Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña en tu
blog o foro.
Índice
Sinopsis Capítulo 19
Capítulo 1 Capítulo 20
Capítulo 2 Capítulo 21
Capítulo 3 Capítulo 22
Capítulo 4 Capítulo 23
Capítulo 5 Capítulo 24
Capítulo 6 Capítulo 25
Capítulo 7 Capítulo 26
Capítulo 8 Capítulo 27
Capítulo 9 Capítulo 28
Capítulo 10 Capítulo 29
Capítulo 11 Capítulo 30
Capítulo 12 Capítulo 31
Capítulo 13 Capítulo 32
Capítulo 14 Capítulo 33
Capítulo 15 Capítulo 34
Capítulo 16 Capítulo 35
Capítulo 17 Capítulo 36
Capítulo 18
Sinopsis
Dicen que cuando tomas venganza contra otro pierdes parte de tu
inocencia.
Se fue.
Se esfumó.
Hasta ahora.
Estoy lista para recuperar lo que siempre estuvo destinado a ser mío.
—Impresionante.
—¿Cuál es el nombre?
—Lotus.
—Hmmm.
—¿Un imbécil?
Sonrío y estoy de acuerdo. —Sí. Solo que nunca supe que tenía
hijos, eso es todo.
Conduciendo a través del tráfico de la noche del sábado en el
circuito de Chicago, finalmente llegamos hasta la nueva construcción
del hotel-boutique que abastecerá a la élite de la ciudad. Tendemos a
encontrarnos en un número monótono de eventos como este. Con el
estatus de Bennett, no solo en esta ciudad, sino en todo el mundo, su
presencia es de un acuerdo en busca de publicidad y otras razones.
Pero Bennett se ha encontrado en varios negocios con Calum McKinnon
a lo largo de los años, así que el evento de esta noche no era uno que
nos pudiéramos saltar.
Soy recibida con una copa de champán y los ojos de unas cuantas
mujeres que sirven en algunas de las juntas de caridad en las que me
reúno.
—¿Cariño?
—No está aquí. Tuvo que volar a Miami para ocuparse de algunos
negocios.
Entumecida.
Vacía.
¿Por qué?
Porque lo odio.
Él cree, en este momento, que estamos haciendo el amor. Su pene
me llena lentamente mientras me acuesto debajo de él.
—Saciada.
Idiota.
2
Presente
Rodando sobre la cama, me encuentro sola. Nada nuevo. El olor de
la colonia para después de rasurarse de Bennett sigue en el aire, y
cuando me muevo y camino a la sala, lo veo sentado en la barra de la
cocina. Está leyendo un archivo mientras bebe café. Atando el cinturón
de mi bata de seda alrededor de mi cintura, me acerco hacia él por
detrás, envolviendo mis brazos sobre sus hombros, dándole un beso.
—Por supuesto que no. Pero no te vas hasta dentro de otras pocas
horas —digo y dejo caer mi cabeza, añadiendo una mueca de tristeza—.
Ojalá pudieras quedarte.
—¿Ocupada?
Él sonríe.
Yo sonrío.
—Te amo.
Edad: 31
—Mmm hmm.
—Sí, algo así. Debe ser esta nieve constante que estamos teniendo.
Me vuelve floja —le digo—. Entonces, ¿cómo va todo?
—¿Ah sí? Bueno, tal vez cuando regrese debería mostrarte lo extenso
que es mi vocabulario.
—Voy a llamar al hotel para ver si puedo organizar una reunión para
revisar el espacio de nuevo.
—Estuvimos allí.
—Sí, pero ahora quiero verlo vacío, sin toda la gente de clase alta de
Chicago flotando en él.
—Nina Vanderwal.
—Lista.
—Creo que mi esposo tenía razón; es el lugar perfecto para dar una
fiesta.
Parece divertido por algo, tal vez por mí, y saca las manos de sus
bolsillos, colocando una en mi espalda mientras me guía fuera de la
habitación.
Sonriendo por sus bromas, digo—: Sí. De vez en cuando soy capaz
de salir de debajo de mi roca para mantenerme al día con la tecnología
moderna, gracias.
—No.
Declan saca una silla para mí, y mientras tomo asiento, Betty me
saluda y dice—: Fui informada que estamos planeando una fiesta de fin
de año. ¿Ya tienes alguna idea de qué es lo que quieres?
—Almuerza conmigo.
—¿Por qué?
Sus ojos son suaves, así como su voz, cuando dice eso, y le
pregunto—: ¿Por qué de repente estás siendo amable?
Con una sonrisa, le doy una pizca de obediencia cuando digo—: Voy
a tomar los panqueques crujientes de arándanos entonces.
—¿Escocia?
—¿Sabes de otro?
Sabelotodo.
—¿Eso te molesta?
—No.
—¿Quieres niños?
—No puedo tener niños, así que realmente no importa lo que quiera.
Él hace una pausa, no esperando esa respuesta, y luego pregunta—:
¿Por qué no puedes tener niños?
—¿Lo amas?
—Sí.
Mentira.
—¿Entonces es él?
Como si no hubiera pasado nada, abre la puerta del auto para que
pueda entrar.
—¿Por qué?
—The Legacy.
—¿Cómo es eso?
—Dime, Nina.
Mis ojos se encuentran con los suyos cuando digo, con una ligera
sacudida de mi cabeza—: Supongo que todavía estoy tratando de
averiguarlo.
—No lo sabe. Piensa que disfruto de las citas de almuerzo con las
esposas cuando realmente las detesto.
—¿Estás lista?
—¿No?
—¡Papi!
Extiende sus brazos hacia mí. —Ven aquí, muñeca —dice mientras
se gira en la pequeña silla y estira sus piernas. Levantándome en su
regazo, envuelve sus grandes brazos alrededor de mí y me hace reír
cuando besa la punta de mi nariz—. Nunca te lanzaría un hechizo y te
enviaría lejos. Eres mi niña pequeña, ¿sabes eso?
—Pensé que era una chica grande ahora que tengo cinco años.
Lo veo reír, una gran sonrisa, con líneas en las esquinas de sus ojos.
Incluso más que al chocolate.
Pongo mi mano en su mejilla, pinchándome con su rastrojo, y le
digo: También te amo más que al chocolate.
—Uh huh.
—Policía del condado de Cook. —Es todo lo que escucho cuando los
hombres vienen cargando dentro de la casa.
—Estás arrestado.
No sé lo que significan esas palabras mientras el miedo frío corre a
través de mí, empuñando la camisa de mi papá en mis manos, reacia a
dejarlo ir.
—¡No! ¡Déjame!
No hablo.
—Estoy aquí para hablar contigo sobre eso —me dice—. ¿Te gustaría
unirte a mí en la cocina? Podemos conseguir un aperitivo o algo de
beber.
—Día confuso, ¿eh? —dice ella mientras dobla sus manos juntas en
la parte superior de la mesa.
—¿Cuál es tu nombre?
—¿Qué hizo?
—No estoy muy segura todavía. Pero por ahora, vas a venir conmigo.
Yo trabajo para el Departamento de Niños y Servicios Familiares, lo que
significa que voy a encontrarte una casa con gente muy agradable con
la que te quedarás mientras tu padre está en problemas y no puede
estar aquí contigo, ¿de acuerdo?
Comodidad.
Hogar.
Cuando escucho el timbre de la puerta, sé que es el momento. He
pasado por varios cambios de casa antes.
Bárbara está ahí de pie hablando con Molly, la madre adoptiva que
ya no quiere lidiar conmigo.
—He encontrado cinco buenos hogares para ti, y has conseguido que
te echen de cada uno de ellos. Me mantienes ocupada, ¿sabes eso?
Ella apaga el auto y me mira. Siento que haría cualquier cosa para
convencerla de que gire el auto y me lleve de vuelta a Northbrook.
—Vamos. Tengo un largo viaje de vuelta —dice cuando sale del auto
y abre la puerta de atrás para agarrar mis maletas.
—Elizabeth.
Las tres subimos las escaleras mientras crujen bajo nuestros pies y
entramos a la habitación púrpura. Las paredes coinciden con el suéter
de la señora Garrison, y observo mientras me muestra el armario y
luego el baño Jack y Jill2 que colinda con el otro dormitorio.
—Mmm hmm.
2
Baño Jack and Jill: es un cuarto de baño con dos puertas, en el que se puede
acceder desde dos diferentes habitaciones o áreas.
—¿Quieres que te ayude a desempacar, querida? —pregunta.
—Yo lo haré.
Asiento.
Asiento.
—Hola.
—Tres años.
—¿Espectáculo de artesanía?
—Ocho. ¿Tú?
—Elizabeth.
—Está bien —le aseguro—. Siento que estés atascado aquí, pero no
será para siempre.
—¿Sí?
—No me voy a dar por vencida —digo—. Necesito que sepas eso.
Haré lo que sea necesario para darnos ese nuevo comienzo.
—Sí.
—También yo. Estoy harto de vivir así, nena. No tienes idea —dice
mientras toma mi rostro entre sus manos y me mira—. Sabiendo que
ese jodido tiene sus manos sobre ti…
—No lo siento.
—No me mientas.
—Lo odio.
—Sí —respiro.
Cerrando los ojos, me desplazo hacia donde no existe nada más que
el placer que se forma dentro. Sus carnales gruñidos calientan mi oído
con su aliento mientras entierra su cabeza en mi cuello. Follamos
suciamente, como animales. La mezclilla de sus vaqueros que se
empujan debajo de su culo roza la parte posterior de mis muslos
mientras nos molemos uno contra el otro, mi culo fuera del sofá cuando
encuentro su choque. Codiciosos.
—Lo siento —digo mientras estoy ahí de pie, y cuando me pasa para
tirar el rollo de toallas de papel, responde—: No me importa la cerveza.
