso de que la pretensión sea acogida en parte y desestimada en
parte, cabe regirse por los siguientes criterios:
a) Sobre la parte acogida regirá el efecto general.
b) Sobre la parte desestimada por falta de fundamento también regiría el efecto general.
e) Sobre la parte desestimada por falta o insuficiencia de prueba, no regirían los efectos
generales y otro legitimado podría replantear la cuestión en otro proceso.
23 Se requerirá en este caso, para que sea posible iniciar otro proceso, que se invoque
una diversa <<causa petendi»y así no quedar alcanzado el nuevo interesado por los efectos de
la cosa juzgada de la sentencia ya dictada. Al respecto, resulta preciso advertir que el
tribunal debe guardar especial cuidado al momento de identificar la nueva pretensión
deducida, indagando sus elementos en profundidad a efectos de determinar si la misma
conlleva un fundamento distinto de la cuestión ya resuelta y por ende el accionan te no se
halla alcanzado por la cosa juzgada de la sentencia dictada en el proceso anterior o si, por el
contrario, el nuevo litigante pretende <<disfrazan> como una nueva «causa petendi» aquello
que en realidad fue resuelto antes y sobre lo cual se extienden los efectos de la cosa juzgada
de la sentencia ya dictada.
314 Angel Landoni Sosa

Las soluciones del Art. 220° en cuanto al efecto de la cosa juzgada en


caso de rechazo de la pretensión en la sentencia (B y C) permiten conciliar
con un adecuado equilibrio los intereses en juego, evitando los riesgos de
soluciones extremas. En efecto, si se limitara el alcance de la cosa juzgada
al legitimado que dedujo la pretensión, existe el riesgo de que el litigio se
reitere con manifiesto detrimento para la economía procesal y sensibles
perjuicios para la actividad de la persona física o jurídica de la que emana,
sujeta a que la perturbación pueda ser reiterada. En cambio, si, por otro
lado, se extendiera aquel ámbito, sin ninguna restricción, a todos los even-
tuales colegitimados, esto es, a los restantes interesados, se posibilitaría la
maniobra de que propuesta la acción mal fundamentada y mal instruido
el proceso por un interesado en colusión con los responsables del acto, se
podría alcanzar el objetivo ilícito de que mediante el rechazo de lo
peticionado quedase a salvo el legitimado pasivo.

7.2. ¿Cómo incide en otro interesado el alcance general de la sen-


tencia?

La cuestión que, a nuestro juicio, ofrece las mayores dificultades es


determinar cómo incide la extensión de los efectos de la cosa juzgada de la
sentencia, cuando en las distintas situaciones que pueden plantearse otros
interesados quieren hacer valer tales efectos.
Para la solución de los casos concretos a la luz de la norma comentada,
es menester considerar cada situación, desde el punto de vista del objeto
del proceso y de los sujetos que participaron en el mismo. El contenido
de la decisión variará, por supuesto, según el objetivo que se persigue y la
pretensión que se deduzca.
La protección de estos intereses debe ser, además, fundamentalmente
preventiva; la rapidez y eficacia con que se debe actuar harán necesario
muchas veces adoptar medidas cautelares innovativas o provisorias y
anticipativas de la decisión final.
Con carácter general, debemos señalar que los efectos de la sentencia
obtenida por un interesado no se aplican siempre en forma «automáti-
ca» a los demás interesados que no litigaron y, por ende, muchas veces
se requerirá la tramitación de otro proceso, aunque con objeto más li-
mitado.
Veamos los distintos supuestos:
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 315

A) Se acciona buscando la protección de los intereses difusos (o colecti-


vos), para la prevención de un daño grave e inminente, y/o la cesación
de perjuicios actuales susceptibles de prolongarse.
Así, por ejemplo, se intenta paralizar los procesos de emanación o de-
secho de elementos contaminantes del medio ambiente o cualesquiera
otras consecuencias que vulneren el equilibrio ecológico o que lesionen,
perturben o amenacen valores estéticos, históricos, artísticos, urbanísti-
cos, arquitectónicos, arqueológicos o paisajísticos; o neutralizar la circula-
ción comercial de productos defectuosamente elaborados, o disponer su
exclusión del mercado de consumo cuando, por no reunir los recaudos
necesarios de calidad y seguridad, comprometieren la indemnidad perso-
nal o patrimonial de los consumidores, etc.
Este caso no plantea demasiadas complejidades en cuanto a los efectos
sobre terceros de la cosa juzgada, porque el fallo que satisface a un legiti-
mado suele satisfacer automáticamente a los demás. En otras palabras, si
la sentencia dictada en el proceso iniciado por un legitimado en defensa
de los intereses difusos obtiene la prevención de un daño (porque, por
ejemplo, evita que se viertan elementos contaminantes a un cauce de agua)
o el cese de los perjuicios (porque, se detiene el proceso contaminante que
venía realizando una fábrica), de por sí ese resultado generalmente dará
satisfacción a los demás interesados no litigantes, sin necesidad de nuevo
proceso.
De todos modos, si por las características de la condena, otro interesa-
do requiriera o deseara además expresa constancia de que se encuentra
alcanzado por el fallo, podría tramitar otro proceso (de regla: ordinario)
para obtener una sentencia declarativa Art. 11°.3 del CGP 24 de que se
encuentra alcanzado por la cosa juzgada de aquella sentencia. Pero, reitera-
mos, por las propias características de la condena (a hacer o dejar de hacer
algo), el efecto a los terceros se extiende de hecho, por lo cual no será
necesario el nuevo proceso.
Si el fallo desestimara la demanda por carecer de fundamentos, obvia-
mente la eficacia de la sentencia será también general abarcando a los de-
más interesados.

24 Dispone que <<el interés del demandante puede consistir en la simple declaración de
la existencia o inexistencia de un derecho --en este caso el derecho que surge de la sentencia
dictada en otro proceso y que lo alcanza- aun cuando este no hubiera sido violado o
desconocido, o de una relación jurídica[... ]>>.
316 Angel Landoni Sosa

En cambio, si el motivo de la desestimación fuera la ausencia o insufi-


ciencia de pruebas, los otros legitimados no se verán alcanzados por la
sentencia y podrán volver a plantear la cuestión en otro proceso.

B) Se acciona para obtener la reparación de los daños colectivos o difusos.


Aquí, cabe distinguir dos situaciones:
a) La reparación en especie esto es la reposición de las cosas al estado
anterior al menoscabo.
La reposición de las cosas al estado anterior tendrá lugar siempre que
sea posible reparar en especie el menoscabo a los intereses colectivos o
difusos (sin perjuicio del resarcimiento pecuniario de los daños globales o
individuales subsistentes). Así, por ejemplo, la adopción de las medidas
idóneas para recomponer el equilibrio de los valores ecológicos u otros
bienes comunes a la colectividad perjudicada o la rectificación de la publi-
cidad engañosa por los mismos medios y modalidades empleados en el
mensaje irregular, o la corrección de sus términos para una adecuada in-
formación a los consumidores.
En este caso, respecto de la incidencia de la extensión a terceros de los
efectos de la sentencia, pueden realizarse las mismas consideraciones que
las expuestas para el caso de la acción de protección mencionada antes.
Básicamente, si la sentencia dictada en el proceso iniciado por un legiti-
mado en defensa de los intereses difusos obtiene la reparación en especie
total o parcial de un daño (porque por ejemplo se obtiene que la empresa
contaminante de un río realice el proceso de descontaminación), de por sí
ese resultado generalmente dará satisfacción a los demás interesados no
litigantes, sin necesidad de nuevo proceso. 25
b) La reparación pecuniaria, o sea el resarcimiento en dinero del daño
globalmente producido a la colectividad interesada.
Esta categoría de reparación es discutida en derecho comparado y no

25 Ello sin perjuicio de que, si por las características de la condena, otro interesado
requiriera o deseara además expresa constancia de que se encuentra alcanzado por el fallo,
podría tramitar un proceso (de regla: ordinario) para obtener una sentencia declarativa
(Art. 11°.3 del CGP) de que se encuentra alcanzado por la cosa juzgada de esa otra
sentencia.
Obvio es ya decir que si el fallo desestimara la demanda por carecer de fundamentos, la
eficacia de la sentencia será también general abarcando a los demás interesados.
Si, en cambio, el motivo de la desestimación fuera la ausencia o insuficiencia de pruebas,
otro legitimado podrá volver a plantear la cuestión en otro proceso.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 317

existen antecedentes sobre la misma en nuestro país, ni estudios de la


doctrina al respecto.
En caso de admitirse, sosteniendo que puede existir un daño global a
los interesados «difusos» o «colectivos» que puede ser económicamente
resarcido y que deberá fijar prudencialmente el juez, cabe cuestionarse
cómo incide la extensión de los efectos de la cosa juzgada.
De admitirse la reparación en dinero del daño global o difuso, la inci-
dencia de los efectos a otros interesados, seguiría también las reglas que
venimos de exponer en casos anteriores. Esto es: si la sentencia dictada en
el proceso iniciado por un legitimado en defensa de los intereses difusos
obtiene la reparación en dinero del daño global provocado a la sociedad o
a una comunidad (por ejemplo, se afectó el patrimonio histórico -ima-
ginemos la destrucción de piezas de museo fundamentales en la historia
de un país-), de por sí ese resultado generalmente dará satisfacción a los
demás interesados no litigantes (al menos en lo que refiere al perjuicio
global), sin necesidad de nuevo proceso.
Como lo hemos indicado antes, el problema fundamental en nuestro
sistema jurídico, en caso de que se admitiera la reparación del daño glo-
bal, es determinar cuál será el destino de la indemnización, lo cual puede
llegar a incidir en la admisión o no de la legitimación de determinados
sujetos para reclamar la indemnización pecuniaria del daño global.
Aquí también es claro que si el fallo desestimara la demanda por care-
cer de fundamentos la eficacia de la sentencia será también general, abar-
cando a los demás interesados, y si el motivo de la desestimación fuera la
ausencia o insuficiencia de pruebas, otro legitimado podrá volver a plan-
tear la cuestión en otro proceso. 26

26 El reclamo de una indemnización por el daño global (para aquellos que lo admiten)
no excluye el ejercicio individual de la acción indemnizatoria por quienes particularmente
hubieren sufrido un efectivo perjuicio en sus derechos.
Puede darse simultáneamente una ofensa al bien colectivamente considerado (derecho al
ambiente, a la salud colectiva, a la información correcta) y lesión a los diversos bienes de que
son personalmente titulares los componentes del grupo. Entre el interés difuso, considera-
do global y el estrictamente individual hay siempre una interrelación permanente, en el
sentido de que los individuos particulares que en una situación determinada aparecen
vinculados a un interés difuso, son al mismo tiempo titulares de un derecho individual del
mismo carácter.
Por ende, los sujetos singularmente damnificados podrían acumular sus pretensiones a la
acción colectiva o reclamarla por separado.
318 Angel Landoni Sosa

C. Se reclama la reparación de los daños individuales.


Los sujetos que han sufrido un perjuicio individual en sus propios
derechos, conservan la facultad de ejercer el reclamo particular, pudiendo,
asimismo, optar por la acumulación de su pretensión (la indemnización
personal) a la acción promovida para la protección o el resarcimiento del
daño colectivo o difuso.
Si hubieran obtenido la reparación acumulando la pretensión indivi-
dual con la difusa, es claro que una misma sentencia resolverá todas las
cuestiones y, obviamente, tendrá contenidos que se extenderán a otros
legitimados -los que resuelven sobre las pretensiones de intereses difu-
sos- y otros que solo comprenderán al beneficiario individual, respecto
de quien la sentencia obliga le sean reparados los perjuicios personales
sufridos.
El problema es más complejo cuando el daño individual se reclama en
un proceso independiente.
En este caso, cabe pues analizar cuál es la incidencia del Art. 220° del
CGP.
Para ello, pueden considerarse las siguientes situaciones:
l. Que se pretenda la reparación del daño individual y no haya una
sentencia anterior ni sobre intereses difusos o colectivos ni sobre intereses
individuales por el mismo acto dañoso.
En este caso, deberá tramitarse un proceso deduciendo la pretensión
individual y ninguna incidencia tendrá el Art. 220° porque no existe sen-
tencia anterior que pueda proyectar sus efectos sobre el proceso que se
tramita.
Il. Que se pretenda la reparación del daño individual y hubiese una
sentencia anterior donde se haya resuelto el reclamo formulado por otro
interesado que, si bien refiere solo a la reparación de los daños individua-
les sufridos por él, tiene repercusión comunitaria y, por ende, se vincula
con los intereses difusos o colectivos.
Esta interesante cuestión se planteó en la sentencia dictada por el Juz-
gado Letrado Civil de 8° Turno, 27 por la cual se resolvió el caso de una
acción de responsabilidad extracontractual movilizada por los padres de
dos menores, actuando por sí y representando a éstos, en base a la conta-
minación por plomo detectada en ambos niños, que atribuyen a las acti-

