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Hedonismo y Normatividad: Discusión entre Freud y Marcuse

Hedonism and normativity: Discussion between Freud and Marcuse

Jorge Andrés Tafur Gómez1

Recibido: 10/06/2016- Aceptado: 25/10/2016

Cómo citar este artículo: Tafur, J. (2016). Hedonismo y Normatividad: Discusión entre Freud y Marcuse. Disertaciones
(5) 2, 63-73

Resumen

El presente escrito se propone resolver la pregunta ¿Es posible una vida placentera o
hedonista coherente con la dinámica normativa que exige la vida social? Pues el placer y la
normatividad se contradicen el uno con el otro, por medio del placer encontramos
satisfacción y felicidad, por otra parte, la vida en sociedad o cultura, garantiza seguridad y
convivencia, esta se da por medio del sacrificio de los individuos que invierten su energía
en las relaciones de trabajo y restringen su libido. Para desarrollar la cuestión anterior, se
analizó: primero el concepto de hedonismo de Epicuro y John Stuart Mill, segundo, la tesis
de Sigmund Freud (1930), quien afirma que la vida placentera en una organización social
es imposible; y tercero, la teoría de Herbert Marcuse (1953) sobre la posibilidad de una
vida social menos represiva.

Palabras clave: hedonismo, normatividad, utilitarismo

Abstract

This work pretend to answer the question is it possible a pleasure life or hedonistic,
according to the dynamic rules in the social life? So the pleasure and the normativity
confront each other; through the pleasure we can find satisfaction and happiness, by the
other side the life in society or culture bring safety and connivance, the last one is given by
the sacrifice of some individuals who invest his energy into work relationships and forbid
their libido.To develop the question before, we analyze; first the hedonistic concept of
Epicuro and John Stuart Mill; Second; Sigmund Freud´s thesis (1930). Who asseverates
that a pleasure life in a social organization is impossible; and third Hebert Marcuse’s theory
(1953) about the possibility of a less repressive social life.

Key words: hedonistic, normativity, utilitarianism

Introducción

Algunos filósofos como Herbert Marcuse (1953) creen que es factible en la sociedad
contemporánea un mayor ocio y disfrute del placer, para él, el desarrollo que han alcanzado

1
Profesional en Filosofía de la Universidad del Quindío. Maestrante de Filosofía Universidad Tecnológica de
Pereira. Correo electrónico jorgeandrestafur123@gmail.com

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las fuerzas productivas actuales pueden posibilitarlo. No obstante, mucho antes para
Sigmund Freud (1930) la vida placentera en la organización social actual es imposible. De
este modo, me encaminaré en este trabajo a seguir y a defender la teoría de Marcuse
expuesta en su obra Eros y civilización, acerca de la esperanza de una vida más placentera
debido a los cambios estructurales de la sociedad en su proceso histórico.

El artículo será presentado de la siguiente manera: 1) expondré el concepto de hedonismo,


para ello recurriré a Epicuro (siglo IV A.C) y su obra Carta a Meneceo donde presentaré
los dos principios fundamentales de su teoría moral; y 2) acudiré a la obra El Utilitarismo
de John Stuart Mill (1863) en la que expone su teoría moral, la cual se fundamenta en los
dos principios morales de Epicuro y agregándole unos preceptos que para él, deben
encontrase en la organización social, las leyes y la educación.

Tercero, me dedico al Malestar en la cultura (1930) de Freud en el que argumenta su teoría


acerca de la civilización. Aunque Freud es consciente de la satisfacción que produce el
sexo, su teoría acerca de la civilización se destaca por la represión de los placeres sexuales,
pues el control de los placeres es necesario para garantizar el progreso y desarrollo social.
En este capítulo explicaré los siguientes puntos: 1) La contienda entre la felicidad (el
placer) y la civilización en la que se encuentran los seres humanos; 2) los sacrificios que
realizó el ser humano para crear lo que denomina Freud civilización; y, 3) explicaré en qué
consiste el sentimiento de culpa que expone Freud.

