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Entrevista a Marcelo Torres por Alfredo Holguin

La siguiente es la transcripción de una reciente entrevista a Marcelo Torres, Secretario General del
PTC(moirista). Por considerarla de interés general dado que trata de varios temas concernientes a nuestra
identidad política y de otros de candente actualidad, hemos considerado importante que se conozca su texto
entre la militancia y amigos. La entrevista, al igual que varias otras efectuadas con líderes políticos de la
izquierda, fue realizada por Alfredo Holguín, del CEC del PCC, a finales del año pasado, con el propósito
de publicarlas en un libro de próxima publicación. Se envía con el formato original, al igual que los títulos y
subtítulos, remitido por correo electrónico por el entrevistador.

Ellos son grises,


nosotros el arco iris
Lo que piensa la izquierda colombiana
en el contexto del surgimiento del PDA

Partido del Trabajo de Colombia

Entrevista a:
Marcelo Torres Benavides
Secretario General

1. ¿Dónde reclaman sus orígenes como partido? El Partido del Trabajo de Colombia
viene del MOIR, nuestra raíz inmediata. El MOIR fue fundado en el año 70 como un
partido que se proponía construir un instrumento de clase para el movimiento
obrero e impulsar una revolución de tipo democrático en Colombia mediante una
amplia alianza de las clases nacionales, a saber, la clase obrera, el campesinado, la
pequeña burguesía y la burguesía nacional. Su fundador fue Francisco Mosquera, su
líder principal, quien jugó un papel fundamental en la historia política del

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movimiento revolucionario reciente del país. El MOIR a su vez viene de un
movimiento llamado Movimiento Obrero Estudiantil Campesino –MOEC- fundado
en 1959, antes de la revolución cubana, por Antonio Larrota. Larrota aparece en un
momento en el cual buena parte de la juventud colombiana, especialmente
universitaria, no se sentía representada en el Frente Nacional bipartidista, la salida
política que se dio por los dirigentes del país al período de la guerra civil conocida
como la Violencia liberal conservadora; por ello, esta juventud , como los sectores
más progresistas, buscaron nuevos caminos. Larrota promovió la más activa
solidaridad con la revolución cubana, estuvo un tiempo en Cuba y luego,
desafortunadamente, pereció en una emboscada a manos de un personaje que se
llamaba Aguililla, quien comandaba unos elementos residuales de la violencia, en
una zona del Cauca. Con el MOEC se funda quizá la primera de las organizaciones
revolucionarias armadas de la Colombia contemporánea y luego de una serie de
descalabros y de aventuras donde se sacrificaron una serie de compañeros muy
valiosos, Francisco Mosquera encabezó una corriente nueva, opuesta a la táctica
insurreccional dada la ausencia de condiciones para ella, con un documento que se
llamó Hagamos del MOEC un Partido Marxista Leninista. En la segunda parte de la
década del 60, entre el 65 y el 70, en el remate de un período excepcional, el MOIR
estableció sus bases iniciales en distintos centros urbanos del país, especialmente en
el movimiento sindical de Antioquia, Valle del Cauca, Bogotá, Barranquilla y
Bucaramanga.

2. ¿Cuando se asumen como maoístas? Mosquera, a partir del documento citado,


adoptó un enfoque crítico frente a la llamada línea insurreccional foquista,
preconizada por la revolución cubana y reafirmó el punto de vista leninista de que
sin la emergencia de una situación revolucionaria, todo intento de provocarla
mediante acciones armadas a contrapelo del genuino estado de ánimo de las masas
cae en el aventurerismo y el extremoizquierdismo y está condenado al fracaso.
Recordemos que la configuración de una clásica situación revolucionaria requiere
toda una conjunción de condiciones que se sintetizan en: 1) una crisis política, una
situación tal en la que “los de arriba no puedan seguir gobernando como antes y los
de abajo no quieran seguir viviendo como hasta entonces” y 2) un impulso
irrefrenable de las masas hacia las acciones revolucionarias espoleado por los
padecimientos del pueblo. Mosquera concluyó que una vez acabada la guerra civil
liberal-conservadora en Colombia no habían vuelto a surgir tales condiciones y que,
en consecuencia, la táctica fundamental de las fuerzas revolucionarias consistía en
acumular fuerzas mediante la lucha política, en un paciente trabajo de masas,
concentrando el esfuerzo de construcción en el movimiento obrero para, a partir de
allí, desplegar un actividad sobre los otros sectores de la sociedad, de manera que en
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un proceso de acumulación de fuerzas surgiera un partido obrero que estuviera en
condiciones de actuar eficazmente en una situación revolucionaria. Naturalmente, a
lo anterior deben agregarse las tesis cardinales del maoísmo.

