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Esta traducción la hice humildemente, sin fines de lucro,

para que los fans de esta serie puedan disfrutar del desenlace de
esta divertida historia.
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PRÓLOGO

Una noche estrellada.


Una dama vestida de blanco.
Un zapato asustado.
Este es el comienzo del final de esta historia de amor. Donde las
chicas son hermosas, los chicos son apuestos y los gatos son rockstar´s.
Donde las amistades perduran y las relaciones maduran. Donde las
faldas son flameantes y las emociones son flipantes. Donde todos tienen
un final feliz. . . ¿no es así?
Acércate a ver a estas felices parejas. Acércate para que conozcas el
amor eterno. Ven y entra a la iglesia.
Esta es la forma en que termina la historia.
No con un gemido, sino con un estallido.
CAPÍTULO UNO

-Esto está mal. Esto está MUY mal.


-Está bien, podemos. . . ¡ ay Dios! realmente está por todas partes
¿no?- dije.
-Esto está mal. Esto está MUY mal- repitió Sophia.
-Solo tráeme algunas toallas de papel, puedo intentar lavar
esto. . . joder, que desagradable.
-Esto está mal. Esto está MUY mal.
Di un taconazo en señal de protesta. -¿Puedes dejar de decir
eso? Tenemos que arreglar esto antes de que… ¡mierda! .
Mimi acababa de entrar a la habitación.
-¿Qué coño le pasó a mi vestido de novia?
La forma más rápida de ser degradada de dama de honor a una
invitada cualquiera era vomitar el vestido de novia de la novia. Pero si
alguna vez vomitas en un vestido de novia, asegúrate de que la novia no
sea la mezcla entre planificadora obsesiva y princesa caprichosa de
cuentos de hadas.
Mimi tenía una personalidad tipo A con un lado de princesas de
Disney. Lo que significaba que no podía tener un solo vestido de novia,
sino DOS. Hechos a medida. Uno para la ceremonia y otro para la
recepción. Así que cuando uno fue contaminado por Corn Flakes semi
digeridos, y por contaminado me refiero a profanado, ella entró en modo
prevención de crisis e inmediatamente se proclamó a sí misma como una
jodida genio por tener la visión de comprar dos vestidos. El de recepción
se convirtió en el de fiesta principal, y todo estuvo en paz en
encajelandia.
Hasta que nos dimos cuenta de que también había hojuelas de maíz
semi-digeridas salpicadas en sus zapatos de novia Jimmy Choo. Y tal vez
tenía una o dos hojuelas por dentro también. . .
Al final, fue el vientre de Sophia lo que la salvó de ser desterrada de
la iglesia. Casi no podía retener a Mimi. Ella era fuerte a pesar de solo
tener noventa y ocho libras.
- ¡Arruinaste mis Choos!
-¡No quise hacerlo! Sabes que no lo puedo evitar. Soy como una
jodida fuente, simplemente sale volando. Tengo calor, vomito. Tengo
demasiado frío, vomito. Si huelo un perfume, por cierto hueles muy bien,
gran elección, vomito. Deberías ver cuántas corbatas de Neil he
arruinado. Es asqueroso- dijo Shopia agarrando su abultado vientre -
Pero estoy embarazada. Ustedes no se van a poner en mi contra en mi
estado ¿verdad?
-Oh Dios- murmuré rodando los ojos.
Sophia se volvió la mujer embarazada más impresionante que jamás
ha existido. Todos estábamos de acuerdo en eso. Su piel resplandecía, su
cabello estaba hermoso, sus ojos brillaban, y sus tetas estaban aún más
fantásticas. Maravilloso. Excepto por cinco o seis veces al día cuando su
piel se ponía verde, su frente empezaba a sudar y vomitaba todo el
contenido de su estómago en todas partes si no podía llegar a un baño a
tiempo. O a un cubo de basura. O a una planta en una maceta. O a la
alcantarilla fuera de su apartamento, y yo estaba presente para eso. Pero
en instantes, ella volvía a su perfecto y brillante semblante pre
maternidad, con sus delicadas manos colocadas suavemente sobre su
bulto de bebé. La mano izquierda sobre la derecha, no por
casualidad. Aprovechaba cada oportunidad para mostrar su nuevo anillo
de compromiso. Y tenía que hacerlo; era una joya increíble. Corre el
rumor de que Neil necesitó una grúa para levantarlo y ponerlo en su
dedo. . .
Ella se puso a la defensiva, abriendo sus grandes ojos y fingiendo
inocencia, mientras yo luchaba con la novia, quien veía como su boda
perfectamente planificada se estaba derrumbando. Estaba realmente
echando humo.
-Vestido de respaldo, lo tengo. ¿Zapatos de repuesto? ¡NO! ¿Qué coño
voy a usar en mis pies?
-¿Podemos limpiarlos?- Pregunté, tirando de ella hacia atrás
mientras se lanzaba una vez más contra Sophia, quién estaba
audicionando para interpretar el papel de la Virgen María antes de
llegar a la posada.
-¡No van a estar limpios a tiempo! Además, ¡no voy a andar el día de
mi boda con mis pies oliendo a vómito!- Gritó Mimi.
-Está bien, ahora tengo náuseas. ¿Podemos dejar de hablar de
vómito?-Pregunté, tragando espesamente- Puedes usar mis zapatos; Iré
descalza.
-¡Tienes pies gigantes! ¡Voy a parecer un payaso con esas lanchas!-
Gritó Mimi.
Calzo talla 7 por cierto.
-¡No puedo usar los zapatos de nadie a menos que puedas encontrar
a alguien talla 5 y con un gusto exquisito en veinte minutos!- Su labio
inferior comenzó a temblar.
Miré a Sophia, yo sabía que se sentía mal por lo que había hecho,
mientras calculaba mentalmente qué tan rápido podía llegar a la tienda
por departamento de lujo más cercana, cuando llamaron a la puerta.
-¿Mimi?- Era la voz de Ryan. -Mimi, ¿estás ahí?
-¿Ryan? ¡Ryan, no puedes entrar aquí, no puedes verme! -Mimi se
liberó de mis brazos y corrió a esconderse detrás de la puerta, vestida
solo con bragas blancas de satén, un corsé de encaje blanco y una liga
azul. ¿Me había olvidado de mencionar eso? -En serio, es mala suerte ver
a la novia antes.
-Calla, niña tonta. Nunca me metería con la tradición -dijo. -Solo
quería decirte algo, ya sabes, antes de toda la cosa de caminar hacia al
altar.
-¿Ah?- Preguntó ella, apoyada contra la puerta.
-Sí. Solo quería decirte que. . . bueno, soy muy afortunado. Soy el
hombre más afortunado del universo porque me voy a casar con la chica
de mis sueños.
-Oh- susurró, presionando su mano contra la madera.
-Ohhh- Sophia y yo dijimos entre nosotras, entrelazando nuestros
brazos y escuchando. -Y no puedo esperar para casarme contigo,
literalmente, no puedo esperar. Sé que es en una hora, pero es demasiado
tiempo, ¿sabes?
-Lo sé- suspiró, y se relajó contra la
puerta. ¿Vestido? Olvidado. Choos? Olvidado. -Te amo
-Yo también te amo, cariño- susurró, y Sophia y yo suspiramos al
mismo tiempo. -Tampoco puedo esperar para nuestra luna de miel. Te
arrojaré sobre esa cama y te quitaré ese vestido tan rápido como
pueda. No puedo esperar para follarme a mi esposa.
-Cariño. . . las chicas están aquí.
-Mierda.
-Hola Ryan- dijimos Sophia y yo, una vez más al unísono.
-Mierda- dijo de nuevo.
-Pero, joder, suena bien- dijo Mimi en voz baja.
Ryan se rió entre dientes al otro lado de la puerta. -Está bien, te
dejaré volver a tus cosas de novia. Solo. . . quería decirte eso.
-Te veo en un rato- sonrió Mimi, y pudimos oírlo alejarse. Ella se
volvió hacia nosotras, sus ojos brillaban. -Voy a casarme con ese hombre
descalza. Porque a quién coño le importa joder.
Ella corrió hacia nosotras, como un pequeño y feliz torpedo, y nos
abrazó con fuerza. Y así, Sophia estaba de vuelta a la fiesta.
La crisis se evitó y la boda se desarrolló sin problemas. No más
vómitos, mucha risa y muchas lágrimas. Y un par de pies perfectamente
pedicurados caminando hacia el altar. El vestido de Mimi era de satén
esculpido, hecho a mano en un patrón de los años cincuenta. ¿El hecho de
que ella estaba descalza? Encantador. ¿Su sonrisa? Se veía desde el
espacio. Comparándose solo por el rostro de su futuro esposo cuando la
vio acercarse.
La ceremonia fue breve según los estándares de la Iglesia Católica, y
muy hermosa. Y hablando de belleza. . .
Nunca me cansaría de mirar a Simon Parker con
esmoquin. Especialmente en un altar. No voy a mentir, eso me dio que
pensar. Especialmente cuando durante la ceremonia me miró más de una
vez. Algunas veces simplemente nos sonreímos, disfrutando el momento
con nuestros amigos. A veces miraba pensativo, ya que las bodas tienden
a hacer que todos piensen en el futuro y el pasado. Y una vez, esos ojos de
zafiro ardieron en los míos, insinuando lo que prefería estar haciendo en
vez de estar parado en un altar. Y era lo que preferiría hacer yo.
En caso de que lo duden.
Mientras la feliz pareja se abría paso en la iglesia entre aplausos y
felicitaciones, Neil los siguió con su muy embarazada novia,
Sophia. Luego Simon bajó los pocos escalones del altar, deslizó mi mano
en su brazo y me acompañó por el pasillo también. –Hermosa.
-Fue una ceremonia hermosa.
-No estaba hablando de la ceremonia- susurró, bajando la mirada
por mi cuerpo, pasando más allá de la seda rojiza, el shantung de color té
pálido, mis sandalias perfectamente ceñidas, y volviendo a subirla para
asentarse en mi escote. . Ampliamente descubierto. A Mimi le gustó la
idea de que sus damas llevaran escote.
-Eso es muy dulce.
-Esas son muy dulces- murmuró, sin dejar de mirar a las chicas.
-Ojos aquí, Sr. Parker,- le indiqué, apretando su antebrazo. Y
cuando lo hice, recordé una vez más la fuerza innata de este hombre, mi
hombre. Alto, delgado e increíblemente guapo con su cabello oscuro y sus
ojos azules, y sus poderosas manos sosteniéndome mientras empujaba
dentro de. . . Espera. ¿Qué?
-¿A dónde has ido?- Preguntó, con ojos curiosos.
-A un lugar travieso- bromeé, ruborizándome hasta que sentí que
mis mejillas ardían.
Colocando una parte de mi cabello rubio detrás de mi oreja, se
inclinó más cerca y dejó caer un beso en mi cuello, justo debajo de mi
oreja.
-Sabía que debería haber cambiado tu nombre de chica camisón a
chica traviesa.
-Calma, Wallbanger; tenemos que ir a una recepción. Luego
fotos. Luego la hora del cóctel. Entonces cena. Luego baile. Tendremos
suerte si nos portamos mal antes de mañana.
-¿Un rapidito en el armario?-
-No, esa idea me la arruinaron esos dos -Me reí, señalando a Sophia
y Neil.
Su mano estaba firmemente en el trasero de Sophia, ¡estamos en
una iglesia! Desde que anunciaron su embarazo hace unos meses, Sophia
había engordado unas treinta libras, y todas se fueron a sus tetas y su
trasero. Neil literalmente no tenía suficiente.
-Estilo perrito. Todo el día. Toda la noche. Eso es todo lo que
quiere. No puede dejar de mirarlo (mi trasero), tocarlo, besarlo,
frotarlo. Es como si yo fuera solo un gran trasero, para su disfrute -
Sophia nos había dicho a Mimi y a mí un día en el almuerzo, para el
inmenso placer de nuestro camarero, que se movía extremadamente
cerca ese día. Mi vaso de agua nunca estuvo vacío.
Simon se inclinó una vez más, justo antes de llegar al final de los
bancos. -¿Qué pasa si te digo que conozco un lugar perfectamente
adecuado para un rapidito, garantizando que nadie nos descubrirá?- Su
aliento calentó mi piel, y algunas otras partes.
-Eres como el diablo- le susurré, temblando deliciosamente.
-Caroline. Por favor. Estamos en una iglesia- me reprendió con un
brillo en los ojos.
Amo a este hombre.
Ahora habíamos llegado a los escalones de la entrada. Y mientras
los demás se nos unían, vimos a Ryan balanceando a su ahora esposa en
un círculo, sus pies levantados en el aire, con los brazos alrededor de su
cuello mientras reía y reía. La multitud gritó y mis amigos y yo nos
reunimos para mirar y sonreír cuando la primera de nuestra tripulación
se lanzó al agua.
-¿Cuánto tiempo vas a hacer que Neil espere hasta que él sea el que
te balancee así?- Le pregunté a Sophia, que estaba delante de su
papacito.
-Seis meses, después de tener al bebé. Ese debería ser el tiempo
suficiente para quitarme este peso y asegurarme de que me vea
absolutamente fenomenal en mi vestido de novia - respondió ella,
frotando su trasero no tan sutilmente contra Neil. Que gimió y comenzó a
frotar no tan sutilmente su trasero.
-¡Eje! No puedo ver eso!- Me protegí los ojos.
-No puedo evitarlo. ¿Has visto su culo? Cariño, date la vuelta y
muéstrales tu culo- Neil la alentó, Simon se reía, mientras palmeaba su
espalda y lo alejaba del grupo.
-Llevaré al hombre culo a felicitar al nuevo Sr. Mimi. Ustedes dos no
se metan en problemas- dijo Simon con una sonrisa. Y mientras se
alejaban, Sophia y yo los mirábamos.
-Hablando de grandes culos. . . - dijo Sophia.
-En serio. Dios mío, ¿soy yo, o ambos están increíblemente apuestos
con sus trajes de etiqueta?
- Ciertamente te hace pensar ¿no es así?- Reflexionó Sophia, viendo
a su perfecto Hombre culo ahora hacer girar a Ryan.
-¿Pensar en qué? ¿En casarse? ¿En cuando deberíamos hacerlo
oficial? ¿En cuándo nos vamos a convertir en sus respectivas señoras?-
Pregunté, mi corazón saltó en mi garganta ante la idea de convertirme en
la Sra. Parker.
-Noooo- Ella negó con la cabeza, mirándome divertida. -Estoy
pensando si Neil lleva calzoncillos debajo de esos ajustados
pantalones. No se le marca nada.
-Ah. Bien. Eso es algo completamente diferente a lo que yo pensaba -
respondí, dejando escapar una pequeña sonrisa.
Ella me abrazó y me apretó. -Caroline Reynolds, ¡mira tu cara!.
-Cállate.
-Estas entusiasmada con la posibilidad de casarte y convertir a
Simon en tu esposo?-
-¿Crees que porque estás embarazada no te puedo golpear?-
-Ay, vamos. Mira vamos a felicitar a nuestra descalza amiga que
esta por allá - dijo con una sonrisa, señalando a Mimi, que estaba feliz
rodeada de su familia.
Noventa minutos después estábamos bebiendo champán en uno de
los monumentos más icónicos de San Francisco, el Palacio de Bellas
Artes. Mimi había consultado las cartas solares, no de una manera
astrológica, sino por cuestión de iluminación. Así que no solo el sol
entraba por las ventanas de la iglesia para resaltar exactamente el tono
de su piel, sino que también programó la recepción de la boda justo al
atardecer, capturando el momento perfecto cuando el sol se ocultaba
detrás de la plazoleta. Y cuando las luces se encendieron y las velas
brillaron, el hermoso y antiguo monumento se reflejó perfectamente en el
estanque que estaba debajo. Tonos de oro bruñido en la estructura,
índigo profundo del agua, amarillos mantecosos de la luz de las velas, y el
caleidoscopio de magenta, naranja y fucsia del sol poniente pintaban el
telón de fondo de esta hermosa tarde.
Fue perfecto, como solo un organizador profesional podía
garantizar. Simon y yo nos mezclamos con los invitados, bebiendo
champán y charlando con extraños, conocidos y, finalmente, amigos.
Después de hacerse amiga de Mimi durante la renovación en Mendocino,
Viv Franklin se encontraba en la boda. Con su prometido, Clark Barrow.
-No puedo creer que estés embarazada otra vez. ¡William ni siquiera
tiene seis meses! - Exclamé mientras me contaba las noticias.
-¡Lo sé, lo sé! Pero Clark tiene su esperma como la de Superman o
algo así. No puedo explicarlo. Simplemente lo disfruto.
-¡Vivian!- Clark la reprendió, sus mejillas se enrojecieron mientras
sacudía su cabeza hacia ella. -Uno puede compartir noticias sin
necesidad de entrar en detalles.
-Puedo compartir cualquier cosa que me guste, porque soy la que
tiene un pastel dentro del horno- bromeó Viv, dándose unas palmaditas
en el estómago, y dando por finalizada la conversación mientras Clark se
sonrojaba aún más.
Simon y yo habíamos ido a visitarlos después del nacimiento de su
hijo, un hermoso bebé. Los nuevos padres estaban encantados con su
buena suerte. Habían estado planeando su propia boda algunos meses
después de su nacimiento, pero parecía que esos planes tenían que
espera por ahora.
-Quiero casarme en casa, donde todos mis hermanos se casaron- dijo
Viv. -¿Recuerdas la iglesia San Gabriel, Simon?-
-La iglesia en la séptima calle, ¿verdad?- Preguntó. Ellos Crecieron
juntos en el este de Pensilvania.
-Esa misma, allí se casaron todos los Franklins. Los católicos son
graciosos sobre el pecado. Perdonan todo, pero no les gusta verlo en la
cara, ¿entiendes lo que quiero decir? Mi madre moriría mil veces si
tuviera una hija embarazada caminando hacia al altar- dijo con una
sonrisa
-Así que vamos a esperar hasta que nazca este, y nos casaremos en
algún momento del próximo año- terminó Clark, envolviendo un brazo
alrededor de los hombros de Viv y acercándola hacia él. -Nuestros propios
hijos estarán allí cuando nos casemos. Es grandioso.
-Es genial- convino Viv y le sonrió. Entonces ella se volvió hacia
mí. -Y hablando de cosas geniales, deberías ver las últimas pinturas que
hice. Es una serie que muestra cómo la luz cambia sobre el océano, en
diferentes puntos durante el día. Son bastante buenos, si lo digo yo
misma .
-Me encantaría verlas. Sabes que nunca tengo problemas vendiendo
tus pinturas a mis clientes -dije, pensando en cuándo podría hacer un
viaje al norte. Las cosas estaban creciendo en Jillian Designs, y mi
agenda estaba llena, pero no excesivamente. Tenía un equilibrio casi
perfecto entre el trabajo y el hogar, es fantástico.
Fui contratada por Jillian después de hacer una pasantía en mi
último año de la universidad, y se había convertido en más que una jefa,
una directora y mentora. Ella se había convertido en una amiga cercana.
En el último año, nuestra relación de trabajo había
cambiado. Cuando ella me dijo por primera vez que ella y Benjamin
vivirían en Ámsterdam durante seis meses al año, pensé que mi trabajo
en la firma de diseño de interiores iba a cambiar drásticamente. Pasé los
meses anteriores dirigiendo el programa mientras ella disfrutaba de una
larga luna de miel, así que me sentí honrada cuando Jillian me pidió que
fuera su socia. También sentí mucho miedo. Pero aunque estuviera
muerta de miedo no podía rechazarlo, algo que la mayoría de los
diseñadores jóvenes nunca harían. Pero no quería que mi lado creativo
fuera reemplazado por mi lado administrativo. Sin embargo, cuando te
entregan las llaves de un reino no debes salir corriendo.
No huí, pero tampoco le arrebaté las llaves. Jillian y yo elaboramos
un nuevo acuerdo que me permitió seguir trabajando principalmente con
los clientes y supervisar las cosas en un sentido muy general mientras
ella estaba en el extranjero. Acordamos que mi papel sería mayormente
creativo, y trajimos a un administrador maravilloso que ayudó a
asegurar que las luces permanecieran encendidas y que los cheques de
nómina fueran recortados a tiempo.
Pero sin duda, teníamos mucho trabajo. Después de ayudar a Viv a
hacer una renovación en su casa victoriana heredada en Mendocino, me
contrataron para ejecutar varias restauraciones en la zona, expandiendo
el alcance de Jillian Designs más allá del Área de la Bahía. Trabajé en
todo el norte de California y hasta en el sur, en Santa Bárbara. Todavía
trabajaba principalmente en San Francisco, pero el trabajo regional era
divertido y satisfactorio. Y estaba ayudando a elevar el perfil de la
empresa, que ahora era mucho más reconocida.
Pero por más ocupada que estaba, siempre dejaba tiempo para pasar
de noche por Mendocino y echar un vistazo a lo que Viv estaba
haciendo. A veces con Simon, a veces sin él; era un cómodo trayecto hacia
esa hermosa localidad. Viv había convertido su desván en un estudio de
trabajo donde comenzó a pintar las piezas más increíbles, todas
inspiradas en su hogar recientemente adoptado de Mendocino. Vendí
algunas a mis clientes, y la noticia comenzó a extenderse. Parte de su
trabajo fue presentado en algunas tiendas en su área, e incluso exhibió
una muestra en una feria de arte local aquí en San Francisco. ¿Así que
nuevas piezas? Lo tengo, nena.
-El lunes revisaré mi agenda, para saber cuándo podré subir allí.
-Suena bien. Simon, ¿qué tal si vienes esta vez? Acabamos de
adquirir dos kayaks - ofreció Viv, con la esperanza de que su compañero
de aventura apareciera.
-Ya veremos. Tengo un viaje pronto; hay mucho que planificar de
aquí hasta entonces- dijo Simon. Pero podía ver sus ojos iluminándose
ante la idea de hacer kayak.
-Oh, joder, tú vienes y eso es todo. Ahora, necesito otra cerveza de
raíz. Vamos a darlo todo esta noche, Clark - dijo Viv tomando la decisión
por él.
-Mujer imposible- murmuró Clark en voz baja, pero la siguió a
través del salón hacia la barra. Con una amplia sonrisa en su rostro.
-Esos dos no pierden el tiempo - Dijo Simon.
-Hablando de no perder el tiempo. . . -Señalé hacia la mesa
principal, donde Mimi y Ryan estaban enganchados en algunos juegos de
boda.
-Va a ser una larga noche ¿no?-
-Te mantendré entretenido- murmuré, deslizando mi mano por su
espalda y dándole un rápido apretón a su magnífico trasero.
-Chica camisón- dijo, deslizando sus manos en mi pelo y tirando de
mí para darme un largo y lento beso. Lo dejé hacer; no me importó estar
rodeados de gente en una recepción de boda. Le devolví el beso, sus
dulces labios se abrieron y su dulce lengua se enredó con la mía. Mi
respiración se aceleró, mi piel se calentó, y estaba lista para aceptar su
oferta sobre el rapidito. Hasta que escuché el comienzo del brindis por el
micrófono, indicando que era hora de que regresáramos a la mesa
principal y que debíamos comportarnos como personas honradas y
correctas en la boda.
-Más tarde- susurró. Fue una promesa. Mmm.
La recepción se realizó sin problemas. Bailamos, bebimos,
bailamos un poco más, definitivamente bebimos un poco más. Sophia y
Viv, finalmente se encontraron y brindaron con sus bebidas sin alcohol,
intercambiaron historias sobre el parto y hablaron interminablemente
sobre algo así como cargar a un bebé.
Fuera lo que fuera, pareció que hablaron de eso durante horas. Pero
como Sophia era la primera mamá de nuestro pequeño clan, me alegré de
que tuviese una nueva amiga con la que pudiera relacionarse durante su
embarazo.
En el momento en que nos despedimos de Mimi y Ryan, cuando iban
de camino a pasar su noche de bodas en el Hotel Palace antes de salir
temprano la mañana siguiente para su luna de miel en Bora Bora, estaba
muy cachonda por culpa del hombre que había estado pidiendo a Glenn
Miller toda la noche. Pero primero necesitaba un momento con mi chica
antes de irse.
-Eres la novia más hermosa que jamás haya visto. En serio, Mimi,
que día tan increíble.
- Fue genial, ¿no?- Ella sonrió, levantando un pie para mirárselo. -
Tengo los pies mugrientos.
-Están bastante sucios- estuve de acuerdo -Pero te luciste.
-¡Lo sé!- Ella se rió y me dio un gran abrazo.
-¿Preparada para disfrutar del sexo?- Preguntó Sophia, apareciendo
de la nada.
-Oh, vamos- lloró Mimi, atrayéndola a nuestra burbuja. -Ustedes son
mis mejores amigas en todo el mundo.
-¿Mejores amigas? Entonces, ¿cómo es que tu prima fue tu dama de
honor?-Bromeó Sophia, y la cara de Mimi se arrugó.
-Sabes muy bien que no tenía elección; mi madre nunca me hubiera
dejado que. . . tenía que elegirla, y. . .
-Pequeña, relájate, estaba bromeando- Sophia se rió y la besó en la
frente. -Estas increíble hoy. Mierda, todas lo estamos. Hiciste una gran
fiesta; felicitaciones.
-¡Gracias! Y gracias a Dios que no te enamoraste de Ryan. Y gracias
Dios por no dejarme enamorar de Neil. Quiero decir, es un hombre
soñado y besa increíble, pero . . .
-Gracias a Dios que terminaron con ellos a tiempo. ¿Qué tal si
fueran dejado las cosas como estaban?- La interrumpí, riéndome
mientras recordaba el fin de semana en el lago Tahoe cuando los cuatro
corrigieron sus errores. Lo que pudo haber terminado mal terminó
aquí. Dos de ellos se casaron, dos de ellos van a tener un bebé. Todas
miramos a nuestros tres chicos a través de la pista de baile. Se aflojaron
las corbatas, se quitaron las chaquetas y se desordenaron el
pelo. Jesucristo, que espectáculo.
-Voy a buscar a mi esposo y llevarlo a la suite luna de miel en el
Palacio- dijo Mimi con una sonrisa soñadora. . . y lasciva.
-Voy a buscar a Simon y dejar que me haga cositas en la parte
trasera de la limusina de regreso a Sausalito.
-Voy a traer a Neil, junto con unas cuantas piezas más de ese pastel
de bodas, y dejar que me coma mientras me como el pastel.
-¡Oh, por el amor de . ..!
-¡¡¡Buenas noches!!!!
Y enviamos a Mimi a su luna de miel.

