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Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

LA ECONOMÍA COMO CIENCIA MORAL


Author(s): KENNETH E. BOULDING
Source: Investigación Económica, Vol. 29, No. 115 (Julio-septiembre de 1969), pp. 389-404
Published by: Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/42778508
Accessed: 10-08-2018 14:35 UTC

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LA ECONOMIA COMO CIENCIA
MORAL*

KENNETH E. BOULDING**

Adam Smith, a quien puede llamarse el padre y forjador de la economía


sistemática, fue profesor de filosofía moral y, en ese foro, se creó la ciencia
económica. Todavía en mi época de estudiante, la economía formaba parte
de los exámenes académicos correspondientes a los estudios de ciencias mo-
rales en la Universidad de Cambridge. Por lo tanto, puede decirse que la
economía constituye una ciencia moral, al menos por sus orígenes. Sin em-
bargo, para muchos economistas el término mismo de "ciencia moral" pare-
se rá una contradicción. Se nos ha inculcado el enfoque de que la ciencia
debería ser wertfrei y pensamos que ésta ha logrado triunfar precisamente
porque ha eludido la etapa inicial del juicio moral, proyectándose en el vasto
universo del "ser" sólo por haber evadido la falsa puerta que conduce al
"debe ser". Incluso la economía, según aprendemos en la historia del pensa-
miento, se convirtió en ciencia por haberse librado de la casuística y la mo-
ralización medievales. En efecto, ¿quién cambiaría la fina racionalidad de
la teoría del precio de equilibrio por las vaguedades inoperantes de una con-
troversia en torno al "justo precio"? En la lucha entre la técnica y el mora-
lismo, la primera ha salido por lo general victoriosa, y no me sorprendería
que el propio título de mi discurso diera lugar al viejo temor que producían
los sermones en la mente de muchos de mis oyentes.
Por lo tanto, permítaseme en primer lugar explicar lo que quiero decir
por moral y por ciencia moral. Una proposición moral o ética es un enuncia-
do respecto a la jerarquía de preferencias entre alternativas, que se pretende
aplicar a más de una persona. Una preferencia que se aplica a un solo in-
dividuo es meramente un "gusto". Las afirmaciones de este tipo suelen lla-
marse "juicios de valor". Si alguien expresa una preferencia por A sobre
B, ésta representa un juicio de valor personal o un gusto. Si asevera que A
es superior a B, se infiere que espera que otras personas también prefieran
a A sobre B, al igual que él. Una proposición moral, entonces, constituye
un "valor común".

* Discurso presidencial pronunciado ante la LXXXI reunión anual de la American


Economic Association en Chicago, Illinois, el 29 de diciembre de 1968.
** Traducción de Roberto Figueroa.

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390 KENNETH E. BOULDING

Cada cultura o subcultura se define p


es decir, preferencias aceptadas en for
comunes no puede subsistir una socied
culturas y subculturas precisamente po
pos que poseen valores comunes.
Por cierto, la mayoría de los gustos tam
sido aprendidos por el mismo procedim
aprendizaje, esto es, por medio del cam
dentro de la sabiduría antigua es segur
bus non disputandum. En efecto, pasam
tiendo sobre gustos. Si queremos ser es
podríamos cambiar el viejo proverbio y
versia no se está hablando de gustos. N
se aprenden en el ámbito de la cultura
vemos, mediante un proceso bastante
valores comunes. De hecho, los gustos
vivir únicamente en una cultura que lo
común que permita la aceptación de cie
Una de las ilusiones más peculiares de
podría llamarse de la Inmaculada Conce
es decir, que los gustos están simplem
el proceso a través del cual se forman.
los pájaros", cuyos gustos están determin
turas genéticas y por consiguiente pue
la dinámica de las sociedades de aves.
el componente genético es, de hecho, m
un gusto por la leche, el calor y la sequ
el frío y la humedad; asimismo, tenem
influyen sobre la formación de preferen
ocupación o pensamiento político, pero
humanas son adquiridas, como se dijo a
de cambio y selección. Por cierto, la pr
reconocida aportación de Vehlen a la te
que no podemos suponer que los gusto
en el sentido de que en ésta no podem
medio de los cuales se crean las cultura
De hecho, estoy dispuesto a ir más le
del tipo que sea puede divorciarse de c
niciones mencionadas con anterioridad
se conciben más inmaculadamente que
ciencia es un proceso humano de apre
subculturas dentro de la sociedad humana

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ECONOMIA COMO CIETSCíA MORAL 391

una subcultura es un grupo de personas que se def


ciertos valores comunes, esto es, de una étiča que p
extensa entre ellas.

