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LECCIÓN 4

¿Cómo conoce la realidad la ciencia?


Prof. Gennaro Auletta

1.- El método científico


Sólo podemos hablar de ciencia en el momento en el que conjugamos teorías con ob-
servaciones. De otra forma, a la ciencia le faltarían confirmaciones factuales o explicaciones.
Evidentemente cómo se conectan es el punto crucial. Una visión común y tradicional de la
ciencia (desafortunadamente habitual también entre muchos científicos) cree que progresa
gracias a la observación minuciosa de los hechos, de donde se obtienen las teorías. De esta
forma es difícil progresar y, de hecho, muchas disciplinas que se han basado en este método
(por ejemplo, varias ciencias biológicas o geológicas hasta la mitad del siglo XIX) no han podi-
do avanzar de manera sustancial. La razón es que la acumulación de hechos no supone nece-
sariamente la elaboración de las explicaciones más eficientes o iluminantes. Además, como
ha demostrado el epistemólogo K. Popper, un método meramente inductivo (que consiste en
intentar obtener generalizaciones de la acumulación de hechos) es por su misma naturaleza
falaz: aunque se acumulen muchos hechos que sugieran cierta regularidad, siempre habrá
otros hechos futuros que desmentirán dichas generalizaciones.

La acumulación
de hechos no Leer: K. Popper, cisnes blancos y pintura filosófica
supone necesa- Para K. Popper la acumulación de resultados a favor de una teoría, nunca lleva-
riamente la ela- rá a la verificación de esa teoría. Pongamos un ejemplo que el mismo Popper
boración de las ha hecho famoso: supongamos que tenemos la teoría que dice “todos los cis-
nes son blancos”. Por más cisnes blancos nuevos que vayamos descubriendo,
explicaciones
esto nunca nos podrá llevar a la plena confirmación de que “todos los cisnes
más eficientes o
son blancos”, ya que no es descartable que en el futuro encontremos uno de
iluminantes.
otro color.

Aquí entra en juego otra intuición de Popper. Aunque nunca podemos demos-
trar la verdad de una hipótesis científica, si que está a nuestra mano demostrar
que es falsa. Si es cierto que la acumulación de casos a favor no la verifican,
un solo caso en contra la falsa. Descubriendo un solo cisne negro ya falsamos
la teoría que “todos los cisnes son blancos”.

El pintor austríaco Werner Hovart, ha hecho un original retrato de K. Popper en el


que se recoge la teoría de la falsación. El cuadro lo podéis ver un poco más abajo:

Si miramos en detalle la parte inferior, descubrimos a unos cisnes blancos


que emprenden el vuelo hacia la derecha, pero si nos fijamos entre los cisnes
blancos de más a la izquierda, aparece dibujado un cisne negro que vuela en
dirección contraria, sugiriendo la asimetría entre los muchos casos a favor (que
no son capaces de demostrar la teoría) y el único caso en contra que la falsa.

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Una consecuen-
cia del punto de
vista de Popper
es que nunca
sería posible
demostrar la ver-
dad de las teo-
rías científicas
Detalle del cuadro de K. Popper, a cargo del pintor austríaco Werner Hovart

