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Dinero y Poder:

La microfísica del modelo chileno


Renato Garin#

Este artículo desafía la descripción tradicional


del modelo chileno. Usando la relación entre
dinero y poder como ejemplo, el autor argumenta
sobre la necesidad de leer el subpoder de la
configuración institucional chilena. En esa
lectura, argumenta, es posible encontrar
elementos para describir el modelo chileno con
mayor rigurosidad. Las evidencias parecieran
indicar, sostiene, que estamos ante una
combinación entre un discurso propio del
neoliberalismo con prácticas de corporativismo,
cuya articulación tiene profundas raíces
históricas y constitucionales. Una crítica certera
al modelo chileno, entonces, no puede pasar por
alto sus elementos corporativistas, graficados en
la relación entre el dinero y el poder.

Palabras clave: Modelo; Corporativismo; Dinero;


Lobby; Influencias; Subpoder, Microfísica.

Las lenguas, como las religiones, viven de herejías


Miguel de Unamuno

INTRODUCCIÓN

La frase de Unamuno es interesante porque plantea que las religiones no se alimentan solo de dogmas.
Las herejías, entendidas como doctrinas que se oponen a la verdad revelada, serían el sustento del cual
se nutren las religiones, pues permiten revisar reflexivamente su estructura. El sentido de esta
afirmación es metafóricamente útil para sintetizar el argumento de este ensayo: el modelo chileno,

# Estudiante de L.LM en Legal Theory en New York University NYU. Fulbright Scholar 2013-2014. Investigador del
Centro de Análisis e Investigación Política CAIP. Abogado, Universidad de Chile. Máster en Periodismo Escrito, PUC.
Texto escrito para el seminario Dinero y Poder organizado por Fundación Ciudadano Inteligente y CAIP.

Este artículo busca ser un complemento académico al reportaje de investigación publicado por el autor en CIPER Chile.
Vid. GARIN, R. Cómo y por qué el lobby no está regulado en Chile. CIPER, 10 de enero de 2013. Es útil también la
edición del 18 de Junio del programa de televisión El Informante, emitido por Televisión Nacional de Chile (TVN). En
esa edición el autor debatió con Carlos Correa de Imaginacción Consultores y con el Diputado Jorge Burgos. Agradezco
los comentarios al borrador de este artículo que realizaron Manuel Gárate y Rodrigo Karmy.
como las lenguas o las religiones, vive de su propia herejía. Los dogmas del modelo los conocemos
hace más de treinta años, ya sea en su formato de los setenta con El Ladrillo1 o en su versión de finales
de los ochenta con La revolución silenciosa2 de Joaquín Lavin. No parece necesario describir latamente
la literatura que analiza el proyecto subyaciente a la dictadura militar. Ese ejercicio se ha realizado
múltiples veces con diferentes énfasis3. Una descripción desde la vereda crítica, pero no menos
equilibrada, podemos hallarla en el trabajo de Manuel Gárate, quien analiza el devenir del sistema
institucional chileno hasta nuestros días. Según Gárate, nuestro modelo se caracteriza por:
“La centralidad de los equilibrios macroeconómicos, la reducción del papel del Estado en la economía, la primacía del
sector privado en la producción de bienes y servicios, el desequilibrio entre capital y trabajo, y el apoyo irrestricto a la
estrategia exportadora como motor del crecimiento” 4.

El dogma del modelo chileno dice que tenemos un sistema institucional que pretende promover el libre
mercado, la competencia y un estado subsidiario que no interviene sino para establecer “las reglas del
juego”. Sin embargo, esos dogmas se vuelven más difusos ante la búsqueda de una explicación a los
fenómenos políticos que vive el país desde el año 2011. En un proceso enmarcado por los 40 años del
golpe de Estado y la elección presidencial, el asunto ha tocado todas las aristas de la vida institucional
del país. Fue Alberto Mayol, en su ensayo El derrumbe del modelo, el primero en sugerir que las
consecuencias de 2011 eran estructurales, esto es, superaban con creces la agenda educacional 5.
Surgieron, entonces, los críticos de la tesis y del aparente “milenarismo” de Mayol quien parecía
vaticinar el fin de los tiempos para el organigrama del poder. Eugenio Guzmán y Marcel Oppliger
respondieron con su libro El malestar de Chile, a la predicción de Mayol que auguraba un
resquebrajamiento estructural del modelo chileno, contestaron con la tesis contraria. Según los autores,
Chile experimentaría niveles inéditos de prosperidad que se basan en la solidez institucional que
combina crecimiento con políticas sociales focalizadas 6. En esa línea, los acontecimientos de 2011 en
nada cuestionarían la base del modelo chileno y sostener lo contrario es, según Guzmán y Oppliger,
una tesis “políticamente interesada”. Del otro lado, Mayol percibe “un regreso de la historia” a través
de los movimientos sociales, portadores de la bandera contra el lucro y el abuso. Sus críticos observan,
por el contrario, que estas son conclusiones apuradas para obviar que ha sido la misma estructura

1 Bases de la política económica del gobierno militar chileno. Centro de Estudios Públicos, 1992.
2 LAVIN, Joaquin. La revolución silenciosa. Zig-Zag. 1988.
3 Vid. TIRONI, Eugenio. La irrupción de las masas y el malestar de las elites. Grijalbo, 1999. NAVIA, Patricio. Las
Grandes Alamedas. El Chile post-Pinochet. La Tercera-Mondadori. 2000. MOULIAN, Tomás. Chile Actual: Anatomía
de un mito. 1995. Reedición LOM 2010. JOCELYN-HOLT, Alfredo. El Chile Perplejo. Del avanzar sin transar al
transar sin parar. Sudamericana. 1997.
4 GARATE, Manuel. La Revolución Capitalista de Chile (1973-2003). Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2012.
5 MAYOL, Alberto. El derrumbe del modelo. LOM, 2012.
6 GUZMAN, Eugenio y OPPLIGER Marcel. El malestar de Chile: ¿Teoría o Diagnóstico? RIL, 2012.
institucional la que ha generado las condiciones para la crítica.
Si pudiéramos hacer una repetición en cámara lenta, veríamos a las movilizaciones de 2011 como el
prefacio de toda reflexión política posterior. Estos dos libros son solo el comienzo de una larga lista de
publicaciones en la que destaca también el economista Andrés Solimano con su trabajo Capitalismo a
la chilena. Allí, el economista del MIT argumenta que la supuesta prosperidad de la que gozaría Chile
descansa en evidencia controversial. Por un lado, observa, el país muestra un crecimiento económico
inédito y, por otro, una concentración del poder también inédita que sostiene una estrategia de
desarrollo cuestionable. De su diagnóstico, Solimano concluye que Chile experimenta un capitalismo
centrado en lo que llama “la prosperidad de las elites” y el malestar de todo el resto 7.

Estos tres títulos nos permiten observar las concepciones en disputa tras el concepto “modelo chileno”.
Por un lado, Solimano y Mayol entienden que: (1) Es un ruido que describe una crisis, por lo que (2) Se
hace necesaria una reforma estructural que interprete las demandas sociales. Al diagnóstico de Mayol,
Solimano agregaría que (3) Existe una ceguera en las elites, que impide comprender la afirmación
anterior. Del otro lado, Guzmán y Oppliger argumentan que (1) El modelo vive su esplendor y que (2)
Una reforma estructural no sería sino poner en riesgo todo lo que Chile ha conseguido en las últimas
décadas. Esas dos posturas sintetizan, también, el debate político que ha venido después, a propósito de
la elección presidencial.

