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AUTOPISTA 39

Nunca antes había salido de la ciudad. Camino desde hace horas y aunque estoy

muerta de cansancio sé que no puedo detenerme. La autopista de cuatro carriles

es lo único que la poca luz de la noche me permite ver. Atrás quedaron muchas

cosas que no merecen ser recordadas y algunas otras que mi memoria no se

atreve a evadir fácilmente. Tan sólo tengo lo que llevo encima y la voz de mi padre

que me dice que lo abandone cuanto antes. Espero con paciencia que alguien me

lleve hacia cualquier parte, lejos del lugar en donde vive el pasado. Estoy

cansada, no siento las piernas, camino sin pensar en ellas, como si fueran dos

extrañas que me llevan hacia donde les da la gana. Un dolor helado sube y baja

por mi espalda, el sol dejó esquirlas en mis heridas y la piel me arde. De todas

formas hay algo que me hace sentir bien, cada paso significa la posibilidad de un

nuevo comienzo y cada comienzo es a su vez la posibilidad de un fin. Como esa

película en la que una rubia y un tipo con ojos de loco se conocen, se enamoran y

deciden huir juntos y matar a todos mientras bailan por el desierto. Así deberían

ser las cosas: una procesión interminable de pequeñas muertes y pequeños

nacimientos intercalados. Un desierto imaginario en donde acomodar la

arquitectura de todo. Desafortunadamente las cosas no siempre son así, entonces

es necesario arrojarse a la autopista.


Un auto viejo reduce la velocidad. Un anciano se asoma a la ventana y me invita a

subir. Ya no me duele la cabeza. Siento que mi piel se detiene, mis piernas han

vuelto a mí y un calambre las sacude con violencia. El hombre no pregunta nada,

sintoniza una canción cualquiera. Me ofrece un cigarrillo. No me mira. Tengo

miedo. La ciudad, mi padre, los gritos de la gente, el recuerdo que arropo como a

un niño muerto. Me da miedo la autopista vacía, el frio que desgasta el cigarrillo

con eficacia aterradora. Por primera vez siento hambre. Arrojo el cigarrillo por la

ventana, recuesto mi cabeza sobre el asiento y cierro los ojos para distraer los

espasmos en el estómago. Aún está oscuro. Cuando amanezca podré ver la

magnitud de la autopista. Podré ver de frente sus largos brazos que se extienden

como una serpiente negra e inocente. Jamás había estado lejos de casa. y ahora

se que nunca regresare; es extraño tener la certeza de que algo se abandona para

siempre. Hay mucho silencio en todo esto, una canción vieja es lo único que se

escucha aparte de la tos del viejo que no para de fumar. Mi padre fumaba mucho

tambien y tue quien me ens a hacerlo cuando yo tenia doce anos. Por esa epoc

viajaba a Bucaramanga a comprar la mercancia que llevaba al pueblo para vender.

Mama tenia una tienc un pequefio hotel de paso en donde se acomodabar.

conductores que subian y bajan por la carretera vieja. Despues nos fuimos a vivir

cerca a la plaza y ahi donde todo se empezo a complicar, a veces pienso que de

habernos quedado a vivir al borde de la carretera vieja todo seria igual que antes,

olvidados a nuestra suere pero felices.

Yo comence a ir al colegio femenino. Ahi estuve dos afios hasta que tuve que

retirarme cuando vino el problema de la autopista y todos se le echaron encima a


papa diciendo que quien sabe que malas intenciones tenia, que la carretera iba

traer el futuro, que todo era por el progreso. Si hubiesen sabido que el futuro no

existe, que el futuro es tan solo un auto viejo que corre hacia ninguna parte, las

cosas serian distintas ahora. Lo cierto es que tuve que retirarme del colegio

porque todos me miraban feo, las profesoras me sacaban de clase a cada rato y

yo sin saber que pasaba. Papa prometio enviarme el ano siguiente a estudiar a

Bucaramanga porque alia el estudio era mejor y la ciudad prometia mejores cosas,

de todas formas yo nunca me fui, preferi quedarme en el pueblo a leer los libros

que papa traia de sus viajes y a ver las peliculas que pasaban por television. Papa

habia viajado mucho, desde joven camino por todas partes y eso lo habia

convertido en un hombre especial, yo no se si lo sabia todo, de lo que si estoy

segura es que desde el principio tuvo la certeza de que el pueblo entero debia

oponerse a la construction de la Autopista 39.