Crítica a Popper
«Una consecuencia del punto de vista de Popper es que nunca sería po-
sible demostrar la verdad de las teorías científicas; éstas siempre serían
hipótesis o conjeturas que se aceptan de modo provisional en la medida en
Sin embargo,
que, por el momento, superan las contrastaciones experimentales a que son
esta perspectiva
sometidas. Esta idea se encuentra ampliamente difundida en el mundo cultu-
no da razón de
ral contemporáneo […].
los éxitos reales Sin embargo, esta perspectiva no da razón de los éxitos reales de la ciencia.
de la ciencia. Sin duda, en la ciencia se utilizan estipulaciones y construcciones teóricas que
no son una simple fotografía de la realidad, y se encuentran abiertas a ulte-
riores precisiones. Pero se consiguen conocimientos auténticos. Nadie duda
de la existencia de los electrones, los átomos, las ondas electromagnéticas y
muchas otras entidades cuyo conocimiento se debe a la ciencia natural. La ver-
dad científica existe, aunque se trate de una verdad que es contextual, parcial
y perfectible» M. Artigas en
Otra vez, la vi- http://www.unav.es/cryf/limiteslenguajecientifico.html
sión del conoci-
miento como un Otra vez, la visión del conocimiento como un esbozo perfectible de la realidad
esbozo perfec- nos ayuda a dar razón del conocimiento científico. Éste no es o blanco o negro,
tible de la reali- o total objetividad, o total rechazo, sino que es un proceso intelectual por el
dad nos ayuda que cada vez más vamos captando la realidad y nos permite decir que “el 98
a dar razón del % de los cisnes son blancos y el 2% son negros”.
conocimiento
científico.

Por lo tanto, la ciencia, ya desde sus inicios, y sobre todo a partir de la segunda mitad del
siglo XIX, ha privilegiado otro método en cierta manera opuesto: el de formular hipótesis con
valor predictivo, y luego verificar como son las cosas en la realidad. Popper ha llamado este
método deductivo. Sin embargo, hay más de una razón para que esta postura también se consi-

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Piensa: La ciencia necesita de la filosofía para poder ser ciencia


En este vídeo el economista Jesús Huerta de Soto explica con mucha claridad la
concepción Popperiana de la ciencia. En los minutos finales del vídeo demues-
tra que la teoría de la falsación no es demostrable desde el punto de vista cien-
tífico, sino que precisa de la filosofía para poder ser fundamentada. Este es un
caso concreto de lo que dijo Kurt Gödel que ninguna ciencia puede fundamen-
tarse sobre si misma, sino sobre otras que son más globales. En nuestro caso
la teoría de la falsación depende en su fundamentación de nuestras opciones
filosóficas (aunque estas tienen que dar razón de la realidad en la que vivimos).
http://www.youtube.com/watch?v=XgYOxOMRm9Y

dere insuficiente, sobre ¿Cómo se regulará? In-


todo porque no explica tentará, como manteni-
por qué y cómo se pro- do por Popper, deducir
ducen estas hipótesis. de esta teoría alguna
Como ya he dicho en consecuencia, sobre
la lección 3, la ciencia todo si tiene que ver
procede por corrección con ámbitos nuevos. Si
Dos fases fun-
del error de la hipóte- la teoría llevara a nue-
damentales de
sis precedentemente vos descubrimientos,
la investigación
aceptada. Pero aparte- esto reforzará enorme-
científica: una mos por un momento mente su credibilidad.
normal y otra el problema de la géne- Pero, ¿qué ocurre si la
crítica, revolu- sis de las hipótesis (o teoría se desmiente? Si
cionaria. de las mismas teorías) estas refutaciones son
y demos por senta- considerables por su
do tener a disposición alcance y abundantes,
una. Supongamos que “Karl Popper, La caída de Platón y la falsificación”. no hay nada más que
el científico crea (con Cuadro de Werner Hovart. abandonar la teoría y
fundamento) que una buscar otra.
cierta teoría tenga un
gran poder explicativo.

2.- La obra de Kuhn y la dimensión social de la ciencia


Este mecanismo ha sido investigado por T. Kuhn, un importante historiador de la ciencia
y también epistemólogo. Recuerdo aquí sus fundamentales trabajos sobre la revolución co-
pernicana y sobretodo sobre los orígenes de la mecánica cuántica. Volviendo a las cuestiones
epistemológicas, distingue dos fases fundamentales de la investigación científica: una normal
y otra crítica, revolucionaria. En la normal el científico deriva unas consecuencias de una teoría
considerada buena y aceptada por la comunidad científica, y entonces dada por sentada. Para
Kuhn esta fase se corresponde con una especie de aburrido periodo de rutina. Sin embargo,
en el momento en el que la teoría se atasca, y sobre todo si se trata de un programa de in-
vestigación completo (que Kuhn llama paradigma científico), se entra en un periodo de desor-

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Retrato T. Kuhn, importante historiador de la ciencia y también epistemólogo.