—Lo siento por más que solo la cerveza —le digo—. Desearía poder
darte más dinero.
—¿Por qué?
—Tú sabes cómo es. Nada ha cambiado para mí —me dice. Pike
siempre ha encontrado la manera de arreglárselas, haciendo pequeñas
estafas y cosas así. Pero hace la mayor parte de su dinero vendiendo
drogas. Como yo solía hacer.
Cuando salimos del sistema, vivíamos con uno de los amigos de Pike
para el cual trabajábamos, traficando drogas.
—¿Necesitas algo?
—Sí —respiro.
—Lo sé, pero Declan ya ha programado las citas con los vendedores
para la fiesta. Estaré ocupada por el siguiente par de semanas.
—¿Me deseas?
—¿Hola?
—Hola.
—Me preguntaba si podrías pasar por el hotel más tarde hoy. Betty,
de Marguerite Gardens, tiene algunos arreglos para que los veas —dice.
—Um… claro. Eso no debería ser un problema en absoluto. ¿A qué
hora sería bueno?
—¿Segura?
—Tú también.
—Adelante —llama.
—Gracias —murmuro.
—¿Qué te parece?
—¿Tomarlos todos?
—¿No hay siempre una elección? —pregunto con un tono que indica
que estamos hablando de algo más que flores.
—En todos los casos. Ahora deja de estar allí y siéntate conmigo.
Con una sonrisa que usa realmente bien, dice—: ¿Estás a la altura?
Silencio.
3
Fannybawbang: De origen escocés nombre dado a una persona que es molesta, inútil o simplemente
estúpido.
Libero un suspiro, dándole lo que quiere escuchar. —Porque no soy
de este mundo. No soy como esas mujeres, y… —Me detengo, tomando
un momento antes de añadir en voz baja—: me asusta que ellas me
juzgarán, así que prefiero que me teman porque es más fácil de esa
manera. —Cuando digo las palabras, la verdad que está atada a ellas
me sorprende.
—Supongo.
—¿Estás sola?
—¿Escocia?
—Kansas.
—Bennett, hola —digo así Declan sabe con quién estoy hablando.
—Acabas de verme.
—También te amo.
—¿Por qué?
—Bien.
Pike se levanta del suelo y va tras Carl, pero solo toma un golpe para
noquear a Pike de nuevo, y Carl tiene su mano cerrada alrededor de mi
muñeca mientras grito y me revuelvo. De repente, me ha levantado del
suelo con un firme agarre alrededor de mi cintura.
—¡Pequeña mierda! —grita él, pero está mezclado con los gritos de
Pike también, y entro en pánico. Pánico puro.
Gritando, llorando, pateando y lo siguiente que sé, es que estoy
siendo empujada en el pequeño armario del pasillo. Carl me tira fuerte
contra el suelo y luego tira de mis muñecas, usando su cinturón para
atarme a la barra inferior de ropa. Todo es un borrón caótico. Todo el
mundo está gritando, y el terror en mi cuerpo me hace difícil respirar a
través de mis llorosos gritos de ayuda. Escucho a Pike, y me aferro a su
voz cuando el puño de Carl choca contra mi cara.
Golpe.
Cerradura.
Oscuridad.
—¿Elizabeth? —susurra.
—¿Pike? —lloriqueo.
—¿Qué?
—¿Sí?
—¿Elizabeth?
—Espera.
—¿Qué era?
—¿Sí?
—No.
—¿Qué coño es ese olor? —gruñe Carl mientras intento abrir mis
ojos lentamente contra la luz punzante.
Estuve encerrada en ese armario durante dos días sin nada, sin
nada excepto Pike, que se coló cada noche para hablar conmigo a través
de la puerta así no estaría sola. Saber que él haría eso por mí me hace
querer abrazarlo más fuerte, así que lo hago.
—¿Por qué?
—Lo sé.
—Va a estar ocupado por un tiempo, pero una vez que todo esté en
marcha, bajará el ritmo de nuevo.
Entrelazo mis dedos con los suyos y disfruto con el hecho de que
esta nueva compra lo tendrá tan lejos por un lapso de tiempo más
largo, permitiéndome trabajar en Declan. No podría ser una situación
mejor. Con Bennett y Baldwin fuera, podré ir y venir como me plazca
sin tener que explicarlo.
—Nina —dice con una sonrisa, y mis nervios flotan hasta la parte
superior de mi estómago. Toma mi mano, dándome un casto beso en la
mejilla, y luego saluda a mi marido—. Bennett —dice con un apretón de
manos firme—. Es bueno verte de nuevo.
Ensancho mis ojos, dejándole saber que cruzó una línea, cuando
Bennett pregunta, confundido—: ¿No te agradan?
—¿Perdón?
—No te creo.
—¿Mentiras a un lado?
—Saboreándote.
—¿Qué? —pregunto.
—Lo siento, cariño. El vuelo está listo para salir. Hubo una
incomunicación sobre la reprogramación y tenemos que salir.
—¿Ahora?
Levanto la mirada hacia él, y toma mis labios, los labios que Declan
acaba de tener, y me besa. Largo, lento y suave. Mantiene la conexión
por un momento antes de alejarse y mirarme. —Eres tan hermosa.
—No.
—Te llamaré tan pronto como llegue —me dice y luego bromea—:
Usa este tiempo para comprarme muchos regalos de Navidad.
—¿Estás triste?
—¿Cualquier cosa?
—¿Vives aquí?
—Gracias.
—¿Por qué?
—¿Por?
—Hay algo sobre una flor hermosa, casi perfecta, que emerge del
agua.
Extraño a mi padre.
—Por supuesto.
—¿Por qué?
—Amo a mi esposo.
—Dime que no me quieres —dice, con los ojos clavados en los míos.
—No te quiero.
Luego, con sus piernas entrelazadas con las mías, desliza su mano
por mis pantalones, debajo de mis bragas, separando los labios de mi
coño y arrastrando su dedo a través de mi calor. Me sonríe cuando
siente lo mojada que estoy y entonces rápidamente quita su mano,
trayéndola a mis labios y empujando su dedo en mi boca, diciéndome—:
Prueba tus mentiras, Nina.
—Declan...
—¿Hmm?
—Nina…
Joder, ¡Cristo!
Esta planta es privada, así que voy y paso más allá del ascensor y
bajo a la habitación de Declan.
Luces.
Cámara.
Acción.
—Quédate.
—Tal vez hace una hora más o menos, señora Vanderwal —dice—.
¿Puedo servirle una taza?
—No, gracias.
—No.
—No.
—¡Déjame ir!
—No hasta que dejes de engañarme. Deja de mentir, y dime por qué
viniste a mí anoche.
—Dime.
—¿Por qué?
—Declan... —vacilo.
—¿Por qué?
Con una risa ligera, digo: Bueno, por un lado, necesito ponerme
algo de ropa limpia.
—Así que ve a casa y cámbiate. Yo te recogeré.
Cuando el portero llama para decirme que Declan está aquí, agarro
mi abrigo de lana, bufanda, guantes y sombrero de punto. Veo a Declan
parado en el vestíbulo mientras las puertas del ascensor se abren, y es
la primera vez que lo veo vestido con un par de vaqueros oscuros y
suéter gris bajo su abrigo de lana negra. Se ve intenso y cuando se
vuelve hacia mí, su sonrisa crece.
—Vamos.
—No.
—¿Qué?
—¿Patinaremos?
—Bien.
—¿Bien?
Con una sonrisa en su rostro, pregunta: ¿Por qué eres tan terca?
—¿Terminaste?
—Entra.
—¿Debería estarlo?
—¿Café? —pregunta.
Nunca dice que lo siente, disculpándose por algo con lo que no tuvo
nada que ver, y lo aprecio, aunque lo estoy alimentando con mentiras.
—¿Qué hiciste?
—¿Y ahora?
Bajando la mirada a mi taza, veo las bandas de vapor flotar fuera del
café y disolverse en el aire cuando respondo con falsa trepidación. —Y
ahora me doy cuenta de que soy esa pobre muchacha que corrió. La
chica que nunca vio. Es como que me desperté un día y de repente me
di cuenta de que realmente no encajo en todo esto. Que ya no estoy
segura de mi lugar en este mundo.
Declan se mueve para sacar la taza de mis manos y la pone sobre la
mesa mientras cierra el espacio entre nosotros. Tomando mis manos en
las suyas, pregunta: ¿Lo amas?
—No lo hagas.
—¿Qué cosa?
—Sí.
—¿Por qué?
—¿Qué hicieron?
—Me llevó a patinar sobre hielo —digo con un desliz de una sonrisa,
y su rostro se contorsiona antes de que chasquee—: ¿Qué coño?
—Lo sé.
—¿Cómo podría?
—Hmm.
Pike empuja mis rodillas más abiertas y escupe su saliva sobre mí,
mojándome, y corre sus dedos a través de mis pliegues para esparcirlo.
Cuando le doy un asentimiento, se sostiene a sí mismo y empuja dentro
de mí. Apretando mis ojos cerrados, aprieto mis brazos alrededor de él
mientras me folla, despejando mi cabeza y limpiando las manchas de
Bennett y ahora, de Declan.
—Clara, hola —digo mientras miro sobre la estufa para ver lo que
está preparando.
—Un poco.
Siempre tiendo a sentir un poco de náuseas después de mis visitas
con Pike. Después de la tristeza sexual seguido de las sobrecogedoras
despedidas. Tiende a tener este efecto sobre mi estómago cuando me
voy, regresando a la máquina de emociones en la que me he visto
obligada a convertirme desde que era una niña pequeña.
Miro en la caja por una nota, pero no hay una, así que me giro y le
pregunto a Clara—: ¿Había una nota o algo con esto?
Lo soy. Tan enferma como pueda ser, todavía soy mejor que las
profundidades superficiales de ellas.