Noventa minutos después . . .

-Simon. Simon. Oh, joder que bien se siente, allí, justo allí, no te
detengas.

Noventa segundos después . . .

-No puedo creer que hayas comido pastel mientras te hacía eso.
-No te preocupes por eso. Tú también puedes comer pastel mientras
te hago esto. . .
-Caroline, niña traviesa. Estamos en la parte trasera de una limoooo
oh, wow, ok. Este pastel esta excelente.
CAPITULO DOS

-Así que dime otra vez hacia dónde vamos ¿A comprar un pitbull?-
Pregunté, esperando en el asiento trasero del Range Rover con Sophia
mientras Simon y Neil se detenían para echar gasolina. Salimos de la
ciudad por la noche, dispuestos a pasar un tiempo en Monterey, la ciudad
natal de Sophia. Solo unas pocas horas en la costa y todo era como un
mundo completamente nuevo.
-Sí. Exactamente. Vamos a comprar un pitbull, Caroline- contestó
Sophia secamente.
- ¿No es así?
-No es como comprar un bolso nuevo. Neil quiere un cachorro, y yo
también. Creo que será bueno tener un cachorro y un bebé al mismo
tiempo
-Creo que será una locura tener un cachorro y un bebé al mismo
tiempo, pero bueno, yo estoy aquí por el viaje- le dije. Cuando ella me
mostró su dedo medio, le mostré uno de vuelta – En serio, eso es mucho a
la vez, ¿no crees?-
-Estábamos planeando conseguir un perro después de tener el bebé,
pero cuando mi primo Lucas comenzó a mandarme mensajes de texto con
estas fotos de su última camada, simplemente me derretí. ¡Osea, mira
esto! ¿Podrías resistirte? – Dijo, sacando su teléfono y sosteniéndolo para
mostrarme seis o siete cachorros de los más pequeños y adorables,
alineados sobre una almohada, con su orgullosa mamá detrás de
ellos. Eran grises, blancos y negros, todos encantadores. -¡Y mira, este
video!
-Oh, Dios, que hermosos- suspiré, mientras veía a los cachorros
correteando por todo el lugar, saltando y jugando y siendo tan lindos- No
sé cómo voy a sacar a Simon de allí sin traer uno a casa.
-Clive te mataría- respondió Sophia, apagando su teléfono cuando
los chicos volvieron al automóvil.
-Con sus patas desnuda- acepté.
-¿Patas desnudas? ¿De quién estamos hablando? – Preguntó Simon
mientras se deslizaba detrás del volante.
-De Clive. Matándonos.
-Tengo pesadillas sobre eso- respondió, temblando. –Ese gato es
jodidamente extraño.
-¿Cómo está su harén?-Preguntó Neil.
Simon lo golpeó en el brazo. –Hombre. No lo llames así.
-Sus novias, esposas, hermanas. Lo que sea. ¿Cómo es que ustedes
no tienen gatitos corriendo por todos lados? – Preguntó Neil, frotándose
el brazo.
-Clive fue castrado hace mucho tiempo. Nada de nueces para mi niño
- dije –Se ganó a esas chicas solo con su personalidad.
Cuando Clive había regresado a casa después de su temporada como
fugitivo, no vino solo. Había traído tres preciosas gatas, las cuales fueron
adoptadas por Simon y yo. Ahora vivimos con cuatro gatos. Norah, Ella y
Dinah ahora se unieron a Clive para gobernar nuestra casa, e hicimos lo
que pudimos para darle su espacio. Nuestra cama estaba un poco
abarrotada algunas noches, pero no cambiaríamos nada.
-Bien, Neil, repasemos el plan una vez más. Seleccionamos un
cachorro, UNO; intentemos elegir el que parezca más tranquilo. ¿Trato?
–Dijo Sophia, echándose al frente y poniendo su mano en su hombro.
-Ya veremos- asintió. Su rostro se puso rojo diez segundos
después. Sophia había comenzado a apretar, obviamente. – Un
cachorro. Entendí- se las arregló, y ella le dio una palmadita en la
cabeza. –Toca violonchelo. Tiene las manos más fuertes que puedas
imaginar. Normalmente es algo bueno. Pero a veces. . . – Le dijo a Simon,
que solo se rió mientras bajábamos por la autopista, rumbo a Monterey.

***

-Y aquí es donde mantenemos todos los perros más nuevos, los que
casi no han sido tratados. A veces pueden ir con los otros perros, pero
por lo general necesitan un poco de rehabilitación- dijo la rubia alta,
sonriendo y haciendo que el recorrido se sintiera fresco, aunque
obviamente había hecho esto cientos de veces.
Llegamos a Monterey en menos de dos horas, lo que fue un
alivio. Cada vez que Mimi estaba en un viaje por carretera, siempre
teníamos que parar cada treinta millas para comer bocadillos. Una vez
que llegamos a Monterrey, nos dirigimos rápidamente a OUR GANG, un
centro de rescate para pitbulls abusados y abandonados. Como yo no
sabía mucho acerca de la raza y solo conocía las historias que suelen
aparecer en las noticias, no sabía exactamente qué esperar. Ciertamente
no esperaba que una ex reina de belleza dirigiera el centro. Sophia me
había contado sobre Chloe, y cómo había entrado en el negocio, y para
alguien que solo había estado manejándolo por poco más de un año, era
impresionante.
-¿Dónde están los cachorros? ¡Quiero ver a los cachorros! - Dijo Neil,
prácticamente danzando a través del granero en el que estábamos
parados.
-Calma, Neil, están a la vuelta de la esquina- Chloe se rió, dando
unas palmaditas al perro estaba junto a ella. Sammy Davis Jr. fue
amable y dulce, y obviamente era la mascota del lugar. Todos los
voluntarios que ella tenía trabajando hoy se detenían a saludarlo. Como
tenía un gato llamado Clive, ¿quién era yo para juzgar a las personas que
le ponían nombres a sus mascotas?
-Entonces, ¿cuántas personas tienes trabajando aquí?- Le pregunté
a Chloe cuando nos dirigíamos a donde se suponía que estaban los
cachorros.
-A tiempo completo, somos solo tres de nosotros, pero tengo otros
seis empleados remunerados a tiempo parcial, y por lo general de siete a
diez voluntarios también a tiempo parcial, dependiendo de la época del
año. Nos hemos asociado con una facultad de veterinaria local, y suele
haber alguien que hace sus pasantías aquí para obtener crédito. Además
de mi novio, Lucas. Él es veterinario aquí en la ciudad, y está aquí todo el
tiempo.
-Te refieres a mi primo Lucas- dijo Sophia.
-No, me refiero a mi novio, Lucas- respondió Chloe, ladeando la
cabeza y sonriéndole dulcemente.
-El es mi primo.
-El es mi novio.
-¡Joder, me gustas más que su ex- Exclamó Sophia, justo cuando un
tipo muy guapo doblaba la esquina.
-¿Estás molestando a mi prima, Chlo?- Le preguntó, envolviendo un
brazo alrededor de sus hombros y tirando de ella hacia un lado.
-Tengo que hacerlo. Está siendo odiosa,- respondió Chloe
rápidamente, y Sophia le sacó la lengua. -Lucas, este es Simon y
Caroline, son amigos de. . . - Son mis amigos, y puedo presentarlos yo-
interrumpió Sophia. Estaba jodiendo tanto a Chloe, que pude notar que
realmente le caía ben. -Este es Simon y Caroline.
-Un placer conocerte, Caroline, Simon- dijo Lucas -¿Escuché que
ustedes vienen por un cachorro para llevárselo a la ciudad?-
-Oh no, nosotros no. Esos dos. Simon señaló a Neil y Sophia. -
Tenemos suficiente con cuatro gatos en casa.
-¿Cuatro gatos? Guau, impresionante - dijo Lucas mientras nos
dirigíamos a un área separada. Y finalmente vimos a los cachorros. Y
fueron tan lindos como lo prometieron. Neil inmediatamente cayó al
suelo, dejándolos que lo cubrieran como un ola.
-¡Oh Dios mío! ¡Estos muchachos son geniales! -Gritó, acostado bajo
la pila de colas.
Cuando vimos a nuestro amigo darse la vuelta en el suelo, riéndose
a carcajadas, tuve una repentina visión de cómo sería Neil como padre.
-Sabes que nunca podrás jugar al policía bueno con tu hijo, ¿verdad?-
Le susurré a Sophia, quien negó con la cabeza mientras miraba
divertida.
-Oh sí, eso es obvio- dijo, y luego se volvió hacia mí con una
sonrisa. - Además, me veo muy bien cuando interpreto al policía malo.
-Detente ahora mismo- dijo Simon, que luego se acostó en la pila
con su amigo.
Y mientras veía a Simon jugar con los cachorros, tuve una súbita
visión de él rodando por el piso de nuestra casa, en Sausalito, cubierto de
gatitos y bebés. Mmm, buena visión.
-Así que, obviamente, todos son adorables- dijo Chloe, viendo a los
dos hombres adultos jugando con un grupo de perros. -¿Alguna idea sobre
cuál te gustaría?-
- Joder, ¿cómo diablos vamos a elegir? - Sophia se inclinó para
recoger a una dulce pequeña que había comenzado a acariciar su pie.
¡Ah! La elección de Sophie – Me mordí la lengua y no dije nada. Miré
hacia abajo para ver a Simon, sonriéndome con las manos llenas de
cachorros.
-Cien por ciento NO- dije, arqueando mi ceja.

***

Al final, fueron los cachorros los que hicieron la elección por Sophia
y Neil. No uno, ni dos, sino tres cachorros habían sido
adoptados. Adorable ganó por sobre el sentido común, e incluso Sophia
estaba entusiasmada con la perspectiva de tener una casa llena de patas
y pequeños dedos al mismo tiempo. La verdad es que nunca la había
visto más feliz. Todavía era una tipa dura y parecía tener a Neil por las
pelotas, pero estaba encantada con el giro que estaba tomando su
vida. La trifecta del cachorro era solo una señal más de que nuestra
greñuda pelirroja estaba siendo domesticada. Todos estábamos corriendo
hacia los treinta, sentando cabezas.
Lucas y Chloe nos invitaron a quedarnos a cenar. Neil y Sophia
dormirían en su casa. Simon y yo habíamos hecho las reservas en un
pequeño hotel boutique junto al mar, y estaba deseando que los sonidos
de las olas me arrullaran. Aunque también estaba deseosa de hacer que
Chloe me diera un recorrido por la alborotada casa en la que vivía.
-¡En serio, esta casa es como una cápsula del tiempo! Nunca había
visto algo así. ¿Estás segura de que no conseguiste un diseñador para
recrear el 1958 aquí? - Me quedé sin aliento, asimilando todo el kitsch.
-De ninguna manera. Todo aquí es auténtico, traído aquí por mis
abuelos y permaneciendo intocables durante años. A pesar de que era
una casa de vacaciones, todavía estoy sorprendida de lo bien que ha
permanecido en pie en los últimos años, todo está en gran forma todavía.
-Literalmente podría vender todas las piezas de esta casa a mis
clientes; todos quieren cosas del siglo 50 en este momento. Jesús, ¿es eso
un sistema hi-fi? - Le pregunté, señalando un gran estante con la puerta
central abierta. Una plataforma giratoria en perfecto estado brillaba por
dentro. Había conseguido uno de estos hace unos años para un cliente,
pero este era una belleza. Diseño danés, con líneas limpias y
simples; cuando estaba cerrado, parecía una mesa de comedor.
Todo lo que había visto en esta casa hasta ahora estaba lleno de
grandes detalles como este.
-Oh sí, poníamos discos en eso casi todos los días. ¡Lucas, haz que
ese chico malo se encienda! -Gritó Chloe, sacando a su novio de detrás del
bar tiki.
-Claro que sí, pollita - respondió, y un momento después, el suave
estilo vocal del Sr. Dean Martin se escuchaba por todo el lugar -Ahora,
¿quién quiere un cóctel? Tengo zombis aquí.
Dos horas después, había aprendido algunas cosas. Una de ellas: los
cócteles de zombis son letales.
No pidas más de lo que puedas manejar, que para mí resultara ser
dos zombis.
Disfrutamos de la cena en el patio, y después de terminar la gran
comida que Chloe había hecho, nos sentamos charlando y bebiendo café,
tratando de combatir los efectos de los deliciosos pero muy fuertes
cócteles.
-Puede que quieras ir un poco más ligero con el alcohol la próxima
vez- le dijo Chloe a Lucas. -Hemos estado trabajando en este gran libro
de recetas de cócteles de tiki bar, y algunos son considerablemente más
fuertes que otros- nos dijo al resto de nosotros.
-Especialmente cuando eres el encargado del mai tais- murmuró
Lucas, y vi un sonrojo deslizarse en las mejillas de Chloe. –Entonces
prima ¿cuándo ustedes dos se lanzarán al agua? Aún no hemos recibido
una invitación.
Sophia se dio una palmadita en el vientre - No estoy segura, pero al
menos seis meses después de que el bebé llegue al mundo. Primero
quiero quitarme algo del peso que gané con él, para poder estar
impresionante.
-Estarás sensacional independientemente- intervine.
-Quiero quitarme el peso pre bebé. Lo siento, soy superficial. Lo
reconozco para que no tengas que hacerlo - dijo.
-No eres superficial -Me reí.
-Eres bastante superficial- intervino Chloe, con una sonrisa. Sophia
tomó su cuchillo e hizo una mueca cortándole la garganta. -
Superficial y violenta.
-Te dije que me gustaba esta chica- le dijo Sophia a Lucas, quien
echó la cabeza hacia atrás y se rió. -Hablando de bodas- continuó Sophia,
y mi mano se congeló en su camino para recoger mi zombi. -¿Cuándo
ustedes van a hacer formalizar las cosas?-
Se me calentaron las orejas, me picaba la piel y mis labios
comenzaron a balbucear una réplica cuando vi que no me estaba
preguntando a mí, sino a su primo Lucas. Mis pulmones se desinflaron y
agarré mi vaso, tomando un gran trago. Un gran trago de zombie, qué
gran nombre para. . .
Pero ya va ¿por qué carajo me congelé? ¿Por qué me importaba si
nos preguntaban eso a Simon y a mí? Nos casaríamos cuando
quisiéramos. Quiero decir ¿verdad?
Mientras me arrastraba a través de este momento pánico, capté su
mirada desde el otro lado de la mesa. Lo había visto todo, y él me conocía
lo suficiente como para saber exactamente lo que estaba pensando. Él
sonrió, sabiendo que me había atrapado. Puse los ojos en blanco e intenté
actuar de forma natural, prestando especial atención a la conversación
que había continuado durante mi congelamiento.
-Espera, ¿entonces ustedes no planean casarse? ¿Nunca? -Preguntó
Sophia, mirando hacia atrás y hacia adelante a Chloe y Lucas.
-Cariño, detente, eso no es asunto tuyo- dijo Neil, dándole un
masaje en los hombros.
-No pasa nada, creo que es genial. No estamos planeando casarnos,
al menos no pronto. Los dos estábamos comprometidos con otras
personas, ambos pasamos por todo el proceso de planificación de una
boda, sabemos cómo es eso. Estamos muy felices tal como están las cosas
- dijo Lucas, inclinándose y besando a Chloe en la mejilla.
-Es cierto, ¿por qué meterse con algo bueno?- Estuvo de acuerdo
Chloe, inclinándose sobre su beso. -De acuerdo, los dos estábamos
comprometidos con la gente equivocada, así que un día podríamos decidir
atar el nudo. ¿Pero por ahora? No para nosotros.
-No confío en una chica que no quiere vestirse de blanco- dijo
Sophia, y le di una palmada en la mano.
-Llevo puesto un montón de blanco. Tu primo aquí tiene una fijación
especial con corsés de encaje blanco, -respondió Chloe.
-Demasiada información…
-¡ASOMBROSO!- Gritaron Sophia y Neil al mismo tiempo.
Mientras en la mesa se desenvolvía una charla sobre corsés, pensé
en lo que Chloe había dicho. Si las cosas estaban bien, ¿por qué
cambiarlas? Eso obviamente estaba funcionando para ellos, y también
nos estaba funcionando a Simon y a mí. Hmmm. . .

***
Me puse de pie en el balcón mirando al mar, observando las
olas. Comenzando despacio, justo fuera de mi campo de visión en la
negra noche, cada una crecía lentamente desde abajo, hinchándose hasta
la cima y moviéndose implacablemente hacia la orilla. Finalmente se
alzaban, primero con espuma blanca alrededor de los bordes, luego
mientras caían sobre sí mismas, chocando contra las rocas y espumeando
a través de cada grieta y hendidura. Vi innumerables olas, siguiendo su
inevitable camino. Cada una comenzó de la misma manera; cada uno
terminó de la misma manera. Una y otra vez, inalterables por eones.
Las olas no podrían corregir su curso. No podrían simplemente decir
un día, ¡hey! creo que me dirigiré hacia el sur, hacia México, a ver qué
hay allí abajo. La única forma en que iban a ir a un lugar diferente a su
lugar de destino era si ocurría algún evento
importante. Huracán. Terremoto. El Niño. De lo contrario, se dirigían a
la orilla. Podrías configurar tu reloj según la
marea. Eventualmente. Inevitablemente. Pasaría.
Qué pensamientos tan profundos. Aunque era difícil sentarse junto
al mar y tener pensamientos superficiales, mi mente parecía ir siempre
hacia los pesados. A veces me sentía melancólica; ¿por qué?
-Nena, afuera esta helando, ¿no tienes frío?- Gritó Simon desde
adentro.
-No está tan mal, en realidad. El aire fresco se siente bien - le
devolví la llamada. Sus pasos se hicieron más fuertes cuando llegó a la
puerta y deslizó el vidrio…
-En serio, esta helado aquí.
-Entonces ven a calentarme- respondí, sacudiendo mi trasero
ligeramente. Sus brazos estaban enrollados alrededor de mi cintura en
cuestión de segundos. Él me empujó contra su pecho, con las manos
alrededor de mis caderas, mientras me acurrucaba contra él. -Esto se
siente bien.
-De acuerdo- dijo en mi cabello, acariciando mi cuello. -Entonces,
¿qué estás pensando?-
-Solo miraba las olas- le dije, deslizando mis manos sobre las suyas
y envolviéndolas más firmemente alrededor de mi cintura.
-Tú nunca miras las olas, Caroline. Estás pensando en algo.
-Solo miro las olas. Mira qué hermoso - le dije, mirando el horizonte
de izquierda a derecha. Las olas, la playa, las estrellas sin fin. . .
-Es hermoso- dijo de acuerdo. -Pero sé que estabas pensando en
algo. Suspirabas cada treinta segundos.
-¿Lo hacía?- Pregunté, sorprendida
-Por supuesto, por eso sé que hay algo en tu mente. Suspiras cuando
piensas, nena.
-¿Qué? Espera, ¿qué? -Pregunté de nuevo, volteándome en sus
brazos para mirarlo.
-¿Crees que después de todo este tiempo no puedo saber que algo te
ronda en la cabeza?- Preguntó, dejando caer un beso en mi nariz. -Así
que suéltalo ¿qué te hace suspirar en un balcón?-
Suspiré sin pensar, haciendo que un pliegue apareciera en su frente
mientras trataba no reír. Le miré la cara y rodé los ojos un poco.
-Está bien, sí -Suspiré. -Tal vez estaba pensando en algo.
-¿Te importaría compartirlo?- Preguntó, y aproveché la oportunidad
para presionar mi rostro en su pecho. -Oh? No quieres decírmelo?
-No, no, no es eso. No sé si estaba pensando en algo realmente, tenía
ideas muy vagas flotando, ni siquiera eran pensamientos aún. Eran como
un pensamiento adyacente.
-Realmente le estamos dando vueltas al asunto - Se rió entre
dientes. -Entonces comencemos con el pensamiento adyacente. ¿Qué pasa
nena?-
-¿Alguna vez has visto las olas y te has preguntado qué pasaría si
una ola quisiera ir en otra dirección?-
-He observado las olas, claro, pero no me he preguntado si las olas
tienen pensamientos inteligentes -Me miró más de cerca. -Pero ahora
tengo curiosidad. ¿Qué crees que están pensando estas olas?
-No son las olas en sí. Sólo. . . es la idea de que no tienen otra
opción. Ellas tienen su camino, y eso es todo. Todos los caminos conducen
a la playa.
-Qué destino tan horrible- bromeó, y lo golpeé.
-Preguntaste en que estaba pensando; estos son mis
pensamientos. No dije que tuvieran sentido; ellos no habían llegado a ese
punto lógico todavía - le dije, y él me abrazó más.
-Chica camisón, tus pensamientos tienen mucho sentido, teniendo
en cuenta la conversación en la cena de esta noche.
-¿Huh?-
-Vi el pánico en tu cara cuando pensabas que alguien te preguntaba
que cuándo nos casaríamos. Ahora estás aquí afuera preocupándote de
que las olas tomen diferentes decisiones. No es tan difícil de analizar. No
es que te acabo de conocer, ya lo sabes- Podía sentirlo sonreír contra mi
cuello, y si lo abracé más fuerte, sin darme cuenta.
-No tuve pánico; simplemente me sorprendió, es todo. Y luego
cuando me di cuenta que no era sobre mí, sobre nosotros. . . No lo sé, yo
solo. . . No estaba preparada para responder esa pregunta, supongo.
-¿Qué pasa si yo te lo preguntara?-
-Espera. . . ¿Qué? -Pregunté, levantando mi barbilla y mirándolo. A
la luz de la luna, sus ojos eran del azul más profundo y se fijaron
firmemente en mí. Estudiándome, buscando una reacción. -No me
estarás pidiendo que--
-No, no te estoy pidiendo matrimonio. . . Solo quiero preguntarte
cómo te sientes al respecto, en el sentido general. Sin pánico, por favor.
-No estoy en pánico. Estoy perfectamente tranquila - le respondí y
luego le mostré mi mejor tic facial.
-Eso es sexy, nena- dijo, y se rió.
-¿Me estás preguntando cómo me siento sobre el matrimonio en
general, o el matrimonio con alguien específico?-
-Ambos.
Me incliné para mirarlo, sus manos todavía estaban en mi cintura. -
Creo que el matrimonio en sentido general es algo a lo que estoy a
favor. Pero también creo que hay algo de cierto en el dicho 'si no está
roto, no lo arregles'. Parece estar funcionando para Chloe y Lucas. Por
otro lado, -dije, deslizando mis manos por sus brazos para unirlas detrás
de su cuello,- creo que el matrimonio con alguien específico en mente
también es algo a lo que estoy a favor, aunque dependería de quién sea
ese alguien, por supuesto. ¿Hay un candidato?
-Posiblemente- respondió, comenzando a acercarme lentamente
hacia su pecho. - Muy posiblemente.
-¿Es alto? ¿Inteligente? ¿Encantador? ¿Increíblemente guapo? -
Pregunté.
-Sí. Todas esas cosas - Asintió con la cabeza, parecía muy serio.
Reprimí una carcajada, levantándome de puntillas para besarlo
muy fuerte justo debajo de su oreja. -Le dices a mi novio potencial que si
él quiere mi respuesta real, tiene que hacerme la pregunta real. Hasta
entonces, todo esto es cháchara en un balcón. Y he tenido suficiente
charla por una noche.
-¿Qué tal sexo en un balcón?-
-Mira, eso me gusta más. Sonreí mientras sus manos se deslizaban
por mi espalda y alrededor de mi trasero, presionándome en sus
caderas. Cuando sus labios se encontraron con los míos, lentamente y sin
prisas, pensé en besar a este hombre específico por el resto de mi
vida. ¿Cómo podría existir algo mejor que esto? Simon y yo, a punto de
estar desnudos y calientes, ¿podría ser algo superior a esto?
Y luego tuve una visión de este momento sucediendo en algún
momento en el futuro, pero en lugar de que Simon se desabrochase la
camisa, estaba desatando mi corsé. Y en lugar de deslizar mis jeans
hacia abajo, estaba deslizando una liga azul de encaje por mi muslo. Y en
lugar de llamarme chica camisón mientras lamía un camino desde mi
ombligo hacia el sur, me llamaba esposa.
Si estaba sorprendido por lo agresiva que estaba con él en el balcón,
no lo dejó ver. Simplemente lo disfrutó. Dos veces. Tres veces. . .