Desde la derecha sus diversos candidatos presidenciales han puesto el acento en “defender las ideas y
los principios del sector”8, mientras que la oposición habla de la construcción de “otro modelo” 9. Si
escuchamos las voces de los dirigentes y, por otro, leemos los textos que elaboran tesis complejas sobre
el país, podemos concluir que Chile vive una paradoja. El modelo chileno vive su esplendor, tal como
lo diagnostican Guzmán y Oppliger, y, a la vez, está en medio de una crisis estructural sin precedentes,
como afirman Mayol y Solimano. ¿Cómo pueden ser compatibles crisis y esplendor? Esa es la pregunta
difícil que se encuentra detrás de la discusión académica generada a raíz de las movilizaciones
estudiantiles y ciudadanas de 2011.

7 SOLIMANO, Andrés. Capitalismo a la chilena. Y la prosperidad de las elites. Catalonia, 2012.


8 LARRAIN, L. El regreso del modelo. Libertad y Desarrollo. 2012. Esta es una tesis interesante de Larraín, en que se
detiene a hablar justamente sobre “el poder”: “Nuestro análisis encontró algunos elementos comunes entre las muestras de
descontento que vivió Chile el año 2011. Todas ellas en definitiva apuntaban a cuestionar el poder: el poder del gobierno entre los
ciudadanos; el de los empresarios ante los consumidores; el poder central entre los habitantes de las comunidades locales; el de los
políticos entre los electores; el de la Iglesia Católica y otras instituciones religiosas entre los fieles; el de los medios de comunicación
masivos como la televisión y los diarios entre los usuarios de las redes sociales. Se trataba, en el fondo, de un cuestionamiento a los
mecanismos tradicionales de representación.”.
9 Vid ATRIA et al. El otro modelo. Del orden neoliberal al régimen de lo público. Debate. 2013
En este ensayo intento ubicar esa paradoja en el mapa institucional chileno. En breve: la relación entre
el dinero y el poder nos permite observar una veta no explorada del tronco que sostiene al modelo. Las
regulaciones de la política como actividad pública, su financiamiento y el acceso a los representantes
parece, en principio, una cuestión accesoria a un sistema institucional. Sin embargo, desde el final de la
Segunda Guerra se observa en el mundo una corriente legislativa que pone el acento en asuntos de
transparencia que no aparecían antes en el mapa decimonónico de las instituciones 10. Este proceso se
aceleró con el final de la Guerra Fría y el comienzo de largos procesos de transición a lo largo del
mundo. Comenzamos diciendo que el modelo chileno vivía de su propia herejía, en lo que sigue
intentaré mostrar que es la relación entre dinero y poder aquella herejía que sostiene toda la estructura
de dogmas que algunos defienden y otros critican.

MICROFÍSICA

Max Weber, uno de los tótems de la sociología moderna, explicó que poder significa “la probabilidad
de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera
sea el fundamento de esa probabilidad” 11. El poder, entonces, no es imponerse, sino la probabilidad de
imponerse dentro de una relación social, mientras más alta es la probabilidad de imponerse mayor es el
poder que se detenta. En una definición similar, Thomas Hobbes escribió en su cébere Leviatán que el
poder son “los medios presentes para obtener algún futuro y aparente bien”. La pregunta para Weber,
entonces, sería si acaso el dinero aumenta o no las probabilidades de imponerse en determinadas
relaciones sociales, particularmente aquellas que se refieren a los poderes del Estado.

Hobbes, pareciera, respondería que el dinero puede ser entendido como un medio presente para obtener
algún bien futuro. El dinero, en ese sentido, es poder. Si acaso el bien que se puede conseguir es
“público” la pregunta se vuelve más compleja: ¿Cómo hacer para que el contrato social funcione
todavía incluso en situaciones de disparidad de dinero? ¿Cómo hacer para que el poder privado no
capture el poder público? La respuesta del constitucionalismo clásico a esta pregunta son los principios
de legalidad y de igualdad ante la ley. Ambos principios funcionan como varas para establecer que el
Estado opera en razón de la ley y no de la voluntad de las personas y que, en principio, la ley es
aplicable por igual a todos los ciudadanos. Esta cuestión es difícil de observar en la práctica chilena,
pues buena parte del siglo XX estuvo signado por procedimientos y prácticas que torcían la nariz del

10 GOLDSTEIN, K. Interest Groups, Lobbying, and Participation in America. Cambridge, 1999.


11 WEBER, M. Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica. P. 43
principio de legalidad y de igualdad ante la ley 12.
Con todo, si aceptamos el paradigma clásico, el dinero sería esencialmente un asunto privado que -en
teoría- no mejora ni empeora las probabilidades de imponerse en las relaciones sociales, esto es, en la
política. El paradigma del constitucionalismo clásico, sobre el cual está construida la legislación del
siglo XX, en principio no observa un dilema que resolver en la relación entre poder y dinero. Bastaba
con reglas generales sobre propiedad privada y propiedad pública, estatutos de declaración de intereses,
actas notariales de los bienes que se tienen y buena fe de parte de los sujetos. Es decir, el paradigma
moderno entiende que el poder es, por definición, una cuestión pública mientras que el dinero, por
definición, es una cuestión privada.

Max Weber fue el analista del poder más citado de la primera mitad del Siglo XX. Su influencia puede
rastrearse hasta sudámerica en las escuelas de sociología y también de derecho. Sin embargo, mientras
Sudamérica era weberiana, en Europa surgió el pensamiento de Michel Foucault. Según Foucault, “el
poder no es una institución, no es una estructura ni una fuerza de la que dispondrían algunos: es el
nombre que se le da a una situación estratégica compleja en una sociedad dada” 13. Foucault buscaba
una concepción más amplio que el mero poder gubernamental, queriendo significar que allí no se agota
el poder. En La verdad y las formas jurídicas, propone una idea interesante, que desafía la
nomenclatura de Weber, al hablar de un “subpoder” 14. La última parte del siglo, enseñó que el dinero
podía volverse sumamente poderoso e influir en todas las relaciones sociales, de ahí que parece útil
entenderlo como un sub-poder.

En el sentido que le da Foucault, se trataría de una "una trama de poder microscópico, capilar" 15, que no
es el poder político ni los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de
relaciones e instituciones situadas en distintos niveles. Pero a la vez que Foucault postula que no es
posible estar fuera de ese espacio estratégico del poder, afirma “que no hay relaciones de poder sin
resistencias, que estas son más reales y eficaces en cuanto se forman en el lugar exacto en que se
ejercen las relaciones de poder”.

Microfísica es una palabra interesante pues designa la labor de los científicos dedicados a estudiar los
componentes del átomo y su relación entre si. La metáfora de Foucault apunta a que el poder debe ser
12 Vid. PORTALES, F. Los mitos de la democracia chilena. Vol II: 1925-1938. Catalonia, 2010.
Vid. CORREA, S. La democracia que tuvimos, la democracia que no fue. Revista de Sociología nº14 año 2000.
13 FOUCAULT, M. El sujeto y el poder", en Revista Mexicana de Sociología, No. 3, 1988.
14 FOUCAULT, M. La verdad y las formas jurídicas". Barcelona, Gedisa Editorial. Conferencia 4, 1978.
15 FOUCAULT, M. Microfísica del poder. Barcelona, La Piqueta, Poder-Cuerpo, 1978 b.
analizado con un método microfísico en el sentido de observar los componentes y las relaciones que
configuran el poder social. La microfísica del poder es, en palabras de Foucault, el conjunto de
mecanismos de poder que se han adherido a los cuerpos, en los gestos, en los comportamientos.