Lee: Aprende un poco más sobre el sistema de Kuhn leyendo el apartado 3


El mérito de “La naturaleza del cambio científico en la Estructura de las revoluciones cien-
tíficas que puedes encontrar en este enlace del diccionario filosófico online
Kuhn está en el
Philosophica http://www.philosophica.info/voces/kuhn/Kuhn.html
haber refutado
el mito de un
progreso lineal
den revolucionario en el que se abren paso distintas propuestas alternativas, y la comunidad
y continuo, pero
científica, en general refractaria a cambiar sus paradigmas, se dispone a efectuar el viraje.
esto no supone
En el momento en el que la comunidad científica otorga su asentimiento a una teoría o a un
necesariamente paradigma, éste se convierte en el dominante, pasando a una nueva fase de investigación
tener que asu- normal. Como se puede ver, se trata de un proceso cíclico en el que el periodo revolucionario
mir su ausencia. y el normal se alternan.

Hay algunas características importantes de la epistemología de Kuhn que requieren un


examen apropiado. Los distintos paradigmas no son compatibles entre ellos y a menudo no
son siquiera comparables, puesto que de un paradigma al otro pueden cambiar los mismos
criterios que demarcan el ámbito de una disciplina (con el consiguiente desplazamiento de los
problemas o de los relativos conceptos) o que distinguen lo que es científico de lo que no lo
es. Esto es cierto sobre todo si se considera el paso de la física aristotélica a la física galileana
(basta sólo pensar que para la primera, la física es una disciplina limitada a los fenómenos te-
rrestres, mientras que para la segunda se aplica a todo el cosmos), pero no se puede siempre
afirmar de manera tan rotunda. La idea que se deduce de Kuhn es que la ciencia procede por
saltos sin una verdadera acumulación de conocimientos, mientras que hemos evidenciado en
la Lección 3 que ésta es precisamente una característica fundamental del conocimiento cientí-
fico. El mérito de Kuhn está en el haber refutado el mito de un progreso lineal y continuo, pero
esto no supone necesariamente tener que asumir su ausencia. Además, para Kuhn la instan-
cia destinada a decidir sobre el valor de los distintos paradigmas es la comunidad científica.
Esto es cierto y de nuevo se trata de un mérito haberlo puesto en relieve. Por consiguiente,
también es cierto que la ciencia llamada ordinaria está dominada por impulsos conservado-

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res y burocráticos, y entonces está poco abierta


a la novedad (que en efecto a menudo surge que
emergen a los márgenes de la comunidad científi-
ca ordinaria). Sin embargo, dicha comunidad toma
sus decisiones también sobre la base de criterios
intrínsecos al valor de las distintas teorías. Asimis-
mo, cuando se intenta deducir consecuencias de
una teoría, muy frecuentemente y sobre todo al
principio, dichas deducciones tienen ellas mismas
un alcance revolucionario, ya que abren ámbitos
problemáticos que nadie antes había podido hacer
objeto de investigación científica. Como ejemplo,
se puede recordar aquí que, en cuanto Einstein
elaboró la teoría de la relatividad general, algunos
científicos (in primis el sacerdote belga G. Lemai-
tre) dedujeron de ella la posibilidad de un universo
en expansión, una idea tan novedosa que nunca
The Essential Tension. fue completamente aceptada ni siquiera por el
Uno de los libros de Thomas S. Kuhn
mismo Einstein.

