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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Darrell Huff

CÓMO MENTIR
CON
ESTADÍSTICAS
Traducción de Denes Martos

Edición Original: 1954


Segunda Edición Electrónica: 2014

lanuevaeditorialvirtual.blogspot.com

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

INDICE
PREFACIO ..................................................................................................................................................... 3
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................................. 4
1. LA MUESTRA CON EL SESGO INCORPORADO ....................................................................................................... 6
2. EL PROMEDIO BIEN ELEGIDO........................................................................................................................ 18
3. LAS PEQUEÑAS CIFRAS QUE FALTAN .............................................................................................................. 26
4. MUCHO RUIDO Y PRÁCTICAMENTE POCAS NUECES............................................................................................ 36
5. EL GRÁFICO FANTÁSTICO ............................................................................................................................ 41
6. GRÁFICOS CON PERSONAJES ........................................................................................................................ 46
7. EL NÚMERO SEMI RELACIONADO .................................................................................................................. 53
8. EL REGRESO DEL "POST HOC" ...................................................................................................................... 63
9. COMO ESTADISTICULAR ............................................................................................................................. 72
10. CÓMO RESPONDER A LAS ESTADÍSTICAS ....................................................................................................... 85

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Prefacio
Darrell Huff (1913-2001) nació en Gowrie (Iowa) y se educó en la
universidad de ese estado. Fue el editor de dos
revistas antes de dedicarse por completo a
escribir como autor independiente una cantidad
numerosa de artículos sobre el tema de "Cómo
hacer . . . " (o "How to" en inglés) además de 16
libros sobre diversas cuestiones.
Su obra más conocida es la que presentamos a
continuación. How to Lie with Statistics – Cómo
Mentir con Estadísticas – se ha convertido a lo
largo del tiempo en un verdadero clásico para
quienes desean desentrañar los vericuetos y los trucos empleados
por quienes pretenden describir la realidad mediante el método
estadístico … no siempre con intenciones enteramente confesables.
Publicado en 1954, la obra no ha perdido actualidad al día de hoy y
sigue siendo utilizada como texto básico en muchas aulas. Sin pecar
de superficial, Huff no se interna en el complejo formuleo
matemático concentrándose en darle al lector una visión clara,
práctica y concisa acerca de la forma de entender – y dado el caso
desenmascarar – las estadísticas que usualmente se pueden
encontrar en diarios, revistas y hasta en algunas publicaciones
profesionales.
En la traducción hemos prestado especial atención a mantener el
tono coloquial, no exento de un formidable sentido del humor, con el
cual el autor ha hecho por demás llevadera una materia que, de otro
modo, sufriría de la aridez que tienen todos los trabajos relacionados
con las matemáticas.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Las notas incluidas en el texto, salvo indicación en contrario, son del


traductor. Las ilustraciones están adaptadas del original de 1954 y
pertenecen a Irving Geis.

Introducción
"Hay una gran cantidad de crímenes por aquí", dijo mi suegro poco
después de haberse mudado de Iowa a California. Y así era — en el
diario que leía. Ese diario es uno de ésos que no pasa por alto ningún
crimen en su propia área y tiene fama de prestar más atención a un
asesinato en Iowa que el mismo diario principal de esa localidad.
La conclusión de mi suegro fue estadística, aunque de un modo
informal. Estaba basada en una muestra y, si vamos al caso, en una
muestra notoriamente distorsionada. Como muchas de las
estadísticas más sofisticadas, era tendenciosa: presuponía que el
espacio dado por el diario a la información sobre los crímenes
cometidos es una medida de la tasa de criminalidad.
Hace un par de inviernos una docena de investigadores informaron
independientemente cifras sobre píldoras antihistamínicas. Cada
una de de esas investigaciones mostraba que un porcentaje
considerable de los resfríos cedía después del tratamiento. Se
produjo un gran alboroto, al menos en los anuncios comerciales, y la
campaña de productos médicos tuvo su auge. Esa campaña estuvo
basada sobre la eterna esperanza y también sobre una curiosa
negativa a mirar más allá de las estadísticas y ver un hecho que se
conoce desde hace mucho tiempo. Tal como Henry G. Felsen – un
humorista y para nada una autoridad en medicina – señaló ya hace
bastante tiempo, con tratamiento un resfrío dura siete días; sin
tratamiento dura una semana.
Lo mismo sucede con muchas cosas que usted lee y oye. Los
promedios, las relaciones, las tendencias y los gráficos no siempre
son lo que parecen. Pueden contener más de lo que se ve, y también
pueden contener bastante menos.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

El lenguaje secreto de las estadísticas, tan atrayente en una cultura


orientada a los hechos, se emplea para el sensacionalismo, para
exagerar, confundir y sobre-simplificar. Los métodos y los términos
estadísticos son necesarios en los informes que tratan el cúmulo de
datos que hacen a las tendencias sociales y económicas, a las
condiciones comerciales, a las encuestas de "opinión" y a los censos.
Pero en ausencia de redactores que empleen las palabras con
honestidad y entendimiento, y careciendo de lectores que sepan lo
que significan, el resultado solo puede ser un sinsentido semántico.
En la literatura popular sobre cuestiones científicas el abuso
estadístico resalta la figura del héroe de guardapolvo blanco
trabajando horas-extras por falta de tiempo en un mal iluminado
laboratorio. Al igual que "un toque de maquillaje y un poco de
carmín" las estadísticas hacen que un hecho importante "parezca ser
lo que ella no es" gracias al maquillaje. Una estadística bien
empaquetada es hasta mejor que la "gran mentira" del dictador:
engaña, pero nadie lo puede acusar de engaño.
Este libro es una especie de guía sobre cómo usar estadísticas para
engañar. Puede ser que se parezca demasiado a un manual para
estafadores. Quizás pueda justificarlo en la forma en que lo hizo el
ladrón retirado cuyas memorias publicadas terminaron siendo un
curso avanzado sobre como violentar una cerradura y amortiguar el
ruido de una pisada: los ladrones ya conocen esos trucos; las
personas honestas tienen que aprenderlos en defensa propia.

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1. La muestra con el sesgo incorporado


La revista Time publicó en cierta oportunidad que "el egresado
promedio de Yale, de la promoción 1924, gana $25.111 por año". 1
Bueno, ¡felicitaciones!
Pero esperen un minuto. ¿Qué significa esta cifra tan impresionante?
Tal como está, parecería ser la prueba de que, si usted envía a su hijo
a estudiar a Yale, no tendrá que trabajar cuando sea viejo, y su hijo
tampoco.
Ya a primera vista hay dos cosas sospechosas en cuanto a la cifra. Por
de pronto es sorprendentemente precisa. Y es muy improbable que
esté limpia.
Es muy poco probable que el ingreso promedio de cualquier grupo
numeroso pueda ser jamás conocido con una precisión exacta.
Incluso no es muy probable que usted mismo conozca su propio
ingreso del año pasado de una manera tan exacta, a menos que todo
ese ingreso haya provenido de un salario fijo. Por otra parte, ingresos
del orden de los $25.000 no suelen representar solamente salarios;
es muy probable que las personas de ese nivel tengan también
inversiones bien diversificadas.
Más allá de eso, este hermoso promedio está sin duda alguna
calculado sobre la base de los montos que los egresados de Yale
dijeron haber ganado. Incluso si en New Haven se empleaba ya el
sistema del honor en 1924, no podemos estar seguros de que este
sistema siga funcionando tan bien después de un cuarto de siglo y
que todos estos informes sean honestos. Algunas personas, cuando
se les pregunta acerca de sus ingresos, exageran por vanidad o por
optimismo. Otros minimizan, especialmente si los ingresos son

1Serían equivalentes a unos $ $327.563 de 2012 aproximadamente. (Cf.


http://www.dollartimes.com/calculators/inflation.htm Consultado el 2/9/2012) (N. del T.)

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imponibles, y habiendo mentido una vez prefieren no contradecirse.


¿Quién sabe qué es lo que puede llegar a ver la autoridad impositiva?
Es posible que estas dos tendencias – la de presumir y la de
minimizar – se cancelen mutuamente, pero es improbable. Una de
las tendencias puede ser mucho más fuerte que la otra y no sabemos
cuál de las dos podría ser.
Estamos empezando a explicarnos una cifra de la que ya el sentido
común nos dice que difícilmente sea cierta. Pues bien, pongamos
ahora el dedo sobre la probable fuente del mayor error; una fuente
que puede producir la cifra de $ 25.111 como el "ingreso promedio"
de personas cuyo promedio real podría muy bien estar más cerca de
la mitad de ese número.
Esta fuente es el método del muestreo que constituye la columna
vertebral de la gran mayoría de las estadísticas que usted puede
encontrar sobre toda una serie de temas. Su principio es muy simple,
aun cuando en la práctica sus refinamientos han conducido a toda
clase de caminos laterales, algunos de ellos muy poco respetables. Si
tenemos un barril lleno de bolitas, algunas rojas y otras blancas, hay
un solo método para saber exactamente cuántas de cada color
tenemos: contándolas. Sin embargo, podemos averiguar
aproximadamente cuantas rojas hay de un modo mucho más simple:
sacando un puñado de bolitas, contando cuántas hay solamente en
ese puñado y presuponiendo, además, que la proporción será la
misma en todo el barril. Si la muestra es lo suficientemente grande y
ha sido seleccionada adecuadamente, representará a la totalidad de
un modo bastante satisfactorio para la mayoría de los propósitos.
Pero, si no lo es, puede llegar a ser por lejos menos confiable que una
estimación inteligente y no se justificará más que con un espurio aire
de precisión científica. Desgraciadamente la verdad es que, detrás de
gran parte de lo que leemos o creemos saber, no hay sino
conclusiones sacadas de muestras que están sesgadas, o son
demasiado pequeñas, o ambas cosas a la vez.
El informe sobre los egresados de Yale está basado sobre una
muestra. Podemos estar bastante seguros de ello porque ya la razón
nos dice que nadie puede tomar contacto con todos los miembros

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vivos de la promoción de 1924. Después de 25 años, forzosamente


tienen que existir muchos cuyas direcciones particulares se
desconocen.
Y de aquellos cuyas direcciones son conocidas, muchos no querrán
contestar, especialmente tratándose de una cuestión muy personal.
Para ciertos tipos de cuestionario una tasa de respuesta del 5% al
10% ya se considera bastante alta. El que estamos comentando podrá
haber tenido un resultado mejor, pero nada parecido a un 100%.
De modo que llegamos a la conclusión que la cifra del ingreso está
basada sobre una muestra compuesta por todos los miembros de la
promoción cuyas direcciones eran conocidas y que, además,
contestaron el cuestionario. ¿Es representativa esta muestra? Esto
es: ¿puede considerarse que este grupo tenía los mismos ingresos
que el otro formado por aquellos cuya dirección ya no se conocía,
más aquellos que no quisieron contestar?
¿Quiénes son las ovejas perdidas de Yale que figuran en las listas con
"dirección desconocida"? ¿Acaso son los poseedores de grandes
ingresos, los hombres de Wall Street, los directores corporativos, los
ejecutivos de la industria y los servicios? No; las direcciones de los
ricos no serán difíciles de conseguir. Muchos de los miembros más
prósperos de la promoción pueden ser hallados consultando el Quién
es Quién en América 2 y otras fuentes de referencia, incluso si no se
han mantenido en contacto con la oficina de ex-alumnos. La
suposición más probablemente cierta es que los nombres perdidos
pertenecen a quienes, 25 años después de obtener su licenciatura, no
llegaron a cumplir con ninguna brillante promesa. Son los
oficinistas, los mecánicos, los vagos, los alcohólicos desempleados,
los artistas y los escritores que apenas si consiguen sobrevivir …
personas de las que habría que juntar una docena, o más, para llegar
a un ingreso anual de $25.111. Estas personas no suelen aparecer en

2El Quién es Quién (o bien Who's Who por su nombre en inglés) es el título de una serie de
publicaciones de referencia que incluye las biografías de personalidades famosas. La publicación
más antigua y conocida es la publicación anual británica de ese nombre. (N. del T.)

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las reuniones de ex-alumnos aunque más no sea porque no pueden


solventar el costo del viaje y la estadía.
¿Quiénes son los que tiraron el cuestionario al tacho de basura más
cercano? No podemos estar tan seguros acerca de éstos, pero sería al
menos una suposición razonable pensar que son aquellos que no
están haciendo suficiente dinero como para vanagloriarse de ello.
Son un poco como el sujeto que se encontró con una nota anexada al
cheque de su sueldo en la que se le aconsejaba tratar la suma de su
salario como algo confidencial que no debía ser comentado entre sus
colegas. "No se preocupe" – le dijo al jefe – "Estoy por lo menos tan
avergonzado de este sueldo como lo está usted".
Así se vuelve bastante evidente que la muestra ha omitido dos grupos
que tenían una alta probabilidad de bajar el promedio. La cifra de $
25.111 está empezando a explicarse. Si es una cifra real en absoluto,
lo es meramente para ese grupo especial de la promoción de 1924
cuyas direcciones eran conocidas y cuyos integrantes estuvieron
dispuestos a manifestar cuanto ganaban. Además, incluso eso
requiere presumir que esos caballeros dijeron la verdad.
Y una presunción así no es para hacerla a la ligera. La experiencia
obtenida de una clase especial de estudio por muestreo – el llamado
"estudio de mercado" – sugiere que difícilmente se la pueda hacer en
absoluto. Una vez se hizo un relevamiento casa-por-casa para
analizar las preferencias de los lectores de revistas en el cual la
pregunta clave fue: "¿Qué revistas se leen en su casa?" Después de
tabular y analizar las respuestas pareció ser que una gran cantidad
de gente prefería Harper's 3 y no muchos leían True Story. 4 Ahora

3 Harper's Magazine es una revista mensual norteamericana que, desde una perspectiva
generalmente liberal (en sentido norteamericano) trae noticias sobre literatura, política, cultura,
economía y artes. Es la segunda revista más antigua de los Estados Unidos después del Cientific
American. (N. del T.)
4 True Story (Historia Verdadera) fue una revista que, supuestamente, publicaba historias de la
vida real bajo el subtítulo de "la verdad es más extraña que la ficción". No obstante, muchos de
sus artículos estaban escritos por escritores profesionales y no eran más que fantasías
sensiblemente alejadas de la realidad pero que agradaban a un gran público ávido de
romanticismos y sensacionalismos. (N. del T.)

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bien, existían por la misma época cifras de circulación publicadas


que claramente indicaban que True Story distribuía millones de
ejemplares 5 mientras que Harper's solo tenía una circulación de
cientos de miles. Los diseñadores de la encuesta se dijeron: "Quizás
entrevistamos a la gente equivocada". Pero no, el cuestionario había
sido utilizado en toda clase de vecindarios y a lo largo y ancho de
todo el país. La única conclusión razonable fue que los entrevistados
simplemente no dijeron la verdad. Casi todo lo que la entrevista
reveló fue nada más que el esnobismo de los entrevistados.
Al final se llegó a la conclusión de que, si uno quiere saber qué es lo
que leen determinadas personas, no tiene ningún sentido hacerle
preguntas a los lectores. Uno podría llegar a saber mucho más yendo
a sus casas ofreciéndoles comprar sus revistas viejas y todas las
publicaciones que hayan comprado. Después de eso, lo único que
habría que hacer es contar cuantas Yale Review 6 y cuantas Love
Romance 7 hay. Y, por supuesto, incluso este recurso algo dudoso no
nos diría qué lee la gente; solo nos diría qué es lo que ha comprado.
De un modo similar, la próxima vez que lea que el Norteamericano
Promedio (se oye hablar de él un buen montón estos días y la mayor
parte de lo que se dice es solo tenuemente probable) se lava los
dientes 1.02 veces al día – una cifra que acabo de inventar pero que
podría ser tan buena como cualquier otra – hágase la siguiente
pregunta: "¿Cómo pudo alguien averiguar una cosa así? Una mujer
que, en innumerables anuncios comerciales, ha leído que las
personas que no se lavan los dientes prácticamente atentan contra la
convivencia social, ¿le confesaría a un extraño que no se lava los
dientes en forma regular?
Esa estadística puede llegar a tener sentido para alguien que quiere
saber qué dicen las personas acerca del lavarse los dientes. Pero no

5 Hacia 1929 True Story tenía una circulación de cerca de 2 millones de ejemplares. (N. del T.)
6 Revista literaria publicada por la Universidad de Yale. (N. del T.)
7 "Romances de Amor" - quizás un título de revista inventado por el autor.

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revelará gran cosa acerca de la frecuencia con la cual esas mismas


personas efectivamente se cepillan la dentadura.
Se nos dice que un río no puede subir por sobre el nivel de su fuente.
Es cierto . . . pero puede parecer que lo hace si hay una estación de
bombeo por algún lado. También es igualmente cierto que ningún
estudio por muestreo es mejor que la muestra sobre la que se basa.
Para cuando los datos han sido filtrados a través de capas de
manipulación estadística y reducidos a un promedio expresado con
decimales, el resultado empieza a adquirir un aura de persuasión que
quedaría desmentida por una mirada más atenta al muestreo.
El diagnóstico temprano del cáncer, ¿salva vidas? Probablemente.
Pero de las cifras que usualmente se utilizan para demostrarlo lo
mejor que se puede decir es que no lo demuestran. Estas cifras,
recopiladas por el Connecticut Tumor Registry, se remontan a 1935 y
parecen mostrar un aumento sustancial en la tasa de supervivencia
original de cinco años durante el período 1935/1941. En realidad, sin
embargo, los datos comenzaron a registrarse efectivamente en 1941 y
todo lo anterior se obtuvo rastreando para atrás. Muchos de los
pacientes ya se habían mudado de Connecticut y no se pudo saber si
habían sobrevivido o fallecido. De acuerdo con Leonard Engel, el
sesgo así creado es "suficiente como para explicar la totalidad del
supuesto aumento de la tasa de mejora".
Para ser útil, un informe basado sobre una muestra tiene que partir
de una muestra representativa y una muestra representativa es
aquella en la cual se han eliminado todas las fuentes de distorsión o
sesgo. Ahí es donde nuestra cifra de Yale demuestra su inutilidad. Y
en esto mismo revelan su falta de sentido una gran cantidad de cosas
que podemos leer en los diarios y revistas.
Cierta vez un psiquiatra manifestó que prácticamente todo el mundo
es neurótico. Dejando de lado que semejante utilización del término
destruye cualquier significado que la palabra "neurótico" pueda
tener, péguele un vistazo a la muestra que usó el hombre. Esto es: ¿a
quién estuvo observando ese psiquiatra? Resulta que llegó a esa
edificante conclusión estudiando a sus propios pacientes que están a

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años luz de constituir una muestra representativa de toda la


población. Si una persona es normal, nuestro psiquiatra jamás se
encontraría con ella.
Échele esa clase de segunda mirada a las cosas que lee y no podrá
evitar darse cuenta de que todo un montón de cosas no son lo que se
dice de ellas.
Vale la pena tener en mente que la confiabilidad de una muestra
puede ser destruida no solamente por esta clase de fuentes visibles
sino – y con la misma facilidad – por fuentes invisibles de
distorsión. Es decir: aún si no encuentra una fuente con sesgo
demostrable, permítase algún grado de escepticismo en cuanto a los
resultados mientras exista la posibilidad de que haya cierto sesgo en
alguna parte. Siempre lo hay. Y si quedase alguna duda sobre esto,
las elecciones presidenciales de 1948 y 1952 bastan para
demostrarlo.
Para mayores datos, retrocedamos hasta el año 1936 y recordemos el
sonado fiasco del Literary Digest. Los diez millones de encuestados,
entre llamadas telefónicas y suscriptores del Digest, le aseguraron a
esa ya desaparecida revista que Landon obtendría 370 votos y
Roosevelt 161. La lista de personas a encuestar fue la misma que
había sido utilizada para predecir con toda exactitud la elección de
1932. ¿Cómo pudo haber un sesgo en una lista que ya había sido
utilizada con éxito? Por supuesto que hubo un sesgo, tal como
después, ex post facto, demostraron varios estudios académicos y
otros análisis. Las personas que en1936 podían darse el lujo de tener
un teléfono y de suscribirse a una revista, no constituían una
muestra representativa de todos los votantes. Económicamente,
formaban una clase especial de personas y la muestra se hallaba
sesgada porque resultó ser que estaba cargada con votantes
republicanos. La muestra eligió a Landon, pero el electorado no
estuvo de acuerdo.
La muestra básica es la llamada "aleatoria". Se la extrae
completamente al azar de la "población", una palabra que los
técnicos en estadísticas utilizan para referirse a la totalidad de la cual

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la muestra es una parte. Por ejemplo, se extrae cada décimo nombre


de un conjunto de fichas. O se sacan cincuenta tarjetas de un
sombrero lleno de ellas. O se entrevista a una de cada 20 personas
que transitan por la calle Market Street. (Pero recuerde que esto
último no es una muestra de la población mundial, ni de los Estados
Unidos, ni tampoco de San Francisco, sino únicamente de las
personas que estaban en Market Street y en ese momento). Una de
las encuestadoras de cierta agencia dijo que se dedicaba a encuestar
a la gente de una estación ferroviaria porque "en una estación de tren
uno encuentra a toda clase de personas". Hubo que aclararle que
madres con niños muy pequeños podían no estar adecuadamente
representadas en ese lugar.
La verificación de la calidad de una muestra al azar se hace
preguntando: ¿Cada objeto o persona del grupo total tiene las
mismas probabilidades de estar en la muestra?
La muestra enteramente aleatoria es la única que puede ser
analizada con entera confianza con las herramientas estadísticas,
pero hay un problema con ella. Es tan difícil y cara de obtener que ya
la mera cuestión del costo hace que sea descartada. Un sustituto más
económico, que se usa casi universalmente en áreas tales como
encuestas de opinión y análisis de mercado, es la llamada muestra al
azar por estratos.
Para obtener esta muestra estratificada se divide a la población total
en varios grupos respetando en la integración de cada grupo la
proporcionalidad que tiene en el conjunto total. Y ahí es donde
pueden empezar los problemas: la información que se dispone sobre
esa proporcionalidad puede no ser correcta. Lo que se hace es decirle
a los entrevistadores que entrevisten – pongamos por caso – a una
cantidad X de negros, a N% de personas de cada una de varias
bandas salariales, a un número determinado de granjeros, y así
sucesivamente. Además, supongamos que cada grupo debería estar
compuesto en partes iguales por personas de más de 40 y menos de
40 años de edad.