***
- ¿Pero tres? En serio, ¿tres?
-¡Será divertido!-
-¡Será un caos! ¿Cómo vas a manejar tres cachorros, un recién
nacido y Neil?
-Estoy anidando. Estoy hormonal.
-Estás loca
-También es una posibilidad- admitió Sophia mientras estábamos
sentadas en la parte trasera del Rover en nuestro camino de regreso a
San Francisco. Simon y yo habíamos regresado al rancho de Chloe a
primera hora de la mañana para despedirnos de ella, de Lucas y los
cachorros, y recoger a Sophia y Neil. Regresarían en un mes más o
menos, cuando los cachorros tuvieran la edad suficiente para dejar a su
madre y comenzar su nueva vida en la ciudad.
A pesar de que yo adoraba a los cachorros, pensé que esto se le
estaba saliendo de las manos. Pero, como a ella le gustaba decirme, a
veces estaba bien cerrar la jodida boca y dejar de darle tanta vuelta a
toda la mierda- y simplemente dejaré que ellos lo resuelvan. Pero aún
así le dije que estaba loca.
-Hablando de loca, intenté llamarte anoche para decirte que estaban
pasando Psycho .
-¿Cómo?- Pregunté inocentemente.
-Sí, te llamé como tres veces seguidas.
-Algo más estaba pasando, tres veces seguidas- le dije, hablando por
un lado de mi boca para que los chicos no escucharan.
-Bien- dijo ella, también por el lado de su boca, mientras me
deslizaba disimuladamente.
-Sí, toda esa charla de matrimonio durante la cena de anoche me dio
un poco de pánico, me hizo pensar demasiado. Terminó bien, sin
embargo. Creo que Simon podría estar en el tren del matrimonio.
-¿Eso crees? Olvida el tren del matrimonio y ven y súbete al tren de
lo obvio: te va a pedir que te cases con él - dijo, lo que me impulsó a
poner mi mano sobre su boca para callarla.
-¿Todo está bien allá atrás?- dijo Simon, mirándome por el espejo
retrovisor.
-Totalmente, ¿cómo va todo por allí?- Pregunté tímidamente.
-¡Increíble, Simon me está dejando manejar la radio!- Gritó Neil,
pareciendo Def Leppard a un nivel obsceno.
Que afortunadamente fue lo suficientemente fuerte como para
ahogar lo que Sophia estaba diciendo, pero fue incluso demasiado fuerte
para continuar la conversación. Entonces hicimos lo que hacen todas las
mujeres adultas. . . enviarnos mensajes de texto. . .

Dijiste muy alto esa mierda del matrimonio, preñada. . .

Ay por favor como si no es obvio

Obviamente no me puedes gritar que me propondrá matrimonio

Tú eras la que estaba comentando eso del tren


matrimonial. Yo solo puntualizaba el hecho de que tu hombre
eventualmente te hará su mujer. Duh!

Sí, hablamos de eso anoche. De una manera que nunca habíamos hecho
antes. Anoche fue la primera vez que no evadimos el tema, fuimos directo
al grano
¡Qué emoción!

Sí. Pero nadie tiene un anillo todavía, así que tranquilízate joder
Oh no te preocupes por eso, por supuesto que te pedirá
matrimonio. El te ama

Yo lo amo
De acuerdo, esto se está poniendo cursi

Probablemente deberíamos comenzar a hablar de nuevo; van a sospechar

Claro que no! Escucha como están cantando.


Lo están disfrutando, rockeando con esa mierda de los 80.
Están felices como almejas

Deberíamos empezar a hablar!

.
¿De que se supone que debemos hablar?

De cualquier cosa

Ok

-¿Sabían que están planeando expandir la boutique de vestidos de


novia de Vera Wang en Geary?-

Te odio. . .
CAPÍTULO TRES

El lunes por la mañana me encontraba arreglando las flores de mi


oficina como de costumbre. Rosas con los extremos teñidos de melocotón
y frambuesa. Reunidos en espiral en un jarrón de vidrio transparente,
rodeadas de hojas de hortensia verdes alrededor de los tallos. Situado en
el extremo izquierdo de mi escritorio de ébano, cubierto con pilas
ordenadas de carpetas manila codificadas por colores. Cada carpeta
representaba un hogar, una oficina o un espacio público diferente, y
contenía estimaciones de costos, proyecciones de valor, paletas, recortes y
muestras. Cada uno contaba la historia de un nuevo diseño, una nueva
vida que se respiraría en un espacio, ya sea existente o nuevo. Y hoy era
el día en que interrogaré a Jillian, que acaba de regresar de Ámsterdam.
Ella había comenzado un pequeño negocio de consultoría en
Ámsterdam, asumiendo un proyecto aquí y allá para sus nuevos amigos
en la nueva ciudad de Benjamin y ella, y parecía estar adaptándose bien
a una vida multinacional.
Pero ahora estaba de vuelta en la oficina central, y esperaba que se
le pusiera al corriente tan pronto como regresara. Aunque siempre
estaba en contacto a través de correos electrónicos y videoconferencias,
cuando regresaba a casa, quería hundir sus dientes en cada proyecto que
podía. Seguíamos encontrando el camino con esta nueva configuración,
pero nos estaba yendo muy bien.
Siempre era genial tenerla de vuelta en la oficina; nunca se sentía
igual si no se escuchaba el clic de sus tacones. Lo cual podía oír ahora
subir las escaleras, junto con un coro de bienvenida y cómo estas del resto
del personal.
Salí de mi oficina justo cuando ella dobló la última curva. Vestido
negro sin mangas, botas de cuero de camello hasta la rodilla con un tacón
increíblemente alto, cabello recogido en su exclusivo moño; ella estaba
intacta, hermosa, y parecía bien descansada. Y emocionada de estar de
vuelta.
-¡Niña! ¡Ven aquí! -Chilló, dejando su bolso de Chanel y
envolviéndome en un perfumado abrazo.
-¡Estoy tan feliz de verte!- Respondí, dejándome caer en su abrazo.
-Tengo regalos- dijo, guiándome por el pasillo hacia su oficina, la
cual se limpiaba semanalmente durante sus ausencias, por lo que nunca
olía a moho o a espacio sin usar. No podríamos permitir eso.
-No tienes que traerme regalos cada vez que vuelves a casa, ya
sabes- le dije mientras sacaba algunas cajas de su bolso.
-Cállate, y abre esto- me indicó, colocando una caja rosa frente a mí,
luego giró hacia su juego de té en la esquina. -Tenemos…?
-El agua caliente está allí; la acabo de traerla yo misma hace unos
minutos. -Sabía que lo primero que haría a su llegada sería tomar una
taza de té.
-Eres la mejor.
-Eso he oído. Mierda, ¿de dónde sacaste esto? -Exclamé, sosteniendo
un par de pendientes. Colocado en níquel cepillado, había cuentas en
tonos de rosa, melocotón, salmón, coral, fucsia; todos los colores de mi
paleta favorita.
-Los vi en una pequeña tienda en Roma y no pude resistir. Le dije a
Benjamin “esos son los colores de Caroline” e insistió en que los
teníamos que comprar.
-Benjamin siempre ha sido muy dulce conmigo- bromeé,
refiriéndome al constante estado de sonrojo en el que siempre estaba
cuando él estaba cerca. Aunque no era solo yo; Sophia y Mimi compartían
mi enamoramiento con el marido de Jillian.
-Solo póntelas y deja de imaginar las diferentes formas en que
puedes agradecerle - Ella se rió, con los ojos brillantes. -Vi todas las
carpetas en tu escritorio. ¿Quieres ponerme al día durante el almuerzo?
Y así como así, Jillian estaba de vuelta en la ciudad. Todo estaba
bien en el mundo. Pasamos la mayor parte de la tarde trabajando en la
mesa de la esquina de nuestro restaurante favorito en Chinatown,
quedando atrapadas por nuestro chisporroteante arroz y chismes de
oficina. No fue mucho lo que escapó de los oídos de Jillian, incluso
estando al otro lado del océano. Pero todavía había algún chisme para
contarle, y mientras charlábamos, me relajaba más y más.
-Entonces cuéntame sobre la boda- me preguntó, después de haber
cubierto todo lo relacionado con la oficina.
Hice una pausa, con los palillos en la mitad de mi boca. -¿la que?
-¡La boda! Mimi y Ryan! -
Palpé, mastiqué y asentí. -Oh seguro, claro, esa boda.
-Me sentí mal por perdérmela pero estábamos tan ocupados con la
casa en Ámsterdam que no nos fue posible regresar- dijo, agitando su
salsa de mostaza. -Pero apuesto a que fue perfecto, ¿no? ¿Temporizada al
milisegundo?
-¿Qué es más pequeño que un milisegundo?- Bufé, cavando de nuevo
en el fondo de mi taza. Mi pulso estaba acelerado. ¿Qué carajo me estaba
pasando con esto?
-Me lo imagino. ¿Se las arregló durante todo el día, o se soltó y lo
disfrutó?
-Ella disfrutó totalmente. De hecho, tuvo un gran día, a pesar de que
tuvo un gran problema con el vestido en el último minuto.
-Oh no, ¿qué pasó?- Jillian sorbió sus fideos.
-Sophia ha tenido terribles náuseas matutinas, en realidad, estaba
enferma en la mañana, tarde, noche y madrugada, la cosa es que se
vomitó de repente sobre el vestido de novia de Mimi.
-Estás de broma.
-¡Ojalá! Pero ya conoces a Mimi; tenía un segundo vestido listo para
usar durante su recepción, así que solo lo usó para ambos.
-Hubiera muerto- Jillian gimió.
-¡Alguien más lo hubiera hecho! Pero ella asumió que si las
celebridades tienen más de un vestido de novia, entonces ella también
debería hacerlo. Me reí, recordando. -En realidad, estaba más molesta
por los zapatos, no había planeado un par de respaldo para ellos.
-Ay Dios, Sophia no . . .
-¡Sophia lo hizo! Un poco de maíz volador aterrizó en sus Jimmy
Choos. Mimi quería matar a Sophia. Hasta que Ryan vino a
verla; entonces todo se desvaneció.
Jillian me lanzó una mirada de sorpresa. -Espera, ¿Ryan fue a
verla? ¿Antes de la boda? Pensé que Mimi era demasiado supersticiosa.
-Oh, y lo es. Ella se escondió detrás de la puerta para que él no la
viera. Pero entonces, oh Dios mío, Jillian, fue la cosa más dulce. Ryan
dijo algo sobre que no podía esperar mucho para casarse con ella, y cómo
no podía esperar para llamarla su esposa, y luego fue así. . . ¿Qué
importan los zapatos?
-Aww. Jillian suspiró.
-Sí, gracias a Dios que decidió que estaba bien ir descalza. O sabes
que mi culo habría estado corriendo por toda la ciudad tratando de
encontrarle unos zapatos nuevos- Me reí entre dientes.
-Ella lo consiguió- dijo Jillian, con los ojos cada vez más suaves.
-¿Ella consiguió qué?- Le pregunté.
-Se dio cuenta de que no se trataba de la boda; sino sobre el
matrimonio. Ella. Él. Juntos. Se casó descalza porque lo único que le
importaba era él. Ese hombre. Y unos zapatos no iban a evitar que eso
sucediera.
-Sí, parecía un poco Zen después de eso- le dije, recordando la
expresión de su rostro. -También un poco cachonda.
-Lo puedo imaginar- respondió con una mirada soñadora en su
rostro.
-Oficialmente, debería decir eww. Pero se trata de Benjamin, así que
por favor se libre con los detalles
-Cállate. ¿Cómo están las cosas contigo y Simon?
-Hola, cambiadora de temas, -dije, negando con la cabeza.
-Hola, desviación, ¿cómo están las cosas?- Preguntó otra vez,
tratando de coger una zanahoria de su plato.
-No me estoy desviando; las cosas están bien. Muy bien - Sonreí,
pensando en el sexo en el balcón. Y cuando volvimos a nuestra casa
anoche, sexo en el pasillo. Y esta mañana en la ducha sexo. Y-
-Por la expresión de tu cara, y por la forma en que estás chupando
ese rollo de huevo, puedo decir que las cosas están muy bien- dijo,
frunciendo los labios.
-Oye, tú preguntaste.
-Lo hice. Entonces, amigos que se casan, amigos que tienen bebés,
¿te están sonando las alarmas? - Preguntó.
Apunté mi palillo hacia ella -¿Tengo un letrero en mi espalda que
diga Me Tengo que Casar? ¿Por qué todos me preguntan eso ahora? -
-¿De verdad? ¿Todos te preguntan eso? - Repitió, ahora ella me
señalaba con su palillo
-Ok, no todo el mundo. Pero se siente como que si ese es el tema del
momento. En serio, está en el aire. Está en el agua. Puede ser que esté en
este palillo.
-Es este momento: tus amigos se están moviendo a una fase
diferente de sus vidas. Cuando mis amigos se casaban y formaban su
familia, estaba demasiada ocupada para salir con alguien. Toda mi vida
fue Jillian Designs. En cada boda a la que asistía para una de mis
amigas, todo el mundo me preguntaba con quién salía, y cuándo iba a
pensar en casarme. Es como que si fuera la regla, todos tenemos que
hacerlo - Bebió un sorbo de té, luego se encogió de hombros. -Lo siento, no
quise empujarte hacia ese acantilado.
-No lo hiciste. Creo que me estoy dando cuenta que últimamente las
cosas están cambiando. Quiero decir, a veces todos somos ridículos e
infantiles, así que ahora es duro imaginar que Sophia y Neil estarán a
cargo de una persona. Una pequeñita, pero persona al fin- Apoyé la
cabeza en mis manos, teniendo dificultades para expresar mi punto –
Supongo que es raro que todos crezcan.
-Oye. Crecer y ser un adulto son dos cosas muy diferentes. No puedo
ver a Neil siendo un verdadero adulto. Y está en las noticias, por el amor
de Dios - dijo Jillian, riendo.
-¿Estás contenta de haber dedicado todo tu tiempo a lo que hacías?
-¿Qué quieres decir?-
-En aquel entonces estabas levantando tu negocio. Si pudieras
regresar en el tiempo y hacer todo de la misma manera, ¿hubieras
querido casarte antes? -
-Depende.
-¿De qué?
-Si hubiera conocido a Benjamin antes. Nunca quise casarme hasta
que lo conocí. Y esperamos mucho para casarnos. Pero sabía que
sucedería. Porque él era mi hombre. Y afortunadamente, fui lo
suficientemente inteligente como para esperar por él. -Ella me sonrió con
una mirada cómplice. -¿No crees que Simon sea tu chico?-
La sonrisa que se extendió por mi rostro fue instantánea. -
Oh. Simon es ciertamente mi chico .
-Entonces relájate. Disfrútalo. Preocúpense por ustedes dos, y dejen
que sus amigos hagan lo suyo. El matrimonio es diferente para cada
persona, y no todos lo necesitan. Algunas personas quieren el pedazo de
de papel, otras no lo necesitan. ¿Quién puede saber cuál es la elección
correcta? Yo no, eso es jodidamente seguro .
Terminó su té y le hizo una seña al camarero. -Ahora, si quieres
preguntarme cuál es la opción correcta para la nueva sala de cine de la
sucursal de Peggy Wimple estaría encantada de responderte. Porque te
equivocaste, pequeña señorita protegida - Ella se echó a reír, tomando
una pestaña de un proyecto que de hecho acababa de ordenar para dicha
sucursal. -Déjame mostrarte por qué soy Jillian en Jillian Designs.
Y ella procedió a hacer precisamente eso. Y cuando terminó, no tuve
más remedio que estar de acuerdo con ella.

***
De vuelta a casa, algunas noches después.

-Nena, ¿a dónde fueron todos los pequeños lápices de golf?-


-Nadie ha dicho esa frase jamás, Simon.
-¿Sabes, los pequeños lápices que vienen con Scattergories? ¿Dónde
están?
--Ah ok, creo que Mimi los rompió todos la última noche de juego. Ya
sabes lo mal perdedora que es.
Habíamos invitado a todos a casa para la noche de juegos, ya que
Jillian y Benjamin estaban en la ciudad. Sabíamos que sería difícil
planificar esto una vez llegara el bebé, por lo que queríamos reunirnos
mientras aún se podía..
-¿Por qué siempre somos los anfitriones?- Preguntó Simon,
asomando la cabeza por la puerta del baño, donde yo estaba tratando de
arreglarme.
-Porque ahora tenemos la casa más grande, apta para el
entretenimiento -dije, aplicando mi máscara.
-Te ves como un pez.
-¿Huh?-
-Cuando te pones la máscara. Cada vez que te echas esa cosa abres
la boca y te ves como un pez esperando la carnada, ¿Por qué haces eso?-
-Es la única manera de ponérselo.
-¿Pero por qué?-
-Nadie lo sabe, Simon; es lo que haces cuando te pones la máscara.
- ¿Es algo así como una regla? -
-Deja de hablarme mientras me veo como jodido un pez y déjame
ponerme bonita, por Dios- grazné, y desapareció. Seguí maquillándome y
traté de aplicar mi máscara de pestañas con la boca cerrada, pero
simplemente era imposible. Estaba buscando mi brillo labial cuando su
cabeza apareció de nuevo por la puerta.
-Por cierto, hemos sido invitados a Filadelfia.
-¿Dónde viven los cheesesteaks? Sea lo que sea, ¡decimos que sí!
-¿Sí a los cheesesteaks, o sí a la invitación?-
-No bromeaba para nada cuando dije a lo que fuera. Pero ahora que
lo mencionas, ¿a qué exactamente estamos invitados? –Dije esperando
que no notara que había empezado a babear.
-Trevor, mi viejo amigo de la escuela secundaria, recuerdas a su
esposa, Megan, ¿verdad?
-¿Estás bromeando, verdad?-
-Ok- Dijo, entrecerrando los ojos de manera curiosa.
-Megan me consiguió el artículo más importante que hay en toda
esta casa.
-¿Te consiguió ese vibrador nuevo?-
-Jesús. . .
-Oh, el libro de cocina, cierto- dijo, recordando.
Megan solía trabajar para Food Network, y pudo asegurarme una
copia firmada del libro de cocina Barefoot Contessa, de Ina
Garten. Autografiado por cierto; poniendo eso de Mis mejores deseos, Ina-
Realmente decía:
Para Caroline -
Mis mejores deseos,
Ina

Adelante y muérete de celos.


Simon, por otro lado, no lo hará.
-Está bien, entonces te acuerdas de Megan.
-¿Qué si me acuerdo de ella? ¿No escuchaste nada?
-Ya entendí, cariño. ¿Tienes curiosidad por escuchar lo que están
planeando, o necesitas algún tiempo para seguir soñando con Ina y su
cocina?
-Y yo en su cocina. Si vas a entrar en mi sueño, tienes que configurar
la escena correctamente. Estoy allí con Ina, en su cocina en los
Hamptons, y estamos cocinando algo maravilloso para ti y su esposo,
Jeffrey. Algo con pollo, que ella me enseñará a tallar a la perfección. Y
zanahorias rostizadas, que pronunciará con ese sutil acento neoyorquino.
-A veces me preocupas- dijo Simon, poniendo su mano en mi frente.
-Estoy perfectamente bien. No te preocupes por mí, continuaré mi
fantasía más tarde. Entonces, ¿qué pasa en Filadelfia?
-Oh, volvemos a mi historia ahora- me preguntó, y me incliné y lo
besé para disculparme.
-Lo siento, cariño, cuéntame todo sobre Trevor y su maravillosa
esposa- le dije. Estaba jugando con él, pero en realidad me gustaban los
dos. Volvimos a la ciudad natal de Simon para su décima reunión de la
escuela secundaria el año pasado, y fue recibido como un héroe
conquistador. No había regresado desde que se graduó de la escuela
secundaria, no mucho después de que sus dos padres murieran en un
accidente automovilístico. Nadie lo había visto desde entonces, y aunque
inicialmente estaba nervioso por cómo sería recibido, rápidamente se
convenció de que todo el mundo estaba emocionado de que hubiera
regresado. En la escuela secundaria había sido el rey del regreso a casa y
todo lo que se suponía que viene con eso. En la escuela secundaria, Simon
era un gran hombre en el campus. Había tenido su propio grupo, que yo
llamaba los apóstoles (sus viejos amigos Matthew, Mark, Luke y John),
encabezado por su viejo mejor amigo, Trevor. Nosotros pasamos gran
parte de la velada con él y su nueva esposa, Megan, que estaba
embarazada de su primer hijo.
-¿Cómo están disfrutando de su nueva vida con un bebé?-
-Suficiente para estar embarazada otra vez- dijo Simon, y dejé caer
mi brillo de labios.
-¿Qué diablos está en el agua en estos días? Me voy a cambiar al
vodka definitivamente.
-Voto a favor de eso, el vodka te vuelve loca y cachonda. Y
aventurera. Si sigues una dieta a base vodka, estoy bastante seguro de
que puedo convencerte de que pruebes algo que nunca me dejas hacer
-Ni con todo el vodka del mundo te meterás ahí, así que olvídalo,
Simon- le dije, mordiéndolo con mi boca llena de brillo labial mientras
hacía un puchero. -Así que, Megan está embarazada otra vez,
guau. Dales mis felicitaciones.
-Eso es lo que comenzó todo esto. Nos invitaron a bautizar al bebé
número uno y a celebrar el bebé número dos. Es el próximo mes; ¿Crees
que puedes tomar un tiempo libre?
-¿Para los cheesesteaks? Quiero decir para un bautizo? Sí, sí,
definitivamente deberíamos ir -Intenté ponerme más brillo de labios
cuando sonó el timbre. -Genial, alguien llega temprano. Ve y saca
algunos lápices de colores de mi bolso.
-¿Para qué?-
-Scattergories.
-¡Cierto!- Exclamó, y luego desapareció.
Sola por un momento, finalmente apliqué mi brillo labial y me
permití pensar en Megan y Trevor. Dos niños, en pocos años. Antes de
casarse, Megan había estado en Food Network, trabajando en lo que en
muchos aspectos era un trabajo de ensueño. Pero su sueño era tener una
familia, y ella hizo que eso sucediera. Y en lugar de diseñar quesos
artesanales y hacer bocanadas de crema, estaba limpiando saliva y
pisando los cascabeles de bebé.