La subcultura científica no constituye una excepción a esta regla. Se ca-


racteriza por un sistema eficaz de valores comunes. Por ejemplo, se concede
un alto valor a la veracidad, la curiosidad, la medición, la çuantificación, la
observación y experimentación cuidadosas, así como a la objetividad. Sin
esta estructura de valores comunes, el proceso epistemológico de la ciencia
no hubiera surgido; en efecto, no apareció en ciertas sociedades donde las
condiciones pudieran haber sido favorables en otros sentidos, pero donde no
existían algunos valores comunes fundamentales para las subculturas cientí-
ficas. La cuestión que se refiere al tipo de valores y proposiciones éticas que
resultan esenciales para la subcultura científica posiblemente sea objeto de
controversia, pero es un hecho indiscutible que existen tales valores. En efec-
to, una de las preguntas más intrincadas en la historia intelectual es la que
se refiere a por qué se desarrolló la subcultura científica en el tiempo y es-
pacio propios de la Europa occidental. Los valores comunes que constituyen
un requisito previo para esto son bastante raros dentro de las subculturas
humanas. Los valores de los militares o de quienes dirigen el sistema inter-
nacional, por ejemplo, son muy diferentes a los de la ciencia. En este sen-
tido, por lo tanto, la ciencia tiene una base ética fundamental.
Esto significa que aun el contenido epistemológico de la ciencia, es decir,
lo que los científicos creen conocer, posee un componente ético. La asevera-
ción de que el agua se compone de dos moléculas de hidrógeno y una de
oxígeno, por ejemplo, no se considera usualmente como una proposición con
alto contenido ético. No obstante, cualquier estudiante de química que decida
que es preferible considerar al hidrógeno como agua desprovista de flogisto,
pronto encontrará que la química no es meramente un asunto de gustos per-
sonales. El hecho de que no exista controversia respecto a alguna proposición
científica en particular, no significa que ésta sea objeto de gustos; sencilla-
mente quiere decir que la disputa ha sido resuelta a través de la aplicación
de ciertos valores comunes y presuposiciones éticas.
Sin embargo, hay un sentido fundamental en que el proceso epistemoló-
gico, aun en las ciencias físicas y biológicas, se enfrenta en la actualidad con
situaciones que tienen grandes implicaciones éticas que se encuentran más
allá de la subcultura científica. El mito de que la ciencia nada más descubre
conocimientos referentes a un mundo objetivamente inmutable pudo haber
tenido cierta fuerza en los primeros estadios de las ciencias, pero a medida
que éstas se desarrollan dicho mito ha ido perdiendo validez. El proceso de
aprendizaje de las ciencias tiene ahora que hacer frente a dos grandes difi-
cultades.

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392 KENNETH E. BOULDINC

La primera de ellas se puede denominar


lizado. Al tratar de obtener un conocimie
cambios en los datos y resultados de inform
ma mismo, y bajo determinadas condicion
radical. Mi ejemplo favorito del principi
un hombre que pregunta desde afuera d
su amigo enfermo, "¿cómo estás?" a lo q
riendo en el acto debido al esfuerzo reali
mina desde luego el principio Heisenberg
conocimientos de las ciencias sociales forma
ma social mismo, y de ahí que la objetiv
mundo que no cambia a raíz de la invest
mismo, resulta absurda.
La segunda dificultad es que, a medida
no se conforma con investigar el mundo
investigación. Esto lo vemos aun en las
de los elementos se ha reanudado en esta
ca de seis mil millones de años. En forma creciente veremos esto mismo en
las ciencias biológicas, que tan sólo conocerán el proceso de evolución me-
diante su activa participación en él, cambiando su curso. En las ciencias
sociales, se puede defender la proposición de que la mayor parte de lo que
podemos realmente llegar a conocer es lo que creamos nosotros mismos y
que la predicción en los sistemas sociales se puede lograr únicamente al es-
tablecer conscientemente sistemas creados que permitirán que los pronósticos
lleguen a realizarse. El conocimiento de sistemas aleatorios se puede obtener
sólo al destruirlos, es decir, al suprimir su carácter aleatorio. Por ejemplo,
existen muchos indicios de que las fluctuaciones de los precios en mercados
organizados de productos primarios o valores son fundamentalmente de na-
turaleza aleatoria. Lo único que posiblemente descubriríamos al estudiar estas
fluctuaciones sería, por consiguiente, el sesgo que podrían tener. Si queremos
pronosticar el futuro de los precios en dichos mercados tendríamos que con-
trolarlos, esto es, sería necesario establecer un sistema de contraespeculación
que garantizara una determinada tendencia futura en los precios. El patrón
oro representa un ejemplo rudimentario de un sistema de este tipo, en el
cual es posible prever que el precio del oro permanecerá dentro de los puntos
oro en tanto que el sistema no sufra cambio alguno. Igualmente, podemos
pronosticar la temperatura en el interior de una casa que tenga un calenta-
dor eficaz y un termostato, con mayor facilidad de lo que podemos predecirla
a la intemperie, simplemente porque controlamos una, pero no la otra.
No podemos eludir el problema de que a medida que la ciencia se en-
cauza en el conocimiento puro hacia el control, es decir, hacia la creación
de lo que conoce, lo que llega a crear se convierte en un problema de opción

