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UNIVERSIDAD DE BURGOS

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

PROGRAMA DE DOCTORADO:
“PEDAGOGÍA POLÍTICA, CURRICULAR Y SOCIAL”

“VALORACIÓN DE LAS ACTITUDES DEL


TERAPEUTA POR PACIENTES TOXICÓMANOS
EN RÉGIMEN DE INTERNADO”

José Alfonso Arribas Martínez


Diciembre, 2003

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ÍNDICE

I INTRODUCCIÓN................................................................................................................3

II FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
1. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN EL PSICOANÁLISIS.................................................7

2. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA PSICOTERAPIA HUMANÍSTICA...................10

3. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA TERAPIA DE CONDUCTA..............................13

4. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LAS TERAPIAS COGNITIVAS


RACIONALISTAS.................................................................................................................16

5. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LOS MODELOS SITÉMICOS................................18

6. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LOS MODELOS CONSTRUCTIVISTAS


DE PSICOTERAPIA..............................................................................................................20

7. NUESTRA VISIÓN DE LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA ASISTENCIA


A DROGODEPENDIENTES................................................................................................22

III PARTE EMPÍRICA


1. JUSTIFICACIÓN...................................................................................................................27

2. OBJETIVOS...........................................................................................................................28

3. HIPÓTESIS DE TRABAJO...................................................................................................30

4. METODOLOGÍA...................................................................................................................31

a. Instrumento de medida.............................................................................................31
b. Tamaño de la muestra y recogida de datos..............................................................33

5. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS....................................................................................34

6. CONCLUSIONES..................................................................................................................58

IV REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y TELEMÁTICAS


1. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS...................................................................................61

2. PÁGINAS DE INTERNET....................................................................................................63

V ANEXO........................................................................................................................................64

2
I INTRODUCCIÓN

En los últimos años se están desarrollando una serie de estudios cuya idea central es
la investigación sobre los aspectos comunes en las diferentes escuelas de psicoterapia.
En este campo juega un papel central la relación que mantienen el terapeuta y el
paciente.

Está establecido que la psicoterapia en general, mejora la evolución de los diferentes


trastornos de comportamiento, y que el tratamiento psicológico promueve un bien
público como es la salud mental, aunque existan discrepancias sobre la efectividad de
las diferentes terapias. “A pesar de que el interés por demostrar que tal o cual
psicoterapia es mejor que las demás puede haber motivado muchos estudios, en la
actualidad no podemos declarar un vencedor. En efecto, las revisiones más completas de
estos estudios comparativos (incluyendo la metaanalíticas ) sugieren que no es posible
determinar empíricamente la superioridad de un enfoque con relación a los demás en
términos generales” (Feixas y Miró, 1993, pág. 315). Al entrar en aspectos concretos, sí
que se observa que determinadas psicoterapias son más eficaces que otras. Por ejemplo,
el Instituto Nacional para el Abuso de Drogas (NIDA, en inglés) de Estados Unidos
recomienda la psicoterapia cognitivo-conductual para el tratamiento de la adicción a la
cocaína por ser de las que mejores resultados obtienen.
( Para ésta afirmación, véase: http://www.nida.nih.gov/TXManuals/CBT/CBT3.html)

Duncan y colaboradores (1997, págs. 36, 37 y 38) mencionan una revisión crítica de
Lambert en 1992 sobre los aspectos específicos de la psicoterapia que son efectivos y
que contribuyen al éxito de la misma . Describen cuatro factores que inciden en el
resultado terapéutico:

1.- Los factores del cliente: Son variables extraterapéuticas, que se dan en el
ambiente del cliente, o en el mismo cliente; las capacidades de éste para crecer
personalmente, para conseguir ayuda de otros, sucesos imprevistos que ocurren durante
el tratamiento, etc., son factores del cliente. Lambert (en Duncan y col., pág. 37)
cuantifica en un 40% la incidencia de estos factores en éxito de la terapia.

2.- Los factores de relación: se refieren a aspectos que se dan en la relación


terapeuta-cliente y que son comunes en las diversas terapias, independientemente de la
orientación teórica de la misma, por ejemplo “la empatía, la calidez, la aceptación y la
voluntad de correr riesgos” (Duncan y col. 1997, pág. 49). Explican el 30% de los
cambios positivos ocurridos; especial valor tienen las percepciones del cliente sobre la

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relación, más aún que las percepciones del propio terapeuta. Igualmente, J. D. Frank
dice que la “relación de confianza, una fundamentación convincente y la fe en que el
tratamiento será beneficioso” son elementos importantes implicados en el éxito
terapéutico (Safran y Segal, 1991. págs. 49 y 50).

3.-Los Factores técnicos del modelo: Explican un15% de los cambios ocurridos,
y serían, aquellos aspectos propios de cada enfoque terapéutico desde el que se está
trabajando. En contra de lo que podría suponerse, estos factores peculiares de cada
psicoterapia tienen una importancia relativa.

4.-Los Factores de placebo: Son aquellos inespecíficos, y que tienen que ver con
la expectativa creada en el paciente por el mero hecho de que está en tratamiento.
Lambert cuantifica en un 15 % el valor de estos factores para el resultado terapéutico.

Así pues, los factores de relación son claves en el éxito del tratamiento psicológico.
Freud ya se dio cuenta de la importancia de la alianza terapéutica en el tratamiento de
sus pacientes, y de una manera más o menos explícita ha estado presente en las diversas
psicoterapias. Los análisis posteriores de este concepto, llevaron a la descripción de tres
componentes claves de la alianza terapéutica: los objetivos, las tareas a realizar, y los
lazos establecidos durante la relación (Bordin, citado por Luborsky y col. (1997).

Efectivamente, para un buen desarrollo de la terapia, entre el paciente y el terapeuta,


ha de existir un acuerdo sobre los objetivos a conseguir durante el tratamiento, han de
aceptar la realización de una serie de tareas para la consecución de dichos objetivos, y
todo esto, ha de facilitarse con el establecimiento de unos vínculos peculiares y
positivos de confianza y confidencialidad. Duncan y col. (1997) citan un trabajo de
Bachelor en 1991 en el que resalta como aspectos más relevantes en el éxito terapéutico,
desde el punto de vista del cliente, y que están relacionados con la alianza terapéutica
“la calidez mostrada por el terapeuta, la ayuda, el interés, la implicación emocional, y
los esfuerzos por explorar el material relevante para el cliente” (pág. 50).

Najavits y Weiss (1994) realizaron una revisión sobre la efectividad del terapeuta en
el tratamiento de personas con problemas de abuso de sustancias y encontraron una gran
variedad de resultados. Describen el trabajo con drogodependientes como un tipo de
trabajo peculiar, ya que en general, los adictos son personas que tienen grandes
problemas de funcionamiento en la vida diaria: desempleo, problemas judiciales y
familiares, vagabundeo, alta reactividad emocional, co-existencia de otros trastornos
psiquiá tricos y otros graves problemas de salud, etc.. En la revisión se recogen datos de
los distintos tipos de terapeutas (profesionales y para-profesionales), de las tasas de
resultados, principalmente las tasas de retención y abandono, y del tipo de tratamiento.
Resaltan los autores que independientemente del conocimiento y experiencia del

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terapeuta, o de las características del paciente, la posesión de unas fuertes habilidades
de relación interpersonales por parte del terapeuta juegan un importante papel en los
resultados de la terapia analizados. Además, estos factores, otras veces omitidos, han de
tenerse en cuenta en el estudio de los resultados de los tratamientos psicológicos, pues
la no consideración de estos induce a resultados erróneos en los estudios de efectividad
de las terapias, como se refiere en estas revisiones: Najavits, Crits-Christoph y
Dierberger (2000), Crits-.Christoph, Beebe y Connolly (1990), y Luborsky y
colaboradores (1997).

Dado el papel crucial que tiene la alianza terapéutica en el resultado de la psicoterapia,


nos proponemos revisar lo que las principales teorías psicológicas y técnicas de
tratamiento se ha entendido por “relación terapéutica” basándonos en los modelos
descritos por Feixas y Miró (1993).

El desarrollo que se produce permanentemente en las diversas corrientes y sistemas


de tratamiento psicológico hace que existan muchas formas de relación terapeuta-
paciente; incluso dentro de una misma corriente, existe una variedad de autores y de
interpretaciones de lo que es la alianza terapéutica; nosotros nos referiremos a los
autores más relevantes dentro de cada una y a los aspectos más característicos de esa
relación, conscientes de que la concreción y la selección de determinados aspectos
relevantes, no describen la alianza terapéutica en su totalidad para cada una de las
aproximaciones que se comentan.

Posteriormente, nos centraremos en un aspecto concreto de la alianza terapéutica: las


cualidades que el paciente drogodependiente aprecia en su terapeuta. Sobre este asunto
versa la investigación empírica que hemos realizado. Procuraremos responder a las
preguntas: ¿Qué actitudes aprecia el drogodependiente en proceso de recuperación en su
terapeuta?. ¿Existen actitudes que a estos drogodependientes les parecen especialmente
importantes, además de la empatía, el aprecio y la coherencia?. ¿Existen
comportamientos concretos del terapeuta especialmente apreciados por las personas
adictas?

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II FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

1. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN EL PSICOANÁLISIS

2. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA PSICOTERAPIA HUMANÍSTICA

3. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA TERAPIA DE CONDUCTA

4. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LAS TERAPIAS COGNITIVAS


RACIONALISTAS

5. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LOS MODELOS SISTÉMICOS

6. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LOS MODELOS CONSTUCTIVISTAS


DE PSICOTERAPIA

7. NUESTRA VISIÓN DE LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA


ASISTENCIA A DROGODEPENDIENTES

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1. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN EL PSICOANÁLISIS

La relación terapéutica que se establece entre el psicoanalista y el paciente se


encuadra en una situación concreta: en una sala, en general limitada de estímulos, el
paciente en posición yacente, el analista fuera de su campo de visión generalmente
callado...

Los pacientes en este contexto deben atenerse a las siguientes reglas (Feixas y Miró
1993, págs. 115 y116):

1. “Regla fundamental (o básica), en virtud de la cual, los sujetos deben expresar


todos los pensamientos y sentimientos tal como les vengan a la cabeza, sin
ninguna exclusión o selección”. Seguimos a Freud (1974, pág.144):... “No sólo
deberá comunicarnos lo que sea capaz de decir intencionalmente y de buen
grado, lo que le ofrece el mismo alivio que cualquier confesión, sino también
todo lo demás que le sea presentado por su autoobservación , cuanto le venga a
la mente, por más que le sea desagradable decirlo, y aunque le parezca carente
de importancia o aún insensato y absurdo”.

2. Regla de asociación libre, en la cual el sujeto tiene que ir asociando a partir de


ciertos elementos que le propone el analista y que se han extraído de su propio
discurso.

El comportamiento del analista está delimitado por lo que se denomina “encuadre


interno”, sujeto a dos reglas (seguimos a Feixas y Miró, 1993):

1. “Regla de abstención o abstinencia, en virtud de la cual el psicoanalista no


debe satisfacer las demandas del paciente ni desempeñar los papeles que éste
intenta imponerle”(pág.116). Se trata de mantener la distancia personal con el
paciente. El analista es como “un espejo o pantalla en blanco que refleja lo que
el analizado proyecta, evitando mostrar sus propias proyecciones o conflictos”
(pág.116).

2. “Regla de la atención flotante (u homogénea), como manifiesto de su actitud de


neutralidad, el analista debe de atender a todo el material a interpretar de un
modo homogéneo, sin privilegiar ningún sector. Asimismo, debe tener una
actitud receptiva ante este material que incluye tanto la apertura intelectual
como la capacidad de resonancia empática, permitiendo que sus procesos
inconscientes incidan adecuadamente” (pág 116).

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En esta situación analítica es donde se produce el proceso de transferenc ia, clave en
la relación terapéutica psicoanalítica. Mediante la transferencia el paciente actualiza, o
vuelve a vivenciar los deseos inconscientes, emociones, sean amistosas, hostiles o
ambivalentes, que provienen de la infancia, especialmente respecto del grupo familiar.
Exponemos la descripción que realiza el propio Freud (1974, pág. 145): “ el enfermo ve
en aquél –el analista- una copia –una reencarnación- de alguna persona importante de
su infancia, de su pasado, transfiriéndole, pues, los sentimientos y las reacciones que
seguramente correspondieron a su modelo pretérito”.

