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Introducción
El Ejército Nacional ha sido una institución con una larga trayectoria histórica y con
un componente social y cultural. Ha trasegado los principales acontecimientos que
ha vivido el país, pero también ha sido una institución que se ha adaptado a los
cambios que los diferentes contextos han demandado en cada momento de la
historia. El bicentenario de la Campaña Libertadora, representa la consolidación de
un proceso independentista, aquella gesta que se logró con esfuerzo a partir del
planeamiento y la organización de un ejército, como lo expresa el General Simón
Bolívar en un oficio dirigido al General de Brigada José Antonio Páez
“Con este objeto marcha el señor General de Brigada Francisco de Paula Santander, con un
numeroso parque de armas, municiones y cuantos elementos de guerra son necesarios a la
Provincia de Casanare, a tomar el mando de la fuerza armada que hay en ella, y a levantar,
organizar y disciplinar una División respetable que moverá y dirigirá según las instrucciones
que ha recibido de mí” (Colegio Máximo de las Academias (Ed), 2019, p. 18).
Este argumento y la vivencia aprendida por parte del Ejército Patriota en el Campo
de Boyacá generaron la disposición y visión que se tienen hacia la guerra, no vista
desde un simple fenómeno, sino como una dinámica social y política que tiene
elementos que motivan a evolucionar y transformarse para llegar a ser un cuerpo
armado más profesional, esto permite ver que a través de los años el Ejército ha
modificado aspectos relacionados con su organización, desde su armamento hasta
los uniformes y “ha estado sujeto a cambios y transformaciones que han mostrado
su modernización, materializadas en cuerpos altamente calificados” (Mendoza,
2010)
Durante los periodos 1810-1820 el concepto del Ejército era el de defenderse de un
enemigo externo, en este caso lograr la independencia de España, luego de estos
eventos, se trasladó esta visión a la defensa de los asuntos internos, como por
ejemplo las distintas guerras civiles que se dieron durante el siglo XIX. Este
pensamiento de cambio se comenzó a materializar a través de la educación y la
necesidad de proyectar un cuerpo militar preparado en los años veinte del siglo XIX
Hubo un replanteamiento en una escuela militar que combinara la ingeniería con el
arte de la guerra para optimizar los recursos humanos que estuvieran preparados
para conformar un ejército profesional y técnicos con competencias para la
construcción de vías, puentes y otras obras civiles. En esta perspectiva se enmarcó
la visión de Simón Bolívar y Lino de Pombo de construir institutos de ingenieros
militares (Prado, 2018)
Para la década de los años 30 de ese mismo siglo se comienza a pensar una
Escuela Militar comparada al estilo de West Point en los Estados Unidos, que
formara oficiales preparados en el área de cartografía, planimetría, fortificaciones,
artillería, entre otras. Frente a esto, Prado (2018) comenta: “Uno de los primeros
esfuerzos en este sentido fue el proyecto para el establecimiento de un Plantel
Castrense, elaborado por el secretario de Guerra y Marina, José Hilario López, en
1833, que contemplaba el estudio de matemáticas, tácticas, administración,
contabilidad, artillería, ingeniería, dibujo, topografía y lengua francesa, pero a la que
el congreso no le asignó presupuesto y no pudo operar”.
En 1836, el Congreso de ese entonces buscó medidas que trataran de responder
a la necesidad de profesionalizar el cuerpo armado y se optó por introducir
asignaturas castrenses en las universidades de 1°, 2° y 3° distrito1, que atendiendo
a las necesidad regionales, se dictarían cursos adecuados a las armas presentes
en cada territorio; por ejemplo, en la Ciudad de Cartagena se destacarían los cursos
en estudios náuticos y fortificaciones.