Tuve una súbita imagen de Simon pisando un cascabel de bebé que


Clive había robado para jugar con él, y luego había dejado tirado en
camino, y me reí entre dientes. Bebés, bebés por todas partes, y no hay
vodka. Terminé con mi brillo de labios, cerré la tapa con un clic y respiré
profundamente. Ahuyenté esos pensamientos y empecé a fantasear con
cheesesteacks, hasta que Simon me interrumpió gritando: -¡Los idiotas
están aquí!
Hmmm, podría ser cualquiera, conocíamos muchos idiotas. Es hora
de patear a un idiota en Scattergories. . .

Como es habitual, la noche de juegos terminó en derramamiento de


sangre. Las chicas cayeron y cayeron con fuerza. Sé exactamente cómo
suena eso. Pero es verdad. Nos dieron una paliza en Scattergories. Y
Pictionary. Y Apples to Apples. Al final, los muchachos ganaron en
grande. Pero una vez que todos se habían ido, y mi falda estaba alrededor
de mis oídos cuando Simon cobraba su victoria. . .ejem. . . todo estaba
bien en el mundo.
CAPÍTULO CUATRO

La siguiente transmisión se emitió originalmente en KNTV, filial


local de la NBC de San Francisco. . .

-Hola todos, Neil llega a ustedes en vivo desde Levi's Stadium,


donde los 49ers se están enfrentando a los Seahawks de Seattle, sus
rivales más duros en la NFC Oeste. Estaremos con ustedes jugada a
jugada, ya que estos dos equipos de gran potencia lo tienen en la
parrilla. Pero antes de que los equipos salgan al campo, hay otra
rivalidad en juego, una igual ferozmente competitiva que cualquier
cosa dentro del estadio. ¿Salchichas o emparedado? ¿Salchichas o
mocos? Vamos a dejar que los fanáticos decidan, mientras
degustamos lo mejor de la cocina.
-Ahora aquí tenemos a Marcus O'Reilly, nativo del Área de la Bahía,
y un incondicional partidario del perro caliente. Él dice que no hay
nada como un buen perro caliente en un partido de fútbol, ¿no es así,
Marcus?
-Oh, seguro que sí, Neil. Un perro caliente sacará de juego un
emparedado cualquier día de la semana .
-Sabias palabras, Marcus. Voy a dar un gran mordisco a esa
salchicha en un momento. Ahora aquí tenemos a Angus
Wheelwright, entusiasta de los emparedados y, según entiendo, un
campeón amateur de kickboxing, ¿no es así?
-Así es. Neil. Y estoy aquí para decir que mi empraredado puede
patear el trasero de un perro caliente en cualquier lugar y en
cualquier momento. ¡Toma eso, chico del perro caliente! -
-Whoa, whoa, amigos, mantengamos la basura fuera del campo,
¿ok? Estamos aquí para disfrutar de deliciosas salchichas antes del
gran juego y. . . Lo siento, ¿qué es eso? Me disculpo, caballeros, estoy
recibiendo noticias de última hora en mis auriculares. . . un bebé y
u. . . .una camioneta de reparto . . ¿reparto? Algún tipo de
trabajo . . ¿trabajo? ¿No deberíamos regresar al estudio para esta
historia? Espera un minuto, ¿quién está en trabajo de parto? Sophia,
espera, mi Sophia? Estoy en camino, ¡estoy en camino! ¡John! ¡Dame
las llaves de la furgoneta! Dame las llaves para que pueda...

El audio se elimina en este punto, ya que la toma se amplía para


incluir a dos entusiastas de la salchicha confundidos, tres tipos confusos
del equipo de noticias, y una legión de entusiastas fanáticos ansiosos por
estar en la televisión, todos observando cómo la furgoneta de la KNTV se
aleja hacia la rampa de entrada, conducido por un comentarista
deportivo en pánico. La última imagen que podemos ver antes de que se
pierda la señal es cuando el presentador de noticias les grita a los
conductores por la ventana -quítense, es una emergencia de bebé! Quítense
del camino, por el amor de Dios- y –Voy a tener un bebé! Waahooooooo! -

-¿Estás viendo eso de nuevo?-


-No puedo parar. Literalmente no puedo parar. Es fantástico .
-Es bastante bueno. ¿Qué tan popular es? - Preguntó Simon.
-Hmm, parece. . . ¡Jesucristo, hay más de treinta mil vistas! -
Actualicé la página y vi que subía de nuevo.
Neil descubrió mientras estaba en el aire que Sophia había entrado
en labor de parto y se había convertido en oro de YouTube en horas. Fue
publicado a los pocos minutos de su transmisión aquí en el Área de la
Bahía, y era de lo único que hablaban todos los habitantes de la
ciudad. Sophia nos había enviado un mensaje de texto a Mimi y a mí, así
que ya estábamos camino al hospital cuando ocurrió el incidente en el
aire.
Incapaz de comunicarse con Neil, Sophia contactó a su productor,
quien imprudentemente comenzó a hablarle al oído durante su
transmisión. Incapaz de realizar múltiples tareas, Neil solía recibir muy
pocos comentarios durante sus segmentos en vivo, ya que tenía
problemas para concentrarse cuando el -hombrecillo en la cabina- se
convertía en el -hombrecillo en mi oído. Pero sabiendo que iba a ser papá,
se arriesgaron y se lo dijeron.
Y el mundo ahora puede ver lo que sucedió. El secuestro de la
furgoneta de la cadena en medio del debate entre el perro caliente y el
empraredado se había convertido en oro de la
comedia. Afortunadamente, era tan querido por los espectadores que la
estación se vio inundada de correos electrónicos y llamadas que deseaban
suerte a Neil y Sophia en su entrega especial.
Mientras tanto, estaba en la sala de espera del hospital con Simon,
Mimi y Ryan. Y no podía dejar de mirar el video.
-Es como una estrella de Internet ahora- dije efusivamente,
refrescando la página una vez más. -Y tenemos treinta y cinco mil vistas
vista. ¡Esto es de locos!-
-¿Cuántas de esas vinieron de nosotros?- Preguntó Ryan, mirándolo
en su teléfono.
-Al menos cien- respondió Mimi, mirándolo en su iPad.
Simon se sentó a mi lado, se puso de pie, caminó hacia la estación de
enfermeras, examinó el pasillo donde estaban nuestros amigos y luego
volvió a sentarse.
-Relájate, cariño, sabremos algo en su momento- le dije.
-Lo sé, lo sé- dijo Simon, luego miró hacia la estación de enfermeras
de nuevo. -¿Qué tanto se adelantó ella?-
-Solo una semana, todo está bien- le respondí, tomé su mano y la
sostuve en mi regazo.
-Oh lo sé, lo sé- dijo de nuevo, apretando mi mano. -Voy a tomar un
café, ¿quieres algo?-
-Estoy bien, cariño, anda. Ve con Ryan .
Él asintió con la cabeza, me apretó la mano una vez más, luego él y
Ryan se dirigieron a la cafetería. Mimi vino y se sentó frente a mí y se
apoyó en mis piernas.
-Juega con mi cabello- ordenó, sacando su cola de caballo y
sacudiéndola. Pasé mis dedos a través de él, separándolo en mechones. A
ella le encantaba trenzarse el pelo. -Simon parece preocupado.
-Creo que cada vez que alguien está en el hospital se pone un poco
nervioso. Ni siquiera creo que él se dé cuenta, -respondí, manteniendo mi
vista en la puerta por donde acababan de salir. -Estará bien en cuanto
sepamos cómo está mamá.
-Es muy loco. Quiero decir, esta mañana, Sophia solo era
Sophia. Pero esta noche? Ella será la madre de alguien .
-Puede que ya lo sea.
-Mierda, tienes razón- dijo Mimi, cruzando las piernas y sentándose
más derecha. -Siempre pensé que sería la primera en tener niños.
-Nosotros también. Me reí entre dientes, moviendo su cabello por
debajo y sobre mis dedos, tejiéndolo en una trenza.
-Estamos intentando, ¿te conté eso?-
-¡Mierda, no! ¿Cuándo comenzaron?
-Prácticamente después de la luna de miel, dejé de tomar la
píldora. Pensamos que esperaríamos al principio, pero hablamos sobre
eso y ambos queremos una familia de inmediato. Así que qué
demonios. Hagámoslo. Se volvió para mirarme por encima del hombro. -Y
créeme, lo estamos haciendo.
-Niña!- le dije, tirando de sus nuevas coletas.
-No quería decir nada hasta después de que ella tuviera el bebé, ya
sabes. No quería robarle su momento.
-No creo que puedas robarle su momento cuando todavía no estás
embarazada.
-Es cierto- respondió, y luego se giró cuando los chicos regresaron.
-¿Alguna noticia todavía?- Preguntó Ryan, llevando una bandeja de
cafés. -Agarramos unos extra, solo en caso de que hayan cambiado de
opinión.
-Nada todavía- respondió Mimi, que se levantaba del suelo para
tomar un café. –Vamos a ver a los bebés detrás del cristal. Ella se lo llevó
de la mano mientras le entregaba la bandeja a Simon.
-¿Cómo estás?- Le pregunté mientras me daba un café y se sentaba
en la silla junto a la mía.
-¿Yo? Estoy bien, ¿por qué? - Respondió. Miré deliberadamente su
pierna, que rebotaba nerviosamente. -Eh, un poco nervioso, supongo.
-Lo sé. Suspiré y apoyé mi cabeza en su hombro. Nos sentamos en
silencio por un momento, tan silenciosos como la sala de espera de un
hospital.
-Odio los hospitales- dijo, y yo asentí con la cabeza contra él. -
Simplemente los odio. Incluso si es para recibir buenas noticias, como
este caso, odio estar en ellos.
-Me lo puedo imaginar- le susurré, y agarré mi brazo con el suyo. Él
no dijo nada más. Y no tenía que hacerlo. Me senté a su lado y mantuve
mi cabeza en su hombro. Unos minutos más tarde, Mimi y Ryan
volvieron a entrar. Y unos minutos después, Neil llegó caminando por la
esquina de la estación de la enfermera, usando bata de hospital y una
enorme sonrisa
-¿Quieren venir a conocer a mi hija?-
Mary Jane: 6.2 libras, 19¼ pulgadas de largo. Diminuta y rosada
con diez perfectos dedos. Y una voz gigante. No nos quedamos mucho
tiempo, ya que para entonces ambos grupos de abuelos estaban
extasiados. Pero nos quedamos el tiempo suficiente para ver a Sophia y
al bebé. Cada uno de nosotros tenía que turnarse para abrazarla; cada
uno tenía que turnarse para abrazar a Neil, que era el Sr. Reparto. Hubo
muchos tipo, muchas felicitaciones y abrazos intercambiados. Y cuando
los cuatro de nosotros finalmente dejamos a los nuevos padres,
estábamos exhaustos. No tan agotados como Sophia, pero cansados de
todos modos.
Dimos las buenas noches, o buenos días en realidad, a Ryan y Mimi,
y cruzamos el puente hacia Sausalito. El cielo comenzaba a aclararse,
solo un gris apenas más claro que el resto del cielo. Simon estaba
bastante tranquilo, aunque había estado tan feliz en el hospital. Había
cargado a Mary Jane cada vez que podía. Era tan gentil y dulce, nervioso,
claro, pero dispuesto a intentarlo. ¿Mis ojos se humedecieron un poco? Oh
Dios mío, sí. Simon? ¿Sosteniendo una niña? Era como si una bomba de
ternura hubiera explotado dentro de mí. Aún así, él estaba en silencio
ahora. Pensativo.
Abrí la puerta primero, preparándome para deslizarme hacia mis
tobillos. Primero vino Norah, nuestra dulce calicó. Siempre la primera en
saludarme, ella trotó y rápidamente se puso sobre mis pies, rodando
hacia adelante y hacia atrás, encantada de que su gente estuviera en
casa. Solo unos segundos más tarde, llegó Ella, larga, delgada y hermosa.
Se dirigió directamente hacia Simon, como siempre. Ella era gata de un
solo hombre. Ella me toleraba, pero adoraba a Simon. Bajando las
escaleras de uno en uno llegó Dinah, maullando y chillando a todo
pulmón, pareciendo decir: -Hola, ¿dónde has estado? Hola hola, ¿por qué
te fuiste? Hola hola, ¿por qué alguien saldría de aquí?
-Hola, dulces chicas, ¿cómo han estado? ¿Nos extrañaron? - Arrullé,
recogiendo a Norah y Dinah, mientras Ella languidecía en los brazos de
Simón como si hubiera nacido para ser colocada allí. Y en el rellano, a la
vuelta de la esquina, se sentó Clive. Calmadamente lamiendo sus patas y
mirándonos a todos con un suave desinterés.
Cuando Clive escapó el año pasado, nos habíamos quedado
devastados. Estuvo perdido durante semanas, y aunque habíamos
continuado la búsqueda, con el tiempo tuve que admitir que las
posibilidades de que volviera eran cada vez más escasas. Hasta que una
noche, cuando nos sorprendió a ambos, simplemente bailando el vals en
el patio trasero y regresando a nuestras vidas. Y él no estaba solo. No
señor, mi hijo había estado ocupado con la mitad de la ciudad. No trajo a
casa una novia, sino tres. Y por ridículo que pareciera en ese momento, la
adopción de tres gatos más en nuestra casa resultó ser una idea
maravillosa. Ahora Clive tenía su harén, y teníamos otras tres
personalidades para mantenernos entretenidos. Y entretenidos
estábamos, a diario.
-¿Tienes hambre? Puedo prepararte algo - le ofrecí mientras todos
nos dirigíamos a la cocina. Clive se arrastra ahora también, abriéndose
camino a través de mis tobillos a modo de saludo.
-No lo creo- respondió Simon, mirando por la ventana de la bahía,
todavía sosteniendo a Ella.
-Está bien, voy corriendo a la ducha para un baño rápido antes de
acostarme.
-De acuerdo, cariño- dijo, y antes de subir, fui hacia él.
-Te amo- susurré, plantando un beso en su cuello.
-Te amo- respondió.
Lo dejé parado junto a la ventana, perdido en sus pensamientos,
cualesquiera que fuesen. En el tiempo que había estado con Simon, había
aprendido que a veces simplemente se cerraba en sí mismo, necesitaba
estar solo un momento o dos, cuando pasaba algo particularmente
emocional. Como lo de hoy. Él hablaría cuando estuviera listo.
Me arrastré por las escaleras, enderezando una pintura mientras
iba. Viviendo en el norte de California, es posible no sentir cada temblor,
pero yo estaba enderezando marcos constantemente. Cuando entré en
nuestra habitación, suspiré como siempre cuando la vi. Alfombras de
suave superficie sobre hermosos pisos de madera de tonos profundos,
charcos de lino colgando de las varillas sobre las ventanas que daban a la
bahía y, a lo lejos, San Francisco. Me quité los zapatos, la ropa y me
dirigí al baño, donde encendí la ducha de vapor y dejé que el vidrio
empezara a empañarse. Bostecé mientras me peinaba, tratando de sacar
la mayoría de los nudos antes de mojarlo. Puede que tenga que tomar el
día libre hoy y permanecer en la cama. Estaba fuera de combate. Pude
oír a Simon subir las escaleras, y lo llamé.
-Me estoy metiendo, cariño, si quieres unirte a mí. Ya sabes, solo por
la conservación. No hay ningún motivo oculto en absoluto- Me reí
silenciosamente mientras oía acelerar sus pasos, y me deslicé antes de
que llegara al baño. Me puse de pie bajo el rocío, con los ojos cerrados,
dejando que el agua caliente cayera sobre mis cansados músculos. Lo
escuché entrar a la habitación, escuché el sonido de sus zapatos caer,
escuché el sonido de la hebilla de su cinturón tintinear, escuché el
deslizamiento hacia abajo de su vaquero y luego golpeando el piso. Oí que
la puerta de la ducha se abría al otro lado del vapor y sonreí debajo del
rocío, alcé mis manos hacia mi cabello y arqueé hacia atrás de una
manera muy específica. Estaba cansada, claro. Pero nunca estaba
demasiado cansada para sus manos, su boca y todo lo demás que tenía
para ofrecer. Entonces me arqueé. Y esperé. Y arqueé un poco más. Y
aún así, esperé. Me asomé por debajo del agua, y él estaba allí. Sus ojos
se derramaron sobre mi piel, su boca se puso. . . y ya va…
-¿Cariño?- Pregunté, inclinándome para envolver mis manos
alrededor de la parte posterior de su cuello, justo cuando sus manos se
deslizaban alrededor de mi cintura, sus dedos se clavaron en mi piel. -
¿Estás bien?-
El agua cayó sobre nosotros dos, mojando su piel, deslizándose
contra la mía mientras el vapor creaba una pequeña nube. La lluvia
desapareció, el mundo desapareció, y en medio de ese mundo fuimos solo
estábamos mi Simon y yo. Sus labios se separaron, un chorro de agua
cayó humedeciendo sus labios y haciéndolos irresistibles para los
míos. Pero antes de que pudiera acercar mi boca a la suya, habló.
-Cásate conmigo.
Una declaración. No es una pregunta. Dijo de nuevo.
-Cásate. Conmigo -Sus ojos se clavaron en los míos.
Respiré, mis oídos resonaban. Mi pulso se aceleró, mi corazón se
aceleró, estaba tratando de recordar exactamente lo que significaba
respirar. Estaba mojada, y estaba jadeando.
-Te quiero. Quiero eso, lo que ellos tenían hoy. Lo quiero todo, y lo
quiero contigo. Te quiero, quiero que seas mi esposa. Tengo un anillo, te
lo daré ahora si dices que sí -Con cada palabra, sus manos se apretaron
en mis caderas, desesperadas, locas, anhelantes. -Tenía todo esto
planeado, mucho más delicado y romántico y todo lo que mereces. Pero
mi cabeza ha estado dando vueltas desde ayer, cuando vi a mi mejor
amigo robar una camioneta para ir a reunirse con su nueva familia. Y
todo lo que quiero, todo lo que siempre he querido, es exactamente
eso. Exactamente tú. Y cuando subí esas escaleras, y oí que la ducha
continuaba, y supe que estabas aquí desnuda y mojada y esperándome,
sabía que no podía esperar otro día, otra hora, otro minuto, sin pedirte
que seas mi esposa. Así que… Cásate. Conmigo.
Él se arrodilló. Wow, se arrodilló en el piso de la ducha, donde se
había arrodillado innumerables veces antes. . . ejem. . . tomó mi mano, y
repitió esas palabras nuevamente. Finalmente, con un signo de
interrogación al final.
-¿Te casarías conmigo?-
Y en ese momento, me di cuenta de todas las preocupaciones, todos
los pensamientos sobre quién dice qué es lo correcto para una pareja, y si
es demasiado pronto, y cuándo es el momento adecuado, que si no estaba
roto, que si bla bla bla. A la mierda todo. No se trataba de lo que era
correcto para otras parejas, se trataba de lo que era correcto para
nosotros. Simon y yo. Porque cuando un Wallbanger se arrodilla y te pide
que seas su esposa, no es algo en lo que necesites pensar demasiado
tiempo.
Algo curioso de que la propuesta se hiciera en la ducha. No se podía
decir cuál era el agua y cuáles eran las lágrimas.
Dije que sí, y luego me besó. Dije que sí, y luego él me tocó. Dije que
sí, y luego se deslizó dentro de mí. Dije que sí, sí, sí, y luego él me amó.
Algún tiempo después, él me llevó a nuestra cama, tomó un anillo de
su mesita de noche, y lo deslizó en el cuarto dedo de mi mano
izquierda. Era brillante, perfecto y hermoso, y se veía increíble cuando lo
agarraba por la espalda mientras me presionaba nuevamente.
-No puedo creerlo. . . me pediste. . . que me casara contigo. . . -Jadeé
mientras empujaba fuerte.
-Créelo, cariño- murmuró, haciéndonos rodar a los dos para que yo
quedara encima de él.
-No puedo creerlo. . . que afortunada. . . soy . . . -Jadeé una vez más,
agarrando mi ritmo.
-Incorrecto - Se sentó debajo de mí, penetrando más profundamente
en mi cuerpo. –Yo soy el afortunado- Di un grito ahogado, gimió, y mis
caderas se salieron de control.
-No puedo creerlo. . . tu vas a ser. . Simon. . . ¡Reynolds!. . .
¡Sí, me voy a casar!

Le hice a mi prometido huevos revueltos para el desayuno. ¿Puedes


creerlo? No la parte de huevos revueltos, aunque eran bastante
increíbles. Viejo truco de Batesfoot Contessa. Batir los huevos con unas
cucharadas de crema, luego verter suavemente en una sartén con
mantequilla, revolviendo ligeramente a fuego lento. Huevos perfectos,
todo el tiempo. À la Ina. El anillo brillante. El cojín de 2,5 quilates
cortado en una banda de platino. No pude dejar de mirarlo. Agregué un
poco de sal kosher a los huevos. Me maravillé de mi anillo en frente de la
caja de sal, notando lo agradable que se veía junto a la chica de la caja.
Agregué una o dos pizcas de pimienta recién molida. Miré cómo mi anillo
atrapó la luz e hizo pequeños arco iris en la encimera.
Abrí todos y cada uno de los gabinetes y cada cajón de esa cocina,
solo para ver cómo se veía mi anillo contra cada panel. Este era un
comportamiento normal, ¿verdad?
-No puedo dejar de mirar mi anillo- le confesé a Simon mientras
colocaba un plato frente a él junto con un vaso de jugo de naranja recién
exprimido. El jugo estaba recién exprimido porque quería ver cómo se
veía mi anillo mientras tenía las manos. . . en el exprimidor
-No puedo dejar de mirarlo tampoco- admitió, jalándome a su
regazo para un abrazo.
-Eso es dulce, cariño.
-Por supuesto, generalmente miro tus tetas, así que esta cosa del
anillo está cambiando todo.
-Eso es raro, cariño.
-¿Ya le dijiste a alguien?-
-Realmente no he tenido tiempo. He estado demasiado ocupada
follando con mi prometido desde que sucedió.
-Esa es literalmente la cosa más sexy que me has dicho alguna vez-
-¿En serio? ¿Qué tal la vez que te dije que lamieras mi dulce...?
Lo bueno de los huevos revueltos es que son muy fáciles de hacer
nuevamente cuando los primeros se enfrían.
Momentos después, mientras estábamos tumbados en la mesa de la
cocina, oímos el ruido de un plato al caer al suelo.
-Me debes ese plato- le dije.
-Me debes ese orgasmo.
Hubo otro ruido. -Oops. Perdón por eso - dije, para nada
arrepentida.
-Cuando rompí tu plato fue accidental, en un ataque de
pasión. Empujar los platos de la mesa a propósito no te llevarán a ningún
lado, Caroline.
-Lo dudo, Simon. Mira lo fantástico que se ve este anillo en mi mano
mientras sostiene tu polla.
-Jesucristo, mujer.