3. Sintéticamente podría decirnos ¿cuáles son las líneas centrales que identifican a
un partido como maoísta?

Sí, resumidamente: 1) aún en los países atrasados, donde la clase obrera es débil
numéricamente, es la dirección del proletariado la que puede llevar adelante la
revolución; ello requiere construir un partido obrero y practicar una política de
alianzas con el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía nacional; 2) en los
países atrasados la tarea revolucionaria prioritaria, de la cual depende que puedan
desarrollarse las demás, es la emancipación nacional del yugo imperialista y tal
conquista puede lograrse adelantando una política de frente único que aglutine a
todas las fuerzas de la nación, especialmente en esta época de neoliberalismo y
recolonización; 3) el triunfo de la liberación nacional es en general una lucha
prolongada que exige grandes sacrificios y esfuerzos a las fuerzas revolucionarias; su
modalidad concreta dependerá de la historia y las características de cada país, las
tradiciones y rasgos propios de las fuerzas en pugna y de la situación internacional;
4) la revolución en los países atrasados si bien tiene como norte el socialismo, debe
atravesar una fase de transformaciones revolucionarias democráticas durante las
cuales son necesarios cierto desarrollo del capitalismo nacional y determinados
acuerdos con la burguesía; 5) la cultura y la ideología, si bien en general son
originadas por la economía y dependen de ella, ejercen sobre esta un papel que en
ciertos momentos pasa a ser principal y decisivo; todas las grandes revoluciones
sociales son por ello antecedidas por una revolución cultural, esto es válido no sólo
para los países del Tercer Mundo y los países desarrollado sino aún para el período
de la construcción socialista.

4. ¿Qué pasó con las otras expresiones del MOEC y dónde desembocaron? Muchas se
disolvieron y algunos residuos ingresaron a otras organizaciones de izquierda, pero
realmente sólo la corriente que encabezó Francisco Mosquera le dio continuidad a los
postulados revolucionarios del MOEC y de Antonio Larrota. Esta corriente se
plasmó en unos núcleos iniciales del movimiento obrero, a partir de los cuales y en
conjunción con otros sectores del movimiento estudiantil, de los intelectuales, de
sectores campesinos, agrarios, de personalidades de la política nacional, dio origen
hacia octubre de 1970 a lo que se conoció en Colombia como el MOIR.

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5. ¿Porqué movimiento y no partido? Desde su origen el MOIR, cuyo nombre
fundacional partidario es el de Partido del Trabajo de Colombia, ha estado ligado a
lucha de los de los trabajadores. Se adoptó el nombre de MOIR, porque
originalmente era una alianza de los sectores más combativos del movimiento
obrero. Así, inicialmente, el MOIR no fue una organización política sino un
movimiento sindical constituido por el acuerdo de numerosos sectores sindicales.
Prácticamente, con excepción del Partido Comunista, los demás sectores de izquierda
participaron en esta alianza de carácter sindical, efectuada en el año 70, que aunque
podríamos calificar hoy de efímera fue muy significativa. Cuando se disolvió,
nosotros nos quedamos con el nombre, pues a pesar de lo efímera de esa alianza
gremial y política, este era un nombre conocido públicamente. En tal sentido y más
por razones prácticas, por la difusión pública ya hecha de la sigla, nos quedamos con
el nombre de MOIR; aquí la realidad desbordaba el nombre: se trataba de construir
un partido, no un movimiento. De modo que en realidad allí nace una nueva fuerza
política revolucionaria, que se iba a denominar como estaba pensado originalmente,
PTC, Partido del Trabajo de Colombia, adoptando una táctica fundamental, lo que
nosotros llamamos una política de alianzas de frente único, en procura de la más
amplia unidad nacional.

6. Con la caída del muro de Berlín y la implantación del modelo neoliberal se dio un
cambio radical en el escenario internacional ¿Esa nueva situación cómo los afecto a
ustedes? Mosquera muere en el año 94 y en los últimos cinco años de su vida en
Colombia y en el mundo sobrevienen cambios trascendentales. Tanto en Colombia,
como en el mundo entramos en ese proceso que se conoció como el fin de la guerra
fría que es de donde arranca la desintegración de la Unión Soviética como Estado y
lo que los apologistas del imperialismo han denominado el “derrumbe socialista” y
el triunfo de la economía de mercado. En realidad el mundo estaba frente a un
enorme viraje, el derrumbe del socialimperialismo soviético, iniciado desde los años
80 que se viene a completar a fines de esta década con lo que se conoció como la
caída del muro de Berlín.
Entonces se iniciaba la aplicación y generalización a nivel mundial del este modelo
que estamos padeciendo, el neoliberalismo, y que fue el comienzo de un repliegue de
la revolución mundial. Nosotros sostuvimos una polémica en el seno del movimiento
comunista internacional, en el sentido que en la Unión Soviética, no hubo, no existió
un régimen socialista luego de la muerte de Stalin, y que por consiguiente lo que se
cayó no fue el socialismo, lo que fracasó no fue el socialismo sino una degeneración
socialimperialista; que con la caída de la URSS no asistimos por consiguiente a un
pretendido fracaso histórico del socialismo que pudiera desmoralizar las filas de los
revolucionarios. Sobrevino la llamada “apertura económica” al final del Gobierno de
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Barco, que comprometió al país con la apertura económica a comienzos del año 90,
y que ese mismo año, con la elección de Gaviria, constituyó este en el primer
gobierno neoliberal. Frente a todo esto, Mosquera reafirma la política de frente
único como una necesidad. Pero en esta época de generalización del esquema
neoliberal en mundo bajo la batuta de los Estados Unidos, aclaró, la dominación
extranjera lesiona al país en un radio de acción mucho más amplio, creándose
entonces las condiciones objetivas, económicas y sociales, para crear un amplísimo
frente político de resistencia civil, el más amplio que jamás haya existido nunca en
nuestro país contra el dominio yanqui. Se acentúa así el carácter nacional de la
revolución colombiana, por encima de las otras tareas y transformaciones; es decir, la
independencia nacional pasa a ser lo principal y en aras de ella, concluyó Mosquera,
se impone una política de alianzas, una política de compromisos con los otros
sectores y fuerzas políticas de manera que se pueda aglutinar la gran fuerza
requerida para lograr el objetivo principal de emancipar la nación. En suma, en los
escritos de Mosquera del año 89 al 94 se consigna la tesis cardinal de una muy
amplia política de alianzas, mucho más amplia que en el período anterior de la
dominación norteamericana.