La principal contribución militar de la Nueva Granada a la causa de la Independencia
se dio después de la victoria de Bolívar el 7 de agosto de 1819 y su principal
característica fue el recurso humano de infantería. El periodo 1820-1830 se destacó
por ser una década de reclutamiento intenso, el cual no fue bien visto, ello se vio
reflejado con el nacimiento de la Nueva Granada como Estado independiente donde
la carga militar fue vista como excesiva y foránea (Deas, 2017, p. 20)
Cuando José María Obando asumió la presidencia comenzó con una depuración
del Ejército, aceleró la salida del país de oficiales y tropas venezolanas y bolivianos.2
Como presidente encargado y Secretario de Guerra, fue el primero en plantearse la
forma que irían a tomar las Fuerzas Armadas de la Colombia independiente. (Deas,
2017, p. 21) Su organización se basó en un ejército austero, esto quiere decir
pequeño, pues “Obando siempre estuvo atento al sentimiento popular, e incluso una
persona menos sensible no habría tenido dificultad en interpretar el sentimiento
nacional en esa coyuntura” (Deas, 2017, p. 21)
Esta austeridad con el ejército se debía a que no había los suficientes recursos para
sostener una fuerza grande, debido a que los ingresos del gobierno nacional fueron
escasos hasta bien entrado el siglo XX, hasta un ejército pequeño consumía una
gran parte del presupuesto y no se veía como una inversión mantener soldados que
no generarían ningún ingreso al Estado colombiano.3
A pesar de la austeridad del gasto en materia militar y la debilidad que había en la
estructuración de un Ejército profesional, no se debe tomar en poco el pensamiento
que hubo en pro de evolucionar y generar un cuerpo armado fuerte y preparado,
porque “a pesar de no haberse constituido durante el siglo XIX colombiano una
educación formal militar, eso no significó la ausencia o carencia de profesionalidad.
Pues como aconteció en otras latitudes, la lectura de manuales del arte de la guerra,
la experiencia obtenida en los campos de batalla, ayudaron a forjar un oficial con
cierta preparación técnica” (Prado, 2018, p. 320).
Intentos de organizar un cuerpo militar y las iniciativas que se dieron al
respecto
Se han mencionado brevemente los primeros intentos que se dieron desde 1810
por organizar un cuerpo armado profesional, ahora se pasa a un segundo punto que
son las iniciativas que surgieron a partir de mitad del siglo XIX por profesionalizar y
dar paso a un cuerpo más estructurado y cohesionado. Ello se vio a través de los
1
Corresponde a Bogotá, Cartagena y Popayán, respectivamente.
2 En 1831, Obando removió a 298 oficiales regulares y milicianos que habían apoyado al régimen de
Urdaneta. Algunos fueron mandados al exilio, particularmente entre los 35 venezolanos y 25
británicos sacados por Obando del servicio militar (Deas, 2017, p. 51)
3 Para profundizar más en este tema ver Deas, M., (1993). Del poder y la gramática, y otros ensayos
4 Entre los publicistas radicales hay que mencionar los que siguen: Manuel ANCÍZAR, “Tropa
veterana”, en El Neo-Granadino, N° 17 (25 nov. 1848); CÁMARA PROVINCIAL DE VALLEDUPAR,
“Solicitud sobre abolición del ejército”, en El Neo-Granadino, N° 230 (31 dic. 1852); EDITOR de El
Liberal, “El ejército permanente”, en El Liberal, N°s 13 y 14 (14 y 21 feb. 1854); Florentino
GONZÁLEZ, “Contra la existencia del ejército permanente”, en El Conductor, N° 54 (8 ago. 1827) y
“Supresión del ejército permanente, la esclavitud, el fanatismo”, en La Gaceta Mercantil (Santa
Marta), N° 51 (27 sep. 1848); José María VERGARA TENORIO, “Ejército. Guardias Nacionales”, en
El Aviso, N°5 45 y 46 (1848); Josefa ACEVEDO de GÓMEZ, “El soldado”, en Cuadros de la vida
privada de algunos granadinos copiados al natural para instrucción y divertimento de los curiosos,
Bogotá, Imprenta de “El Mosaico”, 1861; EDITOR de La Opinión (Cali), “Ejércitos permanentes”, en