Momentos después . . .

-Te escuché por teléfono con Jillian antes. ¿Realmente no se lo


dijiste?
-No, le dije que me estaba tomando un día libre, pero no dije por qué.
- ¿Por qué te tomas un día libre?
-Para hacerte una mamada por debajo de la mesa de la cocina.
-Ya veo.
-¿Tienes un problema con esto?
-Es el mejor uso que se le puede dar a un día libre en el que puedo
pensar.
-De acuerdo. Ahora, vamos a hacerlo.
-¿Vas a ser tan mandona cuando estemos casados?-
-No tienes idea, Simon. No tienes idea.

Horas después. . .

-Estoy muy hambriento.


-Yo también. ¿Puedes controlarte a ti mismo?
-¿Yo? Tú eras la que estaba empujando los platos fuera de la mesa a
propósito.
- No comiences eso otra vez. Tomemos algo camino al hospital.
-¿Estás teniendo un ataque al corazón? Sé que la última ronda fue
bastante intensa. Gracias por ser tan flexible, por cierto.
-De nada, y no estoy teniendo un ataque al corazón. Le dije a Sophia
que pasaría hoy para ver cómo están ella y la pequeña.
-Así que tenemos que ponernos la ropa ahora, supongo.
-Si quieres pasar de la seguridad, debes hacerlo. Vamos, quiero
llamar a mi madre y contarle las buenas noticias.
-¿Qué hay de tu papá?-
-Tienes que llamarlo, y explicarle por qué no hablaste con él antes
de pedirme matrimonio.
-Mierda. Quiero decir, sí.

Llamamos a mis padres, que estaban en éxtasis. Mi


madre cambió inmediatamente a modo boda, haciéndome todo tipo de
preguntas sobre dónde y cuándo, si ya había pensado sobre los colores y
si quería que mi prima Bernice fuera mi dama de honor. Además me hizo
contarle cada detalle sobre cómo fue la propuesta de matrimonio. Dejé a
un lado el detalle de que estábamos desnudos en ese momento; esa parte
es solo para mí. Conocía a chicas que habían le habían propuesto
matrimonio en un carruaje tirado por caballos, en la playa, en la parte
superior de la Torre Eiffel, incluso en el BART. Pero no conocía a nadie
que haya pasado por este momento estando desnudo. Oh, claro, después
asumí que la mayoría estaban desnudos. Pero durante este momento
mantendría esa parte para mí.
Finalmente nos vestimos, nos montamos en el automóvil y
regresamos a la ciudad después de detenernos para comer hamburguesas
con queso y batidos. ¿Mostré mi anillo a cada persona que trabaja en el
local? Puedes aportar que sí. Aquí estamos mi anillo y yo mordiendo una
hamburguesa; aquí estoy mi anillo y yo bebiendo un batido. Incluso
Simon recreó el momento deslizando un anillo de cebolla en mi dedo.
Para alguien que originalmente había cuestionado la idea de casarse,
estaba segura de que algo brillante me había hecho cambiar de opinión.
Cuando llegamos al hospital, giré el anillo, colocando al diamante
hacia abajo. No quería que Sophia lo viera todavía. Sabía lo que Mimi
estaba diciendo sobre robarse el momento. Sabía que ella estaría feliz por
mí, pero esto todavía era sobre la pequeña Mary Jane, y quería
asegurarme de que la viéramos primero.
Tocamos la puerta, y Sophia nos dio permiso para entrar. Sentada
en su cama, con el maquillaje impecable y el pelo brillante, estaba
comiendo pollo frito mientras Neil estaba tendido en el sofá, sosteniendo
a Mary Jane cerca de su pecho.
-¡Hola!- Gritó Sophia, haciendo una pausa en su frenesí de pollo por
un momento para saludar. -Lo siento, me muero de hambre y la comida
del hospital no era suficiente. Acabo de sacar a un bebé por mi cosita, y lo
único que quieren darme es gelatina. Joder, necesitaba comida de
verdad.
Cada pensamiento que había tenido sobre Sophia siendo suavizada
por la maternidad se fue directo por la ventana. Gracias a Dios.
Mary Jane dejó escapar el más mínimo gorgorito y cuatro pares de
ojos se fijaron en el bulto en los brazos de Neil. Sophia sonrió. De
acuerdo, si se había suavizado un poco.
-¿Cómo te sientes, mamá?- Le pregunté, acercándome a ella y
alisando su cabello hacia atrás. -Te ves fantástica.
-Lo estoy, realmente lo estoy. Sin embargo, debiste haberme visto
esta mañana, me veía horrible. Ahora sé por qué las Kardashians tienen
a un equipo de belleza después de cada parto; de lo contrario, te ves como
un zombi en cada fotografía con tu recién nacido.
-Te ves preciosa- insistió Neil. – Con o sin equipo de belleza- Sophia
sonrió de nuevo. Simon se había sentado al lado de Neil en el sofá, y
estaba examinando el paquete rosa.
-Hermano, puedes sostenerla, solo tienes que preguntar- Neil infló
su pecho, haciendo que el bulto se levantara y se asomara.
-Creo que podría, solo por un minuto- respondió Simon, mirándome
rápidamente. Le devolví la sonrisa, agradecida de tener otra oportunidad
de ver a Simon sosteniendo un bebé. Hola, ovarios, me pregunto cuándo
se van a quedar quietos.
Sophia y yo vimos a los dos tipos pasarse a Mary Jane entre ellos
con toda la precisión de un equipo táctico de armas nucleares
desarmando una bomba atómica. Hice todo lo que pude para no reírme,
pero fue increíblemente dulce. -Entonces, ¿cómo te sientes realmente? -
Le pregunté a Sophia, una vez que se completó la transferencia.
-Como si acabara de sacar a un bebé de mi cosita- gimió, mordiendo
su pollo. -Me dolió jodidamente. Pero valió la pena. ¿Has visto lo hermosa
que es?
-Es demasiado bella- respondí. -¿Estás lista para más buenas
noticias?-
-Siempre- dijo con la boca llena de comida. Giré el anillo. Ella chilló,
mostrándome el pollo que tenía dentro y despertando a su hija.
-¡Soph! ¿Qué carajo? -Neil gritó cuando él y Simon se miraron el uno
al otro y luego a Mary Jane cuando ella comenzó a llorar.
-¡Déjame ver ese anillo!- Gritó Sophia.
-¿¿Por qué está llorando??- Preguntó Simon, lleno de pánico.
-¡Su madre la asustó!- Gritó Neil, también frenético.
-Calma todo el mundo- dije tratando de moverme hacia el sofá, pero
no pude hacerlo porque Sophia me tenía la mano agarrada. Esperaba que
sacara una lupa de joyero de su vestido.
-¿Cómo hacemos que deje de llorar?-
-¡Solo pasea con ella, Simon!-
-¡No sé cómo ponerme de pie con ella!
-¿Es esto dos puntos cinco quilates?
-¡Llama a la enfermera, no para de llorar!-
-Los bebés lloran, Neil.
-¡Que alguien nos ayude!-
-Ve a buscar a mi bebé de los policía de la Keystone, por favor.
-Oh, por el amor de Dios- dije, apartando mi mano y yendo hacia el
sofá. -Oye, pequeña señorita, todo está bien- dije calmadamente,
recogiendo con mucho cuidado a Mary Jane de los brazos de Simón y
abrazándola. -Shh, shh, está bien. No más gritos, lo prometo. Todo el
mundo sabe que tus padres están locos, ¿de acuerdo? Shh, shh. Se la
llevé a Sophia, quien comenzó a bajar la parte delantera de su vestido.
-Oh, yo, este. . . Debería salir, yo, eh. . . -Dijo Simon, levantándose
del sofá.
-Son solo tetas, Simon- lo regañó Sophia, sosteniendo a Mary Jane y
llevándosela a su pecho. Fue sorprendente lo natural que era todo. Aquí
estábamos, cuatro mejores amigos, uno de ellos tenía sus tetas afuera. Y
así serían las cosas ahora. Excepto por los ojos de Simon, que en ese
momento estaban mirando a todas partes, pero no hacia donde estaba la
acción.
Neil se acercó a la cama y finalmente vio lo que hizo que Sophia
gritara-Oye, ¿qué hay en tu dedo?- Preguntó, mirando mi anillo.
-¿Cómo se ve?- Bromeé, sosteniéndolo para que él lo viera. Miró
hacia abajo y hacia arriba, mi anillo y yo, y finalmente vio a Simon.
-¿Amigo?
-Amigo.
-¡Amigo!- Exclamó Neil, y levantó a Simon del sofá dándole un
abrazo de oso gigante. Todavía estaban en ello, cuando Mimi y Ryan
entraron en la habitación.
-Vinimos a ver a Mary Jane y traemos regalos. ¿Qué carajo está
pasando?- Preguntó Mimi, mirando la extraña escena.
-Pregúntale a la novia- dijo Sophia, señalando con la cabeza hacia
mí.
Resulta que estaba mal hacer un alboroto en la sala de
maternidad. Nos pidieron cortésmente que nos saliéramos de la
habitación.
Una vez más, me encontré en la sala de espera de un hospital con
Mimi, Ryan y Simon, aunque esta vez era una situación muy diferente a
la de la noche anterior.
-¡No puedo creer que estén comprometidos! Esto es perfecto. Me
estaba empezando a aburrir después de planificar mi boda. ¡No tenía
nada nuevo para planear! ¡Ahora puedo comenzar con la tuya! Primero lo
primero, ¿Ya tienes fecha y lugar? ¿Noche? ¿Tarde? ¿Lazo
negro? ¿Corbata blanca? Yo. . .
-Reduce la velocidad, mujer- le advertí, levantando mis manos para
detenerla-No tenemos nada planificado, esto no tiene ni un día de
nacido. No hemos planeado nada, y probablemente todavía no lo
hagamos, -dije tomando respirando profundamente -Seriamente. Calma.
-Calma. Te daré tu calma - dijo Mimi en voz baja, sacudiendo la
cabeza. -Bien, pero, ¿puedo preguntarle una cosa?-
-Una.
-¿Cuáles crees que serán tus colores?- y estalló, la excitación brotó
de ella en grandes oleadas.
-Ok. Voy a enviarte a casa de mi madre, y ustedes dos pueden
volverse locas juntas - le dije, riendo cuando vi lo feliz que se puso.
-¡Esa es la mejor idea de todas! ¡Oh, Caroline, esto va a ser
divertido! La llamaré esta noche, puedo ver lo que ella está
pensando. Oh, hay mucho que hacer, yo. . .
-Mimi. Cariño. Estaba bromeando. Solo disminuye la velocidad, ¿de
acuerdo? Déjame disfrutar mi compromiso sin todas estas cosas de la
boda, ¿de acuerdo?
Su rostro se derrumbó, pero no dijo nada. Por su parte, Ryan se
limitó a decir - amigo- un par de veces, Simon dijo - amigo- un par de
veces, y se dieron palmadas en la espalda. Dichosos ellos. . .
Al momento en que llegamos a casa esa noche, yo tenía trece correos
electrónicos de mi madre lleno de sugerencias sobre lugares en todo el
norte de California, y diecisiete correos electrónicos de Mimi con enlaces
a páginas de vestidos, zapatos, vestidos de damas de honor, y
pastelerías. Levanté la mirada de la pantalla cuando Simon se acercó
para masajear mis hombros.
-Ese es bonito- dijo, señalando un vestido en la pantalla.
-No puedo creerlo, Mimi y mi madre. Ya comenzaron, -dije,
sacudiendo la cabeza con incredulidad.
-¿A qué? ¿Hacerse cargo?- Preguntó, riendo entre dientes y cavando
con los pulgares y haciendo que mi cabeza se echara hacia atrás con un
gemido. Lo miré.
-Totalmente. Va a ser un espectáculo de mierda .
-¿Cómo puede una boda ser un espectáculo de mierda?-
-Te dejaría leer estos correos electrónicos, pero creo que soy incapaz
de mover la cabeza en este momento. ¿Sabes lo lindo que te vez así al
revés? -Murmuré, gimiendo una vez más mientras sus manos se movían
hacia abajo a lo largo de mis brazos, enganchando mis codos y
llevándolos para descansar sobre sus hombros.
-Tú me gustas al revés- murmuró de vuelta, inclinándose para
darme en mi frente un pequeño beso.
-¿Cómo se ve mi anillo al revés?- Bromeé, tendiendo mi mano frente
a mí para mirarlo una vez más.
-Sexy- Beso -Muy sexy. Beso. Beso. -Lujuriosamente sexy. Beso.
-¿Lujuriosamente sexy?- Pregunté, cerrando mis ojos cuando las
puntas de sus dedos jugaban con el borde de mi sujetador.
-Es una palabra.
-Así como, ¿quétanrápidopuedesdesvestirte?-
-Eso. . . vamos a ver. . . uno dos tres
-¿Estás contando?-
-Cuatro cinco--
-¿Simon?-
-¿Hmm?-
-Deberías dejar de contar y volver a tocarme.
-Oh. Nena. Voy a eso.
Y lo hizo. Sus manos eran firmes, específicas, prácticas en mi
cuerpo. Hemos estado juntos el tiempo suficiente para saber lo que le
gusta al otro, lo que el otro adora. La noche anterior estaba llena de amor
y pasión. Esta noche follaríamos de manera frenética, rápida, alocada.
Sus manos pasaron de ser firmes y específicas a salvajes e
impetuosas en un instante, sacándome de la silla de repente y girándome
tirando de mi camisa lo suficientemente fuerte para que los botones se
abrieran. Me llevó contra la pared, mi rostro se giró ligeramente, mi
mejilla quedó presionada contra el papel tapiz de espigas, lo había visto
antes pero nunca así de cerca. -Oh- fue todo lo que logré decir estampó
un beso alrededor de mi cuello, mordiendo y tirando cuando abrió mis
pantalones y los bajó bruscamente por mis muslos.
-Quítatelos. Quítate todo - dijo en mi oído con voz áspera, sus
manos estaban sobre mi cuerpo, una en mi garganta y otra en mi
cadera. Es por eso que nunca me cansaré de Simon. Podría pasar de
amar a enloquecer en un instante, siempre era capaz de sorprenderme,
de mantener las cosas interesantes. -Quítatelos- me recordó, sacándome
de mis pensamientos y trayéndome al presente. Donde podía sentirlo,
duro e insistente, presionando contra mi trasero.
Deslicé mis jeans hacia abajo, empujando mis bragas junto con
ellos. Debía haber estado haciéndolo demasiado lento, porque de repente
los haló por el resto del camino hacia abajo, empujándome más fuerte
contra la pared. Amo a mi Wallbanger dulce y lento, ¡pero me encanta
cuando me pone contra la pared, lo mejor!
Con una mano en el centro de mi espalda y la otra enroscada en mi
cabello, él me presionó contra la pared, hacia abajo y hacia afuera,
inclinando mis caderas hacia él. Escuché su cinturón desabrochándose,
luego la cremallera, y entonces pude sentirlo listo. Siempre listo. La
mano en mi espalda ahora se deslizó hasta mis caderas, aferrándose
mientras separaba más mis piernas. Jadeé cuando lo sentí, exactamente
donde necesitaba que estuviera.
-Dime que quieres esto, que me quieres- respiró pesado en mi oído.
-Jesucristo, Simon, por supuesto que sí- jadeé mientras su mano me
dejaba la cadera y viajaba a mi pecho, girando y pellizcando bruscamente
y haciendo que jadeara una vez más.
-Dime que quieres esto- dijo de nuevo, acentuando sus palabras con
un embiste, aún sin penetrarme, haciéndome arquearme aún más, que
mis caderas buscarán la suya.
-¡Sí, Simon! Quiero esto, te quiero a ti - grité, loca por sentirlo
dentro de mí -Siempre te voy a querer.
Con una mano todavía enredada en mi cabello, manteniéndome
contra la pared, su otra mano ahora se sumergió en mi entrepierna,
encontrándome resbaladiza, húmeda, caliente y lista para él solo con sus
palabras. Gruñó al sentirme en sus dedos, y luego dejó escapar el gemido
más sexy mientras se hundía dentro, centímetro a centímetro. Llevé mis
manos hacia atrás, tratando de acercarlo aún más, para tenerlo más
adentro, pero él me las agarró y las puso nuevamente en la pared,
separándose un poco.
-Mírate, Jesús, solo mírate- gimió, entrando de nuevo,
acariciándome la espalda, haciéndome jadear. –Eres tan caliente, tan
sexy. . .
-¿Mientras me estás follando?- Pregunté, parpadeando
inocentemente por encima de mi hombro. Embistiéndome en respuesta.
Luego se retiró. Apenas tuve tiempo de procesar, porque lo siguiente que
supe fue que él estaba en el piso entre mis piernas, de espalda a la pared,
llevándome hasta su boca.
Esto es lo que pasa con mi prometido. Le encanta probar.
Su boca estaba furiosa mientras su lengua lamía y lamía. Una mano
estaba firme contra mi trasero, sosteniéndome contra su hermoso rostro
mientras movía mis caderas hacia él. La otra mano me abría,
manteniéndome así mientras la habitación comenzaba a difuminarse y
los colores comenzaban a desaparecer. . .
-No pares, no te atrevas a detenerte- le rogué mientras hacía
círculos con su lengua, sus labios y su boca cubriéndome, chupando,
mordiendo y lamiendo y besando y amando y. . .
Exploté. Se quedó hasta que exploté de nuevo. Y luego una vez más
por si acaso. Y cuando estaba sin huesos y no podía pararme, él me tiró al
piso, levantó mis piernas sobre sus hombros, y absolutamente me
destrozó para cualquier otro hombre.
Es muy posible que me haya desmayado en el piso de la
cocina. Porque cuando me desperté minutos u horas después, estaba
cubierta por una alfombra color guisante verde y naranja, y Simon
estaba parado junto a la isla de la cocina comiendo un plato de Honey
Nut Cheerios. Desnudo.
La semana después de que Simon y yo nos comprometiéramos, fue
una locura. Yo trabajé, él trabajó, les dimos la noticia a nuestros
conocidos y nuestros teléfonos se llenaron llenos de emoticones y buenos
deseos. Jillian incluso cambió el mensaje saliente de la oficina para
anunciar mi compromiso. La noticia sonaba al final del mensaje, por
supuesto, después de la dirección de nuestra empresa y las horas de
funcionamiento.
Hablo con mi madre a menudo, por lo general de dos a tres veces por
semana. Ahora ella me llama todos los días, muchas veces. Temprano
como a las 7 a.m. o tarde como a las once y media, cuando solo tenía que
encender el tv para ver a Jimmy Fallon comentando el atuendo que
Drew Barrymore llevaba puesto y ¿no sería bonito ese vestido para la
dama de honor? Mimi también fue implacable. Con su sensibilidad típica
de un bulldog, el lunes trajo a mi oficina todas las revistas de novias que
estaban actualmente impresas, junto con los números anteriores
de Martha Stewart Weddings , comenzando alrededor de 2002. Le tomó
dos carretillas y tres viajes en el ascensor para traerlos todos, pero lo
hizo.
Estaba empezando a trabajar en un rediseño para un cliente en
Dolores Heights, y cuando se suponía que debía trabajar en la
remodelación de su cocina, me encontré intercediendo en una llamada de
Skype entre mi madre y Mimi que tenían un acalorado debate sobre
velos completos o parciales y por qué una frente como la mía debía usar
un encaje lleno de adornos. No tenía ni idea de qué significaba eso, pero
fue emocionante, divertido, abrumador y maravilloso, todo eso al mismo
tiempo.
El viernes por la noche estaba exhausta, y mientras comíamos
comida tailandesa en el sofá de la sala, le dije a Simon que me negaba
rotundamente a permitir que la planificación de nuestra boda superase el
momento real que estábamos celebrando. Nuestro matrimonio. Con un
beso con aroma a curry en mi frente, Simon negó con la cabeza ante mi
ingenuidad y simplemente sonrió.
CAPÍTULO CINCO

Meses después . . .