La transferenc ia es ambivalente puesto que comprende tanto “actitudes positivas y


afectuosas, como negativas y hostiles” (Freud, 1974, pág. 145). Su carácter repetitivo
en el presente, ofrece al analista la posibilidad de conocer el tipo de vínculo que el
paciente estableció con sus figuras importantes del pasado. “Así con el establecimiento
de una relación transferencia l con el terapeuta , se produce la ‘neurosis de transferencia’
que es una neurosis “artificial” que reproduce la neurosis infantil, y que representa la
transición entre la enfermedad y la salud” (Feixas y Miró 1993, pág. 117). “Si como
sucede generalmente, se logra aclarar al paciente la verdadera naturaleza de los
fenómenos transferenciales, se habrá restado un arma poderosa a la resistencia, cuyos
peligros se convertirán ahora en beneficios, pues el paciente nunca olvidará lo que haya
vivenciado en las fo rmas de la transferencia; tendrá para él mayor fuerza de convicción
que lo que haya adquirido de cua lquier otra manera” (Freud, 1974, pág. 148). Para
concluir, el hecho de que el paciente conozca los motivos inconscientes de su propia
conducta, no es por sí mismo curativo de su neurosis, si no que, como señala Sánchez
Rodríguez (2000), “es necesario un trabajo elaborativo, que supone llevar a cabo en la
vida concreta de la persona los descubrimientos realizados mediante el análisis” (pág.
63).

Correlativo al proceso de transferencia, se encuentra el fenómeno de la


contratransferencia. Este término describe, en un sentido amplio, los sentimientos que
el analista experimenta hacia el paciente. “El conjunto de reacciones inconscientes del
analista frente a la persona del analizado y, especialmente, frente a la transferencia de
éste”, así es como lo definen Laplanche y Pontalis (Feixas y Miró, 1993, págs. 117-
118). Recordemos que el analista está sujeto a la ‘regla de la abstención’, por lo tanto
tendrá que tener control sobre sus propios impulsos, mantener un equilibrio constante, y
un conocimiento exhaustivo de sus propios procesos inconscientes ya que pueden ser un
elemento perturbador del análisis. La palabra que se utiliza para describir esta relació n
es ‘neutralidad’; ésta es la posición del analista ante el paciente.

Encontramos así, una distribución de papeles dentro de la relación terapéutica


psicoanalítica: de un lado el paciente, el enfermo, el desconocedor de cómo se origina y
se mantiene su comportamiento. De otro, el psicoanalista, que tiene un papel dominante,
experto en la interpretación de ése comportamiento, capaz de “traducir de lo consciente

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a lo inconsciente” (Feixas y Miró, 1993 pág. 132), y de escuchar cálidamente y
comunicarse con el paciente, pero a la vez distante, “nunca dejaremos de discernir
nuestro saber del suyo” (Freud 1974, pág. 148), que no se deja seducir por la
‘preferencia y la intimidad’ del analista que demanda en ocasiones el paciente (De todos
modos, el mismo Freud nos previene contra la actitud de ‘maestro reeducador’ del
analista –pág.146-). Toda esta distribución de roles, la comprensión y la distancia a un
tiempo, no son ajenas a la formación de médico que siguió Sigmund Freud.

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2. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA PSICOTERAPIA HUMANÍSTICA

(Utilizamos como paradigma de psicoterapia humanística, la psicoterapia centrada en el


cliente desarrollada por Carl Rogers)

En 1961 se funda la Asociación Americana de Psicología Humanista como reacción a


las corrientes psicoterapéuticas dominantes en la época, que eran el psicoanálisis y el
conductismo por considerar que eran modelos reduccionistas, deterministas, y
mecanicistas. Autores como Carl Rogers, A.H. Maslow, G.A Kelly y otros desarrollaron
modelos explicativos del comportamiento humano y técnicas de intervención peculiares.

Feixas y Miró (1993) señalan cuatro aspectos claves de la concepción del ser humano
presentes en la declaración programática de la Asociación Americana de Psicología
Humanista, a saber (págs. 147 y 148):

1- Autonomía e interdependencia social. Responsabilidad.

2- Autorrealización. Tendencia al crecimiento personal y a la diferenciación.

3- Búsqueda de sentido. La conducta humana es intencional.

4- Concepción global del ser humano.

La psicoterapia humanística hace hincapié en la persona misma en el momento


presente, de modo que el terapeuta habrá de centrarse en el ‘aquí y ahora’, en la
experiencia actual e inmediata del cliente; restará importancia a los antecedentes
históricos de la persona, y adoptará ante ella una actitud no directiva.

El terapeuta podrá ayudar el cliente, precisamente si tiene la capacidad de situarse en


su lugar, si es capaz de entender y percibir el mundo como él mismo lo percibe, pues se
trata de “percibir a través de los ojos del cliente”, (Rogers, 1981, pág.42). “La función
del consejero sería la de asumir, en la medida de lo posible, el marco de referencia
interno del cliente, para percibir el mundo tal como éste lo ve, para percibir el cliente tal
como él mismo se ve, dejar de lado todas las percepciones según un marco de
referencia externo, y comunicar algo de esa comprensión empática al cliente”(Rogers,
1981, pág. 40). El terapeuta no se sitúa por encima del cliente, sino a su misma altura.
Para ilustrar esto, Rogers (1981) describe un experimento de Fielder acerca de la
posición del terapeuta en su relación con el cliente, y concluye que en el experimento,

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“los adlerianos y algunos terapeutas analíticos adoptaban un papel más tutoral,
autoritario; los terapeutas centrados en el cliente muestran el extremo opuesto” (pág.61).

Es cierto que ya en la década de1950, Rogers se dio cuenta de que los elementos
comunes de la relación terapéutica tenían tanta o más importancia que los elementos
distintivos de las diferentes técnicas, de ahí su énfasis en el estudio de la relación
terapéutica como elemento clave de la psicoterapia; en sus inicios, las investigaciones
de la terapia centrada en el cliente surgieron de esta intuición.

El terapeuta ya no es el ‘experto’, el promotor del cambio personal en el cliente; hay


“un abandono del interés por técnicas específicas que puedan producir un cambio”, y
una “búsqueda de un tipo especial de relación que va a ser facilitadora del cambio”
(Sánchez Rodríguez, 2000, pág. 101).

¿Qué características tiene la relación terapéutica según Carl Rogers?

El agente del cambio personal es el propio cliente, quien tiene, como todo ser
humano, una tendencia básica a actualizarse, mantenerse y desarrollarse (proposición 4,
Rogers, 1981, pág. 414).

Puesto que el malestar psicológico deviene de la incongruencia entre el concepto de


sí mismo que tiene una persona y su experiencia, “el objetivo de la relación terapéutica
es producir el efecto contrario al que otras relaciones han causado”(Sánchez Rodríguez,
2000, pág. 102), es decir ‘ayudar’, no ‘enseñar’, al individuo a aceptarse a sí mismo.

Tres son las características que ha de tener una relación terapéutica y que el mismo
Rogers consideró necesarias y suficientes para el cambio personal:

1. La empatía. Es la capacidad del psicólogo de ponerse en el lugar del cliente.


Requiere una actitud de comprender, apreciar los sentimientos y significados
que expresa el cliente; y además, interesa que la empatía del terapeuta sea
percibida por él. Lo que importa es que el psicólogo se desprenda de su
propio marco de referencia y se adentre en el del cliente. Recogemos las
preguntas que se hacía Carl Ro gers (Sánchez Rodríguez, 2000, pág.103):

“¿Puedo permitirme penetrar plenamente en el mundo de los


sentimientos y significados personales del otro y verlos tal como él los
ve?. ¿Puedo ingresar en su mundo de manera tan plena que pierda todo
deseo de eva luarlo o juzgarlo?. ¿Puedo entrar en ese mundo con una

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delicadeza que me permita moverme libremente y sin destruir
significados que para él revisten un carácter tan precioso?”.

2. Aceptación positiva incondicional. Es una característica que apenas


necesita aclaraciones. El terapeuta acepta y respeta totalmente todo cuanto el
cliente siente y expresa, y éste debe de percibirlo así. El psicólogo no hace
juicios o valoraciones de lo que dice el cliente; esto no implica estar de
acuerdo con él, o darle el beneplácito. Tampoco lo dirige hacia pautas
preestablecidas, sino que entiende aquello que forma parte de su experiencia.
Volvemos a las palabras de Rogers (Sánchez Rodríguez 2000, pág. 102):

“¿Puedo aceptar al cliente tal cual es, o recibirlo sólo de manera


condicional, aceptando algunos aspectos de sus sentimientos y
rechazando otros de manera abierta o disimuladamente?. Según mi
experiencia, cuando mi actitud es condicional, la otra persona no puede
cambiar o desarrollarse en los aspectos que no soy capaz de aceptar.”

3. Autenticidad. Congruencia. Coherencia. Con esto Rogers se refiere a que la


conducta del terapeuta ha de ser genuina, no simulada, propia y personal, no
fingida; esto en ocasiones, implica poder expresar al cliente sentimientos
experimentados por el terapeuta en determinadas circunstancias. El cliente ha
de ver al clínico como persona coherente en lo que hace, lo que dice, y lo que
siente, y para que así suceda, éste ha de serlo.

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3. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA TERAPIA DE CONDUCTA

La terapia de conducta, o modificación de conducta surgió a finales de los años


cincuenta y hasta el presente ha tenido un desarrollo constante. En sus inicios, provenía
de la aplicación de los principios del aprendizaje de conducta investigados por autores
como Pavlov, Skinner, Watson, Thorndike y otros. Cabe destacar que el objeto de
estudio de estos investigadores era la conducta, y utilizaban frecuentemente como
sujetos de experimentación, a animales en laboratorios, lo cual, implicaba que el
estudio de la conducta se refería exclusivamente hacia aquellas que eran observables,
medibles, y susceptibles de tratar matemáticamente; se buscaba la ‘ecuación
conductual’ (Weimer, citado por Feixas y Miró, 1993, pág.174).

Estos orígenes marcaron el inicio y el desarrollo de la terapia de conducta. La


conducta es aprendida, y el terapeuta de conducta es un experto conocedor de los
princ ipios de aprendizaje que rigen la adquisición de comportamientos, los cuales
principalmente giran en torno a tres paradigmas:

1- El condicionamiento clásico.

2- El condicionamiento instrumental u operante.

3- El aprendizaje observacional o vicario.

Una tarea importante que el terapeuta tiene es realizar el ‘análisis funcional de la


conducta’ del sujeto en un contexto determinado; reconoce una importancia menor a
los factores innatos o hereditarios de la conducta, y no considera los aspectos
inconscientes; su foco de atención es la conducta del sujeto, definida operativamente, en
sus tres modalidades: cognitiva, fisiológica y motora. “Las actuaciones clínicas surgen
de formulaciones basadas en datos y de predicciones comprobadas, en vez de provenir
de la intuición y de la impresión clínica” (Franks, 1991, pág. 9 ), hay que conocer y
evaluar la conducta y las contingencias que la controlan. El rigor científico, la
utilización del método experimental, la cuantificación hasta donde sea posible –incluso
de los aspectos cognitivos- de la conducta, están presentes en el tratamiento que aplica
el terapeuta de conducta.

La modificación de conducta es un método de tratamiento altamente estructurado,


directivo, en el que “la eficacia del tratamiento depende enteramente de las técnicas
utilizadas, y no de la relación terapéutica” (Feixas y Miró, 1993, pág. 182). El terapeuta
puede ser intercambiado en el transcurso de un tratamiento de modificación de

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conducta; pueden existir otros co-terapeutas, que debidamente instruidos, participen en
el desarrollo de la terapia en otros contextos.

El terapeuta de conducta es también un “reforzador social, y un modelo”, en términos


de la teoría del aprendizaje, que aplica en el transcurso de la sesión terapéutica las
técnicas propias del caso.

Lo que en la psicoterapia humanística de Carl Rogers, eran condiciones “necesarias y


suficientes” del tratamiento psicológico (aceptación incondicional del sujeto, empatía, y
autenticidad), en los programas de modificación de conducta son “actitudes del
terapeuta que favorecen la relación con el paciente” (Ruiz y Villalobos 1994). La
relación terapéutica no es un fin en sí mismo; el terapeuta ha de poseer una serie de
habilidades y mé todos que se consideran importantes y que derivan de la investigación
sobre el aprendizaje; estas técnicas aplicadas son las que inciden mayormente en el
cambio conductual, no la relación que se establece entre terapeuta y paciente.