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ECONOMÍA COMO CIENCIA MORAL 393

ética que dependerá de los valores comunes de las sociedade


cuales se enmarca la subcultura científica, así como de la sub
fica misma. Bajo estas circunstancias, la ciencia no puede p
absoluto sin tener por lo menos una ética implícita, esto es,
con valores comunes apropiados. Este problema existe en teo
lo que pudiera describirse como la fase objetiva de la cienci
etapa en la cual desempeñaba una función meramente de inv
es", ya que la cuestión de las condiciones bajo las cuales la ig
tituye la felicidad no es totalmente superficial. Se podría dem
ciertas circunstancias el supuesto aceptado en forma casi un
círculos académicos de que la ignorancia no puede constituir
erróneo, mediante los propios métodos de la ciencia. En tanto
investiga un mundo inmutable, sin embargo, el problema n
puesto que si el conocimiento no cambia al mundo, lo único
la ignorancia es que impide satisfacer nuestra curiosidad vana
cuando el conocimiento modifica al mundo, la cuestión del co
valores comunes, tanto de la subcultura que produce los conoc
de la sociedad global en la cual se enclava dicha subcultura,
importancia crucial. Bajo estas circunstancias, el concepto d
libre de valores es absurdo, pues el futuro de la ciencia bien
der de nuestra capacidad para resolver los conflictos éticos a que
da lugar la evolución del conocimiento. La ciencia podría cr
mica ética que la llevara a su fin.
Volvamos entonces a la economía como ciencia moral, no
tanto que todas las ciencias se ven "afectadas con un interé
también en el sentido muy especial de averiguar si la ecQnom
ayudar a resolver controversias de este carácter, especialmen
surgen a raíz de la evolución continua de los conocimientos.
La economía se especializa en el estudio de aquella parte del
global que se organiza a través del intercambio y que trata c
tos sujetos al mismo. En mi opinión, lo anterior constituye una m
ción de economía que las que definen esta ciencia en términos
la asignación, ya que la asignación de recursos escasos representa
universal con aplicación a las decisiones y a las estructuras po
de la coerción y la amenaza e incluso al amor y a la solidarid
al intercambio. En otro estudio he efectuado una distinción entr
de factores de organización a los que he llamado sistema de am
de intercambio y el sistema de integración. La economía clar
nece al segundo de estos sistemas. Se inclina hacia el sistema
en el sentido de que tiene alguna jurisdicción sobre el estudio
transferencias unilaterales de elementos intercambiables, que
"economía de las donaciones", ya que la donación o transfere

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representa una medida de una relación de iiU


la economía še inclina hacia una zona situada entre el sistema de amenazas
y el de intercambio que puede describirse como el estudio dé la estrategia o la
negociación.
Para completar el círculo, existe también una zona que se encuentra entre
el sistenla de amenaza y el sistema de integración, de amenaza legitimada
qu constituye el principal factor de organización de la actividad política y ei
tema principal de las ciencias políticas. Todos estos sistemas están entrelaza-
dos en forma dinámica a través del proceso de aprendizaje humano, que es
precisamente él factor dinámico en todos los sistemas sociales. Parte de este
proceso es él que se refiere al aprendizaje de valores y opciones morales, sin
los que ninguna cultura y ningún sistema social es posible. El proceso a través
del cual aprendemos nuestras estructuras de preferencias es, en efecto, la
clave fundamental de la dinámica total de la sociedad.