Mi padre me enseno a fumar porque no tenia remedio, quiza por no sentirse solo,

como si la soledad fuera el descredito de todo. La autopista es larga, larga y sola,

no hay nada a su paso, solo montanas y arboles grandes y aun asi se ve

imponente, para algunos la soledad tiene la fuerza de todas las cosas, como un

agujero negro y vacio que puede contenerlo todo cuando le de la gana. Papa

enfrento la soledad hasta que pudo, cuando llego la noticia que la autopista seria

construida cerca al pueblo, el se nego de inmediato y fue ahi cuando todo el

mundo lo ataco y yo tuve que dejar el colegio. Nadie en el pueblo sabia nada de

autopistas interminables, pero hablaban de una carretera que llegaria hasta el mar,
una via que se extendia por todo el pais y que incluso traspasaba la frontera y ahi

estaba el mundo esperando por todos; el futuro habia llegado y debia ser recibido

por lo alto. En un emotivo discurso el alcalde aseguro que no se escatimaria en

gastos con tal de traer el progreso a la vida de todos, porque el futuro estaba

cerca y nadie podia detenerlo, como si el futuro fuera un tio lejano que viene de

visita cargado de regalos, si hubieran sabido que toda calle propone un sentido

hacia el pasado quiza nada de esto hubiese ocurrido. La antigua carretera en la

que alguna vez habiamos vivido seria desplazada por una autopista disenada por

ingenieros franceses con el apoyo del Ministerio de Vias, un adelanto de ingenieria

que reduciria en horas el viaje hasta la capital. Una completa maravilla a simple

vista. Sin embargo papa se opuso desde el principio -es imposible forzar el

tiempo- decia, mientras miraba a la montana y encendia otro cigarrillo, luego

bajaba la mirada y se quedaba callado por horas, pensando en quien sabe que

cosas.

El viejo me mira, me ofrece otro cigarrillo y escupe por la ventana. Por primera vez

me pregunta hacia donde me dirijo y yo le digo que no lo se, que quiza me baje en

Bucaramanga a buscar unos amigos que viven por alia. El viejo es amable, me

pregunta de donde vengo y yo le digo que de arriba de la montana por donde

antes todo el mundo pasaba para ir a la frontera, el viejo no deja de mirar al frente

mientras dice que durante muchos anos paso por la carretera vieja, que cuando le

cogia la noche se quedaba en un pequeno hotel del camino, que le gustaba mas el

aire que corria por alia; entonces pienso en mama, en todo lo que tuvo que

soportar despues de que papa murio y nos dejo solas llevando encima una carga
que siempre fue nuestra. Mama con sus flores y sus mentiras, ojala algun dia

podamos estar juntas de nuevo, lejos del frio y del recuerdo. Esta amaneciendo, la

poca niebla que aun cubre la autopista se mete por la ventana. Es extrano sentir el

frio de la manana en la piel herida, las piernas han dejado de dolerme, la cabeza

esta en su lugar pero el hambre abre un hueco grande en mi estomago, el viejo

dice que en una hora llegaremos y que el puede ayudarme a buscar a mis amigos,

parece un buen hombre. Cierro los ojos y la imagen de mi padre es lo primero que

viene a mi cabeza.

Papa gasto sus ultimas fuerzas buscando la manera de demorar la ejecucion de la

obra, entonces iba y venia de la alcaldia a la casa cural, de la casa cural al

colegio, del colegio a las veredas, pero nadie parecia entender, todos caminaban

con la esperanza puesta en el futuro. Todos en el pueblo estaban convencidos de

que las co-sas mejorarian. que la autopista seria una ruta de escape al fracaso. La

autopista nos hizo sonar, no niego que al principio crei que todo seria de otra

forma, pero no, mi padre tenia razon, todo era un sueno que se convertiria en

pesadilla en cualquier momento. La gente empezo a enloquecer: los ricos del

pueblo compraron autos nue-vos que guardaron celosamente mientras la

autopista era construida y con los que aseguraban "llegarian al mar" en menos

tiempo del que los ingenieros aseguraban, otros mas visionarios tenian prevista la