Por último, abordaré Eros y civilización de Marcuse, en esta obra el autor crítica la teoría de
Freud acerca del principio del placer y el principio de realidad. Asimismo, expone que en la
teoría de Freud, los seres humanos desarrollan su vida civilizada, reprimiendo sus placeres
y trabajando en exceso. No obstante, descubre que los avances técnicos y científicos de la
sociedad industrial capitalista podrían permitir mayores grados de placer en los humanos,
pero ve un problema a saber: el sistema capitalista ha logrado enajenar de tal manera a los
individuos, que les hace creer que su felicidad se encuentra en el trabajo.

Hedonismo

Epicuro fue el primero en pensar el placer como principio para una teoría moral, la cual
puede denominarse hedonismo. El hedonismo es una doctrina filosófica, cuya tesis
principal radica en la búsqueda del placer y en evitar el dolor. Epicuro en su Carta a
Meneceo enuncia lo siguiente:

Los seres humanos y los animales buscan el placer y evitan el dolor


determinando lo placentero como bueno y lo doloroso como malo. Por eso
decimos que el placer es el principio y fin del vivir feliz. Pues lo hemos
reconocido como bien primero y connatural, y a partir de él hacemos cualquier
elección o rechazo, y en él concluimos cuando juzgamos acerca del bien,
teniendo la sensación como norma o criterio (Epicuro, 2002: 4).

La teoría moral de Epicuro se divide en dos puntos que indican la existencia de un cálculo
de placeres:

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1 Buscar placeres y evitar dolores inmediatos.

2 Rechazar placeres que pueden llevar a dolores posteriores o preferir dolores que
lleven a un placer superior.

Siglos después, John Stuart Mill basado en los dos principios del hedonismo promulgados
por Epicuro, crea su teoría denominada utilitarismo, que consiste en buscar que la mayoría
de seres humanos sean felices2. Mill en el Utilitarismo expone el fundamento de su teoría
moral, que se resume en su siguiente afirmación:

La Utilidad o el Principio de mayor felicidad, mantiene que las acciones


son correctas en la medida en que tienden a promover la felicidad, son
incorrectas en cuanto tienden a producir lo contrario a la felicidad. Por
felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad el
dolor y la falta de placer (Mill, 1985: 46.)

Mill no se refiere solamente a los placeres de las sensaciones inmediatas, para él, como
para Epicuro, los placeres del intelecto son de suma importancia, por eso su molestia con
aquellos que acusan a los hedonistas de cerdos. Para el autor, los seres humanos poseen
facultades más elevadas; (intelectuales y artísticas) que los simples placeres animales
(comida, sexualidad y descanso), por lo tanto, al poseer facultades más elevadas necesita de
más elementos para sentirse feliz.

De este modo, pensando en una vida más placentera, el utilitarismo milleano influenciado
por el hedonismo de Epicuro, expone los principios de su teoría y brinda una explicación
para una vida social altamente hedonista. La cual sería una sociedad donde se respeta la
integridad de cada individuo y sus placeres, o al menos las acciones correctas serían
aquellas que no perturban las felicidad de los otros. Sin embargo, queda la incógnita, de
cómo podría ser esto posible, es decir; ¿cómo los individuos cambiarían sus preceptos
morales ascéticos a unos auténticos preceptos morales hedonistas?

En el quinto capítulo denominado “Sobre las conexiones entre justicia y utilidad”, Mill da
una idea de cómo sería posible el “principio de utilidad” en la vida social, para ello, dice
qué entiende por “justicia utilitarista”, y resalta dos aspectos que pueden ser tenidos en
cuenta —que vinculan individuo y sociedad— para que el principio de utilidad sea
plausible:

1. Las leyes y las organizaciones sociales deben armonizar en lo posible con la


felicidad o los intereses de cada individuo con los intereses del conjunto (Mill,
1985: 62).
2. La educación, y la opinión pública deben utilizar ese poder que tienen para
establecer en la mente de cada individuo una asociación indisoluble entre su
propia felicidad y la del conjunto (Mill, 1985: 63.).