La economía, como tal, no hace una aportación significativa al estudio for-


mal del aprendizaje humano, aun cuando algunos economistas filosóficos como
Frederick Hayek (4) han hecho algunas aportaciones interesantes al respecto.
Nuestra contribución principal, como economistas, está en la descripción de
lo que ya se ha aprendido; las funciones de preferencias incorporan lo adqui-
rido en términos de valores mientras que las funciones de producción des*
criben los resultados del aprendizaje tecnológico. Quizá no hayamos prestado
mucha atención a la génesis del crecimiento, pero en cambio nos hemos preo-
cupado por su descripción, y esto aparte no es nada despreciable.
De esta manera, la economía sugiere la proposición de que las opciones
reales dependen no sólo de las preferencias sino de las oportunidades, y que
bajo ciertas circunstancias, variaciones relativamente pequeñas en las prefe-
rencias o las oportunidades pueden tener como resultado grandes cambios ěn
las opciones llevadas a cabo. Esta proposición se puede aplicar tanto a las
opciones éticas y a los valores comunes como a los gustos individuales. Tam-
bién esclarece en gran medida lo que podría llamarse la ecología evolutiva de
los sistemas éticos. Los sistemas éticos que han tenido éxito suelen crear sub-
culturas y dichas subculturas a su vez tienden a perpetuar y propagar los
sistemas éticos que las crearon. Este principio ayuda a explicar la persistente
división de la humanidad en sectas, naciones y grupos ideológicos. Si elabo-
ráramos nn mapa de los sistemas de preferencias éticas de los individuos que
en conjunto forman la humanidad, no encontraríamos una distribución uni-
forme, sino más bien agrupamientos bien definidos de culturas y subculturas
con espacios relativamente vacíos entre cada grupo. Por ejemplo, todos los
miembros de una secta tienden a pensar de manera parecida en materia de
juicios éticos y a distinguirse notablemente en relación a los que emiten los
de otras sectas. Los individuos tienden a atraerse a uno u otro de tales grupos,
dejando espacios sociales relativamente vacíos, entre éstos, semejantes al es-

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economìa como ciencia moral 395

pació interestelar. Las causas de este fenóm


proceso de aprendizaje humano, ya que nue
principalmente de aquellos con los que tenemos
principio explica la perpetuación de dichos a
sariamente proporciona una explicación de su
muchos fenómenos enigmáticos. La separación
especie de mitosis también constituye un fenó
so. No obstante, una vez que nos damos cuen
tamente sensibles, como lo sugiere el análisi
pueden surgir sus amplias divergencias. De
las preferencias e incluso en las oportunidad
cialistas y los capitalistas puede ser relativam
ciente como para producir una diferencia sig
se llevan a cabo.

La economía ha intentado resolver algunos de los problemas que implica


el juicio moral en lo que conocemos como economía del bienestar. Yo opino
que este intento ha fracasado, aun cuando de manera bastante honrosa, por
lo que amerita un examen breve. La economía del bienestar plantea la si-
guiente interrogante: "¿Qué se puede entender cuando se dice que una etapa
de un sistema social es mejor que otra en términos estrictamente económicos?"
La respuesta más conocida es el óptimo de Pareto, que en efecto afirma que
la Condición A de un sistema social es superior económicamente a la Condi-
ción B si se siente menos satisfecho en A que en B y si por lo menos una
persona se siente más satisfecha. "Más satisfecho" o "menos satisfecho" se
miden desde luego a través de las preferencias, de manera que podemos
replantear la condición de que la etapa A es superior a la etapa B, si una o
más personas prefieren A y nadie prefiere B. Si permitimos redistribuciones
internas dentro del sistema, es decir, compensaciones, la gama de posibles
estados superiores se ve ampliada en forma considerable. De este principio
sencillo se ha encontrado una plétora de aplicaciones posibles capaces de in-
tegrar un drama intelectual que bien podría llevar el subtítulo de "Blanca
Nieves (la más bella de todas) y las Siete Condiciones Marginales".
Muchos, si no es que la mayoría de los economistas aceptan el óptimo de
Pareto como casi evidente por sí mismo. No obstante, éste depende de una
base incierta de proposiciones éticas. Cuando más se le examina, se ve con ma-
yor claridad que los economistas deben ser personas extremedamente genti-
les al haber pensado tal cosa, ya que ésta implica que no existe mala volun-
tad alguna en el sistema. Asimismo, denota que no existe la buena voluntad,
por lo que la gentileza de los economistas tampoco llega a convertirse en
benevolencia. Supone la existencia del egoísmo, o sea, de la independencia
de las funciones de preferencia individual, de tal manera que me es indife-
rente si percibo a los otros como más satisfechos o como menos. Difícilmente