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Suena muy bien, pero ¿qué pasa? En materia de negro o blanco el


encuestador juzgará correctamente la mayoría de las veces. En
materia de salarios ya cometerá más errores. Y, en cuanto a
granjeros, ¿cómo clasificaría usted a una persona que trabaja parte
de su tiempo en la granja pero que también trabaja en la ciudad?
Hasta la cuestión de la edad presenta algunos problemas que pueden
resolverse fácilmente seleccionando entrevistados que estén
notoriamente o bien por encima, o bien por debajo de los 40 años.
Pero en ese caso la muestra va a estar sesgada por la virtual ausencia
de personas de entre, digamos, 37 y 43 años. No hay escapatoria.
Para colmo de males, ¿cómo obtener una muestra al azar dentro de
la estratificación? Lo más obvio sería empezar con una lista que
incluya a todo el mundo y extraer de ella nombres al azar; pero esto
resultaría demasiado caro. De modo que el encuestador sale a la calle
– y sesga su muestra con las personas que se han quedado en casa.
Yendo de casa en casa se pierde la enorme mayor parte de los que
salieron a trabajar. Si opta por hacer sus entrevistas a la tarde,
después del horario laboral, se perderá a los que se fueron al cine o a
un club nocturno.
En última instancia, la realización de una encuesta se convierte en
una constante lucha contra fuentes de distorsión y es una lucha que
libran constantemente todas las encuestadoras serias. Lo que el
lector de dichas encuestas tiene que saber es que en esa lucha no se
gana nunca. Una conclusión al estilo de "el 67% de los
norteamericanos está en contra de" una cosa u otra, jamás debería
ser leída sin hacerse la pregunta: "¿El 67% de cuales
norteamericanos?".
Pasó con el "Informe sobre la Mujer Norteamericana" del doctor
Alfred C. Kinsey. El problema, como en todo lo basado sobre
muestreos, es el de cómo leerlo (o cómo leer un resumen
simplificado del mismo) sin aceptar demasiadas cosas que no
necesariamente son tal como se las presenta. En este caso tenemos
tres niveles del muestreo a considerar. Las muestras de la población
utilizadas por el Dr. Kinsey (primer nivel) están lejos de haber sido
tomadas al azar y no son particularmente representativas, si bien son

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muy grandes en comparación con cualquier otro estudio hecho en


este campo y sus números tienen que ser aceptados como
reveladores e importantes, si bien tampoco es cuestión de tomarlos
al pie de la letra. Posiblemente más importante que eso es recordar
que cualquier cuestionario es solamente una muestra (segundo
nivel) de todas las preguntas posibles y que las respuestas dadas por
una mujer no son más que una muestra (tercer nivel) de sus
actitudes y experiencias en lo referido a cada pregunta.
Las personas que forman el equipo de encuestadores también
pueden matizar el resultado de una manera interesante. Hace
algunos años, durante la Segunda Guerra Mundial, el National
Opinion Research Center envió a dos grupos de encuestadores a
hacerle tres preguntas a 500 negros de una ciudad del Sur de los
EE.UU. Uno de los grupos estuvo integrado por encuestadores
negros, el otro por blancos.
Una de las preguntas fue: "Los negros ¿serían tratados aquí mejor o
peor si los japoneses conquistaran a los Estados Unidos?" Los
encuestadores negros informaron que el 9% de los entrevistados
respondió: "mejor". Los encuestadores blancos hallaron solo un 2%
de entrevistados que contestaron del mismo modo. Además,
mientras que a los encuestadores negros solo un 25% les respondió:
"peor", a los encuestadores blancos un 45% les dio la misma
respuesta.
Cuando se sustituyó la palabra "japoneses" por la de "nazis", los
resultados fueron similares.
La tercera de las preguntas se dirigía hacia actitudes que podían
obedecer a sentimientos revelados por las dos anteriores. "¿Qué
piensa usted que es más importante; concentrarse en vencer al Eje o
hacer que la democracia funcione mejor aquí en nuestro país?"
Según los encuestadores negros la respuesta del 39% de los
entrevistados fue: "vencer al Eje". Según los encuestadores blancos,
el 62% dio esa misma respuesta.
Aquí tenemos un sesgo introducido por factores desconocidos.
Parece ser probable que el factor más importante haya sido una

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

tendencia que siempre tiene que ser tenida en cuenta al evaluar


resultados de encuestas: el deseo de dar una respuesta que agrade al
que hace la pregunta. No sería ningún milagro si, en tiempos de
guerra, un negro del Sur le dijese a un hombre blanco algo que suena
bien en lugar de lo que cree realmente. También es posible que los
diferentes grupos de encuestadores eligieron diferentes clases de
personas para entrevistar.
En todo caso, los resultados están tan obviamente sesgados que la
encuesta es inservible. Puede ahora usted juzgar por sí mismo y
hacerse una idea de cuantas conclusiones basadas sobre encuestas
están exactamente tan sesgadas y son exactamente tan inservibles –
solo que usted no tiene la posibilidad de verificarlas y descubrir la
distorsión.
No obstante, tendrá una base de partida bastante sólida para
formarse una opinión si sospecha que, en general, las encuestas
están sesgadas en una dirección específica, como – por ejemplo – la
dirección del error del Literary Digest. Este sesgo apunta hacia la
persona con más dinero, más educación, más información, más
lucidez, mejor apariencia, mayor comportamiento convencional, y
hábitos más arraigados que las personas a las que debería
representar.
Es fácil de ver lo que esto produce. Supongamos que usted es un
encuestador parado en una esquina al que le han asignado la tarea de
realizar una sola entrevista. De pronto ve a dos personas que caen
dentro de la categoría que le han asignado: más de cuarenta años,
negro, urbano. Uno de ellos es de buen aspecto, bien vestido y
pulcro. El otro está todo sucio y tiene un aire de abandono. Para
cumplir con lo asignado, es mucho más probable que usted se dirija a
la persona de aspecto agradable. Y los demás entrevistadores
también tomarán una decisión similar a la suya.
Algunas de las críticas más fuertes en contra de las encuestas de
opinión pública provienen de los círculos de izquierda en los cuales
es usual creer que las encuestas están generalmente amañadas.
Detrás de esto está el hecho que las encuestas fallan con tanta

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frecuencia en coincidir con la opinión y los deseos de personas cuyo


pensamiento difiere de la tendencia conservadora. Estas personas
señalan que las encuestas parecen elegir siempre a republicanos,
incluso cuando los votantes hacen lo contrario poco después de su
publicación.
En realidad, tal como hemos visto, no es necesario que una encuesta
esté amañada – es decir: que los resultados se distorsionen en forma
deliberada – para crear una falsa impresión. Una tendencia en la
muestra misma, sesgada en una dirección determinada, puede
amañar la encuesta automáticamente.

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2. El promedio bien elegido


No creo que usted sea un esnob del mismo modo en que yo, por
cierto, no estoy en el negocio inmobiliario. Pero supongamos por un
momento que usted lo es y yo me dedico a vender inmuebles.
Hagamos de cuenta, además, que está usted buscando comprar una
vivienda situada sobre una ruta no muy lejos del valle de California
que es donde yo vivo.
Pues bien; habiéndolo semblanteado y descubierto su esnobismo, me
tomo un gran trabajo en explicarle que el ingreso promedio de las
personas de este vecindario está en el orden de los $15.000 anuales.
Es probable que eso despierte su interés en vivir aquí. Sea como
fuere, supongamos que usted me compra una vivienda y esa atractiva
suma le queda grabada en la mente. Algo que es más que probable,
desde el momento en que estamos suponiendo que usted es al menos
un poco esnob y no se va a privar de mencionarlo de un modo
pretendidamente casual cuando le diga a sus amigos donde está
viviendo.
Un año o algo así más tarde nos volvemos a encontrar. Pero esta vez
soy miembro de un comité de contribuyentes y estoy haciendo
circular una petición para reducir impuestos, o para reducir el monto
de las valuaciones fiscales o para solicitar una rebaja en los costos del
transporte. En esa petición, mi argumento es que no podemos
solventar un aumento ya que, después de todo, el ingreso promedio
del vecindario es de $3.500 al año. Quizás usted me acompañe en la
petición y en mi comité – supongamos que no solo es esnob sino
también algo tacaño – pero no podrá evitar sorprenderse de
escuchar esa miserable suma de $3.500 anuales. ¿Estoy mintiendo
ahora o le mentí el año pasado?
No puede usted demostrar que lo hice, ni ahora ni antes. Esa es la
belleza esencial del mentir con estadísticas. Ambas cifras son
promedios legítimos, calculados legalmente. Ambas representan los

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mismos datos, las mismas personas y los mismos ingresos. Aun así
es obvio que al menos una de las dos tiene que ser tan engañosa que
bordea lo que sería una mentira flagrante.
Mi truco consistió en usar un promedio distinto en cada una de las
dos oportunidades, siendo que la palabra "promedio" tiene un
significado muy elástico. Es un truco usado frecuentemente, a veces
de un modo inocente pero la mayoría de las veces con culpabilidad,
por sujetos que desean influir sobre la opinión pública o vender
espacio publicitario.
Cuando le digan que algo es un promedio, seguirá sin saber
demasiado a menos que le digan también cual de los promedios más
comunes fue el utilizado. ¿Fue una "media", una "mediana" o una
"moda"?
La cifra de $15.000 que utilicé cuando quise una cantidad grande es
una media, es decir: es la media aritmética de todos los ingresos de
todas las familias del vecindario. Se obtiene sumando todos los
ingresos y dividiéndola por la cantidad de personas involucradas. La
cifra menor es una mediana. Nos está diciendo que la mitad de las
familias en cuestión tiene un ingreso anual mayor de $3.500
mientras que la otra mitad vive con un ingreso anual menor de
$3.500. También podría haber usado la moda estadística, que es el
número que aparece con mayor frecuencia en una serie de números.
Por ejemplo, si en nuestro vecindario hay más personas con ingresos
de, digamos, $5.000 que personas con ingresos de cualquier otro
monto, pues entonces $5.000 será el ingreso modal de la población.
En el caso que estamos viendo, al igual que en la mayoría de los
casos referidos a ingresos anuales, un "promedio" no explicitado
carece virtualmente de significado. Uno de los factores que
contribuye a aumentar la confusión es que, en determinadas clases
de información, todos los diferentes tipos de promedio arrojan
resultados tan similares que, a los efectos prácticos, puede no ser tan
importante mencionar cual se ha aplicado.

19
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

450,00
61,00
870,00
930,00
650,00
870,00
15.000,00
200,00
650,00
Media Aritmética 2.168,78
Mediana 650,00
Media Geométrica 662,22
Moda 870,00
Diferencia entre media, mediana, media geométrica y moda.
Observe como un solo número con gran desvío (15.000) lleva
la media aritmética a más del triple de la mediana. La moda es
el número más frecuente de la serie (870 es el
número que figura más veces). 8

Si leemos que la estatura promedio de los hombres de determinada


tribu primitiva es tan solo de 1.5 metros, podemos llegar a tener una
idea bastante concreta de la estatura de estas personas. No vamos a
tener que preguntar si ese promedio es una media, una mediana o
una moda; los tres promedios arrojarían aproximadamente el mismo
resultado. (Por supuesto, si estamos en el negocio de la fabricación
de ropa, solicitaríamos más información que la dada por cualquier
promedio. Esto tiene que ver con rangos y desviaciones, algo a lo
cual nos dedicaremos en el próximo capítulo).
Los distintos promedios arrojan resultados similares cuando se trata
de datos que nos hacen el favor de aproximarse a lo que se llama una
distribución normal como lo son, por ejemplo, los relacionados con
muchas características humanas. Si graficamos estos datos mediante
una curva, la misma se parece a una campana y la media, la mediana
y la moda se ubican prácticamente en el mismo punto.

8 Para evitarse engorrosos cálculos puede utilizar sencillamente una planilla de Microsoft Excel
empleando las funciones estadísticas que ofrece dicha aplicación. Las funciones en castellado y
en ingles son Media = PROMEDIO (AVERAGE); Mediana = MEDIANA (MEDIAN); Media
Geométrica = MEDIA.GEOM (GEOMEAN) y Moda = MODA (MODE). (N. del T)

20
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Por consiguiente un promedio será tan bueno como cualquier otro


para describir la estatura de las personas, pero no lo es para describir
los libros de cierto tamaño que esas personas compraron. Si
listáramos todos los ingresos anuales de todas las familias de una
ciudad determinada, podríamos hallar que van desde casi nada hasta
$50.000 o algo así y hasta podríamos toparnos con unos pocos
realmente muy grandes. Más del 95% de los ingresos estaría por
debajo de $10.000, con lo que quedarían muy hacia la izquierda de
la curva. La campana, en vez de ser simétrica, estaría sesgada. Su
contorno sería como el de un tobogán, con la parte izquierda
subiendo empinadamente hasta un punto máximo y el resto bajando
suavemente en pendiente. La media se hallaría a bastante distancia
de la mediana. Es fácil ver lo que esto implicaría para la validez de
una comparación entre el "promedio" (media) de un año contra un
"promedio" (mediana) de otro.

21
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

En el vecindario en el que le vendí a usted una casa los dos


promedios están particularmente lejos el uno del otro porque la
distribución está marcadamente sesgada. Sucede que la mayoría de
los vecinos son pequeños granjeros, o personas asalariadas, o
personas de edad que viven de pensiones. Pero tres de los habitantes
son millonarios que vienen los fines de semana y estos tres empujan
enormemente la media aritmética para arriba. Lo empujan a una
cifra que prácticamente nadie en el vecindario gana. Lo que se
obtiene en realidad suena como una broma o solo una forma de
hablar: casi todo el mundo está por debajo del promedio.
Por eso es que, cuando lea el anuncio del ejecutivo o del dueño de
una corporación afirmando que el sueldo promedio de las personas
que trabajan en esa empresa es de tal o cual monto, la cifra
mencionada puede significar algo y también puede no significar
nada. Si el promedio es una mediana, podrá usted extraer algo
significativo de ella: la mitad de los empleados gana más que eso y la
otra mitad gana menos. Pero si es una media (y créame, es muy
posible que lo sea si no se dice nada al respecto), lo que le están
diciendo no es nada más revelador que el promedio entre un salario
de $45.000 – el del propietario – y los salarios del montón de
trabajadores mal retribuidos. Un "sueldo promedio anual de $5.700"
puede estar escondiendo la suma de los salarios anuales de $2.000

22
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

de la mayor parte de los empleados a la cual se le han sumado los


beneficios del propietario calculados como un salario sensacional.
Echémosle un vistazo a este último. La página principal nos muestra
cuantas personas ganan cuanto de sueldo. Al patrón le gustará
expresar la situación como un "sueldo promedio de $5.700" –
utilizando la media engañosa. La moda, sin embargo, es más
reveladora: el sueldo más frecuente en esta empresa es de $2.000 al
año. Como de costumbre, la mediana nos dice más acerca de la
situación que cualquier otro número tomado aisladamente: la mitad
de los empleados gana más de $3.000 y la otra mitad gana menos.
Con mucha facilidad esto se puede convertir en todo un sistema en
donde, mientras peor sea la situación real, mejor aparecerá en
algunos informes. Intentémoslo con una pequeña prueba.
Supongamos que usted es uno de los tres socios propietarios de una
pequeña empresa manufacturera. Está al final de un muy buen año.
Le ha pagado $198.000 a los 90 empleados que hacen el trabajo de
fabricar y vender las sillas, o lo que sea que la empresa fabrica. Tanto
usted como sus socios se han asignado $11.000 cada uno en
concepto de salario. También hay $ 45.000 de beneficio neto anual a
distribuir entre los tres socios y en partes iguales. ¿Cómo describiría
usted la situación? Para que sea fácil de entender, decide expresarla
en promedios. Desde el momento en que todos los empleados hacen
aproximadamente el mismo trabajo por un salario similar, no habrá
mucha diferencia usando una media o una mediana. Y esto es lo que
usted calcula:
Sueldo Promedio de los empleados........... : $ 2.200
Sueldo promedio + ganancia de los socios: $ 26.000
Se ve horrible ¿no es cierto? Probemos de otra forma.
Quite $30.000 de las ganancias y distribuya esta cantidad entre los
tres socios en concepto de premios extraordinarios. Y esta vez,
cuando haga el promedio de los salarios, incluya el suyo y el de sus
socios. Y asegúrese de usar una media.

23
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Sueldo Promedio o salario........................... : $ 2.806,45


Ganancia promedio de los dueños..............: $ 5.000,00
Ahora sí. Esto ya tiene mejor aspecto. No tan bueno como se lo
podría presentar pero suficientemente bueno de todos modos.
Menos del 6% del dinero disponible se ha distribuido en ganancias y,
si usted quiere, se podría ir más lejos todavía mostrando eso
también. De todos modos, se han obtenido números que se pueden
publicar o usar para regateos.
Lo expuesto es algo crudo porque el ejemplo está simplificado, pero
no es nada comparado con lo que se ha hecho en nombre de la
contabilidad. Dada una corporación compleja con jerarquías que van
desde el aprendiz de oficinista hasta el presidente con un premio
anual de varios cientos de miles de dólares, se puede cubrir toda una
serie de cosas de esta manera.
De modo que, cuando vea una cifra referida al salario promedio,
pregúntese primero: ¿Promedio de qué? ¿Quién está incluido? La
United States Steel Corporation 9 afirmó una vez que el salario
semanal promedio de sus empleados había aumentado en un 107%
entre 1940 y 1948. Realmente, fue así. Pero parte de lo espectacular
del aumento se desvanece cuando uno se da cuenta de que la cifra de
1940 incluye una cantidad mucho mayor de personas empleadas a
media jornada. Si usted trabaja a media jornada durante un año y a
jornada completa al año siguiente, sus ingresos se duplicarán pero
eso no indica absolutamente nada acerca del nivel real de su salario.
Quizás haya leído en el diario que el ingreso de la familia
norteamericana promedio era de $3.100 en 1949. No debería tratar
de hacer mucho con ese número a menos que sepa qué es lo que se
quiso decir con "familia" así como qué clase de promedio se utilizó
en el cálculo. (Y quién es el que lo dice, cómo lo sabe, y qué tan
exacto es ese número).

9 Corporación Norteamericana del Acero (N. del T.)

24
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

El que acabamos de mencionar proviene casualmente de la Oficina


del Censo. Si dispone usted del informe de la Oficina, no tendrá
dificultad en encontrar justo allí el resto de la información que
necesita: es una mediana y "familia" significa "dos o más personas
relacionadas entre sí y que conviven". (Si incluye en el grupo a las
personas que viven solas la mediana baja a $2.700, lo que ya es algo
bastante diferente). Si vuelve a las tablas y lee con atención, también
se enterará de que la cifra está basada sobre una muestra con un
tamaño tal que existe una probabilidad de 19 sobre 20 de que el
promedio estimado – que fue de $3.107 antes del redondeo – es
correcto con un margen de, más/menos $59.
Esa probabilidad y ese margen indican una estimación bastante
buena. La gente del Censo tiene suficiente dinero y conocimientos
profesionales como para llevar su muestra a un aceptable grado de
precisión. Presumiblemente tampoco tienen algún interés creado. No
todas las cifras que se ven han nacido en circunstancias tan felices, y
tampoco están acompañadas de información alguna en absoluto para
mostrar qué tan precisas o imprecisas pueden ser. Nos referiremos a
esto último en el capítulo siguiente.
Mientras tanto, quizás usted quiera ejercitar su escepticismo con
algunos puntos de "Una carta del editor" de la revista Time. De los
suscriptores nuevos se dice: "La mediana de su edad es de 34 años y
el ingreso familiar anual promedio es de $7.270". Una encuesta
anterior hecha a antiguos suscriptores del Time reveló que, entre
éstos, la "la mediana de la edad fue de 41 años . . . el ingreso
promedio de $9.535 . . ." Naturalmente, la pregunta es por qué se
indica en ambos casos la mediana cuando se trata de la edad y se
calla cuidadosamente el tipo de promedio empleado para calcular el
ingreso. ¿Será que se utilizó la media porque es mayor y con ello se le
está ofreciendo un público lector más adinerado a los anunciantes a
modo de carnada?
También podríamos jugar al juego de qué-clase-de-promedio-se-usó
con la supuesta prosperidad de los ex-alumnos de Yale de 1924
mencionada al principio del Capítulo 1.

