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SÍNTESIS

Hay quienes aseguran que el café resulta tan casi importante como el petróleo en el mercado
internacional. A principios de la década del cincuenta, América Latina abastecía las cuatro quintas
partes del café de África de peor calidad, pero de precio bajo.
El café había traído consigo la inflación a Brasil; entre 1824 y 1854, el precio de un hombre se
multiplico por dos. Ni el algodón del norte ni el azúcar del nordeste, agotados ya los ciclos de la
prosperidad, podían pagar aquellos caros esclavos. En 1889 el café valía 2 centavos y seis años
después había subido a nueve; tres años después había bajado a cuatro centavos y cinco años después
a dos.
La violencia había empezado como un enfrentamiento entre liberales y conservadores, pero la
dinámica del odio de clases fue acentuando cada vez más su carácter de lucha social.
Y, en definitiva, el terror indiscriminado había aparecido también. El café no trajo consigo la felicidad
y la armonía. Es verdad que gracias al café nacieron líneas de ferrocarril y carreteras y se acumularon
en capitales que dieron origen a ciertas industrias.
Las tierras quedaban tan exhaustas como los trabajadores: a las tierras les robaban el humus y a los
trabajadores los pulmones, pero siempre había nuevas tierras para explotar y más trabajadores para
exterminar.
El café dependía del mercado norteamericano, de su capacidad de consumo y de sus precios; las
bananas eran un negocio norteamericano y para norteamericanos.
ANÁLISIS
El cultivo del café, el azúcar trajo consigo diversos sucesos históricos tales como protestas,
enfrentamientos, asesinatos, esclavitud, entre otras cosas; por consecuencia la producción agrícola
arrastró a América Latina a una enorme crisis.
Se pensaba que el café iba a traer felicidad, tranquilidad y estabilidad cultural, pero no fue lo que
sucedió, si bien ayudó un poco a la industria este producto dependía del mercado norteamericano y
no llegó a tener el impacto que América Latina necesitaba para dejemos de ser países
subdesarrollados.
Creo que otra hubiese sido la historia si en todo este tiempo América Latina hubiera invertido más en
investigación, en industrias; para que así podamos aprovechar toda la materia prima que tenemos y
dejemos de depender de la “temporada o del auge” de un producto en específico.

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