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396 KENNETH E. BOULDING

puede concebirse algo menos descriptivo


es que nuestras vidas están denominadas p
cia de las funciones de utilidad, que el óp
El egoísmo o la indiferencia con respect
concebirse como el límite imaginario ent
trata de algo en verdad extraño. Podemo
personas que no conocemos, con quienes n
tanto que hacia aquéllas con quienes se t
relación del intercambio, tendemos a m
alegramos con la felicidad de los demás o bi
La omisión casi completa por parte de l
de la buena y mala voluntad no puede ex
manejar dichos conceptos con su instrumen
funciones de utilidad no implica dificul
siempre que se tome en cuenta que lo qu
Los instrumentos conocidos de nuestra p
la caja de Edgeworth, y otros más, puede
cluir la buena o mala voluntad, y en efecto,
menos, como la transferencia unilateral
explicación principal de que hayamos om
hecho de que nos hemos concentrado dem
jeto de nuestro estudio (y el intercambio
ciones de egoísmo o por lo menos de indi
que existe un grado mínimo de benevolen
el cual perdería su carácter legítimo y no p
nización social. Hacemos un intercambio d
tarios sobre el clima y de cosas por el estilo
además de efectuar un cambio de dinero
los participantes del intercambio sienten
grande, empero un determinado mínimo
a mostrar mala voluntad entre sí, el inte
adquirir un carácter legítimo, sólo bajo c
el comercio impersonal o la contratación
Sin embargo, quizá se pueda disculpar
de los conceptos de buena y mala volunta
especial, el intercambio, suele ser el facto
cuentra entre ambos extremos, ya que pr
bajos niveles en relación a dichos concep
en forma constante a producir malevolen
que engendra. El que amenaza puede emp
amenazado ("lo estoy haciendo por tu pro
invariablemente producen mala voluntad

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ECONOMÍA COMO CIENCIA MORAL 397

mero, y esto a su vez genera un tipo de comportamien


malevolencia por parte del amenazador hacia el amagad
ducir a un proceso creciente de mala voluntad que puede
tipo de equilibrio. La desintegración de las comunidade
lucha interna entre éstas suele seguir tales pasos. En el otro
cala, el sistema de integración tiende a producir buena
instituciones que se especializan en el sistema de integr
familia, la iglesia, la logia, el club y la sociedad de alumn
a crear y organizar benevolencia, aun fuera del círculo
Esto se debe en parte al hecho de que la buena voluntad
mento importante en el establecimiento de una identida
toria, especialmente una vez que el sistema de amenaza s
por el desarrollo del intercambio. Los que viven bajo am
mente ocupan los rangos inferiores dentro de la escala s
llos que viven de ésta en el extremo superior de la mism
sus identidades personales a través de la malevolencia y
contraamenaza o mediante el desplazamiento del odio ha
biles, como son los niños y los animales. Sin embargo, u
etapa, y cuando la sociedad se organiza básicamente por
bio, parece haber una fuerte tendencia a favor del siste
hacia sus instituciones correspondientes. El Club Rotario es
gica de una sociedad con orientación empresarial, aunque
sea producto de la imaginación de los economistas.
Por raro que parezca, no ha sido la economía del biene
tica elegante, sus distinciones sutiles y sus recomendacione
tas resultan inoperantes, la que ha tenido la mayor infl
arrollo de los valores comunes y las proposiciones éticas
el mayor impacto de la economía sobre la ética radica e
nómica ha desarrollado conceptos amplios y de tipo agr
general que están sujetos a la cuantificación. Podemos ob
incluso desde Adam Smith, en cuyo pensamiento apare
hoy llamamos ingreso real per capita , como la medida prin
nacional, que ha tenido un gran impacto sobre el pensam
posteriores. El desarrollo del concepto de producto naci
diversas modificaciones y componentes, como medidas e
económico, también ha tenido una gran influencia en la
comunes para los objetivos de la política económica. Ot
afortunado, de una medición que ha afectado a fondo la
fue la creación del índice de paridad elaborado por la Of
Agrícola del Departamento de Agricultura de los Estados Un
virtió en un símbolo importante como medida de los térmi
de la agricultura. Un "cien por ciento de paridad" llegó a