2
La felicidad para Mill no es una entidad determinada, es la serie de bienes y condiciones que posibilitan la
satisfacción profunda y duradera del ser humano.

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Para comprender el primer punto, se debe aclarar qué entiende Mill por justo e injusto. Él lo
considera de la siguiente manera:

1.1 Es injusto privar a alguien de su libertad personal, su propiedad o cualquier otro


objeto que le pertenezca legalmente.
1.2 Es injusto privar a una persona, o negarle, aquello a lo que tiene derecho.
1.3 Se considera universalmente justo que toda persona reciba aquello (ya sea bueno
o malo) que se merece, injusto que reciba un bien, o sufra un mal, inmerecido.
1.4 Es injusto faltar a la palabra dada a alguien.
1.5 Se considera justo ser parcial.

Concluye el autor, que en estos cinco casos existe algo en común, se genera un perjuicio y
existe una persona perjudicada, además el autor lo precisa como una norma de conducta,
“La justicia implica que no sea sólo correcto hacer algo, incorrecto no hacerlo, sino que tal
acción nos pueda ser exigida por alguna persona individual por tratarse de un derecho 3
moral suyo” (Mill, 1985: 112.). Pero ¿De dónde viene esa idea de justicia en los hombres?
¿Es adjudicado por alguna dotación de la naturaleza? O ¿Se ha desarrollado de acuerdo con
alguna ley? Para Mill, es un sentimiento natural del ser humano, el deseo de castigar a
quién ha hecho daño y generó perjuicio a un individuo o a varios, ese deseo se genera
espontáneamente en los individuos por dos sentimientos naturales, que define Mill como,
“[…] el impulso de auto-defensa y el sentimiento de simpatía (sympathy)” (Mill, 1985:
113). Es decir, es natural defendernos de aquellos que nos generan daño o generan daño a
aquellos con que simpatizamos, y es natural en los seres humanos simpatizar entre ellos.

La obra Sobre la libertad (1859) de Mill servirá para comprender lo antedicho y ampliar la
teoría de justicia que propone. En esta obra, expone cuales son los límites del poder que
tiene la sociedad sobre el individuo, y lo ilustra con varios ejemplos. La tesis de Mill en
este escrito se fundamenta de dos máximas: 1) El individuo no debe dar cuenta de sus actos
a la sociedad, si no interfieren para nada los intereses de ninguna otra persona más que la
suya. El consejo, la instrucción, la persuasión y el aislamiento, si los demás lo juzgan
necesario a su propio bien, son los únicos medios de los que la sociedad puede valerse
legítimamente para testimoniar su desagrado o su desaprobación al individuo; y, 2) los
individuos que realicen acciones perjudiciales a los demás, deben hacerse responsables de
ellas y pueden ser sometidos a los castigos legales o sociales, siempre y cuando la sociedad
juzgue que es necesario.

De manera que, la justicia utilitarista garantizará el principio de mayor felicidad, teniendo


en cuenta sus dos principios: 1) Los derechos de los individuos; y, 2) la felicidad de todos.
Del mismo modo, la teoría moral utilitarista, da relevancia a la educación (aunque el autor
no amplié su exposición frente a este tema), ya que es esencial para Mill en el orden social,
pues seres humanos educados comprenderían fácilmente que los intereses de todos son
considerados por igual y que el beneficio de los demás son sus propios beneficios. Al
parecer, el autor es consciente de que su teoría solo puede ser posible si se realizan cambios
en la estructura de la sociedad reflejada, de ahí su preocupación por la justicia, la libertad
social y la educación.

3
Para Mill, el derecho es tener algo cuya posesión ha de serme defendida por la sociedad. (Mill, 1985: 118).

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Cultura

Freud en su obra El malestar en la Cultura (1930) plantea que es imposible que una
sociedad sea placentera. Para este autor, la civilización solo es posible por la represión de
los placeres; de hecho, la normatividad surge precisamente por la necesidad de controlar las
pulsiones violentas y sexuales de los seres humanos, además, según el autor, se encuentran
con tres amenazas que hace imposible la creación de una sociedad placentera:

1. La fragilidad de nuestro cuerpo, que sufre dolores y angustias.


2. El mundo exterior, que puede generar fuerzas destructoras sobre nosotros.
3. La insuficiencia de las normas que regulan los vínculos recíprocos entre los
hombres en la familia, el Estado y la sociedad.

