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REFLEXIONES DE ESTOS TIEMPOS

FRANCISCO A RITMO DE VALLENATO

Si soportar las injurias que nos alcanzan personalmente (y respetar a las personas
que las profieren) es un acto virtuoso, soportar las que atañen a Dios es el colmo
de la impiedad.
Santo Tomás de Aquino

El pasado 8 de septiembre el mundo fue testigo de la presencia del Papa Francisco


en el llano colombiano, en el marco de su visita al país de la cumbia y el vallenato.
Una visita teñida de tinte político desde los albores de su anuncio cuando el propio
Pontífice condicionó su viaje a la opción triunfadora del SI en el plebiscito convocado
por el presidente Santos, en un mal llamado proceso de paz para darle legitimidad
política a una banda de delincuentes y asesinos que ha sembrado el terror y la
muerte por más de cincuenta años.
En Catama, Bergoglio nuevamente hizo gala de su sordidez pronunciando un
discurso hueco y sonso, dedicado a las masas que le siguen y que ignoran el
trasfondo de la tragedia que significa que una banda de malhechores obtenga
impunidad total y que apenas una semana antes de su visita festejara, tanto en
Villavicencio como en el Meta, su nuevo status quo sin ningún atisbo de
arrepentimiento y con discursos y arengas altisonantes, que en nada coincide con
la imagen de lobo devenido en cordero de la que Francisco hace apología:
Sanemos aquel dolor y acojamos a todo ser humano que cometió delitos, los
reconoce, se arrepiente y se compromete a reparar, contribuyendo a la construcción
del orden nuevo donde brille la justicia y la paz.
A Bergoglio se le olvidó mencionar que la historia reciente de Colombia ha estado
signada por la violencia, el dolor y la muerte. Desde el poder omnímodo que
detentaron las compañías bananeras y los fusilamientos masivos de campesinos
que pedían reivindicaciones económicas y sociales, la oprobiosa y sanguinaria
dictadura de Rojas Pinilla, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán que marca un antes
y un después con la insurgencia armada de los movimientos guerrilleros
conformados por el ELN, las FARC, la UP, el M19, entre otros, el surgimiento de los
carteles del narcotráfico y los movimientos paramilitares transformados luego en
AUC, y en medio de todo esto los oportunistas de oficio por aquello de que en río
revuelto ganancia de pescadores.
Omitiría deliberadamente Bergoglio que la verdadera razón de que hoy más de un
tercio del componente humano mejor adiestrado de las FARC así como las tres
cuartas partes de su arsenal bélico permanecen activos e intactos en varias
regiones (Cauca, Tolima, Nariño, etc.) con la finalidad de “preservar su capital
estratégico”, como se acordó en La Habana con el enviado especial del Papa y que
no se dio a conocer a la opinión pública. Capital estratégico que no es otra cosa que
el cultivo y procesamiento de la hoja de coca que le garantiza el recurso económico
para mantener aceitado y en pleno ejercicio su músculo político con la espada de
Damocles sostenida por el brazo militar.
En las cuatro cuartillas que conforman tanto la homilía como el discurso titulado
“Gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional”, Francisco hace uso de
su habitual palabreo hipnotizador al más puro estilo de la nueva era, cargado de
reconciliación, paz, amor, justicia, verdad, perdón, esperanza y misericordia. Todos
los ingredientes de la receta de Francisco fueron añadidos en su justa medida dando
como resultado un caldo edulcorado, reiterativo e insustancial.
La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Las tres
juntas son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de ellas impide
que las otras sean alteradas y se transformen en instrumentos de venganza sobre
quien es más débil. La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más
bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por
el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar
qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es
reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos.
Quisiera, finalmente, como hermano y como padre, decir: Colombia, abre tu corazón
de pueblo de Dios, déjate reconciliar. No le temas a la verdad ni a la justicia.
Un discurso bonito para las masas que le siguen por televisión y que son totalmente
ajenas a la verdad de que esos parientes seguirán desaparecidos porque hace
