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El Sistema de Duns Escoto
El Sistema de Duns Escoto
“JUAN DUNS ESCOTO no era un místico ni un poeta como San Buenaventura, sino un
excepcional metafísico, sagaz y penetrante. […]
Es un filósofo analítico que no se queda en el fragmento, sino que
se encamina hacia la síntesis, porque es consciente de que sólo
desde la totalidad adquiere sentido y proporción lo particular. […]
Es un metafísico de las esencias, pero un atento observador de
las existencias. Un especialista de los principios ontológicos, pero
un defensor del singular y de lo individual”, Merino, p. 58.
Juan Duns Escoto, llamado el Doctor Sutil [Doctor subtilis] y el
Doctor Mariano [Doctor Marianus], por defender con argumentos
de conveniencia la preservación de María de todo pecado original
y actual, en virtud de los méritos de Cristo, fue beatificado por
Juan Pablo II el 6 de julio de 1991, Forment, p. 320.
Gracias a las investigaciones y a los serios estudios de los últimos tiempos, se han
destruido los prejuicios de oscuridad que se tenían del lenguaje escotista y la idea de una
sutileza de pensamiento que tendía hacia la abstracción última. / La sutileza escotista es
exigencia de rigor intelectual, puesta al servicio del primado de la caridad. / Toda la
fuerza y penetración especulativa escotistas están al servicio de una intención práctica:
Dios, Jesucristo, el hombre, la iglesia, la creación, orientar al ser humano y evitar que se
descarríe en el amor: errare in amando. / Escoto está a favor de una praxis, pero no de un
evangelismo impaciente y superficial, que tiene alergia a la especulación y al
pensamiento profundo y meditativo. / Si san Buenaventura ha sido definido como «el
segundo príncipe de la escolástica», Duns Escoto es considerado como su perfeccionador
y el representante más cualificado de la escuela franciscana.
Del mensaje de los Ministros Generales Franciscanos con ocasión del
VII Centenario de la Muerte del Beato Duns Escoto, 8 de noviembre de 2008.
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DATOS BIOGRÁFICOS
Juan Duns Escoto nació alrededor de 1265 en el condado de Roxburgh, Escocia. Conoció
a los franciscanos en la escuela que regentaba un tío suyo. Ingresó en el noviciado a los
quince años y a los veinticinco fue ordenado sacerdote. Estudió en Cambridge, Oxford y
París. Enseñó en estos mismos lugares y en Colonia. En 1303 fue expulsado de París por
su apoyo al papa Bonifacio VIII; pudo regresar (1304) y recibió el magisterio en teología
(1305). De 1306 a 1307 fue maestro regente en París. Murió en Colonia en 1308.
RASGOS DOCTRINALES
-Asunción del aristotelismo.
Pero, “el aristotelismo de Duns Escoto es muy distinto del tomista, e incluso en
muchos aspectos opuesto. Está más en la línea de interpretación de Avicena”,
Forment, p. 320.
-Exigencia inflexible de demostraciones evidentes y criticismo.
“La concepción matemática de la ciencia y de la demostración que imprime Duns
Escoto a la segunda escuela franciscana no se encontraba en la primera”, ib. p. 321.
-Incremento y endurecimiento de la crítica frente al tomismo.
“Puede decirse que Duns Escoto es básicamente un crítico de la nueva escolástica de
Santo Tomás. Quizá, por ello, se le ha presentado como el primer origen de la
decadencia de la escolástica”, ib. p. 321.
“Quizá se ha acentuado excesivamente la actitud de Escoto frente a Santo Tomás,
como si se tratara de una oposición cerrada y sistemática. La antítesis entre tomismo
y escotismo, más que en una cicatera oposición de escuelas, debe buscarse en
propósitos más nobles y en motivos más elevados. La actitud apologética de Escoto
frente al averroísmo repercute de rechazo sobre Santo Tomás […] En su opinión,
Santo Tomás había comprometido la ortodoxia con excesivas condescendencias a la
razón y que había ido demasiado lejos en su propósito de incorporación y asimilación
de la filosofía aristotélica […] De aquí proviene la cautela, la reserva y la actitud
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crítica y desconfiada de Escoto, no sólo hacia Santo Tomás, sino hacia otros autores
más o menos «contagiados» por el aristotelismo”, Fraile, II, 2º., pp. 507-508.
