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CEC 1213: El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida
en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos
liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y
somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.
"Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo
la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación
adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu
de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero por voluntad de Dios." (Gálatas, 4, 4-7)
Volvemos a la cuestión de la plenitud, el cúlmen, el sentido completo, ahora ya no sólo
de la junticia sino del itempo mismo: Πλήρωμα [plērōma]
El envío del Hijo a la tierra es no es un movimiento ajeno a Dios. El Hijo es el
eternamanete engendarado, dado a la vida, el eternamente generado y como tal siempre
enviado. Por eso ἐξαπέστειλεν [exapesteilen] verbo en aoristo activo. Es decir el Padre
ha enviado una vez y para siempre a su Hijo y ese envío se sigue haciendo actual en la
vida de cada cristiano.
Γενόμενον [genomenon]: Nacido. Pablo Busca acentuar con la mujer y la ley, el origen
de Jesús, hombre (limitado frágil, que podía padecer) y bajo la ley, es decir bajo la
esclavitud.
Rescartar, pagar el precio, pagar el rescate: ἐξαγοράσῃ [exagorasē]. Por nosotros
mismos no somos capaces de poder rescatarnos. Acá claramente Pablo habla de la ley
como algo que impide la relación, como algo que impide la caridad, la misericordia.
Ver el ejemplo del Buen Samaritano
υἱοθεσίαν huiothesian: Hijo por adopción. Lo interesante es que Pablo acá utiliza la
palabra griega υἱοs que está sólo reservada a la divinidad. Somos por adopción, no
solamente hijo en cuanto a creaturas sino realmente participamos de la misma relación
entre el Padre y el Hijo, segunda persona de la Trinidad.
El envío del Hijo y del Espíritu Santo son uno solo: ἐξαπέστειλεν exapesteilen
καρδίας kardias: corazón. Lo más íntimo, para transformarnos desde dentro, para
darnos una nueva identidad.
Ἀββᾶ: Padre.
"Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra." (Mateo, 5,
4) "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas." (Mt 11, 29).
Sobre la herencia:
Salmo 15, 5-11 El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha
tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta
de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no
vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás
el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
PUNTO: La filiación divina. Somos invitados a participar de la misma vida de Cristo, de
su relación con el Padre en el Espíritu. La revelación que tienen una forma descendente
en Cristo se vuelve para el cristiano una vía ascendente.
"Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su
misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que
derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que,
justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna." (Tito
3, 4-7)
"Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, no obstante, su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así
también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más
que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu."
(1Cor 12, 13)
El Bautismo «es el más bello y magnífico de los dones de Dios [...] lo llamamos don, gracia,
unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más
precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque es dado
incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es
sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz
resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque
nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios» (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40,3-4).
(ἀπέσταλκέν; apestalken): I send forth, send (as a messenger, commission, etc.), send away
(πέμπω; pempō): I send, transmit, permit to go, put forth.
(Λάβετε; Labete): actively lay hold of to take or receive; agarrar activamente para tomar o
recibir / Lambano
"Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que
yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mat 28 19-20)
Id, vayan (πορευθέντες; poreuthentes). Matiz de un envío personal hacia un destino:
misión.
Bautizo y trinidad.
Cómo se hace discípulo a otros.
o Enseñar. Pedagogía. (διδάσκοντες; didaskontes)
o Acoger en primer lugar lo que nos ha mandado.
No nos ha mandado una serie de normas.
Jesús siempre va más allá. Mandamiento del amor.
¿Qué tipo de Bautismo se nos pide?
(ἐνετειλάμην; eneteilamēn)
Fidelidad de Dios. Todos los días hasta la consumación del tiempo. Hasta que entremos
al vayamos al cielo.
Jesús nos garantiza la comunión acá en la tierra mientras esperamos la comunión eterna.
“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo
que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, pues la Vida se
manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que
estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos,
para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión
con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1Jn 1, 1-3)
(ἀκηκόαμεν ;akēkoamen): akouó; I hear, listen, comprehend by hearing; pass: is heard,
reported.