mucho que fueron ejecutados y enterrados por el simple hecho de esconder la
cosecha para que no les fuera arrebatada o haberla cedido por la fuerza a los
paramilitares unos días antes o sencillamente por defenderla y haberse negado a
entregarla junto con sus hijos, la verdad de que la mayoría de esos menores no
fueron reclutados para convertirlos en niños soldado sino secuestrados para
satisfacer los bajos instintos de pedófilos encubiertos, la verdad de que la mayoría
de esas mujeres quedaron marcadas para siempre por una sociedad rural que las
estigmatiza por el delito de haber sido convertidas en esclavas sexuales sometidas
a violaciones múltiples y en muchos casos haber quedado estériles a causa de las
aberrantes prácticas abortivas de sus verdugos. Una verdad a medias siendo
contada y encausada por el hombre que pactó con Timochenko e Iván Márquez en
Cuba. Una verdad que pide justicia y que gritó NO a un acuerdo de paz amañado y
sinvergüenza. Una verdad que pide que se escuche la voz de ese 50,21% que votó
en contra y que retrata la imagen de esa Colombia rural afectada, que reclama
justicia para poder perdonar y que se pronunció con contundencia el 2 de octubre
de 2016.
Tal vez debamos inferir que debe ser por el generalizado declive en la educación
pero, de un tiempo a esta parte he notado que la gente ya no entiende las analogías
y su capacidad de análisis ha sido sofocada por el infame relativismo.
El perdón no es un programa selectivo en el que unos sí y otros no actúan en
consecuencia para lograr la reconciliación. El perdón es un proceso que implica una
toma de conciencia y que paulatinamente conduce a una transformación de carácter
individual. El perdón no puede condicionarse, no es un proceso colectivo rubricado
en tres cuartillas por los cabecillas de las FARC sin que medie un sincero
arrepentimiento y que además esté signado por el chantaje y la extorsión. El perdón
necesita el soporte de la penitencia y de la fe. “Sin fe es imposible agradar a Dios...”
(Heb 11, 6). “Y sin penitencia, todos pereceremos” (Lc 13, 5).
Pero el discurso politiquero y demagogo fue precedido de una homilía que la
Conferencia Episcopal Colombiana no tardó en calificar con los más elogiosos
epítetos y los medios de comunicación se complacieron en reproducir. Ese día
festejábamos la natividad de la Santísima Virgen María y por tanto el Evangelio
correspondía a Mateo 1, 1-17. Escuchamos unos primeros párrafos llenos de
hermosas metáforas alusivas a María como anuncio del día, arca de alianza, reflejo
y trasparencia de la luz de Dios para luego enmarcar el discurso con su habitual
retórica o más bien la del Arzobispo Víctor Manuel Fernández que es lo mismo o,
como diría el ilustre tachirense, tal vez no es lo mismo pero es igual, adentrándose
en el tema del Evangelio.
Todo este exordio le sirvió de marco para dar una rápida estocada de hábil
espadachín, asestar un puntillazo, marcar el punto a favor y volver al ruedo como si
nada hubiera pasado.
La mención de las mujeres —ninguna de las aludidas en la genealogía tiene la
jerarquía de las grandes mujeres del Antiguo Testamento— nos permite un
acercamiento especial: son ellas, en la genealogía, las que anuncian que por las
venas de Jesús corre sangre pagana, las que recuerdan historias de postergación
y sometimiento. En comunidades donde todavía arrastramos estilos patriarcales y
machistas es bueno anunciar que el Evangelio comienza subrayando mujeres que
marcaron tendencia e hicieron historia.
El párrafo entero es un descomunal disparate por decir lo menos. Ante semejante
adefesio uno no encuentra por dónde empezar. Sigamos pues el orden cronológico
del pasaje y veamos cuáles son las mujeres aludidas por Mateo: Tamar, Rahab,
Rut, la esposa de Urías (Betsabé) y María.
Haciendo un breve recorrido por el AT nos encontramos a Eva la “madre de todos
los vivientes” (Gen 3, 20) y junto a Abraham, Isaac y Jacob se encuentran Sara,
Rebeca, Lea y Raquel, también nos topamos con Jocabed, María (hermana de
Moisés), Ana (madre de Samuel), Débora, Noemí, Rut, y Ester. Junto a Tamar,
Rahab, y Betsabé, todas ellas intervinieron en los planes de Dios para la humanidad.
De una u otra forma, directa o indirectamente, todas ellas se amoldaron a Sus
planes, fueron elegidas para dar testimonio de la trascendencia de la gracia de Dios,
y glorificaron su majestad para encadenarse en un vínculo perfecto con Jesús y con