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398 KENNETH E. BO ULDI NC

conocido de la política agrícola, aun cuando


que los términos de intercambio correspond
histórico, en este caso el lapso entre 1909 y 19
validez, como ideal. Debido a las diferentes
vidad en distintas partes de la economía, so
los términos de intercambio entre diversos
ductividad en la agricultura aumenta a un
la economía, como ha ocurrido en los últim
rar un "deterioro" de los términos de inter
haya una reducción en los ingresos de los a
ticia social en sentido alguno.
No obstante que se pueda abusar de la med
bre la formación de juicios morales es import
benéfico. Todo el sentido del análisis del costo
minos de unidades monetarias, como dólare
constante, es de suma importancia en la eva
de las instituciones sociales. Desde luego p
"real" que por raro que parezca es totalme
medida peligrosamente imperfecta de la ca
manos. No obstante, resulta ser una primera a
tos de evaluación de decisiones difíciles es s
mación de este tipo que posteriormente pueda
recurso toda evaluación representa una sele
timientos desarticulados. Por supuesto, es c
neficio de muchos tipos de proyectos, ya sean
parecidos o, en años más recientes, sistema
pular de manera que satisfaga los prejuicio
influir sobre las decisiones. No obstante, e
deberíamos considerar todos los costos, indepe
cultad que esto implique, y evaluar todos los b
la evaluación, surge directamente de la ciencia
menos una norma preliminar en la formul
de lo que podría llamarse la "ética económ
Sin embargo, la ética económica, o sea el
total, está sujeta a un severo desafío. Se le han
la primera no considero que tenga mucha v
válida bajo circunstancias limitadas. La críti
es que los análisis de costo-beneficio en esp
en general, implican una motivación egoíst
cuestiones más importantes en relación a la bu
de solidaridad, etcétera. Como se* ha señala
tante cierto que los economistas han pasado

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ECONOMÍA COMO CIENCIA MORAL 399

y mala voluntad. Sin embargo, nuestras actitudes hac


medir al menos tan bien como otras preferencias, ya se
cipio de "preferencia manifiesta" o mediante interrogat
plo, caería dentro de la competencia de la economía d
de "tasa de benevolencia" que representaría la cantid
dida a precios constantes, que una persona estaría dis
el fin de contemplar un incremento equivalente a un
estar de otra. Si la tasa de benevolencia es igual a cero
cia o egoísmo puro; si dicha tasa es negativa, habrá m
caso la gente necesita una compensación a fin de ob
pérdida, un incremento en el bienestar de un enemigo,
ta a sufrir un daño personal a fin de perjudicar a ot
lencia representaría entonces la cantidad expresada en
estaría dispuesto a perder con el fin de causar un pe
por el equivalente a un dólar. Esta última tasa, por
suele ser relativamente alta. En apariencia los Estado
de cuatro dólares para causar daños por valor de un
Norte, en cuyo caso nuestra tasa de benevolencia ha
mínimo de menos cuatro. Al determinar el análisis de co
mos incluir con facilidad las tasas de buena y mala
beneficios y restando los costos en el caso de aquellos
tramos benévolos, multiplicados desde luego por la t
restando los beneficios y sumando los costos, modifi
nera, en el caso de aquellos hacia los que tenemos ma
El concepto de una tasa de benevolencia represent
ción parcial al confuso problema de las comparacion
utilidad, en torno al cual los economistas han realizad
rante por lo menos tres generaciones. Cualquier decis
personas obviamente requiere de dichas comparaciones i
desde luego, se efectúan dentro de la mente de quien
y sus tasas de malevolencia y benevolencia probablem
el proceso social global en el que aquél se encuentra.
mencionar algo a este respecto. Por ejemplo, es pro
benévolos hacia las personas que van a votar a nuestr
hacia aquellos que votarán en nuestra contra. En efec
de la democracia, según fue desarrollada por Anthony D
senta un muy buen ejemplo de lo que yo he llamado
"imperialismo de la economía", que constituye un intent
cia económica de invadir todas las demás ciencias sociales.

La segunda crítica a la "ética económica" es más fundamental y difícil


de refutar. Este ataque parece por el lado de lo que he llamado en otro es-
tudio la "ética heroica".1 Al enfrentarnos a las decisiones/ especialmente a

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400 KENNETH E. BOULDINC

aquellas que tienen que ver con otras perso


con todas las decisiones, nos encontramos c
rentes. El primero de éstos es la ética econó
ficio total. Éste representa una ética de sen
que se le denomine. Se trata de una ética ba
podemos contabilizar los costos sin saber ca
ética que depende del desarrollo de la medic
ros, aun cuando éstos sean números ordin
decisiones, sin embargo, no agota las inmen
humano, y tenemos que reconocer que hay
nes en las cuales quien las elabora elige alg
tener, sino por lo que éste "es", es decir, se
Esta ética "heroica" adopta tres formas pr
sa y la deportiva. La ética heroica que exige
cumplir y morir" es tan fundamental dentro
militar que los intentos de aplicarle una ét
análisis de costo-beneficio o de un presupue
ciencia de la estrategia como la practicada p
o bien Robert McNamara, representa una g
tido de legitimidad de todo el sistema milit
tuye en esencia una empresa heroica aun c
rasgo propio de un análisis de costo-benefic
pel desempeñado por la religión en la hist
o para mal, se basa en el atractivo que ejerc
de lo heroico incluso entre la gente común
y no puedo hacer otra cosa", dijo Lutero. "D
jar y no pedir recompensa", es la oración
tuyo", es el lema de nuestros nuevos franc
nuestra religión nacional, el presidente Ken
que vuestra patria puede hacer por vosotros
podeis hacer por ella". Encontramos el mism
y la arquitectura, que luchan constantemen
del análisis de costo-beneficio. No puedo resist
ma completa lo que siempre me ha parecid
una de las mejores expresiones de la crítica
el extraordinario soneto de Wordsworth qu
pilla del King's College, Cambridge (Soneto