-Mamá, no puedes poner a los Royer con los Boccis, se odian desde
que el Sr. Bocci atropelló al gato de la Sra. Royer. ¿Cómo no puedes
recordar esto? Golden Graham quedó aplastado bajo la rueda delantera
del nuevo Mercedes de los Royers. Era todo de lo que la señora Bocci
hablaba durante el verano, es por eso que dejamos de invitarlos a las
fiestas en la piscina, porque lo único que quería hacer era hablar sobre su
gato muerto. . . Sí. . . Sí, el verano antes de ir a la universidad. . . Sí, pasó
hace tanto tiempo. . . Sí, lo tienes. Ponlos con los Schaefers, a todos les
gustan. . . Bueno . . . hablamos mañana . . Adiós. . . Adiós. . . Adiós . . .
Colgué el teléfono, frotándome la oreja. Estaba caliente. Claro,
estuve hablando con mi madre durante treinta minutos, después de
pasar las últimas treinta horas con ella en nuestra casa.
Nuestra casa, que se había convertido en Wedding Central. Mi
madre había venido a pasar un fin de semana, lleno de detalles de la
boda, para los cuales yo no estaba para nada preparada. Mi madre,
Simon, Mimi y yo, junto con Jillian y Sophia para pequeñas porciones,
habíamos estado yendo y viniendo a través de la bahía durante dos días
para la degustación de pasteles, degustaciones de menú, diseño de flores,
vestimenta y escuchar la gran banda. Esta había sido mi parte favorita,
en realidad. ¿El resto? Vaya. . .
¿Cómo se casan las personas sin perder la cabeza? Sin perder sus
billeteras? Hasta ahora había estado al frente de dos bodas, en las que
había participado directamente, primero Jillian y luego Mimi. Y había
pensado desde fuera, incluso estando tan involucrada, que estaría
preparada para la avalancha de decisiones y complicaciones y para
superar el terror de cometer un error cuando llegara nuestro gran día.
Que ingenua. Estaba envuelta en una chaqueta de metal en medio
de esta tortura de tul, encaje y extravagancia y me iba a mandar al
manicomio. Cuando mi madre finalmente se fue de casa, dejándome con
los primeros regalos de boda, mapas de asientos, y los mapas de las áreas
inmediatas que rodean la iglesia y la recepción, que ayudarían a Mimi a
predecir los patrones de tráfico en nuestro gran día, yo había cerrado la
puerta de entrada como una alegre ola que colapsó allí mismo en la
entrada. Simon me encontró allí varios minutos después cuando me dio
su teléfono.
-Tu madre- susurró.
-¡Apagué mi teléfono!
-Eso explica por qué está llamando a mi teléfono.
-¡Mierda!- Susurré, luego le quité el teléfono. -Hola, mamá, ¿qué
pasa?- Le dije mientras levantaba mi tobillo izquierdo y me arrastraba
hacia la sala de estar. Afortunadamente, acabábamos de encerar y pulir
el suelo.
Una vez que colgué el teléfono, lo miré desde donde me había dejado,
justo al lado del sofá donde estaba sentado, agotada y más que un poco
confundida.
-Ni siquiera llegó a la autopista antes de que pensara en más
problemas de asientos- le expliqué, devolviéndole su teléfono.
-Entiendo. ¿Cómo puede ser tan difícil poner a todas estas personas
en la misma habitación? Hola. Ustedes son nuestros seres queridos Nos
gustaría que estuvieran aquí con nosotros mientras hacemos las cosas
oficiales y todo eso. Son nuestra gente favorita en todo el mundo. Vamos
a alimentarlos con lomo de res asado con papas baby y salsas de
champiñones sembradas en las colinas de San Francisco. ¿Y no puedes
olvidarte de un gato muerto el tiempo suficiente para disfrutar de las
gambas atlánticas servidas sobre una cama de rúcula, salteadas y
aderezadas con espuma de ajo?
-Tuvimos que descartar las gambas, cielo. Demasiadas personas son
alérgicas a los mariscos.
-¡Pero me encanta espuma de ajo!-
-Lo sé bebé.
-Esto se nos está yendo de las manos -Suspiró y se cubrió la cara. Me
arrastré desde el suelo hasta su regazo y le retiré las manos.
-Escuche eso. ¿Quieres fugarte?
-Mañana- dijo, mirándome para ver si hablaba en serio. Cuando
negué con la cabeza, él suspiró de nuevo. -Está bien. Estará bien. Luego
te tendré para mí solo en una playa de España durante tres semanas.
-Tienes razón. Estoy tan feliz de que hayas podido conseguir esa
misma casa en Nerja. Es el lugar perfecto para una luna de miel. Y está
a solo un mes de distancia.
- Un mes. Solo un mes. Solo un mes - repitió como un mantra. -
Pensé que tendría algo de tiempo para empacar este fin de semana para
mi viaje, pero la degustación de pasteles tuvieron prioridad.
-Estaban deliciosos; no me digas que no disfrutaste esa parte.
-Estaban bien, pero nada como los que haces para mí. Si fuera por
mí, tendríamos tu pie de manzana en lugar del pastel de bodas - dijo, con
las manos apoyadas en mis caderas.
-Eso es dulce, cariño. Pero el triple coco con crema de frambuesa es
bastante bueno.
-Estoy de acuerdo. ¿Quieres venir a ayudarme a empacar?
Dije que sí, y luego me colgué del respaldo del sofá hasta que él me
levantó y me llevó arriba. Tenía su último viaje antes de la boda, una
sesión de dos semanas en Vietnam. Odiaba no poder
ir. Nacional Geographic lo estaba enviando a estudiar el sistema
de cuevas recientemente descubierto en Son Doong, abierto hace más o
menos dos años, y el boleto más popular del turismo vietnamita en este
momento. Había secciones enteras que aún no habían sido fotografiadas,
bosques subterráneos y ríos que no habían sido vistos por casi
nadie. Escalar rocas resbaladizas, chapotear en aguas oscuras, esquivar
murciélagos y chinches del tamaño de platos de comida; exactamente lo
que Simon amaba. Y lo capturaría en la película de una manera única,
llevando a los espectadores junto con él a los rincones más profundos y
oscuros debajo de la tierra.
-Todavía no puedo creer que no puedas postergar este viaje hasta
después de la boda- Suspiré, todavía sobre su espalda mientras caminaba
hacia el pasillo de arriba.
-Lo que no puedes creer es que no vendrás conmigo- respondió.
-También, pero de verdad solo desearía que estuvieras aquí para
ayudarme a terminar con los últimos detalles.
-Nena, tienes a Frick y Frack, los gemelos de planificación que
compiten para alfabetizar tus favores. Creo que estarás bien - dijo,
agarrando su bolsa de viajes de su armario y dejándola caer sobre la
cama. Él me dejó en la cama un momento después.
Era cierto, mi madre y Mimi estaban manejando las cosas bastante
bien en este momento. Y como estaba tan ocupada en el trabajo, me
alegré por la ayuda. Pero aún así, todavía quedaban cosas de último
minuto por hacer y él se estaba escapando de algunas de ellas.
-¿Recuerdas cuando dijimos que esta boda sería sobre nosotros y lo
que queríamos?- Pregunté mientras veía camisetas y pantalones cortos
entrar en la bolsa.
-Creo que nos despedimos de eso hace unos meses, cariño, cuando
tuvimos tres discusiones por separado acerca de las almendras Jordan y
el color del cordón que las iban a envolver.
-Lo sé. Lo sé. Ni siquiera me gustan las almendras. Pero es
que. . . Quiero decir . . . todavía somos nosotros, ¿verdad?
-Sí, todavía somos nosotros. Nosotros y trescientos de nuestros
amigos más cercanos.
-Ugh. Trescientos. Suena loco cuando lo digo, pero cuando reviso la
lista, no sé a quién podemos eliminar en este momento - lloré,
recostándome contra las almohadas. La lista de invitados se había
disparado y subía hasta que fue más allá de lo ridículo. La mayoría de los
amigos de la vieja escuela de Simon y sus esposas venían hacia el oeste
para la boda, lo cual fue maravilloso de ver. Sus vecinos en la infancia,
los White, también venían. Él estaba muy feliz cuando vio su lista de
invitados.
-¿Cuántos clientes de Jillian Design están en la lista? ¿Cuántos
amigos de tus padres? Hay toneladas de personas allí que no conocemos.
No conocemos bien, quise decir.
-No tengamos esta discusión otra vez, ¿de acuerdo?- La lista de
invitados, el menú, los ayudantes en el estacionamiento, todo estaba cada
vez más grande. Y cuanto más grande se volvía, más podía decir que
Simon estaba poniendo su cara de juego, haciendo que pareciera que
estaba bien con todo. Pero cuando éramos solo nosotros dos, y el comité
de planificación se había retirado por la noche, admitía que era un poco
abrumador. Pero él insistió en que mantuviéramos todo como estaba.
Pero eso no significaba que no se pusiera un poco descontento de vez en
cuando. Tuvimos varias conversaciones tensas en los últimos meses,
principalmente sobre la lista de invitados. Él no entendía por qué era
necesario invitar a tanta gente.
Sin embargo, creo que ver cuántos invitados había en su columna y
cuántos en la mía era difícil. Era como un recordatorio en blanco y negro
de a quién había perdido. Y quién no estaría allí. Él era un soldado. Él
era mi soldado.
Y faltaba un mes. Y luego podríamos comenzar a vivir nuestras
vidas nuevamente, solo para nosotros. Y nuestra pequeña familia de
gatitos. Cambié el tema, haciéndole preguntas sobre su viaje y
obteniendo los detalles de lo que estaría haciendo. Y mientras
hablábamos, la tensión disminuyó. Cuando su bolsa se llenó y los gatos
comenzaron a dar vueltas, sabiendo que esto era lo que sucedía antes de
que papá se fuera de viaje, hablamos solo de cámaras y cuevas, y no más
de tul y encaje.
Y cuando nos fuimos a la cama esa noche, y me besó larga y
profundamente y me dijo que me amaba y echaría de menos a mi dulce
culo mientras no estaba, me reí y dejé que me amara tanto como
pudiera. Lo cual duró un tiempo, porque este era mi Wallbanger del que
estábamos hablando aquí.
A la mañana siguiente lo llevé al aeropuerto, le di un beso de
despedida, le dije que no llevaba bragas, y luego lo besé una vez más
mientras trataba de empujarme hacia el automóvil para ver si lo estaba
engañando. No lo estaba. Besándolo por última vez, le dije que lo amaba
y que lo vería en dos semanas.
Nadie te dice que recuerdes estos momentos. Que los fotografíes en
tu mente y lo conviertas en recuerdos, para tenerlos accesibles y en el
recuerdo inmediato cuando los necesite más adelante. Para tratar de
reproducirlos y volver a recrear la última vez que vistes a alguien.
Eran las 2 de la mañana, estaba dormida en el sofá bajo una
cubierta de cuerpos peludos. Food Network estaba en la televisión. Saco
la cara de la almohada. . . . . bien.
Babeo. Espera, ¿por qué estaba en el sofá? ¿Y qué estaba
sonando? El teléfono. Oh, el teléfono! Me apresuré a recogerlo, viendo que
era Simon.
-¿Bebé? ¿Ya llegaste?
-Acabo de aterrizar en Hanoi- dijo, bostezando, pero su voz tenía la
sensación de urgencia que siempre tenía cuando estaba de viaje. Él
amaba su trabajo. Él amaba viajar. Hubo un tiempo en que comenzamos
a vivir juntos que él no viajaba tanto, y llegué a creer que podría estar
pensando en abandonar esta vida de trotamundos. Él todavía viajaba,
pero no tanto. Le encantaba demasiado como para renunciar a ello. Y lo
amaba demasiado como para pedirle que lo hiciera. Además, estábamos
acostumbrados a estar separados. Así es cómo nos conocimos, es cómo
nos juntamos, es cómo nos enamoramos. Lo hicimos funcionar, porque
era todo lo que conocíamos.
-¿Cómo estuvo el vuelo?-
-El último tramo fue brutal, pero es bueno estar aquí. El sol está
brillando, hace como mil grados, y hay un cuenco de pho esperándome
tan pronto te cuelgue.
-Bueno, no dejes que te retenga- bromeé. -Gracias por reportarte.
¿Cuándo te diriges a la primera localización?
-Mañana por la mañana. Voy a pasar el día en la ciudad,
aclimatándome y trabajando con los muchachos de aquí que me llevarán
al recorrido. Luego tomo el tren nocturno mañana. O esta noche. No
tengo idea de qué hora es.
-Está bien, cariño, llámame cuando puedas. Sabía que se iba a
reportar, pero cuando Simon estaba trabajando tendía a perder la noción
del tiempo. Ciertamente era de la misma manera cuando estaba
trabajando conmigo. . .
-Lo haré. Te amo.
-También te amo. Ella dice que te echa de menos.
-Aw, cuéntale a mi linda chica que la extraño también.
-Ella solo duerme conmigo cuando estás fuera de la ciudad.
-Ella sabe quién manda.
-Te voy a colgar, Wallbanger.
-Primero te cuelgo yo, chica. . .
Hee-hee. Gané. Desalojar a cuatro gatos me costó bastante, pero
finalmente me puse de pie y me estiré antes de irme a la cama. Mi
teléfono sonó y miré la pantalla. Él me había enviado una foto de sus
fideos. Tonto.
Trabajé mucho esa semana, tratando de terminar antes de tiempo
antes del gran día. Mónica había pasado de asistente a diseñadora junior
desde que se unió al equipo el año pasado, y ella fue fundamental para
ayudarme a mí y a todo el equipo, a superar con éxito el nuevo acuerdo
que teníamos con Jillian.
Mónica todavía trabajaba estrechamente conmigo en la mayoría de
mis proyectos, pero ella estaba empezando a asumir algunos pequeños
proyectos por su cuenta, por lo general con mi supervisión. Ella había
estado manejando a mis clientes mientras yo estaba con los últimos
ajustes de la boda. Saber que ella mantendría las cosas en el aire y
funcionando mientras yo estaba fuera fue un gran alivio, pero aún así
quería asegurarme de poder hacer todo lo posible antes de nuestro gran
día.
Al final de la semana estaba agotada, pero sintiendo que había
avanzado un poco. Tenía una reunión a las cuatro y media con Jillian que
tenía la sensación de que terminaría en tragos después. Tenía ese
sentimiento porque era la forma en que terminábamos casi cada semana
cuando ella estaba en la ciudad, así que por eso estaba bastante
segura. El hecho de que yo llevaba una botella de vino también fue un
indicio. Me dirigía su oficina, con los brazos llenos de carpetas y mis
lápices de colores siempre presentes, junto con el vino, cuando la escuché
gritarle a alguien por teléfono.
-Oh Dios mío, ¿estás seguro? Qué significa eso? Jesús, ¿qué se
supone que debo decirle?
Asomé la cabeza por la puerta, no queriendo interrumpirla, pero no
queriendo que ella pensara que estaba escuchando a escondidas
tampoco. -¿Debería irme?- Susurré. Ella me miró, y cuando mis ojos se
encontraron, los pelos de mi nuca se erizaron. Tenía los ojos muy
abiertos, asustados y llenos de lágrimas. La sala se redujo, mi campo de
visión ahora solo incluía su cara y ese teléfono. -¿Qué está pasando?-
Pregunté, mi voz temblaba. Porque ya lo sabía.
-Caroline, cariño, es Benjamin- comenzó, y mi sangre se
congeló. Solo más tarde me di cuenta de que había dejado caer todo lo
que llevaba. Incluyendo el vino, que cayó directamente sobre mi dedo
gordo. Tuve un hematoma debajo de la uña durante meses.
-¿Qué está pasando?- Escuché a alguien decir, y ese alguien era yo.
-No sé, él acaba de llamar y. . .
-Dame el teléfono, Jillian- le dije, cruzando hacia ella en un instante
y agarrando el teléfono de su mano. -¿Donde está el? ¿Qué pasó?
-No sé nada todavía, Caroline. Yo. . .
-Si no supieras nada, no estarías llamando a Jillian, y ella no estaría
pálida en este momento. ¿Qué le pasó a Simon? -Pregunté, mi voz ahora
sonaba más y más alta. Sonaba estridente, sonaba desesperada. Sonaba
muerta de miedo.
-No sé mucho, uno de los tipos con los que él estaba me llamó. Aún
estoy en la lista como su contacto de emergencia en National
Geographic, supongo. Hubo un accidente en una de las cuevas hoy. Es
tan difícil entender lo que sucedió; el tipo no habla muy bien español y la
señal fue tan irregular y ...
-Maldita sea, Benjamin, ¿qué pasó?- Grité, golpeando el escritorio de
Jillian con mi mano.
-Se cayó. Estaba en una especie de andamio de bambú, y el cable al
que estaba sujeto no era seguro, y se cayó. No sé hasta dónde. Pero creo
que fue lo suficiente como para qué tal vez se rompiera algunos huesos .
-Huesos rotos. De acuerdo, tal vez tiene huesos rotos- Exhalé,
agarrando el escritorio ahora mientras mis rodillas se tambaleaban. -
Está bien, está bien- repetí.
-No solo eso, Caroline, él fue noqueado por la caída. Ha habido algún
tipo de daño en su cráneo. Lo transportaron en helicóptero a un hospital,
pero hasta donde sé, todavía está inconsciente. No sé mucho más que
eso. He estado intentando contactar a uno de los médicos que lo tratan,
pero. . .
-¡Mónica!- Grité por el pasillo. -¡Entra aquí ahora mismo!- -Caroline,
¿qué estás haciendo?- Preguntó Jillian, y levanté un dedo. -Benjamin,
necesito saber dónde está. Qué ciudad, qué hospital. Necesito el nombre
del doctor. Necesito su nombre y su información de contacto - le dije a
Benjamin, justo cuando Mónica entraba corriendo en la oficina.
-¿Todavía tienes mi información de pasaporte de cuando me
ayudaste a reservar nuestro viaje a España?- Le pregunté, diciéndole a
Benjamin que esperara.
-Sí, sí, la tengo- dijo, mirando de mí a Jillian. -¿Que está pasando?-
-Necesito que me hagas una reservación en el primer vuelo a
Hanoi. Solo dame una hora para llegar a casa y tomar mi
pasaporte. Envíame la información cuando la tengas.
-Espera, Hanoi? ¿Cuándo? ¿Cuánto puedo gastar? ¿A dónde quieres
conectarte? Cómo. . .
-Tan pronto como sea posible. No me importa. No me importa. Por
favor haz esto ahora, -respondí, ahora tranquila. -Benjamin, me voy a
casa a buscar mi pasaporte y luego iré al aeropuerto. Jillian me va a
llevar para poder hacer algunas llamadas en el camino. Averigua lo que
puedas y llámame tan pronto como sepas más, ¿de acuerdo?
-Está bien, lo haré. Estás segura de que quieres...
-Me estás diciendo que Simon está inconsciente en algún lugar del
mundo. ¿Qué carajo estaría haciendo ahora mismo? -Pregunté,
devolviéndole el teléfono a Jillian y dirigiéndome a la puerta. -Estaré
lista para partir en dos minutos. Mónica, consígueme ese avión.
Cinco horas más tarde, estaba en un avión sobre el Pacífico. Un
asiento a la izquierda. Primera clase.
¿Tienes alguna idea de cuánto cuesta un boleto de última hora en
primera clase a Asia?
Simplemente comience a escribir ceros, simplemente alinee a esos
cabrones.
Me senté en mi puesto, no vi ninguna película. ¿Sabías que en
primera clase en estos vuelos asiáticos obtienes tu propia jodida
cabina? Es como una minisuite, pero en un avión. Cuando Simon y yo
fuimos a Vietnam un tiempo atrás, volamos en clase ejecutiva. Claro, fue
súper cool, pero nada que ver con esto.
Mónica tuvo que dividir el costo en cinco tarjetas de crédito. No me
importó. Estaba yendo hacia Simon. Benjamin había podido obtener
información adicional antes de que mi vuelo despegara. Todavía estaba
inconsciente, lo estaban examinando para evaluar lo que llamaron LCB,
o lesión cerebral traumática. Si había una inflamación alrededor del
cerebro por una fractura de cráneo, que Benjamin dijo que todavía no
habían descartado, probablemente necesitaría una cirugía para aliviar la
presión intercraneal.
Déjame decirte lo que nunca debes hacer en estos casos. Nunca te
metas en internet y busques cualquiera de estos términos. Te cagarás.
Tal como estaban las cosas, me estaba esforzando mucho para evitar el
wi-fi para hacer exactamente esto. Seguí revisando mi teléfono solo en
busca de actualizaciones o correos electrónicos de Benjamin, que todavía
no tenía nada nuevo que informar.
Así que me senté en mi cabina y pensé en mi dulce Simon. Benjamin
llamó al hospital y habló con el personal, haciéndoles saber que, aunque
técnicamente no figuraba como pariente más cercano o incluso como
contacto de emergencia (algo que se corregiría lo antes posible), yo era su
prometida y debían permitirme verlo cuando llegara al hospital.
Benjamin había recibido un poder cuando se trataba de Simon, algo que
se había establecido años antes, cuando todavía estaba en Stanford. Mi
dulce Simon, totalmente solo en el mundo durante años, a excepción de
Benjamin, mientras trotaba por el mundo de aquí para allá, sin
importarle nada más que su amada fotografía. Con Benjamin de regreso
en San Francisco, administrando sus finanzas y su único contacto en caso
de que alguna vez haya una emergencia, estaba realmente libre de
ataduras.
Pero ya no más. Yo era su correa. Yo era su contacto. Yo era su “en
caso de emergencia llamé a”, o debería serlo. Lo amaba más que a
ninguna persona en este planeta, y estaba aterrorizada por que algo le
fuera a pasar antes de que pudiera llegar allí.
Me senté en mi cápsula, muy por encima del océano, y mientras mi
cerebro seguía ardiendo y revolviéndose, la idea que volvía a mi cabeza
era espuma de ajo. La espuma de ajo en langostinos gigantes que él
quería servir en nuestra boda, pero no podía tenerlos. En algún
momento, se decidió que nuestros huéspedes pudieran ser alérgicos a los
mariscos y eso era más importante que lo que quería comer el novio en su
propia boda.
¿Qué coño? ¿Cómo sucedió esto? Las cosas se vuelven muy claras
cuando estás sentado en una cápsula sobre el océano pensando en tu
dulce Simon. Y el hecho era que no me importaba nada esa tontería de la
boda. Solo quería decir las mismas palabras para este hombre que la
gente había estado diciendo por generaciones y generaciones. Quería
ponerme de pie con este hombre y asegurarme de que él sabía que era
mío y que yo era suya para bien o para mal, en la salud y en la
enfermedad mientras ambos viviéramos. ¿Y el resto? Pura mierda.
No puedes pasear en un avión por mucho tiempo antes de que
empieces a poner nerviosa a la gente, así que me senté en mi cabina y no
vi la película, pero vi la película que estaba en el interior de mis
párpados. Simon, la primera vez que lo vi. Medio desnudo, cubierto solo
en una sábana, de pie al otro lado de la puerta de entrada, molesto
porque toqué su puerta, pero no tan molesto para mirar mis piernas que
se asomaban por debajo de ese camisón rosa. Simon, la primera vez que
lo besé. Parado en la terraza de Jillian bajo la luz de la luna con las olas
rompiendo y los grillos cantando y mis manos llenas de su estúpido
suéter de olor increíble y mis labios llenos de él. Simon, la primera vez
que me hizo el amor. En la cama más hermosa, en el dormitorio más
hermoso de la casa más hermosa de España, donde se mantuvo encima
de mí, temblando de necesidad mientras se movía dentro de mí. Simon,
la primera vez que me folló. Rodeado de pasas y cubierto de harina
mientras lo montaba con fuerza, y le dimos la bienvenida a mi orgasmo
perdido, pero no olvidado.
Simon, el día que me pidió que compráramos nuestra casa. Sentado
conmigo en su regazo en la esquina de nuestro ahora dormitorio, las
paredes cubiertas con un horrible papel tapiz entregándome su corazón,
pidiéndome que formara un hogar con él. Simon, bailando conmigo en la
apertura del primer hotel que había diseñado. Simon, devorando mi pan
de calabacín. Simon, buscando por horas bajo la lluvia a Clive. Simon,
durmiendo en la orilla de nuestra cama roncando tan fuerte que debería
ser ilegal.
Simon, de pié en la ducha pidiéndome que fuera su esposa. Simon
era mi mundo. Y yo estaba viajando alrededor de este para llegar a él. A
tiempo.
CAPÍTULO SEIS

