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xu PEDRO HENRIQUEZ URENA, ALFONSO REYES, José Luis Romero [EL INTELECTUAL Y FL, CIENTINIGO In memoria Mariano Pied Salas Evinetectuay et cientitico no son poles opuesoso stije- ‘os de actividades contrarias o diferentes. En Hispanoamérica, sin embargo, estas actividades se deslindan por una caracteris: ica: el diletantismo, Necesario y propio del ensayo, el dletan- tismo de intelectuales hispanoamericanos como Octavio Paz 0 German Arciniegas conduce a una peculiar simulacién que «desviia la capacidad del ensayo de abrit caminosy proponer ‘nuevos temas. En vez de eso, acarrean materiales, los ordenan sin riguroso criterio y simulan objetividad y erudicién cientifi- «85, Por otra parte, os representantes de la ciencia, especial- mente de la lamada «ciencia literaria» pero timbién de otras . Con ello, los fligreses de os for- malismos terminolégicos han seguido un camino paralelo al de los diletantes solemnemente mediocres: han desvirtuado laciencia y, por consiguiente, la fancién de los dos: orientary ‘conocer. Las excepciones contfirman la regla, pero no eximen de xe cordar la obra de figuras intelectuales del pasado inmediato hispanoamericano como Pedro Henriquez Ureia, Alfonso Re yes y José Luis Romero. [Los tres combinaron ejemplarmente el ensayo y la clencia yenriquecieron asilos dos ejercicios. El ensayo estaba susten- tado en la ciencia'y la ciencia gozaba de la fluidez expositiva del ensayo, es cecis, lo privaran del diletantismo y no s6lo abr nuevos borizontes de investigacién, sino que dio las pregun- tas que estos plantearon respuestas que, con raras excepciones, siguen siendo definitvas. Elensayo de Pedro Henriquez Urefia de América es un seu- doproblema porque el supuesto de toda originalidad y expre- si6n es elarte de la expresin misma, el instrumento con el que se quiere poner de relieve «el sabor de la tierra». Con senci- lez, Henriquez Urefia formula la misma exigencia que hace Hegel para que la ciencia sea comprensible a tolos,exotérica De esta férmula se desprende el sentido de la especificacién del titulo del ensayo y del libro: «nuestra expresi6n». E) pro- blema incumbe fundamentalmente a todos y debe ser acce- sible a todos, y para ello Henriquez Urefia recurre al ensayo. En ia tradici6n intelectual de la lengua espafiola, en la que so- bresalen como cientificos, en el siglo xtx, Marcelino Menén: dezy Pelayo en Espaiia, José Toribio Medina en Chile, Gabriel René Moreno, en Bolivia, Rufino José Cuervo, en Colombia, por blo citar algunos ejemplos, por ciencia se entendié eru- dicién, Predominé el ensayo, que en Hispanoamérica aleanz6 75 yadesde muy pronto (con el magistral Domingo Faustino Sag siento) un maduro y sicamente matizado perfil Enrique]. sé Varonay Enrique Pitieyro en Cuba, Franciseo Bilbao en Gh, le, Manuel Gonzalez Prada en el Pert, entre tantos tis) By el siglo xx, el ensayo culminé eon José Enrique Rod6, Henriquez Urefia se entronca en esta tradicién. Para di. cidar el problema —o seudoproblema— de la soriginalidads de América, él recurrié al yénero ms accesible y rico en Arad: rica, pero le dio la sustancia indispensable que requiete elang lisis de esos «fatigosos laberintos» para evitar ampulosas eg peculaciones, inthiciones desbordadas, ocurrencias vacnas, la Ciencia, Esta nueva amalgama de ciencia y ensayo reduce el pro blema de la coriginalidad de América a su justa dimensi sun seudoproblema que cierra el camino a la genuina crea. cin y expresién no sélo en sentido lterario sino también pol ‘ico. El eansia de perfeccién» es una meta que, de por si no se satisface con formulas dogmiticas y cerradas sino que man: tiene el camino permanentemente abierto. Traducido a una concepcién hist6rica de la politica, este camino abierto din mico se