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CAPITULO 4

EL ENCARGO DE PREDICAR EL EVANGELIO

INTRO: este capítulo contiene algunas de las últimas palabras habladas del apóstol Pablo. Semanas o quizá días
antes de ser ejecutado. Por 30 años había trabajado sin interrupciones como apóstol y evangelista itinerante. Estas
últimas palabras son el legado de Pablo a la iglesia.

UN IMPRESIONANTE DESAFÍO.
“Te encarezco delante de Dios (en el Presencia de Dios)”. Como si Pablo lo llevara a Timoteo ante un juzgado y le
tome juramento solemne. El desafío de Pablo es primero a Timoteo, pero también es a todos nosotros. Hay tres
aspectos del desafío que son importantes:

1° El tipo de encargo (v.2)


“Que prediques la palabra”: La palabra es lo que Dios ha hablado. Es el “buen depósito”, la “sana doctrina”, la
“verdad” y “la fe”. No tenemos libertad para inventar nuestro mensaje. Debemos comunicar lo que Dios ha nos ha
hablado por su Palabra: Cristo salva, sana y libera.

“Predicar”: la palabra no es sólo para ser oída, creída, obedecida, guardarla de falsificaciones, sufrir por ella y
perseverar en ella; sino que ahora debemos predicarla a otros. Es Buena Noticia.

Hay 4 cosas que debe tener nuestra predicación:

a- Una predicación urgente: “que instes” significa que seamos insistentes. Nunca pierdas el sentido de la
urgencia y la importancia. Es un asunto de vida o muerte. Por eso es “a tiempo y fuera de tiempo” lo que
significa “permanece activo predicando el evangelio en todo tiempo, sea conveniente o no”.

b- Una predicación adecuada: “redargüir, reprende y exhortar” significa distinta formas transmitir el mensaje,
porque sea como sea la palabra de Dios es “provechosa” habla a diferentes personas en distintas
situaciones.

c- Una predicación paciente: urgente porque anhelamos que las almas se salven, pero paciente, sin presionar
para que la gente tome una decisión, sino dejando obrar al E.S. debemos ser fieles en predicar y confiar en
la obra de Dios en el corazón de las personas. También debemos ser pacientes en nuestro comportamiento.
No nos cansemos de hacer el bien porque a su tiempo cosecharemos.

d- Una predicación inteligente: dice el texto “con toda enseñanza”. No olvidemos que al predicar estamos
enseñando a la gente el camino de salvación. Tiene que haber proclamación pero también instrucción para
que se afirmen en la fe.

2° El fundamento para el encargo (v.1, 3-8)


Hemos visto ya que Timoteo era bastante tímido y frágil, que los tiempos que vivía y trabajaba eran peligrosos.
Pero Pablo le da incentivos para que continúe adelante: Primero debe mirar a Jesucristo el juez y rey que viene;
segundo el panorama que tenía por delante y tercero al mismo Pablo, el anciano apóstol a punto de ser ejecutado.

a- La comisión de predicar viene de parte de Dios. Cristo vendrá para juzgar y establecer su reino. Cuando El
venga vamos a rendir cuentas delante de El.
b- La gente va estar muy engañada, pero esto no es motivo para callar sino al contrario: “Pero tú” se diferente,
no te dejes llevar por esta corriente de engaño. Hay 4 cosas precisas que debemos hacer:

1- Ya que la gente es inestable en sus pensamientos y conducta, seamos bien equilibrados y


autocontrolados en nuestras emociones y pensamientos (sobrios)

2- Aunque la gente no tenga disposición a escuchar, hay que persistir en enseñarle, aunque tengamos que
soportar algunas “aflicciones”.

3- Ya que la gente ignora el evangelio que puede salvarlos, hagamos “obra de evangelista”.

4- Cumplir con nuestro ministerio no depende de la gente sino de nosotros. Debemos perseverar hasta que
hayamos terminado la tarea encomendada por el Señor.

c- “Pero tu Timoteo debes cumplir tu ministerio, pues yo estoy a punto de morir”. Josué continuó en donde
dejó Moisés; Eliseo continuó donde dejó Elías; así Timoteo debe continuar en donde dejó Pablo. Nosotros
somos los que continuamos donde dejaron los apóstoles.

CONCLUSION: “Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa
de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.” (Hechos 21:8).

Obra de evangelista: predicando y sanando.


Hechos 8:5-8
Mateo 8:1, 5, 14, 16, 28, 9:1, 18, 20, 27, 32, 35. En todas partes Jesús estaba predicando y sanando a los enfermos.

“Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. Y le seguía gran multitud, porque
veían las señales que hacía en los enfermos.” (Juan 6:1-2).

La sanidad no es la parte más importante del Evangelio, pero son señales que indican el camino de salvación:
Cristo.

“Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis.” (Juan 4:48).

Si Jesús estuviera aquí ¿qué cree que haría? Sanaría a los enfermos.

Jesús me dijo y te dijo:

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará,
porque yo voy al Padre. (Juan 14:12)

Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. (Juan 20:21)

Nos envió como sus representantes para ofrecer a todos los beneficios de la salvación de alma y la sanidad del
cuerpo. Tal cual como El lo hizo.

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