25
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

3. Las pequeñas cifras que faltan


El gran titular dice: "Usuarios informan 23% menos de caries con
dentífrico Doakes". Puesto que le vendría muy bien un 23% menos
de dolor de muelas, usted sigue leyendo. Encuentra que esos
resultados provienen de un laboratorio garantidamente
"independiente" y que el informe se halla certificado por un contador
público registrado. ¿Qué más quiere?
Aun así, si no es extraordinariamente crédulo u optimista, recordará
por experiencia que un dentífrico rara vez es mucho mejor que
cualquier otro. Si esto es así, ¿cómo puede la gente de Doakes
anunciar semejantes resultados? ¿Pueden tener éxito mintiendo, y
con mentiras de semejante magnitud? No. Pero tampoco tienen que
hacerlo. Hay formas más fáciles y más efectivas de hacerlo.
El comodín principal en este caso es la muestra inadecuada; vale
decir: estadísticamente inadecuada; para Doakes es adecuada por
demás. El grupo entrevistado, como se puede descubrir leyendo la
letra chica, estuvo integrado por escasamente una docenas de
personas. Hay que hacerle justicia a Doakes por ser tan
deportivamente equitativo y darnos ese dato. Algunos anunciantes
omitirían esa información y dejarían hasta a los expertos en
estadísticas con tan solo la posibilidad de adivinar qué clase de
chicana se utilizó. La muestra de una docena, al fin y al cabo, no es
tan mala después de todo, considerando como se hacen estas cosas.
Algo llamado "Polvo Dental del Dr. Cornish" salió al mercado hace
unos años pretendiendo haber obtenido "un éxito considerable en la
corrección de . . . caries dentales". La idea era que el polvo contenía
urea, la cual supuestamente había demostrado su utilidad para ese
propósito en estudios de laboratorio. El sinsentido de esto de esto
fue que ese trabajo había sido puramente preliminar y se había
efectuado sobre exactamente seis casos.
Pero volvamos al caso de Doakes para ver qué tan fácil les resultó
obtener un gran titular sin falsedades y con todo certificado para
colmo. Dejen que cualquier grupo pequeño lleve la cuenta de sus

26
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

caries durante seis meses y luego cambien a Doakes. Sucederá una


de tres cosas: el grupo tendrá más caries, menos caries o
aproximadamente la misma cantidad de caries. Si ocurre la primera
o la última de las posibilidades, Doakes y Cía. archiva los resultados
(en alguna parte, bien lejos de la vista del público) y lo intenta de
nuevo con otro grupo. Tarde o temprano, por mero azar, un grupo
testigo mostrará una gran mejora digna de un gran titular y quizás de
toda una campaña publicitaria. Y esto hubiera sucedido incluso si el
grupo adoptaba Doakes, polvo de hornear o simplemente hubiera
seguido usando el mismo antiguo dentífrico.
La importancia de usar un grupo pequeño es ésta: en un grupo
grande, cualquier diferencia producida por el azar será
probablemente pequeña y difícilmente merecedora de una gran
tipografía. Una supuesta mejora del 2% no vendería gran cantidad de
dentífrico.
El modo en que se pueden producir por puro azar resultados que no
son indicativos de nada – dada una pequeña cantidad de casos – es
algo que usted mismo puede verificar a muy bajo costo. Simplemente
empiece a tirar una moneda al aire. ¿Cuántas veces caerá de "cara"?
La mitad de las veces, por supuesto. Todo el mundo sabe eso.
Bueno; verifiquemos eso y veamos. . . . Acabo de hacer la prueba con
diez lanzamientos y obtuve "cara" ocho veces, lo cual demuestra que
las monedas caen con la cara para arriba en el 80% de los casos.
Bueno, al menos lo hacen así en las estadísticas de los dentífricos.
Ahora inténtelo usted. Puede que obtenga un resultado de igual
cantidad de "caras" que de "cecas", pero no es muy probable que le
resulte así. El resultado de usted, al igual que el mío, tiene buenas
probabilidades de quedar lejos del 50%. Pero si tiene la suficiente
paciencia de lanzar la moneda mil veces puede usted estar casi (pero
no totalmente) seguro de arribar a un resultado muy cercano a la
misma cantidad de "caras" que de "cecas", lo cual constituye la
probabilidad real. La ley de los promedios es útil para describir o
predecir solamente cuando hay una cantidad sustancial de casos o
eventos.

27
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

¿Cuántos son suficientes? Ésa es otra pregunta capciosa. Depende,


entre otras cosas, de qué tan grande y de cuán variada es la
población que se está estudiando por muestreo. Y a veces el número
de la muestra no es lo que parece ser.
Un caso notorio de esto apareció hace algunos años en relación con
la prueba de una vacuna contra la poliomielitis. Pareció ser un
impresionante experimento a gran escala considerando lo usual en
materia de estudios médicos. Se vacunó a 450 niños de una
comunidad y se dejó sin vacunar a 680 como grupo de control. Poco
después la comunidad fue atacada por una epidemia. Ni uno de los
niños vacunados tuvo un caso demostrado de poliomielitis.
Tampoco lo tuvo ninguno del grupo de control. Lo que los
experimentadores habían pasado por alto, o fallado en entender, al
diseñar su proyecto fue la baja incidencia de la parálisis infantil. Con
la tasa actual, solo se hubieran podido esperar dos casos en un grupo
de esos tamaños, por lo cual el experimento estuvo condenado al
fracaso desde el principio. Se hubieran necesitado al menos grupos
de un tamaño entre quince a veinte veces mayor para obtener un
resultado que significara algo en absoluto.
Más de un gran – aunque efímero – descubrimiento médico ha sido
lanzado de un modo similar. Tal como lo dijo uno de los médicos:
"Apúrense a usar un nuevo remedio antes de que sea tarde".
La culpa no recae únicamente sobre la profesión médica. La presión
del público y un periodismo ansioso muchas veces lanzan un
tratamiento que no está debidamente probado, particularmente
cuando la demanda es grande y el respaldo estadístico es nebuloso.
Sucedió con las vacunas contra el resfrío que fueron populares hace
algunos años y con los antihistamínicos más recientemente. Buena
parte de la popularidad de estas "curaciones" fallidas provino de la
naturaleza errática de la enfermedad y de una falla de lógica. Si le
damos tiempo, un resfrío se cura solo.
¿Cómo puede uno evitar ser engañado por resultados que no
demuestran lo que pretenden demostrar? ¿Es necesario que cada
persona se convierta en un experto en estadística y estudie por su

28
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

propia cuenta todos los datos recibidos "en crudo"? No es tan


terrible; hay una prueba de significación que es fácil de entender. Es
simplemente el modo de informar sobre la probabilidad de que la
cifra de la estadística represente algo real en lugar de algo producido
por el azar. Esta es la pequeña cifra que falta y de la que se presume
que usted – el lector profano – no la comprendería. O que sí lo haría
si hay algo para ocultar.
Si la fuente de información también expresa el grado de significado,
tendrá usted una idea mejor acerca de dónde está parado. La forma
más simple de expresar este grado de significado es mediante una
probabilidad, como cuando la Oficina del Censo nos decía que existía
una probabilidad de 19 entre 20 de que sus cifras tuviesen un
determinado grado de precisión. Para la mayoría de los casos
prácticos no más importantes que éste, un significado del 5% es
aceptable. Para otros, el nivel exigido es del 1% lo cual quiere decir
que existe una probabilidad de 99 entre 100 de que el resultado se
condice con la realidad. Cualquier cosa que tenga esta probabilidad
se considera como "prácticamente cierto".
Además, existe otra clase de pequeña cifra que generalmente falta, y
es una cifra cuya ausencia puede ser igual de dañina. Es la que nos
informa sobre el rango de las cosas, o su desvío de la media o la
mediana que se está comunicando. Con frecuencia un promedio –
sea media o mediana – es una simplificación tan abusiva que resulta
peor que inservible. El no saber nada acerca de un asunto
frecuentemente es más saludable que saber lo que no es así y una
información parcial puede ser una cosa peligrosa.
Por ejemplo, gran parte de la reciente planificación de viviendas en
los Estados Unidos ha sido diseñada para la familia promedio
estadística de 3.6 personas. Lo cual, traducido al lenguaje real,
significa tres o cuatro personas; lo cual, a su vez, implica dos
dormitorios. Y la familia de este tamaño, aunque sea el "promedio",
constituye en realidad una minoría entre todas las familias. Los
constructores dicen: "Construimos casas promedio para las familias
promedio" – y dejan de lado a la mayoría compuesta por familias
que son, o bien más grandes, o bien más pequeñas. Como

29
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

consecuencia, en algunas áreas sobran casas con dos dormitorios y


faltan casas con menos y con más dormitorios. De modo que aquí
tenemos una estadística cuyas engañosas falencias han tenido
consecuencias muy caras. Al respecto, la American Public Health
Association 10 ha dicho: "Si miramos más allá del promedio
aritmético y vemos el rango real al que falsamente describe,
hallamos que las familias de tres o cuatro personas constituyen
solamente el 45% del total. Un 35% de la necesidad de viviendas es
para una o dos personas, y el 20% de las familias está compuesta por
más de cuatro personas."
Parece ser que el sentido común claudicó ante ese convincente y
autoritariamente exacto 3.6. De algún modo pesó más que lo que
todo el mundo sabe por simple observación directa: que muchas
familias son pequeñas y relativamente pocas son grandes.
De una manera similar, las pequeñas cifras que faltan de las
llamadas "normas de Gesell" han ocasionado dolor en padres y
madres. Dejen que un padre lea, como lo han hecho muchos en
lugares tales como la revista de los sábados, que "un niño" aprende a
sentarse erguido a la edad de tantos o cuantos meses y el padre
inmediatamente pensará en su propio hijo. Si el niño no llega a
sentarse erguido al tiempo indicado, el padre no tendrá más remedio
que pensar que su hijo es "retardado" o "anormal". Desde el
momento en que probablemente la mitad de los niños no llegará a
sentarse así al tiempo mencionado, una buena cantidad de padres se
sentirán desdichados. Por supuesto que, hablando en términos
matemáticos, esta desdicha se contrarrestará con la alegría del otro
50% de los padres que descubrirán que sus hijos están "avanzados".
Pero el esfuerzo que harán los padres desdichados para forzar a sus
hijos a actuar de acuerdo con la norma puede producir sus daños.
Todo esto no es culpa del Dr. Gesell ni de sus métodos. La culpa
reside en el proceso de filtrado que va desde el investigador, pasa por
el desinformado o sensacionalista escritor y termina en el lector que

10 Asociación de Salud Pública Norteamericana (N. del T.)

30
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

no llega a echar de menos las cifras que han desaparecido durante el


proceso. Se puede evitar una buena cantidad de desinformación si a
la "norma" o promedio se le agrega una indicación acerca del rango.
Los padres que vean que sus niños caen dentro de ese rango dejarán
de preocuparse por pequeñas y poco significativas diferencias.
Difícilmente cualquiera de nosotros es exactamente "normal" en
cualquier sentido, de la misma manera en que una moneda lanzada
al aire 100 veces raramente caerá exactamente 50 veces de "cara" y
50 veces de "seca".
El confundir "normal" con "deseable" solo lo hace peor. El Dr. Gesell
simplemente afirmó hechos observados; fueron los padres quienes,
leyendo los libros y los artículos, concluyeron que el niño que tarda
un día o un mes en aprender a caminar tiene que ser inferior.
Una buena parte de la crítica estúpida al muy conocido (pero mucho
menos correctamente leído) informe del Dr. Kinsey provino de
entender lo "normal" como equivalente a "bueno", "correcto" o
"deseable". Kinsey fue acusado de corromper a la juventud dándole
ideas inadecuadas y, en especial, por catalogar de normal a toda
clase de prácticas sexuales populares pero socialmente
desaprobadas. Sin embargo, lo único que dijo fue que encontró que
esas prácticas eran usuales, que es lo que "normal" significa, y no las
etiquetó con ningún sello de aprobación. Si eran escabrosas, o no,
eso fue algo que el Dr. Kinsey consideró que estaba fuera de su
ámbito. Consecuentemente, chocó contra algo que le ha agriado la
vida a más de un observador: es peligroso mencionar cualquier cosa
con alto contenido emocional sin rápidamente aclarar que uno está a
favor o en contra del asunto.
Lo decepcionante de la pequeña cifra que no aparece es que su
ausencia pasa desapercibida con tanta frecuencia. Ése, por supuesto,
es el secreto de su éxito. Los críticos del periodismo tal como hoy se
practica han deplorado la falta de ese antiguo y bien probado
"caminar la calle" lamentando ácidamente que hoy "los
corresponsales de escritorio" vivan copiando sin crítica alguna los
boletines informativos del gobierno. Como ejemplo de este
periodismo sin compromisos vea este caso tomado de una lista de

31
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

"nuevos desarrollos industriales" en la revista de noticias: "un nuevo


baño frío de temple que triplica la dureza del acero, de
Westinghouse."
Bueno, eso sí que suena a desarrollo . . . hasta que uno trata de
entender qué significa en realidad. Porque, cuando se quiere poner el
dedo en lo esencial, toda la noticia se escurre como una bolita de
mercurio. Ese nuevo baño de temple ¿hace que el acero se vuelva tres
veces más duro que cualquier acero anterior? ¿O qué hace? Parece
ser que el periodista repitió unas cuantas palabras sin preguntar qué
significan y se espera que usted las lea tan acríticamente por la sola
feliz ilusión de creer que ha aprendido algo. Recuerda demasiado a la
vieja definición del método de enseñanza antiguo según el cual el
contenido del manual del profesor pasaba al cuaderno del alumno
sin hacer escala en la mente de ninguno de los dos.
Hace unos minutos, mientras estaba tratando de encontrar algo en el
Time, descubrí otra de esas afirmaciones que se derrumban cuando
uno la considera dos veces. Apareció en un anuncio comercial de
1948 publicado por un grupo de compañías de electricidad. "Hoy en
día, las tres cuartas partes de las granjas norteamericana tienen
corriente eléctrica a su disposición." Suena muy bien. Esas
compañías de electricidad sí que trabajan fuerte. Por supuesto, si
quisiera ser cáustico diría que se podría parafrasear la noticia
diciendo: "una cuarta parte de las granjas norteamericanas todavía
no tiene electricidad a su disposición". El verdadero truco, sin
embargo, está en el concepto de "tener a disposición" Al utilizarlo,
las compañías de electricidad han quedado habilitadas para decir
casi cualquier cosa que se les ocurra. Obviamente, lo anunciado no
significa que todos esos granjeros tienen, efectivamente, la
electricidad conectada a sus granjas porque, de haber sido ése el
caso, lo hubieran destacado con precisión. Los granjeros
simplemente tienen "a su disposición" la electricidad y eso, por todo
lo que sé, podía significar que los cables pasan al lado de las granjas
o hasta que están a cien kilómetros de ellas.
Permítanme citar el titular de un artículo de 1952 publicado en el
Collier's: "SEPA AHORA QUE ESTATURA TENDRÁ SU HIJO."

32
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Junto al artículo aparecen conspicuamente dos tablas, una para


niñas y otra para varones, mostrando a qué porcentaje de su estatura
final llegan los niños a determinada edad. "Para determinar la
estatura que tendrá su hijo cuando llegue a la edad adulta" – dice un
subtítulo – "compare su estatura actual con la que figura en la tabla".
Lo gracioso de todo esto es que el artículo mismo – si uno sigue
leyendo – advierte sobre la fatal debilidad que tienen las tablas. No
todos los niños crecen de la misma forma. Algunos empiezan de a
poco y luego pegan el estirón; otros arrancan con estaturas altas y
luego se estabilizan de a poco; para otros más, el proceso es gradual y
sostenido. La tabla, como habrá adivinado usted, está basada sobre
promedios tomados de un gran número de mediciones. Entendida
como el promedio de estatura de unos 100 jóvenes seleccionados al
azar es, sin duda, bastante precisa. Pero un padre está interesado
solamente en una estatura puntual y, para eso, la tabla es poco
menos que inservible. Si desea conocer la estatura a la que llegará su
hijo, probablemente podrá adivinarla mucho mejor echándole una
mirada a sus padres y a sus abuelos. Este método no es tan científico
y numéricamente tan preciso como la tabla, pero es por lo menos tan
confiable.
Me causa gracia al comprobar que, si tomo mi propia estatura
cuando ingresé en un liceo militar a la edad de 14 años y terminé
entre los más bajos del escuadrón, según la tabla tendría que haber
terminado teniendo una estatura de 1.72 metros. En realidad, hoy
mido 1.78 metros de altura. Seis centímetros de error en materia de
estaturas humanas significan que la estimación predictiva fue por
demás pobre.
Tengo ante mí dos cajas de copos de avena. Son de dos ediciones
levemente diferentes, tal como indican sus etiquetas: una menciona
a "Pete dos pistolas" y la otra dice: "Si quieres ser como Hoppy . . .
¡tienes que comer como Hoppy!". Ambas tienen gráficos para
mostrar ("¡Los científicos demostraron que es cierto!") que estos
copos "¡empiezan a darte energía en 2 minutos!" En uno de los casos,
el gráfico escondido detrás de este bosque de exclamaciones tiene
números en uno de sus lados; en el otro los números han sido

33
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

omitidos. En realidad, da lo mismo porque de cualquier manera en


ninguno de los dos casos está explicado qué es lo que esos números
significan. Ambos gráficos muestran una empinada línea roja
("liberación de energía"), pero uno de ellos empieza un minuto
después de haber comido los copos de avena y el otro dos minutos
después. También, una de las líneas es el doble de empinada que la
otra, lo que sugiere que ni el dibujante pensó que estos gráficos
significaban algo en absoluto.

Por supuesto, semejante tontería se puede encontrar solamente en


gráficos orientados a los ojos de un adolescente o a los semi-
dormidos ojos mañaneros de sus padres. Nadie insultaría la
inteligencia de un gran hombre de negocios con semejante bobada
estadística . . . ¿o sí?
Déjeme contarle acerca de un anuncio utilizado por una agencia de
publicidad publicado en las supuestamente especializadas páginas de
la revista Fortune. La línea de este gráfico mostraba la
impresionante tendencia hacia arriba del crecimiento anual de la
agencia. Pero no mostraba ningún número aparte de los años.

34
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Con la misma honestidad, este gráfico podría haber representado


tanto un tremendo crecimiento, con un ingreso duplicándose o
creciendo en millones de dólares al año, o bien el lento arrastrarse de
una pequeña empresa estática que agrega un dólar o dos a su
facturación anual. Pero como dibujo, no deja de ser impresionante.
Otorgue poca fe a un promedio, a un gráfico, o a una tendencia
cuando esas importantes cifras no están presentes. De otro modo
estará usted tan ciego como la persona que elije un lugar para
acampar basándose solamente en el informe meteorológico que
informa sobre la temperatura media del sitio. Podría considerar 16°C
como una media anual agradable, lo cual en California le daría a
elegir entre dos lugares tan diferentes como el desierto y la isla de
San Nicolás sobre la costa Sur. Pero puede congelarse, o asarse al
spiedo, si desconoce el rango. En San Nicolás las temperaturas
oscilan en un rango de 8.3°C a 30.5°C mientras que en el desierto las
temperaturas van de –9.4°C a +40°C.
La Ciudad de Oklahoma presenta una temperatura anual promedio
similar durante los últimos 60 años: 15.6°C. Pero, como puede ver en
cualquier tabla meteorológica seria, esa agradable y confortable cifra
oculta un rango de 54.4°C entre un extremo y otro.

35
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

4. Mucho ruido y prácticamente pocas


nueces
Si no se ofende, comenzaremos por adjudicarle un hijo y una hija.
Los llamaremos Peter y Linda (aunque podríamos haberlos
bautizado con nombres más de moda). Ambos han completado tests
de inteligencia, tal como sucede con muchos niños en edad escolar.
Ahora bien, el test de aptitud mental, de cualquier variedad que sea,
es uno de los principales fetiches brujos de nuestro tiempo, de modo
que tendrá que discutir un poco si quiere que le expliquen los
resultados. Esta información es tan esotérica que muchas veces se la
considera segura solamente en las manos de psicólogos y docentes. Y
puede ser que tengan razón en eso. De todos modos, un buen día
usted se entera que el Cociente Intelectual (CI) de Peter es de 98 y el
de Linda es de 101. Por supuesto, usted sabe que el CI se basa sobre
un promedio de 100, que es lo que se considera "normal".
¡Ajá! De modo que Linda es su retoño más inteligente. Además, está
por sobre el promedio. Peter está debajo del promedio pero no nos
amarguemos por eso.
Cualquier conclusión como la que acabo de hacer es pura tontería.
Tanto como para despejar el ambiente, empecemos por apuntar que,
sea lo que fuere que miden los tests de inteligencia, no es
exactamente lo que muchas veces entendemos como producto de la
inteligencia. Por ejemplo, no miden cosas tan importantes como
capacidad de liderazgo ni creatividad imaginativa. No reflejan
valoración social, ni aptitudes musicales o artísticas, para no
mencionar aspectos de la personalidad tales como esmero o
equilibrio emocional. Para colmo, los tests que se hacen en las
escuelas son con frecuencia del tipo barato-y-rápido que dependen
fuertemente de la lectura. Sea lúcido o no, el lector mediocre no tiene
posibilidades.
Supongamos que hemos descubierto todo eso y que estamos de
acuerdo en considerar al CI simplemente como una medida de algo

36
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

definido como la capacidad para resolver problemas dados. Y que


Peter y Linda completaron al test que se considera que es el mejor de
todos, el de Stanford-Binet corregido, que se completa en forma
individual y que no requiere ninguna aptitud especial en materia de
lectura.
Ahora bien, lo que el CI pretende ser es una muestra de la capacidad
intelectiva. Como cualquier otro resultado del método de muestreo,
el CI es una número que contiene un error estadístico siendo que
este error estadístico expresa la precisión, o confiabilidad, del
número.
El hacer las preguntas que contiene el test es aproximadamente lo
mismo que uno haría para estimar la calidad del maíz en un
sembradío recorriéndolo y arrancando una mazorca aquí y otra allá
al azar. Pelando y observando de este modo, digamos, unas cien
mazorcas, uno podría llegar a tener una idea bastante aproximada de
la calidad del maíz en todo el campo. La información así obtenida
sería lo suficientemente exacta para hacer una comparación con otro
campo de trigo – suponiendo que los dos campos no fuesen muy
similares. Si lo fuesen, tendríamos que analizar muchas más
mazorcas, calificándolas según algún criterio preciso de calidad.
En qué medida nuestra muestra representa con suficiente precisión a
todo el campo es algo que puede expresarse en dos números: el error
probable y el error estándar.
Para entenderlo, supongamos que debe usted medir el largo de unos
cuantos campos caminando y contando los pasos que da. Lo primero
que podría hacer es recorrer algunos de ellos, contar los pasos que
dio, calcular la distancia según los pasos dados y medir después los
largos reales con una cinta métrica. Probablemente encontraría que,
midiendo el largo en pasos, en promedio se ha equivocado usted por
una mediana de 2.7 metros. Esto es: en la mitad de los casos, dando
pasos, usted calculó una distancia 2.7 metros menor que la real y, en
la otra mitad de los casos, una distancia 2.7 metros mayor que la
efectivamente medida con la cinta métrica.

