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Jamas olvidar a los vencidos

por Carla Lamoyi

Pocas cosas me fascinan tanto como los monumentos: su tamaño, materiales, motivos, su
repetición por la ciudad (esculturas que se reproducen varias veces de un mismo molde y
se reparten por diferentes lugares), las sinuosas formas que puede tomar un pedestal, la
deformidad y desproporción de algunas estatuas, y las plazas y jardines que rodean su
perímetro. Pero lo que más me atrae de ellos son las cosas que les suceden: su exposición
a los conflictos sociales y cómo se pueden convertir en síntomas del contexto o receptores
de denuncias. Cómo sustentan una victoria, volviéndose objetos con los que se perpetúa la
violencia. Su poder para validar o invalidar historias o ideologías en determinado territorio y
la manera en que dan forma y materializan un recuerdo doloroso. Y me sorprende cómo, en
algunos casos, su permanencia hace que empiecen a pasar desapercibidos y queden en el
olvido.
Muchas veces no llego a conocer físicamente el monumento, sólo su imagen, y esa
imagen se me queda dando vueltas en la cabeza, como un pendiente por resolver a las tres
de la mañana. Esto me sucedió hace unos años, cuando me encontré con una fotografía de
Antonio Turok en la que se ve a un hombre indígena tirando la estatua de un conquistador
español con un mazo. No era la fotografía de una estatua en pie, sino el instante en el que
ésta se transformaba en otra cosa. He olvidado el momento exacto en el que me la encontré
por primera vez; sin embargo la veía circular, y la reconocía, siempre utilizada para
ejemplificar la resistencia.
Sin conocer el año, a los autores, ni el porqué de tal acción, podía intuir su
significado, pero algo se me escapaba. Entre otras cosas, lo que me atrapó fue la manera
en que la imagen visibiliza la pasividad y falta de opinión que tenemos los ciudadanos sobre
la construcción de los monumentos: atendemos a su presencia como espectadores en el
gran museo que es la ciudad, como si no nos afectará ver esos objetos en nuestro recorrido
diario. El encuentro con la fotografía ​—​registro del momento en el que algunos decidieron
dejar la pasividad del observador​— me llevó a reflexionar sobre las implicaciones del
derribamiento este monumento (y otros) y qué es lo que se destruye con él... ¿qué dice la
imagen sobre ese contexto?, ¿qué historia paralela narra?, ¿qué motivó a los indígenas a
destruir la estatua en ese preciso momento?

*****
Desde el inicio de los procesos de conquista en el siglo XVI en México y América
Latina, frailes, Juristas y teologos comenzaron a debatir sobre la humanidad del indígena y
su condición como esclavo natural hasta el punto en que, en algunos casos, se le llegó a
relegar la categoría de bestia. Por otro lado, para efectuar el desmantelamiento de sus
estructuras de poder, prácticas y saberes, se destruyeron templos e imágenes de deidades
prehispánicas y en su lugar se edificaron conventos, iglesias y santos católicos; comenzó el
proceso de castellanización de la región; se concentró a las poblaciones indígenas en
lugares designados para manejarlas con más facilidad, y se estableció una administración
colonial que en muchos casos exigía impuestos y tributos a la población para el control de
las riquezas.
La destrucción de la estatua que se ve en la fotografía de Turok se remonta a ese
momento, cuando los mecanismos de dominación resultaron en una memoria histórica
fracturada y en la suplantación de la antigua identidad indígena con una artificiosa
construcción criolla y mestiza. Una imposición romantizada que hasta la fecha se utiliza
para fomentar el olvido colectivo y que a su vez elimina lo que no es útil para sus
propósitos y priva a los vencidos de la posibilidad de articular su propia historia.1

*****

La provincia colonial de Chiapa (hoy estado de Chiapas) fue establecida por Diego
de Mazariegos el 31 de marzo de 1528, en una zona ​habitada sobretodo por diversos
grupos zoques y mayas, en donde más adelante, ​en 1535 ​con la reorganización de las
encomiendas existentes y las jurisdicciones coloniales, sería elevada del rango de villa al de
ciudad, y tomaría el nombre de Ciudad Real de San Cristóbal de las Casas.2
Menos de un siglo después, los mismos españoles comenzaron a glorificar el
proceso de conquista, la fundación de San Cristóbal y al personaje de Mazariegos,
haciendo ver al conquistador como un noble prudente, compasivo, justo y benévolo con los
indígenas, que procuró realizar un conquista pacífica y llevar un gobierno tranquilo: “[…] el
mito se remonta a 1619, año en el que el fraile dominico Antonio de Remesal, publicó su