El psicólogo que practique la terapia de conducta debe de tener un grado de


autoconocimiento importante, “saber qué es lo que no sabe (...) cuáles son sus
limitaciones personales, teóricas o técnicas” (Ruiz y Villalobos, 1994, pág. 54). En las
primeras reuniones con el paciente distribuye los roles de ambos, le enseña de manera
global cómo trabajará, y también le dice aquello que no hará. Deja claro que la relación
con el cliente es estrictamente profesional, por lo tanto no es frecuente que haga
comentarios personales o que exprese emociones con facilidad. Los vínculos afectivos
que establece con el cliente son de orden menor. Desde un principio asume el papel de
modelo de conducta, y trata de incentivar y mantener la motivación del paciente para el
tratamiento; éste por su parte ha de realizar un considerable esfuerzo personal a lo largo
del mismo, desempeña un papel muy activo, con tareas que se programan y se
supervisan en la sesión de terapia y que realizará en muchas ocasiones fuera de este
contexto. El cliente ha de aprender desde un principio ha pensar y a expresarse en
términos de conductas concretas operativas, no en términos generales; el terapeuta, si el
paciente habla demasiado o interrumpe constantemente “ha de cortar al cliente y
redirigir la entrevista hacia la información que resulte relevante para diseñar el
tratamiento” (Ruiz y Villalobos, 1995, pág.107).

Terapeuta y cliente negocian los objetivos a conseguir durante la terapia, y los pasos
intermedios a realizar para conseguirlos. El terapeuta monitoriza y evalúa la
consecución de los objetivos; estos se visualizan en representaciones gráficas de
resultados.

Como se centra la atención en la conducta, más que en el sujeto como globalidad, y el


énfasis se pone en el cambio de la conducta a través de procesos de recondicionamiento
y de manejo de contingencias ambientales, ha sucedido que durante mucho tiempo no
se reconociese en la modificación de conducta, el fenómeno de la ‘resistencia al
cambio’ que exhiben algunos pacientes. Cuando éstos no realizan las tareas asignadas,
no participan en los ensayos de conducta, no rellenan los registros, o no construye n la

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jerarquía de conductas, simplemente se considera ‘oposición el tratamiento’, sin otras
consideraciones sobre el significado del mismo; “para un terapeuta conductista sería
irrelevante la pregunta ‘¿qué sentido tiene este comportamiento resistente de mi
paciente?” (Sánchez Rodríguez, 2000, pág. 82), antes bien, buscaría las variables en el
paciente o en el ambiente que inciden en la conducta resistente.

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4. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LAS TERAPIAS COGNITIVAS
RACIONALISTAS

“La terapia cognitiva es un procedimiento activo, directivo, estructurado, y de tiempo


limitado que se utiliza para tratar distintas alteraciones psiquiátricas......Se basa en el
supuesto teórico subyacente de que los efectos y la cond ucta de un individuo están
determinados en gran medida por el modo que tiene dicho individuo de estructurar el
mundo”.

“Mi enfoque de la psicoterapia consiste en identificar, lo más rápidamente posible, la


filosofía básica de la vida de los clientes, conseguir que se den perfecta cuenta de lo que
es y de que es ineludiblemente autoderrotista; persuadirles de que tienen que
desahogarse de sus lastres de manera cognitiva, emotiva y conductual, y lograr un
profundo cambio”.

La primera definición es de Aaron T. Beck (Beck, Rush, Shaw,y Emery,1979,


pág.13), y la segunda de Albert Ellis (Ellis, 1999, pág. 27).

Existen, como en el caso de las psicoterapias humanistas, muchos desarrollos de la


terapia cognitiva. Lo común en ellas es la relevancia que se da a los ‘significados’. Los
individuos simbolizan, abstraen de la experiencia, procesan la información, y
construyen esquemas cognitivos; organizan la información y los significados a cerca de
sí mismos y del mundo; “la conducta no se concibe, pues, como una reacción, sino
como una acción que forma parte del proceso de dar significado” (Feixas y Miró 1993,
pág. 222).

“En contraposición con la ‘terapia de apoyo’ o ‘de relación’, la relación terapéutica no


se emplea aquí como instrumento para aliviar el sufrimiento, sino como vehículo para
facilitar el esfuerzo común para alcanzar determinados objetivos. En este sentido, el
terapeuta y el paciente forman ‘un equipo” (Beck y otros 1979, pág. 58).

Beck reconoce la importancia crucial de crear un buen rapport con el cliente, la


necesidad de una confianza básica y una colaboración. Las tres cualidades del terapeuta
que describió Rogers (aceptación, empatía y autenticidad) se consideran importantes,
pero en absoluto suficientes para el proceso terapéutico. En este sentido, Albert Ellis, en
el año 1989, contesta del siguiente modo a la pregunta de si es necesario que el
terapeuta ‘caiga bien’ al cliente:

“Bueno, creo que sería preferible obtener un cierto grado de compenetración,


pero al paciente no tiene que agradarle el terapeuta y al terapeuta, ciertamente,

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no tiene que agradarle el paciente, como condición necesaria para una relación
terapéutica eficaz. Sin embargo, es interesante observar que la compenetración
proviene muchas veces de una intervención activa y directiva, en lugar de una
actitud cálida, debido a que el terapeuta está ayudando al paciente de una manera
más eficaz. Actualmente, dentro de una corriente cognitivoconductual, soy uno
de los terapeutas con un estilo activo-directivo más fuerte” (Lega, 1991, págs.
491 y 492).

Está claro que en los dos autores cognitivos cuyas citas hemos empleado en el inicio
de este apartado, se deduce una cierta posición de liderazgo en la relación con el cliente.
Sus métodos de tratamiento son estructurados, y directivos. En la psicoterapia cognitiva,
los terapeutas muestran una actitud segura y profesional, que contribuya a crear un
clima de confianza.

Igualmente, tanto Beck como Ellis tienen una preocupación por objetivar,
racionalizar sería la palabra, las cogniciones; así hablan de ‘esquemas cognitivos’,
‘operaciones cognitivas’, ‘errores cognitivos’, ‘creencias racionales’, etc. Lo que se está
intentando es aproximarse lo más posible a una explicación científica del
comportamiento humano. Este mismo interés científico está presente en la relación
terapéutica; las cogniciones, los pensamientos que el paciente expone se consideran
como hipótesis que han de ser refutadas por la experiencia; terapeuta y cliente someten
las creencias del sujeto a la evidencia; diseñan experimentos que confirmen o refuten
tales creencias, analizan su coherencia lógica interna, y su justificación empírica. En
base a este tipo de pruebas, el cliente modificará sus pensamientos, y por tanto,
interpretará la realidad subjetiva (sus emociones, sus comportamientos), y objetiva de
una forma más sana.

17
5. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LOS MODELOS SISTÉMICOS.

Las terapias sistémicas se han desarrollado teniendo como paradigma a la familia. La


terapia sistémica no es lo mismo que la terapia familiar, ya que aquella define una serie
de constructos y principios básicos que no todas las terapias familiares tienen. Si bien
los desarrollos posteriores de este tipo de asistencia psicológica han extend ido los
campos de aplicación más allá de la familia, nosotros nos referiremos preferentemente
al sistema familiar como centro de atención.

Dos son los aspectos claves de esta aproximación terapéutica:

1. Hay que prestar atención a los significados, ‘es imposible no comunicar’, y

2. Los significados, tienen valor en la medida que se dan entre las personas; hay
que prestar atención por lo tanto a las relaciones interpersonales en un
contexto determinado. Hay un cambio cualitativo : si otras aproximaciones
terapéuticas se centran en lo ‘intrapsíquico’, las terapias sistémicas se
centran en lo ‘interpersonal’; es el sistema como ‘totalidad organizada de
elementos interdependientes’ el objeto de la terapia.

Así entendido el objeto de estudio, la drogadicción de un miembro de una familia, por


ejemplo, es el reflejo de la incapacidad de ese sistema familiar para funcionar
adaptativamente en un contexto dado, e integrar los cambios internos y externos que
naturalmente se producen. No hay una ‘causa lineal’ del problema (A es la causa de la
drogadicción), si no una ‘causalidad circular’, una secuencia de interacciones amplias
en la familia, en las cuales el drogadicto es el ‘paciente identificado’.

Por lo tanto, es toda la familia la que acude a la sesión terapéutica, al mismo tiempo o
en diferentes momentos. El terapeuta sistémico interviene en la familia para modificar
los patrones de interacción entre los miembros de la familia. “El supuesto principal es
que no hay ningún sistema que no disponga de todos los recursos necesarios para
solucionar sus problemas (aunq ue actualmente no los utilice)”, (Von Schlipppe y
Schweitzer, 2002, pág.139).

Seguimos a A. Von Schlippe y J. Schweitzer (2002) en la descripción de las


cualidades que se dan en la relación terapéutica en la terapia sistémica:

18
La interacción ha de tender a ‘ampliar el espectro de posibilidades’: “Todo lo que
reduce el número de posibilidades (tabúes, prohibiciones mentales, dogmas,
evaluaciones sobre lo correcto y lo incorrecto) obstaculiza el trabajo sistémico” (Von
Schlippe y Schweitzer, 2002, pág.129).

Como norma general, el terapeuta se comporta con ‘omniparcialidad’, y


‘neutralidad’:

“Omniparcialidad es la capacidad de tomar partido por todos los miembros de la


familia por igual, la capacidad de (re)conocer los méritos de cada uno e identificarse
con ambas partes de las relaciones ambivalentes”(Von Schlippe y Schweitz, 2002, pág.
132).

‘Neutralidad’ es el requisito “para ser aceptado por todos los implicados como alguien
competente” y “si después de un asesoramiento sistémico los participantes no saben con
certeza de parte de quién está el asesor, cuáles de las ideas expuestas prefiere, y cual es
su opinión sobre el problema, es que el asesor se ha mostrado neutral”(págs. 132 y 133).

Esto no tiene por qué suponer distanciamiento, ni ausencia de opinión por parte del
terapeuta, antes bien, el terapeuta sistémico buscará la cooperación de la familia creando
una relación cálida y empática. El terapeuta es flexible “incluso con los propios
dogmas”(pág.137), y creativo; a menudo cuenta con el respaldo y la supervisión de un
equipo que se sitúa en una sala contigua y observa la sesión desde un espejo
unidireccional.

Es necesaria una actitud de ‘curiosidad’ en la formulación e investigación de hipótesis:


el terapeuta no expone certezas (recuérdese la ‘causalidad circular’ de las interacciones).
El terapeuta se interesa por la lógica interna de cada sistema, no hace juicios de valor
sobre ella, y no trata de controlarla. “La curiosidad implica una actitud que ve la
‘ignorancia del terapeuta’ como un recurso”. (pág.135).

19
6. LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LOS MODELOS CONSTRUCTIVISTAS DE
PSICOTERAPIA

Los modelos constructivistas actuales son el resultado de la evolución de las


psicoterapias cognitivas y sistémicas principalmente; además, coexisten técnicas y
métodos de otras corrientes. La deriva de todo ello, es hacia un modelo integrador de la
psicoterapia, siempre entendida como forma de promoción de la salud mental, no como
búsqueda de conocimiento. La psicoterapia no es una ciencia. Existe una gran variedad
de modelos y aproximaciones; trataremos de exponer los aspectos más comunes entre
ellos en cuanto a la relación terapéutica.

El constuc tivismo supone una nueva forma de entender el conocimiento humano. Los
modelos anteriores contienen el supuesto implícito de que existe una realidad ‘objetiva’
e independiente del observador. Ahora, “toda realidad es la construcción de quienes
creen que descubren e investigan la realidad” (Fernández Liria y Rodríguez Vega,
(2001, pág. 33). Para Freedman, la actitud constructivista se basa en estos cuatro
principios, que recogemos de Fernández Liria y Rodríguez Vega:

1- Las realidades son construidas socialmente.

2- Las realidades se construyen a través del lenguaje. “El lenguaje no refleja


la naturaleza; el lenguaje crea la naturaleza que conocemos”, dicen
Andeerson y Goolishian (recogido en el texto de Fernández Liria y
Rodríguez Vega, página 39).

3- Las realidades se organizan y mantienen a través de las historias. Para


dar sentido a la vida, las personas ordenan los sucesos en el tiempo de
forma coherente. En la terapia, siempre habrá menos elementos
historiados que los vividos realmente.

4- No hay verdades esenciales; todo cuanto se puede hacer es interpretar la


experiencia.

Se trata de “acomodar la terapia al marco de referencia del cliente”, dicen Duncan y


colaboradores (1997, pág. 43). No se parte de teorías explicativas de la conducta
previas, y que están en el terapeuta. Se trata de una visión utilitarista de la psicoterapia:
las técnicas que se aplican, provienen de todos los desarrollos previos de las corrientes
terapéuticas, y se aplican, reinterpretándolas como elementos facilitadores del cambio
emocional, en tanto que sirven para promover ese cambio.