37
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Supongamos que todas las distancias que usted midió a pasos de


hombre tenían, en realidad, 100 metros de largo. Su error probable
sería entonces de 2.7 metros en 100, es decir, algo así como del 3% a
los efectos prácticos. Por consiguiente, la próxima vez que mida esa
distancia dando pasos podría registrarla como 100 ±3 metros.
(La mayoría de los expertos en estadística prefieren ahora utilizar
otro error, similar al que acabamos de ver, llamado error estándar.
Toma aproximadamente dos tercios de los casos, en lugar de
exactamente la mitad como acabamos de hacer y es
considerablemente más práctica en un sentido matemático. Para
nuestros propósitos, nos quedaremos con el error probable, que es el
que generalmente se utiliza al aplicar el test de Stanford-Binet).
Al igual que en el caso hipotético de nuestra medición por pasos, se
ha hallado que el error probable del Stanford-Binet es de un 3%. Esto
no tiene nada que ver con qué tan bueno es el test básicamente. Solo
tiene que ver con la consistencia de sus mediciones. De modo que el
CI de Peter podría ser más correctamente expresado como 98 ±3 y el
de Linda como 101 ±3.
Esto significa que el CI de Peter podría, en realidad, caer entre 95 y
101 con la misma probabilidad de un 50% con la que el de Linda
podría estar entre 98 y 104. A partir de esto, no es muy difícil de ver
que hay una posibilidad en cuatro de que el CI real de Peter sea de
más de 101 y el real de Linda caiga por debajo de 98. En ese caso
Peter no estaría por debajo de Linda sino que la sobrepasaría, y por
un margen de cualquier valor desde 3 puntos o más.
A lo que nos conduce todo esto es a que la única manera de pensar
en Cocientes Intelectuales y en los resultados de muchas otras
muestras es en rangos. Lo "normal" no es 100 sino el rango entre,
digamos, 95 y 105 y tendría sentido comparar un niño de este rango
con otro de un rango superior o inferior. Pero comparaciones entre
números con pequeñas diferencias carecen de sentido. Debería usted
tener siempre en mente ese "más/menos", incluso (y especialmente)
cuando no está explicitado.

38
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

El ignorar estos errores, que están implícitos en todos los estudios


por muestreo, ha llevado a algunos comportamientos notoriamente
estúpidos. Existen editores de revistas para los cuales las encuestas
de lectores son la Biblia, principalmente porque no las entienden.
Con 40% de lectores masculinos informados para un artículo y sólo
35% para otro, salen a exigir más artículos como el primero.
La diferencia entre un 35% y un 40% de lectores puede ser
importante para una revista, pero como diferencia de encuesta puede
no ser real. Cuestiones de presupuesto con frecuencia limitan las
muestras de lectores a unos pocos centenares de personas, en
especial después de haber eliminado a todos los que no leen esa
revista en absoluto. Para una revista que se orienta especialmente a
las mujeres, los hombres en la muestra pueden ser muy pocos. Para
cuando estos pocos han sido divididos entre quienes responden que
han "leído todo", los que han "leído la mayor parte", los que han
"leído algo" y los que "no han leído" el artículo en cuestión, la
conclusión del 35% puede estar basada tan solo en un puñado de
personas. El error probable, oculto detrás del sonoro porcentaje,
puede ser tan grande que el editor que confía en el número está, en
realidad, moviéndose al borde de un precipicio.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

A veces se hace un gran escándalo a raíz de una diferencia que es


matemáticamente real y demostrable pero tan pequeña que no tiene
ninguna importancia. Esto desafía el antiguo dicho que dice que una
diferencia es una diferencia solo si hace la diferencia. Un caso como
ése, de una grana batahola por prácticamente nada, fue el impulsado
de un modo tan efectivo como rentable por la gente de los cigarrillos
Old Gold.
Comenzó de un modo inocente con el editor del Reader's Digest, que
fuma cigarrillos pero, con todo, no los tiene en gran estima. Su
revista se puso a trabajar y contrató a una serie de gente de
laboratorio para analizar el humo y todo lo demás de varias marcas
de cigarrillos. La revista publicó luego los resultados y lo que resultó
de los números publicados fue que todas las marcas eran
virtualmente idénticas y que no había ninguna diferencia en fumar la
una o la otra. Ahora bien, uno pensaría que ése fue un duro golpe
para los fabricantes de cigarrillos y para los sujetos dedicados a crear
nuevos enfoques de publicidad en las agencias. Uno hubiera creído
que haría explotar todos los anuncios acerca de gargantas secas y
dientes manchados.
Pero alguien descubrió algo. En la lista de venenos casi idénticos, un
cigarrillo tenía que estar al principio y otro al final, y el que quedó al
final fue Old Gold. Salieron los telegramas e inmediatamente
aparecieron grandes anuncios en los diarios con la tipografía más
grande disponible. Los títulos y los artículos decían simplemente
que, de todos los cigarrillos analizados por esa gran revista de
alcance nacional, Old Gold tenía la menor cantidad de cosas
indeseables en su humo. Por supuesto: se excluyeron todos los
números y cualquier pista sobre el hecho de que la diferencia era
despreciable.
Al final, a la gente de Old Gold se le ordenó que "cesara y desistiera"
de una publicidad tan engañosa. Lo cual, por supuesto, no cambió la
situación en nada; el beneficio ya había sido cosechado hacía mucho.
Tal como lo dijo la publicación New Yorker: siempre habrá alguien
de publicidad a mano.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

5. El gráfico fantástico
Los números causan terror en alguna medida. En "Alicia en el País
de las Maravillas", la confianza de Humpty-Dumpty al decirle a
Alicia que él era el Señor de las palabras que usaba no se contagiaría
a muchas personas tratándose de números. Quizás sufrimos de un
trauma inducido por la aritmética de la escuela primaria.
Sea cual fuere la causa, ese miedo le crea un problema al escritor que
quiere ser leído, al hombre de publicidad que quiere vender un
producto, al editor que quiere que sus libros y revistas se hagan
populares. Pero cuando los números en forma tabulada se vuelven
tabú y las palabras no alcanzan para lograr el objetivo, como es el
caso con frecuencia, siempre queda todavía un recurso posible:
dibujar un gráfico.
Probablemente el dibujo estadístico, o gráfico, más simple es del tipo
lineal. Es muy útil para mostrar tendencias, algo que prácticamente
todo el mundo está interesado en mostrar, o en saber, o en lamentar,
o en predecir. Bueno, hagamos que nuestro gráfico muestre cómo el
ingreso nacional ha aumentado un 10% en un año.
Comience con un papel cuadriculado. Ponga el nombre de los meses
abajo en forma horizontal. Indique billones de dólares sobre el
costado izquierdo en forma vertical. Ubique los puntos de las
cantidades mensuales y únalos por una línea. Su gráfico tendrá este
aspecto:

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Bien. Esto quedó bastante claro. Muestra lo que sucedió durante el


año y lo muestra mes por mes. El que lo mire puede ver y
comprender, porque todo el gráfico es proporcionado y hay un línea
de cero en la base para comparar. Nuestro 10% parece un 10%, es
decir: una tendencia ascendente que podrá ser importante pero nada
tan extraordinario.
Y eso está muy bien si todo lo que queremos hacer es transmitir
información. Pero supongamos que queremos ganar una discusión, o
asombrar a un lector, o moverlo a que tome una decisión, o venderle
algo. Para todo eso a este gráfico le falta salero. Así que, eliminemos
la parte inferior.

Bueno, eso parece mejor. (También ahorramos papel, lo cual no deja


de ser otro argumento si algún sujeto insufrible objeta el manipuleo
de nuestro gráfico). Los números son los mismos y la curva también
es la misma. Es el mismo gráfico. Nada ha sido falsificado . . .

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

excepto la impresión que causa. Lo que el lector superficial ve ahora


es una línea del ingreso nacional que sube por una pendiente
pronunciada en doce meses, y todo ello porque la mayor parte del
gráfico ya no está. Es como la parte faltante de una oración de las
que se estudian en las clases de gramática: queda "sobreentendida".
Por supuesto, el ojo no "sobreentiende" lo que no está allí y,
visualmente, un pequeño aumento se ha convertido en un aumento
importante.
Bien, ahora que hemos aprendido a engañar, ¿por qué limitarnos a
truncar? Tenemos un truco adicional que vale por una docena del
que ya aplicamos. Hará que nuestro modesto 10% aparezca como
algo más extraordinario de lo que hasta un 100% está autorizado a
parecer. Simplemente procedemos a cambiar la proporción entre las
ordenadas y las abscisas. No hay ninguna regla que lo impida y le
dará a nuestro gráfico un aspecto totalmente diferente. Todo lo que
hay que hacer es que cada división de la escala a la izquierda (la de
los dólares) represente solo una décima parte de lo que antes
representaba. Con ello, la escala de los dólares se "estira" hacia
arriba, se hace más larga y queda así:

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Esto sí que es impresionante, ¿no es cierto? Cualquiera que lo mire


hasta puede sentir la prosperidad subiendo por las arterias del país.
Es una forma sutil de sustituir: "El ingreso nacional subió un 10%"
por " . . . y el ingreso nacional tuvo un aumento espectacular del
10%". Sin embargo, el gráfico es infinitamente más efectivo porque
no contiene adjetivos ni adverbios que arruinen la ilusión de
objetividad. Y nadie puede acusarlo a usted de nada.
Por lo demás, estará usted en buena – o al menos respetable –
compañía. Truncando el gráfico y eliminado todo lo que estaba por
debajo de la marca de 80, la revista Newsweek usó este método para
mostrar que "La suba de las acciones registró el récord de los últimos
21 años" en 1951. Al año siguiente, un anuncio de la Columbia Gas
System publicó un gráfico en el Time mostrando "Nuestro Nuevo
Informe Anual". Si uno se fijaba en los números impresos en
tipografía minúscula y los analizaba, hallaba que durante un período
de 10 años los costos habían subido un 60% y el costo del gas había
bajado un 4%. Es un resultado favorable pero, aparentemente, no lo
suficientemente favorable para Columbia Gas. Truncaron su gráfico
en la marca del 90% (sin ningún hueco u otra indicación de
advertencia) de modo que el ojo le decía al lector que el costo de vida
se había más que triplicado ¡y el gas se había abaratado en un tercio!
Las compañías siderúrgicas han utilizado métodos gráficos
similarmente engañosos para alinear a la opinión pública en contra
de aumentos de salarios. Con todo, el método está lejos de ser nuevo
y su incorrección fue denunciada hace mucho tiempo – y no solo en
las publicaciones técnicas dirigidas a expertos en estadística. Un
editorial del Dun's Review de 1938 reprodujo el gráfico de un
anuncio publicado por la publicidad de Washington D.C. El
argumento se hallaba prolijamente explicitado en el título puesto
arriba del gráfico: "¡CRECE LA NÓMINA DEL GOBIERNO!". La
línea del gráfico acompañaba bien la exclamación, aun cuando los
números que expresaba no lo hacían. Lo que mostraron fue un
aumento de cerca de $19.500.000 a $ 20.200.000. Pero la línea roja
se disparaba desde la esquina inferior izquierda del gráfico hasta el
borde superior haciendo que un aumento de menos del 4%

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

apareciera como uno de más de 400. Al lado de esa reproducción, la


revista publicó su propia versión del gráfico, con los mismos
números y una línea roja honestamente generada, todo ello bajo el
título de: "¡NÓMINA DEL GOBIERNO, ESTABLE!"
Collier's ha utilizado el mismo tratamiento con un gráfico de barras
en anuncios periodísticos. Note usted que la mitad del gráfico ha sido
recortado:

De un anuncio del 24 de Abril de 1953


para el Collier's

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

6. Gráficos con personajes


Hace una década o algo así, uno podía escuchar muchas cosas acerca
del "pequeño ciudadano", en referencia a prácticamente todos
nosotros. Cuando esto empezó a sonar como algo demasiado
condescendiente, nos convertimos de pronto en "el ciudadano
común". Pero también esto se olvidó, lo cual probablemente no fue
lamentado por nadie. Pero el pequeño hombrecillo todavía sigue
entre nosotros. Es el personaje del gráfico.
Un gráfico en el cual un hombrecillo representa a un millón de
habitantes, o bien una bolsa de dinero o una pila de monedas que
representan miles o millones de dólares, o el contorno de un novillo
ilustrando nuestra provisión de carne para el año siguiente; todo ello
es un gráfico pictórico. Es una herramienta útil. Es lo que me temo
que se conoce como visualmente atrapante. Pero el personaje tiene la
capacidad de convertirse en un mentiroso que miente con fluidez,
tortuosidad y mucho éxito.
El padre del gráfico pictórico, o pictograma, es el gráfico de barras
común. Es un simple y popular método de representar cantidades
cuando se quiere comparar a dos o más de ellas entre sí. Una barra
también es capaz de engañar. Sospeche de toda versión en la cual las
barras cambian de ancho tanto como de alto siendo que representan
el mismo factor; y sospeche también de los gráficos en dónde se
muestran objetos tridimensionales cuyos volúmenes no son
fácilmente comparables. Un gráfico de barras truncado tiene y
merece la misma reputación que el gráfico de línea truncado del que
ya hemos hablado. El hábitat usual del gráfico de barras es el libro de
geografía, el informe corporativo, y la revista de noticias. Y esto es
válido también para su vástago visualmente atrapante.
Quizás se me ocurra querer mostrar una comparación entre dos
números – digamos que entre el sueldo semanal promedio de un
carpintero de los Estados Unidos y el de un país que llamaremos

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Rotundia, tanto como para darle un nombre. Las sumas podrían ser
de $60 y de $30 para cada caso. Pero como quiero atrapar su mirada
con esto, no me conformo con mostrarle solamente los números. Por
lo tanto, construyo un gráfico de barras. (Dicho sea de paso: si ese
número de $60 no coincide con la sustancial suma que usted le pagó
a su carpintero cuando su porche necesitó una nueva baranda el
verano pasado, recuerde que su carpintero puede no haber tenido
tanta suerte todas las semanas del año como la que tuvo trabajando
para usted. Y de cualquier modo, yo no dije qué clase de promedio
utilicé, ni cómo lo calculé, de modo que no le servirá de nada tratar
de entrar en sutilezas. ¿Puede ver ahora qué fácil es esconderse
detrás de la estadística más indecorosa si no se incluye ninguna
información adicional? Probablemente usted ya ha adivinado que
acabo de inventar ese número; pero no hubiera sospechado tanto si
en vez de $60 yo hubiera usado algo así como $59.83).

Pues ahí lo tiene. Con los dólares indicados sobre el lado izquierdo.
Es un gráfico honesto y claro. El doble de dinero es el doble de
grande en el gráfico y se ve como tal.
Ahora, nuestro gráfico carece de esa "visualidad atrapante" de la que
hablábamos, ¿no es cierto? Puedo remediar eso con facilidad
utilizando algo que se parezca más al dinero que una simple barra:
por ejemplo, bolsas de dinero. Una bolsa para la miseria rotundia y
dos bolsas para el salario norteamericano. O tres para el rotundio y

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

seis para el americano. De cualquier de las dos formas, el gráfico


sigue siendo honesto y claro, y no engañará a la mirada superficial.
Ésa es la forma en que se hace un gráfico honesto.
Me quedaría satisfecho con eso si todo lo que quisiera hacer es
comunicar información. Pero quiero más. Quiero decir que el
trabajador norteamericano está muchísimo mejor que el rotundio y
mientras más pueda dramatizar la diferencia que hay entre 30 y 60,
tanto mejor será para mi argumento. A decir verdad (que es
precisamente lo que me propongo no hacer), lo que quiero es que
usted infiera algo, que tenga una impresión exagerada, pero no
quiero que me pesquen con mis trucos. Hay una forma de hacerlo, y
se la usa todos los días para engañarlo a usted.
Simplemente dibujo una bolsa de dinero para representar los 30
dólares rotundios y después dibujo una bolsa el doble de grande para
representar los 60 norteamericanos. Eso es proporcional, ¿o no?

Bueno, ahora sí. Eso ya da la impresión que estoy buscando. Al lado


del salario norteamericano el de Rotundia parece un enano.
La trampa, por supuesto, es la siguiente. Desde el momento en que la
segunda bolsa es el doble de alta que la primera, también es el doble
de ancha. Por eso, ocupa no el doble sino cuatro veces más superficie
sobre la página. Los números expresarán una relación de 2 a 1 pero
la impresión visual – que es la que predomina la mayor parte del
tiempo – dirá que la relación es de 4 a 1. O más. Desde el momento
en que se trata de imágenes que en realidad tienen tres dimensiones,

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

la segunda imagen también debería ser no solo el doble de ancha


sino también el doble de gruesa. Como cualquier libro de geometría
nos puede decir, los volúmenes de sólidos similares varían según el
cubo de cualquiera de sus dimensiones. Dos, por dos, por dos es
igual a ocho. Por lo tanto, si una de las bolsas contiene $30, la otra,
con ocho veces ese volumen, tendría que contener no $60 sino $240.
Y ésa es justamente la impresión que mi ingenioso pequeño gráfico
produce. Diciendo "doble" he dejado la duradera impresión de una
impresionante relación de 8 a 1.
Además, se verá usted en dificultades para acusarme de cualquier
intención criminal. Solo estoy haciendo lo que mucha otra gente
importante hace también. La revista Newsweek lo ha hecho – y
precisamente con bolsas de dinero.
El American Iron and Steel Institute 11 lo hizo, con los dibujos de
unos altos hornos. La idea consistió en mostrar como la capacidad de
la industria para producir acero había aumentado
extraordinariamente entre las décadas de los 1930 y los 1940,
argumentando que la industria estaba haciendo por su cuenta una
labor tan excelente que cualquier intervención gubernamental
resultaba indeseable. Había más mérito en el principio que en la
forma en que fue presentado. El alto horno que representaba la
capacidad de 10 millones de toneladas agregadas en los años 30
estaba dibujado justo dos tercios más chico que el otro de 14.25
millones de toneladas agregado durante los 40. El ojo veía dos
hornos, uno de ellos casi tres veces más grande que el otro. Decir
"casi uno y medio" y lograr una impresión de "tres" – eso es lo que el
dibujo unidimensional puede lograr.

11 Instituto Norteamericano del Hierro y del Acero (N. del T.)

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Esta pieza de arte hecha por la gente de la siderurgia tenía algunos


otros puntos de interés adicionales. De alguna manera, el segundo
horno había engordado en sentido horizontal fuera de proporción
con su vecino, y una barra negra, sugiriendo hierro fundido, se había
vuelto 2,5 veces más larga que en la década anterior. Teníamos pues,
un 50% de aumento indicado, luego dibujado como 150% para dar
una impresión visual de – a menos que mi calculadora y yo estemos
fallando – más de un 1.500%. Así la aritmética se convierte en
fantasía.
(Probablemente ya es ser un poco malévolo si menciono que las
mismas brillantes páginas impresas a cuatro colores también ofrecen
un caso casi ejemplar del gráfico de línea truncado. Una curva
exagera el crecimiento per cápita de la capacidad de producción de
acero haciendo que falte la parte inferior del gráfico. Esto ahorra
papel y duplica la pendiente de la línea).
Parte de esto puede que sea tan solo falta de profesionalismo. Pero es
algo parecido a no tener nunca cambio: cuando todos los errores
están siempre a favor del cajero, uno no puede menos que ponerse a
pensar.
Newsweek mostró una vez como "La gente de los EE.UU. se hace
más vieja" mediante un gráfico en el que aparecían dos figuras

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

masculinas, la una representando la expectativa de vida de 68.2 años


actual y la otra la expectativa de 34 años del período 1879-1889. Y
fue la misma vieja historia: una de las figuras era dos veces más alta
que la otra y representaba ocho veces el volumen o el peso. El gráfico
hacía sensacionalismo con los hechos para construir una historia
más interesante. Yo lo llamaría una forma de periodismo amarillo. El
mismo ejemplar contenía, además, un gráfico de línea truncado para
impresionar al lector.

