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Universidad Nacional del Nordeste.

Facultad de Humanidades.
Departamento de Letras.
Seminario – Taller de Literatura.
Elsa Beatriz Grillo.

INTEGRANTES:

Wasinger Oriana. 42.922.666

Suarez Lara. 42.404.167

Schulz Celeste. 39.311.170

Victoria Tayara Marenco. 43.111.000


Universidad Nacional del Nordeste.
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Departamento de Letras.
Seminario – Taller de Literatura.
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Trabajo práctico: Evolución del subgénero a través del tiempo.

Los cuentos folklóricos son narraciones y tiene una versión fija. Cada nueva
narración, incluso en el caso de que sea el mismo narrador, es también un acto de
creación, siendo las diferencias entre unas y otras versiones minúsculas o más
importantes. Además, también se producen variantes dependiendo de la región
geográfica en las cuales estos cuentos forman parte del folklore local. son cuentos que
son actuales y no se sacan una nueva versión de ellos. Literatura folclórica.
Corpus de literatura que vive en el folclore de una comunidad, es decir, en el ámbito
de lo popular. El concepto de literatura folclórica suele utilizarse, al menos en el ámbito
hispánico, en menor medida que los de literatura oral, literatura tradicional o literatura
popular. Se trata, desde luego, de un término muy ambiguo, que no se identifica con
ninguna categorización por géneros, formas o estilos, sino sólo por un supuesto
ámbito social (el del folk o 'pueblo').

VARIEDADES DEL CUENTO FOLCLÓRICO.


●Cuentos maravillosos o de magia.
Son los llamados cuentos de hadas. Relatos fantásticos en los cuales abundan tanto
los personajes como objetos fabulosos (hadas, ogros, alfombras voladoras, etc.).

● Cuentos novelescos.
Transcurren en un mundo real, no fabuloso. Tienen gran riqueza episódica, al igual
que los cuentos maravillosos. Categorizados dentro de los cuentos
novelescos aparecen los relatos de adivinanzas, en los cuales se
proponen adivinanzas, acertijos, etc., y de cuya solución se desprenderá el premio o el
castigo.

●Cuentos religiosos.
En estos cuentos intervienen, con un propósito moralizador, distintos personajes como
por ejemplo Dios, la Virgen María, santos, el diablo, etc. Hay controversia en relación a
la pertenencia de este tipo de cuentos a la categoría de cuentos folclóricos, ya que
algunos autores los consideran leyendas religiosas, porque, si bien las historias de
estos cuentos son ficticias, para ciertos auditorios tratan de historias verdaderas, sobre
todo al tratarse de personajes que son sagrados dentro de la propia cultura.

●Chistes o historietas.
Este grupo está conformado por relatos generalmente cortos y con fines humorísticos.
Dentro de este grupo se ramifican distintos subgrupos (los cuentos de sordos, de
sacerdotes, de solteronas, de maridos engañados, etc.).
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●Cuentos de animales.
Emparentados con las fábulas, en este grupo, conformado por relatos que suelen ser
breves, los animales se comportan como seres humanos e interactúan con ellos en las
pocas ocasiones en que éstos aparecen.

●Cuentos de fórmula.
Cuentos menos fantasiosos y destinados a un público infantil.
Generalmente versificados mediante rima infantil. Suelen aparecer series de preguntas
y respuestas, repeticiones de fórmulas, etc., y su gracia reside.

Jean de La Fontaine

(Château-Thierry, Francia, 1621 - París, 1695). Poeta francés cuya fama se debe a
sus doce libros de Fábulas, consideradas modelo del género.

En 1654 dio a conocer una adaptación de la comedia de Terencio, El eunuco, que le