La experiencia institucional chilena parece mostrar evidencia para argumentar una crítica al modelo
chileno no solo por su “macrofísica”, esto es, por sus grandes dogmas. La idea que este ensayo
pretende proponer es que podemos identificar los mecanismos adheridos al modelo a través de su
microfísica: el subpoder del modelo chileno. En este sentido, es útil combinar el concepto de Foucault
con el de Weber, pues el subpoder aumenta las probabilidades de imponerse en las relaciones sociales,
es decir, el subpoder aumenta el poder de un sujeto o institución. Antes dijimos que el paradigma
moderno colocaba al poder en lo público y al dinero en lo privado, pero esta distinción se vuelve más
difusa si usamos la idea de subpoder como vaso comunicante entre ambas dimensiones. En este
sentido: ¿Quiénes son los individuos que sirven como enlaces en las extensas redes de relaciones de
poder en Chile? O, dicho de una manera más foucaultiana: ¿Cuáles son los vasos comunicantes de la
microfísica del poder?

La relación entre dinero y poder ocurre en un nivel concepualmente asimilable al subpoder


foucaultiano, pero con consecuencias weberianas. La concepción que quiero describir de este concepto
“subpoder” es lo que conocemos en Chile como “la agenda pro transparencia” o “las buenas y malas
prácticas en la política”. Es sugerente poner el acento en que estas no son solo “malas”, sino que son
“prácticas”. Este año estos asuntos han sido particularmente visibles por la intempestiva aparición del
lobby en la agenda pública16. Si bien el primer proyecto de ley fue presentado en 2003, fue recién
ahora, diez años después, cuando la prensa y los dirigentes políticos colocó entre sus prioridades el
asunto.

Una segunda cuestión que ha incrementado la visibilidad de esta agenda es el reportaje emitido por el
programa Contacto de Canal 13 donde se pusieron a la vista ciertas prácticas de determinados
parlamentarios. Si bien los casos mostrados en ese programa fueron pocos, al menos sirvieron para
evidenciar que era más de uno y que era posible observar cierta “lógica” en el operar de los
parlamentarios. El abogado Luis Cordero, en una entrevista emitida durante el reportaje de Contacto,
mostró un punto útil de considerar pues sostuvo que estábamos ante una serie de “pequeñas omisiones”
16 Más sobre esto en el reportaje de investigación GARIN, R. Cómo y por qué el lobby no está regulado en Chile.
Publicado en CIPER, 10 de enero de 2013.
que sumadas aparecen como una lógica global. Esa es justamente la estrategia de un análisis
microfísico, del seguimiento y rastreo del subpoder, de aquellos mecanismos adheridos a los sujetos
mismos. Tanto la discusión del lobby como aquella referente a los conflictos de interés comparten esa
característica y una adicional: ambos debates fueron por mucho tiempo ignorados en la prensa.

¿Es esto consecuencia de alguna estrategia de algún sujeto en particular? No. Es el resultado de
décadas de práctica de un modelo que repite dogmas, pero que esconde su propia herejía. Esto es
interesante pues la relación entre dinero y poder es microfísica en el sentido de que se refiere a
prácticas y comportamientos que exceden el mero marco gubernamental o institucional y se adhiere a
los sujetos y los acompaña en todas sus dimensiones. La microfísica del modelo chileno, así, debe
contrastarse con los dogmas que antes enunciamos: libre mercado, competencia y estado no interventor.
Mirar los aspectos microfísicos del modelo chileno implica detenerse en los sujetos, en los
procedimientos y en las condiciones institucionales en las cuales se desarrolla el proceso productivo.
Estas tres dimensiones nos podrían guiar a una comprensión del “subpoder” que opera tras el telón del
modelo chileno.

En un primer sentido, observar a los sujetos se plasma en determinar la legislación aplicable y las
conductas perceptibles en aquellos ciudadanos que se encuentran en posición aventajada en la variable
dinero. Un ejemplo microfísico en el primer sentido es observar la lista de millonarios chilenos y su
comportamiento en cuanto a donaciones y estructura de propiedad de sus bienes con relevancia pública,
por ejemplo canales de televisión, prensa escrita 17 y universidades18.

Estos trabajos de investigación han sido desarrollados parceladamente por diversos autores que,
coincidentemente, utilizan como metodología los documentos legales a disposición de los ciudadanos.
En la relación específica entre dinero y poder, sin embargo, ese análisis no puede hacerse porque las
donaciones a campañas electorales son secretas. Sobre el período de la dictadura, curiosamente,
tenemos más información sobre cómo las empresas del estado terminaron en manos privadas 19. En otras
palabras, sabemos bastante sobre la relación entre poder y dinero en la época autoritaria y muy poco
sobre la relación entre dinero y poder durante la transición democrática. Esta es una paradoja que nos
lleva a la segunda fase del análisis.
17 MONCKEBERG, M. Los magnates de la prensa. Debate. 2011.
18 MARTÍNEZ, C. y VARGAS, E. Evaluación del sistema de franquicias tributarias para donaciones a universidades en
Chile. Trabajos de investigación en políticas públicas número 12, Julio 2012. Los autores construyen una tabla de los
principales donantes a universidades en Chile.
19 MONCKEBERG, M. El Saqueo de los grupos económicos al Estado chileno. Ediciones B. 2011.
En un segundo sentido, evaluar los procedimientos significa entender los canales que siguen las
decisiones políticas y cómo ellas desembocan en consecuencias económicas y productivas. Un ejemplo
microfísico en el segundo sentido es observar la tramitación de una ley en el parlamento o de una
ordenanza municipal a nivel de una comuna en temas que atañen intereses de privados. Un ejemplo de
esto es la tramitación de la llamada “ley de pesca” que benefició a siete familias, proceso que fue
descrito por el diputado Montes como “un picnic del lobby”. ¿Qué quiere decir esto sino que los
privados afectados por la ley hicieron ver por todas las vías sus argumentos? La misma tramitación de
la ley de lobby sirve como ejemplo en este segundo sentido. En Chile pareciera la tónica que los
privados afectados por el debate legislativo, “se toman” el debate legislativo en si mismo para legislar
en uno u otro sentido. En algunos casos, para no legislar, o no votar 20. Casos en que la tramitación de
un proyecto de ley despierta suspicacias sobran, pero podemos hacer una lista corta de qué intereses se
ven comprometidos en esos proyectos: Mineras, Farmaceúticas, Laboratorios, Industria del retail,
Inmobiliarias, Universidades, Bancos, Isapres, Gremios, Pesqueras, Tabacaleras, Industria del alcohol,
Forestales, Canales de televisión.

En un tercer sentido, evaluar las condiciones institucionales implica entender la configuración legal que
rige la relación entre dinero y política. Un ejemplo microfísico en el tercer sentido es analizar la
legislación aplicable al financiamiento de las campañas políticas y la regulación del lobby en Chile,
como expresión por antonomasia del rol de las influencias en el proceso legislativo chileno. El caso del
lobby, que más adelante detallaremos, es un ejemplo “metafísico” de la microfísica. Si el problema que
estamos tratando es el grado de influencia que tiene el dinero sobre el poder, cuando se discute sobre
lobby se está discutiendo sobre la influencia de las influencias que tiene el dinero sobre el poder.