Existe, además, un peligro adicional al variar el tamaño de los


objetos en un gráfico. Parece ser que en 1860 había algo así como
más de 8 millones de vacas en los Estados Unidos y, para 1936, el
número había crecido a más de 25 millones. Al mostrar este aumento
dibujando dos vacas, la una con tres veces la altura de la otra, se
exagerará la impresión de la forma que hemos estado viendo. Pero el
efecto sobre el lector superficial puede ser incluso más extraño
todavía: ese lector puede quedar fácilmente con la idea de que las
vacas se han hecho más grandes de lo que solían ser.
Aplique la misma engañosa técnica a lo que le ha sucedido al
rinoceronte y esto es lo que obtendrá:

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Ogden Nash una vez hizo rimar "rinoceroso" con "mentiroso". Lo


último es quizás lo más adecuado para calificar el método.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

7. El número semi relacionado


Si no puede demostrar lo que quiere demostrar, demuestre otra cosa
y después pretenda que se trata de lo mismo. En el aturdimiento que
se produce cuando las estadísticas chocan contra la mente humana,
difícilmente alguien se dé cuenta de la diferencia. El número semi
relacionado es un dispositivo con garantía de mantenerlo por la
buena senda. Siempre lo ha sido.
No podrá probar que su panacea cura el resfrío, pero puede usted
publicar (con tipografía bien grande) el informe garantizado por un
laboratorio en donde se afirma que la cosa mató 31.108 microbios en
un tubo de ensayo en 11 segundos. Asegúrese, eso sí, de que el
laboratorio en cuestión tenga una buena reputación o al menos un
nombre impresionante. Reproduzca el informe completo. Fotografíe
a un sujeto en guardapolvo blanco de tal modo que parezca un
médico y ponga esa fotografía en el artículo.
Pero no mencione los múltiples vericuetos de la historia. No es
cuestión suya – ¿no es cierto? – señalar que un antiséptico que
funcionó bien en un tubo de ensayo puede no ser tan exitoso en una
garganta humana, especialmente después de que ha sido diluido
según las instrucciones para evitar que le queme toda la boca. No
complique las cosas aclarando qué clase de microbios acaba de
matar. ¿Quién sabe cuál es el microbio que causa el resfrío, sobre
todo siendo que, probablemente, ni siquiera es un microbio en
absoluto?
De hecho, no hay ninguna conexión conocida entre un surtido de
microbios en un tubo de ensayo y sea lo que fuere que produce el
resfrío, pero la gente no va a andar razonando de un modo tan
agudo; especialmente no cuando anda sonándose la nariz.
Quizás éste sea demasiado obvio y las personas empiezan a ser más
desconfiadas, aunque no parecería ser así a juzgar por las páginas de
publicidad. Sea como fuere, aquí va una versión algo más compleja.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Supongamos que durante un período en que el prejuicio racial está


en aumento, lo contratan a usted para "demostrar" lo contrario. No
es un encargo difícil de cumplir. Organice una encuesta, o bien,
mejor todavía, encárguele la encuesta a una empresa con buen
renombre. Hágale a esa habitual muestra poblacional la pregunta de
si piensa que los negros tienen la misma posibilidad que los blancos
de hallar trabajo. Repita su encuesta a intervalos regulares para
tener una tendencia que pueda mostrar.
La Oficina de Investigación de la Opinión Pública de Princeton hizo
esta encuesta cierta vez. Lo que resultó de ella es una prueba
interesante de que las cosas, especialmente en materia de encuestas
de opinión, no siempre son lo que parecen. Cada persona a la que se
le preguntó acerca del empleo, también tuvo que contestar algunas
preguntas adicionales orientadas a establecer si tenía – o no – un
fuerte prejuicio contra los negros. Resultó que los más fuertemente
prejuiciosos fueron los que más veces respondieron que "Sí" a la
pregunta sobre si había igualdad de oportunidades para conseguir
empleo. ( De hecho, cerca de dos tercios de quienes simpatizaban
con los negros no pensaban que éstos tenían tan buenas
posibilidades de empleo como los blancos, y cerca de dos tercios de
quienes demostraban tener un prejuicio contra los negros dijeron
que los negros estaban consiguiendo empleos tan buenos como los
blancos). Fue bastante evidente que de esta encuesta se podía
deducir muy poco acerca de las condiciones de empleo de los negros,
aunque se hubieran podido extraer algunas conclusiones
interesantes acerca de las actitudes raciales de los seres humanos.
Podemos ver, pues, que si el prejuicio está aumentando durante el
período en que hacemos nuestra encuesta, obtendremos un
incremento de las respuestas que apuntan a que los negros y los
blancos tienen las mismas posibilidades de conseguir trabajo. De
modo y manera que vamos y anunciamos: nuestras encuestas
demuestran que los negros están obteniendo oportunidades cada vez
mejores.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Hemos logrado algo notable mediante el cuidadoso empleo del


número semi relacionado. Mientras más empeore la situación, tanto
mejor aparecerá en las encuestas.
O bien, fíjese en esto: "El 27% de una gran muestra de médicos
famosos fuma Throaties más que cualquier otra marca." Por
supuesto, el número en sí mismo puede ser engañoso, en cualquiera
de múltiples maneras, pero eso en realidad no hace ninguna
diferencia. La única respuesta a una afirmación tan irrelevante solo
puede ser: "¿Y qué?" Con todo el debido respeto por la profesión
médica: ¿acaso los médicos saben más de marcas de cigarrillos que
usted? ¿Tienen acaso acceso a alguna información confidencial que
les permite elegir el menos dañino de los cigarrillos? Por supuesto
que no lo tienen, y su médico sería el primero en reconocerlo. Sin
embargo, ese "27%" de alguna manera se las arregla para sonar como
si tuviese algún sentido.
Y ahora restemos un 1% y consideremos el caso del exprimidor de
cítricos. Fue ampliamente publicitado como un aparato que
"exprime un 26% más de jugo", tal "como lo demostraron las
pruebas de laboratorio avaladas por el Good Housekeeping
Institute." 12
Eso sí que suena realmente bien. Si puede comprar un extractor de
jugo que es un 26% más efectivo, ¿por qué compraría cualquier otro?
Pues bien, sin entrar ahora en el detalle de que las "pruebas de
laboratorio" (especialmente las de "laboratorios independientes")
han demostrado algunas de las cosas más estrambóticas, ¿qué es lo
que significa ese número? ¿Un 26% más comparado con qué?
Cuando se fue al fondo de la cuestión resultó que este extractor
obtenía ese tanto más de jugo cuando se lo comparaba con un
anticuado exprimidor manual. La información no tenía
absolutamente nada que ver con los datos que usted necesitaría tener
para decidir su compra. Ese extractor podría haber sido el peor de

12 Instituto de Buena Administración Hogareña (N. del T.)

55
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

todo el mercado. Aparte de ser sospechosamente exacto, el número


ese del 26% es totalmente irrelevante.
La gente de publicidad no es la única que lo engañará con números,
si usted deja que lo hagan. Un artículo sobre seguridad en el manejo
publicado en la revista This Week, sin duda alguna teniendo el mejor
interés de sus lectores en la mira, nos informó que si alguien "se
lanza por la autopista a 110 Km por hora, haciendo eses de lado a
lado", tendría 4 veces más probabilidades de quedar con vida a las 7
de la mañana que a las 7 de la tarde. La prueba: "En las autopistas
ocurren 4 veces más accidentes a las 7 de la tarde que a la misma
hora de la mañana". Ahora bien, eso es aproximadamente cierto,
pero no tiene nada que ver con la conclusión. Hay más personas que
se matan a las 7 de la tarde simplemente porque a esa hora hay más
gente para matarse que a las 7 de la mañana. Usted, un caso
individual, puede estar expuesto a un mayor peligro por la tarde,
pero no hay nada en los números que demuestre que lo contrario no
es cierto.
Por medio de la misma clase de sinsentido que utilizó el que escribió
ese artículo, usted podría probar que un radiante día de sol es más
peligroso que un día de niebla. Los accidentes registrados los días de
sol son más numerosos sencillamente porque hay más días con sol
que días con niebla. Y así y todo, es mucho más peligroso manejar en
la niebla.
Se pueden usar las estadísticas para morirse de miedo en relación
con cualquier medio de transporte . . . siempre y cuando uno pase
por alto lo débilmente que están relacionados los números que se
citan respecto del evento descripto.
Hubo más gente muerta en accidentes aéreos el año pasado que en
1910. ¿Se deduce de ello que los aviones modernos son más
peligrosos? Tonterías. Sucede que hoy el transporte aéreo tiene
centenares de pasajeros más que en 1910; eso es todo.
Se informó que, en un año reciente, el número de muertes en el
ferrocarril fue de 4.712. Suena como un buen argumento para
mantenerse lejos de los trenes; quizás para optar por el automóvil en

56
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

lugar del tren. Pero, si uno investiga para averiguar qué representa
ese número, halla que significa algo bien diferente. Casi la mitad de
esas muertes fue de personas cuyo automóvil fue chocado por un
tren en un paso a nivel. La mayor parte del resto fueron personas que
transitaban por las vías. Solamente 132 de los 4.712 informados
fueron pasajeros del ferrocarril. E incluso ese número sirve de poco a
los efectos de hacer comparaciones a menos que se agregue
información sobre el total de kilómetros por pasajero.
Si a usted le preocupan las posibilidades de morir en un viaje de
costa a costa en los Estados Unidos, no recibirá información de gran
utilidad preguntando cual de los medios de transporte –
automóviles, trenes o aviones – tuvo la mayor cantidad de accidentes
fatales el año pasado. Más útil le sería calcular la tasa de mortandad
averiguando la cantidad de fatalidades por cada millón de
kilómetros/pasajero. Eso le daría una idea algo más aproximada de
cuál de los medios es el más riesgoso.
Hay muchas otras formas de contar algo y luego informarlo como
otra cosa diferente. El método general consiste en elegir dos cosas
que parecen iguales pero que no lo son. Como gerente de personal
que está forcejeando con un sindicato, puede usted "hacer una
encuesta" entre sus empleados para averiguar cuántos tienen alguna
queja contra del sindicato. A menos que ese sindicato en cuestión
sea una banda de ángeles con algún arcángel a la cabeza, podrá usted
preguntar y consignar con total honestidad las respuestas que
seguramente mostrarán que la mayoría de los empleados tiene algún
motivo para quejarse de ese sindicato. Luego, en su informe podrá
establecer, por ejemplo, que "una gran mayoría del 78% se opone al
sindicato". Lo que ha hecho usted es agrupar un montón de quejas
indiferenciadas y pequeños reclamos para ponerle después el
nombre de "oposición" que suena parecido a "queja" o "reclamo". No
ha demostrado usted nada en absoluto, pero parecería que sí lo hizo
¿no es cierto?
A pesar de todo, es equitativo en cierto modo. El sindicato puede
"demostrar" con la misma facilidad que prácticamente todos los

57
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

trabajadores están en desacuerdo con la manera en que se gestiona


la empresa.
Si desea salir a cazar números semi relacionados, su mejor chance
sería un estudio de los informes financieros de las corporaciones.
Busque ganancias que podrían parecer demasiado elevadas y que se
disimulan con otro nombre. La revista Ammunition de la Unión de
Trabajadores de la Industria Automotriz, describe el truco de esta
manera:
"El informe manifiesta que el año pasado la compañía tuvo una
ganancia de 35 millones de dólares. Justo 1,5 centavos por cada
dólar de venta. Uno siente pena por la compañía. Se quema una
lamparita en el baño y, para reemplazarla, la compañía tiene que
gastar 30 centavos. Con eso se evaporarían las ganancias de una
venta de 20 dólares. Dan ganas de dejar de usar hasta las toallas de
papel.
Pero, por supuesto, la verdad es que lo que la compañía informa
como ganancia representa solamente una mitad o un tercio de las
ganancias reales. La parte que no se informa está escondida en
amortizaciones comunes, en amortizaciones especiales y en
reservas por contingencias."
La misma diversión se puede organizar con porcentajes. Para un
reciente período de 9 meses, General Motors fue capaz de informar
una ganancia relativamente modesta del 12,6% sobre ventas
(después de impuestos). Pero, para el mismo período, la renta sobre
la inversión de General Motors ascendió a 44,8%. algo que suena
bastante peor – o mejor, dependiendo de qué discusión se quiera
ganar.
De un modo similar, en la sección de cartas de lectores un lector de
la revista Harper's, salió a defender a las Grandes Tiendas A&P
señalando que esa casa tenía una ganancia neta de solo un 1,1% sobre
ventas. El lector preguntaba: "¿Tendría cualquier ciudadano
americano miedo a ser condenado públicamente como usurero . . .
por hacer un poco más de $10 por cada $1.000 invertidos durante el
año?"

58
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

A primera vista este 1,1% suena a casi lamentablemente poca cosa.


Compárelo con el 4 al 6% o más de interés que estamos
acostumbrados a pagar por hipotecas, préstamos bancarios y cosas
similares. ¿No estaría mejor A&P si se retirara del negocio de
comestibles y pusiera su capital en el banco para vivir de intereses?
El truco está en que un retorno anual sobre la inversión no es la
misma clase de pescado que ganancias por ventas totales. Tal como
otro lector contestó en un número posterior de Harper's, "Si cada
mañana compro un artículo por 99 centavos y lo vendo por la tarde a
1 dólar, haré solamente un 1% sobre ventas totales, pero un 365%
sobre el dinero invertido al final de un año de actividad."
Con frecuencia hay muchas maneras de expresar cualquier número.
Por ejemplo, se puede expresar exactamente el mismo resultado
llamándolo un 1% de retorno por ventas, un 15% de retorno sobre
inversión, una ganancia de 10 millones de dólares, un aumento de
ganancias del 40% (comparado con el promedio de 1935/1939), o
una disminución del 60% respecto del año pasado. El método
consiste en elegir lo que suene mejor para el propósito que uno trae
entre manos y confiar en que pocos se darán cuenta de lo poco que
refleja la situación real.
No todos los números semi relacionados son producto de un engaño
intencional. Muchas estadísticas, incluyendo las médicas que tan
importantes son para todo el mundo, están distorsionadas por una
información poco consistente en su origen. Existen números
asombrosamente contradictorios sobre cuestiones tan delicadas
como los abortos, los hijos ilegítimos y la sífilis. Si acaso se fija usted
en las últimas cifras disponibles sobre la gripe y la neumonía, podría
llegar a la conclusión de que estas enfermedades están prácticamente
confinadas a tres estados del Sur de los Estados Unidos que
representan cerca del 80% de los casos informados. Lo que en
realidad explica este porcentaje es que esos tres estados siguieron
exigiendo que se informaran los casos de estas enfermedades
mientras que los demás estados dejaron de hacerlo.

59
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Algunos números sobre malaria significan poca cosa. Mientras que


antes de 1940 había cientos de miles de casos en el Sur de los
Estados Unidos, en la actualidad solo se registran algunos. En tan
solo unos pocos años aparentemente se ha producido un cambio tan
saludable como importante. Pero todo lo que sucedió en realidad es
que ahora se registran únicamente los casos comprobados de malaria
mientras que antes en toda aquella zona esa palabra la usaba todo el
mundo hasta para una gripe o un resfrío.
La tasa de mortandad en la marina de los Estados Unidos durante la
guerra hispano-estadounidense de 1898 fue de un 9 por 1.000. Para
los civiles de la ciudad de Nueva York durante el mismo período la
tasa fue del 16 por 1.000. Las oficinas de reclutamiento de la marina
usaron luego estos números para demostrar que era más seguro
estar dentro de la marina que fuera de ella. Suponga que estos
números son exactos, como que probablemente lo son. Deténgase un
momento y vea si puede descubrir qué los convierte en carentes de
sentido, o al menos qué hace que no tenga sentido la conclusión que
la oficina de reclutamiento sacó de ellos.
Los grupos no son comparables. La marina se compone mayormente
de hombres jóvenes en buen estado de salud. Una población civil
incluye niños, ancianos y enfermos, todos los cuales tienen una tasa
de mortandad más alta dondequiera que estén. Los números
publicados no demuestran que los hombres que cumplen con los
requerimientos de la marina viven más tiempo dentro de ella que
fuera de ella. Como que tampoco demuestran lo contrario.
Posiblemente ha escuchado la triste noticia que 1952 fue el peor año
en materia de poliomielitis de toda la historia de la medicina. Esta
conclusión estuvo basada sobre algo que puede parecer la prueba
más contundente que se pueda pedir: ese año se informaron más
casos que nunca antes.
Pero cuando los expertos volvieron a analizar esos números por
segunda vez, encontraron algunas cosas algo menos deprimentes.
Una de ellas fue que en 1952 había tantos niños en la edad más
crítica que la cantidad de casos necesariamente tenía que aumentar

60
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

si la tasa de ocurrencia se mantenía al mismo nivel de antes. Otra fue


que la toma de conciencia de la poliomielitis estaba llevando a
diagnósticos más frecuentes y al registro de incluso los casos de
menor gravedad. Y por último, existía un incentivo financiero,
siendo que había aumentado la cantidad de los seguros de salud
cubriendo la poliomielitis y también existía un mayor grado de
asistencia brindado por la National Foundation for Infantile
Paralysis. 13 Todo ello hizo surgir considerables dudas en cuanto a la
noción que la poliomielitis había alcanzado un nuevo récord, y el
número total de casos fatales confirmó esa duda.
Un hecho a destacar es que la tasa de mortandad o el número de
casos fatales es con frecuencia una medida mejor de la incidencia de
una enfermedad que los propios números de incidencia. Y esto es así
simplemente porque los casos fatales se registran con mucho mayor
rigor y exactitud. En este caso, el número obviamente semi
relacionado es mejor que el otro que a primera vista parecería tener
una relación directa.
En los Estados Unidos el número semi relacionado goza de un gran
auge cada cuatro años. Esto no significa que ese número posea una
naturaleza cíclica sino tan solo que ha llegado el momento de las
campañas políticas. Un comunicado de campaña, de Octubre de
1948 emitido por el Partido Republicano, está enteramente
construido con números que parecen estar relacionados entre sí pero
no lo están.
"Cuando Dewey fue elegido gobernador en 1942, el salario mínimo
de los maestros era de apenas $900 al año. Hoy los docentes en el
estado de Nueva York gozan de los salarios más altos del mundo.
Por iniciativa del gobernador Dewey y basándose en los resultados
de un comité que él designó, en 1947 la legislatura destinó
$32.000.000 de un superávit estatal a aumentar inmediatamente
los salarios de los docentes. Como resultado, los salarios docentes
mínimos en Nueva York se hallan entre $2.500 y $ 5.325".

13 Fundación Nacional para la Parálisis Infantil (N. del T.)

61
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Es enteramente posible que el Sr. Dewey se haya convertido en el


mejor amigo de los docentes, pero estas cifras no lo demuestran. Es
el viejo truco del antes-y-después en el que no se mencionan una
serie de factores y con el cual los números parecen ser lo que no son.
En este caso tenemos un "antes" de $900 y un "después" de entre
$2.500 y $5.325 que suena realmente como un buen aumento. Pero
la cifra menor corresponde al salario mínimo en cualquier distrito
rural del estado y la mayor se aplica a la ciudad de Nueva York
solamente. Es posible que haya habido una gran mejoría bajo la
gestión del gobernador Dewey; pero también es posible que no haya
pasado nada de eso.
Este comunicado es la versión estadística del truco fotográfico del
antes-y- después tan frecuente en la publicidad gráfica. Se fotografía
una sala de estar dos veces para mostrarnos la mejora que una capa
de pintura puede producir. Pero después de la primera foto se han
agregado muebles nuevos y a veces la del "antes" es una foto
pequeña, mal iluminada, en blanco y negro y la foto del "después" es
grande y a todo color. O bien un par de fotografías nos muestran lo
que sucedió con cierta mujer después de usar una nueva crema de
enjuague para el cabello. ¡Por cierto que se la ve mejor después de
eso! Pero si uno mira con atención verá que el cambio se produjo
porque alguien la hizo sonreír y además le puso un foco de luz detrás
de la cabeza para mostrar su cabello casi a contraluz. El fotógrafo
tiene más méritos en el resultado que la crema de enjuague.

62
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

8. El regreso del "post hoc"


Cierta vez alguien se tomó el trabajo de averiguar si los fumadores de
cigarrillos tenían peores calificaciones universitarias que los no
fumadores. Resultó que las tenían. Lo cual fue del agrado de un
montón de gente y se ha hecho un gran caso del asunto desde
entonces. Parecería ser que el camino a las buenas calificaciones
pasa por dejar de fumar y, tanto como para llevar la conclusión un
paso más lejos, el fumar produce mentes embotadas.
Este estudio en particular estuvo, creo, bien hecho, con una muestra
suficientemente grande, seleccionada con honestidad y cuidado, con
una correlación de fuerte significado y etcétera.
Sin embargo, la falacia es una de las más antiguas y tiene una fuerte
tendencia a aparecer en las estadísticas pudiéndosela distinguir por
un cúmulo de números impresionantes. La falacia es la que dice que
si B ocurre después de A, entonces A ha causado a B. En este caso se
ha partido del falso supuesto formulado como: puesto que el fumar y
las bajas calificaciones aparecen juntas, el fumar causa bajas
calificaciones. ¿Acaso no podría ser a la inversa? ¿No serán las bajas
calificaciones que impulsan a los estudiantes al tabaco en lugar de
llevarlos al alcohol? Si uno se detiene a pensarlo, esta última
conclusión es por lo menos tan probable como la anterior y está al
menos tan bien sostenida por los datos que se tienen. Pero puede no
ser igualmente útil a los efectos de cierta propaganda.
Con todo, lo más probable es que ninguna de las dos cosas es causa
de la otra sino que ambas son producto de un tercer factor. ¿Acaso
no es posible que la persona muy sociable, que toma sus estudios
bastante menos que en serio, tenga también una mayor tendencia a
fumar? ¿No habrá una pista en el hecho que alguien descubrió una
correlación entre extroversión y bajas calificaciones – una
correlación que, a veces, hasta es más fuerte que la que existe entre
calificaciones e inteligencia? Quizás los extrovertidos son más

63
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

proclives a fumar que los introvertidos. La cuestión es que, cuando


hay varias explicaciones razonables, nadie está autorizado a elegir
justo la que más le conviene e insistir en ella. Pero muchas personas
lo hacen igual.
Para evitar caer en la trampa de la falacia post hoc 14 y terminar
creyendo en varias cosas que no son lo que parecen, lo que hay que
hacer es poner bajo una gran lupa cualquier afirmación sobre
relaciones. La correlación, ese número convincentemente exacto que
parece demostrar que una cosa sucede como consecuencia de otra,
en realidad puede ser cualquiera de varios tipos.
Uno de ellos es la correlación casual, por azar. Es posible juntar un
conjunto de números para demostrar de esta manera algo muy poco
probable pero, intentándolo de nuevo, el próximo conjunto puede no
demostrar eso en absoluto. Como en el caso del fabricante de pasta
dentífrica que parecía reducir los problemas dentales, todo lo que
hay que hacer es desechar los resultados que no se quieren y
publicitar ampliamente aquellos que cuadran con lo deseado. En una
muestra pequeña es muy probable hallar alguna correlación
sustancial entre cualquier par de características o eventos que uno
pueda imaginar.
Una clase común de co-variación es aquella en la cual la relación es
real pero no es posible estar seguro de cuál de las variables es la
causa y cuál la consecuencia. En algunos de estos casos la causa y el
efecto pueden cambiar de papel de vez en cuando y hasta ambos
pueden ser las dos cosas a la vez. Una correlación entre ingresos y
propiedad de acciones puede ser de esa clase. Mientras más dinero
haga, más acciones tendrá y mientras más acciones tenga mayores
ingresos obtendrá; no es exacto decir simplemente que una cosa
produjo la otra.
Probablemente el más engañoso de todos es el caso muy común en el
cual ninguna de las variables tiene algún efecto en absoluto sobre las

14 "Post hoc ergo propter hoc" en latín significa “después de esto, por lo tanto, a consecuencia de
esto”. Se lo menciona como post hoc en forma abreviada. (N. del T.)