27 Sentencia N° 1 del8/2/95 del Juzgado letrado de primera instancia en lo civil de 8°


Turno, dictada por la doctora Ana Lorenzo, en: RUDP 3/95, pp. 321-329.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 319

vidades de una fábrica de baterías demandada, en cuya proximidad habi-


tan. Allí, si bien se trata de un reclamo por un daño directo sufrido por
los accionantes, la sentencian te aclara que la actividad industrial derivada
del procesamiento de plomo en tanto haya podido originar efluentes o
residuos susceptibles de tal perjuicio, involucra un daño al medio am-
biente, de repercusión social y comunitaria indiscutible. Se agrega que
aunque el reclamo se promueve a título individual, la repercusión comu-
nitaria del daño admite la representación a todo el grupo, dada la acentua-
ción de lo social, en el ámbito aquiliano, incorporando las nociones de
responsabilidad grupal y de daño colectivo no receptables en los concep-
tos tradicionales pero requeridos por la sociedad moderna.
Cabe cuestionarse cuál es la incidencia que tiene, en el nuevo proceso
en el cual se reclama la reparación patrimonial individual, el hecho de que
en una anterior sentencia, otro legitimado haya formulado un reclamo
individual por el mismo acto dañoso, vinculado, por ejemplo con el medio
ambiente, o el patrimonio histórico o cultural.
Creemos que pueden postularse distintas soluciones:
a) Sostener que la sentencia dictada en el proceso anterior ninguna
incidencia directa tendrá en el nuevo proceso porque en aquel se resolvió
una reclamación individual. Ello sin perjuicio de que es frecuente que
cuando el reclamo de los perjuicios individuales se vincula con cuestiones
que, a su vez, está interesada la comunidad (medio ambiente, consumo,
patrimonio histórico o cultural, etc.) la sentencia que acoja la pretensión
individual realice consideraciones que pueden ser de utilidad para quien
desee iniciar un nuevo proceso reclamando la reparación de los perjuicios
individuales o colectivos. En esa hipótesis, podrá mencionarse la senten-
cia como antecedente -sin que ello implique extender sus efectos a otro
proceso- y eventualmente solicitarse el traslado de la prueba {con las
consecuencias del Art. 145° del CGP) al nuevo proceso.
b) Sostener que, en todo caso, puede llegar a extenderse el efecto de la
cosa juzgada del primer proceso sobre algún aspecto del nuevo proceso.
Así, por ejemplo, si en el primer proceso se reclamare solamente la repara-
ción del daño individual causado a una persona por la acción contami-
nante de una empresa y se condenare a la empresa por ser contaminante,
la cosa juzgada de ese hecho -que la empresa es contaminante- podría
extenderse al nuevo proceso en el que otro interesado reclama la repara-
ción de los perjuicios sufridos individualmente. Obviamente, en el nuevo
proceso, deberá fundarse y acreditarse la legitimación, el daño y su cuan-
320 Angel Landoni Sosa

tía. Si, en cambio, la sentencia del primer proceso fuere desfavorable al


actor, deberán realizarse las mismas consideraciones mencionadas en el
siguiente punto 111. al analizar otra de las hipótesis.
e) Sostener que la solución dependerá de si en el primer proceso, aun
cuando se reclamare solo una indemnización por el daño individual, se
hubiera o no invocado también el interés difuso o colectivo. En otras
palabras, los efectos de la cosa juzgada de algunos aspectos del primer
proceso se extenderían al segundo cuando en aquel, el accionan te invocó
para fundar su reclamo individual la existencia concomitante de un inte-
rés difuso o colectivo. Por el contrario, ningún efecto de la cosa juzgada
del primer proceso se extenderían al segundo, si en este, el accionante no
invoca interés difuso alguno y se basa exclusivamente en su interés indivi-
dual. El fundamento para postular este criterio podría ubicarse en el Art.
11.3° del CGP que exige que para proponer útilmente una pretensión, es
necesario invocar el interés de que se trate y ello, eventualmente, podría
ser integrante de la causa respecto de la cual tiene que existir identidad
para que se configure cosa juzgada.
111. Que se pretenda la reparación del daño individual y haya una sen-
tencia anterior sobre intereses difusos o colectivos por el mismo acto da-
ñoso.
En este caso si bien, como habremos de verlo, la sentencia anterior
desplegará sus efectos sobre el reclamante, es indispensable tramitar un
nuevo proceso cuyo objeto probablemente sea más reducido en virtud,
precisamente, de la extensión de los efectos.
Imaginemos que primero un interesado invocando intereses difusos
tramita con éxito un proceso ordinario reclamando el cese de la acción
contaminante de una empresa y, a su vez, la reparación de los perjuicios
colectivos y/o individuales sufridos por dicha acción.
Luego, otro interesado, desea reclamar contra la misma empresa la
reparación de los perjuicios individualmente sufridos por la misma ac-
ción contaminante. Para ello, deberá necesariamente tramitar un nuevo
proceso.
Se discute cuál es la estructura que tendrá este segundo proceso, exis-
tiendo dos posiciones: una que opina que procede la vía ordinaria28 y otra

28 En esta posición se han pronunciado E. V éscovi y colaboradores, Código [... ], op.


cit., t. 6. comentarios al Art. 220° y S. Pereira Campos, Intereses difusos y efectos[ ... ],
op.cit., p. 340 y ss. e Intereses difusos y colectivos [... ], op. cit. Fundan su opinión estos
autores en que en el nuevo proceso no solo deberá debatirse y probarse la entidad y monto
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 321

que postula la vía incidental de liquidación de los daños. 29


El objeto de este segundo proceso será más limitado porque el hecho de
que la empresa demandada fue contaminante será cosa juzgada que del otro
proceso se extiende a este, debiendo limitarse el reclamante en este proceso
a probar que queda alcanzado en la legitimación que amerite la reparación y,
obviamente que fue alcanzado por el daño y el monto del mismo.
En otras palabras, en el juicio posterior el interesado no interviniente
en el proceso anterior, podrá hacer valer en su beneficio, la cosa juzgada
del juicio anterior, en todo lo que no sea específico; por ejemplo, el de-
mandado no podrá discutir el carácter masivo de la polución declarado en
el juicio anterior; el nuevo actor deberá demostrar su pertenencia al grupo
y la medida de su perjuicio.
Puede suceder también que en el primer proceso tramitado por un
legitimado en defensa de intereses difusos, la sentencia haya sido
desestimatoria. En este caso, si otro legitimado reclamara en un nuevo
proceso los daños personales sufridos (por ejemplo por la acción conta-
minante de una empresa), los efectos de la sentencia desestimatoria del
proceso anterior se extenderán al nuevo o no dependiendo del motivo de
la desestimación:
a) Si el rechazo se debió a la ausencia o insuficiencia de prueba, ningu-
na incidencia tendrá ello en el nuevo proceso.
b) Si el rechazo se debió a la falta de fundamentos de la demanda,
creemos que debe analizarse con cautela en qué aspectos la sentencia dicta-
da en el proceso anterior considera que la pretensión es infundada.
Así, por ejemplo, si la sentencia declaró infundado que pueda verifi-
carse un acto dañoso (la contaminación) por tal o cual actividad de la
empresa demandada, tal circunstancia proyectará sus efectos sobre el nue-

de los daños, como sucede en el proceso incidental de liquidación de daños, sino también
si el reclamante en este proceso queda alcanzado en la legitimación que amerite la repara-
ción y, obviamente, que fuera alcanzado por el daño.
29 A. Landoni, La tutela de los derechos del consumidor[... ], p. 307, donde señala-
mos: «En el sistema actualmente vigente del CGP si la sentencia fuese favorable a los
consumidores, no se plantearán mayores problemas. En efecto, el fallo determinará que en
la especie existió responsabilidad y condenará en forma genérica al proveedor a indemnizar
los perjuicios que se hubieren causado, los que se determinarán y probarán en la vía
incidental correspondiente (CGP arts. 378°.3 y 321 °)>>.
<<Quiere decir que la sentencia tendrá efecto general, pero cada consumidor deberá alegar y
probar en vía incidental los perjuicios que efectivamente ha sufrido>>.
322 Angel Landoni Sosa

vo proceso en que se reclama el daño individual eventualmente causado


por dicha actividad. Por ende, la sentencia del nuevo proceso desestimará
también la demanda alegando cosa juzgada de un proceso anterior cuyos
efectos se extendieron al nuevo.
Si, en cambio, la sentencia del primer proceso admite que existió una
acción contaminante de la empresa pero desestima la pretensión porque
carece de fundamento que el legitimado pueda haber sufrido un perjuicio
derivado de tal actividad (falta de legitimación sustantiva porque, por
ejemplo, quien vive a determinada distancia de la empresa no puede sufrir
los perjuicios de la acción contaminante en cuestión), ello no inhibirá que
otro legitimado (que vive más cerca de la zona afectada) en un nuevo
proceso, reclame con éxito los daños y perjuicios derivados de la misma
acción contaminante. Contará además con la ventaja de que será cosa
juzgada que existió una acción contaminante.
Para que este complejo sistema de extensión de efectos que venimos
de describir pueda tener adecuado funcionamiento, es esencial que en la
sentencia dictada sobre intereses difusos el juez establezca claramente cuál
es el grupo, comunidad, zona o sector alcanzado por la decisión que,
eventualmente, podrá invocar en otro proceso el amparo de la sentencia
dictada anteriormente.
Debe tenerse en cuenta que las soluciones actuales del CGP funda-
mentalmente en lo que tiene que ver con la cosa juzgada no evitará en
algunos casos los riesgos de actuaciones colusivas entre organizaciones su-
puestamente representativas de los intereses difusos y/o colectivos y de-
mandados (Ej: proveedores inescrupulosos). En muchos casos puede re-
sultar complejo para nuestros jueces apreciar si la asociación en cuestión,
que supuestamente representa intereses difusos, tiene efectivamente la
representatividad adecuada y si ella puede garantizar la correcta defensa
del interés comprometido.
La solución del Art. 220° del CGP otorgando a la sentencia eficacia
general-salvo si fuere absolutoria por ausencia de pruebas- puede de-
jar en algunos casos sin protección al particular interesado que con total
desconocimiento del proceso se verá afectado por él. 30

30 En la búsqueda de posibles soluciones para este problema y utilizando para ello los
textos vigentes, hemos indicado que la jurisprudencia podría sostener:
A) Que las expresiones del legislador acerca de que la sentencia tendrá eficacia general salvo
si fuere absolutoria por ausencia de pruebas comprende, en la exclusión, tanto aquellas
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 323

Finalmente cabe destacar que son aplicables, además, las consecuencias


más corrientes de derecho procesal: la acumulación de autos, la integra-
ción de la parte mediante citación de las no intervinientes, la acción
declarativa negativa genérica del posible contaminador o discriminador,
etc. 31

7.3. Conveniencia de realizar ajustes en las normas legales sobre


cosa juzgada en materia de intereses difusos y colectivos

La solución del CGP uruguayo con relación a los efectos de la cosa


juzgada en procesos promovidos en re-presentación de intereses difusos o
colectivos (Art. 220°) significó un gran avance. No obstante, la misma
podría ser perfeccionada siguiendo en general los lineamientos del Códi-
go de defensa del consumidor brasileño, con los ajustes necesariosY
Nótese que nuestro legislador no ha distinguido, como con acierto lo
hizo el brasileño, entre intereses o derechos difusos, intereses o derechos
colectivos e intereses o derechos individuales homogéneos. Ello permiti-
ría establecer, además, la posibilidad de distintos grados de eficacia para
las sentencias dictadas en dichos procesos.
Quizá la escasa jurisprudencia nacional sobre el tema no haya puesto
aún de relieve los problemas prácticos que pueden plantearse con una
regulación tan genérica de la cuestión como la que tiene Uruguay.

hipótesis en que no existió ninguna prueba, como aquellas otras, en las que la prueba
aponada no fue lo suficientemente convincente como para obtener una sentencia favora-
ble. Si tal tesis prosperase, indudablemente los paniculares interesados, pese a que la acción
colectiva hubiese sido desestimada, podrían deducir sus acciones en forma independiente,
sin que frente a ellas se les pudiese oponer válidamente la excepción de cosa juzgada.
B) U na segunda solución, podría basarse en que la norma del Art. 220° no alcanzaría a los
terceros que no han tenido conocimiento judicial del pleito, fundándose para ello en que
no se han respetado en su caso las garantías del contradictorio, tomando además en cuenta
las previsiones de los arts. 218°.3 y 14° del CGP. A este esbozo de solución se le podría, a
su vez, oponer la crítica de que si esos supuestos terceros estuvieron adecuadamente repre-
sentados, no serían propiamente terceros y por ende estarían alcanzados por la eficacia
subjetiva de la cosa juzgada, ya que no podrían válidamente alegar que no se les otorgaron
las garantías del contradictorio y de que no tuvieron conocimiento del proceso (A. Landoni,
<<La tutela de los derechos del consumidor[ ... ]», pp. 307- 309).
31 Cf. D. Barrios deAngelis, «Introducción[... ]>>, pp. 123-126.
32 Cf. A. Landoni, La tutela de los derechos del consumidor[... ], p. 302 y ss.
324 Angel Landoni Sosa

VIII. La relatividad de la cosa juzgada. Su revisión

8.1. Las líneas de la doctrina

Los autores clásicos, entre otros: Chiovenda, Carnelutti, Calamandrei,


Couture, Goldschmidt, Schonke y Rosenberg, así como la generación
que nos precedió: Gelsi Bidart, Devis Echan día, V éscovi, sostuvieron la
posibilidad de revisión de la cosa juzgada en aquellos casos de excepción
donde se dieran situaciones de dolo, fraude, colusión o indefensión de las
partes o de los terceros involucrados.
La doctrina más reciente también se ha inclinado en la misma línea, y
en tal sentido parece oportuno citar los trabajos de Hitters, Revisión de
la cosa juzgada, Librería Editora Platense, La Plata, 1977, otro estudio
posterior del mismo autor, titulado «Revisión de la cosa juzgada. Su esta-
do actual», publicado en: RUDP 1/1999, pp. 9-20; Roberto Berizonce,
«Cosa juzgada fraudulenta y acción de nulidad», en: JUS, Revista Jurídica
de la Provincia de Buenos Aires, Librería Editora Platense SRL, V.10, p.
78; V éscovi y colaboradores, en: Código general del proceso uruguayo
anotado, Cándido Dinamarco en sus diversas publicaciones y más recien-
temente en su estudio «Relativizar a coisa julgada material», presentado
en el Congreso Brasileño de Derecho Procesal que tuvo lugar en la
ciudad de Fortaleza en agosto del200 1, y el del profesor uruguayo doctor
Santiago Pereira Campos, «El recurso de revisión y la acción revocatoria
en el Código General del Proceso», publicado en la RUDP 3/1990, p.
456 y SS.
También hemos acompañado la referida corriente de pensamiento en
nuestro trabajo sobre «El recurso de revisión» en: Curso sobre el Código
General del Proceso, Tomo 11, 1989, editado por Fundación de Cultura
Universitaria.