El Aviso, N° 58 (1848), p. 2-3; Manuel María MADIEDO, “El soldado en la Nueva Granada”, en El
Liberal, N° 3 (4 dic. 1853); Tomás HERRERA, “Carta a José María Plata sobre abolición del ejército”,
Panamá, 29 de agosto de 1852, en El Eco de los Andes, N° 38 (28 sep. 1852); EDITOR de El Neo-
granadino, “Ejército permanente”, en El Neo-Granadino, N° 222 (5 nov. 1852) y “Guardias
nacionales”, en El Neo-Granadino, N° 269 (1 sep. 1853); José María SAMPER, El programa de un
liberal, París, Imprenta de E. Thunot, 1861. (Citado en: Martínez, A., (2012). Historia de la Guardia
Colombiana. Bucaramanga: Editorial Universidad Industrial de Santander)
5 La revolución francesa de 1848 tuvo una gran repercusión en otros países de Europa como Austria,
6Es importante resaltar que este conflicto civil movilizó más de 30.000 soldados en varios ejércitos
de la unión (Martínez, 2012)
partidista. Esta visión la expresó el Boletín Militar cuando habla de la misión militar
francesa de la siguiente forma:
Muy digna de aplauso es la medida tomada por el Ministerio de Guerra; y ella hacer ver más
claramente, si se puede, el gran interés que el Gobierno tiene por la prosperidad del Ejército,
procurando de un modo serio y propio de calidad de ese mismo elemento, que entre de una
vez por el camino del verdadero progreso en el arte militar, guiado, siquiera sea en sus
primeros pasos, por manos más expertas que las nuestras (S.a, 1897)
Esta misión también buscaba mitigar la despreocupación que había por organizar
el cuerpo militar, por plantearse seriamente un Ejército profesional, que ya había
dado el paso con la constitución de 1886 de convertirse en un cuerpo permanente
y alejado de las confrontaciones políticas, al respecto el Boletín Militar comenta:
Son muchos los ensayos que se han hecho entre nosotros, pero desgraciadamente nada
hemos alcanzado, quizá por falta absoluta de un plan al cual ceñir estrictamente todos los
esfuerzos y más que todo quizá, debido a la falta de constancia, demasiado ocupados como
estamos siempre en otros asuntos que tan sólo interesan agrupaciones más o menos
personalistas, que llegan a embargar nuestra atención hasta el punto de permitirnos atender
a cosas de tal importancia que, como la organización del Ejército, han sido serán siempre
objeto de principal atención en las naciones civilizadas” (S.a, 1897, p. 298)
Estos ensayos era lo que se buscaba evitar con los franceses, sin embargo una
nueva guerra civil7 aplazaría el momento de hacer una verdadera reforma militar;
sin embargo los primero pasos ya se habían dado con las breves misiones la
norteamericana y la francesa. Se puede decir que la principal herencia del siglo XIX
para el Ejército Nacional fue el inicio de la centralización de la Fuerza pública y el
concepto de no deliberación, aspectos que serían primordiales para la reforma que
iniciaría Rafael Reyes. Otro aspecto que dejó la misión francesa fueron los principios
de organización, frente a lo cual se expone:
En asuntos militares, y en el preámbulo de la Guerra de los Mil Días, los principios de la
organización de la milicia francesa cimentaron la Escuela de Ingeniería Civil y Militar, desde
la Academia Militar de la Misión Francesa (dirigida por militares franceses). La mayoría de los
oficiales colombianos hicieron allí sus estudios y fueron entrenados en procesos de
adiestramiento y tácticas de guerra. No es extraño, entonces, que las técnicas y principios
orientadores de las luchas de finales del s. XIX utilizaran un mismo lenguaje y unas mismas
estrategias (Duque, 2010, p. 25)
Estos principios fueron rectores para muchos de los militares que se instruyeron
dentro de los preceptos franceses como sucedió en el caso del militar antioqueño
Coronel Francisco Duque Ramírez. Quien tuvo un papel significativo durante esta
contienda y resultado de ello escribió un diario donde refleja la participación
antioqueña en este conflicto.