Sólo con el paso del tiempo la teoría (o el paradigma) muestra indicios de cansancio. Posi-
blemente el límite más grande de la explicación de Kuhn consiste en el hecho de no haber te-
nido en cuenta que, en la fase de madurez de una teoría (después del periodo inmediatamen-
te sucesivo a la aceptación inicial), se producen enmiendas substanciales. En el momento en
el que se descubren hechos que no son explicados completamente por la teoría aceptada, la
primera reacción de los científicos no es en realidad rechazarla (como creía aún Popper), sino
intentar cambiar algunos elementos. Kuhn diría que esta reacción es en sí misma conservado-
ra, pero de esta forma no entendería la naturaleza de este proceso que se sitúa precisamente
a medio camino entre la primera fase, normal y deductiva, y la llamada revolucionaria.

Un ejemplo muy estimulante se representa por la aportación de Planck. Él era un conven-


cido partidario de la física clásica, y nunca se habría planteado ponerla en discusión (de hecho
muchos años después reprochó a Einstein y otros su abandono de la física clásica). Sin embar-
go, también conocía el problema del cuerpo negro: una esfera vacía que capturaba radiación
electromagnética (luz), según los cálculos de la teoría clásica, habría tenido que generar un
proceso en cascada en el que la radiación, rebotando continuamente en la superficie interna
de la esfera, produciría una intensidad energética infinita de la radiación (la llamada catástrofe
ultravioleta). Planck se dio perfectamente cuenta de que esto se debía a que la luz, según la
teoría del campo electromagnético del siglo XIX, era de naturaleza ondulatoria y entonces con-
tinua; por lo tanto, sumándose (o mejor dicho, integrándose) en todas las posibles frecuencias

Ver: Para conocer un poco más las teorías de M. Planck te puede ayudar la
visión del siguiente vídeo (sobre todo a partir del minuto 2 hasta el 6)
http://www.youtube.com/watch?v=clMfg1TULGY

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(el número de oscilaciones que la onda genera en un cierto intervalo de tiempo) que la luz
puede asumir, la catástrofe ultravioleta acababa siendo la consecuencia directa. Pero Planck
nunca habría puesto en discusión dicha naturaleza ondulatoria. Hizo algo diferente, en aquella
época se sabía que la estructura de la materia era discontinua (atómica) y entonces asumió
que, aunque la radiación incidente sobre la superficie interna de la esfera era continua, la
emitida y reflejada era discontinua y esta discontinuidad, por así decir inducida, era suficiente
para resolver el problema. Está claro que alguien podría ver en ello una explicación ad hoc,
básicamente un suplefaltas. Sin embargo, esta interpretación sería pobre y esencialmente
no conforme con los hechos. En la propuesta de Planck hay en realidad un elemento de
carácter general que va mucho más allá de la respuesta al problema concreto y hace que su
solución sea verdaderamente científica. De hecho, Planck asumía que sólo con la interacción
con otros sistemas (la superficie de la esfera) un determinado sistema físico (aquí la luz) podía
adquirir caracteres descontinuos. Esto se mantiene también para la mecánica cuántica, cuyos
sistemas, si no interactúan, se comportan de manera continua. El gran filósofo C. Peirce ha
llamado a este tipo de explicación abducción. Ésta consiste en inferir propiedades o compor-
tamientos nuevos (por lo tanto no previstos) de sistemas que también están supeditados a
leyes precedentemente conocidas.

3.- ¿Cómo se crea una teoría científica?