8.2. El Derecho iberoamericano

Dada la necesaria brevedad que este estudio debe tener, solo procedere-
mos a reseñar las disposiciones legales vinculadas al tema de España, Bra-
sil, Colombia, Argentina y las soluciones del proyecto de código modelo
y del código general del proceso de Uruguay.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 325

A) España:

La nueva Ley de Enjuiciamiento Civill/2000, del? de enero del2000,


prevé dos vías de impugnación de las sentencias firmes: la acción rescisoria
planteada por el demandado rebelde y la acción de revisión.
La acción rescisoria planteada por el demandado rebelde.
- Causales.
El Art. 501 o de la nueva LEC establece que:

«Los demandados que hayan permanecido constantemente en rebel-


día podrán pretender del tribunal que la hubiere dictado, la resci-
sión de la sentencia firme en los casos siguientes:
1°) De fuerza mayor ininterrumpida que impidió al rebelde compa-
recer en todo momento, aunque haya tenido conocimiento del plei-
to por haber sido citado o emplazado en forma.
2°) De desconocimiento de la demanda y del pleito, cuando la cita-
ción o emplazamiento se hubieren practicado por cédula a tenor del
Art. 161°, pero ésta no hubiese llegado a poder del demandado re-
belde por causa que no le sea imputable.
3°) De desconocimiento de la demanda y del pleito cuando el de-
mandado rebelde haya sido citado o emplazado por edictos y haya
estado ausente del lugar en que se haya seguido el proceso y de cual-
quier otro lugar del Estado o de la Comunidad Autónoma, en cuyos
Boletines Oficiales se hubiesen publicado aquellos>>.

- Caducidad.
La ley prevé diversos plazos de caducidad de la acción de rescisión
{Art.502°), a saber:
1°) de veinte días a partir de la notificación de la sentencia firme, si
dicha notificación se hubiere practicado personalmente;
2°) de cuatro meses, a partir de la publicación del edicto de notifica-
ción de la sentencia firme, si ésta no se notificó personalmente.
Estos plazos podrán prolongarse si subsistiera la fuerza mayor que hu-
biera impedido al rebelde la comparecencia, pero sin que en ningún caso
quepa ejercitar la acción de rescisión una vez transcurridos dieciséis meses
desde la notificación de la sentencia.
326 Angel Landoni Sosa

- Disposiciones varias.
Se prevé la eventual suspensión de la ejecución dando garantías sufi-
cientes para responder por los daños y perjuicios (arts. 504° y 566°), la
sustanciación del procedimiento (Art. 507°) y se dispone que la inactivi-
dad de quien pretende la rescisión hará que se dicte sentencia en los mis-
mos términos que aquella cuya rescisión se pretendía (Art. 508°). 33
- La acción de revisión de sentencias firmes.
- Motivos de la revisión
El Art. 510° de la LEC establece como causales las siguientes:
1°) Si después de pronunciada, se recobraren y obtuvieren documen-
tos decisivos, de los que no se hubiera podido disponer por fuerza mayor
o por obra de la parte en cuyo favor se hubiere dictado.
2°) Si hubiere recaído en virtud de documentos que al tiempo de dictarse
ignoraba una de las partes haber sido declarados falsos en un proceso pe-
nal, o cuya falsedad se declarare después penalmente.
3°) Si hubiere recaído en virtud de prueba testifical o pericial, y los
testigos o los peritos hubieren sido condenados por falso testimonio dado
en las declaraciones que sirvieron de fundamento a la sentencia.
4°) Si se hubiere ganado injustamente en virtud de cohecho, violencia
o maquinación fraudulenta.
- Legitimación activa:
El Art. 511 o la limita a«[ ... ] quien hubiere sido parte perjudicada por
la sentencia firme impugnada».
En tal sentido creo que es más adecuada la solución del Art. 284° del
C.G.P. uruguayo (C. Modelo 254) que extiende dicha legitimación a los
sucesores o causahabientes, a los terceros en determinadas hipótesis y al
Ministerio Público cuando los hechos invocados afectaren la causa pública.
- Plazo de interposición.
De acuerdo con el Art. 512°, en ningún caso podrá solicitarse la revi-
sión después de transcurridos cinco años desde la fecha de la publicación
de la sentencia que se pretende impugnar. Se rechazará toda solicitud de
revisión que se presente pasado este plazo.
Dentro del plazo señalado en el apartado anterior, se podrá solicitar la
revisión siempre que no hayan transcurridos tres meses desde el día en que

33 Considero que existe error en la redacción de la norma pues refiere<<[ ... ] se dictará
nueva sentencia en los mismos términos que la rescindida>>, cuando -en nuestra opi-
nión- dicha sentencia aún no estaba rescindida.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 327

se descubrieren los documentos decisivos, el cohecho, la violencia o el


fraude, o en que se hubiere reconocido o declarado la falsedad.
- Depósito previo.
La ley exige un depósito previo de 50.000 pesetas para poder interpo-
ner la demanda de revisión (Art. 513°), suma que será devuelta si el tribu-
nal estimare la demanda de revisión.
- Trámite:
La LEC lo regula en el Art. 514° estableciéndose que el Ministerio
fiscal deberá informar sobre la revisión antes de que se dicte sentencia y si
se plantearen cuestiones prejudiciales penales durante la tramitación de la
revisión no operará el plazo absoluto de caducidad de cinco años previsto
en el apartado 1° del Art. 512°
- Decisión (Art. 516°)
Si el tribunal estimare procedente la revisión solicitada, lo declarará así
y rescindirá la sentencia impugnada.
A continuación, mandará expedir certificación del fallo y devolverá los
autos al tribunal del que procedan para que las partes usen de su derecho,
según les convenga en el juicio correspondiente.
En este juicio, habrán de tomarse como base y no podrán discutirse las
declaraciones hechas en la sentencia de revisión.
Si el tribunal desestimare la revisión solicitada, se condenará en costas
al demandante y perderá el depósito que hubiere realizado.
Contra la sentencia que dicte el tribunal de revisión no habrá recurso
alguno.

B) Brasil:

- Introducción:
El Código del Proceso Civil brasileño en el Capítulo IV del Título IX
regula «la acción rescisoria».
- Causales de la acción rescisoria.
Establece en el Art. 485°:

«La sentencia de mérito con autoridad de cosa juzgada, puede ser


rescindida cuando:
1) se verificase que fue dada con prevaricación, concusión o corrup-
ción del juez;
11) que fue proferida por juez impedido o absolutamente incompetente;
328 Angel Landoni Sosa

111) resultare del dolo de la parte vencedora en detrimento de la parte


vencida, o de colusión entre las partes, con el fin de defraudar la ley;
IV) ofensa a la cosa juzgada;
V) viole una disposición literal de la ley;
VI) se funde en prueba, cuya falsedad haya sido constatada en proce-
so criminal o sea probada en la propia acción rescisoria;
VII) si después de la sentencia, el actor obtuviere un documento
nuevo, cuya existencia ignoraba, o del cual no pudo hacer uso, que
por sí solo era capaz de asegurarle un pronunciamiento favorable;
VIII) si hubiere fundamento para invalidar la confesión, el desisti-
miento o la transacción, en que se basó la sentencia;
IX) si está fundada en error de hecho, resultante de los actos o de los
documentos de la causa.
1- Existe error, cuando la sentencia admitiese un hecho inexistente,
o cuando considerase inexistente un hecho efectivamente ocurrido.
2- Es indispensable, en un caso como en el otro, que no haya habido
controversia, ni pronunciamiento judicial sobre el hecho».

Legitimación:
Conforme al Art. 487° del Código del Proceso Civil están legitima-
dos para proponer la acción:
A) quien fuera parte en el proceso o su sucesor a título universal o
singular;
B) el tercero jurídicamente interesado;
C) el Ministerio Público en las siguientes circunstancias:
si no fue oído en el proceso cuando era obligatoria su intervención;
cuando la sentencia es el efecto de la colusión de las partes en fraude
a la ley.
Caución:
Quien deduce la pretensión rescisoria debe depositar el 5% del valor
de la causa, a título de multa para el caso de que la acción sea, por unani-
midad de votos declarada inadmisible o improcedente (Art. 488° II).
No suspensión de la ejecución.
El Art. 489° expresamente establece que la acción rescisoria no suspen-
de la ejecución de la sentencia.
Caducidad.
El derecho a proponer la acción rescisoria-conforme al Art. 495°-
se extingue a los dos años desde que la sentencia adquirió la autoridad de
la cosa juzgada.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 329

Cándido Dinamarca, 34 comentando el derecho brasileño y citando a


Pontes de Miranda, indicaba que se ha llevado demasiado lejos la noción
de cosa juzgada y considera que es necesario relativizarla tomando en cuenta
los siguientes elementos:
1) el principio de razonabilidad y de proporcionalidad como
condicionantes de la inmunización de las decisiones que han adquirido la
autoridad de la cosa juzgada material;
II) la moralidad administrativa como valor constitucionalmente pro-
clamado y cuya efectivización obsta a esa autoridad en relación a fallos
absurdamente lesivos al Estado;
III) el imperativo constitucional del justo valor de la indemnización
en las expropiaciones inmobiliarias, el cual es transgredido tanto si el ente
público es llamado a pagar demás, como cuando es autorizado a pagar
menos que lo correcto;
IV) el celo ciudadano por los derechos del hombre, también existente
en la Constitución brasileña, como impedimento a tolerar en forma pe-
renne decisiones inaceptables en detrimento de los particulares;
V) el fraude y el error grosero como factores que contaminando el
resultado del proceso autorizan la revisión de la cosa juzgada;
VI) la garantía constitucional del medio ambiente ecológicamente equi-
librado, que no debe quedar fuera de la consideración en la sentencia pa-
sada en autoridad de cosa juzgada;
VII) la garantía constitucional del acceso a un orden jurídico justo,
que repele la eternización de fallos que en forma aberrante discrepan con
los dictados de la justicia y la equidad;
VIII) el carácter excepcional de la disposición a flexibilizar la autoridad
de la cosa juzgada, sin la cual el sistema procesal perdería utilidad y
confiabilidad, en razón de la inseguridad que ello generaría.
En cuanto a los remedios procesales a utilizar, señala Dinamarco 35 que
la casuística demuestra que los tribunales brasileños no han sido particu-
larmente exigentes en cuanto a la elección de la vía procesal adecuada para
el apartamiento de la cosa juzgada en los casos en examen.
Así, en caso de sentencia proferida sin la citación regular del reo, el
Supremo tribunal federal admitió que ese vicio puede ser examinado en

34 Cándido Rangel Dinamarco, <<Relativizar a coisa julgada material», ponencia pre-


sentada al Congreso Brasileño de Derecho Procesal, en agosto de 2001, op, cit., realizado
en Fortaleza (Brasil), p. 8.
35 Cándido Dinamarco, <<Relativizar[ ... ]», opcit., p. 15.
330 Angel Landoni Sosa

la acción rescisoria, mediante oposición a la ejecución si se tratase de sen-


tencia condenatoria o aún a través de una «acción declaratoria de nulidad
absoluta e insanable de la sentencia».
Para la hipótesis de desobediencia a las reglas específicas dellitisconsorcio
necesario -unitario, el autor que estamos citando viene sustentando una
amplia apertura de las vías procesales, correspondiendo al interesado op-
tar por la que más le convenga: sea la acción rescisoria, el mandado de
segurans:a o la acción declarativa de ineficacia.
La acción autónoma a la que alude el Supremo tribunal federal es la
sugerida por Calamandrei para quien:

«[ ... ] el único medio adecuado contra la sentencia nula será la acción


declarativa negativa de certeza, mediante la cual, sin aportar modifi-
cación alguna al mundo jurídico, se declara el carácter negativo que
el contenido de la sentencia trajo consigo desde el momento de su
concepción>>.

En lo referente a la acción rescisoria, Dinamarca considera que debe


ser redimensionada en cuanto a los límites de su admisibilidad.
Expresa que es tradicionalmente indicada como un remedio rigurosa-
mente extraordinario de ir contra la cosa juzgada material, reputada ésta
como un valor a ser preservado a toda costa y sujeta a cuestionamientos
solo en casos verdaderamente extraordinarios.
Las hipótesis de su admisibilidad establecidas en el Art. 485° son
«numerus clausuS>> y los tribunales brasileños siempre se esmeran en res-
tringir la interpretación de dichas causales.