64
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

demás y, sin embargo, existe una correlación real. Se ha hecho una


buena cantidad de trabajo sucio con estos casos. Las bajas
calificaciones entre los estudiantes fumadores están en esta categoría
como asimismo caen en ella demasiadas estadísticas médicas
mencionadas sin aclarar que, si bien la relación ha resultado ser real,
la naturaleza de causa-y-efecto es tan solo materia de especulación.
Como un caso de sinsentido o correlación espuria que no obstante es
un hecho estadístico real, alguien apuntó con sorna que existe una
estrecha relación entre el salario de los pastores presbiterianos en
Massachusetts y el precio del ron en La Habana.
¿Cuál es la causa y cuál la consecuencia? En otras palabras, los
pastores ¿están beneficiándose del comercio de ron o lo están
fomentando? Está bien; lo dicho es tan exagerado que resulta
ridículo ya a primera vista. Pero preste atención a otras aplicaciones
de esta lógica post hoc que difiere de ésta en ser más sutil. En el caso
de los pastores presbiterianos y el ron es fácil ver que ambos
números crecen por la influencia de un tercer factor: el histórico y
mundial aumento del nivel de precios en prácticamente todo.
Tome los números que indican que la tasa de suicidios llega a su
máximo en Junio. 15 ¿Son los suicidios los que producen novias en
Junio, o son los casamientos de Junio los que producen el suicidio de
los rechazados? Una explicación algo más convincente (aunque
igualmente indemostrada) es la que dice que el sujeto que ha
soportado su depresión durante todo el invierno con la idea de que
las cosas pintarán mejor en primavera, simplemente se da por
vencido cuando llega Junio y él sigue sintiéndose para el demonio.
Otra de las cosas a las que hay que prestar atención es a las
correlaciones de las que se supone que siguen después de la fecha o
el nivel en que fueron descubiertas. Es fácil demostrar que, mientras
más llueve en una región, más alto crecerá el maíz y hasta mayor
será la cosecha. La lluvia, tal parece, es una bendición. Pero sabemos
que una temporada con muy fuertes lluvias puede dañar y hasta

15 Recuerde que en Junio comienza el verano en el hemisferio norte. (N. del T.)

65
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

arruinar toda una cosecha. La correlación positiva se mantiene hasta


cierto punto pero después del mismo se vuelve rápidamente
negativa. Por encima de determinada cantidad de centímetros de
lluvia, mientras más llueva menos cosecha se obtiene.
Un poco más adelante nos dedicaremos al valor monetario de la
educación. Por ahora supongamos que está comprobado que los
graduados universitarios ganan más dinero que aquellos que
abandonan y que cada año de estudio universitario suma un poco
más de dinero al ingreso. Preste atención a la conclusión
generalizadora de que, mientras más vaya a la universidad, más
dinero hará. Y note que esto no está comprobado para los años que
exceden los necesarios para una licenciatura, y hasta es posible que
ni siquiera sea cierto para las licenciaturas. Las personas con un
doctorado con bastante frecuencia terminan siendo profesores
universitarios y de esta manera quedan fuera de los grupos de más
altos ingresos.
Por supuesto que una correlación muestra una tendencia que rara
vez es la tendencia ideal descripta como de “1 a 1”. En promedio, los
muchachos altos pesan más que los bajos, de modo que, en este caso,
altura y peso corporal tienen una correlación positiva. Pero resultará
muy fácil encontrar a uno de 1,80 m de alto que pesa menos que otro
de 1,60 m; de modo que la correlación en este caso es menor que 1. Y
una correlación negativa es simplemente una relación en la cual a
medida en que una de las variables aumenta, la otra decrece. En
física esto se llama una relación inversa. Mientras más lejos se
ubique de la lámpara, tanta menos luz caerá sobre su libro; en la
medida en que aumenta la distancia, disminuye la intensidad de la
luz. Esta clase de relaciones físicas con frecuencia tiene la amabilidad
de producir correlaciones perfectas, pero los números del mundo de
los negocios, la sociología o la medicina muy rara vez se dan con
similar exactitud. Aun cuando la educación, en términos generales,
aumenta el ingreso, no es imposible que sus costos causen la ruina
financiera de alguien. Tenga presente que una correlación puede ser
real y reflejar una relación de causa y efecto – y aun así es posible

66
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

que siga siendo inservible para decidir el curso de acción a seguir en


un caso puntual y singular dado.
Resmas enteras de papel se han gastado para mostrar el valor en
dólares de la educación universitaria y pilas de panfletos se han
publicado para llamar con estos números – y las conclusiones más o
menos basadas sobre ellos – la atención de potenciales estudiantes.
No me estoy peleando con la intención. Yo mismo estoy a favor de la
educación . . . particularmente si incluye un curso sobre estadísticas
básicas. Pero está bien, estos números han demostrado de modo
concluyente que las personas que fueron a la universidad ganan más
dinero que las personas que no fueron. Las excepciones son
numerosas, por supuesto, pero la tendencia es fuerte y clara.
Lo único que está mal con los números y los hechos es que vienen
con una conclusión totalmente injustificada. Se trata de la falacia
post hoc en su máximo esplendor. Es la que dice que estos números
demuestran que, si usted (su hijo o su hija) va a la universidad,
probablemente ganará más dinero que si decide pasarse los
próximos cuatro años haciendo otra cosa. Esta conclusión
injustificada tiene por base otro supuesto injustificado que dice que,
desde el momento en que la gente con formación universitaria gana
más dinero, tiene esos mayores ingresos porque fue a la universidad.
En realidad no lo sabemos, pero podría ser que estas personas son
las que habrían ganado más dinero incluso no yendo a la
universidad. Hay un par de cosas que indican de un modo bastante
fuerte que esto es así. En las universidades ingresan en cantidades
muy desproporcionadas dos clases de jóvenes: los inteligentes y los
ricos. Los inteligentes pueden llegar a buenos ingresos incluso sin
conocimientos universitarios. Y en cuanto a los ricos … bueno, el
dinero genera dinero de muchas maneras obvias. Hay pocos hijos de
personas ricas en el estrato de bajos ingresos, hayan ido – o no – a la
universidad.
El siguiente pasaje está tomado de un artículo presentado bajo la
forma de preguntas y respuestas que apareció en la revista This
Week, un suplemento dominical de enorme circulación. Quizás
encuentre usted gracioso, al igual que yo, que este mismo autor haya

67
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

producido alguna vez un trabajo titulado "Creencias populares:


¿verdad o mentira?"
"P: ¿Qué efecto tiene el ir a la universidad sobre sus posibilidades
de quedar soltero?
R: Si usted es una mujer, sus probabilidades de convertirse en una
solterona aumentan en forma sideral. Pero si usted es un varón, el
efecto es el opuesto y minimiza sus probabilidades de quedar
soltero.
La Universidad de Cornell hizo un estudio sobre 1.500 graduados
universitarios de edad media. De los varones, el 93% estaba casado
(frente a un 83% de la población en general).
Pero de las mujeres de edad media con título universitario solo el
65% estaban casadas. Las solteronas eran unas tres veces más
numerosas entre las graduadas universitarias que entre las
mujeres de la población en general."
Cuando Susanita Brown, de 17 años, lea eso se enterará de que, si va
a la universidad, tendrá menos probabilidades de conseguir marido
que si decide no ir. Eso es lo que dice el artículo y ahí están las
estadísticas de una fuente respetable que lo acompañan. Lo
acompañan, es cierto, pero no lo respaldan; y nótese, además, que
mientras las estadísticas son de Cornell, las conclusiones no lo son, a
pesar de que algún lector superficial podría llegar a quedarse con la
idea de que esas conclusiones realmente son de la Universidad de
Cornell.
Aquí otra vez una correlación real ha sido utilizada para reforzar una
relación del tipo causa-efecto indemostrada. Quizás todo sea al revés
y esas mujeres hubieran quedado solteras incluso si no hubieran ido
nunca a la universidad. 16 Posiblemente muchas más no se hubieran
casado. Si estas posibilidades no son mejores que aquella sobre la

Una broma (algo machista) bastante popular entre ingenieros dice que "hay tres clases de
16

mujeres; las lindas, las feas … y la estudiantes de ingeniería". (N. del T.)

68
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

cual el autor del artículo insiste, entonces es posible que sean


conclusiones de la misma validez; es decir: meras suposiciones.
Por cierto, hay un elemento de prueba que sugiere que la tendencia a
la soltería en las mujeres puede impulsarlas hacia carreras
universitarias. Parece haber alguna correlación entre sexualidad y
educación, con tendencias que quizás se fijen en la edad pre-
universitaria. Eso haría tanto más cuestionable el afirmar que ir a la
universidad obstaculiza el matrimonio.
Nota para Susanita Brown: no es necesariamente así.
Cierta vez un artículo médico señaló con gran alarma un aumento
del cáncer entre personas que tomaban leche. Aparentemente, el
cáncer se estaba volviendo cada vez más frecuente en Nueva
Inglaterra, Minnesota, Wisconsin y Suiza, en donde se produce y se
consume una gran cantidad de leche, y seguía siendo raro en Ceilán,
donde la leche escasea. Para mayores pruebas, se señalaba que
también en algunos estados del Sur norteamericano, donde se
consumía menos leche, el cáncer era menos frecuente. Incluso se
mencionaba que las mujeres inglesas, que consumen leche, tenían
cáncer con una frecuencia 16 veces mayor que las mujeres japonesas
que rara vez la consumen.
Un poco de rastreo podría descubrir toda una serie de hechos que
explicarían esos números, pero basta un solo factor por sí mismo
para desenmascararlos. El cáncer es, predominantemente, una
enfermedad que ataca personas de mediana edad o mayores. Suiza y
los estados norteamericanos mencionados en primer lugar se
parecen en cuanto a tener poblaciones relativamente longevas. Por la
época en la que se hizo el estudio, las mujeres inglesas vivían en
promedio 16 años más que las japonesas.
La profesora Helen M. Walker elaboró una divertida ilustración
sobre la tontería de presuponer que debe haber una relación de
causa y efecto cada vez que dos fenómenos varían simultáneamente.
Investigue la relación entre la edad y algunas características físicas
de las mujeres, comenzando por el ángulo que forman los pies al
caminar. Hallará que el ángulo tiene tendencia a aumentar en las

69
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

mujeres de mayor edad. Como primer idea puede suponer que las
mujeres envejecen porque separan los pies, pero no tardará en
desechar la hipótesis por ridícula. De modo que parecería ser que la
edad aumenta el ángulo entre los pies y, para la mayoría de las
mujeres, ese ángulo aumenta con la edad.
Cualquier conclusión de esa clase es probablemente falsa y
ciertamente injustificada. Se podría llegar a ella de un modo legítimo
solamente estudiando a las mismas mujeres – o, mejor aun: a varios
grupos de mujeres comparables – durante un buen período de
tiempo. Eso eliminaría al factor que está molestando aquí, siendo
que ese factor es que las mujeres que hoy son mayores de edad
crecieron en una época en que a las jóvenes señoritas se les enseñaba
a caminar apuntado los dedos de los pies hacia afuera mientras que,
por el contrario, a la generación joven se le aconseja una postura que
no recomienda hacerlo.
Cuando encuentre a una persona – usualmente alguien con intereses
creados – haciendo gran alharaca por una correlación, asegúrese que
la misma no es una de éstas, producida por el flujo de los
acontecimientos y las tendencias de los tiempos. En nuestra época es
fácil mostrar una correlación positiva entre pares de cosas tales
como: cantidad de estudiantes en la universidad, cantidad de
internados en institutos psiquiátricos, consumo de cigarrillos,
incidencia de enfermedades cardíacas, utilización de máquinas de
rayos X, producción de prótesis dentales, salarios de los docentes de
California, ganancias de los salones de juego de Nevada. El
considerar a cualquiera de estos factores como la causa de cualquier
otra cosa es manifiestamente absurdo. Pero se hace todos los días.
Permitir que el tratamiento estadístico y la hipnótica presencia de
números con decimales envuelva en una niebla a relaciones causales
es tan solo un poco mejor que la superstición. Y con frecuencia es
algo mucho más seriamente engañoso. Es como la convicción entre
la gente de las Nuevas Hébridas que los piojos producen buena
salud. Una observación realizada durante siglos le enseñó a estas
personas que las personas en buen estado de salud generalmente
tenían piojos mientras que los enfermos muchas veces no los tenían.

70
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

La observación en si misma fue exacta y acertada, como lo son con


sorprendente frecuencia las observaciones informales hechas a lo
largo de muchos años. No se puede decir lo mismo de la conclusión a
la que esta gente primitiva llegó a partir de sus observaciones: los
piojos mantienen sano al hombre; todo el mundo debería tenerlos.
Tal como hemos señalado, pruebas aun más endebles que ésta –
tratadas adecuadamente en la cocina estadística y molidas hasta el
punto en que el sentido común ya no las puede penetrar – han
contribuido a más de una fortuna médica y producido muchos
artículos médicos en revistas, incluyendo las profesionales.
Observadores más atentos finalmente pusieron las cosas en su lugar
sobre lo que estaba sucediendo en las Nuevas Hébridas. Resultó ser
que allí casi todo el mundo tenía piojos la mayor parte del tiempo. El
tenerlos era, se podría decir, la condición normal de una persona. Sin
embargo, cuando alguien tenía fiebre (y no es imposible que fuera
causada por los mismos piojos) su cuerpo se volvía demasiado
caliente para los piojos y, por lo tanto, éstos se iban. Aquí tenemos,
pues, causa y efecto confusamente distorsionados, invertidos y
entremezclados.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

9. Como estadisticular
El desinformar a las personas mediante el empleo de material
estadístico puede ser llamado manipulación estadística; o bien, en
una sola palabra (aunque no muy afortunada): estadisticulación.
El título de este libro y algunas de las cosas que contiene pueden
parecer implicar que todas esas operaciones son el producto de un
engaño deliberado. El presidente de una sección de la American
Statistical Association me regañó una vez por eso. En la mayoría de
los casos no es timo, me dijo, sino incompetencia. Es posible que
haya algo de verdad en lo que decía, 17 pero no estoy seguro que lo
primero sea menos ofensivo que lo segundo para los expertos en
estadística. Posiblemente es más importante tener en mente que la
distorsión de los datos y su manipulación para un fin determinado
no siempre es el trabajo de un profesional de la estadística. Lo que
sale lleno de virtudes del escritorio estadístico puede encontrarse
retorcido, exagerado, sobre-simplificado y distorsionado por
selección caprichosa una vez que cae en manos de vendedores,
expertos en relaciones públicas, periodistas y publicistas.
Pero, sea quien fuere el culpable en última instancia, resulta difícil
concederle el status de pobre inocente. Los falsos gráficos en las
revistas y en los diarios frecuentemente sensacionalizan por
exageración, es raro que minimicen algo. Quienes presentan
argumentos estadísticos por cuenta y orden de la industria rara vez
están, según mi experiencia, dándole al obrero o al consumidor una
visión más optimista que la que se desprende de los hechos pero es
muy frecuente que le transmitan una visión mucho más pesimista.

17 Se dice que el escritor Louis Bromfield tenía preparada una pila de respuestas pre-escritas
para sus críticos y las utilizaba cuando su correspondencia se volvía demasiado voluminosa para
manejarla atendiendo cada caso individual. Sin conceder nada y sin alentar ulteriores
intercambios epistolares, seguía sin embargo conformando a casi todo el mundo. La frase clave
era: "Es posible que haya algo de verdad en lo que usted dice." (N. del Autor)

72
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

¿Cuándo fue la última vez que un sindicato contrató a un experto en


estadística tan incompetente que debilitó la posición del sindicato en
lugar de fortalecerla?
Mientras los errores aparezcan favoreciendo a un solo lado, no
resulta fácil atribuirlos a la chapucería o a algún error accidental.
Una de las formas más tramposas de tergiversar datos es mediante
un mapa. El mapa introduce un hermoso arcón de variables en los
cuales los hechos pueden ser escondidos y las relaciones pueden ser
distorsionadas. Mi trofeo favorito en este área es "La Sombra que se
Expande". Fue distribuido no hace mucho por el First National Bank
de Boston y reproducido muy extensamente por los llamados grupos
de contribuyentes, en diarios y en la revista Newsweek.

El mapa muestra qué porción de nuestro ingreso nacional recauda y


gasta el gobierno federal. Lo hace sombreando las áreas de los
estados al Oeste del Mississippi (exceptuando solo Luisiana,

73
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Arkansas y parte de Missouri) para indicar que los gastos federales


son iguales al ingreso total de las personas en esos estados.
El engaño está en haber elegido estados con grandes superficies
pero, dado que poseen escasa población, con ingresos relativamente
bajos. Con igual honestidad (o deshonestidad) el que dibujó el mapa
podría haber empezado por Nueva York y Nueva Inglaterra y llegar a
una sombra de muchísimo menor tamaño e impacto. Utilizando los
mismos datos hubiera producido una impresión muy diferente en
cualquiera que mirara el mapa. Obviamente sin embargo, nadie se
hubiera tomado el trabajo de publicarlo y distribuirlo. Al menos no
conozco a ningún grupo poderoso interesado en mostrar que el gasto
público es menor de lo que es.
Si el objetivo del constructor del mapa hubiera sido simplemente
transmitir información podría haberlo hecho con bastante facilidad.
Podría haber elegido un grupo de estados intermedios cuya
superficie estuviese con la superficie total del país en
aproximadamente la misma relación que la existente entre el ingreso
estatal y el nacional.
Lo que hace de este mapa un flagrante esfuerzo por engañar es que
no se trata de un nuevo truco propagandístico. De hecho, es algo así
como un clásico chiste viejo. El mismo banco, hace bastante tiempo
atrás, publicó versiones de este mapa para mostrar gastos de 1929 y
1937 que poco después aparecieron en una obra estándar – Graphic
Presentation de Willard Cope Brinton – como ejemplos de lo
horrible. Este método "distorsiona los hechos", escribió Brinton
abiertamente. Pero el First National sigue dibujando sus mapas
como si tal cosa, y el Newsweek, al igual que todos los demás que
deberían saberlo mejor – y posiblemente lo saben – siguen
reproduciéndolos alegremente sin ninguna advertencia o disculpa.
¿Cuál es el ingreso promedio de las familias norteamericanas? Tal
como mencionamos antes, para 1949 y según la Oficina del Censo,
fue de $3.100. Pero si lee usted una nota periodística acerca de
"contribuciones filantrópicas" difundida por la Russel Sage
Foundation se enterará de que, para el mismo año, ese ingreso fue

74
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

un notable $5.004. Posiblemente le agrade saber que a la gente le


fue tan bien pero también puede ser que se haya quedado asombrado
por lo poco que eso se condice con su propia experiencia. Aunque es
posible que usted se codee con la gente inadecuada.
Pero, así y todo, ¿cómo diablos pueden Russel Sage y la Oficina del
Censo discrepar de esa manera? La Oficina está hablando de
medianas, como por supuesto debe hacerlo, pero incluso si la gente
de Sage está usando una media, la diferencia no debería ser tan
grande. Resulta que la Russel Sage Foundation descubrió esta
estupenda prosperidad inventando algo que solo puede ser llamado
"la familia imaginaria". El método que emplearon (tal como
explicaron cuando se les exigió que lo hicieran) fue dividir el ingreso
total de todos los norteamericanos por 149.000.000 con lo cual
llegaron a una media de $1.251 por persona. "Lo cual" – agregaron –
"significa $5.004 para una familia tipo de 4 personas".
Esta estrafalaria manipulación estadística exagera de dos formas.
Por de pronto utiliza la media aritmética en lugar de la más pequeña
pero más informativa mediana … algo que ya vimos en un capítulo
anterior. Y después procede a suponer que el ingreso de una familia
es directamente proporcional a su tamaño. Ahora bien, yo tengo
cuatro hijos y realmente desearía que las cosas fuesen así; pero no lo
son. Las familias tipo de 4 personas de ninguna manera son el doble
de ricas que las familias de 2.
Para ser justos con los que hicieron las estadísticas de Russel Sage,
de los que puede presumirse que no tenían un deliberado propósito
de engañar, hay que decir que su interés principal fue el de mostrar
un cuadro acerca de la capacidad de dar más que acerca de la
capacidad de recibir. El gracioso número del ingreso familiar fue solo
un producto colateral. Pero difundió su engaño no menos
efectivamente y sigue siendo un destacado ejemplo de por qué no
hay que depositar mucha fe en los promedios publicados sin
especificar.
Si desea un aire de precisión que le conferirá peso a cualquier clase
de estadística espuria, considere la posibilidad de utilizar decimales.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Pregúntele a 100 ciudadanos cuantas horas durmieron la noche


anterior. Obtenga un total de, digamos, 783.1 horas. Ya para
empezar, cualquier dato de esa clase está lejos de ser preciso. La
mayoría de las personas se equivocará en su apreciación por 15
minutos o más y no tenemos ninguna seguridad de que sus errores se
cancelen mutuamente. También todos conocemos a alguien capaz de
convertir 5 minutos sin dormir en una tremenda noche de insomnio.
Pero no se amilane, siga con su aritmética y anuncie que las personas
duermen un promedio de 7,831 horas por día. Sonará como si usted
dominara con total precisión la materia de la que está hablando. Si
hubiera cometido la tontería de declarar simplemente que las
personas duermen 7,8 (o bien, peor todavía, "casi 8") horas por
noche, no hubiera causado ninguna gran impresión. Hubiera sonado
como lo que en realidad es: apenas una no demasiado confiable
aproximación a la realidad y no más reveladora que la conjetura de
cualquier persona normal.
Carlos Marx no se privó de aparentar precisión de la misma manera.
Al calcular la "tasa de plusvalía" de una fábrica textil comenzó con
una espléndida colección de suposiciones, hipótesis y números
rendondeados. "Supongamos que el desperdicio es del 6% … la
materia prima … cuesta en números redondos £ 342. Al costo de
los 10.000 husos … los estimaremos en £1 por huso … la
amortización por uso y desgaste la calcularemos en un 10% … Al
alquiler del edificio lo supondremos de £300 …" Y Marx nos aclara
que "Los datos arriba consignados, en los cuales podemos confiar,
me fueron suministrados por un hilandero de Manchester."
A partir de estas aproximaciones, Marx calcula que: "La tasa de
plusvalía es, por lo tanto, de 80/52 = 153 11/13%". Para un día de 10
horas de trabajo esto le da: "trabajo necesario = 3 31/23 horas y
trabajo de plusvalía = 6 2/33 horas".
Hay una hermosa sensación de exactitud en esos dos
treintaytresavos de hora. Pero todo es un bluff.
Los porcentajes son un terreno fértil para la confusión. Y, al igual
que el eternamente presente número decimal, pueden otorgar un