¿Pero cómo Por lo tanto, entre el periodo ordinario, deductivo, de una teoría y el revolucionario hay una
nace una teoría? fase intermedia, en la que dominan inferencias abductivas, que se caracteriza por la búsqueda
No existe ex- de integraciones o enmiendas de leyes que todavía se consideran válidas. ¿Pero cuándo y
plicación lógica cómo se produce la tercera fase y nace una nueva teoría científica? La fase realmente critica,
o cognitiva de que indica la senescencia de una teoría, es cuando la acumulación de refutaciones se hace
este proceso. cada vez más significativa, tanto en el número como en el alcance de las mismas (una de
las debilidades de la epistemología de Popper es haber creído que basta una sola refutación
crucial). Dicho proceso se puede, con razón, llamar inductivo. En esta situación, simples en-
miendas ya no bastan y cada vez es más necesario un nuevo punto de partida, menos farra-
goso y capaz de producir predicciones realmente
originales. Este proceso también se ha realizado
en el paso de la física clásica a la mecánica cuánti-
ca. Está claro que, como ha dicho Kuhn, en aquel
momento la comunidad se hace más receptiva a la
novedad. ¿Pero cómo nace una teoría? No existe
explicación lógica o cognitiva de este proceso. Si
existiera, habríamos encontrado una manera para
producir mecánicamente la solución a cualquier
problema. Sería seguramente muy cómodo, pero
igual quitaría al hombre precisamente lo que le
es más propio, la capacidad de idear nuevas ex-
plicaciones y teorías sobre el mundo, una capaci-
dad que ningún sistema mecánico de este mundo
nunca podrá poseer. ¿Pero entonces cómo ocurre?
Se trata de un proceso puramente asociativo y en- Max Planck.
tonces no controlado lógica o conscientemente. Convencido partidario de la física clásica

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Hombres especialmente geniales pueden acercar


procesos y ámbitos antes del todo desligados y
entonces crear (gracias a una operación en última
instancia metafórica o analógica) un puente don-
de antes no existía. La genialidad consiste en el
hecho de que dicho puente es precisamente una
buena solución al problema en cuestión. Por ejem-
plo, se dice que el químico F. Kekulé, buscando la
solución a la estructura de la molécula de bence-
no, había soñado con una serpiente que se mordía
la cola y que luego, por la mañana, se había des-
pertado con la solución: se trataba de una estruc-
tura circular.

Este proceso tiene una clara base neurológi-


ca (como mostrado por imágenes del cerebro):
cuando somos conscientes (como ocurre cuando
Dicha unidad se
buscamos desesperadamente una solución a un
tiene que bus- Friedrich August Kekulé. problema que nos atormenta) casi todas las áreas
car, antes que Químico orgánico alemán del cerebro están conectadas y entonces es po-
nada, precisa- sible que procesos o problemas antes faltos de
mente en esto, relación (la serpiente y la molécula) se conecten de manera que la explicación resulte luego
en el esfuerzo aclaradora. Obviamente una vez formulada dicha hipótesis, la comunidad científica intenta
continuo ha- inmediatamente ver las posibles aplicaciones y consecuencias.
cia la verdad,
y entonces en Entonces tenía razón un filósofo como Platón cuando decía que conocer es en última ins-
superar conti- tancia intuir, aunque bajo el estímulo de nuevos hechos, como diría Aristóteles. Y tenía razón
nuamente la también Popper cuando afirmaba que no hay continuidad entre un proceso de continuidad in-
insuficiencia de ductiva de hechos (mejor dicho, de refutaciones) y la formulación de una hipótesis (que sigue
las explicacio- siendo producto de la asociación). Sólo que ni Popper ni Kuhn han captado hasta el fondo la
nes mismas. naturaleza compleja del conocimiento científico, en el que estas tres fases (la deductiva, la
abductiva y la inductiva) se suceden y se entrelazan, construyendo no tanto un círculo, como
quería Kuhn, cuanto, más bien, una espiral del conocimiento. Esto explica tanto la naturaleza
cumulativa del saber como su curso zigzagueante, como ya he señalado en la lección 3. En
fondo, una teoría científica tiene su propia vida, como cualquier sistema de nuestro universo, y
por lo tanto pasa por las tres etapas de juventud, madurez y viejez, colocadas entre nacimien-
to y muerte. Pero los cristianos sabemos también que la muerte no es la última palabra y que
ésta misma puede ser portadora de otros frutos.