llama Utopia. Henriquez Urefia no limita su andlisis del seudoproblema de la «originalidad» de América ala histo: ria de sus planteamientos y postulalos. De esa historia ysivae loraci6n surge la nocién de Utopia, que a su vez subyace aesa dilucidacién. La ebusca de nuestra expresi6n» es culturaly po- Iitica, se nutre de una interpretacién de ia historia hispanoame. ricana que engendra tma concepcién politica. En su ensayo La wuopia de América, Henyiquer Ureia, continuando laexceka . herencia del Libertador y cle su transmisor, José Enrique Ro- 46, la formu Debemos Megara la unidad de la magia patria: pero sta ‘propésico fuera su limite en sf mismo, sin implicar mayor fuerza Idea, seria uno de tantos proyectos de aeumular poder par el {gusto del poder, y nada més, La nueva nacidn seria una poten: 364 Rana Guranes Gano ciainternacional, Suerte y temible, destinada a sembrar nuevos \evrores en el seno dela humanidad atsibuladla, No: sila magna, patria ha de unirse, debers unisse para lajusticia, para seitar Ipotganiaacin dela sociedad sobre bases nuevas, que alejen del hombre la continua zozobra del hambre a que lo condena sist puesta libertad yla esti impoteneia de su nueva esclavitud, an sustios como nunca lo fue Ia antigua, porque abarcaa muchos [mis seres ya todos los envuelve en la sombra del porvenir irre tmediable... Nuestra América se justficara ante la humanidad del Faro cuando, consituida en magoa pasa, fuerte y préspera por tosdonesde la naturaleza y por el wabajo de ss jos, dé el jem plo de la sociedad donde se cumple «la emancipacién delbrazo yea inteligencian... En nuestro suelo nacerd entonces el hom bre libre, et que, hallando fies y justos los deberes, florecera en gefterosidad y en creacion, La utopia de América es «ansia de perfecci6n». La conco- nitancia de ciencia, ensayo y politica implica una prioridad que esa lavez culminacién de este cfrcuto: el de la potitica, en tlsentido amplio del término, esto es, que essustancia del or nizaci6n social. Con ello, Henriquez Ureiia se inseribe en la tadicin del «intelectual» modern, la que naci6 con el «Mani- esto de los intelectuales» de 1898, que firmaron, entre otros, fimile Zola y Anatole France, e historiador Ch. Seignobos, el {1¢sofo Ch. Andles, Marcel Proust, el helenistaV. Bérard, entre ‘10s més, para protestar contra a violaci6n del derecho en el proceso antigemita que se sigui6 al oficial judfo Dreyfus. Hlen- $iquez Urefia ho firmé manifiestos ni particip6 en ningdn par- ‘ilo politico, pero su obra tuvo un alcance mayor queel de cual ‘quier programa poltico: el de orientar, hacer consciente de los deberes sociales, dela situacién de Hispanoamérica en el mun- do, de lanecesidad de un futuro bolivariano yjusto. Bolivarian sel homénimo de la Utopia, la «magna patria» de «Nuestra América» y conlleva los nombres de quienes invocaron al Li- 5 Herenooons| bertador como fundador y motor de esa meta: José Matt, jose Enrique Rodé La Utopia de la Magna Patria es la consigna politica que legé Pedro Henriquez Ureitay que se fande con la cienciay cl ensayo en su obra canénica Las corintsliterarias en ta Amie ea Hispinica: Concebidas como leeciones para un piblico nor teamericano, étas presentan no s6loel desarrollo de la litera tra hispanoamericana desde la €poca colonial hasta los aon treinta del siglo xx, sino todo un panorama cultural que inch. ye miisica, pintura y ransfondo politico. La «magna patrias esen estas lecciones la totalidad de la América hispinica, que no deja de lado alusiones esenciales al Brasil. Como totalidad, Jas lecciones superan los limites estrechos de ls historias lite: rarias nacionales ¢ imponen seleccin y juicio valorativo, es decir, sintesis. La sintesis no se reduce, en muchos casos, la mencién de nombres de autores que no son representatives, Henrique2 