7. En 1999 se dio la ruptura del MOIR ¿Cuáles son aspectos principales? En el año 94,
sobreviene una de las peores crisis políticas del país, la crisis del gobierno Samper. Se
trató de un montaje de las agencias de seguridad norteamericana en el país,
claramente urdido por elementos de la DEA, quienes le suministraron a Andrés
Pastrana la información sobre la presencia de dineros del narcotráfico en la campaña
del candidato liberal. Pastrana la divulgó en su momento y operó como una bomba
de tiempo retrasada, que estalló con el gran escándalo al año siguiente. Fue una
conjura de Estados Unidos contra el país, secundada por elementos
colaboracionistas, encaminada a derrocar el gobierno de Samper y a someter aún más
a Colombia a su política con el expediente de la lucha contra el narcotráfico. La
corriente que encabecé en el MOIR, planteó que, por encima de todo, lo principal era
oponerse a la acentuada y descarada injerencia de los Estados Unidos en los asuntos
del país, adelantada con la colaboración de prácticamente todos los sectores
neoliberales del país encabezados por Pastrana. Planteamos que el juicio al gobierno
por corrupción o colaboración con la mafia del narcotráfico era una prerrogativa
inalienable del pueblo colombiano, que la intromisión gringa en ello, como se dio,
resultaba inadmisible. Que no era posible ni justificable colaborar con el
entrometimiento norteamericano so pretexto de “moralizar” al país o derrocar un
gobierno ilegítimo. Por eso nos alineamos en el bando de las fuerzas democráticas
del país que se opuso al derrocamiento de Samper instigado por Estados Unidos.
Naturalmente que ello no implicaba respaldo alguno a las actitudes entreguistas de
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Samper frente a Washington, ni a las medidas neoliberales de su gobierno, como
efectivamente no lo se lo otorgamos. En el remate de la crisis, las elecciones
presidenciales de 1998, sostuvimos, y seguimos sosteniéndolo hoy, que el blanco de
ataque principal de las fuerzas democráticas y revolucionarias era quien se había
prestado para hacer de agente principal de la injerencia gringa contra Colombia,
Pastrana, y de ninguna manera Horacio Serpa, como absurdamente y contra toda
evidencia pretendieron en la dirección del MOIR los dirigentes de su tendencia
sectaria. Mientras esta sostenía que Serpa era incluso peor que Pastrana, y que la
única alianza permisible era con sectores de izquierda, insistimos en que había que
oponerse al candidato prohijado por Estados Unidos, Pastrana, y apoyar a Serpa
porque este representaba entonces la única fuerza capaz de derrotarlo. También
hubo otra circunstancia de orden electoral en la división del MOIR. El descalabro
sufrido en las elecciones de Senado de 1998 se debió al disparate de lanzar dos listas
en lugar de concentrar la fuerza en una sola como indicaba el sentido común. Desde
luego, la decisión de dispersar las fuerzas en dos listas se hizo como una maniobra
para zanjar contradicciones internas, adoptando el inadmisible método de hundir
deliberadamente la representación parlamentaria con tal de que quienes habíamos
defendido con honor las banderas del MOIR en el Senado, Jorge Santos y mi persona,
no continuáramos en esa corporación. Tales las dos razones de fondo que provocaron
la ruptura del MOIR.

8. Ustedes se han basado en la concepción Maoísta de la revolución en el tercer


mundo ¿por qué adoptarla para la lucha en Colombia? La concepción elaborada por
Mao de la revolución en el Tercer Mundo es un aporte universal a la teoría
revolucionaria, aplicable a nuestro país en la medida que Colombia es un país
atrasado, que no logró consolidar una revolución democrático-burguesa, donde
están pendientes esas transformaciones históricas que pasan por la emancipación
nacional y que conllevan la plena industrialización y la modernización del agro.
Naturalmente que guiarnos por esa teoría no nos exime de estudiar y asimilar
nuestra propia experiencia e historia nacional. Nuestra revolución sigue teniendo
pendientes, por hacer, transformaciones democráticas sustanciales,
democráticoburguesas, por consiguiente, no es una revolución directamente
socialista, es una revolución democrática pero nueva, de nuevo tipo porque su
elemento dirigente más revolucionario son los trabajadores. Este planteamiento de
Mao, consistente en que lo más importante en la transfomación revolucionaria de un
país atrasado es lograr primero su independencia nacional, al igual que la tesis de
que la fuerza más idónea para jalonar tal proceso es la clase obrera, tiene plena
validez en la Colombia de hoy.