Para evitar estas amenazas de sufrimiento, los seres humanos crearon lo que denomina
Freud cultura4: por medio de esta, se logran avances técnicos y científicos, que permiten
aliviar la vida humana y poner a la naturaleza a su servicio. Además, posibilita las
relaciones de los seres humanos mediadas por las normas de comportamiento, para así
garantizar la convivencia; pues sin estas normas los individuos quedan en una libertad
natural y solo se regirían por la ley del más apto, más astuto y más fuerte, satisfaciendo
todas sus pulsiones, por ello señala el autor:

La convivencia humana sólo se vuelve posible cuando se aglutina una mayoría


más fuerte que los individuos aislados y cohesionada frente a estos. Ahora el
poder de esta comunidad se contrapone como “derecho” al poder del individuo,
que es condenado como “violencia bruta”. Esta sustitución del poder del
individuo por el de la comunidad es el paso cultural decisivo (Freud, 1930: 94).

De modo que, el ser humano no es un ser dócil por naturaleza, es lícito atribuirle a su
dotación pulsional una cuota de agresividad, donde el prójimo no solo es un posible
cooperador para utilizar, sino una tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su
fuerza de trabajo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio,
humillarlo, infligir dolor y asesinarlo. La cultura, exige el sacrificio de dejar a un lado la
tentación de agredir, explotar, usar, humillar y asesinar a los otros, Freud al igual que
Thomas Hobbes (1651/1996), cree que el hombre no es un ser naturalmente manso, sino un
ser agresivo, por ello han recreado ciertas figuras externas para interrumpir sus pulsiones
agresivas, encaminándolas a una perspectiva de vida socialmente útil. Por lo tanto, es
imposible satisfacer nuestro placer desinhibido porque es incompatible con la armonía
social.

Además, señala Freud que debe existir otro requisito social normativo, este requisito es la
justicia. Como resultado, los seres humanos deben convivir sacrificando sus pulsiones a
cambio de que ningún individuo muera violentamente o como lo define Freud “violencia
4
Freud define la cultura como: la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la de nuestros
antepasados animales y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la
regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres

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bruta”. Las pasiones deben ser restringidas, aunque algunos individuos deseen emanciparse
para satisfacer algunos de sus deseos y creer que pueden hacerlo. Igualmente, existen otros
dos factores que son importantes: uno, es la compulsión al trabajo que le garantizaba
mejorar su vida y, el otro, es el amor sexual que garantiza las necesidades genitales y el
amor de meta inhibida5 que forma fraternidades de convivencia con los otros; así lo expone
el autor: “pues el varón no quería estar privado de la mujer como objeto sexual, y ella no
quería separarse del hijo, carne de su carne. Así, Ἔρως y Ἀνάνκη pasaron a ser también los
progenitores de la cultura humana” (Freud, 1930: 96), de este modo, se dio como resultado,
una mayor cantidad de seres humanos en comunidad y el desarrollo a un dominio cada vez
mayor sobre el mundo exterior por medio del trabajo.

Asimismo, existe otro elemento que cohíbe las pulsiones del individuo que lo denomina
Freud “sentimiento de culpa”, para ello es necesario la explicación de tres conceptos
básicos fundamentales en su teoría: el id o el ello, el ego o el yo y el superego o el superyó.

