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La tan olvidada memoria1

Son numerosas las críticas que suelen formular las pedagogías del siglo XX a la educación tradicional.
Entre tantas, se la acusa de ser memorística.
Se repetían las tablas de multiplicar. Se repetía la correcta ortografía: renglones, carillas y hasta hojas, lo
que fuera necesario para fijar en nuestra memoria la escritura correcta de las palabras. Se memorizaban
las estrofas de himnos y marchas. Y, a medida que se avanzaba, las capitales de las provincias, las de los
países, los nombres de las cadenas montañosa y su ubicación, los de las eras geológicas, las
periodizaciones de la historia, los nombres de faraones y de emperadores romanos.
También se memorizaban poemas, aforismos, fragmentos de grandes obras. Así se incorporaban las
imágenes, las metáforas, las formas de ver el mundo de poetas, filósofos y pensadores (Ariosto2 me
enseñó que en la dudosa luna moran los sueños, lo inasible, el tiempo que se pierde, lo posible…; escribió
J. L. Borges3), los valores que brotaban de las tragedias clásicas, las virtudes de los héroes. Se trataba de
un poblamiento interno porque, como afirma Guillermo Jaim Etcheverry 4, "se acumulaban dentro párrafos
de literatos, citas de pensadores que, años después, volverían a la superficie".
Era la cultura a la cual no habíamos contribuido hasta ese momento la que recibíamos como un don, un
regalo, a través de la educación. Incorporábamos el esfuerzo, las jornadas agotadoras que hay detrás de
las investigaciones de los científicos, el cansancio del escultor y del pintor, el sacrificio del músico y del
escritor para adquirir la disciplina y el conocimiento de las reglas de la práctica artística.
Todo de manera gratuita. La herencia de una civilización, el legado de la humanidad. Lo único que
debíamos dar para conseguir este regalo era nuestra dedicación, nuestro, comparativamente, pequeño
esfuerzo. Un pedagogo mexicano, representante destacado de estas nuevas pedagogías, Ángel Díaz
Barriga, expresa su menosprecio por este legado cuando, entrevistado por la revista La Educación en
Nuestras Manos , afirma: "Hoy [en México] tenemos que a un muchacho de 14 o 16 años le estás
enseñando la Edad Media cuando él está despertando al mundo, a la vida, a la tecnología. Cada vez es
más claro que un muchacho se interesa por conocer lo que está pasando hoy".
Actualmente, cuando un alumno, ante el pedido de que enuncie un concepto o una definición, le pregunta
a su profesor si puede decirlo con sus palabras, ¿a qué se refiere? Indudablemente a la posibilidad de
expresarlo en el vocabulario corriente, aquel que la ciencia desterró, en su largo recorrido, y reemplazó
por términos precisos, desprovistos de ambigüedad. Y cuando se menosprecia la metáfora se está
enterrando, por lo menos, 2.500 años de historia en los cuales se acunó y protegió un patrimonio que ya
no es valorado por la escuela.
¿Qué se ha conseguido con la desvalorización de la memoria en la educación? Alumnos que son incapaces
de apreciar la belleza de una obra literaria o de comprender un texto científico porque se manejan con
escasas 200 palabras, aproximadamente, como señaló Pedro Luis Barcia. Alumnos incapaces de
argumentar, que sólo pueden responder con violencia verbal o física ante una opinión diferente. Que son
incapaces de comprender la ironía y el absurdo y sólo ríen con lo vulgar y lo chabacano. Alumnos
incapaces de salir del ejemplo, que es concreto y singular, para llegar al concepto, que abarca todos los
ejemplos.
Afirma el destacado ensayista George Steiner5: "El lenguaje ha sido, en todo el curso de la historia, el
recipiente de la gracia humana y el primer portador de la civilización". Hay alumnos que a veces
preguntan: "¿Tenemos que estudiar esto de memoria?". Los maestros deberían contestarles, sin dudarlo,
sí. Porque lo que suele poblar hoy la memoria de nuestros niños y jóvenes es la letra procaz de algunas
canciones populares, las expresiones burdas y groseras de conductores de programas televisivos o
radiales, la trama perversa de series y novelas donde aparecen verdaderos antihéroes.
La cultura actual y la escuela desvalorizan la memoria. El argumento del cual se valen es que las
computadoras son capaces de almacenar muchos más datos que el cerebro humano y podemos recurrir a
ellas cuando necesitemos esos datos. ¿Desconocen que la memoria nos da elementos para atravesar
momentos difíciles, para ponerles metáforas a nuestro sufrimiento, a las desventuras de la vida?
Precisamente, George Steiner aconseja a los estudiantes: "Aprendan de memoria, noche y día, no con el
cerebro sino con el corazón. Serán como una nave llena de tesoros. Nadie puede quitarles lo que saben de
memoria, nadie".

1 MIRTA ALICIA GORGA, Lic. en Sociología (UBA), docente y escritora http://www.lanacion.com.ar/1464867-la-tan-olvidada-memoria


2 Ludovico Ariosto (Reggio Emilia, 8 de septiembre de 1474 - Ferrara, 6 de julio de 1533) fue un poeta italiano, autor del poema
épico Orlando furioso (1516). Además de su personalidad de poeta de gran renombre, escribió para la escena obras como: Arquilla,
Los supuestos, El nigromante, La alcahueta y Los estudiantes, entre otras. https://es.wikipedia.org/wiki/Ludovico_Ariosto
3 JORGE LUIS BORGES, La Luna, de: «El hacedor», 1960, recogido en: «Jorge Luis Borges Poesía Completa» Ed. Lumen, Bs. As. 2011
4 GUILLERMO JAIM ETCHEVERRY (Buenos Aires, 31 de diciembre de 1942) es un médico, científico y académico argentino que fue rector
de la Universidad de Buenos Aires (UBA) entre 2002 y 2006. Dedicado de manera exclusiva a la docencia y a la investigación en el
campo de la neurobiología, desarrolló su carrera como investigador del CONICET y profesor de la Facultad de Medicina de la UBA.
5 FRANCIS GEORGE STEINER (París, 23 de abril de 1929), conocido como George Steiner, es un profesor, filósofo, crítico y teórico de la
literatura y de la cultura. Escritor políglota (traductor en francés, alemán, inglés, italiano, griego, latín) y trilingüe perfecto, tiene tres
lenguas maternas (fue educado simultáneamente en alemán, francés e inglés).

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