Dinamarca señala que «[ ... ] es imperioso abrir los espíritus para la


interpretación de los incisos del Art. 485° del Código del Proceso
Civil, de modo de permitir el análisis de las sentencias bajo el prisma
de la constitucionalidad de las decisiones- o sea, se impone la rela-
tiva y prudente flexibilización de las hipótesis de admisibilidad de la
acción rescisoria, para que ella sirva de remedio contra las malas deci-
siones, flagrantemente inconstitucionales, o fundadas en prueba fal-
sa, en el fraude o en el dolo de una de las partes en detrimento de
otra, etc. [... ].«La línea propuesta no va en el sentido insensato de
minar imprudentemente la autoridad de la cosa juzgada o transgre-
dir sistemáticamente lo que a su respecto asegura la Constitución
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 331

Federal y dispone la ley. Se propone apenas un trato extraordinario


destinado a situaciones fuera de lo común, con el objetivo de apartar
fallos absurdos, injusticias flagrantes, fraudes o infracciones a la Cons-
titución, con la conciencia de que las providencias destinadas a ese
objetivo deben ser tan excepcionales cuanto es la ocurrencia de esos
graves inconvenientes. No me mueve la intención de proponer una
insensata inversión, para que la garantía de la cosa juzgada pasase a
operar en casos raros y su infracción se tornase en regla general».

C) Colombia

El Código de Procedimiento Civil36 dentro del Título XVI «Efectos y


ejecución de las providencias» regula en el Capítulo VI arts. 379° y ss. el
recurso de revisión.
Naturaleza del recurso de revisión.
Conforme al Art. 379° es un recurso extraordinario que procede con-
tra las sentencias ejecutadas por la Corte Suprema, los tribunales superio-
res, los jueces de circuito, municipales y de menores.
Causales.
De acuerdo al Art. 380°, son las siguientes:
l. Haberse encontrado después de pronunciada la sentencia documen-
tos que habrían variado la decisión contenida en ella, y que el recurrente
no pudo aportarlos al proceso por fuerza mayor o caso fortuito o por
obra de la parte contraria.
2. Haberse declarado falsos por la justicia penal documentos que fueren
decisivos para el pronunciamiento de la sentencia recurrida.
3. Haberse basado la sentencia en declaraciones de personas que fueron
condenadas por falso testimonio en razón de ellas.
4. Haberse dictado la sentencia con base en dictamen de peritos con-
denados penalmente por ilícitos cometidos en la producción de dicha
prueba.
5. Haberse dictado sentencia penal que declare que hubo violencia o
cohecho en el pronunciamiento de la sentencia recurrida.
6. Haber existido colusión u otra maniobra fraudulenta de las partes
en el proceso en que se dictó la sentencia, aunque no haya sido objeto de
investigación penal, siempre que haya causado perjuicios al recurrente.

36 Extraído de Internet en: http\ \www.leyesnet.com/ ver Códigos.


332 Angel Landoni Sosa

7. Estar el recurrente en alguno de los casos de indebida representación


o falta de notificación o emplazamiento contemplados en el Art. 140°,
siempre que no haya saneado la nulidad.
8. Existir nulidad originaria en la sentencia que puso fin al proceso y
que no era susceptible de recurso.
9. Ser la sentencia contraria a otra anterior que constituya cosa juzgada
entre las partes del proceso en que aquella fue dictada, siempre que el
recurrente no hubiera podido alegar la excepción en el segundo proceso
por habérsele designado curador ad litem y haber ignorado la existencia
de dicho proceso. Sin embargo, no habrá lugar a revisión cuando en el
segundo proceso se propuso la excepción de cosa juzgada y fue rechazada.
- Término para interponer el recurso.
En general (Art. 381 °) se podrá interponer dentro de los dos años
siguientes a la ejecutoria de la respectiva sentencia.
Cuando se alegue la causa prevista en el Art. 380° N° 7 -indebida
representación o falta de notificación o emplazamiento- los dos años
comenzarán a correr desde el día en que la parte perjudicada por la senten-
cia o su representante hayan tenido conocimiento de ella, con límite máxi-
mo de cinco años.
En los casos contemplados en los numerales 2 (documento falso), 3
(testigo falso), 4 (perito condenado penalmente) y 5 (violencia o cohecho
en la sentencia), deberá interponerse el recurso dentro del término de dos
años, pero si el proceso penal no hubiere terminado, se suspenderá la
sentencia de revisión hasta cuando se produzca la ejecutoria del fallo penal
y se presente la copia respectiva.
Esta suspensión no podrá exceder de dos años.
- Caución (Art. 383°).
Si se declara admisible el recurso se fija la caución que el recurrente
deberá constituir, para garantizar los perjuicios que pueda causar a quienes
fueron partes en el proceso en que se dictó la sentencia, las costas, las
multas y los frutos civiles y naturales que se estén debiendo.
- Sentencia.
Caben varias posibilidades:
* Si la Corte o Tribunal encuentra fundada alguna de las causales de los
numerales 1 a 6 o 9 del Art. 380°, invalidará la sentencia revisada y dictará
la que por derecho corresponde.
* Si halla fundada la del numeral 8 (nulidad originada en la propia
sentencia y que no era recurrible), declarará sin valor la sentencia y devol-
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 333

verá el proceso al tribunal o juzgado de origen para que la dicte de nuevo.


* Si encuentra fundada la del numeral 7 (indebida representación o
falta de notificación o emplazamiento), declarará la nulidad de lo actuado
en el proceso que dio lugar a la revisión.
En la sentencia que invalide la revisada se resolverá sobre las restitucio-
nes, cancelaciones, perjuicios, frutos, mejoras, deterioros y demás conse-
cuencias de dicha invalidación.
Si se declara infundado el recurso, se condenará en costas y perjuicios
al recurrente y para su pago se hará efectiva la caución prestada.

D) Argentina

El recurso de revisión, según expresa Hitters, 37 tuvo una efímera vi-


gencia en la Ley N° 27 del año 1862 que le daba cabida para los casos de
competencia originaria de la Corte Federal. A su vez la Ley No 50 de
1863lo mantuvo en condiciones similares, lo mismo que la Ley N°4055
y la Ley No 13.998.
El recurso de revisión desaparece sin explicación en el Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, pudiéndose inferir: o que el legislador ni
siquiera lo tuvo en cuenta, ya sea porque estimó que estos engranajes
habían quedado definitivamente abandonados en el derecho argentino; o
bien -que es lo más probable- no le pareció necesario hacer aclaración
alguna en la exposición de motivos habida cuenta de que la revisión se
había afianzado a través de la acción autónoma.
Recordemos que Argentina es un país federal y que algunas provincias
(Córdoba, La Rioja, Mendoza, San Juan, Corrientes, Chaco y Tierra del
Fuego) han consagrado el recurso de revisión, estableciendo causales
taxativas, que generalmente se ventilan ante el tribunal superior local y se
fijan plazos perentorios para su interposición que varían según los diver-
sos Códigos.
- La acción autónoma de revisión.
Señala Hitters, 38 que por los años cuarenta se presentaron los primeros
antecedentes jurisprudenciales donde se le dio vía libre a la acción autóno-
ma, criterio que se ha ido afirmando a través del tiempo.

37] uan C Hitters, Revisión de la cosa juzgada, Librería Editora Platense SRL, La Plata,
1977; del mismo autor, <<Revisión de la cosa juzgada. Su estado actual>>, en: RUDP 11
1999, pp. 9-20.
38 Juan C. Hitters, Revisión de la cosa juzgada. Su estado actual, op.cit., p. 16.
334 Angel Landoni Sosa

Sintetizando la doctrina legal fijada sobre este tema por la Corte Su-
prema de Justicia de la Nación Argentina, indicó que:

1) La cosa juzgada no es absoluta (Tibold, Campbell Dadvison y


Adán ti da).
2) La firmeza de la res judicata debe estar condicionada a la inexisten-
cia de vicios de la voluntad tanto de las partes como del juzgador
(Tibold, Campbell Dadvison y Bemberg).
3) La seguridad jurídica debe ceder a la razón de justicia (Tibold,
Campbell Dadvison, Atlántida y Bemberg).
4) La estafa procesal no puede ser convalidada por los órganos
jurisdiccionales (Tibold y Atlántida).
5) Para la configuración de la cosa juzgada es necesaria la existen-
cia de un juicio regular (debido proceso), fallado libremente por los
jueces (Campbell Dadvison y Bemberg).
6) La falta de un procedimiento ritual específico no es óbice para
que el órgano jurisdiccional disponga la revisión (Campbell Dadvison)
7) Para comprobar los vicios (sustanciales) no es el recurso ex-
traordinario la vía idónea, sino que es necesario un proceso de cono-
cimiento donde se puedan debatir ampliamente los elementos fácticos
que den viabilidad a la revisión (Campbell Dadvison).

Corresponde destacar que Hitters cita39 un reciente pronunciamiento


del Superior tribunal de justicia de la provincia de Córdoba que admitió
la revisión de la cosa juzgada en base a motivos o causales no contempla-
dos en el ordenamiento adjetivo de dicha provincia que regula expresa-
mente el recurso de revisión.
Se dijo en dicha sentencia, que nada obsta a la procedencia de la pre-
tensión autónoma, la circunstancia que el recurso de revisión no prevea
tal posibilidad, ya que la primera es de naturaleza sustancial y el segundo
de esencia ritual; por lo tanto la acción puede tener cabida fuera del marco
taxativo previsto en el carril recursivo.
Hitters, por último, realiza dos advertencias: la primera de que solo
puede haber revocación si hubo vicios trascendentes no originados o no
advertidos por las partes antes de que el fallo quede firme, y la segunda, de
que la apertura debe interpretarse con un criterio notoriamente restringi-

39 Juan C. Hitters, Revisi6n[ ... ], op,cit., p. 18, nota 54.


La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 335

do, pues de lo contrario se podría anular cualquier sentencia injusta en


todo tiempo y ello sería totalmente inconveniente, ya que la seguridad
jurídica sigue siendo un pilar fundamental de todo estado de derecho.

8.3. Las soluciones del Proyecto de código modelo para


Iberoamérica y del C. G.P. uruguayo

8.3.1. Introducción

La revisión de la cosa juzgada en casos de dolo, fraude, colusión o


indefensión había sido aceptada en el proceso civil uruguayo, tanto por la
doctrina como por la jurisprudencia, aun antes de que se consagrase el
recurso de revisión en un texto legal, circunstancia que ocurrió posterior-
mente al entrar en vigencia el Código General del Proceso en noviembre
de 1989.
Resulta oportuno recordar que Couture4° señalaba que los actos pro-
cesales y aun la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada pueden ser
consecuencia del fraude, y definía a esté 1 como la «calificación jurídica de
la conducta, consistente en una maquinación o subterfugio insidioso ten-
diente a la obtención de un provecho ilícito».
Unas veces, ese fraude -decía- va dirigido de un litigante contra
otro; otras veces, el fraude va dirigido de ambos litigantes hacia un terce-
ro; otras, del juez a una parte o a ambas; y otras, de las partes (y eventual-
mente del juez) hacia el orden jurídico lfraus legz).
Con respecto a los fines de la revocación de los actos fraudulentos
señalaba que es una solución ligada inseparablemente a sus fines propios.
Esos fines son, en lo esencial, reparar el daño causado por el dolo o fraude,
ya que no se trata de anular por anular, ni de revocar por revocar, sino que
se anula o revoca para evitar los perjuicios causados. En principio, donde
no exista perjuicio, no habrá revocación.
Couture concluía afirmando la tesis -reiteradamente aplicada por
nuestra jurisprudencia- de la admisibilidad de una acción autónoma
revocatoria de la cosa juzgada fraudulenta, aún en aquellas legislaciones
que carecieran de previsiones especiales, como era la situación de nuestro

40 Eduardo J. Couture, La acción revocatoria de la cosa juzgada fraudulenta, RDJA,


Tomo 38, p. 13 y ss. y Tomo III de sus Estudios, pp. 387-416.
41 Eduardo Couture, Vocabulario Jurídico, Ed. Depalma, 1983, voz: fraude, p. 295.
336 Angel Landoni Sosa

país hasta el establecimiento del recurso de revisión en materia civil por el


Código general del proceso.
Gelsi Bidart42 también admitía la procedencia de la acción de nulidad
desarrollada en un proceso especial.
Estimaba dicho autor que la resistencia a acoger la impugnación de la
cosa juzgada mediante una acción autónoma se basaba en dos razones
fundamentales: 1°) inexistencia de un texto habilitante; 2°) el ataque a la
firmeza de la cosa juzgada.
Con respecto al primer punto señalaba que al:

«[ ... ] Derecho Procesal en sí, repugna la indefensión, es decir, que


alguien asistido de razones contra lo que puede perjudicarlo, se en-
cuentre inhibido de expresarlo por carecer de medios procesales al
efecto; la protección de la justicia y de la libertad para la cual se
forma el proceso quedaría desvirtuada».

Y se indinaba por la vía del juicio ordinario como la adecuada para


tramitar acciones como la autónoma que no tenían procedimiento pre-
visto.
Con relación a la cosa juzgada indicaba: 1) que ésta para ser tal debe de
haber recaído en un proceso válido y eficaz, y este es su primer límite.
La acción autónoma de nulidad no significa ataque a la cosa juzgada,
sino que en aquellas hipótesis en que se configure la inexistencia del acto
o se haya producido una nulidad absoluta en el proceso, la acción de
nulidad lo único que hace es poner en claro lo que ha ocurrido. La verda-
dera situación ha sido encubierta por una apariencia engañosa (cosa juzga-
da aparente) sin realidad jurídica y por ende, no existe en la especie verda-
dera cosa juzgada, pues ésta realmente no se ha configurado.
En esta hipótesis -como lo ha señalado la jurisprudencia- en caso
de darse la nulidad por vicio en el emplazamiento, 43 bastaría acreditar el
hecho del no emplazamiento, es decir, la constatación objetiva de que el
reo no fue debidamente llamado al juicio, sin que se requiera investiga-
ción alguna sobre el elemento subjetivo que conduce a ese resultado.