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También planteó Mao Tsetung que para el triunfo de la revolución se requiere un
frente único de liberación nacional. Desde sus orígenes, el PTC o el MOIR –como se
le conoció públicamente- sostuvo que el blanco de ataque principal de las fuerzas de
la nación es la opresión extranjera del imperialismo norteamericano y que la
estrategia para vencer este obstáculo principal del progreso del país es una gran
alianza entre las principales clases y los sectores que hay alrededor de estas clases, en
un gran frente único; es decir, la clase obrera, el campesinado, la burguesía nacional
y la pequeña burguesía, al tiempo que estas clases arrastran una serie de sectores
que es necesario también movilizar para la revolución. Esta tesis de Mao, aplicada
por Mosquera al país, fue válida durante todo el período anterior de dominio
norteamericano sobre Colombia pero hoy, en la época neoliberal, tiene una vigencia
muchísimo mayor; los estragos de la opresión gringa en la actualidad afectan a más
clases y sectores que en cualquier época anterior y la explotación y las condiciones de
vida de las masas empeoraron sustancialmente. En consecuencia, las condiciones
objetivas, socioeconómicas, para que dichas clases y sectores conformen un solo
frente antinorteamericano muy grande, muy amplio, son hoy muchísimo más
generalizadas. El TLC, por ejemplo afecta prácticamente a la casi totalidad de la
población, incluyendo amplios sectores del capitalismo nacional, como ya resultaron
lesionados especialmente en el agro y la industria, con la apertura económica. En la
actualidad, para vencer el régimen de Uribe, para conformar una gran fuerza que lo
supere, el Polo, la gran coalición de los sectores de la izquierda colombiana, necesita
una política de frente único, capaz de unir a todas las fuerzas antiuribistas.

9. ¿Que herencia rescatan del otrora campo socialista? La revolución proletaria en el


siglo XX tuvo un gran problema: que comenzó en los países atrasados. La revolución
de Octubre y la revolución china dispusieron de un elemento decisivo sin el cual no
hay caso, es decir, dispusieron de una política genuinamente socialista, obrera. Pero
no contaron con el gran desarrollo económico que ya había en los principales países
capitalistas; y sin una gran base económica propicia, como no la hubo ni en la URSS
ni en China al comienzo, el tránsito al socialismo se dificulta extraordinariamente.
Los obstáculos con que se topó la marcha de la revolución provocaron errores
prácticamente inevitables. Si la URSS tuvo un repliegue parcial hacia el capitalismo
con la Nep de 1922, China sufrió un traspié con los problemas del Gran Salto
adelante en 1958. La inevitabilidad de los errores de la construcción socialista
procedió de la insuficiente experiencia en el surgimiento del nuevo régimen social.
En la URSS hubo una desproporción excesiva entre industria pesada y producción
para el consumo de masas; en China la revolución cultural sufrió el influjo nefasto de
la ultraizquierda. No obstante sus errores y limitaciones, tanto la revolución soviética
hasta la muerte de Stalin como la revolución china hasta 1976, legaron a los pueblos
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del mundo una preciosa herencia revolucionaria. Así se le moteje como socialismo de
cuartel y reconozcamos las restricciones al centralismo democrático, la URSS del
período revolucionario –por supuesto, el anterior a Jruschov y a Breznev-, realizó
una de las hazañas históricas mas grandes: haber coronado el proceso de
industrialización y de colectivización de la agricultura más acelerado de la historia,
bajo la dirección de Stalin. El esfuerzo bélico del pueblo soviético en la segunda
guerra mundial fue el principal del conflicto, allí se libraron las principales batallas
decisivas; allí se definió el destino del mundo en el siglo XX. En cuanto a la
revolución china, la Gran Marcha enseñó que la resistencia popular con una
dirección acertada es invencible; la política de frente único demostró que una nación
oprimida puede derrotar cualquier opresión extranjera, por poderosa que esta sea, si
se une; la política de basarse en los propios esfuerzos comprobó que la
independencia nacional sólo puede preservarse, tanto para un país socialista como
para uno distinto, si el desarrollo nacional se apoya primordialmente en la economía
propia y sólo secundariamente en la ayuda extranjera. Y, en fin, ese principio forjado
en medio de las grandes conmociones, de que para mantener el rumbo socialista se
necesitan varias revoluciones culturales, alecciona sobre la necesidad de que la clase
obrera construya una nueva cultura a su imagen y semejanza. Tales son algunos
elementos esenciales a rescatar del “otrora campo socialista”.

10. Para ustedes China era el centro de la revolución mundial ¿cómo la ven hoy? La
China de hoy constituye un formidable contrapeso a la hegemonía unipolar de los
Estados Unidos en la política mundial, lo cual es positivo y una de las premisas
objetivas para una política de frente único mundial antihegemónico contra el poder
global de Washington. La pujanza china de hoy se funda en que, pese a todo, se
mantuvo la soberanía y la independencia de la República Popular China; en que el
gran capitalismo de Estado que hoy impera en la gran nación, que ha mantenido
controles y regulaciones sobre la economía y sobre el gran volumen de la inversión
extranjera, le permitió preservar un poder de decisión propio sobre sus asuntos, sin
volverse un satélite de ninguna potencia mundial. Desde luego, ello reposa a su vez
en las bases anteriores de la economía china producto del período socialista que se
prolongó durante casi treinta años. Naturalmente que no puede pasarse por alto,
que hay que registrar el desarrollo del capitalismo dentro de China y el aumento de
las diferencias económico-sociales internas. La reciente restauración de la propiedad
privada sobre los medios productivos institucionalizó un claro retroceso. En suma,
en el marco de la creciente conciencia internacional sobre el fracaso neoliberal, del
movimiento antiglobalización y del repudio internacional a la guerra de agresión, el
mayor peso de China en la economía mundial como la tendencia al fortalecimiento

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de la unidad de Europa, hay que verlos como un factor favorable a la resistencia
mundial de los pueblos contra el hegemonismo yanqui.