1
Maria Lugones, “Subjetividad esclava, colonialidad de género, marginalidad y opresiones múltiples”
en ​Pensando los feminismos en Bolivia, Serie Foros 2 ​(La Paz, Bolivia: Conexión Fondo de
Emancipación), pp.129-140,
http://www.conexion.org.bo/uploads/Pensando_los_Feminismos_en_Bolivia.pdf​.
2
Gudrun Lenkersdorf, “La resistencia a la Conquista Española en los Altos de Chiapas” en ​Chiapas:
los rumbos de otra historia, eds. Juan Pedro Viqueira y Mario Humberto Ruz (México: Centro de
Investigaciones Filológicas / Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología
Social), pp. 71-85.
Historia General, la cual se mantuvo durante siglos como fuente indiscutida para reconstruir
los indicios de la época colonial de Chiapas”.3
Con el paso del tiempo, esta versión ​— ​que anulaba la memoria de los indígenas de
los pueblos originarios, que lo que recordaban era el despojo de sus tierras, maltratos y
explotación ​— fue reproducida por cronistas, e historiadores sin el filtro de una visión crítica,
hasta transformarse en la memoria histórica oficial, enaltecida por los habitantes criollos de
San Cristóbal que se identificaban como descendientes directos del conquistador español.4
Tras la consumación del proceso de independencia en el siglo XIX, se hizo
necesario definir la identidad e ideología del nuevo sujeto nacional.5 En este contexto el
monumento en México se utilizó para simbolizar en el espacio público los valores de esa
libertad recién recuperada y crear el nuevo imaginario de Nación, inaugurando un proceso
de reescritura de la historia, en el que los protagonistas del pasado antiguo y reciente se
convertían en los grandes héroes que lucharon por conquistar la independencia.6
Durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911), la construcción de monumentos
nacionalistas en espacios privilegiados de la ciudad, además de materializar y hacer visible
la existencia de una victoria física e ideológica, también funcionó como recordatorio de la
derrota y la validación de una memoria sobre la otra. Se hizo uso de distintos elementos
arquitectónicos y escultóricos como la columna, el arco y el obelisco para construir y
establecer las identidades icónicas de los héroes nacionales, mismas que en ocasiones
tuvieron que ser inventadas por la imaginación de escultores y artistas ​— ​como es el caso
del padre de la patria, el cura Miguel Hidalgo ​—​, debido a que esos hombres habían muerto
años atrás sin dejar registro de sus apariencias físicas.
En este periódo también surgieron las primeras estatuas que homenajeaban a los
héroes prehispánicos7, y en las arquitecturas conmemorativas se comenzaron a mezclar