Aterricé en Hanoi con el teléfono lleno de mensajes de Mimi, Sophia,


Ryan y Neil, pero solo escuché los que venían de Benjamin. Simon se
había despertado, aunque brevemente. Todavía estaba muy sedado y lo
estaban preparando para someterse a otra resonancia magnética para
determinar si era necesaria una cirugía. Dependiendo de cuán rápido
pudiera llegar al hospital, podría estar allí para los resultados. Logré
atravesar la aduana sin gritar, guardé mi bolsa de viaje en un
destartalado taxi y le di órdenes de llevarme al Hanoi French Hospital,
donde Simon estaba siendo atendido.
En todo este tiempo no me salió ni una lágrima. Ni cuando llamé a
mis padres para decirles a dónde iba. Ni cuando empaqué una bolsa con
tanta prisa que terminé con diez pares de pantalones y solo dos pares de
bragas. Ni cuando Jillian me dejaba en el aeropuerto, y ni cuando me
encerré en el baño de señoras de primera clase, el primer lugar donde
podía estar sola y donde ya me había dado permiso para
desmoronarme. Pero no hay lágrimas.
Y ahora, mientras avanzaba a trompicones por las abarrotadas
calles de Hanoi, en dirección a este hospital, todavía no lloraba. Pero el
pánico estaba comenzando a aparecer. Había estado andando con pura
adrenalina hasta este punto, pero desde que mi teléfono murió y no había
podido obtener ninguna información nueva, estaba listo para salir de mi
piel.
Llegamos al hospital y le di al conductor al menos cinco veces más
de lo que necesitaba porque todavía no había hecho el cambio a moneda
local, pero no me importó. Corrí dentro, buscando un directorio de
cualquier tipo. Neurología. Benjamin dijo que estaría en neurología. Pero
también dijo cuidados intensivos. . . Entonces, ¿a dónde ir? ¿Donde
estaba él? Me di la vuelta, buscando a alguien que pudiera ayudarme.
-¿Señorita?- Preguntó una voz suave, y me volteé para ver a alguien
sentado en un mostrador de información. -¿Puedo ayudarla?
Ella tenía un acento sureño, por el amor de Dios. No sé lo que
esperaba al irrumpir en un hospital vietnamita, pero una pequeña rubia
que sonaba como Delta Burke? nada de eso.
-Estoy buscando un paciente, Simon Parker. Soy su prometida, y él
tuvo un accidente. Me dijeron que estaba aquí? Pero no sé dónde, o en
qué piso, o ...
-Simon Parker, sí, él está aquí. Él está en el cuarto piso. ¿Te
gustaría que te lleve allí?
Estallé en llanto, lágrimas gigantes salieron de mí. No pude evitarlo,
mi cuerpo simplemente soltó todo de una vez. –Sí, por favor, -logré decir
mientras me entregaba varios pañuelos de papel y finalmente toda la
caja.
-Simon Parker, él es el fotógrafo, ¿verdad?-
-¡Sí!- Le grité, dejándola llevarme hacia el ascensor. -¿Como lo
sabes?-
-No tenemos muchos pacientes estadounidenses aquí a la vez. El
personal sabe quién es quién bastante rápido. Se cayó, ¿verdad?
-¡Sí! Pero no he hablado con nadie desde que aterricé. ¿Sabes cómo
está él? -Pregunté, limpiándome la cara cuando la puerta del ascensor se
abrió en el cuarto piso.
-Creo que será mejor que hable con su médico. Déjame llevarte a su
habitación, ¿de acuerdo? - Dijo, guiándome hacia la estación de
enfermeras. Una vez allí, habló rápidamente con las enfermeras, que nos
indicaron su habitación. Sin siquiera molestarme en darle las gracias,
corrí hacia la puerta, viendo su nombre en un cartel justo afuera.
Me preparé. Respiré hondo, me armé de valor para enfrentar
cualquier cosa que pudiera encontrar dentro, y abrí la puerta. Se fuerte,
se fuerte, se fuerte. Sería fuerte. Lo que sea que encuentrara al otro lado
de esa puerta, sería fuerte por él.
Sí. Bueno. No tanto. Porque cuando vi a Simon acostado en una
cama de hospital, rodeado de tubos, máquinas, botones y pitidos, casi
morí. Él yacía allí con vendas alrededor de su cabeza, ¿dormido?
¿Inconsciente? No importaba, estaba agradecida por dos cosas. Una, que
no estaba despierto para verme desmoronarse contra el marco de la
puerta. Cuando el despertara, y no había un -si- encontraría a Caroline
en una pieza. Y dos, y más importante, yo solo. . . estaba agradecida.
Agradecida de estar aquí, ahora, con Simon. Así que me permití perder
dos minutos más y le di las gracias a quienquiera que estuviera
escuchando, luego le retiré el cabello de la frente, suavemente, apenas
tocando su piel. Su rostro estaba cubierta de pequeños cortes y rasguños,
vendas que cubrían su pómulo izquierdo. Los moretones florecían aquí y
allá, y a lo largo de su cuello y parte superior del torso, la cinta
quirúrgica estaba envuelta con fuerza. Dejé escapar el aliento en un lento
estremecimiento, y luego presioné el más pequeño de los besos en una
mejilla que aún olía familiar, incluso bajo todos los antisépticos. Luego
comencé a buscar una enfermera, un médico, cualquier persona con un
estetoscopio que pudiera decirme qué estaba pasando.
Me reporté en la estación de enfermeras. Benjamin ya había
asegurado de que me autorizaran como visitante, y de que pudiera hablar
con el médico tan plenamente como pudiera. Como Benjamin tenía el
poder, tendría que ser él quien se comunicara con el personal del hospital
si era necesario tomar alguna decisión. Sabía que cualquier decisión
sería tomada conmigo, pero mi cerebro no podía procesar este
pensamiento, no podía pensar que algo realmente pasaría.
Hablé con el médico que estaba cuidando a Simon, y me explicó más
acerca de lo que Benjamin me había dicho. Estaban esperando los
resultados de su resonancia magnética más reciente. Simon se había
estado despertando intermitentemente toda la mañana, y si quería
atraparlo cuando estaba despierto, tenía que quedarme en su habitación,
y el doctor me buscaría cuando llegaran los resultados.
Así que hice eso. Me reporté con Benjamin, dejé mi bolsa, me senté
en la silla junto a la cama de Simon y lo vi dormir. Tomé su mano,
maravillándome una vez más con la longitud de sus dedos, la fuerza en
su mano, la belleza de su antebrazo. Pasé las puntas de mis dedos arriba
y abajo por su brazo con aire ausente mientras sostenía su mano,
observando cómo sus párpados se agitaban un poco. ¿Estaba
soñando? ¿Qué soñaba? Probablemente con la foto que estaba realizando
cuando cayó. . .
Mientras pensaba en estos pensamientos aleatorios, sentí su mano
apretar la mía, como lo había hecho miles de veces antes. Miré nuestras
manos y luego su cara, donde esos ojos de zafiro estaban abiertos y
parpadeando.
-Hola- le susurré, y observé cómo sus ojos vagaban confusamente
por un momento, luego se concentraron en los míos.
-Hola, bebé- susurró él, y mis ojos se llenaron de
lágrimas. Hola y bebé eran oficialmente las palabras más bellas en el
idioma español. -Te ves bonita. Continúa y agrega tres palabras más a
esa lista.
-Voy a llamar a tu enfermera, ¿de acuerdo?- Dije, buscando el botón
de llamada.
-Estoy muy contento de que estés aquí- murmuró, y volvió a
dormirse antes de que la enfermera saliera de su silla en la
estación. Pero eso estuvo bien.
Simon estuvo entre dormido y despierto el resto del día y la mayor
parte de la noche. La última ronda de escaneos mostró que, aunque había
sufrido una conmoción cerebral significativa, los efectos no serían
duraderos y tendría una recuperación completa. Benjamin habló con el
doctor también, confirmando que me quedaría con Simon en el hospital
hasta que estuviera listo para ser dado de alta.
Simon finalmente comenzó a despertarse alrededor de las tres de la
madrugada, precedido por los veinte minutos más divertidos de mi
vida. Wallbanger bajo los efectos de la medicina para el dolor no es algo
que hayas visto. Empezando con:
-Oye, Caroline. ¿Alguna vez te he dicho cuánto te amo?
-Todo el tiempo, cariño, pero nunca me canso de oírlo.
- Lo diré más a seguido.
-Claro, Simon. Puedes decírmelo cuando quieras.
-Oye, Caroline ¿Alguna vez te he cuánto te amo?
- Claro que sí, hace dos minutos.
- ¿Qué es un minuto?

***
Esto también sucedió…

-Y en el fondo de la cueva, fue como que el mundo se abriera, y había


estrellas. . . pero era algo así como. . . que nosotros éramos las
estrellas . . había estrellas en todas partes, pero como que. . . nosotros
éramos las estrellas . . ¿Y sabes qué más?-
-¿Qué, Simon?
-Éramos ellas.
-¿Qué?
-Ellas
-¿Ellas?-
-Las estrellas. . . . nosotros éramos ellas. . . las estrellas . . -

Y si te gustó eso, amaras esto. . .

-Bebés. Quiero llenarte de bebés. Algo así como embarazarte con


bebés. Y tener algunos bebés... bebés… bebés... ¿Caroline? bebés.

Y finalmente. . .

-Caroline, estoy tan contento de que estés aquí. ¿Pero por qué
trajiste esos duendes?

Me dolía el estómago tratando de no reírme de lo tonto que estaba


con la medicina para el dolor. Pero a medida que pasaba el efecto,
comenzó a tener un poco más de sentido. Bebió un poco de agua,
asintiendo cuando terminó.
-Vamos, acuéstate; no deberías sentarte tan derecho, -dije,
empujándolo contra su almohada. El doctor dijo que podría estar
mareado por un tiempo.
-Estoy bien en este momento, en realidad. Frunció el ceño, viendo
como yo estiraba mi espalda. -¿Cómo te sientes? ¿No quieres dormir un
poco?
-Dormí en el avión.
-Mentirosa, nunca duermes en aviones. Me atrapó, sonreí
tristemente.
-Estoy bien. Dime cómo te sientes. ¿Estás muy adolorido?
-Un poco, sí- admitió.
-¿Y la costilla?- Le pregunté.
-¿Costilla?
-Te rompiste una costilla, y un montón más están magulladas- le
dije.
-¿En serio?
Mis ojos se agrandaron.
-¿Cuánto recuerdas?
-Todo. Eso creo, -dijo, tratando de recordar. -Oh sí, apuesto a que
me rompí una costilla-
-Cuéntame lo que pasó. En este momento, -dije, alcanzando su
mano y sosteniéndola fuertemente. -Y no te atrevas a dejar nada fuera.
Me contó sobre la increíble cueva y el privilegio de fotografiar un
espacio natural tan increíble. Y de la desvencijada estructura de bambú
que usó para trepar y obtener sus malditas fotos. Y el hecho de que
estaba apurado para obtener la última luz antes de tener que pasar a
otra toma. Y el hecho de que no estaba completamente sujeto al arnés de
seguridad que había aceptado usar. Y el hecho de que él cayera sobre la
cámara a más de quince metros por el costado de un acantilado de piedra
caliza, noqueándose en el proceso y derribando la mayor parte del
andamio con él. Recordó haber caído, recordó haber golpeado el piso de la
cueva, y recordó que había salvado la cámara de cualquier daño serio.
Increíble. También recordó lo seguro que estaba de haber capturado la
imagen. Doble increíble
Mis lágrimas habían comenzado de nuevo en algún momento de la
historia, y ahora me senté junto a él en la cama, sosteniendo su mano con
fuerza y negándome a mirar nada más que a él directamente. Tomando
su rostro, sus manos, sus brazos, sus piernas, sus dedos de los pies que se
retorcían debajo de la manta del hospital. Lo toqué donde podía, donde
no tenía un moretón o un corte, no tenía mucho espacio para trabajar.
Pero lo sostuve lo mejor que pude, le acaricié el pelo ligeramente y besé
entre los rasguños y le dije cuánto lo amaba. No pude evitarlo. Y entre
todo esto, mientras lo consolaba, él por supuesto se agarró a mí tan
fuerte como pudo. Susurraba palabras como -Estoy bien, cariño- y -Todo
va a estar bien- y -No llores.
El no llores me hizo derrumbar. Porque ahora, con él en mis brazos
tanto como podía, finalmente sentía todo lo que había luchado para
mantenerme a raya. Mi pánico, mi terror, mi impotencia, mi horror por
pasar la vida sin él a mi lado, sin tocarme ni contar chistes.
-Podría matarte, sabes- dije de repente, liberándome de su agarre y
sentándome para mirarlo a los ojos. –Es en serio. Te amo, y amo lo que
haces, y nunca te pediría que lo abandonaras. Pero no eres un superhéroe
de caricatura, con una estúpida sonrisa en la cara mientras luchas con
los leones antes de su almuerzo, solo para obtener buenas tomas ¿de
acuerdo? Si vuelves a hacer algo como esto otra vez, si te haces daño con
tal de conseguir la puto foto, te mataré yo misma -dije, señalándolo con
el dedo. -Sin medicamentos para el dolor.
-Lo prometo, seré más cuidadoso- comentó, diciéndome lo que yo
quería escuchar, pero también prometiéndome con sus ojos que estaba
tomando en serio lo que dije.
-Te amo mucho- le dije, entrelazando mis dedos con los suyos,
necesitando su contacto.
-Yo también te amo- dijo, su voz se volvió gruesa cuando la nueva
ronda de medicamentos para el dolor entró en escena. -Me alegro de que
estés aquí.
-Eh, yo quería volver aquí de todos modos. ¿Tal vez podríamos ir de
espeleología?
Él se rió entre dientes, lo que le hizo doler las costillas, pero siguió
sonriendo. Lo cual me hizo reír finalmente.
Al final de ese largo día, que comenzó para mí en el otro lado
del mundo, Simon se sentía mucho mejor. Para el final de esa semana,
Simon fue dado de alta del hospital. El tipo nació bajo una especie de
estrella de la suerte. Tenía que seguir tomándose las cosas con calma,
con mucho descanso y poca actividad, pero se le autorizó el alta. Los
médicos nos recomendaron que nos quedáramos por lo menos unos días
antes de intentar volar a casa. Volar después de sufrir una conmoción
cerebral, especialmente uno tan severo como el que tuvo Simon, podría
resultar incómodo en el mejor de los casos. Convulsiones y náuseas en el
peor de los casos, así que tomé la decisión de quedarme todo el tiempo
que necesitáramos, asegurándome de que estuviese preparado para un
vuelo tan largo.
Después de pasar esa primera noche en la ciudad, contraté a un
chofer y lo llevé para empezar con su reposo. Había una isla que
habíamos explorado una tarde la última vez que habíamos estado en Ha
Long Bay, y me habían fascinado los alojamientos allí. Un pequeño hotel,
remoto y aislado. Mas bien una colección de bungalós de lujo que un
hotel, ofrecía el tipo de paz y tranquilidad que necesitábamos. Cada
bungaló estaba situado en la playa, con preciosas vistas al mar. Había
suntuosas camas, completas con necesarios mosquiteros, baños al estilo
europeo y servicio de habitaciones las veinticuatro horas. El viaje en
coche fue de solo unas pocas horas, seguido de un breve crucero en barco
hasta el hotel.
Cuando atracamos, me aseguré de que el equipaje se llevara
directamente a nuestro bungaló, y nos dirigimos hacia adentro para
hacer el check in.
-Esto es increíble, cariño, pero innecesario. Podríamos habernos
quedado en la ciudad, no habría sido un problema.
-Me doy cuenta de eso, Simon, pero ya que estamos aquí, a pesar de
tu dramático accidente y todo, pensé en consentirnos un poco. Tomarnos
unos días de descanso y relajación antes de regresar a casa -
-¿Una luna de miel antes de la luna de miel?- Dijo, golpeando mis
caderas con las suyas, con sus manos descansando ligeramente en mi
cintura.
-Algo así. Sonreí, pero sacudí mi cabeza. -Pero no hay miel para ti,
cariño; escuchaste al doctor, -dije, y Simon gruñó. Había sugerido
delicadamente que ciertas cosas deberían esperar hasta que Simon se
recuperara por completo de su accidente. Entre la costilla rota y la
abolladura de la cabeza, estaba completamente de acuerdo. Simon no.
-Espera y verás. Esta noche, cuando la brisa empiece a soplar y las
olas empiecen a golpear la arena, cambiarás de idea - murmuró, al
tiempo que me alzaba el pelo y me besaba la nuca. -Además, sabes que
me veo bien a la luz de la luna. Ya te veré bajando mis pantalones.
-Hola, sí, este, aquí están sus llaves, señorita Reynolds. Sentí a
Simon tenso detrás de mí mientras le sonreía al recepcionista.
-Sí, muchas gracias. Sonreí, sofocando una risa.
-Están en el bungaló siete; solo siga ese camino. Su equipaje ya
debería estar allí.
-Gracias- dijo Simon desde detrás de mí, y esta vez no sofoqué
nada. Recogiendo mi bolso y las llaves, lo tomé de la mano y lo llevé a la
playa. Era tarde, casi de noche, y la luz comenzaba a cambiar,
adquiriendo ese resplandor mágico que el crepúsculo parece tener. Todos
los bordes se suavizaron, los colores se derramaron e incluso el aire
cambió un poco. Una brisa cálida soplaba desde el mar, trayendo consigo
un sabor salado que arrugaba mi lengua. Pasamos junto a otros seis
bungalós a lo largo del camino bordeado por rocas, y finalmente doblamos
una curva para ver la nuestra. Iluminada con velas, con cortinas blancas
de lino resoplando a través de las ventanas, parecía el cielo. Cielo. Con
aire acondicionado. Lo que en los trópicos a veces era algo muy bueno.
-Oye, mira, no hay vecinos- dijo Simon, mirando la esquina de la
playa que nos habían dado. Era cierto, no había otra alma aquí. Una o
dos luces se asomaban por los árboles aquí y allá, insinuando que habían
otros humanos, pero aparte de eso, éramos nosotros y las olas.
-Vamos a echarle un vistazo- le dije, tirando de su mano hasta el
porche. Sillas grandes y cómodas, decoradas por almohadas, flanqueaban
la puerta de entrada. -Aquí está la llave, ábrela, ¿quieres? Voy a ver si
estas sillas son tan cómodas como parecen.
-Claro- dijo, quitándome la llave y poniéndola en la cerradura. Justo
antes de empujar, la puerta se abrió desde adentro. -¿Qué..?- Benjamin
estaba en la puerta. Jillian estaba parada a su lado. Ambos sonrientes.
-Esperen un momento, ¿qué hacen ustedes aquí? ¿Qué está
pasando?- Preguntó, mirando hacia atrás y hacia adelante entre ellos y
yo. Solo sonreí.
-Es bueno ver que todavía estás en una sola pieza- dijo Benjamin,
tirando de un Simon todavía sorprendido, en un gran abrazo. -Y no
vuelvas a hacerme eso otra vez, ¿me oyes?
-Muévete, muévete- dijo Jillian, apartando a su esposo para agarrar
a Simon y envolviendo sus brazos alrededor de él también. -Así que,
entonces, me alegro de que estés bien. No más cuevas, ¡prométemelo! -
-Oye, cuidado con las costillas- protestó Simon, confundido pero feliz
de verlos. -Pero en serio, ¿qué están haciendo aquí?
-Vinimos para asegurarnos de que Caroline tuviera todo lo que
necesitara. Ella salió como un murciélago del infierno cuando descubrió
que habías decidido examinar la cueva con tu cara. Es una chica
mandona la que tienes allí - dijo Benjamin, envolviendo un brazo
alrededor de sus hombros y lo bajó por los escalones hasta la arena. -Ven
conmigo a nuestro bungaló; estamos cerca de aquí, te contaré todo al
respecto. Deja que las mujeres se relajen un poco.
-Está bien, sí, claro. Caroline, ¿estás bien con eso? -Preguntó Simon,
todavía asombrado.
-Anda, Jillian me trajo algunas cosas, cambios de ropa y esas
cosas. Voy a hablar con ella y luego podemos regresar a la casa principal
para cenar, ¿te parece bien?- Asentí, caminando hacia el frente del
porche, inclinándome para besarlo una vez, luego dos veces.
-Suena bien, cariño- dijo. -¿Sabías que venían?-
-Lo sabía,- dije, besándolo una vez más. –Sorpresa.
-Eres fenomenal, ¿lo sabías?-
-Lo sé- asentí con la cabeza, y luego le di la vuelta.
-Ve a jugar con Benjamin, te veré en un momento.
Los dos caminaron por la playa, y me volví hacia Jillian. -Muchas
gracias por venir por aquí.
-De nada. Siempre he querido ver esta parte del mundo. Y Benjamin
ha estado atormentado por todo esto. Odiaba no estar aquí -contestó,
pasando su brazo por el mío y caminando conmigo adentro. Ella me
entregó una bolsa de viaje que reconocí de casa.
-¿Lo trajiste?- Pregunté, abriendo la bolsa.
-Lo hice- asintió con la cabeza, y vio como sacaba un vestido largo y
suelto de la bolsa. Un vestido blanco largo y suelto.
-Perfecto.
Una hora más tarde, Simon y Benjamin salieron del bungaló y nos
encontraron a Jillian y a mí esperándolos.
-Oye, ¿Qué tienes puesto? Oye. Te ves hermosísima- dijo,
silbando. Me puse de pie frente a él con mi vestido blanco, le di las
gracias por el cumplido, le cogí la mano y caminé con él hasta la playa,
dejando atrás a mis amigos.
-¿Que está pasando? ¿No vamos a cenar con esos dos? - Preguntó.
-Todavía no- respondí, mirando hacia la playa, donde podía ver
unas pocas velas encendidas y una o dos antorchas tiki. -Quería hablar
contigo, antes de que se unan a nosotros.
-¿Qué estás tramando, Caroline?- Preguntó, mirándome
cuidadosamente.
-Compré este vestido hace un año en una pequeña boutique en
Mendocino, cuando estaba visitando a Viv. Salía de la ciudad y me
detuve en un semáforo cuando lo vi en la ventana al otro lado de la
calle. No podía quitar mis ojos de él. Y sin tener ninguna razón para
usarlo, y sin una pista de por qué lo estaba haciendo, lo compré,
directamente del maniquí. Ni siquiera me cabía. Tuve que llevarlo a un
sastre para alargar el dobladillo; era demasiado corto para mí. El sastre
me dijo que era antiguo, probablemente de algún momento de la década
de 1930.
-Te queda genial- dijo, manteniéndome a distancia para verme
mejor. -Vamos, dame una pequeño vuelta.
Me reí y luego giré. El vestido era de marfil, adornado con encaje
viejo a lo largo del corpiño, con una capa de encaje de gasa a lo largo de la
falda. Un vestido de tarde, fue hecho para pasear en la ciudad, o un viaje
a los jardines. Probablemente se usó con medias y zapatos con cordones.
Yo lo llevaba descalza. Y con esos pies descalzos, tiré de su mano una vez
más y continuamos camino a la playa.
-Cuando Benjamin me dijo que te había sucedido algo, cambié al
modo de gestión de crisis. No pensé en nada más que en llegar a ti.
Tenerte tan lejos y no saber exactamente qué tan mal estabas y no poder
ayudarte, no tengo palabras para expresar cómo se sintió eso. Cómo se
sintió pensar que alguien al que amas tanto posiblemente te sería
arrebatado. -Me detuve entonces, justo antes de que la grava diera paso a
la arena. -Pero no tengo que darte palabras. Porque ya tú sabes cómo se
siente.
Una expresión tormentosa se dibujó en su rostro, y él agarró mis dos
manos con las suyas. -Caroline, lamento que hayas tenido que pasar por
todo eso.
-No, no, de hecho está bien- le dije, agarrando sus brazos y
colocándonos en mi cintura. -Porque aquí está la cosa; tenía horas en un
avión, sin nada que hacer y nadie con quien hablar, y en lo único que
podía pensar era en ti. Y en nosotros. Y lo mucho que te amo- caminé con
él hacia la arena. -También pensé mucho sobre otra cosa.
-¿En qué?- Él levantó una ceja.
-Espuma de ajo- le contesté, y luego lo hice girar para que mirase a
la playa.
Amo a mi Wallbanger sin palabras.
Cientos de velas. Antorchas Tiki enfiladas hasta donde alcanzaba la
vista. Faroles en tonos violeta, índigo, esmeralda y rubí chocando con la
brisa. La noche llegando resplandeciente contra la playa. En la distancia,
una luna temprana iluminó la bahía de Ha Long, con sus antiguas islas y
picos cubiertos de niebla y musgo. Y detrás de nosotros? Un pasillo lleno
de promesas. . . con Jillian y Benjamin de pie al final de él. Junto con
ellos, el equivalente vietnamita a un juez de paz.
-Cásate conmigo, Simon. Cásate conmigo aquí y ahora, sin tanta
mierda. Cásate conmigo, con solo nuestros dos amigos para ver lo que
sucede. Sin padres, sin amigos del trabajo, sin clientes, sin bla bla con
incrustaciones de pimienta, solo tú y yo y las estrellas. Pasé la noche en
una cabina preguntándome si alguna vez volvería a ver tus ojos
mirándome de vuelta, y no puedo manejar eso otra vez a menos que sea
tu jodida esposa. Y no me importa una mierda una gran boda elegante,
especialmente sin que tengas tu espuma de ajo. Lo cual, me gustaría
señalar, te está esperando en la casa principal, junto con langostinos
gigantes como nuestra cena de bodas. Te quiero a ti, solo a ti, por el resto
de mi vida -dije, con los labios temblorosos pero las rodillas fuertes. -
Cásate conmigo, Simon.
Hizo una pausa, la comisura de su boca se elevó mientras miraba el
cuento de hadas que tenía delante. El cuento de hadas que fue perfecto
para nosotros. En este GRAN DÍA.
-Una pregunta- dijo, llevando nuestras manos entrelazadas a sus
labios y colocando un beso justo debajo de mi anillo de compromiso.
-Joder.
-¿Qué fue eso de pasar una noche en una cabina?
-¿En serio? Te pido que te cases conmigo, ¿y eso es todo lo que
escuchaste? –
-Técnicamente, te pedí que te casaras conmigo primero. No
olvidemos nunca esta información importante.
-Así lo noté.
-¿Puedo hacer otra pregunta?-
-Solo una más, y luego necesitaré una respuesta.
-¿Esto es legal?
Me reí, luego lo atraje hacia mí para darle un suave beso. -En lo mas
mínimo. Esto es solo para nosotros.
-¿Te das cuenta de que eres mi dueña, verdad, chica camisón?
-¿Es eso un sí?
-Joder sí, esto un sí, amarrémonos- susurró, y le eché los brazos al
cuello. –Cuidado con la costilla, ¿de acuerdo?-
-¡Mierda!- Exclamé, y luego oí que Benjamin se aclaraba la
garganta. -Maldición, dije una grosería en mi propia boda. Joder, lo hice
de nuevo.
-Van tres veces.
-Supéralo, Wallbanger.
Y con esas respetadas palabras, caminamos hacia el altar. Hicimos
el más simple de los votos. Nos prometimos todo lo que pudimos. Nos
besamos bajo las estrellas. Chocamos las manos con nuestros testigos en
el camino de vuelta al altar. Cortamos las cuerdas y dejamos salir unas
cincuenta linternas flotantes que volaron hacia las estrellas. Luego nos
dirigimos hacia adentro para él obtener espuma de ajo.
Porque eso es lo que mi esposo quería.
Más tarde esa noche, en la cama de luna de miel. . .