He visto algunas fotos para saber que tengo mi cabello rojo por ella.
Ella lo usaba en un corto Bob, donde el mío es largo con solo un toque
de olas. Ella era guapa. Solía imaginarla viviendo con mi papá y
conmigo cuando yo estaba atada en ese armario. Ella sonreiría y
besaría a mi padre mientras yo me moría de vergüenza, pero en secreto
me encantaba verlos así. Me abrazaría de noche, meciéndome mientras
mi papá me cantaba. Él siempre me cantaba por la noche. Nunca
olvidaré el sonido de su voz mientras me dormía.
La parte superior de mi nariz hormiguea con el pensamiento de él, y
ni siquiera me doy cuenta de lo apretado que tengo mis dientes cuando
Clara pregunta: ¿Estás bien?
—Hola.
—¿Estás bien?
Me sitúo de nuevo sobre el suelo con mis manos atadas por encima
de mi cabeza, y pregunto—: Ya que es mi cumpleaños, ¿puedo elegir el
juego esta noche?
—Umm… Qué tal sobre comida, pero tiene que ser comida chatarra
—le digo. Pike y yo jugamos juegos de alfabeto uno con el otro. Uno de
nosotros escogerá un tema y cualquier letra con la que termine
nuestras palabras debe ser la letra inicial de la palabra que la otra
persona tiene que inventar. Si no puedes pensar en una palabra,
pierdes. Fue la idea de Pike comenzar a jugar estos juegos. Solía solo
sentarme y llorar cuando él venía a mí por la noche, así que esta es su
manera de mantener mi mente ocupada.
—Swedish Fish.
—Happy Meal.
—Eso no es comida, Pike. Es un platillo. —Me rio.
Sin duda, Pike robó esto de alguna tienda, pero no me importa. Este
será el único regalo que recibo este cumpleaños, y lo amo por dármela
ya que hay muy pocas cosas que puedo llamar mías.
—Te amo, Pike —digo. Mirándolo mientras se sienta allí con una
expresión casi preocupada cuando pregunta—: ¿No crees que es
estúpido?
—No. Es perfecta, y me encanta.
—Un segundo.
—¿Él necesita alguna razón? —Es todo lo que dice cuando sale
enojado de mi habitación, y me siento enferma cuando lo sigo y me
quedo de pie en lo alto de las escaleras mientras él baja.
Un
Monstruo
De
La
Vida
Real.
—Déjala caer.
El hielo en su voz me asusta, así que abro mis dedos y la dejo caer
al suelo.
—¿Cualquier cosa?
—Cr-Creo que sí. Quiero decir… n-no lo hago, umm… —No puedo
sacar las palabras a través del terror que me está apuñalando desde
adentro. He oído hablar de sexo. Sé de sexo. Simplemente no entiendo
lo que es exactamente.
—Solo dos años más —dije, y con una mirada confundida, ella
preguntó—: ¿Qué pasará en dos años?
—El Estado terminó con sus derechos sobre ti. Cuando salga, no
puedes volver a casa. No se le permite tener ningún contacto contigo.
Cuando abre sus ojos, dice—: Por favor, no me odies. No dejes que
destruya lo que tenemos. No le des ese poder para separarnos uno del
otro. —Él toma una respiración temblorosa—. Me dices todo el tiempo que
soy todo lo que tienes, pero va en ambos sentidos. No tengo nada más
que tú. Eres mi única familia, Elizabeth. Por favor, no dejes que te aleje
de mí.
—Lo siento.
Las únicas veces que siento incluso una cantidad remota de alivio
del sufrimiento interminable es cuando estoy con él. De alguna manera,
me permite respirar en este mundo clandestino en el que vivimos los
dos.
Bobbi sabe lo que sucede allí abajo, pero ella elige ignorarlo
mientras hace sus artesanías baratas y colecciona sus estúpidos patos.
Estoy lista para volver a la escuela porque significa que no tengo que
vivir constantemente en ese armario olvidado por Dios. Ahora que
volveré a la escuela, sé que solo tendré que ir a la oscuridad los fines de
semana. Yo soportaría casi cualquier cosa para mantener a Pike, así
que nunca mencioné una palabra de lo que ocurre dentro de esa casa
por miedo a que me alejen de Pike. Si yo no lo tuviera, no tendría a
nadie, ni garantía de que no sería colocada en otro hogar abusivo, solo
para encontrarme sola. Así que me quedo, y mi silencio quita los
pedacitos de bondad que quedan en mí.
—Lo sé, pero yo... —Lo miro brevemente y luego desvío mi mirada
cuando le hago saber, contra el calor de mi rostro, murmurando—:
Creo... Creo que acabo de comenzar mi período.
—¿Cuánto cuesta?
—Mmm hmm.
—Shh, no quiero que nadie sepa que tengo esto, ¿de acuerdo?
—¿Qué están haciendo ustedes dos ahí arriba? —grita Carl desde
abajo.
Nunca sé lo que Carl quiere que hagamos, así que cuando llego allí,
mi estómago gira al pensar que estoy en mi período. Jalando la mano de
Pike, él se vuelve hacia mí, pero antes de que pueda murmurar nada,
Carl habla.
—Yo-yo...
—¿Qué mierda está pasando? —grita Carl mientras está frente a mí.
—¿Qué? —exhalo.
—Me gusta más mi idea, ahora quítate la maldita ropa y ponte sobre
tus manos y rodillas.
En cámara lenta.
¡THWACK!
¡THWACK!
—Dime qué puedo hacer. —Su voz es preocupada y sus ojos no son
más que una muestra de su compasión.
Él toma mi mano, entrelaza sus dedos con los míos, y los sostiene
con fuerza, y el toque solo me hace llorar más fuerte.
—Lo siento jodidamente tanto —dice con sus ojos llenos con
lágrimas.
—Lo siento.
—Duele.
—Un día, te lo prometo, ese cabrón va a pagar por esto —dice con
coraje y todo lo que puedo hacer es asentir con mi cabeza cuando
empiezo a pensar en cómo se sentiría matarlo.
¿Qué tan enferma estoy? Una niña de doce años fantaseando con
matar a alguien.
Después, estuve atada en el armario y fui dejada allí por otros dos
días.
Ella sacude su cabeza, y cuando veo que su rostro cae, toma esa
esperanza directamente junto con ella, diciendo—: Lo siento. Tu padre
está muerto.
Quiero gritar. Quiero patear y golpear algo. Quiero pisotear mis pies
contra el suelo como un niño pequeño y hacer la rabieta más
desgarradora de almas que una muchacha de mi edad podría,
gritándole al mundo y a cualquiera que escuche cómo los odio a todos.
Quiero gritar tan fuerte que la sangre salga. Quiero hacerlo todo, pero
no lo hago. Es una guerra dentro de mí, pero la escondo bien. ¿Cuál es
el punto de exponerla? No es como si fuera a marcar la diferencia. Nadie
va a venir a rescatarme. Así que en su lugar, me siento en estos
escalones y silenciosamente lloro.
—Parece que hubo una pelea que estalló con algunos de los presos y
tu padre fue apuñalado. El lugar se quedó en aislamiento y para
cuando los guardias pudieron llegar a él, era demasiado tarde.
—¿Por qué? Quiero decir, yo-yo... —Apenas puedo hablar mientras
los sollozos empiezan a romper mi fachada, causando que mi cuerpo se
sacuda en agitados temblores—. ¿Estás segura de que era él? Quiero
decir, ¿qué pasa si se cometió un error?
—Nada cambia.
—La odio, Pike. Odio a todos. —Me ahogo alrededor del dolor.
—Dime.
Mis palabras duelen cuando salen. —M-mi papá. Ella dijo que está
muerto, Pike. Que alguien lo apuñaló, y murió. —Decir las palabras
cortan profundo, y el asimiento que Pike tiene sobre mí de repente se
vuelve mil veces más fuerte.
Quiero a mi papá.
Ahora.
Quiero a mi príncipe.
—¿Te asusta?
—No. ¿A ti?
—¿Cómo lo sabes?
Antes de que lo sepa, sus labios están en los míos en un beso sin
movimiento. Me agarro de sus muñecas, y en un borrón, en un
momento inadvertido, nuestras bocas se mueven juntas.
Todo esto se siente diferente a los cientos de veces que hemos hecho
esto antes. Siempre es frío y sucio, con Carl observándonos todo el
tiempo.
—¿Dónde?
—No pienses en él. No tiene nada que ver con esto. No estamos en
ese colchón ahí abajo; estamos en mi cama. Estás a salvo.
—¿Qué hiciste?
—Ella estaba sentada al final de la misma mesa que yo, así que le
tiré mi manzana y la golpeó en la cabeza. Antes de que lo supiera,
estábamos fuera de nuestros asientos y la tenía en el suelo.
Asiento.
—¿No?
—No.
—No.
—¿Ahora?
—Oh, Dios mío —murmuro para mí. No puedo creer que esto esté
sucediendo. Mi corazón se siente como una bola de demolición dentro
de mi pecho, alejando de un golpe mi patética vida. Me paseo por la
cama de Pike y me siento, agarrando el borde del colchón con mis
manos, y observo mientras empieza a meter ropa en su mochila. Las
lágrimas caen de mis ojos sin esfuerzo. Perdí a mi padre con la fe de
que lo volvería a ver, y ahora estoy perdiendo a Pike con el conocimiento
de que la vida no te garantiza nada, no importa cuánto lo quieras.
Una vez que su mochila está cerrada, se arrodilla frente a mí con
sus manos en mis rodillas. Él es una visión borrosa y confusa a través
de las lágrimas que nos separan.
—Por favor. —Es una vaga súplica, en realidad es una súplica por
cualquier cosa.
Asiento.
Ya lo sabes.
La vida sin Pike era peor que los pantanos del infierno. Solitaria.