3
Fabiola Ramirez Gutierrez, “Colonialismo Monumental: Memoria, conmemoraciones y resistencias
en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 1974- 1994” (Tesis de Maestría en Artes, School of Liberal
Arts of Tulane University, 2018), p. 25,
https://digitallibrary.tulane.edu/islandora/object/tulane%3A79146/datastream/PDF/view?fbclid=IwAR1
e2gMFPXye59HvK0ZzYrkA4us_PNv4KnMRfTN6bZUIlmVASh8KHTbxgBU
4
Ibid., ​p. 26.
5
En 1822, tras la consumación de la guerra de independencia, se construyó en Celaya, Guanajuato
el primer monumento que conmemoraba este hecho histórico. Veinte años después, se comenzó a
perseguir la idea de un monumento a la independencia en la capital de la República. Véase ​Carlos
Martínez Assad, La patria en el Paseo de la Reforma ​(México: Fondo de Cultura Económica /
Universidad Autónoma de México, 2005), p. 22.
6
Tomás Pérez Viejo, “Los centenarios de hispanoamerica: la historia como representación” en
Historia Mexicana, vol. LX, núm. 1 (julio-septiembre, 2010), pp. 7-29,
http://www.redalyc.org/pdf/600/60021048001.pdf​.
7
Por ejemplo los monumentos a los Tlatoanis mexicas Itzcóatl y Ahuízotl (1899), mejor conocidos
como los Indios Verdes, que en un inicio se encontraban sobre Reforma donde actualmente está
ubicado el Caballito de Sebastián y que acabaron exiliados a las afueras de la ciudad debido a que
elementos clásicos del monumento europeo, con figuras de origen prehispánico como
jaguares, serpientes, guerreros águila y deidades. Algunas veces incluso, aunque los
personajes representados no fueran héroes aztecas, se les hizo pedestales con grecas,
taludes o aspecto de pirámide.
Sin embargo, la realidad indígena no figuraba de facto en la construcción de este
imaginario. A excepción de las representaciones excesivas en las que los antiguos
gobernantes indígenas eran personificados como superhéroes con cuerpos grandes y
musculosos, al estilo grecorromano, la presencia cotidiana de los indígenas era borrada del
espacio público. El hombre indígena hacía parte de un pasado glorioso del que había que
rescatar su logros, mientras que en el presente sus identidades eran caricaturizadas para el
consumo racista de una nación con aspiraciones a ser blanca y moderna. Se creó una
ficción que servía para negar el presente y la vida de las poblaciones que continuaban
resistiendo: “En el caso del discurso sobre el indio vivo, los valores se invierten: la gloria del
indio histórico no era compatible con la realidad cotidiana del campesino y del guerrero
indio, rebeldes al gobierno liberal de Porfirio Díaz”.8
Este proceso de construcción del pasado prehispánico, recurrente en la formación
de las distintas naciones en Latinoamérica, continuó en México aún despues de la
Revolución (1910-1917) con el gobierno populista y anti católico de Lázaro Cárdenas. En
ese periodo se rescataron y resignificaron “algunas costumbres populares coloniales,
católicas y/ o romanas paganas […] otorgándoles un sentido prehispánico y nacional”9
Como explica la historiadora Elsa Malvido: “A ​lo mexicano ​se le identificó con el grupo
prehispánico más desarrollado a la llegada de los conquistadores, los mexicas, y a ellos se
les atribuyeron ceremonias que ignoraron los 300 años de colonización española, un siglo
de independencia y diez años más de revolución”.10
En la década de los sesenta en Chiapas, las poblaciones originarias seguían siendo
sometidas a través de leyes racistas que prolongaban su marginalización y humillación al
prohibirles, por ejemplo, circular libremente por la ciudad a cualquier hora. Gracias a la
creencia de una supuesta superioridad sustentada en la raza, los habitantes mestizos

su estética no complació a los vecinos de la zona. Otro caso es el del Monumento a Cuauhtémoc que
se volvió emblema de la cervecería nacional Moctezuma.
8
María Estela Egiarte Sakar, “Consideraciones para el análisis de la presencia prehispánica en la
cultura del porfiriato” en ​Cuadernos de arquitectura mesoamericana​, Num. 9 (Enero 1987): p. 11,
https://drive.google.com/file/d/1Op1kgHa9nLa2BgX85EfkO-gNBEKhlQwD/view​.
9
Elsa Malvido, “La festividad de Todos los Santos, Fieles Difuntos y su altar de Muertos en México,
​ uadernos 16 La festividad
Patrimonio intangible de la humanidad” en ​Patrimonio Cultural y Turismo, C
indígena dedicada a los muertos en México (​s.f.​): p. 43,
https://patrimonioculturalyturismo.cultura.gob.mx/publi/Cuadernos_19_num/cuaderno16.pdf​.
10
ibid.
trataban como animales a los indígenas, haciéndolos sentir ignorantes y relegándolos a
trabajos de servidumbre y explotación.11
En el transcurso del sexenio de José López Portillo (1976 -1982), época en la que se
dice, México entró en una etapa de modernización, y en la que, por otro lado, se produjo
una intensa migración indígena a San Cristóbal, se construyó en el patio de la iglesia de
Santo Domingo la estatua del conquistador Diego de Mazariegos; esto, por encargo del
Patronato Fray Bartolomé de las Casas y aprobado por un comité del ayuntamiento
municipal de Chiapas. ​En ausencia de cualquier retrato, la pieza fue imaginada y moldeada
por el escultor regiomontano Joaquín Arias a partir del semblante de un hombre blanco
genérico ​—​de la misma forma que se hizo en los siglos anteriores con algunos de los
héroes nacionales​—​, y se inauguró el 13 de marzo de 1978 durante el 450 aniversario de la
fundación de la ciudad de San Cristóbal de las Casas.12 El proyecto monumental que incluía
la estatua cívica y un sinnúmero de festejos alusivos a la conmemoración, se financió por
medio de apoyos gubernamentales entregados por el ex presidente López Portillo y el
ayuntamiento municipal, así como por donaciones de instituciones locales y de particulares.
13
Con su construcción, se reafirmaba y materializaba en el espacio público esa versión de
la memoria histórica, escrita tiempo atrás.
Desde su importación a América, el monumento, de origen burgués14, ya fuera en
forma de héroe mestizo, conquistador, emperador o guerrero prehispánico, ​funcionó para
transformar personas y relatos en símbolos de los nuevos poderes y de las clases
oligárquicas, para exaltar e idealizar el valor, la fuerza, el heroísmo y el sacrificio, como
características que los definían a ellos mis​mos. Por 14 años, la estatua de Diego de
Mazariegos prolongó y reafirmó el proceso ​de conquista, ​manteniendo presentes las ideas
de sometimiento y fracaso en el imaginario de los indígenas y campesinos de Chiapas y al .