En este supuesto bastaría eliminar de la cosa juzgada el juicio regular o


42 Adolfo Gelsi Bidart, De las nulidades en los actos procesales, Biblioteca de Publica-
ciones Oficiales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Mon-
tevideo, (1949), Uruguay, pp. 351-360.
43 LJU, Tomo 75, Caso No 8614, p. 225.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 337

válido para que ella desaparezca, descartado el soporte de la cosa juzgada,


ésta también se aniquila. No importa que el actor que gestionó mal el
emplazamiento del reo (configurándose su no emplazamiento) haya sido
diligente o haya procedido con culpa o con intención aviesa, el no llama-
miento regular del reo al juicio conduce siempre a la nulidad porque solo
hay una apariencia de proceso.
II) dentro de la hipótesis anterior Gelsi incluye la no citación al condó-
mino dada su condición de litisconsorte necesario.
III) que existe un tercer límite a la cosa juzgada que se produce cuando
hay fraude procesal.
El concepto de fraude procesal ha sido exhaustivamente analizado por
Gelsi Bidart, 44 quien lo define en estos términos: «El fraude procesal con-
siste en la actividad (uno o varios actos) de uno o más de los sujetos
procesales (fraude uni o bilateral), tendiente a lograr (causa final mediata),
a través de la actividad procesal normal (específicamente: mediante activi-
dad válida salvo la causa final indicada) pero de manera insidiosa,
maquinada y, por ende, indirecta, un daño ilícito que en definitiva se
produzca, en perjuicio de un sujeto pasivo que normalmente será tercero
al proceso, pero que puede ser la contraparte y generalmente también el
Juez, en tanto se haga cómplice involuntario del fraude».
La jurisprudencia45 citando a Gelsi ha puesto de relieve que la finali-
dad de la actividad o de los actos fraudulentos:

«Es el aspecto más importante del fraude [que] consiste concreta-


mente en que el sujeto activo persiga el daño ilícito de otro, como fin
real que se sustituye o que transparece a través del fin legal normal
del acto realizado, vale decir que hay discordancia entre el fin prefija-
do por la ley y que objetivamente surgiría del proceso (o del acto
procesal) que se efectúa y el que realmente procura el sujeto activo
del fraude (defraudador)».

En otro fallo: 46 se ha indicado que caracterizan al fraude procesal la

44Adolfo Gelsi Bidart, <<Noción de fraude procesal», RDJA, Tomo 68, pp. 99-112;
también en: Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, año 1970 N° 1, pp. 7-32,
especialmente pp. 31-32.
45 LJU, Tomo 102, Caso No 11747, pp. 461-477, Sentencia del12/11/1990, del
Jdo. Ltdo. de 1a Instancia en lo Civil de 6° Turno, a cargo del doctor Elías Piatniza.
338 Angel Landoni Sosa

coexistencia de cuatro elementos: a) que se produzca un resultado ilícito;


b) que el medio utilizado para ello sea una combinación de actos jurídicos
que, independientemente considerados, no incurran en ilicitud; e) que
tales actos jurídicos se conviertan en actos procesales por medio de un
proceso que les sirva de aglutinante; y d) que como consecuencia de una
maquinación que acomode los actos al resultado ilícito, se origine una
utilización anormal del proceso.
Y se agregaba en la referida sentencia: que solo cuando concurran estas
condiciones se estará frente a una hipótesis de fraude procesal, y en ella se
definía al fraude procesal como el desplazamiento de vigencia de un im-
perativo legal logrado por la utilización anormal del proceso.
V éscovi47 señala que en la evolución de las ideas existió un primer
momento en que se afirmaba que el proceso fraudulento o simulado para
obtener un resultado ilegítimo en perjuicio de terceros era nulo y que a
éstos cabía pedir la nulidad.
Posteriormente y como un paso adelante se admitió la invalidez del
proceso simulado, aun cuando no fuese en perjuicio de terceros {caso de
un divorcio en el que se simula una causal, un domicilio, etc.).
Más recientemente, los Código modernos han otorgado poderes al
Tribunal para excluir el fraude del proceso, aún cuando este no perjudi-
que a terceros siempre que estén en juego normas de orden público.
En tal sentido resulta oportuno recordar las disposiciones del C. G.P.
Art. 5°, arts. 54° y 24° No 4 y 8. 48

46 LJU, Tomo 72, Caso No 8045.


47 Enrique Véscovi, Derecho Procesal Civil, ed. IDEA, T. III (1 975), p. 88.
48 C.G.P. Art. 5°, Buena fe y lealtad procesal:- Las partes, sus representantes o
asistentes y, en general, todos los partícipes del proceso, ajustarán su conducta a la dignidad
de !aJusticia, al respeto que se deben los litigantes y a la lealtad y buena fe.
El tribunal deberá impedir el fraude procesal, la colusión y cualquier otra conducta ilícita
o dilatoria.
C. G.P. Art. 54°- Llamamiento de oficio en caso de fraude o colusión: -En cualquiera de las
instancias, siempre que se presuma fraude o colusión en el proceso, el tribunal de oficio o a
petición del Ministerio Público o de pare, ordenará la citación de las personas que puedan
ser perjudicadas para que hagan valer sus derechos, pudiéndose, a tal fin, suspender el
proceso hasta por cuarenta días.
C. G.P. Art. 24°.- Facultades del tribunal:- El tribunal está facultado: [... ]4) Para ordenar
las diligencias necesarias al esclarecimiento de la verdad de los hechos controvertidos, respe-
tando el derecho de defensa de las partes; [... ].
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 339

8.3.2 Las vías de impugnación

A) El recurso de revisión:

1) Concepto
Este recurso es una de las vías que es posible utilizar para obtener la
revisión de la cosa juzgada y definiéndolo decimos que es: un medio
impugnativo extraordinario que habilita, dentro de un determinado pla-
zo, para hacer valer, frente a una sentencia pasada en autoridad de cosa
juzgada, determinadas causales de excepción, expresamente previstas en la
ley, con la finalidad de obtener la revocación de la resolución impugna-
da.49

11) Naturaleza del recurso


Es un recurso extraordinario, ya que procede contra las sentencias defi-
nitivas o interlocutorias firmes que pongan fin al proceso.
Como consecuencia lógica de su naturaleza -recurso extraordinario--
su interposición no tendrá efecto suspensivo sobre la resolución firme
que le diera motivo. No obstante, se consagra por el C.G.P.la posibilidad
de obtener la suspensión de lo decidido, otorgando garantía suficiente y
siempre que se den las condiciones previstas en el Art. 289°, a saber: re-
curso aparentemente fundado y posibilidad de que la demora en el trámi-
te del recurso pueda causar perjuicios graves e irreparables al recurrente.
A diferencia del recurso de casación, el recurso de revisión se concede,
en general, frente a determinadas situaciones de hecho, conocidas con
posterioridad a la resolución que se impugna, pero las cuales de haberse
conocido antes, hubieran sido determinantes para una decisión diferente.
En cuanto a la finalidad del recurso, como señala la doctrina, 5° este se
interpone contra sentencias con aparente cosa juzgada para revocar la reso-
lución impugnada y eventualmente permitir la reproducción del juicio, a
efectos de que en el nuevo proceso recaiga una verdadera cosa juzgada
(Art. 290°).

8) Para rechazar in límine la intervención de terceros cuando la petición carezca de los


requisitos exigidos.
49 Este concepto ha sido receptado por la sentencia 177/99 dictada por el Tribunal de
Apelaciones en lo Civil de 1er.1urno, RUDP 4/2000, Suma 585.
50 Santiago Pereira Campos, <<El Recurso de revisión y la acción revocatoria en el
Código General del Proceso>>, en: RUDP 3/1990, p. 456 y ss.
340 Angel Landoni Sosa

III) Las causales de revisión (C. G.P. Art. 283°)


Los motivos de la revisión deben tener un carácter decisivo respecto de
la sentencia y, como ya lo hemos señalado, deben constituir una auténtica
novedad con respecto al proceso anterior, es decir, tratarse de hechos nue-
vos y posteriores a la sentencia, o conocidos con posterioridad a la resolu-
ción que se impugna, pues de haberse conocido antes hubieran sido deter-
minantes para una decisión diferente.
Análisis de las distintas causales de revisión.

«l. Cuando la resolución se hubiere producido por efecto de la vio-


lencia, la intimidación o el dolo».

El Art. 62° del C. G.P. establece que los actos procesales se presumirán
siempre realizados voluntariamente, prevaleciendo la voluntad declarada,
salvo disposición en contrario o prueba fehaciente de que ha sido formu-
lada -dicha voluntad- por violencia, dolo o error no culpable, y el Art.
63° exige, además, que los actos deberán ser lícitos, pertinentes y útiles.
En la causal de revisión que estamos analizando, la voluntad del agente
que dicta la resolución se encuentra viciada por la violencia o el dolo, y
por ende, el acto en sí mismo no es lícito.
En nuestra opinión la previsión del numeral cinco del Art. 283° que se
refiere a la actividad dolosa del tribunal, declarada por sentencia firme
restringe la inteligencia de este numeral!) al dolo de las partes o de terce-
ros, en cuanto este incida en la resolución, pero sin que exista en dicha
hipótesis actividad dolosa del tribunal.
Corresponde señalar que la figura de la «intimidación» expresamente
establecida en el numeral! 0 queda comprendida dentro de los conceptos
tradicionales de la violencia o del dolo.

«2. Cuando alguna de las pruebas que constituyeren fundamento


decisivo de la resolución impugnada, hubiere sido declarada falsa
por sentencia firme dictada con posterioridad o bien que la parte
vencida ignorase que había sido declarada tal con anterioridad».

Los requisitos que deben darse para que se configure esta causal son los
siguientes:
a) La prueba debe constituir fundamento decisivo de la sentencia defi-
nitiva o interlocutoria firme, que se impugna con el recurso de revisión.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 341

b) Dicha prueba debe de haber sido declarada falsa por sentencia pasa-
da en autoridad de cosa juzgada.
e) La sentencia que declara falsa dicha prueba debe de haber sido dic-
tada con posterioridad a la sentencia impugnada, o si es anterior, el recu-
rrente debe de haber ignorado tal circunstancia.

<<3. Cuando después de la resolución se recobraren documentos deci-


sivos que no se hubiesen podido aportar al proceso por causa de fuer-
za mayor o por maniobra fraudulenta de la parte contraria».

En este numeral se distinguen dos situaciones:


* Existencia de una causa de fuerza mayor, en ese caso no existe una
conducta ilícita de la contraparte.
*Maniobra fraudulenta de la parte contraria que violando los princi-
pios de buena fe y lealtad procesal (Art. 5°), imposibilita la aportación de
un documento decisivo al proceso.

<<4. Cuando la resolución fuere contraria a otra anterior que tuviere


entre las partes autoridad de cosa juzgada, siempre que no hubiere
recaído pronunciamiento sobre la respectiva excepción».

En nuestra jurisprudencia se han dado casos, por ejemplo, de senten-


cias de prescripción adquisitiva relativas al mismo inmueble contrarias
entre sí. Puede mencionarse al respecto la sentencia 222/81 del Tribunal
de Apelaciones en lo Civil de 3er Turno, publicada en la Revista uruguaya
de derecho procesal2/82, Notas 20,21 y 836.
La Suprema Corte de Justicia en sentencia 250 del2 de noviembre de
2001, acogiendo un recurso de revisión y anulando la sentencia impugna-
da, fundamentó su decisión en esta causal en los siguientes términos:
En el presente caso la sentencia impugnada N° 54 dictada por la Juez
letrado de primera instancia en lo civil de 22° Turno el 21 de julio de
1993 (que dispuso la entrega del inmueble padrón No 21842 de Monte-
video al S.VB., adquirente del bien en el remate realizado en la ejecución
seguida por E.P contra R.M.L.) se opone a la sentencia N° 47 dictada por
la Juez Letrado de Primera Instancia en lo Civil de 22° Turno el16 de
octubre de 1995 que declaró la nulidad de todo lo actuado en el referido
juicio ejecutivo mencionado y también a la sentencia N o 106 dictada por
el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 8°Turno el16 de junio de 1994
342 Angel Landoni Sosa

que dispuso que deberá tenerse por adquirente del bien padrón No 21842
a J.M.L. -causante de los autos- en lugar de R.M.L.
La contradicción sustancial de las decisiones es clara. La Sentencia N°
54 que se pretende revisar ordena la entrega del bien a V. en mérito a su
calidad de adquirente del mismo en el remate realizado en el proceso
declarado nulo por la Sentencia N° 47, mientras la Sentencia N° 106
declara que R.M.L. -demandada en la ejecución declarada nula y como
tal, causante dominial de V.- no era realmente titular del inmueble ad-
quirido por V.

«5. Cuando la resolución se hubiere obtenido por actividad dolosa


del Tribunal, declarada por sentencia firme (arts. 114° y 115°.2)».

En este caso la conducta ilícita emana del propio tribunal y ella deter-
mina una resolución perjudicial para la parte que, a través de esta causal,
puede solicitar la revisión del fallo.
No toda actividad dolosa del tribunal habilita la interposición del re-
curso de revisión, sino que para ello previamente debe haberse declarado
dicha actividad como ilícita mediante sentencia que haya adquirido la
autoridad de cosa juzgada.