Ureia cre6 un arte de a cita que consiste en la dis posicin de ls citasa pie de pagina. Estas constituyen un mar co de suficiemte informacién para esbozar un desarrollo o un conjunto de tendencias que es ala vez guia para posteriores, Investigaciones. Fl arte dela ita acompaiia al jucio valoratve de la sintesisy complementa el perfil ela época o cortiente con Io que no es representativo pero tampoco es desprecia- ble, con el humus» de toda creacién intelectual. Las leeciones ‘proponen, ademis, una periodizaci6n histSrico literatia peru principalmente hist6rica que divide elacontecer en dos gran- des periods de 200 alos cada tino ylos demés de 30“Los dos primeros (la ereacién de wna sociedad nuevay florecimiento del mundo colonial) corresponden alo que el historiador Fer nnand Braudel lamé la longue durée>,cs decir, dependen de Jentos desarrollos sociales. partir de la Independencia se ace- Teran los procesos y se acortan los periodos, que Henriques Urefja orcena en generaciones. La periodizacién no es, empero, formal: los periodos lite. rarios son expresién de periodos sociopoliticos,y tienen entre 3 Rognue Guntnare Gatoor siuna relaci6n de reciprocidad. Las lecciones, por otra parte, «no tienen la pretensién de ser una historia completa de la lite | ratura hispanoamericana», Su propésito, advierte en la Tntro- ducci6n, ha sido el de «seguir las corrientes en “busca de nues- traexpresisn’>, La modestia con la que presenta la obra no la caracteriza, y en cambio pone de relieve la elegante modestia del Maestro de América. En todos sus ensayos no s6lo muestra unamplio y detallado saber de la historia de la cultura occider ‘al, sino un estilo transparente y sencillo, sin otra pretension, que la de orientar yampliar horizontes. En eso consiste su ele gancia. Su prosa es, de hecho, junto con la de sus amigos Al- fonso Reyes y Jorge Luis Borges, la mas precisa, ejemplary es ‘ética de lengua castellana en el siglo xx. Tiene la belleza de la prosa artistica de Rod6, pero no la recarga, sino mas bien po- tencia esa belleza con concisién definitoria. Encama el ideal de laprosa cristalina que Emnst Jiinger dedujo de las definiciones spol gicasy botanicas: género proximo y diferencia espectfica yque obedece al postulado de Gracin: lo bueno, si breve, dos veces bueno: Este ideal, ademas, formia parte del horizonte de la Utopia de América, del de «el ansia de perfeccién>, Lo for -mul6; ex negativo, en el apartado «América yla exuberancia» del ensayo «Caminos de nuestra historia literavia» que recogié ‘en sus Seis ensayos en busca de nuestra expresion. La exuberancia ue se atribuye a la influencia del clima, es mis bien la verbo- sidad que se explica porque . Alfonso Reyes explicité esta observacién, En su ensayo «No- tas sobre la inteligencia americana» advirtid: «El ffrrago, el farrago es lo que nos mata. Al mundo no debemos presentarle canteras y vetas sino edificios ya hechos», Esa tarea tropieza con tun condicionamiento histérico: 267 -— Herexooons Legada tarde al banguete de la civilzacién enropea, Amé rica vive saliando esapas,apresurando el paso y eorriendo de tina forma en otra, sin haber dado tiempo a que madure la forma precedente. A veces, el salto es osado y la nueva forma tiene el aire de un alimentoretrado del fuegoantes de aleanzar suplena coccién, La tatlicién ha pesado menos, y esto explica la atda- cia. Pero fala todavia saber sie ritmo europeo —que procure mosaleansar a grandes zancadas, no pudiendo empargjalo asa paso medio— ese nico tempo histérico posiblesy nadie ha de- rmostrado todavia que una certaaceleracién del proceso ea con 1a cierta aceleracién del proceso significa la necesidad y posibilidad de recuperar momentos del desarrollo de laculti- ra occidental que, por diversos motives fueron omitidos 0 5 