En la Capilla del King's College , Cam

¡No gravéis al real Santo con gasto van


con aspiraciones inicuas - si bien que p

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ECONOMIA COMO CIENCIA MORAL 401

estrecho sólo de eruditos ataviados de blanco


ha trabajado - el que ideó esta obra Maestra,
inmensa y magnífica de excelsa inteligencia!
Dad todo lo que podáis; el cielo divino la sapiencia
de lo que con esmero se calcula a favor o en contra
rechaza; así lo juzgó el hombre que adaptó para
los sentidos estos altos pilares, aquella serena
bóveda empalmada desplegó, en diez mil alvéolos
labrada, donde reposa la luz así como la sombra,
donde habita persistente la música - y divaga
como si se resistiera a morir; como pensamientos,
pensamientos que engendran por su misma dulzura
la prueba de que para la inmortalidad son nacidos.

j Bueno, muchachos, ahora salgan con lo del análisis de costo-beneficio!


Se dice, aunque no juraría respecto a su veracidad, que en una ocasión Key-
nes preguntó al capellán del King's College si podía usar la capilla por va-
rios días. El capellán se mostró feliz en extremo ante la evidencia de la con-
versión de un famoso hereje, hasta que se supo que Keynes había adquirido
un cargamento de trigo en el curso de sus especulaciones en contratos para
entrega futura y quería usar la capilla para su almacenaje.
La "sapiencia de lo que con esmero se calcula a favor o en contra" es,
desde luego, la economía. Solía pensar que el cielo rechazaba esto porque sus
recursos eran infinitos y que por lo tanto no tenían que ser economizados.
Ahora considero que esta posición es poco firme desde el punto de vista teo-
lógico, por razones que no puedo dar aquí, pero también por una razón toda-
vía más fundamental. El cielo, al menos como existe y se propaga en la
mente de los hombres, no es sino heroico. El poder de la religión en la his-
toria humana ha surgido más que nada gracias a su facultad de proporcionar
una identidad a sus practicantes e inspirarles un comportamiento que surge
de la percepción de dicha identidad. En forma extrema, esto da lugar a los
santos y mártires de todas las creencias, religiosas o seculares, pero también
origina bastante heroísmo modesto', por ejemplo, en el trabajo, en el matri-
monio, en la educación de los hijos y en la monotonía de las tareas de la vida
cotidiana, sin lo que una gran parte de la economía podría desintegrarse.
En buena medida la crítica a la ciencia económica, tanto de izquierda
como de derecha, surge por el descontento que implica el haber pasado por
alto lo heroico. Se considera, en general, que el comercio es de alguna mane-
ra degradante, que los comerciantes son personas un tanto indeseables y, es-
pecialmente, que el mercado de mano de obra es del todo despreciable por
constituir la aplicación del principio de la prostitución a casi todos los ámbi-
tos de la vida humana. Este sentimiento es algo que los economistas no pue-
den pasar por alto. Hemos supuesto con demasiada facilidad en la ciencia
económica que porque algo ha rendido beneficio, cobra de inmediato un ca-

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402 KENNETH E. BOULDING

rácter de legitimidad. Desgraciadamente, la


más complicado. Con frecuencia, son los
sacrificios, más bien que los rendimientos p
timidad. Y ha sido precisamente ésta la
consideramos primordialmente como económ
intercambio, tales como la bolsa de valor
cados organizados de productos básicos, com
den con facilidad su legitimidad si no se e
mentos e instituciones dentro de la socie
partes integrantes de una comunidad may
bién encontramos nacionalistas, fascistas
hombre y al móvil económicos desde el
En efecto, es sorprendente que puedan so
tanto que el hombre económico goza de
Nadie en sus cinco sentidos querría que
económico, un hombre que tomara en cu
neficio, que nunca se viera inspirado a e
amor desinteresado, y que nunca proyecta
y que de hecho no tuviera una tal identid
afectado en ocasiones por consideraciones
na o mala voluntad. El ataque a la ciencia
calculador y el mismo hecho de que pens
indica lo expuesto que están los economist
Mi opinión personal es que, especialmen
llo, el hombre requiere elementos tanto her
tituciones, en sus procesos de aprendizaje
cuestión dé mantener todos estos elemen
librio y tensión es de los principales problem
al igual que de las sociedades. El hombre
heroico un necio ; pero en algún punto in
la necedad, el hombre humano, disculpan
vacilante.

