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de Animación
Abril 2016
Objetivo del tema:
Descubrir desde la realidad juvenil la invitación que nos hace el
evangelio a vivir insistentemente la alegría de la resurrección, como un
estilo de vida, abrazando la salvación que el Señor propicia desde la misión de ser
comunicadores de la buena noticia.
Ambientación:
Colocar en el centro la silueta de un Jesús Resucitado, colocando bocas con formas de sonrisas
alrededor y las citas bíblicas que se trabajaran.
I Momento: FASCINAR
Es el punto de partida y el animador debe dar una atención especial a este momento desde
el recibimiento abrazando a todos con el saludo de ¡Feliz resurrección! Invitando así a cada
joven a escribir su nombre dentro de la silueta, como símbolo de ser parte de la resurrección
de Cristo, después de haber abrazo la cruz del perdón, la misericordia y la reconciliación.
También cada participante debe tomar una de las bocas con forma de sonrisa. Este es
momento propicio para recordar el encuentro anterior y sintetizar el objetivo de este tercer
tema del camino de encuentro.
Una vez realizado la síntesis del objetivo se invitará a cada joven a tomar una pareja, cada
uno debe tener un marcador y su sonrisa a mano y personalizarlo. Se pondrá música para que
al ritmo vayan bailando y el animador dará dos voces de mando: una será de cambio (cambio
de pareja) y otra de Pare (cada uno escribirá un mensaje o deseo breve de resurrección en la
sonrisa de su pareja). Al finalizar se colocan nuevamente las sonrisas alrededor de la silueta
de Jesús resucitado
II Momento: ESCUCHAR
Se invita a los jóvenes a escuchar palabras del papa Francisco de la exhortación
apostólica la alegría del evangelio, numeral 5 con el objetivo de hacer un recorrido breve
de la vida de Jesús, invitándolos a reconocer al maestro como comunicador de la buena
noticia para el mundo aún desde el vientre de su madre.
La visita de María a Isabel hace que Juan salte de Alegría en el seno de su madre
(Lc.1, 41). En su canto María proclama: “Mi espíritu se estremece de alegría en Dios
mi salvador” (Lc.1, 47). Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan exclama: “Esta
es mi alegría que ha llegado a su plenitud” (Jn.3, 29). Jesús mismo “se llenó de
alegría en el Espíritu Santo” (Lc. 10, 21) Su mensaje es fuente de gozo: “Os he dicho
estas cosas para que mi alegría este en vosotros, y vuestra alegría sea plena”(Jn.
15,11). Nuestra alegría cristiana bebe de la fuente de su corazón rebosante. El
promete a los discípulos “Estaréis triste pero su tristeza se convertirá en alegría”
(Jn. 16, 20). E insiste: “Volveré a veros y se alegrara vuestro corazón, y nadie os
podrá quitar vuestra alegría” (Jn.16, 22). Después ellos, al verlos resucitado
se alegraron (Jn.20, 20). El libro de los hechos de los apóstoles cuenta
que en la primera comunidad “tomaban el alimento con alegría” (2,46),
y ellos, en medio de la persecución, “se llenaban de gozo” (13,52).
Un eunuco apenas bautizado siguió gozoso su camino” (8,39), y
el carcelero “se alegro con toda su familia por haber creído en Abril 2016
Dios” (16,34). ¿Por qué no entrar también nosotros en ese rio
de alegría? Jesús Resucitado es la Buena
Noticia
Sería ideal poder proyectar imágenes simultáneamente con la
lectura del numeral, para así ayudar a los jóvenes visualmente
a recordar y evocar cada uno de los pasajes evangélicos
citados por el santo padre.
Tal como lo dice el papa Francisco: “No hay razón para que
alguien piense que esta invitación a la alegría no es para
él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada
por el Señor”. La resurrección de Cristo debe ser vista como
el comienzo de una nueva etapa, asumiendo el reto desde
nuestras propias realidades juveniles a ser portadores de
la alegría y la esperanza en un mundo lleno de desilusión,
el Señor resucitó y es la esperanza que debe comunicar
y anunciar con alegría en la sociedad actual cada joven
cristiano.
IV Momento: CONVERTIR
¡Con que gusto compartimos el amor de Jesús y somos capaces de dar esperanza a otros
cuando nos sentimos seguros de su presencia en nuestra vida! Pero también, ¡con cuanta
frecuencia nos azotan dudas de fe y cuantas veces estas nos impiden llevar a otros la vida
nueva que nos trajo Jesús.
A las 4:30 de la madrugada del 3 de junio despertó sintiendo que “ya no era la
misma. Había una alegría interior y una gran paz; y luego me sorprendí mucho por los
gestos de mi cuerpo”.
Tras rezar en la madrugada, Sor Marie acudió al oratorio de la capilla pues su comunidad
celebraba Misa a las 6am. En el trayecto “me di cuenta de que mi brazo izquierdo ya no se
quedaba inmóvil al caminar sino que se balanceaba normalmente. En la Eucaristía tuve la
certeza de que estaba curada”.
El hecho ocurrió el 1 de mayo de 2011, el mismo día de la beatificación de Juan Pablo II.
Ese día, fue con su familia a la Misa dominical. En el centro del barrio se estaba celebrando
una procesión. “En ese momento estaba pasando una carroza con la imagen de Jesús
Sacramentado y sentí un frío en el cuerpo. Me bajé del coche y fui hasta allí”. Entonces, el
sacerdote que acompañaba a la procesión declamaba una oración: “¡Oh, Señor! Hay una
sanación”.
“Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara”. Y
en ese preciso instante, algo empezó a cambiar. “Salí de ese parque con la fe de que yo fui la
sanada”.
Días después fue al Santuario de la Virgen de Ujarrás para rezar, consciente de que el
templo había recibido un relicario con muestras de sangre del nuevo Beato. “De nuevo,
un milagro”, apostilla. Sin embargo, cuando llegó ya había terminado la exposición. Sin
embargo, el P. Dónald Solano hizo una excepción. “Me la enseñó y la toqué. Seis meses
después me hicieron otro examen en el cerebro y me indicaron que el aneurisma había
desaparecido para la honra y la gloria de mi Dios”.
Al enterarse que el Vaticano reconocía la intercesión del entonces Beato Juan Pablo
II dijo “Yo soy el testimonio de que hay un Dios grande”. También indicó “Después de
escuchar la voz que me decía levántate, no tengas miedo’ no quería contarlo, porque
pensaba que me iban a tratar de loca”, relataba la mujer este mismo año en su
primera rueda de prensa ante los periodistas de medio mundo. Mora, que asegura
que “siempre he admirado a Juan Pablo II”, explicó que “busqué a Dios cuando
estaba enferma. Ahora que estoy bien, sigo con Dios porque si me suelto de la
mano del Señor, me pierdo”.