focados en la cultura de lengua espatiola, Uno de esos mo- ‘mentos, el mds esencial, fue el de laasimilacién de la herencia de la Antigiiedad clisica sobre todo de Grecia. En su primer libro de ensayos, Cuestionesestticas (1911), Alfonso Reyes em prendis la tarea de esas recuperaciones. «Las tres Electra del teatro ateniense>, por ejemplo, fue un trabajo excepcional en la época —y mas tarde también— porque examinaba la tie ‘edia griega desde una perspectiva comparativa que no se co- ‘ocia, como tampoco la tragedia griega. La recuperacién fue a la vez preseniacidn, renovacién y asimilacién que Alfonso Reyes continud més tarde con sus trabajos sobre La critica en lwedad ateniense, La antigua retrice, Funta de sorbras, por slo citar algunas de las muchas obras que dedicé a su vaficién a Grecia». La recuperacién yasimilacién de la herencia griega mo fue una simple curiosidad erudita, Ademds de que recuperar un ‘acto jmpulse ta conciencia histrica, pues el conocimiento de Ja cultura griega equivale al conocimiento de los origenes his t6ricos y de las formas de pensamiento de la cultura occiden- 8 tal El fanatismo de la Contrarreforma habfa sofocado la re cepcidn de la cultura griega cuando ésta se habia iniciado en Europa y abrié asi un inmenso vacio. La historia se redujo a Ja Providencia, se oprimié la naturaleza humana, se condend Joque era , que por encima dela intexpretacién nueva de a estética goethiana recuperaba ‘tro autor elésico modemo que habia sido tachado de pagano y,porlo tanto, de anticristiano. La recuperacién de Goethe le- naba otro vacio que habfa comenzado a llefar el cubano José dela Luz Caballero: el de la cultura y filosofia del idealismo alemén’ La ocupacién con Goethe y a «alicién de Grecias, que se complementaban, no eran extrafias al Nuevo Mundo, Sig- nificaban saltos que Reyes enmareé en la dinamica que trajo Al Viejo Mundo el descubrimiento de América, a saber, la d- ndmica de la euniversalizacién» del globo. El Nuevo Mundo, América, «Nuestra América», «la regidn ms transparente>, re- donde6 el mapa del universo (como sostiene Edmundo O'Gor- man en su libro La inwencién de América) y volvié a despertar la co 7 Hereronoxus| «esperanza de a Utopfa: La nocién de Utopia de Reyes eoincs de con la de Henrfquez Uresia. «Patria de lajusticia» la tamg celprimero, «dlemocracia» la designé Reyes, es deci, participa cig igual de todos en «todo el organism social. Peto esto ine plica la tinica posibilidad de cumplirla: la armonia continen- tal». Esta implica ademas que «es bueno merecer las pas, Bisconions ca mananitomorlnossiopas slg mmercanren generalsins xpectimene paras pltcos gu hoy han logrado realizar eon ereces el temor de Bolivar ‘en manos de la multitud Bos pa cen nee ~— _ esenfrenada para pasar después alas de tranuclos cai cepibles, de todos los colores y raza, devorados por todas los ‘rimenes y extinguidos por la ferocidad. én de Amé ay ta dese [a actual descomposicién de América Latina y la desespe: cana queso sch de sioldndesdancece tac proyecto pli yal mandaminto mora de Pedro Henriques Urey de Alfonso Reyes. a acti precisamente exige la consideracién permanente de su obra jmp na conser qe tambneigesmerecer a Jasmin cng secre flexin sobre el presente los cimientosycolurmnas que pus ron en la primera mitad del siglo xx los ntelectualesy cientif- c Henriquez Uretiay Alfonso Reyes. Figuras cos de la estirpe de Henriquez Urefiay, : como Maino Pen Salas Jonge Base Alejandro Kom fs Tgeniers José Carlos Marategu,ente ono esclarecieron insert contain scl de Hance es i ntina, respectivamente, es de Salas) ydesus pes Pert Argentina, resp ede cir, trazaron el horizonte en el que adquiere perfil la dif © mgcin del concienciahistrica de la Magna Patria Aunque

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