Es necesario preparar un atril con flores dignas para la ocasión, ubicado en

un lugar visible para los fieles, y que queden dos cirios dispuestos a cada
lado.
Reunidos en el Atrio, se dispone la procesión de entrada en el siguiente
orden: el incensario, la cruz procesional, La Biblia que será llevada por e
sacerdote, al lado de ella dos cirios.
MONICION INICIAL
“Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación”
Mc 16,15
Queridos hermanos: hoy será entronizada la Sagrada Escritura en nuestra
Parroquia de los Doce Apóstoles.
Entronizar quiere decir “poner en el trono”. La Biblia será colocada en un
lugar de honor en medio de nosotros, tengamos presente que no adoramos un
libro, pero sí debemos reconocer que la Biblia merece nuestro respeto y
veneración, “pues sus páginas inspiradas por Dios nos comunican
inmutablemente su Palabra, y hace resonar la voz del Espíritu Santo en los
Profetas y los apóstoles”.
A través de ella, Dios invisible habla a los hombres como amigos, para
invitarlos a la comunicación con Él y recibirlos en su compañía.
Que la entronización de la Biblia en este lugar se convierta en una invitación a
tratar con respeto la Sagrada Biblia en nuestras casas, y a leer y meditar
frecuentemente la palabra de Dios.

Comienza la procesión para la entronización de la Palabra, mientras se

realiza se recita el Salmo 29(28) tal y como aparecen a continuación:
R/. La voz del Señor resuena poderosa
y majestuosa la voz del Señor (cantado)

Hijos de Dios aclamen al Señor,

aclamen la gloria y el poder del Señor,
aclamen la gloria del nombre del Señor,
póstrense ante el Señor en el atrio Sagrado.

La voz del Señor es potente

La voz del Señor es magnífica,
La voz del Señor descuaja los cedros,
El Señor descuaja los cedros del Líbano.

La voz del Señor lanza llamas de fuego,

la voz del Señor sacude al desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés,
la voz del Señor retuerce los robles.

El Señor se sienta sobre agujas del diluvio,

el señor se sienta como un Rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
PRESENTACIÓN DE LOS SÍMBOLOS
Antes de presentar las ofrendas, son traídos al altar de la Palabra los
símbolos, uno por uno. Mientras se lee el significado de cada uno de ellos.
La procesión de cada Símbolo debe ir acompañada con el canto: Tu palabra
me da vida….

EL NUMERO 72. En la biblia y más concretamente en el Génesis, leemos

que las naciones existentes eran 72. San Lucas nos dice que Jesús llama y
envía a 72 discípulos a evangelizar, esto nos enseña que es deseo del Señor
que su palabra llegue a todos los hombres, sin excluir a nadie. Los 72
discípulos, por tanto, representan a todos los pueblos del mundo, de ello se
desprende que los bautizados somos llamados y enviados a la misión.
MANOS EN ORACIÓN. Teniendo en cuenta que la misión confiada a los
bautizados es universal, o sea busca llegar a todos los hombres, se hace
imprescindible acudir al Señor. Es el quien llama y envía, la misión es
iniciativa suya, por tanto, oremos constantemente y sin desfallecer para que el
dueño de la mies envíe a su Iglesia más misioneros que acepten con gozo el
reto de anunciar a todos su inagotable amor y misericordia.
UNAS HUELLAS. Jesús dice a los 72 “pónganse en camino”, la misión
requiere movimiento, acción, dinamismo. Esto implica dejar nuestras
comodidades y perezas, para salir a compartir con otros la Buena Nueva de su
Palabra. ¡Salgamos con obras y Palabra, a anunciar el gozo del evangelio!
LOBO. Al enviar a los 72 Jesús les advierte que la misión no es tarea fácil,
que encontrarán obstáculos, adversidades, opositores. Sin embargo, no deben
temer, pues es el mismo Dios que los ha llamado y ahora los envía, por
consiguiente, Él irá con ellos. No hay lobo que resista al Buen Pastor (En este
momento se rompe la imagen del lobo)
CORONA. ¿cuál es el mensaje que han de llevar los 72? Que el reino de Dios
ha llegado. La soberanía de este Rey, confiere a toda la humanidad la
verdadera posibilidad de paz y de libertad auténtica. Y este Reino no se parece
a un imperio mundano, porque se encuentra sencillamente dentro del corazón
de quien lo acoge por la fe y es hecho presente en Cristo Resucitado.