Desolada. Una vida que nadie quiere creer que sea real, pero lo es. Me
volví oscura por dentro. No, eso no es verdad. Me volví incolora. No
podrías haber pintado un retrato de mí porque yo ya no existía. Para
existir, tienes que tener vida y yo apenas era un robot, una máquina,
dime qué quieres y lo haré, paralizada a las emociones y consecuencias.
Jódete, vida.
Te odio.
¿Cínica?
Sí, lo soy.
—Mierda.
—Nunca.
—Háblame.
—Está bien. No estás ahí, así que paso la mayor parte de mi tiempo
preocupado por ti.
—Sí. Solo danos una hora —le dice Pike mientras él estaciona el
auto y sale.
Niego nuevamente.
—Sé que no lo ves, pero eres una chica fuerte. Estarás bien.
—Él me hace cosas horribles. Cosas que nunca antes hizo —le
revelo. Él me acurruca en su pecho y besa la cima de mi cabeza
mientras lo abrazo, agregando—: Y ahora no estás ahí para alejarlo.
—Alejándolo.
—Pero tu amigo…
Cada vez que veo a Pike, él tiene un nuevo tatuaje. Odio que se esté
marcando tanto. Como si con cada tatuaje, se está llevando lejos un
pedazo del Pike que conozco y sustituyéndolo con un nuevo Pike, un
Pike que solamente consigo ver una vez a la semana en el asiento
trasero de ese Mustang mientras tenemos sexo. No tenemos mucho
tiempo para hablar, así que se siente como si yo lo usara mucho para
escapar. Es abrumador ahora, las emociones después. He comenzado a
llorar mucho cuando terminamos. Eso preocupa a Pike. Intenta
hablarme, y yo intento explicarle como comienza a hacerme sentir
culpable, pero me asegura que está bien, Así que después del sexo, lloro
y Pike me sostiene, haciendo lo que puede para que me sienta mejor.
Esto es el por qué estoy tan ansiosa de que Pike venga por mí.
—Sí.
—Sí.
Una vez en el auto, Matt nos conduce lejos mientras miro hacia
atrás a esa casa blanca de mierda que me mantuvo encerrada desde
que tenía ocho. He pasado casi la mitad de mi vida en ese diminuto
armario y obligada a entrar en ese sótano, El auto finalmente gira, y
cuando la casa se desvanece, caigo contra el pecho de Pike y empiezo a
sollozar como un bebé.
Pike juró que catorce seguiría siendo mi año. Quería creerle, pero
siempre dudé.
—Eso creo. Simplemente estoy feliz de que Bennett esté aquí. Una
parte de mí estaba preocupada de que tendría que volver a salir de la
ciudad.
—Pregúntale a Nina.
—Nada.
—Estás coqueteando conmigo, Nina. Estás jugando conmigo.
—No lo estoy.
Presionando.
—… ahora...
Más cerca.
—... mismo.
—Amo a mi marido.
—Dilo —exige.
—¿Lo quieres?
—Baño.
Lo hago.
—Solo estoy...
—¿Estás qué?
—¿De mí?
—¿De esto?
—¿Cuándo?
—Esta noche.
—Dilo —exige.
—Pero ya está llenando algo que no sabía que estaba vacío hasta ti.
Solo... solo necesito un poco de tiempo para pensar en esto.
—Detente.
—No.
—No —dice con voz endurecida—. No juego juegos, y esta eres tú,
jugando conmigo.
—Sí, cariño.
Él es tan idiota.
Mirando hacia la ancha faja de raso color naranja quemado que está
envuelta en mi cintura y por mis caderas, sacude su cabeza,
sosteniendo ambos extremos y dice—: ¿Qué hago con esto?
—Hmm… dime.
—Estás perfecta.
—Vamos —dice—. Quiero que todos vean lo hermosa que te ves esta
noche.
4
Se refiere a una persona muy atractiva tomada por otra persona a un evento social con el fin de
impresionar a otras personas.
La habitación está llena de amigos, colegas de mi marido, camareros
sirviendo varias bebidas y canapés, la banda tocando y las personas
bailando y mezclándose.
—Los chicos siempre serán chicos —dice y luego agrega con una
sonrisa—: Especialmente cuando se trata de dinero y tirar su poder.
Así que mientras Declan coquetea con la mujer en su brazo, sus ojos
todavía fijos en los míos, dejo que mis ojos se cierren mientras corro mi
nariz a lo largo de la mandíbula de Bennett hasta que mis labios se
encuentran con los suyos en un tierno beso. Con una mano detrás de
su cuello, entierro mis dedos en su cabello mientras continúo
besándolo.
—¿Estás bien?
—Estaré bien. Solo necesito un poco de aire. Volveré pronto —le digo
y luego le doy un beso amoroso delante de Declan, tomándome mi
tiempo en una muestra indecente de afecto. Por suerte para mí, conozco
a Bennett, y le encanta hacer un espectáculo de mí, así que lo uso con
la intención de hacerme sentir de alguna manera mejor acerca de este
fracaso colosal que he creado.
—Mírame.
Lo hago.
—¿Me deseas?
—¡Respóndeme!
—Te deseo.
Tan pronto como las palabras están fuera, me empuja hacia abajo
rápidamente, y antes de que lo sepa, tiene mi vestido levantado,
exponiendo mi trasero. Mis manos agarran la orilla del lavamanos para
prepararme mientras tira mis bragas a un lado.
—Dime, Nina.
—Mmm mmm.
—¡Más fuerte!
—Te deseo. Por favor. —Mis palabras, más una súplica que
cualquier otra cosa, lo incitan a ir más fuerte, golpeando dentro de mí a
un ritmo violento. Su asalto estalla rápidamente a medida que se viene,
brotando su esperma caliente dentro de mí con un gruñido poderoso.
—Sí —murmuro.
—Hablamos de esto antes, y te dije que estoy bien. Pero ¿por qué
tienes que llevarlo contigo? —pregunto.
—Las leyes allí son estrictas, y me gusta tenerlo para vigilarlo todo
explica. Es más seguro que no esté solo.
—No. No quiero que te preocupes por ninguna cosa, por eso Baldwin
viajará conmigo.
—Es que, la última vez que estuve allí, surgió una situación con una
pareja que compartió un taxi que se alojaba en el mismo hotel que yo.
Me hizo darme cuenta de lo mucho que no sabía acerca de las leyes allí
me dice y luego me lleva a una de las sillas que están junto a las
ventanas.
—Entonces, ¿cuáles son tus planes para los próximos días mientras
me voy? pregunta.
—Tengo que pasar por la Tribune Tower para reunirme con el señor
Bernstein sobre ese artículo social que fui abordada a escribir.
—Creo que sí. Quiero decir, será una gran exposición para las
organizaciones benéficas con las que trabajamos. Pensé que podríamos
aprovechar esta oportunidad para dar a conocer algunas de las
fundaciones más pequeñas con las que estamos afiliados le explico.
Sé que no soy escritor ni nada, pero puedo intentarlo, ¿verdad?
—Tres días. Son solo tres días —dice con una sonrisa.
—Sí. Tres días y luego te marchas unos días después de eso —le
digo con un suave empujón a sus costillas, lo que le hace reír y
acurrucar su cabeza en el hueco de mi cuello, dándome un par de
pinchazos.
—Yo.
—Estoy asustada.
—¿Lo sabes?
—No necesita saber nada hasta que estés lista para decir algo. Él no
existe aquí en mi casa. Somos solo tú y yo me dice antes de que sus
labios toquen los míos en un suave beso. Un beso muy poco Declan. Es
gentil, y cuando alcanzo a tocar su rostro, agarra mi muñeca en su
mano y me levanta sobre su regazo. Mis piernas cruzan sus caderas y
su erección es evidente cuando se presiona entre mis piernas.
—¿Lo haces?
—Sí.
—Buena chica.
Esas dos palabras, las he oído tantas veces de ese pedazo de mierda,
Carl. Siempre me las decía cuando yo lo hacía venirse. Nadie me ha
dicho esas palabras desde él, hasta ahora. Y sé que esto va a
destruirme, pero ¿qué otra opción tengo? Así que juego el papel y le doy
una sonrisa suave cuando todo lo que quiero hacer es vomitar.
Mis ojos se cierran con fuerza, y voy a poner cada esfuerzo para
desprenderme, pensar en cualquier cosa que no sea lo que está
sucediendo, pero Declan lo hace imposible cuando mete la lengua
dentro de mi coño mientras arrastra sus dedos a lo largo del pliegue de
mi culo, obligándome a tensarme. Luego toma esa mano, la estira
debajo de mí, y agarra mi pecho, pellizcando mi pezón entre sus dedos
mientras continúa follándome con su boca. Trato de concentrarme en el
dolor en mis brazos, pero atrapa mi atención cuando saca su boca de
mi coño, agarra el cinturón y me jala, levantando mi pecho de la cama,
de modo que ahora estoy sentada sobre mis talones volviendo mi cabeza
hacia él, me ofrece su boca, diciendo—: Pruébate a ti misma. Y luego
me besa, acariciando mi lengua con la suya.
—Fóllame.
—Sí.
—Háblame pide.
—Tienes que hablar conmigo. Dime por qué peleabas contra mí.
Sí.
—No.
—¿Te lastimé?
Sí.
—No.
Cuando abro mis ojos, los suyos están mirando los míos, narices
juntas, tan cerca.
—¿Por qué?
Libera una respiración profunda, diciéndome—: No hablemos de por
qué. No esta noche.
—¿Algún día?
—Mmm hmm. Bennett está en Miami por unos días. Soy tuya hasta
que regrese.
—¿No?