“Escoto es ante todo un teólogo. Pero el ambiente en que se forma le hace desconfiado
acerca del alcance de la razón y de la filosofía. Esta desconfianza se traduce en un agudo
criticismo, que deriva hacia el fideísmo y el agnosticismo, de los que Escoto acertó a
librarse, pero que se acentuarán peligrosamente en sus sucesores inmediatos…”, Fraile, p.
507.
CONCEPCIÓN DE LA FILOSOFÍA
-“Por filosofía, Duns Escoto no entiende la filosofía cristiana, la filosofía en el sentido
agustiniano de sinónimo de religión, ni tampoco, en un sentido abstracto, de un saber
estrictamente racional consciente de sus límites, sino la filosofía que históricamente han
hecho los filósofos, los hombres de naturaleza caída, que han buscado la verdad con su
razón dañada por el pecado. / En su estado actual, la naturaleza humana afectada por el
mal no puede lograr la verdad a la que por su misma naturaleza está ordenada”, Forment,
p. 322. “No es posible el diálogo, apelando al tribunal de la razón, entre la filosofía de los
filósofos y la teología”, “en el estado de naturaleza caída el hombre es incapaz de conocer
su fin natural y su ordenación también natural al mismo. Para remediar esta deficiencia,
la fe da al hombre un conocimiento racional verdadero, que es armónico con ella, puesto
que la naturaleza humana puede, por los medios sobrenaturales, ser ordenada en cuanto
naturaleza al fin, que sólo se alcanza sobrenaturalmente. Se ordena así naturalmente. / De
ahí que gracias a la fe cristiana, además de la filosofía de los filósofos paganos exista la
filosofía o “metafísica”, como la denomina Escoto que es un saber racional del creyente,
id., pp. 325-326”
-Son distintas las concepciones que Duns Escoto y Tomás de Aquino tienen del oficio del
filósofo. “Para Tomás, el filósofo y el teólogo estudian la realidad, la vasta panorámica de
lo que es, desde perspectivas diversas, que no son necesariamente opuestas, sino
complementarias, porque Dios, al fin y al cabo, es el Ser subsistente por sí mismo (ipsum
esse subsistens). Para Escoto, en cambio, el filósofo, al pensar sobre la naturaleza
considerada en sí misma, se encierra en la perspectiva naturalista y excluye de su
horizonte el momento de la libertad (y de la gracia). Pero, ¿debe excluir el filósofo
forzosamente todos los temas teológicos? Aquí entra en juego la nueva ciencia de la
«metafísica», entendida al modo escotista, u «ontología»”, Saranyana, 2001, p. 110.
Según la entiende Escoto, la metafísica será una ontología, o ciencia de la noción
abstracta de ser. Es una ciencia racional, de carácter filosófico, que, ayudada por la virtud
de la fe, no abandona el orden estrictamente natural. Es la ciencia del filósofo que es
cristiano. (Ver Saranyana, 2001, pp. 108-110)
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-Formalidades o estratos metafísicos: sustancialidad, corporeidad, vegetabilidad,
animalidad, racionalidad. Existen realmente en el individuo. Se distinguen entre sí real y
actualmente, pero no numéricamente.
-“Haecceitas” (heceidad, esteidad). Es una entidad positiva, principio de individuación.
La heceidad da la unidad numérica.
-La distinción formal real. Se da entre las formalidades, entre el ente y sus propiedades
trascendentales, entre la esencia y la existencia, entre el alma y sus potencias y entre Dios
y sus atributos. Se ubica entre la distinción real (entre cosas) y la distinción de razón
(entre conceptos); es una distinción real, actual, formal, no numérica y, por ello, entre
realidades inseparables.
LA MATERIA PRIMA
-La materia prima no es pura potencia, tiene entidad propia, no determinada por forma
alguna. Está presente en todas las criaturas, sean materiales o espirituales. Esta materia
pasa a nuevos niveles de “materialidad” según sea determinada por la forma o por las
formas sustanciales.