4.- La unidad del saber y la relación entre las distintas


ciencias
La ciencia es, por lo tanto, un proceso dinámico, en el que, como bien ha evidenciado Kuhn,
los ámbitos y los problemas se desplazan continuamente, pero ¿dónde está esta unidad del
saber? Éste parece más bien un amontonamiento de explicaciones precarias. Dicha unidad se
tiene que buscar, antes que nada, precisamente en esto, en el esfuerzo continuo hacia la ver-

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dad, y entonces en superar continuamente la insuficiencia de las explicaciones mismas. ¿Pero


entonces no hay ningún punto firme? Sí y no. El recorrido de la búsqueda que los individuos y
las comunidades cada vez escogen es contingente, precisamente porque es completamente
libre. Nadie obliga a un científico a recrear lo que estudia y si hasta ahora ha habido a menudo
interferencias y condicionamientos por parte de la industria en las cuestiones científicas, para
el mismo avance de la ciencia hay que vencer estas tentaciones. No es que la industria no
pueda financiar la investigación: está en su pleno derecho. Pero las cuestiones científicas se
deciden sobre la base de criterios en última instancia científicos y no extrínsecos como pue-
den ser las necesidades económicas. Sin embargo, la libertad de partida y la contingencia del
recorrido del científico nada quitan a la objetividad de los resultados que eventualmente se
alcanzan. Existen ejemplos bastante evidentes de esta circunstancia. Citaré dos. Kepler era
un neoplatónico y entonces buscaba una explicación de las órbitas planetarias que estuviera
en acuerdo con este planteamiento. Tras dedicar más de veinte años en una investigación
científica no muy productiva sobre este punto, al final tuvo que asumir, muy a su pesar, que
las orbitas planetarias eran elípticas (totalmente en contra de los cánones neoplatónicos se-
gún los cuales las órbitas circulares eran perfectas). Este resultado es objeto e independiente
de la voluntad de Kepler, aunque el itinerario que le ha llevado a ello lo sea (como también su
aceptación de la solución). Otro famoso ejemplo es representado por E. Schrödinger, el padre
de los llamados gatos de Schrödinger. Se trata de sistemas físicos macroscópicos (como un
Un conocimien- gato) que, si sujetos a las leyes de la mecánica cuántica, deberían vivir fases en las que no se
to que crece y le puede asignar ningún estado preciso (ni decir si el gato está vivo o muerto). Sin embargo,
se acumula, es muchos no saben que Schrödinger, aunque madurara esta teoría, se oponía rotundamente a
posible sólo si esta idea, que le parecía anómala, y acabó aceptándola sólo hipotéticamente.
se realiza un
Ahora bien, estas soluciones que no dependen de la voluntad o de las creencias y prefe-
progreso hacia
rencias del científico, ¿cómo se pueden definir? Ciertamente poseen su realidad, por así decir
una generalidad
platónica, porque precisamente, por mucho que alcanzadas por la mente humana, no depen-
cada vez mayor.
den de la mente humana. Tal proceso puede ser llamado autocanalización, en el momento
en que el hombre, eligiendo libremente determinados caminos de investigación, termina ne-
cesariamente convergiendo en aquellas verdades
parciales que representan los resultados objetivos
y finales de su investigación. Por supuesto, estos
resultados son aceptados libremente, pero al ha-
cerlo, el hombre reconoce o debe reconocer que
tales generalizaciones, leyes, principios, no depen-
den de su libre elección. Aunque al hombre común
pueda parecerle extraño, es por esta razón que la
mayoría de los matemáticos son platónicos: ellos
no pueden más que atribuir verdad y realidad a los
entes matemáticos. Pero entonces, estos resulta-
dos, estas generalizaciones, si bien provisionales,
se representan como una especie de muescas o
de peldaños a lo largo de un camino mediante el
cual ascendemos a verdades de orden cada vez
más grande. De hecho, un conocimiento que crece
Charles Sanders Peirce. Fundador del
y se acumula, es posible sólo si se realiza un pro- pragmatismo y de la semiótica moderna