Solo (sic) a mediados de 1907 cuando los rigores de la penuria fiscal cedieron lo
suficiente para permitir la asignación al Ejército de los recursos necesarios para el
“engrandecimiento” de esta institución. Con ello se buscó el mantenimiento de un ejército
estable (sin reducciones continuas), con funciones netamente militares y con un
presupuesto fijo y más elevado al de anteriores legislaturas. Para los gobernantes de la
época, un ejército bien pertrechado era sinónimo de paz, percepción ilustrada en las
palabras del Ministro de Guerra, Manuel Sanclemente, quien expresó: “[…] con ejemplos
constantes para estas naciones suramericanas ha enseñado ya la experiencia que cuestan
más las guerras que el sostenimiento de un Ejército respetable, mientras se contraen hábitos
de pueblos serios y prácticos”. La búsqueda de un “ejército respetable” requirió una nueva
organización con parámetros administrativos y militares definidos, es decir, un modelo militar
para implantar. (Rey, 2007, p. 164)
Bajo estos criterios, el modelo militar chileno es la opción más segura para iniciar
ese camino hacia la modernización del Ejército, tarea que inicia en 1907. En el
período comprendido entre 1907 y 1915 trabajan cuatro misiones militares chilenas.
Sus tareas son claras: el restablecimiento de la Escuela Militar, la apertura de la
Escuela de Guerra, la reestructuración del Estado Mayor y la creación de
reglamentos para la organización del Ejército. Con relación a este tema el mismo
Ejército Nacional comenta los resultados que se lograron con la Misión Militar
Chilena, con respecto a la primera fase expuso: “El cuartel ya no fue un presidio
sino una escuela, el superior no fue un verdugo sino un maestro, el soldado ya no
fue un autómata sino un hombre con corazón y pensamiento" (S.a, Revista Fuerzas
Militares, 1929, p. 587) Con referencia a la segunda fase de esta misión, el Ejército
expuso las siguientes conclusiones:
Esta segunda misión [Chilena] completó y perfeccionó el plan de estudios de 'la escuela
militar; determinó en forma precisa los períodos de Instrucción para ·las diferentes
unidades y distintas armas, al mismo tiempo que dio las directivas necesarias; elaboró
varios reglamentos de los que aún faltaban, así como los proyectos de ley fundamentales
para la marcha normal de un ejército moderno; organizó la escuela superior de guerra
con un plan de estudios semejante al de la academia de guerra de Chile, amoldándolo a
nuestras condiciones de entonces; tomó directamente la organización y dirección del
estado mayor general, quedando el general Díaz con la Jefatura activa de este instituto,
para lo cual se modificó temporalmente una disposición legislativa que prohibía tal
procedimiento. (S.a, Revista Militar del Ejército, 1927, p. 458)
Luego ell gobierno de Pedro Nel Ospina contrato una Misión Militar proveniente de
Suiza8, conformada por cinco oficiales, quienes fueron: el general Hans George
Juchler, quien tomo la dirección de la Escuela Superior de Guerra y la enseñanza
táctica y servicio de estado mayor; el coronel el coronel Paul Gautier, quien se
encargó de la instrucción de caballería en la guarnición de Bogotá; el teniente
coronel Hans Von Werdt, oficial de infantería y quien se encargó de la dirección de
la Escuela Militar por muerte de su titular -el coronel Luis Felipe Acevedo- el mayor
Henry Pillichody, tomaría a su cargo la organización de la Escuela de Aviación y la
instrucción de sus oficiales y, finalmente, el capitán Plinio Pessina, administrador y
especialista en Derecho, quien se hizo cargo de las asignaturas de su especialidad
y contribuyó a preparar una ley sobre sueldos de retiro de la oficialidad. (Pizarro,
1987, p. 37)
Esta misión militar tuvo una tarea compleja en cuanto a reforma militar, pues le
correspondió una tarea de reorganización, donde vio como acertada la
reglamentación militar de ese momento y la llevó a aplicar algunas propuestas para
fortalecer el la institución. Buscó dentro del Ejército Nacional fortalecer la honradez,
el trabajo y la consagración. De otra parte, esta misión militar propuso amoldar la