1. En la instancia de bebé, los seres humanos se encuentran lo que llama Freud id o


ello 6 , en este estado, no se conocen valores, solo se aspira a satisfacer sus
necesidades guiado por el principio del placer.
2. Entra en juego el ego o el yo7; cuando el mundo exterior comienza afectar al id, el
id necesita del ego, que es el que se adapta a la realidad y la altera de acuerdo con
su interés, la función del ego, es representarle al id el mundo externo, coordinar,
altera y organizar sus instintos, y por ende salvarlo, pues sin el ego, el id se
encontraría en graves problemas al no conocer las fuerzas externas superiores a él,
no escaparía rotundamente de la aniquilación.
3. El ego reprime los impulsos del id que son incompatibles con la realidad, de este
modo, se sustituye el principio del placer por el principio de realidad. En este
trayecto aparece otra instancia, el superego o superyó 8 . Este surge en la gran
dependencia del infante a sus padres y luego de los influjos sociales y culturales.

5
El amor de meta inhibida es el amor que designa el vínculo entre varón y mujer, que fundaron una familia
sobre la base de sus necesidades genitales; pero también se da ese nombre a los sentimientos positivos entre
padres e hijos, entre los hermanos dentro de la familia, aunque por nuestra parte debemos describir tales
vínculos como amor de meta inhibida, como ternura. (Freud, 1930).
6
El ello está en una relación estrecha con las otras dos instancia, el yo y el superyó, que son sus
modificaciones y diferenciaciones. Para Freud, el ello es desconocido e inconsciente. Reservorio primero de
la energía psíquica, representa la arena en la que se enfrentan las pulsiones de vida y muerte. La necesidad
imperiosa de la satisfacción pulsional rige el curso de sus procesos. Expresión psíquica de las pulsiones, sus
contenidos inconscientes so de diferentes orígenes. Por una parte se trata de tendencias hereditarias, de
determinaciones innatas, de exigencias somáticas, y, otra parte, de adquisiciones, de lo que proviene de la
represión (Chemana 1995: 105).
7
El yo es una diferenciación del ello, es la instancia del registro imaginario por excelencia, por lo tanto de las
identificaciones y del narcicismo. El yo surge por la influencia del mundo exterior, primero en niño se
encuentra en la instancia de ello donde reina el principio del placer, pero el mundo exterior impone al niño
prohibiciones que provocan la represión y la trasformación de las pulsiones orientándolas a unas satisfacción
sustitutiva que provocará a su vez un sentimiento de displacer en el yo. El principio de realidad ha revelado al
principio del placer. El yo se presenta como una especie de tapón entre los conflictos y escisiones del aparato
psíquico, así como trata de desempeñar el papel de una especie para-excitaciones frente a las agresiones del
mundo exterior. (Chemana 1995: 453, 454).
8
Freud no desatendió la importancia de la sociedad y la cultura, pues ésta se halla presente en la mente del
individuo en el superyó. El niño aprende de sus padres el código moral y valorativo que determinará sus

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Ya aclarando estos términos, se expone en qué consiste el sentimiento de culpa o
conciencia de culpa. El sentimiento de culpa, es el medio que utiliza la cultura para cohibir
al individuo y controlarle sus pulsiones. Dice el autor:

La agresión es interiorizada, pero en verdad reenviada a su punto de partida; vale


decir: vuelta hacia el yo propio. Ahí es recogida por una parte del yo, que se
contrapone al resto como superyó y entonces, como “conciencia moral”, está
pronta a ejercer contra el yo la misma severidad agresiva que el yo habría
satisfecho de buena gana en otros individuos, ajenos a él. Llamamos “conciencia
de culpa” a la tensión entre el superyó que se ha vuelto severo y el yo que le está
sometido. Se exterioriza como necesidad de castigo (Freud, 1930: 119).

¿Cómo alguien puede llegar a tener un sentimiento de culpa? Se tienen sentimiento de


culpa cuando se ha hecho algo malo; pero cómo diferenciar el bien del mal. Lo malo no es
lo dañino o perjudicial para el yo; al contrario, puede serlo también lo que anhela y le
depara contento. Entonces, ¿qué es lo malo?, es allí que se manifiesta una influencia
externa, esta influencia es la que determina lo que debe llamarse malo y bueno. De modo
que, son los otros los que generan ese sentimiento, pues al realizar algo malo será
reprochado por ellos, a ello lo denomina Freud “pérdida de amor” (Freud, 1930: 120), por
lo tanto, la angustia surge en los individuos por la pérdida de amor, ya que al perder el amor
de los otros puede generar desprotección frente a los diferentes peligros de la existencia y
castigo por parte de los demás. También señala Freud, que el sentimiento de culpa puede
ser no solo angustia social, este puede devenir cuando es interiorizado por el superego;
cuando se posee conciencia moral desaparece la angustia de ser descubierto o castigado,
este es característico de los santos u hombres virtuosos.