SUBPODER Y CAPTURA

El año 2000, el socialista Antonio Cortes Terzi publicó un libro con un título sugente: El circuito
extrainstitucional del poder donde señala que la democracia chilena era víctima de un proceso de
captura difícil de detener21. El diagnóstico del autor, visto con una década de perspectiva, parece
preclaro a la luz de los hechos que hemos observado. La tesis de la captura fue retomada recientemente
en una columna de opinión por Claudio Fuentes, investigador de la UDP, donde realiza un crudo

20 Como el caso del informe sobre lucro en la educación superior.


21 CORTES, A. El circuito extrainstitucional del poder. Ediciones Chile América Cesoc. 2000.
análisis:

Nuestro sistema político depende hoy para subsistir de un masivo caudal de recursos económicos provenientes del sector
privado. Y esta relación de dependencia constituye uno de los principales obstáculos para el libre ejercicio de la
representación política. El sistema político corre un serio riesgo de ser capturado porque nuestras regulaciones no solo son
pobres, sino que algunas de ellas favorecen la influencia desmesurada del mundo privado sobre la actividad política 22.

La frase con que comienza Fuentes es clave para comprender el sentido de este artículo. El profesor de
la UDP señala que el sistema político depende de los recursos económicos del sector privado para
subsistir. Desde el punto de vista del constitucionalismo clásico y la distinción entre lo público y lo
privado está afirmación debiera alertarnos. Fuentes complementa su diagnostico diciendo que el peligro
de captura es real y que la representación política no encuentra hoy condiciones de libre ejercicio. Son
cuatro los factores que Fuentes considera importantes para disectar el asunto:

Se requiere de una reforma sistémica, que involucra diversos ámbitos (lobby, conflicto de interés, gasto de campañas,
financiamiento de partidos). Pero estas regulaciones deben ser coherentes entre sí y considerar como ejes centrales la
transparencia, fiscalización y la igualdad política. Debemos asegurar que la representación democrática se de libre de
influencias y es precisamente ésta libertad la que está en entredicho hoy 23.

La forma en que Fuentes observa el panorama debiera devolvernos a nuestra pregunta inicial. Si el
modelo chileno es lo que está en cuestión desde el 2011, como vimos en el debate entre Mayol y sus
críticos, debiéramos relacionar esa pregunta con la posible captura del sistema político. La tesis de
Cortés en su libro es que, paralelo al poder público, se ha desarrollado en Chile un circuito que va por
fuera de las instituciones, pero que incide directamente en ellas. Ese circuito extrainstitucional está
construido por una telaraña de vínculos sociales y métodos de influencias que terminan por envolver lo
público.

El concepto antes expuesto de subpoder coincide en su alcance con la idea de Cortés, pero el prefijo
“extra” se refiere a una idea sutilmente distinta del prefijo “sub”. “Sub” tiene tres usos en la regla
latina. Puede referirse a lo que está “debajo de”, el subsuelo por ejemplo, puede referirse a lo que está
en inferioridad jerárquica o menor categoría, como subdirector por ejemplo, o puede referirse a una
situación de escacez, como subdesarrollo. “Extra”, en cambio, refiere a lo que rebasa o lo que está
fuera, como “extramuros” o “extraterrestre”.

¿Es el dinero una fuerza extra-institucional como describe Cortés o es una fuerza que sostiene las
instituciones, como sugiere Claudio Fuentes? ¿El dinero sostiene, el dinero rebasa, el dinero está

22 FUENTES, C. La captura del sistema político. Columna en El Mostrador. 27 de Mayo 2013.


23 Ídem.
debajo o fuera del poder? Esta es una pregunta interesante pues el financiamiento de la política es un
tema que ha estado ausente del debate durante 23 años de régimen civil. En el plano legal, el gasto
electoral está regulado en la ley 19.884 y las donaciones a campañas en la ley 19.885. El actual
ejecutivo señaló que su proyecto de ley de partidos políticos vendría a reformar estas normativas, pero
el texto que finalmente presentó en el Congreso no se ocupa del financiamiento de la política. La
información disponible sobre redes de financiamiento es mínima y el debate legislativo errático y
concentrado en lugares comunes. Peor aún: la ausencia de cánones legales impide distinguir con
claridad la paja del trigo. Los esfuerzos académicos no han faltado, pero la clase política, que para estos
efectos funciona como partido único, ha optado por no verse la suerte entre gitanos.

Otro ejemplo son los tres proyectos de ley que han pasado por el Congreso en busca de regular el
lobby, esto es, la representación de intereses privados ante autoridades públicas. Al no tener un patrón
normativo que permita distinguir conductas y establecer sanciones, nos encontramos con un
descampado jurídico en que el único límite legal es la figura del cohecho contenida en el artículo 248
del Código Penal. De esta forma, la relación entre dinero y política se encuentra en un triángulo de las
Bermudas: entre la ley 19.884, la 19.855 y el artículo 248 del Código Penal. No sabemos quién dona el
dinero a las campañas pues la legislación establece el secreto respecto de la identidad del donante, al
mismo tiempo que el límite del gasto electoral nunca ha sido fiscalizado en la práctica. De este modo,
la única alarma que tenemos disponible es un tipo penal que sirve como “cajón de sastre”.

Una ley de lobby permitiría realizar las primeras distinciones básicas para regular la opacidad actual.
En la década de los 90 se presentaron una decena de mociones parlamentarias para normar la actividad
de quienes representan intereses privados propios o ajenos ante autoridades públicas, ya sea ante
diputados, senadores, alcaldes, concejos municipales y otros. El primer proyecto de ley data de 2003,
cuando el gobierno de Lagos se decidió a transparentar una industria que aparecía constantemente en la
prensa como actor principal de la discusión legislativa. A este respecto la legislación comparada es
fecunda pues la primera ley de lobby en Estados Unidos data de 1946 y otras economías emergentes
como Australia o Argentina ya tenían la suya desde la década de los 90 24.

El proyecto de ley de Lagos abrió la discusión sobre quién es lobbista y quién no. El modelo
norteamericano utiliza dos criterios para esta determinación: habitualidad y remuneración. Es decir, son
lobbistas todos aquellos quienes acuden a representar intereses privados con regularidad y aquellos que
24 ZETTER, L. Lobbying: The Art of Political Persuasion. Harriman House, 2008.
reciben un pago por esa tarea. El proyecto de Lagos, sin embargo, realizaba una distinción sui generis,
no conocida en la legislación comparada, entre lobbista y lobbista profesional. La base de esto sería
que el lobbista sin apellido no recibe remuneración, en tanto representa sus propios intereses ante las
autoridades públicas. El lobbista profesional, en cambio, es aquel que destina su actividad profesional a
esta tarea y cobra por ello. Al presentarse el proyecto de 2003 saltaron las alarmas en la industria del
lobby, pero particularmente en dos tipos de oficinas: las agencias de comunicación estratégica y los
estudios de abogados. Las primeras se ocupan del comportamiento comunicacional global de las
corporaciones que las contratan y los segundos se enfocan en los servicios jurídicos que sus clientes les
demandan. En todos los países que tienen ley de lobby estos dos actores están regulados como sujetos
activos de la actividad en el entendido que los suejtos pasivos son las autoridades públicas. Sin
embargo, la discusión legislativa del proyecto de 2003, que duró largos cinco años, terminó por
establecer que lobbista profesional eran, solamente, las agencias de comunicación estratégica.