«6. Cuando existiere colusión u otra maniobra fraudulenta de las


partes, siempre que hubiere causado perjuicios al recurrente o a la
causa pública».

El proceso colusivo que es una de las hipótesis que contempla esta


causal es, según Ferrara, «una forma anómala del juicio» que en vez de ser
una lucha entre los litigantes, es «una comedia para dañar a terceros».
Gelsi señala que la simulación procesal puede darse tanto de un acto en
particular o de una etapa, de un incidente o de un proceso en su integri-
dad, y significa la existencia de un acto o proceso «aparente», «simulado»,
«representado», por las partes con o sin la complicidad del juez.
Comentando el famoso caso Pecoraino, Carnelutti51 señalaba que el
fraude bilateral es siempre un fenómeno patológico. Aquí el poder salu-
dable del contradictorio no existe; en los hechos el contradictorio se redu-
ce a una apanencta.

51 Francesco Carnelutti, «Contro il processo fraudolento», en: Rivista di Diritto


Processuale Civile, parte segunda, 1926, pp. 14-25.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 343

IV. Los sujetos


*Tribunal competente
La competencia corresponde exclusivamente a la Suprema Corte de
Justicia, tanto para el análisis de su admisibilidad (Art. 288°) como para
su decisión (Art. 282°), cualquiera haya sido el grado del tribunal en que
hubiese quedado firme la sentencia recurrida.
* Legitimados
De acuerdo a lo dispuesto por el Art. 284°, el recurso puede ser interpuesto:
- por quienes hayan sido partes en el proceso, sus sucesores o
causahabientes;
-los terceros en los casos previstos en los numerales 5 y 6 del Art. 283°
{actividad dolosa del tribunal declarada por sentencia firme y los casos de
colusión o maniobras fraudulentas de las partes en perjuicio de terceros)
ya analizados, siempre que la resolución les causare perjuicio;
- por el Ministerio Público, cuando los hechos invocados afectaren la
causa pública, es decir, cuando resultare perjudicado el interés público.

V. Sentencias impugnables
Conforme al Art. 281 o, el recurso procede contra las sentencias defini-
tivas o interlocutorias firmes que pongan fin al proceso.
Dentro de las definitivas, serán recurribles en revisión, tanto las
declarativas así como las constitutivas o de condena.
Dentro de las interlocutorias firmes que ponen fin al proceso se encuen-
tran comprendidas aquellas que acojan alguna de las denominadas excep-
ciones mixtas (prescripción, caducidad, cosa juzgada y transacción) o que
declaren que se ha operado la perención de la instancia (C. G.P. Art. 233° y
ss.) o que se ha producido el desistimiento (C. G.P. Art. 226° y ss.).
Cabe indicar que la norma del Art. 281° se refiere a las sentencias
definitivas o interlocutorias firmes que pongan fin al proceso, dictadas
por cualquier tribunal, sin requerirse que sea un tribunal de segunda ins-
tancia, como se establece a texto expreso para la casación (C.G.P. Art.
268°) y pudiendo, por ende, ser susceptible de revisión una sentencia de
primera instancia que haya quedado consentida.

VI. Trámite del recurso


* Interposición. Requisitos
El recurso se presentará ante la Suprema Corte de Justicia en escrito
que deberá contener con precisión sus fundamentos -de hecho y de de-
344 Angel Landoni Sosa

recho- y agregarse toda la prueba conforme a lo establecido para la de-


manda(arts.ll70yll80).

* Plazos
Máximo de un año desde que hubiere quedado ejecutoriada la resolu-
ción impugnable.
Dicho plazo quedará suspendido desde el momento en que se pro-
mueva el correspondiente proceso para la justificación del motivo de la
revisión, en los casos en que tal proceso fuere necesario, hasta el dictado
de la sentencia que ponga fin a dicho proceso.
La revisión tampoco será admisible transcurridos tres meses desde que
el recurrente hubiere conocido o debido conocer los motivos en que se
fundare la misma.

* Efectos de la interposición del recurso (Art. 287°)


En principio no suspende la ejecución de la resolución firme que lo
motivare.
No obstante el recurrente puede pedir la suspensión de los efectos aún
pendientes de la resolución impugnada (Art. 289°).
La Suprema Corte podrá disponer la suspensión si de las circunstan-
cias resultare el aparente fundamento del recurso, así como la posibilidad
de que la demora del trámite pudiere ocasionar perjuicios graves e irrepa-
rables al recurrente, quien deberá prestar garantía suficiente a juicio de la
Corte.

* Procedimiento del recurso


Interposición: en escrito fundado y con prueba ante la Suprema Corte
de Justicia.
Examen de admisibilidad:
-Suprema Corte -rechaza- fin del procedimiento.
-Suprema Corte admite:
-ordena al tribunal donde se encuentra el proceso que lo remita en el
plazo máximo de diez días;
-dispone el emplazamiento a cuantos hubieren litigado en el pleito o a
sus sucesores o causahabientes, para que comparezcan a contestar el recur-
so en el plazo de treinta días.
Prosecución posterior conforme al procedimiento de los incidentes
(Art. 321 °).
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 345

La Suprema Corte ordenará el diligenciamiento de la prueba que de-


bió presentarse con el recurso (Art. 286°) o su contestación y la concen-
trará en una sola audiencia, al término de la cual oirá brevemente a las
partes acerca del resultado de la misma.
Sentencia que resuelve el recurso (Art. 290°)
Caben dos posibilidades:
a) Si lo rechaza finaliza el procedimiento
b) Si acoge el recurso por estimar fundada la revisión, así se declarará y
se revocará la resolución impugnada, en todo o en parte, según proceda,
mandándose expedir certificación del fallo para que las partes puedan re-
producir el proceso, si ello conviniere a su derecho.
Las conclusiones de la sentencia de revisión que no podrán ser discuti-
das ni modificadas, servirán en todo caso de base al nuevo proceso.
Frente a la sentencia que decide el recurso, ya sea que lo acoja o que lo
rechace, solo serán procedentes los recursos de aclaración y de ampliación
previstos en el Art. 244°.

* Efectos del recurso respecto de los terceros de buena fe.


El Art. 290° in fine dispone que «Será aplicable a lo decidido en revi-
sión lo dispuesto en el Art. 375°.4» y esta última norma establece que:

<<En ningún caso la revocación y la casación podrán perjudicar a ter-


ceros de buena fe, ni determinar la anulación de los actos o contratos
celebrados con el dueño aparente de los bienes».

* Gastos del recurso (Art. 292°)


Si el recurso es rechazado impondrá las costas y costos al recurrente.
Si es acogido, la Suprema Corte condenará preceptivamente al venci-
do si este hubiera tenido participación en los hechos determinantes de la
revocación de la sentencia.
En los demás casos, la imposición de las costas y costos se determinará
según las circunstancias.

B) La acción autónoma de revisión de la cosa juzgada


1) Su admisión antes de la vigencia del Código general del proceso:
Como ya lo hemos señalado, 52 tanto la doctrina como la jurispruden-

52 Supra 8.3.1.
346 Angel Landoni Sosa

cia habían admitido la posibilidad de una acción autónoma para la revi-


sión de las sentencias obtenidas mediante dolo, fraude, colusión o en ca-
sos de indefensión.

2) Los supuestos de la revisión

2.1 El fraude:

El «leading case>> en nuestro país fue la sentencia dictada por Gualberto


Pi ello de noviembre de 1942 53 y que Couture en su estudio «La revoca-
ción de los actos procesales fraudulentos» 54 lo relatara así:

Un hombre de sólida fortuna, propietario rural, había tenido un hijo


natural como fruto de sus relaciones íntimas con una persona de su
servicio. Procurando hacer desaparecer las consecuencias jurídicas y
económicas de aquel hecho, logró que la madre del menor diera man-
dato a una persona de confianza del padre, la que aceptó la consigna
de promover un juicio de investigación de la paternidad contra el
padre. Bajo la dirección, no aparente, de la misma persona, el padre
compareció a defenderse, negando la verdad de los hechos relatados
en la demanda.
Abierto el juicio a prueba, el apoderado de la madre lo dejó transcu-
rrir deliberadamente sin producir prueba alguna. La sentencia, for-
zosamente, rechazó la demanda de investigación de la paternidad.
Muchos años después, llegado el hijo a la mayoría de edad, promovió
demanda de investigación de la paternidad contra su padre y contra
ella se opuso la excepción de cosa juzgada.

En la excelente sentencia que rechazó con sólidos argumentos dicha


excepción, el magistrado Pi señaló, entre otras consideraciones: 55

«Los antecedentes de nuestra legislación, su espíritu y los principios


que la informan, dan perfectamente cabida a la acción revocatoria».
Ya destacó con exactitud el doctor Couture que:

53 La justicia uruguaya, Tomo 6, No 1337.


54 Eduardo J Couture, Estudios de Derecho Procesal, Ed. Depalma, Tomo III, p. 385
yss.; también en: La Ley, Tomo 16, p.104 yss. yen: ROJA, Tomo 38, p.13 y ss.
55 LJU, Tomo 6, Caso No 1337, pp. 257-258.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 347

<<el instituto de la oposición a la cosa juzgada fraudulenta no aparece


en nuestra ley, no porque haya sido repudiado sino simplemente
porque no ha sido previsto por el legislador».
<<El fraude, la colusión o el dolo, medio por el que las personas se
apartan de las finalidades lícitas en sus relaciones jurídicas, son fenó-
menos anormales en el ámbito de las convenciones privadas como en
el proceso civil».
<<Por eso el legislador se preocupó especialmente de combatirlo>>.
<<En el primer aspecto adoptó instrumentos de probada eficacia: ac-
ciones in rem verso, simulación pauliana, subrogatoria, anulación en
la quiebra, etC>>.
<<En lo relativo a la fase procesal, estableció los recursos, excepciones,
incidentes de nulidad, juicio ordinario posterior, etc.>>
<<Pero todos estos últimos son elementos que integran la técnica nor-
mal de la mayoría de los procesos>>.
<<Nada previó para el caso extraordinario del ya concluido, cuando
dicho instrumental no es más aplicable ni tiene eficacia alguna>>.
<<Es entonces que ante esta situación anormal la técnica concurrió a
solucionarla con el instituto de la acción mere declarativa>>.
<<Constituye ésta una de las formas más elevadas y delicadas de actuar
del Poder Judicial>>.
<<Puso así en manos de los particulares un instrumento enérgico y
eficaz, apto para esclarecer todo estado de incertidumbre jurídica
conducente a una sentencia que al decir del doctor Carnelli, especi-
fica, destaca e ilumina, conceptos esfumados en la vaga sombra de lo
incierto o de la equivocidad>>.
<<Actualmente su procedencia se considera indiscutible y la jurispru-
dencia la ha aceptado reiteradamente, en especial en materia de pres-
cripción treintenaria>>. 56
<<A esta clase pertenece también la de revocación de la cosa juzgada
fraudulenta.>>
<<Funciona contra las sentencias obtenidas mediante fraude, colusión
o dolo y que perjudican a terceros que no intervinieron en el juicio>>.
<<Se apoya en principios análogos a los de la acción pauliana>>. 57 <<Per-

56 Carnelli, Cuestiones de P. Civil, op.cit., p. 237 y ss.; Couture, La acción declarativa


de prescripción, p. 32 y ss. y Fundamentos del Derecho Procesal Civil, p. 174, No 140.
57 Eduardo J. Couture, La acción revocatoria, p. 27 y ss.; Revista de la Escuela
nacional de Jurisprudencia de México, tomo 3, p. 337 y ss.).
348 Angel Landoni Sosa

sigue el reconocimiento por la justicia de que la supuesta cosa juzga-


da ha quedado sin efecto en razón de vicios que invalidaron el juicio
anterion>. 58
<<También la doctrina de la inexistencia de los actos procesales, repre-
senta una contribución esencial a la admisibilidad de la revocatoria».
<<Actos inexistentes son aquellos a los que les falta un elemento indis-
pensable en su formación de tal manera que, en su ausencia, no pue-
den ser concebidos sino al solo título de simples actuaciones judicia-
les».
<<La inexistencia se refiere a la vida misma de los actos, representa el
no ser y es además independiente de toda declaración judicial, pues
aquellos carecen de todo efecto y sobre ellos nada puede construir-
se». 59
<<Pertenecen a esta clase de actos los que se desarrollan en el curso de
un juicio obedeciendo a las directivas y ejecución de una sola de las
partes, después de ser neutralizado quien debió ser contrario, sea por
propia connivencia de este, sea por aprovechamiento de su inferiori-
dad psicológica».
<<En ese caso, solo existiría la engañosa apariencia de un juicio».
<<Pero en el fondo, este no habría llegado realmente a existir por faltar
el indispensable choque de dos voluntades contrarias para obtener
una decisión sobre una causa o punto controvertido (Art. 1° y 450°
del Código de Procedimiento Civil)».
<<La intervención del Juez aparecería solicitada indebidamente, no
con el propósito de solucionar una contienda, sino para encubrir
fines ilícitos, con su supuesta sentencia».
<<Se trataría pues, de una serie de actos sin valor e incapaces de pro-
ducir efectos».
<<Pero a veces la cuidadosa preparación de las partes o el transcurso
del tiempo les da una engañosa apariencia de acto jurídico verdade-
ro, una indebida estabilidad».