20
Lo central es la relación: “no aplicamos una terapia al cliente. Se trata de un
intercambio interpersonal (evento) en el que el énfasis recae sobre la calidad de la
participación del cliente” (Duncan y cols, 1997. pág. 76). La alianza en el trabajo hace
posible que el paciente coopere. De este modo, la terapia es el proceso de activar y
facilitar la reorganización de los esquemas emocionales del sujeto, dicen Greenberg y
sus colaboradores (1993). “Hay dos rasgos claves del método terapéutico para cambiar
esquemas emocionales: a) la armonización empática del terapeuta con la experiencia
emocional del cliente en cada momento, y b) la facilitación de tipos particulares de
procesamiento vivencial en momentos particulares para promover la activación y
reorganización de los esquemas emocionales” (Greenberg y cols, 1993, pág. 24).

Los aspectos relacionales en la interacción terapéutica son por lo tanto claves. La


conversación, el diálogo socrático se da entre dos “expertos”; uno ‘experto’ en
“relaciones humanas, y en funcionamiento de los sistemas en construcción” (Feixas y
Miró, 1993, pág. 229), y otro ‘experto’ en los contenidos de su propio mundo de quien
el terapeuta tiene mucho que aprender. Volvemos a Carl Rogers: el terapeuta manifiesta
una actitud empática, compasiva, cálida, de confianza, poco crítica, auténtica. Es
terapeuta es directivo en el proceso (Greenberg, y col.), guía al cliente, pero no impone,
hacia las estrategias de construcción de significado que éste posee. Indaga, pues no
conoce la experiencia del paciente,y es activo en este sentido.

De todos modos, la relación siempre mantiene una complementariedad innegable : hay


una persona que busca asistencia y otro que la da, por más que se intente difuminar,
existe una asimetría terapeuta-paciente. La interacción transmite esperanza en la
mejoría personal; busca un equilibrio entre responder y dirigir, no hay autorid ad, no hay
‘jefe de expedición’; “el terapeuta sugiere, el cliente elige” (Duncan y cols, 1997, pág.
76).

21
7. NUESTRA VISIÓN DE LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA ASISTENCIA A
DROGODEPENDIENTES

Desde nuestro punto de vista, la relación terapéutica en el trabajo con toxicómanos


tiene los rasgos comunes que se observan en otro tipo de problemas de comportamiento,
y otros que le son propios.

Por lo general, cuando los adictos acuden en busca de tratamiento llevan un periodo
de tiempo más o menos largo usando la droga y esto tiene sus efectos en muchos
aspectos.

En el plano neurológico es fácil comprender que existe una afectación del sistema
nervioso, más o menos importante, y más o menos reversible. Naturalmente, si las
personas consumen drogas es porque con ellas alteran las condiciones de
funcionamiento del sistema nervioso central, y esta alteración produce unas emociones
o sensaciones determinadas, las cuales se interpretan de una determinada manera según
la circunstancia histórica personal. Cada vez se conoce mejor el funcionamiento de los
centros cerebrales de recompensa, los cambios a nivel neuronal y molecular provocados
por las diversas sustancias; los investigadores nos enseñan las consecuencias que tiene
el consumir drogas en el sistema nervioso central. De todos modos, cualquie r adicto
sabe de fenómenos como la tolerancia, la abstinencia, el deseo intenso y las alteraciones
del estado de ánimo consecuentes al uso o ausencia de drogas. Todos estos fenómenos
tienen un sustrato biológico incuestionable; como dice Washton (1989), querer poner la
barrera entre lo biológico y lo psicológico en este aspecto, es tarea inútil.

Desde el plano psicológico, modelos como el propuesto por Prochaska y otros


autores, llamado ‘Modelo Transteórico de Cambio’, nos exponen el proceso evolutivo
del comportamiento adictivo típico.

Según este modelo, la evolución de una persona adicta hacia la solución de sus
problemas pasa por diferentes estadios, que se suceden una o varias veces, hasta que la
persona los soluciona. Estos estadios o fases son:

1- Precontemplación: es la fase en la que el adicto no tiene conciencia de tener


un problema.

2- Contemplación: en esta fase la persona adquiere conciencia del problema,


pero no hace nada para solucionarlo.

22
3- Preparación: Los individuos que están en esta fase, desean hacer cambios
significativos en su conducta problemática, pero no los realizan enteramente,
sino que hacen pequeños cambios, y se preparan para otros mayores.

4- Acción: En este momento, las personas hacen cambios significativos en su


conducta problema.

5- Mantenimiento: Es el periodo de vigencia de los cambios en el estilo de vida


del adicto.

6- Recaída: es la reaparición de las conductas problema.

Con frecuencia, el desarrollo de la conducta adictiva conlleva la adquisición de unos


comportamientos y unas pautas de vida comunes a los adictos, más allá de las
características bioquímicas de la droga, del estatus legal de la misma, o de las
circunstancias personales del usuario. En el tratamiento de la drogadicción hay que
considerar fenómenos como los que a continuación se enumeran: condicionamiento del
deseo de droga; la dominancia del comportamiento adictivo sobre otros como el
cuidado de la salud, o sobre determinadas circunstancias (laborales, familiares, etc); la
ambigüedad, la ambivalencia respecto del consumo; la ilusión del control de la
sustancia; la alta emotividad en determinados momentos, como es el caso de las
situaciones frustrantes; (es curioso, pero en una misma persona adicta, el antecedente de
una recaída puede ser tanto una emoción positiva como una negativa); la generalización
de las conductas adictivas a otras sustancias o situaciones (al juego patológico, etc); la
alteración del sistema de valores (conductas como mentir, negar, manipular, aunque
sean entendidas como resistencia al cambio, no son raras en este campo). Todas estos
fenómenos son más o menos comunes en el tratamiento de problemas adictivos, y el
terapeuta ha de considerar que pueden aparecer en algún momento del transcurso de la
psicoterapia, y el paciente espera ser tratado con integridad, independientemente de la
complejidad de su caso personal.

Por ello, consideramos que la relación terapéutica ha de incluir los ingredientes que
exponemos a continuación:

La tríada que en la década de los cincuenta del siglo pasado estableció Carl Rogers
nos parece plenamente vigente.

La empatía: Se hace difícil concebir cualquier psicoterapia sin empatía. ¿Cómo


comprender a otro ser humano, si no sabiéndose poner en su lugar?. Si el psicólogo trata
con personas, y entiende de sus sentimientos, sus comportamientos, sus relaciones, la
comprensión empática tiene que aparecer en algún momento. Escuchar, hablar,

23
entender, captar la significación, empatizar son actividades humanas. El terapeuta no es
un frío científico, tampoco es un etólogo.

La consideración positiva: Es difícil que un comportamiento que termina lesionando


gravemente la vida, en uno o en varios planos, no termine por dañar la propia
consideración que una persona tiene de sí misma. La autoestima herida, sólo se puede
reparar en el marco de una psicoterapia en la que exista una consideración positiva hacia
el paciente.

La consideración positiva no incluye estar de acuerdo en todo cuanto dice el paciente;


al hecho de justificar o comprender incluso lo que es moralmente rechazable, en la jerga
de los toxicómanos se le llama ‘colegueo’, y tiene un valor negativo.

Por otro lado, la existencia de un problema, mueve a la persona adicta a buscarle


solución; incluso en los casos más desesperados, esto no deja de ser un rasgo optimista,
positivo; ¡sólo faltaba que esta persona se encontrase con un terapeuta desesperanzado!.
Nos parece que el optimismo en la recuperación es una actitud muy importante en el
tratamiento de la drogadicción que el terapeuta debe de tener en cuenta.

La congruencia: Más en los casos de adicción, un fenómeno que en todas las


sociedades ha tenido una connotación negativa en algún aspecto; puede que el consumo
de sustancias no la tuviera, pero el consumo descontrolado o fuera de los hábitos al uso,
sí. Por lo tanto, el adicto (‘vicioso’, ‘pecador’, ‘enfermo’, etc) muchas veces ha resuelto
su contradicción viviendo en la mentira; resuelve la ‘anomia’ llevando una ‘doble vida’.
Simular, fingir, aparentar por parte del terapeuta, refieren también de algún modo a la
‘doble vida’; son conductas que restan crédito a la terapia, y son precisamente, las
expectativas de eficacia del cliente (lo que uno cree para el futuro), uno de los mejores
predictores del éxito terapéutico.

Además de estos factores, que consideramos necesarios pero no suficientes, nos


parecen importantes otros aspectos de la relación:

Es importante que exista una clara distribución de roles. La asunción de roles, facilita
la organización de la terapia, la realización de las tareas, y la delimitación de
responsabilidades (pragmatismo). En muchos casos, la confluencia de múltiples
necesidades por parte de las personas adictas a drogas (de salud, judiciales, econó micas,
etc.) hace que la demanda de estas vaya más allá de lo que el terapeuta pueda
proporcionar. El paciente ha de saber qué puede y no puede esperar. Esperar demasiado
de los demás, es un factor de recaída, según nos dice Washton (1989). Por otro lado, ya
nos dicen Luborsky y colaboradores, (1997) cuánto puede mejorar la relación
terapéutica, el hecho de que el paciente se sienta socorrido en sus necesidades vitales
elementales.

24
Implícito a esto, está la idea de ‘límite’, y la atribución a cada rol de lo que le es
propio. Nos parece importante este aspecto, especialmente cuando se dan casos en los
que coincide la drogadicción y las conductas antisociales. El establecimiento de normas
razonadas ayuda a guiar la propia conducta en estos casos. Determinados factores, como
dicen Beck y colaboradores (1993) pueden ayudar a torpedear la relación, y es necesario
tener en cuenta su aparición. Muchos adictos acuden a tratamiento por la existencia de
fuertes presiones externas, ven al terapeuta como una parte del ‘sistema’, no como un
aliado, miran con recelo al terapeuta, y tienen dificultades para confiar en él. En estos
casos, entendemos que la existencia de normas conocidas a las que atenerse, puede
transmitir seguridad.

Estamos de acuerdo con otros autores en que aspectos como transmitir esperanza de
modo realista, ayudar a reconocer los logros, y no hacer presuposiciones negativas sobre
los pacientes ayudan a crear una buena relación.

Del mismo modo, si el paciente siente su propia libertad durante el proceso


terapéutico mejorará la alianza terapéutica. Ahora bien, entendemos como el filósofo
Fernando Savater (1991) que “de lo que se trata es de tomarse en serio la libertad, o sea,
de ser responsable” (pág. 104). Siendo responsable de sus propias decisiones, el
paciente logrará sentirse el protagonista de su propia recuperación.

Nos parece importante de cara al mantenimiento de la cooperación en las tareas


terapéuticas, una acertada combinación de firmeza y flexibilidad. Por lo general, y en
especial en los periodos inmediatamente posteriores a la cesación del consumo de
drogas, o a la desintoxicación, las personas con problemas de adicción son
especialmente sensibles a las variaciones del estado de ánimo. Cuando esto sucede, el
adicto incur re en valoraciones y actitudes hacia las tareas muy variadas, hasta
contradictorias de un momento a otro. De ahí la necesidad de firmeza por parte del
terapeuta; así mismo, saber ser flexible para reajustar las tareas y objetivos cuando
estos devienen en inviables, es una buena cualidad.

25
III PARTE EMPÍRICA

1. JUSTIFICACIÓN

2. OBJETIVOS

3. HIPÓTESIS DE TRABAJO

4. METODOLOGÍA

A) Instrumento de medida
B) Tamaño de la muestra y recogida de datos

5. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

6. CONCLUSIONES

26
1 . JUSTIFICACIÓN

Najavits y Weiss (1994) recomiendan seis áreas de estudio de las características de los
terapeutas que intervienen en drogodependencias, dada la incidencia de éstas en los
resultados del tratamiento; a saber:

1- Conocimientos técnicos,

2- Actitudes emocionales; por ejemplo: simpatía, interés por la ayuda.

3- Estilo personal; por ejemplo: introvertido/extrovertido, serio/simpático.

4- Estilo relacional durante la terapia; por ejemplo: confrontativo, de apoyo.

5- Variables sociodemográficas: sexo, edad, años de experiencia, etc.

6-Características del empleo: salario, responsabilidad, satisfacción por el trabajo,


entre otras.

La estrategia, según vimos anteriormente, de “acomodar la terapia al marco de


referencia del cliente”, nos lleva a tener en cuenta la idea que el cliente tiene de la
relación terapéutica con su psicólogo, ya que las propias percepciones de éste influyen
en gran medida en los resultados del tratamiento; es decir, no se trata, por ejemplo, para
el caso de la alianza terapéutica que estamos desarrollando, de que el psicólogo tenga
aprecio por la persona con la que trabaja, si no de que el paciente efectivamente se dé
cuenta de que el psicólogo le aprecia; y lo mismo puede decirse de las otras actitudes
del terapeuta.