Así, el proyecto de 2003 contenido en el boletín 3407-07 atravesó más de cuarenta trámites en el
Congreso hasta llegar a un texto final que fue aprobado por ambas cámaras en mayo de 2008. Pese a
ello, el Ejecutivo comandado por Bachelet no promulgó la ley y, en cambio, utilizó la facultad de veto
para devolverlo al parlamento. Diputados como Carlos Montes y Jorge Burgos han afirmado que esta
medida de veto fue consecuencia de la presión que ejercieron las agencias sobre el ejecutivo para
impedir la publicación de un texto legal que los sindicaba como los únicos lobbistas profesionales del
mercado. “El lobby mató al lobby” suele decirse para explicar la manera en que Bachelet frenó una ley
que todo el espectro político había apoyado. En su reemplazo presentó, en noviembre de 2008, una
serie de indicaciones aditivas para reformar el proyecto de 2003 y quitar la distinción entre lobbista y
lobbista profesional.

El resultado del proyecto de ley de 2008 era distinto: quedaban regulados los gremios, los estudios de
abogados, las agencias, los sindicatos y, en general, todos los actores que cumplieran con el requisito de
habitualidad en las gestiones o que recibieran remuneración por las mismas. Ese proyecto, contenido
en el boletín 6189-06, duró poco. Se entrampó a los pocos meses en la comisión de Constitución y
nunca salió de allí. Cuenta con el rechazo público del Colegio de Abogados, cuya presidenta, Olga
Feliú, ha sostenido que el rubro no tiene por qué regirse por una ley de lobby. Situación similar viven
los gremios empresariales, que también se oponen a ser considerados lobbistas.

Paralelo a esta infructuosa labor legislativa, que en total acumula más de 80 trámites sobre el asunto,
las denuncias de la prensa fueron en alza. El lobby y los lobbistas ganaron protagonismo en la
discusión de diversas leyes sobre fármacos, tabaco, alcohol, universidades y pesca. Ante esta situación,
el Ejecutivo dirigido por Piñera decidió desechar el proyecto de 2008 y enviar nuevas indicaciones
sustitutivas que produjeron un cambio sustancial en la forma de regular el lobby. El proyecto de mayo
de 2012 ya no se preocupaba de normar a los sujetos activos de lobby, pues Larroulet entendió que eso
acabaría llevándolo de nuevo al callejón sin salida en que murieron los otros dos proyectos. Esta vez, el
Ejecutivo pensó una salida alternativa, una que no implicara enfrentar a los actores de la industria. El
camino escogido fue regular no a los lobbistas, sino a los sujetos pasivos, esto es, la autoridad pública,
mediante una ley que obliga a transparentar todas las reuniones de su agenda. Diversas indicaciones
parlamentarias se han agregado a ese proyecto y hoy parece plausible pensar que tendremos ley de
lobby en el mediano plazo 25.

CORPORATIVISMO

Hasta aquí hemos descrito dos lugares donde el dinero y el poder cohabitan: el financiamiento de las
campañas electorales y la regulación del lobby. Ambos asuntos se mezclan en uno solo cuando
preguntamos: ¿Qué saben los lobbistas sobre el financiamiento de la política? Dada la cartera de
clientes que manejan, dada su cercanía con los parlamentarios, dada la opacidad legal de la práctica:
¿No están estas agencias en una posición privilegiada para conectar a los financistas con los candidatos
y luego pasar la cuenta cuando se tenga que votar en el parlamento? Esta es una pregunta válida y
legítima que no ofende ni establece ningún tipo de juicio ético, pero es constantemente eludida por
todos los actores implicados.

Un caso interesante es pensar qué ocurre cuando un sujeto activo de lobby, un lobbista, participa a la
vez de un partido político e incluso es candidato a un cargo de representación popular. Podemos
mejorar nuestro caso e imaginar que este sujeto trabaja para una empresa dedicada al lobby que no
revela su lista de clientes, pues mantiene claúsulas de confidencialidad con sus representados. Este
caso existe y ocurre actualmente en Chile: El señor Jorge Insunza, militante del PPD, es Gerente en la
empresa Imaginacción Consultores y candidato a Diputado el próximo 17 de Noviembre. Su empresa,
propiedad de Enrique Correa, no revela su lista de clientes por lo que no sabemos a quién representa.

25 GARIN, R. Cómo y por qué el lobby no está regulado en Chile. Publicado en CIPER, 10 de enero de 2013. Véase
también el documento de BRIEBA y AGOSTINI Una ley de lobby para Chile, con las propuestas de la UAI y
Horizontal sobre el tema.
El caso de Insunza es paradigmático no por él, no es ningún ataque personal ni puesta en duda de su
integridad moral, sino por cómo funciona el modelo o cómo creemos que funciona. La industria del
lobby nos entrega ejemplos aún más delicados, como los de Enrique Correa y Gonzalo Cordero. Correa
es un antiguo militante del MAPU y ex ministro de Aylwin durante la transición. Su empresa
Imaginacción es una de las primeras en dedicarse al rumbo de la imagen y la comunicación estratégica
en Chile. Sin embargo, Correa no solo se dedica a eso 26. También es un activo líder de opinión
convocado frecuentemente a programas de televisión y entrevistas en prensa escrita 27. Allí Correa suele
entregar sus diagnósticos y recomendaciones, los cuales también enumera cuando es invitado a
encuentros empresariales como Icare o Enade. ¿En qué calidad habla Correa cuando diserta sobre la
cuestión pública? ¿Es un militante del PS preocupado de su país? ¿Es un ex Ministro inquieto por las
políticas públicas? ¿Es un lobbista representando intereses de sus clientes (secretos)? ¿Es todo eso al
mismo tiempo?

Un caso análogo encontramos en Cordero y su militancia en la UDI. Conocido por ser uno de los
hombres más cercanos al Senador Guzmán Errázuriz, Cordero es un líder de opinión dentro del
gremialismo. La prensa ha destacado su rol como “Samurai” de Lavín en 2005 y estrecho asesor de
Pablo Longueira en su campaña presidencial28. De tanto en tanto, Cordero también da entrevistas y
charlas en que remarca su mirada táctico-estratégica de la derecha. ¿En qué calidad habla Cordero
cuando diserta sobre la cuestión pública? ¿Es un militante UDI preocupado de su país? ¿Es un líder de
opinión inquieto por las políticas públicas? ¿Es un lobbista representando intereses de sus clientes? ¿Es
todo eso al mismo tiempo?

¿Pueden ser Correa y Cordero todo eso al mismo tiempo? Sí, y ese rasgo, esta mezcla que se observa
entre los roles públicos y privados es una muestra microfísica de que el poder está “adherido” a estos
sujetos, en el sentido de Foucault. Esta zona de indeterminación de la legislación chilena se conoce
vagamente como “conflictos de interés” y tuvo su punto más álgido cuando Sebastián Piñera ganó la
elección presidencial en enero de 2010. Desde la campaña, recordemos, se discutía sobre los
fideicomisos ciegos. No es trivial que Piñera haya tenido la conducta que tuvo, esto es, vender LAN y
CHV varios meses después de asumir la primera magistratura. Basta mirar los diarios de la época para
tomar consciencia de los serios cuestionamientos que se le realizaron a Piñera y la conducta invariable
de éste como Presidente. La cuestión del dinero y el poder volverá a emerger en marzo próximo,
26 Véase un perfil de Correa en Poderopedia: http://poderopedia.com/personas/Enrique_Correa
27 Véase la entrevista a Correa en El Mercurio del día sábado 5 de Octubre 2013.
28 Véase un perfil de Cordero en Poderopedia: http://poderopedia.com/personas/Gonzalo_Cordero
cuando Piñera pase a ser el ex Presidente más millonario de nuestra historia. Nunca antes habíamos
tenido el caso de que un solo sujeto tuviera el rango de ex Presidente y, además, una fortuna de más de
2.000 millones de dólares. En sentido weberiano: ¿Tendrá el ex Presidente Piñera más poder, es decir,
mayores probabilidades de imponerse en sus relaciones sociales? De tenerlas, ¿Cuáles son esos
mecanismos que le permitirán proveerse de esas mayores probabilidades?