58 Revista D.P.P., Tomo I, N° 23, p.146.


59 Manual Gallinal, tomo 2, p. 258; Eduardo J. Couture, Fundamentos, op.cit., pp.
190,225 y 238; Sayagués Laso, Recurso extraordinario de nulidad notoria, p. 126, N°
84; Díaz, Cosa juzgada, p. 8, No 4; Revista del Instituto de jubilaciones y pensiones del
Uruguay, año 6, p. 125, N° 46, y Revista de estudios jurídicos y sociales, Año 9, p. 118.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 349

«Entonces se hace necesaria la intervención de la Justicia, no propia-


mente para declarar la inexistencia desde que no hay situación jurí-
dica, sino para quitar al acto su falsa apariencia y hacerla de todos
conocida>>.
«La forma de actuar es mediante el instrumental de la acción
declarativa>>.
«Su resultado será una sentencia igualmente declarativa, que consta-
rá que ese acto, juicio o sentencia de que quiere aprovecharse una de
las partes, se halla desprovisto de todo contenido real o eficiente>> 60
«El dinamismo y la energía de la acción declarativa, que la lleva a
agotar sus fines y cumplir su destino, no puede ser detenido por la
excepción de cosa juzgada>>.
«Se ha dicho que la cosa juzgada es un instrumento indispensable de
paz, seguridad y justicia, en las relaciones jurídicas de los hombres>>.
«De ahí que las legislaciones nieguen casi sistemáticamente toda ac-
ción de nulidad, promovida por separado, después de concluido un
proceso>>. 61
<<Pero ante el proceso colusorio, en verdad, el principio de la
inmutabilidad de la cosa juzgada se desplaza, por la alteración sola-
pada de las finalidades del Instituto, y deja de ser estrictamente co-
rrecto colocarlo en oposición irreductible e irreconciliable con el de
la acción declarativa>>.
<<Cuando no ha habido verdadero juicio y la sentencia es el producto
del engaño delictual, entonces no puede técnicamente hablarse de
cosa juzgada sino solamente de una máscara o mera apariencia>>.
«Invocarla en tal caso equivaldría a admitir que la teoría de los actos
ilícitos es una ilusión y que el proceso es un campo neutral que pro-
tege y encubre el fraude y el dolo>>. 62
<<Se contribuiría así a establecer el predominio de las meras fórmulas
sobre la realidad, a someterse a su tiranía y a caer en fetichismo y
absurdas exageraciones, según las cuales <<hace lo blanco negro, pro-
duce el origen de las cosas, cambia lo cuadrado en redondo, cambia
los neutrales vínculos de la sangre y lo que es falso en verdad>> (Couture:
La acción revocatoria, página 20)>>.

60 Revista D.P.P., Tomo 1, No 19, p. 43.


61 Carnelli, op.cit., p. 192; Lezcano, Nulidad de Procedimiento, p. 79.
62RevistaD.P.P.,p.131 yss.
350 Angel Landoni Sosa

«En materia procesal es también cierto que los actos se juzgan por su
real contenido y no por el nombre que jamás haya convenido darles
a las partes».
<<Por eso, una vez constatado el fraude nada importa el ropaje con que
se hubiere vestido, aunque sea el de la cosa juzgada; el traje debe ser
aventado para dejar al fraude en descubierto o impedirle la produc-
ción de efectos engañosos».

En otro caso ventilado ante nuestros tribunales 63 se utilizó un proceso


de prescripción en el que se hizo un emplazamiento genérico viciado, ya
que el actor conocía la existencia, identidad y domicilio de quienes debían
ser emplazados.
Con dicho proceso se procuró por el legatario -en abierto fraude a la
voluntad del causante- evadir el cumplimiento del modo o condición
impuesto por el testador.
Se utilizó como causa del proceso prescriptivo en apariencia la que fija
la ley, pero en la realidad, se le usó como medio fraudulento para obtener
un nuevo modo de adquirir el dominio (prescripción) que le permitiera
eludir la disposición testamentaria que le impedía enajenar los bienes.
Dichos vicios aparejaron: la anulación del proceso de prescripción por
fraude e indefensión, la resolución del legado establecido en el testamento
a favor de quien actuó con ánimo fraudulento y a vía de consecuencia el
acrecimiento de las cuotas partes de los restantes herederos y el posterior
reparto entre ellos de dichos bienes.

- Naturaleza excepcional de la revocación


Si en nombre del fraude se pudieran reabrir todos los procesos culmi-
nados en cosa juzgada, los fines de paz, de orden y de seguridad jurídica
que ésta persigue habrán desaparecido. Se plantea la duda Couturé4 y
acto seguido nos da la respuesta:

«Es evidente que el fraude y la colusión no siempre aparecerán níti-


damente. Hay extensas zonas limítrofes, imprecisas. Es toda esta
materia una cuestión de hecho; y en muchas oportunidades de cir-
cunstancias subjetivas que quedan libradas a la apreciación de los

63 LJU, Tomo 102, Caso No 11.747, pp. 461-472, con nota de los profesores Eduar-
do Vaz Ferreira y Hortensia Ramos Mañé.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 351

jueces. Puede decirse que la doctrina está edificada sobre las situa-
ciones claras; en los casos confusos, en las situaciones en las cuales los
límites de la licitud y la ilicitud sean dudosos, el magistrado se abs-
tendrá de anular la cosa juzgada>>.

2.2 La indefensión

Este supuesto de la revisión se da -entre otros casos posibles- cuan-


do exista un vicio en el emplazamiento, ya sea porque no se notificó al
demandado, o se le notificó en un domicilio erróneo, o se le emplazó por
edictos cuando se le conocía en su identidad física y en su domicilio, o se
notificó a persona fallecida o a quien carece de capacidad o no tiene la
representación del legitimado pasivo.
En estas hipótesis, tanto la doctrina como la jurisprudencia admitie-
ron la vía de la acción autónoma de nulidad de la sentencia así obtenida, la
que había adquirido la autoridad de la cosa juzgada en forma aparente. Si
el proceso había finalizado la vía era la del proceso ordinario y la inciden-
tal si el proyecto aún no había concluido.
Gelsi Bidart65 y la jurisprudencia,66 siguiendo a dicho autor distin-
guieron entre la acción revocatoria por fraude en que es necesario probar
el elemento subjetivo, de la nulidad por indefensión, en que basta demos-
trar el hecho objetivo del vicio en el emplazamiento, esto es, la ausencia
de emplazamiento o la indebida notificación, aún cuando ella no derive
del dolo o la mala fe, que no es necesario probar en este caso para perse-
guir la nulidad.
Al respecto la jurisprudencia uruguaya67 en el sentido indicado sostu-
vo que:

<<Las dos acciones, la revocatoria y la de nulidad no pueden confun-


dirse ni asimilarse. Para ésta última basta acreditar el hecho del no

64 Eduardo J. Couture, Estudios[ ... ], Tomo 3, op.cit., pp, 391 y401-402.


65 Adolfo Gelsi Bidart, <<De las nulidades en los actos procesales» y en: <<Bases positivas
para la noción de cosa juzgada», Estudios jurídicos en memoria de Eduardo J. Couture,
1957, pp. 341-361.
66 LJU, Tomo 75, Caso No 8614.
67
LJU, Tomo 75 Caso N°8614, Sentencia de fecha 23 de agosto de 1976, Tribunal de
Apelaciones en lo Civil de 1er. Turno integrado por García Otero (R), Gatto de Souza y
Olmedo.
352 Angel Landoni Sosa

emplazamiento, la constatación objetiva de que el reo no fue «debi-


damente» llamado al juicio, sin que se requiera investigación alguna
sobre el elemento subjetivo que condujo a ese resultado».

Como dice Gelsi Bidart68 : «hasta eliminar el supuesto objetivo de la


cosa juzgada, el juicio regular o válido, para que ella desaparezca; descarta-
do el soporte de la cosa juzgada ésta también se aniquila. No importa que
el actor que gestionó mal el emplazamiento del reo (configurándose su
no emplazamiento) haya sido diligente, procediera con culpa o con inten-
ción aviesa, el no llamamiento regular del reo al juicio conduce siempre a
la nulidad porque solo hay una apariencia de proceso.
En cambio, el soporte de la revocación por fraude es otro, la imputa-
ción debe ser seguida de la prueba del elemento subjetivo, el ánimo de
engañar, para que la acción reciba amparo».

2.3 Hipótesis en que el tribunal haya actuado con absoluta


incompetencia o falta de jurisdicción

En estos casos la doctrina nacional también admitía la posibilidad de


una acción revocatoria autónoma siguiendo en este aspecto los lineamientos
del derecho comparado.

2.4 Vía procesal a utilizar

Al respecto no existía coincidencia tanto en la doctrina como en la


jurisprudencia en cuanto al procedimiento a utilizar, ya que la mayoría,
siguiendo a Couture y V éscovi, se inclinaba por la acción declarativa au-
tónoma tramitada en proceso ordinario y la tesis minoritaria sustentada
por el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de Tercer Turno y Torello se
inclinaba por la vía incidental, argumentando que el proceso no podía
considerarse terminado, si por emplazamiento defectuoso o falta de él,
había existido indefensión y por ende no había existido el debido proceso
requerido por la Constitución y la ley.

68 Gelsi Bidart, <<Bases positivas para la noción de cosa juzgada», en: <<Estudios jurídi-
cos en memoria de E.J. Couture», 351, ratificando lo que expresara antes en: De las
nulidades en los actos procesales, pp. 353-355.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 353

2.5 Plazo para deducir la acción

Se ha entendido, que al no existir plazo expresamente establecido al


efecto, regía el de la prescripción de los derechos conforme a las reglas
generales.

2.6 Naturaleza de la sentencia

La mayoría de la doctrina y de la jurisprudencia afirmaba la naturaleza


declarativa de la sentencia que hacía lugar a la acción autónoma de nuli-
dad por indefensión o la que disponía la revocación por fraude. Corres-
ponde poner de relieve que siempre se han resguardado los derechos de
los terceros adquirentes de buena fe de los bienes que integraban el objeto
del proceso.

3) La acción autónoma de revisión de la cosa juzgada luego de la


vigencia del Código General del Proceso

3.1 Introducción

El punto fundamental radica en determinar si la posibilidad de proce-


der a la revisión de la cosa juzgada está limitada a las causales y plazos del
recurso de revisión (arts. 281° a 292° C. G.P.) o si en casos excepcionales
de indefensión, dolo, fraude o colusión puede admitirse una acción autó-
noma de revisión de la cosa juzgada.

3.2 La relatividad de la cosa juzgada

Hemos señalado antes, que compartimos la posición sustentada por la


doctrina procesal contemporánea69 que tiende a dar a la noción de cosa

69 Juan C. Hitters, Revisión de la cosa juzgada, Librería Editora Platense, op cit.,


p.192; Roberto Berizonce, Cosa juzgada fraudulenta y acción de nulidad, JUS editora
Platense, V.1 O, p. 78; Can di do Dinamarca, <<Relativizar a coisa julgada material>>,
en:Congreso brasileño de derecho procesal, también en: Cuadernos Procesales, Órgano
de divulgación del Colegio de Profesores de Derecho Procesal de la UNAM, México, No
14, diciembre, 2001.
Santiago Pereira, <<El recurso de revisión y la acción revocatoria», en: RUDP, 3/1990, pp.
456-473.
354 Angel Landoni Sosa

juzgada un valor relativo, que si bien es importante a los fines de la paz, el


orden y la seguridad jurídica en un conglomerado social determinado, de
ninguna manera puede considerársele como un valor absoluto.
En los casos excepcionales que hemos indicado--dolo, fraude, colusión
e indefensión- detectados aún después del plazo de un año -máximo
admitido por nuestro recurso de revisión- consideramos que es posible
deducir una acción autónoma dirigida a revisar la aparente cosa juzgada,
pues, mediante dicha acción se apunta a destruir los efectos de una senten-
cia que de cosa juzgada solo tiene el nombre, dado que en el fondo no es
más que el fruto espúreo del dolo, del fraude, de la connivencia ilícita o
de la indefensión.
Como lo señalara Couture: 70

<<Si se cierra la vía de la acción revocatoria, el fraude procesal y aún


las formas delictuosas del proceso, adquieren carta de ciudadanía y
carácter legítimo. La máxima fraus omnia corrumpit carecerá ya de
aplicación, porque una envoltura de cosa juzgada purifica todos los
vicios de los actos jurídicos».

3.3 Los textos legales del Código General del Proceso

C. G.P. Art. 114°- Anulación de los actos procesales fraudulentos.

<<Podrá pedirse, aún después de terminado el proceso, la anulación


de los actos procesales realizados mediante dolo, fraude o colusión».

Esta anulación podrá pedirse solo por aquellos a quienes el dolo, frau-
de o colusión han causado perjuicio, y de acuerdo con los principios men-
cionados en los artículos anteriores. Los terceros pueden también solici-
tar esta anulación. Si los actos fueren anulados, se repondrán las cosas en
el estado anterior de los mismos.
C. G.P. Art. 115°- <<Vías procesales para la reclamación de la nulidad.
115°.1- La nulidad que afecta a la demanda principal o incidental se
debe reclamar por vía de excepción o de defensa, al contestarla.