11
Jesús Ramírez Cuevas, “Historias del racismo a la mexicana. Monumento al racismo” en ​La
Jornada​, 19 de noviembre de 2005, http://www.jornada.unam.mx/2005/11/19/mas-racismo.html.
12
Véase ​A 6570 días del levantamiento armado del EZLN d ​ e Gaspar Morquecho, publicado en esta
edición.
13
En su investigación de maestría, Fabiola Ramírez Gutiérrez, profundiza y describe en detalle el
contexto y el proceso en el que se construyó la estatua de Diego de Mazariegos. Véase Fabiola
Ramírez Gutiérrez, “Colonialismo Monumental: Memoria, conmemoraciones y resistencias en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas, 1974- 1994” (Tesis de Maestría en Artes, School of Liberal Arts of
Tulane University, 2018), p. 31,
https://digitallibrary.tulane.edu/islandora/object/tulane%3A79146/datastream/PDF/view?fbclid=IwAR1
e2gMFPXye59HvK0ZzYrkA4us_PNv4KnMRfTN6bZUIlmVASh8KHTbxgBU​.
14
Según Mario Beltrami, el monumento es una invención del siglo XIX que está ligada al marco social
e histórico de la Revolución Francesa (1789-1799) y por lo tanto puede decirse que tiene un perfil
burgués y occidental. Cuando se menciona la invención del monumento se refiere a la palabra y a la
concepción actual de éste y no a una estructura arquitectónica particular. Mauro Beltrami, “El
monumento histórico a través del tiempo: antecedentes y orígenes” en ​Contribuciones a las Ciencias
Sociales​, Mayo 2010, acceso el 8 de mayo de 2019, ​http://www.eumed.net/rev/cccss/08/mb.htm​.
El 12 de octubre de 1992, día en el que se cumplían 500 años de la llamada
Conquista de América, el Frente de Organizaciones Campesinas y Sociales de Chiapas
(FOSCH), organizó una movilización que incluía a la Alianza Nacional Campesina
Independiente Emiliano Zapata (ANCIEZ), la Asociación Mexicana de Mujeres Asociación
Civil (AMMAC), la Organización independiente de Mujeres Indígenas (OIMI) y la
Organización indígena de los Altos de Chiapas (ORIACH), entre una multitud de otras
agrupaciones. El contingente de la ANCIEZ marchó cargando consignas y reclamos contra
el gobierno, algunos iban ataviados con taparrabos, penachos, pintura facial, y a la vez
portaban arcos y flechmismo tiempo, cumplíó la función de preservar una sensación de
orgullo y dominio en las clases acomodadas. El terror se inmortalizó en bronce, reforzando y
soportando la historia oficialas de juguete, representando la caricaturización que la sociedad
mexicana había hecho sobre ellos a lo largo del tiempo. Irrumpiendo en el cotidiano, se
desplazaron por las calles de la ciudad de San Cristóbal hasta llegar al patio de Santo
Domingo, y ahí, un hombre subió con un mazo al basamento, y con un par de golpes
estratégicos en las piernas de la estatua, derribó al personaje de bronce que lo miraba
desde las alturas.15 Con esta acción los manifestantes rechazaban la celebración de un