La relación entre dinero y poder no se agota en las variables lobby y financiamiento. Durante la
transición chilena hemos observado un método adicional de gran relevancia: la llamada puerta
giratoria de autoridades. El caso típico es una autoridad encargada de regular una determinada
industria, por ejemplo la Banca, y que al finalizar su período en el sector público vuelve al sector
privado, justamente a la industria que antes regulaba.

Un ejemplo recurrente es la relación entre algunos personeros de los gobiernos de la Concertación con
el grupo Saieh. Gustavo Arriagada fue superintendente de Bancos desde 2005, en el cierre del gobierno
de Ricardo Lagos, y salió junto con Bachelet en marzo de 2010; hoy es director de CorpBanca. José
Luis Mardones es Director en Corpbanca que es parte del holding de SMU, Corpvida y Copesa. Antes
fue presidente de BancoEstado en el mandato de Bachelet. Esta información se vuelve más actual
cuando observamos el desenvolvimiento del holding controlado por Saieh que ha debido cerrar un
proyecto de canal de televisión y desprenderse de algunos activos para pagar créditos a sus acreedores.

Otro ejemplo es lo que ha ocurrido recientemente con SQM y el holding financiero controlado por Julio
Ponce Lerou. Luego de la aparición de reportajes sobre las operaciones que realizaban las sociedades
de Ponce, la autoridad regulatoria solicitó antecedentes y ordenó estrictas medidas. En abril, el
superintendente de Valores y Seguros (SVS), Fernando Coloma, ordenó “reversar”, esto es, anular una
operación, por US$ 235 millones de utilidades en las sociedades que usa Ponce para controlar SQM:
Oro Blanco, Norte Grande, Potasios de Chile y Pampa Calichera, en un método conocido como
“sociedades cascada”. En el contexto de las acciones judiciales que se han iniciado contra Ponce y
SQM, el abogado Mauricio Daza ha señalado que existiría aquí una estrategia de Ponce para entregar
cargos en sus sociedad a personas de trayectoria política. Dice Daza,
:
“Julio Ponce Lerou ha sido una persona muy hábil. No sólo para hacerse de la propiedad de SQM cuando era yerno de
Augusto Pinochet sino principalmente durante los últimos 20 años que ha colocado en los distintos directorios de sus
empresas a personeros importantes de distintos ámbitos políticos” 29.

29 Entrevista publicada en El Mostrador: http://www.elmostrador.cl/pais/2013/10/04/apuntan-a-directores-de-sociedades-


Otro ejemplo interesante es el de Jaime Estévez que fue presidente de BancoEstado. En su
administración se aprobó un crédito de US$ 120 millones para Andrónico Luksic para comprar el
Banco de Chile. Luego pasó al Ministerio de Obras Públicas y al dejar el gobierno asumió un puesto
como director independiente del Banco Chile, del grupo Luksic. Un ejemplo más: El ex ministro de
Economía de Bachelet, Hugo Lavados, asumió hace seis meses la presidencia de Cuprum, tras el
ingreso a la propiedad del grupo asegurador estadounidense Metlife. Y, curiosamente, lo hizo criticando
la idea de la ex Presidenta de crear una AFP estatal.

Por supuesto, todas estas personas están en su legítimo derecho de ganarse la vida como quieran y
como puedan. Sus currículums en el sector público no hacen sino convertirlos en excelentes candidatos
para administrar el mundo privado. La única limitación legal que existe es aquella que se introdujo en
la Ley de Bases en el artículo 58, que establece un plazo de seis meses para pasar de una oficina a la
otra. En el contexto OCDE el plazo es de dos años, pero este problema aparece como un asunto crónico
no solo en Chile sino también en democracias sofisiticadas como la norteamericana. El diagnóstico de
varios académicos es que la democracia en Estados Unidos pasa por un tenebroso momento de captura
por parte de las grandes corporaciones30. No son pocos los que sostienen que la crisis económica de los
sub-prime detonó, justamente, porque los entes reguladores habían sido capturados por la industria
regulada31. Esta constelación de problemas suele llamarse “capitalismo crony” o capitalismo de amigos.

Si el caso norteamericano sirve de algo, es para mirar críticamente nuestra propia institucionalidad y
evaluar si acaso no corremos los mismos riesgos. Esto volverá a ser noticia en marzo de 2014 cuando
se produzca el cambio de coaliciones en el poder, entonces toda una camada de autoridades públicas de
la Alianza saldrán al sector privado. También ocurriá lo opuesto: entrarán personas desde el sector
privado a los cargos públicos. Detrás de la llamada puerta giratoria (overlapping door) de las
autoridades lo que hay, en sentido profundo, es una estrategia legítima del mundo privado para ganar
influencias sobre el aparato público. Esa estrategia debe ser comprendida en el sentido weberiano:
buscan aumentar sus probabilidades de imponerse en las relaciones sociales que les afectan. Y en un
sentido foucaultiano: estos mecanismos se adhieren a los sujetos y superan, esto es, vuelven
inoperativa, la frontera entre lo público y lo privado.

ligadas-a-sqm-son-personeros-que-tienen-llegada-politica-y-eso-le-ha-permitido-a-lerou-que-no-haya-sido-fiscalizado/
30 RUSHKOFF, D. Life Inc: How Corporatism Conquered the World and How We Can Take It Back. Random House, 2011.
31
La pregunta fundamental del modelo chileno es: ¿A dónde conduce todo este entramado institucional?
¿Dónde desemboca toda esta microfísica del modelo? Comenzamos diciendo que había una herejía que
alimentaba el dogma del modelo chileno y que debíamos encontrarla a fin de comprender cabalmente
cómo se ha gobernado Chile durante las últimas décadas. En el fondo, lo que está en juego es una
comprensión detallada de lo que ha sido la transición como proceso político. ¿Cuál es, entonces, esa
herejía que venimos adelantando? La relación entre dinero y poder es la punta del iceberg de un
cuestión más difícil de aceptar y de enormes implicancias históricas. El modelo chileno, como se ha
planteado en estas páginas, tiene elementos de (neo)corporativismo que no son sino la negación
explícita de los dogmas del modelo: libre mercado, competencia y estado no interventor. En la práctica,
el corporativismo habita en el subpoder y se ocupa de administrar los dogmas, negándolos en toda
decisión institucional. Son rasgos de corporativismo los que se observan cuando miramos la forma en
que el Estado legisla sobre industrias reguladas, como el caso de la ley de pesca o el caso de la ley de
fármacos. En rigor, el dogma sostiene que el Estado no interviene en la configuración de las
condiciones de mercado, pero el modelo chileno parece basarse justamente en lo contrario: el Estado le
construye mercados a las industrias y, además, les asegura cuotas dentro del mismo. Todo esto
desemboca en la negación de los tres dogmas del modelo: no hay libre mercado como tal, porque no
hay competencia, pero, básicamente, porque el Estado no es neutral.