11. ¿Opinan lo mismo de Cuba, diez años atrás?

A un país que le tocó la tragedia del aislamiento, que le tocó sobrevivir cuando se
derrumbó la Unión Soviética, de cuya ayuda dependía decisivamente, en medio del
infame bloqueo norteamericano, no podemos sino reconocerle un tributo de
admiración y de respeto. De seguro, a muchos cubanos les ha tocado concluir en
silencio que la suerte de un país no puede basarse primordialmente en la ayuda
extranjera, que el porvenir nacional sólo se funda en una economía basada
principalmente en los propios esfuerzos. Desde luego que hay que entender las
limitaciones que le imponen a Cuba el tamaño de su territorio y de su población, su
carencia de petróleo, su proximidad de Estados Unidos, etc., pero lo cierto es que las
enormes dificultades económicas afrontadas después de 1989 obedecen básicamente
a la política de haberse atenido como país, con todas las consecuencias políticas que
ello implicó, a la llamada división internacional del trabajo “socialista” implantada
por la URSS de Jruschov y de Breznev, a la política de no tener como eje del
desarrollo nacional la creación de una base industrial propia. Esa división
internacional del trabajo, lejos de servirle a los pueblos de Europa oriental y a Cuba,
a la larga servía los intereses del expansionismo soviético. Por supuesto que los
suministros de petróleo y armas, como las compras subsidiadas por la Unión
Soviética del azúcar, producto principal de Cuba, fueron muy importantes pero la
Isla siguió siendo un país esencialmente monoexportador y por consiguiente,
esencialmente dependiente de la superpotencia que se presentaba como socialista
mientas invadía Afganistán, como antes a Checoslovaquia, y que contendía con
Estados Unidos por el dominio del mundo. Una vez caído su apoyo principal, la
URSS, Cuba tuvo entonces que enfrentarse con esa gran realidad y a partir de ese
momento le tocó compartir la suerte económica de los países subdesarrollados frente
a la agresión imperialista y nada menos que en una época del reflujo, de
generalización del modelo neoliberal. En esta época, hay que decir que Cuba ha
hecho todo lo que humanamente puede hacerse para sobrevivir como nación
independiente frente a los Estados Unidos en una proximidad tan amenazante.
También debe decirse que Cuba es un país que tiene una gran ventaja ante los otros
países de América Latina, la dirección estatal de su economía, su seguridad social y
sus servicios de salud y de educación, y obviamente su independencia
trabajosamente mantenida. Es un país que supo enfrentar el llamado período
especial que indudablemente le significó hacer muchas concesiones. La Cuba de hoy
es una experiencia de la cual hay que aprender, de la tenacidad de un pueblo cercado
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y que lucha, que realiza una lucha aleccionadora y compleja. Desde luego, son
muchos los elementos positivos de la revolución cubana, aunque jamás debamos
olvidarnos del origen de sus vicisitudes. Para nosotros Cuba es un pueblo hermano
y la solidaridad con su pueblo una de nuestras tareas primordiales.

12. Cómo valoran el proceso venezolano? Es el proceso de transformación política y


social más importante que hay en este momento en el continente. En un mundo en el
que los pueblos del traspatio norteameriano apenas empiezan a levantar cabeza
luego de los grandes estragos del modelo neoliberal, en el que la sujeción económica
y financiera de nuestros países por el imperialismo y sus agencias financieras
globales ha llegado al límite, en que el poderío de Estados Unidos es unipolar, sin
rivales militares, que Venezuela haya rescatado su autodeterminación, señalando un
camino para el resto de los pueblos del Tercer Mundo, es un hecho excepcional,
extraordinario, que merece el apoyo resuelto de la gente progresista de todas partes.
Es digno de todo el respaldo el hecho de que Chavez, luego de la guerra
propagandística y de la financiación norteamericana a la conspiración interna de
Venezuela, incluyendo un golpe de Estado fracasado, siga a la cabeza de ese
formidable proceso de mancipación nacional en su país. Realizaciones como el
fortalecimiento de la OPEP y el anuncio de reformas como el inicio de la
reafirmación de la nacionalización de la riqueza petrolera, como la supresión de la
autonomía del banco central de Venezuela, lo colocan a la vanguardia de los actuales
gobiernos de transición de América Latina. En una palabra, las tareas y los logros de
la revolución en un momento dado se corresponden con el escenario existente, en
ese sentido, luego del camino de dificultades y retrocesos del movimiento
revolucionario mundial, puede decirse que Chávez está llevando a cabo una hazaña,
en medio de lo que permiten las condiciones.