construccion de grandes y modernos supermercados ubicados a lo largo de la via

con el fin de complacer las necesidades de la in-mensa cantidad de conductores

que surcarian a diario la supercarretera, otros llegando al limite sofiaban con ba -

rrios enteros que se encontrarian ubicados a lo largo de la autopista, un barrio


horizontal con colegios y tiendas donde todo seria mas feliz, incluso alguien se

aventuro a decir que con el paso del tiempo la autopista seria un pueblo inmenso y

que como todo pueblo neeesitaria un gobierno y ahi fue donde las cosas acabaron

por com-pleto; unos y otros empezaron a tomar partido frente a quien deberia

tomar las riendas de la Autopista 39; de un momento a otro el pueblo quedo

enteramente dividi-do. Todos se estaban volviendo locos en el pueblo y mi padre,

que no dejaba de advertir sin eco alguno los de-sastres que el proyecto causaria,

murio de repente sin po-der hacer nada. Papa habia retrasado el proyecto mucho

tiempo, sin embargo unos meses despues de su muerte, en un solemne acto de

inauguration en donde estuvieron presentes delegados del Ministerio de Vias, una

cantidad considerable de ingenieros, el parroco del pueblo, el alcalde, los

profesores, y un sinnumero de obreros recluta-dos entre los campesinos de las

veredas aledafias se dio inicio a la construction de la Autopista 39.

La Autopista 39: cuatro carriles rapidos por donde todos van sin pensar en nada,

como queriendo evadir el asfalto que pisan, un ruta rodeada de montanas

hermosas, una carretera rapida donde cada quien se defiende a su modo, una

batalla por la supervivencia, eso es el futuro: una puerta abierta al desespero, una

fiesta que dura solo hasta que el reloj sefiala el proximo minuto, el proximo

segundo. Al principio todo estuvo bien, la fiesta se extendio durante meses y tan

solo hasta que las maquinas llegaron y los campamentos se levantaron, el pueblo

supo que la historia seria diferente. La autopista central pasaria a varios kilometros

del pueblo, los ingenieros no dijeron nada, nadie lo dijo, solo bajamos la cabeza y

seguimos como si nada, durante mucho tiempo las cosas fueron iguales: la
carretera vieja proporcionaba lo que necesitabamos, todo pasaba por ahi y se

quedaba entre nosotros, ahora un desvio en medio de la autopista comunicaria al

pueblo con el futuro y las cosas serian distintas de como las habiamos imaginado.

De nina sofiaba con las grandes ciudades de las que papa me hablaba, lugares

remotos poblados de edificios altos, calles largas donde alguien tocaba el saxofon

y un niflo rubio corria hacia un parque volando su cometa, un televisor gigante en

una esquina en donde la pareja que huyepor el desierto baila sobre el cadaver de

un chaman. El auto avanza despacio, la musica ha sido reemplazada por el ruido

del motor que no se calla. Arriba el pasado, aqui abajo el destino que amanece. El

pueblo se sumio en un sopor extrano. Mucha gente decidio partir hacia otros lados

siguiendo la ruta que la Autopista 39 les senalaba, algunos vendieron lo poco que

tenian y se fueron a vivir a otros pueblos, otros subieron hasta el paramo y nadie

supo nunca mas de ellos, nadie venia por aqui, nadie tenia por que hacerlo, un

exodo silencioso fue dejando el pueblo vacio, sumido en un silencio aspero -no es

que no me guste el silencio, es solo que cuando uno se acostumbra a el y lo

domina ya no hay quien lo salve de escucharlo todo- los pensamientos eran

evidentes, todos miraban intentando evitarse, los autos nuevos fueron oxidandose

poco a poco y los suenos se pudrieron en medio del extasis del abandono. No

habia nada por hacer, el futuro no era mas que un bello recuerdo del pasado. La

carretera vieja se convirtio en un camino de profugos y contrabandistas, un lugar

fantasma que el tiempo habia decidido evitar, nadie iba ni venia, los pocos que

quedamos resistiamos entre nosotros. Un mes, dos meses, un ano, que importaba

el tiempo si arriba no habia quien cultivara la tierra, nadie que llegara de nuevo al
corazon de la montana para comprar algo, para decirnos que afuera aun existia el