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

aura de precisión a lo inexacto. La revista mensual Monthly Labor


Review del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos afirmó
cierta vez que en un determinado mes, de las ofertas de empleo
temporario para trabajos domésticos con viáticos pagos, el 4.9% se
ofrecía a $18 por semana. Este porcentaje, según lo que se supo
después, estaba basado sobre exactamente dos casos siendo que se
habían registrado 41 ofertas en total. Cualquier porcentaje extraído
de unos pocos casos conlleva siempre el riesgo de ser engañoso. Es
mucho más informativo dar el número concreto. Y cuando el
porcentaje es expresado con profusión de decimales, quien lo hace
empieza a deslizarse por la pendiente que va de lo ridículo a lo
fraudulento.
"Compre sus regalos de Navidad ahora y ahórrese un 100%", dice el
anuncio. Suena como una oferta digna del propio Santa Claus pero
resulta que no es sino una confusión de base. La rebaja es de tan solo
el 50%. El ahorro representa el 100% del nuevo y reducido precio,
eso es cierto, pero no es lo que dice el anuncio.
De un modo similar, el presidente de la asociación de productores de
flores dijo en una entrevista periodística que "las flores están en un
100% más baratas que hace cuatro meses atrás". Por supuesto no
quiso sugerir que ahora los floristas las estaban regalando. Pero eso
es lo que dijo.
En su History of the Standard Oil Company, Ida M. Tarbell fue
incluso más lejos. Dijo que "la rebaja de precios en el sudoeste …
osciló entre el 14 y el 220%". Eso implicaría que el vendedor le pagó
al comprador una considerable suma para que se llevara ese petróleo
de una buena vez.
El Dispatch de Columbus declaró que un producto estaba siendo
vendido con una ganancia del 3.800%, basándose en un costo de
$1.75 y un precio de venta de $40. Al calcular porcentajes de
ganancia, tenemos la opción entre dos métodos (y la obligación de
declarar cuál de ellos utilizamos). Si nos basamos en el costo, en este
caso la ganancia asciende a un 2.185% ; si lo hacemos sobre el precio
de venta es del 95.6%. Aparentemente el Dispatch utilizó un método

77
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

propio y, como tantas veces sucede, obtuvo una cifra exagerada para
informar.
Incluso el New York Times tuvo su tropiezo al publicar una noticia
de la Associated Press referida a Indianápolis:
"La depresión recibió un duro golpe hoy. Los plomeros, los yeseros,
los carpinteros, los pintores y otros afiliados a los sindicatos de la
construcción de Indianápolis recibieron un aumento salarial del
5%. Con esto, recuperaron la cuarta parte del 20% que se les rebajó
el invierno pasado."
Suena razonable a primera vista. Pero la rebaja está calculada sobre
una base – el salario que estas personas cobraban originalmente –
mientras que el aumento se calcula sobre una base menor – el salario
que cobraban después de la rebaja.
Puede controlar este pequeño caso de tergiversación estadística
suponiendo, tanto como para simplificar los cálculos, que el salario
original fue de $1 la hora. Rebájelo un 20% y habrá caído a 80
centavos. Un aumento del 5% sobre 80 centavos nos da 4 centavos,
lo cual no representa un cuarto sino un quinto de la rebaja de 20
centavos. Como tantos otros errores supuestamente involuntarios,
también éste se las ingenió para salirse con una exageración útil para
dar una mejor noticia.
Todo lo cual ilustra por qué, para compensar una rebaja del 50%, se
necesita un aumento del 100%.
El Times también informó en cierta oportunidad que, durante un
año fiscal, "las pérdidas por incendio en el correo aéreo fueron de
4.863 libras, lo cual representa tan solo un 0.00063% del total". La
nota decía que los aviones habían transportado 7.715.741 libras de
correo durante ese año. Una compañía de seguros que calculara sus
tasas de ese modo terminaría metida en un buen montón de
problemas. Calcule usted mismo la pérdida y verá que asciende a
0.063%, o sea, fue cien veces más grande que la publicada por el
diario.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

La ilusión que ofrece la base movible es la responsable por la


truculencia de sumar descuentos. Si un ferretero ofrece un descuento
de "50% y 20% sobre los precios de lista" no está queriendo darle un
70% de rebaja. La misma es del 60% porque el 20% se calcula sobre
la base menor que resulta después de quitar el 50% del precio de
lista.
Una buena cantidad de tejemanejes y trapacerías provienen de
sumar cosas que no se suman pero que parecen poder sumarse.
Durante generaciones enteras los niños han utilizado una versión de
este truco para demostrar que no van a la escuela.
Quizás usted lo conozca. Comenzando con 365 días al año, se restan
122 por el 1/3 del tiempo que uno está durmiendo en la cama y otros
45 días por las tres horas al día invertidas en comer. De los 198 días
restantes, quitamos 90 por las vacaciones de verano y 21 por las de
invierno. Los días que quedan no alcanzan ni siquiera para
contabilizar los sábados y domingos.
Demasiado viejo y obvio el truco para utilizarlo en negocios serios,
puede usted decir. Pero el sindicato de la industria automotriz, en su
revista Ammunition, insiste en afirmar que está siendo utilizado en
su contra.
"La manifiesta y descomunal mentira aparece también con cada
huelga. Cada vez que hay una huelga, la Cámara de Comercio
anuncia que la misma ha costado tantos millones de dólares por
día.
Obtienen la cifra sumando todos los automóviles que hubieran
podido fabricarse si los obreros hubiesen trabajado a tiempo
completo. Le suman las pérdidas a los proveedores de la misma
forma. Se suma todo lo posible, incluyendo costos de
estacionamiento y la pérdida de los vendedores."
La idea similar e igualmente ridícula de que los porcentajes se
pueden sumar como si fuesen manzanas ha sido utilizada también
contra los autores. Fíjese en lo convincente que suena ésta
proveniente del New York Times Book Review :

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

"La brecha entre los mayores precios de los libros y el beneficio de


los autores proviene aparentemente de un sustancial aumento de la
producción y del costo de los materiales. Los gastos fijos y de
manufactura han aumentado hasta en un 10 o 12% durante la
última década. Los materiales han aumentado entre un 6 y un 9%;
gastos de venta y publicidad treparon un 10%. Los aumentos
combinados significan una suba de un mínimo del 33% (para una
compañía) y cerca del 40% para algunas de las editoriales más
pequeñas."
En realidad, si cada elemento que hace al costo editorial tuvo un
aumento del 10%, el costo total tuvo que haber subido también en la
misma proporción. La lógica que permite sumar esos porcentajes
entre sí conduce a toda clase de vuelos de fantasía. Compre 20 cosas
hoy y constate que cada una de ellas ha aumentado un 5% durante el
año pasado. Eso "sumaría" un 100% y le daría que el costo de vida se
fue al doble. Tonterías.
Es como el cuento del vendedor ambulante al que le preguntaron
cómo podía vender sándwiches de carne de conejo tan baratos.
"Bueno" – contestó el hombre – "tengo que agregar algo de carne de
caballo también. Pero lo hago en un porcentaje de 50 y 50. Un
conejo, un caballo."
La publicación de un sindicato utilizó un dibujo para protestar por
otra variedad de suma improcedente. Mostraba al patrón sumando
una hora común a $1,50 a una hora-extra a $2,25 más una hora
extraordinaria a $3 con lo cual sacaba después un promedio de $2,25
por hora. Sería difícil encontrar un promedio menos significativo.
Otro terreno fértil de engaños es el de la confusión entre porcentajes
y puntos de porcentaje. Si sus beneficios sobre inversiones treparan,
en un año, de un 3% a un 6%, podría usted presentarlo muy
modestamente describiéndolo como un aumento de apenas tres
puntos porcentuales. Con la misma validez, sin embargo, podría
decir que obtuvo un 100% de aumento. Vigile en especial a los
encuestadores de opinión pública por esta clase de manipulación.

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Los percentiles también son engañosos. Cuando se le dice cómo está


Juancito en álgebra o alguna otra materia, comparado con sus
compañeros de clase, el número puede ser un percentil. Significa su
posición en cada 100 estudiantes. Por ejemplo, en una clase de 300
alumnos, los tres mejor calificados estarán en el percentil 99; los
próximos tres en el percentil 98, y así sucesivamente. El problema
con los percentiles es que un estudiante en el percentil 99 puede
llegar a tener calificaciones bastante superiores a otro ubicado en,
digamos, el percentil 90; pero los que están en los percentiles 40 y
60 pueden llegar a tener un desempeño casi igual. Esto proviene del
hábito que tienen tantas características de agruparse alrededor de su
propio promedio, formando esa curva "normal" con forma de
campana que mencionamos en un capítulo anterior.
Ocasionalmente se produce una batalla entre los expertos en
estadística y hasta el más común de los observadores no puede
menos que percibir cierto olor a podrido. Las personas honradas
gozan de un merecido descanso cuando los estadisticuladores se
pelean entre ellos. La Cámara de la Industria Siderúrgica ha
denunciado algunas de las trapisondas cometidas tanto por las
compañías como por el sindicato. Para mostrar lo bueno que el
negocio fue en 1948 (como prueba de que las compañías podían muy
bien soportar un aumento de salarios) el sindicato comparó la
productividad de ese año con la de 1939 – un año de volumen de
producción especialmente bajo. Las compañías, para no quedarse
atrás en la competencia de engaños, insistieron en comparar el
dinero total recibido por sus obreros en lugar de comparar el
promedio de sus salarios por hora. La trampa estaba en que el año
anterior muchos obreros habían trabajado a media jornada de modo
que el total de salarios hubiera aumentado incluso si el precio por
hora se mantenía en el mismo número.
La revista Time, famosa por la consistente excelencia de sus gráficos,
publicó uno que es un divertido ejemplo de cómo los expertos en
estadística pueden sacar de sus sombreros casi cualquier cosa que se
les ocurra. Puesta ante la disyuntiva de elegir entre dos métodos
igualmente válidos, uno de ellos favorable a la gerencia y el otro al

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

sindicato, Time simplemente utilizó los dos. El gráfico, en realidad,


consistió de dos gráficos, el uno superpuesto al otro. Y utilizando los
mismos datos.
Uno de ellos mostraba sueldos y ganancias en billones de dólares.
Era evidente que ambos se estaban incrementando por
aproximadamente la misma cantidad. Y que los sueldos significaban
algo así como 6 veces más dólares que las ganancias. Por lo que la
gran presión inflacionaria parecía provenir de los sueldos.
La otra parte del gráfico dual expresaba los cambios como
porcentajes de aumento. La línea de los sueldos resultaba
relativamente plana. La de las ganancias se disparaba hacia arriba.
De eso se podía inferir que la culpa de la inflación la tenían las
ganancias.
Podía usted elegir la conclusión a placer. O, quizás y aun mejor,
podía concluir que ninguno de los dos factores podía ser acusado de
ser el culpable. A veces se puede prestar un gran servicio
simplemente señalando que, en una controversia cualquiera, las
cosas no son tan blancas o negras como se las quiere presentar.
Los índices se han vuelto números vitales para millones de personas
desde que, con frecuencia, los salarios se relacionan con ellos. Quizás
valga la pena mostrar qué se puede hacer para que bailen al ritmo de
cualquier música.
Tanto como para tomar el ejemplo más simple posible, supongamos
que el año pasado la leche costó 20 centavos y el pan 50 centavos.
Este año la leche bajó 10 centavos y el pan subió 10 centavos. Ahora
bien ¿qué quisiera usted demostrar? ¿El aumento del costo de vida?
¿El abaratamiento del costo de vida? ¿Ningún cambio en absoluto?
Tome el año pasado como base haciendo que los precios de ese año
sean el 100%. Desde el momento en que el precio de la leche bajó a la
mitad (50%) y el precio del pan se duplicó (200%) y el promedio de
50 y 200 es 125, los precios aumentaron en un 25%
¿No le cuadra? Bueno, tome los precios de este año como base. La
leche costaba el año pasado un 200% más de lo que cuesta ahora y el

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

pan se vendía a un 50% de lo que ahora vale. Promedio: 125%. Por lo


tanto los precios del año pasado eran un 25% más altos de lo que son
hoy.
Para demostrar que los precios no cambiaron en absoluto
simplemente pasamos a usar la media geométrica y cualquiera de los
dos períodos como base. Esta media es un poco distinta de la media
aritmética o promedio habitual que hemos venido usando, pero
arroja un resultado absolutamente legítimo y, en algunos casos,
resulta la media más útil y reveladora. Para obtener la media
geométrica de tres números hay que multiplicarlos entre sí y extraer
la raíz cúbica del resultado. Con cuatro números deberá extraer la
raíz cuarta; con dos la raíz cuadrada y así sucesivamente. 18
Tome el año pasado como base y designe su nivel de precios como
100. Ahora multiplique el 100% de cada producto entre sí y extraiga
la raíz que será también 100. Para este año, estando la leche al 50%
del año pasado y el pan a un 200%, multiplique 50 x 200 para
obtener 10.000. La raíz cuadrada de 10.000 es otra vez 100. Según la
media geométrica los precios ni subieron, ni bajaron.
El hecho es que, a pesar de su base matemática, la estadística es
tanto un arte como una ciencia. Admite una gran cantidad de
manipulaciones y hasta distorsiones dentro de los límites de lo
matemáticamente correcto. Con frecuencia el que hace la estadística
tiene que elegir un método entre varios otros – lo cual es un
procedimiento subjetivo – y decidir cual utilizará para representar
los hechos. En la práctica comercial es por lo menos tan poco
probable que elija un método desfavorable para su cliente como lo es
que un publicista diga que el producto que debe publicitar es endeble
y barato en lugar de decir que es liviano y económico.

18 Puede ahorrarse los cálculos utilizando la función de una simple planilla de MS Excel. La
función se llama MEDIA.GEOM en el Excel en español y GEOMEAN en el Excel en inglés (N. del
T.)

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

Incluso el académico universitario puede tener un sesgo preferencial


(posiblemente inconsciente), o algo a demostrar, o un interés creado
personal.
Por eso es aconsejable echarle una muy crítica segunda mirada a las
estadísticas que aparecen en diarios, libros, revistas o anuncios
publicitarios antes de aceptarlas. A veces, mirar las cosas un poco de
lejos agudiza el foco. Aunque rechazar arbitrariamente todos los
métodos estadísticos tampoco tiene sentido. Sería como negarse a
leer porque a veces los escritores usan palabras para esconder
hechos y relaciones en lugar de usarlas para revelar la realidad.
Después de todo, un candidato político en Florida se hizo de un
prestigio considerable acusando a su adversario de "practicar el
celibato". Para publicitar la exhibición de la película Quo Vadis, un
cine en Nueva York utilizó un gran cartel reproduciendo la crítica del
New York Times que la calificó de "presunción histórica". Y los
fabricantes de Crazy Water Crystals, una medicina registrada,
publicitaron su producto afirmando que ofrecía "un alivio rápido y
efímero".

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

10. Cómo responder a las estadísticas


Hasta aquí me he estado dirigiendo a usted como si usted fuera un
pirata interesado en las sutilezas del combate con machete. En este
capítulo final dejaré de lado ese recurso literario. Me dedicaré al
propósito serio que me gusta pensar que subyace bajo la superficie
de este libro: explicar cómo enfrentar cara a cara una estadística
amañada y ponerla de espaldas sobre la lona. Y también – algo no
menos importante – cómo reconocer datos ciertos y útiles en esa
selva de fraudes a los cuales estuvieron dedicados los capítulos
anteriores.
No toda la información estadística que encontrará por allí puede ser
verificada con la seguridad de un análisis químico o viendo lo que
sucede en el laboratorio del que hace el análisis. Pero puede usted
poner a prueba el material con cinco simples preguntas y, al hallar
las respuestas, evitará aceptar un buen montón de cosas que no son
lo que parecen.

¿Quién lo dice?
Prácticamente lo primero a mirar es si no hay un sesgo o interés
especial de parte de quien presenta la información: un laboratorio
con algo para demostrar en favor de una teoría, una reputación, o un
beneficio económico; una publicación cuyo objetivo es una historia
impactante; una empresa o un sindicato con un nivel de salarios a
riesgo.
Fíjese si no encuentra un sesgo consciente. El método puede ser una
afirmación falsa, pero también una afirmación ambigua que sirve
igual y que no puede ser acusada de fraude. Puede ser una selección
de datos favorables con el descarte de los desfavorables. Las
unidades de medida pueden estar desplazadas, como cuando se
utiliza un año para hacer una comparación y después se salta a otro
año mucho más favorable para la comparación siguiente. Es posible

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

que se haya empleado una medición inadecuada: una media en


donde una mediana hubiera sido mucho más reveladora (quizás
demasiado reveladora), con la trapisonda cubierta por la ambigua
palabra "promedio".
Mire bien y vea si no encuentra algún sesgo inconsciente. Con
frecuencia esta influencia es mucho más peligrosa. En los gráficos y
predicciones de 1928, influyó en muchas estadísticas produciendo
cosas asombrosas. Las grietas en la estructura económica fueron
alegremente pasadas por alto y se adujeron toda clase de pruebas
estadísticamente respaldadas para demostrar que habíamos entrado
en el torrente de la prosperidad.
Es posible que necesite mirar dos veces para descubrir ese "quién lo
dice". Ese "quién" puede estar escondido detrás de lo que Stephen
Potter, el autor de Lifemanship, probablemente llamaría "el nombre
brillante". Los nombres de los laboratorios científicos son "nombres
brillantes". Igual que las universidades y, de ellas, especialmente las
conocidas por su destacada labor tecnológica. El autor que, unos
capítulos atrás, demostraba que la educación superior pone a riesgo
las probabilidades de casamiento de una joven, hizo un buen empleo
del "nombre brillante" de Cornell. Y, por favor, fíjese en que,
mientras los datos provenían de Cornell, las conclusiones eran
enteramente las propias de ese autor. Pero el "nombre brillante"
ayuda a darle a usted la falsa impresión de "… según lo establecido
por la Universidad de Cornell …"
Cuando se mencione algún "nombre brillante" asegúrese que esa
autoridad realmente respalda la información y no solamente ha
brindado unos datos que luego otro utilizó a su antojo.
Probablemente ha leído un orgulloso anuncio del Journal of
Commerce de Chicago. Esa publicación hizo una encuesta. De 169
corporaciones que contestaron sobre especulación y acaparamiento,
dos tercios contestaron que estaban absorbiendo los aumentos de
precios ocasionados por la guerra de Corea. "El estudio demuestra",
manifestó el Journal – (¡mire bien toda vez que se encuentre con
estas palabras!) – "que las corporaciones están haciendo

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

exactamente lo contrario de lo que las acusan los enemigos del


sistema comercial norteamericano". Éste sería un caso obvio para
preguntar: "¿Quien dice eso?" desde el momento en que el Journal
of Commerce muy bien puede tener intereses creados en la materia.
Por otra parte, también es un momento espléndido para hacer la
segunda pregunta:

¿Cómo lo sabe?
Resultó que el Journal había empezado su encuesta enviando sus
cuestionarios a 1.200 grandes compañías. Solo respondió el 14%. Un
86% no quiso decir nada públicamente sobre si estaban, o no,
especulando o acaparando.
El Journal presentó las cosas color de rosa pero el hecho concreto es
que no había mucho para alardear. Lo real fue lo siguiente: de las
1.200 compañías encuestadas, un 9% dijo que no había aumentado
los precios, un 5% dijo que sí los había aumentado, y un 86% no
quiso contestar. Los que contestaron constituyen una muestra en la
que es lícito sospechar un sesgo.
Preste atención a cualquier indicio que la muestra está sesgada, o ha
sido seleccionada de manera inadecuada, o – como la que acabamos
de ver – se ha seleccionado a sí misma. Formule la pregunta que ya
mencionamos en un capítulo anterior: "La muestra, ¿es lo
suficientemente extensa como para permitir una conclusión
confiable?"
Una pregunta similar se puede hacer ante una correlación: ¿es lo
suficientemente grande como para significar algo en absoluto? ¿Hay
suficientes casos como para que signifique algo? Es cierto que usted,
como lector casual, no podrá aplicar tests de significancia o deducir
conclusiones exactas en cuando a la adecuación de la muestra. Pero
en muchas cosas de las que se comentan por ahí podrá decir, ya a
simple vista – quizás a una simple vista muy bien mirada – que
simplemente no se analizaron casos suficientes como para convencer
a cualquier persona medianamente racional de nada.

87
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

¿Qué está faltando?


No siempre le dirán cuantos casos se estudiaron. La ausencia de este
dato, es especial si la fuente está interesada en la cuestión, ya es
suficiente para sospechar de todo el asunto. De un modo similar, una
correlación dada sin la medida de confiabilidad (error probable,
desviación estándar) no es como para tomarla demasiado en serio.
Preste atención a cualquier promedio de tipo no especificado en
todos los casos en los que la media y la mediana podrían diferir de
modo sustancial.
Muchos números pierden sentido cuando falta la comparación. Un
artículo en la revista Look decía, en relación con el Síndrome de
Down que, "un estudio demuestra que en 2.800 casos, más de la
mitad de las madres tenía más de 35 años". Para que esto le
signifique algo, usted tiene que conocer algo acerca de las edades en
que las mujeres en general tienen hijos. Pocos de nosotros conoce
cosas como ésa.
He aquí un extracto de una "Carta de Londres" publicado en la
revista New Yorker el 31 de Enero de 1953:
"El Ministerio de Salud publicó recientemente números que
demuestran que en la semana de la gran niebla la tasa de
mortandad en el Gran Londres aumentó en 2.800 casos, lo cual
causo un gran impacto en el público acostumbrado a percibir los
desagradables efectos climáticos de Gran Bretaña como molestos
más que como mortales … Son las extraordinarias propiedades
letales de este invierno sin precedentes."
Pero qué tan letal fue realmente ese invierno. ¿Fue excepcional por
la tasa de mortandad tanto más alta que lo usual en una semana?
Todas estas cosas varían. ¿Y qué pasó durante las semanas
siguientes? ¿Cayó la tasa de mortandad por debajo del promedio
indicando que, si la niebla mató a ciertas personas, las mismas
fueron las que hubieran fallecido en poco tiempo de todas maneras?
El número suena a algo impresionante pero, dada la ausencia de
otros números, pierde gran parte de su significado.