- Eso se siente increíble. No detengas lo que estás haciendo allí, por


favor no te detengas. Justo ahí. Justo ahí. Eso es . . . mmmm .
-¿Cuántos van?
-He perdido la cuenta.
-Este es grande.
-Puedo sentirlo. Jesús eso es bueno. . . Más . . . Más . . . más.
- Nos vamos a quedar sin calaminol a este ritmo.

Esta es la cuestión de casarse en el trópico. Mosquitos. Hijos de puta


cabrones. Pasamos la noche de bodas rascándonos las picaduras y
aplicando galones de calaminol. Y con Simon todavía en la lista de
discapacitados los momentos sexys consistieron en abrazarnos en la
posición de la cuchara, rascarnos uno al otro y mirar Los Goonies . Con
subtítulos.
Mejor. Noche.De.Bodas.Del.Mundo

***
- Caroline, ¿aceptas a este hombre, Simon, para ser tu legítimo
esposo. Tenerlo y sostenerlo, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en
la enfermedad, durante hasta que la muerte los separe?.
-Acepto
-¿Y tú, Simon, tomas a esta mujer, Caroline, para que sea tu esposa
legítima esposa? Tenerla y sostenerla, en la riqueza y la pobreza, en la
salud y en la enfermedad, durante hasta que la muerte los separe?
-Acepto.
Y así lo hicimos legal. Simon y yo teníamos a nuestros mejores
amigos y miembros favoritos de la familia en nuestra casa en Sausalito,
junto con un juez para el que había hecho una remodelación. Simon
usaba jeans, yo llevaba un vestido de verano, y nos casamos por segunda
vez. Ésta si era reconocida por el gobierno de los Estados Unidos. ¿Mis
padres estaban decepcionados por no tener la enorme y espeluznante
boda que habían estado planeando? Tal vez un poco, pero finalmente
entendieron. Al igual que Mimi y Sophia, y por qué ni siquiera supieron
sobre nuestra boda vietnamita hasta después de que llegáramos a casa.
Conservamos nuestra fecha original de la boda, reducimos en dos
tercios la lista de invitados, y con la excepción de los amigos de Simon de
Pensilvania y sus viejos vecinos los White, todos eran locales. Al menos
locales del norte de California. Viv y Clark estaban allí, con Will
también, lindo con su esmoquin de una sola pieza. Y Chloe y Lucas
también estaban allí, en la ciudad visitando a Sophia y Neil. Y entiendan
esto, Chloe y Clark eran primos. ¿Cómo es eso de los seis grados de
separación de mi Wallbanger? Estaba feliz de tenerlos a todos aquí en
este día tan especial. Este muy especial día casual. Porque al final, no es
el encaje y el tul lo que hace una boda, sino que la pareja se dé el sí, y que
sus amigos y familiares estén allí para celebrar con ellos. Hicimos una
barbacoa, abrimos un montón de vino y cerveza fría, montamos una
fuente de soda improvisada para hacer cremas de vainilla y helados, y
tuvimos una fiesta. Arrastramos el viejo tocadiscos de Simon a la terraza,
él hizo algunas cosas nerds con los altavoces, y la música de la gran
banda llenó la noche de Sausalito.
En vez de tener un pastel de bodas, pasé dos días enteros en la
cocina con mi mamá, mis amigas, mis tías y mis primos, e hicimos
cacerolas con los Brownies ultrajantes de Ina. Ella habría estado
orgullosa. Pero para Simon, le hice un pie de manzana muy propio, que él
untó en mi cara en lugar del pastel de bodas. Tuvimos pie de bodas. Muy
adecuado.
Me senté en un banco al borde de nuestro césped, comiendo
brownies con Mimi y Sophia y observamos a nuestros chicos mientras
jugaban Frisbee con Benjamin y los amigos de la secundaria de Simon.
Había estado cargando a Mary Jane hasta que Sophia tuvo que hacerse
cargo.
Alguien estaba hambrienta.
-No es realmente la boda que imaginé que tendrías, Caroline- dijo
Sophia, cambiando de teta. -Pero es muy divertido.
-Me gusta divertido. La Elegancia se las dejo a ustedes ¿Cómo va la
planificación?
-¡Está yendo genial! Los archivos se está llenando muy bien, -dijo
Mimi, interrumpiendo. Estaba considerando seriamente comenzar un
segundo negocio, y debería hacerlo. Ella era muy buena en eso. -
Hablando de la carpeta, tengo fotos para compartir contigo las ideas que
tengo para tu cabello, Sophia. He estado recortando revistas durante
semanas. ¿Sabías que Grace Sheridan tiene exactamente tu mismo color
y longitud de cabello? el suyo es un poco más rizado que el tuyo, pero
esencialmente es el mismo.
-¿Quién es Grace Sheridan?- Preguntó Sophia, y Mimi y yo la
miramos sorprendidas.
-Sabes totalmente quién es ella- le dije, negando con la cabeza. -Ella
está en ese programa de televisión.
-Estoy totalmente segura de qué no sé quién es. Las transmisiones
de Plaza Sésamo y de Neil, es lo único que siempre miro. Mi cerebro es de
papilla - dijo Sophia, sacudiendo la cabeza hacia mí.
-De acuerdo, te explico- dijo Mimi. -Ella es la novia de Jack
Hamilton. Lo conoces, el que…
-El Británico? Holaaa, ya entendí. Mierda, él es tan
ardiente. Tenemos que ir a ver la película Time cuando salga; dejaremos
que los chicos se queden en casa con Mary Jane mientras vamos por un
poco de dulce británico - dijo Sophia, que ya planeaba la noche de sus
chicas.
-Sí, sí, ella está con Jack Hamilton, el punto es que tiene un cabello
excelente. Y es exactamente el mismo tono de rojo que el tuyo. Así que
encontré esta foto de ella en la alfombra roja y..
Sophia interrumpió a Mimi otra vez, incapaz de detenerse. -¿Cuando
ella caminó con Jack por la alfombra roja? Ahhh! ¡Joder, me encantó
eso! ¿Recuerdas que todos chismeaban sobre con quién estaba saliendo
él?
-Espera, estábamos hablando de su cabello! Escúchame, tengo el
moño perfecto basado en...
-Oh moñea esto, hablemos del pelo de Jack Hamilton. Siempre se ve
del carajo, ¿entiendes? Me pregunto si lo harán en la limusina en el
camino a los estrenos. . .
-Cállate, ¡simplemente detente! Estamos hablando de cabello de
bodas aquí, joder, y. . .
Me perdí, bebiendo mi cerveza y escuchando con un oído a Sophia y
Mimi en su acalorada conversación sobre moños recogidos versus largos y
ondeantes. La otra oreja estaba sintonizada con Glenn Miller que
crepitaba a través de los altavoces. Y en cuestión de segundos, apareció
Simon.
-Señora. ¿Parker? -Dijo, extendiendo su mano.
-Señor. Reynolds. -Le guiñé un ojo y me puse de pie. -Adiós chicas.
-Adiós- dijeron al unísono mientras seguía a mi marido a la pista de
baile improvisada. Siguiendo el ejemplo de nuestra ceremonia original,
pero ilegal, teníamos linternas colgando por todo el patio trasero,
trayendo a casa un poco de cuento de hadas desde Ha Long Bay.
-¿Estás feliz?- Preguntó mientras bailábamos por el patio de
ladrillo.
-Mucho ¿y tú?-
-Oh sí. Especialmente desde que recibí algunas noticias de mi doctor
hoy.
- ¿En serio?-
-En serio, nena. Estoy listo para irme - susurró, atrayéndome más
fuerte hacia su cuerpo. Ay caramba. No mentía
-¿Qué tenemos aquí?- murmuré, deslizando una mano hacia abajo
para sentir lo que estaba presionando mi muslo. -Um.Guau. Eres,
realmente muy duro, Simon. -
-¿Hmm? Oh cielos no, tengo una botella en mi bolsillo. Literalmente.
-Se rió, sacando una botella de vidrio de su bolsillo delantero y
mostrándoselo. Gracias a Dios. Se sentía increíblemente duro, pero
era. . . hmm. . . cómo digo. . . considerablemente más delgado que Simon.
-¿Por qué llevas una botella?- Le pregunté.
-Pensé que podría agarrar un poco de tierra, tal vez desde el borde
de la pista de baile de allí, ponerlo con nuestras otras botellas. Sé que
técnicamente no es arena, pero sería muy especial.
Sonreí y le dije que era una idea muy dulce. Años atrás, Simon
había comenzado a recoger arena de las playas que había visitado en
todo el mundo, almacenándola en pequeñas botellas etiquetadas y
exhibiéndolas en una repisa. Habíamos empezado un segundo estante
para las playas que visitamos juntos. Había traído un poco de la playa en
la que nos casamos en Vietnam, y me conmovió que hubiera pensado en
conmemorar esta noche también. Pero de vuelta a su bolsillo. . . .
-Me gusta hacia dónde va esta noche- le dije, chocando
deliberadamente mis caderas con las suyas, donde había algo más
tomando forma. Definitivamente más grande que una botella. -¿Qué tan
rápido crees que podemos sacar a todos de aquí?- Pregunté, medio en
broma.
-Apenas se terminen las costillas, se irán, ¿verdad?-
-Tenemos mucha clase. Sirviendo costillas en nuestra boda.
-Y ensalada de papas. No olvides la ensalada de papas.
-Y pie.
-Ese pie estaba genial. Nunca dejes de hacer ese pie. Joder, debería
haber escrito eso en los votos - dijo, hundiéndome y haciéndome reír boca
abajo. Y allí, en nuestro propio patio trasero rodeado de todos los que
amamos, me besó. Mi esposo.
***
Qué desastre.

-Creo que uno de los regalos de la boda debería estar limpiando -


gimió Simon, examinando el daño en la cocina.
-No creo que estuviera en nuestra lista de regalos, cariño- le dije con
tristeza, dándole una palmadita en el hombro mientras caminaba hacia
el comedor. En donde se encontraban los regalos de boda. -Sin embargo,
tenemos lo último en batidoras de inmersión, cuchillos eléctricos
y. . . ¿Qué diablos es esto? -Pregunté, sosteniendo una caja blanca.
-Ese es el Sr. Tocino- dijo Simon con orgullo.
-¿Quién es el señor tocino?-
-No, no, Sr. Bacon. Tú cocinaras tocino en ella.
-Entiendo. ¿Por qué es necesario? -Todos los gatos de la casa se
habían reunido en la mesa del comedor o debajo. Ellos sabían lo que
significaba la palabra tocino. Les encanta el tocino.
-Lo usas para cocinar tocino en el microondas, fácil como un pie. Lo
cual es apropiado, porque si colocas el tocino dentro de esta pequeña taza
de aquí, queda en forma de pie. ¡Ahora puedes hacer pie de tocino pastel
entre otras cosas! -
-¿Quién carajo nos regaló esto?-
-Trevor y Megan.
-Por supuesto que no! Megan, es una ex chica def Food Network, no
nos daría esto para nuestra boda.
-En realidad, nos dieron dos regalos. También nos trajeron los
nuevos platos blancos para servir que querías de Williams-Sonoma.
-Esa es mi chica- alabé, y miré una vez más a la caja que Simón
estaba acunando. -Trevor debe haberse vuelto loco con eso.
-Sigue burlándote de mi Sr. Bacon. Todavía no resuelve el problema
de este desastre.
-¿Qué tal una fiesta posterior a la fiesta de bodas? ¿Dónde invitamos
a muchas de las mismas personas y las ponemos a limpiar? De esa forma
no tenemos que pasar nuestra luna de miel trabajando - sugerí, y los ojos
de Simon se abrieron.
- Hmmm ¿por qué estamos pasando nuestra noche de bodas
hablando de tocino?-
-Bueno, tú eras el que. . .
Fui silenciada por un beso cuando Simon cruzó la cocina en dos
zancadas, me puso contra él y presionó su boca contra la mía. Me caliente
al instante.
-¿Estás seguro de esto?- Pregunté, sin aliento mientras me besaba.
-Estás bromeando, ¿verdad?- Preguntó, su voz era gutural e
increíblemente sexy mientras seguía besándose a lo largo de mi
mandíbula, dirigiéndose hacia mi cuello. Una vez que esos labios
golpearon debajo de la barbilla, estaba acabada. -Me perdí nuestra
primera noche de bodas, no me a perder la segunda.
-Lo haremos lento, ¿de acuerdo?- Insistí mientras me apoyaba en las
escaleras. Su médico lo había aclarado, claro, pero eso no significaba que
necesitáramos balancearnos en los candelabros.
-Me gusta lento- murmuró, agarrándome un buen pedazo de
trasero.
-Nosotros empezamos lento. . . -Suspiré cuando sus labios
encontraron mi punto dulce justo debajo de mi oreja. Ahora estábamos
subiendo las escaleras, apagando las luces mientras nos besábamos como
adolescentes.
-Así no es como lo recuerdo- dijo, girándome en la parte superior de
las escaleras, colocándome frente a él mientras me acompañaba por el
pasillo. Sus brazos estaban envueltos alrededor de mi cintura y sus labios
jugando con mi oreja, haciéndome reír un poco. Estaba un poco achispada
por la cerveza, pero no tan achispada para descarrilarme.
-Nosotros empezamos lento, siendo amigos primero. Por un buen
tiempo -le recordé, deteniéndome justo en la puerta de mi habitación,
atravesándome y manteniéndolo afuera.
-No recuerdo que fuéramos amigos primero. Recuerdo que, al
principio, éramos algo completamente diferente a eso. -Me mordió el
lóbulo de la oreja. Específicamente, en lo que colgaba de él. Su regalo de
bodas para mí.
Esa mañana, cuando me desperté, había un joyero encima de la
almohada donde solía estar la cabeza de Simon. Podía oírlo cepillarse los
dientes en el baño mientras yo miraba alrededor, preguntándome qué
estaba tramando. Como ya sentíamos que estábamos casados desde esa
vez en la playa, no había un no se puede ver a la novia antes de la boda
hoy, y lo quería junto a mí en nuestra cama.
-¿Qué es esto?- Pregunté, volviendo a acomodar las almohadas,
tirando del edredón a mi alrededor.
-Jolo mm etalle bara ni pommmdida - fue la respuesta que obtuve.
-Voy a esperar que escupas, bebé- fue la respuesta que di.
Él escupió.
Y se unió a mí en la cama.
-Solo un detalle para mi prometida- repitió.
-Pero pensé que no nos daríamos regalos- protesté. Lo habíamos
discutido antes y coincidimos en que no haríamos nada especial.
-Oh, cálmate y ábrelo- instruyó, e hice lo que me dijo.
Brillantes
Azules
Resplandecientes
Aretes. Pendientes largos llenos de diamantes y zafiros, exactamente
del color de sus ojos. Los zafiros en forma de lágrima colgaban de una
delicada base con incrustaciones de diamantes.
-Simon, ¿qué hiciste?- Respiré, mi mano temblaba.
-Pensé que esto podría ser algo viejo, ya que son viejos; algo nuevo, ya
que son nuevos para ti; algo azul, obviamente; pero técnicamente no
prestados, ya que ahora son tuyos. Los estás tomando prestados para
siempre
- ¿De quién? -Susurré, ya sabiendo la respuesta.
-Mi madre- respondió, y mis ojos se llenaron de lágrimas.
-No podría amarte más- le dije, llevándolo hacia mí para darle un
dulce beso.
-¿Te gustan?-
-Los amo.
Me los puse rápidamente y los usé todo el día. Lo que me lleva hasta
ahora, donde tenía un Wallbanger mordisqueándome la oreja mientras
estaba parada en la puerta.
-Por lo que recuerdo, me odiaste desde la primera vez que nos
vimos- dijo, cambiando de mi oreja a la parte posterior de mi cuello
mientras sostenía mi cabello en alto.
-No te odié, pero estoy segura que no era tu mayor fan- admití,
recordando cuando él me abrió su puerta después de haber estado
dándole sin descanso. –Estaba perdiendo el sueño.
-Te estabas perdiendo algo más que el sueño, nena- dijo, acariciando
mi hombro. Sus manos subieron mi vestido, recogieron la tela y la
juntaron alrededor de mis caderas. -Seguro que también te estabas
perdiendo esto. Y colocó una mano sobre mi sexo. Mi cuerpo respondió
como siempre lo hace, con total descaro.
-Realmente me estaba perdiendo esto- respondí, hundiendo mis
manos en su espeso y oscuro cabello y girándolo con mis dedos. -Pero lo
trajiste de vuelta.
- Nosotros lo trajimos todo de vuelta- me recordó, y me empujó a la
habitación.
-Nosotros. Me gusta, -gemí, sintiendo que la cama golpeaba la parte
posterior de mis rodillas. Simon y yo nunca habíamos pasado tanto
tiempo sin tener sexo desde que estábamos juntos. Y bajo sus manos una
vez más, mi cuerpo cobró vida para él. Tironeé de sus pantalones
mientras él tiraba de mi vestido. Me encargué de sus zapatos mientras él
me quitaba el sujetador. Mis pechos llenaban sus manos, pesados y
sensibles. Tomó mi liga con los dientes, dejando un rastro de besos a su
paso.
Cuando finalmente estábamos desnudos, enredados y jadeando, me
arrastré hacia atrás sobre la cama, moviéndome hacia la cabecera.
-¿A dónde vas, dulce Caroline?- Preguntó, arrastrándose por la
cama para llegar a mí.
-Quería hacerte sufrir un poco- bromeé, arqueando una ceja y la
espalda mientras me agarraba a la cabecera de hierro.
-Esa es mi chica.
Él me cubrió con su cuerpo, con sus largas extremidades y músculos
fuertes, mientras yo envolvía con mis piernas su cintura.
-Te amo, Simon. Te amo jodidamente tanto - dije, echando hacia
atrás su pelo y sosteniendo su cara entre mis manos, mirándonos.
-Yo también te amo, señora Parker. Y luego se metió dentro de
mí. Nuestros cuerpos se ajustaron el uno al otro, recordándose, estaban
diseñados para encajar perfectamente. Se mantuvo quieto por un
momento, sintiendo como lo envolvía en todos los sentidos.
-Joder, como te he extrañado- gimió, con la voz tensa por la dulce
tensión de contenerse, tomar las cosas con calma y asegurarse de que él
estaba bien.
Pero esa noche, nuestra noche de bodas, aprendimos cuán bello es
tomar las cosas lentamente, con precisión y esfuerzo silencioso. Cuerpos
que apenas se mueven, sudor dulce que se acumula entre nosotros, se
ajustándose y reajustándose, volviéndose uno solo en el silencio de la
noche.
Tranquilo.
Lento.
Dulce.
Perfecto.
Nuestra primera vez como pareja casada oficialmente, fue romántica
y maravillosa.
La segunda vez. . . eee. . . no tanto.
Simon no se pudo contener. Volvió a casa. Caderas empujando,
brazos agitándose, mordiendo, lamiendo, chupando, follando. Nuestras
manos se entrelazaron y se aferraron rápidamente a la cabecera otra vez.
-Realmente no querías ir despacio esta vez, chica camisón.
Y él tenía mucha razón.
Pum.
-Oh Dios.
Pum pum.
-Oh Dios.
Joder, como me gustaba este hombre.
Y lo amaría por el resto de mi vida. Por nuestras vidas Porque
Wallbanger fue el único que pudo darme mi final feliz.
...
...
...
Ejem.
EPÍLOGO

Había oído a la alimentadora y al alto quejarse acerca de hacer la


limpieza No lo vi necesario. Después de decir la palabra tocino una y otra
vez, provocándome sin ningún alivio, lo menos que pudieron hacer fue
dejarme las puntas de las costillas restantes y las sobras que quedaron
de su celebración.
Encontré un plato que contenía más que suficientes golosinas
sabrosas, y les indiqué a las chicas que había buscado un banquete para
ellas. Era mi naturaleza cuidar a los que me rodeaban, especialmente a
mis damas. A cambio de otorgarles un alojamiento en mi casa, y
protección general, mi trío me mantuvo bien acicalado y satisfecho. Si
sabes a lo que me refiero. Y creo que sí sabes.
Mientras las damas estaban ocupadas con una hamburguesa de
carne particularmente sabrosa, volví a mi misión anterior de búsqueda y
destrucción. Normalmente evitaba los contenedores de basura, después
de que malgastara mi juventud persiguiendo Q-tips y bolas de
algodón. Nada bueno vino de esas búsquedas infructuosas, aunque
divertidas. Pero algo había despertado mi interés en una de las
habitaciones de arriba, la que la alimentadora y el alto usaban como caja
de arena.
Caminé silenciosamente a través de sus dormitorios, sintiendo que
estaban dormitando ligeramente. El largo hoy tenía esa mirada en él,
una mirada que significaba que la Alimentadora ronronearía toda la
noche. No importa, tenía un pez más grande que encontrar. Mmm, pez.
Entrando en su caja de arena sin ser descubierto, fui de inmediato a
la papelera. Pateando con delicada gracia, volqué el contenedor y
derramé el contenido en el suelo. Excavando a través de Kleenex, una
botella de píldoras vacía, una condenada bola de algodón (que perdí a los
veinte minutos, cuando decidió huir de mí), encontré el curioso elemento.
Envuelto completamente en papel higiénico, como para despistarme,
había una caja vacía con un palo largo dentro. El palo tenía un buen
peso, balanceándose muy bien en mi boca. Lo usaría como palo de
hockey. Agarrando el extremo plano en mi boca, caminé hasta la otra
habitación y salté silenciosamente a la cama. Subiendo por piernas y
rodillas, codos y brazos, me acurruqué entre el alto y la alimentadora,
trayendo mi palo de hockey conmigo para más después.
Había sido un largo día. Había estado levantado durante al menos
una hora, y el sueño me estaba llamando. Examiné el palo una vez más,
notando que en un extremo había un símbolo interesante. Dos líneas,
cruzadas en el medio. Hmm. Dejando el misterio de lado por el momento,
estiré mis piernas, asegurándome de estar tocándolos a ambos. Pareció
confortarlos. Y ese era mi otro trabajo, asegurarme de que estos dos
siempre estuvieran cómodos.
Pude sentir que el Alto comenzaba a moverse; será mejor que tome
una siesta antes de que se despierte completamente y moleste a la
alimentadora.
Cerré los ojos y me dormí al instante. Feliz. Contento. Porque en mis
sueños, había costillas para muchos días. . .
- ¿Qué coño hace esto en la cama? Clive? ¿Qué es eso que
trajiste? ¿Ah?
- ¿Qué pasa? –la alimentadora bostezó.
Una larga pausa. . .
-¿Caroline? ¿Tienes algo que contarme?
Una pausa más larga. . .
-A ver, Simon. Es una historia divertida. . .

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