fuerza numérica del Ejército con el presupuesto. Para la regeneración u oxigenación
del ente castrense, se basó en las siguientes temáticas:
Finalizada la Misión Militar Suiza en 1929, se contrató al señor coronel Braune para
organizar el ramo de los servicios. De otra parte, el conflicto con el Perú favoreció
un programa de modernización y equipamiento para el Ejército Nacional; para lograr
esto se recurrió a Alemania. Por esta razón, en los años 30 los cascos y uniformes
de los militares colombianos los morrales y otros implementos propios de la
funcionalidad militar eran los mismos que usaban las tropas Wehrmacht (Esquivel,
2013, p. 256) Bajo este aspecto la Guerra con el Perú le permitió introducir a la
institución militar un nuevo concepto de defensa; así lo muestra el Plan de
Desarrollo del Ejército Nacional:
Siguiendo este esquema tradicional Colombia organizó su defensa y el Ejército moderno
creado en 1907 fue la espina dorsal de su estructura, la cual se puso aprueba en 1932con
motivo del conflicto con el Perú. La forma como el país afrontó esta crisis muestra claramente
los conceptos que dominaban la época: mientras el Ejército se movilizaba apresuradamente
y reconquistaba las posiciones perdidas, la población civil del interior se privaba de sus joyas
y reducía su tren de vida en favor de las operaciones; esta era su contribución a la guerra,
esta era su manera de batirse (Ejército Nacional, 1972, p. 7)
Concepto sobre el cual se fundamentó el Ejército Nacional durante el conflicto con el Perú.
Fuente: Ejército Nacional (1972). Plan de Desarrollo del Ejército 1973-1980.
Colombia fue el único país que participó en la Guerra de Corea (1950-1953) y ello
les sirvió a las Fuerzas Militares, y en especial al Ejército Nacional, para aplicar lo
aprendido en este conflicto. A su retorno los oficiales, suboficiales y soldados se
encontraron con un país que había comenzado un nuevo ciclo de violencia, en el
cual esta hacia su tránsito al bandolerismo y luego al enfrentamiento con guerrillas
de corte ideológico. Las reformas aplicadas por la generación de Corea se
manifiestaron en la década de los sesenta, cuando asumieron el mando del Ejército
u ocuparon la titularidad en la cartera de Guerra. Frente a esto, el investigador
Armando Borrero expone: “La influencia de las experiencias coreanas en el Ejército
Nacional fue profunda y duradera. Puede decirse que cambió la cara a las unidades
tácticas y operativas” (Borrero, 2019, p. 52).
9 Apropósito de algunos oficiales subalternos quienes propusieron que el Ejército fuera más
profesional y con una orientación apartidista, el profesor Adolfo León Atehortúa afirma: “en oposición
a veces silenciosa, una franja importante de oficiales subalternos buscó distanciarse de la política.
Sentían temor y vergüenza de que los compromisos progresivos con los gobiernos de Ospina y
Gómez deterioraran la imagen de las Fuerzas Militares, o de que su compromiso con los conflictos
internos terminara alejándolos de su función profesional” (Atehortúa, 2008, p. 71)
Basados en este criterio, tomaremos como ejemplo los planteamientos del general
Alberto Ruíz Novoa y su apuesta por entender el conflicto desde una dimensión
social y económica que no tuvo su fundamento en planteamientos norteamericanos
sino humanistas que impactaron dentro de la organización del Ejército y su forma
de entender la violencia en Colombia.10
Estas ideas fueron importantes para el general Ruiz, quien con su llegada al
Comando del Ejército, empezó a aplicarlas dentro de la estrategia militar e introdujo
el concepto de acción cívico militar; el primer plan militar en el que vio reflejada esta
categoría, fue el Plan de Operaciones Lazo, emitido en el año 1962 y que introdujo
dentro de su planteamiento la visión social para mitigar la violencia, cuando afirma:
“una parte esencial de estas operaciones, es el empleo conveniente de las medidas
de acción civil, [para] ganar estabilidad política y de progreso económico y social, lo
cual reduce o elimina ciertas condiciones de las actividades de las cuadrillas de