Tan pronto como llego a casa, tomo una ducha hirviendo, lavando
cada parte de mí, pero nada puede limpiarme de la forma en que Pike
puede. Me siento rompiéndome y detengo la pelea el tiempo suficiente
para dejarlo salir. Nunca en mi vida he querido sentir lo que Declan me
hace sentir. Cuando las imágenes de anoche y esta mañana corren por
mi cabeza, las lágrimas emergen mientras mi estómago convulsiona en
burbujas de asco putrefacto. Incapaz de mantenerlo abajo, salgo
rápidamente de la ducha, caigo de rodillas sobre el inodoro, y vomito
incontrolablemente. Es una mezcla dolorosa de saliva, vómito y
lágrimas. Visiones de Declan, Carl, cuero, carne, semen, ese asqueroso
colchón, el olor de ese sótano, el olor de Declan, mi odio vicioso por
Bennett, mi soledad por la falta de Pike, la lápida de mi padre. Todo me
consume. Lo oigo, lo huelo, lo veo, lo siento, y luego otra contundente
expulsión dispara su camino hacia arriba por mi garganta y dentro del
inodoro.
En este momento, odio mi vida. Odio todo sobre esta pocilga de vida
de la que tan desesperadamente quiero liberarme. Sollozos
dolorosamente rasgan fuera de mí, y mientras desciendo en el suelo de
pizarra fría, me acuesto allí, mojada y desnuda, el olor de mi vómito
llenando la habitación. Y cuando cierro mis ojos, veo a mi padre.
—Princesa, ¿qué estás haciendo? —murmura con una voz
somnolienta mientras me arrastro bajo las sábanas con él.
—Tengo miedo.
—¿Mal sueño?
—¡Papi! Eso hace cosquillas —grito y tan pronto como las palabras
están fuera, se ríe y acaricia su rostro en mi cuello, fingiendo comerme.
Los dos nos reímos fuerte en el cuarto oscuro, rodando alrededor de su
cama grande.
Quiero a mi papá.
Nunca volví a la escuela. Yo era una fugitiva, pero no dejé que eso
me definiera como un fracaso total. Pike me dio dinero para comprar
unos kits de educación en casa que me hicieron pasar la secundaria.
Hacerlo por mi cuenta no quita el hecho de que soy tan culta como
cualquier otro graduado, diploma o no. Siempre me ha encantado la
escuela y aprender cosas nuevas. Miraría a través de los catálogos de
cursos de la universidad local, compraría los libros de texto para las
clases que me interesaban y leería por mi cuenta. Pike siempre se ha
burlado de mí, pero no iba a dejar que la realidad de que era una
desertora de la escuela secundaria me atormentara.
Así que verlo aquí, ahora, me irrita porque no importa lo mucho que
me desagrade, siempre estaré endeudada con él por ese precioso regalo
que me permitió. Y cuando cierro el auto y entro, Matt se mofa,
sabiendo todo acerca de lo que estoy haciendo con Bennett.
—¿Qué coño?
—¿Qué coño?
—No lo hará.
—Sí —digo suavemente—, lo sé. Es lo mismo para mí, pero creo que
estoy un poco más distraída que tú, considerando mi papel. Pero siento
que finalmente está sucediendo. Esto es lo que todavía queremos,
¿verdad?
—Te prometí que haría lo que fuera para mejorar tu vida. No voy a
cambiar de idea sobre eso. Ese cabrón va a pagar por lo que le hizo a tu
vida.
—Aquí —dice.
—Para evitarme la molestia de tener que bajar aquí cada vez que
quieras venir. Tómala.
—¿Tú? Nunca.
—¿En serio?
—Siempre.
—Cena.
—Lo era.
—Nunca aprendí.
—Tú.
Su cabeza cae hacia atrás y una risa estalla, y el sonido me hace reír
más fuerte. Su sonrisa es amplia cuando baja la mirada hacia mí,
regresándome mis palabras, admitiendo—: Me gustas tú así, también.
—Joder —dice Declan con una ligera sonrisa mientras mira por
encima de mi hombro y cuando me vuelvo para ver la cocina llena de
humo, salto de su regazo y me apresuro a encontrar las nubes de humo
que sobresalen del horno.
—¿Qué? —resoplo.
—No lo sientas. Está bien —me asegura, corriendo sus manos por
mis brazos.
—Detente.
—¿Detener qué?
Entrecierro mis ojos hacia él, diciendo—: Hay cosas que puedo
cocinar perfectamente.
—No. Me diste algo para probarte, así que ahora me voy a probar —
le digo—. Solo… deshazte del pollo carbonizado, por favor.
Sirviendo nuestra cena, una de las pocas cosas que puedo cocinar,
camino hasta la mesa del comedor y coloco los platos en ella.
Sus ojos van a los míos, observando. —Te ves muy orgullosa de ti
misma y ni siquiera lo he probado todavía.
—Mmm.
—Estoy relajándome.
Nos quedamos así por un tiempo, tomando el calor del baño, casi
derritiéndonos el uno con el otro.
—¿Debería estar preocupado? —pregunta Declan, rompiendo el
largo período de silencio.
—Yo no… —Comienza con confusión escrita por todo su rostro, así
que le explico—: Es básicamente donde tienes un crecimiento anormal
de células fuera del útero. Así que las probabilidades de quedar
embarazada son casi inexistentes.
—¿Quieres hijos?
—Nunca voy a ser mamá, así que no tiene sentido lanzar deseos
inalcanzables al viento. —Ya he hecho bastante de eso. Puedo recordar
a Pike sentado a mi lado cuando el doctor me dijo que no podría tener
hijos. Nunca había pensado en eso hasta que me dijo que no podía.
Lloré durante días mientras Pike me abrazaba. Como si estuviera
llorando la muerte de algo que nunca fue mío para perderlo. Pero eso
fue hace más de seis años, y he llegado a la conclusión de que
probablemente sería una madre de mierda de todos modos. ¿Qué sería
capaz de darle a un niño? Antes de casarme con Bennett, Pike y yo
sobrevivíamos traficando drogas y apenas lo lográbamos. No es la vida
que quiero, así que, ¿por qué demonios la querría para mi hijo?
—Lo siento.
—No tienes que decir nada más —asegura antes de darme un beso y
envolverme de nuevo en sus brazos.
23
Presente
Terminé dejando a Declan la otra noche después de nuestro baño.
Bennett iba a regresar de Miami al día siguiente y quería estar en casa
en caso de que llegara temprano. He sido cuidadosa con mi
comunicación con Declan mientras mi esposo está en casa. Hablamos
en su mayoría por email porque esos son fáciles de borrar a diferencia
de un registro telefónico que es almacenado y rastreado. Preferiría ni
siquiera enviar emails, pero Declan insiste en hablarme durante el día.
DE: D. McKinnon
ASUNTO: Te deseo
-D
PARA: D. McKinnon
-Nina
DE: D. McKinnon
-D
PARA: D. McKinnon
-Nina
DE: D. McKinnon
-D
DE: Nina Vanderwal
PARA: D. McKinnon
ASUNTO: Barata
-Nina
DE: D. McKinnon
ASUNTO: ¿Barata?
-D
—Por ti.
Cuando estoy de pie frente a él, desliza sus manos bajo las tiras en
mis hombros y permite que el vestido caiga al suelo alrededor de mis
pies.
—Sólo te deseo —le digo—, una vez más antes de que te vayas.
—En absoluto, y por favor siéntete libre de hacerme llegar aún mas
tarde si eso te complace.
—Lo siento.
—¿Dónde has estado durante la última hora?
Abro mi boca para hablar, pero nada sale. Si discuto, sólo voy a
cabrearlo incluso más. Su mano se extiende para sujetarme bajo la
barbilla. Con su rostro suspendido sobre el mío, admite—: Estaba
preocupado de que algo te hubiera pasado.
Dejando caer su frente sobre la mía, cierra sus ojos por un momento
mientras toma una profunda inhalación de aire a través de su nariz. Mi
cuerpo salta cuando sus dedos repentinamente se clavan en mi
mandíbula, y puedo sentir cada trozo de tensión en su cuerpo mientras
abre sus ojos y da un pequeño paso atrás con mi rostro aún en su
agarre. Sus ojos son venenosos, causando que mi corazón retumbe
mientras un pequeño gemido suena en mi garganta.
—Yo-yo…
—No soy tan estúpido como para pensar que no tendrías sexo con
ese hombre, pero espero que vengas a mí limpia, ¿entiendes?
—Sí.
Y otro.
Y otro.
Golpe.
Golpe.
Golpe.
—No luches contra mí, Nina —gruñe, pero quiero hacerlo. Quiero
luchar en su contra y él lo siente, gritando con gruñidos apretados—:
¡Ríndete ante mí!
Tan pronto mis manos son liberadas, deslizo mis brazos alrededor
de su cuello, necesitando la comodidad, y sin saber cómo reaccionar
después de lo que acaba de pasar entre nosotros. Él acuna mi nuca,
presionando sus labios en mi oreja, susurrando—: Te tengo, cariño. —Y
cuando asiento contra su cabeza mientras me aferro a él, aprieta su
agarre en mí cuando susurra en mi piel—: Te adoro.
Mis emociones están por todo el lugar, y no sé qué hacer con los
sentimientos que me abruman. Es un deleite enfermizo. Odio que él
disfrute esto conmigo, que me mire de la manera en que lo hace. Pero
realmente odio no poder escapar con él. No me permite esa libertad y
eso me asusta hasta la mierda. Mi corazón sigue corriendo mientras
yazco allí, y él lo siente, manteniéndome más cerca y dándome un
suave—: Shhh. —En mi oído. Me sostiene en sus brazos de una manera
delicada, pero Declan es mucho más primitivo que delicado, aunque de
alguna manera es capaz de difuminar esas líneas en momentos como
este.
—No quiero que seas sólo mía cuando él se va, Nina. Lo quiero todo
el tiempo.