27
2. OBJETIVOS

Siguiendo esta línea argumental, nos hemos preguntado cuáles son las actitudes del
terapeuta que aprecian las personas con problemas de adicción que están en tratamiento
en régimen de internado, y si influyen ciertas características de los encuestados en las
puntuaciones de las actitudes por las que se pregunta o en sus descriptores.

Los objetivos de la presente investigación son los siguientes:

1. Elaboración de una encuesta que pregunte a los sujetos drogodependientes


del centro ADROGA por la importancia que dan a las siguientes actitudes
del terapeuta:

1. EMPATÍA
2. APRECIO
3. CONGRUENCIA
4. SEGURIDAD
5. PRAGMATISMO
6. OPTIMISMO
7. FIRMEZA

2. Conocimiento del grado de importancia que dan a cada una de ellas.

3. Conocimiento de la incidencia de una serie de variables del encuestado en


las puntuaciones sobre las actitudes. Estas variables son:

1. Edad en el momento de contestar la encuesta.


2. Drogas consumidas habitualmente antes de ingresar en el centro:
alcohol, cocaína, cannabis, alucinógenos, sustancias volátiles,
anfetaminas-speed, éxtasis, fármacos-tranquilizantes, heroína, otras
drogas.
3. Tiempo que lleva sin consumir la droga de elección.
4. Edad de inicio en el consumo de alcohol o drogas ilegales.
5. Tener o no tener trabajo antes de ingresar en el centro.
6. Curso hasta el que se estudió.
7. Ser portador del VIH o no serlo.
8. Relaciones familiares.
9. Estar o no estar en programa de metadona.

28
4. Conocimiento de qué descriptores de cada actitud del terapeuta son los más
puntuados por los encuestados del centro ADROGA.

5. Conocimiento de la incidencia de las variables del encuestado en cada uno


de los descriptores de las actitudes.

29
3. HIPÓTESIS DE TRABAJO

De acuerdo a lo que expusimos en la fundamentación teórica, y en función de los


objetivos propuestos, tal como sucede en la mayoría de las psicoterapias, los sujetos
encuestados, drogodependientes en proceso de rehabilitación en régimen de internado,
valorarán de manera importante actitudes del terapeuta como la empatía , el aprecio, y
la congruencia, y específicamente, según explicamos en el apartado de nuestra opinión
personal, otras como la firmeza, la seguridad, el optimismo y el pragmatismo.

HIPÓTESIS 1:

Los sujetos encuestados puntuarán como ‘bastante o muy importantes’ las actitudes
del terapeuta descritas por Carl Rogers, a saber: empatía, aprecio, y congruencia. Esto
implica que en una escala de 1 a 7 por cada ítem descriptor, la puntuación media de
cada actitud es mayor de 16 puntos.

HIPÓTESIS 2:

Los sujetos encuestados puntuarán también como ‘bastante o muy importantes’ las
actitudes del terapeuta: seguridad, pragmatismo, optimismo, y firmeza. Esto implica que
en una escala de 1 a 7 por cada ítem, la puntuación media de cada actitud es mayor de
16 puntos, exceptuando el ‘pragmatismo’, cuya puntuación media será mayor de 12.

HIPÓTESIS 3:

Apenas existirán diferencias en las puntuaciones de cada actitud en función de las


variables del encuestado, ya que todos los encuestados tienen la cualidad común de ser
‘drogodependientes en proceso de rehabilitación’. Esto implica, que ninguna variable
del encuestado afectará de manera diferencial a todas las actitudes, aunque sí puede
afectar de manera diferencial a una o dos actitudes del terapeuta.

HIPÓTESIS 4:

Pueden existir descriptores de cada actitud que sean puntuados de manera diferencial
en función de las variables del encuestado; de todos modos, y deducido de la hipótesis
3, el número de descriptores puntuados de manera significativamente diferente por las
diferentes variables del encuestado, será siempre menor que el número de descriptores
en los cuales no haya diferencias significativas en la puntuación en función de la misma
variable del encuestado.

30
4. METODOLOGÍA

A) Instrumento de medida

Para comprobar las hipótesis anteriores, hemos elaborado una encuesta que
denominamos “ENCUESTA ANÓNIMA SOBRE LAS ACTITUDES DEL
TERAPEUTA” en la cual se pregunta a los pacientes por una serie de actitudes que nos
ha interesado medir. Se incluyen en el cuestionario las tres actitudes básicas que
estableció Carl Rogers (empatía, aprecio y congruencia), y otras que nos han parecido
relevantes en el tratamiento de los toxicómanos según expusimos anteriormente, a
saber: optimismo, seguridad, pragmatismo y firmeza. Cada una de estas actitudes se
describe con cuatro ítems o descriptores (salvo el ‘pragmatismo’ que incluye tres).

La lista de actitudes con sus ítems o descriptores es la siguiente:

EMPATÍA:
- Que el terapeuta quiere entender cómo yo veo las cosas.
- Que intuya o se dé cuenta de lo que yo siento.
- Que deduzca lo que yo quiero decir incluso en el caso que a mí me cueste
expresarlo
- Que cuando me siento dolido o alterado, el terapeuta sepa distinguir mis
sentimientos sin alterarse.

APRECIO
- Que el terapeuta se sienta cómodo y a gusto en la relación.
- Que me aprecie como persona.
- Que sea amistoso y cálido conmigo.
- Que le importe como soy.

CONGRUENCIA
- Que el terapeuta sea genuino conmigo.
- Que no represente ningún papel.
- Que exprese sus verdaderas impresiones y sentimientos.
- Que sea coherente.

SEGURIDAD
- Que yo sepa qué pautas sigue el terapeuta.
- Que el terapeuta me ayude a anticipar las consecuencias de mis actos.
- Que respete mis confidencias.
- Que no se sienta incómodo cuando le hablo de ciertos temas.

31
PRAGMATISMO
- Que el terapeuta me facilite medios para resolver ciertos asuntos (legales,
médicos...).
- Que no se conforme con transmitir gratificaciones verbales.
- Que sepa proponer objetivos observables.

OPTIMISMO
- Que el terapeuta me ayude a crear soluciones novedosas.
- Que confíe en mis posibilidades aún en momentos duros.
- Que tenga esperanza en mi recuperación.
- Que sea animoso.

FIRMEZA
- Que me ayude a reconocer mis errores, aunque me disguste.
- Que el terapeuta no cambie de opinión en función de cómo yo me sienta en
cada momento.
- Que no se deje manipular.
- Que sea constructivamente crítico.

Los sujetos encuestados debían responder de manera voluntaria y anónima a cada ítem
que compone la encuesta valorando en una escala tipo Likert, cuán importante
consideran percibir que el terapeuta posea una actitud determinada. Además se preguntó
por otros datos que se entendía pudieran ser relevantes a la hora de ana lizar los
resultados, y que llamamos variables del encuestado, que son las siguientes:

- Edad.
- Drogas consumidas habitualmente antes de ingresar en el centro.
- Tiempo sin consumir la droga de elección.
- Edad a la que se inició en el consumo de alcohol o drogas ilegales.
- Tener trabajo antes de ingresar en el centro.
- Curso hasta el que se estudió.
- Ser o no ser portador del virus VIH.
- Relaciones con la familia.
- Estar o no estar en programa de metadona.

32
He aquí el encabezamiento de la encuesta:

A continuación, verás una serie de actitudes del terapeuta con varias descripciones
de su significado. Lee una por una y puntúa cuán importante es, en tu opinión,
percibirlas en un terapeuta. Utiliza la siguiente escala:

No es
importante Algo Bastante Muy importante
..1................2............3.............4.............5.............6............7..

Para elaborar la encuesta se tuvieron en cuenta las ideas expresadas anteriormente en


la fundamentación teórica, así como las ideas expuestas en cuestionarios como la
“Working Alliance Inventory” realizado por Horvath y Greenberg, (forma aplicada al
cliente), encontrada en la dirección de internet:
http://www.mps.mb.ca/Continuing%20Ed/Scales/WAIclient.html de 5 de septiembre de
2003), y en la traducción española del “Inventario de Relación de Ayuda” de G. T.
Barret-Lennard en la siguiente dirección de internet:
http://www.transfrormacion.cl/relaciondeyuda.htm de 5 de septiembre de 2003).

B) Tamaño de la muestra y recogida de datos

La encuesta se pasó entre el 15 y el 20 de septiembre de 2003 a 38 voluntarios varones


residentes en el Centro de Rehabilitación ADROGA, de Castrillo de la Vega, Burgos.
Todos ellos eran consumidores de drogas en proceso de recuperación con más o menos
tiempo de abstinencia, según se verá en el análisis de los datos.

33
5. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

Los resultados de la encuesta se analizaron mediante el paquete estadístico SPSS


versión 10.

La fiabilidad interna de la encuesta ha sido medida mediante el coeficiente Alfa de


Cronbach, y arroja un resultado de 0.8076 para el total de los ítems introducidos en la
escala de valoración de actitudes del terapeuta.

La edad media de los sujetos encuestados es de 34,26 años. Véase:

TABLA 1
Estadísticos

edad
N Válidos 38
Perdidos 0
Media 34,26

Siendo ésta la edad media, el rango de edades varía entre los 22 años el más joven, y
los 47 años el de mayor edad, según se aprecia en su tabla correspondiente, que se
muestra a continuación:

34
TABLA 2
edad

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos 22 2 5,3 5,3 5,3
23 1 2,6 2,6 7,9
26 2 5,3 5,3 13,2
27 1 2,6 2,6 15,8
28 2 5,3 5,3 21,1
29 2 5,3 5,3 26,3
30 1 2,6 2,6 28,9
31 3 7,9 7,9 36,8
32 1 2,6 2,6 39,5
33 1 2,6 2,6 42,1
34 3 7,9 7,9 50,0
35 1 2,6 2,6 52,6
36 4 10,5 10,5 63,2
37 2 5,3 5,3 68,4
38 1 2,6 2,6 71,1
39 4 10,5 10,5 81,6
40 1 2,6 2,6 84,2
41 1 2,6 2,6 86,8
43 1 2,6 2,6 89,5
44 1 2,6 2,6 92,1
45 2 5,3 5,3 97,4
47 1 2,6 2,6 100,0
Total 38 100,0 100,0

La edad media de inicio en el consumo de las drogas encuestadas es de 15,13 años,


según se observa en la siguiente tabla:

TABLA 3
Estadísticos

edad de inicio en el consumo de alcohol o drogas ilegales


N Válidos 38
Perdidos 0
Media 15,13

En la siguiente tabla se observa que la edad de inicio en el consumo de las drogas


encuestadas varía desde los 9 años a los 28; el 71,1% antes de los 17 años.

35
TABLA 4
edad de inicio en el consumo de alcohol o drogas ilegales

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos 9 1 2,6 2,6 2,6
11 2 5,3 5,3 7,9
12 2 5,3 5,3 13,2
13 6 15,8 15,8 28,9
14 9 23,7 23,7 52,6
15 3 7,9 7,9 60,5
16 4 10,5 10,5 71,1
17 6 15,8 15,8 86,8
18 1 2,6 2,6 89,5
19 1 2,6 2,6 92,1
20 2 5,3 5,3 97,4
28 1 2,6 2,6 100,0
Total 38 100,0 100,0

Dos sujetos eran consumidores de una sola droga (cocaína), el resto consumía dos o
más drogas diferentes. Véase:

TABLA 5
número drogas consumidas

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos 1 2 5.3 5.3 5.3
2 10 26.3 26.3 31.6
3 8 21.1 21.1 52.6
4 6 15.8 15.8 68.4
5 3 7.9 7.9 76.3
6 3 7.9 7.9 84.2
7 3 7.9 7.9 92.1
8 1 2.6 2.6 94.7
9 2 5.3 5.3 100.0
Total 38 100.0 100.0

La siguiente tabla de frecuencias en las respuestas y porcentajes nos indica qué drogas
son las más consumidas:

36
TABLA 6

DROGAS FRECUENCIA %
anfetaminas-speed 7 18,4
éxtasis 9 23,7
fármacos tranquilizantes 18 47,4
heroína 23 60,5
alcohol 23 60,5
cocaína 34 89,5
cannabis 20 52,6
alucinógenos 8 21,1
sustancias volátiles 2 5,3
otras drogas 7 18,4

Como se ve, la cocaína es la droga más consumida (89,5% de las respuestas), seguida
del alcohol y la heroína (60,5 % de las respuestas cada una), y del cannabis (52,6%).