70 Eduardo J. Couture,<<La acción revocatoria de la cosa juzgada fraudulenta», en:


RDJA Tomo38,pp. 13-21 y también en: La Ley, Secc. Doc., Tomo 16,p. 104yss., citado
por Juan C. Hitters, Revisi6n de la cosa juzgada, op.cit., p. 257.
La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 355

115°.2- La nulidad que afecta a los actos procesales recurribles se debe


reclamar por vía del recurso de reposición y por el de apelación, cuando
este correspondiere, así como por el de revisión en los casos previstos por
elArt. 114°.
115°.3- Procede reclamar la nulidad por vía de demanda incidental
cuando, sea por la naturaleza del acto, sea por otra circunstancia, no co-
rresponda o haya sido imposible hacerlo por vía de recursos o excepción;
en tal caso la demanda incidental, deberá ser deducida dentro de los veinte
días siguientes al del conocimiento fehaciente del acto».
C.G.P. Art. 129°- Sanción por omisión.
129°.1 -La omisión o alteración de las formas del emplazamiento
apareja la nulidad insanable del mismo.
129°.2- No existirá nulidad, si la forma utilizada ofreciera al emplaza-
do las mismas o más garantías que las que este Código establece.
129°.3- Tampoco podrá reclamarse la nulidad por quien ha compare-
cido en el proceso sin plantearla dentro de los plazos legalmente estableci-
dos al efecto, ni por quien se pruebe que ha tenido conocimiento feha-
ciente del proceso y omitido reclamar la nulidad dentro del plazo acorda-
do (Art. 115°).
C. G.P. Art. 221°- Efectos de la cosa juzgada en procesos con emplaza-
miento a personas indeterminadas o inciertas.
En los procesos en que hayan sido emplazadas como demandadas per-
sonas indeterminadas o inciertas, la sentencia surtirá efecto en relación a
todas las personas comprendidas en el emplazamiento, salvo que se com-
pruebe en el mismo proceso o en otro, que su identidad sea conocida por
alguna de las partes y sin perjuicio de los derechos adquiridos por terceros
de buena fe.

3.4 Los diversos casos que se pueden plantear

La doctrina uruguaya71 ha individualizado determinadas situaciones y


ha dado su respuesta a las mismas. Con algunas coincidimos, con otras
formularemos nuestras discrepancias.

71 Santiago Pereira Campos, El recurso de revisi6n y la acci6n [... ], op.cit., pp. 471-
473. Dicho autor ha sido seguido casi a la letra por E. V éscovi y colaboradores en: C6digo
General del Proceso, Tomo 2, pp. 456-458 y464-467.
356 Angel Landoni Sosa

A) Situaciones que encuadren en alguna de las causales del recurso de


revisión del Art. 283°, pero que se conocen luego de transcurrido el plazo
de caducidad de un año previsto en el Art. 285°.1.
En esta hipótesis, Pereira Campos72 si bien no coincide con la solución
legal, estima que de acuerdo con elArt. 285°.1, transcurrido dicho plazo,
tratándose de una circunstancia que configure causal de revisión (Art. 283°),
la cosa juzgada se vuelve inmutable.
Dicho autor considera que sostener una tesis contraria, llevaría a dejar
sin aplicación el plazo fijado, lo que carecería de todo sustento.
En nuestra opinión, en este caso es posible fundar la tesis contraria en
favor de la admisibilidad de la acción autónoma.
Nos basamos para ello en que la Constitución y los tratados interna-
cionales suscritos por el país han consagrado la garantía del debido proce-
so y elArt. 98° del C. G.P. ha establecido especialmente el principio gene-
ral de que:

«Al impedido por justa causa no le corre plazo desde el momento en


que se configura el impedimento y hasta su cese. Solo se considera
justa causa la que provenga de fuerza mayor o caso fortuito para la
parte y que la coloque en la imposibilidad de realizar el acto por sí o
· por mandatario».

Con un ejemplo trataremos de demostrar nuestra tesis. Así, si en un


proceso la sentencia favorable al actor se produjo en virtud de la
incomparecencia del demandado, en aparente rebeldía, y ésta, en la reali-
dad de los hechos, se debió al secuestro del reo por parte del actor, aunque
en la especie se haya configurado- en virtud del dolo-la hipótesis del
Art. 28Y N° 1, nos resulta indubitable que la acción autónoma será ad-
misible aún cuando haya transcurrido el plazo de un año.
Lo mismo ocurriría -en otra hipótesis- si el actor en un proceso de
prescripción adquisitiva hubiese dolosamente sustraído del domicilio del
demandado todos los cedulones que le daban noticia del proceso y este
recién se entera -transcurrido más de un año- al extraer los correspon-
dientes certificados de los Registros de la Propiedad cuando estaba proce-
diendo a la venta de dicho bien.

72 Santiago Pereira Campos, El recurso de'revisión [... ], op.cit., p. 472.


La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 357

B) Situaciones no contempladas por las causales de revisión pero que


configuran situaciones de indefensión.
*Por violaciones graves de las garantías del debido proceso que puedan
ocurrir por múltiples circunstancias.
*Por violación a las normas que regulan el emplazamiento que son
sancionadas con la nulidad insanable (C. G.P. Art. 129°.1).
*La del impedido por justa causa (fuerza mayor o caso fortuito) - C. G.P.
Art. 98°.
En estas situaciones Pereira Campos, en solución que compartimos,
admite también la revisión de la cosa juzgada aparente.

3.5 Vías procesales a utilizar para la acción de revisión de la cosa


juzgada fraudulenta o aparente.

En las situaciones que hemos individualizado con la letra A y respecto


de las cuales admitimos la posibilidad de una acción declarativa de revi-
sión de la cosa juzgada fraudulenta73 entendemos que dada la amplitud de
la previsión normativa consagrada en el Art. 114° del C. G.P. la vía proce-
sal a utilizar es la del proceso ordinario.
En efecto, dicha estructura procesal es la prevista por el legislador
(C. G.P. Art. 348°) para tramitar«[ ... ] todas aquellas pretensiones que no
tengan establecido un proceso especial para su sustanciación».
Por otra parte, el proceso ordinario es el que ofrece mayores garantías
y da más posibilidades para probar el elemento subjetivo (dolo, fraude,
colusión) requerido para el éxito del accionamiento por nuestra doctrina
y jurisprudencia clásica.
En apoyo de nuestra tesis invocamos la previsión contenida en el Art.
221° del C. G.P. que dispone: «efectos de la cosa juzgada en procesos con
emplazamiento a personas indeterminadas o inciertas».
En los procesos en que hayan sido emplazadas personas indetermina-
das o inciertas, la sentencia surtirá efecto en relación a todas las personas
comprendidas en el emplazamiento, salvo que se compruebe en el mismo
proceso o en otro, que su identidad sea conocida por alguna de las partes
y sin perjuicio de los derechos adquiridos por terceros de buena fe.7 4

73 En contra, S. Pereira Campos, El recurso de revisión y la acción[ ... ], op.cit., pp.


471-472.
74 Véase sentencia No 66 del TAC de 2°Turno, con nota de Walter Guerra Pérez,
<<Emplazamiento genérico: cuándo procede», en: RUDP 1/99, pp. 143-150.
358 Angel Landoni Sosa

Si conociendo la identidad física del futuro demandado se realizara


fraudulentamente un emplazamiento genérico por edictos, no nos cabe
duda que dicho emplazamiento sería nulo y podría ser atacado en la opor-
tunidad correspondiente con los medios impugnativos previstos en el Art.
115°: excepción o defensa; recursos: reposición, apelación, casación/5 re-
visión y el incidente de nulidad del Art. 115°.3 que también constituye
un medio impugnativo (C.G.P. Art. 243.2).
Corresponde destacar que aun cuando ya estuviere concluido el proceso
y hubiese vencido la posibilidad de plantear el recurso de revisión, cabría
como vía de impugnación la del «Otro proceso» a la que remite el referido
Art. 221° del C.G .P., que en nuestro opinión, debiera ser el proceso ordina-
rio revisivo de esta cosa juzgada obtenida en forma fraudulenta.
En los supuestos referidos en el apartado B, en cambio, el codificador
parece haberse indinado hacia la vía incidental, cuya demanda respectiva
deberá ser deducida dentro de los veinte días siguientes al del conocimien-
to fehaciente del acto que se impugna (C.G.P. arts. 115°.3 y 129°.3).

- La situación de los terceros de buena fe.


El legislador uruguayo ha tenido especial cuidado en tutelar los dere-
chos de los terceros de buena fe.
Así, el Art. 290° en lo referente al recurso de revisión, el Art. 221° que
regula los efectos de la cosa juzgada en procesos con emplazamiento gené-
rico y elArt. 375°.4 que regula la revocación o la casación de la sentencia ·
que hizo lugar a la ejecución provisoria, expresamente establecen que no
se puede perjudicar a los terceros de buena fe ni determinar la anulación
de los actos o contratos celebrados con el dueño aparente de los bienes.
Por dicha razón y a los efectos de impedir que se pueda alegar la cali-
dad de tercero de buena fe, será muy importante hacer jugar los mecanis-
mos legales que permitan hacer efectivas y eventualmente incorporarlas a
un registro, aquellas medidas que signifiquen una traba para la disponibi-
lidad de los bienes en litigio cualquiera sea su naturaleza.
Por su parte, el tercero que quiera acreditar su buena fe por una razón
de prudencia elemental procederá a solicitar a los correspondientes regis-
tros públicos la expedición de los respectivos certificados de los que resul-
te que no existe ninguna medida que obste a la operación que se proyecta
realizar.

75 No contemplado expresamente en la norma, pero admisible.


La cosa juzgada: valor absoluto o relativo 359

Con relación a la alegada buena fe de un acreedor hipotecario fraudu-


lento, nuestra jurisprudencia ha indicado76 que la buena fe supone una
conducta diligente, conducta no observada por dicho acreedor hipoteca-
rio. Así, no es normal que los antecedentes del bien, a excepción de los
dos últimos títulos, fueran fotocopias simples de las matrices, ni aún de
las primeras copias, y que la fotocopia de los planos lo fueran de los que
están en las diversas oficinas públicas. A cualquier profesional mediana-
mente diligente debía habérsele planteado la interrogante de por qué, no
siendo el inmueble una unidad de propiedad horizontal o sin haber exis-
tido partición previa, no se le entregaba a dicho acreedor hipotecario toda
la titulación y planos originales y, cuando menos, debió haberse corrobo-
rado su existencia. El actuar desprolijo del escribano, no puede alegarse
como generador de buena fe, máxime cuando aquel intervenía habitual-
mente en operaciones de préstamos hipotecarios, era el profesional del
acreedor hipotecario y tratándose el mutuario señor YY de un perfecto
desconocido que se había contactado con el acreedor hipotecario a través
del señor ZZ quien operaba como intermediario para la obtención de
préstamos pub licitando su tarea a través de la prensa escrita.
Existió, además, otro hecho llamativo: la inscripción de las dos com-
praventas falsas en la misma fecha (25/4/91). Nótese que no se trataba en
la especie de un negocio económicamente despreciable y sabidas son las
consecuencias de la falta de inscripción dentro del plazo legal (arts. 12° y
13° Ley No 10.793), por lo que esta situación unida a la peculiaridad de
los antecedentes dominiales requerían una conducta más diligente que la
empleada.
A ello se sumó -se expresa en la sentencia- que no se solicitó al
presunto propietario que les exhibiera el inmueble por lo que solamente
se lo vio por fuera, ni se requirieron informes del comportamiento co-
mercial de un desconocido futuro deudor.
La sentenciante llegó a la conclusión de que la buena fe del acreedor
hipotecario no se probó en dicho proceso.

76 Sentencia del24 de mayo de 1994 del Jdo. Ltdo. de Primera Instancia en lo Civil
de 15°Turno, a cargo de Nilza Salvo, en: RUDP 111994, pp. 81-87, con nota de Luis
Alberto Viera.
360 Angel Landoni Sosa

IX. Conclusiones

l. La cosa juzgada es un instrumento indispensable de paz, seguridad y


justicia en las relaciones jurídicas de los hombres, pero no es un valor
absoluto sino relativo. La necesidad de firmeza de las decisiones judiciales
debe ceder, en determinadas circunstancias que ocasionen grave perjuicio,
ante la necesidad de tutelar a la verdad como contenido intrínseco del
valor justicia.
2. La revisión debe ser excepcional, ya que, la cosa juzgada y su conse-
cuencia la seguridad jurídica, siguen siendo pilares fundamentales del es-
tado de derecho.
3. La admisibilidad de la acción de revisión está edificada -como
afirmaba Couture- sobre situaciones claras; en los casos confusos, el
magistrado deberá abstenerse de anular la sentencia pasada en autoridad
de cosa juzgada.
4. La finalidad de la revocación será, en lo esencial, reparar el perjuicio
causado por el dolo, el fraude, la colusión o la indefensión. En principio,
donde no exista perjuicio no habrá revocación; no obstante, en aquellos
casos en que estén en juego normas de orden público la revocación será
procedente aun cuando no exista perjuicio de los terceros.
5. El recurso de revisión, el incidente de nulidad y la acción autónoma
son los medios impugnativos a utilizar para obtener la revisión de la cosa
juzgada aparente o fraudulenta.
6. Corresponderá acudir a la acción autónoma de revisión de naturale-
za declarativa y a tramitar por proceso ordinario, solo en aquellas hipóte-
sis en que no haya sido posible utilizar otro medio impugnativo.
7. La consagración en el Código general del proceso así como en el
proyecto de código modelo para Iberoamérica del incidente de nulidad y
del recurso de revisión que tiene plazos de interposición y causales especí-
ficas, no impiden que se pueda plantear en forma excepcional la acción
autónoma hasta el momento en que se haya operado la prescripción de
los derechos.

Cerrar la vía de la acción revocatoria implicaría que el fraude procesal y


aun las formas delictuosas del proceso pudieran adquirir carácter legíti-
mo, porque una envoltura de cosa juzgada aparente estaría purificando
los vicios de los actos jurídicos irregulares, dolosos o fraudulentos.

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