bandoleros, que contribuyen a impedir nuevos brotes de violencia” (Ejército
Nacional, 1962, p. 6)
Bajo esta premisa, el Ejército Nacional comienza a adquirir una nueva mentalidad
que introducía dentro de su estructura principios desarrollistas, que, como lo
expresamos en el párrafo anterior, tenían su fundamento en las conclusiones
presentadas por Lebret una vez culminada la Misión de Economía y Humanismo; al
respecto afirma:
10 Con respecto a la generación de Corea el general Alberto Andrade Amaya comenta: “Esa
generación iba escalando posiciones en la jerarquía y pensando, cada día más, en el pensamiento
castrense y en la metodología de la acción. Al iniciarse el decenio de los sesenta, el comandante del
Ejército era el general Alberto Ruiz Novoa, que había sido comandante del batallón entre los años
52 y 53. Y junto con él llegaba un grupo de oficiales que estuvieron en la misma campaña y que
venían ahora ser los miembros de su Estado Mayos” (Andrade, 1993, p. 119)
“Los militares deben velar no solamente en ganar batallas, sino también en
contribuir en el mejoramiento de las condiciones de vida de su pueblo” (El Tiempo,
1965, p. 8). Luego afirma con respecto a la mentalidad que quiso promover dentro
de la institución y en la estrategia militar: “Yo quise llevar a los cuadros de las
Fuerzas Armadas la comprensión de los problemas políticos, sociales y económicos
para que así la institución pudiera contribuir a su eliminación (…) prediqué a la
oficialidad que Colombia no puede ser grande e importante mientras la gran mayoría
de su pueblo siga sumida en el estado de miseria” (El Tiempo, 1965, p. 8)
El solo triunfo de las armas no puede garantizar el triunfo sobre los espíritus, se ha
determinado la creación de un organismo, dentro de sus Estado Mayor, que organice, planee
y supervigile todas aquellas funciones que pongan en contacto al pueblo y autoridades civiles
con la Institución para que con base en el mutuo apoyo y entendimiento, aquél se libre de la
barbarie y éstas puedan practicar el ejercicio normal de su autoridad; un organismo que le
permita conocer y analizar las necesidades de la regiones afectadas por la violencia, las
causas que la determinan, los motivos que la mantienen en vigencia, los objetivos que la guían
y las esperanzas que la animan; un organismo capaz de analizarlos y comprenderlos.
(Landazábal, 1966, p. 9)
Este plan fue un intento por responder a una solución diversa de las problemáticas
que podían ser el combustible para la generación de la violencia y así mismo se
inscribía dentro de esa nueva mentalidad que estaba adquiriendo el Ejército durante
la década de los sesenta y que tenía su fundamento en los planteamientos del
sacerdote Lebret; el Plan Andes se enfocaba en dos aspectos: el hombre y las
Fuerzas Militares para apoyar el desarrollo. De otra parte, esta iniciativa ya se
estaba integrando dentro de los distintos proyectos que los mismos campesinos
promovían, así se lee en los apartes de una carta dirigida al presidente Carlos Lleras
Restrepo por parte de la Asociación Comunal Unitaria del Sur del Huila y Caquetá:
año 1962, estos no contaron nunca con el apoyo necesario de las élites civiles para su
implementación exitosa. Estos planes, que ponían el acento en la intervención del Estado mediante
acciones cívico-militares, además de las respuestas propiamente militares, hubiesen podido desde
aquellos lejanos años mejorar sustancialmente la presencia del Estado” (Pizarro, 2018, p. 93-95)
12 El Primer contingente de soldados pp0rfesionales y bachilleres fue incorporado en el mes de Enero
En la imagen se puede apreciar la sesión inaugural del Seminario Obrero, el cual tenía como
propósito capacitar a los campesinos para desempeñarse como presidentes y miembros de las
Juntas de Acción Comunal; mejorar sus conocimientos en actividades agropecuarias; e instruirlos
en algunos aspectos de higiene, nutrición, primeros auxilios y vivienda. Fuente: Ministerio de
Defensa Nacional. (1968). Memoria del Ministro de Defensa Nacional al Congreso de 1968.
Bogotá: Imprenta Nacional, p. 74, 75.