Y con sus labios contra los míos, murmura—: ¿Cómo te sientes? ¿Te
lastimé?
—No.
Cuando salgo del auto y camino dentro del remolque, Pike no dice
una palabra cuando se acerca a mí. Mi rostro es de piedra mientras
estoy allí.
—Oye.
—Así que…
—¿Estás segura?
—Sí.
—¿Tienes miedo?
—Sí —respiro.
—Estoy lista.
—¿Tu ojo?
—No.
Es perfecto.
Te echo de menos.
Escribo mi respuesta.
Te extraño también.
¿Estás bien?
Solo enferma.
Él responde tal como predije, así que continúo instigándolo con mis
respuestas.
—Declan…
—Bueno.
—Cuando llegué a casa anoche, él estaba allí. Le había dicho que iba
a pasar la tarde con una amiga, pero se enteró de que estaba mintiendo
y retrasó su vuelo hasta temprano en la mañana —explico, y cuando
unas cuantas lágrimas salen y ruedan por mis sienes, continúo—:
Estaba molesto y simplemente...
—¿Te golpeó?
—No lo hará.
—Poco después que nos casamos. No empezó tan mal, pero ahora...
—Tengo que.
—¿Con qué? Dios mío, Nina, parece que alguien te golpeó con un
bate. No tienes idea de lo que quiero hacer con ese hijo de puta ahora
mismo. Sólo pensar en que él tenga las manos en ti es paralizante.
—¿A ti? ¿La verdadera tú? —Cierra sus ojos por un segundo,
pellizcando el puente de su nariz, y luego me mira con sinceridad—. No
te escondas nunca de mí. Ni una sola maldita cosa.
—Siempre estaré herido por ti. Quiero herir por ti, quitarlo de ti para
poder soportarlo por los dos —susurra y luego sella sus labios con los
míos en un apasionado beso. Pero no puede quitar mi dolor. Nadie
puede. Pike lo intenta, pero nunca dura más de un breve momento. Mi
dolor está enredado dentro de las fibras de mi existencia. Aquí para
quedarse. Un recordatorio de que todos venimos en diferentes formas de
deterioro.
Declan arrastra sus labios lejos de los míos, diciendo—: Abre los
ojos.
—Déjalo.
—Yo…
—¿Por qué no? —dice, su polla cada vez más dura con cada palabra
pronunciada.
—¿Por qué?
—¿Lo hago?
—Segura.
—¿Estás bien?
—¿Cómo?
—¿Cómo lo sabes?
—¿Y qué hay de ti? Te gusta controlar casi todas las facetas de tu
vida. No lo harías si no intentaras enterrar algo.
Pero no lo hago.
No sentirás.
No sentirás.
No sentirás.
No te permitas sentir.
No te permitas sentir.
—¿Tienes hambre?
—Una taza.
—No quiero que te disculpes. Está bien. Solo te echo de menos, eso
es todo —dice dulcemente, ni siquiera cuestionando mi engaño. Saber
cuán engañados tengo a estos dos hombres me hace sonreír, e
interpreto los buenos sentimientos, devolviendo la dulzura—: También
te extraño, cuéntame acerca de tu día.
—¿Qué paso?
—Está bien, bueno, espero que tengas una buena noche. Te llamaré
más tarde esta noche antes de irme a la cama.
—Te amo.
—Dec…
—No.
—¿Lo amas?
—No.
—¿Estás sola?
Su voz se apaga mientras cierra sus ojos y deja salir un duro suspiro
por su nariz, sus labios apretados firmemente. Le doy un momento y
luego mueve lentamente su cabeza mientras cae de rodillas delante de
mí. Sus manos agarran mis caderas y su cabeza cae a mis rodillas
antes de levantar la mirada, pero no me mira a los ojos; está mirando
mis cardenales.
Abro mi boca para hablar al mismo tiempo que él, pero le dejo ir
primero.
—Creo que mientes sobre eso. Creo que quieres que lo crea. Tal vez
incluso tú quieras creerlo, pero es todo una mentira. Eres tú… tratando
de convencerte a ti misma.
—¿Qué, nena?
—Que me arruine.
—Me matará.
26
Presente
Declan estaba más que furioso que yo regresara a casa ayer. Pasé la
mayor parte de las últimas dos semanas alojada en su casa, solo
regresando a casa un par de veces cuando sabía que Clara estaría aquí.
Le di mis razones, sin embargo, dejando claro que tiene que ser de esta
manera y que Bennett nunca podría saber acerca de nosotros. Al pasar
tanto tiempo juntos como lo hemos pasado, veo a Declan enamorándose
fuerte de mí. Es honesto sobre lo que siente por mí y por nosotros y no
se disculpa por eso. Para un hombre que ejerce su poder y autoridad,
no solo conmigo, sino con casi todos con los que lo veo entrar en
contacto, enmascara una vulnerabilidad que puedo verlo tratando de
ocultar.
Aprendí mientras estaba con Declan que tiene una afinidad por la
lencería. Ya que necesito seguir atrayéndolo más, haré todo lo que
pueda. Cuando entro, mi estómago retumba al instante. Estar en
tiendas como esta me hace sentir sucia y asquerosa. Siempre ha sido
así. Sé que tengo un jodido sentido de la sexualidad; no estoy ciega a
los efectos que mi niñez tiene sobre mí. Solo pensar en adornar un
cuerpo que me parece repulsivo, un cuerpo que no tiene valor para mí,
me disgusta. Pero esto no es para mí o para mi agrado, es para Declan.
—Es una pena que no te quedes más tiempo. He estado tan ocupada
últimamente, pero deberíamos organizar una cita para almorzar —digo,
fingiendo que realmente me preocupo por nuestra artificial amistad.
—No. Ella se detuvo hace unos minutos —me dice—. Tomé una
pequeña siesta y desempaqué.
—Finalmente.
Te extraño.
Yo también.
Lo hago.
Dímelo.
Te _____.
Sí.
¿Tienes un barco?
10 am.
¿Eso crees?
Mmmm.
¡MI polla!
Tu chica.
Su petición hace que sus celos sean claros. Le diré lo que sea que le
haga sentir mejor, pero no dejaré de follar a Bennett. Tengo que
mantener mi farsa con él también.
Podrías serlo ;)
Creo que ambos sabemos que puedo ver más allá de tus
paredes bastante bien. Escóndete todo lo que quieras, cariño, pero
siempre te encontraré.
¿Eso crees?
Y, ¿qué es eso?
Que tú también me quieres.
Posiblemente.
¿Seguro?
Tengo miedo.
¿De qué?
De que me lastimes.
Nunca.
¿Y si enloquezco?
Esta vez, opto por palabras dulces a las coquetas y ácidas que
típicamente uso con él.
Te adoro.
Te _____.
¿10 am?
—Vamos a entrar.
Corriendo sus posesivas manos por mi cuello y sobre mis tetas, las
aprieta antes de responder—: Hablaremos después de que haya tenido
mi polla dentro de ti.
—¿Detener qué?
—Dilo.
Él toma mis manos y las mantiene juntas cuando siento una cuerda
rústica y gruesa alrededor de mis muñecas. A medida que continúa
asegurándolas y atándome a la cabecera, me dice—: Esta es una cuerda
de fibra natural. Es todo lo que tengo, así que si luchas contra la
restricción te lastimarás. ¿Entiendes?
Alguien toma mis manos, y la luz llega. Abro mis ojos y me doy
cuenta de que la presión en mi pecho es un hombre y los gritos están
saliendo de mí. Tirando de mis brazos violentamente para escapar,
grito—: ¡Déjame ir!
—¡Déjame a ir!
—Hay sangre.
—Lo siento.
—¿Eran cercanos?
—¿Hacer qué?
—¿Por qué?
—Control.
—Lo era —responde—. Tenía tanta vida en ella y nunca dejaba que
el estrés la derrumbara. —Hace una pausa, y puedo sentir los músculos
en sus brazos flexionarse a mí alrededor antes de que continúe—. Esa
noche, me había quedado dormido en su cama cuando escuché una
ruidosa conmoción que me despertó. Los gritos de mi madre eran
aterradores, y cuando levanté la cabeza para mirar en el estudio, vi a
un hombre con un arma apuntando a su cabeza.
Esa fue la última cosa que esperaba que dijera, y cuando levanto la
mirada, su mandíbula está apretada. Declan baja su cabeza para
mirarme, y veo la vergüenza en sus ojos cuando dice—: Fui un cobarde.
—Declan...
—Jesús.
—Eso es ridículo.
—¿Lo es?
—¿Sobre qué?
—Lo que dijiste en el hotel esa noche. Que odio el nombre que me
pertenece. Tienes razón. El hecho de que caí directamente en el negocio
de mi padre y no creé mi propio éxito, es sólo otra pieza de incendio
provocado por él para provocarme.
—¿Cuándo?
Puedo decir que está cabreado con la idea de mezclar negocios con
Bennett, y es comprensible. Él me tira en sus brazos, metiendo mi
cabeza bajo su barbilla mientras se sienta de nuevo, y deja salir un
pesado suspiro. —Te quiero muy lejos de ese hombre —gruñe.
—Lo sé, pero también lo conozco y sé de lo que es capaz.
—No. No lo eres.
Abro mis ojos y lo miro, corriendo mis dedos por detrás de su cuello
y hasta su cabello, dando el sentimiento a cambio, solo que el mío está
atado con veneno cuando digo—: También te amo.
28
Presente
Las abrasiones en mis muñecas se curaron rápidamente.
Afortunadamente Bennett se fue a Miami la mañana después de mi
momento de locura, así que fui capaz de ocultar mis muñecas de él esa
única noche simplemente llevando una de sus camisas de manga larga,
y diciéndole que me sentía enferma. Siempre tenemos sexo antes de que
él salga de la ciudad, pero ya que pensó que no me sentía bien, fui
capaz de mantener las costras escondidas de él mientras sólo nos
acurrucamos juntos en la cama.