Idea de una sociedad menos represiva

Marcuse cree que el progreso técnico y científico son herramientas que dan las condiciones
para una sociedad menos represiva, en su obra Cultura y sociedad (1967), en el capítulo
denominado “A Propósito de la Crítica del Hedonismo” propone la teoría hedonista y
utilitarista para un sistema social. Él considera que es posible el hedonismo si existen
cambios en la estructura social y mental de los individuos, pues los seres humanos llevan
impregnados la teoría de individuo de la filosofía tradicional, donde presentan al individuo
como un yo separado de los demás por sus instintos, pensamientos e intereses. El individuo
aislado, comparte con los otros solo como un ser racional calculador, dejando de lado sus
experiencias y su satisfacciones que no pueden ser incluidas.

actitudes y motivaciones posteriores; este aprendizaje se da fundamentalmente en las etapas pregenitales y


como consecuencia del temor al castigo y de la necesidad de afecto. El superyó tiene como función integrar al
individuo en la sociedad. Es la instancia que va a observar y sancionar los instintos y experiencias del sujeto y
que promoverá la represión de los contenidos psíquicos inaceptables. En gran medida su influencia en la vida
del sujeto es inconsciente. En el superyó se suele distinguir el llamado "ideal del yo" de la "conciencia moral",
el primero para señalar las situaciones, estados y objetos valorados positivamente por el sujeto y a las que
tenderá su conducta, y la conciencia moral para designar más bien el ámbito de las prohibiciones y las
sanciones a las que las personas creen que deben someterse (Chemana 1995: 428, 429).

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Según el autor, el hedonismo debe ser internalizado moralmente y debe interpretarse
utilitariamente, pues afirma que: “el hedonismo proclama la felicidad para todos los
individuos, sin distinción alguna, sin hipostasiar ninguna generalidad como depositaria de
la felicidad, con prescindencia de los individuos” (Marcuse, 1967: 102). El hedonismo de
Marcuse desde una perspectiva marxiana, pregona el desarrollo múltiple, la satisfacción de
las necesidades individuales y la liberación de toda forma de trabajo inhumano, por otro
lado, la filosofía tradicional, conserva el desarrollo de las fuerzas de producción, la libre
organización racional de las relaciones vitales y el dominio sobre la naturaleza. La filosofía
tradicional se ha establecido en el sistema social, en cambio el hedonismo no ha sido
posible por las estructuras de la organización social existente.

Las relaciones de trabajo forzado, las relaciones de producción capitalista y el consumismo,


son para Marcuse una de las fuentes principales que no dan cabida a la propuesta hedonista.
Primero, los medios de producción solo garantizan los intereses de pequeños grupos o de
algunos individuos, y segundo, el trabajo no garantiza la satisfacción de las necesidades de
cada individuo, sino la utilización de cada uno, dejando la felicidad de los individuos
únicamente en el ámbito del consumo.

En Eros y Civilización (1967), Marcuse considera que la teoría de Freud sobre los
sacrificios que tienen que realizar los seres humanos para la creación y sostenimiento de la
civilización, por un lado, es una acusación a la civilización occidental y por otro justifica un
alto nivel de represión a favor del progreso de la civilización. Es decir; la teoría de Freud
describe de manera precisa la naturaleza libidinosa de los seres humanos y la forma de
reprimirla, pero al mismo tiempo la idea de la represión del placer ha sido utilizada como
un mecanismo de control social sobre el individuo y, además, de control político del
mismo.