valió los favores del ministro de Finanzas Nicolás Fouquet, a quien en 1658 dedicó su
poema Adonis, inspirado en Ovidio, y al que en adelante proporcionó madrigales,
sonetos y otros versos a cambio de su mecenazgo. También estuvo dedicada a la
gloria de su protector Le Songe de Vaux, manifestación de la estética galante que
quedó interrumpida por la caída en desgracia de Nicolás Fouquet en 1661.
Los años de 1660 fueron los más productivos de su vida literaria. En 1665 publicó sus
primeros Cuentos, inspirados en autores como Boccaccio o La Salle, cuyas historias
alteró notablemente, y en 1668 sus primeras Fábulas. Obtuvo un rápido éxito, en parte
por el escándalo generado por el carácter licencioso de sus Cuentos, que muy pronto
fueron censurados y cuya difusión se prohibió.
Obtuvo aún mayor fama, sin embargo, con sus Fábulas, conjunto de narraciones en
verso protagonizadas por animales que actúan como seres racionales, y cuyo objetivo
es ofrecer una enseñanza moral. Inspiradas en las fábulas clásicas y dotadas de un
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agudo sentido del humor, fueron agrupadas en doce libros y publicadas entre 1668 y
1694.
En los años siguientes publicó la novela Psyché, el poema mitológico Clymène y otros
poemas. Al mismo tiempo que escribió estas obras profanas, a menudo galantes, a
veces licenciosas, compuso y publicó obras de carácter religioso como La Captivité de
saint Malc y Recueil de poésies chrétiennes, con lo que se manifestó como uno de los
autores más fecundos de su época, cosa que la tradición dejó un poco de lado, al no
reconocer más que las Fábulas y, accesoriamente, los Cuentos.
Después de haber disfrutado de los sucesivos mecenazgos de la duquesa de Orléans
y de Madame de La Sablière, se incorporó al círculo de protegidos de Madame de
Montespan. Por aquellos años, La Fontaine elaboró su segundo compendio de
Fábulas y publicó los libros del VII al XI de esta obra en 1678 y 1679. También intentó,
pero sin éxito, imponerse en la producción teatral. En 1683 fue elegido miembro de la
Academia Francesa. En 1682 y 1685 dio a la imprenta nuevos compendios de
poesías, y siguió luego trabajando en sus últimas Fábulas, publicadas en 1694.

Las Fábulas.

Su título exacto, Fábulas escogidas y puestas en verso, declara ya el intento del autor:
dar forma poética a las mejores composiciones de los maestros antiguos y de otros
autores modernos. Al comienzo de la obra, La Fontaine traza una biografía un tanto
fantástica del inventor del género, Esopo.

El fin de la fábula siempre es el de instruir: el autor lo recuerda a menudo, afirmando a


la vez su voluntad artística, al declarar que abre un nuevo camino, el de la fábula
poética. La fábula, que para los humanistas italianos y para los franceses del siglo XVI
era un género inferior, alcanza con La Fontaine la grandeza de los antiguos, con un
más acusado carácter artístico, abandonando la excesiva brevedad de Fedro.
Dejándose llevar por su gusto por la narración, La Fontaine aúna en sus fábulas este
amor al relato con la seriedad moral y con la infinita variedad de motivos.

Los primeros seis libros respetan discretamente los modelos y las formas
tradicionales, con descarnados apólogos al comienzo ("La cigarra y la hormiga"); más
adelante, trata los argumentos cada vez con mayor libertad, de modo que los viejos
asuntos resultan transformados y renovados, a veces con sabor de cuento ("La joven
viuda"). La Fontaine satiriza la vanidad y la envidia y deplora la maldad humana ("El
león viejo"). En general, la suya es una moral de la experiencia, llevada con la serena
aceptación de una realidad en la que domina el mal, y que impone la prudencia y la
astucia, sin excluir el amor y la piedad. Los animales aparecen tal como los ha fijado la
tradición fabulista: no siempre verdaderos según la ciencia, pero siempre vivos.

El frecuente uso del verso libre, la rica variedad de la lengua, el acento personal, lírico,
convierten ya en una verdadera y nueva creación esta recopilación primera. Pero la
plenitud artística se consigue en la segunda (el último libro añadirá ya pocos méritos),
donde el autor demuestra ser uno de los más originales y ricos poetas franceses. La
fábula alcanza amplitud de sátira política ("Los animales enfermos de peste"),
denuncia el egoísmo hipócrita ("El topo retirado del mundo"), pronuncia palabras de
alta sabiduría ("La muerte y el moribundo") o se convierte en tierna elegía ("Los dos
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pichones", "Los dos amigos"). En ellas aparece un pensamiento más maduro, una
intransigencia más viva ante los vicios del hombre, un reconocimiento más elevado de
los mejores bienes (la amistad, el sentido humanitario), y una más decidida entrega a
lo lírico y lo fantástico.

En el siglo XVII , La Fontaine titula Cuentos a unas narraciones versificadas, de cierta


vinculación con la literatura folklórica; vemos pues cómo, tanto en francés como en
castellano, la palabra cuento aún está cargada de ciertos matices folklórico-fantásticos
La Fontaine también escribió novelle. Sus Contes et nouvelles en vers (1665) es una
obra inspirada en los relatos del Decamerón, las Cent nouvelles nouvelles, los relatos
de Rabelais y el Heptamerón. La Fontaine altera estos relatos creando sus propias
versiones. Curiosamente para el lector de nuestros días, esta obra alcanzó notoriedad
por considerarse obscena, pues trataba de amores ilícitos, y al alcanzar la cuarta edición
se prohibió su difusión. En Les Amours de Psyché et de Cupidon (1669) vuelve a narrar
el cuento clásico con una mezcla de prosa y verso.