Para ejemplificar que ello fue una excepción en el Ejército de Colombia, podemos
ver cómo a finales de la década de los noventa, la institución impulsa una
reestructuración que partió de una “Necesidad de enfrentar los desafíos planteados
a Colombia (…) a partir de 1998 el Ejército Nacional emprendió una gran dinámica
de trasformación, basada en una profunda autocrítica y la valiosa experiencia de
sus integrantes” (Ejército Nacional, 1998). Y luego agrega: “En este proceso se
evaluó cada una de las directrices que orientaban el accionar de la institución y se
replantearon aquellas que ya no se ajustaban a las características, así mismo se
definió como objetivo: ganar la guerra y construir el Ejército del Futuro” (Ejército
Nacional, 1998)
Conclusiones
Estos aspectos han centrado como eje fundamental a los hombres que desde la
época de la independencia buscaron crear, mejorar, cambiar y perfeccionar un
cuerpo armado profesional; planteamientos que fueron foco de grandes debates en
el siglo XIX y fueron heredados en el siglo XX, cuando comenzaron a consolidarse
los caminos trazados en el siglo anterior. Sin caer en anacronismos y no buscando
que este escrito sea una historia oficial, sino más bien un intento por recoger las
principales reflexiones en torno a la evolución del Ejército, se destaca que durante
esta trayectoria histórica siempre se ha buscado la consolidación de un ejército, por
lo cual se ha pasado del Ejército de la Nueva Granada, a la Guardia Colombiana,
luego a la centralización a través de la constitución de 1886 y a la aparición del
concepto de Ejército Nacional.
Con el inicio del proyecto del General Rafael Reyes y sus respectivas misiones
militares, hasta llegar a la década de los treinta con la guerra del Perú y la autocrítica
de algunos oficiales sobre la condición del Ejército y consolidarse luego con la
llegada de la generación de Corea al mando de la institución y la apertura a un
nuevo pensamiento militar con dos componentes significativos: el humanista y la
estrategia militar, mismos que les dejaron a las generaciones venideras una nueva
forma de ver la violencia y la posible solución de la misma.
Lo anterior estuvo orientado hacia lo que Rivera (2017) denomina el Ethos
Profesional, lo cual quiere decir que se buscó desarrollar dentro de los procesos de
evolución institucional un factor que se centrará en el hombre y en ver la profesión
militar no como una labor burocrática, sino con un sentido de vocación y de
pertenencia hacia el trabajo que se ejecuta. Estos aspectos fueron fundamentales
para que el Ejército Nacional lograra una capacidad de autocrítica frente a las
eventuales amenazas y viera en los hombres como hecho plural la base para
consolidar un proceso de reestructuración o trasformación exitoso; un ejemplo
significativo fue la reestructuración que se produjo en 1998.
Las reflexiones aquí planteadas, buscan destacar a los hombres como un factor
importante dentro de un proceso de reestructuración o trasformación en una
institución que requiere de los mismos para seguir avanzando en el tiempo, porque
sin ellos es imposible generar cambios y consolidar procesos. El Ejército Nacional,
a lo largo de su historia, ha tenido hombres, que, en su momento, pensaron en ello,
y quienes han planteado que el cambio cultural debe ser un gran propósito y por
ende debe estar conectado con la integridad moral y militar.
Bien lo expuso el General Rafael Reyes en su discurso del 20 de julio de 1907: “El
propósito del Gobierno al fundar la Escuela Militar es que en ella se formen los
Oficiales de nuestro Ejército sobre principios suficientemente sólidos para que
hagan de él, escuela de moralidad, de sobriedad, de fortaleza y disciplina. En
adelante se citará al Cadete como modelo del cumplido caballero que lleva por
insignia la verdad, la franqueza y la hidalguía”.
Finalmente, los retos que la compleja y variada historia de las Fuerzas Militares, y
en especial la del Ejército Nacional, nos invita a ver su evolución no solo desde un
aspecto solo técnico y de trasformación tecnológica, sino también cultural y
humanista.
Referencias
Colegio Máximo de las Academias. (Ed.). (2019). El Congreso de
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