13. ¿Y Brasil? De salida, hay que reconocerle al gobierno de Lula que sin la negativa del
Brasil a la estrategia recolonizadora gringa, el ALCA habría tenido muchas más
opciones de imponerse en toda América. Esto no es un logro de poca monta. Se trata
del destino de América Latina en el largo plazo. Aunque no fuera sino por eso, el
gobierno de Lula se haría acreedor al reconocimiento y la solidaridad de nuestros
países. Desde luego, hay puntos que merecen una mayor profundización sobre la
base de una mayor claridad de la real situación interna de Brasil, que no creo tener
completa. Las alianzas con sectores de la burguesía son válidas en el marco de la
defensa del desarrollo nacional frente al imperio norteamericano. Pero causa
inquietud el apego al esquema de políticas de presupuesto equilibrado que
imponen serias limitaciones al nivel de vida de los trabajadores y de las masas más
pauperizadas; inclusive el profesor Stiglitz, en el contexto de su crítica keynesiana
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del neoliberalismo ha dicho que tal esquema, de conocido origen fondomonetarista,
no tiene por qué ser aplicado fatalmente. Un gobierno asentado en una población y
en una economía de dimensiones casi continentales como la del Brasil, con
importantes sectores de industria pesada, tiene mayor margen de maniobra, mucho
más juego. Estados Unidos no puede pensar a la ligera en agredir militarmente al
Brasil, para no hablar de invadirlo, como puede concebirlo y realizarlo respecto de la
generalidad de nuestros países, incluyendo a Venezuela…

14. ¿Cuál consideran sea el principal núcleo de la lucha de masas en Colombia? Desde
el punto de vista económico-social, de clase, del desarrollo del porvenir, es el
movimiento obrero. Se dirá, claro, que ello no es cierto porque la clase obrera es débil
y una minoría en el conjunto de la población. Dentro de los 18 millones de personas
con alguna forma de actividad o empleo en el país tenemos ocho millones de
asalariados, y sólo unos dos y medio millones de trabajadores industriales que son
propiamente el núcleo de la clase obrera, en un país de cuarenta y tres millones.
Numéricamente es poco, es cierto, pero ha de tenerse en cuenta que en las filas de la
clase obrera se halla el núcleo más organizado del pueblo, cerca de un millón de
trabajadores afiliados a las tres centrales obreras, principalmente a la CUT. Sin
embargo, es este sector social el que ha estado a la cabeza de la resistencia civil
contra el modelo neoliberal desde 1990 y contra los gobiernos que lo han aplicado,
como el actual. Parece más cercano que lejano el momento en que el grueso del
pueblo se levante en una especie de gran revuelta social, sobre todo esa enorme masa
de gente que se ha clasificado en la llamada informalidad, con trabajos precarios,
subempleada o sin empleo, especialmente en las grandes ciudades, que preferimos
llamar las masas urbanas empobrecidas, como sucedió en el argentinazo o en el
caracazo, o más recientemente, en Ecuador y en Bolivia. Entonces el movimiento
obrero proveerá el armazón orgánico que le de sentido y orientación a esa enorme
masa rebelada contra la injusticia y el viejo modelo. Si ello no se logra la fuerza
espontánea del movimiento se disgregará y se perderá en poco tiempo. Como
ocurrió en abril de 1970 y el 9 de abril de 1948. Es obvio que impedir que otra gran
frustración como esas se repita es el papel que las fuerzas políticas más avanzadas,
hoy reunidas en el Polo, tienen que jugar a través del movimiento obrero, para
orientar a millones y millones de colombianos. Por último, desde el punto de vista
del desarrollo económico-social del país hacia el futuro, de la industrialización plena
y de la incorporación de la tecnología moderna a nuestra economía, el movimiento
obrero es el sector social del porvenir: el que más está llamado a crecer con esa etapa
del progreso y el protagonista del mismo.

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15. ¿Qué alcance le dan lucha armada en Colombia? Sobre el asunto habría mucho que
decir, como que durante lustros ha sido un tema candente de discusión y
discrepancias en la izquierda colombiana. Pero me limito a enunciar algunas
conclusiones de fondo sobre ello. Desde que finalizó la Violencia liberal-
conservadora en Colombia no han vuelto a cuajar condiciones en el estado de ánimo
de las masas para que tal tipo de lucha adquiriese un carácter generalizado y con el
respaldo del pueblo; por consiguiente, los intentos que desde entonces se han hecho
con tal propósito, fugaces o permanentes, se caracterizan por pretender forzar con
diversos hechos de violencia la aparición de las mencionadas condiciones sin que
tales acciones lograran nunca ese objetivo. Tales intentos, que se inspiran todos en la
desviación ideológica denominable sin aspavientos de tipo extremoizquierdista, le ha
ocasionado ingentes males al país. Uno es el desangre y los padecimientos de los
civiles, como el desplazamiento forzado, que se condensan en los varios puntos del
PIB que anualmente se pierden por la violencia. Otro, el repudio hacia la revolución
y el marxismo de amplios sectores de la población, especialmente de las capa medias,
provocado por la identificación de la izquierda –tan injusta como generalizada- con
la violencia y los secuestros. Otro más, no obstante que las atrocidades y atropellos
de los grupos paramilitares contra la población civil no tengan jamás justificación
alguna, el surgimiento de tales grupos hay que ubicarlo en las retaliaciones contra
las acciones realizadas en nombre de la revolución. El narcotráfico vino a agregar un
combustible infernal y de caracter permanente a la violencia colombiana. En una
palabra, puede afirmarse que el avance del proceso político colombiano hacia una
salida democrática fue abortado por la lucha armada y que en buena parte las
dificultades y el retraso del mismo en relación con los de otros países obedecen en
parte sustancial a tan negativo factor. Es precisamente el hecho de que el Polo haya
logrado fijar en la percepción de la opinión pública su separación y desacuerdo con
la lucha armada lo que le permitió despegar como fuerza política –primero como
PDI- y ahora como PDA. Es claro que todo debilitamiento de esa percepción o
cualquier vacilación o ambigüedad al respecto constituiría un riesgoso retroceso en el
terreno ganado. Por fortuna, el mensaje principal enviado al país en el Congreso del
Polo, en ese punto, fue el discurso de Antonio Navarro que asevera que en lugar de
“levantarse en armas” los colombianos debemos levantarnos en almas.