Pasé los pocos días que se fue con Declan. Él sigue acercándose a
mí, abriéndose más y contándome cómo fue para él crecer después de
que su madre había muerto. Su padre lo trataba como un pedazo de
mierda, siempre menospreciándolo, dándole una sensación de
inutilidad que ahora compensa con sus agresiones.
Esta noche, Cal nos ha invitado a su casa para la cena. Así que
mientras Bennett estaba en las reuniones de hoy, me pasé el tiempo
comprando un vestido nuevo para usar esta noche. Nada lujoso, sólo
un femenino vestido azul marino con una superposición de encaje que
he combinado con zapatos de plataforma color piel. Bennett luce como
siempre, vistiendo un traje y corbata a medida, y cuando se abre la
puerta, una mujer que no puede ser mucho mayor que yo, nos saluda.
—Bennett —dice Cal mientras camina hacia nosotros, pero mis ojos
se quedan fijos en Declan.
—¿Qué?
—Tienes razón.
—No, Declan. Me equivoqué. Me castigas por amor. No es lo mismo.
Discúlpame por haber insinuado que lo era —le digo—. No me lastimas
como él. Con él, no es más que miedo, pero contigo... cuando estoy
contigo, es el único momento en que realmente me siento segura.
—Declan...
—¿Todo bien?
—Sí —digo, y luego me giro hacia Cal, que está sentado con Camilla
en el sofá adyacente—. Me disculpo por mi grosero arrebato. No sé lo
que me ocurrió.
—Ahí estás, hijo. ¿Dónde diablos has estado? —pregunta Cal con
molestia.
—Tuve que tomar una llamada —responde él—. Odio hacer esto,
pero voy a tener que dar por terminada la noche. Padre, fue bueno verte
—dice mientras camina para despedirse de Cal y Camilla antes de girar
en mi dirección. Bennett se pone de pie para sacudir la mano de
Declan, totalmente inconsciente de que él acaba de estar dentro de mí.
Me pongo de pie, nerviosamente, junto a Bennett, y cuando los dos
terminan de decir su rápido y formal adiós, Declan toma mi mano en la
suya, llevándola a sus labios para un casto beso.
¿Dónde estás?
Su respuesta es rápida.
Afuera.
¿Estás bien?
No. Te extraño.
Así que mientras tenemos sexo, me adormezco para él. Actúo como
siempre, pero por dentro, cada parte de mí se apaga. El único
pensamiento que me permito flotar a través de mi cabeza es uno que me
da una oscura sensación de satisfacción, saber que este hombre que
odio tanto tiene su polla cubierta del semen de otro hombre mientras
me folla.
29
Presente
—No en mi rostro esta vez.
—¿Por qué?
—Háblame.
—Mierda —murmura.
—¿Qué?
—No dejes que arruine nuestro tiempo juntos —le digo y luego me
levanto, tomando sus manos en las mías—. Ven conmigo.
Lo amo.
Realmente lo amo.
Brillantes motas gotendo sobre mí, y cuando bajo la mira, las veo
aterrizar en el pecho de oro de Declan. Una salpicadura de cristales,
cada uno sosteniendo su propio prisma de chispas mientras
resplandecen contra su piel, y entonces él levanta su mano hasta mi
mejilla. Todavía sujetando sus muñecas, limpia mi mejilla húmeda.
—¿Qué?
—Esto.
Y sin embargo no quiero luchar más, porque siento lo mismo que él.
Mis gemidos crecen más fuertes con cada pulso de pura euforia que
brota a través de mí. Envuelvo mis piernas alrededor de sus caderas,
sujetando mi coño a su alrededor, ordeñando su polla, ansiando cada
gota de su esperma que me llena. Nunca me he sentido tan amada, pero
me consumo en este momento mientras renuncio a todo lo que soy y se
lo entrego a Declan. Necesito que extienda su aroma salvaje sobre mi
mientras me toma como suya para hacer lo que quiera, porque quiero
ser una parte de él.
—Sí.
Empuje. Empuje.
—Soy tu dueño.
Empuje.
Empuje.
—Mi propiedad.
Empuje.
—Sí.
Sin egoísmo.
Sin expectativas.
Nina,
-D
—Te adoro.
—Quiero el que estás usando así, cada vez que lo mires hoy,
pensarás en mi desnuda y de rodillas —le digo, coqueteando con una
leve risa.
—Niña mala.
—Te amo.
—Te amo —dice él antes de colgar.
Verdaderamente feliz.
Realmente confundida.
Feliz y confundida.
Cepillo los suaves pétalos a lo largo de mis labios, cierro mis ojos, y
me imagino a mi papá. Mi pureza. Mi salvación. Mi príncipe. Me
pregunto si mi padre me envió a Declan. Si este es su regalo para mí. Lo
bueno después de todo lo malo.
Declan salía asustarme. Solía recordarme a Carl con su naturaleza
contundente, sus cinturones de cuero, y su afinidad por atarme. Pero
cuando empecé a ver más allá de eso al centro de quien es, me recuerda
a mi papá. Porque ahora puedo mirar a Declan y ver que él también es
mi pureza, mi salvación, mi príncipe. Incluso hasta los pliegues en las
esquinas de sus ojos cuando sonríe y el rastrojo a lo largo de su rostro.
Mi papá solía cantarme y ahora tengo a Declan que tararea suavemente
en mi oído cuando estoy asustada o triste. Las formas en que me calma
me recuerdan a las cosas que mi padre solía hacer.
Agarrando una pila de tazones blancos del gabinete, los llenos con
agua y coloco las flores en ellos para flotar sin rumbo y esparcir los
tazones por todo el ático.
—Dile a Jacqueline que tengo una vida y cosas que hacer, y si ella
desea programar tiempo juntas, entonces mejor que me llame o me
envíe un mensaje en lugar de hacer visitas sorpresa solo para encontrar
que tengo otras obligaciones que me llaman fuera de casa —espeto,
tratando de cubrir mi falta de presencia en mi lado de la cuidad.
—Hazlo, Richard.
—¿Qué parece?
—Sí. Es cierto.
—¿Si?
—Eres un idiota.
—Sí.
—Necesitada —comenta.
—Mmmm.
—Sí —respondo.
—Esto es mío.
—Dámelo.
—Muérdeme.
—Pike.
—No lo sé —le digo—. Creo que sólo estaba invadida por la emoción,
pero no siento como si él estuviera listo todavía.
—Nada.
—Pike. No.
—Sólo te estás engañando a ti misma, ¿lo sabes? —dice—. No
olvides que no eres más que una mentira para él.
—Detente.
—¡Jódete!
—¡No! ¡Jódete tú! —grita con odio—. Teníamos un puto plan aquí. ¡Y
aquí estás, enamorándote del maldito engaño!
—Él me encontrará.
—Voy a contratar seguridad para observar sus movimientos.
Sabremos si compra un boleto de avión. Sabremos todo lo que hace. No
dejaré que se acerque a ti.
—No... no lo sé.
—Soy dueño del hotel; no lo dirijo. Esto era simplemente una base
para mí mientras estaba en construcción. Pronto, si el trato se
concluye, voy a estar trabajando en la propiedad de Londres.
—No eres inútil —le digo mientras paso mis manos por su cabello—.
Pero lo que estás pidiendo es mucho para mí.
—Lo sé.
—Nena, no llores.
—Odio esto. Odio cada momento que no estoy contigo. Eres todo lo
que quiero, y odio la vida por no ser justa con nosotros. Y tengo miedo.
Tengo miedo de todo, pero en su mayoría tengo miedo de perderte. Eres
lo único bueno que alguna vez ha llegado a mí. De alguna manera, en
este mundo jodido, tienes una forma de hacer desaparecer todo lo feo.
Dejo que sus palabras empapen las partes más oscuras de mí, las
partes que ya no creen en la esperanza, pero de alguna manera, sus
palabras despiertan lo que alguna vez estuvo perdido. Si alejarse de
Bennett, dejar el plan atrás y perdonar su vida, significaría una vida
con Declan, lo haría. Pero estoy tan desgarrada sobre dónde dejaría eso
a Pike. Me siento como si estuviera en una situación sin ganancia. No
importa lo que haga, alguien saldrá lastimado.
—¿Qué?
—¿Qué cosa?
—Los sueños. No son más que mentiras tratando hacerme creer que
la vida podría ser realmente así.
La mirada en sus ojos me hace cerrar los míos para no tener que ver
la tristeza que siente por mí. La realidad es un jodido viaje cuesta arriba
en el que me he adormecido, pero mi papá, nunca he sido capaz de
controlar la emoción cuando se trata de él. Siempre ha sido mi único
punto blando; hasta ahora, hasta Declan.
—Sí.
—Nina, es bueno verte, aunque he oído que estás tratando con algo
de malestar —dice mientras camina por la sala de examen con su
libreta de notas electrónico y se sienta en un taburete junto a la mesa.
—¿Un momento?
—Nueve semanas, cinco días —dice ella, y luego me mira con una
sonrisa antes que se gire para mirar su calendario de concepción en el
monitor—. Bebé de Año Nuevo, parece.
—¿Qué es eso?
—Oh, Dios mío —susurro de nuevo. ¿Un latido? Es muy real. Tan
vivo. Escuchar el latido rápido dentro de mí es casi demasiado mientras
me acuesto aquí, tratando de no perderlo por completo.
Un bebé. Mi bebé.
Nunca pensé que quería uno. Nunca pensé que era incluso una
posibilidad. Pero ahora que tengo uno, no sé cómo me siento porque
siento mucho. Estoy asustada y avergonzada, pero debajo de eso, siento
una abrumadora sensación de protección por él. Nunca he tenido algo
que fuera exclusivamente mío, y al saber cuán jodido es este mundo,
me consuela el hecho de que este bebé está a salvo dentro de mí.