15
En el artículo publicado el 12 de octubre de 2016 por el ​Cuarto Poder de Chiapas, ​Mariano​,
indígena tseltal originario de la comunidad de Río Florido, municipio de Ocosingo, cuenta que aquel
12 de octubre de 1992 los integrantes de la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ) fueron
quienes derribaron la estatua del conquistador. Veáse “​Los indígenas que derribaron a Diego de
Mazariegos” en ​Cuarto Poder de Chiapas, 12 de octubre de 2016, acceso el 9 de mayo de 2019,
http://www.cuartopoder.mx/chiapas/losindigenasquederribaronadiegodemazariegos/178386​.
Sin embargo, en una entrevista realizada en enero del 2019 en San Cristóbal al periodista Gaspar
Morquecho, quien como parte de la Chiltak A. C. tuvo contacto con las bases de la ANCIEZ desde su
origen en 1991, y que además también estuvo presente en la marcha de 1992, contó que, aunque
efectivamente fue un miembro de la OCEZ quién tiró la estatua, la acción fue planeada en conjunto
entre ambas organizaciones en una reunión organizada en las oficinas de la Chiltak. De esta manera,
confirmó de primera mano lo que ya antes había escrito Carlos Tello en ​La Rebelión de las Cañadas,​
sobre la autoría de la ANCIEZ en la planeación del derribo​. V​ éase Carlos Tello Díaz, ​La rebelión de
las Cañadas, origen y ascenso del EZLN, (​ México: Random House Mondadori, 2013), 152-156.
El vínculo entre la ANCIEZ como tapadera del EZLN ha sido motivo de especulación por muchos
años. En un artículo publicado en la Revista Proceso el 2 de marzo de 1996, se menciona que la
ANCIEZ desapareció en marzo de 1993, unos meses antes de la toma de la ciudad de San Cristóbal
y otras cabeceras municipales por parte del EZLN. Véase “El misterioso Frank, « ​ ​uno de los mejores
cuadros políticos formados por el EZLN​»​, afirman Dirigentes sociales de Chiapas” ​Revista Proceso, ​2
de Marzo de 1996, acceso el 9 de mayo de 2019,
https://www.proceso.com.mx/171573/el-misterioso-frank-uno-de-los-mejores-cuadros-politicos-formad
os-por-el-ezln-afirman-dirigentes-sociales-de-chiapas​.
No es sino hasta el 3 de mayo del 2015, que a través de un comunicado oficial, el Subcomandante
Galeano ofrece una confirmación sobre el uso de la ANCIEZ como extensión del EZLN en la acción
del 12 de octubre de 1992. Por las características del contexto, la clandestinidad en la planeación del
acto, las posteriores fracturas entre las organizaciones involucradas, y de las implicaciones políticas
que hay detrás de esta historia, es difícil tener una certeza absoluta sobre lo ocurrido, pero para la
presente publicación, tomando en cuenta los demás gestos empleados por la ANCIEZ y los eventos
que habría de desencadenar en el futuro se decidió conserva la atención sobre la participación de la
ANCIEZ/EZLN en la destrucción de la estatua de Mazariegos. Véase SupGaleano, “El Muro y la
Grieta. Primer Apunte sobre el Método Zapatista”, Enlace Zapatista, 3 ​ de mayo del 2015​, ​acceso el 9
genocidio vuelto leyenda, destruían simbólicamente 500 años de colonialismo, y
visibilizaban que los problemas del pasado seguían siendo los problemas del presente. Un
continuo en el tiempo, un no pasado.
Ese mismo día ocurrieron movilizaciones similares en distintos estados de la
República: en Morelia el Frente Cívico Social tiró la estatua del Virrey Antonio de Mendoza,
mientras que en la Ciudad de México otro grupo realizó una protesta en la que se intentó
derribar las estatuas de Cristóbal Colón y Bartolomé de las Casas (1877) en el Paseo de la
Reforma, sin alcanzar el apoyo popular necesario para hacerlo. En la ciudad de Oaxaca
(aunque sin tener como objetivo tumbar un monumento) más de 25,000 personas tomaron
las calles en rechazo a la conmemoración oficial de la Conquista, exigiendo su reemplazo
por la celebración de los 500 años de resistencia indígena.16
Al observar la circulación de esas imágenes, desde la distancia temporal y espacial,
se puede leer el acto de destrucción como una estrategia de reclamo, transformada en una
nueva conmemoración.