16. ¿El PTC es partidario del diálogo? Por supuesto que somos partidarios de una
solución política, de una salida política, negociada, del conflicto armado en
Colombia. Ello suprimiría una perturbación mayúscula del escenario nacional, en
beneficio de una táctica ajustada a las condiciones reales. Aunque nosotros nunca
hemos creído que el cese del conflicto armado deba atarse o condicionarse a la
realización de las grandes transformaciones económicas y sociales, es obvio que el
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Estado sí tiene que otorgarle a los alzados en armas toda suerte de garantías y
condiciones para el ejercicio legal de su actividad e influencia política y para la
reincorporación de sus miembros a la vida pacífica y ciudadana.

17. ¿Cómo advierten las contradicciones en la élite que detenta el poder? Una
evidencia inocultable hoy consiste en que sobre el apoyo al modelo económico
neoliberal la alta burguesía mantiene unanimidad pero no ocurre así en torno a la
cuestión paramilitar. Las discrepancias sobre a este asunto, el más candente de la
política colombiana, son públicas vienen de atrás y siguen sin resolverse. Ya desde
cuando la actual Ley de Justicia y Paz era un proyecto en el Congreso surgieron
contradicciones que llevaron a Rafael Pardo a abandonar el uribismo y a retornar al
partido liberal. Ex presidentes liberales como César Gaviria y Alfonso López
Michelsen han manifestado reiteradamente su desacuerdo con la cercanía del
presidente Uribe a los grupos paramilitares. Por eso se opusieron a su reelección.
También está claro que la familia que controla el grupo editorial y el complejo de
comunicaciones de El Tiempo y las dos revistas de mayor circulación nacional,
Semana y Cambio, a pesar de que dos de sus miembros pertenecen a la plana mayor
del gobierno, ha realizado una labor de divulgación pública y de denuncia del
fenómeno paramilitar sin precedentes. En las altas Cortes, en la Suprema y en la
Constitucional, hay sectores cuyos vínculos políticos y económicos con la gran
burguesía son conocidos, que votaron contra artículos clave de la Ley de Justicia y
Paz y que apoyan las investigaciones y el proceso judicial abierto contra personajes
políticos del uribismo. Lo propio cabe decir de las investigaciones de la Fiscalía. Es
obvio que en las Cortes también actúan destacados elementos con una posición
democrática que jalonan los fallos más avanzados. El resultado de conjunto es que
hoy existe lo que puede llamarse una declarada resistencia institucional opuesta al
proyecto del gobierno Uribe de hacer prevalecer al paramilitarismo. La oposición de
los gobernadores y de muchísimos alcaldes al proyecto de reforma a las
transferencias territoriales, pese a que buen número de ellos ha sido gobiernista,
revela que en este caso de tanta trascendencia, las disensiones pueden extenderse al
campo económico y social.

18. ¿Estos sectores de la burguesía no uribista, es lo que han denominado burguesía