mundo, poco a poco todo se fue acabando, se rue muriendo, el pasado llego de

nuevo y con el la costumbre de la oscuridad -creo que esa fue de las mejores

cosas-; entonces subia el cerro, hasta la punta de la cruz y las luces de una ciudad

lejana se veian reflejadas en el cielo oscuro, todo era muy tranquilo, mas artificial

sin duda, pero mas real de todos modos. Abajo estaban las esperanzas de morir

rapido como debe ser. Mi madre apenas salia, se asomaba hasta la puerta para

ver la luz de la mafiana y se encerraba de nuevo a velar por la casa, a cuidar que

no se cayera, aferrada al recuerdo de las cosas y a la imagen de papa. Las cosas

empeoraron, como debia suceder: la comida empezo a escasear y los mas

pequefios comenzaron a morir de hambre, los que no se fueron se convirtieron en

sombras que se asomaban por las rendijas de las ventanas a mirar si algo nuevo

pasaba, ninos flacos como perros deambulaban todo el dia buscando que comer,

hombres sin camisa se espantaban las moscas que poco a poco comenzaron a

llegar y a cubrir el pueblo como una espesa nata. Yo deje de subir a la montana, el

colegio femenino se convirtio en el mejor lugar a donde ir en las noches, me

gustaba el eco de mi voz en los salones, me gustaba imaginar que era una nifia de

nuevo y que corria por los pasillos conduciendo un auto de carreras que se

estrellaba contra la puerta de la rectoria, me gustaba sentarme a llorar y a recordar

a papa que no regreso jamas. El cura fue trasladado a otro lugar y nadie volvio a

la iglesia, para que servia Dios ahora si la salvation estaba abajo, para que sino

para seguir maldiciendo nuestra suerte; todo era ahora una mancha en el

recuerdo, ya nadie agitaba ninguna bandera, ya nadie tenia nada que defender, el
pueblo era un fantasma que deambulaba todo el dia con sus mejores trajes

hechos jirones. Una nifia enferma comiendo frutas viejas mientras llora sentada en

el anden, un nino que arrastra una rata muerta amarrada de la cola, una anciana

que fuma el ultimo tabaco y mira con sus ojos azules como su esposo aun no

regresa de la montana con algo para comer. El futuro y la voz de mi padre que me

dice que me marche, que mi madre no importa, que todo estara mejor abajo, en la

ciudad de calles ruidosas.

Ayer en la mafiana decidi empacar las pocas cosas que tenia y largarme como los

demas; la plaza estabanundada de un olor a mierda seca, un aire podrido que me

daba nauseas y sacudia mi estomago con intensos espasmos. Una piedra me

golpeo la cabeza y alguien grito con un rencor rancio algo contra mi padre, que era

el quien habia maldecido el pueblo, que si no se hubiera puesto en contra desde el

principio todo hubiera sido diferente; aquellos que miraban desde las ventanas

astilladas fueron saliendo de sus madrigueras armados con palos y cuanta cosa

encontraron a su paso, una rata muerta atada con un cordon a la cola cayo a mis

pies y pronto la escasa muchedumbre empezo a desesperarse hasta que una

lluvia de piedras se vino encima; yo solo cerre mis ojos y empece a bajar por la

montana como alma que lleva el diablo, no se cuantas horas corri, ni en que

pensaba cuando lo hacia, solo se que cuando decidi parar me dolian las piernas y

la cabeza, ya era de noche y a mi paso solo podia ver los cuatro carriles

escasamente iluminados de la Autopista 39, el resto ya es historia.


El viejo me ofrece otro cigarrillo mientras sefiala al frente, ya no tengo hambre, ahi

esta la ciudad, entonces pienso en lo primero que voy a hacer y veo a la mujer de

la pelicula arrojando un velo de no via desde un puente muy alto mientras su

esposo conduce un auto rojo hacia el desenfreno, veo amigos imaginarios que me

ofrecen su mano, veo un nino elevando su cometa en un parque verde, un

saxofonista solitario tocando cualquier cosa, la imagen de mi padre que me dice

que el futuro es cosa de cuidado y un televisor gigante que se apaga en mi

memoria.

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