*****

Lo que no muestra la fotografía de Turok es tan intrigante como la acción misma, me


obliga a reflexionar sobre lo que ha pasado después de aquel 12 de octubre de 1992. La
curiosidad fue suficiente para emprender un viaje a Chiapas en enero de 2019. Junto a mi
amigo y colega Toño Medina, tomé un autobús a San Cristóbal en búsqueda de un
monumento que ya no existe.
Estando ahí, imaginamos el trayecto por el que había caminado la marcha; entre
esas calles repletas de turistas, llegamos al mercado de artesanías que rodea el
ex-convento donde antiguamente se encontraba el monumento. Pasamos el enrejado que
separa el recinto de la zona del mercado, y en el módulo de información turística
preguntamos al vigilante si él sabía qué había sido de la estatua de Mazariegos. Era muy
jóven, no tendría ni 20 años, y según su conocimiento, la estatua había sido derribada
durante un altercado entre artesanos. Frente al edificio sólo quedaba un cuadrado de
piedras, que como si se hubiera talado un árbol, marcaba los antiguos cimientos del
monumento.

de mayo de 2019
http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2015/05/03/el-muro-y-la-grieta-primer-apunte-sobre-el-metodo-zap
atista-supgaleano-3-de-mayo/.​
16
Alejandro Anaya Muñoz, ​Autonomía Indígena, gobernabilidad y legitimidad en México. La
legalización de usos y costumbres electorales en Oaxaca (​ México: Universidad Iberoamericana/
Plaza Valdez Editores, 2006), p. 72.
Nos pusimos detrás de la reja, tratando de lograr en nuestra cámara el mismo
encuadre que aparece en la fotografía de Turok. El espacio no ocupado por la escultura,
adquiría tanto significado como la estatua misma y creaba un nuevo ​imaginario​. Un
monumento invisible sobre el que, en ese momento, jugaba un grupo de niños.
Terminamos de tomar las fotos y retomamos nuestra caminata, con nuestros pasos
recordamos un viaje ​que hicimos juntos un año antes a la ciudad de Antigua en Guatemala,
y comenzamos a discutir sobre la similitud entre aquella ciudad y San Cristóbal: sus
construcciones coloniales que no dejan de ser bellas, las multitudes de turistas europeos
que pasean, o la abundancia de cafés y vendedores de artesanías.
Toño argumentaba que a pesar de las cosas en común, había una diferencia clara
entre la actitud de las poblaciones indígenas con respecto al racismo y al control del acceso
que podían tener a ciertos espacios. Le parecía que Antigua era Chiapas sin el
levantamiento zapatista. Antigua era Chiapas sin la acción con la que se destruyó el
monumento de Mazariegos, que hizo público el hartazgo y las demandas de las poblaciones
indígenas de esa zona, y que cambió la narración de su historia.
Cuando miramos de nuevo la fotografía del derribo, aquel argumento se evidencía;
se hace visible el momento en el que la eliminación del símbolo significó “reconquistar los
derechos sobre sí mismos y sobre el mundo”17 para los indígenas, así como perder el temor
al anular la violencia que perpetraba aquel monumento: “Sin mucha bulla, la estatua del
conquistador cayó. Si volvieron a levantarla no importa. Nunca podrán levantar de nuevo el
miedo a lo que representaba [...] Unos meses después, volvimos a las ciudades. Tampoco
esa vez llevamos consignas ni pancartas, y no llevamos arcos y flechas. Esa madrugada
olía a fuego y pólvora. Y fueron nuestros rostros los levantados”.18

17
Achile Mbembe, “Por un entierro simbólico del Colonialismo, Imaginario y espacio público en
África”, 2008, acceso el 1 de mayo del 2019,
https://www.oozebap.org/text/colonialismo_mbembe.htm​.
18

SupGaleano, “El Muro y la Grieta. Primer Apunte sobre el Método Zapatista” en Enlace Zapatista, 3
de mayo del 2015​, ​ cceso
a el 9 de mayo de 2019,
http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2015/05/03/el-muro-y-la-grieta-primer-apunte-sobre-el-metodo-zap
atista-supgaleano-3-de-mayo/​.

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