Respecto del tiempo de abstinencia que llevan en el momento de contestar a la


encuesta, más del 90% de los sujetos llevan por lo menos un mes de abstinencia de la
droga de elección. La tabla que se expone a continuación muestra los resultados:

TABLA 7
tiempo sin consumir droga de elección

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos menos de un mes 3 7.9 8.3 8.3
entre 1 y 3 meses 14 36.8 38.9 47.2
entre 4 y 6 meses 8 21.1 22.2 69.4
mas de 7 meses 11 28.9 30.6 100.0
Total 36 94.7 100.0
Perdidos Sistema 2 5.3
Total 38 100.0

Respecto de la situación laboral, el 60,5 % de los encuestados no tiene trabajo antes de


ingresar en el centro; el 36,8% sí que lo tiene; y ha y un 2,6 % de sujetos que no
contestaron a la pregunta.

37
TABLA 8
trabajo antes de ingresar

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos sin trabajo 23 60,5 62,2 62,2
con trabajo 14 36,8 37,8 100,0
Total 37 97,4 100,0
Perdidos Sistema 1 2,6
Total 38 100,0

Otros datos de interés por los que se preguntó en la encuesta:

-El 26.3 % de los sujetos encuestados son portadores del virus VIH.

TABLA 9
portador VIH

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos no portador 28 73,7 73,7 73,7
portador 10 26,3 26,3 100,0
Total 38 100,0 100,0

-El 15,8 % toma metadona, un agonista opiáceo, en el momento de contestar a la


encuesta.

TABLA 10
estar en programa de metadona

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos no estar 31 81,6 83,8 83,8
estar 6 15,8 16,2 100,0
Total 37 97,4 100,0
Perdidos Sistema 1 2,6
Total 38 100,0

-Hay un 23,7 % de sujetos que describen las relaciones con su familia como dificultosas
o inexistentes.

38
TABLA 11
relaciones con la familia

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos buenas 29 76,3 76,3 76,3
dificultosas 7 18,4 18,4 94,7
no existen 2 5,3 5,3 100,0
Total 38 100,0 100,0

-El 73,7% de los consultados no llegó a terminar los estudios medios:

TABLA 12
hasta qué curso estudió

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos sin terminar
12 31,6 31,6 31,6
egb-primarios
egb terminada-bup,fp
16 42,1 42,1 73,7
sinterminar
cou-bachiller,fp1
8 21,1 21,1 94,7
terminados
universitarios
2 5,3 5,3 100,0
terminados o no
Total 38 100,0 100,0

Las puntuaciones medias de las diferentes actitudes del terapeuta valoradas por los
encuestados se exponen en la siguiente tabla:

TABLA 13
Estadísticos descriptivos

N Mínimo Máximo Media Desv. típ.


EMPATÍA 38 14 28 22,76 3,41
APRECIO 36 10 28 22,33 4,60
CONGRUENCIA 34 12 28 22,24 4,15
SEGURIDAD 37 15 28 22,24 3,73
PRAGMATISMO 38 11 21 17,37 2,82
OPTIMISMO 37 12 28 24,16 3,94
FIRMEZA 37 13 28 24,73 3,66
N válido (según lista) 32

39
Según se observa, los encuestados puntuaron de una manera alta todas las actitudes.
Recuérdese que establecimos en nuestras hipótesis que la puntuación media de cada
actitud sería mayor de 16 puntos (12 en el caso del PRAGMATISMO). Los sujetos
puntuaron como cualidades más importantes del terapeuta la FIRMEZA y el
OPTIMISMO. Nótese que la puntuación media del PRAGMATISMO es de 17,37
sobre una puntuación máxima de 21, debido a que en la encuesta está descrito con tres
ítems, mientras que en el resto de las actitudes del terapeuta, la puntuación máxima es
de 28, y están descritos con cuatro ítems.

Para facilitar la comprensión, presentamos el histograma de cada una de las actitudes


del terapeuta, en los que puede observarse la distribución de las puntuaciones, que son
altas en todas ellas.

HISTOGRAMA 1

EMPATÍA
10

4
Frecuencia

2
Desv. típ. = 3,41
Media = 22,8

0 N = 38,00
14,0 16,0 18,0 20,0 22,0 24,0 26,0 28,0

EMPATÍA

40
HISTOGRAMA 2

APRECIO
10

4
Frecuencia

2
Desv. típ. = 4,60
Media = 22,3

0 N = 36,00
10,0 12,5 15,0 17,5 20,0 22,5 25,0 27,5

APRECIO

HISTOGRAMA 3

CONGRUENCIA
10

4
Frecuencia

2
Desv. típ. = 4,15
Media = 22,2

0 N = 34,00
12,5 15,0 17,5 20,0 22,5 25,0 27,5

CONGRUENCIA

41
HISTOGRAMA 4

SEGURIDAD
12

10

4
Frecuencia

2 Desv. típ. = 3,73


Media = 22,2

0 N = 37,00
16,0 18,0 20,0 22,0 24,0 26,0 28,0

SEGURIDAD

HISTOGRAMA 5

PRAGMATISMO
12

10

4
Frecuencia

2 Desv. típ. = 2,82


Media = 17,4

0 N = 38,00
12,0 14,0 16,0 18,0 20,0 22,0

PRAGMATISMO

42
HISTOGRAMA 6

OPTIMISMO
20

10
Frecuencia

Desv. típ. = 3,94


Media = 24,2

0 N = 37,00
12,5 15,0 17,5 20,0 22,5 25,0 27,5

OPTIMISMO

HISTOGRAMA 7

FIRMEZA
20

10
Frecuencia

Desv. típ. = 3,66


Media = 24,7

0 N = 37,00
12,5 15,0 17,5 20,0 22,5 25,0 27,5

FIRMEZA

43
Si observamos los ítems descriptores uno a uno, obtenemos los siguientes resultados:

La puntuación más alta la obtienen los ítems incluidos en la actitud “FIRMEZA”:

“Que –el terapeuta- me ayude a reconocer mis errores, aunque me disguste”


(puntuación media 6.57) y
“Que –el terapeuta- no se deje manipular” (puntuación media 6.50)

Si pensamos que la puntuación máxima de un ítem es 7, en seguida nos damos cuenta


cuánto son apreciadas éstos comportamientos de firmeza por los pacientes toxicómanos
del centro ADROGA. Este resultado coincide con nuestra opinión expuesta más arriba:
la firmeza es una de las cualidades recomendables en la relación terapéutica en
drogodependencias.

Otros ítems con puntuaciones altas también nos dan una idea de lo que los sujetos
encuestados esperan de sus terapeutas:

“Que tenga esperanza en mi recuperación (media 6.44).


“Que el terapeuta me ayude a anticipar las consecuencias de mis actos” (media 6.34).
“Que respete mis confidencias” (media 6.24).
“Que sepa proponer objetivos observables” (media 6.24).
“Que sea coherente” (media 6.08).
“Que intuya o se dé cuenta de lo que yo siento” (media 6.05)
“Que el terapeuta se sienta cómodo y a gusto en la relación” (media 6.00)
“Que confíe en mis posibilidades aún en momentos duros” (media 6.00)

Las puntuaciones totales de todos los ítems con sus medias y desviaciones típicas se
ven en la siguiente tabla:

44
TABLA 14
Estadísticos descriptivos

N Mínimo Máximo Media Desv. típ.


que el terapeuta quiera entender
38 2.00 7.00 5.3684 1.5320
cómo yo veo las cosas
que intuya o se dé cuenta de lo
38 3.00 7.00 6.0526 1.0892
que yo siento
que deduzca lo que yo quiero
decir incluso en el caso que a 38 1.00 7.00 5.5789 1.7496
mi me cueste expresarlo
que cuando me siento dolido o
alterado, el terapeuta sepa
38 1.00 7.00 5.7632 1.4600
distinguir mis sentimientos sin
alterarse
que el terapeuta se sienta
37 3.00 7.00 6.0000 1.3123
cómodo y a gusto en la relación
que me aprecie como persona 38 1.00 7.00 5.7368 1.7035
que sea amistoso y cálido
37 1.00 7.00 5.1622 1.5003
conmigo
que le importe como soy 38 1.00 7.00 5.5526 1.7037
que el terapeuta sea genuino
37 1.00 7.00 4.9459 1.8401
conmigo
que no represente ningún papel 37 1.00 7.00 5.2973 1.9981
que exprese sus verdaderas
35 1.00 7.00 5.7714 1.6818
impresiones y sentimientos
que sea coherente 36 1.00 7.00 6.0833 1.2734
que yo sepa qué pautas sigue el
38 1.00 7.00 4.2105 2.2319
terapeuta
que el terapeuta me ayude a
anticipar las consecuencias de 38 2.00 7.00 6.3421 1.0724
mis actos
que respete mis confidencias 37 3.00 7.00 6.2432 1.0905
que no se siente incómodo
cuando le hablo de ciertos 38 1.00 7.00 5.4737 2.0630
temas
que el terapeuta me facilite
medios para resolver ciertos 38 1.00 7.00 5.7368 1.6055
asuntos
que no se conforme con
transmitir gratificaciones 38 1.00 7.00 5.3947 1.8533
verbales
que sepa proponer objetivos
38 3.00 7.00 6.2368 .9425
observables
que el terapeuta me ayude a
38 1.00 7.00 5.6842 1.5614
crear soluciones novedosas
que confíe en mis posibilidades
37 1.00 7.00 6.0000 1.5811
aún en momentos duros
que tenga esperanza en mi
38 3.00 7.00 6.4474 1.0830
recuperación
que sea animoso 38 1.00 7.00 5.9211 1.4023
que me ayude a reconocer mis
38 1.00 7.00 6.5789 1.1302
errores aunque me disguste
que el terapeuta no cambie de
opinión en función de cómo yo 37 1.00 7.00 5.7838 1.7342
me siente en cada momento
que no se deje manipular 38 2.00 7.00 6.5000 1.1566
que sea constructivamente
38 1.00 7.00 5.8684 1.5452
crítico
N válido (según lista) 32

45
Seguidamente hemos investigado si existen diferencias significativas en las
puntuaciones medias de cada una de las siete actitudes descritas, en función de otras
variables del encuestado por las que se preguntó. Para ello hemos analizado los datos
mediante el estadístico T de Student. Se han omitido deliberadamente aquellas variables
cuyo número de respuestas ha sido inferior a 10 (de modo que N 10), por considerarlo
excesivamente pequeño para el tamaño de la encuesta.

Así, se observa cómo no existen diferencias significativas en ninguna de las actitudes


preguntadas entre las personas que tienen más edad de la media (35 años o más) y las
que tienen menos; con una excepción: el APRECIO es más puntuado –digamos que lo
buscan más-, por las personas de más edad de la muestra. Véase las siguientes tablas:

TABLA 15
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


edad N Media típ. la media
APRECIO >= 35 17 24,00 3,46 ,84
< 35 19 20,84 5,05 1,16

TABLA 16
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de
varianzas Prueba T para la igualdad de medias

F Sig. t gl Sig. (bilateral)


APRECIO Se han asumido
2,506 ,123 2,162 34 ,038
varianzas iguales
No se han asumido
2,207 31,973 ,035
varianzas iguales

Respecto de la situación laboral, se observan diferencias de puntuaciones medias


significativas en la actitud “FIRMEZA”. Parece ser que en el centro ADROGA, las
personas con empleo, aprecian más esta actitud que aquellas que no lo tienen. Véase:

TABLA 17
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


trabajo antes de ingresar N Media típ. la media
FIRMEZA sin trabajo 23 23,65 3,83 ,80
con trabajo 13 26,54 2,73 ,76

46
TABLA 18
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de
varianzas Prueba T para la igualdad de medias

F Sig. t gl Sig. (bilateral)


FIRMEZA Se han asumido
2,727 ,108 -2,388 34 ,023
varianzas iguales
No se han asumido
-2,623 32,000 ,013
varianzas iguales

Si miramos la circunstancia ‘Ser Portador del virus VIH o no serlo ’, no se aprecian


diferencias de medias significativas en ninguna de las actitudes del terapeuta.

El mismo resultado se obtiene si comparamos las puntuaciones medias entre los que
toman metadona y los que no lo toman.

Tampoco se han observado diferencias significativas entre quienes tienen buenas


relaciones con la familia, y aquella personas que describen las relaciones con su familia
como “dificultosas” o “inexistentes”.

La edad de inicio en el consumo de drogas no parece un aspecto relevante para


puntuar qué cualidades aprecian en el terapeuta los sujetos de esta encuesta.