Permítaseme concluir plagiando otra idea de la ciencia económica y apli-


cándola a la ciencia moral en general. Se trata del concepto de la función
producción, un tipo de relación limitada entre insumos y productos como lo
expresa el gran principio bíblico que afirma que las uvas no se cosechan
de las espinas ni los higos de los cardos (Mateo 7:16). Hay funciones de
producción no solamente para las uvàs y los higos, sino también para lo bue-
no y lo malo y de hecho para el Bien final. Discutimos acerca de lo que es
bueno, sobre los productos que queremos como resultado de los insumos utili-
zados. Sin embargo, discutimos también respecto al carácter de las funciones
de producción mismas; cuáles insumos de hecho generarán qué productos.

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KíONOMÍA COMO CIK NOIA MORAL 403

En el caso dc las funciones de producción física, los pro


solverse con nna facilidad relativa mediante la experime
algunos casos bastante ambiguos. No obstante, en el caso
producción morales, las funciones mismas resultan de h
tibles que el propio carácter de los productos deseados.
me llamó mucho la atención, al emprender un largo sem
rusos y americanos, lo fácil que era llegar a un acuerdo
finales, no obstante las reconocidas grandes diferencias
traordinariamente difícil que fue coincidir acerca de lo
bablemente producirían dichos objetivos.
Aquí surge un problema de aprendizaje humano con
nera en que llegamos a conocer las funciones de produ
complejidad real de la vida social, política y económica,
encontrarse marcada en todas partes por una ironía ca
prácticamente todo lo que hacemos tiene resultados diferen
debido a nuestra ignorancia, de manera que, con demasi
el bien y el mal que hacemos no es intencional. No me
este problema epistemológico en un documento breve, p
como un desafío intelectual de importancia para las cien
me preocupa aquí es la ciencia económica como insumo
ción de producción moral. ¿Acaso - como lo sugiere Ge
ciencia económica torna conservadora a la gente?3 Si e
a que sencillamente señala las dificultades y peligros d
y a que hace que la gente aprecie la productividad de l
mercio y las finanzas, de los banqueros y empresarios y au
por la cual nuestra heroica juventud siente un desprecio tan
sea por esto que tantos jóvenes radicales en la actualidad
la ciencia económica como si se tratara de la manzana envenenada de la ra-
cionalidad que corrompe al hombre puro y heroico de sus identidades y afi-
nidades. La ciencia económica es conciliadora, reúne las ideologías de oriente
y occidente, señala muchos de los problemas comunes a que éstos se enfren-
tan, desintegra las ideologías y acaba con las disputas que no vale la pena
mantener. Sin embargo, aun en su actitud conciliadora, ¿no socava esa de-
manda heroica a favor de un cambio social que no se acallará en las vocos
de nuestros jóvenes radicales?
Confieso que me he visto profundamente perturbado al hacerme estas pre-
guntas y que no tengo respuestas fáciles a ellas. Sin embargo, no me arre-
piento de haber llegado a ser economista, ya que pertenecer a un grupo de
personas que han pensado siquiera en introducir la malevolencia en su teoría
social, constituye un aliciente en los tiempos actuales. Las inquietudes, la an-
gustia moral y la intensa disputa que ha afectado a la American Economic
Association en el año en curso y que está representada por la pregunta de si

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404 KENNETH E. BOULDINC

debiéramos cambiar nuestro sitio de r


eho de que ni siquiera el estudio de la
la gente en hombres netamente económi
economistas matemáticos y los econom
dos de la manera más heroica por la af
quienes se vieron menos afectados por
año de crisis también he aprendido alg
hacer ficciones heroicas como miembro
temente, y que el heroísmo es mucho
líticas que en las personales. Las leccio
estudio de la ciencia económica no pr
American Economic Association no pro
podemos al menos tener la esperanza d
uno de los insumos que contribuye a n
beneficios de esta actividad peculiar j
cuando en nuestro humor heroico no n

BIBLIOGRAFÍA

1 K. E. Boulding, "Ethical Dilemmas in Religion and Nationalism", con-


ferencia en la New York Ethical Society, abril 18 de 1968.
2

lanthropy and Public Policy , National Bureau o


Nueva York, 1962.
3 G. J. Stigler, "The Politics of Political Economi
of Economics , noviembre de 1959, pp. 522-32.
4 F. A. Von Hayek, "The Use of Knowledge in So
nomic Review , septiembre de 1945, pp. 519-727.

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