Un bebé.
Sí. Podría. Tendría que, porque la idea de tener que compartir esto
con él me pone enferma de mi estómago. La idea de tener que mirar su
rostro, la idea de darle un bebé, darle felicidad y alegría, todo es
asqueroso.
Cierro mis ojos, más lágrimas caen por mis mejillas cuando algo se
estrella contra mí. Ya no estoy de pie, estoy siendo llevada, y cuando
finalmente toco el suelo, sé que estoy a salvo por el olor.
Declan.
—¿Estás bien? —me pregunta mientras abro mis ojos para mirarlo y
luego a mi alrededor. Estoy en el vestíbulo de su hotel.
—Yo no... —Mi voz tiembla y luego, como una muñeca de porcelana
que cae a su muerte, me deshago. Cayendo en sus brazos, los sollozos
comienzan a rasgarme.
—Justo ahora. Acabo de salir del consultorio del doctor. Por eso
estaba caminando. Solo necesitaba caminar.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—Iré contigo.
—Sí.
—Declan...
—No pensé que se vería tan real, con brazos y piernas —se ahoga
alrededor de sus lágrimas.
—Estoy casi de diez semanas, así que nos perdimos la etapa del
bebé que parece una gota —digo mientras suelto una risa triste.
—¿Diez semanas?
—No quiero irme. —Mi voz es un simple susurro mientras cierro mis
ojos para proteger las lágrimas de la caída. Nunca he expuesto este lado
vulnerable a otra persona como me encuentro haciendo con Declan.
Confianza.
—Lo sé.
Abro mis ojos y lo miro cuando le pregunto: ¿Es ahí donde está
enterrada?
—Sí, lo es —murmura.
—Cuéntame más.
—Mmm hmm.
—¿Por qué?
—Esto.
—Dime —insta.
Así que iré con Pike y le diré que se acabó. Le diré que me saldré del
juego, me divorciaré de Bennett, y plegaré mis cartas. Viviré el resto de
mi vida como Nina, la chica de Kansas, si eso significa que no perderé a
Declan. Enterraré mi pasado.
—Ya lo eres.
A la mierda Bennett.
A la mierda la venganza.
A la mierda todo.
Tengo todo lo que alguna vez he querido justo aquí, dentro de este
hermoso hombre.
34
Presente
No he ido a ver a Pike todavía. Sé que tengo que hacerlo, pero he
tenido miedo de cómo va a reaccionar a las noticias de que quiero salir
de esto. Bennett ha estado de vuelta en la ciudad durante los últimos
días, y me encuentro preocupándome menos y menos de jugar a su
esposa. Para mí, se acabó, pero siento que no puedo retirarme hasta
que hable con Pike.
—Pike, por favor —digo con una voz temblorosa mientras escalofríos
corren por mis brazos temblorosos, cagada de miedo con lo que estoy a
punto de revelar.
—No eres nada para él, sino una ilusión, Elizabeth —dice,
interrumpiéndome.
—Lo amo.
—Sí —exhalo.
—Estás llena de mierda. No tienes idea de lo que estás diciendo.
Estás tan envuelta en esta mentira que estás comprando esta falsa
realidad. Pero es falsa, Elizabeth. No es real.
—Lo es.
Y mi furia iguala la suya, excepto que esa furia está cubierta en una
masa de tristeza y desesperación cuando grito—: ¡Lo sé! Dios, lo sé,
pero no puedo hacerlo. No puedo destruir a Declan así.
—Lo amo —digo bajo mi aliento, y tan pronto como deja caer su
cabeza, la levanta de inmediato.
—¡Dime!
Deseos.
Podría hacer una cantidad infinita de ellos con todas las estrellas
que brillan sobre mí. Pero no estoy tendida en el suelo. No siento nada
mientras floto en el espacio negativo.
¿Dónde estoy?
—En el infierno.
—Lo veo.
—¿Qué pasó?
—Ahh, amor —dice como si fuera sabio en ese espectro, así que le
pregunto—: ¿Alguna vez has estado enamorado?
—¿Yo? —pregunta y mira hacia el agua—. No. Me convertí en una
oruga antes de tener la oportunidad de experimentar tal emoción. Pero
me pregunto por qué es el infierno lo que sientes.
—Estoy confundido.
—¿Quiénes son?
—¿Fue su demanda?
—¿Qué decía?
Mi inocencia.
Mi fe.
Mi niñez.
Mi confianza.
Mi padre.
Mi futuro.
Todo.
—¿Y ahora?
—Déjame preguntarte algo. ¿Qué edad tenía Bennett cuando les dijo
a sus padres que pensaba que estabas siendo abusada?
—Once.
Asiento.
—No voy a quitarle eso. Pero todo el mundo tiene dos lados, y tu
padre era un traficante de armas, ¿cierto?
—Solo he tenido a Pike, y él está tan jodido como yo, sino más.
Somos personas enfermas; lo sé. Pero cuando creces como nosotros, no
puedes esperar cordura —digo—. Mi padre era bueno. No merecía la
vida que le fue dada después de lo que Bennett hizo. Yo tampoco la
merecía. La cosa es que siempre habrá alguien en fila después de mi
padre. El tráfico de armas no se detiene, así que ¿cuál es el punto? El
mundo no es repentinamente bueno ahora que mi padre no está aquí.
—No lo has dejado ir. En cambio, te casaste con él, y ahora está
controlando cada aspecto de tu vida. Conociste a un hombre que amas,
pero Bennett tiene poder sobre eso porque es tu marido y fuiste
obligada a llenar a este otro hombre con mentiras... debido a Bennett,
debido al pasado te niegas a dejar ir.
—Hay señales por todas partes. Solo tienes que buscarlas —me
dice—. Vuelve a visitarme, ¿de acuerdo?
Bennett.
¡Mi estómago!
¡Mi bebé!
Oh, Dios.
Lo odio.
—Sí.
Debería, imbécil.
—La conozco.
—Aquí está el archivo. Todo está en él. —Hay una larga pausa antes
de que el tipo vuelva a hablar, diciendo—: Conseguiré la seguridad
puesta en marcha. Todo debería estar en su lugar mañana o pasado.
La puerta hace clic y sé que estoy sola con Bennett, y eso me asusta,
porque ya no tengo el control. No es un hombre estúpido. Si no lo ha
averiguado ya, no pasará mucho tiempo antes de que lo haga.
—Elizabeth —susurra, y puedo decir que justo hizo clic por su tono
de reconocimiento—. Siempre me pregunté qué pasó contigo.
Pura mierda.
¿Qué va a hacer? Mierda. Por mucho que odie a Pike ahora mismo, lo
necesito.
—Nina —dice, su voz es triste, pero necesito oírla. Necesito esa voz
para sacarme de esta oscuridad.
Y cuando finalmente trae sus ojos a los míos, ya puedo sentir las
sales comiendo mi carne mientras se derraman. Deja caer su cabeza y
libera un sollozo horrible, y hago lo que puedo para darle consuelo
mientras corro mis dedos profundamente en su cabello, agarrándolo
con fuerza en mi mano mientras descansa su cabeza sobre mi
estómago. Verlo con tanto dolor, este fuerte hombre que siempre tiene
tanto control, es insoportable.
¡¡¡DECLAN!!!
No puede.
—¿A quién?
¿Qué he hecho?
Sola.
36
Presente
Dos días después
Cuando me desperté de mi sedación, solamente habían pasado unas
pocas horas. Y cuando la policía vino para informarme que mi esposo
había sido asesinado en nuestra casa, disparado dos veces en la cabeza,
necesité estar sedada nuevamente. Sabiendo lo que Declan había
hecho, por mí, me había empujado hasta el borde.
Culpa…
—No sé, pero debes deshacerte de él. Sabe demasiado. Podría estar
ya de camino a la policía.
—¿Y hacer qué? —lo cuestiono mientras levanto la mirada hacia él.
Se queda de pie junto al sofá donde estoy sentada y con
determinación en sus ojos, dice—: Tienes que asesinarlo.
—Lo amo.
—No lo haces. Y al final, vas a ver que solo estás atrapada en esta
fantasía. Una fantasía que tanto tú como yo creamos. Pero no es tu
vida.
—¡Pike, no! Tal vez no hará nada en absoluto. Tal vez está asustado
y mantendrá su boca cerrada. —Mis palabras tambaleándose, dándole
una razón débil tras otra, pero estoy desesperada.
—¡Mierda!
Cubro el cuerpo de Declan con el mío, sellando mis labios con los
suyos en un beso sin aliento mientras la vida se drena de él.
Y luego…
El toque se pierde.
Lo hago.
Probablemente.
Tal vez le enseñaré cuán patética puedo ser; darle otra razón para
reírse de mí.
Así que salgo, de vuelta a la sala de estar donde Pike tiene sus
maletas tiradas en el suelo. Se voltea para mirarme, inclinando su
cabeza, y dándome una mirada de simpatía mientras camina hacia mí.
—Puedes hacerlo —dice suavemente, tomando sus manos y
pasándolas por la parte superior de mis brazos. No estoy segura de
cómo siquiera estoy respirando en este punto con el nudo que está
estrangulándome, avanzando lentamente hacia arriba, y en cualquier
momento, mi cuello se romperá con un sonido delicioso, llevándome al
País de las Maravillas.
—Eso es cierto. La policía tal vez ya lo sepa. Las mentiras que dijiste
se convertirán en verdades porque eso es lo que guiaste a todo el
mundo a creer.
—Tú estás haciendo esto. Tú eres la egoísta que está esperando tirar
todo porque no puedes hacerlo más. ¿Qué hay de mí? ¿Quieres
dejarme?
(bang)