Adam Curtis (1955) en su documental El siglo del yo (2002), expone de manera precisa,
como la teoría de Freud fue implementada por su sobrino Eduard Bernays Freud (1891-
1995) para así lograr controlar las masas. Bernays comprendiendo que las pulsiones de los
seres humanos deben ser controladas para evitar caos y destrucción, fue un genio al
entrenar por medio de propaganda a los ciudadanos, él, los entrenó para que deseen cosas
que no necesitan pero que aparentemente los hace más felices, así los mantuvo entretenidos
trabajando para adquirir productos que los hicieron felices.

La teoría de la naturaleza humana de Freud, para Marcuse, no tuvo presente


verdaderamente la felicidad de los individuos, ya que, los sacrificios por los que optó la
humanidad no han valido la pena, estos sacrificios dejaron la felicidad relegada y sometida
al trabajo compulsivo, a la reproducción monogámica y al sistema normativo, y se fomentó,
la falsa idea de que estos avances nos llevarían a una vida mejor; dice el autor, “[…] la
intensificación del progreso parece estar ligada a la falta de libertad. A lo largo de todo el
mundo de la civilización industrial, la dominación del hombre por el hombre está
aumentando en dimensión y eficacia” (Marcuse, 1953: 18).

Según Marcuse, su tesis sobre una civilización no represiva, puede ser posible porque los
mismos logros de la civilización represiva parecen crear precondiciones necesarias para una
disminución gradual de la represión. Por ejemplo: la automatización permite que el trabajo
70
sea realizado por máquinas y los métodos anticonceptivos garantizan una sexualidad que se
despliega más allá de la procreación.

En el primer capítulo, denominado “La Tendencia Oculta del Psicoanálisis” de la obra


referida, presenta la dimensión del cambio o del abandono de la satisfacción natural del
individuo para formar lo que conocemos como civilización; es decir, la cultura. Este actúa
de la siguiente manera:

DE A
satisfacción inmediata satisfacción retardada
placer restricción del placer
gozo (juego) fatiga (trabajo)
receptividad productividad
ausencia de represión seguridad

Principio del placer Principio de realidad

Fuente: Marcuse (1953)

En la anterior tabla se puede explicar de la siguiente manera: Primero, por el principio del
placer los individuos luchan por obtener placer de cualquier manera posible y ante
cualquier desagrado retrocede. Segundo, lleva sus acciones hasta donde sea necesario, en el
principio de realidad (reprimido - normatizado) cambian los valores, este invalida el
principio del placer. Y tercero, el hombre aprende a sustituir el placer momentáneo, incierto
y destructivo, por el placer retardado, restringido pero seguro. En esa transformación del
principio del placer al principio de realidad, luchan por aquello que le es útil, obtener las
cosas sin daño para sí mismo y su ambiente, se convierte en un “ego organizado” (Marcuse,
1953: 27), un ser racional que distingue el bien y el mal, lo cierto y lo falso, lo útil y lo
inútil, afirma Marcuse que, “Ni sus deseos ni su alteración de la realidad son de ahí en
adelante los suyos: ahora están ‘organizados’ por su sociedad. Y esta ‘organización’
reprime y transustancia sus necesidades instintivas originales (Marcuse, 1953: 28).

En resumen, la teoría de Freud se caracteriza por ser una teoría que afirma: 1) que los seres
humanos son agresivos, y por ende, necesitan ser controlados por normas sociales creadas
por ellos mismos, para así, mantener un orden social; y, 2) los seres humanos necesitan de
la compulsión al trabajo para garantizar un progreso social. La tesis de Freud es
convincente en lo que se refiere al control de las pulsiones sexuales y violentas, pues estas
necesitan ser controladas por medio de las normas y el trabajo sigue siendo primordial para
el bienestar de los individuos y el orden social, de manera que estos han funcionado para
garantizar el “progreso de la civilización”.