Sí que parece ser una variable que marca diferencias significativas, el tiempo de
abstinencia. Observamos que las personas que llevan menos de tres meses puntúan más
la EMPATÍA del terapeuta que aquellas que llevan más de tres meses abstinentes.

TABLA 19
Estadísticos de grupo

tiempo sin consumir Desviación Error típ. de


droga de elección N Media típ. la media
EMPATÍA >= 3 19 21,53 3,55 ,81
<3 17 23,88 2,98 ,72

47
TABLA 20
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de
varianzas Prueba T para la igualdad de medias

F Sig. t gl Sig. (bilateral)


EMPATÍA Se han asumido
,193 ,663 -2,144 34 ,039
varianzas iguales
No se han asumido
-2,165 33,874 ,038
varianzas iguales

Respecto de las drogas consumidas, no se han encontrado diferencias significativas en


las puntuaciones medias de cada característica del terapeuta entre los que manifestaron
que consumían o no una determinada sustancia, como si la droga de elección consumida
no fuera discriminativa en cuanto a las cualidades que la persona adicta espera ver en su
terapeuta; con una excepción: las personas que contestaron que consumían fármacos
tranquilizantes, obtienen una diferencia significativa en la característica del terapeuta
PRAGMATISMO. Los consumidores de estas sustancias aprecian más el pragmatismo
que aquellos que no toman tranquilizantes. El resultado queda expuesto en las siguientes
tablas:

TABLA 21
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


fármacos tranquilizantes N Media típ. la media
PRAGMATISMO no toma 20 16,40 3,08 ,69
toma 18 18,44 2,09 ,49

TABLA 22
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de
varianzas Prueba T para la igualdad de medias

F Sig. t gl Sig. (bilateral)


PRAGMATISMO Se han asumido
2,633 ,113 -2,363 36 ,024
varianzas iguales
No se han asumido
-2,411 33,584 ,022
varianzas iguales

48
Como resumen de lo observado hasta ahora, podemos decir que en conjunto, tanto
aquellas actitudes que desde mediados del siglo pasado definió Carl Rogers, como otras
que hemos descrito en nuestra opinión personal, específicamente acerca del tratamiento
de personas con problemas de adicción, son apreciadas por las personas residentes en el
centro ADROGA que contestaron a esta encuesta. La FIRMEZA, y el OPTIMISMO
son las actitudes con mayor puntuación media, encontrándose además, una variedad de
grupos de personas que aprecian significativamente cualidades como el
PRAGMATISMO, y la EMPATÍA.

Seguidamente, hemos realizado un análisis individualizado de cada uno de los ítems


descriptores que componen la encuesta, comparando las puntuaciones de cada uno de
ellos con aquellas variables que definen algunas características personales de los
sujetos encuestados y que hemos llamado variables del encuestado. Como en los datos
anteriores, hemos hecho una comparación de medias utilizando la prueba T de Student ,
y considerando únicamente la existencia de un número mínimo de casos en los grupos
para hacer las comparaciones (N 10). Se exponen, a continuación los casos en los
cuales las diferencias han resultado significativas.

La variable “edad” ha marcado diferencias entre los mayores de 35 años (recuérdese


que la edad media es de 34,26 años) y los menores de la media en los siguientes ítems:

“Que le importe como soy”.


“Que confíe en mis posibilidades aún en momentos duros”.
“Que no se deje manipular”.

Los encuestados de más edad son quienes más han puntuado estas variables. Como si
estuvieran diciendo:

“Mi terapeuta, que se interese por mí, que confíe en mis posibilidades y que no se deje
engañar”.

Obsévese las siguientes tablas:

49
TABLA 23
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


edad N Media típ. la media
que le importe como soy >= 35 19 6,42 ,90 ,21
< 35 19 4,68 1,89 ,43
que confíe en mis >= 35 18 6,56 ,70 ,17
posibilidades aún en < 35
momentos duros 19 5,47 1,98 ,45

que no se deje manipular >= 35 19 6,95 ,23 5,26E-02


< 35 19 6,05 1,51 ,35

TABLA 24
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de Prueba de muestras
varianzas independientes

Sig.
F Sig. t gl (bilateral)
que le importe como soy Se han asumido
10,639 ,002 3,620 36 ,001
varianzas iguales
No se han asumido
3,620 26 ,001
varianzas iguales
que confíe en mis Se han asumido
7,434 ,010 2,187 35 ,036
posibilidades aún en varianzas iguales
momentos duros No se han asumido
varianzas iguales 2,234 23 ,036

que no se deje manipular Se han asumido


18,050 ,000 2,556 36 ,015
varianzas iguales
No se han asumido
2,556 19 ,019
varianzas iguales

Algo parecido a lo anterior dicen los drogodependientes que llevan más tiempo sin
consumir drogas: Estos puntúan más en los siguientes ítems:

“Que sea coherente”.


“Que no se deje manipular”.

Véanse las siguientes tablas (hemos situado el punto de corte en los 3 meses o más de
abstinencia).

50
TABLA 25
Estadísticos de grupo

tiempo sin consumir Desviación Error típ. de


droga de elección N Media típ. la media
que sea coherente >= 3 18 5,61 1,54 ,36
<3 16 6,56 ,73 ,18
que no se deje manipular >= 3 19 6,11 1,52 ,35
<3 17 6,88 ,33 8,05E-02

TABLA 26
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de Prueba T para la igualdad de
varianzas medias

Sig.
F Sig. t gl (bilateral)
que sea coherente Se han asumido
4,177 ,049 -2,256 32 ,031
varianzas iguales
No se han asumido
-2,344 24,839 ,027
varianzas iguales
que no se deje manipular Se han asumido
13,996 ,001 -2,057 34 ,047
varianzas iguales
No se han asumido
-2,166 19,899 ,043
varianzas iguales

La edad de empezar a consumir drogas no ha sido discriminativa para 26 de los 27


ítems por los que se preguntaba. Únicamente el ítem

“Que el terapeuta quiere entender cómo yo veo las cosas.”

ha resultado puntuado de manera diferente entre los que empezaron a consumir drogas
antes de los 16 años, y los que empezaron después. Si se piensa por un momento, que la
edad media de inicio es de 15,13 años, y que la edad media actual al contestar la
encuesta es de 34,26 años, enseguida se entenderá que ha pasado mucho tiempo como
para que la edad de inicio sea un factor muy influyente en las características que se
aprecian en los terapeutas.
Éstas son sus tablas:
TABLA 27

Estadísticos de grupo
edad de inicio en el Desviación Error típ. de
consumo de alcohol N Media típ. la media
que el terapeuta o drogas
>= 16 ilegales
15 4,73 1,79 ,46
quiera entender cómo
yo veo las cosas < 16 23 5,78 1,20 ,25

51
TABLA 28
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de Prueba T para la igualdad
varianzas de medias

Sig.
(bilater
F Sig. t gl al)
que el terapeuta Se han asumido
4,033 ,052 -2,164 36 ,037
quiera entender cómo varianzas iguales
yo veo las cosas No se han asumido
-1,994 22,2 ,059
varianzas iguales

Las personas que tienen trabajo aprecian de su terapeuta

“Que sea constructivamente crítico”

más que los que no lo tienen. Obsérvese:

TABLA 29
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


trabajo antes de ingresar N Media típ. la media
que sea sin trabajo 23 5,48 1,78 ,37
constructivamente crítico con trabajo 14 6,50 ,85 ,23

TABLA 30
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad Prueba T para la igualdad de
de varianzas medias

F Sig. t gl Sig. (bilateral)


que sea Se han asumido
constructivamente crítico varianzas iguales 6,719 ,014 -2,003 35 ,053
No se han asumido
-2,344 33,651 ,025
varianzas iguales

52
La condición ‘ser portador del VIH o no serlo ’, parece que influye en las
puntuaciones de varios ítems. Éstos son:

“Que cuando me siento dolido o alterado, el terapeuta sepa distinguir mis sentimientos
sin alterarse.”
“Que me aprecie como persona.”
“Que exprese sus verdaderas impresiones y sentimientos.”
“Que me ayude a reconocer mis errores.”
“Que no se deje manipular.”

Los portadores han puntuado más alto en estos ítems de manera significativa. El
primero de ellos tiene un componente emocional indudable; los otros implican
sinceridad y firmeza en la relación. Un detalle curioso: las puntuaciones de las personas
VIH positivo, no sólo son más altas en todos los ítems en los que hay diferencias
significativas, sino también en 23 de los 27 ítems totales.

Presentamos a continuación las tablas donde se reflejan las anteriores afirmaciones:

TABLA 31
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


portador VIH N Media típ. la media
que cuando me siento no portador
dolido o alterado, el 28 5,43 1,53 ,29
terapeuta sepa distinguir
mis sentimientos sin portador
10 6,70 ,67 ,21
alterarse
que me aprecie como no portador 28 5,46 1,86 ,35
persona portador
10 6,50 ,85 ,27

que exprese sus no portador 27 5,48 1,81 ,35


verdaderas impresiones y portador 8 6,75 ,46 ,16
sentimientos
que me ayude a no portador 28 6,43 1,29 ,24
reconocer mis errores portador 10 7,00 ,00 ,00
aunque medeje
disguste
que no se manipular no portador 28 6,32 1,31 ,25
portador 10 7,00 ,00 ,00

53
TABLA 32
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de Prueba T para la igualdad de
varianzas medias

Sig.
F Sig. t gl (bilateral)
que cuando me siento Se han asumido
dolido o alterado, el varianzas iguales 6,485 ,015 -2,531 36 ,016
terapeuta sepa distinguir
No se han asumido
mis sentimientos sin
varianzas iguales -3,544 34,038 ,001
alterarse
que me aprecie como Se han asumido
6,676 ,014 -1,691 36 ,099
persona varianzas iguales
No se han asumido
-2,344 33,432 ,025
varianzas iguales
que exprese sus Se han asumido
6,469 ,016 -1,949 33 ,060
verdaderas impresiones y varianzas iguales
sentimientos No se han asumido
-3,303 32,817 ,002
varianzas iguales
que me ayude a Se han asumido
6,747 ,014 -1,390 36 ,173
reconocer mis errores varianzas iguales
aunque me disguste No se han asumido
-2,346 27,000 ,027
varianzas iguales
que no se deje manipular Se han asumido
10,061 ,003 -1,628 36 ,112
varianzas iguales
No se han asumido
-2,748 27,000 ,011
varianzas iguales

Respecto a los estudios realizados hasta el momento de contestar al cuestionario, dos


cosas han puntuado de manera estadísticamente significativa las personas que no han
llegado a terminar la Educación General Básica:

“Que el terapeuta me facilite medios para resolver ciertos asuntos (legales, médicos...)
y
“Que le importe como soy”.

En el caso de la primera respuesta, ¿tendrá algo que ver con el hecho de que estudiar
capacita para afrontar las demandas de la vida?. Las personas con menos estudios
esperan del terapeuta, en mayor medida que otros, que les resuelva asuntos quizás
porque tienen menos capacidades para poder hacerlo ellos.
Éstas son sus tablas de respuestas:

54
TABLA 33
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


hasta qué curso estudió N Media típ. la media
que el terapeuta me >= 2 26 5,38 1,75 ,34
facilite medios para
<2 12 6,50 ,90 ,26
resolver ciertos asuntos
que le importe como soy >= 2 26 5,15 1,85 ,36
<2 12 6,42 ,90 ,26

TABLA 34
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad
de varianzas Prueba T para la igualdad de medias

F Sig. t gl Sig. (bilateral)


que el terapeuta me Se han asumido
6,531 ,015 -2,078 36 ,045
facilite medios para varianzas iguales
resolver ciertos asuntos No se han asumido
-2,591 35,353 ,014
varianzas iguales
que le importe como soy Se han asumido
7,997 ,008 -2,236 36 ,032
varianzas iguales
No se han asumido
-2,831 35,804 ,008
varianzas iguales

Respecto de las drogas consumidas, las diferencias entre los consumidores y los no
consumidores de una droga han sido menos significativas de los que se pudiera pensar.

En el caso del alcohol, no se ha hallado ninguna diferencia entre los grupos


abstinentes de alcohol, y los bebedores.

Lo mismo puede decirse de los fumadores de cannabis: no existen diferencias


significativas respecto de los no fumadores de cannabis en ninguno de los ítems de esta
encuesta.

No se han considerado las diferencias de puntuaciones medias de los grupos de


consumidores de cocaína, anfetaminas-speed, alucinógenos, y usuarios del grupo “otras
drogas” por existir un número de casos muy pequeño en alguno de los dos grupos
(toma, o no toma la droga) de cada sustancia por la que se ha preguntado.