En un caso comparado muy significativo, el profesor Paul Kubicek investigó cómo se desarrolló la
sociedad ucraniana luego del derrumbe de la Unión Soviética. Su hallazgo fue documentado en su libro
Unbroken Ties, donde concluye que el modelo ucraniano es un modelo corporativista “y” neoliberal.
La tesis es interesante pues muestra la relación de mutua dependencia entre el aparato corporativista y
la retórica neoliberal. Kubicek define el corporativismo como “una forma de gobierno bajo la cual el
Estado se abre a la influencia de grupos de poder privilegiados” 32.

En el contexto post-soviético, explica Kubicek, el heredero del Estado totalitario del comunismo
statilinista fueron las corporaciones y grupos de interés privilegiados por el antiguo régimen. Estas
corporaciones heredan el control político del Estado dado que este abre en un proceso de transición que
involucra todos los aspectos de la vida institucional de un país. Lo mismo ocurrió en Chile en 1990, es
decir, un Estado omnipotente que beneficiaba a unos y torturaba a otros, cedió su lugar a un Estado
asediado por el poder corporativo que, solamente años antes, el mismo Estado había construido. Según
el argumento de Kubicek, un elemento gravitante para la construcción de estos (neo) corporativismos
32 KUBICEK, P. Unbroken Ties. The State, Interest Associations and Corporatism in Post-Soviet Ukraine. Michigan, 2000.
es la posición institucional de los ejércitos nacionales luego de la caída de la Unión Soviética. Los
ejércitos empujarían la construccón de aparatos corporativistas pues esa es la manera institucional en
que se resguarda mejor sus intereses. Si miramos el caso chileno, encontraremos exacta simetría pues
las Fuerzas Armadas han gozado de una posición inédita en nuestra historia: “Garantes de la
Institucionalidad”. Aquí hay una hebra interesante pues el dinero y el poder, cuando se refiere a los
militares, es particularmente opaco en Chile. No sabemos con exactitud los procedimientos para
comprar armas, la influencia del lobby en la elección de un proveedor u otro, ni el pago de comisiones
en el camino, muy habituales en la industria. Todo esto recordemos, financiado con la ley reservada del
cobre33.

La lógica de los privilegios que describimos antes se reprodujo en todos los aspectos del Chile pos-
Pinochet. Veamos algunos ejemplos: el sistema binominal es un mecanismo de privilegio para la
minoría, que se ve beneficiada de reglas electorales inéditas en el mundo, la Constitución es un
mecanismo de privilegio para una facción que se ve favorecida por los quorums supramayoritarios, el
sistema tributario es un sistema de privilegio para las grandes fortunas, el sistema educacional es un
sistema de privilegio para aquellos que pueden pagar más, así como la salud, las isapres y la lista es
larga. En general, el asunto funciona así: si usted quiere obtener un bien vaya al mercado y vea cuál
puede comprar, si no puede el Estado le entregará el bien con estándares mínimos a través de un
servicio público.

Suele decirse que el modelo chileno es “neoliberal” para describir su génesis en el pensamiento de
Milton Friedman en la Escuela de Economía de Chicago. Sin embargo, si se observa la literatura
podemos establecer que la en la dictadura militar convergieron diversas tradiciones de la derecha y del
socialcristianismo, generando como producto emblemático de esa unión a la Constitución de 1980 34. En
ese texto se consagró un modelo neoliberal en lo económico, pero que en su ethos contenía ciertos
elementos y determinadas gramáticas que pertenecen al corporativismo, como aquella frase del inciso
tercero del primer artículo de la Constitución: “los grupos intermedios de la sociedad”. Según la
doctrina de la Constitución, estos grupos intermedios constituyen elementos esenciales del “tejido
orgánico” de la sociedad, constituyendo instancias intermedias entre la persona y el Estado. No es este
el lugar para discutir la fibra ontológica de la Constitución de 1980, sino hacer notar que hay una
cercanía conceptual escalofriante entre la práctica del subpoder en Chile y los postulados de la

33 TÓTORO, D. La cofrafía blindada. Chile Civil y Chile Militar: Trauma y Conflicto. Planeta, 2000.
34 Vid. CRISTI, R. Autoridad y libertad: El pensamiento político de Jaime Guzmán. LOM, 2011. Segunda edición.
Constitución sobre los grupos intermedios.

Los grupos intermedios son, en algún sentido, el subpoder que garantiza que determinados intereses
tengan mayor probabilidad de imponerse en las relaciones sociales. Sofía Correa ha investigado en
profundidad la conexión entre el corporativismo como proyecto político conservador y su proyección
en el texto constitucional vigente:
Con respecto a la Constitución de 1980, promulgada durante la dictadura militar, la presencia de los socialcristianos en la
Comisión Constituyente, le imprimió a esta un carácter corporativista, reflejado sobre todo en las "bases de la
institucionalidad", capítulo inicial de la Constitución donde se introducen declaraciones filosóficas sobre la organización de
la sociedad. Por ejemplo, sabemos por el mismo Jaime Guzmán que el concepto de "bien común" que consagra la
Constitución en las "bases de la institucionalidad", fue discutido por la Comisión Constituyente en junio de 1974 para dejar
establecido que este tenía un significado unívoco, a saber, en palabras de Guzmán, "en el sentido que no hay más que uno
aceptable" pues el bien común no es "la simple suma de bienes individuales" ni tampoco "un bien de la colectividad" (50).
Por cierto, también otros artículos constitucionales que definen las bases de la institucionalidad, tienen un definido carácter
corporativista35.

Es importante pensar este carácter corporativista de la Constitución en relación con el modelo


económico y político que consagra. La comparación entre mercado y democracia, como si los políticos
y los partidos fueran oferentes y los electores fueran consumidores, es a menudo injusta y miope pues
no comprende el valor intrínseco de la política como práctica institucional e institucionalizada. Sin
embargo, no deja de ser curioso que conceptos como “duopolio” o “falta de competencia” aparezcan
por parejo en las páginas de economía y de política nacional. Los hechos que conociéramos en el caso
farmacias, donde los principales oferentes de remedios se coludieron para manejar los precios, no deja
de ser metafóricamente similar a lo que se vive con el sistema binominal y su evidente falta de
competencia. Más aún, hay quienes han usado la figura del “cartel” para describir la forma en que
funcionan la Concertación y la Alianza en temas de reformas políticas 36.

Según muestra Sofia Correa, el corporativismo ha estado presente en el discurso político chileno desde
hace más de un siglo. Su influencia parece transversal a los gobiernos de todos los colores y un cierto
ethos corporativista parece estar unido al devenir del país. Correa, sin embargo, considera que el
corporativismo solo puede ser exitoso en contextos autoritarios:
Otra falacia envuelta en la tentación corporativista socialcristiana, es la presunción de que de la conjunción de los múltiples
y contradictorios intereses sectoriales puede salir una política pública común, cuestión que se ha estado intentando sin éxito
en las múltiples "mesas" convocadas para resolver problemas complejos, como lo fue por ejemplo en educación. Sin
embargo, el principal error radica en pretender que se pueden abandonar los paradigmas de la modernidad política y
mantener al mismo tiempo las libertades públicas y los derechos fundamentales. La experiencia histórica ha demostrado lo
contrario: los ensayos de organización política corporativista han ido siempre de la mano de regímenes dictatoriales 37.