Literatura en el siglo VXII: Francia y España


Francia:
En la primera mitad del siglo XVII en Francia, se cultivó la literatura barroca, como
puede verse en el preciosismo de autores como el poeta Vincent Voiture.
No obstante, en la segunda mitad del siglo Francia se convirtió en defensora de un
ponderado y sereno clasicismo, basado en principios radicalmente opuestos a los del
barroquismo. A través de los programas políticos y artísticos del Antiguo Régimen, la
literatura francesa se convirtió en dominante en las letras europeas del siglo XVII. Los
reyes estimularon y protegieron la creación artística. La monarquía absoluta impone
reglas precisas en literatura, siendo trascendental, a este respecto, la creación de
la Academia Francesa para la Lengua y la Gramática, por Richelieu en 1635.
Todos los escritores se sometían a unas mismas reglas, derivadas
de Aristóteles y Horacio. El estilo evitaba excesos, aspirando a la naturalidad y
sencillez. El tema preferido es el estudio del carácter del hombre. No se trata de una
literatura popular, sino que el público era la corte y la aristocracia. Nicolás
Boileau sistematizó las reglas literarias siguiendo precisamente la preceptiva
aristotélica en su Arte poética.
La prosa francesa del siglo XVII se destaca por su claridad y orden. Así, en su
obra filosófica Discurso del método, Descartes resulta un modelo de claridad
expresiva. Madame de La Fayette cultivó la prosa de ficción, adaptando el modelo de
las novelas españolas al gusto francés, ahondando en la psicología de los personajes.
Dado que la Europa del siglo XVII está dominada por las controversias religiosas, la
literatura de controversia también se cultivó, sobresaliendo en Francia la figura
de Bossuet
Desde el siglo XVII, el francés se había convertido en la lengua francesa literaria y
diplomática de Europa occidental (y hasta cierto punto, en Norteamérica). En el siglo
XVIII, las letras francesas tuvieron un profundo impacto en todas las tradiciones
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literarias europeas y norteamericanas mientras que, al mismo tiempo, resultaron muy


influidas por las tradiciones británicas y alemanas que inspiraron el prerromanticismo.
Hasta este momento de la historia el sentido didáctico o instructivo de los relatos y
cuentos iba dirigido tanto a niños como a adultos y podían encontrarse escenas en los
cuentos realmente duras, cargadas de crudeza.
España:
Es el siglo más característico del Barroco literario español. Las características
fundamentales de la literatura barroca española son la progresiva complejidad de los
recursos formales y una temática centrada en la preocupación por el paso del tiempo y
la perdida de confianza en los ideales neoplatónicos del Renacimiento. Asimismo, es
de destacar una variedad y diversidad de los asuntos tratados, la atención al detalle y
el afán de atraer un público amplio, de lo que es ejemplo el auge de la comedia nueva
lopesca (Lope de Vega creó el teatro clásico español del siglo de oro con una
novedosa formula dramática, donde se mezcla lo trágico y lo cómico).
El Teatro Barroco configura una escena popular que ha perdurado como producción
clásica para el teatro futuro. Quevedo cultivo la Prosa Satírica, política y moral. La
Prosa Filosófica con Luis Molina mezcla los principios de la religión con una elaborada
filosofía moral.
El gran investigador del relato tradicional español Maxime Chevalier, autor de los
Cuentos folklóricos en la España del Siglo de Oro, ha encontrado que la gente culta
del Siglo de Oro español (1550-1650) estaba familiarizada con diversos tipos de
cuentos tradicionales y populares, y que estos fueron utilizados de diversas maneras
por los literatos. Aunque en la literatura la tradición literaria parece haber sido más
fuerte que la oral en diversos tipos de cuentos, Chevalier anota el uso de fábulas
esópicas y de exempla que pasan a narrarse simplemente como cuentos de animales,
y al perder el elemento didáctico, la mayor parte pasan a ser cuentos jocosos. Para
Chevalier, la gran ruptura entre literatura y cuento tradicional se producirá en el siglo
XVII , cuando el cuento tradicional y el cuento novelado se vayan eliminando de las
obras literarias que se consideran respetables, pues sus autores lo miraban con cierto
desdén al considerarlo trivial514. Serán sustituidos por una novela corta, escrita no para
ser aprendida y contada, sino para ser leída, y cuyo mejor exponente son las Novelas
ejemplares de Miguel de Cervantes, que también rompe la estructura clásica de la
novella italiana al comenzar la acción in medias res.
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Bibliografía:

https://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_francesa

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Cuento_folkl%C3%B3rico

https://es.wikipedia.org/wiki/Jean_de_La_Fontaine

PRAT FERRE. Juan José. Historia del cuento Tradicional (2013). 208-213.

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