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greso hacia una generalidad cada vez mayor. Ahora bien, aunque nuestros itinerarios (perso-
nales y colectivos) sean contingentes, si estos resultados poseen verdaderamente su verdad
y realidad, estos se construyen como encrucijada de un mapa que, quien se mueva por el
camino del conocimiento tarde o temprano tendrá o tendría que cruzar, aunque no sea en el
mismo orden y no necesariamente todos. Esto es lo que constituye la unidad del saber y su
objetividad: es el mapa o la rejilla de todos estos puntos o resultados, un mapa o rejilla del
que no vemos hasta el final la convergencia de todos los recorridos, como todos los caminos
El gran Eins-
que llevan a Roma, pero la podemos de alguna manera inferir. Es un mapa cuya encrucijada de
tein (y con él todas las encrucijadas debería ser la Verdad.
muchos ostros
científicos) se
sorprendía por 5.- La ciencia y Dios
la correspon-
¿Pero entonces este mapa es Dios o por lo menos la mente de Dios? ¡No tan rápido! Dios,
dencia entre
por lo que la teología y la Revelación nos han permitido entender, no utiliza un pensamiento
nuestras teorías
discursivo, entonces no piensa y razona como lo hacen los seres humanos, y por lo tanto no
y la realidad del
podemos pensar que un mapa, que representa un progreso o de todas maneras un orden de
mundo.
los conocimientos, pueda ser identificado con la mente de Dios. Si estos resultados (o estas
encrucijadas) son verdaderamente objetivos y verdaderos (aunque sólo parcialmente), ellos
tienen que representar la manera en la que el ser humano o una mente finita se representa,
en su ascensión espiritual, la red de específicas conceptuales o ideales que está en el origen
de nuestro universo, o mejor en el origen de la creación de nuestro universo, y está aquí radi-
cada en la mente de Dios, aun permaneciendo está exenta de dicha articulación.

¿Pero tiene sentido decir una cosa de este tipo o se queda en mera especulación sin valor?
Si el universo El gran Einstein (y con él muchos ostros científicos) se sorprendía por la correspondencia en-
tiene una es- tre nuestras teorías y la realidad del mundo. En la lección 3 ya he tratado este problema y he
tructura inteli- dicho que, para evitar explicaciones de índole milagrosa, se tiene que reconocer que nuestras
gible, esto es teorías tienen un fundamento objetivo. Pero en esa ocasión no he llegado hasta el fondo del
realmente el problema y en concreto no he explicado la razón de este acuerdo. Ahora el problema puede
misterio de los ser tratado y la única respuesta racional me parece la siguiente: porque el universo mismo dis-
misterios y no pone de inteligibilidad y racionalidad, y entonces es normal que nuestra razón, en el momento
se me ocurre en el que intenta depurarse de los errores y elevarse a la objetividad, refleje dicha estructura
otra explicación inteligible, por lo tanto el conocimiento se convierte en conocimiento de la verdad. Pero si el
racional que no universo tiene una estructura inteligible, esto es realmente el misterio de los misterios y no se
sea pensar que me ocurre otra explicación racional que no sea pensar que ésta es la encarnación de la mente
de Dios, pero en el sentido en el que lo concebía san Tomás: el universo es manifestación in-
ésta es la en-
teligible de Dios en la medida que ello participa de manera múltiple y dividida a lo que en Dios
carnación de la
es uno y unido. Aquí la ciencia y hasta la filosofía (que, por su metodología intrínsecamente
mente de Dios
crítica no puede hacer tal paso sola) tienen que ceder el paso a la teología. Es por la racionali-
dad misma de la actividad científica (y filosófica) que este paso se hace necesario.

Por lo tanto, cuando el hombre se eleva, en su proceso de conocimiento, a verdades de


orden cada vez más general es como si volviera a recorrer hacia atrás el proceso de la crea-
ción, en el intento de buscar las razones ideales que están detrás de las manifestaciones de
la realidad conocidas.

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