35 CORREA, S. El corporativismo como expresión política del socialcristianismo. Teología y Vida. Vol. XLIX, 2008.
36 Vid. BELLOLIO, C. El Cartel de los partidos. Columna en El Mostrador. 9 de Septiembre de 2011.
37 CORREA, S. Op cit.
El párrafo anterior muestra una interesante tesis de Correa: sugiere que la lógica detrás de las múltiples
“mesas” es el corporativismo. Es decir, la lógica detrás de la mesa de educación que se formó luego del
movimiento pinguino de 2006 responde a una estructura corporativista en que se convoca a
representantes de los grupos intermedios a dialogar, por si mismos, para solucionar los temas públicos.
En este sentido, la representación de las autoridades electas es reemplazada como principio rector del
díalogo soberano y sus potestades son traspadas hacia otras instancias. Sabemos el final de esa historia,
los estudiantes todavía acusan de traición al gobierno de Bachelet y el 2011 volvieron a salir a la calle.
Curiosamente, en medio de los reclamos de los estudiantes y las masivas movilizaciones sociales, el
Rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez Vera, insistió varias veces en la necesidad de regular el
lobby. En sus recurrentes cartas publicadas en la prensa, el Rector Pérez insiste en colocar la legislación
del lobby dentro de la agenda educacional. Esto muestra una intuición digna de analizar pues en
apariencia son dos debates distintos. En una de sus cartas publicada en La Tercera el año 2012 el Rector
señala: “No hay ninguna justificación ética o política para mantener esta situación de impunidad al
lobby, que sólo trae beneficios espurios a unos pocos y perjuicios a todos” 38. Curiosamente, ninguno de
los líderes estudiantiles del movimiento tomó en serio la intuición de Pérez, ni tampoco se lee ninguna
referencia a este respecto en ninguno de sus libros 39.

A MODO DE CONCLUSIÓN:
LA CRISIS YA ESTÁ AQUÍ

La agenda sobre libre competencia tiene al menos 15 años de seminarios, foros y publicaciones. Uno de
los libros más leídos al respecto es aquel publicado por Patricio Navia y Eduardo Engel 40. En ese texto
se observa el primer mapa de la concentración económica y política, también describe sus
intersecciones y algunas propuestas para revertir el diagnóstico crítico. Sin embargo, ese libro no toca
explícitamente, pero sí tácitamente, el problema de las infuencias y los vínculos entre dinero y poder.
Sabemos que, en el modelo chileno, el asunto funciona así: si usted quiere obtener un bien vaya al
mercado y vea cuál puede comprar, si no puede el Estado le entregará el bien con estándares mínimos a
través de un servicio público. Esa es la lógica en educación y salud, por ejemplo, donde uno paga por la
mejor educación o salud posible y si no puede recurre a un servicio estatal o a un copago. En el caso de
38 Carta al Director La Tercera 7 de Julio 2012. Véase las cartas publicadas por Pérez en
http://www.uchile.cl/portal/presentacion/rectoria/columnas/39915/columnas-y-cartas-al-director
39 Vid. FIGUEROA, F. Llegamos para quedarnos. LOM 2013. JACKSON, G. El país que soñamos. Debate. 2013.
40 NAVIA, P. y ENGEL, E. Que gane el mas mejor. Debate. 2006.
las influencias, el asunto puede ser graficado en los mismos términos. Si usted tiene dinero puede
comprar influencias por diversas vías, y si no tiene dinero tendrá que contentarse con el mínimo
asegurado: nada.
¿En qué pie queda el paradigma moderno que sostiene que el poder es esencialmente público y el
dinero esencialmente privado? Las opciones que le quedan a los que tienen influencia cercana a cero es
organizarse y construir resistencia que, eventualmente, terminará en marchas masivas. Las marchas, en
este sentido, pueden ser comprendidas como un intento de aumentar las probabilidades de imponerse
en una relación social. El modelo completo, en sus aspectos políticos y económicos, obliga a quienes
no tienen influencias a recurrir a esos métodos, esto es, obliga a constituirse como un grupo de presión,
como un lobbista. Esa es la explicación sofisticada para aquellos que señalan que las organizaciones
estudiantiles son “otro agente de lobby más”. La respuesta más corta es sencilla de expresar: ¿Dado el
modelo institucional que tenemos, qué otra cosa podrían ser?

Sofía Correa decía que los corporativismos solamente resultan exitosos en la medida que vienen
acompañados del autoritarismo. Quizás la transición política sea la refutación práctica de ese postulado
en tanto aparece como un experimento exitoso de corporativismo y neoliberalismo, en una alianza que
ha colocado a Chile en el grupo de economías emergentes. En algún sentido, el neoliberalismo criollo
depende del corporativismo que lo sostiene, de ahí que el corporativismo puede ser entendido como el
subpoder del neoliberalismo chileno. Pero hay un segundo sentido de la afirmación de Sofía Correa que
puede servirnos: nos recuerda que si el corporativismo es exitoso es porque estamos en contextos de
autoritarismo. Esto nos recuerda la antigua tesis de la “democracia tutelada” que algunos autores como
Felipe Portales han trabajado en orden a señalar que la transición chilena tiene vigas autoritarias que
han estructurado todo el proceso41.

La identificación del subpoder yacente al modelo chileno nos permite entender por qué vivimos su
crisis y su esplendor. Al comienzo de este artículo repasamos brevemente las tesis de Mayol, Guzmán y
Oppliger y Solimano. Dijimos que Chile vivía una crisis y un esplendor, y ahora podemos explicarlo.
La crisis tiene que ver con el grado de concentración del poder que observamos y su evidente relación
el poder económico y financiero, el esplendor es que el modelo mismo mide su éxito por el grado de
concentración de las influencias. Esa es la herejía que sostiene al modelo chileno, por un lado se repiten
los dogmas neoliberales, pero por otro se practica el corporativismo.

41 PORTALES, F. Chile: una democracia tutelada. Sudamericana, 2000.


Sin embargo, el problema institucional va más allá de una ley más o una ley menos. Según la tesis de
este artículo, el corporativismo es esencialmente un problema constitucional, que irradia un ethos
corporativista hacia las clases dirigentes. En este sentido, la afirmación Solimano -quien sostiene que
existe una ceguera en las elites- se vuelve particularmente nítida. Llama la atención, entonces, que estos
problemas sean entendidos como asuntos diferentes y que deben ser separados como especies distintas.

Y esto es crucial para entender el laberinto que atraviesa lo público en Chile. Por un lado, se observa en
la prensa chilena el debate sobre nueva Constitución, donde algunos promueven una Asamblea
Constituyente y otros, como el Senador Camilo Escalona, señalan que esos cambios son solamente
necesarios en contextos de “crisis institucional”. Por otro lado, se observa una discusión sobre la
transparencia y la regulación de las influencias, como si este fuera un problema separado del asunto
constitucional. En el sentido de este artículo, ambos problemas son el mismo problema pues la crisis
institucional que Escalona cree necesaria ya está aquí. Esa crisis es la relación entre el dinero y el
poder. El modelo chileno consagra constitucionalmente al corporativismo como subpoder del modelo
económico, como mecanismo para aumentar las probabilidades de imponerse en el proceso político de
unos sobre otros. La retórica neoliberal aparece como dogma que, lejos de ser contradictoria, se adapta
como perfecta compañera de su propia herejía. Así las cosas, ser crítico del modelo chileno implica ser
escéptico, esencialmente, del corporativismo que lo sostiene.

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