En cambio para Marcuse el progreso técnico y científico son herramientas que dan las
condiciones para que el individuo tenga más tiempo para sí mismo. Sin embargo, que haya
placer en el trabajo o poco tiempo trabajando y placer libidinal, si hay una relación
armoniosa entre ellos, el concepto del principio de realidad carecería de sentido y las
vicisitudes de los instintos, tal como han sido descritas por Freud serían en el mejor de los
casos un desarrollo anormal. Un trabajo placentero, puede ser el de los artistas, escritores y
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filósofos, su trabajo consiste en su misma satisfacción, además de ello el trabajo de estos se
relaciona profundamente con la imaginación y la fantasía, los cuales escapan del principio
de realidad.

Conclusión

En conclusión, Marcuse afirma que los cambios socio-históricos pueden permitir una
disminución de la represión. Tomaré un ejemplo, donde se observa que por medio de los
avances científicos y técnicos la norma es innecesaria y la tesis de Marcuse es posible: en
Colombia (según el artículo 259 del Código Penal), se prohíben las relaciones eróticas y
sexuales entre personas a quienes unen lazos de parentesco 9 , consanguíneo o legal, y
aquellos que tengan relaciones incestuosas deben ir a prisión de seis meses a cuatro años,
por los siguientes argumentos: a) los descendientes pueden nacer con problemas genéticos;
b) este tipo de relaciones atenta contra la institución de la familia, pues compromete su
existencia y desarrollo; y, c) perturba la moralidad pública, porque para la mayoría de
individuos que conforman la sociedad ven con recelo este tipo de prácticas.

Sin embargo, al menos el argumento a) quizá el más convincente, puede ser fácilmente
refutado por lo que afirma Marcuse de los avances científicos y técnicos. Pues en la
actualidad existen métodos anticonceptivos seguros, como la vasectomía y el corte y
ligadura de trompas, de manera que aquellos que tienen una relación incestuosa pueden
acudir a ellos y no reproducirse. El segundo y tercer argumento, son simplemente
argumentos que siguen la tradición y el status quo, la entidad de la familia perfectamente
puede funcionar, pueden acudir a la adopción y crear una institución familiar e incluso
acorde a la que exige la “moral pública” además, es pertinente decir, que en este tipo de
relaciones no generan ningún perjuicio a los otros. En este sentido la norma es innecesaria.

Al parecer, la opinión de Marcuse acerca de una existencia hedonista es cierta, se necesita


de cambios en la estructura social, ya que los seres humanos se encuentran enajenados por
las relaciones de trabajo, las relaciones de producción y su falta de educación. De hecho en
los Estados occidentales liberales, existen normas que permiten el uso de los placeres
libidinosos y lujuriosos, por ejemplo: los moteles con permisos oficiales, bares, casas de
juegos, prostitución carnetizada, salas de cine pornográfico, etc. Los cambios socio-
históricos pueden hacer posible la tesis de Marcuse, la cual es más prometedora para los
intereses humanos, es decir, en la actualidad se nota el mayor empleo de anticonceptivos,
los cuales crean una erotización de la sexualidad desplegándola más allá del matrimonio y
la procreación. Por consiguiente, la vida placentera puede ser posible, si existe una relación
armoniosa entre los seres humanos, cambios estructurales en la dinámica social, económica
y laboral, que solo serán posibles si se llevan a cabo acciones de los individuos frente a las
instituciones, lo que llamó Marcuse Praxis social.

9
Jonathan Haidt (1963) en su artículo The Emotional Dog and Its Rational Tail: A Social Intuitionist
Approach to Moral Judgment, expone un ejemplo similar: Dos hermanos, hombre y mujer, se van de paseo a
una playa en Francia, deciden hacer el amor, la mujer planifica y el hombre utiliza preservativo, y juran no
contárselo a nadie. Se pregunta Haidt, ¿Hicieron algo incorrecto?

72
Referencias bibliográficas
Chemana, R. (1995). Diccionario del psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrotu editores .
Curtis, A. (2002) El siglo del yo (video). Recuperado de
http://asambleademajaras.com/videos/detalle_video.php?idvideo=77

Epicuro. (2002). Carta a Meneceo. Buenos Aires: Alianza Editorial.


Freud, S. (1930). El malestar en la Cultura. Buenos Aires: Standard Edition.
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