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b) En ética, “los mandamientos del decálogo, que son principios de la ley natural,
dependen de la voluntad libre de Dios, excepto los tres primeros, que se refieren a Dios
mismo. Lo mandado no es por su bondad, sino porque es querido y ordenado por Dios. Si
Él hubiera querido lo contrario de lo que mandan, hubiera sido también bueno”, Forment,
p. 336.
c) “En la determinación de la naturaleza del acto contemplativo, fin último del hombre,
con el voluntarismo se disminuye la función del elemento especulativo. Únicamente se
constituye propiamente por la dimensión amorosa. El acto contemplativo se constituye
esencialmente por el amor. Este acto perfecto es el que constituye únicamente la
perfección del hombre. La contemplación intelectiva es solamente una condición para la
unidad afectiva, conseguida por el amor”, id., pp. 336-337.
LA ESCUELA ESCOTISTA
Las líneas directrices de la nueva escuela franciscana que nace con Duns Escoto son
el univocismo,
el esencialismo,
el formalismo y
el voluntarismo.
Los escotistas llevaron el sistema mucho más lejos de lo que el maestro hubiera previsto.
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LECTURAS
Intelectualismo. Intuicionismo.
Intelectualismo. Voluntarismo.
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07-02 SABER Y FE EN ESCOTO
Si Tomás había visto en la síntesis de saber y fe el verdadero fin de su vida, Duns Escoto se
esfuerza ahora en poner de relieve el contraste entre uno y otra. La ciencia y la fe no tienen nada
que ver una con otra. El fin de la ciencia es el conocimiento del ser, el de la fe el conocimiento de
Dios. Aunque la razón demuestra un «primer motor» o un «acto puro», este Dios, sin embargo,
es algo distinto del Dios vivo y personal de nuestra fe. El estricto saber sólo se extiende lo que se
extiende nuestra percepción sensible. Todo lo suprasensible se construye luego sólo por
conclusiones que nos ofrecen únicamente «conceptos confusos», pero no un saber exacto. De
ahí que no seamos capaces de comprender con riguroso saber verdades naturales como la
creación temporal o la inmortalidad de nuestra alma, sino que deben más bien aceptarse por la
fe. Mucho menos tiene que ver la ciencia con las verdades propiamente reveladas, como la
Trinidad, la encarnación o la gracia. La teología entera no es en absoluto una ciencia, sino una
enseñanza eticopráctica. Cierto que a la revelación le conviene la «suma certeza», pero no por
razón de evidencia científica, sino por la iluminación divina, que es la condición de toda certeza,
aun para los primeros principios, la realidad del mundo que percibimos y hasta de nuestros
propios actos. Percibimos cómo resuenan aquí las antítesis agustinianas de «ciencia» y
«sabiduría». Aunque Escoto quiere desterrar la razón para hacer lugar a la fe, esta doctrina
contribuyó, sin embargo, a la posterior desestima de la teología frente a la ciencia natural. Fischl,
pp. 201-202.
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Los mongoles derrotaron a los árabes (dominados ya por los turcos selyúcidas),
destruyendo Bagdad (1258) y Damasco (1260), derrumbándose así
definitivamente el califato oriental. […]
Se desarrolló el capítulo más dramático de la disputa sobre la pobreza (con
importantes implicaciones eclesiológicas), provocada por los rigoristas
franciscanos (los fraticelos o espirituales), que sería atajada por Juan XXII en una
solemne censura de 1318.
Como continuación de la polémica entre el papado y el emperador Federico II
(1220-1250), tuvo lugar la controversia entre el papa Bonifacio VIII (1294-1303)
y Felipe el Hermoso, rey de Francia (1285-1314). Como consecuencia de tal
enfrentamiento comenzó el denominado “cautiverio babilónico” (1309-1377),
durante el cual los papas trasladaron su residencia a Aviñón.
Al final de esta generación estalló la Guerra de los Cien Años, entre Francia e
Inglaterra (1337-1453), última de las guerras feudales y ejemplo más perfecto de
este tipo de guerras.
En filosofía contemplamos:
La aparición de una generación de filósofos eclécticos, producto de la disputa de
escuelas.
Asistimos también a los primeros pasos de la poderosa síntesis filosófica
franciscana, iniciada por Juan Duns Escoto,
y a la aparición de una filosofía místico-especulativa, de corte neoplatónico, sobre
todo en el área renano-flamenca.
Y observamos el desarrollo de la filosofía política, que habría de desembocar en
el denominado «espíritu laico».
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