María, la otra aludida, la mujer excelsa que ha vivido con plenitud la maternidad y la
virginidad, y que se relaciona íntimamente con Dios Trino. María, la Madre de Dios,
bendita entre todas las mujeres.
Para ilustrarnos un poco al respecto, considero propicio reseñar un extracto del libro
Tre donne e il Signore (Tres mujeres y el Señor; Jaca Book, 1983) de la mística
francesa Adrienne von Speyr:
[…] Pero hay también personas que, despacio o de manera repentina, emergen de
una cierta oscuridad para personificar desde ese momento en adelante, bajo la
mirada meditativa de la Iglesia, la forma de un particular servicio hecho al Señor.
Cuando aparecen nos damos cuenta de que, desde hacía tiempo, ya habían sido
objeto de la consideración y de la aceptación del Señor. Él las ha elegido y las ha
acogido antes de que ellas lo supieran. Y por ahora, hasta que salgan del secreto
en Él, Él las sostiene.
[…] En estas personas que durante mucho tiempo permanecen desconocidas y que
representan también a esas otras, incontables, sobre cuya relación con el Señor no
conocemos nada nunca jamás, se manifiesta de manera muy particular su poder de
sostener en sí a cada hombre.
Con cada uno Él puede, solo, entrar en relación, en una relación para la cual en un
primer momento Él ha pronunciado la palabra “sí”. Lo ha puesto como su creación
–y esta posición es la gracia, la cual precede cada movimiento y respuesta del
hombre– pero en su sí al hombre ya está incluido, como un germen vivo, latente,
también el sí del hombre: en la unilateralidad de la llamada está ya la bilateralidad
del encuentro.
De María, que dice al ángel su “sí”, nosotros sabemos en la fe que el Hijo, desde
hacía mucho tiempo, desde la eternidad, la había sostenido y llevado en su sí. Él la
ha elegido como su madre, la ha destinado y también preredimido. Es como si
hubiera estado sostenida por el sí del Hijo hasta donde ha sido posible: hasta el
momento de la decisión. Del mismo modo como sucede con el que va a confesarse,
que es sostenido hasta el momento que hace su confesión.
Este ser sostenidos por el Señor no significa en absoluto que Él nos quita la
responsabilidad, más bien nos refuerza en la justa decisión, para que podamos
encontrarlo en la plenitud de la libre voluntad, para que por la fortaleza que Él nos
confiere seamos capaces de elegir lo que es la voluntad del Padre.
Todo el pasado de María está perfectamente contenido en su sí. En este sí podemos
leer que ella ha consumado su vida, todo lo que ha contribuido a formar este sí, de
qué manera ella se muestra capaz de ser como el Hijo la quiere. Y en el instante en
que ella pronuncia el “sí”, asume respecto a Él una responsabilidad que tiene
totalmente en cuenta su autonomía.
¿A cuál jerarquía se refiere Bergoglio? Qué manera más abyecta de ofender a la
Madre de Dios, relativizando su importancia cual discípulo de Nestorio y
desconociendo un dogma de fe. María es y será siempre la Theotokos como lo
proclama el concilio de Éfeso. San Atanasio, padre de la Iglesia, nos ilustra con sus
palabras:
La finalidad y característica de la sagrada Escritura, como tantas veces hemos
advertido, consiste en afirmar de Cristo, nuestro salvador, estas dos cosas: que es
Dios y que nunca ha dejado de serlo, Él, que es el Verbo del Padre, su resplandor
y su sabiduría; como también que Él mismo, en estos últimos tiempos se hizo
hombre por nosotros, tomando un cuerpo de la virgen María, Madre de Dios.
Recreémonos un instante en algunos pasajes de la homilía pronunciada por San
Cirilo de Alejandría en el Concilio de Éfeso:
Te saludamos, santa y misteriosa Trinidad, que nos has convocado a todos nosotros
en esta iglesia de Santa María, Madre de Dios.
Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe,
lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo
indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno,
madre y virgen por quien es llamado bendito, en los santos Evangelios, el que viene
en nombre del Señor.
Te saludamos, a ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e
inabarcable; a ti, por quien la santa Trinidad es adorada y glorificada; por quien la
cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por
quien se alegran los ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los
demonios; por quien el diablo tentador cayó del cielo; por quién la criatura, caída en
el pecado, es elevada al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la insensatez de