55
Hay dos conductas que a los consumidores de heroína les parece más importante que a
los no consumidores de heroína observar en su terapeuta:

“Que exprese sus verdaderas impresiones sentimientos” y


“Que sea amistoso y cálido conmigo”.

Lo que significa: amistad sincera.

Exponemos aquí las tablas:

TABLA 35
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


heroína N Media típ. la media
que exprese sus no toma 14 5,07 1,98 ,53
verdaderas impresiones y
toma 21 6,24 1,30 ,28
sentimientos
que sea amistoso y no toma 15 5,73 ,80 ,21
cálido conmigo toma
22 4,77 1,74 ,37

TABLA 36
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de Prueba T para la igualdad
varianzas de medias

F Sig. t gl Sig. (bilateral)


que exprese sus Se han asumido
2,367 ,133 -2,11 33 ,043
verdaderas impresiones y varianzas iguales
sentimientos No se han asumido
-1,94 * ,066
varianzas iguales
que sea amistoso y Se han asumido
9,246 ,004 1,989 35 ,055
cálido conmigo varianzas iguales
No se han asumido
2,259 * ,031
varianzas iguales

Por último:
Las personas de esta encuesta que toman fármacos-tranquilizantes, ¿Qué aprecian
menos de su terapeuta que los que no los toman?

56
“Que sea animoso.”

Además, existen diferencias significativas entre los que se drogan y los que no se
drogan con fármacos tranquilizantes en dos ítems:

“Que sepa proponer objetivos observables,” y


“Que le importe como soy.”

Dos cualidades que puntúan significativamente más los que se drogan con fármacos
tranquilizantes.

Sus tablas:
TABLA 37
Estadísticos de grupo

Desviación Error típ. de


fármacos tranquilizantes N Media típ. la media
que sea animoso no toma 20 6,35 1,04 ,23
toma 18 5,44 1,62 ,38
que sepa proponer no toma 20 5,90 1,02 ,23
objetivos observables toma
18 6,61 ,70 ,16

que le importe como soy no toma 20 4,95 1,85 ,41


toma 18 6,22 1,26 ,30

TABLA 38
Prueba de muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad de Prueba T para la igualdad de
varianzas medias

F Sig. t gl Sig. (bilateral)


que sea animoso Se han asumido
2,037 ,162 2,074 36 ,045
varianzas iguales
No se han asumido
2,028 28,483 ,052
varianzas iguales
que sepa proponer Se han asumido
,241 ,627 -2,478 36 ,018
objetivos observables varianzas iguales
No se han asumido
-2,528 33,698 ,016
varianzas iguales
que le importe como soy Se han asumido
2,668 ,111 -2,449 36 ,019
varianzas iguales
No se han asumido
-2,497 33,687 ,018
varianzas iguales

57
6. CONCLUSIONES

De los datos expuestos anteriormente, se extraen las siguientes conclusiones:

1ª La ENCUESTA ANÓNIMA SOBRE LAS ACTITUDES DEL


TERAPEUTA ha sido contestada por 38 personas, varones, con una edad media
de 34,26 años, policonsumidores de drogas, salvo en dos casos, que están
abstinentes de ellas y en periodo de recuperación. La fiabilidad interna de la
encuesta medida mediante el coeficiente Alfa de Cronbach es de 0,80 (en una
escala de 0 a 1) para los ítems de valoración de la escala de actitudes.

2ª Se confirman las hipótesis primera y segunda, según las cuales las


puntuaciones medias de cada actitud del terapeuta están por encima de 16 puntos
(en el caso del ‘PRAGMATISMO’ por encima de 12 puntos), según se observa
en la TABLA 2, lo que en términos cualitativos de la escala Likert que se
presentó a los encuestados significa que éstos valoran como muy importantes
tanto las actitudes clásicas del terapeuta descritas por Carl Rogers, (EMPATÍA,
APRECIO y CONGRUENCIA), como aquellas que nosotros hemos incorporado
(SEGURIDAD, PRAGMATISMO, OPTIMISMO y FIRMEZA).

3ª La FIRMEZA y el OPTIMISMO son las actitudes del terapeuta mejor


puntuadas por los sujetos de la encuesta.

4ª Los cinco descriptores que mayores puntuaciones han tenido han sido:

- Que no se deje manipular, de la actitud FIRMEZA.


- Que me ayude a reconocer mis errores, aunque me disguste, de la
actitud FIRMEZA.
- Que el terapeuta me ayude a anticipar las consecuencias de mis actos,
incluido en la actitud SEGURIDAD.
- Que respete mis confidencias, de la actitud SEGURIDAD.
- Que sepa proponer objetivos observables, de la actitud
PRAGMATISMO

5ª Se confirma la hipótesis 3, según la cual, ninguna variable del encuestado


por las que se preguntó, afecta de manera diferencial a todas o a la mayoría de
las actitudes del terapeuta. Existen casos significativos estadísticamente, que
describimos en el análisis de resultados:

-Los sujetos de más edad de la media puntúan más en APRECIO que


los de menos edad.
-Los encuestados con trabajo antes de ingresar en el centro, puntúan
más en FIRMEZA, que los que no tenían trabajo.

58
-Las personas que llevan menos tiempo de abstinencia, puntúan más en
APRECIO que los que llevan mas tiempo sin drogarse.

No existen diferencias significativas en las puntuaciones de las actitudes del


terapeuta en función de la edad de inicio en el consumo de drogas, ni en función
de la condición ‘ser o no ser portador del VIH’, ni tampoco por estar en
programa de metadona, ni en función de cómo sean las relaciones familiares.

Tampoco hay diferencias significativas en las puntuaciones de las actitudes del


terapeuta en función de las drogas consumidas, exceptuando el caso de los
consumidores de fármacos-tranquilizantes quienes puntuaron más la actitud
PRAGMATISMO.

6ª La hipótesis cuarta también se confirma: no existe ninguna variable del


encuestado que afecte discriminativamente a la mayoría de los descriptores.

7ª La variable del encuestado ‘ser o no ser portador del VIH’ es la que mayor
número de ítems descriptores ha diferenciado del siguiente modo:

Las personas que han contestado a la encuesta que son VIH positivo, tienen
mayor puntuación media, estadísticamente significativa, que aquellos que son
VIH negativo, en los siguientes descriptores:

- Que cuando me siento dolido o alterado, el terapeuta sepa distinguir mis


sentimientos sin alterarse.
- Que me aprecie como persona.
- Que exprese sus verdaderas impresiones y sentimientos.
- Que me ayude a reconocer mis errores aunque me disguste.
- Que no se deje manipular.

8ª Otras variables del encuestado han afectado a un reducido número de ítems


descriptores del modo que se explica a continuación:

Las personas que no han llegado a terminar la EGB, puntúan


significativamente más alto los descriptores:

- Que el terapeuta me facilite medios para resolver ciertos asuntos (legales,


médicos...).
- Que le importe como soy.

Cuando se han introducido las variables de la categoría ‘droga consumida


habitualmente antes de ingresar en el centro’, no se han observado diferencias
estadísticamente significativas en la mayoría de los descriptores, ( existiendo un
número de casos N 10) salvo dos casos:

Los consumidores de heroína que puntuaban más que los no consumidores en


los descriptores:

59
- Que exprese sus verdaderas impresiones y sentimientos, y
- Que sea amistoso y cálido conmigo.

Los consumidores de fármacos-tranquilizantes que puntuaban menos que los


no consumidores en el ítem:

- Que sea animoso,

y estos mismos consumidores de fármacos-tranquilizante puntuaban menos


que los no consumidores en los descriptores:

- Que sepa proponer objetivos observables, y


- Que le importe como soy.

Todos estos datos nos hacen ver que, desde el punto de vista del paciente
toxicómano del centro ADROGA, tan importante es que su terapeuta sea
empático y le aprecie, como que sea firme y pragmático, dos actitudes que en
ocasiones se perciben con un valor negativo. La coherencia, la seguridad en la
relación y el optimismo en la recuperación son igualmente interesantes.

60
IV REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y TELEMÁTICAS

1. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

-Beck, A. T.; Rush, A. J.; Shaw, B. F.; Emery, G.(1979): Cognitive therapy of
depresión. Versión española: Terapia cognitiva de la depresión. Ed. Desclcée de
Brouwer. Bilbao. 2001.
-Beck, A.T.; Wright, F.D.; Newman, C.F.; Bruce, S.L.(1993): Cognitive therapy of
substance abuse. Versión española: Terapia cognitiva de las drogodependencias. Ed.
Paidós. Barcelona. 1999.
-Crits-Christoph, P.; Beebe,K.L.; Connolly, M.B. (1990): Therapist effects in the
treatment of drug dependence: Implications for conducting comparative treatment
studies. En NIDA: Psychotherapy and counselling in the treatment of drug abuse.
Research Monograph nº 104, págs 39-49. Rockville. En la dirección de internet:
http://165.112.78.61/pdf/monographs/download104.html
-Duncan,B.L.; Bubble, M.A.; Millar, S.D. (1997): Psychotherapy with “Impossible”
Cases. Versión española : Psicoterapia con casos “imposibles”. Ed. Paidós.
Barcelona.2003.
-Ellis, A.(1999): Mi teoría de la psicoterapia. Revista de Toxicomanías, nº19. Año
1999. Págs. 27-30.
-Ellis, A.(1994): La terapia sin excusas. Revista de Toxicomanías, nº 17. Año 1998.
Págs 22-27. Original publicado en la revista Psychology Today.
-Ellis, A.; McInerney, J.F.; DiGiuseppe, R.; Yeager, r.J. (1988):Racional-emotive
therapy with alcoholics and substance abusers. Versión española: Terapia racional
emotiva con alcohólicos y toxicómanos. Ed. Desclée de Brouwer. Bilbao.1992.
-Feixas, G; Miró, M.T.(1993): Aproximaciones a la psicoterapia. Ed. Paidós.
Barcelona. Edición del año 1995.
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Desclée de Brouwer. Bilbao.
-Franks, C.M. (1991): Orígenes, historia reciente, cuestiones actuales y estatus futuro de
la Terapia de Conducta: Una revisión conceptual. En: Caballo, V.E. (comp): Manual de
técnicas de terapia y modificación de conducta. Ed. Siglo XXI. Madrid. 1991.
-Freud, S.(1974): Kurzer Abriss der Psychoanalyse. Edición española: Esquema del
psicoanálisis, y otros escritos de doctrina psicoanalítica. Obra póstuma. Ed. Alianza,
Biblioteca de autor, edición del año 1999.
-Greenberg, L.S.; Rice, L.N.; Elliott, R.(1993): Facilitating Emotinal Change. The
Moment-by-Moment Process. Versión española: Facilitando el cambio emocional. Ed.
Paidós. Barcelona. 1996.
-Lega, L.I.(1991): La terapia racio na-emotiva: una entrevista con Albert Ellis. En
Caballo, V.E. (comp.): Manual de técnicas de terapia y modificación de conducta. Ed.
Siglo XXI. Madrid.1991.

61
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keeping drug-dependent individuals in treatment. En: NIDA: Beyond the therapeutic
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http://165.112.78.61/pdf/monographs/monograph165/download165.html
-Luborsky, J; Barber, J.P.; Siqueland, A.; Mclellan, T.; Woody, G.(1997): Establising a
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-Miller, W. R.; Rollnick S.(1991): Motivational Interviewing. Versión española : La
entrevista motivacional. Ed. Paidós. Barcelona. 1999.
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-Prochaska, J.O.; Prochaska, J.M.(1993): Modelo transteórico de cambio de conductas
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neurociencias. Barcelona. 1993.
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-Ruiz Fernández, M.A.; Villalobos Crespo, A.(1994): Habilidades terapéuticas.
Fundación Universidad Empresa. Madrid.
-Safran, J.D.; Segal, Z.V.(1991): Interpersonal procesing cognitive therapy. Versión
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62
2. PÁGINAS DE INTERNET

http://165.112.78.61/pdf/monographs/monograph165/download165.html

http://www.mps.mb.ca/Continuing%20Ed/Scales/WAIclient.html

http://www.nida.nih.gov/TXManuals/CBT/CBT3.html

http://www.transfrormacion.cl/relaciondeyuda.htm

http://165.112.78.61/pdf/monographs/download104.html

63
V ANEXO

A continuación presentamos un copia de la ENCUESTA ANÓNIMA SOBRE LAS


ACTITUDES DEL TERAPEUTA tal y como se pasó a las personas del centro de
rehabilitación ADROGA, de Castrillo de la Vega, Burgos, entre los días 15 y 20 de
septiembre de 2003.

64

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