88
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

A veces hay porcentajes indicados pero con números básicos


omitidos, y esto puede ser engañoso también. Hace bastante tiempo,
cuando la Universidad John Hopkins había recién empezado a
admitir estudiantes femeninos, alguien no particularmente
enamorado de la educación mixta publicó una cosa realmente
impactante: el 33,33% de las mujeres de esa universidad se habían
casado con miembros de la institución. Los números de base, sin
embargo, aclaraban el panorama. Había tres mujeres en total
inscriptas en esa casa de estudios y una de ellas se había casado con
un hombre de la facultad.
Hace un par de años, la Cámara de Comercio de Boston anunció su
nómina de las mujeres norteamericanas más exitosas. Entre ellas, 16
que también figuraban en el Quién es Quién se presentaron como
disponiendo de "60 títulos universitarios y 18 hijos". Eso suena a un
cuadro muy informativo del grupo hasta que uno se da cuenta de que
entre estas personas estaba la decana Virginia Gildersleeve 19 y la
Sra. Lillian M. Gilbreth. 20 Entre las dos se llevaban toda una tercera
parte de los títulos. Y, por supuesto, la Sra. Gilbreth proporcionaba
los dos tercios del total de hijos.
Cierta corporación fue capaz de anunciar que sus acciones estaban
en manos de 3.003 personas que tenían, en promedio, 660 acciones
cada una. Lo cual era cierto. No menos cierto, sin embargo, era que
de los 2 millones de dólares en acciones, tres personas poseían las
3/4 partes de las acciones mientras que el 1/4 restante se distribuía
entre 3.000 personas.
Cuando le presenten un índice, puede preguntar qué es lo que falta.
Puede ser la base; o una base elegida para distorsionar el cuadro. Un
sindicato nacional mostró cierta vez que los índices de ganancias y de
producción habían aumentado mucho más rápidamente después de

19Virginia Crocheron Gildersleeve (1877-1965) fue una académica norteamericana, decana


durante muchos años del Barnard College y la única delegada femenina a la delegación
norteamericana que en 1945 negoció la Carta de las Naciones Unidas. (N. del T.)
20Lillian Moller Gilbreth (1878/1972) fue una psicóloga e ingeniera industrial norteamericana.
Con su marido, Frank Bunker Gilbreth, tuvieron 12 hijos.

89
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

la depresión que el índice de los sueldos. Como argumento para


justificar un aumento de salarios el dato perdió su fuerza cuando
alguien sacó a luz los números que faltaban. Se podía demostrar que
las ganancias casi necesariamente tenían que aumentar en mayor
medida que los sueldos simplemente porque esas ganancias habían
llegado a un punto más bajo y, por lo tanto, partían de una base
menor.
A veces lo que falta es el factor que causó el cambio. Esta omisión
deja la impresión que el responsable del cambio es otro factor más
deseable. Durante cierto año los números publicados intentaban
mostrar que los negocios estaban en alza señalando que las ventas de
Abril habían sido mayores que las del mismo mes del año anterior.
Lo que faltó decir fue que en el año previo las Pascuas habían caído
en Marzo y en Abril al año siguiente.
Un informe sobre un gran aumento de la mortandad por cáncer
durante el último cuarto de siglo es engañoso a menos que se sepa
cuanto de ese aumento es producto de factores tales como los
siguientes: actualmente el cáncer se registra como tal en la mayoría
de los casos mientras que antes figuraba entre las "causas
desconocidas"; las autopsias son más frecuentes y dan diagnósticos
más precisos; los informes y las estadísticas médicas son más
completas; y en la actualidad las personas llegan con mayor
frecuencia a la edad de mayor riesgo. Y si usted se concentra en el
total de fallecimientos más que en la tasa de mortandad, no se olvide
de que hoy hay más gente viviendo sobre el planeta que hace siglos
atrás.

¿No cambió alguien el tema en cuestión?


Al analizar una estadística, observe si no hubo un cambio entre el
número en crudo y la conclusión. Con demasiada frecuencia se
informa una cosa por otra.
Como acabamos de señalar, más casos informados de una
enfermedad no siempre son lo mismo que más casos de esa
enfermedad. La victoria electoral en un distrito de pocos votos no

90
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

siempre es negociable en las encuestas. Una preferencia por artículos


sobre noticias internacionales, expresada por un "grupo
representativo" de los lectores de una revista, no es una prueba
decisiva acerca de que esos lectores realmente leerán dichos artículos
si se publican.
Los casos de encefalitis informados en el valle central de California
en 1952 fueron el triple del peor año previo. Muchos residentes,
alarmados, enviaron a sus hijos fuera de la zona. Sin embargo,
cuando se revisaron los cálculos se descubrió que no había tenido
lugar un gran aumento de las muertes causadas por esa enfermedad.
Lo que sucedió fue que una gran cantidad de gente de sanidad del
estado y de la nación fue a ese distrito para resolver un problema de
larga data. Como resultado del relevamiento quedaron registrados
muchos casos de menor gravedad que se habían pasado por alto – o
quizás ni se diagnosticaron – en los años anteriores.
Todo esto recuerda la forma en que Lincoln Steffens y Jacob A. Riis,
dos periodistas de Nueva York, crearon cierta vez una ola de crimen.
Los casos de crimen en los diarios llegaron a tales proporciones,
tanto en números como en espacio y en tamaño de tipografía, que el
público exigió que se tomaran medidas. Theodore Roosevelt, como
presidente del Consejo para la Reforma Policial, quedó seriamente
desconcertado. Al final, le puso fin a la ola de crímenes simplemente
pidiéndole a Steffens y a Riis que abandonaran el tema. Todo había
sucedido sencillamente porque los periodistas, impulsados por esos
dos, habían entrado en una especie de competencia a ver quién
descubría la mayor cantidad de robos y cosas por el estilo. Los
registros policiales oficiales no mostraban ningún incremento en
absoluto.
Según la historia publicada en un diario "el varón británico de más
de 5 años de edad se remoja en un baño caliente 1,7 veces por
semana en promedio durante el invierno y 2,1 veces en verano". Por
su parte, "las mujeres británicas se bañan 1.5 veces por semana en
promedio durante el invierno y 2,0 veces en verano". La fuente es la
encuesta sobre agua caliente del Ministerio de Obras Públicas que
abarcó a "6.000 hogares británicos representativos". La muestra fue

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

representativa, según lo dicho, y parece bastante adecuada para


justificar la conclusión del gracioso titular del Chronicle de San
Francisco: "EN GRAN BRETAÑA ELLOS SE BAÑAN MÁS QUE
ELLAS".
Los números serían más informativos aclarando si se trata de medias
o de medianas. No obstante, la mayor debilidad de la información
está en que se cambió el tema. Lo que el Ministerio averiguó fue
cuantas veces los entrevistados dijeron haberse bañado; no cuantas
veces se bañaron. Cuando un tema es algo tan íntimo como en este
caso, con la tradición británica de bañarse involucrada, el decir y el
hacer pueden no ser la misma cosa en absoluto. En Inglaterra ellos
pueden, o pueden no, bañarse con más frecuencia que ellas. Todo lo
que se puede establecer con seguridad es que dicen que lo hacen.
Vayan a continuación algunas variaciones sobre el cambio-de-tema a
las que hay que prestar atención.
Se creyó descubrir una tendencia de "volver al campo" cuando un
censo mostró que en 1935 había 5 millones más de granjas que en
1930. Solo que las dos cuentas no hablaban de lo mismo. La
definición de "granja" utilizada por la Oficina del Censo había sido
cambiada, con lo que se incluyeron por lo menos 300.000
establecimientos que no hubieran sido listados según la definición de
1930.
Surgen cosas raras cuando los números están basado sobre lo que las
personas dicen – incluso acerca de cosas que parecen ser hechos
objetivos. Datos del censo, por ejemplo, consignan más personas con
una edad de 35 años que personas de, ya sea 34 o 36. El falso cuadro
de situación proviene de miembros de familia que informan sobre las
edades de otros miembros y que, al no estar muy seguros de la edad
exacta, tienden a redondearlos a un cómodo múltiplo de 5. Una
manera de evitar esto es pedir la fecha de nacimiento en lugar de la
edad.
La "población" de una extensa región de China fue de 28 millones en
un momento dado. Cinco años más tarde llegaba a 105 millones.
Muy poco de ese aumento fue real. La gran diferencia pudo ser

92
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

explicada solamente teniendo en cuenta el propósito de los dos


censos y lo que las personas sintieron acerca de ser contadas en cada
una de las dos oportunidades. El primer censo se realizó con fines
impositivos y militares. El segundo censo para aliviar una hambruna.
Algo parecido ocurrió en los Estados Unidos. En 1950 el censo halló
más personas en el grupo de 65 a 70 años de edad de las que había
en el grupo de entre 55 y 60 diez años antes. La diferencia no pudo
ser justificada por inmigración. La mayor parte de la diferencia pudo
ser el resultado de una falsificación de edades a gran escala por
personas ansiosas de obtener los beneficios de la seguridad social.
También es posible que algunas de las edades de 1940 se
disminuyeran por una cuestión de vanidad.
Otra clase de cambio-de-tema es la representada por la exclamación
del senador William Langer cuando afirmó que "podríamos tomar un
preso de Alcatraz 21 y alojarlo en el Waldorf Astoria por menos
dinero…". El representante de Dakota del Norte se refería a un
informe según el cual el costo de mantener un preso en Alcatraz era
de 8 dólares por día, lo cual equivalía "al precio de una habitación en
un buen hotel de San Francisco". El tema se cambió: del costo de un
mantenimiento completo (en Alcatraz) pasamos a considerar tan
solo el alquiler de una habitación.
La variedad post hoc del pretencioso sinsentido es otra forma de
cambiar de tema sin que lo parezca. El cambio de algo con algo
resulta presentado como producido a consecuencia de ese algo. En
una editorial de la revista Electrical World se presentó cierta vez un
gráfico sobre "Qué Significa la Electricidad para los Estados Unidos".
En ese gráfico se podía ver que a medida en que aumentaba "la
potencia eléctrica instalada en las fábricas" aumentaba también "el
salario promedio por hora". Simultáneamente descendía el
"promedio de horas semanales trabajadas". Todas estas cosas son
tendencias a largo plazo, por supuesto, y nada demuestra que

21La isla de Alcatraz en la bahía de San Francisco fue utilizada como prisión federal entre 1933 y
1963. Desde 1972 es un área de recreación.

93
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

cualquiera de ellas haya producido o causado a cualquiera de las


demás.
Y después están los primeros. Casi cualquiera puede pretender haber
sido el primero en algo, siempre y cuando no lo exponga con
demasiado detalle. Hacia fines de 1952 dos diarios de Nueva York
competían en afirmar que eran los primeros en publicidad de
comestibles. El World Telegram explicó que era el primero en
publicidad masiva, la del tipo que aparece en todos los ejemplares y
que es la única clase de publicidad que ofrece. El Journal American
a su vez insistió en que el total de líneas publicitarias era lo que
importaba y que ellos eran los primeros en eso. Esta es la clase de
búsqueda de lo superlativo que lleva al locutor meteorológico a
catalogar un día completamente normal como "el segundo día más
cálido de Abril desde 1949".
El cambio de tema hace que sea difícil comparar costos cuando se
contempla la posibilidad de pedir dinero prestado o bien de realizar
una compra en cuotas. Un 6% suena como 6% – pero puede no serlo
en absoluto.
Si usted le pide prestado $100 a un banco al 6% y lo devuelve en
cuotas iguales a lo largo de un año, el precio que pagará por usar el
dinero será de aproximadamente $3. Pero otro préstamo al 6%,
sobre la base de lo que a veces se llama $6 sobre $100, le costará el
doble. Es la manera en que está diseñada la mayoría de los
préstamos para automotores. Es muy truculento.
La cuestión es que usted no dispone de los $100 durante un año. Al
final de los primeros 6 meses ya habrá devuelto la mitad de eso. Si le
cargan $6 sobre $100, o sea 6% sobre la cantidad total, usted
termina pagando un interés de casi 12% en realidad.
Aun peor fue lo que le sucedió a algunos compradores desprevenidos
de planes de comestibles congelables en 1952 y 1953. Se les cotizó
una cifra de entre 6 a 12%. Sonaba a interés, pero no lo era. Fue un
número sobre la cifra total de dólares y, para peor, el tiempo con
frecuencia era de seis meses en lugar de un año. Ahora bien $12
sobre $100 por dinero a pagar regularmente a lo largo de medio año

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

termina siendo algo así como un 48% de interés real. No es ningún


milagro que tantos clientes dejaran de pagar y tantos planes de
comestibles colapsaran.
A veces, para cambiar de tema se empleará el recurso semántico. He
aquí un caso tomado de la revista Business Week.
"Los contadores decidieron que "excedente" es una mala palabra.
Proponen eliminarlo de los balances corporativos. El Comité de
Procedimientos Contables del Instituto Americano de Contadores
dice: … Utilice términos tales como "retención de ganancias" o bien
"revalúo de activos fijos".
El siguiente es de un artículo periodístico informando sobre la
ganancia neta récord de Standard Oil de un millón de dólares por
día.
"Posiblemente el directorio estará pensando en dividir las acciones
ya que eso puede ser ventajoso … si las ganancias por acción no
parecen tan elevadas …"

¿Tiene sentido?
La pregunta sobre si lo informado tiene sentido muchas veces
pondrá a la estadística en su lugar cuando todo el galimatías esté
basado sobre una suposición indemostrada. Quizás conozca usted la
fórmula de legibilidad de Rudolf Flesch. Pretende medir la facilidad
con la que se puede leer una obra en prosa por medio de algo tan
objetivo como el largo de las palabras y de las oraciones. Como todos
los artilugios para reducir lo imponderable a un número y para
sustituir el sano juicio por mera aritmética, es una idea atrayente. Al
menos atrajo a personas que le dan empleo a escritores, tales como
editores de diarios, aun cuando no a demasiados escritores mismos.
La suposición en la fórmula es que cosas tales como el largo de las
palabras determinan la legibilidad. Esto, para ser un poco cáusticos
al respecto, es algo que todavía quedaría por demostrar.
Una persona llamada Robert A. Dufour puso la fórmula de Flesch a
prueba sobre algo de la literatura que encontró a mano. Encontró

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

que el cuento de la Bella Durmiente resultaba el doble de difícil de


leer que La República de Platón. La novela Cass Timberlaine de
Sinclair Lewis calificó como más dificultosa que el ensayo "El valor
espiritual del arte" de Jacques Maritain.
Es la historia de siempre. Muchas estadísticas son evidentemente
falsas. Pasan por auténticas solamente porque la magia de los
números suspende el uso del sentido común. En un artículo de
Harper's, Leonard Engel enumeró algunas de la variedad médica.
"Un ejemplo es el cálculo de un conocido urólogo según el cual hay
8 millones de casos de cáncer de próstata en los Estados Unidos – lo
cual sería suficiente para adjudicarle 1.1 próstatas con cáncer a
cada uno de los varones que están en la edad susceptible de
contraer esa enfermedad. Otro ejemplo es la estimación de un
eminente neurólogo según el cual un norteamericano entre doce
sufre de migraña. Desde el momento en que la migraña es
responsable por 1/3 de los casos de dolor de cabeza crónico, esto
significaría que 1/4 de todos nosotros tendría que sufrir dolores de
cabeza insoportables. Otro caso más es el número de 250.000
varias veces citado para cuantificar los casos de esclerosis múltiple.
Los datos de mortandad sin embargo, por suerte indican que no
pueden haber más de 30.000 a 40.000 casos de esa enfermedad en
todo el país".
Las audiencias de la Ley de Seguro Social han sido inundadas con
varias versiones de una afirmación que tiene sentido solo a condición
de no mirarla de cerca. Es un argumento que se esgrime
aproximadamente así: dado que la expectativa de vida es de tan solo
cerca de 63 años, es una farsa y un fraude establecer un plan de
seguro social con una edad de retiro de 65 años porque virtualmente
todo el mundo se muere antes de esa edad.
Se puede refutar esa afirmación simplemente mirando a nuestro
alrededor y anotando la edad de las personas que conocemos. La
falacia básica, sin embargo, es que el número de expectativa de vida
está referida al momento del nacimiento y, en consecuencia, cerca de
la mitad de los bebés que nacen tienen probabilidades de vivir más

96
Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

allá de los 63 años. Aparte de ello, el número procede de la última


tabla oficialmente completa y es correcto para el período 1939/1941.
Una estimación actualizada corrige ese número a 65 y más. No es
imposible que eso genere un nuevo e igualmente estúpido argumento
aduciendo que ahora todo el mundo vive hasta los 65 años.
Hace algunos años, después de la Segunda Guerra Mundial, la
planificación de una compañía de electrodomésticos hizo una gran
alharaca sobre la tasa de natalidad decreciente, algo que se dio por
supuesto durante mucho tiempo. Los planes ponían el énfasis en
aparatos de tamaño pequeño tale como heladeras que podían caber
en departamentos reducidos. Y después, uno de los planificadores
sufrió de pronto un ataque de sentido común: dejó de lado sus
gráficos y tablas el tiempo suficiente como para darse cuenta de que
tanto él mismo como sus colegas de trabajo, sus amigos, sus vecinos
y sus ex-compañeros de clase, con escasas excepciones, o bien ya
tenían tres o cuatro hijos, o bien planeaban tenerlos. Esto condujo a
una investigación y a unos gráficos hechos con mente más abierta – y
la compañía, poco después, se volcó con muy buenos beneficios al
modelo de familias grandes.
El número impresionantemente exacto es algo que contradice al
sentido común. Un estudio reproducido por los diarios de Nueva
York afirmaba que una mujer trabajadora que vivía con su familia
necesitaba $40,13 semanales para mantenerse adecuadamente.
Cualquiera que no haya suspendido toda su capacidad lógica durante
el proceso de leer el diario se dará cuenta de que el costo de
mantener cuerpo y alma unidos no puede calcularse hasta el último
centavo. Pero hay en esto una tentación irresistible; "$40,13" suena
mucho más profesional que "alrededor de $40".
Estamos por lo menos tan autorizados a sospechar del informe del
Comité de las Industrias Petroleras Norteamericanas de hace
algunos años en el que se decía que el impuesto promedio sobre los
automotores era de $51,13.
Las extrapolaciones son útiles, especialmente en esa forma de
adivinación llamada tendencias predictivas. Pero mientras uno mira

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

los números y los gráficos que las representan es necesario recordar


constantemente una cosa: la tendencia hasta el momento presente
puede llegar a ser cierta, pero la tendencia a futuro no representa
más que una suposición razonable. Lo implícito en ella es que puede
resultar cierta "si todo lo demás permanece igual" y "si la tendencia
actual continúa". Y sucede que, si "todo lo demás" permaneciera sin
cambios, la vida sería realmente muy aburrida.
Como ejemplo de la tontería inherente a una extrapolación
incontrolada, considere la tendencia de la televisión. El número de
aparatos en los hogares norteamericanos aumentó un 10.000% entre
1947 y 1952. Proyecte esa tendencia sobre los próximos 5 años y
obtendrá un buen par de billones de esos armatostes. O bien – y el
cielo no lo permita – algo así como 40 aparatos por familia. Si quiere
ser todavía más ridículo, empiece con un año-base anterior a 1947 y
podrá "demostrar" con la misma facilidad que pronto cada familia
tendrá, no 40, sino 40.000 aparatos en su casa.
Morris Hansen, un investigador del gobierno, denominó la
predicción de Gallup acerca de las elecciones de 1948 como "el error
estadístico más publicitado de la Historia humana". Sin embargo, fue
un modelo de exactitud comparado con algunas de nuestras
ampliamente difundidas estimaciones sobre población futura que se
han ganado las carcajadas de toda la nación. Incluso hasta 1938 una
comisión presidencial, repleta de expertos, dudaba que la población
norteamericana jamás llegaría a los 140 millones. Ese número
excedió en tan solo 12 millones la población real de apenas 12 años
después. Todavía existen libros de texto, publicados tan
recientemente que todavía se utilizan en los colegios, en los que se
predice una población de no más de 150 millones y se supone que
eso se logrará recién en 1980. Estas espantosas subestimaciones
ocurrieron porque se supuso que la tendencia continuaría sin
cambios. Una suposición similar de hace un siglo atrás resultó igual
de catastrófica pero en la dirección contraria porque supuso la
continuación de la tendencia tal como estuvo dada entre 1790 y
1860. En su segundo mensaje al Congreso, Abraham Lincoln predijo

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Darrell Huff Cómo mentir con estadísticas

que la población de los Estados Unidos llegaría a 251.689.914 en


1930.
No mucho después de eso, Mark Twain resumió el aspecto ridículo
de la extrapolación en su libro Life on the Mississippi:
"Durante los últimos ciento setenta y siete años el Bajo Mississippi
se acortó en doscientas cuarenta y dos millas. Eso representa un
promedio de la friolera de una milla y un tercio por año. Por lo
tanto, cualquier persona sensata que no está ciega ni es idiota
puede darse cuenta de que durante el Período Silúrico del Antiguo
Eólico – que cumplirá apenas un millón de años el próximo
Noviembre – el Bajo Mississippi sobresalía sobre el Golfo de México
como una caña de pescar con un largo de un millón trescientas mil
millas. Y por el mismo principio, cualquiera puede ver que dentro
de setecientos cuarenta y dos años el Bajo Mississippi tendrá
solamente una milla y tres cuartos de largo, Cairo y Nueva Orleans
habrán juntado sus calles y prosperarán confortablemente bajo un
mismo alcalde y un consejo único de concejales. Hay algo
fascinante acerca de la ciencia. Se puede obtener un beneficio tan
enorme en conjeturas invirtiendo una cantidad tan minúscula de
hechos."

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