la idolatría, llega al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la
gracia del bautismo y el aceite de la alegría; por quien han sido fundamentadas las
Iglesias en todo el orbe de la tierra; por quien todos los hombres son llamados a la
conversión.
Y ¿qué más diré? Por ti, el Hijo unigénito de Dios ha iluminado a los que vivían en
tinieblas y en sombras de muerte; por ti, los profetas anunciaron las cosas futuras;
por ti, los apóstoles predicaron la salvación a los gentiles; por ti, los muertos
resucitan; por ti, reinan los reyes, por la santísima Trinidad.
¿Habrá aún alguna duda de la importancia y la jerarquía de nuestra amada Madre,
que por haberse humillado como esclava fue exaltada como reina?
Pero esta terrible ofensa se transforma en una infame blasfemia cuando Bergoglio
espeta la siguiente frase: son ellas, en la genealogía, las que anuncian que por
las venas de Jesús corre sangre pagana.
Por supuesto, que han abundado los que han salido a enmendarle la plana y hasta
aplaudirle y disertar a favor de semejante afirmación. Con ello ha ultrajado a la
santísima Madre de Jesús en los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la
Virginidad perpetua. También lo ha hecho con su padre adoptivo, San José, pues
dicha aseveración trae implícito que Jesús podría ser su hijo biológico, echando por
tierra la castidad del esposo de María, y finalmente define a Cristo como a cualquier
hombre, despojándole de su divinidad (dogma) y convirtiéndole en pecador.
¿De quién es hijo Jesús, si por sus venas corre sangre pagana? Decir semejante
barbaridad es dar por sentado que Jesús desciende físicamente de Adán y Eva, y
por tanto, estaría manchado por el pecado original y niega que Dios Espíritu Santo
fue quien fecundó el vientre de María. Por tanto, ni ella es Santa, ni Dios es Santo
en la segunda y tercera personas de la Santísima Trinidad, y sería San José el padre
natural de Jesús, quien habría heredado la sangre “pagana” de los antepasados de
aquel.
Si atamos cabos y unimos estas afirmaciones a sus propias declaraciones
aparecidas en la reciente publicación del libro Papa Francisco: Reuniones con
Dominique Wolton: Política y Sociedad, de que todo lo que él piensa y dice es
doctrina, pues nos encontramos ante el naufragio más estrepitoso de nuestra
Iglesia:
Estoy constantemente haciendo declaraciones, dando homilías. Eso es magisterio.
Eso es lo que pienso, no lo que los medios dicen que pienso. Echale un vistazo;
está muy claro.
La lectura de este libro –publicado en inglés– arroja luces muy claras sobre el inicuo
ocupante de la silla de Pedro. ¡Quien tenga ojos… que lea!
Para finalizar, dejémonos ilustrar por dos grandes teólogos de nuestra Iglesia:
La Escritura inspirada por Dios afirma que el Verbo de Dios se hizo carne, esto es,
que se unió a un cuerpo que poseía un alma racional. Por consiguiente, el Verbo de
Dios asumió la descendencia de Abraham y, forjándose un cuerpo tomado de mujer,
se hizo partícipe de la carne y de la sangre, de manera que ya no es Dios, sino que,
por su unión con nuestra naturaleza, ha de ser considerado también hombre como
nosotros... Dios y hombre a la vez.
San Cirilo de Alejandría (Concilio de Éfeso)
La genealogía de Mateo es una lista de hombres, sin embargo, antes de llegar a
María, se menciona a cuatro mujeres: Tamar, Rahab, Rut y la mujer de Urías ¿Por
qué aparecen estas mujeres en la genealogía? ¿Con qué criterio se las ha elegido?
Se ha dicho que estas cuatro mujeres habrían sido pecadoras. Así, su mención
implicaría una indicación de que Jesús habría tomado sobre sí los pecados y, con
ellos, el pecado del mundo, y que su misión habría sido la justificación de los
pecadores. Pero este no puede ser el aspecto decisivo en su elección, sobre todo
porque no se puede aplicar a las cuatro mujeres. Es más importante el que ninguna
de las cuatro fuera judía. Por tanto, el mundo de los gentiles entra a través de ellas
en la genealogía de Jesús, se manifiesta su misión a los judíos y a los paganos.
Pero, sobre todo, la genealogía concluye con una mujer, María, que es realmente
un nuevo comienzo y relativiza la genealogía entera.
Benedicto XVI

¿Por qué ofendes a Dios? Los perros ladran en defensa de sus dueños, y ¿me
callaría yo cuando oigo blasfemar el nombre de mi Dios? ¡Podré morir, pero no
callar!
San Jerónimo

Su hermano en Cristo,
José Rafael Páez

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