(ἑωράκαμεν; heōrakamen): horaó; I see, look upon, experience, perceive, discern,
beware
(ἐθεασάμεθα; etheasametha): theaomai; I see, behold, contemplate, look upon, view; I
see, visit.
ἐψηλάφησαν; epsēlaphēsan): psélaphaó; I feel, touch, handle; I feel after, grope for.
Damos testimonio de un encuentro, no de una teoría, no de una idea.
San Juan apela a los sentidos.
Palabra de Vida: (Λόγου τῆς ζωῆς; Logou tes zoes)
Damos testimonio (μαρτυροῦμεν; martyroumen) y proclamamos (ἀπαγγέλλομεν;
apangelio) de la Vida que se ha manifestado ἐφανερώθη; ephanerōthē, Vida que ha
venido a nosotros.
Vida que es Zoè: Vida que va más allá de lo que vivimos acá, vida que no se acaba,
vida eterna.
Juan, gran teológo, nos habla justamente que lo que nosotros estamos llamados a vivir
y anunciar [apangelio] no es otra cosa que la relación del Padre y el Hijo, relación a la
que estamos llamados nosotros a participar.
La comunión [κοινωνίαν; koinonian] con Dios genera comunión con las personas
¿De qué se trata la vida cristiana? Acoger el don de la filiación, del ser hijos del Padre
eterno por la acción del Espíritu Santo.
A semejanza del Hijo nosotros también somos enviados. Apóstol quiere decir enviado.
Hay alguien que nos envía.
Conclusiones
Invitados a anunciar la experiencia de ser hijos amados, de la Misericordia, y de la
Pascua de Cristo.
o Dónde experimentar el amor de Dios
En lo sacramentos. En especial la Eucaristía sacramento del amor.
Catecismo 1324 La Eucaristía es "fuente y culmen de toda la vida
cristiana" (LG 11). "Los demás sacramentos, como también todos los
ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la
Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene
todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra
Pascua" (PO 5). Sobre la Missa: La palabra “despido” ha llegado a
implicar una “misión”. Estas pocas palabras expresan sucintamente el
carácter misionero de la Iglesia. El Pueblo de Dios puede ser ayudado a
comprender más claramente esta dimensión esencial de la vida de la
Iglesia, tomando el despido como punto de partida.
En la oración.
En la acción de gracias por todo lo que se nos da en el día.
En el servicio
En la caridad al prójimo.
Ser hijo y apóstol es anunciar la experiencia de la misericordia de Dios en nuestra
propia vida, que nos ha mirado con entrañas de misericordia.
o En el Sacramento de la Reconciliación.
o En el perdón. Perdonar y ser perdonado.
Ser hijo y apóstol es anunciar la experiencia de vivir la Pascua de Cristo en nuestras
vidas.
o En la experiencia de donación, de dar algo.
o En la experiencia de renuncia, de dejar algo.
o En la experiencia de sufrimiento, de dolor, de cruz.
o En la experiencia de acompañar a otros en su sufrimiento.
o Dolor salvífico.
Ser hijo y apóstol es dejar que los demás vean en nuestras vidas nuestra relación con
el Padre: que nuestras vidas sean esa voz del cielo que dice: “Este es mi hijo amado en
quien me complazco”. Experiencia de vivir transfigurados.
o Examen de conciencia
¿Cómo he sido hijo hoy?
¿Qué es lo que transmitimos a los demás?
¿Con qué se quedan los demás?
Apostolado como continuación de la misión (envío del Hijo y del ES) en la Iglesia.
Apostolado, elección y encuentro personal de Jesús.
Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo —le dice la madre de Juan Bautista—, saltó de
gozo el niño en mi seno" (Lc 1, 44). Donde llega María, está presente Jesús. Quien abre su
corazón a la Madre, encuentra y acoge al Hijo y se llena de su alegría. La verdadera devoción
mariana nunca ofusca o menoscaba la fe y el amor a Jesucristo, nuestro Salvador, único
mediador entre Dios y los hombres. Al contrario, consagrarse a la Virgen es un camino
privilegiado, que han recorrido numerosos santos, para seguir más fielmente al Señor. Así pues,
consagrémonos a ella con filial abandono”
(Benedicto XVI, Discurso, miércoles 31 de mayo de 2006)