nacional? No, aquí no me refiero al análisis de clase de mediano y largo plazo en la
sociedad colombiana. La burguesía nacional ha sido prácticamente arrollada, muy
disminuida, en este proceso de implantación del esquema neoliberal, aunque voceros
suyos reviran contra el TLC y medidas económicas del gobierno, especialmente en el
agro. La burguesía nacional en Colombia es esencialmente la burguesía media, pero
cuando me refiero a su pregunta sobre la élite del poder aludo es a la gran
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burguesía, a la que está vinculada a las formas monopólicas del capital nacional,
especialmente en la gran intermediación financiera, asociada con frecuencia y
subordinada al capital extranjero.
19. ¿Tienen alguna caracterización del gobierno de Uribe? Por supuesto. Este gobierno
responde a los intereses más regresivos del gran capital y del latifundismo.
Constituye el régimen más dócil del continente a los intereses y a la estrategia de
dominación de los Estados Unidos manifiesta principalmente en el TLC y en la
continuación del Plan Colombia. Como tal se caracteriza no sólo por la
profundización del modelo neoliberal sino por plasmar la posición de uno de los
antagonistas en el conflicto armado interno del país, la de la reacción extrema, la de
una definida tendencia fascista partidaria del arrasamiento de la democracia tanto de
hecho como a nivel institucional. Desde luego que en ese proyecto el gobierno ha
enfrentado escollos que no le han permitido desmantelar a fondo las libertades
públicas, suprimir las garantías ciudadanas, ni anular del todo la independencia del
Congreso, de los jueces y de los órganos de control. Las movilizaciones de los
trabajadores, de maestros y estudiantes, de los indígenas y de otros sectores sociales,
como la lucha de la oposición en el parlamento, encabezada por el Polo, han
materializado el factor principal en esta resistencia civil. A tal punto que el plan
oficial de favorecimiento de las llamadas autodefensas bajo el alar de la Ley de
Justicia y Paz no sólo encalló sino que se halla en riesgo de irse a pique. Pero es
en este punto también donde puede originarse una reacción desproporcionada del
gobierno: una ofensiva legal e ilegal contra todas las fuerzas de oposición,
principalmente contra el Polo, encaminada a barrerlas en las próximas elecciones y a
imponer en alcaldías y gobernaciones a los candidatos del uribismo y sus aliados de
la “parapolítica”. De una eventualidad tal pueden inferirse las conclusiones del
sentido común: el Polo no debe enfrentar solo una situación como esa; debe buscar
acuerdos electorales con el liberalismo y con otros sectores, especialmente en Bogotá,
en las ciudades principales y en regiones de conocida influencia paramilitar, que
sirvan de protección mutua y para aumentar las fuerzas que marchen contra el
gobierno.

20. ¿Por qué ustedes van a la experiencia del PDI y no a la experiencia de Alternativa
Democrática?

Ninguna experiencia debe dejarse de lado. Sin embargo, debo decir que nadie nos
invitó a participar en Alternativa; me imagino que se concebía como una alianza
parlamentaria y dado que nosotros no tenemos representación parlamentaria, no se
nos llamó. En cuanto a lo de fondo: nunca conocimos una definición clara,
inequívoca, de Alternativa frente al problema de la lucha armada; y en materia de
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una política de alianzas siempre nos pareció de una estrechez muy apartada de las
necesidades de la lucha política democrática colombiana la posición de circunscribir
las alianzas únicamente a la izquierda. En cambio, en el PDI estos asuntos estaban
resueltos en las declaraciones y en la práctica. El deslinde del PDI frente a la lucha
armada, su posición de adelantar la lucha política, parlamentaria y de masas,
resultaba clara y satisfactoria. Otro tanto podía decirse de su política de alianzas:
Luis Eduardo Garzón fue elegido a la alcaldía de Bogotá también con el respaldo
obtenido a través de un acuerdo con el liberalismo. Me parece que hoy Alternativa,
en el seno del PDA ha venido avanzando hacia estas posiciones correctas, ¿no le
parece?

21. ¿En la consulta interna por qué se inclinaron por Navarro y no por Gaviria?
Respecto de por qué apoyamos a Antonio Navarro le puedo dar dos razones. Una,
Navarro es un personaje que renunció a la lucha armada para librar la lucha política,
decisión que hay que reconocerle positivamente y, segundo, él planteó que si era del
caso y había condiciones podía llegarse a compromisos con otras fuerzas más allá del
Polo, y en particular con el liberalismo, para enfrentar la reelección de Uribe. Por lo
demás, nunca tuvimos objeciones frente a Carlos Gaviria; siempre nos pareció una
genuina personalidad democrática, merecedora de todo apoyo. Tal como lo hicimos
luego de que ganara la consulta interna del Polo.

22. ¿Cómo se imaginan la forma organizativa del PDA? Creemos que el Polo es la gran
confluencia colombiana de las fuerzas democráticas y de izquierda. Su fuerza reside
precisamente en reunir la mayor diversidad de corrientes de tal naturaleza. Estamos
de acuerdo en la libertad de tendencias que se consagró en los Estatutos; todo intento
de homogeneizarlo ideológicamente sería contraproducente. Con las bases
programáticas y organizativas que se aprobaron el primer Congreso del PDA se
inició el remate de su proceso organizativo; ello permitirá que de la actividad
política puramente electoral y parlamentaria el Polo se consolide como una fuerza
organizada para la más amplia lucha de masas. En ese sentido son de destacar tanto
los criterios aprobados de toma de decisiones mediante las mayorías y las consultas
como la conformación de los niveles orgánicos del orden nacional, departamental y
local y especialmente el propósito de integrar los comités de base. También son muy
importantes los criterios que promueven la participación de la mujer, de los jóvenes
y de las minorías étnicas y sociales cuidando que, como se viene advirtiendo, tales
criterios no transgredan o menoscaben la democracia interna.

23. Cinco libros de formación política de orden universal y algunos locales para los
nuevos militantes del PDA:
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El Capital de Marx; El Izquierdismo, la enfermedad infantil del comunismo, de
Lenin ; El Estado y la revolución, de Lenin; Sobre el gobierno de coalición, de Mao
Tsetung; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, de Mao
Testung; El Manifiesto de Cartagena, y El Manifiesto de Carúpano, de Simón
Bolívar; Por la soberanía conómica, resistencia civil!, y Salvemos la producción
nacional, de Francisco Mosquera.

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